domingo, 15 de julio de 2018

LAS MODAS


LAS MODAS




Jacinto tenía un viejo teléfono móvil. Como el celular le daba el servicio necesario, no le preocupaba que estuviera pasado de moda. Sin embargo, sus colegas lo molestaban y se burlaban cuando extraía su "pisapapeles" del maletín. Llegó a sentirse tan avergonzado que hace poco lo cambió por un Iphone 6.

Dice así el Dr. Alejandro Morton: la crisis en el mundo se debe, entre otras cosas, a la inseguridad que las personas tienen sobre ellas mismas; su continua necesidad de comprar jamás será satisfecha porque esperan que la satisfacción personal venga de lo comprado, y jamás será así.

A nivel social, no nos hemos dado cuenta de que ese impulso descontrolado por comprar es, en el fondo, la causa profunda de la crisis económica que ha cundido ya por todo el mundo, alimentada por un sistema financiero insaciable que facilitó recursos para que compraran quienes no tenían con qué".

Pocas cosas hay más estresantes que tratar de mantenerse a la moda en ropa, calzado, accesorios, tecnología, viajes, comidas, restaurantes, casas, muebles, autos y todo lo añadible. Quien tiene dinero en exceso puede comprar, usar y desechar, pero quienes vivimos sujetos a un presupuesto debemos cuidar qué compramos y entender por qué y para qué lo compramos.

En efecto, la presión social existe, pero debemos preguntarnos cuánto nos presiona y cuánto nos dejamos presionar.

¿Cuál es el problema de que se rían de nuestro viejo teléfono móvil? La risa es buena y si no les gusta el móvil, pueden bromear a costa de él y criticar el aparato, a su dueño o a ambos. El problema es de ellos, no del dueño del teléfono móvil, a menos que éste lo acepte.

Desafortunadamente, hoy día uno se refiere a las personas por sus posesiones: "Es el chico del descapotable rojo" o "La señora que usa ropa de marca y tiene una casa enorme" o "Es el director que siempre va a la moda". Es decir, su personalidad no emana de lo imprescindible, sino de lo prescindible. Lo primero no se compra en ningún lado; lo segundo en cualquiera, si se tiene los medios para hacerlo.

Un amigo muy cercano es multimillonario, pero nosotros lo averiguamos por accidente tras años de conocerlo. Es sencillo, generoso, adaptable a todo y disfruta lo disfrutable. Jamás presume y nunca hace alarde de nada porque tiene muy claro qué cosas son importantes en su vida. Las trampas de la presión social siempre han estado ahí. Caen en ellas quienes no se conocen a sí mismos y tienen una escala de valores centrada en lo social y en su desarrollo han tenido carencias afectivas.

El vacío personal no lo llena ni los armarios repletos, ni los automóviles lujosos, ni las joyas exclusivas, ni los accesorios de lujo.

La satisfacción de los consumidores insaciables no viene de poseer las cosas, sino de presumirlas ante los demás.

¿Tiene usted un teléfono móvil del que sus "amigos" se ríen cuando lo usa?. Ríase con ellos y úselo hasta que guste. ¿Le duelen las burlas? Entonces cambie de amigos, no de teléfono móvil...

UN CATÓLICO A FAVOR DEL ABORTO PUEDE COMULGAR?

¿Un católico a favor del aborto puede comulgar?
Católicos deben openerse al aborto.


Por: Redacción | Fuente: ACI Prensa 



Ante los recientes casos de despenalización del aborto en países de mayoría católica, como Irlanda, Colombia, Chile y la posibilidad de que lo mismo ocurra en Argentina, ha surgido la pregunta de si los fieles que están abiertamente a favor de esta práctica pueden recibir la Eucaristía.
Para resolver esta duda, la Iglesia ha emitido varios documentos. Uno de estos es la carta “Dignidad para recibir la Sagrada Comunión: Principios generales”, enviada en 2004 por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de Congregación para la Doctrina de la Fe, a los obispos de Estados Unidos.
La misiva señala que en el caso del grave pecado del aborto, “cuando la cooperación formal de una persona es manifiesta (entendida, en el caso de un político católico, como hacer campaña y votar sistemáticamente por leyes permisivas de aborto y eutanasia), su párroco debería reunirse con él, instruirlo respecto de las enseñanzas de la Iglesia, informándole que no debe presentarse a la Sagrada Comunión hasta que lleve a término la situación objetiva de pecado, y advirtiéndole que de otra manera se le negará la Eucaristía”.
Además, advierte que un católico sería “culpable de cooperación formal en el mal e indigno para presentarse” a la Eucaristía, “si deliberadamente votara a favor de un candidato precisamente por la postura permisiva del candidato respecto del aborto y/o la eutanasia”.
En este contexto, cuando un fiel católico ya ha sido instruido sobre la enseñanza de la Iglesia sobre el aborto, pero aún mantiene su postura pública “con obstinada persistencia” y se presenta a recibir la Comunión, “el ministro de la Sagrada Comunión debe rechazar distribuirla”.
“Esta decisión, propiamente hablando, no es una sanción o una pena. Tampoco es que el ministro de la Sagrada Comunión está realizando un juicio sobre la culpa subjetiva de la persona, sino que está reaccionando a la indignidad pública de la persona para recibir la Sagrada Comunión debido a una situación objetiva de pecado”, aclara el texto.
En agosto de 2008, el entonces Prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica de la Santa Sede, Cardenal Raymond L. Burke, precisó que los católicos, especialmente los políticos que públicamente defienden el aborto, no deben comulgar.
Se refirió también a la responsabilidad de caridad que tienen los ministros de la comunión de negársela si es que la solicitan “hasta que haya reformado la propia vida”.
Católicos deben oponerse al aborto
En el punto 2 de la carta del ahora Papa emérito Benedicto XVI, se recuerda lo establecido en la Carta Encíclica Evangelium vitae, respecto a decisiones judiciales o leyes civiles que autorizan o promuevan el aborto, declarando que existe “una grave y clara obligación de oponerse por la objeción consciente”.
“En el caso de una ley intrínsecamente injusta, como una ley que permite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito por tanto obedecerla, o ‘participar en una campaña de propaganda a favor de tal ley o votar por ella’”, señala en el numeral 73.
Asimismo, especifica que los cristianos tienen “una grave obligación de conciencia de no cooperar formalmente en prácticas que, aún permitidas por la legislación civil, son contrarias a la ley de Dios”.
El pecado del aborto
El aborto es un pecado grave, pues se trata de quitarle la vida a un ser humano en el vientre de su madre.
De acuerdo al derecho canónico, en el canon 1398, quien procura un aborto, así como los que cooperan o colaboran de forma directa, incurren en excomunión automática (latae sententiae), que solo puede absolver el obispo de la diócesis y los sacerdotes a los que él autorice.
Con ocasión del Año de la Misericordia en 2016, el Papa Francisco permitió a los presbíteros de todo el mundo absolver este pecado. Y luego, con la Carta Apostólica “Misericordia et misera”, el Santo Padre extendió este permiso de forma indefinida.

