viernes, 7 de octubre de 2016

PROMESAS DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO


Promesas de Nuestra Señora del Rosario

Tomadas de los escritos del Beato Alano:

1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.

2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.

3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.

4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.

5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.

6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.

7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.

8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.

9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.

10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.

11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.

12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.

13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.

14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.

15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.

JUDAS, LA EVIDENCIA DEL PERDÓN NO RECIBIDO


Judas, la evidencia del perdón no recibido
El pecado siempre nos provoca dolor cuando lo reconocemos


Por: Maleni Grider | Fuente: ACC – Agencia de Contenido Católico 




Judas, el discípulo de Cristo que vivió junto a él durante tres años, el que escuchó su palabra y vio sus milagros, decidió entregar a Jesús a sus perseguidores. Dice el evangelio que incluso buscaba la ocasión para entregarlo, y una paga por ello. Vendió a su Maestro por unas monedas, lo traicionó (Mateo 26:14-16).

Todo el juicio que podamos hacer sobre su proceder es irrelevante. Cualquier pecado que cometamos, por muy atroz que sea, puede ser perdonado y lavado por la misericordia de Dios y mediante la sangre de Cristo. No hay pecado que no pueda ser perdonado, excepto, dijo Jesús, la blasfemia contra el Espíritu Santo (Mateo 12:31 y 32 / Marcos 3:28-30).
Al darse cuenta de su error, Judas cayó en un sentimiento de culpa que le provocó dolor, pues el pecado siempre nos provoca dolor cuando lo reconocemos. Sentir dolor está bien, pero sentir demasiado dolor no, pues esto sirve de herramienta para Satanás.

Cuando la culpabilidad nos separa de Dios, lo que debemos buscar es el inmediato perdón del Señor, pues si nos escondemos, nos aislamos, nos autocastigamos, no podemos recibir dicho perdón. Dice la Biblia que si confesamos nuestro pecado Él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad.

El perdón de nuestros pecados –pasados, presentes y futuros– fue comprado por precio. Y el precio fue la sangre de Jesucristo en la cruz. Su sacrificio, su vida, su cuerpo entregado fue el costo que se pagó para que nosotros pudiéramos y podamos ser perdonados. Ningún mérito propio, ninguno de nuestros esfuerzos, buenas obras, ofrendas o sacrificios puede añadir algo a su sacrificio, pues la muerte y resurrección de Cristo fueron suficientes. Toda buena obra es evidencia de nuestra fe, pero el perdón de los pecados es otorgado solamente mediante el sacrificio del Hijo de Dios en el Calvario.

Ahora bien, cuando nosotros nos rehusamos a recibir el perdón, Satanás utiliza dicha resistencia para torturarnos. La culpa ya no es un proceso natural de reconciliación sino una postura enfermiza, pecaminosa, entregada a la oscuridad. Cuando no nos perdonamos a nosotros mismos evidenciamos nuestra falta de fe en el Señor, nuestra falta de fe en su sacrificio, rechazamos y minimizamos lo que Él hizo por nosotros.

Si rechazamos el perdón, por no sentirnos merecedores del mismo, es porque no hemos entendido que Jesús murió por nosotros, de hecho, sin que lo mereciéramos. No hemos comprendido el valor de su sacrificio y el don de su gracia. Cuando cerramos nuestro corazón y nos amargamos dentro de nosotros mismos por una culpa, permitimos que el diablo nos torture, y creemos a sus mentiras. Nos entregamos a la destrucción en vez de correr a la fuente de perdón y salvación.


La congoja por nuestro pecado es necesaria para alcanzar la reconciliación con Dios; pero el autoflajelo nos enfila hacia la perdición. Jesús odiaba el pecado, pero amaba a los pecadores, así como a los justos. Él fue capaz de perdonar pecados, liberar a hombres y mujeres de los demonios que los atormentaban, y sanar todo tipo de enfermedad física y espiritual. Su compasión no tuvo límites.

Judas se desesperó, se acobardó, huyó y tomó la justicia en sus manos: se quitó la vida antes que buscar y recibir el perdón. Pedro, en cambio, se dolió por su pecado cuando negó tres veces a Jesús, clamó por el perdón y fue inmediatamente perdonado y puesto a cargo de los apóstoles. Jesucristo le confirmó que lo seguía amando a pesar de su error, y que podía tener una nueva oportunidad.

