domingo, 25 de diciembre de 2016

GIFS DE FELIZ NAVIDAD!!









EL GRAN REGALO DE DIOS

El gran regalo de Dios


En cada Navidad nos maravillamos de la bondad de Dios, nuestro Padre, que nos regaló a su mismo Hijo Unigénito, hecho niño en Belén. Ese día, inspirados por el ejemplo de la generosidad de Dios, acostumbramos a prodigar regalos a nuestro alrededor, a parientes y amigos. Pero hay dones más valiosos  —¡y tan necesarios!— que podemos hacernos sin gastar un centavo.

Esboza una sincera sonrisa... y regálala a quien nunca la ha tenido. Recoge un rayo de sol en tu corazón... y hazlo volar allá en donde reina la noche. Descubre una fuente... y permite bañarse en ella a quien vive en el barro. Vierte una lágrima... y ponla en el rostro de quien nunca ha llorado. Enciende el valor en tu pecho...  y ponlo en el ánimo de quien no sabe luchar. Descubre la vida...  y alienta a quien se arrastra por ella. Cultiva la esperanza...  e irradia su luz a tu alrededor. Imprégnate de bondad...  y dónala a quien la desconoce. Descubre el amor...  y comunica su fuego al mundo.

Amigo/a: ¡qué hermoso es hacer de tu vida una Navidad! Anímate a esparcir a manos llenas en el hogar, en el barrio, en tu ambiente de trabajo, el fuego del amor, la luz de la alegría y la fuerza de la esperanza. Que esta celebración cristiana te ayude a meditar y proyectar a tu vida la sorprendente bondad que Dios tiene con nosotros.


* Enviado por el P. Natalio

LLEGÓ LA NAVIDAD

Llegó la Navidad



Llegó la Navidad. Normalmente esta palabra nos trae brisas de alegría y nos da contento el saber que estamos en el día de los regalos, del arbolito o el “nacimiento”, de los adornos, de la buena comida. Es porque estamos celebrando un cumpleaños especial. Pero ¿De quién? Desgraciadamente muchos que abundan en la comida y sobre todo en la bebida no nos podrían dar una respuesta exacta. Tampoco tendrán preparado un regalo para el cumpleañero. Pero nosotros sí lo sabemos y queremos preparar, si no lo tenemos, un buen regalo para Él.

En la primera misa de Navidad, por la noche, se nos dice con entusiasmo: “¡Un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado!” Claro que no es un niño cualquiera: es Dios que nos trae la salvación. Y para mostrar mejor esa salvación se hace niño pobre, sencillo y humilde en el portal de Belén. Tampoco tenemos por qué acentuar demasiado las tintas diciendo cosas que no están en el evangelio. No tenían por qué llegar a Belén en el último día buscando desesperados un lugar para el nacimiento, pues sería indigno de san José el exponer así a María. Tampoco debemos acentuar el que nadie les recibiera (lo de san Juan es en sentido místico y espiritual), pues sería indigno de la hospitalidad de todo un pueblo. Sencillamente no había sitio en la posada pública, o más bien, como ahora suelen decir muchos comentaristas, no tenían sitio en la sala principal de la casa (y quizá la única) donde estaban alojados, pues estaba mal visto que el nacimiento fuese en medio de la gente con niños. Por lo cual, para ese momento, tuvieron que ir a la parte trasera de la casa donde solían tener algunos animales. El hecho es que Dios se revela a unos pastores y éstos van a ver a un niño que ha nacido en Belén (no necesariamente en las afueras), a un lugar donde hay un pesebre, a un lugar donde suelen comer animales. Todo muy normal, pero sencillo.

Dios se hace hombre para que el hombre pueda llegar a ser hijo de Dios. La realidad y nuestra fe nos dice que ahí está Dios hecho hombre, rodeado por su madre María y por san José. Y ahí queremos estar nosotros como los pastores para adorarle. Y también para darle un beso ¿Y qué le vamos a decir? Debemos agradecerle todo ese inmenso amor y decirle que le queremos corresponder con un gran amor. Y como muestra de amor debemos darle algún regalo. Él no necesita ningún regalo material, porque todo lo hubiera podido tener y no ha querido nada material para que se vea mejor su amor por nosotros. Sin embargo no rechazaría muchas cosas materiales para tantos niños, y no tan niños, que viven necesitados, porque en las casas pobres también Jesús quiere nacer y quiere que allí se sientan contentos. Pero quiere sobre todo nuestro corazón. El ofrecer nuestro corazón suena bonito, pero no es fácil. Es poner nuestro corazón junto al suyo para tener “los mismos sentimientos”. No sería regalo el seguir igual que como éramos, sino el hacer algo más o bastante más.

