martes, 8 de agosto de 2017

CON QUÉ FRECUENCIA ME DEBO CONFESAR?


¿Con qué frecuencia me debo confesar?
El famoso sacerdote y teólogo español José Antonio Fortea responde


Por: David Ramos | Fuente: ACI Prensa 




El famoso sacerdote y teólogo español José Antonio Fortea reflexionó en un reciente artículo sobre la confesión, y la frecuencia con la que un cristiano debería recurrir al sacramento de la reconciliación.

En su texto, publicado en su blog con el título de “La frecuencia de la confesión”, el P. Fortea recordó que “en la época de San Agustín, por ejemplo, la confesión era algo que se hacía cada mucho tiempo, sin que se pueda precisar con seguridad cada cuanto tiempo”.

“Pero cuando un cristiano recibía el perdón de parte de un presbítero en nombre de Dios, recibía esa absolución con gran arrepentimiento, con gran consciencia de estar recibiendo un misterio muy sagrado”, señaló.

En esas ocasiones “uno se preparaba mucho y después cumplía una penitencia que no era pequeña”.

El sacerdote español señaló que “la frecuencia ideal si uno no tiene sobre su conciencia pecados graves” y “para una persona que lucha por la santidad y tiene un horario regular de oración mental, la frecuencia ideal sería una vez a la semana”.

“Pero hay que evitar que esta práctica se convierta en algo rutinario que no se valora”, advirtió.

El P. Fortea indicó además que “si alguien no tiene pecados graves y considera que prefiere hacer una confesión al mes, para hacerla con mayor preparación y mayor arrepentimiento, tampoco hay nada reprobable en ello”.

“En cualquier caso, todos los cristianos como mínimo conviene que se confiesen una vez al año”. Pero, precisó, “estoy hablando de la frecuencia más pequeña posible”.

“Lo normal para cristianos que viven en gracia de Dios será confesarse varias veces al año”.

En caso de un pecado grave, indicó, “entonces uno debe confesarse cuanto antes. Lo mejor es ese mismo día o al día siguiente”.

“Hay que evitar que los pecados echen raíces. Hay que evitar que el alma se acostumbre a vivir en pecado ni un solo día”, dijo.

El presbítero español se refirió también a los casos en los que “los pecados graves ocurren con demasiada frecuencia”. Para estas situaciones “es preferible que la confesión no se repita más de una vez a la semana, sin comulgar mientras tanto”.

“De lo contrario, el penitente puede acostumbrarse a recibir un misterio tan sagrado cada dos o tres días. Lo cual es una frecuencia que indica que uno no tiene un propósito de enmienda fuerte sino débil”.

El P. Fortea señaló que “podemos pedir perdón a Dios cada día por nuestras faltas. Pero la confesión es un misterio muy grandioso para repetirlo continuamente”.

“Como excepción uno sí que puede confesarse varias veces a la semana. Pero como norma, para toda la vida, no conviene”, advirtió, pues “significaría devaluar el sacramento”.

“Si una persona sólo resiste un par de días antes de pecar gravemente, tiene que hacer más oración y más penitencia antes de acercarse a este misterio sacramental”, concluyó.

IMÁGENES RELIGIOSAS DE FANO








ALEGRÍA Y PAZ


Alegría y paz




La Reina de la Paz te ofrece hoy un mensaje para que encuentres la alegría profunda del corazón: te enseña el camino de la paz interior. Ponte en la presencia de tu dulce Madre y escucha sus palabras. Se percibe en ellas su preocupación por tu verdadera felicidad.

“¡Queridos hijos! Los invito nuevamente a seguirme con alegría. Deseo guiarlos a todos a mi Hijo y a su Salvador. No están conscientes de que sin Él no tienen alegría, ni paz, ni futuro, ni vida eterna. Por eso, hijitos, aprovechen este tiempo de oración y abandono gozosos. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

“¿Quién sirve y obedece a Jesús con tanto empeño y constancia como se sirve al mundo y a sus dueños? Avergüénzate, alma mía, indolente y quejumbrosa, de que aquéllos sean más solícitos para su perdición que tú para la vida”, Tomás Kempis. La Virgen María insiste y quiere verte decidido por Jesús, el Salvador.




* Enviado por el P. Natalio

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN Y LOS DEMONIOS QUE EXPULSÓ CON EL ROSARIO DE LA VIRGEN MARÍA


Santo Domingo de Guzmán y los demonios que expulsó con el Rosario de la Virgen



 (ACI).- Cuenta San Luis María Grignion de Montfort, en su libro “El Secreto Admirable del Santísimo Rosario”, que en una ocasión estaba Santo Domingo de Guzmán predicando el Rosario y le llevaron un hereje albigense poseso por demonios, a quien exorcizó en presencia de una gran muchedumbre.

El santo les hizo a los malignos varias preguntas y ellos, por obligación, le dijeron que eran 15.000 los que estaban en el cuerpo de ese hombre porque este había atacado los quince misterios del Rosario (Los misterios luminosos, con los que aumentan a 20, fueron introducidos recién en 2002 por San Juan Pablo II).


