sábado, 30 de junio de 2018

HOY Y MAÑANA


Hoy y mañana     



Hoy…

- Antes de decir algo destructivo, piensa en los que no pueden hablar.

- Antes de quejarte del sabor de tu comida, piensa en los que no tienen qué comer.

- Antes de quejarte de tu pareja, piensa en los corazones solitarios y tristes que añoran un compañero.

- Antes de quejarte de tus hijos, piensa en quienes no los tienen y los desean.

- Cuando estés cansado y reniegues de tu trabajo, piensa en los millones que están desempleados y quisieran el tuyo.

- Antes de señalar con el dedo, y tomarte la atribución de juzgar, recuerda que todos hemos cometido errores, y lo seguiremos haciendo.

- Y cuando el cansancio y las tinieblas quieran timarte y llenarte de pensamientos negativos y destructores... ¡Sonríe!

- Sonríe y da gracias a Dios, porque estás vivo y todavía andas por aquí.

- Esta vida no es eterna para nadie. Es un regalo, una aventura, una celebración, un hermoso viaje…. ¡Aprovéchala!


Mañana...

- Mañana será demasiado tarde para aprovechar el tiempo precioso que tienes en tus manos hoy.

- Mañana será demasiado tarde para aprovechar al máximo las oportunidades que aparezcan hoy.

- El momento de hablar claro, de avanzar, de poner manos a la obra, de marcar una diferencia, es este.

- Porque mañana es tan sólo un concepto, mientras que hoy está aquí, en tus manos.

- Cada uno de los instantes que llegan a ti es un regalo sin igual.

- Vive y actúa ahora, hoy, cuando realmente puedes hacerlo, y las posibilidades que se abrirán ante ti serán sorprendentes.

- Lo que haces hoy queda hecho. Lo que postergas para más tarde queda en el olvido.

- Mañana termina siendo una excusa muy conveniente. El tiempo para actuar es hoy. Tómalo, vívelo y sé, hoy.

VACACIONES, OPORTUNIDAD PARA SER MEJOR FAMILIA

Vacaciones, oportunidad para ser mejor familia
El descanso abre al hombre, sujeto a la necesidad del trabajo, la perspectiva de una libertad más plena


Por: Paulette Luca Cataño | Fuente: Siame.mx 




Hemos llegado rápidamente a la mitad de este año, y junto a esto llega -en México y muchos otros países- el periodo de vacaciones, un don de Dios y una oportunidad que nos ayuda a fortalecer el cuerpo y el espíritu. En esta época del año, las familias tienen la posibilidad de descansar, convivir más, pero sobre todo, tienen la oportunidad de mejorar.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que “El descanso abre al hombre, sujeto a la necesidad del trabajo, la perspectiva de una libertad más plena. (…) El descanso permite a los hombres recordar y revivir las obras de Dios, desde la creación hasta la Redención, reconocerse a sí mismos como obra suya, y dar gracias a Dios por su vida (…)”.

Cuando Jesús visitó a las hermanas Martha y María; la primera no dejaba de trabajar y la segunda se sentó a los pies de Jesús para escuchar sus enseñanzas. Él le dice a María que ha escogido la mejor parte (Lucas 10, 38-42). Algo muy importante que nos enseña este pasaje es que una de las mejores formas de aprovechar nuestro tiempo es dedicándolo a nuestra relación con Dios y dejando que Él nos acompañe y nos enseñe a ser mejores personas.

En artículos anteriores te he recomendado algunas ideas para convivir como familia y crecer en la fe. Ahora te propongo un ejercicio de reflexión y evaluación personal para cuando tengas un momento de descanso y pausa de la vida diaria. Puedes realizarlo en un ambiente de silencio, oración o frente al Santísimo y escribir las ideas o propósitos más importantes.

1. Mi persona. ¿Busco ser una mujer o un hombre de bien? ¿Cuido mi trabajo y doy mi mejor esfuerzo? ¿Cuido mi salud? ¿Trato de cumplir mis propósitos, mis metas, mis sueños?


2. Mi vida espiritual. ¿Vamos a Misa los domingos mi familia y yo? ¿Tenemos algún momento de oración en el día? ¿Tratamos de hacer obras de caridad o misericordia hacia las personas más necesitadas?

3. Mi matrimonio. ¿Busco hacer feliz a mi pareja con pequeños detalles? ¿Cuáles son las áreas que tenemos que mejorar? ¿Le he preguntado si quisiera que mejorara en algún área de nuestra relación? Le he preguntado: ¿Hay algo que pueda hacer por ti hoy?