LA VIRGEN DEL CARMEN ... Y EL ESCAPULARIO


La Virgen del Carmen ...y el escapulario
El escapulario no salva por sí solo como si fuera algo mágico o de buena suerte, ni es una excusa para evadir las exigencias de la vida cristiana. 


Por: Archidiócesis de Madrid | Fuente: Corazones.org 


Cada 16 de Julio recordaremos a Nuestra Señora del Carmen. Reflexionemos hoy un poco sobre esta advocación y las grandes promesas de su escapulario.

Los carmelitas tienen, entre otros, el mérito de haber llevado esta advocación mariana a todos los estratos del pueblo cristiano.

En el siglo XII algunos eremitas se retiraron al Monte Carmelo, con San Simón Stock.

La Virgen Santísima prometió a este santo un auxilio especial en la hora de la muerte a los miembros de la orden carmelitana y a cuantos participaran de su patrocinio llevando su santo escapulario.

Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción.


La estrella del Mar y los Carmelitas

Los marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.

Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.


Los Carmelitas y la Virgen del Carmen 
se difunden por Europa

La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir a la que desde tiempos remotos allí se venera. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Incluso se le llamó: "Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella, a Cristo.



¿Qué es el Escapulario carmelita?

Los seres humanos nos comunicamos por símbolos. Así como tenemos banderas, escudos y también uniformes que nos identifican. Las comunidades religiosas llevan su hábito como signo de su consagración a Dios.


Los laicos no pueden llevar hábito, pero los que desean asociarse a los religiosos en su búsqueda de la santidad pueden usar el escapulario. La Virgen dio a los Carmelitas el escapulario como un hábito miniatura que todos los devotos pueden llevar para significar su consagración a ella. Consiste en un cordón que se lleva al cuello con dos piezas pequeñas de tela color café, una sobre el pecho y la otra sobre la espalda. Se usa bajo la ropa. Junto con el rosario y la medalla milagrosa, el escapulario es uno de los mas importantes sacramentales marianos.

Dice San Alfonso Ligorio, doctor de la Iglesia: "Así como los hombres se enorgullecen de que otros usen su uniforme, así Nuestra Señora Madre María está satisfecha cuando sus servidores usan su escapulario como prueba de que se han dedicado a su servicio, y son miembros de la familia de la Madre de Dios."

El escapulario es un sacramental

Un sacramental es un objeto religioso que la Iglesia haya aprobado como signo que nos ayuda a vivir santamente y a aumentar nuestra devoción. Los sacramentales deben mover nuestros corazones a renunciar a todo pecado, incluso al venial.

El escapulario, al ser un sacramental, no nos comunica gracias como hacen los sacramentos. Las gracias nos vienen por nuestra respuesta de amor a Dios y de verdadera contrición del pecado, lo cual el sacramental debe motivar.



¿Cómo surgió el escapulario?

La palabra escapulario viene del Latín "scapulae" que significa "hombros". Originalmente era un vestido superpuesto que cae de los hombros y lo llevaban los monjes durante su trabajo. Con el tiempo se le dio el sentido de ser la cruz de cada día que, como discípulos de Cristo llevamos sobre nuestros hombros. Para los Carmelitas particularmente, pasó a expresar la dedicación especial a la Virgen Santísima y el deseo de imitar su vida de entrega a Cristo y a los demás.

La Virgen María entrega el escapulario
 el 16 de julio de 1251

En el año 1246 nombraron a San Simón Stock general de la Orden Carmelita. Este comprendió que, sin una intervención de la Virgen, a la orden le quedaba poco tiempo. Simón recurrió a María poniendo la orden bajo su amparo, ya que ellos le pertenecían. En su oración la llamó "La flor del Carmelo" y la "Estrella del Mar" y le suplicó la protección para toda la comunidad.

En respuesta a esta ferviente oración, el 16 de julio de 1251 se le aparece la Virgen a San Simón Stock y le da el escapulario para la orden con la siguiente promesa:

"Este debe ser un signo y privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muera usando el escapulario no sufrirá el fuego eterno"

Aunque el escapulario fue dado a los Carmelitas, muchos laicos con el tiempo fueron sintiendo el llamado de vivir una vida mas comprometida con la espiritualidad carmelita y así se comenzó la cofradía del escapulario, donde se agregaban muchos laicos por medio de la devoción a la Virgen y al uso del escapulario. La Iglesia ha extendido el privilegio del escapulario a los laicos.