Durante el exorcismo, los demonios le dijeron al santo que con el Rosario que predicaba, llevaba el terror y el espanto a todo el infierno, y que él era el hombre que más odiaban en el mundo a causa de las almas que les quitaba con esta devoción.

Santo Domingo arrojó su Rosario al cuello del poseso y les preguntó a cuál de los santos del cielo temían más y cuál debía ser más amado y honrado por los hombres. Los enemigos, ante estas interrogantes, dieron gritos tan espantosos que muchos de los que estaban allí presentes cayeron en tierra por el susto.

Los malignos, para no responder, lloraban, se lamentaban y pedían por boca del poseso a Santo Domingo que tuviera piedad de ellos. El santo, sin inmutarse, les contestó que no cesaría de atormentarlos hasta que respondieran lo que les había preguntado. Entonces ellos dijeron que lo dirían, pero en secreto, al oído y no delante de todo el mundo. El santo, en cambio, les ordenó que hablaran alto, pero los diablos no quisieron decir palabra alguna.


Entonces el P. Domingo, puesto de rodillas, hizo la siguiente oración: “Oh excelentísima Virgen María, por la virtud de tu salterio y Rosario, ordena a estos enemigos del género humano que contesten mi pregunta”.

De pronto, una llama ardiente salió de las orejas, la nariz y la boca del poseso. Los demonios seguidamente le rogaron a Santo Domingo que, por la pasión de Jesucristo y por los méritos de su Santa Madre y los de todos los santos, les permitiera salir de ese cuerpo sin decir nada porque los ángeles en cualquier momento que él quisiera se lo revelarían.

Más adelante, el santo volvió a arrodillarse y elevó otra plegaria: “Oh dignísima Madre de la Sabiduría, acerca de cuya salutación, de qué forma debe rezarse, ya queda instruido este pueblo, te ruego para la salud de los fieles aquí presentes que obligues a estos tus enemigos a que abiertamente confiesen aquí la verdad completa y sincera”.

Apenas terminó de pronunciar estas palabras, el santo vio cerca de él una multitud de ángeles y a la Virgen María que golpeaba al demonio con una varilla de oro, mientras le decía: “Contesta a la pregunta de mi servidor Domingo”. Aquí hay que tener en cuenta que el pueblo no veía, ni oía a la Virgen, sino solamente a Santo Domingo.

Los demonios comenzaron a gritar: “¡Oh enemiga nuestra! ¡Oh ruina y confusión nuestra! ¿Por qué viniste del cielo a atormentarnos en forma tan cruel? ¿Será preciso que por ti, ¡oh abogada de los pecadores, a quienes sacas del infierno; oh camino seguro del cielo!, seamos obligados –a pesar nuestro– a confesar delante de todos lo que es causa de nuestra confusión y ruina? ¡Ay de nosotros! ¡Maldición a nuestros príncipes de las tinieblas!”.

“¡Oíd, pues, cristianos! Esta Madre de Cristo es omnipotente y puede impedir que sus siervos caigan en el infierno. Ella, como un sol, disipa las tinieblas de nuestras astutas maquinaciones. Descubre nuestras intrigas, rompe nuestras redes y reduce a la inutilidad todas nuestras tentaciones. Nos vemos obligados a confesar que ninguno que persevere en su servicio se condena con nosotros”.

“Un solo suspiro que ella presente a la Santísima Trinidad vale más que todas las oraciones, votos y deseos de todos los santos. La tememos más que a todos los bienaventurados juntos y nada podemos contra sus fieles servidores”.


De igual manera los malignos confesaron que muchos cristianos que la invocan al morir y que deberían condenarse, según las leyes ordinarias, se salvan gracias a su intercesión. “¡Ah! Si esta Marieta –así la llamaban en su furia– no se hubiera opuesto a nuestros designios y esfuerzos, ¡hace tiempo habríamos derribado y destruido a la Iglesia y precipitado en el error y la infidelidad a todas sus jerarquías!”.

Luego añadieron que “nadie que persevere en el rezo del Rosario se condenará. Porque ella obtiene para sus fieles devotos la verdadera contrición de los pecados, para que los confiesen y alcancen el perdón e indulgencia de ellos”.

Es así que Santo Domingo hizo rezar el Rosario a todo el pueblo muy lenta y devotamente, y en cada Avemaría que rezaban, salían del cuerpo del poseso una gran multitud de demonios en forma de carbones encendidos.

Cuando todos los enemigos salieron y el hereje quedó libre, la Virgen María, de manera invisible, dio su bendición a todo el pueblo, que experimentó gran alegría. “Este milagro fue causa de la conversión de gran número de herejes, que incluso se inscribieron en la Cofradía del Santo Rosario”, concluyó San Luis María Grignion de Montfort.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 8 DE AGOSTO


Los cinco minutos de María 
Agosto 8



“Asiento de la sabiduría” llama también la piedad cristiana a María, porque ella, con su palabra y su vida, compartió las enseñanzas del Espíritu Santo con las personas que la trataron.
María anunció a Dios por su bondad y su servicio a los demás. Su vida simple y llena de Dios era un anuncio permanente de las maravillas del Señor.
Nadie puede sentirse eximido de este apostolado, sumamente fácil y eficaz.
Virgen fuente de vida, que broten en mi vida palabras y obras que lleven a Dios.