Así nosotros, promovamos en nuestra relación con Dios el dolor de arrepentimiento cada vez que pequemos, confesemos nuestra culpa y dejémoslo todo a los pies de Cristo, a los pies de la cruz. Recibamos el perdón con humildad y valoremos la nueva oportunidad de rechazar el pecado y vivir para el espíritu, honrando el sacrificio de nuestro Señor, quien siempre está listo para perdonar; de esa manera desarmaremos al enemigo, quien siempre está listo para acusar, engañar, atacar, robar, matar y destruir.

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 7 DE OCTUBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Octubre 7


¡Qué multitud y qué variedad de seres se van descubriendo día a día! Hasta se van descubriendo nuevos mundos y el hombre va conquistando nuevos espacios inmensos.

Sin embargo, hablando con propiedad, sólo hay dos seres en todo el universo: Dios y yo. Sí, porque Dios está en todo lo creado, está en todos los hombres y yo frente a Él, viéndolo en todo y en todos.
Nada hay de lo que yo pueda prescindir, como tampoco nada hay que pueda prescindir de mí; esa será la única forma de beneficiarme yo de todo y de todos.

Todos formamos una sola unidad y, entre los elementos integrados de esa unidad, se da una inter relación que la vincula y hace que unos dependan de los otros.

“Las Sagradas Escrituras son, en el diálogo mismo, instrumentos preciosos en la mano poderosa de Dios, para lograr aquella unidad que el Salvador presenta a todos los hombres” (UR 21). Dios es el Dios de la unidad y no de la división; cuanto tiende a fructificar la unidad, viene de Dios; cuanto disuelve o afloja la unidad, no puede venir del Espíritu de Dios.


* P. Alfonso Milagro

PRIMER VIERNES DEL MES DE OCTUBRE- 2016 - SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



 PRIMER VIERNES DEL MES DE OCTUBRE
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS




Breve consideración: Jesús a su sierva Margarita María: " Me he acercado a ti, hija mía, para sustituir mi alma por la tuya, mi espíritu por el tuyo, mi Corazón por tu corazón, a fin de trocar nuestras vivdas. Tú sabes no quiero participación en tu cariño; así es que todas tus facultades de amar, de pensar y de padecer queden sepultadas, junto con tu voluntad, en la llaga de mi pecho; ahí encontrarás valor para vencerte a ti misma; ahí hallarás inefables delicias en la muerte de ti misma y en la victoria de mi Corazón"




ORACIÓN
CONTRATO DE AMOR, EN FORMA DE PLEGARIA:

Yo te suplico, Jesús mío, que no  me hagas conforme a la vida (la cual, según nuestros sentidos, es vida de muerte) que llevas en el Santísimo Sacramento, donde te haces obediente hasta el aniquilamiento a la sola voz del Sacerdote. Haz, Salvador mío, que en honra de tu obediencia y anonadamiento, sea yo también humilde y obediente por amor y para gloria de tu Sagrado Corazón.

Por Ti, Jesús, sacrifico mi libertad y mi propia voluntad a la tuya, y esto sin reservas. Detesto de todo corazón y renuncio  los respetos, repugnancias y desabrimientos que me sugiera  el amor prohibido, en cuanto me sea mandado o prohibido.

Este es el contrato que mi corazón hace con el tuyo,  !Oh Divino Jesús!, de obrar en todo por amor y con humildad, pues quiero vivir y morir en este ejercicio de amor perfecto. Suplícote que te hagas dueño de mi corazón y de cuanto pueda darte gloria en mí, en el tiempo y en la eternidad. Amén.

Santa Margarita María de Alacoque.



DECIMA PROMESA que se cumple para el mes de Octubre:

DARÉ A LOS SACERDOTES LA GRACIA DE MOVER LOS CORAZONES MÁS EMPEDERNIDOS.


Bendigamos a Jesús por esta preciosa promesa, y  pidámosle la cumpla con todos sus apóstoles, recitando las Letanías del Sagrado Corazón de Jesús.

