domingo, 20 de febrero de 2022

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 20 DE FEBRERO DE 2022

Domingo 7 (C) del tiempo ordinario

Domingo 20 de febrero de 2022



1ª Lectura (1Sam 26,2.7-9.12-13.22-23): En aquellos días, Saúl emprendió la bajada hacia el páramo de Zif, con tres mil soldados israelitas, para dar una batida en busca de David. David y Abisay fueron de noche al campamento; Saúl estaba echado, durmiendo en medio del cercado de carros, la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa estaban echados alrededor. Entonces Abisay dijo a David: «Dios te pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una lanzada; no hará falta repetir el golpe». Pero David replicó: «¡No lo mates!, que no se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor».

David tomó la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se enteró, ni se despertó: estaban todos dormidos, porque el Señor les había enviado un sueño profundo. David cruzó a la otra parte, se plantó en la cima del monte, lejos, dejando mucho espacio en medio, y gritó: «Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recogerla. El Señor pagará a cada uno su justicia y su lealtad. Porque él te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor».



Salmo responsorial: 102

R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.

Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos; como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.

2ª Lectura (1Cor 15,45-49): El primer hombre, Adán, fue un ser animado. El último Adán, un espíritu que da vida. No es primero lo espiritual, sino lo animal. Lo espiritual viene después. El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.

Versículo antes del Evangelio (Jn 13,34): Aleluya. Os doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que os améis los unos a los otros, como yo os he amado. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 6,27-38): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente.

»Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los ingratos y los perversos. Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».





«Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo»

Rev. D. Josep Miquel BOMBARDÓ

(Sabadell, Barcelona, España)


Hoy escuchamos unas palabras del Señor que nos invitan a vivir la caridad con plenitud, como Él lo hizo («Padre, perdónales porque no saben lo que hacen»: Lc 23,34). Éste ha sido el estilo de nuestros hermanos que nos han precedido en la gloria del cielo, el estilo de los santos. Han procurado vivir la caridad con la perfección del amor, siguiendo el consejo de Jesucristo: «Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial» (Mt 5,48).

La caridad nos lleva a amar, en primer lugar, a quienes nos aman, ya que no es posible vivir en plenitud lo que leemos en el Evangelio si no amamos de verdad a nuestros hermanos, a quienes tenemos al lado. Pero, acto seguido, el nuevo mandamiento de Cristo nos hace ascender en la perfección de la caridad, y nos anima a abrir los brazos a todos los hombres, también a aquellos que no son de los nuestros, o que nos quieren ofender o herir de cualquier manera. Jesús nos pide un corazón como el suyo, como el del Padre: «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo» (Lc 6,36), que no tiene fronteras y recibe a todos, que nos lleva a perdonar y a rezar por nuestros enemigos.

Ahora bien, como se afirma en el Catecismo de la Iglesia, «observar el mandamiento del Señor es imposible si se trata de imitar desde fuera el modelo divino. Se trata de una participación vital y nacida del fondo del corazón, en la santidad, en la misericordia y en el amor de nuestro Dios». San John Henry Newman escribía: «¡Oh Jesús! Ayúdame a esparcir tu fragancia dondequiera que vaya. Inunda mi alma con tu espíritu y vida. Penetra en mi ser, y hazte amo tan fuertemente de mí que mi vida sea irradiación de la tuya (...). Que cada alma, con la que me encuentre, pueda sentir tu presencia en mi. Que no me vean a mí, sino a Ti en mí».

Amaremos, perdonaremos, abrazaremos a los otros sólo si nuestro corazón es engrandecido por el amor a Cristo. 

FELIZ DOMINGO





 

jueves, 17 de febrero de 2022

25 CONSEJOS DEL PAPA FRANCISCO A LOS SACERDOTES DE HOY



25 consejos del Papa Francisco a los sacerdotes de hoy

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




Durante la apertura del simposio “Para una teología fundamental del sacerdocio”, el Papa Francisco ofreció a los presbíteros del mundo valiosos consejos que son fruto de sus más de 50 años de sacerdocio.

