viernes, 1 de mayo de 2020

HOY ES PRIMER VIERNES DE MES, DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



Promesas del Sagrado Corazón de Jesús



La difusión de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se debe a santa Margarita de Alacoque a quien Jesús se le apareció con estas palabras: “Mira este corazón mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aún en el mismo sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi Corazón más desgarradamente es que estos insultos los recibo de personas consagradas especialmente a mi servicio.”

He aquí las promesas que hizo Jesús a Santa Margarita, y por medio de ella a todos los devotos de su Sagrado Corazón:

1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado.

2. Pondré paz en sus familias.

9. Les consolaré en sus penas.

4. Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.

5. Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.

6. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.

7. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la misericordia.

8. Las almas tibias se volverán fervorosas.

9. Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.

10. Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.

11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y jamás será borrado de El.

12. Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.



Las condiciones para ganar esta gracia son tres:

1. Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción.

2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.

3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.



IMÁGENES DE MAYO, MES DE MARÍA


















IMÁGENES DE SAN JOSÉ OBRERO



















¿POR QUÉ MAYO ES EL MES DE MARÍA?


¿Por qué mayo es el Mes de María?
Debemos darle un lugar especial a María porque es nuestra Madre, la madre de todo el mundo y porque se preocupa por todos nosotros


Por: Marge Fenelon | Fuente: National Catholic Register // ACI Prensa




Durante siglos la Iglesia Católica ha dedicado todo el mes de mayo para honrar a la Virgen María, la Madre de Dios. Aquí te explicamos por qué.

La costumbre nació en la antigua Grecia. El mes mayo era dedicado a Artemisa, la diosa de la fecundidad. Algo similar sucedía en la antigua Roma pues mayo era dedicado a Flora, la diosa de la vegetación. En aquella época celebraban los ludi florals o los juegos florales a finales de abril y pedían su intercesión.

En la época medieval abundaron costumbres similares, todo centrado en la llegada del buen tiempo y el alejamiento del invierno. El 1 de mayo era considerado como el apogeo de la primavera.

Durante este período, antes del siglo XII (doce), entró en vigor la tradición de Tricesimum o "La devoción de treinta días a María". Estas celebraciones se llevaban a cabo del 15 de agosto al 14 de septiembre y todavía puede observarse en algunas áreas.

La idea de un mes dedicado específicamente a María se remonta a los tiempos barrocos - siglo XVII (diecisiete)-. A pesar de que no siempre se llevó a cabo en mayo, el mes de María incluía treinta ejercicios espirituales diarios en honor a la Madre de Dios.


Fue en esta época que el mes de mayo y de María se combinaron, haciendo que esta celebración cuente con devociones especiales organizadas cada día durante todo el mes. Esta costumbre se extendió sobre todo durante el siglo XIX (diecinueve) y se practica hasta hoy.

Las formas en que María es honrada en mayo son tan variadas como las personas que la honran.

Es común que las parroquias tengan en mayo un rezo diario del Rosario y muchas erijan un altar especial con una estatua o imagen de María. Además, se trata de una larga tradición el coronar su estatua, una costumbre conocida como Coronación de Mayo.

A menudo, la corona está hecha de hermosas flores que representan la belleza y la virtud de María, y también es un recordatorio a los fieles para esforzarse en imitar sus virtudes. Esta coronación es en algunas áreas una gran celebración, y por lo general, se lleva a cabo fuera de la Misa.

Sin embargo, los altares y coronaciones en este mes no son solo cosas "de la parroquia". Podemos y debemos hacer lo mismo en nuestros hogares para participar más plenamente en la vida de la Iglesia.

Debemos darle un lugar especial a María no porque sea una tradición de larga data en la Iglesia o por las gracias especiales que se pueden obtener, sino porque María es nuestra Madre, la madre de todo el mundo y porque se preocupa por todos nosotros, intercediendo incluso en los asuntos más pequeños.

Por eso se merece todo un mes en su honor.

LA FIESTA DE SAN JOSÉ OBRERO


La Fiesta de San José Obrero



El origen  de la fiesta litúrgica de San José Obrero se remonta al 1 de Mayo de 1955. Ese día, Roma era un hervidero de gentes venidas de muchas partes del orbe, y en la Ciudad Eterna parecía correr un aire nuevo, recién estrenado. Era un encuentro multitudinario y gozoso de más de 200.000 obreros con el Papa Pío XII. Ese mismo día, 1 de Mayo de 1955, en el incomparable marco de la plaza de San Pedro repleta de trabajadores, el Papa proclamaba la Fiesta del Trabajo, y en el calendario de la Iglesia universal nacía la fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores.

Al menos, desde 1891, en que León XIII abordó el tema del trabajo y la situación de los trabajadores con su importantísima encíclica ‘Rerum Novarum’, la Iglesia ha sido pródiga en la publicación de documentos sobre la llamada "cuestión social". Entre estos documentos, se puede destacar ‘Quadragesimo Anno’, de Pío XI; ‘Mater et magistra’, de San Juan XXIII; la ‘Gaudium et spes’, del Concilio Vaticano II; ‘Populorum Progressio’, de San Pablo VI, y la ‘Laborem exercens’, de San Juan Pablo II, en la que se profundiza sobre la espiritualidad del trabajo.