4. Las bases de mi familia. ¿Qué aspectos necesitamos mejorar como familia? ¿Deberíamos dedicarnos más tiempo de calidad, tener más organización, etc.? ¿Cómo podemos mejorar la comunicación para prevenir problemas o discusiones? ¿Tenemos bases sólidas de amor y confianza o necesitamos reforzarlas?

5. Nuestros hijos. ¿Cuáles son los valores que le estoy enseñando a mis hijos? ¿Cuál es el ejemplo que quiero que mis hijos tengan de mí? ¿Qué me enseñaron mis padres que me gustaría transmitirles a ellos?

Cambiar es un proceso difícil, pero no imposible. Es mejor pensar en los beneficios a largo plazo que estos cambios positivos traerán a tu vida matrimonial y familiar.

Además, vacaciones no necesariamente significa un viaje o no hacer nada, también puede ser un fin de semana dedicado sólo a tu familia para renovarse, fortalecerse y superarse. Lugares para visitar siempre van a existir, pero lo que no regresa es el tiempo de calidad para amar y educar a tus hijos.

Benedicto XVI nos motiva con estas palabras: “Jesús promete que dará a todos descanso, pero pone una condición: Tomen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón. ¿En qué consiste este yugo que en lugar de pesar, aligera, y en lugar de aplastar, alivia? El yugo de Cristo es la ley del amor.

Espero que en estas vacaciones, Dios te bendiga de manera especial con la gracia de su amor y de su Espíritu Santo para que puedas acompañar y guiar de la mejor manera a tus hijos y encaminarlos a que siempre sean hombres y mujeres de bien.

LA FE DEL CENTURIÓN


La fe del centurión
Jesús, en el Evangelio de hoy, se nos muestra como el maestro universal, como el gran unificador del pueblo de Dios.


Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer 




Del Santo Evangelio según San Lucas 7,1-10: En aquel tiempo, Jesús, cuando hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo. Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: «Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga». Iba Jesús con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: “Vete”, y va; y a otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace». Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: «Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande». Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano.

Reflexión
Jesús, en el pasaje que hemos compartido del Evangelio, se nos muestra como el maestro universal, como el gran unificador del pueblo de Dios. Se nos muestra como salvador, que supera todas las divisiones y que reintegra en la comunidad religiosa a este centurión que todos consideramos excluido de ella.

Dios ha creado al mundo en la unidad y en el amor. Ha sido el pecado, el diablo, quienes han suscitado la división y la discordia. El pecado no solamente ha roto el vínculo filial entre el hombre y Dios. Ha separado también a los hombres entre sí.

Cada uno de nuestros pecados ha introducido en el mundo una nueva división: barreras de raza, barreras de clases sociales, barreras de color, de lengua, de nación, hasta barreras de religión. Todas estas barreras son frutos de nuestros pecados, de nuestras faltas de amor.

Todos tenemos una inmensa necesidad de ser amados, de ser apreciados. ¡Pero qué mal respondemos a las necesidades de los demás! Todos nos lamentamos de las barreras que tenemos que sufrir, pero ignoramos o justificamos las que imponemos nosotros a los demás.

Cristo ha venido a suprimir todas estas divisiones, a levantar todas estas barreras. Él ha sido enviado para reunir en un solo cuerpo a los hijos de Dios que están dispersos. Todos son hijos de Dios: los negros y los blancos, los patrones y los obreros, los creyentes y los que no creen.

Cristo tiene un solo fin: unirnos a todos. Y lo demuestra en este Evangelio, reintegrando a la comunidad religiosa a este centurión pagano.

Pero además, Jesús hace de este pagano un elogio tan grande que lo coloca por encima de todos los creyentes tradicionales, de todos los fieles que se creen salvados porque cumplen con unas cuantas prácticas piadosas.

Es una lección que resulta poco agradable de aprender pero que sin duda se dirige también a cada uno de nosotros, sacerdotes y fieles. Porque también nosotros sufrimos la tentación de creernos salvados, ya que tenemos la religión verdadera, ya que hemos sido bautizados, ya que nos encontramos hoy aquí celebrando esta misa.

Pienso que Cristo sentía nostalgia de los paganos. Deseaba poder salir de su triste comunidad adormilada, embotada, satisfecha, para ir al encuentro de otras almas nuevas, frescas, impresionables. Entre los suyos, no encontraba más que almas habituadas, comodonas, endurecidas por la rutina, practicantes sin alegría, creyentes sin fuego interior.

Y cuando una vez encontró un acto de fe entusiasta y generoso, lo encontró en un pagano. Una sola vez nos dice el Evangelio que Cristo se admiró de una persona: y no fue de un fiel, sino de un pagano, de nuestro centurión.

Y yo me pregunto si Jesús no habrá pensado también en nosotros cuando hizo aquella observación tan triste: “Verdaderamente no he encontrado tanta fe en Israel”.