* P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 8 DE AGOSTO DEL 2017


Una fe firme
Santo Evangelio según San Mateo 14, 22-36. XVIII Martes de Tiempo Ordinario.


Por: H. Luis De Ávila, L.C. | Fuente: missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Nos ponemos en tu presencia Espíritu Santo, ilumínanos con tu luz, abre nuestros corazones para ser dóciles a tus inspiraciones.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 14, 22-36
En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes. Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.
Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: "¡Es un fantasma!" Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: "Tranquilícense y no teman. Soy yo".
Entonces le dijo Pedro: "Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua". Jesús le contestó: "Ven". Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: "¡Sálvame, Señor!" Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?".
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo: "Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios".
Terminada la travesía, llegaron a Genesaret. Apenas lo reconocieron los habitantes de aquel lugar, pregonaron la noticia por toda la región y le trajeron a todos los enfermos. Le pedían que los dejara tocar siquiera el borde de su manto; y cuantos lo tocaron, quedaron curados.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La vida que Cristo nos invita a vivir siempre estará marcada por un vaivén de momentos de claridad y momentos de sombras. Habrá días en que nos deleitaremos viendo las multiplicaciones de los panes y tantos milagros del maestro, pero otros en los que el actuar de Dios nos parecerá misterioso y desconcertante, porque los caminos de Dios no son los caminos de los hombres.
Por ello, Jesús nos ha querido dejar una gran lección en este pasaje a todos los hombres de poca fe de todos los tiempos, cuando dice: "Tranquilícense y no teman. Soy yo". Jesús quiere que nuestra fe sea firme a pesar de la luz o la oscuridad que se vaya presentando en nuestra vida. Nuestra fe debe ser tan fuerte que debemos saber que los momentos de prueba u oscuridad pasarán, y es una oportunidad para crecer en nuestra santificación y confianza en Dios.
El Papa Francisco ha repetido la importancia de hacer memoria. Es común que nosotros, hombres de poca fe, nos dejemos inquietar por rachas de la vida, o dar demasiada importancia a cosas que no lo son. Cuando recordamos la obra de Dios en nuestra vida y vemos el todo, se desvanecerán tantos fantasmas que rondan nuestra barca. Hacer memoria es ver las cosas desde una óptica desde la que nos ve Dios, es ver el actuar de su providencia que jamás nos ha dejado, ni nos dejará.
La corrupción, la soberbia, el exhibicionismo de los dirigentes aumenta el descreimiento colectivo, la sensación de desamparo y retroalimenta el mecanismo del miedo que sostiene este sistema inicuo. Quisiera, para finalizar, pedirles que sigan enfrentando el miedo con una vida de servicio, solidaridad y humildad en favor de los pueblos y en especial de los que más sufren. Se van a equivocar muchas veces, todos nos equivocamos, pero si perseveramos en este camino, más temprano que tarde, vamos a ver los frutos. E insisto, contra el terror, el mejor antídoto es el amor. El amor todo lo cura.
(Homilía de S.S. Francisco, 5 de noviembre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ir a una capilla y pedirle al Señor la gracia de jamás dudar y de ser un hombre de mucha fe.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

ORACIONES DIVERSAS A SANTO DOMINGO DE GUZMÁN


Oración a Santo Domingo de Guzmán

¡Oh glorioso patriarca Santo Domingo!, gloria de España, amparo de la fe y fundador de la sagrada orden de los Predicadores. Tu nacimiento fue lleno de prodigios divinos, tu niñez amable, tu vida admirable, tu doctrina más del cielo que de la tierra, con la cual, y con los ejemplos de tus heroicas virtudes e innumerables milagros que el Señor obró por ti, convertiste a la fe católica a innumerables herejes, reformaste las costumbres extraviadas de los fieles, instituiste una orden de varones apostólicos que sustentase la Iglesia que amenazaba ruina, y llevase por la redondez de la tierra la doctrina del Evangelio, resistiese a los enemigos de la fe y fuese sol y luz del mundo.

Yo te ruego y suplico, ¡oh padre santísimo!, que me alcancéis la gracia de aquel Señor que te adornó de tantas y tan grandes gracias y virtudes, para que yo te imite en la pureza de mi alma y cuerpo, y en aquella ardentísima caridad con que tan amablemente llorabas los pecados ajenos y te castigabas por ellos, y quisiste ser vencido por rescatar el hijo de la viuda, y deseaste y procuraste ser mártir por el Señor; y aquella profundísima humildad y menosprecio del mundo, en la penitencia, en la mortificación de mis pasiones, en la oración y devoción a la Santísima Virgen nuestra Señora, que tu en tan sublime grado tuviste, para que siguiendo tus pisadas con tu favor, sea partícipe de tus altos merecimientos y de la corona que tu posees en el cielo.

