viernes, 14 de febrero de 2020

PARA EVITAR EL PECADO


Para evitar el pecado



Los medios principales para evitarlo son:

1.- El recuerdo constante y la meditación de las postrimerías (muerte, juicio, infierno y gloria).

2.- La huida de las ocasiones próximas de pecado (exponerse voluntariamente y sin necesidad a las ocasiones próximas de pecar mortalmente, constituye de suyo un pecado grave).

3.- La práctica de la mortificación de nuestros gustos y de los sentidos.

4.- La huida de la ociosidad.

5.- La oración constante (se aconseja el Rosario diario). Especialmente cuando se presenta la tentación hay que encomendarse a la Santísima Virgen.

6.- La frecuencia del sacramento de la Penitencia y la constante recepción, en gracia santificante, de la Eucaristía.

7.- La devoción a María (como puede ser la práctica de las tres avemarías diarias, pidiendo que nos ayude a evitar el pecado mortal).

8.- La lucha de nuestra voluntad contra las tentaciones.

9.‐ Meditar en la Pasión de Cristo (que murió por nuestros pecados).

10.- Las lecturas piadosas.



*Catolicidad

SECRETOS DE REUNIÓN


Secretos en reunión



“Urbanidad y buenos modales abren puertas principales”, dice un refrán español. La convivencia humana se hace más fácil y agradable si, además de la sinceridad y sencillez del trato, procuramos no molestar con modales o expresiones que hieren la sensibilidad de los demás. Un talante afable, sereno, respetuoso es bien recibido por todos.

Dos familias amigas estaban comiendo en un restaurante, cuando una niñita de unos seis años se levantó para decir algo al oído de su madre. El papá, un poco disgustado, le dijo a la niña: —Hija, ten siempre presente que secretos en reunión, son de mala educación. Enseguida, ella respondió muy decididamente: —Pero, papá, secretos en  la infancia, no tienen importancia. Muy sorprendido el padre le preguntó: —¿Quién te enseñó eso? —Nadie. Sólo es defensa personal.

Los santos han visto en la cortesía como el perfume y la crema de la caridad. La presentan como un efecto del verdadero amor por los demás. Resulta a veces que ciertas expresiones ordinarias, ciertos modos descomedidos ofenden tanto como injurias. Que el respeto al prójimo sea tu norma.



* Enviado por el P. Natalio

¿QUIÉN FUE SAN VALENTÍN?




ROMPER NUESTRA SORDERA


Romper nuestra sordera
¿Es Dios el que se ha quedado mudo, o somos nosotros los que nos hemos quedado sordos?


Por: Monseñor José Ignacio Munilla Aguirre | Fuente: www.enticonfio.org




¿Es Dios el que se ha quedado mudo, o somos nosotros los que nos hemos quedado sordos? Basta que nos asomemos a la Sagrada Escritura, para convencernos de lo segundo. Precisamente, en ella se presenta a Jesucristo como la Palabra pronunciada por Dios Padre para romper nuestra “sordera” y para acallar los ruidos que, dentro y fuera de nosotros, nos impiden escuchar la voz divina, la de nuestra conciencia y la de nuestros hermanos.

Al igual que hizo con el sordomudo del Evangelio (cfr. Mc 7, 34), también hoy, Jesucristo “toca nuestros oídos y nuestra lengua” y pronuncia su poderoso “effetá!” (¡ábrete!). Es una llamada a abrirnos a la escucha de la voz de Dios que resuena en nuestro interior, como un eco de la predicación de la Iglesia y del clamor de tantas personas y situaciones, a través de las cuales Dios sigue saliendo a nuestro encuentro. Ciertamente, distraídos por mil reclamos y replegados en nuestros problemas, tenemos el riesgo de permanecer sordos a la VOZ de quien es la PALABRA: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos” (Ap 3, 20).

La tarea de la Nueva Evangelización que se nos presenta en el Tercer Milenio, consiste en ofrecernos como altavoces del Verbo Divino: poner voz a esa Palabra de Dios, buscando conductos eficaces para que su mensaje eterno llegue al hombre moderno. Para romper la sordera de nuestro Occidente secularizado, como decía Juan Pablo II, es necesario emprender la Evangelización con nuevos métodos, nuevas expresiones y un nuevo coraje, en fidelidad al mensaje inmutable de Cristo y de su Iglesia. No podemos permanecer impasibles mientras que Dios es un auténtico desconocido para un gran número de nuestros hermanos. El celo apostólico nos lleva a revivir aquel sentimiento apremiante de San Pablo: “¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1Cor 9, 16).

