domingo, 29 de octubre de 2017

AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS


Amar a Dios sobre todas las cosas
Este amor tiene perfecta vigencia en nuestros días.


Por: José Guillermo García Olivas | Fuente: Catholic.net 




Aquel joven le preguntó a Jesús: ¿Maestro que he de hacer yo para conseguir la vida eterna? y El le contestó: “Si quieres entrar en la vida eterna, cumple los Mandamientos” (Mt.19,16.19). Pero el joven insistió. ¿Cuál es el Mandamiento más importante de la Ley?. Jesús le respondió: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y más importante. Pero hay otro semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la Ley se fundamenta en estos dos Mandamientos” (Mt.22,36.38).

Y esto, me recuerda mi noble y sincera pregunta, a aquel hombre de Dios, en una sesión de catequesis para adultos. ¿Cómo es posible amar a Dios, al que no vemos, si nos resulta tan difícil, amar a los que viven a nuestro alrededor?. La respuesta fue tan contundente y definitiva, que me hizo reflexionar.

Si no amas a Dios, porque no lo ves, es que tu amor a El es frágil. Porque amarle, es seguirle y reconocerlo como creador y salvador. Como dueño y señor de todo lo que existe. Como destino de nuestro espíritu, para agradecerle, todo lo que ha hecho y hace día a día por nosotros.

Es, profesarle libremente nuestro amor en público y en privado. Es, pedirle ser el último en todo, y aceptar ser el primero en amarle sin peso ni medida.

Amar a Dios, es verlo y sentirlo, no allá lejos, donde brillan las estrellas, si no a nuestro lado, caminando por nuestras mismas calles.

Amarle, es contemplar todos los tesoros de bondad y ternura, que nos ha dejado, y cumplir su nuevo Mandamiento: “Que os améis los unos a los otros como yo os he amado” (Jn.15,12).
No sé, pero me parece a mí, después de escuchar al catequista, que el amor a Dios, se refleja en esa lección de pequeños detalles que la vida diaria nos enseña.

Y es amar a Dios, cumpliendo con el primer Mandamiento, amando a los inmigrantes, que desesperados por diversas causas, abandonan sus pueblos y no encuentran acomodo entre nosotros. Y comprendiendo a los que sufren pérdida de libertad, siendo inocentes o presuntos culpables. Amando y respetando a los desvalidos o indigentes; a los que nos importunan en el tráfico diario, y a los que nos superan en el mundo laboral.

Y es amar a Dios, amando, a los que nos atienden en los hospitales, a veces, salvando nuestras propias vidas. Y visitando a nuestros mayores, que en residencias o en sus propios hogares, se encuentran abandonados, consumiendo sus últimos días en esta vida. Y consolando a los que sufren el azote de la enfermedad incurable y esperan en la soledad de cualquier centro sanitario.

También se ama a Dios, no volviendo la cara hacia esos africanos –en su mayoría jóvenes- que viven en la frontera entre Uganda y Kenia, sufriendo una gran epidemia de sida y tuberculosis y que nos gritan sin esperanza, que quieren vivir, pero no tienen comida para alimentarse ni medicamentos que les evite ese holocausto.

Y se puede amar a Dios, convenciendo a los que piensan equivocadamente que por envejecer dejan de amar, sin saber que, por dejar de amar, empiezan a envejecer y hablando con aquellos que amamos y sin embargo no nos atrevemos a decírselo. Y, ayudando a los niños explotados, marginados, incipientes delincuentes que buscan en los basureros, la comida que nosotros desechamos.

Amar a Dios es amando al Padre Vicente Ferrer, misionero, que lo abandonó todo por amor a los que sufren en la India, donde desarrolla una labor inmensa. O, reflejándonos en el espejo de Monseñor Romero, que en pleno siglo XX, dio su vida por amor a Dios y a los hombres.
Y entendiendo a los misioneros, que dejando sus países, familias y comodidades, se marcharon lejos por amor a los que los necesitan, regalándoles hasta su propia vida.

Igualmente, se ama a Dios, amando y perdonando a los incrédulos y no creyentes, porque tal vez, por nuestros raquíticos ejemplos en la vida espiritual, moral y social, hayamos sido culpables de su falta de amor y conocimiento de Dios.

Por todo ello y mucho más, estoy plenamente convencido, que efectivamente “algo escrito hace más de dos mil años”, tiene perfecta vigencia en nuestros días.

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 29 OCTUBRE 2017


Lecturas de hoy Domingo 30º del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Hoy, domingo, 29 de octubre de 2017



Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (22,20-26):

Así dice el Señor: «No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos. Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.»