Amén.






Oración a Santo Domingo por su Intercesión


Gloriosísimo Padre mío Santo Domingo, elegido de Dios para sus grandes designios en el mundo, predilecto de la Reina de los cielos, cuyas glorias y amor publicasteis y difundisteis, obtenednos nuevamente el triunfo de la verdad sobre el error y apartad el brazo vengador de la Divina justicia sobre los pecadores.

Vos, que fuisteis columna de la Iglesia, alcanzad para ella eficaces y oportunos auxilios, gran fervor y espíritu apostólico a sus ministros y piedad y pureza de costumbres al pueblo cristiano.

Oh modelo de santidad y penitencia, hijo fiel y amante de María, que merecisteis que esta gran Señora cobijara en el cielo bajo su manto amoroso a vuestros hijos, obtenednos de ella que sostenga nuestra debilidad para no apartarnos en la tierra de las enseñanzas del Evangelio.

Bendecid, Padre querido, a nuestra Orden, sus casas religiosas, sus misiones, predicadores, cofradías, patronatos, asilos, colegios y universidades.

Y ya que en la tierra fuisteis poderoso en obras y doctrinas, sea también eficaz en el cielo vuestra intercesión para alcanzarnos santa vida y dichosa muerte.

Amén.




Plegaria a Santo Domingo de Guzmán


Oh admirable esperanza la que diste a los que te lloraban a la hora de tu muerte, prometiéndolos que desde el cielo ampararías a tus hermanos.

Cumple, Padre, lo que dijiste, socorriéndonos con tus plegarias.
Y, pues, tan esclarecido fuiste en obrar milagros, curando enfermedades corporales, cura nuestras almas enfermas y alcánzanos el amor de Jesucristo.

Cumple, Padre, lo que dijiste, socorriéndonos con tus plegarias.
V. Ruega por nosotros, bienaventurado Padre Domingo.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

Oración. Oh Dios, que te dignaste iluminar a la Santa Iglesia con los méritos y doctrina de Nuestro Bienaventurado Padre Domingo, haz que por su intercesión nunca le falten los auxilios temporales, y reciba siempre espirituales incrementos. Por Cristo Señor nuestro. Amén.

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN, FUNDADOR DE LOS DOMINICOS, 8 DE AGOSTO



Santo Domingo de Guzmán
Fundador de los Dominicos
8 de agosto


A los 14 años se fue a vivir con un tío sacerdote en Palencia en cuya casa trabajaba y estudiaba. La gente decía que en edad era un jovencito pero que en seriedad parecía un anciano. Su goce especial era leer libros religiosos, y hacer caridad a los pobres.

Por aquel tiempo vino por la región una gran hambre y las gentes suplicaban alguna ayuda para sobrevivir. Domingo repartió en su casa todo lo que tenía y hasta el mobiliario. Luego, cuando ya no le quedaba nada más con qué ayudar a los hambrientos, vendió lo que más amaba y apreciaba, sus libros (que en ese tiempo eran copiados a mano y costosísimos y muy difíciles de conseguir) y con el precio de la venta ayudó a los menesterosos. A quienes lo criticaban por este desprendimiento, les decía: "No puede ser que Cristo sufra hambre en los pobres, mientras yo guarde en mi casa algo con lo cual podía socorrerlos".

En un viaje que hizo, acompañando a su obispo por el sur de Francia, se dio cuenta de que los herejes habían invadido regiones enteras y estaban haciendo un gran mal a las almas. Y el método que los misioneros católicos estaban empleando era totalmente inadecuado. Los predicadores llegaban en carruajes elegantes, con ayudantes y secretarios, y se hospedaban en los mejores hoteles, y su vida no era ciertamente un modelo de la mejor santidad. Y así de esa manera las conversiones de herejes que conseguían, eran mínimas. Domingo se propuso un modo de misionar totalmente diferente.

Vio que a las gentes les impresionaba que el misionero fuera pobre como el pueblo. Que viviera una vida de verdadero buen ejemplo en todo. Y que se dedicara con todas sus energías a enseñarles la verdadera religión. Se consiguió un grupo de compañeros y con una vida de total pobreza, y con una santidad de conducta impresionante, empezaron a evangelizar con grandes éxitos apostólicos.

Sus armas para convertir eran la oración, la paciencia, la penitencia, y muchas horas dedicadas a instruir a los ignorantes en religión. Cuando algunos católicos trataron de acabar con los herejes por medio de las armas, o de atemorizarlos para que se convirtieran, les dijo: "Es inútil tratar de convertir a la gente con la violencia. La oración hace más efecto que todas las armas guerreras. No crean que los oyentes se van a conmover y a volver mejores por que nos ven muy elegantemente vestidos. En cambio con la humildad sí se ganan los corazones".

Domingo llevaba ya diez años predicando al sur de Francia y convirtiendo herejes y enfervorizando católicos, y a su alrededor había reunido un grupo de predicadores que él mismo había ido organizando e instruyendo de la mejor manera posible. Entonces pensó en formar con ellos una comunidad de religiosos, y acompañado de su obispo consultó al Sumo Pontífice Inocencio III.