Pero, nos equivocaríamos si pensásemos que el problema principal de la Evangelización es un problema de métodos. Los métodos son de gran ayuda e indispensables, pero nuestra necesidad fundamental es la de un celo apostólico ardiente, que sólo puede brotar de un corazón enamorado de Dios. Ésta es la clave de la Nueva Evangelización: ¡Sólo los enamorados enamoran! Y a ello hemos de añadir la búsqueda de recursos creativos, actuales y eficaces para llegar a quienes permanecen sordos a esa Voz que viene de lo alto. Ciertamente, en nuestros días es más urgente que nunca anunciar a Jesucristo en los grandes areópagos modernos de la cultura, de la ciencia, de la economía, del arte, de la música y de los medios de comunicación.

Concluyo transcribiendo algunos de los eslóganes que la Iglesia de Singapur divulgó en la prensa local. Fueron publicados uno a uno, en días sucesivos, a modo de reclamo publicitario, con el deseo de “romper nuestra sordera”.

“¿Qué debo hacer para llamar tu atención? ¿Poner un aviso en el periódico?”
(Dios)

“Necesitamos hablar.”
(Dios)

“Si te perdiste el amanecer que hice hoy para ti, no importa. Te haré otro mañana.”
(Dios)

“¿Te imaginas el precio del “aire” si te lo trajera otro proveedor?”
(Dios)

“No te olvides el paraguas. Hoy tengo que regar las plantas.”
(Dios)

“Si piensas que la Gioconda es asombrosa, deberías ver mi obra maestra… en el espejo.”
(Dios)

“Venid a mi casa el domingo antes del partido.”
(Dios)

“Amo las fiestas de casamiento, invítame a tu boda.”
(Dios)

“Diles a los niños que les amo.”
(Dios)

“¿Leíste mi primer best-seller? Es todo un desafío.”
(Dios)

“¿Tienes alguna idea de adónde vas?”
(Dios)

“Eso de “amar al prójimo”… lo dije en serio.”
(Dios)

“¡No me hagas bajar!”
(Dios)

ORACIÓN DE LOS NOVIOS A LA VIRGEN MARÍA


Oración de los novios a la Virgen



Madre Nuestra:

En tu nombre hemos unido nuestros corazones. Queremos que presidas nuestro amor; que defiendas, conserves y aumentes nuestra ilusión. Quita de nuestro camino cualquier obstáculo que haga nacer la sombra o las dudas entre los dos.

Apártanos del egoísmo que paraliza el verdadero amor.

Líbranos de la ligereza que pone en peligro la Gracia de nuestras almas.
Haz que, abriéndonos nuestras almas, merezcamos la maravilla de encontrar a Dios el uno en el otro.

Haz que nuestro trabajo sea ayuda y estímulo para lograrlos plenamente. Conserva la salud de nuestros cuerpos. Resuelve necesidades materiales.

Y haz que el sueño de un hogar nuevo y de unos hijos nacidos de nuestro amor y del cuerpo, sean realidad y camino que nos lleve rectamente a tu Corazón. Amén.

HOY ES LA FIESTA DE SAN VALENTÍN, PATRONO DE LOS ENAMORADOS, 14 DE FEBRERO


Hoy es la fiesta de San Valentín, patrono de los enamorados
Redacción ACI Prensa





Cada 14 de febrero se recuerda a San Valentín, patrono de los enamorados. Según la tradición, durante la persecución a los cristianos en los primeros siglos el santo ponía en riesgo su vida para unir a las parejas en matrimonio.

Todos los santos se caracterizan por haber llevado su amor a Dios al extremo de dar su vida por Él. Incluso hay quienes fueron asesinados por odio a este amor, los cuales son llamados mártires.

