martes, 29 de agosto de 2017

JUAN EL BAUTISTA, EL PRECURSOR



Juan el Bautista, el precursor
Juan, aquel que señala a Jesús para que sea reconocido como el Mesías.


Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net 




Juan envía a sus discípulos

Juan estaba preso en la fortaleza de Maqueronte. Sus discípulos que sufren, no son indiferentes a los sucesos que se están viviendo es Israel. Por eso "Informaron a Juan sus discípulos de todas estas cosas. Y Juan llamó a dos de ellos, y los envió al Señor a preguntarle: ¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otro? Presentándose aquellos hombres le dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti a preguntarte: ¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otro? En aquella misma hora curó a muchos de sus enfermedades, de dolencias y de malos espíritus, y dio la vista a muchos ciegos. les respondió diciendo: Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados; y bienaventurado quien no se escandalice de mí"(Lc).

Juan aprovecha la ocasión para que sus discípulos reconozcan a Jesús como el Mesías. Él mismo ya se lo había mostrado como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y algunos de los suyos siguieron a Jesús. Siempre había dejado claro que él no era el Mesías. Ahora anima a los suyos para que hagan a Cristo la pregunta decisiva: ¿Tú eres el Mesías?

Las obras hablan por sí mismas

Jesús contesta, poniendo delante de sus ojos los milagros -que ya habían sido profetizados- como característicos de los nuevos tiempos mesiánicos. Son libres de creer o no, de seguirle o no. Pero las obras hablan por sí mismas. El grupo de los preparados con el bautismo de penitencia se apresta para el gran paso de recibir al Mesías.

"Después de marcharse los enviados de Juan, comenzó a decir a las muchedumbres acerca de Juan: ¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿Qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con ropas delicadas? Mirad, los que visten con lujo y viven entre placeres están en palacios de reyes. ¿Qué habéis salido a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta. Este es de quien está escrito: He aquí que yo envío delante de ti mi mensajero, que vaya preparándote el camino.

Os digo, pues, que entre los nacidos de mujer nadie hay mayor que Juan; aunque el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él. Y todo el pueblo y los publicanos, habiéndole escuchado, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los doctores de la Ley rechazaron el plan de Dios sobre ellos, no habiendo sido bautizados por él"(Lc).


La manifestación de Jesús como Mesías

Y es a partir de este momento cuando va a ser más explicita la manifestación de Jesús como Mesías. Es más, en esta segunda Pascua ya va a dar señales más claras aún de su divinidad. No se trata de un reformador religioso más o menos lúcido; Él es el mismo Mesías, el Hijo de Dios. Los espíritus deben estar atentos a lo que va a suceder, y Juan Bautista ha sido el mensajero anunciado por el profeta Malaquías para preparar el camino del Señor.

La embajada del Bautista también interesaba a sus discípulos, pues a pesar de vivir una vida penitente con rechazo del pecado, no eran inmunes a las pequeñas envidias: antes de que encarcelasen a Juan criticaban a los discípulos de Jesús. Así lo cuenta Juan evangelista, que había sido discípulo de los dos: "Después de esto fue Jesús con sus discípulos a la región de Judea, y allí convivía con ellos y bautizaba. También Juan estaba bautizando en Ainón junto a Salín, porque había allí mucha agua, y acudían a ser bautizados, pues aún no había sido encarcelado Juan.


Juan llama a Jesús, el Esposo

Se originó una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación. Y fueron a Juan y le dijeron: Rabbí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tu diste testimonio, está bautizando y todos van a él. Respondió Juan: No puede el hombre apropiarse de nada si no le es dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él. Esposo es el que tiene la esposa; el amigo del esposo, el que está presente y le oye, se alegra mucho con la voz del esposo. Por esto mi gozo se ha colmado. Es necesario que él crezca y que yo disminuya"(Jn).

Juan había llamado Esposo a Jesús. Todos sabían que estas palabras, a la luz de la Escritura, son significativas porque Dios es el Esposo de Israel, en la Alianza de amor que les une. Veladamente, señala quién es Jesús, pero convenía un testimonio evidente, contundente. Con la embajada lo va a conseguir.


La humildad de Juan

Juan era valiente, y verdaderamente humilde. No busca la gloria propia, sino la gloria de Dios. No se siente humillado, porque muchos le abandonen como Maestro y sigan a Jesús. No le considera una competencia, sino que se sabe precusor, y su enseñanza revela bien el sentido profundo de que su penitencia era verdadera humildad: "conviene que él crezca y yo disminuya". El sentido del mensajero es ocultarse cuando llega el hijo del rey. Juan puede decir con verdad que "El que viene de arriba está sobre todos. El que es de la tierra, de la tierra es y de la tierra habla. El que viene del Cielo está sobre todos, y da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio confirma que Dios es veraz; pues aquél a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en sus manos. El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero quien rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él"(Jn). En sus palabras se trasluce la voz del Padre, escuchada en el momento del Bautismo de Jesús en el Jordán, hacia ahora año y medio.