Al acercarnos a Jesús Niño debemos también aprender algunas lecciones. Una que es evidente es que para ser grandes en el Reino de Dios, no es necesario tener mucho dinero y poder. Más bien esto suele ser impedimento, porque los que tienen mucho material se creen que todo lo pueden y que no necesitan de nadie ni de Dios. Estos no suelen postrarse ante el Niño de Belén. Los que se sienten más cómodos en el Reino de Dios (y ante el portal de Belén) son los que, viviendo con su trabajo normal, tienen un corazón de niño, porque ponen su confianza en Dios, como los pastores.

El nacimiento de Jesús no es sólo algo que pasó. Hoy sigue naciendo en la Eucaristía y en nuestro corazón. Jesús nos ilumina y nos alienta para seguir su ejemplo de vida. Para ello nos dice, como el ángel a los pastores: “No tengáis miedo”. Que los deseos de mayor bondad sigan profundos en nuestro corazón, a ejemplo de María que iba conservando todos los sucesos en su corazón. Y que la paz que proclamaron los ángeles a los pastores inunde nuestros corazones en este día.


(P. Silverio Velasco)

FELICES FIESTAS? NO, POR FAVOR, FELIZ NAVIDAD!!

¿Felices fiestas? No, por favor: ¡Feliz Navidad!
Rescatemos el sentido real de esta magna celebración


Por: Mónica Muñoz | Fuente: elobservadorenlinea.com 




Algo que recuerdo vivamente de mi niñez es la época navideña, que, comenzando diciembre, se anunciaba por todas partes: las casas eran revestidas de luces de colores, la gente colocaba sus árboles y acomodaba el nacimiento en un lugar preponderante en la sala de su hogar.  Por supuesto, la televisión no se quedaba atrás, los comerciales inundaban la programación con villancicos y las películas recordaban durante todo el día que se acercaba el 25 de diciembre.  Era, además, tiempo para preparar platillos que sólo en esta época se podían saborear: los romeritos y el bacalao eran las estrellas de todo menú familiar, sin olvidar el ponche, la sidra de manzana y los postres que daban a las mesas el toque especial.

Y qué decir de las posadas: Primero, el rezo del rosario y la letanía cantada, “Ora pro nobis”, repetíamos sin entender el significado exacto, pero con el gusto de saber que seguía entonar los versos “en el nombre del cielo, os pido posada, pues no puede andar, mi Esposa amada”, para escuchar la consabida respuesta, hasta lograr que un alma generosa abriera las puertas de su casa para que entraran los Santos Peregrinos José y María, que estaba a punto de dar a luz al Niño Dios.

Y, por fin, el momento más esperado por todos, había llegado: romper la piñata, hecha con una hermosa olla de barro llena de fruta, cacahuates y dulces, que tronaba después de sendos palazos asestados por los niños que disfrutaban a más no poder de la novena de fiestas previas a la Natividad.

De esas fechas guardo con cariño dos recuerdos: uno, cuando, por la noche del 24, de camino a la cena con mis abuelitos, mi papá detenía el coche frente a una casa que tenía un enorme nacimiento.  Las personas de ese hogar dejaban abiertas las cortinas para que quien pasara pudiera contemplar las escenas representadas bellamente.  Mis hermanos y yo admirábamos cada pieza, acomodada con cuidado sobre papel decorado para que simulara ser un pueblito lleno de detalles: un lago hecho con papel aluminio en el que “nadaban” cisnes y patos.  Un establo con borreguitos y vacas, casitas, pastores, mujeres realizando labores hogareñas, y en el centro, presidiendo todos los cuadros, se hallaban María, José y el Niño recién nacido, a punto de recibir la visita de los tres Reyes Magos que se acercaban con sus regalos.

El segundo, evoco cuando íbamos a cortar nuestro árbol al bosque de los árboles de Navidad en Amecameca, Estado de México. Nos daba mucha emoción que mis papás pasaran por nosotros al salir de la escuela para ir a escoger nuestro pinito, que mi padre cortaba con mucha facilidad y lo acomodaba en el techo del coche.  Luego, sembrábamos el que sustituiría al que nos estábamos llevando.



Sí, se respiraban sentimientos de hermandad, se deseaba hacer el bien al prójimo, pasábamos muchos momentos en familia, pero, lo principal de ese tiempo, era que verdaderamente se celebraba a Aquél que había nacido para redimir al mundo de sus pecados.  En la actualidad, me da tristeza comprobar que poco a poco se ha desplazado al Festejado para reemplazarlo por comidas y fiestas sin sentido.  Los villancicos quedaron para el museo y en su lugar escuchamos cualquier tipo de música, menos la que habla de Jesús y su venida a este mundo.  Las posadas son “pachangas” y borracheras, así que ni hablar de rezos y cantos, eso está bien para los mojigatos… entonces, ¿qué sentido tiene hablar de Navidad, si ya no la celebramos?