V: Señor, ten piedad de nosotros.
R: Señor, ten piedad de nosotros.
V: Cristo, ten piedad de nosotros.
R: Cristo, ten piedad de nosotros.
V: Señor, ten piedad de nosotros.
R: Señor, ten piedad de nosotros.
V: Cristo, óyenos.
R: Cristo, óyenos.
V: Cristo, escúchanos.
R: Cristo, escúchanos.

V: Dios, Padre celestial,
R: ten piedad de nosotros.
V: Dios Hijo, Redentor del mundo,
R: ten piedad de nosotros.
V: Dios Espíritu Santo,
R: ten piedad de nosotros.
V: Trinidad Santa, un solo Dios,

R: ten piedad de nosotros.

V: Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre.
R: Ten piedad de nosotros.
V: Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el
seno de la Virgen María, R/.
Corazón de Jesús, unido substancialmente al
Verbo de Dios, R/.
Corazón de Jesús, de majestad infinita, R/.
Corazón de Jesús, templo santo de Dios, R/.
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, R/.
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, R/.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y amor, R/.
Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad, R/.
Corazón de Jesús, asilo de justicia y de amor, R/.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, R/.
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, R/.
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza, R/.
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, R/.
Corazón de Jesús, en quien están todos los tesoros
de la sabiduría y la ciencia, R/.
Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud
de la divinidad, R/.
Corazón de Jesús, en quién el Padre halló sus
complacencias, R/.
Corazón de Jesús, en cuya plenitud 
todos hemos recibido, R/.
Corazón de Jesús, deseo de los eternos collados, R/.
Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia, R/.
Corazón de Jesús, rico para todos los que te invocan, R/.
Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad, R/.
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, R/.
Corazón de Jesús, despedazado por nuestros delitos, R/.
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, R/.
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, R/.
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, R/.
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, R/.
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, R/.
Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti esperan, R/.
Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren
y esperan, R/.
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, R/.

V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: perdónanos, Señor.

V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: óyenos, Señor.
V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R: ten piedad y misericordia de nosotros.
V: Jesús, manso y humilde de corazón,
R: haz nuestro corazón semejante al Tuyo.
V: Sagrado Corazón de Jesús,
R: en Vos confío.

V: Sagrado Corazón de María,
R: salvad el alma mía.

V: Jesús y María os quiero con toda mi alma,
R: salvad almas y salvad el alma mía.



Una palabra de Santa Margarita María Alacoque a sus hermanos asociados: "Abismada en el divino Corazón pude ver los tesoros de amor y de gracia que reservaba a los que se sacrifican por procurar su reinado de este culto, y al mismo tiempo el bien incalculable que conseguirán para gloria de Jesús y en provecho de las almas, con este apostolado omnipotente".


Un PadreNuestro y Avemaría por los agonizantes y pecadores.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos Confío!!



ACTO DE CONSAGRACIÓN
SE SOR MARÍA DEL DIVINO CORAZÓN

Amabilísimo Jesús, yo me consagro de nuevo y sin reserva a tu Divino Corazón. Te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos, mi alma con todas sus potencias y mi ser todo entero. Te consagro mis pensamientos, palabras, obras, todos mis sufrimientos y trabajos, todas mis esperanzas, consuelos y alegrías. Especialmente te consagro mi pobre corazón para que no ame sino a Ti y se consuma como víctima en las llamas de tu amor. Acepta, !oh Corazón divino!, el deseo que tengo de consolarte y de pertenecerte para simpre. Toma de tal manera posesión de mí, que yo no tenga otra libertad que la de amarte, ni otra vida que sufrir y morir por Ti. Pongo en Ti toda mi confianza, una confianza sin límites, y espero de tu misericordia infinita perdón de todos mis pecados. Deposito en tus manos todos mis intereses, principalmente el de mi salvación eterna.

Prometo amarte y honrarte hasta el último momento de mi vida, y ayudado de tu divina gracia, prometo propagar con celo ardiente el culto de tu Sacratísimo Corazón. !Oh divino Corazón de Jesús!, dispón de mí como te agrade, no quiero más recompensa que tu mayor gloria y tu santo amor. Concédeme la gracia de hacer mi morada en tu Sacratísimo Corazón; allí es donde quiero pasar los días de mi vida y exhalar mi último suspiro.

