domingo, 17 de enero de 2021

SAN ANTONIO ABAD, INAUGURADOR DE LA VIDA EREMÍTICA



 San Antonio Abad, inaugurador de la vida eremítica

Aprender sobre la vida de San Antonio Abad

Por: P. Evaristo Sada LC | Fuente: www.la-oracion.com



VIDA

La vida eremítica siempre ha despertado una gran curiosidad y admiración. ¿Cuándo nacieron, cómo vivían y qué hacían los famosos “padres del desierto”? Pablo de Tebas es el primer eremita de quien tenemos noticia, pero no cabe la menor duda de que san Antonio abad le gana en fama mundial. Lo que sabemos entorno a este santo tan popular nos ha llegado a través de la biografía (cf. Vida) que san Atanasio, patriarca de Alejandría y amigo suyo, escribió en el año 357.


San Antonio Abad

San Antonio nació hacia el 250 en Queman, al sur de Menfis, Egipto. A los 18 años quedó huérfano, con una hermana más pequeña y un rico patrimonio que no le duró mucho tiempo: entrando un día en la Iglesia escuchó esta lectura del Evangelio: «Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres…». Así lo hizo: vendió todo lo que tenía, dio el dinero a los pobres, confió el cuidado de su hermana a unas vírgenes consagradas y se retiró al desierto para buscar a Dios en la soledad.

Se refugió en una tumba excavada en las montañas, pero su fama de santidad no tardó en propagarse. Unos acudían hasta el refugio para buscar consejo, otros para pedir milagros, y otros aún –los menos ciertamente– iban dispuestos a quedarse para imitar su estilo de vida. Acogía a todos con gran espíritu de caridad y, cuando en el 305 decidió abrir su retiro a quienes anhelaban quedarse con él, no tardó en poblarse de eremitas.

En el 311, durante la persecución de Maximino Daja en Egipto, san Antonio, con algunos de sus monjes, se dedicó a confortar a los cristianos. Después se retiró al desierto del alto Egipto buscando siempre mayor soledad y penitencia. No obstante la dureza de sus penitencias, tenía un gran sentido de equilibrio y prudencia, por ello, a los eremitas que se ponían bajo su dirección no les permitía hacer sacrificios extravagantes. Más que la austeridad misma, san Antonio recomendaba la pureza de alma y una gran confianza en Dios.

Preocupado por la fama que había adquirido sin buscarla, en el 312 quiso huir uniéndose a una caravana de beduinos y adentrándose en el desierto hasta llegar al monte Coltzim. Pero sus discípulos no tardaron en encontrarlo y fueron estableciéndose en las cercanías formando pequeñas comunidades a las que el santo visitaba de vez en cuando. De esta forma tan sencilla y sin buscarlo, nuestro santo dio inicio a lo que más tarde se conocería como “vida cenobítica” o “monástica". Más allá de sus dotes carismáticas y de los milagros que rodearon su vida, san Antonio fue un verdadero padre para sus monjes, hombre de una espiritualidad incisiva y siempre fiel a la esencia del mensaje evangélico. La tradición dice que murió entorno al 356.


APORTACIÓN PARA LA ORACIÓN

La vida de este santo ha sido fuente de inspiración para muchos fundadores de órdenes monásticas y su mensaje de confianza ilimitada en Dios sigue siendo actual. Ante las tribulaciones que le venían, bien sea de las tentaciones que el demonio le presentaba o bien de su anhelo de soledad frustrado por la gente que lo buscaba, supo mostrarse siempre alegre, precisamente por su confianza en Dios. Esta virtud fue, tal vez, una de las más vividas por San Antonio y que solía animar a todos a pedirle continuamente a Dios en su oración.

Y otro punto fundamental de su doctrina era la meditación de los novísimos (la muerte, el juicio, el purgatorio, el infierno, el cielo, …). Según el Abad de Egipto, esta contemplación fortalecía el alma contra las pasiones y el demonio. Si viviésemos, decía, como si hubiésemos de morir cada día, no pecaríamos jamás. Y esta oración debe ir acompañada del sacrificio, la humidad, el amor a los pobres, la suavidad de las costumbres y, sobre todo, de un ardiente amor a Cristo.

