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domingo, 16 de mayo de 2021

ASCENSIÓN DEL SEÑOR: PAPA FRANCISCO PIDE CUIDAR LA FE, LA UNIDAD Y LA VERDAD


Ascensión del Señor: Papa Francisco pide cuidar la fe, la unidad y la verdad

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

Foto: Vatican Media




Al celebrar la Misa en la Basílica de San Pedro este 16 de mayo, séptimo Domingo de Pascua y solemnidad de la Ascensión del Señor, el Papa Francisco alentó a cuidar la fe, la unidad y la verdad y a no caer en la división, que viene del diablo, sino a ser testigos del Evangelio incluso cuando se tenga que ir contracorriente.

El Santo Padre presidió la Eucaristía junto a algunos fieles de Myanmar residentes en Italia para rezar por la difícil situación social que vive el país después del golpe de estado del pasado 1 de febrero. Más de la mitad de los participantes a esta Misa fueron religiosas, algunas de ellas, llevaban puestos pañuelos y trajes tradicionales.

En su homilía, el Santo Padre reflexionó en la oración de Jesús en las últimas horas de su vida antes de su ascensión a los cielos y exhortó a cuidar la fe, cuidar la unidad y cuidar la verdad.

“En las últimas horas de su vida, Jesús reza. En el momento doloroso de la despedida de sus discípulos y de este mundo, Jesús reza por sus amigos. Mientras en su corazón y en su carne está cargando con todo el pecado del mundo, Jesús continúa amándonos y reza por nosotros. Teniendo como modelo la oración de Jesús, aprendamos también nosotros a atravesar los momentos dramáticos y dolorosos de la vida”, invitó el Papa.

En primer lugar, el Santo Padre recordó que “custodiar la fe es mantener la mirada en alto, hacia el cielo, mientras sobre la tierra se combate y se derrama sangre inocente. Es no ceder a la lógica del odio y de la venganza, sino permanecer con la mirada puesta en ese Dios de amor que nos llama a ser hermanos entre nosotros”.

“La oración nos abre a la confianza en Dios incluso en los momentos difíciles, nos ayuda a esperar contra todas las evidencias, nos sostiene en la batalla cotidiana. No es una fuga, un modo de escapar de los problemas. Al contrario, es la única arma que tenemos para cuidar el amor y la esperanza en medio de tantas armas que siembran muerte”, afirmó.

Sin embargo, el Papa reconoció que “no es fácil alzar la mirada cuando estamos en medio del dolor, pero la fe nos ayuda a vencer la tentación de replegarnos en nosotros mismos. Tal vez quisiéramos protestar, expresar a gritos, incluso a Dios, nuestro sufrimiento. No debemos tener miedo, porque también esto es oración. Decía una anciana a sus nietos, incluso enojarse con Dios puede ser una oración”.

Luego, el Santo Padre destacó que Jesús pidió cuidar la unidad porque la división “es una enfermedad mortal” y lamentó que experimentamos la división “en nuestro corazón, porque frecuentemente estamos divididos dentro de nosotros mismos. Experimentamos la división en las familias, en las comunidades, entre los pueblos, incluso en la Iglesia”.

En este sentido, el Papa enumeró algunos de los “pecados contra la unidad” que son “las envidias, los celos, la búsqueda de intereses personales en vez del bien de todos, los juicios contra los otros”.

“La última recomendación que Jesús hace antes de su Pascua es la unidad. Porque la división viene del diablo que es el que divide, el gran mentiroso que siempre divide. Estamos llamados a cuidar la unidad, a tomar en serio esta apremiante súplica de Jesús al Padre: que sean uno, que formen una familia, que tengan el valor de vivir vínculos de amistad, de amor, de fraternidad”, dijo el Papa.

Ante esto, el Pontífice pidió que también en la Iglesia se promueva “el diálogo, el respeto por el otro, la custodia del hermano, la comunión y no dejemos entrar en la Iglesia la lógica de los partidos, la lógica que divide, la lógica que nos coloca a cada uno al centro descartando a los otros, esto destruye: destruye la familia, destruye la Iglesia, destruye la sociedad, destruye a nosotros mismos”.

Por último, el Santo Padre pidió cuidar la verdad que significa “ser profetas en todas las situaciones de la vida, es decir, estar consagrados al Evangelio y ser testigos aun cuando haya que pagar el precio de ir contracorriente” y advirtió que custodiar la verdad “no significa defender ideas, convertirnos en guardianes de un sistema de doctrinas y de dogmas, sino permanecer unidos a Cristo y estar consagrados a su Evangelio”.

“El Evangelio nos pide estar en la verdad y para la verdad, dando la vida por los demás. Y donde hay guerra, violencia y odio, ser fieles al Evangelio y constructores de paz significa comprometerse, también a través de las decisiones sociales y políticas, arriesgando la vida. Sólo así las cosas pueden cambiar”, explicó el Papa.

De este modo, el Santo Padre recordó que “el Señor no necesita gente tibia, nos quiere consagrados a la verdad y a la belleza del Evangelio, para que podamos testimoniar la alegría del Reino de Dios también en la noche oscura del dolor y cuando el mal parece más fuerte”.

