domingo, 29 de abril de 2018

PAPA FRANCISCO: CUALQUIER ACTIVIDAD, GRANDE O PEQUEÑA, ES UNA OCASIÓN PARA SER SANTOS


Papa Francisco: Cualquier actividad, grande o pequeña, es una ocasión para ser santos
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media / ACI Prensa




En sus palabras previas al rezo del Regina Coeli, el Papa Francisco afirmó que para ser santos no es necesario ser obispo, sacerdote o religioso, sino vivir toda actividad, grande o pequeña, en unión con Jesús y con actitud de amor y servicio al prójimo.

“Para ser santos ‘no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosos o religiosas (…). Todos nosotros, todos, somos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo cada uno su propio testimonio en las ocupaciones de cada día, ahí donde se encuentra’”, afirmó, citando pasajes de su exhortación apostólica Gaudete et exsultate.

En ese sentido, aseguró que “toda actividad –el trabajo y el descanso, la vida familiar y social, el ejercicio de las responsabilidades políticas, culturales y económicas–, toda actividad, sea pequeña, sea grande, si es vivida en unión con Jesús y con actitud de amor y de servicio, es una ocasión para vivir en plenitud el Bautismo y la santidad evangélica”.

El Pontífice dijo estas palabras al reflexionar sobre el pasaje evangélico de este domingo, en el que “Jesús se presenta como la vid verdadera y nos invita a permanecer unidos a Él para poder dar mucho fruto”.

“La vid es una planta que forma una cosa sola con los sarmientos; y los sarmientos son fecundos solamente en cuanto están unidos a la vid. Esta relación es el secreto de la vida cristiana y el evangelista Juan la expresa con el verbo 'permanecer', que en el pasaje de hoy se repite siete veces”, explicó a los 30 mil fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. "Permanecer en mí, dice el Señor; permanecer en el Señor", alentó el Papa.

Francisco dijo que “se trata de permanecer en el Señor para encontrar el valor de salir de nosotros mismos, de nuestras comodidades, de nuestros espacios restringidos y protegidos, para adentrarnos en el mar abierto de las necesidades de los demás y dar amplio respiro a nuestro testimonio cristiano en el mundo”.

“Este coraje de salir de sí mismos y de adentrarse en las necesidades de los demás –explicó–, nace de la fe en el Señor Resucitado y de la certeza de que su Espíritu acompaña nuestra historia”.

En ese sentido, afirmó que “uno de los frutos más maduros que brota de la comunión con Cristo es, de hecho, el compromiso de caridad hacia el prójimo, amando a los hermanos con abnegación de sí, hasta las últimas consecuencias, como Jesús nos amó”.

Asimismo, señaló que “el dinamismo de la caridad del creyente no es fruto de estrategias, no nace de solicitudes externas, de instancias sociales o ideológicas, sino del encuentro con Jesús y del permanecer en Jesús”.

“Él es para nosotros la vida de la que absorbemos la linfa, es decir, la ‘vida’ para llevar en la sociedad una forma diferente de vivir y de brindarse, lo que pone en el primer lugar a los últimos”, indicó.

Además, aseguró que “cuando se es íntimo con el Señor, como son íntimos y unidos entre sí la vid y los sarmientos, se es capaz de dar frutos de vida nueva, de misericordia, de justicia y de paz, que derivan de la Resurrección del Señor. Es lo que hicieron los santos, aquellos que vivieron en plenitud la vida cristiana y el testimonio de la caridad, porque eran verdaderos sarmientos de la vid del Señor”.

El Papa invitó a pedir a María, “Reina de los santos y modelo de perfecta comunión con su Hijo divino”, a que nos enseñe “a permanecer en Jesús, como los sarmientos a la vid, y a no separarnos nunca de su amor. Nada, de hecho, podemos sin Él, porque nuestra vida es Jesús vivo, presente en la Iglesia y en el mundo”.

LA VID Y LOS SARMIENTOS


La vid y los sarmientos
¿Pero qué significa dar fruto? Se trata de la fecundidad interior, no del éxito exterior.


Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del Padre Nicolás Schwizer 




Juan 15, 1-8. El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos.

Reflexión
El Evangelio de hoy se ubica dentro del discurso de despedida de Jesús, tal como lo trasmite San Juan. Son las últimas enseñanzas del Señor, algo así como su testamento personal, antes de entregarse a los judíos. En este ambiente solemne y dramático, les presenta la parábola de la vid y de los sarmientos.

El tema no puede ser más bíblico. La viña era uno de los cultivos preferidos en Palestina. Era lógico que se tomara la imagen de la viña para dibujar por medio de ella la historia del pueblo. La viña era Israel, Dios era su viñador. Profetas y salmistas contaron la aventura de este viñedo cultivado por Yahvé.

También Jesús recurre varias veces a los viñedos para sus parábolas. Pero esta vez le da su sentido pleno: Jesús es la vid, la verdadera vid. Los que creen en Él, son los sarmientos. Y el Padre es el viñador de esta gran cepa.

Con ello, la imagen del Antiguo Testamento ha crecido en anchura y en profundidad. Ahora simboliza al gran árbol de la humanidad entera: su ramaje no son ya sólo los judíos, sino todos los que aceptan ser hijos de Dios.

¿Qué quiere enseñarnos el Señor con esta parábola de la vid? Me parece que quiere decirnos lo siguiente:
1 La Iglesia es, como la vid, un organismo vivo.
2 La fuente de vida de la Iglesia es Jesucristo.
3 Sólo en unión íntima con Cristo podremos ser fecundos.

