domingo, 20 de noviembre de 2016

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE 2016, SOLEMNIDAD DE CRISTO REY


El buen ladrón, hizo su mejor robo...
Lucas 23, 35-43, Cristo Rey, Domingo XXXIV, Tiempo ordinario, Ciclo C, 


Por: H. Hiram Galán LC´ | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, estoy aquí. Sí, estoy aquí con todo mi ser. ¿Cómo me encuentro? Creo que eso lo sabes Tú, mejor que yo mismo. Mi cabeza, llena de preocupaciones, me roba la paz, por ello abandono todo en Ti. En este momento de oración déjame ponerme en la paz de tu presencia.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 23, 35-43
Cuando Jesús estaba ya crucificado, las autoridades le hacían muecas, diciendo: “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido”.
También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él, le ofrecían vinagre y le decían: “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: “Éste es el rey de los judíos”.
Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: “Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro le reclamaba, indignado: “¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho”. Y le decía a Jesús: “Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí”. Jesús le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Cuando escuchamos este pasaje, creo que muchos nos hemos acostumbrado a pensar o escuchar que Jesús se pasa de bueno, tanto que es capaz de perdonar a un ladrón y no sólo eso, sino además regalarle el paraíso. Si bien es cierto, también está la acción y mérito del ladrón. Es decir, era un ladrón, y como buen ladrón, experimentado, supo que éste sería el robo del siglo. Porque no sólo se estaría robando un bien material, que algún día se iba terminar, sino se estaba robando nada más y nada menos que la salvación eterna.
¿Por qué resaltar la acción del ladrón? Porque aunque no fue un robo como tal, nos muestra la condición necesaria e indispensable para recibir la misericordia de Dios, es decir nuestra libertad, querer ser salvados.
Jesús le decía a santa Faustina Kowalska, que ni todos los pecados del mundo superaban su misericordia, pero que el recipiente necesario para recibir esa misericordia es la confianza del alma que viene a buscar su perdón.
Ayúdame, Señor, a saber confiar en tu amor misericordioso y que el desánimo y la tristeza que me asaltan después de haber caído, me sirvan como una oportunidad de rechazarlos para mostrarte mi amor y confianza.
«Quisiera recordar el episodio de los dos malhechores crucificados junto a Jesús. Uno de ellos es engreído, no se reconoce pecador, se ríe del Señor; el otro, en cambio, reconoce que ha fallado, se dirige al Señor y le dice: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino”. Jesús le mira con misericordia infinita y le responde: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. ¿Con cuál de los dos nos identificamos?
¿Con el que es engreído y no reconoce sus errores? ¿O quizás con el otro que reconoce que necesita la misericordia divina y la implora de todo corazón? En el Señor, que ha dado su vida por nosotros en la cruz, encontraremos siempre el amor incondicional que reconoce nuestra vida como un bien y nos da siempre la posibilidad de volver a comenzar.»
 (Mensaje del Santo Padre para la XXXI Jornada Mundial de la Juventud ).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Antes o después de la misa dominical, haré una visita al Santísimo para reconocerle como Rey y Señor de mi vida y pedirle, con humildad, su gracia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

EL TRONO DE JESÚS ES LA CRUZ, DICE EL PAPA EN SOLEMNIDAD DE CRISTO REY


El trono de Jesús es la cruz, dice el Papa en Solemnidad de Cristo Rey

Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa.



VATICANO, 20 Nov. 16 / 07:32 am (ACI).- En la homilía de la Misa que presidió en la Plaza de San Pedro el 20 de noviembre, en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo y tras clausurar el Año de la Misericordia, el Papa Francisco destacó que el trono de Jesús es la cruz.

El Santo Padre indicó que “el Evangelio presenta la realeza de Jesús al culmen de su obra de salvación, y lo hace de una manera sorprendente”.

“Su realeza es paradójica: su trono es la cruz; su corona es de espinas; no tiene cetro, pero le ponen una caña en la mano; no viste suntuosamente, pero es privado de la túnica; no tiene anillos deslumbrantes en los dedos, sino sus manos están traspasadas por los clavos; no posee un tesoro, pero es vendido por treinta monedas”.

Francisco subrayó que la grandeza del reino de Cristo “no es el poder según el mundo, sino el amor de Dios, un amor capaz de alcanzar y restaurar todas las cosas”.

“Por este amor, Cristo se abajó hasta nosotros, vivió nuestra miseria humana, probó nuestra condición más ínfima: la injusticia, la traición, el abandono; experimentó la muerte, el sepulcro, los infiernos”.