Las profecías del nacimiento de Juan

Se estaban cumpliendo las profecías enunciadas en el nacimiento del Bautista por su padre, Zacarías. Recordemos su nacimiento extraordinario: "Hubo, en tiempos de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la familia de Abías, cuya mujer, descendiente de Aarón, se llamaba Isabel. Ambos eran justos ante Dios, y caminaban intachables en todos los mandamientos y preceptos del Señor; no tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos de edad avanzada.

Y sucedió que, al ejercer su ministerio sacerdotal delante de Dios, cuando le tocaba el turno, le cayó en suerte, según la costumbre del Sacerdocio, entrar en el Templo del Señor para ofrecer el incienso; y toda la concurrencia del pueblo estaba fuera orando durante el ofrecimiento del incienso. Se le apareció un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Y Zacarías se turbó al verlo y le invadió el temor. Pero el ángel le dijo: No temas, Zacarías, porque tu oración ha sido escuchada, así que tu mujer Isabel te dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Será para tí gozo y alegría; y muchos se alegrarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor, será lleno del Espíritu Santo ya desde el vientre de su madre, y convertirá a muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios; e irá delante de El con el espíritu y el poder de Elías para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes a la prudencia de los justos, a fin de preparar al Señor un pueblo perfecto. Entonces Zacarías dijo al ángel: ¿Cómo podré yo estar cierto de esto? pues ya soy viejo y mi mujer de edad avanzada. Y el ángel le respondió: Yo soy Gabriel, que asisto ante el trono de Dios, y he sido enviado para hablarte y darte esta buena nueva. Desde ahora, pues, te quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no has creído en mis palabras, que se cumplirán a su tiempo.

El pueblo estaba esperando, y se extrañaba de que Zacarías se demorase tanto en el Templo. Cuando salió, no podía hablarles; y comprendieron que había tenido una visión en el Templo. El intentaba explicarse por señas, y permaneció mudo.

Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su ministerios, se marchó a su casa. Después de estos días Isabel, su mujer, concibió y se ocultaba durante cinco meses, diciéndose: Así ha hecho conmigo el Señor, en estos días en los que se ha dignado borrar mi oprobio entre los hombres".

Isabel acoge a María

María Santísima se enteró de estos hechos seis meses después por boca del ángel Gabriel, y acudió a visitar a Isabel para ayudarla en el parto. Isabel la acogió con gran alegría; y convivieron tres meses hasta que nació el niño. Zacarías recuperó el habla porque tuvo fe en la intervención de Dios, y el Espíritu Santo habló por su boca anunciando qué tenía previsto Dios para aquel niño que de adulto será Juan Bautista.

Entre tanto llegó a Isabel el tiempo del parto, y dio a luz un hijo. Y oyeron sus vecinos y parientes la gran misericordia que el Señor le había mostrado, y se congratulaban con ella. El día octavo fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre Zacarías. Pero su madre dijo: De ninguna manera, sino que se ha de llamar Juan. Y le dijeron: No hay nadie en tu familia que se llame con este nombre. Al mismo tiempo preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Y él, pidiendo una tablilla, escribió: Juan es su nombre. Lo cual llenó a todos de admiración. En aquel momento recobró el habla, se soltó su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Y se apoderó de todos sus vecinos el temor y se comentaban estos acontecimientos por toda la montaña de Judea; y cuantos los oían los grababan en su corazón, diciendo: ¿Qué pensáis ha de ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él.

Y Zacarías, su padre, quedó lleno del Espíritu Santo y profetizó diciendo:

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
y ha suscitado para nosotros el poder salvador
en la casa de David su siervo,
como lo había anunciado desde antiguo
por boca de sus santos profetas;
para salvarnos de nuestros enemigos
y de la mano de cuantos nos odian:
ejerciendo su misericordia con nuestros padres,
y acordándose de su santa alianza,
y del juramento que hizo a Abraham, nuestro padre,
para concedernos
que, libres de la mano de los enemigos,
le sirvamos sin temor,
con santidad y justicia en su presencia
todos los días de nuestra vida.
Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo:
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos,
enseñando a su pueblo la salvación
para el perdón de sus pecados;
por las entrañas de misericordia de nuestro Dios,
el Sol naciente nos visitará desde lo alto,
para iluminar a los que yacen en tinieblas y en sombra de muerte,
y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Mientras tanto, el niño iba creciendo y se fortalecía en el espíritu, y habitaba en el desierto hasta el tiempo en que debía darse a conocer a Israel"(Lc).

Juan correspondió libremente al querer de Dios, y fue profeta del Altísimo anunciando los caminos misericordiosos de Dios. Juan era la voz y Jesús era la Palabra que salva al mundo.