Por ello, el Papa rezó para que “la oración de Jesús nos ayude a cuidar la fe también en los momentos difíciles, a ser constructores de unidad, a arriesgar la vida por la verdad del Evangelio”.

“Queridos hermanos y hermanas, hoy quiero llevar al altar del Señor el sufrimiento de su pueblo y rezar con ustedes para que Dios convierta los corazones de todos a la paz... Por favor, no pierdan la esperanza. Jesús todavía hoy reza al Padre, hace ver en su oración las llagas con las cuales ha pagado nuestra salvación, con esta oración. Jesús reza e intercede por todos nosotros, para que nos cuide del maligno y nos libere del poder del mal”, concluyó el Papa en su homilía.

Antes de finalizar la Misa, un sacerdote de Myanmar agradeció al Papa por su cercanía, por las diversas ocasiones que ha rezado públicamente por Myanmar y por la celebración de esta Misa; unas religiosas le regalaron un cuadro y un fiel le obsequió un libro con fotografías.

Después de la bendición, los fieles entonaron una canción tradicional en su lengua nativa.

domingo, 24 de mayo de 2020

LOS SENTIMIENTOS QUE ACOMPAÑARON LA ASCENSIÓN


Los Sentimientos que Acompañaron la Ascención
Ilumina tu andar con la Luz de Cristo Resucitado.


Por: P. Dennis Doren, LC | Fuente: Catholic.Net




En este domingo no son las tinieblas las que dominaban, sino el fulgor de una luz repentina que irrumpe con el anuncio sobrecogedor de la resurrección del Señor. La espera y la oración se convierten entonces en un canto de alegría: «¡Exulte el coro de los Ángeles!».

Ha cambiado totalmente la perspectiva de la historia: la muerte da paso a la vida y la oscuridad a la luz; vida que no muere más y luz que no volverá a apagarse.

La piedra del sepulcro está quitada: hoy brilla una luz especial en el corazón de todos los que creemos en Cristo: con Él, con su gracia y su fuerza, su amistad y compañía, todos los obstáculos son superables; todos los problemas, solubles; todos los sacrificios, llevaderos; todas las penas, pasajeras. Cristo nos invita hoy a salir de nuestros sepulcros, de nosotros mismos, de nuestros pequeños o grandes problemas, de nuestras indecisiones y tristezas, de nuestros desalientos y dudas, de nuestras oscuridades y desconfianzas y dejar que su luz pase a través de nosotros, para así llevarlo a los hombres. Hoy es un día especial para sentirse cerca de Dios, amigo de Dios, sinceramente amigo de Dios.

Una pequeña niña se encontraba entre un grupo de personas que eran guiadas en una excursión por una gran catedral. Mientras el guía daba explicaciones sobre las diversas partes de la estructura: el altar, el coro, la mampara y la nave principal, la atención de la pequeña estaba enfocada en una vidriera de colores.

Estuvo por largo tiempo considerando en silencio la ventana. Al elevar la vista hacia las figuras que formaban parte del vitral, su rostro fue bañado en un arco iris de colores cuando el sol de la tarde inundó el ala cruciforme de la inmensa catedral.

Cuando el grupo se preparaba para continuar la gira, la niña se llenó de valentía y preguntó al guía: ¿Quiénes son las personas que están en ese vitral tan hermoso?

    -Esos son los santos- respondió aquel.

    Esa misma noche, mientras la niña se alistaba para acostarse, le dijo a su madre con orgullo: -Sé quiénes son los santos.

    -¿Lo sabes? -respondió la madre. ¿Y me podrías decir quiénes son?

    Sin vacilar, la niña respondió: ¡Son las personas que dejan que la luz brille a través de ellas!

    ¿Estás permitiendo que la luz de la Resurrección del Señor brille a través de ti?

Hemos sido llamados a compartir la luz de la Resurrección de Jesús en un mundo de tinieblas. Como rayos de luz que atraviesan el pesimismo y la oscuridad, podemos llevar la Esperanza de la Resurrección a este mundo oscuro y cansado.

    “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (San Mateo 5.16)

No te detengas cuando se haya hecho oscuro, ilumina tu andar con la luz de Cristo Resucitado. La oscuridad más terrible no es la que te rodea, sino la que te habita; y la luz más bella no es la que te ilumina desde afuera, sino la que se asoma en tus ojos desde adentro. No exijas más luz que la necesaria para ver lo necesario, ni más camino que para andar esta jornada. El camino más malo, no es tan malo, si por él vas a tu meta. Y el camino más bueno no es tan bueno si por él no llegas a tu destino. No sabrás si hay luz mientras tus ojos no se hayan abierto, ni sabrás si hay camino, mientras tus pies no hayan andado. Cristo hoy ha encendido una lámpara que no se apaga, deja que esta luz ilumine tu caminar, Él hoy ha vencido nuestras oscuridades. CRISTO HA RESUCITADO Y YO LO HE EXPERIMENTADO.

PAPA FRANCISCO: LA EXPERIENCIA DE LOS APÓSTOLES EN LA ASCENSIÓN ES TAMBIÉN LA NUESTRA


Papa Francisco: “La experiencia de los apóstoles en la Ascensión es también la nuestra”
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media




El Papa Francisco trazó una línea directa entre el mandato recibido por los apóstoles el día de la Ascensión y la misión de los cristianos de hoy: “La experiencia de los apóstoles es también la nuestra”.