Toda religión, incluso la verdadera religión, corre el riesgo de degenerar en fariseísmo y en pura rutina.

Si practicamos nuestra religión sin un continuo esfuerzo de renovación, de fidelidad, de conversión, corremos el riesgo de convertirnos en personas más paganas todavía que si no hubiéramos creído. Porque el que cree que tiene ¿cómo es posible que acepte algo?

No tenemos más que una manera de salvarnos: vivir de una fe que nos abra personalmente a Dios, que nos haga reconocer a Dios y encontrarlo en todo cuanto nos hable de Él. Por eso, toda fe es una búsqueda constante, que tiene altibajos, sus dificultades y dudas de fe.

Mientras no tengamos dudas contra la fe, es que nuestras ideas se compaginan fácilmente con las ideas de Dios. Pero entonces no sabemos si creemos de verdad en Dios o si creemos sencillamente en nosotros mismos.

Es a partir del momento en que tenemos una dificultad, una diferencia entre lo que Dios nos dice y lo que nosotros mismos pensamos, cuando por primera vez en nuestra vida tenemos la oportunidad de hacer un verdadero acto de fe, de abandonarnos a Dios, de salir de nosotros mismos y de entrar en sus ideas, en su mundo, en su voluntad.

Esto fue lo que hizo el centurión del Evangelio. Él se pudo en camino. Salió de su ambiente nacional: era romano y se dirigió a aquel judío. Salió de su ambiente religioso: era pagano y puso su fe en Cristo. Se confió a Él por completo, separándose de su autoeducación, de su ambiente, de sus costumbres.

Queridos hermanos, Jesús nos invita por medio del Evangelio de hoy, a recorrer con Él valientemente nuestro camino de fe, a abrir nuestra alma al mundo misterioso de Dios, y a dejarnos conducir y educar por su mano bondadosa de Padre. Pidámosle, por eso, a la Virgen María en su Santuario que nos regale esa gracia de una fe auténtica y madura a todos nosotros.

¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Padre Nicolás Schwizer
Instituto de los Padres de Schoenstatt

PAPA FRANCISCO PIDE A LOS CRISTIANOS QUE IMITEN A JESÚS

Una multitud llenó la Plaza de San Pedro durante la Misa. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa

El Papa pide a los cristianos que imiten a Jesús y no rechacen tocar la miseria humana

Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




Frente a la tentación de alejarse de las llagas de Cristo, el Papa Francisco afirmó que “Jesús toca la miseria humana, invitándonos a estar con Él y a tocar la carne sufriente de los demás”.

Durante la homilía pronunciada en la Misa con motivo de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, celebrada este viernes 29 de junio en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre advirtió que “no son pocas las veces que sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor”.

El Pontífice, que celebró la Misa acompañado de los 14 nuevos Cardenales creados el día anterior en el Consistorio, atribuyó esta actitud a la acción del demonio que, actuando “a escondidas” trata de alejar a los cristianos de Jesús.

El Pontífice reflexionó sobre la identidad de Jesús, y cómo el pueblo de Israel, entonces, al igual que “tantos rostros sedientos de vida” hoy, preguntaba: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. El Papa señaló que Jesús retoma esa pregunta y es Él mismo quien se la plantea a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”.

“Pedro, tomando la palabra en Cesarea de Filipo, le otorga a Jesús el título más grande con el que podía llamarlo: ‘Tú eres el Mesías’, es decir, el Ungido de Dios”, señaló.


En este sentido, explicó que “me gusta saber que fue el Padre quien inspiró esta respuesta a Pedro, que veía cómo Jesús ungía a su Pueblo. Jesús, el Ungido, que, de poblado en poblado, camina con el único deseo de salvar y levantar lo que se consideraba perdido: ‘unge’ al muerto, unge al enfermo, unge las heridas, unge al penitente, unge la esperanza”.

En esa unción, “cada pecador, perdedor, enfermo, pagano pudo sentirse miembro amado de la familia de Dios. Con sus gestos, Jesús les decía de modo personal: tú me perteneces”.

De esta manera, “todo yugo de esclavitud es destruido a causa de su unción” y, por lo tanto, “no nos es lícito perder la alegría y la memoria de sabernos rescatados, esa alegría que nos lleva a confesar ‘tú eres el Hijo de Dios vivo’”.

Francisco explicó que Jesús, el Ungido de Dios, “lleva el amor y la misericordia del Padre hasta sus últimas consecuencias”, hasta la cruz. “Tal amor misericordioso supone ir a todos los rincones de la vida para alcanzar a todos, aunque eso le costase el ‘buen nombre’, las comodidades, la posición…, el martirio”.

