miércoles, 19 de abril de 2017

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 19 DE ABRIL 2017


Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída
San Lucas 24,13-35. Miércoles de la Octava de Pascua


Por: H. Hiram Galán LC´ | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, Tú conoces mi vida, sabes mejor que yo de mis debilidades; ayúdame a perseverar en el camino hacia la santidad y que este momento de intimidad contigo, me renueve el amor que siento por Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 24,13-35
El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?".
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?". Él les preguntó: "¿Qué cosa?". Ellos les respondieron: "Lo de Jesús el Nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a Él no lo vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?". Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!".
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Aparentemente somos nosotros quienes buscamos estar con el Señor, somos nosotros quienes le pedimos que se quede junto a nosotros porque comienza el atardecer de nuestra vida. ¡Pero no!, en realidad es Él quien sale al encuentro, es Él quien se cruza en la rivera de nuestras vidas.
Con esta consciencia descubrimos que el Señor siempre está a la puerta y llama; pero el abrirle la puerta es una decisión que sólo nosotros podemos tomar. Él conoce las necesidades de nuestro corazón, Él sabe lo que realmente necesitamos y quiere llenar nuestras carencias de cariño y amor. Pero también es un caballero y respeta nuestra libertad. Dios pone siempre el noventa y nueve punto nueve por ciento en nuestras vidas pero espera que nosotros respondamos a ese uno por ciento.
No temas a Dios, no te avergüences frente a Él que te conoce mejor que tú mismo.
Ayúdame, Madre Santísima, a descubrir la felicidad plena que sólo se puede encontrar en Dios y en el cumplimiento de su voluntad, aunque aparentemente parezca algo doloroso.
El amor de Dios no cesará nunca, ni en nuestra vida ni en la historia del mundo. Es un amor que permanece siempre joven, activo y dinámico, y que atrae hacia sí de un modo incomparable. Es un amor fiel que no traiciona, a pesar de nuestras contradicciones. Es un amor fecundo que genera y va más allá de nuestra pereza. En efecto, de este amor todos somos testigos. El amor de Dios nos sale al encuentro, como un río en crecida que nos arrolla pero sin aniquilarnos; más bien, es condición de vida: "Si no tengo amor, no soy nada", dice san Pablo. Cuanto más nos dejamos involucrar por este amor, tanto más se regenera nuestra vida. Verdaderamente deberíamos decir con toda nuestra fuerza: soy amado, luego existo.
(Catequesis de S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2016).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Estaré atento para escuchar cuando Jesús me hable y trataré de cumplir lo que me pida.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

BUENOS DÍAS!!!

martes, 18 de abril de 2017

UNA PENITENCIA QUE NINGÚN CATÓLICO DESEARÍA QUE UN SACERDOTE LE IMPONGA


Una penitencia que ningún católico desearía que un sacerdote le imponga
Un Santo nos enseña el poder de la penitencia en la confesión con esta sencilla anécdota


Por: Qriswell J. Quero | Fuente: PildorasDeFe.net 




Debemos de cuidar lo que sale de nuestra boca. Un Santo nos enseña el poder de la penitencia en la confesión con esta sencilla anécdota.
Como seres humanos imperfectos, en ocasiones nos vemos envueltos en situaciones de la vida que nos conducen a proceder de forma incorrecta en la vida, sea voluntaria o involuntariamente y caemos en el pecado.
Nos cuesta aceptar muchas veces nuestros errores y hasta vemos con mucha negativa el asumir las consecuencias de nuestras acciones.

¿Caíste? Si... Levántate e inténtalo de nuevo. Es la oportunidad que todos tenemos cuando asistimos al Sacramento de la reconciliación.

"Reza 3 Avemaría", "5 Padrenuestro", "un Rosario", es muchas veces lo que escuchamos decir al Sacerdote en estos tiempos cuando le toca imponer la penitencia que debemos cumplir para reparar nuestros actos.

Pienso que la oración NO debería considerarse una penitencia, la oración es un momento especial de diálogo con Dios, una expresión del amor puro entre Padre e hijo, no una penitencia; pero ese es otro tema de estudio que quizás podamos debatir en algún otro artículo.

¿Qué sucedería si el acto de reparación que te impone el Sacerdote va más allá de tu imaginación? Algo que jamás hayas pensado.


San Felipe Neri era un santo con gran sentido común. Trataba a sus penitentes de una manera muy práctica y era bastante didáctico con su manera de obrar.

Una señora tenía la costumbre de irse a confesar donde él y casi siempre tenía el mismo cuento que decir: el de calumniar a sus vecinos. Por ello, san Felipe, le dijo: 

"De penitencia vas a ir al mercado, compras un pollo y me lo traes a mí. Pero de regreso lo vas desplumando, arrojando las plumas en las calles conforme caminas"

La señora pensó que ésta era una penitencia un poco rara, pero deseando recibir la absolución, hizo conforme se le había indicado y por fin regresó donde san Felipe.

"Bueno, Padre, he completado mi penitencia", dijo la Señora, y le mostró el pollo desplumado. 

"Oh, de ningún modo la has completado", dijo el santo. "Ahora regresarás al mercado y en el camino recoges todas las plumas y las pones en una bolsa. Entonces regresas donde mí con la bolsa”.

"¡Pero eso es imposible!" –lloró la señora–, "¡esas plumas deben de estar ahora por toda la ciudad!"

"Es cierto" –replicó el santo–, "pero tienes aún menor oportunidad de recoger todos los chismes que has dicho sobre tus vecinos".

Debemos tener cuidado con lo que decimos de los demás, ya el mismo Papa Francisco lo ha dicho muchas veces:

"El chisme es el terrorismo de las palabras"

Amemos a nuestro prójimo y una de las formas de amarlo es no inventar calumnias.