Haz también de mi  corazón tu morada y el lugar de tu reposo, para quedarnos así íntimamente unidos, hasta que un día pueda yo alabarte, amarte y poseerte por toda la eternidad y cantar para siempre las misericordias de tu dulcísimo Corazón. Amén


Corazón Divino de Jesús, ten misericordia de nosotros (Tres veces)

Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.

San José, Ruega por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

20 FRASES DE SANTOS Y BEATOS QUE TE HARÁN AMAR MÁS EL SANTO ROSARIO


20 frases de Santos y Beatos que te harán amar más el Santo Rosario
Por Abel Camasca

 (ACI).- Desde que se empezó a propagar la devoción al Santo Rosario, por pedido de la Virgen María en el siglo XIII, muchos santos y beatos a lo largo de los tiempos han tenido una profunda devoción a esta oración mariana y ayudado a su difusión. Aquí 20 frases de aquellos que crecieron en santidad con el rezo del Rosario:

1. San Pío X

“Si quieren que la paz reine en sus familias y en su Patria, recen todos los días el Rosario con todos los suyos”. 

2. San Francisco de Sales 

“Rezar mi Rosario es mi más dulce ocupación y una verdadera alegría, porque sé que mientras lo rezo estoy hablando con la más amable y generosa de las madres”. 

3. San José de Calasanz

“Hacer saber a todos que sean devotos del Santísimo Rosario, en el que se contiene la vida, pasión y muerte de nuestro Redentor”. 

4. San Luis María Grignion de Montfort

“La práctica del Santo Rosario es grande, sublime y divina. El cielo nos la ha dado para convertir a los pecadores más endurecidos y a los herejes más obstinados” .

5. San Alfonso María de Ligorio

“Si queremos aliviar a las benditas almas del purgatorio, procuremos rogar por ellas a la Santísima Virgen, aplicando por ellas de modo especial el Santo Rosario que les servirá de gran alivio”.

6. San Antonio María Claret

“Las mejores conquistas de almas que he logrado, las he conseguido por medio del rezo devoto del Santo Rosario”. 

7. San Juan María Vianney (Santo Cura de Ars)

“Con esta arma le he quitado muchas almas al diablo”.  

8. San Juan Bosco

“Sobre la devoción de la Virgen y el rezo del Rosario se basa toda mi obra educativa. Preferiría renunciar a cualquier otra cosa, antes que al Rosario”. 

9. Santa Teresita del Niño Jesús (Teresita de Lisieux)

“Con el Rosario se puede alcanzar todo. Según una graciosa comparación, es una larga cadena que une el cielo y la tierra, uno de cuyos extremos está en nuestras manos y el otro en las de la Santísima Virgen. Mientras el Rosario sea rezado, Dios no puede abandonar al mundo, pues esta oración es muy poderosa sobre su Corazón”. 

10. Beato Pablo VI

“El rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso que favorezcan en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del Corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor”.  

11. San Josemaría Escrivá

“Ojalá sepas y quieras tú sembrar en todo el mundo la paz y la alegría, con esta admirable devoción mariana”. 

12. San Juan XXIII

“El Rosario es una muy excelente forma de oración meditada, compuesta a modo de mística corona”. 

13. San Juan Pablo II

“El Rosario me ha acompañado en los momentos de alegría y en los de tribulación. A él he confiado tantas preocupaciones y en él siempre he encontrado consuelo”. 

14.  Santa Teresa de Calcuta

“Aférrate al Rosario como las hojas de la hiedra se aferran al árbol; porque sin nuestra Señora no podemos permanecer”. 


15. San Pío de Pietrelcina

“¡Amen a la Virgen y háganla amar. Reciten siempre el Rosario!”. 

16. San Juan Berchmans

“Denme mis armas: la cruz, la corona del rosario de la Santísima Virgen y las reglas de la Compañía. Estas son mis tres prendas más amadas; con ellas moriré contento”. 

17. San Miguel Febres (Santo Hermano Miguel)

“Un cristiano sin Rosario, es un soldado sin armas”. 

18. Beato Álvaro del Portillo

“Al desgranar el Rosario, suplicad a la Reina del Mundo por la santidad de la familia”. 

