martes, 4 de agosto de 2015

SAN JUAN MARÍA VIANNEY, EL CURA DE ARS, 4 DE AGOSTO


Juan María Vianney, Santo
Cura de Ars, 4 de agosto
Fuente: EWTN.com 




El Cura de Ars

Martirologio Romano: Memoria de san Juan María Vianney, presbítero, que durante más de cuarenta años se entregó de una manera admirable al servicio de la parroquia que le fue encomendada en la aldea de Ars, cerca de Belley, en Francia, con una intensa predicación, oración y ejemplos de penitencia. Diariamente catequizaba a niños y adultos, reconciliaba a los arrepentidos y con su ardiente caridad, alimentada en la fuente de la Eucaristía, brilló de tal modo, que difundió sus consejos a lo largo y a lo ancho de toda Europa y con su sabiduría llevó a Dios a muchísimas almas (†1859).

Fecha de canonización: 31 de mayo de 1925 por el Papa Pío XI.

Breve Biografía
Uno de los santos más populares en los últimos tiempos ha sido San Juan Vianney, llamado el santo Cura de Ars. En él se ha cumplido lo que dijo San Pablo: "Dios ha escogido lo que no vale a los ojos del mundo, para confundir a los grandes".

Era un campesino de mente rústica, nacido en Dardilly, Francia, el 8 de mayo de 1786. Durante su infancia estalló la Revolución Francesa que persiguió ferozmente a la religión católica. Así que él y su familia, para poder asistir a misa tenían que hacerlo en celebraciones hechas a escondidas, donde los agentes del gobierno no se dieran cuenta, porque había pena de muerte para los que se atrevieran a practicar en público sulreligión. La primera comunión la hizo Juan María a los 13 años, en una celebración nocturna, a escondidas, en un pajar, a donde los campesinos llegaban con bultos de pasto, simulando que iban a alimentar sus ganados, pero el objeto de su viaje era asistir a la Santa Misa que celebraba un sacerdote, con grave peligro de muerte, si los sorprendían las autoridades.

Juan María deseaba ser sacerdote, pero a su padre no le interesaba perder este buen obrero que le cuidaba sus ovejas y le trabajaba en el campo. Además no era fácil conseguir seminarios en esos tiempos tan difíciles. Y como estaban en guerra, Napoléon mandó reclutar todos los muchachos mayores de 17 años y llevarlos al ejército. Y uno de los reclutados fue nuestro biografiado. Se lo llevaron para el cuartel, pero por el camino, por entrar a una iglesia a rezar, se perdió del gurpo. Volvió a presentarse, pero en el viaje se enfermó y lo llevaron una noche al hospital y cuando al día siguiente se repuso ya los demás se habían ido. Las autoridades le ordenaron que se fuera por su cuenta a alcanzar a los otros, pero se encontró con un hombre que le dijo. "Sígame, que yo lo llevaré a donde debe ir". Lo siguió y después de mucho caminar se dio cuenta de que el otro era un desertor que huía del ejército, y que se encontraban totalmente lejos del batallón.

Y al llegar a un pueblo, Juan María se fue a donde el alcalde a contarle su caso. La ley ordenaba pena de muerte a quien desertara del ejército. Pero el alcalde que era muy bondadoso escondió al joven en su casa, y lo puso a dormir en un pajar, y así estuvo trabajando escondido por bastante tiempo, cambiándose de nombre, y escondiéndose muy hondo entre el pasto seco, cada vez que pasaban por allí grupos del ejército. Al fin en 1810, cuando Juan llevaba 14 meses de desertor el emperador Napoleón dio un decreto perdonando la culpa a todos los que se habían fugado del ejército, y Vianney pudo volver otra vez a su hogar.

Trató de ir a estudiar al seminario pero su intelecto era romo y duro, y no lograba aprender nada. Los profesores exclamaban: "Es muy buena persona, pero no sirve para estudiante No se le queda nada". Y lo echaron.

Se fue en peregrinación de muchos días hasta la tumba de San Francisco Regis, viajando de limosna, para pedirle a ese santo su ayuda para poder estudiar. Con la peregrinación no logró volverse más inteligente, pero adquirió valor para no dejarse desanimar por las dificultades. El año siguiente, recibió el sacramento de la confirmación, que le confirió todavía mayor fuerza para la lucha; en él tomó Juan María el nombre de Bautista.

El Padre Balley había fundado por su cuenta un pequeño seminario y allí recibió a Vianney. Al principio el sacerdote se desanimaba al ver que a este pobre muchacho no se le quedaba nada de lo que él le enseñaba Pero su conducta era tan excelente, y su criterio y su buena voluntad tan admirables que el buen Padre Balley dispuso hacer lo posible y lo imposible por hacerlo llegar al sacerdocio.

Después de prepararlo por tres años, dándole clases todos los días, el Padre Balley lo presentó a exámenes en el seminario. Fracaso total. No fue capaz de responder a las preguntas que esos profesores tan sabios le iban haciendo. Resultado: negativa total a que fuera ordenado de sacerdote.

Su gran benefactor, el Padre Balley, lo siguió instruyendo y lo llevó a donde sacerdotes santos y les pidió que examinaran si este joven estaba preparado para ser un buen sacerdote. Ellos se dieron cuenta de que tenía buen criterio, que sabía resolver problemas de conciencia, y que era seguro en sus apreciaciones en lo moral, y varios de ellos se fueron a recomendarlo al Sr. Obispo. El prelado al oír todas estas cosas les preguntó: ¿El joven Vianney es de buena conducta? - Ellos le repondieron: "Es excelente persona. Es un modelo de comportamiento. Es el seminarista menos sabio, pero el más santo" "Pues si así es - añadió el prelado - que sea ordenado de sacerdote, pues aunque le falte ciencia, con tal de que tenga santidad, Dios suplirá lo demás".