En su enseñanza previa al rezo del Regina Coeli este domingo 24 de mayo, el Pontífice reflexionó sobre la Solemnidad de la Ascensión del Señor, que este domingo 24 de mayo se celebra en Italia y en muchos otros países.

Aunque el Santo Padre presidió el rezo desde el interior de la Biblioteca del Palacio Apostólico, como cada domingo desde el inicio del confinamiento por la pandemia de coronavirus, por primera vez una multitud de fieles se ha concentrado, respetando la distancia de seguridad para evitar contagios, en la Plaza de San Pedro, accesible al público desde hace unos días, para seguir el Regina Coeli.

El Pontífice describió cómo en el Evangelio de San Mateo se narra que los apóstoles se reunieron en Galilea, en lo alto de un monte que Jesús les había indicado. “Aquí es donde tiene lugar el último encuentro del Señor resucitado con los suyos”.

Francisco llamó la atención sobre la fuerte carga simbólica que el “monte” tiene a lo largo de la Escritura: “Sobre un monte Jesús proclamó las Bienaventuranzas, sobre un monte se retiraba a rezar, acogía a las multitudes y curaba a los enfermos”.


Sin embargo, en esta ocasión, “sobre el monte ya no está el Maestro que actúa, enseña y cura, sino aquel Resucitado que pide a los discípulos que actúen y anuncien, confiándoles el mandato de continuar su obra”.

“Les encarga llevar la misión a todas las gentes. Les dice: ‘Id al mundo entero y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo lo que os he enseñado’”.

El Papa explicó el sentido de esas palabras: “El contenido de la misión confiada a los apóstoles es este: anunciar, bautizar, enseñar y caminar por las huellas del Maestro, es decir, el Evangelio”.

“Este mensaje de salvación implica, en primer lugar, el deber del testimonio, sin el cual no se puede anunciar, al cual también nosotros, discípulos de hoy, estamos llamados para dar razón de nuestra fe. Ante una misión así de comprometida, y pensando en nuestras debilidades, nos sentimos incapaces, al igual que se sintieron los mismos apóstoles”.

Ante ese sentimiento, el Papa subraya que “no hay que desanimarse” e invita “a recordar las palabras que Jesús les dirigió (a los apóstoles) antes de ascender al Cielo: ‘Estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’”.

“Esta promesa”, aseguró el Santo Padre, “garantiza la presencia constante y consoladora de Jesús entre nosotros. Ahora bien, ¿de qué manera se realiza esta presencia? Mediante su Espíritu que lleva a la Iglesia a caminar en la historia como compañero de camino de toda persona”.


Ese Espíritu “enviado por Cristo y por el Padre, permite la remisión de los pecados y santifica a todos aquellos que, penitentes, se abren con confianza a su don”.

“Con la promesa de permanecer con nosotros hasta el fin de los tiempos, Jesús inaugura el estilo de su presencia en el mundo como Resucitado: una presencia que se revela en la Palabra, en los Sacramentos, en la acción constante e interior del Espíritu Santo”.

Por ello, “la fiesta de la Ascensión nos dice que Jesús, aunque subió al Cielo para sentarse glorioso a la derecha del Padre, está todavía y por siempre entre nosotros: de aquí deriva nuestra fuerza, nuestra perseverancia y nuestra alegría”.

“Cristo si sustrae a nuestros ojos físicos y nos abre a otra mirada, la mirada de la fe, del más allá de lo aparente y de lo transitorios: nos pide que aprendamos a ver la realidad que nos rodea a la luz de su presencia como resucitado”.

De esa manera, “también cualquier persona que encontremos será vista, escuchada y amada de una manera diferentes, porque Cristo eleva su dignidad y se hace modelo a seguir”, concluyó el Papa Francisco.

SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY


Solemnidad de la Ascensión del Señor



La Solemnidad de la Ascensión del Señor es el broche de oro al paso de Jesús por la tierra aunque, Pentecostés, nos deje una ráfaga de su Espíritu y nos anime a pregonarlo a los cuatro vientos.

Desde su Nacimiento en Belén hemos visto el brillo de sus ojos, la grandeza divina de sus obras, la profundidad de sus palabras, el Dios hecho humano...

La Ascensión del Señor es el último misterio de su presencia terrena. Por el contrario, es el primero que nos toca a nosotros. La hora de partir, no hacia lejanos continentes (aunque también) y sí hacia esos lugares que están distantes del Evangelio; de descender a esos corazones tibios en la fe y que viven codo a codo con nosotros y a los cuales tan difícil nos resulta proponerles e invitarles al encuentro con Cristo.

Jesús asciende al encuentro de Dios pero se ha quedado de una forma entrañable, viva, alimentadora y transformadora en la Eucaristía. Que, ya desde ahora, le pidamos que el Espíritu Santo nos haga transmitir por los cuatro costados de nuestra vida la alegría de la fe. Que sepamos valorar aquella esperanza de la que San Pablo nos da buena cuenta y por la que dio hasta su misma vida.

En esta Solemnidad de la Ascensión no nos quedaremos con los ojos mirando al cielo. Entre otras cosas porque, sabemos que Dios, nos necesita como “otros cristos” anunciando sin temor ni vergüenza, con pasión y con entusiasmo la novedad del Evangelio.