“He meditado sobre qué compartir de la vida del sacerdote hoy y llegué a la conclusión de que la mejor palabra nace del testimonio que recibí de tantos sacerdotes a lo largo de los años. Lo que ofrezco es fruto del ejercicio de pensar en ellos, discernir y contemplar cuáles eran las notas que los distinguían y les brindaban una fuerza, alegría y esperanza singular en su misión pastoral”, explicó el Papa.

En esta línea, el Santo Padre dijo: “Soy consciente de que mucho se podría hablar y teorizar sobre el sacerdocio, hoy quiero compartirles esta ‘pequeña cosecha’ para que el sacerdote de hoy, sea cual sea el momento que esté viviendo, pueda vivir la paz y la fecundidad que el Espíritu quiere regalar”.

“Recuerdo momentos importantes en mi vida donde esta cercanía con el Señor fue crucial para sostenerme (…). El sacerdote, más que recetas o teorías, necesita herramientas concretas con las que confrontar su ministerio, su misión y su cotidianeidad”, dijo. 

A continuación, ofrecemos 25 consejos del Papa Francisco a los sacerdotes:


1.La cercanía con el Señor es crucial en los momentos oscuros de la vida: “Sin la intimidad de la oración, de la vida espiritual, de la cercanía concreta con Dios a través de la escucha de la Palabra, de la celebración de la Eucaristía, del silencio de la Adoración, de la consagración a la Virgen, del acompañamiento sapiente de un guía, del sacramento de la Reconciliación, el sacerdote es, por así decirlo, solo un ‘obrero cansado’ que no goza de los beneficios de los amigos del Señor”.

2.Que todas las acciones y las actitudes -sean útiles o buenas- tengan siempre “sabor a Evangelio”.

3.Estar atentos ante el “optimismo exacerbado”, el repetir “todo irá bien”, pero avanzar sin discernimiento y sin tomar las decisiones necesarias. “Ese optimismo terminará por ignorar los heridos de esta transformación y que no logra aceptar las tensiones, complejidades y ambigüedades propias del tiempo presente y ‘consagra’ la última novedad como lo verdaderamente real, despreciando así la sabiduría de los años”.

4. “Hacerse cargo con confianza de la realidad anclada en la sabia Tradición viva y viviente de la Iglesia, que puede permitirse remar mar adentro sin miedo”.

5. No caer en “espiritualismos desencarnados”, “discernir la voluntad de Dios es aprender a interpretar la realidad con los ojos del Señor, sin necesidad de evadirnos de lo que acontece a nuestros pueblos y sin la ansiedad que lleva a querer encontrar una salida rápida y tranquilizadora de la mano de una ideología de turno o una respuesta prefabricada, ambas incapaces de asumir los momentos más difíciles e inclusive oscuros de nuestra historia”.

6. Fomentar comunidades con “un fervor apostólico contagioso” y no comunidades “funcionales, bien organizadas, pero sin entusiasmo, ‘todo en orden’, en donde falta el fuego del Espíritu”.

7.No olvidar que la “vocación específica, incluida la del Orden sagrado, es cumplimiento del Bautismo”.

8. Acordarnos que “nuestra primera llamada es a la santidad. Nuestra vocación es en primer lugar una respuesta a Aquel que nos amó primero”.

9. “Sin una relación significativa con el Señor nuestro ministerio está destinado a ser estéril. La cercanía con Jesús, el contacto con su Palabra, nos permite confrontar nuestra vida con la suya y aprender a no escandalizarnos de nada de lo que nos suceda”.

10. Muchas crisis sacerdotales tienen precisamente origen en una escasa vida de oración, en una falta de intimidad con el Señor, en una reducción de la vida espiritual a mera práctica religiosa.

11. Tener espacios de silencio durante el día. “Sustituir el verbo ‘hacer’ de Marta para aprender el ‘estar’ de María”.

12. Aprender a dejar que el Señor “siga realizando su obra en cada uno y que pode todo aquello que es infecundo, estéril y que distorsiona el llamado”.

13.La cercanía con Dios fortalece la cercanía del sacerdote con su Pueblo y viceversa.