El Santo Padre señaló que en esta Solemnidad “proclamamos esta singular victoria, con la que Jesús se ha hecho el Rey de los siglos, el Señor de la historia: con la sola omnipotencia del amor, que es la naturaleza de Dios, su misma vida, y que no pasará nunca”.

El Papa exhortó además a los fieles a acoger “personalmente” a Jesús y reconocerlo como “el Señor de nuestra vida”.

ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS


Este es el rey de los judíos



El relato de la crucifixión, proclamado en la fiesta de Cristo Rey, nos recuerda a los seguidores de Jesús que su reino no es un reino de gloria y de poder, sino de servicio, amor y entrega total para rescatar al ser humano del mal, el pecado y la muerte.

Habituados a proclamar la "victoria de la Cruz", corremos el riesgo de olvidar que el Crucificado nada tiene que ver con un falso triunfalismo que vacía de contenido el gesto más sublime de servicio humilde de Dios hacia sus criaturas. La Cruz no es una especie de trofeo que mostramos a otros con orgullo, sino el símbolo del Amor crucificado de Dios que nos invita a seguir su ejemplo. 

Cantamos, adoramos y besamos la Cruz de Cristo porque en lo más hondo de nuestro ser sentimos la necesidad de dar gracias a Dios por su amor insondable, pero sin olvidar que lo primero que nos pide Jesús de manera insistente no es besar la Cruz sino cargar con ella. Y esto consiste sencillamente en seguir sus pasos de manera responsable y comprometida, sabiendo que ese camino nos llevará tarde o temprano a compartir su destino doloroso. 

No nos está permitido acercarnos al misterio de la Cruz de manera pasiva, sin intención alguna de cargar con ella. Por eso, hemos de cuidar mucho ciertas celebraciones que pueden crear en torno a la Cruz una atmósfera atractiva pero peligrosa, si nos distraen del seguimiento fiel al Crucificado haciéndonos vivir la ilusión de un cristianismo sin Cruz. Es precisamente al besar la Cruz cuando hemos de escuchar la llamada de Jesús: «Si alguno viene detrás de mí... que cargue con su cruz y me siga». 

Para los seguidores de Jesús, reivindicar la Cruz es acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde sólo hay indiferencia ante los que sufren. Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento. Será nuestra manera humilde de cargar con la Cruz de Cristo. 

El teólogo católico Johann Baptist Metz viene insistiendo en el peligro de que la imagen del Crucificado nos esté ocultando el rostro de quienes viven hoy crucificados. En el cristianismo de los países del bienestar está ocurriendo, según él, un fenómeno muy grave: "La Cruz ya no intranquiliza a nadie, no tiene ningún aguijón; ha perdido la tensión del seguimiento a Jesús, no llama a ninguna responsabilidad, sino que descarga de ella". 

¿No hemos de revisar todos cuál es nuestra verdadera actitud ante el Crucificado? ¿No hemos de acercarnos a él de manera más responsable y comprometida?


José Antonio Pagola

PREPÁRATE PARA LA FIESTA DEL REY DEL UNIVERSO!! FIESTA DE CRISTO REY!! 20 DE NOVIEMBRE



¡Prepárate para la fiesta del Rey del universo!
 Fiesta de Cristo Rey
20 de noviembre 2016, último domingo del año litúrgico


Por: Tere Vallés | Fuente: Catholic.net 




Último domingo del Año Litúrgico

Cristo es el Rey del universo y de cada uno de nosotros.

Es una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico, porque celebramos que Cristo es el Rey del universo. Su Reino es el Reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, del amor y la paz.


Un poco de historia

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925.
El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

Posteriormente se movió la fecha de la celebración dándole un nuevo sentido. Al cerrar el año litúrgico con esta fiesta se quiso resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal. Es el alfa y el omega, el principio y el fin. Cristo reina en las personas con su mensaje de amor, justicia y servicio. El Reino de Cristo es eterno y universal, es decir, para siempre y para todos los hombres.

Con la fiesta de Cristo Rey se concluye el año litúrgico. Esta fiesta tiene un sentido escatólogico pues celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. Sabemos que el Reino de Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su venida al mundo hace casi dos mil años, pero Cristo no reinará definitivamente sobre todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía.

Si quieres conocer lo que Jesús nos anticipó de ese gran día, puedes leer el Evangelio de Mateo 25,31-46.