Vete a los cielos, Señor, pues has cumplido más que sobradamente.


* Padre Javier Leoz

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY ASCENSIÓN DEL SEÑOR - DOMINGO 24 DE MAYO DE 2020


Lecturas de hoy Ascensión del Señor - Ciclo A 
(Domingo VII de Pascua)
Hoy, domingo, 24 de mayo de 2020




Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (1,1-11):

EN mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseno desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo. Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino: «aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días».
Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo:
«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?».
Les dijo:
«No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y “hasta el confín de la tierra”».
Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 46,2-3.6-7.8-9

R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R/.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.

Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,17-23):

HERMANOS:
El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no solo en este mundo, sino en el futuro.
Y «todo lo puso bajo sus pies», y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Conclusión del santo evangelio según san Mateo (28,16-20):

EN aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 24 de mayo de 2020
Fernando Torres cmf


El último encuentro con Jesús

      Con esta fiesta de la Ascensión termina prácticamente la Pascua. Es el último encuentro de Jesús resucitado con los discípulos. Y se repiten en él dos constantes que han estado presentes a lo largo de los cuatro evangelios. Por una parte, la confianza que Jesús pone en los discípulos. Les dice que ellos van a ser los encargados de continuar su obra. Las palabras de Jesús no pueden ser más claras: “Id y haced discípulos de todos los pueblos”. En sus manos ha puesto Jesús el tesoro del evangelio, del anuncio de la buena nueva de la salvación para la humanidad.

      Pero, por otra parte, el autor de los Hechos de los Apóstoles no renuncia a dejar en claro incluso en este último momento la incomprensión de los discípulos. Después de haber seguido a Jesús por los caminos de Galilea y en su viaje hacia Jerusalén, después de haber sido testigos directos de sus palabras y sus milagros, de su cercanía a los pobres y su llamada a la conversión porque “el Reino de Dios está cerca”, después de haber visto como el maestro era detenido, juzgado y condenado a muerte en cruz, después de haber experimentado la resurrección, todavía los discípulos siguen sin comprender del todo la misión de Jesús –y, por tanto, su misma misión como continuadores de aquella–. Al final de todo no se les ocurre más que preguntar si “¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?” No se habían enterado.

      Sólo la promesa del Espíritu Santo mantiene la esperanza de que los discípulos lleguen a comprender del todo la misión de Jesús y su propia misión. Ese periodo tan especial que va desde el día de la Pascua, el de la resurrección de Jesús, hasta su ascensión termina con la fiesta de hoy. Pero el periodo de aprendizaje de los discípulos no ha terminado. Necesitan recibir el Espíritu Santo que será el que les haga conocer de verdad el significado de las palabras y de la vida de Jesús. De alguna manera, es necesario que Jesús desaparezca de sus vidas para que abran su corazón a una comprensión más profunda y verdadera de su figura. Hasta comprender que hay otra forma de presencia de Jesús en medio de la comunidad, una presencia que será constante y firme hasta el final de los tiempos. 

      Hoy en la Iglesia, en nuestra comunidad, en nuestro corazón, seguimos necesitando la presencia del Espíritu que nos ilumine para comprender cuál es la esperanza a la que nos llama Jesús, la riqueza de la gloria que es la herencia de los que creen en él, la grandeza de la misión de ser testigos del amor de Dios para todos, sin límites ni distinciones. Quizá nos convendría releer la segunda lectura y hacer con ella nuestra oración para pedir al Padre que nos envíe el Espíritu de Jesús, porque, aunque como a los apóstoles nos cuesta entender, queremos seguir su llamada a anunciar la buena nueva de la salvación a todos los hombres y mujeres. 



Para la reflexión

      ¿Qué significa para mí anunciar el Evangelio a toda la creación? ¿Es un mandato que afecta sólo a las curas y a las monjas? ¿Qué tendría que hacer para anunciar el Evangelio a los que viven conmigo?

HOY CELEBRAMOS LA SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR, 24 DE MAYO



Hoy celebramos la Solemnidad de la Ascensión del Señor
Redacción ACI Prensa





Hoy celebramos la Solemnidad de la Ascensión del Señor
Hoy la Iglesia Universal celebra la Solemnidad de la Ascensión del Señor al cielo, a los cuarenta días de su resurrección.

San Juan Pablo II al meditar esta Solemnidad, en su homilía del 24 de mayo de 2001, señaló que “la contemplación cristiana no nos aleja del compromiso histórico. El ‘cielo’ al que Jesús ascendió no es lejanía, sino ocultamiento y custodia de una presencia que no nos abandona jamás, hasta que él vuelva en la gloria”.

“Mientras tanto -continúa el Santo- es la hora exigente del testimonio, para que en el nombre de Cristo ‘se predique la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos’”.