1. La Iglesia es, como la vid, un organismo vivo
La Iglesia no es una organización jurídica o social. Como la vid, ella es un organismo vivo, es el Cuerpo de Cristo, una comunidad y una corriente de vida. Para formar parte viva de esta vid del Señor no es suficiente, haber sido bautizados y estar inscritos en la lista de miembros. Formamos parte de esta vid en la medida en que estamos unidos vitalmente a ella, en la medida en que compartimos su vida íntima.

2. La fuente de vida de la Iglesia es Jesucristo
La rama por sí sola no es nada: lo es todo por la savia que recibe del tronco al que está adherida. Así también cada discípulo de por sí no es nada; pero unido a Cristo lo es todo. Éste es el secreto de la vitalidad de la Iglesia y de las comunidades cristianas.

Al resucitar Jesús, Él se transforma en la vid llena de vida y de fuerza. Y nosotros nos convertimos en sus ramas. Nuestra vida de cristianos es parte de su vida. Porque Él es el único autor de la vida. Él es el principio y fundamento de la Iglesia. Él mantiene unidos los sarmientos, para que tengan vida y la tengan en abundancia.
Esto supone una vinculación permanente e íntima con Jesús: “permaneced en mí y yo en vosotros”. Mientras que permanezcamos unidos a Él, participaremos de su comunión de vida.

3. Sólo en la unión íntima con Cristo podremos ser fecundos
Los sarmientos producen fruto porque están unidos al tronco y se alimentan de su savia. El único camino para que nosotros podamos producir fruto y vida es, por eso, la unión íntima y personal con Cristo. El sarmiento que se separa del tronco, se seca y se lo echa al fuego, porque no sirve ya para otra cosa. Y para que podamos dar más fruto, el Padre nos va podando, nos purifica de nuestro egoísmo y de todo aquello que nos impide dar fruto en abundancia.

¿Pero qué significa dar fruto? Se trata de la fecundidad interior, no del éxito exterior. Tenemos que aprender a ver las cosas no con los ojos miopes humanos, sino con la visión de Dios. Los éxitos y fracasos ante los ojos de Dios son, por lo general, muy distintos de los que considera el mundo como tales. Y el Señor nos da aquí el único criterio para medir la verdadera fecundidad de nuestras obras: “no podéis dar fruto, si no permanecéis en mí”.

Queridos hermanos, pidámosle por eso al Señor que nos regale esa relación personal profunda con Él y con su Madre, para que así podamos ser fecundos por su Reino y transformarnos en auténticos discípulos suyos.

¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Padre Nicolás Schwizer
Instituto de los Padres de Schoenstatt

CREER - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 29 ABRIL 2018


CREER
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Jn 15,1-8


La fe no es una impresión o emoción del corazón. Sin duda, el creyente siente su fe, la experimenta y la disfruta, pero sería un error reducirla a «sentimentalismo». La fe no es algo que dependa de los sentimientos: «Ya no siento nada; debo de estar perdiendo la fe». Ser creyentes es una actitud responsable y razonada.

La fe no es tampoco una opinión personal. El creyente se compromete personalmente a creer en Dios, pero la fe no puede ser reducida a «subjetivismo»: «Yo tengo mis ideas y creo lo que a mí me parece». La realidad de Dios no depende de mí ni la fe cristiana es fabricación de uno. Brota de la acción de Dios en nosotros.

La fe no es tampoco una costumbre o tradición recibida de los padres. Es bueno nacer en una familia creyente y recibir desde niño una orientación cristiana de la vida, pero sería muy pobre reducir la fe a «costumbre religiosa»: «En mi familia siempre hemos sido muy de Iglesia». La fe es una decisión personal de cada uno.

La fe no es tampoco una receta moral. Creer en Dios tiene sus exigencias, pero sería una equivocación reducirlo todo a «moralismo»: «Yo respeto a todos y no hago mal a nadie». La fe es, además, amor a Dios, compromiso por un mundo más humano, esperanza de vida eterna, acción de gracias, celebración.

La fe no es tampoco un «tranquilizante». Creer en Dios es, sin duda, fuente de paz, consuelo y serenidad, pero la fe no es solo un «agarradero» para los momentos críticos: «Yo, cuando me encuentro en apuros, acudo a la Virgen». Creer es el mejor estímulo para luchar, trabajar y vivir de manera digna y responsable.

La fe cristiana empieza a despertarse en nosotros cuando nos encontramos con Jesús. El cristiano es una persona que se encuentra con Cristo, y en él va descubriendo a un Dios Amor que cada día le atrae más. Lo dice muy bien Juan: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es Amor» (1 Juan 4,16).

Esta fe crece y da frutos solo cuando permanecemos día a día unidos a Cristo, es decir, motivados y sostenidos por su Espíritu y su Palabra: «El que permanece unido a mí, como yo estoy unido a él, produce mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada».

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 29 ABRIL 2018


Lecturas de hoy Domingo 5º de Pascua - Ciclo B
 Hoy, domingo, 29 de abril de 2018




Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9,26-31):

En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles. Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús. Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso. La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 21,26b-27.28.30.31-32

R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea

Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre. R/.

Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R/.

Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,18-24):

Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo. Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (15,1-8):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 29 de abril de 2018
Fernando Torres cmf


La vid y los sarmientos

      Todos tenemos la experiencia de la amistad. Hay personas con las que nos relacionamos todos los días, a veces podemos incluso salir a dar un paseo juntos o a divertirnos. Pero eso no significa que seamos amigos. Con el amigo hay una relación más profunda, hay algo que nos une más allá incluso del hecho de que nos podamos ver con frecuencia o no. Es como si entre los amigos se estableciera un vínculo profundo. Ser amigos quiere decir algo más que divertirse un rato juntos. Esos serían los amigotes que sirven sólo para irse de juerga pero nada más. Recordemos que el hijo pródigo, cuando se fue con su parte de la herencia, tuvo muchos amigos pero, en cuanto se terminó el dinero, se quedó sólo. Los amigos son otra cosa. Los amigos contactan y comparten sus más profundos sentimientos, los buenos y los malos. Entre los amigos a veces no hacen falta palabras. Se entienden con una mirada. 

