martes, 3 de octubre de 2017

QUÉ ES EL ROSARIO?


Qué es el Rosario



La palabra Rosario significa “Corona de Rosas”. Nuestra Señora ha revelado a varias personas que cada vez que dicen el Ave María le están dando a Ella una hermosa rosa y que cada Rosario completo le hace una corona de rosas. La rosa es la reina de las flores, y así el Rosario es la rosa de todas las devociones, y por ello la más importante de todas.

El Papa San Pío V en su ‘Bula’ de 1569 nos enseñó que “El Rosario o salterio de la Santísima Virgen, es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo un Padrenuestro entre cada diez Avemarías y tratando de ir meditando mientras tanto en la Vida de Nuestro Señor”. El rosario es la oración del cristiano que avanza en la peregrinación de la fe, siguiendo a Jesús, precedido por María.

La plegaria del Rosario es oración del hombre en favor del hombre: es la oración de la solidaridad humana, oración colegial de los redimidos, que refleja el espíritu y las intenciones de la primera redimida, María, Madre e imagen de la Iglesia: oración en favor de todos los hombres del mundo y de la historia, vivos o difuntos, llamados a formar con nosotros Cuerpo de Cristo y a ser, con El, coherederos de la gloria del Padre.

El santo Rosario es un «compendio de todo el Evangelio”, en cuanto saca de él el enunciado de los misterios y las fórmulas principales; se inspira en el Evangelio para sugerir, partiendo del gozoso saludo del Ángel y del religioso consentimiento de la Virgen, la actitud con que debe recitarlo el fiel; y continúa proponiendo, en la sucesión armoniosa de las Ave Marías, un misterio fundamental del Evangelio -la Encarnación del Verbo- en el momento decisivo de la Anunciación hecha a María. Oración evangélica por tanto el Rosario, como hoy día, quizá más que en el pasado, gustan definirlo los pastores y los estudiosos (La Marialis cultus en el 44).

Y, este mismo tenor, la MC 45, enseña que “el Rosario considera en armónica sucesión los principales acontecimientos salvíficos que se han cumplido en Cristo: desde la concepción virginal y los misterios de la infancia hasta los momentos culminantes de la Pascua -la pasión y la gloriosa resurrección- y a los efectos de ella sobre la Iglesia naciente en el día de Pentecostés y sobre la Virgen en el día en que, terminando el exilio terreno, fue asunta en cuerpo y alma a la patria celestial. Y se ha observado también cómo la cuadruple división de los misterios del Rosario no sólo se adapta estrictamente al orden cronológico de los hechos, sino que sobre todo refleja el esquema del primitivo anuncio de la fe y propone nuevamente el misterio de Cristo…”.



Elementos del Santo Rosario
San Pío V enseña que el Rosario consta varios elementos orgánicamente dispuestos:

1) la contemplación, en comunión con María, de una serie de misterios de la salvación, sabiamente distribuidos en ciclos que expresan el gozo de los tiempos mesiánicos, el dolor salvífico de Cristo, la gloria del Resucitado que inunda la Iglesia; contemplación que, por su naturaleza, lleva a la reflexión práctica y a estimulante norma de vida;

2) la oración dominical o Padrenuestro, que por su inmenso valor es fundamental en la plegaria cristiana y la ennoblece en sus diversas expresiones;

3) la sucesión litánica del Avemaría, que está compuesta por el saludo del Ángel a la Virgen (Cf. Lc 1,28) y la alabanza obsequiosa del santa Isabel (Cf. Lc 1,42), a la cual sigue la súplica eclesial Santa María. La serie continuada de las Avemarías es una característica peculiar del Rosario y su número, en la forma típica y plenaria de ciento cincuenta, presenta cierta analogía con el Salterio y es un dato que se remonta a los orígenes mismos de este piadoso ejercicio. Pero tal número, según una comprobada costumbre, se distribuye —dividido en decenas para cada misterio— en los ciclos de los que hablamos antes, dando lugar a la conocida forma del Rosario compuesto por cincuenta Avemarías, que se ha convertido en la medida habitual de la práctica del mismo y que ha sido así adoptado por la piedad popular y aprobado por la Autoridad pontificia, que lo enriqueció también con numerosas indulgencias;

4) la doxología Gloria al Padre que, en conformidad con una orientación común de la piedad cristiana, termina la oración con la glorificación de Dios, uno y trino, “de quien, por quien y en quien subsiste todo” (Cf. Rom 11,36).


© Servicio Católico Hispano

TERESITA, SANTA MUY SIMPLE Y HUMILDE


Teresita, santa muy simple y humilde


Santa Teresita del Niño Jesús. Esta carmelita decía que «Los sencillos actos de la vida, hechos con amor, son el camino de la santidad. Ésta no consiste en prácticas especiales, sino en una disposición interior que nos hace humildes y pequeños en los brazos de Dios, conscientes de nuestra fragilidad y confiados hasta la audacia en su bondad de Padre.»

Lo extraordinario se escondía dentro de su alma, era su amor. «Ahora —escribía— no tengo más que un deseo: amar a Jesús hasta la locura.» Este amor producía en ella un grande amor al prójimo, dándole a entender que su vida debía ser un sacrificio continuo por la salvación de las almas. Rezaba y ofrecía sus dolores por los misioneros, y no podía leer, sin conmoverse, la vida del mártir Teófanes Vénard. «Le amo —decía— porque es un pequeño santo, lleno de sencillez, que amaba a la Virgen y quería mucho a su familia, y vivía en un amoroso abandono en las manos de Dios.» Y añadía: «Se lee en la vida de ciertos santos que eran graves y austeros, aun en las horas de recreo. Estos me atraen menos que Teófanes Vénard, el cual aparecía siempre alegre.»

Teresita escribía a su hermana (17.09.1896) con claridad, la actitud fundamental que la guió en su vida espiritual: "La confianza, y nada más que la confianza, es la que debe conducirnos al amor de Dios". Había captado con profundidad el mensaje de la Biblia: “Dichoso el que ha puesto en el Señor toda su confianza, porque jamás quedará defraudado”.