Explicación de la Promesa

Muchos Papas, santos como San Alfonso Ligorio, San Juan Bosco, San Claudio de la Colombiere, y San Pedro Poveda, tenían una especial devoción a la Virgen del Carmen y llevaban el escapulario. Santos y teólogos católicos han explicado que, según esta promesa, quien tenga la devoción al escapulario y lo use, recibirá de María Santísima a la hora de la muerte, la gracia de la perseverancia en el estado de gracia (sin pecado mortal) o la gracia de la contrición (arrepentimiento). Por parte del devoto, el escapulario es una señal de su compromiso a vivir la vida cristiana siguiendo el ejemplo perfecto de la Virgen Santísima.


El escapulario tiene 3 significados

1. El amor y la protección maternal de María: El signo es una tela o manto pequeño. Vemos como María cuando nace Jesús lo envuelve en un manto. La Madre siempre trata de cobijar a sus hijos.

Envolver en su manto es una señal muy maternal de protección y cuidado. Señal de que nos envuelve en su amor maternal. Nos hace suyos. Nos cubre de la ignominia de nuestra desnudes espiritual.


Vemos en la Biblia:

-Dios cubrió con un manto a Adán y Eva después de que pecaron. (manto - signo de perdón)

-Jonás le dio su manto a David: símbolo de amistad -Elías dio su manto a Eliseo y lo llenó de su espíritu en su partida.

-S. Pablo: revístanse de Cristo: vestirnos con el manto de sus virtudes.

2. Pertenencia a María: Llevamos una marca que nos distingue como sus hijos escogidos. El escapulario se convierte en el símbolo de nuestra consagración a María.

Consagración: ´pertenecer a María´ es reconocer su misión maternal sobre nosotros y entregarnos a ella para dejarnos guiar, enseñar, moldear por Ella y en su corazón. Así podremos ser usados por Ella para la extensión del Reino de su Hijo.

-En 1950 Papa Pío XII escribió acerca del escapulario: "que el escapulario sea tu signo de consagración al Inmaculado Corazón de María, lo cual estamos particularmente necesitando en estos tiempos tan peligrosos". Quien usa el escapulario debe ser consciente de su consagración a Dios y a la Virgen y ser consecuente en sus pensamientos, palabras y obras. Dice Jesús: "Cargad con mi yugo y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera". (Mt 11:29). El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar, pero que María nos ayuda a llevar. El escapulario es un signo de nuestra identidad como cristianos, vinculados íntimamente a la Virgen María con el propósito de vivir plenamente nuestro bautismo. Representa nuestra decisión de seguir a Jesús por María en el espíritu de los religiosos pero adaptado a la propia vocación, lo que exige que seamos pobres, castos y obedientes por amor.

Al usar el escapulario constantemente estamos haciendo silenciosa petición de asistencia a la Madre, y ella nos enseña e intercede para conseguirnos las gracias para vivir como ella, abiertos de corazón al Señor, escuchando su Palabra, orando, descubriendo a Dios en la vida diaria y cercanos a las necesidades de nuestros hermanos, y nos está recordando que nuestra meta es el cielo y que todo lo de este mundo pasa. En la tentación, tomamos el escapulario en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre. Kilian Lynch, antiguo general de la Orden dice: "No lleguemos a la conclusión de que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos...Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la omnipotencia suplicante de la Madre de la Misericordia."

3. El suave yugo de Cristo: "Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mi, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana". (Mt 11:29-30)

-El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar pero que María nos ayuda a llevar.

Quién lleva el escapulario debe identificarse como católico sin temor a los rechazos y dificultades que ese yugo le traiga.

Se debe vivir lo que significa

El escapulario es un signo de nuestra identidad como católicos, vinculados de íntimamente a la Virgen María con el propósito de vivir plenamente según nuestro bautismo. Representa nuestra decisión de seguir a Jesús por María en el espíritu de los religiosos pero adaptado a la propia vocación. Esto requiere que seamos pobres (un estilo de vida sencillo sin apegos materiales), castos y obedientes por amor a Dios.

En momentos de tentación, tomamos el escapulario en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre, resueltos a ser fieles al Señor.

Ella nos dirige hacia el Sagrado Corazón de su Hijo Divino y el demonio es forzado a retroceder vencido.


Imposición del Escapulario:

El primer escapulario debe ser bendecido por un sacerdote e impuesto por él mientras dice:

"Recibe este escapulario bendito y pide a la Virgen Santísima que por sus méritos, lo lleves sin ninguna mancha de pecado y que te proteja de todo mal y te lleve a la vida eterna"

¿Puede darse el escapulario a quien no es católico?

Sí. El escapulario es signo de la Maternidad Espiritual de María y debemos recordar que ella es madre de todos. Muchos milagros de conversión se han realizado en favor de buenos no-católicos que se han decidido a practicar la devoción al escapulario.

Conversiones

Un anciano fue llevado al Hospital de San Simón Stock en la ciudad de Nueva York, inconsciente y moribundo. La enfermera al ver al paciente con el Escapulario Carmelita llamó a un sacerdote. Mientras rezada las oraciones por el moribundo, éste recobró el conocimiento y dijo: "Padre, yo no soy católico". "¿Entonces, ¿por qué está usando el Escapulario Carmelita?", preguntó el sacerdote. "He prometido a mis amigos usarlo", explicó el paciente. "Además rezo un Ave María diariamente." "Usted se está muriendo" replicó el sacerdote. "¿Quiere hacerse católico?" ´Toda mi vida lo he deseado", contestó el moribundo. Fue bautizado, recibió la Unción de los Enfermos antes de fallecer en paz.

Alerta contra abusos

El escapulario NO salva por sí solo como si fuera algo mágico o de buena suerte, ni es una excusa para evadir las exigencias de la vida cristiana. Mons. Kilian Lynch, antiguo general de la Orden Carmelita nos dice: "No lleguemos a la conclusión que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos... Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la ´omnipotencia suplicante´ de la madre de la misericordia."