      El Evangelio de hoy nos habla de nuestra relación con Jesús. Nos pone un ejemplo concreto para hablar de ella: la vid y sus ramas, los sarmientos. Los sarmientos sólo tienen vida si están unidos a la vid. Pero también podemos mirar lo que Jesús dice desde otro punto de vista: sin los sarmientos, la vid nunca dará fruto. Lo que une a la vid y a sus ramas, los sarmientos, es la corriente de savia que lleva la vida continuamente de la una a las otras. Cuando miramos a la vid, la savia no se ve. Corre por dentro del tronco y de las ramas. Ni siquiera cuando se corta una rama, se ve la savia a simple vista. Hace falta una mirada más profunda, quizá con el microscopio, para verla. Y, sin embargo, está ahí. Un sarmiento que se separa de la vid, se seca y muere. Como dice Jesús, es echado al fuego. 

      Hoy Jesús nos pide que mantengamos esa relación profunda con él. Como la vid y los sarmientos. Como los buenos amigos. No nos pide que pasemos el día entero en la Iglesia rezando. Los amigos no lo son más por estar todo el día juntos. Pero sí que mantengamos ese vínculo profundo, que dejemos que su savia nos llegue adentro y nos de la vida que necesitamos para dar fruto. ¿Qué frutos? Pues, como dice la segunda lectura, los frutos van a ser cumplir su mandato, es decir, que nos amemos unos a otros. Ése es el fruto que tenemos que dar: “frutos de amor para la vida del mundo”, como dijo el Concilio Vaticano II. Que los demás se sientan apreciados y valorados, acogidos con misericordia y comprensión, que sembremos la paz y la serenidad a nuestro alrededor, que renunciemos a la violencia, que seamos honrados en nuestro trabajo. Esos son los frutos que daremos si permanecemos unidos a Jesús. Pero, como también dice la segunda lectura, que “no amemos con puras palabras y de labios para afuera, sino de verdad y con hechos.”



Para la reflexión

      ¿Qué significa en la práctica para mí permanecer unido a la vid que es Cristo? ¿Siento que mantengo esa relación profunda con Jesús que me permite dar frutos de amor? ¿Cómo expreso mi amor a los que me rodean? ¿He renunciado, por lo menos, a la violencia en mi vida?

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 29 ABRIL


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
29 abril


Jesús es el camino en cuanto que revela al Padre, nos da a conocer el camino que nos conduce al Padre: Él mismo es el único acceso al Padre.

Jesús es el Camino, porque Él nos mereció la gracia que nos hace hijos de Dios y herederos del cielo y Él, con su doctrina y su ejemplo, nos enseña el camino que hemos de seguir para llegar al cielo.

Él es la Verdad; en medio de tanta mentira y falsedad como nos rodea, es una verdadera tranquilidad saber que se está en la Verdad que nunca cambia.

Él es la Vida; es el centro de los corazones y de todos los espíritus que anhelan vivir la bondad y el amor.



P. Alfonso Milagro

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO!!!








sábado, 28 de abril de 2018

CÓMO VENCER LA FATIGA


Cómo vencer la fatiga
La mayoría de las personas responde a dos clases de fatiga.





Ricardo Núñez trabaja en el campo. Pasa el día acarreando pesados sacos de trigo, roturando la tierra; arando y sembrando; inspeccionado los abonos, y controlando el crecimiento del maíz. Cuando por la noche se sienta a leer el diario, se queda dormido. Está agotado, la fatiga lo ha dejado completamente exhausto. Este tipo de fatiga se denomina "hipotónica",

Aldo Pérez está sentado en su oficina durante todo el día. Revisa rápidamente la pila de correspondencia, dicta las repuestas hasta el mediodía, come un sándwich por almuerzo y se sienta una vez más frente al escritorio para repasar una larga lista de informes, que obligan a esforzar la mente. Aldo trata de dormir cuando llega a su casa por la noche, pero se halla tan exhausto mentalmente que esta tenso y nervioso. Tampoco puede evitar alguna eventual discusión con su esposa. Aldo sufre de fatiga "hipertónica".

Ricardo y Aldo necesitarían intercambiar sus respectivos trabajos durante una semana, para balancear sus diferentes estilos de vida. Por supuesto, lo ideal sería que Ricardo trabajara medio día en el campo y medio día en la oficina, y que Aldo ayudara durante medio día en el campo y el resto del día lo pasara en la oficina. Una tarea que balanceara el trabajo físico y la actividad mental ayudaría a miles de personas. Pero la vida no siempre es como quisiéramos que fuera.

¿Existe una repuesta? ¿Hay alguna repuesta para esta situación?

Muchos seguirán con este ritmo de vida hasta que la fatiga les produzca un colapso cardíaco. Entonces no tendrán más de que preocuparse. Pero veamos otra alternativa.

Betty y Jim han estado casados por unos diez años y tienen dos hijos de edad escolar. Betty es enfermera de tiempo completo. Jim es redactor de un periódico local. Cuando por la tarde Jim regresa a su hogar, la charla de los chicos acerca de lo que hicieron en la escuela aumenta su dolor de cabeza.