PERSEVERANCIA


Perseverancia



¿Te has puesto a observar la actitud de los pájaros ante las adversidades? 

Están días y días haciendo su nido, recogiendo materiales a veces traídos desde largas distancias...

... Y cuando ya está terminado y están prontos para poner los huevos, las inclemencias del tiempo, la obra del ser humano o de algún animal lo destruye y tira por suelo lo que con tanto esfuerzo se logró...

¿Qué hace el pájaro? ¿Se paraliza, abandona la tarea?
De ninguna manera. Vuelve a comenzar, una y otra vez, hasta que en el nido aparecen los primeros huevos.

A veces -muchas veces- antes de que nazcan los pichones algún animal, un niño, una tormenta, vuelve a destruir el nido, pero esta vez con su precioso contenido...

Duele recomenzar desde cero... Pero aun así el pájaro jamás enmudece, ni retrocede, sigue cantando y construyendo, construyendo y cantando...

¿Has sentido que tu vida, tu trabajo, tu familia, tus amigos no son los que soñaste? 

¿Has querido decir basta, no vale la pena el esfuerzo, esto es demasiado para mí?

¿Estás cansado de recomenzar, del desgaste, de la lucha diaria, de la confianza traicionada, de las metas no alcanzadas cuando estabas a punto de lograrlo?

Así te golpee la vida una vez más no te entregues nunca, di una oración, pon tu esperanza al frente y arremete. 

No te preocupes si en la batalla sufres alguna herida, es de esperar que algo así suceda.

Junta los pedazos de tu esperanza, ármala de nuevo y vuelve a arremeter.

No importa lo que pase... no desmayes, sigue adelante.
La vida es un desafío constante pero vale la pena aceptarlo.
Y sobre todo... nunca dejes de cantar.

TE CUESTA CREER EN LA RESURRECCIÓN?


¿Te cuesta creer en la Resurrección?
La alegría de saber que Jesús está vivo, la esperanza que llena el corazón, no se pueden contener.


Por: SS Francisco | Fuente: Catholic.net 




Reflexionesmos hoy en unas palabras de SS Francisco en su primera Catequesis durante el Año de la Fe:

(...)

Los primeros testigos de la Resurrección fueron mujeres. Al amanecer, van al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús, y encontraron al primer signo: el sepulcro vacío (cf. Mc. 16,1). Esto es seguido por un encuentro con un mensajero de Dios que anuncia: Jesús de Nazaret, el crucificado, no está aquí, ha resucitado (cf. vv 5-6.). Las mujeres se sienten impulsadas por el amor y saben cómo acoger este anuncio con fe: creen, y de inmediato lo transmiten; no lo retienen para sí mismas, sino que lo transmiten. La alegría de saber que Jesús está vivo, la esperanza que llena su corazón, no se pueden contener.

Esto también debería suceder en nuestras vidas: ¡Sintamos la alegría de ser cristianos! ¡Creemos en un Resucitado que ha vencido el mal y la muerte! ¡Tengamos el valor de "salir" para llevar esta alegría y esta luz a todos los lugares de nuestra vida! La resurrección de Cristo es nuestra mayor certeza; ¡es el tesoro más preciado!

¿Cómo no compartir con otros este tesoro, esta certeza? No es solo para nosotros, es para transmitirlo, para dárselo a los demás, compartirlo con los demás. Es nuestro propio testimonio.

En las profesiones de fe del Nuevo Testamento, como testigos de la Resurrección se recuerda solo a los hombres, a los Apóstoles, pero no a las mujeres. Esto se debe a que, de acuerdo con la ley judía de la época, las mujeres y los niños no podían dar un testimonio fiable, creíble.

En los evangelios, sin embargo, las mujeres tienen un papel primordial, fundamental. Aquí podemos ver un elemento a favor de la historicidad de la resurrección: si se tratara de un hecho inventado, en el contexto de aquel tiempo, no hubiera estado ligado al testimonio de las mujeres. Los evangelistas sin embargo, narran simplemente lo que sucedió: las mujeres son las primeras testigos.

Esto nos dice que Dios no escoge según los criterios humanos: los primeros testigos del nacimiento de Jesús son los pastores, gente sencilla y humilde; los primeros testigos de la resurrección son las mujeres. Y esto es hermoso. ¡Y esto es un poco la misión de las madres, de las mujeres! Dar testimonio a sus hijos, a sus nietos, que Jesús está vivo, que es la vida, que resucitó.

¡Mamás y mujeres, adelante con este testimonio! Para Dios cuenta el corazón, el cuánto estamos abiertos a Él, si acaso somos como niños que se confían.

Pero esto también nos hace reflexionar sobre cómo las mujeres, en la Iglesia y en el camino de la fe, han tenido y tienen también hoy un rol especial en la apertura de las puertas al Señor, en el seguirlo y en el comunicar su Rostro, porque la mirada de la fe tiene siempre la necesidad de la mirada simple y profunda del amor.

A los Apóstoles y a los discípulos les resulta más difícil creer. A las mujeres no. Pedro corre a la tumba, pero se detiene ante la tumba vacía; Tomás debe tocar con sus manos las heridas del cuerpo de Jesús. También en nuestro camino de fe es importante saber y sentir que Dios nos ama, no tener miedo de amarlo: la fe se confiesa con la boca y con el corazón, con la palabra y con el amor.

Después de las apariciones a las mujeres, les siguen otras: Jesús se hace presente de un modo nuevo: es el Crucificado, pero su cuerpo es glorioso; no ha vuelto a la vida terrenal, sino que lo hace en una condición nueva.