* Enviado por el P. Natalio

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 3 DE OCTUBRE


Los cinco minutos de María
Octubre 3




María es santa, tanto porque Dios la ha llenado de su Espíritu de amor, como porque ella cooperó libremente con su gracia.
Nosotros también recibimos el mismo Espíritu, que nos hace capaces de reconocer su santidad y nos mueve a imitarla. Si María era tan santa por la gracia de Dios y por su personal y continuada cooperación, ¿por qué nosotros no podremos llegar a serlo? Tampoco a nosotros nos ha de faltar la gracia de Dios.

Virgen Santa, con toda la Iglesia te decimos: Madre de la gracia, ruega por nosotros.


* P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 3 DE OCTUBRE 2017


Lecturas de hoy Martes de la 26ª Semana del Tiempo Ordinario - Año Impar - 3 de octubre 




Primera lectura
Lectura de la profecía de Zacarías (8,20-23):

Así dice el Señor de los Ejércitos: Todavía vendrán pueblos y habitantes de grandes ciudades, y los de una ciudad irán a otra diciendo: «Vayamos a implorar al Señor, a consultar al Señor de los Ejércitos. – Yo también voy contigo.» Y vendrán pueblos incontables y numerosas naciones a consultar al Señor de los Ejércitos en Jerusalén y a implorar su protección. Así dice el Señor de los Ejércitos: Aquel día diez hombres de cada lengua extranjera agarrarán a un judío por la orla del manto, diciendo: «Queremos ir con vosotros, pues hemos oído que Dios está con vosotros.»

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 86,1-3.4-5.6-7

R/. Dios está con nosotros

Él la ha cimentado sobre el monte santo; 
y el Señor prefiere las puertas de Sión 
a todas las moradas de Jacob. 
¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! R/.

«Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; 
filisteos, tirios y etiópes han nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno, por uno todos han nacido en ella; 
el Altísimo en persona la ha fundado.» R/.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos: 
«Éste ha nacido allí.» 
Y cantarán mientras danzan: 
«Todas mis fuentes están en ti.» R/.

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,51-56):

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y les regañó y dijo: «No sabéis de que espíritu sois. Porque el Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos.»
Y se marcharon a otra aldea.

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy martes, 3 de octubre de 2017
Ciudad Redonda


Queridos hermanos:

A los discípulos les costó entender que lo de Jesús era un planteamiento revolucionario, que verdaderamente suponía pensar y sentir de una forma radicalmente nueva. Lo veíamos en el texto evangélico de ayer y lo vemos igualmente en el de hoy. Pero lo mejor (o lo peor, según se mire) es que dos mil años después seguimos sin entenderlo del todo y mucho menos vivirlo. 

El caso es que los de Samaria no quisieron recibir a aquel grupo de judíos que iban camino de Jerusalén. Normal. Los samaritanos y los judíos no andaban en muchas mejores relaciones que las que tienen hoy los israelíes con los palestinos. Ante aquel rechazo, Santiago y Juan proponen una solución radical: hacer que baje fuego del cielo y termine con aquellos samaritanos para siempre. La imagen es viva y actual. Casi se puede ver a los reactores israelíes volando sobre los campos y ciudades de Gaza o Cisjordania lanzando sus misiles (fuego del cielo) y destruyendo para siempre a los palestinos.

Hemos puesto el ejemplo de israelíes y palestinos pero se podían haber puesto muchos otros. Seguimos separados por fronteras que señalamos y defendemos con ardor. Y los misiles siguen volando siempre en nombre de la defensa de nuestros altos intereses. Irak, Irán, Afganistán y tantos otros países se someten unos a otros a ese fuego del cielo que no soluciona nada y que no hace más que enconar los rencores, los odios y la división entre los pueblos. 

Lo de Jesús es otra cosa. Sencillo pero revolucionario: “No sabéis de qué espíritu sois. Porque no he venido a perder a los hombres sino a salvarlos.” Es otro planteamiento tan distinto al nuestro habitual que incluso hoy nos cuesta entenderlo en la Iglesia. Y demasiadas veces nos dedicamos a condenar en lugar de perdonar y salvar y curar y acoger y hacer fraternidad.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 2 DE OCTUBRE


Los cinco minutos de María
Octubre 2




María estaba contenta y llena de gozo en todo momento, porque en su humildad, en su actitud ante la grandeza de Dios, experimentó que “a quien se humille, lo ensalzarán”. Dios se aleja de los soberbios, pero da gracia a los humildes.

Dios se delita en María porque ella es de un modo eminente lo que Él quiere que sean todos los hombres.

Ya ves cómo, asemejándote a María, estás cerca de ser lo que Dios quiere que seas.

Nuestra Señora Madre de los humildes, danos un corazón sencillo siempre dispuesto al servicio de los más necesitados.



* P. Alfonso Milagro

QUÉ HACER CON QUIEN SUFRE?



¿Qué hacer con quien sufre?




1)  Para saber
El Papa Francisco mostró su cercanía y solidaridad con las víctimas del terremoto que asoló México y que dejó más de 300 muertos como consecuencia del derrumbe de numerosas edificaciones.
“En este momento de dolor quiero manifestar mi cercanía y oración a toda la querida población mexicana”, señaló el Santo Padre en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. El Pontífice, también invitó a rezar por los fallecidos, los heridos, los que han perdido sus hogares y por todos los que ayudan en las tareas de rescate: “Elevemos todos juntos nuestra plegaria a Dios para que acoja en su seno a los que han perdido la vida, conforte a los heridos, sus familiares y a todos los damnificados".