No obstante, de todos ellos, solo a San Valentín se le suele relacionar con el amor de pareja. Su celebración fue asociada con la creencia común en la Edad Media, generalmente en Inglaterra y Francia, de que el 14 de febrero las aves comienzan a aparearse.

Los norteamericanos adoptaron la costumbre a principios del siglo XVIII.


Los tres mártires San Valentín

En antiguos martirologios se menciona en la fecha del 14 de febrero al menos a tres santos de nombre Valentín, todos ellos mártires.

A uno se le describe como un sacerdote de Roma que solía socorrer a los presos que serían martirizados durante la persecución del emperador Claudio II.

Este fue detenido y enviado por el emperador al prefecto de Roma, quien al ver que todas sus promesas para hacerlo renunciar a su fe eran ineficaces, mandó que lo golpearan y después lo decapitaran.

El otro San Valentín, y el más conocido, es el obispo de Pignataro Interamna (actualmente Terni, en Italia), famoso por su evangelización, milagros y curaciones, y que fue decapitado en tiempos del emperador romano Marco Aurelio.

Ambos al parecer fueron martirizados en la segunda mitad del siglo III y sepultados en la Via Flaminia, pero en diferentes lugares de la ciudad.

De ambos San Valentines se conserva algún tipo de acta, pero son de fechas relativamente posteriores y sin valor histórico.

Acerca del tercer San Valentín, fuera de que fue martirizado en África junto con un cierto número de sus compañeros.

PAPA FRANCISCO ANIMA A AGRADECER Y PEDIR PERDÓN A QUIENES NOS ACOMPAÑAN EN LA VIDA


Papa Francisco anima a agradecer y pedir perdón a quienes nos acompañan en la vida
Redacción ACI Prensa
 Crédito: Vatican News.




En la homilía de la Misa celebrada por el Papa Francisco en Casa Santa Marta animó a valorar a quienes nos “acompañan en el camino de la vida” y a hacer de corazón “un acto de memoria, agradecimiento y de pedido de disculpas”.

Con motivo de la jubilación de una de las empleadas que ha trabajado más de 40 años en el Vaticano, el Papa Francisco recordó la importancia de valorar a quienes forman “la gran familia” de quienes “nos acompañan en el camino de la vida por un tiempo”.


Por eso animó a “pensar en tanta gente que nos acompaña en el camino de la vida: vecinos, amigos, compañeros de trabajo, de estudio… nosotros no estamos solos. El Señor nos quiere pueblo, nos quiere en compañía; no nos quiere egoístas: el egoísmo es un pecado”.

Y alentó a pensar en esas personas con “agradecimiento y también como gesto de gratitud a Dios. Gracias, Señor, por no habernos dejado solos. Es verdad, siempre hay problemas, y donde hay gente hay habladurías. Incluso aquí. Se reza y se habla, ambas cosas. Y también, a veces, se peca contra la caridad”.

Por eso, el Papa Francisco animó a hacer un “acto de memoria, de agradecimiento y también de pedido de disculpas” “de corazón” con las personas que nos acompañan en la vida, por una parte de la vida o por toda la vida”.

Y aprovechó la despedida de esta trabajadora del Vaticano, para agradecer a quienes “trabajan aquí en casa, un "gracias" grande, grande, grande. Y a usted, Patrizia, que comiences esta segunda parte de la vida, ¡otros 40 años!”

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY VIERNES 14 DE FEBRERO DE 2020


Lecturas de hoy Santos Cirilo, monje, y Metodio, obispo
Hoy, viernes, 14 de febrero de 2020


Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (13,46-49):

En aquellos días, Pablo y Bernabé dijeron a los judíos: «Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: "Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra."»
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y los que estaban destinados a la vida eterna creyeron. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 116,1.2

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R/.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,1-9):

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.
Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."»

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy viernes, 14 de febrero de 2020
Alejandro Carbajo Olea, cmf


Queridos hermanos, paz y bien.

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. Sabemos lo grande que es el mundo. Cada día más, como podemos comprobar en persona, en muchas ocasiones. Todo lo que ocurre en una parte, lo vemos en directo. Al instante.

El mundo en tiempo de Jesús no era tan grande. No se conocía América, por ejemplo. Pero hacía falta que la Buena Nueva se extendiera. Y para eso, desde el principio, se rodeó de colaboradores. Qué suerte poder estar al lado de Jesús, ver cómo se relacionaba con todos y cómo a cada uno le dedicaba su tiempo y su atención.