Y así el 12 de agosto de 1815, fue ordenado sacerdote, este joven que parecía tener menos inteligencia de la necesaria para este oficio, y que luego llegó a ser el más famoso párroco de su siglo (4 días después de su ordenación, nació San Juan Bosco). Los primeros tres años los pasó como vicepárroco del Padre Balley, su gran amigo y admirador.

Unos curitas muy sabios habían dicho por burla: "El Sr. Obispo lo ordenó de sacerdote, pero ahora se va a encartar con él, porque ¿a dónde lo va a enviar, que haga un buen papel?".

Y el 9 de febrero de 1818 fue envaido a la parroquia más pobre e infeliz. Se llamaba Ars. Tenía 370 habitantes. A misa los domingos no asistían sino un hombre y algunas mujeres. Su antecesor dejó escrito: "Las gentes de esta parroquia en lo único en que se diferecian de los ancianos, es en que ... están bautizadas". El pueblucho estaba lleno de cantinas y de bailaderos. Allí estará Juan Vianney de párroco durante 41 años, hasta su muerte, y lo transformará todo.

El nuevo Cura Párroco de Ars se propuso un método triple para cambiar a las gentes de su desarrapada parroquia. Rezar mucho. Sacrificarse lo más posible, y hablar fuerte y duro. ¿Qué en Ars casi nadie iba a la Misa? Pues él reemplazaba esa falta de asistencia, dedicando horas y más horas a la oración ante el Santísimo Sacramento en el altar. ¿Qué el pueblo estaba lleno de cantinas y bailaderos? Pues el párroco se dedicó a las más impresionantes penitencias para convertirlos. Durante años solamente se alimentará cada día con unas pocas papas cocinadas. Los lunes cocina una docena y media de papas, que le duran hasta el jueves. Y en ese día hará otro cocinado igual con lo cual se alimentará hasta el domingo. Es verdad que por las noches las cantinas y los bailaderos están repletos de gentes de su parroquia, pero también es verdad que él pasa muchas horas de cada noche rezando por ellos. ¿Y sus sermones? Ah, ahí si que enfoca toda la artillería de sus palabras contra los vicios de sus feligreses, y va demoliendo sin compasión todas las trampas con las que el diablo quiere perderlos.

Cuando el Padre Vianney empieza a volverse famoso muchas gentes se dedican a criticarlo. El Sr. Obispo envía un visitador a que oiga sus sermones, y le diga que cualidades y defectos tiene este predicador. El enviado vuelve trayendo noticias malas y buenas.

El prelado le pregunta: "¿Tienen algún defecto los sermones del Padre Vianney? - Sí, Monseñor: Tiene tres defectos. Primero, son muy largos. Segundo, son muy duros y fuertes. Tercero, siempre habla de los mismos temas: los pecados, los vicios, la muerte, el juicio, el infierno y el cielo". - ¿Y tienen también alguna cualidad estos sermones? - pregunta Monseñor-. "Si, tienen una cualidad, y es que los oyentes se conmueven, se convierten y empiezan una vida más santa de la que llevaban antes".

El Obispo satisfecho y sonriente exclamó: "Por esa última cualidad se le pueden perdonar al Párroco de Ars los otros tres defectos".

Los primeros años de su sacerdocio, duraba tres o más horas leyendo y estudiando, para preparar su sermón del domingo. Luego escribía. Durante otras tres o más horas paseaba por el campo recitándole su sermón a los árboles y al ganado, para tratar de aprenderlo. Después se arrodillaba por horas y horas ante el Santísimo Sacramento en el altar, encomendándo al Señor lo que iba decir al pueblo. Y sucedió muchas veces que al empezar a predicar se le olvidaba todo lo que había preparado, pero lo que le decía al pueblo causaba impresionantes conversiones. Es que se había preparado bien antes de predicar.

Pocos santos han tenido que entablar luchas tan tremendas contra el demonio como San Juan Vianney. El diablo no podía ocultar su canalla rabia al ver cuantas almas le quitaba este curita tan sencillo. Y lo atacaba sin compasión. Lo derribaba de la cama. Y hasta trató de prenderle fuego a su habitación . Lo despertaba con ruidos espantosos. Una vez le gritó: "Faldinegro odiado. Agradézcale a esa que llaman Virgen María, y si no ya me lo habría llevado al abismo".

Un día en una misión en un pueblo, varios sacerdotes jovenes dijeron que eso de las apariciones del demonio eran puros cuentos del Padre Vianney. El párroco los invitó a que fueran a dormir en el dormitorio donde iba a pasar la noche el famoso padrecito. Y cuando empezaron los tremendos ruidos y los espantos diabólicos, salieron todos huyendo en pijama hacia el patio y no se atrevieron a volver a entrar al dormitorio ni a volver a burlarse del santo cura. Pero él lo tomaba con toda calma y con humor y decía: "Con el patas hemos tenido ya tantos encuentros que ahora parecemos dos compinches". Pero no dejaba de quitarle almas y más almas al maldito Satanás.

Cuando concedieron el permiso para que lo ordenaran sacerdote, escribieron: "Que sea sacerdote, pero que no lo pongan a confesar, porque no tiene ciencia para ese oficio". Pues bien: ese fue su oficio durante toda la vida, y lo hizo mejor que los que sí tenían mucha ciencia e inteligencia. Porque en esto lo que vale son las iluminaciones del Espíritu Santo, y no nuestra vana ciencia que nos infla y nos llena de tonto orgullo.

Tenía que pasar 12 horas diarias en el confesionario durante el invierno y 16 durante el verano. Para confesarse con él había que apartar turno con tres días de anticipación. Y en el confesionario conseguía conversiones impresionantes.

Desde 1830 hasta 1845 llegaron 300 personas cada día a Ars, de distintas regiones de Francia a confesarse con el humilde sacerdote Vianney. El último año de su vida los peregrinos que llegaron a Ars fueron 100 mil. Junto a la casa cural había varios hoteles donde se hospedaban los que iban a confesarse.