En la fiesta de Cristo Rey celebramos que Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones en el momento en que nosotros se lo permitamos, y así el Reino de Dios puede hacerse presente en nuestra vida. De esta forma vamos instaurando desde ahora el Reino de Cristo en nosotros mismos y en nuestros hogares, empresas y ambiente.

Jesús nos habla de las características de su Reino a través de varias parábolas en el capítulo 13 de Mateo:
“es semejante a un grano de mostaza que uno toma y arroja en su huerto y crece y se convierte en un árbol, y las aves del cielo anidan en sus ramas”;
“es semejante al fermento que una mujer toma y echa en tres medidas de harina hasta que fermenta toda”;
“es semejante a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta, y lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo”;
“es semejante a un mercader que busca perlas preciosas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra”.

En ellas, Jesús nos hace ver claramente que vale la pena buscarlo y encontrarlo, que vivir el Reino de Dios vale más que todos los tesoros de la tierra y que su crecimiento será discreto, sin que nadie sepa cómo ni cuándo, pero eficaz.

La Iglesia tiene el encargo de predicar y extender el reinado de Jesucristo entre los hombres. Su predicación y extensión debe ser el centro de nuestro afán vida como miembros de la Iglesia. Se trata de lograr que Jesucristo reine en el corazón de los hombres, en el seno de los hogares, en las sociedades y en los pueblos. Con esto conseguiremos alcanzar un mundo nuevo en el que reine el amor, la paz y la justicia y la salvación eterna de todos los hombres.

Para lograr que Jesús reine en nuestra vida, en primer lugar debemos conocer a Cristo. La lectura y reflexión del Evangelio, la oración personal y los sacramentos son medios para conocerlo y de los que se reciben gracias que van abriendo nuestros corazones a su amor. Se trata de conocer a Cristo de una manera experiencial y no sólo teológica.

Acerquémonos a la Eucaristía, Dios mismo, para recibir de su abundancia. Oremos con profundidad escuchando a Cristo que nos habla.

Al conocer a Cristo empezaremos a amarlo de manera espontánea, por que Él es toda bondad. Y cuando uno está enamorado se le nota.

El tercer paso es imitar a Jesucristo. El amor nos llevará casi sin darnos cuenta a pensar como Cristo, querer como Cristo y a sentir como Cristo, viviendo una vida de verdadera caridad y autenticidad cristiana. Cuando imitamos a Cristo conociéndolo y amándolo, entonces podemos experimentar que el Reino de Cristo ha comenzado para nosotros.

Por último, vendrá el compromiso apostólico que consiste en llevar nuestro amor a la acción de extender el Reino de Cristo a todas las almas mediante obras concretas de apostolado. No nos podremos detener. Nuestro amor comenzará a desbordarse.

Dedicar nuestra vida a la extensión del Reino de Cristo en la tierra es lo mejor que podemos hacer, pues Cristo nos premiará con una alegría y una paz profundas e imperturbables en todas las circunstancias de la vida.

A lo largo de la historia hay innumerables testimonios de cristianos que han dado la vida por Cristo como el Rey de sus vidas. Un ejemplo son los mártires de la guerra cristera en México en los años 20’s, quienes por defender su fe, fueron perseguidos y todos ellos murieron gritando “¡Viva Cristo Rey!”.

La fiesta de Cristo Rey, al finalizar el año litúrgico es una oportunidad de imitar a estos mártires promulgando públicamente que Cristo es el Rey de nuestras vidas, el Rey de reyes, el Principio y el Fin de todo el Universo.

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Cristo Rey del Universo
Solemnidad, último domingo del año litúrgico


Fuente: Corazones.org 




Fue el Papa Pio XI, el 11 de diciembre de 1925, quien instituyó esta solemnidad que cierra el tiempo ordinario. Su propósito es recordar la soberanía universal de Jesucristo. Es una verdad que siempre la Iglesia a profesado y por la que todo fiel está dispuesto a morir.

Cristo es rey del universo porque es Dios. El Padre lo puso todo en sus manos y debemos obedecerle en todo. No se justo apelar al amor como pretexto para ser laxo en la obediencia a Dios. En nuestra relación con Dios, la obediencia y el amor son inseparables.

El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.» -Juan 14,21

Nadie y ninguna ley esta por encima de Dios. El Pontífice León XIII enseñaba en la "Inmortale Dei" la obligación de los Estados en rendir culto público a Dios, homenajeando su soberanía universal.