Palabra de Dios



Salmo
Sal 17,2-3a.3bc-4.47.51ab

R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza

Yo te amo, Señor; 
tú eres mi fortaleza; 
Señor, mi roca, 
mi alcázar, mi libertador. R/. 

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, 
mi fuerza salvadora, mi baluarte. 
Invoco al Señor de mi alabanza 
y quedo libre de mis enemigos. R/.

Viva el Señor, bendita sea mi Roca, 
sea ensalzado mi Dios y Salvador. 
Tú diste gran victoria a tu rey, 
tuviste misericordia de tu Ungido. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,5c-10):

Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Desde vuestra Iglesia, la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,34-40):

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?» 
Él le dijo: «"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy domingo, 29 de octubre de 2017
Fernando Torres cmf


Ser cristiano es vivir amando

      Los sacerdotes llevamos años predicando cada domingo y diciendo a los fieles cristianos que se tienen que amar unos a otros, que el amor es el mandamiento mayor para los cristianos, que Dios nos ama por encima de todas las cosas, que es nuestro Padre. El Evangelio de hoy nos vuelve a repetir las mismas ideas. 

      La pregunta del fariseo estaba llena de mala intención. Para ellos todos los mandamientos eran igualmente importantes. Todos debían ser cumplidos con el mismo rigor. Aquel fariseo, al preguntar a Jesús cuál era el mandamiento más importante, quería ponerlo en dificultades. Pero Jesús no tuvo miedo y respondió con claridad: todo se resume en dos mandamientos, amar a Dios y amar al prójimo. No hace falta más. Todas las demás normas dependen de estos dos mandamientos mayores. Y eso que escucharon con sorpresa los fariseos, nosotros tenemos que tenerlo hoy también presente. Todos nuestros deberes como cristianos se resumen en esos dos mandamientos: amar a Dios y amar a los hermanos. 

      Pero, además, son dos mandamientos que están conectados entre sí. No son dos normas separadas e independientes. Más bien uno es condición del otro. O mejor el segundo es condición del primero. Sólo el que ama a sus hermanos ama a Dios. Y el que no ama a sus hermanos no ama a Dios por más que vaya muchas veces a misa o rece muchas oraciones o lea mucho la Biblia. Así que los dos andan bien juntitos y no se pueden separar. 

      Y luego está el siguiente paso: aplicar esos mandamientos, sobre todo el segundo, el del amor a los hermanos, a nuestra vida práctica, a la vida diaria, a las relaciones con nuestros hermanos, con nuestra familia, con los amigos, con los compañeros del trabajo. Para saber hacer esa aplicación nos puede servir de ayuda la primera lectura de este domingo. En ella se nos dice que Dios quiere que se cuide especialmente de los extranjeros, de los huérfanos y de las viudas, de los pobres, de los que no tienen nada con que cubrirse. La lectura termina afirmando que cuando el pobre clame a Dios, “yo lo escucharé porque soy compasivo”. Es decir, amar a los hermanos, supone tener un especial cuidado de ellos en todas sus necesidades, especialmente de aquellos que son más pobres, más débiles, más indefensos. Atenderles, servirles, devolverles su dignidad, respetarlos, acompañarlos, eso es amar a los hermanos. Sólo el que hace eso –o al menos lo intenta seriamente– puede decir que ama a Dios. 



Para la reflexión

      ¿Tenemos claro cuáles son los mandamientos más importantes de nuestra vida cristiana? ¿Cómo vivimos en nuestra vida ordinaria el amor a Dios? ¿Cómo expresamos en la vida diaria nuestro amor a los hermanos?

FELIZ DOMINGO




miércoles, 25 de octubre de 2017

VEN ESPÍRITU SANTO!!!


Ven Espíritu Santo!

Espíritu Santo, Tú que eres la fuente de la verdadera paz, no dejes que nuestro corazón se disperse en preocupaciones vanas o superficiales. Recuérdanos siempre las palabras de San Juan de la Cruz: “En el atardecer de tu vida, serás juzgado en el Amor”. Así sea



P. Florentín Brusa cmf

ORACIÓN A SAN JOSÉ MARELLO, FUNDADOR DE LOS OBLATOS DE SAN JOSÉ



FE


FE


¿Tienes fe para repartir, es decir, tienes tanta abundancia que te sobra, y, por consiguiente, puedes dar a otros esa fe, esa visión de la vida, ese amor a Dios que tú tienes? ¿O es una fe que apenas te alcanza?

Como cuando uno va a comprar en el mercado, y se le antoja llevarse muchas cosas; pero, a la hora de sacar la cartera, se da cuenta de que no le alcanza, y empieza a dejar un objeto aquí, y luego otro, y luego otro, y se lleva solamente unas cuantas cosas porque no le alcanza el dinero.