Al principio no lo reconocen, y solo a través de sus palabras y sus gestos sus ojos se abren: el encuentro con Cristo resucitado transforma, da nuevo vigor a la fe, un fundamento inquebrantable. Incluso para nosotros, hay muchos indicios de que el Señor resucitado se da a conocer: la Sagrada Escritura, la Eucaristía y los demás sacramentos, la caridad, los gestos de amor que llevan un rayo del Resucitado.

Dejémonos iluminar por la Resurrección de Cristo, dejémonos transformar por su fuerza, para que también a través de nosotros en el mundo, los signos de la muerte den paso a los signos de la vida.

(...)Jóvenes, a ustedes les digo:

1. Lleven esta certeza: el Señor está vivo y camina con nosotros en la vida. ¡Esta es su misión!
2. Lleven adelante esta esperanza: este ancla que está en los cielos; mantengan fuerte la cuerda, manténganse anclados y lleven la esperanza.
3. Ustedes, testigos de Jesús, den testimonio de que Jesús está vivo y esto nos dará esperanza, dará esperanza a este mundo un poco envejecido por las guerras, por el mal, por el pecado. ¡Adelante, jóvenes!

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 18 DE ABRIL DEL 2017


¿A quién buscas?
San Juan 20,11-18. Martes de la Octava de Pascua



Por: H. Javier Castellanos LC | Fuente: www.missionkits.org 





En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
¡Qué gozo, Señor, saber que has resucitado! Has vencido a la muerte, mi propia muerte, y me has ganado una vida contigo. Tu Padre ahora es mi Padre. ¡Gracias, Jesús, por hacerte nuestro hermano!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Juan 20,11-18
El día de la resurrección, María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: "¿Por qué estás llorando, mujer?". Ella les contestó: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto".
Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: "Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?". Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: "Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto". Jesús le dijo: "¡María!". Ella se volvió y exclamó: "¡Rabuní!", que en hebreo significa: maestro. Jesús le dijo: "Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios".
María Magdalena se fue a ver a los discípulos y les anunció: "¡He visto al Señor!", y les contó lo que Jesús le había dicho.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
¡El Señor realmente ha resucitado! ¡Está vivo y se ha aparecido a María Magdalena! Busquemos nosotros también a Cristo en esta oración. Busquémoslo con el interés e impulso que la movía a ella. Vayamos al huerto donde hay un sepulcro vacío. Ese lugar ha sido testigo de la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte.
A María este diálogo tan breve la cambió completamente. Antes, no paraba de llorar, y ahora sólo habla de una Buena Nueva; antes, sale de casa para estar sola, y ahora vuelve con una misión en el grupo de discípulos. Y es que buscaba al Señor con todo su corazón, y lo ha encontrado. Ahora no hay nadie que le quite el gozo de saber que el Maestro –su Salvador- está vivo.
Nosotros, ¿a quién buscamos? ¿Por qué lloramos? Es bueno en esta oración responderle al Señor estas preguntas. Él quiere que lo encontremos, quiere consolarnos, quiere llenar de gozo nuestra alma. Dejémonos encontrar por Él. Pongámonos ante Él tal cual somos y exactamente como estamos: tal vez desorientados, tal vez a oscuras, tal vez llenos de lágrimas, como María Magdalena. Escuchemos su voz dentro de nosotros, que nos llama por nuestro nombre. ¡El Señor realmente ha resucitado! ¡Está vivo y quiere que lo busquemos, aquí y ahora!
Dejemos que el estupor gozoso del Domingo de Pascua se irradie en los pensamientos, miradas, actitudes, gestos y palabras... Ojalá seamos tan luminosos. ¡Pero esto no es un maquillaje! Viene desde dentro, de un corazón sumergido en la fuente de esta alegría, como el de María Magdalena, que lloró por la pérdida de su Señor y no creía a sus ojos viéndolo resucitado. Quien realiza esta experiencia se convierte en un testigo de la resurrección, porque en cierto sentido ha resucitado él mismo, ha resucitado ella misma. Entonces es capaz de llevar un "rayo" de la luz del Resucitado en las diferentes situaciones: en las felices, haciéndolas más bellas y preservándolas del egoísmo; en las dolorosas, llevando serenidad y esperanza.

En esta semana, nos hará bien tomar el libro del Evangelio y leer aquellos capítulos que hablan de la resurrección de Jesús.
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de abril de 2014).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré hoy tener un rostro alegre para los demás, para que encuentren en mí el gozo de la resurrección.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA, 18 DE ABRIL


Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro
18 de abril




No son muchos los cristianos que han estudiado la fe en su profundidad, la teología de la fe, y así han llegado a convencerse de que, cuando la fe es auténtica y llega a su perfección, se convierte en amor.

El que ama de veras llega a la perfección de la fe y el que crece de veras termina amando con generosidad.

Si la Virgen María fue perfecta en su fe, si fue la Virgen creyente por excelencia, se debió a que María amó con toda la fuerza de su naturaleza, con todos los latidos de su Corazón.

Si no tienes suficiente espíritu de fe, examina cómo va tu amor, y si no amas cuanto debes amar, analiza si tu fe es teologal: la fe y el amor son hermana y hermano, que siempre van de la mano.

Madre que buscas nuestra salvación, que mi fe llegue a convertirse en amor, para que mi amor ilumine mi fe.

FELIZ MARTES!!


lunes, 17 de abril de 2017

PAPA FRANCISCO EN LUNES DEL ÁNGEL: LA ÚLTIMA PALABRA NO ES SEPULCRO NI MUERTE SINO VIDA


Papa Francisco en Lunes del Ángel: La última palabra no es sepulcro ni muerte sino vida
Por Walter Sánchez Silva







VATICANO, 17 Abr. 17 / 05:56 am (ACI).- Al presidir el rezo de la oración mariana del Regina Coeli que en el tiempo de Pascua reemplaza al Ángelus, el Papa Francisco señaló que con la resurrección de Cristo, “la última palabra no es sepulcro, no es la muerte, sino la vida”.