Cuando consideró el Maestro que ya estaban preparados, los envía. Y las condiciones del envío son draconianas. En palabras llanas, “con lo puesto”. Porque los destinatarios no debían ver grandes medios en la difusión del mensaje. La Buena Nueva se propaga por la propia fuerza del mensaje, por el testimonio de los evangelizadores y por la gracia del Espíritu Santo.

A los evangelizadores del siglo XXI, se nos pone la carne de gallina al pensar en hacer las cosas con esa sencillez. Si no puedes dar una fotocopia, si no tienes una proyección en pantalla grande, o si falta un aparato de música, parece que no es posible hacer nada. Quizá nos falta la confianza, o nos falla el testimonio personal. Quizá no nos damos cuenta de que, por poco que sea, sabemos de Jesús mucho más que esos primeros enviados. Puede que no nos creamos capaces de dar testimonio. Es con nuestra vida, la mayoría de las veces, y con nuestra palabra, en ocasiones, como podemos decir al mundo que se puede vivir de otra manera. Hacen falta testigos, personas que sean modelos de vida para otros. Porque el Espíritu del Señor está sobre cada uno de nosotros. Y Él nos hará “luz de los gentiles”.

Hoy no es jueves, pero es un buen día para pedir al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Que buena falta hace. Recemos por las vocaciones a la vida religiosa y al sacerdocio. Para que sean muchas y santas, y sigan llevando al mundo entero el Mensaje de Jesús.

Muchos lugares celebran hoy a san Valentín. Los católicos recordamos en esta fecha a dos verdaderos “misionerazos”, Cirilo y Metodio. Aquí puedes leer algo de sus vidas. A los que vivimos y trabajamos en Rusia, nos son santos muy cercanos. Con su alfabeto, el cirílico, vimos, nos movemos y existimos. Y ellos supieron adaptarse a lo que el medio les pedía.

Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

FELIZ VIERNES




jueves, 13 de febrero de 2020

ORACIÓN A SAN VALENTÍN PARA PEDIR FIDELIDAD Y UNIÓN EN LA PAREJA

Oración a San Valentín para
 pedir fidelidad y unión en la pareja




Oh dignísimo san Valentín,
que nos diste una verdadera lección de vida cristiana
llevada hasta el heroísmo, hasta el martirio,
hasta la más plena identificación con Cristo.

Tú, que fuiste dotado de virtud y sabiduría,
y que por tu gran caridad mereciste ser llamado padre de los pobres
y angustiados, y por los prodigios y milagros
que obraste conseguiste la veneración de todos.

Tú que impartiste bendiciones a tantos matrimonios
y por ello es que eres el Patrono de los enamorados
y eres protector de los hogares y del amor conyugal,
quiero suplicar tu ayuda, intercede ante María Santísima
y su adorado Hijo Jesús para que bendigan mi unión y me concedan:

Que siempre estemos pendientes el uno del otro
y que nos tratemos con cariño y atención.

Que las grandes y pequeñas diferencias
no nos lleven al desamor y a la crisis.

Que entre nosotros siempre exista un equilibrio
para que no aumenten las desavenencias.

Que los disgustos y decepciones no cambien
nuestras metas y aspiraciones.

Que la pasión y la convivencia
estén siempre presentes en nuestra vida.

Que nuestros pensamientos sean positivos
para que la comunicación y la comprensión sean mutuas.

Que los celos, auténticos o infundados, no perturben nuestro amor
y nunca pensemos ni queramos ser infieles.

Que la envidia, maldad, rencor o celos de otras personas
jamás puedan separar y dañar nuestro amor.

Que los problemas materiales, laborales y económicos 
no sean causa de distanciamiento, y podamos manejarlos y resolverlos juntos.

Que gocemos de salud para vivir plenamente nuestro amor.

San Valentín haz que el amor y la unión que hoy sentimos
sea para siempre y nada nos separe jamás y en especial, dame tu asistencia para:

(Detalla tu intención aquí)

San Valentín, pide por nosotros, tómanos bajo tu protección
y alcánzanos el camino de la verdadera vida
para que lleguemos a gozar un día de los bienes eternos.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que contigo
y el Espíritu Santo vive y reina en unidad,
y es Dios, por los siglos de los siglos, ¡Amén!