NUEVE OBISPOS CATÓLICOS CON COVID 19 MUEREN EN UNA SOLA SEMANA

 


Nueve obispos católicos con COVID-19 mueren en una sola semana

Redacción ACI Prensa

 Crédito: Daniel Ibañez - ACI Prensa



En la última semana, nueve obispos católicos murieron en todo el mundo después de dar positivo por COVID-19.

Entre el 8 y el 15 de enero, obispos de tres continentes murieron como resultado del coronavirus. Los obispos fallecidos tenían entre 53 y 91 años. Cinco de los obispos murieron en Europa, donde una nueva cepa de COVID-19 ha llevado a muchos países a implementar más restricciones.

Cuatro obispos murieron el mismo día, 13 de enero: El Obispo de Glasgow (Escocia), Mons. Philip Tartaglia, que tenía 70 años; el Obispo de Monze (Zambia), Mons. Moses Hamungole, quien murió a la edad de 53 años; el Obispo de Fano (Italia), Mons. Mario Cecchini, de 87 años; y el Arzobispo emérito de Río de Janeiro (Brasil) Cardenal Eusébio Oscar Scheid, de 88 años.

Mons. Tartaglia dio positivo por COVID-19 después de Navidad y se aisló a sí mismo, pero la arquidiócesis de Glasgow enfatizó que la causa de su muerte no estaba clara actualmente.

Las campanas sonaron en toda la diócesis colombiana de Santa Marta el 12 de enero para honrar al Mons. Luis Adriano Piedrahita Sandoval, de 74 años, quien murió el 11 de enero por complicaciones del COVID-19. El obispo de Trujillo (Venezuela) Mons. Cástor Oswaldo Azuaje, de 69 años, se convirtió en el primer obispo de Venezuela en morir después de contraer el virus el 8 de enero.

El Obispo de la Eparquía greco-católica de Cluj-Gherla (Rumania), Mons. Florentin Crihalmeanu, murió el 12 de enero a los 61 años. Su eparquía lo recordó como “un alma diligente, mansa y humilde”.

El Obispo emérito de Zielona Góra-Gorzów (Polonia), Mons. Adam Dyczkowski, murió el 10 de enero a la edad de 88 años y el arzobispo italiano, Mons. Oscar Rizzato, murió a la edad de 91 años el 11 de enero.

El Papa Francisco expresó sus condolencias por la muerte del Cardenal Scheid en un telegrama el 14 de enero.

“Ofrezco fervientes oraciones para darle la bienvenida a la felicidad eterna y consolarlo con la esperanza en la resurrección ya todos aquellos que lloran la pérdida de su amado pastor”, escribió el Papa.

ESTAS SON LAS 3 LLAMADAS QUE DIOS TE HACE A LO LARGO DE LA VIDA, SEGÚN EL PAPA FRANCISCO

 


Estas son las 3 llamadas que Dios te hace a lo largo de la vida, según el Papa Francisco

Redacción ACI Prensa

 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco presidió este domingo 17 de enero el rezo del Ángelus dominical y explicó cuáles son las 3 llamadas que Jesús hace a cada uno a lo largo de la Vida: la llamada a la vida, la llamada a la fe y la llamada a un estado de vida particular.

Desde el Palacio Apostólico del Vaticano, el Pontífice explicó que cada una de esas llamadas “es una iniciativa de su amor”.

La primera llamada de Dios es a la vida. “Con ella nos constituye como personas; es una llamada individual, porque Dios no hace las cosas en serie”.

Después “Dios nos llama a la fe y a formar parte de su familia, como hijos de Dios”.

Y, finalmente, “Dios nos llama a un estado de vida particular: a darnos a nosotros mismos en el camino del matrimonio, en el del sacerdocio o en el de la vida consagrada”.

El Papa explicó que esas llamadas “son maneras diferentes de realizar el proyecto que Dios tiene para cada uno de nosotros, que es siempre un plan de amor. Y la alegría más grande para cada creyente es responder a esta llamada, a entregarse completamente al servicio de Dios y de sus hermanos”.

“Frente a la llamada del Señor, que puede llegar a nosotros de mil maneras, también a través de personas, de acontecimientos, tanto alegres como tristes, nuestra actitud a veces puede ser de rechazo, porque nos parece que contrasta con nuestras aspiraciones; o de miedo, porque la consideramos demasiado exigente e incómoda. Pero la llamada de Dios es amor, y a ella se responde solo con amor”.