A las 12 de la noche se levantaba el santo sacerdote. Luego hacía sonar la campana de la torre, abría la iglesia y empezaba a confesar. A esa hora ya la fila de penitentes era de más de una cuadra de larga. Confesaba hombres hasta las seis de la mañana. Poco después de las seis empezaba a rezar los salmos de su devocionario y a prepararse a la Santa Misa. A las siete celebraba el santo oficio. En los últimos años el Obispo logró que a las ocho de la mañana se tomara una taza de leche.

De ocho a once confesaba mujeres. A las 11 daba una clase de catecismo para todas las personas que estuvieran ahí en el templo. Eran palabras muy sencillas que le hacían inmenso bien a los oyentes.

A las doce iba a tomarse un ligerísimo almuerzo. Se bañaba, se afeitaba, y se iba a visitar un instituto para jóvenes pobres que él costeaba con las limosnas que la gente había traido. Por la calle la gente lo rodeaba con gran veneración y le hacían consultas.

De una y media hasta las seis seguía confesando. Sus consejos en la confesión eran muy breves. Pero a muchos les leía los pecados en su pensamiento y les decía los pecados que se les habían quedado sin decir. Era fuerte en combatir la borrachera y otros vicios.

En el confesionario sufría mareos y a ratos le parecía que se iba a congelar de frío en el invierno y en verano sudaba copiosamente. Pero seguía confesando como si nada estuviera sufriendo. Decía: "El confesionario es el ataúd donde me han sepultado estando todavía vivo". Pero ahí era donde conseguía sus grandes triunfos en favor de las almas.

Por la noche leía un rato, y a las ocho se acostaba, para de nuevo levantarse a las doce de la noche y seguir confesando.

Cuando llegó a Ars solamente iba un hombre a misa. Cuando murió solamente había un hombre en Ars que no iba a misa. Se cerraron muchas cantinas y bailaderos.

En Ars todos se sentían santamente orgullosos de tener un párroco tan santo. Cuando él llegó a esa parroquia la gente trabajaba en domingo y cosechaba poco. Logró poco a poco que nadie trabajara en los campos los domingos y las cosechas se volvieron mucho mejores.

Siempre se creía un miserable pecador. Jamás hablaba de sus obras o éxitos obtenidos. A un hombre que lo insultó en la calle le escribió una carta humildísima pidiendole perdón por todo, como si el hubiera sido quién hubiera ofendido al otro. El obispo le envió un distintivo elegante de canónigo y nunca se lo quiso poner. El gobierno nacional le concedió una condecoración y él no se la quiso colocar. Decía con humor: "Es el colmo: el gobierno condecorando a un cobarde que desertó del ejército". Y Dios premió su humildad con admirables milagros.

El 4 de agosto de 1859 pasó a recibir su premio en la eternidad.

Fue beatificado el 8 de enero de 1905 por el Papa San Pío X, y canonizado por S.S. Pío XI el 31 de mayo de 1925.

lunes, 3 de agosto de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 3 DE AGOSTO DEL 2015


Dadles vosotros de comer
Milagros


Mateo 14, 13-21. Tiempo Ordinario. Así ha querido Jesús darse a conocer a lo largo de los siglos, por medio del testimonio y la evangelización. 


Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la 18a. Semana del Tiempo Ordinario   del lunes 3 al domingo 9 de agosto 2015.
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Del santo Evangelio según san Mateo 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer. Jesús les replicó: No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer. Ellos le replicaron: Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces. Les dijo: "Traédmelos". Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente: Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Oración introductoria
Jesús, como esa gente vengo a tu encuentro, quiero hablar contigo y escuchar tus palabras en esta oración. ¿Qué quieres que haga hoy por Ti? No busco ningún interés personal, lo único que te pido es que multipliques tu gracia en mí para poder experimentar tu amor y tu cercanía para trasmitirlos a los demás.

Petición
Señor, no permitas que deje pasar nunca la oportunidad de servir a los demás.

Meditación del Papa Francisco
Cristo presente en medio de nosotros, en el signo del pan y del vino, exige que la fuerza del amor supere cada laceración, y al mismo tiempo que se convierta en comunión con el pobre, apoyado por el débil, atención fraterna a cuántos les cuesta sostener el peso de la vida cotidiana. 
Nos disgregamos cuando no somos dóciles a la Palabra del Señor, cuando no vivimos la fraternidad entre nosotros, cuando competimos para ocupar los primeros puestos, cuando no encontramos la valentía de testimoniar la caridad, cuando no somos capaces de ofrecer esperanza. La Eucaristía nos permite no disgregarnos porque es vínculo de comunión, es cumplimiento de la Alianza, signo viviente del amor de Cristo que se ha humillado e inmolado para que nosotros permaneciéramos unidos.  Participando en la Eucaristía y nutriéndonos de ella, estamos dentro de un camino que no admite divisiones. (Cf Homilía de S.S. Francisco,  4 de junio de 2015, en Santa Marta).
Reflexión
Los profesionales, las madres, los estudiantes, los trabajadores, los maestros, los padres, los hijos, en definitiva, todos los hombres buscan, consciente o inconscientemente, algo que les realice plenamente, algo que trascienda sus vidas, que les llene de paz interior.

Estos hombres y mujeres hambrientos y sedientos de Dios se acercan a las puertas de la fe. Y al cruzar el umbral se encuentran con otros hombres y mujeres, como ellos, a quienes Jesús les ha mandado; dadles vosotros de comer.

Así ha querido Jesús darse a conocer a lo largo de los siglos; por medio del testimonio y la evangelización de personas con una vocación especial: son los sacerdotes, las religiosas, las personas consagradas y los laicos.