Diferente a los hombres, Dios ejerce siempre su autoridad para el bien. Quien confía en Dios, quien conoce su amor no dejará de obedecerle en todo, aunque no comprenda las razones de Dios.

ORACIONES A CRISTO REY


Oraciones a Cristo Rey


¡Oh Jesús! Te reconozco por Rey Universal
Todo cuanto ha sido hecho Tú lo has creado
Ejerce sobre mí todos tus derechos
Renuevo las promesas de mi bautismo, 
renunciado a Satanás, a sus seducciones y a sus obras; 
y prometo vivir como buen cristiano
Muy especialmente me comprometo a procurar, según mis medios, 
el triunfo de los derechos de Dios y de tu Iglesia
Divino Corazón de Jesús, te ofrezco mis pobres obras 
para conseguir que todos los corazones reconozcan tu sagrada realeza
y para que así se establezca en todo el mundo el Reino de tu Paz.




Oración: Que viva mi Cristo

Que viva mi Cristo, que viva mi Rey
que impere doquiera triunfante su ley,
que impere doquiera triunfante su ley.
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo Rey!
Mexicanos un Padre tenemos
que nos dio de la patria la unión
a ese Padre gozosos cantemos,
empuñando con fe su pendón.
Él formó con voz hacedora
cuanto existe debajo del sol;
de la inercia y la nada incolora
formó luz en candente arrebol.
Nuestra Patria, la Patria querida,
que arrulló nuestra cuna al nacer
a Él le debe cuanto es en la vida
sobretodo el que sepa creer.
Del Anáhuac inculto y sangriento,
en arranque sublime de amor,
formó un pueblo, al calor de su aliento
que lo aclama con fe y con valor.
Su realeza proclame doquiera
este pueblo que en el Tepeyac,
tiene enhiesta su blanca bandera,
a sus padres la rica heredad.
Es vano que cruel enemigo
Nuestro Cristo pretenda humillar.
De este Rey llevarán el castigo
Los que intenten su nombre ultrajar.

POR QUÉ JESUCRISTO ES REY?


¿Por qué Jesucristo es Rey?

(ACI) Desde la antigüedad se ha llamado Rey a Jesucristo, en sentido metafórico, en razón al supremo grado de excelencia que posee y que le encumbra entre todas las cosas creadas. Así, se dice que:

reina en las inteligencias de los hombres porque El es la Verdad y porque los hombres necesitan beber de El y recibir obedientemente la verdad;
reina en las voluntades de los hombres, no sólo porque en El la voluntad humana está entera y perfectamente sometida a la santa voluntad divina, sino también porque con sus mociones e inspiraciones influye en nuestra libre voluntad y la enciende en nobles propósitos;
reina en los corazones de los hombres porque, con su supereminente caridad y con su mansedumbre y benignidad, se hace amar por las almas de manera que jamás nadie —entre todos los nacidos— ha sido ni será nunca tan amado como Cristo Jesús.
Sin embargo, profundizando en el tema, es evidente que también en sentido propio y estricto le pertenece a Jesucristo como hombre el título y la potestad de Rey, ya que del Padre recibió la potestad, el honor y el reino; además, siendo Verbo de Dios, cuya sustancia es idéntica a la del Padre, no puede menos de tener común con él lo que es propio de la divinidad y, por tanto, poseer también como el Padre el mismo imperio supremo y absolutísimo sobre todas las criaturas.

Ahora bien, que Cristo es Rey lo confirman muchos pasajes de las Sagradas Escrituras y del Nuevo Testamento. Esta doctrina fue seguida por la Iglesia –reino de Cristo sobre la tierra- con el propósito celebrar y glorificar durante el ciclo anual de la liturgia, a su autor y fundador como a soberano Señor y Rey de los reyes.

En el Antiguo Testamento, por ejemplo, adjudican el título de rey a aquel que deberá nacer de la estirpe de Jacob; el que por el Padre ha sido constituido Rey sobre el monte santo de Sión y recibirá las gentes en herencia y en posesión los confines de la tierra.

Además, se predice que su reino no tendrá límites y estará enriquecido con los dones de la justicia y de la paz: "Florecerá en sus días la justicia y la abundancia de paz... y dominará de un mar a otro, y desde el uno hasta el otro extrema del orbe de la tierra".

Por último, aquellas palabras de Zacarías donde predice al "Rey manso que, subiendo sobre una asna y su pollino", había de entrar en Jerusalén, como Justo y como Salvador, entre las aclamaciones de las turbas, ¿acaso no las vieron realizadas y comprobadas los santos evangelistas?