Al principio el Pontífice estaba dudoso de si conceder o no el permiso para fundar la nueva comunidad religiosa. Pero dicen que en un sueño vio que el edificio de la Iglesia estaba ladeándose y con peligro de venirse abajo y que llegaban dos hombres, Santo Domingo y San Francisco, y le ponían el hombro y lo volvían a levantar. Después de esa visión ya el Papa no tuvo dudas en que sí debía aprobar las ideas de nuestro santo.

Y cuentan las antiguas tradiciones que Santo Domingo vio en sueños que la ira de Dios iba a enviar castigos sobre el mundo, pero que la Virgen Santísima señalaba a dos hombres que con sus obras iban a interceder ante Dios y lo calmaban. El uno era Domingo y el otro era un desconocido, vestido casi como un pordiosero. Y al día siguiente estando orando en el templo vio llegar al que vestía como un mendigo, y era nada menos que San Francisco de Asís. Nuestro santo lo abrazó y le dijo: "Los dos tenemos que trabajar muy unidos, para conseguir el Reino de Dios". Y desde hace siglos ha existido la bella costumbre de que cada año, el día de la fiesta de San Francisco, los Padres dominicos van a los conventos de los franciscanos y celebran con ellos muy fraternalmente la fiesta, y el día de la fiesta de Santo Domingo, los padres franciscanos van a los conventos de los dominicos y hacen juntos una alegre celebración de buenos hermanos.

En agosto de 1216 fundó Santo Domingo su Comunidad de predicadores, con 16 compañeros que lo querían y le obedecían como al mejor de los padres. Ocho eran franceses, siete españoles y uno inglés. Los preparó de la mejor manera que le fue posible y los envió a predicar, y la nueva comunidad tuvo una bendición de Dios tan grande que a los pocos años ya los conventos de los dominicos eran más de setenta, y se hicieron famosos en las grandes universidades, especialmente en la de París y en la de Bolonia.

El gran fundador le dio a sus religiosos unas normas que les han hecho un bien inmenso por muchos siglos.
Por ejemplo estas:

Primero contemplar, y después enseñar. O sea: antes dedicar mucho tiempo y muchos esfuerzos a estudiar y meditar las enseñanzas de Jesucristo y de su Iglesia, y después sí dedicarse a predicar con todo el entusiasmo posible.
Predicar siempre y en todas partes. Santo Domingo quiere que el oficio principalísimo de sus religiosos sea predicar, catequizar, tratar de propagar las enseñanzas católicas por todos los medios posibles. Y él mismo daba el ejemplo: donde quiera que llegaba empleaba la mayor parte de su tiempo en predicar y enseñar catecismo.

La experiencia le había demostrado que las almas se ganan con la caridad. Por eso todos los días pedía a Nuestro Señor la gracia de crecer en el amor hacia Dios y en la caridad hacia los demás y tener un gran deseo de salvar almas. Esto mismo recomendaba a sus discípulos que pidieran a Dios constantemente.

Los santos han dominado su cuerpo con unas mortificaciones que en muchos casos son más para admirar que para imitar. Recordemos algunas de las que hacía este hombre de Dios.

Cada año hacía varias cuaresmas, o sea, pasaba varias temporadas de a 40 días ayunando a pan y agua.

Siempre dormía sobre duras tablas. Caminaba descalzo por caminos irisados de piedras y por senderos cubiertos de nieve. No se colocaba nada en la cabeza ni para defenderse del sol, ni para guarecerse contra los aguaceros. Soportaba los más terribles insultos sin responder ni una sola palabra. Cuando llegaban de un viaje empapados por los terribles aguaceros mientras los demás se iban junto al fuego a calentarse un poco, el santo se iba al templo a rezar. Un día en que por venganza los enemigos los hicieron caminar descalzos por un camino con demasiadas piedrecitas afiladas, el santo exclamaba: "la próxima predicación tendrá grandes frutos, porque los hemos ganado con estos sufrimientos". Y así sucedió en verdad. Sufría de muchas enfermedades, pero sin embargo seguía predicando y enseñando catecismo sin cansarse ni demostrar desánimo.

Era el hombre de la alegría, y del buen humor. La gente lo veía siempre con rostro alegre, gozoso y amable. Sus compañeros decían: "De día nadie más comunicativo y alegre. De noche, nadie más dedicado a la oración y a la meditación". Pasaba noches enteras en oración.

Era de pocas palabras cuando se hablaba de temas mundanos, pero cuando había que hablar de Nuestro Señor y de temas religiosos entonces sí que charlaba con verdadero entusiasmo.

Sus libros favoritos eran el Evangelio de San Mateo y las Cartas de San Pablo. Siempre los llevaba consigo para leerlos día por día y prácticamente se los sabía de memoria. A sus discípulos les recomendaba que no pasaran ningún día sin leer alguna página del Nuevo Testamento o del Antiguo.

Los que trataron con él afirmaban que estaban seguros de que este santo conservó siempre la inocencia bautismal y que no cometió jamás un pecado grave.