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

LOS ÁNGELES Y LOS MORIBUNDOS


Los ángeles y los moribundos



Los ángeles son seres espirituales cuya naturaleza y misión podemos conocer en la Sagrada Escritura, la doctrina de la Iglesia o testimonios de videntes validados por la Iglesia como el conocido Ángel que se apareció a Lucía, Jacinta y Francisco en Fátima. El P. John Horgan trabaja en hospitales en la diócesis de Vancouver y en un libro recientemente publicado explica cómo la acción de los ángeles es fundamental en los últimos momentos de vida de los moribundos. La web Portaluz recoge un hecho verídico que experimentó este sacerdote con un moribundo.

El sacerdote canadiense de la Arquidiócesis de Vancouver, el P. John Horgan, ha escrito un libro titulado “His Angels at Our Side” (Sus Ángeles a nuestro lado), en el que testimonia -entre otras cosas- una particular historia sobre una intervención angélica directa. La historia es corta y revela cómo la misión de los ángeles se orienta a la salvación de las personas y la importancia en todo ello de los sacramentos.

El P. Horgan cuenta la historia de un hombre que no había sido bautizado y vivía alejado de Dios. Estando casado, cuenta el sacerdote, abandonó a su esposa e hijos, sólo para casarse con otra mujer, la cual lo abandonó cuando él recibió un diagnóstico de cáncer. He aquí la descripción del encuentro final del sacerdote con el hombre, en palabras del mismo P. Horgan en las páginas 272 a 274 de su libro:

“Los ángeles realizan su custodia de diversas maneras. En mi vida de sacerdote y como capellán de hospital, he sido testigo de la presencia de los santos ángeles, sobre todo en la atención a los enfermos y moribundos. Una vez acompañé a un hombre que no era católico, pero cuya primera esposa siempre había sido muy comprometida con la Fe; incluso después de que su matrimonio llegó a su fin, nunca dejó de rezar por su esposo. Él le había prometido que se bautizaría antes de morir, lo cual ella nunca olvidó. Su vida fue difícil después de que él la dejó, pero ella perseveró en su confianza en Dios, criando a los hijos la fe.

Cuando su esposo desarrolló cáncer, la segunda mujer lo dejó y se quedó solo. Pero la fiel esposa vino a su lado y lo cuidó en el hospital; incluso trajo a los hijos ya adultos para que se reconciliaran con él. Ella hizo todo lo posible para traer consuelo a sus últimos días y para animarle a una mejor relación con Dios. Aun así, él no quería ser bautizado. Fui a visitarlo regularmente, sin éxito. Pero ella me decía: “Padre, estoy orando a su ángel de la guarda y a mi ángel de la guarda. Estoy segura de que él será bautizado”.

Un domingo por la mañana me detuve, por casualidad, para visitar al hombre. Le pregunté una vez más: “¿Quieres ser bautizado y aceptar la gracia de Cristo? Ya sabes, que el Señor te ha estado llamando todos estos años, y has visto la evidencia de su amor en la fidelidad y devoción de tu buena esposa”. El hombre respondió: “Sí. Padre, sé lo que he hecho; sé cómo he vivido. Me arrepiento de todo y pido el perdón del Señor. Quiero ser bautizado”.

Comencé a preparar los aceites y el agua bendita para el Bautismo. Pero cuando estaba por comenzar el ritual, inequívocamente escuché una voz dentro de mí que decía: “¡AHORA!” Y entonces, sin demora, tomé el agua en un pequeño vaso de medicina, la vertí en la frente del hombre diciendo las palabras: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Y antes de que pudiera decir “Amén”, murió. No hubo sufrimiento; simplemente cerró los ojos y se fue. Se había ido a casa con Dios. Las enfermeras y su familia estaban asombrados por esto, pero lo que más recuerdo es la mirada en los ojos de la esposa. Con su último aliento había aceptado la gracia que su esposa había implorado para él durante tantos años. La fe y bondad de la esposa, probadas por años de sufrimiento, se habían hecho tan fuertes que rompieron toda resistencia interior y llamaron al infinito amor del Dios hecho hombre.