Los Papas y Santos han muchas veces alertado acerca de no abusar de la promesa de nuestra madre como si nos pudiéramos salvar llevando el escapulario sin conversión. El Papa Pío XI nos advierte: "aunque es cierto que la Virgen María ama de manera especial a quienes son devotos de ella, aquellos que desean tenerla como auxilio a la hora de la muerte, deben en vida ganarse dicho privilegio con una vida de rechazo al pecado y viviendo para darle honor."

Vivir en pecado y usar el escapulario como ancla de salvación es cometer pecado de presunción ya que la fe y la fidelidad a los mandamientos es necesaria para todos los que buscan el amor y la protección de Nuestra Señora.

San Claude de la Colombiere advierte: "Tu preguntas: ¿y si yo quisiera morir con mis pecados?, yo te respondo, entonces morirás en pecado, pero no morirás con tu escapulario."


Oración a la Virgen del Carmen
Súplica para tiempos difíciles


"Tengo mil dificultades:
ayúdame.

De los enemigos del alma:
sálvame.

En mis desaciertos:
ilumíname.

En mis dudas y penas:
confórtame.

En mis enfermedades:
fortaléceme.

Cuando me desprecien:
anímame.

En las tentaciones:
defiéndeme.

En horas difíciles:
consuélame.

Con tu corazón maternal:
ámame.

Con tu inmenso poder:
protégeme.

Y en tus brazos al expirar:
recíbeme.

Virgen del Carmen, ruega por nosotros.

Amén."

UN BAUTIZADO QUE NO SIENTE NECESIDAD DE EVANGELIZAR NO ES BUEN CRISTIANO


Un bautizado que no siente necesidad de evangelizar no es buen cristiano, señala el Papa
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)




El Papa Francisco presidió este domingo el rezo del Ángelus ante unos 15 mil fieles en la Plaza de San Pedro, a quienes explicó las dos características del “estilo del misionero”, y señaló que un bautizado que no siente la necesidad de evangelizar no es un buen cristiano.

Antes del rezo de la oración mariana, el Pontífice reflexionó sobre el pasaje del Evangelio en el que Jesús envía a sus discípulos de dos en dos, “después de haberlos llamado por su nombre” y de que fueran testigos de sus palabras y curaciones.

“Es una especie de ‘entrenamiento’ de lo que serán llamados a hacer después de la Resurrección del Señor con el poder del Espíritu Santo”, afirmó.

En ese sentido, el Santo Padre indicó que este pasaje evangélico “se detiene sobre los estilos del misionero, que podemos resumir en dos puntos: la misión tiene un centro, la misión tiene un rostro”.

El primero, señaló, es que el discípulo misionero “tiene antes que todo un centro de referencia que es la persona de Jesús”, es decir que el trabajo de los doce tiene un centro de irradiación que es reproducir a los demás “la presencia y la obra de Jesús en su acción misionera”.

“Esto muestra cómo los Apóstoles no tienen nada propio que anunciar, ni propia capacidad de demostrar, sino que hablan y actúan como ‘enviados’, como mensajeros de Jesús”, indicó.

Francisco dijo que este episodio concierne también a los cristianos de hoy, “no solo a los sacerdotes, sino a todos los bautizados, llamados a testimoniar en los varios ambientes de su vida el Evangelio de Cristo”.

“También para nosotros esta misión es auténtica solo a partir de su centro inmutable que es Jesús. No es una iniciativa de cada creyente ni de los grupos y menos de las grandes agrupaciones, sino que es la misión de la Iglesia inseparablemente unida a su Señor”.

“Ningún cristiano anuncia el Evangelio ‘por cuenta propia’, sino solo enviado por la Iglesia que ha recibido el mandato del mismo Cristo. Es el bautismo que nos hace misioneros. Un bautizado que no siente la necesidad de anunciar el Evangelio, de anunciar a Jesús, no es un buen cristiano”, afirmó el Papa.

Francisco dijo que “la segunda característica del estilo del misionero es, por así decir, un rostro, que consiste en la pobreza de los medios”.

El equipaje del misionero “responde a un criterio de sobriedad. Los doce, de hecho, tienen la orden de ‘no tomar para el viaje nada más que un bastón: ni panes, ni bolsa, ni dinero en la cintura’. El Maestro los quiere libres y ligeros, sin apoyos y sin favores, seguros solo del amor de Él que los envía, fuertes solo de su palabra que van a anunciar”.

“El bastón y las sandalias son las dotaciones de los peregrinos, porque son mensajeros del reino de Dios, no administradores omnipotentes, funcionarios inamovibles”, indicó.

En ese sentido, invitó a pensar en los santos de la Diócesis de Roma, como San Felipe Neri, Santa Ludovica Albertini, Santa Francesca Romana y muchos otros que “no eran funcionarios ni empresarios, sino humildes trabajadores del Reino”.

Ellos, afirmó el Papa, “tenían este rostro. Y a este ‘rostro’ pertenece también el modo en el cual viene acogido el mensaje: puede de hecho suceder que no sea acogido o escuchado. También esto es pobreza: la experiencia del fracaso”.

“La historia de Jesús, que fue rechazado y crucificado, prefigura el destino de su mensajero. Y solo si estamos unidos a Él, muertos y resucitados, podemos encontrar el coraje de la evangelización”, aseguró.

Finalmente, el Santo Padre pidió que “La Virgen María, primera discípula y misionera de la Palabra de Dios, nos ayude a llevar al mundo el mensaje del Evangelio en una exaltación humilde y radiante, más allá de cualquier rechazo, incomprensión o tribulación”.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 15 JULIO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
15 julio


No faltan en nuestros días quienes piensan que es compatible la asistencia frecuente a la Santa Misa y demás actos del culto con la murmuración, la crítica, el odio o rencor contra el prójimo.

