lunes, 9 de noviembre de 2020

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¿QUÉ ES UNA BASÍLICA Y POR QUÉ ES IMPORTANTE?



 ¿Qué es una basílica y por qué es importante?

Este artículo fue creado especialmente para responder a sus dudas.


Por: María Ximena Rondón | Fuente: ACI Prensa



Muchos católicos se han preguntado por qué en la Iglesia Católica hay algunos templos con el título de basílicas y por qué son tan importantes para la vida de fe.

Este artículo fue creado especialmente para responder a sus dudas.

La palabra “basílica” proviene del latín basílica, que deriva del griego basiliké. Significa “casa real”.

En los tiempos del Imperio Romano, una basílica era el lugar donde se ubicaba el tribunal de justicia.

A lo largo de la historia, los Papas han otorgado el título de “basílica” a un templo por su importancia espiritual e histórica.

Una basílica es el centro espiritual y de evangelización de una comunidad y sirve también para difundir una devoción especial a la Virgen María, a Jesús o algún santo.

Las celebraciones litúrgicas que se realizan en ellas deben también oficiarse en las demás iglesias de la diócesis.

Las basílicas también acogen tesoros sagrados de la Iglesia Católica, como las tumbas y reliquias de santos; y promueve la difusión de los documentos de la Santa Sede.


Tipos de basílica

Existen cuatro templos que llevan el título de “basílica mayor”. Se encuentran en Roma y son: la Basílica de San Pedro, la Basílica de Santa María la Mayor, la Basílica de San Pablo de Extramuros y la Basílica de San Juan de Letrán.

Una basílica mayor posee un altar mayor en el que solo el Papa y sus delegados pueden celebrar la Misa. Además, se distingue porque tiene una Puerta Santa que los fieles pueden cruzar durante un Año Santo para ganar la indulgencia plenaria.

Las “basílicas menores” son los templos que obtuvieron ese título por una concesión del Papa o de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos.

Suelen ser en su mayoría santuarios y catedrales que reciben una gran cantidad de peregrinos por los tesoros sagrados que custodian o por su importancia histórica. En total, existen más de 1500 basílicas menores en todo el mundo.

Algunas de las más conocidas en Italia son la de San Lorenzo Extramuros, en Roma; la de San Francisco y la de Santa María de los Ángeles en Asís.

En otros países son conocidas la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en México, la Basílica del Sagrado Corazón (Sacré-Coeur) en Francia, la Iglesia de la Sagrada Familia en Barcelona, la Basílica de Nuestra Señora de Luján en Argentina y la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá en Colombia.


La parte exterior de una basílica se llama atrio. El vestíbulo interior se llama nártex y luego le siguen la nave central, donde se congregan los fieles, y las naves laterales, donde suelen estar los confesionarios, las capillas y el baptisterio.

En el ábside, la cabecera del templo, se encuentra el altar mayor, que suele estar cubierto por un baldaquino, una suerte de cúpula sostenida por cuatro columnas. El baldaquino más famoso es el de Bernini que está sobre el altar mayor de la Basílica de San Pedro.

En algunas basílicas, como San Pedro y San Pablo de Extramuros, debajo del altar mayor está la tumba de un santo o mártir.

En la parte trasera del ábside está el trono donde se sienta el Obispo o el Papa, en caso de que este visite el templo.

En la parte lateral del ábside están las sacristías.

La Basílica más antigua del mundo es la de San Juan de Letrán. Fue edificada sobre el palacio de la familia noble de los Lateranos que le obsequió el emperador Constantino a la Iglesia Católica. El Papa San Silvestre consagró el templo en el año 324.

BASÍLICA DE LETRÁN - 9 DE NOVIEMBRE



 Basílica de San Juan de Letrán

Ésta es la primera basílica existente en la religión católica, gracias al Papa San Silvestro en el año 324.


Por: Redacción | Fuente: www.aciprensa.com


En la Iglesia Católica se le da el nombre de Basílica a ciertos templos más famosos que los demás. Solamente se puede llamar Basílica a aquellos templos a los cuales el Sumo Pontífice les concede ese honor especial. En cada país hay algunos.

La primera Basílica que hubo en la religión Católica fue la de Letrán, cuya consagración celebramos en este día. Era un palacio que pertenecía a una familia que llevaba ese nombre, Letrán. El emperador Constantino, que fue el primer gobernante romano que concedió a los cristianos el permiso para construir templos, le regaló al Sumo Pontífice el Palacio Basílica de Letrán, que el Papa San Silvestro convirtió en templo y consagró el 9 de noviembre del año 324.

Esta basílica es la Catedral del Papa y la más antigua de todas las basílicas de la Iglesia Católica. En su frontis tiene esta leyenda: "Madre y Cabeza de toda las iglesias de la ciudad y del mundo".

Se le llama Basílica del Divino Salvador, porque cuando fue nuevamente consagrada, en el año 787, una imagen del Divino Salvador, al ser golpeada por un judío, derramó sangre. En recuerdo de ese hecho se le puso ese nuevo nombre.

Se llama también Basílica de San Juan (de Letrán) porque tienen dos capillas dedicadas la una a San Juan Bautista y la otra a San Juan Evangelista, y era atendida por los sacerdotes de la parroquia de San Juan.

Durante mil años, desde el año 324 hasta el 1400 (época en que los Papas se fueron a vivir a Avignon, en Francia), la casa contigua a la Basílica y que se llamó "Palacio de Letrán", fue la residencia de los Pontífices, y allí se celebraron cinco Concilios (o reuniones de los obispos de todo el mundo). En este palacio se celebró en 1929 el tratado de paz entre el Vaticano y el gobierno de Italia (Tratado de Letrán). Cuando los Papas volvieron de Avignon, se trasladaron a vivir al Vaticano. Ahora en el Palacio de Letrán vive el Vicario de Roma, o sea el Cardenal al cual el Sumo Pontífice encarga de gobernar la Iglesia de esa ciudad.

La Basílica de Letrán ha sido sumamente venerada durante muchos siglos. Y aunque ha sido destruida por varios incendios, ha sido reconstruida de nuevo, y la construcción actual es muy hermosa.

San Agustín recomienda: "Cuando recordemos la Consagración de un templo, pensemos en aquello que dijo San Pablo: ‘Cada uno de nosotros somos un templo del Espíritu Santo’. Ojalá conservemos nuestra alma bella y limpia, como le agrada a Dios que sean sus templos santos. Así vivirá contento el Espíritu Santo en nuestra alma".

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