Ahora, se ha desechado al Rey que ha nacido entre nosotros para sustituirlo por Santa Clos y figuras vestidas de rojo.  Los adornos que decoran las plazas y centros comerciales hablan del invierno con sus copos de nieve artificiales, las luces multicolores bailan sobre duendes, renos y trineos, por cierto, objetos extranjeros que han invadido nuestro país, pero por ningún lado vemos el portal de Belén, ni la estrella, ni los ángeles de los coros celestiales, mucho menos animales y pastores, pero lo más grave es que, el motivo de esta gran fiesta, Dios que ha enviado a su Hijos para salvar al mundo, ha sido ignorado por el ambiente ateo que nos invade cada vez más.

Hoy, son más las personas que se desean “Felices fiestas”, perdiendo de vista lo esencial y reduciendo la incomparable obra de la salvación a una fiesta de fin de año. Hasta los católicos bien formados han adoptado esta moda. Incluso, un personaje importante en México ha llegado al colmo, enviando felicitaciones con motivo de las “fiestas de invierno”.

Ahora que hemos llegado a la gran fecha, los invito a rescatar el sentido real de esta magna celebración. Para los cristianos, católicos y no católicos, ha nacido el Salvador del mundo, no hay ningún hecho que se le compare, por importante que parezca, por eso, por favor, no nos deseemos “felices fiestas”, démonos un abrazo y digámonos sinceramente ¡feliz Navidad!


QUÉ NOS ENSEÑA LA NAVIDAD?

¿Qué nos enseña la Navidad?
La Navidad es una de las fiestas más importantes de la Iglesia porque en ella celebramos que el Hijo de Dios se hizo hombre para abrirnos las puertas del Cielo, para enseñarnos el camino para la vida eterna


Por: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net 





La Navidad es una de las fiestas más importantes de la Iglesia porque en ella celebramos que el Hijo de Dios se hizo hombre para abrirnos las puertas del Cielo, para enseñarnos el camino para la vida eterna.

La Navidad, a pesar de ser una fiesta cristiana, se ha popularizado en todo el mundo. Efectivamente, hasta los no creyentes celebran "las fiestas de diciembre", como se les dicen. Los regalos, los pinos adornados y los Santa Claus abundan en esta época y el gasto familiar se eleva a las nubes.

Por desgracia, el verdadero sentido de celebrar el nacimiento de Cristo se ha transformado en un mero intercambio de regalos, tal como lo hacían los paganos griegos y romanos para las fiestas de la Saturnalia, es decir, el inicio del invierno.

Un poco de historia

Emmanuel significa Dios con nosotros. La celebración de la Navidad nos recuerda que Dios no está lejos, sino muy cerca de nosotros. En Navidad, celebramos al Niño Jesús que es Hijo de Dios. En Él, Dios nos mostró su rostro humano, para salvarnos y amarnos desde la tierra.

Jesús es el Hijo unigénito de Dios, imagen perfecta del Padre, lleno de gracia y de verdad.


¿Qué nos enseña la Navidad?

La celebración de la Navidad es un momento privilegiado para meditar en el texto evangélico de San Lucas 2, 1-20, en donde se narra con detalle el Nacimiento de Cristo.

Podemos reflexionar las virtudes que encontramos en los diferentes personajes involucrados y luego, aplicarlas a nuestra vida:

María nos enseña a ser humildes, a aceptar la voluntad de Dios, a vivir cerca de Dios por medio de la oración, a obedecer a Dios y a creer en Dios.

José nos enseña a escuchar a Dios y hacer lo que Él nos diga en nuestra vida, aunque no lo entendamos y a confiar en Dios.

Jesús nos enseña la sencillez. A Dios le gusta que seamos sencillos, que no nos importen tanto las cosas materiales. Jesús, a pesar de ser el Salvador del mundo, nació en la pobreza.

Los pastores nos enseñan que la verdadera alegría es la que viene de Dios. Ellos tenían un corazón que supo alegrarse con el gran acontecimiento del nacimiento de Cristo.

El 25 de diciembre se celebra la Navidad. Dios se hizo hombre para abrirnos las puertas del Cielo y enseñarnos el camino para la vida eterna.

Jesucristo es luz, amor, perdón y alegría para todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

La Sagrada Familia nos da ejemplo de la aceptación de la Voluntad de Dios, viviendo con sencillez, humildad y alegría el nacimiento de Jesús en el Portal de Belén.

Actividad en familia

La persona que dirige, lee y pide a los demás miembros del grupo que cuando ella se detenga en las palabras negritas, ellos tendrán que adivinar la palabra que falta para completar la historia.

