domingo, 13 de octubre de 2019

CALLAR

Callar


De vez en cuando y por un lapso de toda una mañana o de una tarde entera, sumérgete en baños de soledad y silencio. Es una disciplina excelente que fortalecerá tu espíritu y te ayudará a encontrarte con tu ser más profundo y verdadero. No le temas a la soledad. Aprende a amarla.

Callar de sí mismo, es humildad.
Callar los defectos ajenos, es caridad.
Callar las palabras inútiles, es penitencia.
Callar a tiempo, es prudencia.
Callar en el dolor, es heroísmo.
Si practicas estas máximas, serás feliz y harás felices a los demás.

Tampoco le temas al silencio. El silencio vitalizará tu mente y tu sistema nervioso, y dotará de solidez y fuerza expresiva a tus palabras. No es que la relación social sea mala, ni indeseable la comunicación hablada, pero a veces nos enredamos demasiado en la palabrería del mundo. Regálate tiempos de soledad y silencio.



* Enviado por el P. Natalio

CREER SIN AGREDECER - EVANGELIO COMENTADO DE HOY DOMINGO 13 DE OCTUBRE DE 2019


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Lc (17,11-19)


CREER SIN AGRADECER


El relato comienza narrando la curación de un grupo de diez leprosos en las cercanías de Samaría. Pero, esta vez, no se detiene Lucas en los detalles de la curación, sino en la reacción de uno de los leprosos al verse curado. El evangelista describe cuidadosamente todos sus pasos, pues quiere sacudir la fe rutinaria de no pocos cristianos.

Jesús ha pedido a los leprosos que se presenten a los sacerdotes para obtener la autorización que los permita integrarse en la sociedad. Pero uno de ellos, de origen samaritano, al ver que está curado, en vez de ir a los sacerdotes, se vuelve para buscar a Jesús. Siente que para él comienza una vida nueva. En adelante, todo será diferente: podrá vivir de manera más digna y dichosa. Sabe a quién se lo debe. Necesita encontrarse con Jesús.

Vuelve «alabando a Dios a grandes gritos». Sabe que la fuerza salvadora de Jesús solo puede tener su origen en Dios. Ahora siente algo nuevo por ese Padre Bueno del que habla Jesús. No lo olvidará jamás. En adelante vivirá dando gracias a Dios. La alabará gritando con todas sus fuerzas. Todos han de saber que se siente amado por él.

Al encontrarse con Jesús, «se echa a sus pies dándole gracias». Sus compañeros han seguido su camino para encontrarse con los sacerdotes, pero él sabe que Jesús es su único Salvador. Por eso está aquí junto a él dándole gracias. En Jesús ha encontrado el mejor regalo de Dios.

Al concluir el relato, Jesús toma la palabra y hace tres preguntas expresando su sorpresa y tristeza ante lo ocurrido. No están dirigidas al samaritano que tiene a sus pies. Recogen el mensaje que Lucas quiere que se escuche en las comunidades cristianas.

«¿No han quedado limpios los diez?». ¿No se han curado todos? ¿Por qué no reconocen lo que han recibido de Jesús? «Los otros nueve, ¿dónde están?». ¿Por qué no están allí? ¿Por qué hay tantos cristianos que viven sin dar gracias Dios casi nunca? ¿Por qué no sienten un agradecimiento especial hacia Jesús? ¿No lo conocen? ¿No significa nada nuevo para ellos?

«¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?». ¿Por qué hay personas alejadas de la práctica religiosa que sienten verdadera admiración y agradecimiento hacia Jesús, mientras algunos cristianos no sienten nada especial por él? Benedicto XVI advertía hace unos años que un agnóstico en búsqueda puede estar más cerca de Dios que un cristiano rutinario que lo es solo por tradición o herencia. Una fe que no genera en los creyentes alegría y agradecimiento es una fe enferma.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 13 DE OCTUBRE DE 2019


Lecturas de hoy Domingo 28º del Tiempo Ordinario - Ciclo C
Hoy, domingo, 13 de octubre de 2019


Primera lectura
Lectura del segundo libro de los Reyes (5,14-17):

EN aquellos días, el sirio Naamán bajó y se bañó en el Jordán siete veces, conforme a la palabra de Eliseo, el hombre de Dios, Y su carne volvió a ser como la de un niño pequeño: quedó limpio de su lepra.
Naamán y toda su comitiva regresaron al lugar donde se encontraba el hombre de Dios. Al llegar, se detuvo ante él exclamando:
«Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel. Recibe, pues, un presente de tu siervo».
Pero Eliseo respondió:
«Vive el Señor ante quien sirvo, que no he de aceptar nada».
Y le insistió en que aceptase, pero él rehusó.
Naamán dijo entonces:
«Que al menos le den a tu siervo tierra del país, la carga de un par de mulos, porque tu servidor no ofrecerá ya holocausto ni sacrificio a otros dioses más que al Señor».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 97,1.2-3ab.3cd-4

R/. El Señor revela a las naciones su salvación.

V/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

V/. El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

V/. Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.


Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo
 (2,8-13):

Querido hermano:
Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre ¡os muertos, nacido del linaje de David, según mi evangelio, por el que padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada.
Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús.
Es palabra digna de crédito:
Pues si morimos con él, también viviremos con él;
si perseveramos, también reinaremos con él;
si lo negamos, también él nos negará.
Si somos infieles, él permanece fiel,
porque no puede negarse a sí mismo.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,11-19):

Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
«Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo:
«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo:
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 13 de octubre de 2019
Fernando Torres cmf


La clave es el agradecimiento

      La clave de las lecturas de hoy es el agradecimiento: el leproso en el Evangelio y el de Naamán en la primera lectura. La acción de gracias es también la clave de la vida cristiana, de nuestra relación con Dios, con Jesús y con los hermanos. De la fe brota el agradecimiento. Y ahí, precisamente ahí, como dice el Evangelio está la salvación, la vida nueva. O, dicho de otra manera, la asunción de otro estilo de vida, más pleno, más humano y, por eso, más divino.