Es el milagro de los que han recibido a Cristo como alimento. Unidos a Jesús por medio de la Iglesia, son capaces de saciar el hambre de miles de personas. Pero son pocos, muy pocos los que lleven a Cristo a los demás. En este tiempo, hay millones de personas que todavía no conocen a Jesús. Muchos de ellos sienten la necesidad de orientar sus vidas hacia Dios y no tienen quien les ayude. Cristo nos urge a colaborar con Él en la tarea de dar de comer a las almas hambrientas de trascendencia.

Diálogo con Cristo
Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a Corazón
Señor, gracias por hacerme parte de la historia de la salvación. ¡Sí! Yo quiero ser ese pan partido que pueda ayudar a los demás a descubrir y experimentar tu amor. Que mi debilidad no me detenga, que sepa poner los problemas en tus manos y, confiadamente, hacer lo que tu santa voluntad permita.

Propósito
Por la noche voy a examinar mi actitud y mis reacciones ante las dificultades, para ver si corresponden al espíritu de un verdadero discípulo y misionero de Cristo.

EL PECADOR


EL PECADOR



Un hombre fue a confesarse con un sacerdote y le pidió que fuera su intercesor ante Dios, para ver si así dejaba sus pecados y su mala vida. El sacerdote así se lo prometió y así lo hizo; mas como al cabo de algún tiempo no paraba de quejarse de que seguía pecando y no le eran de provecho alguno aquellas oraciones, el sacerdote le dijo: 

- Ven y ayúdame a levantar aquel costal de trigo que se le ha caído a esa mula. 

Cogió el hombre por un lado y el sacerdote por otro, y cuanto más tiraba el pecador para arriba, más tiraba el sacerdote para abajo: 

- ¿Cómo lo vamos a levantar de esta manera? preguntó el hombre. 

- Pues igual haces tú -respondió el sacerdote- cuando pido a Dios que te libre de tus pecados, tú sigues tirando hacia abajo. 

Moraleja: Nuestra voluntad de querer cambiar es determinante en el proceso de santificación. La voluntad se ve fortalecida con la oración y los sacramentos. Estas constituyen nuestros mejores escudos para protegernos más eficientemente en el ambiente en que vivimos. ¡Vívelos para poder tener vida verdadera! 

IMÁGENES DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO










SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, FUNDADOR Y OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA, 1 DE AGOSTO


San Alfonso María de Ligorio
Fundador, Obispo y Doctor de la Iglesia



Nació en Marianella junto a Nápoles el año 1696. Después de obtener el grado de doctor en ambos derechos y de ejercer la abogacía con gran delicadeza de conciencia, cursó la carrera eclesiástica, se ordenó sacerdote en 1726 y se dedicó a las misiones populares y al confesonario. 

Entre grandes dificultades fundó en 1732 la Congregación del Santísimo Redentor (Redentoristas), con el fin de dar nuevo aliento a la vida cristiana de los campesinos e iletrados. Además escribió libros de espiritualidad y de teología moral, materia en la que es considerado un verdadero maestro. Entre sus obras hay que destacar la Teología Moral y Las Glorias de María que tanto ha influido en la devoción a la Virgen. En torno al año 1760 fue consagrado obispo de Sant'Agata dei Goti, donde se prodigó a lo largo de trece años en un apostolado fecundo. Después renunció a su obispado y se fue con sus religiosos. Murió en Pagani, cerca de Nápoles, el 1 de agosto de 1787.


Oración: Oh Dios, que suscitas continuamente en tu Iglesia nuevos ejemplos de santidad, concédenos la gracia de imitar en el celo apostólico a tu obispo san Alfonso María de Ligorio, para que podamos compartir en el cielo su misma recompensa. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


© Directorio Franciscano   

INVOCA A LA VIRGEN MARÍA


Invoca a María



Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar… ¡Invoca a María!

Si te golpean las olas de la soberbia, de la maledicencia, de la envidia, mira a la estrella… ¡Invoca a María!

Si la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus sentidos quieren hundir la barca de tu espíritu, que tus ojos vayan a esa estrella… ¡Invoca a María!

Si ante el recuerdo desconsolador de tus muchos pecados y de la severidad de Dios, te sientes ir hacia el abismo del desaliento o de la desesperación, lánzale una mirada a la estrella, e invoca a la Madre de Dios.

En medio de tus peligros, de tus angustia, de tus dudas, piensa en María… ¡Invoca a María!

El pensar en Ella y el invocarla, sean dos cosas que no se aparten nunca ni de tu corazón ni de tus labios.

Y para estar más seguro de su protección no te olvides de imitar sus ejemplos.

¡Siguiéndola no te pierdes en el camino!

¡Implorándola no te desesperarás!

¡Pensando en Ella no te descarriarás!

Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir. Bajo su manto nada hay que temer.

¡Bajo su guía no habrá cansancio, y con su favor llegarás felizmente al Puerto de la Patria Celestial!


San Bernardo

MUJER - HOMBRE: ¿CUÁL ES LA RELACIÓN ENTRE ELLOS SEGÚN LA IGLESIA CATÓLICA?


Mujer- Hombre: ¿Cuál es la relación entre ellos según la iglesia católica?

Fragmentos de verdad católica



El hombre como la mujer son personas humanas, en igual medida; la igualdad en la dignidad de las personas, lo cual se realiza como complementariedad física, psicológica y ontológica, y da lugar a una 



Por: Mons. Rafaello Martinelli | Fuente: Catholic.net 




¿Qué dice la iglesia acerca de la relación entre el hombre y la mujer?
- La Iglesia, iluminada por la fe en Jesucristo, afirma:
· el carácter personal del ser humano: o sea, que tanto el hombre como la mujer son personas humanas, en igual medida;
· la igualdad en la dignidad de las personas, lo cual se realiza como complementariedad física, psicológica y ontológica, y da lugar a una "unidualidad" relacional;
· la importancia y el sentido de la diferencia sexual;
· la existencia de uno con y para el otro;
· el carácter relacional, no competitivo ni de revancha;
· la colaboración activa, entre el hombre y la mujer, la cual parte del reconocimiento de la misma diferencia entre el hombre y la mujer;
· la presencia del pecado, el cual estropea mas no anula esta positiva relación y colaboración entre ellos.
 