Fue precisamente en el momento en que Jesús anuncia su misión de acudir a Jerusalén para ser crucificado cuando Pedro reacciona: “¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte”. Pedro, señala el Papa, “se transforma inmediatamente en piedra de tropiezo en el camino del Mesías; y creyendo defender los derechos de Dios, sin darse cuenta se transforma en su enemigo (lo llama ‘Satanás’)”.

“Contemplar la vida de Pedro y su confesión, es también aprender a conocer las tentaciones que acompañarán la vida del discípulo. Como Pedro, como Iglesia, estaremos siempre tentados por esos ‘secreteos’ del maligno que serán piedra de tropiezo para la misión. Y digo ‘secreteos’ porque el demonio seduce a escondidas, procurando que no se conozca su intención”.


Por el contrario, “participar de la unción de Cristo es participar de su gloria, que es su Cruz”. “Gloria y cruz en Jesucristo van de la mano y no pueden separarse; porque cuando se abandona la cruz, aunque nos introduzcamos en el esplendor deslumbrante de la gloria, nos engañaremos, ya que eso no será la gloria de Dios, sino la mofa del ‘adversario’”.

Frente a la tentación de permanecer alejados de las llagas de Cristo en la cruz, el Santo Padre recordó que “confesar la fe con nuestros labios y con nuestro corazón exige identificar los ‘secreteos’ del maligno”.

“Aprender a discernir y descubrir esos cobertizos personales o comunitarios que nos mantienen a distancia del nudo de la tormenta humana; que nos impiden entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y nos privan, en definitiva, de conocer la fuerza revolucionaria de la ternura de Dios”.

El Pontífice finalizó la homilía señalando que “contemplar y seguir a Cristo exige dejar que el corazón se abra al Padre y a todos aquellos con los que Él mismo se quiso identificar, y esto con la certeza de saber que no abandona a su pueblo”.

Antes de la celebración, el Papa bendijo los palios destinados a los Arzobispos metropolitanos nombrados a lo largo del año y que les serán impuestos en sus respectivas diócesis.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 30 JUNIO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
30 Junio




Ahora sabemos la labor que incumbe al cristiano: transformar al mundo desde sus cimientos, haciéndolo según el Corazón de Jesús, por medio de un despertar de ideas y de obras. !Despertar¡ !Nunca fueron fecundos ni el sueño ni la muerte¡


P. Alfonso Milagro

NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, 30 JUNIO


Nardo del 30 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, Camino, Verdad y Vida!

Meditación: Sabes, Señor, me parece verte en una colina de la hermosa Galilea. Vestido de blanco estás, el manto no llevas, Tus discípulos están descansando y el cielo se está pintando de un rojo tornasolado. Se levanta un rico olor a tierra mojada, y sobre la colina en que pones Tu mirada un trigal se alza, parece como que el campo se ha vestido de dorado para alabar al Dios de lo alto. En la otra colina, sencillas flores multicolores esparcidas la tapizan, y sonríen al nuevo día. Más allá hay un campo ralo en el que no crece ningún sembrado. Señor, me parece que me quieres decir que el mundo así está. A pesar de que toda la tierra fue regada con la Santísima Sangre de Mi Señor, en muchos lugares la semilla no germinó pues no se trabajó con fe y amor. Fue entonces que la planta murió y la tierra en desierto se convirtió. La otra colina en la que germinan flores sencillas son las que han luchado en un campo no tan trabajado, pero donde los talentos a Dios se han presentado y El los ha premiado. El trigal del cual se saca el Pan son todos aquellos a quienes el Señor eligió para ser Sus testigos, y que se vistieron de dorado, abrazándose con nardos pues junto a El su vida han entregado.
Señor, que en la Santa Llaga de Tu Corazón nos abrazas a todos con el Fuego del Amor, escóndenos allí hoy, para evitar que caigamos en el mal. Purifícanos cual metal, para que alcancemos la Verdadera Vida en la Tierra Prometida.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Llenemos el altar que hemos preparado de flores físicas y espirituales, y cantemos en alabanza al Corazón del Amor, que es Jesús, Nuestro Redentor.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.


SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN TI CONFÍO, MÁS AUMENTA MI FE


EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 30 JUNIO 2018

Una fe sin límites
Santo Evangelio según San Mateo 8, 5-17. Sábado XII de Tiempo Ordinario.