¿Y qué hace Betty? Le hace poner los pies en agua caliente. Es un buen remedio; el cerebro se descongestiona y el dolor de cabeza se alivia. Un baño tibio, acompañado de un buen masaje, pueden ayudar a relajarse. Luego la familia cena bien temprano con alimentos sencillos para poder dormir bien. Y después cumplen una regla muy especial; "charlan poco, porque mamá y papá están escuchando música favorita o leyendo párrafos de sus libros preferidos", mientras los hijos escuchan o juegan.

Entonces salen para realizar la tarea más importante de todos: ¡El ejercicio físico! Durante la primavera y el verano, cuando los días son más largos, toda la familia trabaja en el jardín. En el otoño, pedalean en sus bicicletas, cubriendo cuadras del vecindario. En el invierno, todos ayudan a quitar la nieve y finalizan su labor construyendo con la misma un enorme muñeco. A medida que se utilizan los músculos, la fatiga se evapora como el agua.

El aburrimiento y la fatiga

Hay otra familia, si la podemos llamar así, menos afortunada que la anterior. Está compuesta por una sola persona. Los vecinos de la cuadra la llaman la abuela Ana. Vive en una casa de dos pisos, con ladrillos rojos y escalones blancos gastados por el tiempo. Se mudó a esa casa hace cincuenta años, cuando llegó al pueblo con su marido, eran recién casados. Ahora, hace diez años que es viuda.

La abuela Ana se cansó de permanecer sentada mirando por la ventana, sonriendo a las mismas personas que pasaban por la acera. Permanecía así sentada durante largo tiempo, meciéndose. A veces se preparaba alimentos sencillos. Y, muy de vez en cuando, se acercaba al almacén de la esquina. Con cierta frecuencia, un muchachito del barrio le hacia los mandados. Realmente, ella no hacía casi nada, y sin embargo siempre estaba cansada.  Estaba aburrida. Al igual que la tensión, el aburrimiento produce fatiga.

Un día, durante una visita, el pastor de la iglesia de la abuela Ana realizo un descubrimiento realmente interesante.
- Sí, pastor -dijo la anciana-  es verdad. Cuando vivía en otra calle, era la organista de la iglesia, pero ahora no me acuerdo de nada...
-Dígame -insistió el pastor- ¿no estaría dispuesta a ayudarnos un poquito tocando el piano para los niños? La señora que desempeñaba ese campo se mudó y nos quedamos sin pianista para ellos. Las canciones infantiles son realmente sencillas. Lo único que esos niños necesitan es el empuje inicial.

Por el brillo de los ojos de la abuela Ana, el pastor tuvo la seguridad de que había ganado la batalla. Se había inflamado el deseo y, desde las profundidades de un tesoro secreto, brillaba una luz.
-Haré lo posible -dijo con determinación la abuela Ana.

¿Adivine usted, quién está dando clases preparatorias de piano para los niños, tres veces por semana, en el viejo  piano de la iglesia...?
¡La abuela Ana! Realmente le encanta su tarea. Ya no se aburre y, lo que es más, rara vez se siente cansada.

¡Usted puede vencer la fatiga! Sí, usted puede vencer la fatiga si se lo propone. Haga algún ejercicio. Trate de pasar más tiempo al aire libre. Cultive un jardín en miniatura, en su cocina. Compre libros que traten acerca de Suiza, Austria, Japón, el Triángulo de las Bermudas, o cualquier otro sitio interesante, y compruebe si es cierta la fase de Emily Dickinson: "No hay mejor fragata que un libro".  Si le gusta la pintura,  ¿por qué no vencer sus lienzos? Y para el hombre habilidoso hay centenares de fascinantes esculturas y juguetes funcionales que pueden fabricarse de objetos desechados.

Para vivir de verdad, todo lo que Ud. tiene que hacer es desearlo. Ponga su facultad creativa en funcionamiento ahora mismo. Propóngase vencer la fatiga.  Expúlsela de su vida con ejercicios, arte, música y jardinería. Diga con convencimiento: "Relajación, allá voy" y experimente el milagro de la alegría..



Roberto Ellis

LOS GIRASOLES

Los girasoles




¿Han visto los girasoles?  Se trata de una flor, que gira siempre en busca del sol. Y es por esa razón que es popularmente llamada girasol.

Cuando una pequeña y frágil semilla de dicha flor brota en medio de otras plantas, busca inmediatamente la luz solar. Es como si supiera, instintivamente, que la claridad y el calor del sol le harán posible la vida.

¿Y qué le sucedería a la flor si la colocáramos en un lugar bien cerrado y oscuro? Seguramente, en poco tiempo, se moriría.

Tal cual los girasoles, nuestro cuerpo físico también necesita de la luz y del calor solar, de la lluvia y de la brisa, para mantenernos vivos. Pero, no es sólo es el cuerpo el que necesita de cuidados para proseguir firme. El espíritu, igualmente necesita de la luz divina para mantener encendida la llama de la esperanza.

Precisa del calor del afecto, de la brisa de la amistad, de la lluvia de bendiciones que viene desde lo alto. Sin embargo, es necesario que hagamos esfuerzos para respirar el aire puro, por encima de las circunstancias desagradables que nos rodean.

Muchos de nosotros permitimos que los vicios ahoguen nuestras ganas de buscar la luz y nos debilitamos día tras día como una planta mustia y sin vida y es entonces cuando nos dejamos enredar en el zarzal de la haraganería, de la desidia y reclamamos de la suerte sin hacer esfuerzos para salir de la situación que nos desagrada.

Y es allí, donde debemos recordar que para poder crecer de acuerdo con los planes divinos, el Creador coloca a nuestra disposición todo lo que necesitamos. Es en el amparo de la familia, donde recibimos, sustentación y seguridad en todos los momentos... La presencia de los amigos en las horas de alegría o de tristeza, impulsándonos hacia adelante...