"En una ciudad llamada Nazaret vivía una joven llamada María. María amaba mucho a Dios y estaba comprometida para casarse con un hombre muy bueno que se llamaba José y era carpintero.

Un día, se le apareció a María el Ángel Gabriel mandado por Dios y le preguntó si quería ser la Madre del Hijo de Dios y le explicó que el Espíritu Santo vendría sobre ella. María contestó que sí aceptaba.

José se preocupó mucho cuando María le dijo que iba a tener un bebé. Pero una
noche, Dios le mandó a José un mensaje.

El ángel le dijo en sueños que no dudara en casarse con María pues el Hijo que Ella estaba esperando era el Hijo de Dios y que salvaría a los hombres del pecado.
José despertó y fue a buscar a María, la llevó a su casa y cuidó de ella.

En aquellos días el Emperador César Augusto, dio la orden de que todos tenían que ir al pueblo de donde eran sus familias para empadronarse.

José formaba parte de la familia de David que eran del pueblo de Belén. Entonces José y María tuvieron que ir al pueblo de Belén. El viaje fue muy difícil para la Virgen María porque ya había llegado el momento de que naciera el bebé.
Tan pronto como llegaron a Belén, José empezó a buscar donde descansara María, pero no encontró ningún lugar porque todas las posadas estaban llenas de gente.
Al final, José encontró un establo y llevó ahí a María.

Al poco tiempo, nació el Niño Jesús. María envolvió al niño en pañales y lo acostó en un pesebre que José había preparado.

Cerca de Belén habían unos pastores que cuidaban sus ovejas, entonces se les apareció un ángel de Dios y les dijo: No tengan miedo, les traigo buenas noticias, hoy ha nacido en Belén el niño que será el Salvador, vayan a verlo.
De pronto, el Cielo se llenó de ángeles que cantaban a Dios diciendo: ¡Gloria a Dios en el Cielo y en la Tierra paz a los hombres de buena voluntad!.

Los pastores corrieron hacia Belén y encontraron a José, María y el Niño Jesús tal como les habían dicho los ángeles. Adoraron al Niño y le ofrecieron regalos."

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 25 DE DICIEMBRE



LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Diciembre 25



Cantando van los pastores
cantando van las muchachas,
cantando van monte abajo por la veredita blanca.
Un lucerito brillante los guía con su fulgor;
con alma, salud y gracia entonan esta canción:
"Podéis, pastorcillos, alegres cantar;
en Belén el Niño ha nacido ya.
Tocad las campanas, a gloria tocad;
en Belén el Niño ha nacido ya.
Al son de alegres campanas,
llegando van los pastores
y al Niño le hacen ofrenda
de sus regalos mejores;
pero hay un pastorcito
que trae el más grande don
y al Niño con alegría
le ofrece su corazón.
Podéis, pastorcillos, alegres cantar;
en Belén el Niño ha nacido ya..."

“No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor” (Lc 2,11). Así comienza la nueva era: la era de la realización de la promesa hecha a nuestros antepasados; ya nos ha venido el Mesías, el Redentor, el Salvador; ya podemos considerarnos salvados por la infinita misericordia de nuestro Hermano Jesús, que se entregará por todos nosotros.


* P. Alfonso Milagro

FELIZ NAVIDAD A TODOS LOS LECTORES DEL BLOG CATÓLICO GOTITAS ESPIRITUALES


sábado, 24 de diciembre de 2016

MEDITACIÓN DEL DOMINGO 25 DE DICIEMBRE 2016, LA NATIVIDAD DEL SEÑOR


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Jn 1,1-18

UN DIOS CERCANO


La Navidad es mucho más que todo ese ambiente superficial y manipulado que se respira estos días en nuestras calles. Una fiesta mucho más honda y gozosa que todos los artilugios de nuestra sociedad de consumo.

Los creyentes tenemos que recuperar de nuevo el corazón de esta fiesta y descubrir detrás de tanta superficialidad y aturdimiento el misterio que da origen a nuestra alegría. Tenemos que aprender a «celebrar» la Navidad. No todos saben lo que es celebrar. No todos saben lo que es abrir el corazón a la alegría.

Y, sin embargo, no entenderemos la Navidad si no sabemos hacer silencio en nuestro corazón, abrir nuestra alma al misterio de un Dios que se nos acerca, alegrarnos con la vida que se nos ofrece y saborear la fiesta de la llegada de un Dios Amigo.