      En nuestra cultura damos las gracias cuando nos hacen un favor o nos regalan algo. Cuanto más inesperado o más gratuito, más sentidas son las gracias. Siempre es un reconocimiento de que hemos recibido algo de forma gratuita. Lo que se recibe de esa manera adquiere un valor tal para la persona que establece una relación con el donante que va más allá de cualquier consideración interesada o egoísta. El favor no se devuelve. Simplemente se establece una relación de gratuidad, de cariño, entre las personas. No hay cálculo de costes. Hay relación personal, un lazo que es difícil de romper. 

      Hay personas que, olvidándose de la gratuidad, tratan de convertir esa relación en una relación comercial. Y el favor se devuelve calculando los costes del favor recibido. Pero en ese caso la relación pierde su carácter de gratuidad y las gracias se desnaturalizan. No hay agradecimiento sino pago. En ese caso se pierde la relación. Devuelto el favor, “si te he visto no me acuerdo”, como dicen el refrán. 

      Nuestra relación con Dios es una relación de agradecimiento. De él hemos recibido todo en total gratuidad. La vida, la libertad, el amor, la creación... No hay medida que pueda contar lo que hemos recibido. Los que pretenden hacer de su relación con Dios una suerte de contabilidad, de toma y daca, de “voy a misa para que Dios me salve” o “para que me perdone”, se pierden en un laberinto sin salida. Como Eliseo, Dios no acepta nada, no le hace falta nada. En cierto sentido, nada de lo que hagamos le puede interesar. Él nos ha hecho el regalo de la vida y, en su amor total por nosotros, no tiene más interés que lo disfrutemos, que lo gocemos, que vivamos a fondo nuestra responsabilidad, que hagamos realidad la fraternidad entre nosotros y con toda la creación. Más allá de la devolución del favor –intento imposible con relación a Dios–, brota el agradecimiento, la acción de gracias. Ahí nos encontramos con la salvación. El que vive en “acción de gracias permanente” vive la salvación. Jesús cura a los 10 leprosos. Pero sólo del que vuelve dice que “su fe le ha salvado”. Los otros están perdidos en su laberinto. Menos mal que Dios les quiere igual. 



Para la reflexión

      ¿Me cuesta dar las gracias cuando me hacen un favor? ¿Calculo cómo voy a devolverlo o me dejo llevar por el agradecimiento sencillo? ¿Vivo mi relación con Dios como una acción de gracias continua? ¿Por qué se dice que la Eucaristía es una acción de gracias?

CÓMO SE LLEVA EL RITO DE CANONIZACIÓN?


QUÉ ES UN CARDENAL? EXPLICACIÓN


FIESTA EN EL CIELO Y LA TIERRA: EL PAPA FRANCISCO CANONIZÓ A 5 NUEVOS SANTOS, 13 DE OCTUBRE


Fiesta en el cielo y la tierra: El Papa canonizó a 5 nuevos santos
Redacción ACI Prensa
 Crédito: Captura de Youtube



El Cardenal Newman ya es santo. San John Henry Newman fue inscrito en el libro de los santos en una multitudinaria Misa celebrada este domingo 13 de octubre en la Plaza de San Pedro del Vaticano presidida por el Papa Francisco en la que también se canonizó a Santa Giuseppina Vanni, Santa Mariam Thresia Chiramel Mankidiyan, Santa Dulce Lopes Pontes y a Santa Marguerite Bays.



Ante decenas de miles de fieles, el Santo Padre escuchó la biografía de los cinco nuevos santos. A continuación, el prefecto de la Congregación para la Cuasa de los Santos, Cardenal Giovanni Angelo Becciu, acompañado de los postuladores que defendieron la causa de canonización, leyó la petición para que procediera a la canonización de los beatos.


“Beatísimo Padre, la Santa Madre iglesia pide que vuestra Santidad inscriba a los Beatos John Henry Newman, Giuseppina Vannini, Mariam Thresia Chiramel Mankidiyan, Dulce Lopes Pontes y Marguerite Bays en el Libro de los Santos y, como tales, sean invocados por todos los cristianos”.

Después, el coro cantó las letanías de los santos en latín: “Sancta Maria, Mater Dei: Ora pro nobis; Sancte Michael: Ora pro nobis; Sancti Angeli Dei: Ora pro nobis…”.


Luego, el Papa Francisco leyó la siguiente fórmula para declarar santos al Cardenal Newman y a las cuatro beatas:


“En honor a la Santísima Trinidad, para exaltación de la fe católica y crecimiento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, después de haber reflexionado largamente, invocando muchas veces la ayuda divina y oído el parecer de numerosos hermanos en el episcopado, declaramos y definimos a los Beatos John Henry Newman, Giuseppina Vannini, Mariam Thresia Chiramel Mankidiyan, Dulce Lopes Pontes y Marguerite Bays y los inscribimos en el Libro de los Santos, y establecemos que en toda la Iglesia sea devotamente honrada entre los Santos. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.

La Misa de canonización se celebró en el exterior de la Basílica de San Pedro del Vaticano. Junto al altar, situado en lo alto de las escaleras de acceso a la Basílica, había una imagen de la Virgen a cuyos pies se situaron cinco relicarios con las reliquias de los nuevos santos.




Homilía del Papa Francisco en la canonización del Cardenal Newman y 4 nuevas santas
Redacción ACI Prensa
 Crédito: Captura de Youtube



Este domingo 13 de octubre el Papa Francisco celebró la canonización del Cardenal John Henry Newman, las religiosas Dulce Lopes Pontes, Giuseppina Vannini y María Teresa Chiramel Mankidiyan, y la laica Marguerite Bays.

A continuación la homilía pronunciada por el Santo Padre:

«Tu fe te ha salvado» (Lc 17,19). Es el punto de llegada del evangelio de hoy, que nos muestra el camino de la fe. En este itinerario de fe vemos tres etapas, señaladas por los leprosos curados, que invocan, caminan y agradecen.