A continuación, la oración con la que el papa San Juan XXIII terminaba su alocución en esta fiesta el año 1959:

"¡Oh glorioso San José, que velaste tu incomparable y real dignidad de guardián de Jesús y de la Virgen María bajo la humilde apariencia de artesano, y con tu trabajo sustentaste sus vidas, protege con amable poder a los hijos que te están especialmente confiados!
Tú conoces sus angustias y sus sufrimientos porque tú mismo los probaste al lado de Jesús y de su Madre. No permitas que, oprimidos por tantas preocupaciones, olviden el fin para el que fueron creados por Dios; no dejes que los gérmenes de la desconfianza se adueñen de sus almas inmortales. Recuerda a todos los trabajadores que en los campos, en las oficinas, en las minas, en los laboratorios de la ciencia no están solos para trabajar, gozar y servir, sino que junto a ellos está Jesús con María, Madre suya y nuestra, para sostenerlos, para enjugar el sudor, para mitigar sus fatigas. Enséñales a hacer del trabajo, como hiciste tú, un instrumento altísimo de santificación".



* Web Católico de Javier

EL PAPA FRANCISCO DEFIENDE LA DIGNIDAD DEL TRABAJO FRENTE A LA EXPLOTACIÓN LABORAL Y LA ESCLAVITUD


El Papa defiende la dignidad del trabajo frente a la explotación laboral y la esclavitud
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media




El Papa Francisco defendió este viernes 1 de mayo, fiesta de San José Obrero, en la Misa celebrada en Casa Santa Marta, la dignidad del trabajo humano y condenó la esclavitud a la que muchas personas se ven sometidas con trabajos injustos, mal pagados o forzados.

En su homilía, el Santo Padre recordó que Dios, que creó el mundo, “dio una misión al hombre: gestionar, trabajar, llevar adelante la creación”.

El Papa subrayó que “la palabra ‘trabajo’ es la que usa la Biblia para describir esta actividad de Dios: ‘Concluyó el trabajo que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera’”.

A continuación, “entrega esa actividad al hombre: ‘Debes hacer esto, custodiar aquello, aquello otros… Debes trabajar para crear conmigo este mundo para que avance’. Hasta el punto de que el trabajo es la continuación del trabajo de Dios. El trabajo humano es la vocación del hombre recibida de Dios al final de la creación del Universo”.

“El trabajo es aquello que asemeja el hombre a Dios, porque con el trabajo el hombre es creador, es capaz de crear, de crear muchas cosas, también de crear una familia para sacarla adelante”.


El Pontífice continuó: “El hombre es un creador, pero crea con el trabajo. Esa es la vocación. Y dice la Biblia que ‘Dios vio lo que había hecho y vio que todo era bueno’. Es decir, el trabajo tiene dentro de sí una bondad. Crea la armonía de las cosas: belleza, bondad, e implica a todo el hombre: en su pensar, en su sentir, en su actuar. Todo el hombre se implica en el trabajar”.

Por lo tanto, “la primera vocación del hombre es trabajar. Y eso da dignidad al hombre, la dignidad que lo asemeja a Dios. La dignidad del trabajo”.

Sin embargo, lamentó que “por desgracia, la dignidad del trabajo está muy pisoteada. En la historia hemos leído las brutalidades que hacían con los esclavos. Los llevaban de África a América. Pienso en esa historia que toca a mi tierra, y decimos qué barbaridad”.

“Pero también hoy hay muchos esclavos”, advirtió. “Tantos hombres y mujeres que no son libres de trabajar. Son forzados a trabajar para sobrevivir, nada más. Son esclavos. Son trabajos forzados, injustos, mal pagados, y que lleva al hombre a vivir con la dignidad pisoteada. Hay tanto en el mundo. Tantos…”.

El Papa Francisco afirmó que “la esclavitud de hoy. Es nuestra indignidad, porque quita la dignidad al hombre, a la mujer. A todos nosotros”.

En ese sentido, señaló que la esclavitud laboral no es sólo algo de países lejanos, “también aquí, donde estamos nosotros. Piensa en los trabajadores, en los jornaleros, que trabajan por una retribución mínima y no 8, sino 12, 14 horas al día. Esto sucede hoy aquí, en todo el mundo, pero también aquí. Piensa en la empleada del hogar que no tiene retribución justa. Que no tiene seguridad social. Que no tiene derecho a pensión. Esto no sucede solo en Asia. Sucede aquí”.

“Toda injusticia que se hace sobre una persona que trabaja es pisotear la dignidad humana, incluida la dignidad de quien comete esa injusticia. Se baja el nivel y termina en esa relación entre dictador y esclavo”.

Por el contrario, “la vocación que te da Dios es muy bella: crear, recrear, trabajar. Pero esto se puede hacer cuando las condiciones son justas y se respeta la dignidad de la persona”.

“Hoy nos unimos a muchos hombres y mujeres, creyentes y no creyentes, que conmemoran hoy la jornada del trabajador, la jornada del trabajo, por aquellos que luchan para tener justicia en el trabajo, por aquellos empresarios valientes que llevan adelante su trabajo con justicia, incluso si pierden”.

El Papa Francisco finalizó la homilía invitando a pedir “a San José que nos ayude a luchar por la dignidad del trabajo, para que haya trabajo para todos y que haya trabajo digno, no trabajo de esclavos”.



Lectura comentada por el Papa Francisco:

Génesis 1:26--2:3
26 Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.
27 Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó.
28 Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»
29 Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento.
30 Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.» Y así fue.
31 Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardecío y amaneció: día sexto.
1 Concluyéronse, pues, los cielos y la tierra y todo su aparato,
2 y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera.
3 Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había hecho.
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