En medio de nuestro vivir diario, a veces tan aburrido, apagado y triste, se nos invita a la alegría. «No puede haber tristeza cuando nace la vida» (León Magno). No se trata de una alegría insulsa y superficial. La alegría de quienes están alegres sin saber por qué. «Tenemos motivos para el júbilo radiante, para la alegría plena y para la fiesta solemne: Dios se ha hecho hombre y ha venido a habitar entre nosotros» (Leonardo Boff). Hay una alegría que solo la pueden disfrutar quienes se abren a la cercanía de Dios y se dejan atraer por su ternura.

Una alegría que nos libera de miedos, desconfianzas e inhibiciones ante Dios. ¿Cómo temer a un Dios que se nos acerca como niño? ¿Cómo rehuir a quien se nos ofrece como un pequeño frágil e indefenso? Dios no ha venido armado de poder para imponerse a los hombres. Se nos ha acercado en la ternura de un niño a quien podemos acoger o rechazar.

Dios no puede ser ya el Ser «omnipotente» y «poderoso» que nosotros sospechamos, encerrado en la seriedad y el misterio de un mundo inaccesible. Dios es este niño entregado cariñosamente a la humanidad, este pequeño que busca nuestra mirada para alegrarnos con su sonrisa.

El hecho de que Dios se haya hecho niño dice mucho más de cómo es Dios que todas nuestras cavilaciones y especulaciones sobre su misterio. Si supiéramos detenernos en silencio ante este niño y acoger desde el fondo de nuestro ser toda la cercanía y la ternura de Dios, quizá entenderíamos por qué el corazón de un creyente debe estar transido de una alegría diferente estos días de Navidad.

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR, LECTURAS BÍBLICAS DEL 25 DICIEMBRE 2016


Solemnidad de la Natividad del Señor – Ciclo A
Domingo 25 de Diciembre de 2016

“Jesús el mejor de los regalos“



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 52,7-10:

¡QUÉ hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia, que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!».
Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión.
Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén.
Ha descubierto el Señor su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios.

Palabra de Dios    

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Salmo
Salmo Responsorial: 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6

R/. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.

V/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

V/. El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

V/. Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

V/. Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.

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Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos 1,1-6:

En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas.
En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos.
Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado.
Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy»; y en otro lugar: «Yo seré para él un padre, y el será para mi un hijo»?
Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios».

Palabra de Dios

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Lectura del Santo Evangelio según San Juan (1,1-18)

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor

TARJETAS DE FELIZ NAVIDAD





























DECÍDETE POR DIOS


Decídete por Dios


La Reina de la Paz te deja hoy un mensaje para la próxima Navidad. Te anima a decidirte por Dios, entregarte a él, ponerlo en el primer lugar en tu propia vida y en tu hogar. Es nada más ni nada menos que decidirte a hacer realidad el precepto del Señor, Creador nuestro: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma y con todas tus fuerzas”.

“¡Queridos hijos! Hoy, de una manera especial, les traigo al pequeño Jesús para que él los bendiga con su bendición de paz y de amor. No olviden que ésta es una gracia que muchas personas ni conocen ni aceptan. Por eso, ustedes, los que se dicen míos y que buscan mi ayuda, entréguense completamente. Por encima de todo, den su amor y su ejemplo en sus familias. Ustedes dicen que la Navidad es una celebración familiar. Por eso, queridos hijos, den a Dios el primer lugar en sus familias, a fin de que él pueda darles a ustedes la paz y pueda protegerlos. Decídanse por Dios y entonces ustedes lo tendrán todo. ”

Con sencillas palabras la Madre te recuerda lo que Jesús dijo (Mt. 6, 33) y que tantas veces olvidamos: “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se les dará por añadidura”. Esto es decidirse por Dios, darle el primer lugar… y él no se dejará superar en generosidad, a cambio ¡lo tendrás todo! Esto es fe. Atrévete a la entrega completa.


* Enviado por el P. Natalio

PAPA FRANCISCO NOS ANIMA A VIVIR LA NAVIDAD SIN TRISTEZAS


Papa Francisco en Navidad: Renunciemos a la tristeza y lo efímero porque ha nacido Dios
Foto: ACI Prensa



VATICANO, 24 Dic. 16 / 04:21 pm (ACI).- En la Misa que presidió a las 21:30 horas de Roma en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco explicó el verdadero sentido de la Navidad: “Si queremos celebrar la verdadera Navidad, contemplemos la sencillez frágil de un niño recién nacido, la dulzura al verlo recostado, la ternura de los pañales que lo cubren. Allí está Dios”.

“El Niño que nace nos interpela: nos llama a dejar los engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a nuestras pretensiones insaciables, a abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier cosa que siempre nos faltará”, afirmó.

En la homilía que pronunció el Pontífice, también afirmó que “la Navidad tiene sobre todo un sabor de esperanza porque, a pesar de nuestras tinieblas, la luz de Dios resplandece”.