La virtud básica del cristianismo es la caridad; el verdadero cristiano no puede fomentar en sí ningún sentimiento de aversión, odio o mala voluntad hacia nadie.

Es verdad que muchas veces no podemos evitar esos malos sentimientos, antipatías o aversiones hacia quienes nos han hecho el mal, pero siempre podremos evitar el "consentir" en aquello que sintamos; lo que ofrende a Dios y el prójimo no es lo que sentimos, sino l oque consentimos.

Finalmente siempre será poco el esfuerzo que hagamos por conseguir un temperamento amable, dulce, bondadoso y comprensivo, paciente y humilde.


P. Alfonso Milagro

JESÚS ME NECESITA


Jesús me necesita
Ser Luz Brillante de Jesús es la misión de cada cristiano


Por: Madre Angélica | Fuente: www.ewtn.com 




Cada cristiano es una “carta de Cristo al mundo”, “escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo”, “escrita, no sobre tablas de piedra, sino en los corazones vivos.” (2 Cor, 3, 2-3) Cada persona discapacitada, tullida, minusválida, deforme, o quizás senil, que ha sido bautizada, es una central eléctrica para el bien, gracias a la gracia de Dios en el alma, en un mundo perverso. Esa persona no necesita entender o ser capaz de explicar tal gracia. Es suficiente con que la posea y su presencia en el mundo hace que éste sea mejor y todos los que lo habitan también solo por el hecho de haber nacido, aunque tenga solo una poca capacidad de comunicación con aquel mundo, ya que él es una nave que porta la luz de Dios en un mundo oscuro.

Los ancianos y los que están solos, cuyas vidas son consideradas inútiles porque no pueden producir según el máximo de sus capacidades, son verdaderos dínamos de energía espiritual cuando sus almas poseen la presencia de la Trinidad por la gracia; sus mentes poseen la sabiduría que viene de la experiencia y sus espíritus poseen la serenidad de los que han luchado el buen combate y esperan con alegría la llamada del Maestro.

No hay barreras para el cristiano que trabaja junto con Cristo, su líder, para el bien de todos. Cada uno es parte importante y preciosa del todo. Ricos y pobres, enfermos y sanos, jóvenes y viejos, analfabetos y genios, todos trabajan juntos en presencia de Dios que mora en cada uno como en un Templo vivo.

Jesús los necesita a todos, mientras unos construyen enseñando, algunos enmiendan con el arrepentimiento, otros con el sufrimiento, y otros animan por medio de su alegría, algunos guían por medio del ministerio, y otros ocupándose de los demás, algunos trabajando y otros por medio del cariño. Cualquier que sea su parte, ese cristiano es luz, una antorcha y una parte integral del Cuerpo Místico de Cristo.

Ningún cristiano puede sentirse inútil o solo. Él no busca ni aplausos ni valoración. La realización personal de poder llevar en su propia alma la Divina Presencia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo le hace un instrumento poderoso para la salvación del mundo. Cada cristiano es una central eléctrica de gracia que extiende su mano y toca al vecino por medio del ejemplo y la oración. Es poderoso no importa donde esté o que haga, porque el poder que posee no le viene de él mismo, sino del Poder de Aquél que habita en él y en quien todos “vivimos, nos movemos y existimos”.

Somos parte del Cuerpo de Cristo sobre la tierra y todo lo que hacemos y somos tiene consecuencias sobre Él.

Un corazón quebrado llena el Cuerpo de una soledad palpitante. Una sonrisa lo hace feliz. Una alegría lo hace emocionarse y un dolor lo hace gritar.
El pecado lo hace retroceder hacia las contorsiones del rechazo y la santidad lo construye con un vigor renovado. La gracia es su sangre vivificante, que constantemente renueva sus células muertas revivificando los miembros sanos. La Cabeza del Cuerpo es Cristo y a cada uno de nosotros nos ha dado una función que cumplir, un papel que actuar y una trinchera que defender.

Cada uno de nosotros es vital para el funcionamiento apropiado del cuerpo entero y aunque nuestro deber particular permanezca oculto o inadvertido, el Cuerpo entero sufriría sin nosotros.

Necesitamos a Jesús, pero Él también nos necesita. No nos necesita porque podamos agregar algo a su obra, ya que Él es Infinito en todas sus perfecciones, nos necesita porque así lo quiere; quiere que cooperemos con Él para la salvación del mundo. A través de nuestro prójimo, Él extiende la mano y nos dice “te necesito…
Necesito tus palabras de consuelo en mi dolor, tu seguridad cuando estoy enfermo, tu esperanza cuando estoy desalentado y tu amor cuando el mundo es frío, porque aquello que hagan a uno de estos pequeños, a Mí me lo hacen”.

San Pablo se postra en tierra cuando oye la voz del Señor que le dice: “Saúl, Saúl, ¿Por qué me persigues?” (Hch 9, 4)


“¿Quién eres Tú?” Pablo contesta. Sí, sabía que la voz que lo había echado del caballo era la voz de Dios, pero el Dios que Pablo conocía era solo uno, Creador del Universo, Creador y Señor de los hombres, a quien había que obedecer y temer.

Pablo estaba confundido. “¿Señor?” Le contestó, y luego Pablo tuvo su primer encuentro con Dios hecho hombre, con Jesús, la Segunda Persona de la Trinidad. Su concepto de Dios habría de cambiar, Había sido creado para entender que Dios vivía en su prójimo, pronto sería consciente de esa presencia al ser bautizado por Ananías y en el momento en que el Espíritu Santo se derramó en su alma con gracia y luz. “Yo le mostraré”, le dijo Jesús a Ananías, “cuánto tendrá que sufrir por mi nombre”.

Y lo mismo pasó con Pedro. Jesús le dijo después de la Resurrección: “Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas” (Jn 21, 17). Jesús necesitaba de Pedro y de los demás apóstoles para edificar los cimientos de un nuevo estilo de vida, una vida totalmente entregada a Dios, una vida de alegría y sacrificio, una vida de amor por el prójimo.