El Santo Padre expuso esta enseñanza a partir del Evangelio de este segundo domingo del Tiempo Ordinario, donde se presenta “el encuentro de Jesús con sus primeros discípulos”.

“La escena se desarrolla en el río Jordán, el día después del bautismo de Jesús. Es precisamente Juan Bautista el que señala el Mesías a dos de ellos con estas palabras: ‘¡He ahí el Cordero de Dios!’”.

Aquellos dos discípulos, “fiándose del testimonio del Bautista, siguen a Jesús que se da cuenta y pregunta: ‘¿Qué buscáis?’, y ellos le preguntan: ‘Maestro, ¿dónde vives?’. Jesús no contesta: ‘Vivo en Cafarnaún o en Nazaret’, sino que dice: ‘Venid y lo veréis’. No es una tarjeta de visita, sino la invitación a un encuentro”.

“Los dos lo siguen y se quedan con él esa tarde. No es difícil imaginarlos sentados, haciéndole preguntas y sobre todo escuchándolo, sintiendo que sus corazones se encienden cada vez más mientras el Maestro habla”.

“Advierten la belleza de palabras que responden a su esperanza cada vez más grande. Y de improviso descubren que, mientras empieza a caer la noche, estalla en ellos la luz que sólo Dios puede dar”.

Una vez finalizado el encuentro con el Maestro, “salen y vuelven con sus hermanos, esta alegría, esta luz se desborda de sus corazones como una riada. Uno de ellos, Andrés, dice a su hermano Simón –a quien Jesús llamará Pedro–: ‘Hemos encontrado al Mesías’”.

Ese encuentro con Jesús, explicó el Papa Francisco, es un encuentro “que nos habla del Padre, nos da a conocer su amor. Y entonces, espontáneamente, brota también en nosotros el deseo de comunicarlo a las personas que amamos: ‘He encontrado el Amor’, ‘he encontrado el sentido de mi vida’. En una palabra: ‘He encontrado a Dios’”.

HACERNOS MÁS CRISTIANOS - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO HOY DOMINGO 17 DE ENERO DEL 2021



HACERNOS MÁS CRISTIANOS


¿Esto que vivo yo es fe?, ¿cómo se hace uno más creyente?, ¿qué pasos hay que dar? Son preguntas que escucho con frecuencia a personas que desean hacer un recorrido interior hacia Jesucristo, pero no saben qué camino seguir. Cada uno ha de escuchar su propia llamada, pero a todos nos puede hacer bien recordar cosas esenciales.

Creer en Jesucristo no es tener una opinión sobre él. Me han hablado muchas veces de él; tal vez he leído algo sobre su vida; me atrae su personalidad; tengo una idea de su mensaje. No basta. Si quiero vivir una nueva experiencia de lo que es creer en Cristo, tengo que movilizar todo mi mundo interior.

Es muy importante no pensar en Cristo como alguien ausente y lejano. No quedarnos en el «Niño de Belén», el «Maestro de Galilea» o el «Crucificado del Calvario». No reducirlo tampoco a una idea o un concepto. Cristo es una «presencia viva», alguien que está en nuestra vida y con quien podemos comunicarnos en la aventura de cada día.

No pretendas imitarle rápidamente. Antes es mejor penetrar en una comprensión más íntima de su persona. Dejarnos seducir por su misterio. Captar el Espíritu que le hace vivir de una manera tan humana. Intuir la fuerza de su amor al ser humano, su pasión por la vida, su ternura hacia el débil, su confianza total en la salvación de Dios.

Un paso decisivo puede ser leer los evangelios para buscar personalmente la verdad de Jesús. No hace falta saber mucho para entender su mensaje. No es necesario dominar las técnicas más modernas de interpretación. Lo decisivo es ir al fondo de esa vida desde mi propia experiencia. Guardar sus palabras dentro del corazón. Alimentar el gusto de la vida con su fuego.