En primer lugar, invocar. Los leprosos se encontraban en una condición terrible, no sólo por sufrir la enfermedad que, incluso en la actualidad, se combate con mucho esfuerzo, sino por la exclusión social. En tiempos de Jesús eran considerados inmundos y en cuanto tales debían estar aislados, al margen (cf. Lv 13,46). De hecho, vemos que, cuando acuden a Jesús, “se detienen a lo lejos” (cf. Lc 17,12). Pero, aun cuando su situación los deja a un lado, dice el evangelio que invocan a Jesús «a gritos» (v. 13). No se dejan paralizar por las exclusiones de los hombres y gritan a Dios, que no excluye a nadie. Es así como se acortan las distancias, como se vence la soledad: no encerrándose en sí mismos y en las propias aflicciones, no pensando en los juicios de los otros, sino invocando al Señor, porque el Señor escucha el grito del que está solo.

Como esos leprosos, también nosotros necesitamos ser curados, todos. Necesitamos ser sanados de la falta de confianza en nosotros mismos, en la vida, en el futuro; de tantos miedos; de los vicios que nos esclavizan; de tantas cerrazones, dependencias y apegos: al juego, al dinero, a la televisión, al teléfono, al juicio de los demás. El Señor libera y cura el corazón, si lo invocamos, si le decimos: “Señor, yo creo que puedes sanarme; cúrame de mis cerrazones, libérame del mal y del miedo, Jesús”. Los leprosos son los primeros, en este evangelio, en invocar el nombre de Jesús. Después lo harán también un ciego y un malhechor en la cruz: gente necesitada invoca el nombre de Jesús, que significa Dios salva. Llaman a Dios por su nombre, de modo directo, espontáneo. Llamar por el nombre es signo de confianza, y al Señor le gusta. La fe crece así, con la invocación confiada, presentando a Jesús lo que somos, con el corazón abierto, sin esconder nuestras miserias. Invoquemos con confianza cada día el nombre de Jesús: Dios salva. Repitámoslo; es rezar. La oración es la puerta de la fe, la oración es la medicina del corazón.

La segunda etapa es caminar. En el breve evangelio de hoy aparece una decena de verbos de movimiento. Pero, sobre todo, impacta el hecho de que los leprosos no se curan cuando están delante de Jesús, sino después, al caminar: «Mientras iban de camino, quedaron limpios», dice el texto (v. 14). Se curan al ir a Jerusalén, es decir, cuando afrontan un camino en subida. Somos purificados en el camino de la vida, un camino que a menudo es en subida, porque conduce hacia lo alto. La fe requiere un camino, una salida, hace milagros si salimos de nuestras certezas acomodadas, si dejamos nuestros puertos seguros, nuestros nidos confortables. La fe aumenta con el don y crece con el riesgo. La fe avanza cuando vamos equipados de la confianza en Dios. La fe se abre camino a través de pasos humildes y concretos, como humildes y concretos fueron el camino de los leprosos y el baño en el río Jordán de Naamán, en la primera lectura (cf. 2 Re 5,14-17). También es así para nosotros: avanzamos en la fe con el amor humilde y concreto, con la paciencia cotidiana, invocando a Jesús y siguiendo hacia adelante.

Hay otro aspecto interesante en el camino de los leprosos: avanzan juntos. «Iban» y «quedaron limpios», dice el evangelio (v. 14), siempre en plural: la fe es caminar juntos, nunca solos. Pero, una vez curados, nueve se van y sólo uno vuelve a agradecer. Entonces Jesús expresa toda su amargura: «Los otros nueve, ¿dónde están?» (v. 17). Casi parece que pide cuenta de los otros nueve al único que regresó. Es verdad, es nuestra tarea —de nosotros que estamos aquí para “celebrar la Eucaristía”, es decir, para agradecer—, es nuestra tarea hacernos cargo del que ha dejado de caminar, de quien ha perdido el rumbo: somos protectores de nuestros hermanos alejados. Somos intercesores para ellos, somos responsables de ellos, estamos llamados a responder y preocuparnos por ellos. ¿Quieres crecer en la fe? Hazte cargo de un hermano alejado, de una hermana alejada.


Invocar, caminar y agradecer: es la última etapa. Sólo al que agradece Jesús le dice: «Tu fe te ha salvado» (v. 19). No sólo está sano, sino también salvado. Esto nos dice que la meta no es la salud, no es el estar bien, sino el encuentro con Jesús. La salvación no es beber un vaso de agua para estar en forma, es ir a la fuente, que es Jesús. Sólo Él libra del mal y sana el corazón, sólo el encuentro con Él salva, hace la vida plena y hermosa. Cuando encontramos a Jesús, el “gracias” nace espontáneo, porque se descubre lo más importante de la vida, que no es recibir una gracia o resolver un problema, sino abrazar al Señor de la vida. Y esto es lo más importante de la vida: abrazar al Señor de la vida.

Es hermoso ver que ese hombre sanado, que era un samaritano, expresa la alegría con todo su ser: alaba a Dios a grandes gritos, se postra, agradece (cf. vv. 15-16). El culmen del camino de fe es vivir dando gracias. Podemos preguntarnos: nosotros, que tenemos fe, ¿vivimos la jornada como un peso a soportar o como una alabanza para ofrecer? ¿Permanecemos centrados en nosotros mismos a la espera de pedir la próxima gracia o encontramos nuestra alegría en la acción de gracias? Cuando agradecemos, el Padre se conmueve y derrama sobre nosotros el Espíritu Santo. Agradecer no es cuestión de cortesía, de buenos modales, es cuestión de fe. Un corazón que agradece se mantiene joven. Decir: “Gracias, Señor” al despertarnos, durante el día, antes de irnos a descansar es el antídoto al envejecimiento del corazón. Así también en la familia, entre los esposos: acordarse de decir gracias. Gracias es la palabra más sencilla y beneficiosa.