14.Obedecer significa “aprender a escuchar y recordar que nadie puede pretender ser el poseedor de la voluntad de Dios, y que esta solo puede entenderse a través del discernimiento”.

15. La obediencia puede “ser confrontación, escucha y, en algunos casos, tensión, pero que no se rompe. Esto pide necesariamente que los sacerdotes recen por los obispos y se animen a expresar su parecer con respeto, valentía y sinceridad”. 

16. Tener “humildad, capacidad de escucha, capacidad de autocrítica y de dejarse ayudar”.

17. Evitar la envidia. “Debemos hablar claro: en nuestros presbiterios existe la envidia, no todos son envidiosos, pero existe la tentación de la envidia, estemos atentos, y de la envidia a las habladurías”.

18. “No tenemos necesidad de presumir, ni mucho menos de pavonearnos o, peor aún, de asumir actitudes violentas, faltando el respeto a quien está junto a nosotros. Porque también existen formas clericales de bullying”.

19. Fomentar el amor fraterno porque es “la gran profecía que en esta sociedad del descarte estamos llamados a vivir”. En este sentido, “no se puede permitir que se crea que el amor fraterno es una utopía”,

20. “El celibato es un don que la Iglesia latina custodia, pero es un don que para ser vivido como santificación requiere relaciones sanas, vínculos de auténtica estima y genuina bondad que encuentran su raíz en Cristo. Sin amigos y sin oración el celibato puede convertirse en un peso insoportable y en un antitestimonio de la hermosura misma del sacerdocio”.

21. “Para comprender de nuevo la identidad del sacerdocio, hoy es importante vivir en estrecha relación con la vida real de la gente, junto a ella, sin ninguna vía de escape”.

22. Ser capaces de “caminar no como un juez sino como el Buen Samaritano que reconoce las heridas de su pueblo, el sufrimiento vivido en silencio, la abnegación y sacrificios de tantos padres y madres por llevar adelante sus familias, y también las consecuencias de la violencia, la corrupción y de la indiferencia que a su paso intenta silenciar toda esperanza”.

23. Ser “pastores del Pueblo y no clérigos de estado, ni profesionales de lo sagrado”, sino “pastores que sepan de compasión, de oportunidad; hombres con valentía capaces de detenerse ante el caído y tender su mano; hombres contemplativos que en la cercanía con su pueblo puedan anunciar en las llagas del mundo la fuerza operante de la Resurrección”.

24. Evitar la “clericalización del laicado, esa promoción de una pequeña élite que en torno al cura termina también por desnaturalizar su misión fundamental”.

25. Para mantener viva y fecunda la vocación es necesario permanecer cerca de Dios, cerca del obispo, cerca de los sacerdotes y cerca del Pueblo de Dios. “Estas cuatro cercanías son una buena escuela para jugar en la cancha grande a la que el sacerdote es convocado sin miedos, sin rigidez, sin reducir ni empobrecer la misión”. 

IMÁGENES DE JESÚS EUCARISTÍA

 















 

lunes, 14 de febrero de 2022

HOY LA IGLESIA RECUERDA A SAN VALENTÍN, PATRONO DE LOS ENAMORADOS

 


Hoy la Iglesia recuerda a San Valentín, patrono de los enamorados
Redacción ACI Prensa



Hoy la Iglesia recuerda a San Valentín, patrono de los enamorados
El patrono de los enamorados nació en el año 175 en la ciudad de Terni, a cien kilómetros de Roma (Italia), donde actualmente yacen sus restos debajo de uno de los altares laterales de la Basílica que lleva su nombre.


Dios quiere y protege a quienes se aman con rectitud
En el siglo III, en tiempos en los que el cristianismo era perseguido, el santo se consagró al servicio de la comunidad de su ciudad natal. San Valentín arriesgó su vida muchas veces para administrar los sacramentos, especialmente el matrimonio. La parte más importante de su labor era asistir a las parejas que querían constituir un hogar cristiano.