2) Para pensar
Se cuenta que había una pareja que tenían una niña llamada Mariana. Como eran ateos, jamás le hablaron de Dios a la niña. Una noche, cuando Mariana tenía 5 años, sus padres pelearon y el papá lleno de enojo le disparó a la mamá y después se suicidó. Todo esto delante de la niña.
La enviaron a un hogar adoptivo. Su nueva mamá, Cristina, la llevó a la iglesia. Ese día la mamá la llevó a la clase de catecismo y le explicó a la maestra que la niña jamás había escuchado hablar de Jesús y que por favor le tuviera paciencia.
La maestra tomó una figura de Jesús y le preguntó a todos los niños del salón: "¿Alguno de ustedes sabe quién es esta persona?". La pequeña Mariana al ver la figura se alegró y respondió: "Yo sé, maestra, yo lo conozco”. La maestra sorprendida le preguntó: ¿Y cómo es que le conoces?” Mariana respondió: “Ese es el señor que estuvo tomando mi mano y me consoló la noche que en mis padres murieron".
Independientemente de lo real del relato, lo que sí podemos afirmar es que Jesús está al lado de quien sufre y no deja de prestarle ayuda. El reciente sismo de la Ciudad de México no fue la excepción. Podemos afirmar que en ese, y todos los desastres, nuestro Señor no abandona a nadie y está al lado de quienes sufren algún daño y de sus seres queridos.

3) Para vivir
El Papa se cuestionó qué hacer cuando se viven momentos difíciles: “Quizás alguno piensa tomar una pastilla para dormir y huir de los acontecimientos, o tomar tres o cuatro copas de alcohol, pero esto no ayuda”, aseguró el Papa.
Francisco reveló que se pueden hacer dos cosas.
- La primera está en el salmo 87: “Llegue hasta Ti mi oración, Señor”. Se necesita orar: “Es una oración de llamar a la puerta. El mismo Señor nos enseña cómo orar en esos momentos tan feos. Orar con autenticidad, es también desahogarse.
- Y lo segundo que se puede hacer ante una persona que sufre es estar con él, lo importante es mostrar cariño, más que hacer discursos. Cuando una persona sufre, se debe ayudar con el silencio, la cercanía, las caricias, con la oración ante el Padre”. Silencio; pero silencio con mucho amor, con caricias.
Francisco concluyó orando a Dios “para que nos de la gracia de orar cuando seamos sometidos a este estado, y también la gracia de saber acompañar a las personas que sufren momentos feos de tristeza”.



© Pbro. José Martínez Colín

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 1 DE OCTUBRE


Los cinco minutos de María
Octubre 1



La Iglesia quiere que contemplemos a María como muy cercana a nosotros por ser una criatura y la primera redimida por Cristo.

Ella es espejo en el que tenemos que mirarnos, imitando sus virtudes; modelo de realización plena del proyecto cristiano, porque vivió entregada enteramente a la Persona y a la obra de Cristo.

Ella es Madre y Abogada que intercede por nosotros y nos señala con su vida el camino de fidelidad al Padre y de amor a Jesucristo.
Nuestra Señora de la confianza, siempre tan cercana a Dios y a los hombres, intercede por nosotros para que experimentemos la cercanía y la bondad de nuestro Dios y Padre.


* P. Alfonso Milagro

POR QUÉ NO SE DEBE PONER NOMBRES A LOS ÁNGELES CUSTODIOS?


¿Por qué no se debe poner nombres a los Ángeles Custodios?
Por María Ximena Rondón



(ACI).- La Iglesia Católica permite a los fieles tener una devoción hacia los Ángeles Custodios, que acompañan y protegen al ser humano desde el momento de la concepción. Lo que prohíbe es adorarlos y ponerles un nombre.

El motivo está explicado en el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, elaborado por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de la Santa Sede y publicado en el año 2002.

En el Capítulo VI “La Veneración a los Santos y Beatos”, indica que a lo largo de los siglos los fieles “han traducido en expresiones de piedad las convicciones de fe respecto al ministerio de los Ángeles”. Por ejemplo, los han nombrado patronos de ciudades, han construido santuarios en su honor y han establecido días festivos.

“En particular, la piedad popular ha desarrollado la devoción al Ángel Custodio”, destacaron.

El documento señala que si bien esta devoción es “legítima y saludable”, también existe el riesgo de que los fieles den “lugar a desviaciones”.

En ese sentido, precisa que se debe “rechazar el uso de dar a los Ángeles nombres particulares, excepto Miguel, Gabriel y Rafael, que aparecen en la Escritura”.

Cabe resaltar que la Biblia da los nombres de estos tres Arcángeles, pero también afirma que son siete. Los nombres de los otros cuatro se mencionan en textos apócrifos.

Asimismo, en el numeral 328, el Catecismo de la Iglesia Católica define a los Ángeles como “seres espirituales, no corporales”, es decir, no son terrenales como los animales, las plantas o las demás cosas materiales sobre las que el hombre tiene dominio y puede nombrar.

Ese mismo texto agrega que los ángeles “tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (Pío XII, enc. Humani generis: DS 3891) e inmortales (Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas visibles”.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 30 DE SEPTIEMBRE


Los cinco minutos de María
Setiembre 30




Madre de los pobres, los humildes y sencillos, de los tristes y los niños que confían siempre en Dios; tú la más pobre, porque nada ambicionaste, tú, perseguida, vas huyendo de Belén, tú, que en un pesebre ofreciste al Rey del cielo, toda tu riqueza fue tenerlo sólo a Él.

Tú que en sus manos sin temor te abandonaste, tú que aceptaste ser la esclava del Señor, vas entonando un poema de alegría: “Canta, alma mía, porque Dios me engrandeció”.

Nuestra Señora de la justicia, no permitas que en nombre de la justicia se oprima a los desamparados.


* P. Alfonso Milagro 

NOVENA A SAN JUAN XXIII, DEL 2 AL 10 DE OCTUBRE









Primer Día de la Novena a San Juan XXIII



Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
Infinitas gracias doy a Dios, porque desde siempre te eligió para tan altos misterios, y te adornó con las virtudes de la caridad, pobreza, humildad y obediencia.

Te pido nos alcances la paz para todos los pueblos, la unidad de las iglesias, la caridad para todos los hombres.

Tú, el Papa Bueno, ayúdanos a vivir como verdaderos hijos de Dios, como fieles discípulos de Jesús y apóstoles de su palabra. Te pido de manera especial, por todas las familias para que sean santuario de vida y amor, bendícelas y líbralas de todo mal.

Intercede por todos nosotros en unión de nuestra Madre Santísima María. Amén.

