viernes, 19 de junio de 2015

BÚSQUEDA Y ENCUENTRO

 
Búsqueda y encuentro
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
 
 

Hay encuentros planificados y los hay fortuitos. El encuentro de san Cristóbal con Jesús fue muy especial. Un niño le pidió que lo llevara al otro lado del río. Cristóbal aceptó con mucho gusto y lo colocó sobre su hombro. Al preguntarle por qué pesaba tanto, el niño le respondió: “Es que soy el Creador del mundo. Soy Jesús, que he tomado la forma de niño para que tuvieras el gusto de llevarme sobre tus hombros”.
            Jesús sale a nuestro encuentro y se “disfraza” de mil formas para enamorarnos, para que nos encontremos con él a gusto. Es entonces cuando se cumple lo que dice Jeremías: “Me buscaréis y me hallaréis, cuando me solicitéis de todo corazón” (Jr 29,13).

           Toda nuestra vida es búsqueda y encuentro. A veces buscamos y no encontramos; otras, las menos, encontramos sin buscar.

           La búsqueda nace del deseo, de querer algo que nos inquieta o interesa. Es el corazón el que mueve, empuja y dispone para el encuentro. Es en el corazón donde se producen todos los encuentros. Es el motor de la búsqueda y del encuentro. Quien busca de corazón, encuentra, porque pone alma y vida.

           Muchas veces buscamos a tientas, sin ser conscientes de lo que queremos. Deseamos sin desear, navegamos sin saber a dónde, andamos a gatas en la noche. Y claro, no encontramos. No encontraremos hasta que no nos dejemos motivar por Dios, hasta que no caigamos en la cuenta de que Él es el que nos busca desde toda la eternidad. Cuando nos encontramos con Él, nos encontramos con nosotros mismos y con los otros. Dejamos de huir, aunque seguimos heridos y llagados por el mismo encuentro.

           ¿Cómo sabemos que Dios nos busca? Dios nos busca cuando sentimos inquietud interior o una soledad que no podemos nombrar. También a través del diálogo, de la visita, de la oración, emergen preguntas y respuestas que van llenando la vida de sentido, de alegría y paz, de esperanza para seguir buscando en momentos de oscuridad.

           ¿Cómo sabemos que estamos buscando a Dios? Hay síntomas como reflexionar sobre lo que nos mueve por dentro, que nos permite enfrentarnos a toda clase de miedos, ansiedades y preocupaciones. Buscar a otros semejantes que desean lo mismo...

La Escritura nos habla de esta búsqueda y encuentro, de personas buscadas y encontradas por Dios. Zaqueo, ansioso y curioso por conocer a Jesús, inicia esta búsqueda sin medir las consecuencias. De repente Jesús lo mira y le dice: “Zaqueo, date prisa y baja, porque hoy voy a tu casa” (Lc 19,1-10). Una mujer llevaba enferma viarios años. Buscaba el encuentro con Jesús. Un día se decidió, “vino por detrás y le tocó el manto” (Mc 5,27). Otra mujer lo buscaba sin darse cuenta. Buscaba la verdad, la alegría, la felicidad y la vida, pues nadie se las había dado. Cuando se encontró con Jesús, inmediatamente corrió a decir lo que le había ocurrido (Jn 4,1-42).

           El camino de búsqueda y encuentro es un viaje lento y complejo que exige mucha fe, paciencia y perseverancia.

MADUREZ


Madurez



Madurez es el arte de vivir en paz con lo que es imposible cambiar.

Madurez es la habilidad de controlar la ira y resolver las discrepancias sin violencia o destrucción. 

Madurez es paciencia; es la voluntad de posponer el placer inmediato a favor de un beneficio a largo plazo. 

Madurez es perseverancia; es la habilidad de sacar un proyecto o una situación adelante, a pesar de fuerte oposición y retrocesos decepcionantes. 

Madurez es la capacidad de encarar disgustos y frustraciones incomodidades y derrotas, sin queja ni abatimiento. 

Madurez es humildad; es ser suficientemente grande para decir me equivoqué; y cuando se está en lo correcto, la persona madura, no necesita la satisfacción de decir: "Te lo dije". 

Madurez es la capacidad de tomar una decisión y sostenerla; los inmaduros pasan sus vidas explorando posibilidades, para al fin no hacer nada. 

Madurez significa confiabilidad; mantener la propia palabra, superar la crisis; los inmaduros son maestros de la excusa, son los confusos y desorganizados, sus vidas son una mezcla de promesas rotas, amigos perdidos, negocios sin terminar, y buenas intenciones que nunca se convierten en realidad. 