Cuenta la tradición que el emperador romano Claudio II con el deseo de evitar que las familias cristianas se multiplicaran prohibió la celebración del matrimonio religioso. Además, Claudio tenía la convicción de que los soldados casados no eran lo suficientemente aguerridos porque estaban emocionalmente ligados a una familia.

Un pastor que dio la vida por sus ovejas
Entonces llegó a oídos del emperador que Valentín había hecho caso omiso de su voluntad y entonces lo mandó apresar. El santo fue encarcelado y azotado en la vía Flaminia, cerca a la ciudad de Roma. Para evitar tumultos o protestas de quienes apreciaban a Valentín, Claudio decidió ejecutarlo y enterrar sus restos en secreto. San Valentín murió decapitado el 14 de febrero del año 273.

Posteriormente, tres discípulos suyos lograron desenterrar el cuerpo y lo llevaron de regreso a la ciudad para darle una sepultura digna.


El sentido del amor de los esposos
La fiesta de San Valentín recuerda el sentido del auténtico amor entre quienes están llamados a la vida matrimonial. El amor no es solo un sentimiento, esencialmente tiene que ver con la voluntad que se expresa en la entrega y el sacrificio que no calcula beneficios o conveniencias.

Como recuerda el Papa Benedicto XVI en su encíclica Deus Caritas Est (Dios es Amor), el amor "es ocuparse del otro y preocuparse por el otro. Ya no se busca a sí mismo, sumirse en la embriaguez de la felicidad, sino que ansía más bien el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto al sacrificio, más aún, lo busca".


IMÁGENES DE TARJETAS DE FELIZ DÍA DEL AMOR Y LA AMISTAD











  

domingo, 13 de febrero de 2022

PAPA FRANCISCO: SOLO EL VERDADERO DISCÍPULO DE DIOS ES REALMENTE FELIZ



Papa Francisco: Solo el verdadero discípulo de Dios es realmente feliz

POR ALMUDENA MARTÍNEZ-BORDIÚ | ACI Prensa

 Foto: Vatican Media



Durante el rezo del Ángelus dominical este 13 de febrero, el Papa Francisco explicó que el verdadero discípulo es aquel que con humildad se deja guiar por Jesús, “abriendo su corazón, escuchándole y siguiendo el camino”. 

Desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre reflexionó acerca del Evangelio de San Lucas, centrado en las Bienaventuranzas.

“Las Bienaventuranzas, de hecho, definen la identidad del discípulo de Jesús. Pueden sonar extrañas, casi incomprensibles para quien no es discípulo, pero si nos preguntamos cómo es un discípulo de Jesús, la respuesta es precisamente las Bienaventuranzas”, señaló el Papa. 


Aprender cada día con humildad

El Papa Francisco comenzó la reflexión de este domingo comentando lo que definió como “la base” de este Evangelio, el momento en el que Jesús señala que aquellos que son pobres en la tierra, serán recompensados en el cielo. “Son bienaventurados porque son pobres”, dijo el Santo Padre. 

En esta línea, el Papa Francisco explicó que el verdadero discípulo de Jesús “no encuentra su alegría en el dinero, en el poder o en otros bienes materiales. Pero sí lo hace en los dones que recibe cada día de Dios: La vida, la creación, los hermanos y hermanas, etc., son dones de la vida”.  

A continuación, el Papa destacó la importancia de la “gratuidad” y de compartir todos aquellos dones que nos regala el Señor y defendió que el verdadero discípulo “vive en la lógica de Dios” y es consciente de que “no debe saberlo todo”, sino aprender cada día con humildad, “sin prejuicios ni rigidez”. 

El Santo Padre recordó el Evangelio del domingo pasado, cuando Simón Pedro dejó todo y decidió seguir al Señor, y aseguró que aquellos que siguen a Dios “solamente en algunas cosas”, no son verdaderos discípulos, y esa es la razón por la que “caen en la tristeza”. 

“Se entristece porque las cuentas no cuadran, porque la realidad se escapa de sus esquemas mentales y se encuentra insatisfecho. El discípulo, en cambio, sabe cuestionarse, sabe buscar a Dios humildemente cada día, y eso le permite adentrarse en la realidad, acogiendo su riqueza y complejidad”, dijo el Santo Padre. 