Totalmente desgastado de tanto trabajar y sacrificarse por el Reino de Dios a principios de agosto del año 1221 se sintió falto de fuerzas, estando en Bolonia, la ciudad donde había vivido sus últimos años. Tuvieron que prestarle un colchón porque no tenía. Y el 6 de agosto de 1221, mientras le rezaban las oraciones por los agonizantes cuando le decían: "Que todos los ángeles y santos salgan a recibirte", dijo: "¡Qué hermoso, qué hermoso!" y expiró.

A los 13 años de haber muerto, el Sumo Pontífice lo declaró santo y exclamó al proclamar el decreto de su canonización: "De la santidad de este hombre estoy tan seguro, como de la santidad de San Pedro y San Pablo".

BUENOS DÍAS!!!




lunes, 7 de agosto de 2017

EL PERDÓN PACIFICA


El perdón pacifica



“El que dice que está en la luz y no ama a su hermano, está todavía en las tinieblas. El que ama a su hermano permanece en la luz y nada lo hace tropezar. Pero el que no ama a su hermano, está en las tinieblas y camina en ellas, sin saber a dónde va, porque las tinieblas lo han enceguecido”, 1 Juan 2, 9-11. Cuenta Teresa de Calcuta:

“Tenemos en Lima casas para los que sufren de SIDA; la mayoría son jóvenes. Y la mayoría de ellos muere, pero tienen una muerte muy hermosa, en paz con Dios. Un joven estuvo agonizando por tres días y no podía morir. La hermana le preguntó: “¿Qué cosa te preocupa?, ¿qué es lo que te impide morir? Yo deseo ayudarte”. Y el joven dijo: “Hermana, no puedo morir hasta que no pida perdón a mi padre”. La hermana averiguó dónde vivía el padre y lo trajo por avión adonde su hijo estaba. Fue una hermosa y viva realidad de la parábola del hijo pródigo. Fue emocionante ver al joven encontrarse con la muerte lleno de paz con Dios”.

Entre los sentimientos que turban la paz del corazón se destaca por su capacidad destructiva el odio que se niega a perdonar y olvidar. “Señor, tú que eres puro amor, tú que perdonabas a los que te crucificaban, quita de mi corazón el veneno de los recuerdos que me llenan de rencor y rabia. Derrama en mi interior el deseo de perdonar y la gracia del perdón”. Que el Señor te bendiga.


* Enviado por el P. Natalio

LA GLORIA DEL TABOR


La gloria del Tabor



Celebramos la fiesta de la Transfiguración del Señor. Este misterio de la vida de Cristo es una manifestación de la gloria del Hijo de Dios, una señal, dada a los Apóstoles, de la Divinidad de Jesús. A partir del día en que Pedro confesó que Jesús es el Hijo de Dios vivo, el Maestro comenzó a mostrar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén, y sufrir… y ser condenado a muerte y resucitar al tercer día (Mt 16, 21): Pedro rechazó este anuncio; los otros no lo comprendieron mejor. En este contexto se sitúa la Transfiguración de Jesús.

Jesús desea fortalecer la fe y la esperanza de sus Apóstoles, especialmente de los que estarán más próximos en los días tristes de la pasión y Muerte. La visión de Cristo glorioso en el Tabor, como un anticipo de la felicidad que aguarda en el Cielo a los que sean fieles, les ayudará a propagar y defender la fe en medio de las más duras persecuciones.

Dios ha hablado. Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle. Todo lo que Dios quiere decir a la humanidad lo ha dicho a través de Cristo, al llegar la plenitud de los tiempos. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría necedad, sino agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad. Porque le podría responder Dios de esta manera, diciendo: “Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra, ¿qué te puedo yo ahora responder o revelar que sea más que eso? Pon los ojos sólo en Él, porque en Él te lo tengo dicho y revelado, y hallarás en Él aún más de lo que pides y deseas; oídle a Él, porque ya no tengo más fe que revelar, ni más cosas que manifestar” (San Juan de la Cruz).

Entre otras cosas, Dios, con el maravilloso ejemplo de Cristo en su vida oculta, nos ha dicho que nos santifiquemos en la vida ordinaria. Es, por tanto, en la vida corriente donde hemos de buscar y encontrar al Señor.

La santidad en la vida ordinaria no es utópica sino real… La santidad consiste en amar a Dios en cada instante, viendo detrás de cada acontecimiento -también de una pequeña o grande contrariedad- su mano paternal y providente. De ordinario, Dios nos pide pequeñas cosas, vencimientos casi insignificantes, que objetivamente valen poco. Sin embargo, con ese poco -que es todo lo que tenemos- podemos aliviar al Señor, desagraviarle, compensarle el desamor que ha recibido de nosotros y de los demás.


© P. Álvaro del Portillo

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 7 DE AGOSTO


Los cinco minutos de María
Agosto 7




Así fue el Corazón de la Virgen: un Corazón de Virgen y de Madre con todas sus bellas cualidades: en un grado elevadísimo y sin ningún defecto. Un Corazón poseído por completo por el amor de Dios y el amor a los hombres, sus hermanos.