Jesús necesitó su martirio para que atestiguaran por El el poder de su Nombre. Les dio el poder de curar para revelar su preocupación por los enfermos. Les dio el poder de expulsar demonios para compartir su compasión con los pobres pecadores. Les dio el poder de soportar el dolor y alegrarse con él de modo que pudieran dar esperanza a otros.

Jesús necesitó a estos hombres en cada faceta de sus vidas para que lo ayudaran a salvar al mundo. Jesús nos redimió por su vida, por su sufrimiento y por su muerte. Necesitó de estos hombres y de muchos más para que lo siguieran enseñando, proclamando, sosteniendo y dando alegría.

Jesús necesitó a Juan, lo necesitó para que se hiciera cargo de su Madre cuando el tiempo de su regreso al Padre había llegado. “Viendo a su Madre y al discípulo que amaba, dijo Jesús a su Madre: “Mujer, éste es tu hijo, y dijo al discípulo: ésta es tu madre, y desde aquel momento, el discípulo hizo un lugar para ella en su casa.” (Jn 19, 26-27)
Jesús necesitó a María, de cuyo Cuerpo Inmaculado tomó su Humanidad. Necesitó a José, fuerte y apacible para protegerlo a él y a su madre durante su estancia terrena.

Jesús los necesitó a todos porque el Amor extiende su mano hacia el compañerismo, no para recibir, sino para dar, no para crecer en algo, sino porque quiere que experimentemos la alegría de ser serviciales y de estar unidos a Dios que es amable y bueno.


Jesús Necesita mi servicio

Dios creó nos creo a cada uno con un objetivo definido en su mente infinita. Aunque siempre tenga una visión panorámica de nuestras vidas enteras, este conocimiento no le impide buscar nuestra voluntad y nuestros corazones.

Cuando nuestro prójimo nos necesita, es porque tenemos algo para darle que él no posee. Lo que tenemos para darle puede no ser tangible, pero igual podremos saciar alguna de sus necesidades.

Con Dios esto es diferente. Todo lo que tenemos en el cuerpo, el alma, talentos y bienes, son un regalo suyo. Lo que le damos a Él en estas dimensiones no es un regalo en absoluto ya que desde ya nosotros le pertenecemos.

Se hace necesario para nosotros dar a nuestro prójimo aquellas cosas que no le podemos dar a Dios, de la misma manera que Dios nos da sus dones a nosotros. Debemos darlos gratuitamente y desinteresadamente, no porque nuestro vecino merezca estas ventajas, sino únicamente porque queremos imitar al Padre.

Sea que nuestro servicio sea tangible, alimento o ropa, o intangible como el amor, la oración, la compasión y la paciencia, tenemos que servir a nuestro prójimo en aquello que no podemos servir a Dios. Es por eso que Jesús nos dirá en el último día. “Yo os digo que todo lo que hiciste al más pequeño de mis hermanos, me lo hiciste a mí. (Mt 25, 40).


Jesús Necesita mi debilidad

“Todo aquél que no cargue su Cruz y me siga no puede ser mi discípulo” (Lc 14, 27) Duras palabras para un Salvador, un Redentor, que debía de liberarnos del mal.

La Cruz era un escándalo entonces y lo sigue siendo hoy. Sin embargo, debemos entender que no es tanto un escándalo como un misterio, un misterio que nunca comprenderemos en esta vida. No entendemos el amor desinteresado, aquel amor que no quiere nada más que parecerse al Amado, que busca unirse a él con la mente, el corazón, amor que dice “No temáis, yo también he tenido dolor, persecución, sufrimiento, pobreza y hambre. Mirad, yo les muestro como perseverar, yo les muestro como rezar, como perdonar, como amar, como estar en paz, como conformarse con el Plan del Padre sin importar dificultad alguna”.

Él se desprendió de sí para que nosotros pudiéramos estar llenos, llenos no por nuestra conveniencia sino por el bien del prójimo. Nos enseñó a aceptar la indiferencia desde su infancia. Nos mostró como aceptar la soledad durante su vida oculta. Nos mostró como aceptar el éxito por su actitud ante la gente que lo proclamaba Rey. Nos mostró como aceptar la voluntad de Dios en la Agonía en el Huerto, nos mostró cómo aceptar el dolor, los insultos, y la muerte, una muerte de Cruz.

Todo fue un signo de amor por el Padre y por nosotros, y todo debe ser también lo que nosotros testimoniemos al mundo. “Alégrense cuando os persigan”, nos dijo. Una y otra vez nos dijo que no temiéramos porque Él había conquistado el mundo. Él lo conquistó no cambiándolo, sino cambiando a los hombres que vivían en él.

Él lo dejó todo por nosotros, y quiere que sus discípulos hagan lo mismo. Vivir la privación fue parte de su testimonio ante el mundo y debe ser parte también del nuestro. Él instruyó a quienes lo seguían a no llevar nada para el camino salvo un bastón; ni pan, ni bolso, ni túnica, ni monedas para su bolsa. Debían usar sandalias pero al mismo los advirtió diciéndoles “no lleven túnica de repuesto”. (Mc 6, 8-9).

Nuestro testimonio no debe ser sano, rico y sabio, pero si debe ser el de aceptar todo lo que la Providencia pone en nuestro camino con alegría de corazón y paz en la mente: salud o enfermedad, pobreza o riqueza, éxito o fracaso. Nuestro testimonio debe ser realmente libre mentalmente, sin resentimientos; libre en el corazón, sin accesorios que nos puedan obstaculizar; libre en el cuerpo, que vive el autocontrol; y libre en el espíritu, siempre buscando la unión con Dios, su honor y su gloria.