¿Dónde encuentra la iglesia esta concepción?
La encuentra en la Sagrada Escritura que, rica, también, en sabiduría humana, la ha manifestado progresivamente gracias a la intervención de Dios en favor de la humanidad.
 ¿Cómo presenta el antiguo testamento la importancia del hombre y la mujer?
Presenta la importancia del hombre y de la mujer de varios modos.
Por ejemplo, el Antiguo Testamento:
· configura una historia de salvación que pone simultáneamente en juego la participación de lo masculino y femenino, la importancia del hombre y la mujer;
· utiliza un vocabulario nupcial: Dios se da a conocer como el Esposo que ama a Israel, su Esposa. Este vocabulario expresa la naturaleza misma de la relación que Dios establece con su pueblo, si bien esta relación es más amplia de lo que se puede experimentar en la relación nupcial humana;
· presenta un amor muy humano, que celebra la belleza de los cuerpos y la felicidad de la atracción recíproca en la que se expresa al mismo tiempo el amor divino por su pueblo (esto se puede ver por ejemplo en el libro del Cantar de los Cantares ).

¿Cómo presenta el nuevo testamento la relación entre el hombre y la mujer?
Confirma y completa lo que ya estaba presente en el Antiguo Testamento:
· Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, asume en su masculinidad todo aquello que el simbolismo veto testamentario había aplicado al amor de Dios por su pueblo, descrito como el amor de un esposo por su esposa;
· la Virgen María, como elegida hija de Sión, en su feminidad, recapitula y transfigura la condición de Israel/Esposa en espera del día de la salvación;
· la Esposa amada de Cristo-Esposo es la Iglesia;
· la revelación misma se concluye con la palabra de la Esposa y del Espíritu que suplican la llegada del Esposo: "Ven, Señor Jesús" (Ap 22, 20);
· el amor total e indisoluble del hombre y de la mujer, vivido en la vida de la gracia bautismal, se transforma en un sacramento, es decir, una realidad que manifiesta y comunica el amor de Cristo y la Iglesia;
· en la gracia de Cristo, que renueva sus corazones, el hombre y la mujer son capaces de liberarse del pecado y de conocer el gozo del don recíproco. Con la fuerza que da la Resurrección de Cristo, es posible la victoria de la fidelidad sobre la debilidad, sobre las heridas sufridas y sobre los pecados de la pareja;
· la rivalidad, la enemistad y la violencia que deforman la relación entre el hombre y la mujer, en Cristo son superables y superadas. La diferencia que existe entre ellos no se convierte en un motivo de discordia que deba superarse con la negación o la nivelación, sino en una posibilidad de colaboración que necesita cultivarse con el respeto recíproco de las diferencias.
Según la concepción cristiana, ¿cuál es la importancia de la sexualidad de la persona humana?
La sexualidad tiene una gran importancia, tanto desde el punto de vista antropológico como desde el punto de vista teológico:
- La dimensión antropológica de la sexualidad en la fe cristiana:
· es la humanidad sexuada la que es declarada explícitamente "imagen de Dios";
· la sexualidad caracteriza al hombre y a la mujer no sólo en el plano físico, sino también en el plano psicológico y espiritual, marcando cada una de sus expresiones;
· la sexualidad es un componente fundamental de la personalidad, de su modo de ser, de manifestarse, de comunicarse con los demás, de sentir, de expresar y de vivir el amor humano;
· la sexualidad expresa el carácter esponsal del cuerpo, en el cual se inscribe la masculinidad y la feminidad de la persona.
- La dimensión teológica de la sexualidad:
· La distinción hombre-mujer es querida y creada por Dios: "Creo Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, hombre y mujer los creó" (Gn 1, 26-27);
· La relación entre el hombre y la mujer es buena, pero ha sido herida por el pecado, por lo tanto necesita de ser sanada, y Cristo lo puede y lo quiere hacer.
 
¿Cuáles son los aspectos negativos que existen hoy en la relación entre la mujer y el hombre?
- Estos son algunos de los aspectos negativos que hoy se pueden relevar en la relación entre el hombre y la mujer:
· subordinación de uno con respecto al otro;
· antagonismo y rivalidad entre ellos;
· actitud de contestación;
· contraposición, desconfianza y defensiva;
· cancelación de las diferencias entre el hombre y la mujer, comenzando por aquellas biológico-sexuales, consideradas como simples efectos de un condicionamiento histórico-cultural.
 
 ¿Cuáles son las consecuencias que produce el oscurecimiento de esta diferencia o dualidad entre los sexos?
- Produce, a diversos niveles, consecuencias enormes, como por ejemplo:
· el poner en duda la familia misma, por su índole natural biparental, es decir, compuesta de padre y madre;
· la equiparación de la heterosexualidad a la homosexualidad;
· un modelo de sexualidad pluriforme;
· libertad para que cada persona pueda elegir su sexo según sus propios gustos;
· rechazo de las Sagradas Escrituras que, según eso, transmitirían una concepción patriarcal de Dios, alimentada por una cultura esencialmente machista;
- poca importancia al hecho de que el Hijo de Dios asumió la naturaleza humana en su forma masculina.
 
Según la concepción cristiana, ¿en qué consiste la originalidad de la mujer?
La mujer conserva la profunda intuición que lo mejor de su vida se realiza en las actividades orientadas al despertar del otro, a su crecimiento y protección. Indica la capacidad fundamental de cada ser humano de vivir para el otro y gracias al otro. Por lo tanto, la promoción de la mujer al interno de la sociedad debe ser comprendida y querida como una humanización de la persona, sea hombre o mujer, y de la sociedad misma, realizada gracias a los valores redescubiertos por las mujeres.
 