Son las posibilidades de aprendizaje que surgen a cada instante en el recorrido, haciéndonos más claros y preparados para decidir cuál es el mejor camino a tomar.

Pero, ¿qué sucede con nosotros cuando nos encerramos en la oscuridad de la depresión o de la melancolía y así permanecemos por voluntad propia?
Debemos entender que Dios tiene un plan de felicidad para cada uno de nosotros y que para alcanzarlo, es preciso que busquemos los recursos disponibles. 

Es preciso que imitemos al girasol.
Que busquemos siempre la luz, incluso cuando las tinieblas insistan en rodearnos.
Es necesario buscar el apoyo de la familia en los momentos en que nos sentimos desanimar.
Es necesario buscar la ayuda de los verdaderos amigos cuando sentimos nuestras fuerzas debilitándose.
Es necesario, antes que nada, buscar la luz divina que consuela y aclara, ampara y anima en todas las situaciones.

Cuando las nubes negras de los pensamientos tormentosos cubran con oscuro manto el horizonte de tus esperanzas, y la depresión te asedie el alma, imita a los girasoles y trata de respirar el aire puro, más allá de las circunstancias desagradables.

Cuando las dificultades y los problemas se hagan insoportables, intentando sofocar la disposición para la lucha, recuerda a los girasoles y busca la luz divina a través de la oración sincera.

JESÚS APRENDIÓ Y ENSEÑÓ A ORAR


Jesús aprendió y enseñó a orar
En las diversas invitaciones a pedir en su nombre, Jesús une oración y alegría y oración como fruto del amor.


Por: P. Eusebio Gómez Navarro | Fuente: Catholic.net 




Había pedido el misionero ayuda a los nativos para la construcción de la capilla. Un señor se acercó al día siguiente con una cabra y le dijo: “padre, esto es lo único que tengo, véndala y el dinero para la construcción de la iglesia”.

Este hombre sabía que orar y que la oración exige obras de amor. En un mundo pagano y politeísta, “Jesús nació en un pueblo que sabía orar”, decía Joaquín Jeremías. Jesús nació y fue educado en el seno de una familia judía piadosa, que guardaba con todo amor y fidelidad las normas religiosas dadas por Yavé (Lc 2,21-52).

La Mishná, código rabínico compilado hacia el año 200 de la era cristiana, nos ofrece datos bastante seguros y numerosos para conocer las prácticas judías de la oración en tiempos de Jesús. En el tratado de las bendiciones, concretamente, se enseña que hay tres momentos de plegaria al día: el amanecer, el mediodía y la tarde (Berakhot IV). “Tres veces al día” (Dn 6,10), “por la tarde, en la mañana y al medio día” (Sal 54,18), se levantaban en Israel los corazones hacia el Señor, bendiciéndole e invocándole. De estas tres horas, dos se producían al mismo tiempo que los sacrificios llamados perpetuos, que todos los días se ofrecían en el Templo (Nm 28, 2-8). Así la oración quedaba unida al sacrificio, participando de él y, al mismo tiempo, dándole espíritu y sentido.

Tenían la costumbre piadosa judía de recitar dos veces al día el Shemá Yisrael (Escucha, Israel), al acostarse y al levantarse. “Escucha, Israel, Yavé nuestro Dios es el único Yavé. Amarás a Yavé tu Dios con todo tu corazón”…. El Shemá, el credo israelita, consiste en la recitación del texto de Dt 6,4-9, al que se une, al menos desde el siglo II antes de Cristo, Dt 11,13-21 y Núm 15,37-41. Esta plegaria había de ser repetida a los hijos, “lo mismo en casa que de camino, cuando te acuestes y cuando te levantes” (Dt 6,7; 11,19). Y Cristo mismo la da como respuesta a aquel doctor que le preguntaba acerca del mandamiento principal (Mc 12,29-30).


Jesús era también maestro que enseñaba cómo se ha de orar. Jesús enseñó a orar a sus discípulos no solamente con su testimonio personal, sino también con enseñanzas explícitas, de las que destacaremos algunas:

a) La pureza de la intención. «Cuando oréis, no seáis como los hipócritas...Tú, cuando ores, entra en tu cuarto y, echada la llave, haz tu oración a tu Padre, que mira lo secreto; y tu Padre, que está en lo secreto, te premiará» (Mt 6,5-6; Mc 12,38-40).

b) La unión de la mente con la voz. Jesús recuerda el reproche terrible de Yavé (Is 29,13), cuando dice: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí» (Mt 15,8). La oración que sólo afecta a los labios, es una oración sin alma, que está muerta.

c) La confianza en el Padre, y la consiguiente brevedad en las palabras, no como los paganos, cuando oraban, presionaban sobre Dios con sus interminables oraciones. «Cuando recéis, no charléis mucho, como los paganos, que se imaginan que por su mucha palabrería serán escuchados. No os parezcáis a ellos, pues vuestro Padre ya sabe qué os hace falta antes de que se lo pidáis» (Mt 6,7-8). La oración cristiana ha de ser breve y sencilla, confiada en el Padre (Mt 6,25-32).

d) Jesús enseña la necesidad de la oración (Lc 22,40), la oración en su nombre (Jn 14,13-14), la oración de petición (Mt 5,44;7,7), la humildad (Lc 18,9-14) y la perseverancia en la plegaria (11,5-13).

Jesús se preocupó de orar y de enseñarles a sus discípulos de cómo hacerlo. A ellos les dice: “Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen…” (Mt 5, 44).