Una y otra vez, al atender a los moribundos y hablarles del cielo, he experimentado cómo la mención de los ángeles trae consuelo y paz, incluso a los que han estado alejados de la Iglesia. En muchos casos, los santos ángeles han permanecido fijos en sus mentes y corazones como una figura conocida por primera vez en la infancia, una devoción aprendida sobre las rodillas de sus madres, presente en una especial mansedumbre y sabiduría.

De igual manera, los ángeles pueden ayudar a los enfermos y moribundos a encontrar en los sufrimientos de nuestro Señor el significado y la importancia para su propio dolor, llevándolos a crecer en gracia y amor para que puedan entrar al Cielo regocijándose con la compañía de los mismos ángeles que han sido sus protectores de toda la vida”.


*Fuente: “Religión en Libertad”

EL AMOR ES LO MÁS GRANDE


El amor es lo más grande
Tengan amor para sus enemigos, bendigan a los que les maldicen, hagan bien a los que les odian, oren por los que les insultan y les maltratan...


Por: P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá | Fuente: Para dar raz?e nuestra Esperanza, sepa defender su Fe




En mis visitas a las distintas comunidades, me doy cuenta de que hay mucha gente entre nosotros que tiene gran respeto por la Biblia. Algunos se reúnen hasta tres y cuatro veces en la semana para leer la Biblia. Y me alegro de que amen este libro sagrado.

Pero también me doy cuenta de que hay personas entre nosotros, que son muy de la Biblia, y al mismo tiempo son capaces de despreciar y hablar mal del prójimo; personas que duermen en la noche con la Biblia al lado, pero por nada quieren saludar a su vecino, ni tampoco quieren prestar algún servicio a una persona necesitada. Otros recorren pueblo tras pueblo para leer y enseñar la Palabra de Dios, pero se olvidan de cuidar a su madre enferma; se esfuerzan por vivir como ángeles la Biblia, pero se olvidan de ser «buena gente».

Queridos hermanos, debemos tener mucho cuidado con estas actitudes. Sí, debemos leer y meditar la Biblia, y debemos amar mucho este libro. Pero no debemos dejar a un lado lo más grande que nos enseña la Biblia: «el amor a Dios y el amor al prójimo».

En esta carta les quiero hablar acerca de este tema central de la Biblia, quiero que leamos juntos las páginas más hermosas de este libro sagrado, pero también estoy consciente de que es el mandamiento más difícil de cumplir.

No a la hipocresía

No basta conocer la Biblia de memoria; el demonio conoce la Biblia mejor que todos nosotros y era capaz de discutir con el mismo Jesús lanzándole textos bíblicos (Mt. 4, 1-11). Pero el demonio no ama y por eso está lejos de Dios. ¿De qué me sirve conocer la Biblia entera si no tengo amor? ¡De nada me sirve!

No basta tener fe sin tener obras de amor
«No olvides que también los demonios creen y, sin embargo, tiemblan delante de Dios» (Sant. 2, 19). La fe sin el amor es una fe muerta. ¿No dijo el apóstol Pablo que «la fe se hace eficaz por el amor» (Gal. 5, 6)?

No basta decir: «Señor, Señor»

El que dice que ama a Dios y luego habla mal del prójimo es un mentiroso. Y el que no ama no conoce a Dios (1Juan 4, 20). Dice Jesús: «No todos los que dicen Señor, Señor, van a entrar en el reino de los cielos, sino los que hacen la voluntad de mi Padre Celestial» (Mt. 7, 21).

No bastan las apariencias

No basta ser un hombre muy devoto y cumplir con las oraciones y pagar los diezmos... y luego criticar al otro que piensa distinto.

Los fariseos de la Biblia eran hombres sumamente devotos, muy observantes de la ley y pagaban estrictamente los diezmos, pero no olvidemos que fueron precisamente estos hombres devotos los que hicieron sufrir mucho a Jesús y finalmente lo llevaron a la muerte en la cruz.