Jesús necesita mi amor

Su deseo de que seamos “completamente como Él” tiene un toque de urgencia, es un deseo ardiente de que lo amemos tanto como Él nos ama. Cuando dos personas se aman el uno al otro, ese mismo amor demuestra al mundo que se pertenecen el uno al otro. Ese amor prueba que algunas personas en nuestras vidas son nuestros amigos y la falta de ese amor demuestra que otros son simples conocidos e incluso enemigos.

El amor demuestra su poder derritiendo los corazones helados, dando seguridad, cambiando las personalidades, inculcando la alegría y provocando un sentimiento de bienestar que nada más puede causar.

El amor demuestra que podemos cuidar de otros incluso sacrificándonos por ellos, el amor necesita probarse a sí mismo que ama, se esfuerza por probarle al otro cuan intenso es y es ingenioso en su modo de suministrar aquella prueba.

Las pruebas que vienen del amor verdadero permanecen ocultas y pasan inadvertidas para aquél que ama. Y la razón de esto es que aquél que ama a Dios intensamente y continúa amándolo siempre está tan ocupado amando que no se da cuenta del testimonio que da, ese testimonio es el fruto de aquel profundo amor, no su causa.

Jesús nos transforma en hermosas imágenes suyas por el poder del Espíritu Santo que ha sido derramado en nuestros corazones.


Jesús me necesita

Todo lo que Jesús quiere de nosotros exige que confiemos en Él.

Las Bienaventuranzas son ocho escaños para confiar, porque demanda mucha confianza creer y vivir según el principio de que los pobres poseerán el Reino y de que los perseguidos estarán alegres.

Demanda mucha confianza comprender que, cuando todo parece desmoronarse, de algún modo todos los pedazos rotos están en Sus manos y Él volverá a unirlos.

Demanda mucha confianza ver el sufrimiento y comprender que Dios está educando a aquellos que ama y que el mismo Jesús sufre en ellos.

Demanda mucha confianza rezar fuerte y largo y no recibir la respuesta que uno quisiera.

Demanda mucha confianza pensar que Dios se valdrá de nuestras debilidades para nuestro bien mientras hagamos un sincero esfuerzo por vencerlas.

Demanda mucha confianza comprender que la muerte de alguien querido ocurre en el mejor momento de su vida.

Demanda mucha confianza abandonar a todos y todo en las manos de Dios sin preocuparnos.

Necesitamos confiar en Él en todo momento y toda nuestra vida, y esa confianza brillara como los rayos del sol, tocando a todos los que encontremos en el camino.

La confianza que Jesús demanda de sus seguidores parece imposible y este hecho demuestra que sólo Dios exigiría una confianza heroica.

Él nos pidió no preocuparnos por el mañana y cuando nuestro prójimo ve ese testimonio en nosotros, su corazón se eleva.

Él nos pidió saltar de alegría cuando somos perseguidos, porque cuando lo hacemos, le mostramos a los demás que hay un mundo mejor más allá de este, un mundo en donde descansa nuestro verdadero tesoro.

Él nos pidió cumplir la voluntad del Padre con absoluta confianza en la Sabiduría de aquél plan, y el ver esta clase de confianza es una experiencia suficientemente poderosa como para fortalecer a nuestros hermanos en las circunstancias más difíciles.

Él nos pidió ser mansos y humildes de corazón para que encontremos descanso para nuestras almas; la serenidad, que es el fruto del señorío de uno mismo se vuelve la envidia del mundo.

Cada cristiano es importante, importante para Dios, para el mundo y para el Reino.


Luz Brillante de Jesús

Ser Luz Brillante de Jesús es la misión de cada cristiano. Como el brillo de una estrella en medio de una noche oscura, así el cristiano debe dar luz y esperanza y levantar los corazones y las mentes de todo el mundo hacia el Amor y la Misericordia de Dios que es Padre y Señor.

El esfuerzo constante del cristiano por hacerse una réplica exacta de Jesús es motivo de esperanza para el prójimo, lo llena con la convicción profunda de que existe una realidad invisible lo suficientemente fuerte como para vencer cualquier tentación, como para sobreponerse a cualquier indignidad, soportar todas las cruces y mantener el gozo no importa lo que pueda suceder.

Jesús necesita que aquella imagen, aquel cristiano, lo ayude a irradiar su poder y su Persona al mundo. Pablo lo dice hermosamente, “Dios nos hace, en Cristo, compañeros en su triunfo, y a través de nosotros expande su conocimiento como un dulce aroma en todo lugar” (2 Cor 2, 14) “Somos incienso de Cristo para Dios… Son una carta de Cristo, escrita con el Espíritu de Dios vivo.” “Somos embajadores de Cristo; como si Dios hablara por medio de nosotros”.(2 Cor 5, 21).

Debemos irradiar a Jesús y los rayos de aquella luz brillarán en los confines de la tierra, sobre cada nación y sus gentes, porque trabajamos junto con Jesús para la salvación de la humanidad.

“Os he amado con un amor eterno” (Jer 31, 3).

NUEVA ETAPA EVANGELIZADORA - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 15 JULIO 2018


Nueva etapa evangelizadora 




El papa Francisco nos está llamando a una «nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría de Jesús». ¿En qué puede consistir? ¿Dónde puede estar su novedad? ¿Qué hemos de cambiar? ¿Cuál fue realmente la intención de Jesús al enviar a sus discípulos a prolongar su tarea evangelizadora?

El relato de Marcos deja claro que solo Jesús es la fuente, el inspirador y el modelo de la acción evangelizadora de sus seguidores. No harán nada en nombre propio. Son «enviados» de Jesús. No se predicarán a sí mismos: solo anunciarán su Evangelio. No tendrán otros intereses: solo se dedicarán a abrir caminos al reino de Dios.