Así como invocamos al Corazón de Jesús diciendo: “Sacratísimo Corazón de Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo”; digámosle a María: “Corazón Inmaculado de María, sé tú mi salvación”.

Virgen, rosa preferida del jardín de Dios, haz que el Espíritu Santo tenga en mí sus complacencias.


* P. Alfonso Milagro

5 MITOS COMUNES QUE LA GENTE CREE SOBRE NOSOTROS LOS CATÓLICOS


5 mitos comunes que la gente cree sobre nosotros los católicos
Seguramente has experimentado reclamos por alguno de ellos


Por: n/a | Fuente: Catoliscopio.com 




De entre todas las cosas, existen muchos prejuicios, especialmente con grupos que salen fuera de la gráfica y aún más especialmente contra la Iglesia. Platicando con algunas personas me he dado cuenta que tienen una opinión y una visión muy pero muy errónea de lo que es ser cristiano católico, por lo cual te presentamos estos 5 puntos de lo que NO somos los católicos:

1 Los católicos somos perfectos

A pesar de lo que muchas personas creen, no, no somos perfectos ni nos adjudicamos a nosotros mismos la perfección. Tenemos nuestros errores (algunos de hace siglos, errores que nos repiten muchas veces de forma desmesurada y dramática) pero sabemos que con Cristo podemos encaminarnos de nuevo. Y si aún no me crees que no nos creemos perfectos, podrías buscar un poco del perdón que pidió san Juan Pablo ll, especialmente por el caso Galileo. O puedes leer un poco de eso AQUÍ, como tu gustes.

2 Los católicos somos homo/trans/etc-fóbicos

Dios desprecia el pecado, no al pecador. Así de sencillo, amig@. Existen personas que por una educación o una mala interpretación de algo creen que pueden juzgar o emitir algún tipo de opinión que dañe todo lo que el amor de Dios quiere comunicar por medio de nosotros, y se les olvida inclusive lo que se dice en el Catecismo de la Iglesia Católica. Vaya, yo mismo he conocido personas que no son heterosexuales que sirven en su parroquia y llevan poco a poco su vida hacia la santidad. OJO que esto no quiere decir que la Iglesia apoye la agenda LGBT (y demás letras) actual, teniendo de hecho un ministerio especializado en estos temas, llamado Courage.


3 Adoramos imágenes y creemos que los santos son dioses

Te lo repetiré una vez más: NO adoramos imágenes. Aunque conozco a una que otra que quisiera tener una estatua de Thor o Loki tamaño real en su casa…pero aun así, no creemos que una virgen esculpida tenga poderes mágicos ni sea como tal la persona, no creemos que por tener un rosario o una imagen de un santo colgado del retrovisor del carro ya no nos vaya a pasar nada en el camino ni mucho menos, ni tampoco creemos que los santos tengan el poder de concedernos algo y si eres de los que pensaban que sí, siento bajarte de la nube. Utilizamos las imágenes para ayudar a exaltar el espíritu y la contemplación de aquellos misterios que se escapan de nuestra condición. Al igual que en Juan 2, 5 se nos habla inclusive como la Madre de Dios dice “hagan todo lo que Él les diga”, siendo solamente ella la mensajera entre el necesitado y aquel que media con Dios mismo.


4 Los católicos somos misóginos

Muchas personas, especialmente las mujeres que viven con la tercera oleada del feminismo, piensan que la Iglesia es el estandarte más grande del patriarcado, del machismo arraigado en la sociedad, la culpable de subyugar a la mujer y de considerarla un objeto. Todo lo contrario. Podemos encontrar como Jesús mismo le devuelve la dignidad con un gesto enorme a la mujer adúltera (Jn 8), siendo considerado sino uno de los primeros, el primero en hablar de dignidad en la mujer, alejándola de la visión de no-humano que le tenían. Y no olvidemos el papel que tiene en la sociedad actual la mujer, llevando cada vez más la batuta en todos los aspectos de la vida, teniendo una de las mujeres más influyentes que han podido existir como parte de sus filas (obviamente hablo de la Santa Madre Teresa de Calcuta). Vaya, ¿no crees que Dios mismo le da un papel favorecedor en la historia de la salvación queriendo inclusive pedirle permiso (¡le pidió permiso a su creación!) por medio de un ángel de si quería ser su madre?


5 Los católicos viven de pura fe y olvidan la razón.

No, no hacemos la razón a un lado al ser creyentes. De hecho, los primeros cristianos tomaron bases sólidas de los mayores pensadores de su tiempo (como Pablo, en donde hace referencia en sus cartas inclusive a dioses paganos) y los Padres de la Iglesia también (San Agustín habló ampliamente de la fe y la razón, el Doctor Angélico de igual manera, san Jerónimo discutía con sus teólogos contemporáneos, etc.) pasando inclusive por creyentes paganos como lo eran Aristóteles y Platón. Ha habido muchos autores a lo largo de la historia que han tachado de incongruentes la razón de nuestra fe, teniendo como base muchas veces la imaginación sobre la razón misma (como William Blake) o por creencia de que el hombre mismo era irracional (Nietzsche en su máximo esplendor). La Razón y la Fe, como bien lo dice San Juan Pablo ll en su Fides et ratio, son como dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad.