LA FECHA DE MI BAUTISMO


La fecha de mi bautismo



1)  Para saber
Si vemos una gran humareda, nos imaginamos que algo se está quemando. El humo es un signo del fuego. Los signos nos ayudan a dirigir nuestra mente a otra realidad. Y cuando se trata de realidades sobrenaturales, los signos nos ayudan a comprender un poco más de los misterios de Dios.
El Papa Francisco en una reciente audiencia habló del signo de la luz, muy presente en la liturgia de la Iglesia. Recordó que antiguamente los templos estaban orientadas hacia el este. Se entraba por una puerta abierta hacia occidente y, caminando se dirigía hacia oriente. El occidente es el punto cardinal del ocaso, donde muere la luz. El oriente, en cambio, es el lugar donde las tinieblas son vencidas por la primera luz de la aurora y nos recuerda a Cristo, Sol surgido de lo alto al horizonte del mundo (Cfr. Lc 1,78). Se puede decir que el mismo cosmos participa con su lenguaje.
Ya en el Antiguo Testamento el profeta Isaías había anunciado la llegada de Cristo y que recoge san Mateo: “El pueblo que yacía en tinieblas ha visto una gran luz; para los que yacían en región y sombra de muerte una luz ha amanecido (Mt 4,16). Nuestro Señor Jesucristo lo dirá de sí mismo: “Yo soy la luz del mundo” (Jn 8, 12).


2) Para pensar
Así como la luz nos permite ver bien las cosas, así la luz de la fe nos permite ver las cosas, y la misma vida, en su verdadera profundidad y sentido. Sin ella, nos dice el Papa, todo se vuelve confuso, es imposible distinguir el bien del mal, y nos hace perder el camino que nos lleva a nuestra felicidad.
La liturgia bautismal nos recuerda la importancia de esa luz. Al final del rito, se entrega una vela, cuya llama es encendida del cirio pascual. En este signo está la propagación de la Resurrección de Jesús en la vida de todos los cristianos. La vida de la Iglesia es iluminar con esta luz. Después, cada cristiano ha de llevar la luz de Cristo a los demás con su serenidad ante dificultades, con su deseo de recomenzar a querer el bien y seguir caminando incluso cuando se han experimentado muchas desilusiones.
Pensemos si, como bautizados, llevamos esa luz de Cristo a los corazones de los demás.


3) Para vivir
¿Qué cosa quiere decir ser cristianos? Quiere decir creer en la luz de la fe, incluso cuando el mundo está envuelto por la noche y las tinieblas. Ser cristiano, por la gracia de Cristo recibido en el Bautismo, es estar “orientado” a la luz: no creer en la oscuridad, sino en el resplandecer del día; no ser derrotados por la muerte, sino anhelar el resucitar. Esta es nuestra esperanza cristiana: la salvación que Jesús nos trae con su luz y nos salva de las tinieblas.
La luz de Cristo nos ilumina sobre lo que somos: No somos huérfanos, tenemos un Padre y... ¡nuestro Padre es Dios! ¡Creemos que Jesús es la luz! ¡Creemos que el Espíritu Santo obra sin descanso por el bien de la humanidad!
El Papa Francisco nos vuelve a invitar a recordar o investigar la fecha de nuestro bautismo y no olvidarla nunca. Es la fecha del renacer, es la fecha en la cual hemos sido iluminados por la luz de Cristo.


© Pbro. José Martínez Colín

ORACIONES DEL PRIMER VIERNES DE SEPTIEMBRE, SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



PRIMER VIERNES DE SETIEMBRE
DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



BREVE CONSIDERACIÓN.- Jesús a su esposa Margarita María: " He aquí el Corazón, hija mía, de tu dulce Soberano. Él te enseñará todo cuanto debes hacer por mi amor, discípula predilecta de mi divino Corazón. Quiero que te me abandones sin reserva, de tal modo que no tengas voluntad ninguna, sea que te acaricie o que, para mi gloria, te castigue. Déjate estar sobre mi costado, y déjame hacer lo que me plazca, como dueño absoluto de tu persona ".


ORACIÓN
Súplica al Sagrado Corazón de Jesús

Escóndeme, dulce Salvador mío, en el Sagrario de tu Costado, fragua encendida del puro amor, y ahí estaré seguro.
Elijo tu Corazón por morada, en la firme confianza de que será mi fuerza en el combate, el báculo en las tinieblas; en fin, el reparador de todas mis faltas y el santificador de mis intenciones y obras; las uno a las tuyas, y te las ofrezco para que me sirvan de continua  preparación para recibirte sacramentalmente.