El Papa explicó que el discípulo de Dios acepta “la paradoja de las Bienaventuranzas, que declaran que es dichoso, es decir, feliz. Quien es pobre, quien carece de tantas cosas y lo reconoce”. 

El Papa lamentó que en la actualidad se induce a pensar de otra manera, y muchas veces se cree que solamente los ricos están llenos de bienes y son aplaudidos y envidiados, son felices. 

“Jesús, por el contrario, declara que el éxito mundano es un fracaso, ya que se basa en un egoísmo que infla y luego deja un vacío en el corazón. Ante la paradoja de las Bienaventuranzas, el discípulo se deja meter en crisis, consciente de que no es Dios quien debe entrar en nuestras lógicas, sino nosotros en las suyas”, explicó el Pontífice. 


La verdadera felicidad: La Alegría del corazón

“Esto requiere de un camino, a veces fatigoso, pero siempre acompañado de alegría. Porque, recordemos, la primera palabra de Jesús es: dichosos. Esto es el sinónimo de ser discípulos de Jesús. El Señor, al liberarnos de la esclavitud del egocentrismo, desencaja nuestras cerrazones, disuelve nuestra dureza y nos abre la verdadera felicidad, que a menudo se encuentra donde nosotros no pensamos”, defendió el Santo Padre. 

 Ante los fieles y peregrinos de la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco aseguró que Dios es “quien guía nuestra vida, no nosotros con nuestros prejuicios, o con nuestras exigencias. El discípulo es el que se deja guiar por Jesús. El que abre el corazón a Jesús, lo escucha y sigue el camino”. 

A continuación, el Papa invitó a mirar en el interior para hacer las siguientes preguntas: “¿Tengo yo la disponibilidad del discípulo? ¿O me comporto con la rigidez de quien se siente cómodo, bien y siente que ya ha llegado? ¿Me dejo ‘desencajar por dentro’ por la paradoja de las Bienaventuranzas, o me mantengo dentro del perímetro de mis propias ideas? Y luego, más allá de las penurias y dificultades, ¿siento la alegría de seguir a Jesús?”. 

Por último, el Santo Padre quiso señalar el rasgo “más destacado del discípulo: la alegría del corazón”. 

“Este es el trato del discípulo, la alegría del corazón. No nos olvidemos de la alegría del corazón. Esta es la clave para saber si alguna persona es discípulo, porque tiene la alegría del corazón”, concluyó el Papa. 


A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco: 

San Lucas (6,17.20-26): 

En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. 

Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.» 

FELICIDAD AMENAZADA - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 13 DE FEBRERO DE 2022




FELICIDAD AMENAZADA



Occidente no ha querido creer en el amor como fuente de vida y felicidad para el hombre y la sociedad. Las bienaventuranzas de Jesús siguen siendo un lenguaje ininteligible e increíble, incluso para los que nos llamamos cristianos.

Nosotros hemos puesto la felicidad en otras cosas. Hemos llegado incluso a confundir la felicidad con el bienestar. Y, aunque son pocos los que se atreven a confesarlo abiertamente, para muchos lo decisivo para ser feliz es «tener dinero».

Apenas tienen otro proyecto de vida. Trabajar para tener dinero. Tener dinero para comprar cosas. Poseer cosas para adquirir una posición y ser algo en la sociedad. Esta es la felicidad en la que creemos. El camino que tratamos de recorrer para buscar felicidad.

Vivimos en una sociedad que, en el fondo, sabe que algo absurdo se encierra en todo esto, pero no es capaz de buscar una felicidad más verdadera. Nos gusta nuestra manera de vivir, aunque sintamos que no nos hace felices.

Los creyentes deberíamos recordar que Jesús no ha hablado solo de bienaventuranzas. Ha lanzado también amenazadoras maldiciones para cuantos, olvidando la llamada del amor, disfrutan satisfechos en su propio bienestar. Esta es la amenaza de Jesús: quienes poseen y disfrutan de todo cuanto su corazón egoísta ha anhelado, un día descubrirán que no hay para ellos más felicidad que la que ya han saboreado.

