lunes, 13 de noviembre de 2017

IMÁGENES DE ADVIENTO 2017



























































PAPA FRANCISCO PIDE CRISTIANOS COHERENTES QUE NO CAUSEN ESCÁNDALO ANTE EL PUEBLO DE DIOS


El Papa pide cristianos coherentes que no causen escándalo ante el pueblo de Dios
Foto: L'Osservatore Romano




VATICANO, 13 Nov. 17 / 05:43 am (ACI).- Durante la Misa celebrada en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, el Papa Francisco advirtió contra el escándalo que causa heridas en el pueblo de Dios muy difíciles de curar, y que pueden matar la esperanza.

Por eso, pidió a los cristianos que sean coherentes, porque con su incoherencia pueden causar grave escándalo. “Cuántos cristianos, con su ejemplo, alejan a la gente, con su incoherencia, con su propia incoherencia. La incoherencia de los cristianos es una de las armas más efectivas que tiene el diablo para debilitar al pueblo de Dios y para alejar al pueblo de Dios del Señor. Decir una cosa y hacer otra”.

“Esa incoherencia produce escándalo –continuó el Santo Padre–. Por lo tanto, debemos preguntarnos: ¿cómo es mi coherencia de vida? ¿Soy coherente con el Evangelio? ¿Soy coherente con el Señor?”.

Como ejemplo de incoherencia, habló de los empresarios cristianos que no pagan el sueldo justo o que se sirven de la gente para enriquecerse, o también el escándalo de los pastores de la Iglesia que no cuidan al rebaño y permiten que se alejen.

Francisco explicó que “es inevitable que se produzcan escándalos, pero, como señala Jesús en el Evangelio, ¡ay de aquel por el que se produzcan! Hay que estar atentos a no escandalizar. El escándalo es dañino porque causa una herida, hiere la vulnerabilidad del pueblo de Dios y hiere la debilidad del pueblo de Dios. Muchas veces estas heridas se llevan para toda la vida. Y no sólo causa heridas, el escándalo también es capaz de matar: mata esperanzas, mata ilusiones, mata familias y mata muchos corazones”.

También recordó que “Jesús nos dice que no se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero, y cuando el pastor está apegado al dinero, escandaliza. La gente se escandaliza: el pastor apegado al dinero. El pastor que trata de crecer, cuya vanidad le hace irse arriba en vez de ser humilde y tierno, porque la ternura y la humildad favorecen la cercanía al pueblo. O el pastor que se siente señor y que da órdenes a todos, orgulloso, en vez de ser un pastor servidor del pueblo de Dios. Todo pastor debe preguntarse: ¿cómo es mi relación con el dinero?”.

El Papa finalizó su homilía invitando a hacer examen de conciencia: “¿Soy causa de escándalo y por qué? De esa manera podemos responder al Señor y acercarnos un poco más a Él”.

Evangelio comentado por el Papa Francisco:

Lucas 17:1-6

1 Dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen!

2 Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños.

3 Cuidaos de vosotros mismos. «Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale.

4 Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: "Me arrepiento", le perdonarás.»

5 Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe.»

6 El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: "Arráncate y plántate en el mar", y os habría obedecido.»

QUÉ SERÁ DE QUIEN MUERE DE IMPROVISO SIN CONFESIÓN?


¿Qué será de quien muere de improviso sin confesión?
¿Hay que rezar por los que mueren en pecado grave y podrían haberse condenado?


Por: n/a | Fuente: EnlaceCatolico.info 




Está establecido que los hombres mueran una sola vez y luego viene el juicio (Hb 9, 27). Y en este juicio particular cada uno recibe conforme a lo que hizo durante su vida mortal (2 Co 5, 10).

La doctrina cristiana siempre ha dicho claramente que  cada quien cosechará en la eternidad lo que en esta vida temporal habrá sembrado.


Ante todo, tengamos encuenta una gran verdad: “Dios no predestina a nadie al Infierno” (Catecismo 1037). La Voluntad de Dios es que todos los hombres lleguen a disfrutar de la salvación, de la Visión Beatífica.