Invocar, caminar, agradecer. Hoy damos gracias al Señor por los nuevos santos, que han caminado en la fe y ahora invocamos como intercesores. Tres son religiosas y nos muestran que la vida consagrada es un camino de amor en las periferias existenciales del mundo. Santa Margarita Bays, en cambio, era una costurera y nos revela qué potente es la oración sencilla, la tolerancia paciente, la entrega silenciosa. A través de estas cosas, el Señor ha hecho revivir en ella el esplendor de la Pascua, en su humildad. Es la santidad de lo cotidiano, a la que se refiere el santo Cardenal Newman cuando dice: «El cristiano tiene una paz profunda, silenciosa y escondida que el mundo no ve. […] El cristiano es alegre, sencillo, amable, dulce, cortés, sincero, sin pretensiones, […] con tan pocas cosas inusuales o llamativas en su porte que a primera vista fácilmente se diría que es un hombre corriente» (Parochial and Plain Sermons, V,5). Pidamos ser así, “luces amables” en medio de la oscuridad del mundo. Jesús, «quédate con nosotros y así comenzaremos a brillar como brillas Tú; a brillar para servir de luz a los demás» (Meditations on Christian Doctrine, VII, 3). Amén.



El Papa invita a ser como los 5 nuevos santos: “Luces amables” en la oscuridad del mundo
Redacción ACI Prensa



Crédito: Daniel Ibáñez (ACI)
El Papa Francisco celebró este 13 de octubre la Misa de canonización del Cardenal John Henry Newman, Giuseppina Vannini, María Teresa Chiramel Mankidiyan, Dulce Lopes Pontes y Margarita Bays; e invitó a los fieles a ser como los cinco nuevos santos: “‘Luces amables’ en medio de la oscuridad del mundo”.

Ante los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Pontífice agradeció por los cinco santos “que han caminado en la fe y ahora invocamos como intercesores”.

En la homilía, el Papa Francisco aseguró que las tres religiosas hoy canonizadas “nos muestran que la vida consagrada es un camino de amor en las periferias existenciales del mundo”.

Mientras que la laica Santa Margarita Bays, “una costurera, nos revela qué potente es la oración sencilla, la tolerancia paciente, la entrega silenciosa. (…) Es la santidad de lo cotidiano, a la que se refiere el santo Cardenal Newman”.



Y animó a pedir al Señor ser como estos nuevos santos, “’luces amables’ en medio de la oscuridad del mundo”.


Tomando el Evangelio de este domingo, el Papa recordó que los leprosos del Evangelio que piden a Jesús ser curados y explicó que no se dejaron paralizar” por las exclusiones de los hombres y gritan a Dios, que no excluye a nadie”.

“Es así como se acortan las distancias, como se vence la soledad: no encerrándose en sí mismos y en las propias aflicciones, no pensando en los juicios de los otros, sino invocando al Señor, porque el Señor escucha el grito del que está solo”.

El Papa Francisco también hizo referencia a otros enfermos y necesitados que llamaron a Jesús por su nombre para ser salvados. “Llaman a Dios por su nombre, de modo directo, espontáneo. Llamar por el nombre es signo de confianza, y al Señor le gusta. La fe crece así, con la invocación confiada, presentando a Jesús lo que somos, con el corazón abierto, sin esconder nuestras miserias”, precisó.

Y animó a invocar “con confianza cada día el nombre de Jesús: Dios salva. Repitámoslo; es rezar. La oración es la puerta de la fe, la oración es la medicina del corazón”.

El Papa también explicó que los leprosos del Evangelio quedan curados “después de caminar”, “se curan al ir a Jerusalén, es decir, cuando afrontan un camino en subida”.

“Somos purificados en el camino de la vida, un camino que a menudo es en subida, porque conduce hacia lo alto. La fe requiere un camino, una salida, hace milagros si salimos de nuestras certezas acomodadas, si dejamos nuestros puertos seguros, nuestros nidos confortables. La fe aumenta con el don y crece con el riesgo. La fe avanza cuando vamos equipados de la confianza en Dios”, aseguró.

También explicó que “la fe se abre camino a través de pasos humildes y concretos, como humildes y concretos fueron el camino de los leprosos”.

De los 10 leprosos que fueron curados en el Evangelio, tan sólo uno volvió para agradecer a Jesús.

“Nuestra tarea, de nosotros que estamos aquí para “celebrar la Eucaristía”, es decir, para agradecer, es nuestra tarea hacernos cargo del que ha dejado de caminar, de quien ha perdido el rumbo: somos protectores de nuestros hermanos alejados. Somos intercesores para ellos, somos responsables de ellos, estamos llamados a responder y preocuparnos por ellos”.


“¿Quieres crecer en la fe? Hazte cargo de un hermano alejado, de una hermana alejada”, aseguró el Papa  

En ese sentido el Papa explicó que “sólo al que agradece Jesús le dice: “Tu fe te ha salvado” No sólo está sano, sino también salvado”.

“Esto nos dice que la meta no es la salud, no es el estar bien, sino el encuentro con Jesús. La salvación no es beber un vaso de agua para estar en forma, es ir a la fuente, que es Jesús. Sólo Él libra del mal y sana el corazón, sólo el encuentro con Él salva, hace la vida plena y hermosa”, precisó.  

Además explicó que “cuando encontramos a Jesús, el ‘gracias’ nace espontáneo, porque se descubre lo más importante de la vida, que no es recibir una gracia o resolver un problema, sino abrazar al Señor de la vida”.

Y precisó que cuando somos agradecidos “el Padre se conmueve y derrama sobre nosotros el Espíritu Santo”.

“Agradecer no es cuestión de cortesía, de buenos modales, es cuestión de fe. Un corazón que agradece se mantiene joven. Decir: ‘Gracias, Señor’ al despertarnos, durante el día, antes de irnos a descansar es el antídoto al envejecimiento del corazón. Así también en la familia, entre los esposos: acordarse de decir gracias. Gracias es la palabra más sencilla y beneficiosa”.