¿Cómo se expresa esta intuición?
Esta intuición está en relación con la capacidad física que posee la mujer de dar la vida. Ya vivida o en forma potencial, esta capacidad es una realidad que estructura, en profundidad, la personalidad femenina.
 
La capacidad biológica de dar vida, ¿qué le permite a la mujer?
- Le permite adquirir tempranamente la madurez, el sentido de la gravedad de la vida y la responsabilidad que esto implica.
- Desarrolla en ella el sentido y el respeto de lo concreto, que se opone a las abstracciones frecuentemente letales para la existencia de los individuos y de las sociedades.
- Finalmente, es la mujer que, aún en las situaciones más difíciles - y la historia pasada y presente es testigo - posee una capacidad única de resistir en la adversidad, de convertir en posible la vida aún en situaciones extremas, de conservar un sentido tenaz del futuro y, por último, de recordar incluso con las lágrimas el precio que posee cada vida humana.
 
¿La mujer es considerada solamente desde el punto de vista de la procreación biológica?
¡Desde luego que no! La misma existencia de la vocación cristiana a la virginidad niega radicalmente la pretensión de encerrar a las mujeres en un destino que sería solamente biológico.
 
¿Qué relación existe entre maternidad física y virginidad?
Existe una relación de complementariedad. Así como a la virginidad la maternidad física le recuerda que no existe vocación cristiana si no es está presente el don de sí mismo a los demás, de igual modo a la maternidad física la virginidad le recuerda su dimensión fundamentalmente espiritual: no es dando sólo vida física que se genera verdaderamente al otro. Lo que significa que la maternidad puede encontrar formas de realización plena también donde no existe generación física.
 
El papa Juan Pablo II habló de la genio della donna. ¿qué implica esta particularidad, en la vida de la sociedad?
- En primer lugar, implica que la mujer está presente activamente y con firmeza en el seno familia, sociedad primordial y en cierto modo soberana, donde la persona humana aprende a ser amada y a amar, a ser respetada y respetar, a conocer y amar a Dios. Sería sumamente provechoso para la sociedad el hacer posible a la madre - sin obstaculizar su libertad, sin discriminación psicológica o práctica, sin penalización en relación a sus compañeras - el dedicarse al cuidado y educación de los hijos según las diferentes necesidades de los mismos, de acuerdo a sus edades.
- Además implica que las mujeres estén presentes en el mundo del trabajo y de las organizaciones sociales y que tengan acceso a los puestos de responsabilidad que le ofrecen la posibilidad de inspirar las políticas de las naciones y de promover soluciones innovadoras a los problemas sociales y económicos.

 ¿Cómo hacer para que la mujer pueda armonizar familia y trabajo?
- El problema no es sólo jurídico, económico y organizativo. Sobre todo es un problema de mentalidad, cultura y respeto.
- Esto lleva:
· a una legislación y organización del trabajo en armonía con las exigencias de la misión de la mujer al interno de la familia;
· a una justa valorización de la tarea realizada por la mujer en la familia;
· al respeto de las características de las mujeres, diversas a las de los hombres;
· a la presencia de las mujeres en el mundo del trabajo y de la organización social y política.
 ¿Cuál es el rol de la mujer en la vida de la iglesia?
- Las mujeres son llamadas a ser modelos y testimonios insustituibles para todos los cristianos, de como la Esposa (la Iglesia) debe corresponder al amor del Esposo (Jesucristo).
- La figura de la Virgen María constituye en la Iglesia la referencia fundamental, cual modelo de actitudes, que si bien son típicas de todo bautizado, de hecho son características de la mujer, que las vive con particular intensidad y naturaleza.
 
¿Cuáles son las actitudes en las que María es modelo?
- María es modelo:
· en la escucha y acogida de la Palabra de Dios;
· en el agradecimiento y alabanza a Dios, por todos sus beneficios (cfr. 'Magnificat');
· en el reconocimiento de la infinita humildad de Dios, que se hace hombre en su Hijo, que muere en cruz por la salvación de la humanidad.
 
¿Quién es el más grande delante a Dios?
¡Quién mayormente imita a Cristo! Por lo tanto, quién es el más santo es también el más grande en la tierra y en el cielo! Y ésta es la mejor meta tanto para la mujer como para el hombre, sin distinciones.
 
El Primicerio
De la Basílica de los Santos Ambrosio y Carlos en Roma
Monseñor Raffaello Martinelli

EL PAN DE VIDA


El pan de vida



La gente necesita a Jesús y lo busca. Hay algo en él que los atrae, pero todavía no saben exactamente por qué lo buscan ni para qué. Según el evangelista, muchos lo hacen porque el día anterior les ha distribuido pan para saciar su hambre.

Jesús comienza a conversar con ellos. Hay cosas que conviene aclarar desde el principio. El pan material es muy importante. Él mismo les ha enseñado a pedir a Dios «el pan de cada día» para todos. Pero el ser humano necesita algo más. Jesús quiere ofrecerles un alimento que puede saciar para siempre su hambre de vida.

La gente intuye que Jesús les está abriendo un horizonte nuevo, pero no saben qué hacer, ni por dónde empezar. El evangelista resume sus interrogantes con estas palabras: «Y ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?». Hay en ellos un deseo sincero de acertar. Quieren trabajar en lo que Dios quiere, pero, acostumbrados a pensarlo todo desde la Ley, preguntan a Jesús qué obras, prácticas y observancias nuevas tienen que tener en cuenta.

La respuesta de Jesús toca el corazón del cristianismo: «la obra (¡en singular!) que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado». Dios sólo quiere que crean en Jesucristo pues es el gran regalo que él ha enviado al mundo. Ésta es la nueva exigencia. En esto han de trabajar. Lo demás es secundario.