¿Eres tú de ésos? ¿De los que son católicos a ratos? Quizás el domingo un momento. Quizás en algún evento especial de la vida. Pero luego hay horas, días y meses en que parece que ya no crees. Parece que no tienes un fuerte sostén espiritual. Parece que andas sin brújula en la vida.

Se necesita hoy gente que esté llena, llena de esa fe, llena de ese amor, llena de esperanza para repartir; porque hay más pobres, más mendigos del espíritu que mendigos de un pedazo de pan. Hay mucha hambre de fe, mucha hambre de Dios, y se requiere gente que la tenga en abundancia para repartirla.


Mariano De Blas

ACEPTA TUS LÍMITES


Acepta tus límites



Por un sabio plan divino las personas somos distintas, con diversas capacidades, y diferentes inclinaciones y gustos. Es una realidad y tienes que aceptarla buenamente, sin dejarte alcanzar ni por la envidia del bien ajeno, ni por el orgullo de lo que te ha tocado. Acepta con madurez tus capacidades y carencias.

Peter Ustinov,  famoso actor y dramaturgo, fue invitado a la Distribución de Premios de un colegio inglés. Al final del acto se refirió con modestia a su preparación académica, diciendo entre otras cosas: “Yo no poseo ningún título ni preparación y creo que el mundo tiene una gran necesidad de la gente no cualificada. Me siento inclinado hacia los dos que no han aprobado los exámenes, corno me siento atraído hacia cualquier “minoría”. Si yo hubiera sido alumno de este colegio, casi seguro que hubieran sido tres los suspendidos. Todos aquellos que no han alcanzado las cumbres de la sociedad, siguen siendo muy valiosos en este mundo”.

“Oh humildad, flor hermosa, veo que son pocas las almas que te poseen. ¿Será porque eres tan bella y a la vez tan difícil de conquistar? Oh sí, una y otra cosa. Dios mismo se complace en ella. Sobre un alma humilde están entreabiertas las puertas celestiales y un mar de gracias fluye sobre ella. Santa Faustina Kowalska (Diario, nº 1306).


* Enviado por el P. Natalio

NOVENA BREVE A SAN MARTÍN DE PORRES, DEL 25 OCTUBRE AL 2 NOVIEMBRE


Novena a San Martín de Porres
Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a la festividad 
(25 de octubre al 2 de noviembre)


Por: E. Pérez Hermida | Fuente: devocionario.com 




En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Dios misericordioso, que nos disteis en el Bienaventurado Martín un modelo perfecto de humildad, de mortificación y de caridad; y sin mirar a su condición, sino a la fidelidad con que os servía, le engrandecisteis hasta glorificarle en vuestro Reino, entre los coros de los ángeles! Miradnos compasivo y hacednos sentir su intercesión poderosa.

Y tú, beatísimo Martín, que viviste sólo para Dios y para tus semejantes; tú, que tan solícito fuiste siempre en socorrer a los necesitados, atiende piadoso a los que, admirando tus virtudes y reconociendo tu poder, alabamos el Señor, que tanto te ensalzó. Haznos sentir los efectos de tu gran caridad, rogando por nosotros al Señor, que tan fielmente premió tus méritos con la eterna gloria. Amén.



Rezar a continuación la meditación y la oración del día que corresponda:

DÍA PRIMERO
ORIENTACIÓN

Al instruirse el niño Martín en las primeras nociones propias de su edad, comenzaba también a conocer a Dios que ya desde entonces vino a ser la razón y divisa de su conducta. Púsose luego bajo la enseñanza de un maestro que era barbero-cirujano, que en aquel tiempo no sólo sabían el arte propio de la barbería, sino también el de curar las enfermedades más Corrientes... Preveía Martín el bien que podía prestar a sus prójimos, y así gustaba de tal oficio gozoso de poder ser un día útil a sus semejantes. Donde se ve, cómo la Divina Providencia iba orientando a su Siervo, preparándolo para los fines a que lo destinaba.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh feliz Martín, que, contento en tu condición de hijo de una esclava, te dejabas guiar por la mano de Dios ya en tu niñez; haz que nos resignemos en todo a los designios de la Providencia! A imitación tuya aceptamos gustosos la voluntad del Señor y sus designios sobre nosotros. Tú nos enseñas que si somos buenos con Él, Él será generoso con nosotros; he aquí que queremos servirle fielmente. Ayúdanos tú, Martín bondadoso, y ruega por nosotros a tu amado Jesús, Dios verdadero, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.