Así lo indicó el Santo Padre bajo un soleado mediodía de Roma en el llamado “Lunes del Ángel”, ante miles de personas reunidas en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.


“Desde que, en la aurora del tercer día, Jesús crucificado ha resucitado, ¡la última palabra no es más de la muerte sino de la vida! ¡La última palabra no es el sepulcro, no es la muerte, sino la vida!”, exclamó Francisco.

"Por esto repetimos tanto: 'Cristo ha resucitado'. Porque en Él el sepulcro ha sido derrotado y ha nacido la vida", agregó.

“En este lunes de fiesta, llamado ‘Lunes del Ángel’, la liturgia hace resonar el anuncio de la Resurrección proclamado ayer ‘¡Cristo ha resucitado, aleluya!’ En el hodierno pasaje evangélico podemos escuchar el eco de las palabras que el Mensajero celestial dirige a las mujeres que llegaron al sepulcro: ‘Rápido, vayan a decirle a los discípulos que ha resucitado de entre los muertos’”.


Esta invitación, dijo el Papa, está dirigida “a nosotros también” a “‘hacer rápido’ e ‘ir’ y anunciar a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo este mensaje de alegría y esperanza”.

Ante la fuerza de la resurrección del Señor, “que constituye la verdadera y propia novedad de la historia y del cosmos, estamos llamados a ser hombres y mujeres nuevos según el Espíritu, afirmando el valor de la vida. ¡Esto ya es comenzar a resurgir!”

“Seremos hombres y mujeres de resurrección si, en medio de las pruebas que afligen al mundo, a la mundanidad que aleja de Dios, sabemos dar gestos de solidaridad y acogida, alimentar el deseo universal de la paz y la aspiración a un ambiente libre de deterioro”.

Se trata, precisó el Pontífice, “de signos comunes y humanos pero que, sostenidos y animados por la fe en el Señor resucitado, pueden adquirir una eficacia muy superior a nuestras capacidades”.

“Sí, porque Cristo está vivo y obra en la historia por medio de su Espíritu Santo: rescata nuestras miserias, llega a todo corazón humano y devuelve la esperanza a quien está oprimido y sufriendo”.

El Santo Padre hizo votos para que “la Virgen María, testigo silencioso de la muerte y la resurrección de su Hijo Jesús, nos ayude a ser signos claros de Cristo resucitado entre las pruebas del mundo, para que cuantos están en tribulación y en dificultades no sigan siendo víctimas del pesimismo, de la resignación, sino que encuentren en nosotros muchos hermanos y hermanas que ofrecen su sostenimiento y consuelo”.

“Que nuestra Madre nos ayude a creer fuertemente en la resurrección de Jesús, admirable misterio de salvación, y en su capacidad de transformar los corazones y la vida.”

El Papa también pidió la intercesión de la Madre de Dios para que “interceda de modo particular por las comunidades cristianas que están llamadas hoy en nuestro mundo a un testimonio más difícil y valiente”.

“A cada uno de ustedes les auguro que pasen en la serenidad estos días de la Octava de Pascua, en la que se prolonga la alegría de la resurrección de Cristo”, dijo luego.

Finalmente exhortó a tomar “cada buena ocasión para ser testimonio de la paz del Señor resucitado. ¡Buena y Santa Pascua a todos! Por favor, no se olviden de rezar por mí”.

FAMILIA: EL MATRIMONIO, UNA AVENTURA COTIDIANA


Familia : El matrimonio, una aventura cotidiana




La mayoría de los matrimonios nos esforzamos en sacar adelante, la gran aventura cotidiana de la convivencia con sus nubes y sus soles; sus tormentas y bonanzas; a pesar de los golpes que nos presenta la sociedad con un sistema materialista, hedonista, y superfluo que lucha con llevarse por delante a la familia, con desmerecerla y mancharla.

Esta sociedad contraria al matrimonio, ¡se puede cambiar!, cuando haya suficiente cantidad de matrimonios que estén dispuestos a sacar adelante sus proyectos de familia, con un alto nivel de excelencia. En nuestras manos está el poder cambiar la sociedad, y engendrar un mundo nuevo para nuestros hijos.

Les narraré una historia que leí, una de esas noches de insomnio (la lectura es mi pasatiempo favorito, a pesar que pocas veces la puedo disfrutar por mi falta de tiempo) y decía así:

“En un país cualquiera, apareció un día un profeta, con la loca pretensión de cambiar las costumbres de las gentes. Recorría pueblos y ciudades reuniendo a hombres, mujeres y niños, en el centro de la plaza. Al principio, la novedad y su porte un tanto estrafalario atraía a los curiosos.

Pero, tan pronto exponía las exigencias de su programa, aunque eran muy atractivas y valientes, la concurrencia iba descendiendo. No le importaba: seguía, cada vez con más fuerza.

Pasaban los días y, a pesar de sus gritos, cada vez le escuchaba menos gente. Por fin, se encontró solo en medio de la plaza, mientras repetía su mensaje una y otra vez, con mayor entusiasmo que al principio.

Cuando transcurrieron tres días de discurso, sin otro eco que el de las paredes, alguien se le acercó para preguntarle:
- ¿Se puede saber por qué sigues gritando? ¿No ves que la gente no esta dispuesta a cambiar?
- Sigo gritando –dijo el profeta- porque si me callara, ellos me cambiarían a mi.”