Para que alguien realmente se condene, es necesario que tenga un alejamiento voluntario de Dios, una aversión permanente a Él, una rebeldía contra su voluntad o un enfrentamiento contra Él y, además, que persista en esta actitud hasta el último día (Mt 7, 23; Mt 25, 41). Personas así, personas que reúnan estas condiciones, realmente no creo que sean muchas.

En todo caso, aquel que muere en pecado mortal, sin al menos arrepentirse, va al infierno (Catecismo 1033). Y la teología cristiana católica afirma que un alma condenada no puede ser luego salvada con oraciones.

Pero una cosa es la irreversibilidad del destino eterno llamado infierno (Catecismo 1035), labrado en la temporalidad terrenal, y otra muy diferente es, por supuesto, dar a alguien ya por condenado en el infierno.

No es posible pensar o aseverar con rotundidad que alguien, al morir repentinamente, y según nosotros sin estado de gracia, se haya condenado inexorablemente. Nadie debería jamás pensar esto ni del más abyecto de los criminales.

¿Por qué no es posible pensarlo? Sabemos cuál es la vía ordinaria para entrar al cielo directa o indirectamente (a través del purgatorio): Morir en estado de gracia. Sin embargo, existe una posibilidad de salvación para la persona que, estando en pecado grave, muere sin estar reconciliado con Dios a través del sacramento de la confesión; aunque, eso sí, tenga en todo caso que pasar por el purgatorio.

Esta excepción se basa en varios elementos:

1.- Cuando la persona, al momento de morir, no pudo ser atendida por un sacerdote. Supongamos el caso de un accidente aéreo o en un accidente automóvilistico, ¿podría Dios condenar a estas personas por haber muerto sin la presencia de un sacerdote, si de haberlo tenido, quizás hubieran recurrido a él? Ciertamente que no.

En estas circunstancias la Iglesia cree en la Misericordia del Señor para con esas personas que con su último aliento de vida claman un perdón. Si la persona tiene un momento delucidez antes de la muerte, y en ese instante se arrepiente con corazón contrito por la totalidad de sus pecados, y le pide a Dios el perdón, se salvará.

2.- Recordemos que la muerte es un proceso gradual de la vida actual a la muerte aparente (por ejemplo, la muerte clínica), y de ésta a la muerte real. La muerte aparente no coincide siempre con la muerte real, pues la muerte es la separación del alma del cuerpo, y es difícil señalar el momento exacto y preciso de esta separación. Ha habido casos de vuelta a la vida después de una muerte clínica por una acción milagrosa.

Hay testimonios de gente aparentemente muerta que después han manifestado que podían oír lo que pasaba a su alrededor. Por esto, ante la duda acerca de si una persona esté muerta o no, puede actuar el Sacerdote para que le administre el Sacramento de la Unción de los Enfermos (canon 1005) si se cree que la persona lo hubiera querido y/o pedido al menos implícitamente (Canon 1006). “La Unción de los enfermos “no es un sacramento sólo para aquellos que están a punto de morir.

Por eso, se considera tiempo oportuno para recibirlo cuando el fiel empieza a estar en peligro demuerte por enfermedad o vejez” (Catecismo 1514). Debe administrarse este sacramento, pues uno de sus efectos es el perdón de los pecados, incluso los graves cuando el enfermo no se haya podido confesar y esté imposibilitado para hacerlo; en este caso basta que la persona hubiera realizado un acto de atrición.

3.- En esta misma línea, cuando una persona está en peligro de muerte, y no puede expresarse verbalmente por algún motivo (por ejemplo en coma), se le puede absolver de los pecados de manera condicionada. Esto quiere decir que la absolución está condicionada a las disposiciones que tenga la persona enferma o que se presume tendría, de estar consciente (Canon 976).

