jueves, 21 de octubre de 2021

¿SUFRES DE CÁNCER DE MAMA? ESTOS CUATRO SANTOS INTERCESORES PUEDEN AYUDARTE



 ¿Sufres de cáncer de mama? Estos cuatro santos intercesores pueden ayudarte

POR CYNTHIA PÉREZ | ACI Prensa




Con motivo del Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama que se conmemoró ayer, te presentamos cuatro santos de la Iglesia Católica que son reconocidos por interceder de forma especial en los casos de mujeres que padecen esta enfermedad.

Cada 19 de octubre se celebra el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, una fecha impulsada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para concientizar sobre la prevención de esta enfermedad que aqueja a 1 de cada 8 mujeres en el mundo, y que representa el 16% de todos los cánceres que sufren las mujeres.

En la Iglesia Católica existen santos que son famosos por interceder para obtener la curación de enfermedades particulares. Por ejemplo, San Juan de Dios y Santa Hildegarda de Bingen son intercesores de los que sufren depresión; o Santa Liduvina, patrona de los enfermos crónicos; etc.

En el caso del cáncer, la Iglesia cuenta con santos que interceden de forma especial por las mujeres que sufren cáncer de mama. A continuación, presentamos a cuatro de ellos:


Santa Águeda

Es la santa patrona de los que sufren enfermedades de la glándula mamaria y las mujeres enfermas de cáncer de mama.

Santa Águeda, cuya fiesta se celebra el 5 de febrero, procedía de Catania, Sicilia (Italia) tenía una extraordinaria belleza y consagró su vida y pureza a Dios. Según cuenta la historia, fue torturada por rechazar las propuestas amorosas del cónsul Quintiliano, y como parte de su martirio le cortaron sus pechos con pinzas de ardiente acero.

En el mundo existen iglesias en su honor y también asociaciones y fundaciones contra el cáncer de mama que llevan su nombre. Sus devotos que se dedican a tratar y prevenir el cáncer de mama son conocidos como “los soldados de Santa Águeda”, según indica un artículo firmado por el Dr. Michael B. Shimking.

Si deseas pedirle su intercesión, puedes rezar la oración que compartimos aquí.Oración a Santa Agueda para pedir por el Cáncer de Seno



Señor Jesús, que has querido que tu mártir santa Agueda sea invocada como especial abogada de aquellas mujeres que se ven aquejadas con enfermedades en sus senos y en tu clemencia y bondad, que supera toda razón humana, te has dignado escuchar los ruegos de tus siervos por mediación de tan gran santa.

Te doy gracias Señor por tu compasión y te pido que nos asista tu misericordia. Concede a cuantos se acercan a esta imagen de tu virgen santa Agueda, la paz que necesitan y el remedio que solo tú puedes dar y que libra al mal y al cuerpo de males y enfermedades.

Concédenos que los ruegos y méritos de santa Agueda ayuden a tantas almas que sufren afligidas en sus cuerpos el terrible mal del cáncer te encomiendo en especial a (nombrar a la persona que padece enfermedad).

Dígnate a escuchar nuestras súplicas, que son las que santa Agueda lleva en sus manos y te presenta. Concédeles el consuelo que necesitan y especialmente la curación que tanto anhelan, si es tu santa voluntad. Concédenos imitar a santa Agueda en la fortaleza, en la constancia y en la resignación, para que como ella podamos merecer una día la recompensa eterna de estar en la gloria, donde vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén



San Ezequiel Moreno

El santo es patrono de los enfermos de cáncer, y los milagros que dieron paso a su beatificación y canonización fueron la curación de dos enfermos con cáncer terminal: una de ellos fue una mujer con cáncer de mama.

San Ezequiel Moreno, cuya fiesta se celebra el 19 de agosto, fue un fraile agustino recoleto que nació a mediados del siglo XIX y que sirvió por muchos años como misionero en Colombia, donde se le detectó cáncer. El santo murió a los 58 años en España, a causa de la enfermedad.

Fue canonizado por San Juan Pablo II en 1992 luego de comprobarse su intercesión en la curación milagrosa de la colombiana María de Jesús Náñez, una mujer que tras ser operada de un tumor en la pierna derecha, hizo metástasis en el pecho izquierdo. Ella se encomendó al entonces beato y se curó milagrosamente.