“Su luz suave no da miedo; Dios, enamorado de nosotros, nos atrae con su ternura, naciendo pobre y frágil en medio de nosotros, como uno más”. Dejémonos tocar por la ternura que salva”, invitó el Papa.

A continuación, el texto completo de la homilía del Papa Francisco:

«Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres» (Tt 2,11). Las palabras del apóstol Pablo manifiestan el misterio de esta noche santa: ha aparecido la gracia de Dios, su regalo gratuito; en el Niño que se nos ha dado se hace concreto el amor de Dios para con nosotros.


Es una noche de gloria, esa gloria proclamada por los ángeles en Belén y también por nosotros hoy en todo el mundo. Es una noche de alegría, porque desde hoy y para siempre Dios, el Eterno, el Infinito, es Dios con nosotros: no está lejos, no debemos buscarlo en las órbitas celestes o en una idea mística; es cercano, se ha hecho hombre y no se cansará jamás de nuestra humanidad, que ha hecho suya.

Es una noche de luz: esa luz que, según la profecía de Isaías (cf. 9,1), iluminará a quien camina en tierras de tiniebla, ha aparecido y ha envuelto a los pastores de Belén (cf. Lc 2,9).

Los pastores descubren sencillamente que «un niño nos ha nacido» (Is 9,5) y comprenden que toda esta gloria, toda esta alegría, toda esta luz se concentra en un único punto, en ese signo que el ángel les ha indicado: «Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12).

Este es el signo de siempre para encontrar a Jesús. No sólo entonces, sino también hoy. Si queremos celebrar la verdadera Navidad, contemplemos este signo: la sencillez frágil de un niño recién nacido, la dulzura al verlo recostado, la ternura de los pañales que lo cubren. Allí está Dios.

Con este signo, el Evangelio nos revela una paradoja: habla del emperador, del gobernador, de los grandes de aquel tiempo, pero Dios no se hace presente allí; no aparece en la sala noble de un palacio real, sino en la pobreza de un establo; no en los fastos de la apariencia, sino en la sencillez de la vida; no en el poder, sino en una pequeñez que sorprende.

Y para encontrarlo hay que ir allí, donde él está: es necesario reclinarse, abajarse, hacerse pequeño. El Niño que nace nos interpela: nos llama a dejar los engaños de lo efímero para ir a lo esencial, a renunciar a nuestras pretensiones insaciables, a abandonar las insatisfacciones permanentes y la tristeza ante cualquier cosa que siempre nos faltará. Nos hará bien dejar estas cosas para encontrar de nuevo en la sencillez del Niño Dios la paz, la alegría, el sentido de la vid

Dejémonos interpelar por el Niño en el pesebre, pero dejémonos interpelar también por los niños que, hoy, no están recostados en una cuna ni acariciados por el afecto de una madre ni de un padre, sino que yacen en los escuálidos «pesebres donde se devora su dignidad»: en el refugio subterráneo para escapar de los bombardeos, sobre las aceras de una gran ciudad, en el fondo de una barcaza repleta de emigrantes.

Dejémonos interpelar por los niños a los que no se les deja nacer, por los que lloran porque nadie les sacia su hambre, por los que no tienen en sus manos juguetes, sino armas. ´`´`El misterio de la Navidad, que es luz y alegría, interpela y golpea, porque es al mismo tiempo un misterio de esperanza y de tristeza. Lleva consigo un sabor de tristeza, porque el amor no ha sido acogido, la vida es descartada. Así sucedió a José y a María, que encontraron las puertas cerradas y pusieron a Jesús en un pesebre, «porque no tenían [para ellos] sitio en la posada» (v. 7): Jesús nace rechazado por algunos y en la indiferencia de la mayoría.

También hoy puede darse la misma indiferencia, cuando Navidad es una fiesta donde los protagonistas somos nosotros en vez de él; cuando las luces del comercio arrinconan en la sombra la luz de Dios; cuando nos afanamos por los regalos y permanecemos insensibles ante quien está marginado.

Pero la Navidad tiene sobre todo un sabor de esperanza porque, a pesar de nuestras tinieblas, la luz de Dios resplandece. Su luz suave no da miedo; Dios, enamorado de nosotros, nos atrae con su ternura, naciendo pobre y frágil en medio de nosotros, como uno más. Nace en Belén, que significa «casa del pan». Parece que nos quiere decir que nace como pan para nosotros; viene a la vida para darnos su vida; viene a nuestro mundo para traernos su amor. No viene a devorar y a mandar, sino a nutrir y servir.

De este modo hay una línea directa que une el pesebre y la cruz, donde Jesús será pan partido: es la línea directa del amor que se da y nos salva, que da luz a nuestra vida, paz a nuestros corazones.