DÍA SEGUNDO
FE EN DIOS

Era tan firme la fe de fray Martín, que suspiraba pidiendo a Dios la gracia de morir por defenderla. Por su parte empleaba el tiempo que le quedaba libre, en enseñar la doctrina cristiana a los indios y negros en Lima; luego se iba a Limatambo, distante media legua de la ciudad, y a otras haciendas vecinas, donde enseñaba a los humildes trabajadores y esclavos, consolándolos en sus trabajos y enfermedades, e inspirándolos amor a la Cruz. Hubiera querido multiplicarse, para llevar a todas partes el conocimiento de Dios. El Señor le concedió la gracia especialísima, de actuar al parecer a la vez en dos lugares en cuya virtud, le vemos instruyendo y consolando a los sufridos negros en el Africa y otros lugares apartados.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh glorioso fray Martín, que desde tus primeros años aprendiste a andar por los caminos del Señor, firme siempre tu fe en Dios, celoso por su gloria y salvación de las almas; haz que vivamos esa misma fe, como hijos de Dios que somos! Ruega por nosotros, para que te imitemos en la fidelidad, y alcánzanos las gracias particulares que sabes necesitamos, ya que tanto puedes ante nuestro Rey Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.


DÍA TERCERO
MORTIFICACIÓN

Fray Martín, no obstante el conservarse en la gracia bautismal, se consideraba el peor de los nacidos, e indigno del hábito que llevaba; y a imitación de su Santo Patriarca, oraba casi toda la noche, disciplinándose hasta por tres veces de un modo cruel. No perdía ocasión de humillarse, gozando cuando se veía despreciado o insultado. Cuando le honraban personas distinguidas, corría a un lugar oculto, y se disciplinaba duramente; si no se le proporcionaba lugar a propósito, se abofeteaba diciendo:

-Pobre infeliz ¿cuando mereciste?.., No seas soberbio; bien conoces que eres un ruin, que naciste para esclavo de estos señores, y que sólo por amor a Dios pueden sufrirte tantos religiosos santos.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh Dios misericordioso, que nos diste al humilde fray Martín, como ejemplo de penitencia y mortificación; sednos propicio y olvidad nuestras infidelidades! Y tú, purísimo Martín, que no sólo sufrías resignado tus trabajos y enfermedades, sino que mortificabas duramente tu inocente cuerpo; alcánzanos del Señor el espíritu de penitencia, con el cual, al menos, suframos con alegría les mortificaciones de nuestros semejantes y nuestros propios males, para que, purificados de nuestros pecados, seamos aceptables a Dios y acreedoras a tu poderosa protección. Amén.


DÍA CUARTO
EL TAUMATURGO

Eran continuos los prodigios del bienaventurado Martín socorriendo necesitados y curando enfermos. Algunos eran remediados al invocarle estando ausente, y otros con sólo tocar su ropa. Entre éstos, sucedió que visitando a don Mateo Pastor, que le ayudaba en el socorro de los pobres, se hallaba su señora, doña Francisca Vélez, con un agudísimo dolor de costado sin conseguir aliviarse con ninguna medicina. Al llegar el Siervo de Dios, tomó el borde de su capa y lo acercó a la parte dolorida, sintiéndose enteramente sana. Atónita exclamó:

- ¡ Ah! Gran Siervo de Dios es fray Martín pues el solo contacto de su ropa me ha sanado.

Confundido fray Martín, le dijo:

-Dios sólo ha hecho esto, señora. Dé las gracias a Dios, pues yo soy un miserable y el mayor pecador del mundo, Dios sea bendito, que toma tan vil instrumento para consolarla a usted, y para que no pierda su valor el hábito de mi padre Santo Domingo, aunque lo lleve tan gran pecador como yo.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh glorioso San Martín; bendecimos al Señor por el gran poder que se dignó otorgarte concediéndote dominio sobre la vida y la muerte! Animados por la generosidad con que derramas los dones de Dios, recurrimos a Ti con la mayor confianza. Pide para nosotros más fe, más amor a Dios y les gracias que necesitamos. ¡Todo lo esperamos de tu intercesión! y por los méritos de Jesucristo Nuestro Señor. Amén.


DÍA QUINTO
PADRE DE LOS POBRES

Por la prontitud con que socorría fray Martín a los necesitados, le llamaban Padre de los Pobres. En multitud de casos acudió milagrosamente al que le llamaba, enfermo o necesitado. Entre otros, una pobre a la que él solía socorrer, se vio necesitada, con urgencia, de cierta cantidad. No pudiendo ir a encontrarse con el Siervo de Dios, clamó en estos términos, repetidas veces.
-Hermano fray Martín, tu socorro me falta, y no puedo participarte la gran aflicción en que me hallo.