Primer día: Juan XXIII elegido por Dios
A Jesús le decía su apóstol Natanael: “de Nazareth puede salir algo bueno”.  El pueblo de Jesús era de mala fama, era pobre y no de los pueblos conocidos o de prestigio.  Juan XXIII era del campo, de una familia que vivía de las cuatro vacas y del trabajo de sol a sol en la finca de un rico agricultor de su pueblito.  Su familia era numerosa y realmente católica.  Dios nos conduce por los caminos de la vida, San Pablo decía, “el Señor me abrió una puerta para que me diera cuenta de lo que tenía que hacer, dónde predicar el evangelio”. En la vida de todos nosotros hay puertas abiertas o cerradas, hay momentos oscuros, sendas estrechas y caminos fáciles de recorrer.  En todas las situaciones de la vida, según nuestro Señor Jesucristo, está la mano y el cuidado del Padre con nosotros.  Por eso el Señor nos dice que el Padre Dios tiene bien contados todos nuestros pelos, alimenta los pájaros del cielo y viste elegantemente las flores del campo.  El joven Angelo, más tarde Juan XXIII, se acordaba siempre con mucho agrado de donde él era.  Durante toda la vida el Papa mantuvo contacto con su familia y su campo porque sabía que Dios lo había conducido por estas vías.  Tambiénnosostros somos de nuestro pueblo, de nuestro campo o de una ciudad de Puerto Rico.  Así Dios ha conducido a Juan XXIII pero también a nosotros y lo hará en el futuro.

Oración a San Juan XXIII
Dios, Padre amado, que nos diste como Santo Padre a San Juan XXIII, llamado por todos el Papa de la paz y el Papa bueno.

Te pedimos Padre por su intercesión ser portadores en esta tierra del don maravilloso de tu paz y ser por tanto hombres y mujeres de diálogo, comprensión y tolerancia.

Ayúdanos Señor a ver a todos los que nos rodean como hermanos e hijos de un mismo Dios y a buscar en todo momento el entendimiento sin desvirtuar tu luz y tu verdad.

Queremos, como San Juan XXIII, que nos reconozca el mundo entero porque, como discípulos tuyos, nos amamos unos a otros.

Gracias por este ejemplo de virtudes. Y unidos a todos los santos del cielo y en especial a este Papa bueno te suplico Padre Santo esta gracia particular que necesito (haga aquí su petición).

Gracias te doy de antemano, Señor, porque al ruego de tan gran intercesor estoy seguro de que me será concedida. Amén.

Oración final
Dios todopoderoso y eterno, que llamaste a tu hijo Angelo a cumplir el ministerio petrino bajo el nombre de Juan XXIII, ten misericordia de nosotros y danos, por intercesión del "Papa Bueno", la caridad y la paz, para vivirlas en cada momento de nuestras vidas, hasta el momento que dispongas de nosotros en esta tierra.

Ayúdanos para alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesús, y permite que esta petición, que humildemente te solicitamos, sea iluminada por el Espíritu Santo. Amen.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Segundo Día de la Novena a San Juan XXIII


Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
Infinitas gracias doy a Dios, porque desde siempre te eligió para tan altos misterios, y te adornó con las virtudes de la caridad, pobreza, humildad y obediencia.

Te pido nos alcances la paz para todos los pueblos, la unidad de las iglesias, la caridad para todos los hombres.

Tú, el Papa Bueno, ayúdanos a vivir como verdaderos hijos de Dios, como fieles discípulos de Jesús y apóstoles de su palabra. Te pido de manera especial, por todas las familias para que sean santuario de vida y amor, bendícelas y líbralas de todo mal.

Intercede por todos nosotros en unión de nuestra Madre Santísima María. Amén.

Segundo día: Católico desde el primer día.
El día 25 de noviembre de 1881, nació Angel Guiseppe Roncalli de una familia modesta que ya tenía 3 hijas.  El mismo día, por la tarde, la mamá, acompañada por su esposo, llevó al recién nacido a la Iglesia para que se bautizara ese mismo día.  Porque Dios era primero, el centro y el fin de su vida y así lo querían para su hijito. Por eso, se bautizó el primer día de su vida, el día de su nacimiento. En la familia aumentó el número de los que comían a 28, durante los años que Angelo pasó con sus familiares, ya que la familia estaba compuesta de los padres, abuelos, tíos y tías con sus respectivos hijos.  Todos vivían bajo el mismo techo. En el día del bautismo no se notaba ninguna señal extraordinaria del bebé que hiciera pensar a alguien que este niño llegaría a ser el sucesor de San Pedro o algo grande. A todos nosotros nos ha pasado algo parecido. Somos de una familia católica y pronto después del nacimiento la gracia del bautismo nos convirtió en un hijo de Dios y miembro de la Iglesia Católica. Conociendo la realidad de nuestras familias sabemos que no todos tienen la dicha de ser de una familia bien ordenada y haber recibido una educación católica. Por ello es importante ayudar especialmente a los que han sufrido por la desintegración de su familia, y por la falta de una educación católica.

Oración a San Juan XXIII
Dios, Padre amado, que nos diste como Santo Padre a San Juan XXIII, llamado por todos el Papa de la paz y el Papa bueno.

Te pedimos Padre por su intercesión ser portadores en esta tierra del don maravilloso de tu paz y ser por tanto hombres y mujeres de diálogo, comprensión y tolerancia.

Ayúdanos Señor a ver a todos los que nos rodean como hermanos e hijos de un mismo Dios y a buscar en todo momento el entendimiento sin desvirtuar tu luz y tu verdad.

Queremos, como San Juan XXIII, que nos reconozca el mundo entero porque, como discípulos tuyos, nos amamos unos a otros.

Gracias por este ejemplo de virtudes. Y unidos a todos los santos del cielo y en especial a este Papa bueno te suplico Padre Santo esta gracia particular que necesito (haga aquí su petición).

Gracias te doy de antemano, Señor, porque al ruego de tan gran intercesor estoy seguro de que me será concedida. Amén.