Lo entendieron, en esa noche, los pastores, que estaban entre los marginados de entonces. Pero ninguno está marginado a los ojos de Dios y fueron justamente ellos los invitados a la Navidad. Quien estaba seguro de sí mismo, autosuficiente se quedó en casa entre sus cosas; los pastores en cambio «fueron corriendo de prisa» (cf. Lc 2,16).

También nosotros dejémonos interpelar y convocar en esta noche por Jesús, vayamos a él con confianza, desde aquello en lo que nos sentimos marginados, desde nuestros límites. Dejémonos tocar por la ternura que salva. Acerquémonos a Dios que se hace cercano, detengámonos a mirar el belén, imaginemos el nacimiento de Jesús: la luz y la paz, la pobreza absoluta y el rechazo.

Entremos en la verdadera Navidad con los pastores, llevemos a Jesús lo que somos, nuestras marginaciones, nuestras heridas no curadas. Así, en Jesús, saborearemos el verdadero espíritu de Navidad: la belleza de ser amados por Dios. Con María y José quedémonos ante el pesebre, ante Jesús que nace como pan para mi vida. Contemplando su amor humilde e infinito, digámosle gracias: gracias, porque has hecho todo esto por mí.

EL PAPA FRANCISCO VISITA A BENEDICTO XVI POR NAVIDAD


El Papa Francisco visita a Benedicto XVI por Navidad
Foto: L'Osservatore Romano



VATICANO, 24 Dic. 16 / 07:43 am (ACI).- La Sala de Prensa de la Santa Sede informó que el Papa Francisco se dirigió este viernes 23 de diciembre al monasterio Mater Ecclesiae en el Vaticano para saludar por Navidad a Benedicto XVI.

El Santo Padre Francisco ha hecho de este saludo navideño a su predecesor una tradición de su pontificado.

El último encuentro anterior a este, que sostuvieron ambos, ocurrió durante el consistorio en el que el Papa Francisco visitó a Benedicto XVI acompañado de los nuevos cardenales creados el 19 de noviembre.

Además, el 17 de diciembre, en ocasión del cumpleaños 80 del Papa Francisco, Benedicto XVI lo llamó por teléfono para felicitarlo y le envió tres regalos.

ORACIÓN PARA BENDECIR LA MESA EN NAVIDAD


Oración para bendecir la mesa en Navidad



(ACI).- Las fiestas de Navidad suelen ser ocasión para reunir en casa a familiares y amigos. Compartimos una sencilla oración publicada por la Diócesis de Málaga en España para bendecir la mesa.


Bendice, Señor, nuestra mesa en esta noche de Luz.
Quienes vamos a cenar celebrándote sabemos que la fiesta eres Tú que nos invitas a nacer siempre de nuevo.
Gracias por el pan y el trabajo, por la generosidad y la esperanza.
Llena nuestra mesa de fuerza y ternura para ser personas justas, llena de paz nuestras vidas y que la amistad y la gratitud alimenten cada día del año.
Tú eres bendición para nosotros, por eso, en esta noche fraterna, bendice la tierra toda, bendice nuestro país.
Bendice esta familia y esta mesa.
Bendícenos a cada uno de los que estamos aquí.
Amén.

ORACIÓN FAMILIAR PONER AL NIÑO EN EL PESEBRE


Oración familiar para poner al Niño en el pesebre



 (ACI).- Antes de la medianoche del 24 de diciembre, cuando estés reunido o reunida con tu familia para colocar la imagen del Niño Dios en el pesebre, te invitamos a recitar esta breve oración para pedirle a Jesús que también nazca en tu corazón y en el de tus seres queridos.

Lector 1:

Querido Padre, Dios del cielo y de la tierra:

En esta noche santa te queremos dar gracias por tanto amor. Gracias por nuestra familia y por nuestro hogar. Gracias por nuestros amigos, vecinos y por las personas que trabajan con nosotros.

Bendícenos en este día tan especial en el que esperamos el nacimiento de tu Hijo. Ayúdanos a preparar nuestros corazones para recibir al Niño Jesús con amor, con alegría y esperanza. Estamos aquí reunidos para adorarlo y darle gracias por venir a nuestro mundo a llenar nuestras vidas.

Hoy, al contemplar el pesebre, recordamos especialmente a las familias que no tienen techo, alimento y comodidad. Te pedimos por ellas para que la Virgen y San José les ayuden a encontrar un cálido hogar.

Lector 2:

Padre bueno, te pedimos que el Niño Jesús nazca también en nuestros corazones para que podamos regalarle a otros el amor que Tú nos muestras día a día. Ayúdanos a reflejar con nuestra vida tu abundante misericordia.