IMÁGENES DE SAN CAYETANO DE THIENE









SAN CAYETANO, PATRONO DEL PAN Y DEL TRABAJO, 7 DE AGOSTO


San Cayetano
Patrono del Pan y del Trabajo
7 de agosto



Su padre, militar, murió defendiendo la ciudad contra un ejército enemigo. El niño quedó huérfano, al cuidado de su santa madre que se esmeró intensamente por formarlo muy buen.

Estudió en la Universidad de Padua donde obtuvo dos doctorados y allí sobresalía por su presencia venerable y por su bondad exquisita que le ganaba muchas amistades.

Se fue después a Roma, y en esa ciudad capital llegó a ser secretario privado del Papa Julio II, y notario de la Santa Sede.

A los 33 años fue ordenado sacerdote. El respeto que tenía por la Santa Misa era tan grande, que entre su ordenación sacerdotal y su primera misa pasaron tres meses, tiempo que dedicó a prepararse lo mejor posible a la santa celebración.

En Roma se inscribió en una asociación llamada "Del Amor Divino", cuyos socios se esmeraban por llevar una vida lo más fervorosa posible y por dedicarse a ayudar a los pobres y a los enfermos.

Viendo que el estado de relaajación de los católicos era sumamente grande y escandaloso, se propuso fundar una comunidad de sacerdotes que se dedicaran a llevar una vida lo más santa posible y a enfervorizar a los fieles. Y fundó los Padres Teatinos (nombre que les viene a Teati, la ciudad de la cual era obispo el superior de la comunidad, Msr. Caraffa, que después llegó a ser el Papa Pablo IV).

San Cayetano le escribía a un amigo: "Me siento sano del cuerpo pero enfermo del alma, al ver cómo Cristo espera la conversión de todos, y son tan poquitos los que se mueven a convertirse". Y este era el más grande anhelo de su vida: que las gentes empezaran a llevar una vida más de acuerdo con el santo Evangelio.

Y donde quiera que estuvo trabajó por conseguirlo.

En ese tiempo estalló la revolución de Lutero que fundó a los evangélicos y se declaró en guerra contra la Iglesia de Roma. Muchos querían seguir su ejemplo, atacando y criticando a los jefes de la santa Iglesia Católica, pero San Cayetano les decía: "Lo primero que hay que hacer para reformar a la Iglesia es reformarse uno a sí mismo".

San Cayetano era de familia muy rica y se desprendió de todos sus bienes y los repartió entre los pobres. En una carta escribió la razón que tuvo para ello: "Veo a mi Cristo pobre, ¿y yo me atreveré a seguir viviendo como rico?" Veo a mi Cristo humillado y despreciado, ¿y seguiré deseando que me rindan honores? Oh, que ganas siento de llorar al ver que las gentes no sienten deseos de imitar al Redentor Crucificado".

En Nápoles un señor rico quiere regalarle unas fincas para que viva de la renta, junto con sus compañeros, diciéndole que allí la gente no es tan generosa como en otras ciudades. El santo rechaza la oferta y le dice: "Dios es el mismo aquí y en todas partes, y El nunca nos ha desamparado, si siquiera por un minuto".

Fundó asociaciones llamadas "Montes de piedad" (Montepíos) que se dedicaban a prestar dinero a gentes muy pobres con bajísimos intereses.

Sentía un inmenso amor por Nuestro Señor, y lo adoraba especialmente en la Sagrada Hostia en la Eucaristía y recordando la santa infancia de Jesús. Su imagen preferida era la del Divino Niño Jesús.

La gente lo llamaba: "El padrecito que es muy sabio, pero a la vez muy santo".

Los ratos libres los dedicaba, donde quiera que estuviera, a atender a los enfermos en los hospitales, especialmente a los más abandonados y repugnantes.

Un día en su casa de religioso no había nada para comer porque todos habían repartido sus bienes entre los pobres. San Cayetano se fue al altar y dando unos golpecitos en la puerta del Sagrario donde estaban las Santas Hostias, le dijo con toda confianza: "Jesús amado, te recuerdo que no tenemos hoy nada para comer". Al poco rato llegaron unas mulas trayendo muy buena cantidad de provisiones, y los arrieros no quisieron decir de dónde las enviaban.

En su última enfermedad el médico aconsejó que lo acostaran sobre un colchón de lana y el santo exclamó: "Mi Salvador murió sobre una tosca cruz. Por favor permítame a mí que soy un pobre pecador, morir sobre unas tablas". Y así murió el 7 de agosto del año 1547, en Nápoles, a la edad de 67 años, desgastado de tanto trabajar por conseguir la santificación de las almas.

En seguida empezaron a conseguirse milagros por su intercesión y el Sumo Pontífice lo declaró santo en 1671.

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