La absolución se impartirá ‘bajo condición’ cuando, si se diera absoluta, el sacramento se expondría a peligro de nulidad, y si se negara se expondría en grave peligro la salvación del penitente. El sacerdote procederá de esta manera cuando tenga duda de que la persona esté viva o muerta; si hay duda sobre el uso de razón (por ejemplo en los dementes o en los niños); cuando se duda de si se ha concedido bien una absolución absoluta previa; etc..

4.- No podemos juzgar y dar por condenado a nadie, ni siquiera cuando la Iglesia le haya declarado la excomunión. El hecho de que una persona esté excomulgada no significa que esté condenada irremediablemente al infierno, simplemente se declara que dicha persona ha salido por su propio pie de la comunión de la Iglesia. La Iglesia no condena a nadie; no puede ni debe ni quiere decretar la condenación de nadie. Una persona que esté excomulgada y que, por tanto, no pueda acceder a los sacramentos al momento de su muerte, podría arrepentirse de sus pecados y podría ser suficiente para que se salvara. Así de grande y de espectacular es la misericordia divina.

5.- Tampoco los que desconocen sin culpa elevangelio de Cristo y su Iglesia están privados de salvación, “porque los que desconocen sin culpa el evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna (Vat. II, LG 16)”.

6.- No hay que olvidar que Dios es omnisciente y lo sabe todo, incluso antes de que ocurra. Es muy posible que Él, viendo desde la eternidad la oración de sus hijos por si mismos o por otros (por ejemplo la oración de una madre), haya podido haber derramado gracias que les movieran a la conversión antes de morir. Sólo Dios sabe si en el último instante alguna persona se hubo arrepentido de lo que hubiera hecho (con elimplícito amor a Dios y al prójimo).

Si pasa esto y/o hubiera esa persona confesado con su boca que Jesús es Señor y cree en su corazón que Dios lo ha resucitadode entre los muertos, se salvará (Rm 10, 9). Y aun la simple atrición es suficiente para salvarse, aunque tenga menos mérito y por tanto más purgatorio. Se han visto casos de ateos que al verse próximos a la muerte han orado. Alguien ha dicho que “cuando un hombre da un paso hacia Dios, Dios da más pasos hacia el hombre”.

7.- Aun en los casos en que todo parezca sugerir que alguien haya muerto en pecado grave, no hay que dar por sentado que esté ya condenado, porque la última palabra siempre la tiene Dios. Solo Él conoce las circunstancias y las intenciones de cada quien y sólo Él sabe que pasó realmente durante los últimos instantes de la vida. Hasta en el caso de los suicidas no podemos estar seguros de su condenación.

8.- No es fácil saber si quien ha pecado gravemente, lo haya hecho con pleno conocimiento y deliberado consentimiento, como se requiere para que haya pecado mortal. Y aun suponiendo que haya pecado mortal (es decir grave, consciente y libre), no podemos negar que ‘el dedo’ de Dios haya podido tocar al pecador a la hora de la muerte si en aquél momento supremo la persona ha vuelto su mirada a Él con corazón arrepentido.

9.- En el momento de la muerte de alguien no conocemos, por ejemplo, lo que había en su corazón en relación con Dios, no sabemos si tuvo seria intención de confesarse (con acto de contrición incluido) aunque al final no se haya podido confesar;  no sabemos si esa persona instantes previos haya hecho alguna oración… en resumen, no sabemos por qué caminos puede llegar a las almas la acción de misericordiosa de Dios, quien por boca de Jesús sabemos que su interés es buscar a la oveja perdida para salvarla. La misión de Jesús nunca fue ni es condenar, sino salvar (Jn 3, 17); Jesús quiere cumplir con la voluntad del Padre: que no se pierda ninguno de los que Él le ha confiado (Jn 6, 39). “De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños” (Mt 18, 14).

Él, que escruta los corazones, salvará lo salvable. Lo que para nosotros parece imposible, para Dios no lo es; “porque ninguna cosa es imposible para Dios” (Lc 1, 37). “Lo que parece imposible para los hombres, es posible para Dios” (Mt 19, 26).