Me puse a pensar que así es cada matrimonio, como este profeta del cuento, pero sin otro mensaje y otro grito que el de su propio matrimonio, su propio testimonio, su propia historia. Vale la pena jugarse la vida en el matrimonio y les habla alguien que ya esta por cumplir trece años de casada.

Nuestra sociedad nos pide que todo esté asegurado para un mejor futuro y bienestar económico. Les cuento que la mejor póliza de seguro sobrenatural para proteger los riesgos de la vida conyugal es la gracia sacramental y la cuota de esta póliza es el espíritu cristiano.

Cuanto mayor sea nuestra cuota, más garantías de éxito tiene este seguro. Con qué alegría , satisfacción , y orgullo para nuestros hijos que en nuestros hogares, sus padres podamos mirarnos a los ojos con un amor limpio, puro, madurado por el tiempo de una convivencia donde se vive el respeto mutuo, la compresión, el compañerismo que se fue afianzando en las luchas de todos los días , con su alegría y sus tristezas. Escuchar que sus padres dicen uno del otro: él, que ella es una santa, la única, con quien estaría dispuesto a volver a casarse si tuviera que hacerlo; y ella, que como él no hay otro hombre sobre la tierra, asegurando de mil formas y contando casos concretos de sacrificios que hizo por su familia.

¡Que póliza más segura!, qué diferente serán esas parejas en su vejez, y esos niños cuando sean adultos en la sociedad, ¡qué cambios otorgarán!

Hay que aprender a nadar contracorriente con fuerzas, sin miedo, con buen humor, simpatía, y mucha ilusión. No tengamos miedo de mostrar a nuestros hijos que nos queremos, que nos respetamos y comprendemos.

A no tener miedo de nuestro amor generoso y no bajemos la cabeza por vergüenza cuando se tienen más de tres hijos por temor a que nos llamen ignorantes, locos o irresponsables. Aun dentro de nuestra propia familia de sangre, ni que decir con nuestros amigos. No ofendemos a nadie, no pedimos nada, al contrario, ¡estamos dando!, porque gracias a nuestros hijos y a lo que ellos produzcan con su trabajo el día de mañana se podrá sostener el país y ellos/as podrán sostenerse en su vejez.

Es que esta sociedad, materialista, individualista, nos quiere sumergir en un clima de seguridad, en que todo debemos de tener bien asegurado y no darnos el lujo del posible riesgo de perder parcelas de bienestar, de comodidad. Pero… la vida es insegura y ese carácter, es la que la hace más atractiva, ágil y dichosa.

Somos rebeldes porque nos hemos negado a convertirnos en unas máquinas, nadamos contracorriente: cuidamos de la vida espiritual de nuestros hijos y no solo nos limitamos a alimentarlos, a cuidar su cuerpo, y mente. Sino a enseñarles con el ejemplo, (porque las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra) a ser pudorosos, a ser leales, honestos, generosos y fuertes.

No tenemos vergüenza, de contar a nuestros amigos, o compañeros de trabajo, que cuando más a gusto lo pasamos, es cuando nos damos una escapadita y nos vamos a cenar solos aunque llevemos trece años de casados.

Los comentarios que genera la llegada de un nuevo hijo a la familia ¡cuando ya hay seis anteriores! y te califican de locos, creo que aun salimos bien parados, porque no nos califican de tontos, que puede ser más insultante. Y lo más curioso que estas lindezas las recibimos de amigos que nos quieren.

Y les comprendemos porque son de los que piensan que no conocemos de todos los trucos para limitar la fecundidad, pues eso es sólo materia reservada para gente muy lista. O que piensan que soy de goma y que me da lo mismo pasar nueve meses con ciertas limitaciones y noches de insomnio, hasta que logramos que cada chico este durmiendo tranquilo en su cama.

O que piensen que somos unos inconscientes y no nos damos cuenta de la cantidad de malos ratos que vamos a tener en la vida cuando se aplacen, o lleguen tarde a casa, o nos contesten de mala manera.

No tenemos miedo, porque tenemos asegurada nuestra póliza y pagamos la cuota más cara. Hay que mirarles con comprensión porque lo que a nosotros nos sobra a ellos les falta, y solo miran la vida de una forma sensual y material.

No se imaginan que un niño, es una persona infinitamente más valiosa que todos los sacrificios y malos ratos que puedan suponer. Que traer al mundo a alguien que puede querer y ser querido, el verlo crecer y madurar no tiene comparación a ningún espectáculo de la naturaleza, ahora que se habla mucho del respeto a la ecología.

El comunicar sentimientos, compartir alegrías y tristezas con alguien que es tan tuyo y a la vez tan diferente como lo es un hijo.

Hay que ser originales, y no ponernos dentro del montón, dedicándonos a repetir las viejas bromas sobre lo aburrido que es el matrimonio. Debemos gritar a voces la gran noticia de que somos felicísimos habiéndonos casado con aquella persona y que no lo cambiaríamos por nada del mundo, a pesar de sus defectos y limitaciones. Si a ellos no le gusta que se pierdan ellos y se queden rumiando en su egoísmo y envidia.

No quiero sermonear a nadie, ni creo que mi matrimonio y mi familia sean perfectos. Lo que si creo, que así como mi matrimonio existen otros muchos que luchan día a día y viven esta gran aventura.

A ellos me dirijo y les digo que no hay que tener vergüenza ni miedo en ir contra corriente y de mostrar al mundo entero, a nuestra sociedad, con naturalidad, lo felices que somos; no por no carecer de nada, que es una felicidad corporal de animales satisfechos.

Sino de esa felicidad espiritual, de paz, comprensión, ayuda mutua, de cariño desinteresado, de sufrimiento mutuo, el de saber sobrellevar los defectos, el arte de perdonar y olvidar. Esa verdadera felicidad que aquí en la tierra se puede gozar y nadie te puede arrebatar.