«Si yo no tengo amor, yo nada soy» (1 Cor. 13, 2)

Si yo no tengo amor de nada me sirve estudiar la Biblia, de nada me sirve ir al templo y hacer largas oraciones y vigilias nocturnas.

Dios es amor, y el que no ama no está en Dios (1 Juan 4, 7). ¡Lo más grande de nuestra religión es el Amor!

El que ama a Dios, ama al prójimo

Un día un maestro de la ley se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?»

Jesús le contestó: «El primer mandamiento es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama pues al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el primer mandamiento. Y el segundo es parecido, y es: Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo. No hay otro mandamiento más importante que éstos» (Mc. 12, 28-31).

¿Por qué es éste el mandamiento más grande?

Simplemente porque DIOS ES AMOR. El amor viene de Dios. Todo el que tiene amor es hijo de Dios y conoce a Dios. El que vive en el amor vive en Dios y Dios vive en él (1 Jn. 4, 7-16).

El amor de Dios consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio por nuestros pecados (1 Jn. 4,10).

La prueba más grande de amor nos la dio Jesucristo. El se entregó por amor a nosotros y derramó hasta la última gota de su sangre por nosotros. Ojalá que podamos comprender cada vez más «cuán ancho, largo, profundo y alto es el amor de Cristo. Que conozcamos este amor» (Ef. 3, 18-19), y que seamos imitadores de este amor.

No seamos mentirosos

Pero si alguno dice: «Yo amo a Dios» y al mismo tiempo odia a su hermano al cual ve, tampoco puede amar a Dios, al cual no ve (1 Jn. 4, 20). Si alguno dice que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. El que odia a su hermano vive y anda en la oscuridad, y no sabe a dónde va, porque la oscuridad lo ha vuelto ciego (1 Jn. 2, 9-10).

Nosotros hemos pasado de la muerte a la vida, y lo sabemos porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama a su hermano, sigue muerto. Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que ningún asesino puede tener vida en su corazón (1 Jn. 3, 14-15).

Amémonos unos a otros

Algunos piensan que el amor al prójimo es solamente amar a sus amigos o sus hermanos, y que pueden «guardar rencor a su enemigo», como en el Antiguo Testamento (Lev. 19, 18). Pero Jesús nos dice otra cosa: «Tengan amor para sus enemigos, bendigan a los que les maldicen, hagan bien a los que les odian, oren por los que les insultan y les maltratan... Pues si ustedes aman solamente a los que les aman a ustedes, ¿qué premio van a recibir por eso? Hasta los pecadores hacen eso. Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué de bueno hacen?, pues hasta los que no conocen a Dios hacen eso» (Mt. 5, 44-47).

Queridos hermanos, este amor al prójimo que Jesús nos pide no es nada fácil. Pero los que tratan de amar así, serán llamados hijos de Dios (Mt. 5, 45). El verdadero discípulo de Cristo debe ver en cada hombre a su hermano: «Bendigan a los que les maltratan. Pidan para ellos bendiciones y no maldiciones» (Rom. 12, 14). «Cada vez que podamos, hagamos bien a todos» (Gal. 6, 10). Si amamos de verdad, Dios mismo llena nuestro corazón con su amor (Rom. 5, 5), y este amor nos empuja a amar a todos los hombres, a no ofender al prójimo (Mt. 5, 21-30), a ser sinceros con todos (Mt. 5, 33-37), a renunciar a la venganza, a hacer el bien a todos (Mt. 5, 43-48), a no condenar a nadie (Mt. 7, 1), a amar con obras (Mt. 7, 12).

La fe y las obras

Escuchemos lo que dice el apóstol Santiago, cap. 2, 14-20: «Hermanos míos, ¿de qué sirve que alguien diga que tiene fe, si no hace nada bueno? ¿puede acaso salvarlo esa fe? Supongamos que a algún hermano o hermana le faltan la ropa y la comida necesaria para el día, y que uno de ustedes le dice: ´Que te vaya bien; tápate del frío y come´, pero no le da lo que necesita para el cuerpo; ¿de qué sirve eso? Así pasa con la fe, si no se demuestra con lo que la persona hace, la fe por sí sola es una cosa muerta».