Emocionado Cardenal propone a Newman para alentar unidad entre cristianos
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



El Cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación de los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, se emocionó al presentar a John Henry Newman, que será proclamado santo este domingo, como ejemplo para alentar la unidad de los cristianos.

El Cardenal Newman, que se convirtió al catolicismo tras haber sido criado como anglicano y que será canonizado el domingo 13 de octubre, constituye un aliento “para el nuevo ímpetu ecuménico hacia la reconciliación y la reconstitución de la unidad católica”, dijo el Prefecto en un evento realizado este sábado en el Vaticano.

“Esta falta de unidad afecta la comunión de los individuos y las Iglesias, y apunta también a la falta de integración de las riquezas doctrinal y espiritual de las Iglesias hermanas y las comunidades eclesiales que siguen separadas de Roma”

“Cardenal Newman: Una celebración” es el nombre del evento en el que participó el Cardenal Ouellet en la Casina Pío IV en el Vaticano.  

El Cardenal señaló en su intervención que “considero que el maestro inglés se encuentra a la altura de Doctores de la Fe como Atanasio y Agustín, cuyas vidas fueron confesiones de fe a costa de grandes sacrificios, y que proporcionaron ideas decisivas tanto por sus contenidos como por sus actos”.


Tras resaltar “la profundidad de este hombre de Dios” y “el lugar que ahora ocupa en el catolicismo”, el Purpurado de origen canadiense dijo que “la contribución de Newman, que nos ofrece las cualidades típicas de la cultura inglesa, además de la tradición, nos permite tener una evaluación de lo que se ha perdido durante siglos de separación”.

“El tiempo ha llegado, a pesar de las dificultades en el camino, para promover entre nosotros iniciativas que impulsen el diálogo y la reconciliación para lograr la plena unidad entre los cristianos”, continuó.

La vida y la teología de John Henry Newman, resaltó el Cardenal Ouellet, “nos desafían para examinar atentamente las dificultades internas para la reconciliación, y tomar un mayor interés en otros cristianos para movernos juntos”.

“Esto requiere una conversión de todas las confesiones, comenzando por la Iglesia Romana”, prosiguió el Cardenal y destacó que “Newman le dio un lugar importante a la teología en la Iglesia”.

De hecho, subrayó, “la teología es parte del ministerio profético como la inteligencia de la fe que nos nutre, renueva la predicación y nos da las herramientas para un dialogo evangelizador con el mundo”.

El Cardenal Newman, resaltó el Prefecto de la Congregación de los Obispos “fue un pionero de la teología histórica” y “un profeta del humanismo por su apasionada búsqueda de la verdad”.


En el evento también participó el Cardenal Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, quien destacó “la extraordinaria personalidad humana, teológica y social” de John Henry Newman, “un ilustre hijo de Gran Bretaña”.

“El 19 de septiembre de 2010 tuve el privilegio de participar de la ceremonia de beatificación con el Papa Benedicto XVI. Mañana seré feliz de poder ser testigo de su canonización que concluye un camino en el que se ha evidenciado su extraordinaria cualidad como hombre de Dios y hombre de Iglesia”, afirmó.

“Según el pensamiento de Pablo VI, Newman se encontraba invisiblemente en el centro del (Concilio) Vaticano II. De hecho, él estuvo fielmente presente con su enseñanza, algo que se percibe en algunos documentos. Recuerdo aquí principalmente la declaración Dignitatis humanae, donde se acoge el primado de la conciencia en la búsqueda de la verdad”, prosiguió.

El Concilio Vaticano II fue el evento eclesial y mundial más importante del siglo XX. Lo impulsó el Papa San Juan XXIII para buscar el “aggiornamento”, es decir la actualización de la Iglesia para acercarla al mundo actual. Comenzó en 1962 y se dividió en cuatro etapas. Participaron en alrededor de dos mil padres conciliares de todo el mundo.

“Hoy la Iglesia Católica reconoce no solo la importancia de su pensamiento eclesiológico sino también la importancia de su santidad de vida”, concluyó el Cardenal Filoni.

CONOCE A NUESTROS 5 NUEVOS SANTOS CANONIZADOS ESTE 13 DE OCTUBRE 2019







FELIZ DOMINGO






viernes, 11 de octubre de 2019

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY VIERNES 11 DE OCTUBRE DE 2019


Lecturas de hoy Viernes de la 27ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, viernes, 11 de octubre de 2019


Primera lectura
Lectura de la profecía de Joel (1,13-15;2,1-2):

Vestíos de luto y haced duelo, sacerdotes; llorad, ministros del altar; venid a dormir en esteras, ministros de Dios, porque faltan en el templo del Señor ofrenda y libación. Proclamad el ayuno, congregad la asamblea, reunid a los ancianos, a todos los habitantes de la tierra, en el templo del Señor, nuestro Dios, y clamad al Señor. ¡Ay de este día! Que está cerca el día del Señor, vendrá como azote del Dios de las montañas. Tocad la trompeta en Sión, gritad en mi monte santo, tiemblen los habitantes del país, que viene, ya está cerca, el día del Señor. Día de oscuridad y tinieblas, día de nube y nubarrón; como negrura extendida sobre los montes, una horda numerosa y espesa; como ella no la hubo jamás, después de ella no se repetirá, por muchas generaciones.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 9,2-3.6.16.8-9

R/. El Señor juzgará el orbe con justicia

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
proclamando todas tus maravillas;
me alegro y exulto contigo
y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. R/.

Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío
y borraste para siempre su apellido.
Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
su pie quedó prendido en la red que escondieron. R/.

Dios está sentado por siempre en el trono
que ha colocado para juzgar.
Él juzgará el orbe con justicia
y regirá las naciones con rectitud. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,15-26):

En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron:«Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.»
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo.
Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice: "Volveré a la casa de donde salí." Al volver, se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio.»