Uno de los pasajes bíblicos que narra este episodio de la vida del Señor está en el Evangelio de San Marcos 16,15-20:

“Conclusión del santo evangelio según san Marcos: En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: ‘Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos’. Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban”.

domingo, 2 de junio de 2019

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR EN LA VIDA DEL CRISTIANO

La Ascensión del Señor en la Vida del Cristiano



Luego que el Señor Jesús se apareció a sus discípulos fue elevado al cielo. Este acontecimiento marca la transición entre la gloria de Cristo resucitado y la de Cristo exaltado a la derecha del Padre. Marca también la posibilidad de que la humanidad entre al Reino de Dios como tantas veces lo anunció Jesús. De esta forma, la ascensión del Señor se integra en el Misterio de la Encarnación, que es su momento conclusivo.

Testigos de Cristo

La Ascensión de Cristo es también el punto de partida para comenzar a ser testigos y anunciadores de Cristo exaltado que volvió al Padre para sentarse a su derecha. El Señor glorificado continúa presente en el mundo por medio de su acción en los que creen en su Palabra y dejan que el Espíritu actúe interiormente en ellos. El mandato de Jesús es claro y vigente: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación". Por ello, la nueva presencia del Resucitado en su Iglesia hace que sus seguidores constituyan la comunidad de vida y de salvación.

La fuerza del Evangelio

La Ascensión de Cristo al cielo no es el fin de su presencia entre los hombres, sino el comienzo de una nueva forma de estar en el mundo. Su presencia acompaña con signos la misión evangelizadora de sus discípulos.
La comunidad pospascual necesitó de un tiempo para reforzar su fe incipiente en el Resucitado. La Ascensión es el fin de su visibilidad terrena y el inicio de un nuevo tipo de presencia entre nosotros.

Misión de la Iglesia

San Lucas, después de escribir su Evangelio, emprende también con la inspiración divina la tarea de redactar algo de lo que ocurrió después de que Jesús resucitara y subiera a los cielos. Es la historia de los comienzos de la Iglesia, esos tiempos fundacionales en los que el mensaje cristiano comienza a proclamarse como una doctrina nueva y sorprendente que habría de transformar al mundo entero. Así nos refiere que el Señor, antes de subir al trono de su gloria y enviarles la fuerza avasalladora del Espíritu, se les aparece una y otra vez durante cuarenta días, para fortalecerlos en la fe y encenderlos en la caridad, para animarlos con la más viva esperanza.

Toma tu Cruz

Con la Ascensión, el mandato de Jesús cobra una fuerza singular; se comprende el valor de la Pasión y la Muerte. Desde esa nueva perspectiva, la Cruz era la fuerza y la sabiduría de Dios. Desde ese momento se podía hablar de perdón y de conversión, sin dudar del amor y del poder divino de Jesús. Fue posible predicar la conversión, exhortar a los hombres para que se reconciliaran con Dios, lleno de misericordia. Con la Ascensión de Jesucristo el camino está abierto, y los feligreses invitados a recorrerlo de la mano de Él.

Oración

Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

HOY CELEBRAMOS LA SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


Hoy celebramos la Solemnidad de la Ascensión del Señor
Redacción ACI Prensa




 Hoy celebramos la Solemnidad de la Ascensión del Señor
Hoy la Iglesia Universal celebra la Solemnidad de la Ascensión del Señor al cielo, a los cuarenta días de su resurrección.

San Juan Pablo II al meditar esta Solemnidad, en su homilía del 24 de mayo de 2001, señaló que “la contemplación cristiana no nos aleja del compromiso histórico. El ‘cielo’ al que Jesús ascendió no es lejanía, sino ocultamiento y custodia de una presencia que no nos abandona jamás, hasta que él vuelva en la gloria”.

“Mientras tanto -continúa el Santo- es la hora exigente del testimonio, para que en el nombre de Cristo ‘se predique la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos’”.

Uno de los pasajes bíblicos que narra este episodio de la vida del Señor está en el Evangelio de San Marcos 16,15-20:

“Conclusión del santo evangelio según san Marcos: En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: ‘Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos’. Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban”.


domingo, 28 de mayo de 2017

HOY 28 DE MAYO CELEBRAMOS LA SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


Hoy 28 de mayo celebramos la Solemnidad de la Ascensión del Señor



 (ACI).- Hoy la Iglesia Universal celebra la Solemnidad de la Ascensión del Señor al cielo, a los cuarenta días de su resurrección.

San Juan Pablo II al meditar esta Solemnidad, en su homilía del 24 de mayo de 2001, señaló que “la contemplación cristiana no nos aleja del compromiso histórico. El ‘cielo’ al que Jesús ascendió no es lejanía, sino ocultamiento y custodia de una presencia que no nos abandona jamás, hasta que él vuelva en la gloria”.

“Mientras tanto -continúa el Santo-  es la hora exigente del testimonio, para que en el nombre de Cristo ‘se predique la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos’”.

Uno de los pasajes bíblicos que narra este episodio de la vida del Señor está en el Evangelio de San Marcos 16,15-20:

“Conclusión del santo evangelio según san Marcos: En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: ‘Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos’. Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban”.

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LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 27 DE MAYO 2017 - LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


La Ascensión del Señor – Ciclo A
Domingo 27 de Mayo de 2017




Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1,1-11:

En mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseno desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo. Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino: «aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días».
Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo:
«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?».
Les dijo:
«No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y “hasta el confín de la tierra”».
Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».

Palabra de Dios    

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Salmo
Salmo Responsorial: 46,2-3.6-7.8-9

R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra. R/.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad. R/.

Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.

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Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1,17-23:

Hermanos:
El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no solo en este mundo, sino en el futuro.
Y «todo lo puso bajo sus pies», y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.

Palabra de Dios

_____________

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 28,16-20:

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

Palabra del Señor

domingo, 8 de mayo de 2016

HOY DOMINGO 8 DE MAYO CELEBRAMOS LA SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


Hoy celebramos la Solemnidad de la Ascensión del Señor

(ACI).- Hoy la Iglesia Universal celebra la Solemnidad de la Ascensión del Señor al cielo, a los cuarenta días de su resurrección.

San Juan Pablo II al meditar esta Solemnidad, en su homilía del 24 de mayo de 2001, señaló que “la contemplación cristiana no nos aleja del compromiso histórico. El ‘cielo’ al que Jesús ascendió no es lejanía, sino ocultamiento y custodia de una presencia que no nos abandona jamás, hasta que él vuelva en la gloria”.

“Mientras tanto -continúa el Santo-  es la hora exigente del testimonio, para que en el nombre de Cristo ‘se predique la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos’”.

Uno de los pasajes bíblicos que narra este episodio de la vida del Señor está en el Evangelio de San Marcos 16,15-20:

“Conclusión del santo evangelio según san Marcos: En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: ‘Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos’. Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban”.

FIESTA DE LA ASCENSIÓN, VERDADERA ESPERANZA


Fiesta de la Ascensión, verdadera esperanza
Cristo no sube solo, somos parte suya, y por lo tanto, algo nuestro ya está en la casa el Padre.


Por: Alberto Ramirez Mozqueda | Fuente: Catholic.net 




Los niños de hoy están acostumbrados a oír de los viajes espaciales, a naves que viajan a velocidades que escapan a la imaginación y que tocan países insospechados con otras costumbres y otras formas de vida. Por eso podrían quedarse con la impresión de que Cristo en su Ascensión a los cielos, se hubiera adelantado al tiempo, subiendo en su propia nave hasta desplazarse hasta el mismísimo cielo.

Tenemos que decir entonces de entrada que el cielo y el espacio de las estrellas, los astros, los asteroides y los cometas, un mundo vastísimo, es otro totalmente distinto del que nos presentan los evangelistas que afirman que Cristo subió al cielo, donde “Dios habita en una luz inaccesible” (1 Tim 6.16), lo cual quiere decir que nosotros mismos estaremos invitados a subir con Cristo pero no precisamente a un espacio o a un lugar sino a una situación nueva si vivimos en el amor y en la gracia de Dios.

La fiesta de la Ascensión del Señor es entonces la fiesta de la Verdadera esperanza para los cristianos y en general para todos los hombres, pues cuando Cristo envía a sus apóstoles al mundo, quiere hacer que su mensaje llegue precisamente a todos los hombres, rotas ya las barreras y todas las fronteras, hasta hacer de la humanidad una sola familia salvada por la Sangre de Cristo. Cristo no sube solo, somos parte suya, y por lo tanto, algo nuestro ya está en la casa el Padre, esperando la vuelta de todos para sentarnos con Cristo a ese banquete que se ofrece a todos los que fueron dignos de entrar al Reino de los cielos.

La fiesta en cuestión comenzó a celebrarse hasta el siglo VI pues los siglos anteriores se consideraba como una sola festividad tanto la Resurrección de Cristo como su misma Ascensión, pero se pensó en celebrar ésta última como la plena glorificación de Cristo, su exaltación a los cielos, el sentarse a la diestra de Dios Padre, su constitución como Juez y Señor de vivos y muertos y por lo tanto con poder para enviar a su Iglesia al mundo a hacerlo presente en sus sacramentos, en su Eucaristía, descubriéndole en los pobres y los marginados del mundo, comprometiéndose seriamente con ellos como él lo hizo con cada uno de los actos de su vida, pero sobre todo con su muerte en lo alto de la cruz.

La Ascensión tiene lugar en Galilea, donde Jesús comenzó su ministerio público pero no fue tanto un dato meramente geográfico, sino para hacerles entender a sus apóstoles que Jerusalén ya no era el centro de religiosidad y de culto, sino que desde ahora él se constituía en Aquél por el que se podía tener libre acceso al Padre. Galilea sería como un símbolo de una humanidad que vive una nueva esperanza y una nueva acogida por el Buen Padre Dios, invitándonos a romper toda esclavitud, pues él ya no quiere más sirvientes sino hijos.

Cristo tuvo mucho cuidado antes de su subida de darles poder a sus Apóstoles para hacerlo presente en el mundo, pero también afirmó, y con un verbo en presente que él estaría con ellos siempre, hasta el fin de los tiempos. Esa es la gran alegría de los cristianos, poder unirse desde ahora al Salvador sin tener que esperar hasta el momento final, y hacerlo como discípulos del único Maestro, que quiere a la humanidad unida en su Amor.

domingo, 17 de mayo de 2015

LA FIESTA DE LA ASCENSIÓN, VERDADERA ESPERANZA


Fiesta de la Ascensión, verdadera esperanza
Cristo no sube solo, somos parte suya, y por lo tanto, algo nuestro ya está en la casa el Padre.
Por: Alberto Ramirez Mozqueda | Fuente: Catholic.net




Los niños de hoy están acostumbrados a oír de los viajes espaciales, a naves que viajan a velocidades que escapan a la imaginación y que tocan países insospechados con otras costumbres y otras formas de vida. Por eso podrían quedarse con la impresión de que Cristo en su Ascensión a los cielos, se hubiera adelantado al tiempo, subiendo en su propia nave hasta desplazarse hasta el mismísimo cielo.