Como sabe que la tarea de trabajo es inmensa y son pocos los obreros disponibles, les pide a sus discípulos que oren, pues “La mies es abundante pero los obreros pocos; por eso, rogad al dueño que mande obreros a su mies” (Mt 9, 38).
En la tentación les recomendó: “Estad en vela y pedid no caer en la tentación” (Mt 26, 41).

Aconseja orar para que Dios conceda su Espíritu para poder obrar el bien como Dios, “Pues si vosotros, malos como sois, sabéis dar cosas buenas a vuestros niños, ¿cuánto más vuestro Padre dará Espíritu Santo a los que se lo piden?” ( Lc 11,13 ).

En el discurso de la última cena, Jesús promete a los discípulos su intercesión ante el Padre y les dice: “Y todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré” (14, 13-14). En las diversas invitaciones a pedir en su nombre, Jesús une oración y alegría (15, 7-11) y oración como fruto del amor (14, 13-14). La oración es la unión con el Dios amor y por consiguiente la fuente de alegría de sentirse en los brazos del Dios-amor. Por ello mismo es la fuente del amor fraterno, del Espíritu hacia la verdad plena que es Cristo (16, 13) para estar unido a la vid (15, 1-11) y dar el fruto del amor, para gloria del Padre (15, 8).

Quien ore, ha de estar abierto a la Palabra de Dios y ha de convertirse, dejar los caminos errados del pecado y guardar los mandamientos del Señor. Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos, repetirá Jesús (Mt 4,17). Convertirse es hacerse como niño (Mt 18,3). La conversión es necesaria para entrar en el Reino e implicará cambio de vida: dar frutos (Jr 7,24-26). Y cuando acontece la conversión, ésta conlleva un gozo increíble . “Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión”( Lc 15,7).

EXORCISTA EXPLICA EL PASO A PASO DE LA LUCHA CONTRA EL DEMONIO


Exorcista explica el paso a paso de la lucha contra el diablo
Redacción ACI Prensa





El P. Raymundo Brizuela es párroco de Santo Tomás en San Salvador y desde hace nueve años se dedica al ministerio del exorcismo. Este sacerdote de 84 años relata paso a paso cómo lucha contra el demonio cotidianamente.

En entrevista concedida a Elsalvador.com, el P. Brizuela cuenta que cada día lo buscan entre 20 y 25 personas que afirman tener algún problema de posesión.

El presbítero precisa que la gran mayoría de los casos que atiende no son posesiones demoniacas sino trastornos mentales.

Si la persona no está poseída, indica el presbítero, la bendice y la remite a un psicólogo. Si se confirma la posesión, se procede con el rito que debe ser realizado por un sacerdote “piadoso, docto, prudente y con integridad de vida”.

El sacerdote explica que el rito “empieza con la letanía de los santos, después se lee el salmo 91, el principio del Evangelio de San Juan”.

Luego, prosigue el sacerdote, “hacemos que el poseído haga una renuncia a satanás, que renuncie a sus obras, y después un acto de fe con el credo”.

“Después viene la oración imperativa, donde se le dice al demonio que salga directamente. A veces no se nota que el demonio salga, pero uno más o menos observa, si se quedó dormido o quieto, uno le habla un poco fuerte y (la persona) ya se levanta como si nada”, refiere.

El exorcismo, dice el P. Brizuela, se hace normalmente con algún testigo o familiar que también ayudan al sacerdote que “al enfrentarse a una fuerza sobrenatural se expone a patadas, golpes, poniendo en peligro su propia vida”.

El exorcismo no tiene un tiempo definido y requiere muchas veces varias sesiones hasta lograr liberar a la persona poseída.

El P. Brizuela explica que “la posesión es la más crítica de las manifestaciones extraordinarias del mismo Satanás, donde un ente maligno entra en una persona para hacerle daño y en estos casos se hace necesario un exorcismo, un ritual exclusivo de la Iglesia Católica”.

Ante esto, señala, la Iglesia tiene la herramienta del exorcismo, que consiste en “una ceremonia especial que la Iglesia tiene para expulsar al demonio. Para realizarlo se requiere del mandato del obispo; sin él, es mentira el que diga que ha hecho exorcismos”.

Una de las primeras señales para identificar a un poseído, prosigue, está en la diferencia con quien padece dolencias mentales. “El que tiene trastorno mental no coordina, el poseído sí. Está actuando con su palabras y con pleno conocimiento de lo que hace”, asegura.

Además, resalta “una persona poseída se resiste a entrar en el templo, rechaza al sacerdote, si se la rocía con agua bendita le quema, al igual que si le impone la mano en la cabeza. Con esos signos nosotros normalmente sabemos que una persona podría tener una posesión”.

Sobre el origen de la posesión, el párroco de la Iglesia Santo Tomás dice que una primera causa es “participar en ritos satánicos, como la ouija”.

Otra causa puede ser la “consagración de un niño al demonio por parte de sus padres que realizan prácticas satánicas” o la más común es “el pacto con el demonio”, cuando alguien se compromete a rendirle culto a cambio de que haga daño a alguien.

Finalmente el sacerdote exhorta a todos los fieles a que recen y vivan cerca de Dios; y a los jóvenes los alienta a abandonar “la tendencia aventurarse en relación a cuestiones satánicas, pues la única posesión que existe, es el pecado mismo”.

8 DATOS QUE NO SABÍAS SOBRE SANTA GIANNA BERETTA MOLLA


8 datos que no sabías sobre Santa Gianna Beretta Molla
POR MARÍA XIMENA RONDÓN | ACI Prensa
Santa Gianna Beretta Molla / Foto: Vatican.va



"Jamás creí estar viviendo con una santa. Mi esposa tenía infinita confianza en la Providencia y era una mujer llena de alegría de vivir”, dijo en una ocasión Pietro, el esposo de Gianna Beretta Molla.