Palabra del Señor


Comentario al Evangelio de hoy viernes, 
11 de octubre de 2019

CR


Queridos hermanos:

El Evangelio de este día se nos hace especialmente difícil por el lenguaje y el universo simbólico y bíblico que lleva, tan ajeno al nuestro. Hagamos, pues, algunas sencillas aclaraciones, a modo de guiones para facilitar la comprensión y la reflexión de este relato:

- «El dedo de Dios» es una expresión que viene ya del Éxodo y aún antes (8,15 por ejemplo) y que quiere simbolizar «el poder de Dios», la autoridad de Dios.

- El "Príncipe de los demonios" que aquí se le llama también Beelzebú. «Belzebú» era una deformación burlona del nombre de una divinidad fenicia a la que se denominaba Baal-Zebul (Dios del cielo).  Esa deformación permitía referirse a esa divinidad como «dios de las moscas y de las inmundicias donde se posan las moscas». Sería el «jefazo» principal del Reino de Satanás. En cualquier caso, es todo un insulto que se refieran a Jesús relacionándole con él.

- Sin entrar en discusiones sobre el concepto de «demonio», en tiempos de Jesús (y no sólo) era muy habitual atribuirles todos los males y tentaciones. Y se encontraban médicos y magos que hacían exorcismos, con distintos grados de éxito. Por lo cual, al ver a Jesús hacer estas curaciones, no se deducía inmediatamente que él viniera de parte de Dios, y algunos dudaban de sus intenciones. Jesús con sus palabras y hechos explica cuál es la razón, sentido y objetivo de sus milagros: El Reino (Dios) ha llegado hasta vosotros. Pero le piden «una señal del cielo». Quieren evidencias y fenómenos espectaculares. Y no las van a tener.

- Al comienzo de su Evangelio, Lucas nos presentó a Jesús en «lucha» contra el demonio en el desierto. Y poco después, su primer milagro: la curación de un endemoniado. Como queriendo decir que la presencia de Jesús entre nosotros supone un combate una guerra sin cuartel para que el mal (los demonios) que aprisiona, hace sufrir y destruye al hombre... retroceda y quede vencido. Definitivamente en la cruz y en la mañana de Pascua. 

- Siempre que alguien actúa para liberar, curar, recuperar, acoger a otro hombre... está colaborando con Jesús: El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Y también al revés: «los que estamos con Jesús» tenemos que combatir a brazo partido contra los muchos «demonios» que hoy dañan al hombre... y contra los «Príncipes» de este mundo... que a menudo son de carne y hueso, pero también a menudo son «fuerzas invisibles» o no localizadas: El mercado, la política, la economía, los grupos mediáticos, las multinacionales...etc

- Mientras estamos en este mundo, el proceso de conversión y de lucha contra nuestros «demonios», nunca termina. No hay que bajar la guardia, porque podemos superar una situación difícil, vencer aparentemente... y volver a caer de nuevo en ella o incluso en otra peor.

- Por último, la advertencia de Jesús sobre el fracaso de todo reino dividido... también vale para la Iglesia. Aquello del viejo refrán: «·divide y vencerás». Una llamada, pues, a la unidad en lo esencial, a no andar divididos por temas bastante secundarios, a disfrutar de la «pluralidad» y variedad de carismas, sensibilidades y estilos, a unir todas las fuerzas posibles (con cualquiera que quiera defender la dignidad humana)... en sana complementación y a no perder energías en absurdas riñas internas.

HOY CELEBRAMOS A SAN JUAN XXIII, EL PAPA BUENO, 11 DE OCTUBRE


Hoy celebramos a San Juan XXIII, el Papa bueno
Redacción ACI Prensa




"¡Oh, los santos, los santos del Señor, que por doquier nos alegran, nos animan y nos bendicen!", decía San Juan XXIII, llamado el "Papa bueno" y cuya fiesta es el 11 de octubre.

Angelo Giuseppe Roncalli, más conocido como San Juan XXIII, nació en Italia en 1881. Ingresó desde muy joven al seminario y fue ordenado sacerdote en 1904.

En la Segunda Guerra Mundial, siendo Obispo, salvó a muchos judíos con ayuda del “visado de tránsito” de la Delegación Apostólica.


En 1953 fue creado Cardenal y a la muerte de Pío XII, es elegido como Sumo Pontífice en 1958. Poco a poco se ganó el apelativo de “Papa Bueno” por sus cualidades humanas y cristianas.

El mundo entero pudo ver en él a un pastor humilde, atento, decidido, valiente, sencillo y activo. Se enrumbó por los caminos del ecumenismo y del diálogo con todos. Escribió las famosas encíclicas “Pacem in terris” y “Mater et magistra” y convocó al Concilio Vaticano II.

Es llamado a la Casa del Padre el 3 de junio de 1963, beatificado por San Juan Pablo II en el 2000 y canonizado por Papa Francisco en abril del 2014.

El milagro para su beatificación se basó en la curación de Sor Caterina Capitani, una religiosa que tenía una dolencia estomacal muy grave.

Las hermanas de la paciente, que conocían de la gran admiración de Sor Caterina por Juan XXIII, oraron pidiendo la intercesión del “Papa bueno” y colocaron una imagen de él en el estómago de la paciente.


Minutos después la religiosa empezó a sentirse bien y pidió comer. Más adelante, Sor Caterina relataría que vio a Juan XXIII sentado al pie de su cama y que le dijo que su plegaria había sido escuchada. La ciencia no pudo dar explicaciones de esta curación.


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Guerra Mundial


Durante la Primera Guerra Mundial, ejerció primero como sargento médico y más tarde como capellán militar. En 1921, fue llamado desde Roma por el Papa Benedicto XV para ocupar el cargo de Presidente para Italia del Consejo Central de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe.