10.- La Iglesia no excluye de sus oraciones a ningún fiel difunto. El amor de la Iglesia por sus hijos es universal. Y en cada Eucaristía la Iglesia ora por todos sin excepción. La oración es expresión de la esperanza y de la confianza en la justicia y misericordia divinas. Orar por todos es esperar que Dios, por los caminos que sólo él sabe, puede llevar a muchos hacia sí. Aún por los que, según los criterios humanos, podrían estar condenados, pues nunca debemos olvidar que los criterios y pensamientos de Dios no siempre coinciden con los del ser humano (Is 55, 8).

Este amor universal o católico de la Iglesia, que es madre, se manifiesta en sus oraciones por sus hijos difuntos, especialmente el día de un funeral y el día de todos los fieles difuntos (el 2 de noviembre).

En cada misa la Iglesia ora “por nuestros hermanos que durmieron con la esperanza de la resurrección”, pidiendo a Dios que admita a contemplar la luz de su rostro “a todos los difuntos”. La oración por los difuntos conocidos es importante, pero no se olvidan a todos los demás difuntos. Las oraciones por el eterno descanso de los difuntos, no solo son agradables a Dios, sino que pueden ayudarles.

Nuestro deber como cristianos es rezar por aquellos que han fallecido esperando que la misericordia de Dios les alcance. No debemos negar nuestras oraciones a nadie, aun por el alma de alguien que, según nuestra lógica, no merece nuestra oración o consideremos que la oración por esa alma sea inútil.

Y aun en el supuesto caso que alguna persona se hubiera condenado, la oración no es tiempo ni esfuerzo perdido, le servirá a otras almas. Si rezamos por un alma que ya ha salido del Purgatorio o poralguien que se ha condenado, esa oración no se desperdicia, Dios sabe a quién le podría beneficiar. Es algo semejante al principio de los vasos comunicantes gracias a la comunión de los santos: Dios trasvasa y encauza las oraciones hacia las almas que más lo necesiten.

Si se encuentran en el purgatorio, sabemos que ya no irán al infierno. Nosotros podemos ayudar a esas almas en el purgatorio como consuelo y compañía en ese lugar donde se ‘sufre’ purificación; y lo podemos hacer con nuestras oraciones de sufragio, en particular participando en la Santa Misa y también haciendo celebrar la Santa Misa por ellos, con obras depenitencia y caridad, con las Indulgencias, sacrificios, etc..

Además, la oración tiene otro efecto importante que muchos pasan por alto: la oración retro alimenta. Así pues si hacemos oración por alguien, al mismo tiempo nos estamos ayudando nosotros porque su efecto espiritual nos hace ser más sensibles ante los misterios de Dios y más dispuestos a cumplir su voluntad.

Después de la muerte de alguien sólo podemos influir en su realidad ‘temporal’ que llamamos purgatorio en el que está la gran inmensa mayoría de fieles difuntos, aunque nunca sepamos con lujo de detalles cómo sea ni cuánto ‘tiempo’ dure. Sólo se sabe que, ésta antesala del cielo, es un ‘lugar’ de purificación hasta ser dignos de estar en la presencia de Dios para verlo cara a cara tal cual es (1Jn 3, 2).

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 13 NOVIEMBRE


Los Cinco Minutos de María, 
13 de Noviembre




Si quieres conseguir un boleto de entrada en el cielo, fomenta en tí la verdadera y profunda devoción a la Virgen María.

Ella es la Puerta del cielo; quien desee entrar en el cielo, ineludiblemente debe pasar por esa puerta.

Los santos padres de la Iglesia llamaron a María "la prenda segura de la salvación"; nunca jamás se ha oído que añgún verdadero devoto de María haya sido abandonado por ella; animados por esa confianza, acudamos a María seguros de que no seremos desechados, sino que seremos recibidos y salvados por ella.

Nuestra Señora con su Magníficat anuncia el nuevo Evangelio de Jesucristo; es el preludio del Sermón de la Montaña.