Santa María de La Providencia

La santa nació en Francia y fue bautizada con el nombre de Eugénie Smet. Se hizo religiosa bajo el nombre de María de La Providencia y fundó la Congregación Sociedad de las Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio, que busca salvar las benditas almas a través de obras de misericordia espirituales y corporales.

Santa María de La Providencia, cuya fiesta se celebra el 6 de marzo, fue detectada con cáncer de mama a los 45 años y al poco tiempo falleció. Si bien se desconoce que haya intercedido en casos de casos de curación de esta enfermedad, puede ser un gran ejemplo para las mujeres que la padecen y, por supuesto, una intercesora a la cual acudir.

Santa María Celia Guérin


La santa es la esposa de San Luis Martin, quienes son los padres de Santa Teresa de Lisieux y el primer matrimonio católico declarado santo, cuya fiesta se celebra el 12 de julio.

Santa María Celia Guérin nació en 1831 en una familia católica y fue educada por religiosas que le enseñaron su oficio: el arte de la confección. Se casó, tuvo nueve hijos y llevó una vida matrimonial ejemplar con Misa diaria, oración y confesión frecuente, y participación en la vida parroquial.

De forma similar a Santa María de La Providencia, a los 45 años se le detectó un tumor en el seno, enfermedad que padeció con firme esperanza cristiana hasta su muerte.

“Si Dios quiere curarme, estaré muy contenta pues, en el fondo de mi corazón, deseo vivir; lo que me cuesta es dejar a mi marido y a mis hijas. Pero, por otra parte, me digo: si no me curo es que, quizá, será más útil que yo me vaya”, escribió en una carta.

No cabe duda que su ejemplo de confianza en Dios e intercesión puede ayudar a muchas mujeres madres que sufren esta enfermedad en la actualidad.

HOY ES JUEVES EUCARÍSTICO - ORACIONES A JESÚS EUCARISTÍA



ORACIONES A JESÚS

EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO



Señor mío Jesucristo, que por el amor que tenéis a los hombres, permanecéis de día y noche en este Sacramento, lleno de misericordia y ternura, esperando, llamando y acogiendo a todos los que vienen a visitaros, yo creo que estáis aquí presente. Os adoro desde el abismo de mi nada, os doy gracias por todos los favores, y especialmente por haberos Vos mismo dado a mí en este Sacramento; por haberme concedido a María vuestra propia Madre, como intercesora; y por haberme llamado a visitaros en esta iglesia.

Yo saludo hoy a vuestro amadísimo Corazón y deseo adorarle, en agradecimiento por este grande don, en reparación de todos los ultrajes que Vos mi amado Jesús, recibís en este Sacramento de vuestros enemigos.

Oh Jesús mío, os amo de todo corazón. Me arrepiento de haberos ofendido tantas veces. Me propongo con vuestra gracia no ofenderos más en adelante, y ahora, aunque, estoy lleno de faltas e imperfecciones me consagro todo a Vos. Haced de mi, lo que os agrade. Yo sólo os pido y sólo deseo vuestro santo amor, y la perseverancia hasta el fin.

Os encomiendo también las almas del purgatorio, especialmente a aquellas que han sido más devotas del Santísimo Sacramento y de María Inmaculada.

Por fin, mi amado Salvador, uno todos mis afectos a los de vuestro amorosísmo Corazón, y los ofrezco a vuestro Padre Eterno, suplicándole que por amor a Vos, se sirva aceptarlos y escucharlos. Así sea.

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 21 DE OCTUBRE DE 2021



EL EVANGELIO DE HOY

 Jueves 29 del tiempo ordinario

Jueves 21 de octubre de 2021


1ª Lectura (Rom 6,19-23): Hermanos: Uso un lenguaje corriente, adaptándome a vuestra debilidad, propia de hombres; quiero decir esto: si antes cedisteis vuestros miembros como esclavos a la inmoralidad y al desorden, para el desorden total, ponedlos ahora al servicio de la justicia para vuestra santificación. Cuando erais esclavos del pecado, la justicia no os gobernaba. ¿Qué frutos dabais entonces? Frutos de los que ahora os avergonzáis, porque acaban en la muerte. Ahora, en cambio, emancipados del pecado y hechos esclavos de Dios, producís frutos que llevan a la santidad y acaban en vida eterna. Porque el pecado paga con muerte, mientras que Dios regala vida eterna por medio de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Salmo responsorial: 1

R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.


Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin.


No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.

Versículo antes del Evangelio (Flp 3,8-9): Aleluya. Todo lo considero una pérdida y lo tengo por basura, para ganar a Cristo y vivir unido a él. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 12,49-53): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».





«He venido a prender fuego en el mundo»

+ Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach

(Vilamarí, Girona, España)



Hoy, el Evangelio nos presenta a Jesús como una persona de grandes deseos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!» (Lc 12,49). Jesús ya querría ver el mundo arder en caridad y virtud. ¡Ahí es nada! Tiene que pasar por la prueba de un bautismo, es decir, de la cruz, y ya querría haberla pasado. ¡Naturalmente! Jesús tiene planes, y tiene prisa por verlos realizados. Podríamos decir que es presa de una santa impaciencia. Nosotros también tenemos ideas y proyectos, y los querríamos ver realizados enseguida. El tiempo nos estorba. «¡Qué angustia hasta que se cumpla!» (Lc 12,50), dijo Jesús.


Es la tensión de la vida, la inquietud experimentada por las personas que tienen grandes proyectos. Por otra parte, quien no tenga deseos es un apocado, un muerto, un freno. Y, además, es un triste, un amargado que acostumbra a desahogarse criticando a los que trabajan. Son las personas con deseos las que se mueven y originan movimiento a su alrededor, las que avanzan y hacen avanzar.


¡Ten grandes deseos! ¡Apunta bien alto! Busca la perfección personal, la de tu familia, la de tu trabajo, la de tus obras, la de los encargos que te confíen. Los santos han aspirado a lo máximo. No se asustaron ante el esfuerzo y la tensión. Se movieron. ¡Muévete tú también! Recuerda las palabras de san Agustín: «Si dices basta, estás perdido. Añade siempre, camina siempre, avanza siempre; no te pares en el camino, no retrocedas, no te desvíes. Se para el que no avanza; retrocede el que vuelve a pensar en el punto de salida, se desvía el que apostata. Es mejor el cojo que anda por el camino que el que corre fuera del camino». Y añade: «Examínate y no te contentes con lo que eres si quieres llegar a lo que no eres. Porque en el instante que te complazcas contigo mismo, te habrás parado». ¿Te mueves o estás parado? Pide ayuda a la Santísima Virgen, Madre de Esperanza.

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miércoles, 20 de octubre de 2021

LA CRUZ - REFLEXIÓN




La cruz


Un joven, que no sabía qué hacer con tantos problemas, oraba en su cama, y así cayó en un profundo sueño.

En sus sueños él ve a Dios, y le dice: "Señor, no puedo seguir, mi cruz es demasiado pesada".

-El Señor, lo lleva ante un ángel, el cual le muestra una opción y le dice:

"Joven, si no puedes llevar el peso de tu cruz, puedes guardarla dentro de esa habitación que ves ahí. Después, escoge de entre todas las demás cruces que ahí se encuentran, la cruz que tu quieras".

-El joven suspiró aliviado.

-"Gracias", dijo, e hizo como le indicó el ángel. Entró a la habitación y entregó allí su cruz y continuó su recorrido a través de toda esa enorme habitación buscando una cruz que le viniera más cómoda de llevar. Vio muchas cruces, algunas tan grandes que no les podía ver la parte de arriba, pero siguió su búsqueda por la habitación que pareciera no tener fin, probó toda clase de cruces que ahí se encontraban. 

Algunas fueron muy pesadas, otras tan pequeñas que le parecían muy fáciles de sobrellevar, y él no quería decepcionar al Señor, así que siguió caminando hasta que vio una cruz apoyada en un extremo de la habitación, al probarla sintió que le quedaba muy bien, no era ligera y sin embargo no pesaba demasiado, así que decidió tomarla con un poco de esfuerzo… se la acomodó a su espalda y buscó al ángel.