Por: H. Rogelio Suárez, L.C. | Fuente: missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, te pido la gracia de acrecentar mi fe. Que sea mi fe la que me impulse a realizar grandes cosas por Ti. Creo, pero ayúdame a creer sin desconfiar.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 8, 5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: "Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho". Él contestó: "Voy a curarlo".
Pero el oficial le replicó: "Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: '¡Ve!', él va; al otro: '¡Ven!', y viene; a mi criado: '¡Haz esto!, y lo hace".
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían; "Yo les aseguro que en ningún israelita ha hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos. En cambio, a los herederos del Reino los echarán fuera, a las tinieblas. Ahí será el llanto y la desesperación".
Jesús le dijo al oficial romano: "Vuelve a tu casa y que se te cumpla lo que has creído". Y en aquel momento se curó el criado.
Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Entonces la tomó de la mano y desapareció la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirles.
Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. El expulsó a los demonios con su palabra y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: El hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
"Cuando Jesús lo oyó quedó admirado", la fe de este centurión es la que produjo la admiración en Jesús. ¿Queremos que Jesús quede admirado por nosotros? ¿Qué necesitamos para tener una fe sin límites?
La actitud del centurión es una gran fe, pero ésta implica una gran confianza y una profunda humildad. Todos queremos una gran fe, capaz de mover montañas, pero muchas veces nos falta la confianza y la humildad.
La confianza para poder abandonarnos en la voluntad de Dios, queriendo hacer siempre lo que Él quiera y como Él quiera. ¡Cuánto nos cuesta abandonarnos en la voluntad de Dios! Es por eso que la confianza plena en Dios le permitirá actuar de la mejor manera, que siempre es la mejor, en nosotros.
Y la humildad, que es lo que hace a Dios más cercanos a nosotros. La humildad es la base de la confianza, pues no podemos confiar plenamente en Dios, si no nos reconocemos necesitados de Él. La humildad de sabernos pequeños y débiles, es lo que atrae más a Dios. Él no puede trabajar libremente en un alma soberbia, que se cree capaz de todo, pero que en realidad no puede nada.
Cada vez que nosotros hacemos la comunión, nos parecemos más a Jesús, nos transformamos más en Jesús. Como el pan y el vino se convierten en Cuerpo y Sangre del Señor, así cuantos le reciben con fe son transformados en eucaristía viviente. Al sacerdote que, distribuyendo la eucaristía, te dice: "El Cuerpo de Cristo", tú respondes: "Amén", o sea reconoces la gracia y el compromiso que conlleva convertirse en Cuerpo de Cristo. Porque cuando tú recibes la eucaristía te conviertes en cuerpo de Cristo. Es bonito, esto; es muy bonito. Mientras nos une a Cristo, arrancándonos de nuestros egoísmos, la comunión nos abre y une a todos aquellos que son una sola cosa en Él. Este es el prodigio de la comunión: ¡nos convertimos en lo que recibimos!
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de marzo de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscar un tiempo para estar con Jesús Eucaristía para pedirle la gracia de una fe sin límites, sin barreras; de saberme pequeño(a) y necesitado(a) de su amor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

BUENAS NOCHES





IMÁGENES SOBRE LA VERDADERA ORACIÓN Y SUS FRUTOS







viernes, 29 de junio de 2018

SAN PEDRO Y SAN PABLO, UNA SOLEMNIDAD DE 1600 AÑOS PARA AMAR A LA IGLESIA Y AL PAPA


San Pedro y san Pablo: una solemnidad de 1600 años para amar a la Iglesia y al Papa


Una fecha para renovar nuestra fidelidad a la Iglesia, al Papa y, a través de ellos, a Jesucristo


Por: Andrés Jaromezuk | Fuente: Catholic-link.com 




En la vida cotidiana, muchas veces solemos usar la palabra “fiesta” o “festividad” para referirnos a los diferentes tipos de conmemoraciones religiosas. Sin embargo, en un sentido litúrgico, cada celebración tiene su nombre específico en función de su jerarquía, y hablamos así, de menor a mayor importancia, de memoria libre, memoria, fiesta y solemnidad. Las solemnidades son las celebraciones más importantes del calendario litúrgico y están reservadas a la Santísima Trinidad, al Señor, a la Virgen y a algunos santos. Una de las particularidades de esta celebración es que, por su dignidad, incluye todos los elementos que se emplean los domingos.

En este caso, la solemnidad de san Pedro y san Pablo recuerda su testimonio hasta la sangre: los dos apóstoles fueron martirizados en Roma por su fe en Cristo. San Pedro padeció su suplicio hacia el año 67 en la colina del Vaticano, según Tertuliano (siglo II) crucificado y según Orígenes (siglo II) con la cabeza hacia abajo. San Pablo fue martirizado hacia la misma fecha y, según Tertuliano, sufrió la decapitación junto a la vía Ostiense. La solemnidad conmemora su amor a Cristo y la aceptación de la voluntad de Dios hasta dar la vida.