*P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 13 NOVIEMBRE 2017


Lecturas de hoy Lunes de la 32ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, lunes, 13 de noviembre de 2017




Primera lectura
Comienzo del libro de la Sabiduría (1,1-7):

Amad la justicia, los que regís la tierra, pensad correctamente del Señor y buscadlo con corazón entero. Lo encuentran los que no exigen pruebas, y se revela a los que no desconfían. Los razonamientos retorcidos alejan de Dios, y su poder, sometido a prueba, pone en evidencia a los necios. La sabiduría no entra en alma de mala ley ni habita en cuerpo deudor del pecado. El espíritu educador y santo rehúye la estratagema, levanta el campo ante los razonamientos sin sentido y se rinde ante el asalto de la injusticia. La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres que no deja impune al deslenguado; Dios penetra sus entrañas, vigila puntualmente su corazón y escucha lo que dice su lengua. Porque el espíritu del Señor llena la tierra y, como da consistencia al universo, no ignora ningún sonido.

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 138,1-3a.3b-6.7-8.9-10

R/. Guíame, Señor, por el camino eterno

Señor, tú me sondeas y me conoces; 
me conoces cuando me siento o me levanto, 
de lejos penetras mis pensamientos; 
distingues mi camino y mi descanso. R/.

Todas mis sendas te son familiares. 
No ha llegado la palabra a mi lengua, 
y ya, Señor, te la sabes toda. 
Me estrechas detrás y delante, 
me cubres con tu palma. 
Tanto saber me sobrepasa, 
es sublime, y no lo abarco. R/.

¿Adónde iré lejos de tu aliento, 
adónde escaparé de tu mirada? 
Si escalo el cielo, allí estás tú; 
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro. R/.

Si vuelo hasta el margen de la aurora, 
si emigro hasta el confín del mar, 
allí me alcanzará tu izquierda, 
me agarrará tu derecha. R/.

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,1-6):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: "Lo siento", lo perdonarás.»
Los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.»
El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería.»

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy lunes, 13 de noviembre de 2017
Alejando Carbajo, cmf



Queridos hermanos, paz y bien.

¡Auméntanos la fe! ¡Auméntamela, Señor! Buena falta nos hace, para afrontar los problemas de cada día. Sobre todo, en las comunidades. Donde la suma de personalidades a veces genera conflictos. En nuestra vida hay muchas ocasiones en las que nos sentimos indignados. Y muchas veces nos parece que no podemos hacer nada, que debe de ser así. “Vamos tirando”, y creemos que, hagamos lo que hagamos, el mundo no va a cambiar.

No sé si ésta es la postura correcta para un cristiano. Es verdad que, en nuestro camino, habrá problemas y dificultades. -pero también tenemos la fe, no solo para los buenos momentos, sino, sobre todo, para los malos. Y siempre con un corazón de madre, sintiendo que el otro puede cambiar, “arrepentirse”, como dic e el Evangelio hoy. Así es como nuestra fe, incluso si es pequeña, puede hacer milagros.

Si creemos, confiamos en Dios. Y Dios confía en nosotros, en cada uno de nosotros. Dios, Padre Bueno, nos recuerda que, si nuestra fe no es tan grande que nos permita vivir así, tenemos que pedirle que nos la aumente. Con el perdón, demostramos el respeto al otro y la conciencia de no ser mejores que nadie (todos comentemos errores, y todos tenemos que pedir perdón).

Además, el Señor nos dice que somos responsables no solo de nosotros mismos. Alrededor nuestro hay una zona de influencia, e influimos en el bien que allí se hace, como en el mal. Nadie está solo, nadie vive aislado. ¿Cómo son mis relaciones? ¿Soy consciente de que lo que para mí es normal, para otros puede ser un escándalo? ¿Tengo en cuenta la variedad de mentalidades, de educación de experiencias vividas? Respetar a los demás, saber perdonar, no convertirnos en obstáculos para los demás con nuestras actitudes y con nuestras palabras, son medios que tenemos para llegar a ser semejantes a Dios. Todo por la fe. Lo imposible se vuelve posible.

Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

FELIZ SEMANA





domingo, 12 de noviembre de 2017

ESTAR PREPARADOS - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 12 NOVIEMBRE 2017


Estar preparados




Aquellas muchachas del Evangelio no tenían otra cosa que hacer allí que entrar con unas lámparas encendidas acompañando al novio. No tenían que hacer otra cosa. Era muy fácil el encargo, pero el hecho fue que se olvidaron de llevar aceite de repuesto y al pasar el tiempo y darse cuenta de que se les apagaba su luz, se fueron, y no estuvieron allí en el momento preciso. La voz del esposo es contundente y tremenda: no os conozco, ya no nos veremos. ¿Por qué esa respuesta tan fuerte?, ¿por qué no la misericordia si las otras también se durmieron? Es que hay olvidos que no son falta de memoria, sino falta de interés, falta de amor.

Podría parecer que las otras doncellas no vivieron la caridad con ellas, o que el señor las trata sin compasión, pero es que en el corazón es donde uno decide hacer lo que hace. La jóvenes prudentes realmente fueron prudentes, no sólo en ser previsoras, sino también no quedándose sin aceite, porque si estaban allí era para lo que estaban.

En este mundo estamos para alabar a Dios, no para enredarnos en historias y teorías de tal suerte que al llegar la muerte a uno le pille no estando en gracia. Y eso se decide en el día a día, en el interés o la falta de interés ante las mociones de Dios. Nadie se puede quejar de que Dios le diga en la vida eterna que no le conoce (es lo más terrible que Dios puede decir a una criatura), porque depende de uno mismo el amor a Dios. Cada una de nuestras acciones nos acerca a la vida o nos aleja de Dios, cada una es de vida o muerte.

Dame, Señor, la virtud de la prudencia para acertar en cada caso con lo que debo de hacer y lo lleve a cabo; que quiera comprometerme en lo que Tú me sugieres; que no deje para mañana lo que debo de hacer hoy, pues el mañana no sé si llegará para mí. Quiero estar preparado en todo momento –con la luz encendida, en gracia y en oración–, para que cuando me llames, pueda yo también decir: Aquí estoy porque me has llamado.




© P. Jesús Martínez García

UN HOMBRE Y UN ZORRO


Un hombre y un zorro




Un hombre que pasaba por el bosque descubrió un zorro que había perdido sus patas. Y de inmediato se preguntó, “¿cómo podrá sobrevivir?”.

Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en la boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro. Al día siguiente se repitió la escena.

El observador se maravilló de los sentimientos de los animales, y se dijo a sí mismo: "Voy también yo a simular junto al camino estar herido y a confiar en los que pasan". Así lo hizo durante varios días, pero no sucedió nada.

El pobre hombre ya estaba casi muerto de hambre, cuando oyó una voz que le decía: "Si quieres descubrir humanidad en tus semejantes, sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado".

La moraleja es simple: siempre hay que empezar por dar, para luego recibir...

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 12 NOVIEMBRE


Los cinco minutos de María
Noviembre 12





Después de Jesucristo, nadie ha sufrido tanto como la Santísima Virgen María. La piedad cristiana la suele denominar “la Dolorosa”, o la Virgen de los Dolores, o la Reina de los mártires. Y se la suele representar con su Corazón atravesado por siete espadas.
María al pie de la cruz es la imagen más sublime del dolor humano; una Madre que ve morir a su Hijo; cuando ese Hijo es nada menos que Dios y esa Madre es la Madre de Dios, el dolor no tiene límites.

El Corazón de María fue el Corazón que más sufrió, porque fue el Corazón que más amó.

Concédenos, Virgen Santa, comprender que para seguir a tu Hijo Jesús tenemos que tomar la cruz y ofrecer nuestra vida.