En el Nuevo Testamento, esta misma doctrina sobre Cristo Rey se halla presente desde el momento de la Anunciación del arcángel Gabriel a la Virgen, por el cual ella fue advertida que daría a luz un niño a quien Dios había de dar el trono de David, y que reinaría eternamente en la casa de Jacob, sin que su reino tuviera jamás fin.

El mismo Cristo, luego, dará testimonio de su realeza, pues ora en su último discurso al pueblo, al hablar del premio y de las penas reservadas perpetuamente a los justos y a los réprobos; ora al responder al gobernador romano que públicamente le preguntaba si era Rey; ora, finalmente, después de su resurrección, al encomendar a los apóstoles el encargo de enseñar y bautizar a todas las gentes, siempre y en toda ocasión oportuna se atribuyó el título de Rey y públicamente confirmó que es Rey, y solemnemente declaró que le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.

Pero, además, ¿qué cosa habrá para nosotros más dulce y suave que el pensamiento de que Cristo impera sobre nosotros, no sólo por derecho de naturaleza, sino también por derecho de conquista, adquirido a costa de la redención? Ojalá que todos los hombres, bastante olvidadizos, recordasen cuánto le hemos costado a nuestro Salvador, ya que con su preciosa sangre, como de Cordero Inmaculado y sin tacha, fuimos redimidos del pecado. No somos, pues, ya nuestros, puesto que Cristo nos ha comprado por precio grande; hasta nuestros mismos cuerpos son miembros de Jesucristo.

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FELIZ SOLEMNIDAD DE CRISTO REY!!! 20 DE NOVIEMBRE 2016


¡Feliz Solemnidad de Cristo Rey!


 (ACI).- "Yo soy Rey. Para esto nací, para esto vine al mundo, para ser testigo de la Verdad" (Jn 18, 36-37). Con la Solemnidad de Cristo Rey, la Iglesia Católica concluye el Año Litúrgico recordando a los fieles y al mundo que nadie y ninguna ley está por encima de Dios.

La Solemnidad fue instituida por el Papa Pío XI en 1925 y celebra a Cristo como el Rey bondadoso y sencillo que como pastor guía a su Iglesia peregrina hacia el Reino Celestial y le otorga la comunión con este Reino para que pueda transformar el mundo en el cual peregrina.


La posibilidad de alcanzar el Reino de Dios fue establecida por Jesucristo, al dejarnos el Espíritu Santo que nos concede las gracias necesarias para lograr la Santidad y transformar el mundo en el amor. Ésa es la misión que le dejó Jesús a la Iglesia al establecer su Reino.

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La fiesta


Cristo Rey anuncia la Verdad y esa Verdad es la luz que ilumina el camino amoroso que Él ha trazado, con su Vía Crucis, hacia el Reino de Dios. "Si, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz."(Jn 18, 37) Jesús nos revela su misión reconciliadora de anunciar la verdad ante el engaño del pecado. Así como el demonio tentó a Eva con engaños y mentiras para que fuera desterrada, ahora Dios mismo se hace hombre y devuelve a la humanidad la posibilidad de regresar al Reino, cuando cual cordero se sacrifica amorosamente en la cruz.

Esta fiesta celebra a Cristo como el Rey bondadoso y sencillo que como pastor guía a su Iglesia peregrina hacia el Reino Celestial y le otorga la comunión con este Reino para que pueda transformar el mundo en el cual peregrina.

La posibilidad de alcanzar el Reino de Dios fue establecida por Jesucristo, al dejarnos el Espíritu Santo que nos concede las gracias necesarias para lograr la Santidad y transformar el mundo en el amor. Ésa es la misión que le dejo Jesús a la Iglesia al establecer su Reino.

Se puede pensar que solo se llegará al Reino de Dios luego de pasar por la muerte pero la verdad es que el Reino ya está instalado en el mundo a través de la Iglesia que peregrina al Reino Celestial. Justamente con la obra de Jesucristo, las dos realidades de la Iglesia -peregrina y celestial- se enlazan de manera definitiva, y así se fortalece el peregrinaje con la oración de los peregrinos y la gracia que reciben por medio de los sacramentos. "Todo el que es de la verdad escucha mi voz."(Jn 18, 37) Todos los que se encuentran con el Señor, escuchan su llamado a la Santidad y emprenden ese camino se convierten en miembros del Reino de Dios.

"Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tu me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos si están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. ...No te pido que los retires del mundo, sino que los guarde del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad." (Jn 17, 9-11.15-17)

Ésta es la oración que recita Jesús antes de ser entregado y manifiesta su deseo de que el Padre nos guarde y proteja. En esta oración llena de amor hacia nosotros, Jesús pide al Padre para que lleguemos a la vida divina por la cual se ha sacrificado: "Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros." Y pide que a pesar de estar en el mundo vivamos bajo la luz de la verdad de la Palabra de Dios.

Así Jesucristo es el Rey y el Pastor del Reino de Dios, que sacándonos de las tinieblas, nos guía y cuida en nuestro camino hacia la comunión plena con Dios Amor.

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LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 20 DE NOVIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Noviembre 20



Si abrimos la Biblia en su primera página, encontramos aquella afirmación sobre el origen del hombre: “Dios sopló en su nariz un aliento de vida”.
Eso es el hombre, nada más que eso, pero nada menos que eso: un aliento de Dios, un algo de Dios, algo vital como es el aliento.
El hombre lleva en sí un poco del calor de Dios, de ese calor que es fecundo y que da vida.
Pero si es calor de Dios, ¿por qué no se convierte en llama que encienda cuanto se halle alrededor suyo? Si es calor de Dios, ¿por qué va esparciendo frío en sus relaciones, frío de resentimientos, frío de hostilidades, frío de egoísmo? 
No está llamado a ser témpano sino fuego; donde hay témpanos, hay frío; donde hay frío, no hay vida. En cambio donde hay fuego, hay calor, y donde hay calor surge en el acto la vida.
“Tú les diste tu buen Espíritu para que supieran discernir… Ellos clamaban a ti; tú los escuchabas desde el cielo; y por tu gran misericordia los salvaste… Tú fuiste paciente con ellos durante muchos años; les advertiste con tu Espíritu… por tu inmensa ternura, no los has abandonado, porque eres un Dios compasivo y misericordioso” (Neh 9,20-31)


* P. Alfonso Milagro

FELIZ DOMINGO... VIVA CRISTO REY!!!


sábado, 19 de noviembre de 2016

MENSAJE DE JESÚS PARA TI


Mensaje de Jesús para ti


La actitud de confianza en Dios es frecuente en la Biblia: recorre casi todas sus páginas; las personas que desfilan por ellas son confrontadas con esta señal del varón justo, para quien Dios es único bien y poderoso refugio. La confianza es un aspecto de la misma fe, pero tiene un matiz cordial. Jesús te habla con suavidad y dulzura.

“¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas de la vida? Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te irá mejor. Cuando te abandones en mí, todo se resolverá con tranquilidad según mis designios. No desesperes; no me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el cumplimiento de tus deseos. Déjame ser Dios y actuar con libertad. Abandónate confiadamente en mí. Reposa en mí y deja en mis manos tu futuro. Dime frecuentemente: “Jesús, yo confío en ti”. Déjate llevar en mis brazos divinos, no tengas miedo. Yo te amo. Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de tu oración, sigue confiando. Cierra los ojos del alma y confía. Continúa diciéndome a toda hora: “Jesús, yo confío en ti”. Y verás grandes milagros. Te lo prometo por mi amor.” Jesús.

La confianza, que es abandonarse en el Señor, te dejará sereno y tranquilo en medio de las tempestades de la vida, porque te has fiado nada menos que de Dios que es poderoso, bondadoso y fiel. El salmista afirma: “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, pues no quedará defraudado”.  Anímate a intentarlo.


* Enviado por el P. Natalio 

8 COSAS QUE TAL VEZ NO SABÍAS DE LA FIESTA DE CRISTO REY


8 cosas que tal vez no sabías de la Fiesta de Cristo Rey


 (ACI).- En el calendario litúrgico, mañana es la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, comúnmente conocida como la Fiesta de Cristo Rey.

Es el último domingo del año litúrgico (Adviento empieza en una semana) y esta fiesta nos recuerda que sin importar lo que los poderes de la tierra nos pidan hacer, Cristo es el verdadero rey que debe reinar en nuestros corazones.

Conoce 8 detalles de esta impresionante fiesta gracias a Churchpop.com:

1. Fue instituida hace solo 90 años, en 1925.

Luego de la Primera Guerra Mundial, en medio del crecimiento del comunismo en Rusia, y con ocasión del 1600 aniversario del Concilio de Nicea (año 325), el Papa Pío XI instituyó la fiesta en 1925 a través de la encíclica Quas Primas. Su primera celebración tuvo lugar en 1926.