Esta celebración es muy antigua y ya se registra en el siglo IV, mencionada en la «Depositio martyrum» del año 354. Por las mismas fechas se encuentran referencias en menciones de san Ambrosio (Milán) y de san Agustín (África del Norte). En sus inicios, si bien se los recordaba en conjunto, se festejaba a san Pablo en la tumba de la vía Ostiense y a san Pedro en la catacumba de la vía Apia. La costumbre cristiana antigua de celebrar los aniversarios de los mártires en sus monumentos sepulcrales constituyó para Roma una dificultad en tanto que los sepulcros de los príncipes de los apóstoles estaban alejados uno de otro.

Así, en el siglo VII, la celebración se dividió en dos días, conmemorándose a san Pedro el 29 de junio y a san Pablo el día siguiente. Esta doble celebración fue la que se difundió en Oriente y Occidente. En la reforma del calendario litúrgico de 1969 la celebración se volvió a unir en el mismo día.

En estrecha relación con esta solemnidad se celebra el óbolo de san Pedro, una colecta centenaria que se realiza el 29 de junio o el domingo más cercano a esta fecha, y que simboliza la comunión con el Papa y la fraternidad con la Iglesia. La conocida  práctica caritativa se remonta a finales del siglo VIII, cuando los anglosajones recientemente convertidos enviaban una contribución anual al Santo Padre que recibió el nombre de «Denarius Sancti Petri» o limosna de san Pedro. La costumbre se extendió a otros países y fue regulada orgánicamente por el Papa Pío IX en la Encíclica «Saepe Venerabilis» de 1871.


La solemnidad de San Pedro y San Pablo es especial por su catolicidad. La Iglesia celebra en ellos no solo la gloria de su martirio, sino también el misterio de su vocación apostólica, uno hacia Israel y otro hacia los gentiles; y el llamado del Evangelio a todos los seres humanos. La celebración nos invita especialmente a renovar nuestra fidelidad a la Iglesia, al Papa y, a través de ellos, a Jesucristo.

OTRA PÁGINA DE TU VIDA


Otra página de tu vida




“¿Por qué no haces de este día el mejor de tu vida? Saluda con gozo y agradecimiento el don inapreciable de este nuevo día. Trata con ternura y afecto cada hora porque no retornará jamás. Deja a un lado con decisión todo aquello que mata el tiempo. No escuches a labios ociosos. No te quedes donde hay manos inactivas” (Og Mandino).

Tú has escrito ya muchas páginas en el libro de tu vida; unas son tristes y otras alegres; unas limpias y claras, otras borrosas y oscuras. Pero aún queda una página en blanco, la que vas a escribir este día. Te falta por llenar la página de hoy, piensa y quiere que ésta sea la página más bella y la más sincera. Cada mañana al despertar, recuerda que aún has de llenar la mejor de tus páginas, la que dirá lo mejor que estás escribiendo con tu propia vida. Piensa que siempre te falta por escribir la página más bella.

“No pierdas un momento en lamentar las desgracias del ayer, las derrotas del ayer, los sufrimientos del ayer. Los deberes de hoy cúmplelos hoy. Sacrifícate hoy y conságrate hoy al trabajo. Hoy tienes la oportunidad de convertirte en el hombre que tú sabes puedes llegar a ser. A la indecisión destrúyela con la acción y sepulta tus dudas con la fe” (Og Mandino).



* Enviado por el P. Natalio

LOS BUENOS MODALES


Los buenos modales




La cortesía es como la crema de la caridad: su manifestación más agradable. Y se manifiesta en las diversas situaciones de la convivencia humana. Es un código que responde a la regla de oro “no hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”. Aquí te presento unas simples sugerencias, pero su conjunto es un cúmulo de delicadas atenciones.

Trata de saber escuchar. Trata de cuidar la puntualidad. Trata de agradar y ser gentil al hablar. Intenta no discutir, sencillamente, opina. Intenta estar siempre dispuesto a sonreír. Intenta ser jovial, voluntarioso y dinámico. Proponte guardar tus propias dificultades. Decídete pedir siempre “Por favor" y no olvidar el 'Gracias'. Trata de prometer sólo cuando estás seguro de poder cumplir.

Estas líneas de elemental cortesía te darán un aura de distinción y serás siempre bien recibido, porque la gente se siente cómoda con quien es sociable, atento y delicado en su trato. Te auguro pases una agradable jornada con tus familiares y amigos.



* Enviado por el P. Natalio

HOY 29 DE JUNIO ES LA SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO, EL DÍA DEL PAPA

Hoy 29 de junio es la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, 
el día del Papa 





Hoy 29 de junio, solemnidad de San Pedro y San Pablo, celebramos el Día del Papa. En esta Jornada del Papa estamos invitados, de manera especial, a meditar en el ministerio del Sucesor de Pedro, el Papa Francisco, y a orar por él tal como siempre nos los pide.