* P. Alfonso Milagro

PAPA FRANCISCO: ESTA ES LA CONDICIÓN PARA ENTRAR EN EL REINO DE LOS CIELOS


Esta es la condición para entrar en el Reino de los Cielos explicada por el Papa Francisco
 Foto: Captura de Youtube




VATICANO, 12 Nov. 17 / 06:44 am (ACI).- Durante el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, el Papa Francisco subrayó que para poder entrar en el Reino de los Cielos es necesario permanecer vigilantes durante toda la vida a la espera de la llegada del Señor, pues, como dice el Evangelio, “no sabemos ni el día ni la hora”.

El Santo Padre afirmó que ese estar preparados no significa sólo el permanecer despiertos, sino, que también hay que prepararse llevando una vida cristiana centrada en ayudar al prójimo.

Francisco realizó esta reflexión a partir del Evangelio del domingo, en el que, mediante la parábola de las diez vírgenes, “nos indica la condición para entrar en el Reino de los Cielos”. Señaló que las diez vírgenes “eran las damas de honor encargadas de acoger al esposo en la ceremonia de la boda, y puesto que en aquel tiempo la costumbre era celebrarlas de noche, poseían unas lámparas”.

“La parábola dice que cinco de aquellas vírgenes eran prudentes, y las otras cinco necias. Las prudentes llevaron con ellas el aceite para las lámparas, mientras que las necias no lo habían llevado. El esposo tardaba en llegar y todas se durmieron”.

“A medianoche –continuó narrando el Papa– se anunció la llegada del esposo, y entonces las vírgenes necias se dieron cuenta de que no tenían el aceite para las lámparas, y se lo pidieron a las prudentes. Pero estas respondieron que no se lo podían dar porque no tenían suficiente para todas”.

Entonces, “mientras las necias acudían a por el aceite, llegó el esposo. Las vírgenes prudentes entraron con él en la sala del banquete, y tras ellas se cerró la puerta. Las cinco necias llegaron más tarde y llamaron a la puerta, pero recibieron por respuesta: ‘No os conocemos’, y se quedaron fuera”.

Tras terminar de resumir el episodio evangélico, el Papa preguntó: “¿Qué es lo que nos quiere enseñar Jesús con esta parábola? Nos recuerda que debemos estar preparados para el encuentro con Él”.

“En muchas ocasiones, en el Evangelio, Jesús nos exhorta a estar vigilantes, y lo hace también cuando finaliza esta parábola: ‘Permaneced siempre vigilantes, porque no sabéis el día ni la hora’. Pero con esta parábola nos dice que vigilar no solo significa no quedarse dormidos, sino estar preparados”.

De hecho, “en la parábola todas las vírgenes se durmieron antes de la llegada del esposo, pero al despertarse, algunas estaban preparadas y otras no. Aquí está el significado de ese ser sagaces y prudentes. Se trata de no esperar al último momento de nuestra vida para colaborar con la gracia de Dios, sino, hacerlo ya ahora”.

Entre el simbolismo de la parábola, Francisco destacó la lámpara, que “es el símbolo de la fe que ilumina nuestra vida, mientras que el aceite es el símbolo de la caridad que alimenta la luz de la fe y la hace fecunda y luminosa”

“La condición para estar preparados para el encuentro con el Señor no es solo la fe, sino también una vida cristiana rica en amor por el prójimo. Si nos dejamos guiar por aquello que parece más cómodo, por la búsqueda de nuestros intereses, nuestra vida se vuelve estéril, y no guardamos ninguna reserva de aceite para la lámpara de nuestra fe, y ésta se apagara en el momento de la llegada del Señor, o incluso antes”.

“Por el contrario –finalizó el Pontífice–, si estamos vigilantes y buscamos hacer el bien, con gestos de amor, compartiendo, siendo serviciales con el prójimo en dificultad, podemos estar tranquilos mientras esperamos la llegada del esposo: el Señor podrá venir en cualquier momento, y ni siquiera el sueño de la muerte nos asustará, porque tenemos la reserva de aceite acumulada con las obras buenas de cada día”. 