Oración final
Dios todopoderoso y eterno, que llamaste a tu hijo Angelo a cumplir el ministerio petrino bajo el nombre de Juan XXIII, ten misericordia de nosotros y danos, por intercesión del "Papa Bueno", la caridad y la paz, para vivirlas en cada momento de nuestras vidas, hasta el momento que dispongas de nosotros en esta tierra.

Ayúdanos para alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesús, y permite que esta petición, que humildemente te solicitamos, sea iluminada por el Espíritu Santo. Amen.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Tercer Día de la Novena a San Juan XXIII

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
Infinitas gracias doy a Dios, porque desde siempre te eligió para tan altos misterios, y te adornó con las virtudes de la caridad, pobreza, humildad y obediencia.

Te pido nos alcances la paz para todos los pueblos, la unidad de las iglesias, la caridad para todos los hombres.

Tú, el Papa Bueno, ayúdanos a vivir como verdaderos hijos de Dios, como fieles discípulos de Jesús y apóstoles de su palabra. Te pido de manera especial, por todas las familias para que sean santuario de vida y amor, bendícelas y líbralas de todo mal.

Intercede por todos nosotros en unión de nuestra Madre Santísima María. Amén.

Tercer día: Juan XXIII y su familia.
Los días de nuestra novena son de reflexión sobre la vida de Juan XXIII, de nuestra propia vida y del futuro de nosotros y de los demás. La familia campesina del futuro Papa era católica y todos los días rezaba el Santo Rosario por la noche. El tío Zaverio leía la Biblia y el periódico católico por la noche en voz alta porque la familia no tenía ni radio, ni televisor.  Su tío funcionaba como catequista de la familia e informaba sobre lo que pasaba en el mundo leyendo el periódico de Bergamo. Con seis años mandaron al jovencito Angelo a la escuela de la Parroquia y porque progresaba bastante, de allí lo enviaron a la Parroquia vecina, donde el párroco enseñaba latín.  Más tarde se hizo alumno del seminario menor de la Diócesis de Bargamo.  La experiencia en su casa fue favorable para toda la vida y por eso escribió en el año 1932: “La educación que deja más profunda huella es siempre la que se recibe en su casa.  Yo he olvidado muchas cosas, que he leído en los libros, pero recuerdo perfectamente lo que aprendí de mis padres y de mis mayores”.

En el hogar se aprende lo que es el valor de la familia, del matrimonio, lo que es una mujer, una madre, un papa, ser hijo y hermano. Es cierto que en su casa uno aprende a amar y a ser amado, comprender y ser comprendido, sentirse protegido y proteger, perdonar y ser perdonado, ser feliz, contento, seguro, misericordioso, obediente y sobre todo pertenecer o ser de una familia. El Papa Juan XXIII era de una verdadera familia. Durante toda su vida era agradecido a Dios por este regalo.

Oración a San Juan XXIII
Dios, Padre amado, que nos diste como Santo Padre a San Juan XXIII, llamado por todos el Papa de la paz y el Papa bueno.

Te pedimos Padre por su intercesión ser portadores en esta tierra del don maravilloso de tu paz y ser por tanto hombres y mujeres de diálogo, comprensión y tolerancia.

Ayúdanos Señor a ver a todos los que nos rodean como hermanos e hijos de un mismo Dios y a buscar en todo momento el entendimiento sin desvirtuar tu luz y tu verdad.

Queremos, como San Juan XXIII, que nos reconozca el mundo entero porque, como discípulos tuyos, nos amamos unos a otros.

Gracias por este ejemplo de virtudes. Y unidos a todos los santos del cielo y en especial a este Papa bueno te suplico Padre Santo esta gracia particular que necesito (haga aquí su petición).

Gracias te doy de antemano, Señor, porque al ruego de tan gran intercesor estoy seguro de que me será concedida. Amén.

Oración final
Dios todopoderoso y eterno, que llamaste a tu hijo Angelo a cumplir el ministerio petrino bajo el nombre de Juan XXIII, ten misericordia de nosotros y danos, por intercesión del "Papa Bueno", la caridad y la paz, para vivirlas en cada momento de nuestras vidas, hasta el momento que dispongas de nosotros en esta tierra.

Ayúdanos para alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesús, y permite que esta petición, que humildemente te solicitamos, sea iluminada por el Espíritu Santo. Amen.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Cuarto Día de la Novena a San Juan XXIII

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
Infinitas gracias doy a Dios, porque desde siempre te eligió para tan altos misterios, y te adornó con las virtudes de la caridad, pobreza, humildad y obediencia.

Te pido nos alcances la paz para todos los pueblos, la unidad de las iglesias, la caridad para todos los hombres.

Tú, el Papa Bueno, ayúdanos a vivir como verdaderos hijos de Dios, como fieles discípulos de Jesús y apóstoles de su palabra. Te pido de manera especial, por todas las familias para que sean santuario de vida y amor, bendícelas y líbralas de todo mal.

Intercede por todos nosotros en unión de nuestra Madre Santísima María. Amén.

Cuarto día: Las normas de su vida
Por su aspecto físico y por sus intenciones personales calificaba la cura de atención a las almas para ser cura rural, un hombre de oración, de misa, de devociones populares. Juan XXIII servía para eso y, como la historia probó, para mucho más. Su vida es una enseñanza para nosotros, es un testimonio, es un estímulo para la vida cristiana y la santificación. Él era un gran hombre de Dios.  No trataba de imponerse ni de imponer; oraba y perdonaba, por eso lo llamaban Juan el bueno. Él se olvidaba de las ofensas.  No se preocupaba de una vanidosa elegancia, ni trata de ganar simpatías. Era un hombre de diálogo profundo con Dios, en la oración y muy capaz de dialogar con los demás. La vida era un servicio, como su maestro Jesucristo que no había venido para ser servido, sino para servir, Juan XXIII había aprendido a someter el propio yo, a la voluntad de Dios y sus superiores.  Fue un hombre firme y rígido en sus principios, pero flexible por su comprensión y caridad. Se decía que él nunca mentía. Su vida fue reconocida como un paso hacia el futuro. Era un revolucionario como los santos, los profetas y un hombre del evangelio del pobre, humilde y misericordioso. Él decía que el alma del apostolado era el silencio y la contemplación, la interioridad, la pobreza, los medios consagrados, la sencillez de palabras y métodos. Practiquemos lo que el beato hacía; hablar con la vida, corregir con humildad.