Como lo dice la Sagrada Escritura en su libro del Eclesiastés (4-9,12) “Más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo. Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta. ¡Pero ay del que cae estando solo, pues no habrá quien lo levante! Además, si dos se acuestan juntos, uno a otro se calientan; pero uno solo, ¿cómo va a entrar en calor? Uno puede ser vencido, pero dos podrán resistir”.

Con un grupo de hombres y mujeres que se quieran con locura, animados a estar cada día mas enamorados -a pesar de todos los pesares- y esforzándose en quitar adelante su familia, con grandes ideales, sin miedo al futuro por más incierto que se presente y confiando en la Providencia Divina que nos asegura que la cuerda de tres hilos no se rompen fácilmente (EC 4-12), o “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán una sola persona. Así que ya no son dos sino uno solo. De modo que el hombre no puede separar lo que Dios ha unido”.(MT 19-5,6), o “No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale más la vida que la comida y el cuerpo más que la ropa? Miren las aves que vuelan por el aire: no siembran ni cosechan ni guardan las cosechas en los graneros; y sin embargo el Padre de ustedes que esta en el Cielo les da de comer.¡Y ustedes valen más que las aves del cielo! .

¡Vale la pena!, nuestro matrimonio y nuestras familias. Debemos mostrar al mundo nuestro amor y felicidad. No ser conformistas, y sentirnos menos de los que por el motivo que sea vieron naufragar su matrimonio, y hacen correr a grandes voces que el estado matrimonial es triste, monótono y viven pensando en su pasado de soltería, o creándose falsas ilusiones de que si se hubieran casado con aquella u otra persona, menos con su cónyuge serían más felices… yo les diría, sin ánimo de juzgar a nadie que : “la fórmula para ser infelices, consiste en dedicar los tiempos libres en pensar que uno no es feliz”, o envidiando la felicidad ajena, que como ya no la tienen se dedican a ridiculizarla, infamarla, o criticarla.

Podemos cambiar nuestra sociedad con nuestros testimonios, y volver a darle al matrimonio el lugar que se merece. El ser la institución más valorada, por ser el origen y principio de toda sociedad y cultura.

Espero que les haya gustado estos pensamientos, que los dedico a mis grandes amores a Hugo mi marido, con el que me volvería a casar y por quien digo que el matrimonio merece la pena vivirlo, a mis siete hijos a quienes les digo: que les quiero con locura y que cada uno de ustedes son únicos, porque cada uno de ustedes tienen, sus propios encantos que no lo cambiaria por nada del mundo y estoy muy orgullosa de ustedes.

Liliana Sánchez de Acosta

LOS TRES LEONES


Los tres leones




En una selva vivían tres leones.
Un día el mono, el representante electo por los animales, convocó a una reunión para pedirles una toma de decisión.
Todos nosotros-dijo el mono- sabemos que el león es el rey de los animales, pero tenemos una gran confusión: En la selva existen tres leones y los tres son muy fuertes. ¿A cuál de ellos debemos rendir obediencia? ¿Cuál de ellos deberá ser nuestro Rey?

Los leones supieron de la reunión y comentaron entre sí:
-Es verdad, la preocupación de los animales tiene mucho sentido. Una selva no puede tener tres reyes. Luchar entre nosotros no queremos ya que somos muy amigos... Necesitamos saber cual será el elegido, pero, ¿Cómo descubrirlo?

Otra vez los animales se reunieron y después de mucho deliberar, les comunicaron a los tres leones la decisión tomada:
-Encontramos una solución muy simple para el problema, y decidimos que ustedes tres van a escalar la Montaña Difícil. El que llegue primero a la cima será consagrado nuestro Rey. La Montaña Difícil era la más alta de toda la selva. El desafío fue aceptado y todos los animales se reunieron para asistir a la gran escalada.

El primer león intentó escalar y no pudo llegar. El segundo empezó con todas las ganas, pero, también fue derrotado. El tercer león tampoco lo pudo conseguir y bajó derrotado.
Los animales estaban impacientes y curiosos; si los tres fueron derrotados, ¿Cómo elegirían un rey?

En este momento, un águila, grande en edad y en sabiduría, pidió la palabra:

-¡Yo sé quien debe ser el rey! Todos los animales hicieron silencio y la miraron con gran expectativa.
-¿Cómo?, preguntaron todos.
-Es simple... dijo el águila. Yo estaba volando bien cerca de ellos y cuando volvían derrotados en su escalada por la Montaña Difícil escuché lo que cada uno dijo a la Montaña.
El primer león dijo: - ¡Montaña, me has vencido!
El segundo león dijo: - ¡Montaña, me has vencido!
El tercer león dijo: - ¡Montaña, me has vencido, por ahora! Pero ya llegaste a tu tamaño final y yo todavía estoy creciendo.
La diferencia, completó el águila, es que el tercer león tuvo una actitud de vencedor cuando sintió la derrota en aquel momento.

Los animales aplaudieron entusiasmadamente al tercer león que fue coronado El Rey de los Animales.

No tiene mucha importancia el tamaño de las dificultades o situaciones que tengas. Tus problemas, por lo menos la mayor parte de las veces, ya llegaron al nivel máximo, pero no tú.

Tú todavía estás creciendo y el Señor en ti es más grande que todos tus problemas juntos.
Todavía no llegaste al límite de tu potencial y de tu excelencia.

La Montaña de las Dificultades tiene un tamaño fijo, limitado. ¡Tú todavía estás creciendo!

CRISTO RESUCITADO ESTÁ VIVO ENTRE NOSOTROS


Cristo resucitado está vivo entre nosotros
¡Hombres y mujeres de buena voluntad! ¡Cristo ha resucitado! ¡Paz a vosotros!


Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net 




Hermanos y hermanas del mundo entero,
¡hombres y mujeres de buena voluntad!
¡Cristo ha resucitado! ¡Paz a vosotros! Se celebra hoy el gran misterio, fundamento de la fe y de la esperanza cristiana: Jesús de Nazaret, el Crucificado, ha resucitado de entre los muertos al tercer día, según las Escrituras. El anuncio dado por los ángeles, al alba del primer día después del sábado, a Maria la Magdalena y a las mujeres que fueron al sepulcro, lo escuchamos hoy con renovada emoción: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado!" (Lc 24,5-6).

No es difícil imaginar cuales serían, en aquel momento, los sentimientos de estas mujeres: sentimientos de tristeza y desaliento por la muerte de su Señor, sentimientos de incredulidad y estupor ante un hecho demasiado sorprendente para ser verdadero. Sin embargo, la tumba estaba abierta y vacía: ya no estaba el cuerpo. Pedro y Juan, avisados por las mujeres, corrieron al sepulcro y verificaron que ellas tenían razón. La fe de los Apóstoles en Jesús, el Mesías esperado, había sufrido una dura prueba por el escándalo de la cruz. Durante su detención, condena y muerte se habían dispersado, y ahora se encontraban juntos, perplejos y desorientados. Pero el mismo Resucitado se hizo presente ante su sed incrédula de certezas. No fue un sueño, ni ilusión o imaginación subjetiva aquel encuentro; fue una experiencia verdadera, aunque inesperada y justo por esto particularmente conmovedora. "Entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros»" (Jn 20,19).

Ante aquellas palabras, se reavivó la fe casi apagada en sus ánimos. Los Apóstoles lo contaron a Tomás, ausente en aquel primer encuentro extraordinario: ¡Sí, el Señor ha cumplido cuanto había anunciado; ha resucitado realmente y nosotros lo hemos visto y tocado! Tomás, sin embargo, permaneció dudoso y perplejo. Cuando, ocho días después, Jesús vino por segunda vez al Cenáculo le dijo: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente!". La respuesta del apóstol es una conmovedora profesión de fe: "¡Señor mío y Dios mío!" (Jn 20,27-28).

"¡Señor mío y Dios mío!". Renovemos también nosotros la profesión de fe de Tomás. Como felicitación pascual, este año, he elegido justamente sus palabras, porque la humanidad actual espera de los cristianos un testimonio renovado de la resurrección de Cristo; necesita encontrarlo y poder conocerlo como verdadero Dios y verdadero Hombre. Si en este Apóstol podemos encontrar las dudas y las incertidumbres de muchos cristianos de hoy, los miedos y las desilusiones de innumerables contemporáneos nuestros, con él podemos redescubrir también con renovada convicción la fe en Cristo muerto y resucitado por nosotros. Esta fe, transmitida a lo largo de los siglos por los sucesores de los Apóstoles, continúa, porque el Señor resucitado ya no muere más. Él vive en la Iglesia y la guía firmemente hacia el cumplimiento de su designio eterno de salvación.

Cada uno de nosotros puede ser tentado por la incredulidad de Tomás. El dolor, el mal, las injusticias, la muerte, especialmente cuando afectan a los inocentes - por ejemplo, los niños víctimas de la guerra y del terrorismo, de las enfermedades y del hambre-, ¿no someten quizás nuestra fe a dura prueba? No obstante, justo en estos casos, la incredulidad de Tomás nos resulta paradójicamente útil y preciosa, porque nos ayuda a purificar toda concepción falsa de Dios y nos lleva a descubrir su rostro auténtico: el rostro de un Dios que, en Cristo, ha cargado con las llagas de la humanidad herida. Tomás ha recibido del Señor y, a su vez, ha transmitido a la Iglesia el don de una fe probada por la pasión y muerte de Jesús, y confirmada por el encuentro con Él resucitado. Una fe que estaba casi muerta y ha renacido gracias al contacto con las llagas de Cristo, con las heridas que el Resucitado no ha escondido, sino que ha mostrado y sigue indicándonos en las penas y los sufrimientos de cada ser humano.

"Sus heridas os han curado" (1 P 2,24), éste es el anuncio que Pedro dirigió a los primeros convertidos. Aquellas llagas, que en un primer momento fueron un obstáculo a la fe para Tomás, porque eran signos del aparente fracaso de Jesús; aquellas mismas llagas se han vuelto, en el encuentro con el Resucitado, pruebas de un amor victorioso. Estas llagas que Cristo ha contraído por nuestro amor nos ayudan a entender quién es Dios y a repetir también: "Señor mío y Dios mío". Sólo un Dios que nos ama hasta cargar con nuestras heridas y nuestro dolor, sobre todo el dolor inocente, es digno de fe.


Queridos hermanos y hermanas: a través de las llagas de Cristo resucitado podemos ver con ojos de esperanza estos males que afligen a la humanidad. En efecto, resucitando, el Señor no ha quitado el sufrimiento y el mal del mundo, pero los ha vencido en la raíz con la superabundancia de su gracia. A la prepotencia del Mal ha opuesto la omnipotencia de su Amor. Como vía para la paz y la alegría nos ha dejado el Amor que no teme a la Muerte. "Que os améis unos a otros - dijo a los Apóstoles antes de morir – como yo os he amado" (Jn 13,34).