Al cabo de una hora se presenta el caritativo bienhechor, precisamente con la cantidad que ella necesitaba, diciéndole que no se afligiese pues Dios conocía las necesidades de los pobres y sabía remediarlas.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

Glorioso San Martín, siempre compasivo, padre de los pobres y necesitados; míranos con piedad y ruega siempre por nosotros, que te invocamos con fe absoluta en tu bondad y en tu poder. No nos olvides ante este Dios, a quien siempre serviste y adoraste. Padre, Hijo y Espíritu Santo, a quien nosotros también queremos servir y adorar ahora y por toda la Eternidad. Amén.


DÍA SEXTO
AMOR DE DIOS

Todo cuanto fray Martín hacía en sus prácticas y obligaciones y en relación con sus semejantes, era efecto de su amor a Dios. Cuando oraba, pues, se hallaba como en su centro: con frecuencia perdía el uso de los sentidos, quedando largo rato en éxtasis. Muchos testigos dieron testimonio, de haberle visto repetidas veces elevado algunas varas sobre el suelo, en su celda, en la Iglesia, y en la sala capitular conversando con la imagen de Cristo Crucificado. Si a esto añadimos la sublimidad del momento en que recibía a Jesús Sacramentado en que se sentía como en una gloria anticipada, conversando íntimamente con su Dios, no nos extrañará el que, aceptando Dios tan grande amor, hiciera tan poderoso a su fiel y amante Siervo.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh Dios mío, que tan generoso sois con quien os ama con sinceridad de corazón; os amarnos, pero deseamos amaros más y más! Haced que por intercesión de San Martín, aumente nuestro amor a Vos. Y tú, Martín benditísimo, ruega por nosotros, alcánzanos el amor puro de Dios, que nos hará dulce el vivir según su ley. Consíguenos también las demás gracias que sabes necesitamos y esperáramos por tu intercesión poderosa y los méritos de Nuestro Señor. Amén.


DÍA SÉPTIMO
AL CIELO

Reveló Dios al bienaventurado Martín el día y hora de su muerte mostrándose él, desde entonces, más jovial y contento.

Cayó enfermo, y ya no pensó más que en su Dios, sobre todo después de recibir el Santo Viático, sin engreírle las visitas que llegaban a su penitente lecho de tablas. Autoridades, prelados, dignidades eclesiásticas y hasta el mismo Virrey Don Luis Fernández de Bobadilla, iban a dar sus últimos encargos para el Cielo a aquel humildísimo siervo fiel, que con frecuencia estaba en éxtasis, arrobado en el amor de Dios, a quien siempre había servido.

Se cantó el credo y al decir aquellas palabras "se encarnó por el Espíritu Santo de la Virgen María y se hizo hombre", acercó al pecho el Crucifijo que tenía en sus manos, y cerró suavemente los ojos. Todos lloraban.. El Arzobispo exclamó: Aprendamos a morir.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh dichoso San Martín, que viste coronados tus trabajos, tus mortificaciones, tu caridad y tu amor a Dios con una muerte feliz!, ¡ten compasión de nosotros! Todos te lloran. Los necesitados y enfermos creen perder un padre compasivo y el remedio de sus males, y dan rienda a su dolor llorando tu muerte; pero luego ven que tú no los abandonas; te llaman y tú sigues socorriéndolos y aliviando sus males. El estar más cerca del Señor, glorioso San Martín ha aumentado tu poder. Oye, pues, también nuestras humildes súplicas, pidiendo al Señor por nosotros para que atienda nuestros ruegos. Y que nuestra muerte sea la de los justos por tu intercesión y los méritos de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.


DÍA OCTAVO
DESPUÉS DEL TRANSITO

Después de la muerte de fray Martín, los milagros se multiplican. El propio Notario del proceso, don Francisco Blanca, se hallaba con una llega en un pie, con gran hinchazón en la pierna y grandes dolores. Tenía que actuar al día siguiente. Invocó al Santo y al momento quedóse dormido; al amanecer se halló perfectamente bien, sin hinchazón, y la llaga seca y sana.

Entre otros prodigios, fueron muchos los casos de señoras que, no pudiendo naturalmente dar a luz lo consiguieron con felicidad al encomendarse al Siervo de Dios fray Martín. Así aconteció a una esclava de doña Isabel Ortiz de Torres, a doña María Beltrán, otra señora de Arequipa, desahuciada de los médicos, a la que aplicaron una carta de fray Martín, y particularmente, a doña Graciana Farfán de los Godos, a quien libró de una infección y muerte segura.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración final

¡Oh bienaventurado Martín! Si, en la tierra vivías sólo para Dios y para tus semejantes, hoy, que te hallas ya junto al trono de la bondad y la misericordia, puedes disponer mejor de sus tesoros. Si aquí conocías donde estaba la necesidad para remediarla, mejor la ves desde el Cielo donde moras. Mira, pues, Martín bondadoso, a los que a ti acudimos con la segura confianza de ser oídos. No defraudes las esperanzas de los que nos gozamos en verte ensalzado en la tierra, como Dios te ensalzó llevándote a su gloria.