Para honrar tu condición de víctima en este sacramento de amor, vengo a ofrecerme yo también en calidad de tal, suplicándote seas mi sacrificador y me inmoles en el ara de tu Sagrado Corazón. !Ah!, pero como soy tan culpable, te ruego, Señor Jesús, tengas a bien purificarme y consumirme con las llamas de tu Divino Corazón, como un holocausto  perfecto de amor y de gracia, para obtener una vida nueva, y poder entonces decir con verdad: "Yo nada tengo que no sea mío; vivo o muerto, mi Jesús es mi todo; mi propiedad es ser yo del todo y eternamente suyo"

(De Santa Margarita María de Alacoque)



PROMESA QUE SE CUMPLE ESTE MES:
Novena Promesa: Bendeciré las casas en que sea expuesta y honrada la imagen de mi Sagrado Corazón.

(Se recitan las letanías al Sagrado Corazón)


LETANÍAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

-Señor, ten piedad de nosotros. 
-Cristo, ten piedad de nosotros. 
-Señor, ten piedad de nosotros.
-Cristo, óyenos.
-Cristo, escúchanos.
-Dios, Padre Celestial, 
-Dios Hijo, Redentor del mundo, 
-Dios, Espíritu Santo, 
-Santísima Trinidad, que eres un solo Dios, 
-Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre, 
-Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo, ( SE REPITE TEN PIEDAD DE NOSOTROS)
-Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios, 
-Corazón de Jesús, de infinita majestad, 
-Corazón de Jesús, templo santo de Dios, 
-Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, 
-Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, 
-Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, 
-Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor, 
-Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, 
-Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, 
-Corazón de Jesús, digno de toda alabanza,
-Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, 
-Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría, y de la ciencia,
-Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad,
-Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace, 
-Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido, 
-Corazón de Jesús, deseado de los eternos collados, 
-Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia, 
-Corazón de Jesús, generoso para todos los que te invocan,
-Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad,
-Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados,
-Corazón de Jesús, colmado de oprobios,
-Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados, 
-Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, 
-Corazón de Jesús, traspasado por una lanza,
-Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo,
-Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra,
-Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, 
-Corazón de Jesús, víctima por los pecadores, 
-Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan,
-Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren, 
-Corazón de Jesús, delicia de todos los santos,
Ten piedad de nosotros

-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Perdónanos Señor.
-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Óyenos Señor.
-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Ten piedad de nosotros.
-Jesús, manso y humilde de Corazón,
Haz nuestro corazón semejante al tuyo.


Oración
Oh Dios todopoderoso y eterno, mira el Corazón de tu amantísimo Hijo, las alabanzas y satisfacciones que en nombre de los pecadores te ofrece y concede el perdón a éstos que piden misericordia en el nombre de tu mismo Hijo, Jesucristo, el cual vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.



UNA PALABRA DE MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE A SUS HERMANOS ASOCIADOS: " No olviden que el Señor no ha querido valerse de poderosos en la propaganda del culto a su Sagrado Corazón... Y en esto ha tenido en su vista hacer resaltar la omnipotencia de esta devoción, que no necesita de créditos humanos; y además, es su voluntad terminante que todos los que le amen, grandes y pequeños, tengan una parte en el establecimiento de su reinado".

(Un Padrenuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores)




ACTO DE CONSAGRACIÓN
SE SOR MARÍA DEL DIVINO CORAZÓN

Amabilísimo Jesús, yo me consagro de nuevo y sin reserva a tu Divino Corazón. Te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos, mi alma con todas sus potencias y mi ser todo entero. Te consagro mis pensamientos, palabras, obras, todos mis sufrimientos y trabajos, todas mis esperanzas, consuelos y alegrías. Especialmente te consagro mi pobre corazón para que no ame sino a Ti y se consuma como víctima en las llamas de tu amor. Acepta, !oh Corazón divino!, el deseo que tengo de consolarte y de pertenecerte para simpre. Toma de tal manera posesión de mí, que yo no tenga otra libertad que la de amarte, ni otra vida que sufrir y morir por Ti. Pongo en Ti toda mi confianza, una confianza sin límites, y espero de tu misericordia infinita perdón de todos mis pecados. Deposito en tus manos todos mis intereses, principalmente el de mi salvación eterna.

Prometo amarte y honrarte hasta el último momento de mi vida, y ayudado de tu divina gracia, prometo propagar con celo ardiente el culto de tu Sacratísimo Corazón. !Oh divino Corazón de Jesús!, dispón de mí como te agrade, no quiero más recompensa que tu mayor gloria y tu santo amor. Concédeme la gracia de hacer mi morada en tu Sacratísimo Corazón; allí es donde quiero pasar los días de mi vida y exhalar mi último suspiro.

Haz también de mi  corazón tu morada y el lugar de tu reposo, para quedarnos así íntimamente unidos, hasta que un día pueda yo alabarte, amarte y poseerte por toda la eternidad y cantar para siempre las misericordias de tu dulcísimo Corazón. Amén


Corazón Divino de Jesús, ten misericordia de nosotros (Tres veces)
Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.
San José, Ruega por nosotros.
Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 29 DE AGOSTO


Los cinco minutos de María
Agosto 29



La vida del Niño Jesús y de su Madre puede representarse de la siguiente manera: Jesús es pequeño, está sobre las rodillas de María. Ella quiere entretener al Niño y sonríe alegremente; de pronto una nube pasa delante de sus ojos, la angustia invade su Corazón. Otro día, treinta y tres años más tarde, ella lo tendrá como ahora sobre sus rodillas, pero… muerto.