Por ello, con ocasión de la fiesta de esta madre coraje italiana, que se celebra el 28 de abril, brindamos ocho datos inspiradores que tal vez no conocías sobre la vida.

1.- Fue “médico de los pobres”

Santa Gianna Beretta obtuvo el título de Doctor en Medicina y Cirugía en 1949 en la Universidad de Pavía y en 1952 se especializó en pediatría por la Universidad de Milán.

Según indica su biografía, ella “prefería entre sus pacientes a los pobres”, así como a las embarazadas, a los niños y a los ancianos.  

“No olvidemos que en el cuerpo de nuestro paciente existe un alma inmortal. Seamos honestos y médicos de fe”, solía decir.

2.-Contagió a los demás su devoción por la Virgen María

Santa Gianna fue muy devota de la Virgen. Cuando murió su madre, ella le dijo a María: “confío en vos, dulce Madre, y tengo la certeza de que nunca me abandonaréis”.

Ella hablaba de la Madre de Dios a las jovencitas de la Acción Católica y en las cartas dirigidas a su novio Pietro, que luego fue su esposo.

En su libro “Gianna Molla Beretta. Escritos, recuerdos, testimonios", Pietro indicó que el día de su boda, la santa “donó su bouquet de flores al altar de la Virgen a la cual era tan devota”.

3.-Demostró que se puede alcanzar la santidad en el matrimonio

Gianna conoció a su futuro esposo en una Misa celebrada en 1954. Él era ingeniero y también pertenecía a la Acción Católica. La biografía de la santa describe que durante el noviazgo, ella fue “clarísima en sus propósitos y en proyectar su nueva familia, y al mismo tiempo, era maravillosa transmitiendo a Pietro su gran alegría de vivir”.

La pareja contrajo matrimonio el 24 de septiembre de 1955. Gianna fue “una esposa feliz” y supo “supo armonizar, con sencillez y equilibrio su deberes de madre y de médico”.

Pietro la apoyó en su decisión de no abortar a su bebé, como algunos médicos le sugerían para salvar su vida, y tras la muerte de Gianna, él nunca se volvió a casar y se hizo cargo de los cuatro niños.

El P. Thomas Rosica, Director de Salt and Light TV, describió a Pietro como “un hombre de extraordinaria fe, simplicidad y santidad”.

4.-Rechazó hacerse un aborto “terapéutico”

Al inicio de su cuarto embarazo, los médicos le detectaron un tumor en el útero y le sugirieron que se someta a un aborto “terapéutico” para poder salvarse. Ella se negó y pidió al cirujano que “a toda costa” preserve a su bebé.

Fue operada y la criatura logró salvarse. Antes del parto, Santa Gianna dijo a los médicos: “si hay que decidir entre mi vida y la del niño, no duden; elijan -lo exijo- la suya. Sálvenlo”.

Según indica su biografía, la santa consideraba que su bebé “tenía los mismos de vivir” que sus otros tres hijos y que ella “solo era el instrumento de la Providencia para que esa nueva criaturita viniera al mundo”.

5.-Dio a luz a su última hija durante un Sábado Santo

La biografía de la santa precisa que el 21 de abril de 1962, un Sábado Santo, ella dio a luz a su cuarta hija, Gianna Emmanuela, por cesárea.

Una hora después del parto, Santo Gianna empezó a sufrir dolores abdominales y fiebre debido a una peritonitis séptica. Su condición se agravó en los días siguientes. En medio de los sufrimientos ella recibió la Eucaristía y no dejaba de pronunciar jaculatorias de amor a Jesús.

Murió el 28 de abril a los 39 años.


6.-La hija que salvó leyó una carta suya ante miles de familias  

El 26 de septiembre del año 2015, Durante el Encuentro Mundial de las Familias (EMF) realizado en Filadelfia (Estados Unidos), Gianna Emanuela leyó una carta de amor que le escribió su madre a su padre cuando ambos aún eran novios.

Luego la hija de la santa saludó al Papa Francisco y le regaló una reliquia de su madre.

7.-Tres de sus hermanos abrazaron la vida consagrada

Según su biografía, Santa Gianna era la décima de trece hijos y tres de sus hermanos abrazaron la vida consagrada.

Su hermano Enrico perteneció a la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y fue misionero en Brasil. Giuseppe, otro de sus hermanos fue sacerdote en la diócesis italiana de Bérgamo y su hermana Virginia fue religiosa en la congregación de las Hijas de la Caridad Canossianas.

Sor Virginia expresó en una ocasión que mientras estaba en la India como misionera, “de forma inesperada y providencial, el Señor me hizo regresar a Italia a tiempo para alcanzar a Gianna, justo cuatro días antes que ella muriera. Pude así asistirla y confortarla en esos momentos tan dolorosos y preciosos a los ojos de Dios, y de esos momentos guardo un recuerdo muy vivo”.

8.- Fue beatificada y canonizada por San Juan Pablo II

Gianna Beretta Molla fue beatificada por San Juan Pablo II el 24 de abril de 1994, durante el Año Internacional de la Familia; y canonizada por el mismo Pontífice 16 de mayo de 2004. Es patrona de la defensa de la vida.

SANTA GIANNA BERETTA MOLLA, 28 ABRIL


Santa Gianna Beretta Molla, 28 abril 



Durante los años de Liceo y de Universidad, en los que se dedica con diligencia a los estudios, traduce su fe en fruto generoso de apostolado en la Acción católica y en la Sociedad de San Vicente de Paúl, dedicándose a los jóvenes y al servicio caritativo con los ancianos y necesitados. Habiendo obtenido el título de Doctor en Medicina y Cirugía en 1949 en la Universidad de Pavía, abre en 1950 un ambulatorio de consulta en Mésero, municipio vecino a Magenta. En 1952 se especializa en Pediatría en la Universidad de Milán. En la práctica de la medicina, presta una atención particular a las madres, a los niños, a los ancianos y a los pobres.