Quizá estamos viviendo unos tiempos en los que empezamos a intuir mejor la verdad última que se encierra en las amenazas de Jesús: «¡Ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque lloraréis!».

Empezamos a experimentar que la felicidad no está en el puro bienestar. La civilización de la abundancia nos ofrece medios de vida, pero no razones para vivir. La insatisfacción actual de muchos no se debe solo ni principalmente a la crisis económica, sino ante todo a la crisis de auténticos motivos para vivir, luchar, gozar, sufrir y esperar.

Hay poca gente feliz. Hemos aprendido muchas cosas, pero no sabemos ser felices. Necesitamos de tantas cosas que somos unos pobres necesitados. Para lograr nuestro bienestar somos capaces de mentir, defraudar, traicionarnos a nosotros mismos y destruirnos unos a otros. Y así no se puede ser feliz.

¿Y si Jesús tuviera razón? ¿No está nuestra «felicidad» demasiado amenazada? ¿No tenemos que buscar una sociedad diferente cuyo ideal no sea el desarrollo material sin fin, sino la satisfacción de las necesidades vitales de todos? ¿No seremos más felices cuando aprendamos a necesitar menos y compartir más?


 Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

Lc (6,17.20-26)

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 13 DE FEBRERO DE 2022



 Domingo 6 (C) del tiempo ordinario

Domingo 13 de febrero de 2022





 Ver 1ª Lectura y Salmo

1ª Lectura (Jer 17,5-8): Así dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto».



Salmo responsorial: 1

R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.


Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin.


No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.



2ª Lectura (1Cor 15,12.16-20): Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.

Versículo antes del Evangelio (Lc 6,23ab): Aleluya. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, dice el Señor. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 6,17.20-26): En aquel tiempo, Jesús bajó de la montaña y se detuvo con sus discípulos en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón. Y Él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.

»Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto. ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas».





«Alegraos ese día y saltad de gozo»

Rev. D. Enric RIBAS i Baciana

(Barcelona, España)




Hoy volvemos a vivir las bienaventuranzas y las “malaventuranzas”: «Bienaventurados vosotros...», si ahora sufrís en mi nombre; «Ay de vosotros...», si ahora reís. La fidelidad a Cristo y a su Evangelio hace que seamos rechazados, escarnecidos en los medios de comunicación, odiados, como Cristo fue odiado y colgado en la cruz. Hay quien piensa que eso es debido a la falta de fe de algunos, pero quizá —bien mirado— es debido a la falta de razón. El mundo no quiere pensar ni ser libre; vive inmerso en el anhelo de la riqueza, del consumo, del adoctrinamiento libertario que se llena de palabras vanas, vacías donde se oscurece el valor de la persona y se burla de la enseñanza de Cristo y de la Iglesia, ya que —hoy por hoy— es el único pensamiento que ciertamente va contra corriente. A pesar de todo, el Señor Jesús nos infunde coraje: «Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre (...). Vuestra recompensa será grande en el cielo» (Lc 6, 22.23).


San Juan Pablo II, en la encíclica Fides et Ratio, dijo: «La fe mueve a la razón a salir de su aislamiento y a apostar, de buen grado, por aquello que es bello, bueno y verdadero». La experiencia cristiana en sus santos nos muestra la verdad del Evangelio y de estas palabras del Santo Padre. Ante un mundo que se complace en el vicio y en el egoísmo como fuente de felicidad, Jesús muestra otro camino: la felicidad del Reino del Dios, que el mundo no puede entender, y que odia y rechaza. El cristiano, en medio de las tentaciones que le ofrece la “vida fácil”, sabe que el camino es el del amor que Cristo nos ha mostrado en la cruz, el camino de la fidelidad al Padre. Sabemos que en medio de las dificultades no podemos desanimarnos. Si buscamos de verdad al Señor, alegrémonos y saltemos de gozo (cf. Lc 6,23).

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