¡Pobre Madre! ¡Será al pie de la cruz! Ella será la Piedad.
Virgen María, que has participado en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo, haz que todos lleguemos a esa misma gloria.


* P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 29 DE AGOSTO 2017, MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA


Vigésimo primera Semana del Tiempo Ordinario - Año Impar
Hoy es: Martirio de San Juan Bautista (29 de Agosto)
Martes 29 de agosto 2017



“ Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos ”



Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2, 1-8

Sabéis muy bien, hermanos, que nuestra visita no fue inútil.
A pesar de los sufrimientos e injurias padecidos en Filipos, que ya conocéis, tuvimos valor -apoyados en nuestro Dios- para predicaros el Evangelio de Dios en medio de fuerte oposición. Nuestra exhortación no procedía de error o de motivos turbios, ni usaba engaños, sino que Dios nos ha aprobado y nos ha confiado el Evangelio, y así lo predicamos, no para contentar a los hombres, sino a Dios, que aprueba nuestras intenciones.
Como bien sabéis, nunca hemos tenido palabras de adulación ni codicia disimulada. Dios es testigo. No pretendimos honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado autoritariamente; por el contrario, os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos.
Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor.



Salmo
Sal 138, 1-3. 4-6 R. Señor, tú me sondeas y me conoces.

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos; 
distingues mi camino y mi descanso, 
todas mis sendas te son familiares. R.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda. 
Me estrechas detrás y delante, 
me cubres con tu palma. 
Tanto saber me sobrepasa, 
es sublime, y no lo abarco. R.


Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 17-29

En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo habla metido en la cárcel, encadenado.
El motivo era que Herodes se habla casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecia a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:
-«Pídeme lo que quieras, que te lo doy.»
Y le juró:
-«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.»
Ella salió a preguntarle a su madre:
-«¿Qué le pido?»
La madre le contestó:
-«La cabeza de Juan, el Bautista.»
Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
-«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista.»
El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.




Reflexión del Evangelio de hoy

Os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos
Contemplamos a San Pablo desahogando su tierno corazón con los tesalonicenses. Les expresa sus verdades y sus sentimientos. La predicación del evangelio entre ellos no fue fácil, sino “entre frecuentes luchas”. Y lo hizo limpiamente, con la única pretensión de presentarles el auténtico evangelio de Jesús. Sin desfigurarlo, sin buscar agradarles con adulaciones, ni conseguir su aplauso y reconocimiento. Sin imponerles su autoridad como apóstol de Cristo. Fue tan amable y cariñoso con ellos como lo es una madre con sus hijos. Su única pretensión fue entregarles el gran tesoro que es el evangelio de Jesús, el que nos salva e ilumina nuestra vida, donde Jesús, su vida, muerte y resurrección es el protagonista.

Curioso este pasaje donde el casi siempre fuerte, e incluso, a veces, duro, San Pablo muestra su parte más tierna, cariñosa.

¿Qué quieres que pida? La cabeza de Juan el Bautista
Nos encontramos ante el martirio de Juan el Bautista, el precursor de Jesús, el que también le precedió en una muerte injusta.

Todo este episodio está presidido por la injusticia. El texto nos dice que Herodes sabía que Juan “era un hombre honrado y santo y lo defendía”. Sin embargo, por instigación de Herodías y porque Juan, anteponiendo, como todo verdadero profeta, la verdad a su vida, no aprobaba el nuevo matrimonio de Herodes “lo había metido en la cárcel encadenado”. Un acto de injusticia y abuso de poder.

Otro acto de injusticia y de claro abuso de poder es la decisión de Hedores de matar a Juan después del baile de la hija de Herodías y su petición de la cabeza de Juan.

En el día de su martirio, tengamos presentes a tantas personas que a lo largo de la historia han muerto y siguen muriendo de manera injusta por el abuso del poder del más fuerte. Nos consuela profundamente saber que la última palabra no la tienen los más fuertes, sino nuestro Dios. Esa es nuestra esperanza.


Fray Manuel Santos Sánchez
Real Convento de Predicadores (Valencia)

EL MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA, 29 DE AGOSTO


29 de Agosto
El martirio de San Juan Bautista
Año 30



Señor: te rogamos por tantas parejas que viven sin casarse y en pecado. Perdónales y concédeles la verdadera conversión. Y te suplicamos que nunca dejes de enviarnos valientes predicadores, que como Juan Bautista no dejen a los pecadores estar tranquilos en su vida de pecado por que los puede llevar a la perdición, y que despierten las conciencias de sus oyentes para que cada uno prefiera morir antes que pecar.