El papa Pío XI lo designó simultáneamente Arzobispo de Areopoli y enviado oficial para Bulgaria el 3 de marzo de 1925. El 19 de marzo de 1925 Angelo Giuseppe Roncalli fue consagrado Arzobispo titular de Areopoli. Eligió como su lema episcopal "Obedientia et Pax". En Bulgaria, realizó su labor apostólica visitando las comunidades católicas y estableciendo relaciones de respeto y estima con otras comunidades cristianas, en especial de la Iglesia Ortodoxa. En una ocasión en Bulgaria fue a visitar a unos heridos internados en un hospital católico que trataba gratuitamente a todas las personas, independientemente de su religión. Estos heridos fueron víctimas de un atentado contra el rey Boris III en una catedral ortodoxa de Sofía, siendo ortodoxos que frecuentaban su lugar de culto. El rey búlgaro quedó tan impresionado que lo recibió en audiencia privada, siendo un acto inédito porque los visitadores apostólicos no gozaban de ningún estatuto diplomático y las relaciones entre la minoría católica y la mayoría ortodoxa eran muy tensas. Hechos como este constituyeron las bases de la futura delegación apostólica. En efecto, su labor fue tan fructífera que se lo designó delegado apostólico para Bulgaria el 16 de octubre de 1931.

El 30 de noviembre de 1934 fue designado Arzobispo títular de Mesembria, y el 12 de enero de 1935 fue nombrado delegado apostólico para Turquía (vicario apostólico de Estambul, antigua Vicaría Apostólica de Constantinopla). El mismo día se lo designó Delegado Apostólico para Grecia, atendiendo desde Estambul los asuntos relativos a ambos países.

Su intervención para socorrer a miles de judíos de la persecución nazi mientras servía como Delegado Apostólico del Vaticano en Turquía durante la Segunda Guerra Mundial fue proverbial.

El 23 de diciembre de 1944, el Papa Pío XII lo nombró nuncio apostólico de Francia. Contribuyó a normalizar la organización eclesiástica en Francia, desestabilizada por los numerosos obispos que habían colaborado con los alemanes. Gracias a su cortesía, su sencillez, su buen humor y su amabilidad pudo resolver los problemas y conquistar el corazón de los franceses y de todo el Cuerpo Diplomático.
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Cardenal y Patriarca de Venecia


El 12 de enero de 1953 el papa Pío XII lo crea Cardenal presbítero con el título de Santa Prisca, siendo designado tres días después como patriarca de Venecia.

Como patriarca de Venecia, solía navegar por los canales de la ciudad sin la vestimenta de cardenal, y detenerse para hablar con los gondoleros, las prostitutas y menesterosos, quienes le contaban sus problemas. Su forma de ejercicio del poder se caracterizó por el servicio y el perdón.

Era patriarca de Venecia. Supo que uno de sus sacerdotes llevaba una vida turbia y que frecuentaba un lugar poco digno para un eclesiástico. Pudo suspenderle en sus funciones; pudo aplastarle con su poder; pudo ejercer toda la fuerza de su autoridad. Pero ¿qué hizo? Lo esperó un día en el lugar que solía frecuentar. El sacerdote palidece. El Patriarca lo toma del brazo y con naturalidad le pide que le acompañe al palacio. Y una vez en su despacho se arrodilla ante el sacerdote caído y le pide: «Por favor, confiéseme». Y lo hace con toda humildad y naturalidad.

El sacerdote lo absuelve y el patriarca abrazándolo le dice: «Hijo mío, me gustaría que reflexionases acerca del don maravilloso que Dios te ha dado de perdonar los pecados a los hombres, incluso a tu mismo arzobispo. Que esto te anime a evitar lo más posible el pecado en tu misma vida y como gratitud a Cristo».
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Pontificado


El 28 de octubre de 1958, contando con casi 77 años, Roncalli fue elegido papa ante la sorpresa de todo el mundo. Escogió el nombre de Juan (nombre de su padre y del patrón de su pueblo natal, aunque escogió este nombre por el evangelista de nombre Juan). Fue entronizado el 4 de noviembre (21 días antes de su cumpleaños 77) por el cardenal Nicola Canali, protodiácono de San Nicola in Carcere Tulliano.

Después del largo pontificado de su predecesor, los cardenales parecieron escoger un papa de transición a causa de su avanzada edad y de su modestia personal.

Ni los cardenales ni el resto de la Iglesia esperaban que el temperamento alegre, la calidez y la generosidad del papa Juan XXIII cautivaran los afectos del mundo de una forma en que su predecesor no pudo. Al igual que Pío XI pensaba que el diálogo era la mejor forma para dar solución a un conflicto.

Enseguida empezó una nueva forma de ejercer el papado. Fue el primero desde 1870 que ejerció su ministerio de obispo de Roma visitando personalmente las parroquias de su diócesis. Al cabo de dos meses de haber sido elegido, dio ejemplo de obras de misericordia: por Navidad visitó los niños enfermos de los hospitales Espíritu Santo y Niño Jesús; al día siguiente fue a visitar los prisioneros de la cárcel Regina Coeli.

En su primera medida de gobierno vaticano, que le enfrentó con el resto de la curia, redujo los altos estipendios (y la vida de lujo que, en ocasiones, llevaban los obispos y cardenales). Asimismo, dignificó las condiciones laborales de los trabajadores del Vaticano, que hasta ese momento carecían de muchos de los derechos de los trabajadores de Europa, y además retribuidos con bajos salarios. Por primera vez en la historia nombra cardenales indios y africanos.

En una visita a Europa, el presidente de Argentina, Arturo Frondizi visitó El Vaticano y conoció al papa, quien le dio el apodo de "el estadista de América", también le dijo que en Italia hacían falta políticos como él.

Tres meses después de su elección, el 25 de enero de 1959, en la Basílica de San Pablo Extramuros y ante la sorpresa de todo el mundo anunció el XXI Concilio Ecuménico -que posteriormente fue llamado Concilio Vaticano II-, el I Sínodo de la Diócesis de Roma y la revisión del Código de Derecho Canónico. Este Concilio fue inspirado en la figura del papa Pío IX precursor del Concilio Vaticano I y quien, según el papa Juan XXIII, nadie en la historia de la Iglesia había sido tan amado y tan odiado a la vez.