Su trabajo profesional, que considera como una «misión», no le impide el dedicarse más y más a la Acción católica, intensificando su apostolado entre las jovencitas.

Se dedica también a sus deportes favoritos, el esquí y el alpinismo, encontrando en ellos una ocasión para expresar su alegría de vivir, recreándose ante el encanto de la creación.

Se interroga sobre su porvenir, reza y pide oraciones, para conocer la voluntad de Dios. Llega a la conclusión de que Dios la llama al matrimonio. Llena de entusiasmo, se entrega a esta vocación, con voluntad firme y decidida de formar una familia verdaderamente cristiana.

Conoce al ingeniero Pietro Molla. Comienza el período de noviazgo, tiempo de gozo y alegría, de profundización en la vida espiritual, de oración y de acción de gracias al Señor. El día 24 de septiembre de 1955, Gianna y Pietro contraen matrimonio en Magenta, en la Basílica de S. Martín. Los nuevos esposos se sienten felices. En noviembre de 1956, Gianna da a luz a su primer hijo, Pierluigi. En diciembre de 1957 viene al mundo Mariolina y en julio de 1959, Laura. Gianna armoniza, con simplicidad y equilibrio, los deberes de madre, de esposa, de médico y la alegría de vivir.

En septiembre de 1961, al cumplirse el segundo mes de embarazo, es presa del sufrimiento. El diagnóstico: un tumor en el útero. Se hace necesaria una intervención quirúrgica. Antes de ser intervenida, suplica al cirujano que salve, a toda costa, la vida que lleva en su seno, y se confía a la oración y a la Providencia. Se salva la vida de la criatura. Ella da gracias al Señor y pasa los siete meses antes del parto con incomparable fuerza de ánimo y con plena dedicación a sus deberes de madre y de médico. Se estremece al pensar que la criatura pueda nacer enferma, y pide al Señor que no suceda tal cosa.

Algunos días antes del parto, confiando siempre en la Providencia, está dispuesta a dar su vida para salvar la de la criatura: «Si hay que decidir entre mi vida y la del niño, no dudéis; elegid -lo exijo- la suya. Salvadlo».

La mañana del 21 de abril de 1962 da a luz a Gianna Emanuela. El día 28 de abril, también por la mañana, entre indecibles dolores y repitiendo la jaculatoria «Jesús, te amo; Jesús, te amo», muere santamente. Tenía 39 años.

Sus funerales fueron una gran manifestación llena de emoción profunda, de fe y de oración. La Sierva de Dios reposa en el cementerio de Mésero, a 4 kilómetros de Magenta.

«Meditada inmolación», Pablo VI definió con esta frase el gesto de la beata Gianna recordando, en el Ángelus del domingo 23 de septiembre de 1973: «una joven madre de la diócesis de Milán que, por dar la vida a su hija, sacrificaba, con meditada inmolación, la propia». Es evidente, en las palabras del Santo Padre, la referencia cristológica al Calvario y a la Eucaristía.

Fue beatificada el 24 de abril de 1994, durante el Año Internacional de la Familia; y canonizada el 16 de mayo de 2004 por Juan Pablo II.

SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT, 28 ABRIL


San Luis María Grignion de Montfort
28 de abril



San Luis es el fundador de los padres Monfortianos y de las Hermanas de la Sabiduría. Nació en Monfort, Francia, en 1673. Era el mayor de una familia de ocho hijos. Desde muy joven fue un gran devoto de la Santísima Virgen, y a la edad de 12 años, ya la gente lo veía pasar largos ratos arrodillado ante la estatua de la Madre de Dios.

Con grandes sacrificios logró conseguir con qué ir a estudiar al más famoso seminario de Francia, el seminario de San Suplicio en París, sobresaliendo como un seminarista totalmente mariano. Ya ordenado sacerdote, su primera Misa deseó celebrarla en un altar de la Virgen, y durante muchos años la Catedral de Nuestra Señora de París fue su templo preferido y su refugio.

El santo dedicó todas sus grandes cualidades de predicador, de conductor de multitudes, de cantante y compositor a predicar misiones para convertir pecadores, viajando incansablemente por los distintos lugares de Francia anunciando el Evangelio y permitiendo la llegada de Dios Padre en el corazón de las personas.

A pie y de limosna se fue hasta Roma, pidiendo a Dios la eficacia de la palabra, y la obtuvo de tal manera que al oír sus sermones se convertían hasta los más endurecidos pecadores. El Papa Clemente XI lo recibió muy amablemente y le concedió el título de "Misionero Apostólico", con permiso de predicar por todas partes.

El santo fundó una de las comunidades religiosas que han hecho grandes obras por la conversión de las almas: los Padres Monfortianos, a cuya comunidad le puso por nombre "Compañía de María", y las Hermanas de la Sabiduría. San Luis además escribió uno de los libros que junto con "Las Glorias de María" de San Alfonso, ha llegado a ser uno de los libros más famosos que se han escrito acerca de la devoción a la Virgen María: el "Tratado de la verdadera devoción a la Virgen María", obra que se ha propagado por todo el mundo con enorme provecho para sus lectores. Incluso el Papa Juan Pablo II tomó como lema una frase que repetía mucho nuestro gran santo: "Soy todo tuyo oh María, y todo cuanto tengo, tuyo es".

San Luis falleció el 28 de abril de 1716, a la edad de 43 años de una repentina enfermedad.
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