"Angel", susurró, "quisiera ésta". 

El ángel empezó a exclamar algunas palabras, pero el Señor se dirigió al joven diciéndole: 

-"Hijo mío, no existe mejor elección, felicidades". -El joven se retiró lleno de alegría.

El ángel le dijo a Dios:

"Pero Señor, el joven se lleva la misma cruz con la que llegó aquí."

Cualquiera que sea tu cruz, cualquiera que sea tu dolor, siempre brillará el sol después de una tormenta.

Cuando los problemas de la vida nos parecen abrumadores, debemos, estar gozosos y agradecidos porque sabemos que el Señor no nos va a dar más carga que la que podamos llevar, y aún, con nuestras cargas, sus brazos estarán alrededor de nuestra vida para ayudarnos a llevarla. 

IMÁGENES RELIGIOSAS DE FANO


















 

6 INVITACIONES DEL PAPA FRANCISCO A LOS JÓVENES








 

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 20 DE OCTUBRE DE 2021

 



 EL EVANGELIO DE HOY

Miércoles 29 del tiempo ordinario

Miércoles 20 de octubre de 2021



1ª Lectura (Rom 6,12-18): Que el pecado no siga dominando vuestro cuerpo mortal, ni seáis súbditos de los deseos del cuerpo. No pongáis vuestros miembros al servicio del pecado, como instrumentos para la injusticia; ofreceos a Dios como hombres que de la muerte han vuelto a la vida, y poned a su servicio vuestros miembros, como instrumentos para la justicia. Porque el pecado no os dominará: ya no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia.

Pues, ¿qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia? ¡De ningún modo! ¿No sabéis que, al ofreceros a alguno como esclavos para obedecerle, os hacéis esclavos de aquel a quien obedecéis: bien del pecado, para la muerte, bien de la obediencia, para la justicia? Pero, gracias a Dios, vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquel modelo de doctrina al que fuisteis entregados y, liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia.



Salmo responsorial: 123

R/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte –que lo diga Israel–, si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros.


Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes.


Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador; la trampa se rompió, y escapamos. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.


Versículo antes del Evangelio (Mt 24,42a.44): Aleluya. Estad preparados, porque no sabéis a qué hora va a venir el Hijo del hombre. Aleluya.


Texto del Evangelio (Lc 12,39-48): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre».

Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?». Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda en venir’, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.

»Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más».



«Estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre»


Rev. D. Josep Lluís SOCÍAS i Bruguera

(Badalona, Barcelona, España)

Hoy, con la lectura de este fragmento del Evangelio, podemos ver que cada persona es un administrador: cuando nacemos, se nos da a todos una herencia en los genes y unas capacidades para que nos realicemos en la vida. Descubrimos que estas potencialidades y la vida misma son un don de Dios, puesto que nosotros no hemos hecho nada para conseguirlas. Son un regalo personal, único e intransferible, y es lo que nos confiere nuestra personalidad. Son los “talentos” de los que nos habla el mismo Jesús (cf. Mt 25,15), las cualidades que debemos hacer crecer a lo largo de nuestra existencia.


«En el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre» (Lc 12,40), acaba diciendo Jesús en el primer párrafo. Nuestra esperanza está en la venida del Señor Jesús al final de los tiempos; pero ahora y aquí, también Jesús se hace presente en nuestra vida, en la sencillez y la complejidad de cada momento. Es hoy cuando, con la fuerza del Señor, podemos vivir su Reino. San Agustín nos lo recuerda con las palabras del Salmo 32,12: «Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor», para que podamos ser conscientes de ello, formando parte de esta nación.


«También vosotros estad preparados» (Lc 12,40), esta exhortación representa una llamada a la fidelidad, la cual nunca está subordinada al egoísmo. Tenemos la responsabilidad de saber “dar respuesta” a los bienes que hemos recibido junto con nuestra vida. «Conociendo la voluntad de su señor» (Lc 12,47), es lo que llamamos nuestra “conciencia”, y es lo que nos hace dignamente responsables de nuestros actos. La respuesta generosa por nuestra parte hacia la humanidad, hacia cada uno de los seres vivos, es algo justo y lleno de amor.