Que junto con tus Ángeles y Arcángeles vivamos siempre alabándote y glorificándote.

(En este momento alguien de la familia pone al Niño Jesús en el pesebre, o si ya está allí, se coloca un pequeño cirio o una velita delante de Él).

Lector 3:

Santísima Virgen María, gracias por aceptar ser la Madre de Jesús y Madre nuestra, gracias por tu amor y protección. Sabemos que día a día intercedes por nosotros y por nuestras intenciones, gracias Madre.

Querido San José, gracias por ser padre y protector del Niño Jesús, te pedimos que ruegues a Dios por nosotros para que seamos una familia unida en el amor y podamos ser ejemplo de paz y reconciliación para los demás.

Amén.

Rezar: 1 Padre Nuestro, 1 Ave María, 1 Gloria.

Para finalizar se puede entonar algún villancico y todos se dan un abrazo de paz.

QUÉ OFRECERÉ AL NIÑO JESÚS COMO MI REGALO DE NOCHEBUENA?


¿Qué ofreceré al niño Jesús como mi regalo de Nochebuena?
¿Qué ofreceré al niño Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, como mi regalo de Nochebuena?

Algunas opciones que podrían ser de gran agrado para Jesús, José y María.


Por: Mayra Novelo de Bardo | Fuente: Catholic.net 




Preparar la Navidad sin perder la esencia de esta fiesta hoy es muy difícil. Pues hay muchos compromisos. Pero la Navidad no es sólo comprar, preparar y pensar; también es tener contacto con el Señor, salir a su encuentro. Y es muy importante vivirla desde esta dimensión. El Papa hace unos días con unas palabras improvisadas explico a los niños que san Pablo dice: «Orad sin cesar, es decir, no perdáis el contacto con Dios”.

Sabemos que la Navidad está cerca: la manera más practica de experimentarlo es la preocupación de cómo expresar nuestro afectos a familiares y amigos, a demás de la decoración y la cena de noche buena. Esperemos que la demostración de afecto sea no sólo con los regalos, sino también con nuestro corazón. Pensemos que Cristo, el Señor, está cerca de nosotros, que entra en nuestra vida y nos da luz y alegría.

El papa Benedicto XVI durante este tiempo de adviento nos ha invitado a preparar en nuestro corazón y en nuestra vida la venida del Emmanuel, el Dios-con-nosotros.

El mismo Santo Padre no sólo da ejemplo de oración constante en esta tiempo de espera, también involucra la vida, los actos concretos hechos regalo para Jesús niño, como el de visitar a los detenidos en la cárcel romana de Rebibbia, Roma. Sabemos perfectamente que dondequiera que haya un hambriento, un extranjero, un enfermo, un encarcelado, allí está Cristo mismo.

Otra manera muy concreta de vivir con obras la esencia de la navidad es la plena capacidad de acogida el sinceramente ponerme en escucha de las vicisitudes personales de cada miembro de mi familia, de los amigos o vecinos, pues el mismo Cristo se identifica con cada uno.

Si ya tienes lista tu casa y el corazón para vivir el nacimiento de Cristo tan esperado pero te falta un regalo concreto para ofrecerle, Catholic.net te presenta algunas opciones que podrían ser de gran agrado para Jesús, José y María.

¿Qué ofreceré al niño Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, como mi regalo de Nochebuena?


Lo dejaré nacer en el corazón preparándome con una buena confesión.

Viviré con fervor la Misa de Navidad para abrazar a Cristo hecho Carne en la Sagrada Eucaristía.

Recordaré con el ejemplo o los detalles que El Hijo de Dios se hizo hombre por amor al hombre.

Perdonaré y pediré perdón a aquella persona de la que me aleje por alguna razón.

Le hablaré a alguna persona, familiar o amigo del cual me he desinteresado.

Visitaré a algún familiar, amigo, conocido, vecino enfermo o que viva solo

Colaboración concreta y generosa en algún centro de acogida, asociación de bien.

La austeridad en el modo de vivir, cuidado de lo que uso y tengo

Viviré con especial alegría sabiendo que él es destructor del pecado y de la muerte

Promover todo lo que ayude a engendrar debidamente la vida, a cuidarla, a hacerla crecer

Todo mi ser está dispuesto a acompañarle en estas fiestas, no lo dejaré sólo.


Concluyo con las palabras del Papa: “corramos con alegría hacia Belén, acojamos en nuestros brazos al Niño que María y José nos presentan. Volvamos a partir de Él y con Él, afrontando todas las dificultades y las alegrías que el nuevo año nos reserva” y sobre todo comprometamos la vida pues vale la pena seguir a un Dios niño que se da hasta la muerte y muerte en cruz por amor a nosotros.
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