Después de veinte siglos de cristianismo, ¿no necesitamos descubrir de nuevo que toda la fuerza y la originalidad de la Iglesia está en creer en Jesucristo y seguirlo? ¿No necesitamos pasar de la actitud de adeptos de una religión de "creencias" y de "prácticas" a vivir como discípulos de Jesús?

La fe cristiana no consiste primordialmente en ir cumpliendo correctamente un código de prácticas y observancias nuevas, superiores a las del antiguo testamento. No. La identidad cristiana está en aprender a vivir un estilo de vida que nace de la relación viva y confiada en Jesús el Cristo. Nos vamos haciendo cristianos en la medida en que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabajar, sufrir y vivir como Jesús.

Ser cristiano exige hoy una experiencia de Jesús y una identificación con su proyecto que no se requería hace unos años para ser un buen practicante. Para subsistir en medio de la sociedad laica, las comunidades cristianas necesitan cuidar más que  nunca la adhesión y el contacto vital con Jesús el Cristo.


José Antonio Pagola

ME SIENTO UN NÁUFRAGO ESPIRITUAL


Me siento un náufrago espiritual
En este mar apático se nada y se nada, buscando una isla donde aferrarse, hasta que vemos a Dios a nuestro alrededor.
Por: Oscar Schmidt 




Si, a veces me siento como un náufrago nadando en un mar de incomprensión espiritual, tratando de encontrar aunque más no sea una isla pequeña donde descansar ¿A qué me refiero?

Rodeado de la vida mundana, no se advierte que los demás miren este mundo aunque no sea más que un poquito, con los ojos de Dios. Escucho hablar a la gente de cosas que suceden, y se advierte de inmediato la mano de Dios en ello. Pero, ¿cómo decirlo, si no hay peor sordo que el no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver? Miro a derecha, a izquierda, por delante y por detrás, y sólo veo gente que no tiene la más mínima voluntad de introducir a Dios en sus vidas. ¡Un verdadero mar de frialdad espiritual!. Miles de millones de almas viven totalmente ajenas a El. Mientras rezo en mi interior, y pienso en lo mal que se siente el Creador al ver semejante nivel de indiferencia, más y más me siento como un náufrago perdido en un mar de ignorancia y ceguera espiritual. Y ésta realidad me resulta visible en aquellos momentos en que, por Gracia de Dios, se abre mi corazón a ver la realidad con una mirada espiritual, porque el resto del tiempo entristezco al Señor con pensamientos y sentimientos del todo mundanos también.

En este mar apático se nada y se nada, buscando una isla donde aferrarse. Y esas islas aparecen, cuando cruzamos nuestro camino con alguien que ve a Dios en lo que ocurre a nuestro alrededor. ¡Y cómo nos aferramos a estas personas en esos momentos! Conversaciones vibrantes, plenas de amor a Dios, compartiendo tantas cosas que el mar-desierto espiritual que nos rodea ignora totalmente. Son momentos de descansar, de tomar fuerzas, de recordar que el Señor nunca nos deja desamparados. Y luego de gozar estos instantes de unión con esos hermanos en el amor a Jesús y María, a nadar nuevamente en el mar que nos rodea.

Creo que nuestra obligación, como hijos de Dios, es sobreponernos a éstas frustraciones del alma, y seguir luchando en medio de tan grande incomprensión. Debemos dar testimonio del amor por Dios, aunque nadie nos preste atención, a riesgo de que nos tomen por locos o aburridos, o pasados de moda, o el calificativo que sea. Imaginen que el pobre Jesús también nadó en este mar espiritual cuando vino a nosotros, y como siempre, la Palabra del Señor es el modelo de lo que debemos esperar de nuestras vidas, y también de cómo debemos reaccionar frente a la falta de amor del mundo.

Hoy nos sentimos náufragos, y también colaboramos con el naufragio general ante nuestra falta de amor por El. Pero, personalmente, creo que si cada uno de nosotros nada con fuerza en estas aguas, dando vigoroso testimonio del amor como único camino, se irán formando más y más islas a nuestro alrededor, hasta que se unan poco a poco.

Y esas islas, que son las almas de los que aman a Dios, unidas unas con otras formarán un continente espiritual, donde reine el Amor por nuestro Dios, donde se pueda pisar firme y confiado en tierras regadas por las lágrimas de quienes donaron sus vidas por el Salvador, a lo largo de los siglos.

PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO


domingo, 2 de agosto de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 2 DE AGOSTO DEL 2015

La primera condición.....¡que creas!
Tiempo Ordinario

Juan 6, 24-35. Domingo 18o. Tiempo Ordinario B. Si yo creyera que Jesús está de verdad en la Eucaristía, nadie sería capaz de moverme del Sagrario.


Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net 



Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la 18a. Semana del Tiempo Ordinario   del lunes 3 al domingo 9 de agosto 2015.
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Del santo Evangelio según san Juan 6, 24-35
Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.» Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?» Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.» Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer.» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.» Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.» Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.

Oración introductoria
Señor, ¡dame siempre de tu pan! De ese pan Eucaristía que diviniza mi humanidad. De ese pan de tu Palabra que me muestra el camino que hay que recorrer, con sus luces y sombras. Y en este momento, de ese pan de la oración que fortalece mi espíritu, por eso te pido que ilumines esta oración para llenarme de Ti y poder, así, llevarte a los demás.

Petición
Señor, no permitas que busque señales sino que siempre confíe en tu amor.