Oración a San Juan XXIII
Dios, Padre amado, que nos diste como Santo Padre a San Juan XXIII, llamado por todos el Papa de la paz y el Papa bueno.

Te pedimos Padre por su intercesión ser portadores en esta tierra del don maravilloso de tu paz y ser por tanto hombres y mujeres de diálogo, comprensión y tolerancia.

Ayúdanos Señor a ver a todos los que nos rodean como hermanos e hijos de un mismo Dios y a buscar en todo momento el entendimiento sin desvirtuar tu luz y tu verdad.

Queremos, como San Juan XXIII, que nos reconozca el mundo entero porque, como discípulos tuyos, nos amamos unos a otros.

Gracias por este ejemplo de virtudes. Y unidos a todos los santos del cielo y en especial a este Papa bueno te suplico Padre Santo esta gracia particular que necesito (haga aquí su petición).

Gracias te doy de antemano, Señor, porque al ruego de tan gran intercesor estoy seguro de que me será concedida. Amén.

Oración final
Dios todopoderoso y eterno, que llamaste a tu hijo Angelo a cumplir el ministerio petrino bajo el nombre de Juan XXIII, ten misericordia de nosotros y danos, por intercesión del "Papa Bueno", la caridad y la paz, para vivirlas en cada momento de nuestras vidas, hasta el momento que dispongas de nosotros en esta tierra.

Ayúdanos para alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesús, y permite que esta petición, que humildemente te solicitamos, sea iluminada por el Espíritu Santo. Amen.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Quinto Día de la Novena a San Juan XXIII

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
Infinitas gracias doy a Dios, porque desde siempre te eligió para tan altos misterios, y te adornó con las virtudes de la caridad, pobreza, humildad y obediencia.

Te pido nos alcances la paz para todos los pueblos, la unidad de las iglesias, la caridad para todos los hombres.

Tú, el Papa Bueno, ayúdanos a vivir como verdaderos hijos de Dios, como fieles discípulos de Jesús y apóstoles de su palabra. Te pido de manera especial, por todas las familias para que sean santuario de vida y amor, bendícelas y líbralas de todo mal.

Intercede por todos nosotros en unión de nuestra Madre Santísima María. Amén.

Quinto día: Juan XXIII y su vocación
Querido beato Juan XXIII: Ya conozco algunos momentos de tu vida. Sé que fuiste bautizado, un día ordenado sacerdote, más tarde Obispo, cardenal, nuncio, arzobispo de Venecia y por fin Papa de la Iglesia. Admiro tu generosidad. Dijiste que sí a la voluntad de Dios y sabías que su voluntad es amor de Él. Con tu obediencia te acercaste a nuestro Señor cuya vida era hacer la voluntad de su Padre Celestial. Fuiste como Abraham, saliste de tu tierra y llegaste ya anciano a Roma para ser Papa. Te pusiste el nombre de Juan por tu amor a Juan, el evangelista y a Juan Bautista, que era el precursor de Cristo. Me sorprende que nunca pusieras un pero, nunca abusaste de tu inteligencia para buscar un pretexto, una excusa barata. Tu amor a la Virgen María te hacía decir sí a una madre firme y humilde.  En cambio yo soy muy distinto, busco escapes, pretextos. Tengo un doctorado de excusas, fácilmente me escondo, no escucho, no obedezco, no soy generoso como el Señor y con la Iglesia. Tomaste en serio tu vocación cristiana, sacerdotal y papal, tu vocación a la santidad. Admiro tus renuncias a la mediocridad. Quiero imitar tu entrega de corazón, porque no buscaste ni prestigio, ni puestos elevados. Fuiste desde tu casa un muy obediente con amor, humildad, y audacia. Has sido un hombre ejemplar. Yo quiero ser de los tuyos, que llevan tu amor, y compartir tu amor a la Iglesia, este amor que siento como tú por la Iglesia Universal, pero especialmente por la de mi patria.

Oración a San Juan XXIII
Dios, Padre amado, que nos diste como Santo Padre a San Juan XXIII, llamado por todos el Papa de la paz y el Papa bueno.

Te pedimos Padre por su intercesión ser portadores en esta tierra del don maravilloso de tu paz y ser por tanto hombres y mujeres de diálogo, comprensión y tolerancia.

Ayúdanos Señor a ver a todos los que nos rodean como hermanos e hijos de un mismo Dios y a buscar en todo momento el entendimiento sin desvirtuar tu luz y tu verdad.

Queremos, como San Juan XXIII, que nos reconozca el mundo entero porque, como discípulos tuyos, nos amamos unos a otros.

Gracias por este ejemplo de virtudes. Y unidos a todos los santos del cielo y en especial a este Papa bueno te suplico Padre Santo esta gracia particular que necesito (haga aquí su petición).

Gracias te doy de antemano, Señor, porque al ruego de tan gran intercesor estoy seguro de que me será concedida. Amén.

Oración final
Dios todopoderoso y eterno, que llamaste a tu hijo Angelo a cumplir el ministerio petrino bajo el nombre de Juan XXIII, ten misericordia de nosotros y danos, por intercesión del "Papa Bueno", la caridad y la paz, para vivirlas en cada momento de nuestras vidas, hasta el momento que dispongas de nosotros en esta tierra.

Ayúdanos para alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesús, y permite que esta petición, que humildemente te solicitamos, sea iluminada por el Espíritu Santo. Amen.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Sexto Día de la Novena a San Juan XXIII

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
Infinitas gracias doy a Dios, porque desde siempre te eligió para tan altos misterios, y te adornó con las virtudes de la caridad, pobreza, humildad y obediencia.

Te pido nos alcances la paz para todos los pueblos, la unidad de las iglesias, la caridad para todos los hombres.

Tú, el Papa Bueno, ayúdanos a vivir como verdaderos hijos de Dios, como fieles discípulos de Jesús y apóstoles de su palabra. Te pido de manera especial, por todas las familias para que sean santuario de vida y amor, bendícelas y líbralas de todo mal.