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA ESPONTANEIDAD Y LIBERTAD DE LOS NIÑOS

 


Catequesis del Papa Francisco sobre la espontaneidad y libertad de los niños

Redacción ACI Prensa

Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El Papa Francisco continuó con su serie de catequesis sobre la Carta de San Pablo a los Gálatas en la Audiencia General de este miércoles 20 de octubre en la que destacó la importancia de la libertad de la fe y la espontaneidad de los niños.

“Estos días estamos hablando sobre la libertad de la fe escuchando la Carta a los Gálatas. Se me ocurrió lo que Jesús decía sobre la espontaneidad y libertad de los niños, cuando este niño tuvo la libertad de acercarse y de moverse como si estuviera en su casa… Valentía para acercarse al Señor, de estar abiertos al Señor, de no tener miedo al Señor. Yo agradezco a este niño por la lección que nos ha dado a todos…”, señaló el Santo Padre.


A continuación, la catequesis pronunciada por el Papa Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Estos días estamos hablando sobre la libertad de la fe escuchando la Carta a los Gálatas. Se me ocurrió lo que Jesús decía sobre la espontaneidad y libertad de los niños, cuando este niño tuvo la libertad de acercarse y de moverse como si estuviera en su casa. Y Jesús nos dice: también ustedes si no se hacen como niños no entrarán en el reino de los cielos. Valentía para acercarse al Señor, de estar abiertos al Señor, de no tener miedo al Señor. Yo agradezco a este niño por la lección que nos ha dado a todos, y que el Señor lo ayude en su limitación, en su crecimiento, porque ha dado este testimonio, le vino del corazón. Los niños no tienen un traductor automático del corazón a la vida, el corazón va hacia adelante, gracias.

El apóstol Pablo, con su Carta a los Gálatas, poco a poco nos introduce en la gran novedad de la fe. Lentamente va, va, cuál es la novedad de la fe. Es realmente una gran novedad, porque no renueva solo algún aspecto de la vida, sino que nos lleva dentro de esa “vida nueva” que hemos recibido con el Bautismo. Allí se ha derramado sobre nosotros el don más grande, el de ser hijos de Dios. Renacidos en Cristo, hemos pasado de una religiosidad hecha de preceptos, hemos pasado de una religiosidad hecha de preceptos a la fe viva, que tiene su centro en la comunión con Dios y con los hermanos. Es decir, en la caridad. Hemos pasado de la esclavitud del miedo y del pecado a la libertad de los hijos de Dios. Otra vez la palabra libertad.

Hoy trataremos de entender mejor cuál es para el apóstol el corazón de esta libertad. Cuál es el centro de esto. Pablo afirma que libertad está lejos de ser «un pretexto para la carne» (Gal 5,13): la libertad no es un vivir libertino, según la carne o según el instinto, los deseos individuales o los propios impulsos egoístas; al contrario, la libertad de Jesús nos conduce a estar – escribe el apóstol – «al servicio los unos de los otros» (ibid.). Pero ¿eso es esclavitud? Sí, la libertad en Cristo tiene alguna dimensión de esclavitud, alguna dimensión de esclavitud, que nos lleva al servicio, a vivir para los otros.

La verdadera libertad, en otras palabras, se expresa plenamente en la caridad. Una vez más nos encontramos delante de la paradoja del Evangelio: somos libres en el servir, no en hacer lo que nosotros queremos, somos libres en el servir, y allí viene la libertad; nos encontramos plenamente en la medida en la que nos donamos, nos encontramos plenamente en la medida en la que nos donamos, tenemos la valentía de donarnos; poseemos la vida si la perdemos (cfr Mc 8,35). Esto es Evangelio puro.