Meditación del Papa Benedicto XVI
"Que creáis en el que Él ha enviado…Este es el Misterio de la fe". Con esta expresión, pronunciada inmediatamente después de las palabras de la consagración, el sacerdote proclama el misterio celebrado y manifiesta su admiración ante la conversión sustancial del pan y el vino en el cuerpo y la sangre del Señor Jesús, una realidad que supera toda comprensión humana. En efecto, la Eucaristía es “misterio de la fe” por excelencia: "es el compendio y la suma de nuestra fe". La fe de la Iglesia es esencialmente fe eucarística y se alimenta de modo particular en la mesa de la Eucaristía. La fe y los sacramentos son dos aspectos complementarios de la vida eclesial. La fe que suscita el anuncio de la Palabra de Dios se alimenta y crece en el encuentro de gracia con el Señor resucitado que se produce en los sacramentos: "La fe se expresa en el rito y el rito refuerza y fortalece la fe". Por eso, el Sacramento del altar está siempre en el centro de la vida eclesial; "gracias a la Eucaristía, la Iglesia renace siempre de nuevo". Cuanto más viva es la fe eucarística en el Pueblo de Dios, tanto más profunda es su participación en la vida eclesial a través de la adhesión consciente a la misión que Cristo ha confiado a sus discípulos. Benedicto XVI, Exhortación apostólica Sacramentum caritatis, n. 6.

Reflexión
Después de la multiplicación de los panes, san Juan nos presenta el discurso eucarístico.

Juan nos narra el milagro de los panes en función de la Eucaristía y lo coloca precisamente antes del sermón eucarístico de Jesús. Es posible que históricamente así haya ocurrido porque Juan se preocupa más por la cronología de los hechos, pero los otros evangelios no lo refieren. Mateo y Marcos nos ofrecen esta narración dentro del ministerio público de nuestro Señor: Jesús es visto como el gran Maestro y taumaturgo, entregado en cuerpo y alma a la predicación del Reino; y, en consecuencia, se dedica a curar a numerosos enfermos de todos los males de los que padecían. Pero no sólo. Jesús es el Hijo de Dios a quien todo le está sometido, aun las fuerzas de la naturaleza, y se muestra como el señor absoluto de la materia. Además, es el Mesías anunciado por los profetas, descrito como el buen Pastor del pueblo elegido. Es manso y misericordioso, y siente ternura y compasión por todas esas gentes "porque andaban como ovejas sin pastor". La multiplicación de los panes es, pues, una respuesta a esas necesidades de la multitud, una manifestación de la infinita caridad y compasión de Jesús. Pero Juan nos presenta el milagro a la luz de la Eucaristía, de la que ahora nos va a hablar el Señor con tonos sublimes e impresionantes.

La muchedumbre sigue entusiasmada a Jesús. Pero El se da cuenta de que esa búsqueda no es totalmente desinteresada. "Me buscáis –les dice con toda claridad– no porque habéis visto signos, sino porque habéis comido pan hasta saciaros". O sea, que lo buscan no porque creen de verdad en El, sino por conveniencia personal; más por lo que esperan recibir que por la Persona misma de nuestro Señor. ¡Cuántas amistades humanas se fundan precisamente en intereses materiales y en cálculos egoístas! Diría yo que casi infinitas.... Como aquel rey persa que cruzaba el desierto, con sus camellos cargados de joyas y de diamantes.... ¿Recuerdas en qué acaba la historia? Pues sí, aquel ministro fiel, que prefirió seguir a su rey en vez de quedarse con los tesoros, afirmó: "Me importa más mi rey que todas las perlas de mi rey". ¡Qué pocos son este tipo de hombres!

Pero, volviendo al evangelio, Jesús, en todo el discurso que viene a continuación, con un esfuerzo colosal de paciencia, va a tratar de "elevar" a esa gente a un plano superior: les va a hablar de otro pan muy distinto al que han comido, del "pan que no perece, sino que perdura, que baja del cielo y da la vida eterna".

Al multiplicar los panes, Jesús les quiere hacer ver que El tiene el poder para saciar su hambre; pero habla del hambre que anida en lo más profundo del corazón humano. Y con este milagro nos ofrece un “signo” para que creamos en El. Juan, en su evangelio, habla más de "signos" que de milagros, porque las obras de Cristo son, precisamente, "signos" para suscitar la fe de sus oyentes. Y es necesario querer creer para poder creer. Por eso, les dice a los que lo buscan: "Esta es la obra que Dios quiere: que creáis en aquel que El ha enviado". Es la primera condición para poder buscarlo y seguirlo, porque bien sabe lo que va a decirles a continuación. Y sólo si tienen FE, van a escuchar y acoger sus palabras, pues van a ser palabras muy fuertes... Y sin fe, seguro que se van a escandalizar; como, de hecho, sucedió a muchos de esos judíos.

Sólo con una fe auténtica, profunda y sincera podemos acercarnos a este misterio sacrosanto de la Eucaristía. De lo contrario, nos sucederá lo que casi siempre nos ocurre: que no nos damos cuenta del misterio que celebramos, ante quién estamos o qué es lo que sucede allí en el altar... Tristemente, somos a veces tan superficiales y nos hemos acostumbrado a fuerza de rutina, que ya no nos dice cada nada la presencia de Jesús en el Sagrario o en la Santa Misa... ¡y el que está allí es Dios mismo! "Si nos acercáramos con fe a la Eucaristía –afirmaba santa Teresa– estoy segura de que obtendríamos milagros".

Concluyo con un breve recuerdo: en una ocasión en que fui de misiones a la sierra de Puebla, me decía una señora protestante: "Si yo creyera que Jesús está de verdad en la Eucaristía, nadie sería capaz de moverme del Sagrario". Y tú y yo, querido amigo, ¿lo creemos de verdad?

Propósito
Motivado por el amor a Cristo, revisar mi vida sacramental y poner medios concretos para mejorar mi participación en la Eucaristía.

Diálogo con Cristo 
Perdona, Señor, mi ingratitud. En mi necedad me limito a pedirte cosas pasajeras, alimento que me satisface hoy pero no es suficiente para mañana, mientras que Tú me ofreces el alimento espiritual que auténticamente puede saciar mi hambre. Gracias, Señor, por tu Eucaristía, por el gran don de Ti mismo, gracias por esta gran prueba de tu amor. Quiero corresponderte siempre.


Preguntas o comentarios al autor  P. Sergio Cordova LC

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