La única manera de impulsar una «nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría de Jesús» es purificar e intensificar esta vinculación con Jesús. No habrá nueva evangelización si no hay nuevos evangelizadores, y no habrá nuevos evangelizadores si no hay un contacto más vivo, lúcido y apasionado con Jesús. Sin él haremos todo menos introducir su Espíritu en el mundo.

Al enviarlos, Jesús no deja a sus discípulos abandonados a sus fuerzas. Les da su «poder», que no es un poder para controlar, gobernar o dominar a los demás, sino su fuerza para «expulsar espíritus inmundos», liberando a las personas de lo que las esclaviza, oprime y deshumaniza.

Los discípulos saben muy bien qué les encarga Jesús. Nunca lo han visto gobernando a nadie. Siempre lo han conocido curando heridas, aliviando el sufrimiento, regenerando vidas, liberando de miedos, contagiando confianza en Dios. «Curar» y «liberar» son tareas prioritarias en la actuación de Jesús. Darían un rostro radicalmente diferente a nuestra evangelización.

Jesús los envía con lo necesario para caminar. Según Marcos, solo llevarán bastón, sandalias y una túnica. No necesitan de más para ser testigos de lo esencial. Jesús los quiere ver libres y sin ataduras; siempre disponibles, sin instalarse en el bienestar; confiando en la fuerza del Evangelio.

Sin recuperar este estilo evangélico, no hay «nueva etapa evangelizadora». Lo importante no es poner en marcha nuevas actividades y estrategias, sino desprendernos de costumbres, estructuras y servidumbres que nos están impidiendo ser libres para contagiar lo esencial del Evangelio con verdad y sencillez.

En la Iglesia se ha perdido ese estilo itinerante que sugiere Jesús. Su caminar es lento y pesado. No sabemos acompañar a la humanidad. No tenemos agilidad para pasar de una cultura ya pasada a otra actual. Nos agarramos al poder que hemos tenido. Nos enredamos en intereses que no coinciden con el reino de Dios. Necesitamos conversión.



© Padre José Antonio Pagola

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 15 JULIO 2018


Lecturas de hoy Domingo 15º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
Hoy, domingo, 15 de julio de 2018



Primera lectura
Lectura de la profecía de Amós (7,12-15):

En aquellos días, dijo Amasías, sacerdote de Casa-de-Dios, a Amós: «Vidente, vete y refúgiate en tierra de Judá; come allí tu pan y profetiza allí. No vuelvas a profetizar en Casa-de-Dios, porque es el santuario real, el templo del país.» 
Respondió Amós: «No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo de Israel."»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 84

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,3-14):

Bendito sea Dios, Padre nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.
Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria. Y también vosotros, que habéis escuchado la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, en el que creísteis, habéis sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo prometido, el cual es prenda de nuestra herencia, para liberación de su propiedad, para alabanza de su gloria.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,7-13):

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. 
Y añadió: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.» 
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Palabra del Señor


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Comentario al Evangelio de hoy domingo, 15 de julio de 2018
 Fernando Torres cmf


Una Iglesia en misión

      El Evangelio de hoy nos cuenta cómo Jesús envió a los discípulos de dos en dos a predicar la conversión y le dio autoridad sobre los espíritus que esclavizaban y oprimían a los hombres y mujeres de aquel tiempo. Les pidió que fueran con lo justo para el camino. Apenas un bastón y nada más. Lo más importante era el mensaje que llevarían.

      Esa misión, que comenzó en tiempos de Jesús, sigue hoy en marcha. En estos veinte siglos en la Iglesia siempre ha habido hombres y mujeres dispuestos a salir de su tierra, llevando apenas un bastón, dejando atrás seguridad y comodidades, para ir a anunciar el Evangelio. Estos misioneros no siempre han sido bien recibidos. Algunos han muerto de forma violenta. Pero otros muchos fueron acogidos con el corazón abierto y en los países que les recibieron desgastaron su vida al servicio de sus habitantes, educaron a sus hijos, cuidaron a sus enfermos, liberaron a los oprimidos y dieron alegría a los tristes. 

      Así los misioneros y misioneras han hecho y hacen presente en muchos lugares el Reino de Dios. Hacen muchas cosas y muy diferentes, pero en todo lo que hacen llevan siempre un mensaje único: que Dios nos ha bendecido en Cristo con toda clase de gracias, que en él nos ha elegido para que seamos santos en el amor, que nos ha destinado a que seamos sus hijos, que en él nos ha perdonado todos nuestros pecados. La voluntad de Dios consiste en reunir a todos en Cristo, en hacer de todos nosotros una sola familia. Ése es el mensaje que los misioneros y misioneras llevan no sólo a los lugares lejanos sino también a los más cercanos. Porque aquí, cerca de nosotros, a veces en nuestras mismas familias o casas, hay personas que desconocen ese mensaje de salvación, que se dejan llevar por la tristeza y la falta de esperanza.

      Las lecturas de este domingo nos enseñan que la misión de la Iglesia no afecta sólo a los misioneros y misioneras que dejan su país de origen y se van a países lejanos. Toda la comunidad cristiana, cada uno de los que la forman, debe ser misionera. Todos somos responsables de llevar el anuncio del amor de Dios, del perdón de los pecados, del Reino de salvación a los que no lo conocen, a los que viven sin esperanza. No hace falta saber idiomas ni hacer largos estudios. Basta con vivir siendo testigos del amor de Dios, del amor con que Dios nos ama y regalar ese amor a los que viven con nosotros. Si así vivimos, descubriremos con sorpresa como echaremos a muchos “demonios” que oprimen la vida de las personas que nos rodean.



Para la reflexión

      ¿Crees que hay personas cerca de ti que desconocen el mensaje de la salvación que Jesús nos ofrece? ¿Qué significa en concreto ser testigos del amor de Dios para esas personas? ¿Que actitudes deberíamos tener y que acciones deberíamos realizar para ser testigos de ese amor ante ellos?

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