Pero tal vez alguien dirá: «Tú tienes fe, y yo hago bien. Muéstrame, pues, tu fe aparte del bien que haces, y yo te mostraré mi fe por medio del bien que hago. Tú tienes fe suficiente para creer que hay un solo Dios, y en esto haces bien; pero también los demonios creen eso, y tiemblan de miedo. Pero ¿no quieres reconocer que si la fe que uno tiene no se demuestra con el bien que hace, es una fe muerta?».

Jesucristo juzgará nuestras obras

Leemos en Mateo 25, 31-46: Aquel día el Hijo del hombre nos va a juzgar, no sobre nuestra fe, no nos juzgará sobre nuestros conocimientos bíblicos, no nos juzgará sobre nuestras vigilias en el templo, no nos juzgará sobre los diezmos...

El Hijo del hombre se sentará en su trono y separará a los unos de los otros y a los que estarán a su derecha les dirá: «Vengan ustedes, los que han sido bendecidos de mi Padre, reciban el Reino que está preparado para ustedes, pues tuve hambre y ustedes me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber; anduve como forastero y me dieron alojamiento... En verdad les digo que cualquier cosa que hicieron por uno de estos mis hermanos, por humilde que sea, a mí me lo hicieron».

Jesucristo se identifica con los pobres, los marginados, los enfermos, los encarcelados de nuestro tiempo. Ahí encontramos el rostro de Cristo, y ¿cuántas veces hemos despreciado este rostro? Y cuando dejamos de hacer el bien con uno de estos más pequeños, también con Jesús dejamos de hacerlo.

Meditando estos textos sobre el mandamiento más importante de la Biblia, muchas veces pienso que nosotros los cristianos debemos sentirnos avergonzados, puesto que con nuestras discusiones sobre religión y nuestras divisiones somos un escándalo para todo el mundo y faltamos gravemente al mandamiento del amor. A veces me da la impresión de que hasta ahora no hemos hecho nada y que debemos aprender de nuevo a ser obedientes a la voz de Cristo: «Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo, ustedes deben amarse también los unos a los otros» (Jn. 13, 34).

No nos desanimemos, pero comencemos ahora con la práctica del amor, el amor verdadero a Dios y al prójimo.

El himno al amor

Para terminar, hermanos, leamos juntos el cántico del amor que escribió San Pablo para los que buscaban en aquel tiempo los dones del Espíritu Santo. Aquellos cristianos que ansiaban el don de lenguas, el don de profecía, el don del profundo conocimiento, el don de la fe, pero, sin darse cuenta, muchos se olvidaron del camino más excelente para encontrarse con Dios: el camino del amor.

«Si yo hablo en lenguas de hombres y de ángeles, pero no tengo amor, no soy más que un tambor que resuena o un platillo que hace ruido. Si yo doy mensajes recibidos de Dios y conozco todas las cosas secretas, tengo toda clase de conocimientos y tengo toda la fe necesaria para cambiar los cerros de lugar, pero no tengo amor, yo nada soy. Si reparto todo lo que tengo y si entrego hasta mi propio cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve. El que tiene amor tiene paciencia, es bondadoso, no es presumido ni orgulloso, no es grosero ni egoísta... no se alegra del pecado de los otros sino de la verdad. Todo lo soporta con confianza, todo lo espera con paciencia. El amor nunca muere» (1 Cor. 13, 1-8).

Coplas por el Amor

Querer sólo por querer
es la fineza mayor,
el querer por interés
no es fineza ni es amor.
En aquella santa Cena
dijo el divino Maestro
el que quiera ser mayor
que tome el último asiento.
Ni los clavos ni el madero
me tienen crucificado,
sino sólo tu pecado
y lo mucho que te quiero.


Cuestionario

¿Basta ser un apóstol de la Biblia para salvarse? ¿Es sólo esto lo que Jesús espera de nosotros? ¿Qué hacen hoy algunos fanáticos de la Biblia? ¿Cuál es el precepto más grande que Dios nos dejó? ¿Qué significa que Dios es Amor? ¿Qué dijo Jesús sobre la Fe y las obras? ¿Cómo nos juzgará Jesús? ¿Con quién se identifica Jesús? ¿Qué dice el cántico de la caridad (Cor. 13, 1-8)?

IMÁGENES DE JESÚS EUCARISTÍA






























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