Tenemos que decir entonces de entrada que el cielo y el espacio de las estrellas, los astros, los asteroides y los cometas, un mundo vastísimo, es otro totalmente distinto del que nos presentan los evangelistas que afirman que Cristo subió al cielo, donde “Dios habita en una luz inaccesible” (1 Tim 6.16), lo cual quiere decir que nosotros mismos estaremos invitados a subir con Cristo pero no precisamente a un espacio o a un lugar sino a una situación nueva si vivimos en el amor y en la gracia de Dios.

La fiesta de la Ascensión del Señor es entonces la fiesta de la Verdadera esperanza para los cristianos y en general para todos los hombres, pues cuando Cristo envía a sus apóstoles al mundo, quiere hacer que su mensaje llegue precisamente a todos los hombres, rotas ya las barreras y todas las fronteras, hasta hacer de la humanidad una sola familia salvada por la Sangre de Cristo. Cristo no sube solo, somos parte suya, y por lo tanto, algo nuestro ya está en la casa el Padre, esperando la vuelta de todos para sentarnos con Cristo a ese banquete que se ofrece a todos los que fueron dignos de entrar al Reino de los cielos.

La fiesta en cuestión comenzó a celebrarse hasta el siglo VI pues los siglos anteriores se consideraba como una sola festividad tanto la Resurrección de Cristo como su misma Ascensión, pero se pensó en celebrar ésta última como la plena glorificación de Cristo, su exaltación a los cielos, el sentarse a la diestra de Dios Padre, su constitución como Juez y Señor de vivos y muertos y por lo tanto con poder para enviar a su Iglesia al mundo a hacerlo presente en sus sacramentos, en su Eucaristía, descubriéndole en los pobres y los marginados del mundo, comprometiéndose seriamente con ellos como él lo hizo con cada uno de los actos de su vida, pero sobre todo con su muerte en lo alto de la cruz.

La Ascensión tiene lugar en Galilea, donde Jesús comenzó su ministerio público pero no fue tanto un dato meramente geográfico, sino para hacerles entender a sus apóstoles que Jerusalén ya no era el centro de religiosidad y de culto, sino que desde ahora él se constituía en Aquél por el que se podía tener libre acceso al Padre. Galilea sería como un símbolo de una humanidad que vive una nueva esperanza y una nueva acogida por el Buen Padre Dios, invitándonos a romper toda esclavitud, pues él ya no quiere más sirvientes sino hijos.

Cristo tuvo mucho cuidado antes de su subida de darles poder a sus Apóstoles para hacerlo presente en el mundo, pero también afirmó, y con un verbo en presente que él estaría con ellos siempre, hasta el fin de los tiempos. Esa es la gran alegría de los cristianos, poder unirse desde ahora al Salvador sin tener que esperar hasta el momento final, y hacerlo como discípulos del único Maestro, que quiere a la humanidad unida en su Amor.

SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR - DOMINGO 17 DE MAYO DEL 2015


SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Domingo 17 de Mayo del 2015



Hoy la Iglesia Universal celebra la Solemnidad de la Ascensión del Señor al cielo, a los cuarenta días de su resurrección.

San Juan Pablo II al meditar esta Solemnidad, en su homilía del 24 de mayo de 2001, señaló que “la contemplación cristiana no nos aleja del compromiso histórico. El ‘cielo’ al que Jesús ascendió no es lejanía, sino ocultamiento y custodia de una presencia que no nos abandona jamás, hasta que él vuelva en la gloria”.

“Mientras tanto -continúa el Santo-  es la hora exigente del testimonio, para que en el nombre de Cristo ‘se predique la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos’”.

Uno de los pasajes bíblicos que narra este episodio de la vida del Señor está en el Evangelio de San Marcos 16,15-20:

“Conclusión del santo evangelio según san Marcos: En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: ‘Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos’. Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban”.

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR - 17 DE MAYO 2015


La Ascensión del Señor
Estamos en el penúltimo momento del misterio pascual, antes de la donación del Espíritu Santo


Por: . | Fuente: ACI Prensa




El acontecimiento

Esta solemnidad ha sido trasladada al domingo 7º de Pascua desde su día originario, el jueves de la 6º semana de Pascua, cuando se cumplen los cuarenta días después de la resurrección, conforme al relato de san Lucas en su Evangelio y en los Hechos de los Apóstoles; pero sigue conservando el simbolismo de la cuarentena: como el Pueblo de Dios anduvo cuarenta días en su Éxodo del desierto hasta llegar a la tierra prometida, así Jesús cumple su Exodo pascual en cuarenta días de apariciones y enseñanzas hasta ir al Padre. La Ascensión es un momento más del único misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesucristo, y expresa sobre todo la dimensión de exaltación y glorificación de la naturaleza humana de Jesús como contrapunto a la humillación padecida en la pasión, muerte y sepultura.