Leer el evangelio no es exactamente encontrar «recetas» para vivir. Es otra cosa. Es experimentar que, viviendo como él, se puede vivir de manera diferente, con libertad y alegría interiores. Los primeros cristianos vivían con esta idea: ser cristiano es «revestirse de Cristo», reproducir en nosotros su vida. Esto es lo esencial. Por eso, cuando dos discípulos preguntan a Jesús: «Maestro, ¿dónde vives?», ¿qué es para ti vivir? Él les responde: «Venid y lo veréis».


 Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

Jn (1,35-42)

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 17 DE ENERO DEL 2021


 

Lecturas de hoy Domingo 2º del Tiempo Ordinario - Ciclo B

Hoy, domingo, 17 de enero de 2021




Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel (3,3b-10. 19):

En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: «Aquí estoy.»

Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»

Respondió Elí: «No te he llamado; vuelve a acostarte.»

Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel.

Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»

Respondió Elí: «No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.»

Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor.

Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»

Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha."»

Samuel fue y se acostó en su sitio.

El Señor se presentó y le llamó como antes: «¡Samuel, Samuel!»

Él respondió: «Habla, que tu siervo te escucha.»

Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.


Palabra de Dios



Salmo

Sal 39,2.4ab.7.8-9.10


R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad


Yo esperaba con ansia al Señor;

él se inclinó y escuchó mi grito;

me puso en la boca un cántico nuevo,

un himno a nuestro Dios. R/.


Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,

y, en cambio, me abriste el oído;

no pides sacrificio expiatorio. R/.


Entonces yo digo: «Aquí estoy

–como está escrito en mi libro–

para hacer tu voluntad.»

Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R/.


He proclamado tu salvación

ante la gran asamblea;

no he cerrado los labios;

Señor, tú lo sabes. R/.


Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (6,13c-15a.17-20):

El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor es un espíritu con él. Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios. No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!


Palabra de Dios


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,35-42):

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.»

Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús.

Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?»

Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿Dónde vives?»

Él les dijo: «Venid y lo veréis.»

Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»

Y lo llevó a Jesús.

Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»


Palabra del Señor



«Rabbí —que quiere decir “Maestro”— ¿dónde vives?»

Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés

(Tarragona, España)



Hoy vemos a Jesús que venía por la ribera del Jordán: ¡es Cristo que pasa! Debían ser las cuatro de la tarde cuando, viendo que dos chicos le seguían, se ha girado para preguntarles: «Qué buscáis?» (Jn 1,38). Y ellos, sorprendidos por la pregunta, han respondido: «Rabbí —que quiere decir “Maestro”— ¿dónde vives? (...) ‘Venid y lo veréis’» (Jn 1,39).

También yo sigo a Jesús, pero... ¿qué quiero?, ¿qué busco? Es Él quien me lo pregunta: «De verdad, ¿qué quieres?». ¡Oh!, si fuera suficientemente audaz para decirle: «Te busco a ti, Jesús», seguro que le habría encontrado, «porque todo el que busca encuentra» (Mt 7,8). Pero soy demasiado cobarde y le respondo con palabras que no me comprometen demasiado: «¿Dónde vives?». Jesús no se conforma con mi respuesta, sabe demasiado bien que no es un montón de palabras lo que necesito, sino un amigo, el Amigo: Él. Por esto me dice: «Ven y lo verás», «venid y lo veréis».

Juan y Andrés, los dos mozos pescadores, fueron con Él, «vieron dónde vivía y se quedaron con Él aquel día» (Jn 1,39). Entusiasmado por el encuentro, Juan podrá escribir: «La gracia y la verdad se han hecho realidad por Jesucristo» (Jn 1,17b). ¿Y Andrés? Correrá a buscar a su hermano para hacerle saber: «Hemos encontrado al Mesías» (Jn 1,41). «Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas’, que quiere decir “Piedra”» (Jn 1,42).

¡Piedra!, ¿Simón, una piedra? Ninguno de ellos está preparado para comprender estas palabras. No saben que Jesús ha venido a levantar su Iglesia con piedras vivas. Él tiene ya escogidos los dos primeros sillares, Juan y Andrés, y ha dispuesto que Simón sea la roca en la que se apoye todo el edificio.

Y, antes de subir al Padre, nos dará respuesta a la pregunta: «Rabbí, ¿dónde vives?». Bendiciendo a su Iglesia dirá: «Yo estaré con vosotros cada día hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

FELIZ DOMINGO!!!

 





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