Martirio de San Juan BautistaEl evangelio de San Marcos nos narra de la siguiente manera la muerte del gran precursor, San Juan Bautista: "Herodes había mandado poner preso a Juan Bautista, y lo había llevado encadenado a la prisión, por causa de Herodías, esposa de su hermano Filipos, con la cual Herodes se había ido a vivir en unión libre. Porque Juan le decía a Herodes: "No le está permitido irse a vivir con la mujer de su hermano". Herodías le tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y quería hacerlo matar, pero no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto a Juan y lo consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto".
"Pero llegó el día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños dio un gran banquete a todos los principales de la ciudad. Entró a la fiesta la hija de Herodías y bailó, el baile le gustó mucho a Herodes, y le prometió con juramento: "Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino".

La muchacha fue donde su madre y le preguntó: "¿Qué debo pedir?". Ella le dijo: "Pida la cabeza de Juan Bautista". Ella entró corriendo a donde estaba el rey y le dijo: "Quiero que ahora mismo me des en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista".

El rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y porque se imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, mandó a uno de su guardia a que fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan. El otro fue a la prisión, le cortó la cabeza y la trajo en una bandeja y se la dio a la muchacha y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse los discípulos de Juan vinieron y le dieron sepultura (S. Marcos 6,17).

Herodes Antipas había cometido un pecado que escandalizaba a los judíos porque esta muy prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral. Se había ido a vivir con la esposa de su hermano. Juan Bautista lo denunció públicamente. Se necesitaba mucho valor para hacer una denuncia como esta porque esos reyes de oriente eran muy déspotas y mandaban matar sin más ni más a quien se atrevía a echarles en cara sus errores.

Herodes al principio se contentó solamente con poner preso a Juan, porque sentía un gran respeto por él. Pero la adúltera Herodías estaba alerta para mandar matar en la primera ocasión que se le presentara, al que le decía a su concubino que era pecado esa vida que estaban llevando.

Cuando pidieron la cabeza de Juan Bautista el rey sintió enorme tristeza porque estimaba mucho a Juan y estaba convencido de que era un santo y cada vez que le oía hablar de Dios y del alma se sentía profundamente conmovido. Pero por no quedar mal con sus compinches que le habían oído su tonto juramento (que en verdad no le podía obligar, porque al que jura hacer algo malo, nunca le obliga a cumplir eso que ha jurado) y por no disgustar a esa malvada, mandó matar al santo precursor.

Este es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado. Herodes y Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El pecado del adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un santo.

Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta Isaías hace a los predicadores: "Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar". El Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero mártir.

Una antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba caminando sobre un río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo se cerró y la mató. Puede haber sido así o no. Pero lo que sí es histórico es que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano, con su concubina. Y que el padre de su primera esposa (a la cual él había alejado para quedarse con Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes daños. Es que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo.

BUENOS DÍAS!!!





lunes, 28 de agosto de 2017

LAS DOS CARTAS


Las dos cartas


La humildad consiste en el reconocimiento de que Dios es el autor de todo bien. De él proviene todo cuanto tenemos y somos. Y también cuanto tiene y es nuestro prójimo. Por eso no cabe el sentido competitivo de la vida, que está en el fondo de la actitud soberbia y envidiosa. El que quiere sobresalir no busca tanto alcanzar una meta, sino crear distancia respecto de los otros.

El Cura de Ars dijo en cierta ocasión: “He recibido dos cartas en el mismo correo; una decía que yo era un gran santo, y la otra, que era un hipócrita y un impostor. La primera no me hacía mejor de lo que soy y la segunda no me hacía peor de lo que soy. Delante de Dios, todos somos lo que somos, nada más ni nada menos”.

Ubicarse ante Dios significa ser conscientes de nuestra pequeñez y dependencia, porque “El Señor es un Dios grande, tiene en su mano los abismos de la tierra, son suyas las cumbres de los montes, suyo es el mar, porque él lo hizo, la tierra firme que modelaron sus manos” (Sal 95). Ante él “somos polvo y ceniza”, como le dijo Abrahán.



* Enviado por el P. Natalio

LA HIPOCRESÍA INTOLERABLE


La hipocresía intolerable
Por: Pedro García, misionero claretiano | Fuente: Catholic.net 




Al leer el Evangelio nos encontramos con un Jesús todo bondad, que acoge a todos los pecadores, y que, sin embargo no tolera a unos hombres con los cuales está en lucha frontal.

Son los fariseos y los escribas, a los que llama con una palabra que, desde Jesús, se ha convertido en uno de los vocablos más odiosos del diccionario, como es la palabra ¡Hipócrita!... 

Llamar a uno ¡hipócrita! ha venido a ser un baldón y la mayor vergüenza.