El 2 de diciembre de 1960 se reunió en el Vaticano durante una hora con el arzobispo de Canterbury, Geoffrey Francis Fisher. Era la primera vez en más de 400 años, desde la excomunión de Isabel I, que la máxima autoridad de la Iglesia de Inglaterra se reunía con el papa. Durante su Pontificado nombró 37 nuevos cardenales, entre los cuales por primera vez un tanzano, un japonés, un filipino, un venezolano, un uruguayo y un mexicano.

El 3 de enero de 1962 excomulgó a Fidel Castro, iniciativa amparada en condenas expresadas por el papa Pío XII en 1949.


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Sus Encíclicas


Juan XXIII escribió ocho encíclicas en total, según el siguiente orden cronológico:

Ad Petri Cathedram (29 de junio de 1959);
Sacerdotii Nostri Primordia (1 de agosto de 1959);
Grata Recordatio (26 de septiembre de 1959);
Princeps Pastorum (28 de noviembre de 1959);
Mater et Magistra (15 de mayo de 1961);
Aeterna Dei Sapientia (11 de noviembre de 1961);
Paenitentiam Agere (1 de julio de 1962);
Pacem in terris (11 de abril de 1963).
Su magisterio social en las encíclicas Mater et Magistra y Pacem in terris fue profundamente apreciado. En ambas pastorales se insiste sobre los derechos y deberes derivados de la dignidad del hombre como criatura de Dios.La encíclica Pacem in terris fue dirigida no solo a los católicos, sino «a todos los hombres de buena voluntad». Escrita en plena guerra fría luego de la crisis de los misiles en Cuba de octubre de 1962, la encíclica contiene un rechazo incondicional de la carrera de armamentos y de la guerra en sí misma. Sostiene que en la era atómica resulta impensable que la guerra se pueda utilizar como instrumento de justicia. Esto, a su vez, implicó una virtual abolición del concepto de guerra justa.

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Concilio Vaticano II


El 11 de octubre de 1962 el Papa Roncalli abrió el Concilio Vaticano II en San Pedro. Este Concilio cambiaría el rostro del catolicismo: una nueva forma de celebrar la liturgia (más cercana a los fieles), un nuevo acercamiento al mundo y un nuevo ecumenismo. Respecto de esto último, Juan XXIII había creado en 1960 el Secretariado para la promoción de la unidad de los cristianos, 12 una comisión preparatoria al Concilio que más tarde permanecería bajo el nombre de Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos. Era la primera vez que la Santa Sede creaba una estructura consagrada únicamente a temas ecuménicos. Para la presidencia de ese organismo el papa designó al cardenal Augustin Bea, quien luego se convertiría en una de las figuras determinantes del Concilio Vaticano II.

Desde la apertura del Concilio, el papa Juan XXIII enfatizó la naturaleza pastoral de sus objetivos: no se trataba de definir nuevas verdades ni condenar errores, sino que era necesario renovar la Iglesia para hacerla capaz de transmitir el Evangelio en los nuevos tiempos (un aggiornamento), buscar los caminos de unidad de las Iglesias cristianas, buscar lo bueno de los nuevos tiempos y establecer diálogo con el mundo moderno centrándose primero "en lo que nos une y no en lo que nos separa".

Al Concilio fueron invitados como observadores miembros de diversos credos, desde creyentes islámicos hasta indios americanos, al igual que miembros de todas las Iglesias cristianas: ortodoxos, anglicanos, cuáqueros, y protestantes en general, incluyendo, evangélicos, metodistas y calvinistas no presentes en Roma desde el tiempo de los cismas.

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Su muerte


El 23 de mayo de 1963 se anunció públicamente la enfermedad del papa: cáncer de estómago que, según su secretario Loris F. Capovilla, le fue diagnosticado en septiembre de 1962. El papa no quiso dejarse operar temiendo que el rumbo del Concilio se desviara de lo estipulado. Así, el mismo Papa estaba firmando su sentencia de muerte. Al fin, después de sufrir esa grave enfermedad, el papa Juan XXIII murió en Roma el 3 de junio de 1963.

Finalizó sus días sin ver concluida su obra mayor, a la que él mismo consideró "la puesta al día de la Iglesia".

Fue sucedido por Pablo VI, quien en 1965 iniciaría el proceso de beatificación del propio Juan XXIII después de la clausura del Concilio Vaticano II. Juan XXIII fue beatificado por Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000, junto con el papa Pío IX. Su fiesta litúrgica quedó fijada el 11 de octubre, día de la apertura del Concilio Vaticano II.

La Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano aprobó los milagros para la canonización del beato Juan Pablo II y del beato Juan XXIII.13 Los dos pontífices serán canonizados en una misma celebración, el 27 de abril de 2014.

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Oración a San Juan XXIII


Dios, Padre amado, que nos diste como Santo Padre a San Juan XXIII, llamado por todos el Papa de la paz y el Papa bueno.

Te pedimos Padre por su intercesión ser portadores en esta tierra del don maravilloso de tu paz y ser por tanto hombres y mujeres de diálogo, comprensión y tolerancia.

Ayúdanos Señor a ver a todos los que nos rodean como hermanos e hijos de un mismo Dios y a buscar en todo momento el entendimiento sin desvirtuar tu luz y tu verdad.

Queremos, como San Juan XXIII, que nos reconozca el mundo entero porque, como discípulos tuyos, nos amamos unos a otros.

Gracias por este ejemplo de virtudes. Y unidos a todos los santos del cielo y en especial a este Papa bueno te suplico Padre Santo esta gracia particular que necesito (haga aquí su petición).

Gracias te doy de antemano, Señor, porque al ruego de tan gran intercesor estoy seguro de que me será concedida. Amén. 
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