Intercede por todos nosotros en unión de nuestra Madre Santísima María. Amén.

Sexto día: Juan XXIII en las rutas de la Providencia de Dios
Virgen María, Madre de la Providencia: Juan XXIII era tu hijo como Juan Pablo II quien tenía en su lema papal: “Soy todo tuyo”.  La Madre de Dios es siempre instrumento de Dios, esposa del Espíritu Santo, Madre de Dios Hijo e hija de Dios Padre. Tú Señor, enseñaste a Juan XXIII en el rosario, a unir siempre el gozo, el dolor y la Gloria de la vida, como la Madre se unió a tu Persona. Ayúdanos querida Virgen de la Providencia a confiar en ti, a aceptar las inspiraciones del Espíritu Santo, la ruta de la fe en todas las conducciones de la Providencia. Virgen María, haznos luchar heroicamente contra las tentaciones de la carne. Danos valor para callar y mantener la calma ante las ofensas y peligros. Danos fuerza para guardar lo que no debemos revelar. Necesitamos tu apoyo para vivir como cristianos los momentos de la cruz.

Oración a San Juan XXIII
Dios, Padre amado, que nos diste como Santo Padre a San Juan XXIII, llamado por todos el Papa de la paz y el Papa bueno.

Te pedimos Padre por su intercesión ser portadores en esta tierra del don maravilloso de tu paz y ser por tanto hombres y mujeres de diálogo, comprensión y tolerancia.

Ayúdanos Señor a ver a todos los que nos rodean como hermanos e hijos de un mismo Dios y a buscar en todo momento el entendimiento sin desvirtuar tu luz y tu verdad.

Queremos, como San Juan XXIII, que nos reconozca el mundo entero porque, como discípulos tuyos, nos amamos unos a otros.

Gracias por este ejemplo de virtudes. Y unidos a todos los santos del cielo y en especial a este Papa bueno te suplico Padre Santo esta gracia particular que necesito (haga aquí su petición).

Gracias te doy de antemano, Señor, porque al ruego de tan gran intercesor estoy seguro de que me será concedida. Amén.

Oración final
Dios todopoderoso y eterno, que llamaste a tu hijo Angelo a cumplir el ministerio petrino bajo el nombre de Juan XXIII, ten misericordia de nosotros y danos, por intercesión del "Papa Bueno", la caridad y la paz, para vivirlas en cada momento de nuestras vidas, hasta el momento que dispongas de nosotros en esta tierra.

Ayúdanos para alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesús, y permite que esta petición, que humildemente te solicitamos, sea iluminada por el Espíritu Santo. Amen.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Séptimo Día de la Novena a San Juan XXIII

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
Infinitas gracias doy a Dios, porque desde siempre te eligió para tan altos misterios, y te adornó con las virtudes de la caridad, pobreza, humildad y obediencia.

Te pido nos alcances la paz para todos los pueblos, la unidad de las iglesias, la caridad para todos los hombres.

Tú, el Papa Bueno, ayúdanos a vivir como verdaderos hijos de Dios, como fieles discípulos de Jesús y apóstoles de su palabra. Te pido de manera especial, por todas las familias para que sean santuario de vida y amor, bendícelas y líbralas de todo mal.

Intercede por todos nosotros en unión de nuestra Madre Santísima María. Amén.

Séptimo día: Elegido para ser Papa
Señor Jesús: Tú regalaste a tu servidor Angelo Quiseppe Roncalli, el privilegio de ser Papa de nuestra Iglesia. Tú sabes que no era el favorito entre los candidatos al papado, pero Tú, Señor, lo elegiste. Para imitarte e imitar a dos de tus primeros colaboradores; Juan el Evangelista, tu discípulo preferido, y a tu precursor Juan Bautista, y por querer ponerse humildemente en la fila de 22 papas que ya habían llevado el nombre de Juan.  Por eso, él escogió este nombre.  El aceptó ser cabeza visible de tu Iglesia, Señor, sucesor de Pedro y de 262 Papas, entre ellos santos, mártires y hombres pecadores.

El Cardenal Roncalli aceptó el cargo del Papado, sabiendo que tenía que pastorear tus ovejas y fortalecer la fe de tu rebaño. Había sido toda su vida un cura rural y más tarde a través del Concilio del Vaticano Segundo, se hizo uno de los Papas más importantes de la historia. Gracias a ti Señor, porque los últimos serán los primeros y el que quiere ser primero sera el servidor de todos.  Así el Papa Juan XXIII vivió los años de su ministerio papal, murió así y se perfeccionó.


Oración a San Juan XXIII
Dios, Padre amado, que nos diste como Santo Padre a San Juan XXIII, llamado por todos el Papa de la paz y el Papa bueno.

Te pedimos Padre por su intercesión ser portadores en esta tierra del don maravilloso de tu paz y ser por tanto hombres y mujeres de diálogo, comprensión y tolerancia.

Ayúdanos Señor a ver a todos los que nos rodean como hermanos e hijos de un mismo Dios y a buscar en todo momento el entendimiento sin desvirtuar tu luz y tu verdad.

Queremos, como San Juan XXIII, que nos reconozca el mundo entero porque, como discípulos tuyos, nos amamos unos a otros.

Gracias por este ejemplo de virtudes. Y unidos a todos los santos del cielo y en especial a este Papa bueno te suplico Padre Santo esta gracia particular que necesito (haga aquí su petición).

Gracias te doy de antemano, Señor, porque al ruego de tan gran intercesor estoy seguro de que me será concedida. Amén.

Oración final
Dios todopoderoso y eterno, que llamaste a tu hijo Angelo a cumplir el ministerio petrino bajo el nombre de Juan XXIII, ten misericordia de nosotros y danos, por intercesión del "Papa Bueno", la caridad y la paz, para vivirlas en cada momento de nuestras vidas, hasta el momento que dispongas de nosotros en esta tierra.