La hipocresía es la mentira utilizada para aparecer ante los demás bueno y noble escondiendo toda la maldad que se lleva dentro.

Pero, para empezar de una manera más amable y positiva, se me ocurre el caso bonito, que leí no hace mucho, sobre un papá que quiso formar a su niño en la sinceridad que nos pide Jesús.
El pequeño fue sorprendido en una mentira, y el papá le dio una lección que no olvidaría nunca, de modo que después el joven y el hombre ya no dijo jamás una falsedad.
Tomó el papá al hijito mentiroso, lo llevó delante del Crucifijo, y le dictó despacio esta oración que el niño iba repitiendo: Jesús, yo te he ofendido. Mis labios se han ensuciado con una mentira. Ven, y límpiamelos.
Las lágrimas le empezaron a correr al niño por las mejillas. Pero el papá, sin inmutarse, tomó un trozo de algodón que aplicó a los labios de la imagen de Jesús, lo empapó después con alcohol, se lo pasó bien por los labios a su hijo, y le hizo seguir con la oración:
Señor, purifícame y perdóname. Haz mi corazón sincero, y que nunca salga de mí otra mentira. 

Todos estaremos conformes en dar a ese papá una cátedra de sicología y de pedagogía en la universidad...

Jesús se encontró en su predicación de buenas a primeras con una oposición terrible de parte de los que dominaban al pueblo: los escribas y los fariseos.

Los fariseos, de gran influencia en el pueblo, formaban un partido religioso-político que oprimía a la gente humilde con capa de santidad y de fidelidad a la ley de Dios, mientras que ellos se las sabían arreglar de mil maneras para librarse de lo que les exigía esa misma ley dada por Moisés.

Los escribas eran los intérpretes de la ley y brazo derecho de los fariseos. Unos y otros vivían en la mentira, procedían con doblez, y exigían con rigor insoportable la observancia de una ley que ellos no querían guardar.

La mejor definición de los escribas y fariseos la dio el mismo Jesús cuando los llamó sepulcros blanqueados, muy bonitos por fuera pero por dentro llenos de podredumbre...

Pronto vino el enfrentamiento de los escribas y fariseos con Jesús. Era imposible entenderse la mentira con la verdad, el rigor con la mansedumbre, la justicia despiadada con el perdón misericordioso... Y Jesús, al denunciarlos ante el pueblo, usó siempre la expresión ¡Hipócritas!

Jesús no soportaba la hipocresía porque ésta es la falsificación de la vida, la perversión del pensamiento, la profanación de la palabra. Al mentir, el hipócrita quiere pensar como habla, y vivir después como piensa, es decir, siempre en contradicción con la verdad.

El mentiroso e hipócrita se encuentra muy pronto con el rechazo total, como le pasaba en los tiempos de Jesús al personaje más importante del mundo, a Tiberio, el emperador de Roma. Era el dueño de todo el mundo conocido, pero al mismo tiempo era tan mentiroso, que, como dice un escritor romano de sus días, ya nos se le creía aunque dijera la verdad...

Aquella antipatía de Jesús con los fariseos, es la misma que sentimos también nosotros con cualquier persona que procede con dolo. Aguantamos toda clase de defectos en los demás, porque todos nos sentimos débiles y sabemos ser generosos con el que cae.

Pero usamos una medida diversa con el que nos miente. No lo soportamos, y le aplicamos la sentencia de la Biblia:
La esperanza del impío hipócrita se desvanecerá.

El hipócrita y mentiroso no puede esperar nada de nadie, porque se le rechazará del todo.

Todo lo contrario le ocurre a la persona sincera. Quien dice la verdad siempre, aunque le haya de costar un disgusto, se gana el aprecio de todos y todos confían en ella. Es el premio del sentir, vivir y decir la verdad.

Jesucristo nos lo dijo con una sentencia bella y profunda, cargada de mucha sicología: La verdad os hará libres.

Quien nunca dice una mentira y confiesa siempre la verdad, y vive conforme a sus convicciones, es la persona más libre que existe. No oculta nada. Es transparente como el cristal. Y de ella dice Jesús como de Natanael: Un israelita en quien no hay engaño. Un cristiano o una cristiana sin doblez...

Sentimos todo lo contrario por aquel que dice y vive siempre la verdad. Ante él nos inclinamos reverentes. Porque es todo un hombre o toda una mujer. Nos fiamos de su palabra. Le tenemos por el ser más valiente y digno de respeto.

La verdad, como dice Jesús, le hace libre, y nos demuestra tener un corazón y unos labios tan limpios como el niño que aún no ha dicho la primera mentira..

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 28 DE AGOSTO


Los cinco minutos de María
Agosto 28



Una noche oscura rompe la ilusión de encontrar a Dios entre la claridad. Ilumina, Madre, nuestro corazón que busca la verdad.