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 12 NOVIEMBRE 2017



Domingo 32º del Tiempo Ordinario – Ciclo A
Domingo 12 de noviembre de 2017

“Quien espera la llamada de Jesús que no olvide el cargador“



Primera lectura
Lectura del libro de la Sabiduría (6,12-16):

La sabiduría es radiante e inmarcesible, la ven fácilmente los que la aman, y la encuentran los que la buscan; ella misma se da a conocer a los que la desean. Quien madruga por ella no se cansa: la encuentra sentada a la puerta. Meditar en ella es prudencia consumada, el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones; ella misma va de un lado a otro buscando a los que la merecen; los aborda benigna por los caminos y les sale al paso en cada pensamiento.

Palabra de Dios

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Salmo

Salmo: 62,2.3-4.5-6.7-8
R/. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansía de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R/.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R/.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R/.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas
canto con júbilo. R/.

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Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (4,13-17):

No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. Esto es lo que os decimos como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. Pues él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

Palabra de Dios

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Lectura del santo evangelio según san Mateo (25, 1-13):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!” Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.” Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.” Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos.” Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco.” Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

Palabra del Señor

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Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mt 25, 1-13

ENCENDER UNA FE GASTADA

La primera generación cristiana vivió convencida de que Jesús, el Señor resucitado, volvería muy pronto lleno de vida. No fue así. Poco a poco, los seguidores de Jesús se tuvieron que preparar para una larga espera.

No es difícil imaginar las preguntas que se despertaron entre ellos. ¿Cómo mantener vivo el espíritu de los comienzos? ¿Cómo vivir despiertos mientras llega el Señor? ¿Cómo alimentar la fe sin dejar que se apague? Un relato de Jesús sobre lo sucedido en una boda les ayudaba a pensar la respuesta.

Diez jóvenes, amigas de la novia, encienden sus lámparas y se preparan para recibir al esposo. Cuando, al caer el sol, llegue el novio a tomar consigo a la esposa, los acompañarán a ambos en el cortejo que los llevará hasta la casa del esposo, donde se celebrará el banquete nupcial.

Hay un detalle que el narrador quiere destacar desde el comienzo. Entre las jóvenes hay cinco «sensatas» y previsoras que toman consigo aceite para alimentar sus lámparas a medida que se vaya consumiendo la llama. Las otras cinco son unas «necias» y descuidadas que se olvidan de tomar aceite, con el riesgo de que se les apaguen las lámparas.

Pronto descubrirán su error. El esposo se retrasa y no llega hasta medianoche. Cuando se oye la llamada a recibirlo, las sensatas alimentan con su aceite la llama de sus lámparas y acompañan al esposo hasta entrar con él en la fiesta. Las necias no saben sino lamentarse: «Que se nos apagan las lámparas». Ocupadas en adquirir aceite, llegan al banquete cuando la puerta está cerrada. Demasiado tarde.

Muchos comentaristas tratan de buscar un significado secreto al símbolo del aceite. ¿Está Jesús hablando del fervor espiritual, del amor, de la gracia bautismal…? Tal vez es más sencillo recordar su gran deseo: «Yo he venido a traer fuego a la tierra, ¿y qué he de querer sino que se encienda?». ¿Hay algo que pueda encender más nuestra fe que el contacto vivo con Jesús?

¿No es una insensatez pretender conservar una fe gastada sin reavivarla con el fuego de Jesús? ¿No es una contradicción creernos cristianos sin conocer su proyecto ni sentirnos atraídos por su estilo de vida?

Necesitamos urgentemente una calidad nueva en nuestra relación con él. Cuidar todo lo que nos ayude a centrar nuestra vida en su persona. No gastar energías en lo que nos distrae o desvía de su Evangelio. Encender cada domingo nuestra fe rumiando sus palabras y comulgando vitalmente con él. Nadie puede transformar nuestras comunidades como Jesús.

FELIZ DOMINGO





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