2. Se celebró por primera vez el día de Halloween en 1926.


Fue originalmente establecida para el último domingo de octubre, justo antes de la Fiesta de Todos los Santos. En el año 1926, cuando se celebró por primera vez, ese domingo coincidió con el 31 de octubre.

3. Fue el Beato Pablo VI quien en 1969, revisó la fiesta y le dio su nombre y fecha actual.

El Papa Pablo VI dio a la fiesta su actual título completo (la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo) y la trasladó al último domingo del año litúrgico.

4. La fiesta fue una respuesta al crecimiento de la secularización, el ateísmo y el comunismo.

Mientras el mundo pedía elocuentemente a los cristianos que deben restringir su religión y dar una mayor lealtad a los gobiernos, el Papa Pío XI escribió respecto a la fiesta:

"Porque si a Cristo nuestro Señor le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; si los hombres, por haber sido redimidos con su sangre, están sujetos por un nuevo título a su autoridad; si, en fin, esta potestad abraza a toda la naturaleza humana, claramente se ve que no hay en nosotros ninguna facultad que se sustraiga a tan alta soberanía. Es, pues, necesario que Cristo reine en la inteligencia del hombre, la cual, con perfecto acatamiento, ha de asentir firme y constantemente a las verdades reveladas y a la doctrina de Cristo; es necesario que reine en la voluntad, la cual ha de obedecer a las leyes y preceptos divinos; es necesario que reine en el corazón, el cual, posponiendo los efectos naturales, ha de amar a Dios sobre todas las cosas". (Quas Primas, 34)

5. Pese a sus orígenes católicos, la fiesta es celebrada por muchos protestantes.

A pesar de que fue creada hace menos de cien años en la Iglesia Católica, algunos anglicanos, luteranos, metodistas y presbiterianos celebran la fiesta.

6. En la Iglesia protestante de Suecia, este domingo es llamado "Domingo de la condena".

Aunque oficialmente los protestantes de Suecia celebran esta fiesta como "El regreso de Cristo", su nombre coloquial "Domingo de la Condena" procede del hecho de que le dan un enfoque particular en el Juicio Final y la segunda venida de Cristo.


7. Algunos anglicanos se refieren a este domingo como "Domingo de la agitación".

Obtiene este nombre por dos razones:

En primer lugar, la oración colecta anglicana para el día comienza con las palabras, “agitad, despertad, te suplicamos oh Señor, las voluntades de tus fieles…”

En segundo lugar, algunas de las antiguas recetas del pudín o pan dulce requieren que el pudín se agite y se asiente durante varias semanas antes de ser cocinados. Este domingo se convirtió en un día que la gente tradicionalmente comenzaba a preparar el pudín cristiano, que incluye “agitar”.

Estas dos cosas se juntaron en las mentes de los anglicanos y según la Wikipedia: “Supuestamente, los cocineros, esposas y sus sirvientes iban a la iglesia, y escuchaban las palabras ‘agitad, te suplicamos, oh Señor…’, y les recordaba, por asociación de ideas, que ya era hora de empezar a agitar los pudines de Navidad”.

8. La estatua de "Cristo Rey" de Polonia es la más grande estatua de Jesucristo Rey del Universo en el mundo.

Con 33 metros de altura (un metro por cada año de la vida terrenal de Jesús) y 3 metros de base, la estatua del Cristo Rey de Swlebodzin en el noroeste de Polonia es tres metros más alta que el Cristo Redentor de Río de Janeiro, Brasil.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 19 DE NOVIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Noviembre 19


Conocida es la oración atribuida a Francisco de Asís; puede servirnos para nuestra reflexión de hoy.

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz… ¡Qué trágico sería convertirse en instrumento destructor de la paz!

Donde haya odio, ponga yo amor… Horrible, si donde hay amor, siembro el odio.

Donde haya ofensa, ponga yo perdón… Que después del perdón, no ponga yo nueva ofensa.

Donde haya discordia, ponga yo la unión…  Nunca permitas que sea yo el elemento de discordia entre los hermanos.

Donde haya error, ponga yo tu verdad; donde haya duda, ponga yo mi fe… Y no siembre el escepticismo y la confusión.

Finalmente, donde haya tristeza, siembre la semilla de la alegría y del optimismo, de la confianza en la bondad de Dios.
“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida. Y esto no es todo: nosotros nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien desde ahora hemos recibido la reconciliación”
 (Rom 5,10-11).