¿Pero cómo se explica esta paradoja? Porque es una paradoja. La respuesta del apóstol es tan sencilla como comprometedora: «mediante el amor» (Gal 5,13). No hay libertad sin amor, la libertad egoísta de hacer lo que quiero, no es libertad, porque vuelve sobre sí, no es fecunda. Menante el amor, es el amor de Cristo que nos ha liberado y aún es el amor que nos libera de la peor esclavitud, la del nuestro yo; por eso la libertad crece con el amor. Pero atención: no con el amor intimístico, con el amor de telenovela, no con la pasión que busca simplemente lo que nos apetece y nos gusta, no con eso, sino con el amor que vemos en Cristo, la caridad: este es el amor verdaderamente libre y liberador. Es el amor que brilla en el servicio gratuito, modelado sobre el de Jesús, que lava los pies a sus discípulos y dice: «Porque les he dado ejemplo, para que también ustedes hagan como yo he hecho con ustedes» (Jn 13,15). Servir los unos a los otros.

Para Pablo la libertad no es “hacer lo que me apetece y me gusta”. Este tipo de libertad, sin un fin y sin referencias, sería una libertad vacía, una libertad de circo, no va. Y de hecho deja el vacío dentro: cuántas veces, después de haber seguido solo el instinto, nos damos cuenta de quedar con un gran vacío dentro y haber usado mal el tesoro de nuestra libertad, la belleza de poder elegir el verdadero bien para nosotros y para los otros. La verdadera libertad siempre nos libera, en cambio cuando usamos esa libertad de lo que me gusta o no me gusta, permanecemos vacíos al final. Solo esta libertad es plena, concreta, y nos inserta en la vida real de cada día.

En otra carta, la primera a los Corintios, el apóstol responde a quien sostiene una idea equivocada de libertad. «Todo es lícito», todo es lícito, se puede hacer, no, es una idea equivocada. «Mas no todo es conveniente», responde Pablo. «Todo es lícito» - «Mas no todo edifica», responde el apóstol. Y añade: «Que nadie procure su propio interés, sino el de los demás» (1 Cor 10,23-24). Esta es la regla para desenmascarar cualquier libertad egoísta. A quien está tentado de reducir la libertad solo a los propios gustos, Pablo le pone delante de la exigencia del amor.

La libertad guiada por el amor es la única que hace libres a los otros y a nosotros mismos, que sabe escuchar sin imponer, que sabe querer sin forzar, que edifica y no destruye, que no explota a los demás para su propia conveniencia y les hace el bien sin buscar su propio beneficio. En resumen, si la libertad no está al servicio -esta es la prueba- si la libertad no está al servicio del bien corre el riesgo de ser estéril y no dar fruto, si la libertad no está al servicio del bien no da fruto.

Sin embargo, la libertad animada por el amor conduce hacia los pobres, reconociendo en sus rostros el de Cristo. Por eso el servicio de los unos hacia los otros permite a Pablo, escribiendo a los Gálatas, subrayar algo de ninguna manera secundario: hablando de la libertad que le dieron los otros apóstoles para evangelizar, subraya que le aconsejaron solo una cosa: acordarse de los pobres (cfr Gal 2,10). Curioso cuando después de esa lucha ideológica entre Pablo y los apóstoles se pusieron de acuerdo ¿qué dijeron los apóstoles? Ve hacia adelante y no te olvides de los pobres. Es decir, que tu libertad de predicador sea una libertad al servicio de los otros, no para ti mismo, de hacer lo que te apetece.

Sabemos sin embargo que una de las concepciones modernas más difundidas sobre la libertad es esta: “mi libertad termina donde empieza la tuya”. ¡Pero aquí falta la relación! Es una visión individualista. Sin embargo, quien ha recibido el don de la liberación obrada por Jesús no puede pensar que la libertad consiste en el estar lejos de los otros, sintiéndoles como molestias, no puede ver el ser humano encaramado en sí mismo, sino siempre incluido en una comunidad. La dimensión social es fundamental para los cristianos, y les consiente mirar al bien común y no al interés privado.

Sobre todo en este momento histórico, necesitamos redescubrir la dimensión comunitaria, no individualista, de la libertad: la pandemia nos ha enseñado que necesitamos los unos de los otros, pero no basta con saberlo, es necesario elegirlo cada día concretamente. Decidir sobre ese camino. Decimos y creemos que los otros no son un obstáculo a mi libertad, sino la posibilidad para realizarla plenamente. Porque nuestra libertad nace del amor de Dios y crece en la caridad.

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