DÍA NOVENO
APOTEOSIS

Examinada en Roma la portentosa vida del Siervo de Dios fray Martín y a instancia del Rey Felipe IV y de todos los elementos vitales de la ciudad de Lima, envió el Pontífice las cartas remisoriales, nombrando jueces apostólicos para formar el proceso solemne. Se comunicó a la ciudad tan fausta noticia en la Catedral, en solemne función, con asistencia del Virrey, Arzobispo, demás autoridades civiles, militares y eclesiásticas e inmensidad de público que no cabía en el gran templo; todos derraman copiosas lágrimas de gozo, pues se acercaba el tiempo de ver beatificado y canonizado a su querido fray Martín. Unos y otros referían sus virtudes y los milagros obrados por Dios para confirmar el concepto de Santo en que todos le tenían.

Hecho el proceso, y firmado por más de ciento sesenta testigos de hechos milagrosos, se cerró y selló ante el pueblo. Emocionado el Arzobispo derramando abundantes lágrimas, dijo: Así honra Dios a este hombre de color que supo servirle y amarle de corazón.

El 29 de octubre de 1837 fue beatificado por el Papa Gregorio XVI.
La gloriosa canonización ha sido el digno remate de un laborioso trabajo intensificado en los últimos treinta años. S. S. Juan XXIII inscribió en el catálogo de los santos a fray Martín, el 6 de mayo de 1962.

Pídase la gracia que se desea.
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

Oración Final

¡Oh Dios, que tan gloriosamente levantas a los abatidos y humildes, y tan generosamente premias el sufrimiento y la caridad! Miradnos postrados ante Vos y glorificad a vuestro humilde siervo San Martín, atendiéndonos en nuestras súplicas. Y tú, hermano nuestro benditísimo, que ya te ves glorificado ante el trono del Señor, ruégale por nosotros, tanto más dignos de compasión cuanto más necesitados. Consíguenos las gracias que te pedimos, y que un día logremos la gloria del cielo, donde vives bendiciendo a Dios en compañía de los Angeles y Santos por toda la eternidad. Amén.

8 RAZONES POR LAS QUE EL CULTO A LA SANTA MUERTE ES INCOMPATIBLE CON LA FE CATÓLICA


8 razones por las que el culto a la “Santa Muerte” es incompatible con la fe católica
Por Diego López Marina



 (ACI).- En algunos países de Latinoamérica, principalmente en México y Argentina, se ha extendido la falsa devoción conocida como la “Santa Muerte”, una creencia incompatible con la fe católica.

Para absolver las dudas, el P. Jil Portilla, exorcista para la II Vicaría de la Arquidiócesis de México y especialista en el tema, compartió con ACI Prensa 8 claves para comprender el real significado de este peligroso “culto a la muerte” y sus consecuencias.  

1. La “Santa Muerte” no es una persona o un ser

La “Santa Muerte” no tiene absolutamente nada de santa. La muerte no es un ser, sino un acontecimiento. Significa la ausencia de vida, es decir, que una persona se ha quedado sin vida.

Desde pequeños nos enseñaron a imaginar la muerte como un esqueleto humano con vida, que lleva una guadaña y que quita la vida a las personas para llevárselas de este mundo. Pero esto no es real, sino que es una fantasía. Es una forma alegórica o caricaturizada para expresar el fin de la vida, porque la muerte no es un personaje real.

2. La muerte es en realidad la consecuencia del pecado

La muerte llegó a la humanidad como consecuencia del pecado y así lo revelan las Sagradas Escrituras en: Génesis 2, 15-17; Romanos 5, 12 y Deuteronomio 30, 15-20.

Algunas personas creen que Dios es el autor de la muerte, y que por lo tanto es bueno darle culto. Sin embargo, tal premisa es errónea y puede ser constatada en: Sabiduría 1, 12-13.

Quien sí es el autor de la muerte es el demonio, quien es culpable de que el hombre peque y experimente la muerte. Las Escrituras revelan esta información con toda claridad en: Sabiduría 2, 23-24; Génesis 3, 1-6; y Hebreos 2, 14-15.

3. El culto a la “Santa Muerte” es satánico

Las imágenes de la muerte representan las obras del demonio. Por lo tanto el que adora a la muerte, adora al demonio y sus obras.