* P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 19 DE NOVIEMBRE 2016


El Dios de los vivos
Lucas 20, 27-40. Sábado XXXIII, Tiempo ordinario. Ciclo C. Dios de vivos



Por: H. Javier Castellanos LC | Fuente: www.missionkits.org 




En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
«¡Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre!
¡Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus favores!


Él perdona todas tus faltas y sana todas tus dolencias;
Él rescata tu vida del sepulcro y te corona de piedad y de misericordia;
Él sacia de bienes tus deseos, renueva tu juventud como la del águila.» (Del salmo 103)
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 20, 27-40
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos. Como los saduceos niegan la resurrección de los muertos, le preguntaron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que si alguno tiene un hermano casado que muere sin haber tenido hijos, se case con la viuda para dar descendencia a su hermano. Hubo una vez siete hermanos. El mayor de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo, el tercero y los demás, hasta el séptimo, tomaron por esposa a la viuda y todos murieron sin dejar sucesión. Por fin murió también la viuda. Ahora bien, cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?”.
Jesús les dijo: “En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los ángeles e hijos de Dios, pues él los habrá resucitado.
Y que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven”. 
Entonces, unos escribas le dijeron: "Maestro, has hablado bien". Y a partir de ese momento ya no se atrevieron a preguntarle nada.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Sólo falta un día para celebrar el domingo de Cristo Rey. Además está por concluir el año jubilar de la Misericordia. ¡Qué gran ocasión para orar ante este Rey de Misericordia!
Este Rey es también el rey de la vida. «Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos.» Él fue el primero en levantarse de la muerte, y con su resurrección nos da a todos una nueva vida. Esta realidad tiene un gran significado para cada uno de nosotros.
«Para Él todos viven.» En su Reino, cada persona cuenta, cada hombre y mujer es único. No hay nadie que pase como muerto ante Él. Su amor es tan universal como personal. Ama a todos, sí, pero a cada uno lo ama como si fuera único. No importa si es pequeño o si está en la miseria. ¡Él ama, y para Él contamos mucho! Por eso se ha esforzado tanto por darnos la vida eterna. Este Rey ha conquistado nuestros corazones muriendo en una cruz.
¡Qué grande es esta nueva vida que Él nos da! «En la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir (…) pues Él los habrá resucitado». Muchas veces se pone el acento en el «no se casarán», y mucha gente realiza esta promesa ya en este mundo por medio de una consagración especial. Pero hay que poner atención también a lo que sigue: «¡ni podrán ya morir!»
¿De verdad creemos que en Él ya no hay muerte? No es sólo en el cielo que esta promesa se cumplirá. Igual que la decisión por el celibato adelanta la promesa en este mundo, la opción radical por Cristo adelanta su promesa de dar la vida eterna. El que sufre a causa de su fe, el que renuncia al pecado, el que da testimonio de ser verdadero cristiano, en cierta manera está muriendo a este mundo. Y podría hacerlo sin gozo, pensando que es sólo un deber; pero ¿qué pasaría si lo hiciera con la fe en la vida que da Cristo? ¡Si supiéramos que cada vez que «morimos», en realidad estamos construyendo un nuevo reino de vida, de vida verdadera, porque es la vida que da Dios mismo!
Dios es un Dios de vivos, y Él quiere darnos una vida plena. Aceptemos con confianza y amor este regalo tan grande.
«Él no se equivoca, Él no busca hacer un buen papel delante de ellos: “Dios los hizo varón y hembra”, por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa; y la mujer dejará a su padre y a su madre y se unirá a su marido y los dos se harán una carne sola. Esto es fuerte. Una simbiosis, una carne sola, así siguen adelante: ya no son dos, sino una sola carne. Por lo tanto, que el hombre no separe lo que Dios ha unido.Tanto en el caso del levirato como en esto Jesús responde desde la verdad aplastante, desde la verdad contundente -¡esta es la verdad!-, desde la plenitud, siempre, Jesús nunca negocia la verdad. En cambio, este pequeño grupo de teólogos iluminados negociaba siempre la verdad, reduciéndola a la casuística. A diferencia de Jesús, que no negocia la verdad: esta es la verdad sobre el matrimonio, no existe otra.»
(Homilía de S.S. Francisco, 20 de mayo de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Haré un sacrificio, renunciando a algo que me agrada y pidiendo a Dios el don de su vida a cambio de esta pequeña «muerte»; lo ofreceré por los matrimonios que estén pasando por dificultades.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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