¡Hermanos y hermanas en la fe, que me escucháis desde todas partes de la tierra! Cristo resucitado está vivo entre nosotros, Él es la esperanza de un futuro mejor. Mientras decimos con Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!", resuena en nuestro corazón la palabra dulce pero comprometedora del Señor: "El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará" (Jn 12,26). Y también nosotros, unidos a Él, dispuestos a dar la vida por nuestros hermanos (cf. 1 Jn 3,16, nos convertimos en apóstoles de paz, mensajeros de una alegría que no teme el dolor, la alegría de la Resurrección. Que María, Madre de Cristo resucitado, nos obtenga este don pascual.


Mensaje de Pascua que pronunció Benedicto XVI a mediodía del Domingo de Resurrección. 8 abril 2007

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN MISA DE DOMINGO DE PASCUA 2017


TEXTO COMPLETO: Homilía del Papa Francisco en Misa de Domingo de Pascua
 Foto: Lucía Ballester / ACI Prensa.





VATICANO, 16 Abr. 17 / 10:28 am (ACI).- El Papa Francisco presidió hoy la Misa de Pascua de Resurrección en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, y aseguró que “en esta tierra de dolor, de tragedia, con la fe en Cristo resucitado, tenemos un sentido”.

A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco en la Misa de Domingo de Pascua, gracias a la traducción de Radio Vaticano:


Hoy la Iglesia repite, canta, grita, Jesús ha resucitado, pero ¿cómo es esto? Pedro, Juan y las mujeres fueron al sepulcro y estaba vacío, pero Él no estaba. Y fueron con el corazón cerrado de la tristeza, la tristeza de una derrota, el Maestro, su Maestro, aquel que tanto amaban ha sido justiciado y muerto y de la muerte no se regresa.

Esta es la derrota, este es el camino de la derrota, el camino hacia el sepulcro. Pero el ángel les dice: no está aquí, ha resucitado. El primer anuncio, ¡ha resucitado!

Después la confusión, el corazón cerrado, las apariciones, ellos cerrados, toda la jornada en el cenáculo porque tenían miedo que les sucediera a ellos lo que le sucedió a Jesús.

Y la Iglesia no deja de decir a nuestros fracasos, a nuestros corazones cerrados, temerosos… ¡detente!, el Señor ha resucitado. Pero si el señor ha resucitado como es que suceden estas cosas, como es que suceden tantas desgracias, enfermedades, tráfico de personas, trata de personas, guerra , destrucción, mutilación, revancha, odio… ¿dónde está el Señor?

Ayer llame por teléfono a un joven con una enfermedad grave, un joven culto, un ingeniero, y hablando para darle un signo de fe le dije: "No hay explicaciones para lo que te sucede, mira a Jesús en la cruz, Dios hizo eso con su hijo, no hay otra explicación".

Y él me ha contestado: "Sí. Pero se lo ha pedido al hijo y el hijo a dicho sí. Pero a mí no me han preguntado si quería esto, y yo no he dicho que sí". Esto nos conmueve. A ninguno de nosotros nos han preguntado si estamos contentos con lo que pasa en el mundo, si estamos dispuestos a llevar a delante esta cruz… y la cruz va a delante y la fe en Jesús se viene abajo, por eso la Iglesia continúa diciendo ¡Jesús ha resucitado!

Y esto no es una fantasía. La resurrección de Cristo no es una fiesta con flores; es algo más. Es el Misterio de la piedra descartada que termina por ser el fundamento de nuestra existencia, ¡Cristo ha resucitado!. Y esto significa en esta cultura del descarte, donde eso que no sirve toma el camino del “usa y tira” y todo lo que no sirve viene descartado; esa piedra que ha sido descartada es fuente de vida.

También nosotros pequeñas piedras, en esta tierra de dolor, de tragedia, con la fe en Cristo resucitado, tenemos un sentido. En medio de tanta calamidad, sin mirar más allá, no hay un muro sino un horizonte. Está la vida, está la gloria, es la cruz con esta ambivalencia.

Mira adelante, no te cierres, tú pequeña piedra tienes un sentido en la vida porque eres una piedra tomada de aquella gran piedra que la maldad del pecado ha descartado.

¿Qué nos dice la Iglesia hoy ante tantas tragedias? Simplemente esto; la piedra descartada no resulta realmente descartada. Las piedritas que creen y se aferran a esa piedra no son descartadas, tienen un sentido. Con este sentimiento la Iglesia repite desde dentro del corazón, ¡Cristo ha resucitado!

Pensemos un poco cada uno de nosotros en los problemas cotidianos, en las enfermedades que cada uno de nosotros hemos vivido o alguno de nuestros familiares; pensemos en las guerras, en las tragedias humanas, y simplemente con voz humilde, sin flores, solo delante de Dios, delante de nosotros mismos.

No sé cómo va esto pero estoy seguro que Cristo ha resucitado y yo apuesto por esto. Hermanos y hermanas esto es lo que quería decirles. Vuelvan a casa hoy repitiendo en sus corazones ¡Cristo ha resucitado!

LOS CINCO MINUTOS MARÍA, 17 DE ABRIL


Los cinco minutos de María - por Alfonso Milagro
17 de abril




No son muchos los cristianos que han estudiado la fe en su profundidad, la teología de la fe, y así han llegado a convencerse de que, cuando la fe es auténtica y llega a su perfección, se convierte en amor.

El que ama de veras llega a la perfección de la fe y el que crece de veras termina amando con generosidad.

Si la Virgen María fue perfecta en su fe, si fue la Virgen creyente por excelencia, se debió a que María amó con toda la fuerza de su naturaleza, con todos los latidos de su Corazón.

Si no tienes suficiente espíritu de fe, examina cómo va tu amor, y si no amas cuanto debes amar, analiza si tu fe es teologal: la fe y el amor son hermana y hermano, que siempre van de la mano.

Madre que buscas nuestra salvación, que mi fe llegue a convertirse en amor, para que mi amor ilumine mi fe.
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