4. La calavera no es más que una burda imagen

Algunas personas le piden a Dios que les conceda una santa muerte, es decir, que desean morir santamente. Sin embargo, en ningún caso piensa que la muerte sea un ser santo. Sabiendo que la muerte no es un ser, entonces, cada imagen de la “Santa Muerte”, no tiene nada de santa y no es más que una burda y fea imagen.

5. La Iglesia Católica nunca ha aprobado su culto

La Iglesia no ha aprobado nunca el culto a la “Santa Muerte”. Se debe tener cuidado porque existen falsos sacerdotes en algunos lugares que se hacen pasar por iglesias católicas y que dan culto a la muerte.

“Adorar a la muerte es idolatría, pero sobre todo que muchas personas lo hacen por ignorancia”, dijo en una ocasión el P. José de Jesús Aguilar, encargado del área de Radio y Televisión de la Arquidiócesis de México.

6. La muerte no hace favores

Muchas personas le piden a la muerte que les conceda algún favor: dinero, trabajo, poder, protección, curación, seducción, etc. Es verdad que en algunos casos les ha concedido lo que pedían, pero a un precio muy alto, sufriendo graves consecuencias.

Aquí algunos sufrimientos que padecen los adoradores de la muerte:

1. Si son casados, se resquebraja el matrimonio
2. Si se les concedió tener dinero, pierden la paz y alegría
3. En algunas ocasiones sufren la miseria y no progresan
4. Les suceden accidentes mortales
5. Padecen depresión (mucho miedo y tristeza)
6. Escuchan ruidos, ven fantasmas
7. Se alejan de la fe
8. Toda la familia se ve afectada con muchos problemas

7. Las personas son engañadas y se alejan de Dios

A quienes rinden y extienden su culto, colocándole un altar, flores, alimento o llevándole en el pecho, se les suele amenazar con que si no cumplen o se arrepienten de adorar a la “Santa Muerte”, entonces ésta tomará venganza de ellos. Es el Maligno quien finalmente comienza a atormentar con muchos sufrimientos.

Sin embargo, no debe dar temor el escapar de sus garras. Si se invoca a Jesús, Él te defenderá de todas las obras del demonio. Así se puede constatar en las Sagradas Escrituras en: 1 Juan 3,8; Romanos 10, 13; Santiago 4, 7; y 1 Pedro 5, 8-9.

8. La muerte es el peor enemigo de Dios y de los hombres

Algunas veces se mencionan las obras para referirse al autor de ellas. Por ejemplo, se dice que se combate el crimen cuando en realidad se combate a los criminales. De igual manera, cuando la Biblia hablar de aniquilar a la muerte, en realidad hablar de aniquilar a su autor, es decir, al demonio.

Jesucristo será quien acabé con él para siempre, junto con sus obras. Así lo establecen las Escrituras en: Isaías 25, 6-8; y 1 Corintios 15, 21-26.

PAPA FRANCISCO: EL PARAÍSO NO ES UN CUENTO NI UN JARDÍN ENCANTADO, SINO EL ABRAZO DE DIOS


Papa Francisco: El Paraíso no es un cuento ni un jardín encantado, sino el abrazo con Dios
Por Álvaro de Juana
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




VATICANO, 25 Oct. 17 / 03:58 am (ACI).- La nueva catequesis del Papa Francisco en la Audiencia General del miércoles trató sobre el Paraíso, un lugar que es “el abrazo con Dios” y donde ya no habrá preocupaciones. El mismo Pontífice anunció que es la última catequesis sobre la esperanza después de unos meses con ste tema.

La catequesis comenzó recordando el momento de Jesús en la cruz. “Junto a él, a izquierda y derecha, hay dos hombres de mala fama”. Uno de ellos es el buen ladrón, que reconoce su pecado. “Es la única vez que la palabra ‘paraíso’ aparece en los evangelios. Jesús se lo promete a un ‘pobre diablo’ que en la cruz ha tenido la valentía de dirigirle la más humilde de las peticiones: ‘acuérdate de mí cuando estés en tu Reino’”.

“El buen ladrón nos recuerda nuestra verdadera condición ante Dios: que somos sus hijos, que Él tiene compasión por nosotros, que Él está desarmado cada vez que manifestamos la nostalgia de su amor”.

El Pontífice recordó que “en las habitaciones de muchos hospitales, o en las celdas de las prisiones este milagro se repite innumerables veces: no hay persona, que haya causado el mal, al que le quede solo la desesperación y le sea prohibida la gracia”.