19. Beato Bartolomé Longo

“Como dos amigos, frecuentándose, suelen parecerse también en las costumbres, así nosotros, conversando familiarmente con Jesús y la Virgen, al meditar los Misterios del Rosario, y formando juntos una misma vida de comunión, podemos llegar a ser, en la medida de nuestra pequeñez, parecidos a ellos, y aprender de estos eminentes ejemplos el vivir humilde, pobre, escondido, paciente y perfecto”. 

20. Santo Domingo de Guzmán

“Estás viendo el fruto que he conseguido con la predicación del Santo Rosario; haz lo mismo, tú y todos los que aman a María, para de ese modo atraer todos los pueblos al pleno conocimiento de las virtudes”.

FELIZ VIERNES!!!


jueves, 6 de octubre de 2016

AL QUE LLAMA, SE LE ABRIRÁ Y AL QUE PIDA SE LE DARÁ, EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 6 OCTUBRE 2016


Al que llama, se le abrirá y al que pida se le dará
Parábolas

Lucas 11, 5-13. Tiempo Ordinario. Pidamos las veces que haga falta, no quedaremos defraudados si lo hacemos con fe y confianza. 


Por: Xavier Caballero | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 11, 5-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: "Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle", y aquél, desde dentro, le responde: "No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos", os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite. Yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan! 

Oración introductoria
Señor, vengo ante Ti con la confianza y la seguridad que Tú eres mi Padre, dispuesto a darme todo lo bueno que necesito, aunque muchas veces no sepa pedirlo ni agradecerlo. Me dices que pida, que toque, que busque… esas son las intenciones de mi oración.

Petición
Señor, dame las gracias que más necesito para mi santificación.

Meditación del Papa Francisco
Porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra y al que llama, se le abrirá'. Pero se necesita, buscar y tocar a la puerta. Nosotros, ¿nos involucramos en la oración? ¿Sabemos tocar el corazón de Dios? En el evangelio Jesús dice: ‘Pues si ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!’ Esto es algo grande.
Cuando oramos valientemente, el Señor nos da la gracia, e incluso se da a sí mismo en la gracia: el Espíritu Santo, es decir, ¡a sí mismo! Nunca el Señor da o envía una gracia por correo: ¡nunca!
¡La lleva Él mismo! ¡Él es la gracia! Lo que pedimos es un poco como el papel en que se envuelve la gracia. Pero la verdadera gracia es Él que viene a traérmela. Es Él. Nuestra oración, si es valiente, recibe lo que pedimos, pero también aquello que es lo más importante: al Señor. (Cf. S.S. Francisco, 10 de octubre 2013, homilía en Santa Marta).
Reflexión
Cuando recorremos alguna playa o las zonas costeras y percibimos la arena y los acantilados, no podemos menos que maravillarnos del poder del agua. No es que el agua sea fuerte en sí.. A base de la constancia y la perseverancia es capaz de perforar, limar o erosionar cualquier tipo de roca o de superficie.

El Evangelio de hoy nos habla de la perseverancia en la oración. “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá...”. Un ejemplo tan humano como el del amigo que nos viene a pedir tres panes a medianoche, es suficiente para hacernos pensar sobre la realidad de este hecho.

En el caso de la oración, no se trata de una relación entre hombres más o menos buenos o, más o menos justos. Se trata de un diálogo con Dios, con ese Padre y Amigo que me ama, que es infinitamente bueno y que me espera siempre con los brazos abiertos.

¡Cuánta fe y cuánta confianza necesitamos a la hora de rezar! ¡Qué fácil es desanimarse a la primera! ¡Cómo nos cuesta intentarlo de nuevo, una y mil veces! Y sin embargo, los grandes hombres de la historia, han sufrido cientos de rechazos antes de ser reconocidos como tales.

Ojalá que nuestra oración como cristianos esté marcada por la constancia, por la perseverancia con la cual pedimos las cosas. Dios quiere darnos, desea que hallemos, anhela abrirnos... pero ha querido necesitar de nosotros, ha querido respetar nuestra libertad. Pidamos, busquemos, llamemos, las veces que haga falta, no quedaremos defraudados si lo hacemos con fe y confianza. Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Colaboremos con Él. ¡Vale la pena!