Ciertamente también rezamos hoy por el Papa Emérito, Benedicto XVI, que condujo la Iglesia en medio de muchas dificultades hasta el momento en que, con toda humildad, renunció y se entregó a la vida de oración en sus últimos días.


Recordemos que el Romano Pontífice es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad así de los obispos como de la multitud de los fieles. Es Pastor de toda la Iglesia y tiene potestad plena, suprema y universal. Es el sucesor del apóstol San Pedro (‘piedra’ inicial de la Iglesia designado por Jesús) y es Vicario (representante) de Cristo en la tierra.

EL PAPA PIDE A LOS CRISTIANOS QUE IMITEN A JESÚS Y NO RECHACEN TOCAR LA MISERIA HUMANA

Una multitud llenó la Plaza de San Pedro durante la Misa. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa

El Papa pide a los cristianos que imiten a Jesús y no rechacen tocar la miseria humana
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




Frente a la tentación de alejarse de las llagas de Cristo, el Papa Francisco afirmó que “Jesús toca la miseria humana, invitándonos a estar con Él y a tocar la carne sufriente de los demás”.

Durante la homilía pronunciada en la Misa con motivo de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, celebrada este viernes 29 de junio en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre advirtió que “no son pocas las veces que sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor”.

El Pontífice, que celebró la Misa acompañado de los 14 nuevos Cardenales creados el día anterior en el Consistorio, atribuyó esta actitud a la acción del demonio que, actuando “a escondidas” trata de alejar a los cristianos de Jesús.

El Pontífice reflexionó sobre la identidad de Jesús, y cómo el pueblo de Israel, entonces, al igual que “tantos rostros sedientos de vida” hoy, preguntaba: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. El Papa señaló que Jesús retoma esa pregunta y es Él mismo quien se la plantea a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”.

“Pedro, tomando la palabra en Cesarea de Filipo, le otorga a Jesús el título más grande con el que podía llamarlo: ‘Tú eres el Mesías’, es decir, el Ungido de Dios”, señaló.


En este sentido, explicó que “me gusta saber que fue el Padre quien inspiró esta respuesta a Pedro, que veía cómo Jesús ungía a su Pueblo. Jesús, el Ungido, que, de poblado en poblado, camina con el único deseo de salvar y levantar lo que se consideraba perdido: ‘unge’ al muerto, unge al enfermo, unge las heridas, unge al penitente, unge la esperanza”.

En esa unción, “cada pecador, perdedor, enfermo, pagano pudo sentirse miembro amado de la familia de Dios. Con sus gestos, Jesús les decía de modo personal: tú me perteneces”.

De esta manera, “todo yugo de esclavitud es destruido a causa de su unción” y, por lo tanto, “no nos es lícito perder la alegría y la memoria de sabernos rescatados, esa alegría que nos lleva a confesar ‘tú eres el Hijo de Dios vivo’”.

Francisco explicó que Jesús, el Ungido de Dios, “lleva el amor y la misericordia del Padre hasta sus últimas consecuencias”, hasta la cruz. “Tal amor misericordioso supone ir a todos los rincones de la vida para alcanzar a todos, aunque eso le costase el ‘buen nombre’, las comodidades, la posición…, el martirio”.

Fue precisamente en el momento en que Jesús anuncia su misión de acudir a Jerusalén para ser crucificado cuando Pedro reacciona: “¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte”. Pedro, señala el Papa, “se transforma inmediatamente en piedra de tropiezo en el camino del Mesías; y creyendo defender los derechos de Dios, sin darse cuenta se transforma en su enemigo (lo llama ‘Satanás’)”.

“Contemplar la vida de Pedro y su confesión, es también aprender a conocer las tentaciones que acompañarán la vida del discípulo. Como Pedro, como Iglesia, estaremos siempre tentados por esos ‘secreteos’ del maligno que serán piedra de tropiezo para la misión. Y digo ‘secreteos’ porque el demonio seduce a escondidas, procurando que no se conozca su intención”.


Por el contrario, “participar de la unción de Cristo es participar de su gloria, que es su Cruz”. “Gloria y cruz en Jesucristo van de la mano y no pueden separarse; porque cuando se abandona la cruz, aunque nos introduzcamos en el esplendor deslumbrante de la gloria, nos engañaremos, ya que eso no será la gloria de Dios, sino la mofa del ‘adversario’”.

Frente a la tentación de permanecer alejados de las llagas de Cristo en la cruz, el Santo Padre recordó que “confesar la fe con nuestros labios y con nuestro corazón exige identificar los ‘secreteos’ del maligno”.