Si a mi lado vienes, nada temerá. Si tu luz alumbra nuestra oscuridad, marcharemos juntos hasta conseguir llegar a la verdad.
Acompaña, Madre, nuestra soledad en este caminar, pues contigo siempre yo podré marchar buscando la verdad.

Virgen, causa de nuestra alegría, que penetre en mí la felicidad y la alegría que lleva consigo la vida cristiana.


* P. Alfonso Milagro

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY LUNES 28 DE AGOSTO 2017



Vigésimo primera Semana del Tiempo Ordinario - Año Impar
Lunes 28 de agosto 2017


Hoy es: San Agustín de Hipona (28 de Agosto)
“ Ni entráis ni dejáis entrar a los que lo intentan ”




Primera lectura
Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,1-5.8b-10):
Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros, gracia y paz. Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordarnos sin cesar la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo, nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido y que, cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros, no hubo sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda. Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.


Salmo
Sal 149,1-2.3-4.5-6a.9b R/. El Señor ama a su pueblo


Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R/.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R/.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles. R/.



Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 23,13-22

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga!" ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro? O también: "Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga." ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar jura también por todo lo que está sobre él; quien jura por el templo jura también por el que habita en él; y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él.»





Reflexión del Evangelio de hoy
Hipócrita incoherencia


Pocas veces en la historia de la humanidad se ha hablado tanto, y con tanta razón, de corrupción. La Iglesia, Reino de Dios, no ha sido ajena, por desgracia, a este problema. ¿Ahora más que otras veces? No lo sé, pero no lo creo. Lo que sí pienso es que, al menos parte del actual desprestigio de la Iglesia, puede deberse a la incoherencia de algunos de sus representantes, muy pocos, pero suficientes, entre vida y fe, entre lo que decimos creer y lo que practicamos.

Hoy, en la fiesta de San Agustín, el soporte evangélico de su celebración nos habla de este problema, personalizado en los escribas y fariseos, en su hipocresía e incoherencia. Tenían una formación cuidadísima, y eran tenidos por maestros e intérpretes autorizados de la Ley. Eran cumplidores acabados, no ya de las leyes, sino hasta de los detalles más insignificantes. Pero se lo tenían tan creído que despreciaban a los demás, juzgándolos muy duramente; y ellos se sentían tan a gusto con su forma de ser que se creían no sólo perfectos sino los únicos amigos auténticos de Dios.

Jesús, hablando a los que le seguían y a sus discípulos, dice refiriéndose a los fariseos y escribas: “Haced y guardad lo que os digan, pero no los imitéis en las obras, porque ellos no hacen lo que dicen”. Tampoco, según Jesús, son sinceros: “Hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres”. Y, con ese mismo fin, “ensanchan sus filacterias y alargan los flecos, buscando los primeros puestos en las sinagogas y en los banquetes”.

Jesús fue muy duro con ellos, pensando en los sencillos y en los que no tenían la formación ni el poder que ellos ostentaban. Y lo dijo también por nosotros, para que imitemos su formación y cumplimiento y, evitando sus defectos, añadamos los valores y actitudes que brillan en San Agustín.

Honradez y Transparencia
Agustín fue un hombre muy dotado, tanto que a los 19 años ya tenía su propia Escuela de Lengua y Literatura, en la modalidad de Retórica y Dialéctica; escuela que llevó, luego, a Cartago, y, más tarde, a Roma. Pero, su vida personal no era acorde con la profesional. Hasta que, fruto de la reflexión, de la ayuda y oración de su madre, Santa Mónica, que le acompañó en el camino de la conversión, junto con el trato de San Ambrosio, Obispo de Milán, donde Agustín había sido contratado como profesor de Retórica, se produjo el milagro de su conversión. Y se convirtió en el Santo y Sabio Obispo y Padre de la Iglesia que hoy celebramos. Esquemáticamente, tres notas en San Agustín:

Honradez: Dándose cuenta de la ayuda de su madre, tiene para ella las palabras más tiernas y agradecidas que puede tener un hijo. Se equivocó en la vida que llevó, y lo reconoce y lamenta en sus Confesiones; y, convertido, empleó todas sus cualidades en escribir, enseñar y orientar, como Obispo, a sus diocesanos.

Verdad. Tuvo auténtica pasión por la verdad, buscándola en Dios, en su Palabra, en la vida y en sus hermanos. Fruto de esta pasión, nos dejó un legado inmenso: libros, sermones, cartas, etc.

Amor. No fue un frío pensador, sino alguien que supo sazonar su vida y sus escritos con el mandamiento primero y último de Jesús a sus discípulos: “Amaos”, no de cualquier forma, “como yo os he amado” (Jn 13,34).

“¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!

Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba... Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas mismas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían... Pero ahora te anhelo. Gusté de ti y ahora siento hambre y sed de ti. Me tocaste y deseé con ansia la paz que procede de ti” (Confesiones, VIl, 10.18-19; X 27).


Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino
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