Propósito
Hacer el esfuerzo de salir de mí mismo, para que mi oración no se limite a la petición.

Diálogo con Cristo
Señor, redescubrir mi fe por medio del encuentro contigo en tu Palabra y en la Eucaristía, es la ruta trazada. Esforzarme por conocer más el Catecismo, el Credo y los documentos del Concilio Vaticano II serán los medios. Y todo será posible con tu gracia, la cual suplico por la intercesión de tu Santa Madre María, para que también ella me guíe para vivir plenamente este año de gracia en lo personal, en lo familiar y en la Iglesia.

SALMO DE LC 1, BENDITO SEA EL SEÑOR, DIOS DE ISRAEL, PORQUE HA VISITADO A SU PUEBLO


Salmo
Lc 1,69-70.71-72.73-75



R/. Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado a su pueblo

Nos ha suscitado una fuerza de salvación 
en la casa de David, su siervo, 
según lo había predicho desde antiguo 
por boca de sus santos profetas. R/. 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos 
y de la mano de todos los que nos odian; 
realizando la misericordia 
que tuvo con nuestros padres, 
recordando su santa alianza y el juramento 
que juró a nuestro padre Abrahán. R/.

Para concedernos que, libres de temor, 
arrancados de la mano de los enemigos, 
le sirvamos con santidad y justicia, 
en su presencia, todos nuestros días. R/.

RESCATAR EL PADRE NUESTRO


Rescatar el Padrenuestro


Por amor a Jesús que nos enseñó el Padrenuestro, éste debe ser la primera entre todas tus oraciones predilectas. Si el mismo Jesucristo ha querido dejarnos una fórmula para orar, es lógico que esa fórmula —el Padrenuestro— tenga un lugar preferencial en tus devociones. Pero es urgente meditarlo, venerarlo, profundizarlo y recrearlo. ¡Rescátalo de la rutina!

Sucede con el padrenuestro como con la casa donde nacimos: que de tanto verla no la hemos visto nunca. Es parte de nuestra retina, de nuestra sangre. Ya no nos dice nada. Como una moneda que, de tan usada, ha perdido completamente su relieve. El rostro que representaba es ya una superficie lisa imposible de adivinar. Así esta joya del Evangelio se ha convertido en la oración rutinaria de los cristianos de hoy. Tendríamos que rescatarla como quien descubre un continente o conquista en guerra una montaña. Tendríamos que volver a sentirnos como aquellos apóstoles que un día feliz oyeron de los labios de Jesús esas 58 palabras que son, en frase de Tertuliano, resumen de todo el evangelio (Martín Descalzo).

¿Cómo meditarlo? Te sugiero buscar otros textos bíblicos que iluminen cada frase. Por ej. Padre nuestro: “Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por sus fieles”. Otro: Líbranos del mal: “El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha. El Señor te guarda de todo mal. Él guarda tu alma”. Anímate a hacer algo.


* Enviado por el P. Natalio

CAE LA TARDE, SEÑOR Y YO ME ACUERDO DE TI...


Cae la tarde, Señor y yo me acuerdo de ti...
Vengo ante ti, Señor, que estás solo, siempre esperando, quiero ser tu compañía, y yo necesito la tuya. ¡Cómo te necesito, Señor!


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net 




Cae la tarde, Señor, y yo me acuerdo de ti...

Hoy me he sentido especialmente sola. El mundo se agita, corre, sueña, baila, grita, ríe, llora, canta, hay dolor, hay alegría ... pero nada de eso hay en mí, solo la soledad es mi compañera y la tarde se va en un crepúsculo de suave luz... y yo, Señor, me acuerdo de ti.

Vengo ante ti, Señor, que también estás solo, siempre esperando, y quiero ser tu compañía, pero yo necesito la tuya, ¡cómo te necesito, Señor!

Quédate conmigo porque tu eres mi luz y sin ti estoy en tinieblas.

Quédate conmigo, Jesús, porque necesito sentir tu presencia para no olvidarte porque ya ves con cuánta frecuencia te abandono.