Al contemplar la ascensión de su Señor a la gloria del Padre, los discípulos quedaron asombrados, porque no entendían las Escrituras antes del don del Espíritu, y miraban hacia lo alto. Intervienen dos hombres vestidos de blanco, es una teofanía, la misma de los dos hombres que Lucas describe en el sepulcro (24,4). En ellos la Iglesia Madre judeo-cristiana veía acertadamente la forma simbólica de la divina presencia del Padre, que son Cristo y el Espíritu. Las palabras de los dos hombres son fundamentales: Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse (Hechos 1,11). En un exceso de amor semejante al que le llevó al sacrificio, el Señor volverá para tomar a los suyos y para estar con ellos para siempre; y se mostrará como imagen perfecta de Dios, como icono transformante por obra del Espíritu, para volvernos semejantes a él, para contemplarlo tal como él es (1 Juan 3,1-12). Contemplando en la liturgia el icono del Señor - sobre todo en la Eucaristía - intuimos el rostro de Dios tal como es y como lo veremos eternamente. Y lo invocamos para que venga ahora y siempre.

En el relato de este misterio según el Evangelio de san Mateo (28,19-20), el Señor envía a los discípulos a proclamar y a realizar la salvación, según el triple ministerio de la Iglesia: pastoral, litúrgico y magisterial: Id y haced discípulos de todos los pueblos (por el anuncio profético y el gobierno pastoral, formando y desarrollando la vida de la Iglesia), bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo (aplicándoles la salvación, introduciendo sacramentalmente en la Iglesia); y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado (mediante el magisterio apostólico y la vida en la caridad, el gran mandato). Se está cumpliendo el plan de Dios, y la salvación, anunciada primero a Israel, es proclamada a todos los pueblos. En esta obra de conversión universal, por larga y laboriosa que pueda ser, el Resucitado estará vivo y operante en medio de los suyos: Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.

El misterio

La lectura apostólica que propone la Iglesia interpreta perfectamente el acontecimiento de la Ascensión del Señor, adentrándonos en el misterio del ingreso del resucitado en el santuario celeste. Ahora podemos decir con el canto del Santo que los cielos y la tierra están llenos de la gloria de Dios (En Isaías 6,3 sólo se nombraba a la tierra). Ahora, con la ascensión de la humanidad del Hijo de Dios, conmemorada en el misterio litúrgico, sobre la que reposa la gloria del Padre, adorada por los ángeles, también nosotros somos unidos por la gracia a esta alabanza eterna, en el cielo y en la tierra. Estamos en el penúltimo momento del misterio pascual, antes de la donación del Espíritu Santo al cumplirse los días de la cincuentena, el Pentecostés.

La vida cristiana

Las oraciones de esta solemnidad piden que permanezcamos fieles a la doble condición de la vida cristiana, orientada simultáneamente a las realidades temporales y a las eternas. Esta es la vida en la Iglesia , comprometida en la acción y constante en la contemplación. Porque Cristo, levantado en alto sobre la tierra, atrajo hacia sí a todos los hombres; resucitando de entre los muertos envió a su Espíritu vivificador sobre sus discípulos y por él constituyó a su Cuerpo que es la Iglesia, como sacramento universal de salvación; estando sentado a la derecha del Padre, sin cesar actúa en el mundo para conducir a los hombres a su Iglesia y por Ella unirlos a sí más estrechamente y, alimentándolos con su propio Cuerpo y Sangre, hacerlos partícipes de su vida gloriosa. Instruidos por la fe acerca del sentido de nuestra vida temporal, al mismo tiempo, con la esperanza de los bienes futuros, llevamos a cabo la obra que el Padre nos ha confiado en el mundo y labramos nuestra salvación (Vaticano II, Lumen gentium 48)

lunes, 2 de junio de 2014

¿DESPUÉS DE LA ASCENSIÓN, QUÉ?

Autor: Karime Alle | Fuente: Catholic.net
¿Después de la Ascensión, qué?
¡No podemos quedarnos mirando al Cielo! Ahora nos toca a nosotros ser la voz de Jesús para alentar y consolar.
¿Después de la Ascensión,  qué?
Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que anuncie la Buena Nueva. Ahora nos toca a nosotros, sus discípulos, hacerlo. Los Sacerdotes predicando(sobre todo)con la palabra, los laicos predicando(sobre todo) con el ejemplo, los padres de familia predicando con la palabra y el ejemplo.

Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que compadezca a los pobres y lo enfermos. Ahora nos toca a nosotros.

Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que multiplique los panes y los pescados para alimentar a las multitudes. Esa es ahora nuestra tarea, multiplicando nuestros esfuerzos para dar de comer sino a las multitudes, por lo menos a los pobres que podamos.

Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que cuide a sus ovejas. Ahora nosotros tenemos que velar por ellas, especialmente por aquellas (el cónyuge, los hijos, los hermanos, los trabajadores) que Dios nos ha encomendado a cada uno.

Después de la Ascensión a nosotros nos toca ser la voz de Jesús para alentar y consolar. Sus manos para tenderlas a todo el que necesite ayuda. Sus pies para llevarlo a donde no lo conocen.

Después de la Ascensión:

¡No podemos quedarnos mirando al Cielo! 
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