“Aprender a discernir y descubrir esos cobertizos personales o comunitarios que nos mantienen a distancia del nudo de la tormenta humana; que nos impiden entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y nos privan, en definitiva, de conocer la fuerza revolucionaria de la ternura de Dios”.

El Pontífice finalizó la homilía señalando que “contemplar y seguir a Cristo exige dejar que el corazón se abra al Padre y a todos aquellos con los que Él mismo se quiso identificar, y esto con la certeza de saber que no abandona a su pueblo”.

Antes de la celebración, el Papa bendijo los palios destinados a los Arzobispos metropolitanos nombrados a lo largo del año y que les serán impuestos en sus respectivas diócesis.

5 CLAVES PARA ENTENDER POR QUÉ SAN PEDRO Y SAN PABLO SE CELEBRAN EN EL MISMO DÍA


5 claves para entender por qué San Pedro y San Pablo se celebran en el mismo día
Redacción ACI Prensa




Cada 29 de junio la Iglesia celebra la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, dos de los más grandes y reconocidos apóstoles.

A continuación, cinco claves para entender por qué se celebran en la misma fecha:

1. Son fundadores de la Iglesia de Roma
Jesús dijo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Con estas palabras, Simón Pedro pasó a ser “la roca” de la Iglesia y se comprometió a apacentar el rebaño de Dios a pesar de sus debilidades humanas.

Luego de la Resurrección y Ascensión de Cristo, Pedro asumió con humildad ser cabeza de la Iglesia, dirigió a los Apóstoles y se encargó de que los discípulos mantuvieran viva la verdadera fe.


Pablo era conocido como Saulo de Tarso antes de su conversión. Luego del encuentro con Cristo continuó hacia Damasco donde fue bautizado y recobró la vista. Es reconocido como el apóstol de los gentiles y pasó el resto de su vida predicando el Evangelio sin descanso a las naciones del mundo mediterráneo.

“Sintiendo cercana la muerte, escribe a Timoteo: ‘He luchado el noble combate’. No es ciertamente la batalla de un caudillo, sino la de quien anuncia la Palabra de Dios, fiel a Cristo y a su Iglesia, por quien se ha entregado totalmente. Y por eso el Señor le ha dado la corona de la gloria y lo ha puesto, al igual que a Pedro, como columna del edificio espiritual de la Iglesia”, expresó el Papa Emérito Benedicto XVI.

2. Son columna espiritual de la Iglesia
En 2015, el Papa Francisco manifestó que San Pedro, San Pablo y la Virgen María “son nuestros compañeros de viaje en la búsqueda de Dios; son nuestra guía en el camino de la fe y de la santidad; ellos nos empujan hacia Jesús, para hacer todo aquello que Él nos pide”.

El Santo Padre explicó que “la gloriosa herencia de estos dos Apóstoles es motivo de espiritual orgullo para Roma y, al mismo tiempo, es un reclamo a vivir las virtudes cristianas, en modo particular la fe y la caridad: la fe en Jesús como Mesías e Hijo de Dios, que Pedro profesó primero y Pablo anunció a la gente; y en la caridad, que esta Iglesia está llamada a servir con un horizonte universal”.

3. Ambos padecieron en Roma
San Pedro y San Pablo fueron detenidos y martirizados en la prisión Mamertina, también llamada el Tullianum, ubicada en el foro romano en la Antigua Roma.

San Pedro pasó sus últimos años en Roma liderando a la Iglesia durante la persecución, hasta su martirio en el año 64. Fue crucificado cabeza abajo a petición propia, por no considerarse digno de morir como su Señor. Fue enterrado en la colina del Vaticano y la Basílica de San Pedro está construida sobre su tumba.

San Pablo fue decapitado en el año 67. Está enterrado en Roma, en la Basílica de San Pablo de Extramuros.


4. Son patronos de Roma y representantes del Evangelio
En la homilía del 2012 por la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, Benedicto XVI llamó a estos dos apóstoles “patronos principales de la Iglesia de Roma”.

“La tradición cristiana siempre ha considerado inseparables a San Pedro y a San Pablo: juntos, en efecto, representan todo el Evangelio de Cristo”, precisó.

5. Son la versión contraria de Caín y Abel
Benedicto XVI también presentó un paralelismo opuesto con la hermandad presentada en el Antiguo Testamento entre Caín y Abel.

“Mientras que la primera pareja bíblica de hermanos nos muestra el efecto del pecado, por el cual Caín mata a Abel, Pedro y Pablo, aunque humanamente muy diferentes el uno del otro, y a pesar de que no faltaron conflictos en su relación, han constituido un modo nuevo de ser hermanos, vivido según el Evangelio, un modo auténtico hecho posible por la gracia del Evangelio de Cristo que actuaba en ellos”, relató el Santo Padre Benedicto XVI.
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