Quédate , Señor, conmigo, porque se hace tarde y se vienen las sombras, es decir, se pasa la vida, se acerca la cuenta, la eternidad y es preciso que redoble mis días, mis esfuerzos y que no me detenga en el camino de la oración y de dar más amor... por eso te necesito.

En mi vida se está haciendo tarde, Señor, viene la noche, las tentaciones, sequedades, penas y cruces... y te necesito ¡oh, mi buen Jesús!.

Quédate conmigo porque soy muy débil y necesito de tu fuerza para no caer tantas veces.

Quédate Señor conmigo, porque deseo amarte mucho y con ese mismo amor, amar a mis semejantes.

Quédate, quédate conmigo para no sentir mi soledad, porque tengo frío y a veces todo me da miedo. Necesito tu presencia para sentir el calor de tu amor y tu mirada, la caricia de tus manos cuando lloro...tu dulce sonrisa que me da ánimo para seguir...

Quédate, Señor conmigo, porque Tu solo sabes dar amor, porque solo Tu tienes palabras de vida eterna y nos dices que quien en Ti cree, no muere: Yo soy la luz, la Verdad, el Camino y la Vida.

Soy como un pobre mendigo que implora una limosna, pero limosna de amor, esa que Tu sabes dar con tanta dulzura, con tanta plenitud, sin fijarte en lo poco que valgo, en lo poco que soy y en lo mal que se corresponder a tu gran amor. No tomes en cuenta esto y ¡quédate conmigo, te necesito tanto, oh, Señor!.

Ya se que en tu soledad del Sagrario un día soñaste con este encuentro y siempre me estabas esperando. Pues bien, Señor, aquí estoy, por fin, llegué cansada y triste, Tu lo sabes bien, pero al sentir tu presencia y tu compañía, todo cambió. Una suave serenidad arropa mi alma y el calor y la seguridad de tu amor me hacen mirar de frente a la vida.

¡Gracias mi Jesús Sacramentado!

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS, 6 DE OCTUBRE


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Octubre 6


Quizá hoy te hayas sentido aplastado y abatido; te habrás ido arrastrando a ras de tierra, sin ánimo de levantar tu mirada. Sin embargo, cuenta la leyenda que Dios creó las aves para que, al oírlas cantar, el hombre levantara sus ojos al cielo.

Así las aves serían embajadoras de Dios; y ¡son tantas y tantas las cosas que pueden ser verdaderamente embajadoras de Dios!
Levanta tus ojos, eleva tu mirada, clávala en el cielo y sigue adelante.

Cuando mañana inicies tu actividad, iníciala con mayor optimismo, con redoblado entusiasmo, con alegría comunicativa y, si acaso vuelves a sentirte abatido, redobla tus esfuerzos para elevarte a las alturas.

De esta forma, sin hablar quizá, tu vida podrá ser un verdadero pregón de Dios.

“Alzo mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá el auxilio? Mi auxilio viene del Señor que hizo el cielo y la tierra… Te cuida el Señor de todo mal; Él cuida tu vida; el Señor cuida tu salida y tu entrada desde ahora y por siempre” (Is 43,10). Si confías en Dios, Él no te faltará; lo que a veces sucede no es que falte la ayuda de Dios, sino tu confianza en Él.


* P. Alfonso Milagro

NOVENA A SANTA TERESA DE JESÚS (ÁVILA) DEL 6 AL 14 DE OCTUBRE


Hoy 6 de octubre iniciamos la Novena a Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia

 (ACI).- “Rogarle (a Dios) que vaya siempre adelante el aumento de la Iglesia Católica”, exhortaba Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia, fundadora de las Carmelitas Descalzas y patrona de los escritores españoles católicos; y cuya fiesta celebra la Iglesia universal este 15 de octubre.


Por ello, cercanos a su fiesta central, ofrecemos una novena para pedir su intercesión.



Primer Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Primer día
Amada en Jesucristo y de su querida Madre, Santa Teresa de Jesús, quien inspirada por Dios para reformar la Sagrada Orden del Carmen, fuiste espejo de castidad y pureza abrasada en el amor de Dios, consígueme la gracia de imitarte hasta la muerte.