“El paraíso no es un lugar de cuento y tampoco un jardín encantado. El paraíso es el abrazo con Dios, amor infinito, y entramos en él gracias a Jesús, que ha muerto en la cruz por nosotros”. “Donde está Jesús, está la misericordia y la felicidad: sin Él hay frío y tinieblas”, añadió.

Francisco dijo que cuando un cristiano se encuentra en la hora de la muerte, debe repetir a Jesús: ‘Acuérdate de mí’. Y si no hubiese ninguno que se acordara de nosotros, Jesús está ahí, al nuestro lado”.

“Quiere llevarnos al lugar más hermoso que existe. Nos quiere llevar allí con el poco o mucho bien que hemos hecho en nuestra vida, porque nada se pierde de aquello que ya había salvado”.

Y “en la casa del Padre llevará también todo aquello que en nosotros tiene necesidad todavía de ser rescatado: las faltas y los errores de toda una vida. Y esta es la meta de nuestra existencia, que todo se cumpla y venga transformado en amor”.

“Si creemos esto –continuó–, la muerte dejará de darnos miedo, y podemos también esperar partir desde aquí”. Y en la muerte, “en ese instante, finalmente, no necesitaremos nada más, no veremos más las cosas de manera confusa. No lloraremos inútilmente, porque todo ha pasado”.

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 25 OCTUBRE 2017


Lecturas de hoy Miércoles de la 29ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, miércoles, 25 de octubre de 2017




Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (6,12-18):

Que el pecado no siga dominando vuestro cuerpo mortal, ni seáis súbditos de los deseos del cuerpo. No pongáis vuestros miembros al servicio del pecado, como instrumentos para la injusticia; ofreceos a Dios como hombres que de la muerte han vuelto a la vida, y poned a su servicio vuestros miembros, como instrumentos para la justicia. Porque el pecado no os dominará: ya no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia. Pues, ¿qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia? ¡De ningún modo! ¿No sabéis que, al ofreceros a alguno como esclavos para obedecerle, os hacéis esclavos de aquel a quien obedecéis: bien del pecado, para la muerte, bien de la obediencia, para la justicia? Pero, gracias a Dios, vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquel modelo de doctrina al que fuisteis entregados y, liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 123,1-3.4-6.7-8

R/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte 
–que lo diga Israel–, 
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres, 
nos habrían tragado vivos: 
tanto ardía su ira contra nosotros. R/.

Nos habrían arrollado las aguas, 
llegándonos el torrente hasta el cuello; 
nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. 
Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes. R/.

Hemos salvado la vida, 
como un pájaro de la trampa del cazador; 
la trampa se rompió, y escapamos. 
Nuestro auxilio es el nombre del Señor, 
que hizo el cielo y la tierra. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,39-48):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»
El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»

Palabra del Señor






Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 25 de octubre de 2017
Rosa Ruiz, misionera claretiana



Queridos hermanos:

“Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte…” dice el salmista hoy. Acabemos la frase cada uno de nosotros. ¡Oh, qué distinta sería mi vida si el Señor no hubiera estado de mi parte, si no se preocupara por mí, si no me acompañara siempre y en cualquier circunstancia!

Dios es el dueño de la casa (de mí misma, que soy templo y casa suya, decíamos ayer) y nunca permitiría que los ladrones abrieran en mí boquetes. Fijémonos que el evangelio de hoy es la continuación de ayer y, por tanto, conviene no romper el sentido. Hoy continúa la bienaventuranza, la dicha: “dichoso el criado a quien su amo lo encuentre fiel y solícito, cuidando a la servidumbre, repartiendo su ración con justicia”.

Hoy el evangelio nos ofrece una nueva clave para la felicidad: no basta con cuidar tu vida y no llenarla como un granero, pues está llamada a ser casa de Dios. No basta. Nos exige que nos reconozcamos como administradores y no dueños, cuya principal tarea es cuidar de los demás (no “pegar a los mozos y muchachas”) y vivir con equilibrio y dignidad (no entregados a “comer y beber y emborracharse”).

No basta con ser fieles a nuestro Señor. También hemos de serlo a nosotros mismos y a los que nos rodean, especialmente a quienes Dios ha puesto a nuestro cuidado. ¿Cómo hacer esto? Mirando al Señor: Él es nuestro auxilio, nos salvó cuando el agua nos llegaba al cuello, nos libró de los dientes de quien nos quiere tragar. Porque Dios rompe las trampas de todos los cazadores. Estamos llamados a ponernos de su lado. A no ir por la vida como cazadores poniendo trampas y tragando a quien nos apetece. Ojalá sea así. Que Dios nos ayude y nos enseñe a ser servidores fieles y libres. Dichosos.

Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz, misionera claretiana

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