Ayúdanos para alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesús, y permite que esta petición, que humildemente te solicitamos, sea iluminada por el Espíritu Santo. Amen.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Octavo Día de la Novena a San Juan XXIII
Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
Infinitas gracias doy a Dios, porque desde siempre te eligió para tan altos misterios, y te adornó con las virtudes de la caridad, pobreza, humildad y obediencia.

Te pido nos alcances la paz para todos los pueblos, la unidad de las iglesias, la caridad para todos los hombres.

Tú, el Papa Bueno, ayúdanos a vivir como verdaderos hijos de Dios, como fieles discípulos de Jesús y apóstoles de su palabra. Te pido de manera especial, por todas las familias para que sean santuario de vida y amor, bendícelas y líbralas de todo mal.

Intercede por todos nosotros en unión de nuestra Madre Santísima María. Amén.

Octavo día: Juan XXIII y el Santo Espíritu de Dios:
Gracias Espíritu Santo, por haber engendrado en María a Jesús, por haber ungido a Jesús como Mesías en el día del bautismo, por haber fortalecido y llenado con tu presencia a los apóstoles en el cenáculo el día de Pentecostés y por haber estado presente en la Iglesia hasta el día de hoy.  Muchas gracias por haber inspirado al Papa Juan XXIII a convocar el concilio y ayudar así a la Iglesia para un Nuevo Pentecostés. Los que habían pensado que Juan XXIII, por su edad y su sencillez, no podía hacer una gran cosa como Papa, se equivocaron. Todos quedaron sorprendidos.  En realidad la Iglesia no es de los hombres, es de Dios, guiada por ti, Espíritu Santo y capacitada por ti para continuar la obra salvífica de Cristo para los hombres.

Oración a San Juan XXIII
Dios, Padre amado, que nos diste como Santo Padre a San Juan XXIII, llamado por todos el Papa de la paz y el Papa bueno.

Te pedimos Padre por su intercesión ser portadores en esta tierra del don maravilloso de tu paz y ser por tanto hombres y mujeres de diálogo, comprensión y tolerancia.

Ayúdanos Señor a ver a todos los que nos rodean como hermanos e hijos de un mismo Dios y a buscar en todo momento el entendimiento sin desvirtuar tu luz y tu verdad.

Queremos, como San Juan XXIII, que nos reconozca el mundo entero porque, como discípulos tuyos, nos amamos unos a otros.

Gracias por este ejemplo de virtudes. Y unidos a todos los santos del cielo y en especial a este Papa bueno te suplico Padre Santo esta gracia particular que necesito (haga aquí su petición).

Gracias te doy de antemano, Señor, porque al ruego de tan gran intercesor estoy seguro de que me será concedida. Amén.

Oración final
Dios todopoderoso y eterno, que llamaste a tu hijo Angelo a cumplir el ministerio petrino bajo el nombre de Juan XXIII, ten misericordia de nosotros y danos, por intercesión del "Papa Bueno", la caridad y la paz, para vivirlas en cada momento de nuestras vidas, hasta el momento que dispongas de nosotros en esta tierra.

Ayúdanos para alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesús, y permite que esta petición, que humildemente te solicitamos, sea iluminada por el Espíritu Santo. Amen.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Noveno Día de la Novena a San Juan XXIII


Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial
Infinitas gracias doy a Dios, porque desde siempre te eligió para tan altos misterios, y te adornó con las virtudes de la caridad, pobreza, humildad y obediencia.

Te pido nos alcances la paz para todos los pueblos, la unidad de las iglesias, la caridad para todos los hombres.

Tú, el Papa Bueno, ayúdanos a vivir como verdaderos hijos de Dios, como fieles discípulos de Jesús y apóstoles de su palabra. Te pido de manera especial, por todas las familias para que sean santuario de vida y amor, bendícelas y líbralas de todo mal.

Intercede por todos nosotros en unión de nuestra Madre Santísima María. Amén.

Noveno día: La muerte de Juan XXIII
Querido Santo Juan XXIII: En esta novena te hemos pedido, si fuera posible, vivir el evangelio de Cristo como tú. Cuando el médico te diagnosticó un tumor canceroso, dijiste; “No te preocupes por mí, porque mi equipaje está preparado y yo estoy dispuesto a partir”. Con tranquilidad hablaste a tus hermanos y hermanas diciendo, “soy feliz porque dentro de muy poco veré a nuestros Padres en el cielo.

Por eso dijiste al doctor: “No se esfuerce, lo entiendo, estoy preparado”. Especialmente gracias Santo Padre Juan XXIII que nos dijiste: “yo soy tu hermano”, pero no solamente de nosotros los católicos, sino de todos los hombres. Dame la fuerza de ser un hermano de todos y convertir al mundo entero en una patria, una tierra de hermanos en amor y paz. Amén.

Oración a San Juan XXIII
Dios, Padre amado, que nos diste como Santo Padre a San Juan XXIII, llamado por todos el Papa de la paz y el Papa bueno.

Te pedimos Padre por su intercesión ser portadores en esta tierra del don maravilloso de tu paz y ser por tanto hombres y mujeres de diálogo, comprensión y tolerancia.

Ayúdanos Señor a ver a todos los que nos rodean como hermanos e hijos de un mismo Dios y a buscar en todo momento el entendimiento sin desvirtuar tu luz y tu verdad.

Queremos, como San Juan XXIII, que nos reconozca el mundo entero porque, como discípulos tuyos, nos amamos unos a otros.

Gracias por este ejemplo de virtudes. Y unidos a todos los santos del cielo y en especial a este Papa bueno te suplico Padre Santo esta gracia particular que necesito (haga aquí su petición).

Gracias te doy de antemano, Señor, porque al ruego de tan gran intercesor estoy seguro de que me será concedida. Amén.

Oración final
Dios todopoderoso y eterno, que llamaste a tu hijo Angelo a cumplir el ministerio petrino bajo el nombre de Juan XXIII, ten misericordia de nosotros y danos, por intercesión del "Papa Bueno", la caridad y la paz, para vivirlas en cada momento de nuestras vidas, hasta el momento que dispongas de nosotros en esta tierra.

Ayúdanos para alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesús, y permite que esta petición, que humildemente te solicitamos, sea iluminada por el Espíritu Santo. Amen.



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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