Aquí me tienes postrado a tus plantas, deseando que obres en mí esa celestial sabiduría que te hizo predilecta para Jesucristo y su divina Madre, María Santísima. Yo te dedico esta novena para tu honra y gloria y bien de mi alma. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Segundo Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Segundo día
Aquí me tienes ¡oh Dios mío! a mí, vil gusanillo de la tierra, ciego por el camino de la perdición, que no teniendo en cuenta lo que padeciste por todas las criaturas, sufriendo tu sacratísima pasión y muerte por todos los pecadores, dame, Señor, esa luz divina que me inspire en tu bondad y misericordia infinita, para que sea digno de alcanzar la bienaventuranza, como la alcanzó la seráfica y gloriosa virgen Santa Teresa de Jesús. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Tercer Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Tercer día
¡Oh! mi buen Jesús, Dios y Señor de todo lo creado; yo te adoro y te amo de todo corazón con arrepentimiento sincero de todas mis culpas y pecados. Te pido que por favor abraces mi corazón como a tu amada esposa Santa Teresa de Jesús. Comunícame, Señor, esa llama celestial que limpie mi alma de toda culpa, para que sea digno de alcanzar la gloria que tanto deseo. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Cuarto Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús



Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Cuarto día
Te saludo resplandeciente lirio de la hermosura y sosegada primavera, Virgen Sagrada, divina esposa de Jesucristo que mereciste los dones celestiales y la predilección de María Santísima, dando al mundo ejemplos de virtud y de ternura.

Te suplico ¡oh Santa Teresa de Jesús! me comuniques la gracia del Eterno que tú mereciste para ser admitida en el seno de los cielos y así tener la dicha de acompañarte en la mansión de los justos. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Quinto Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús



Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Quinto día
Santa Teresa de Jesús, yo te escojo como ayuda piadosa, madre de mi flaqueza, de mis atenciones y necesidades; yo me entrego en tus brazos, lleno de arrepentimiento de todos mis pecados, para que me cubras con tu hábito seráfico, como a hijo tuyo, para que me consueles con tu gracia pidiendo a nuestro Señor Jesucristo, y a su purísima Madre, por este mortal que desea de todo corazón participar de la gloria reservada a las almas justas. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Sexto Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Sexto día
Santa Teresa de Jesús, aquí me tienes sumisa y arrepentida de todos mis pecados, pidiéndote la protección de Jesús y de su divina Madre, María Santísima. Por favor intercede para que obtenga la misericordia del Dios y la gracia de servirlo cumpliendo los mandamientos. Asimismo te pido que me socorras en el trance crítico de la muerte para morir en santa gracia. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús

Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Séptimo Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Séptimo día
Oh Dios misericordioso y clemente, cuyo espíritu de bondad manifiestas a los mortales cuando más pecadores se manifiestan. Eres, pues, pastor de las ovejas descarriadas que con vuestra infinita bondad y misericordia las diriges al redil de la bienaventuranza.

Te pido, mi buen Jesús, infiltres en mí ese espíritu para que yo me arrepienta de todos los pecados cometidos durante mi vida y sea yo tan feliz, como Santa Teresa de Jesús, para alabarte en la gloria por siempre jamás. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Octavo Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Octavo día
Señor mío Jesucristo, yo te adoro y amo de todo corazón y quisiera participar de los dolores de tu Pasión y muerte que sufriste por nosotros los pecadores. Pase por mí también el amargo cáliz de tantos padecimientos, como te dignaste favorecer a Santa Teresa de Jesús, para que mi alma quede purificada y pueda alcanzar la gloria que tienes reservada a los que te sirven. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Noveno Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Noveno día
Dios y Señor de todo lo creado, agradable es a tu divina misericordia la muerte de los que abandonan en gracia esta miserable vida y van a ser partícipes de la eterna bienaventuranza. Concédeme, Señor, a mí esa virtud con que favoreciste a Santa Teresa de Jesús por sus muchas virtudes dándole una muerte feliz, cuya alma voló al cielo en forma de blanca paloma donde la esperaban gozosos para celebrar su triunfo millares de coros de vírgenes, ángeles, arcángeles y serafines.

Te suplico, oh Santa Teresa de Jesús, que pidas por mí a tu esposo, nuestro Señor Jesucristo y a su bendita Madre, María Santísima, que se me conceda una buena muerte y que vaya después a gozar la eterna gloria. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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