Madurez es el arte de vivir en paz con lo que es imposible cambiar

EL CORAZÓN DE CRISTO, CENTRO DE MI VIDA


El Corazón de Cristo, centro de mi vida
Necesitamos un Corazón al que recurrir ante las diferentes situaciones y en el cansancio de la vida cotidiana.


Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net




Intervención que pronunció Benedicto XVI el domingo 1 de junio de 2008 al rezar el Ángelus 


...Este mes está tradicionalmente dedicado al Corazón de Cristo, símbolo de la fe cristiana, particularmente amado tanto por el pueblo como por los místicos y los teólogos, pues expresa de una manera sencilla y auténtica la "buena noticia" del amor, resumiendo en sí el misterio de la encarnación y de la Redención.

Y el viernes pasado celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, tercera y última de las fiestas que han seguido al Tiempo Pascual, tras la Santísima Trinidad y el Corpus Christi. Esta sucesión hace pensar en un movimiento hacia el centro: un movimiento del espíritu guiado por el mismo Dios.

Desde el horizonte infinito de su amor, de hecho, Dios ha querido entrar en los límites de la historia y de la condición humana, ha tomado un cuerpo y un corazón, para que podamos contemplar y encontrar el infinito en el finito, el Misterio invisible e inefable en el Corazón humano de Jesús, el Nazareno. En mi primera encíclica sobre el tema del amor, el punto de partida ha sido precisamente la mirada dirigida al costado traspasado de Cristo, del que habla Juan en su Evangelio (Cf. 19,37; Deus caritas est, 12). Y este centro de la fe es también la fuente de la esperanza en la que hemos sido salvados, esperanza que ha sido el tema de mi segunda encíclica.

Toda persona necesita un "centro" para su propia vida, un manantial de verdad y de bondad al que recurrir ante la sucesión de las diferentes situaciones y en el cansancio de la vida cotidiana.

Cada uno de nosotros, cuando se detiene en silencio, necesita sentir no sólo el palpitar de su corazón, sino, de manera más profunda, el palpitar de una presencia confiable, que se puede percibir con los sentidos de la fe y que, sin embargo, es mucho más real: la presencia de Cristo, corazón del mundo.

Os invito, por tanto, a cada uno de vosotros a renovar en el mes de junio su propia devoción al Corazón de Cristo, valorando también la tradicional oración de ofrecimiento del día y teniendo presentes las intenciones de toda la Iglesia.

Junto al Sagrado Corazón de Jesús, la liturgia nos invita a venerar el Corazón Inmaculado de María. Encomendémonos siempre a ella con gran confianza...

EL ESPÍRITU SANTO


EL ESPÍRITU SANTO


El Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, es Dios. Verdadero Dios como lo son el Padre y el Hijo. Es el Amor del Padre y el Hijo.


Cristo prometió que este Espíritu de Verdad iba a venir y moraría dentro de nosotros. "Yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará en ustedes" (Jn 14, 16-17)
El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés y nunca se ausentará. Cincuenta días después de la Pascua, el Domingo de Pentecostés, los Apóstoles fueron transformados de hombres débiles y tímidos en valientes proclamadores de la fe; los necesitaba Cristo para difundir su Evangelio por el mundo.

El Espíritu Santo está presente de modo especial en la Iglesia, comunidad de quienes creen en Cristo como el Señor. Ayuda a su iglesia a que continúe la obra de Cristo en el mundo. Su presencia da gracia a los fieles para unirse más a Dios y entre sí en amor sincero, cumpliendo sus deberes con Dios y los demás. La gracia y vida divina que prodiga hacen a la Iglesia ser mucho más grata a Dios; la hace crecer con el poder del Evangelio; la renueva con sus dones y la lleva a unión perfecta con Jesús.

El Espíritu Santo guía al Papa, a los obispos y a los presbíteros de la Iglesia en su tarea de enseñar la doctrina cristiana, dirigir almas y dar al pueblo la gracia de Dios por medio de los Sacramentos. Orienta toda la obra de Cristo en la Iglesia: solicitud por los enfermos, enseñar a los niños, preparación de la juventud, consolar a los afligidos, socorrer a los necesitados.

Es nuestro deber honrar al Espíritu Santo amándole por ser nuestro Dios y dejarnos dócilmente guiar por Él en nuestras vidas. San Pablo nos lo recuerda diciendo: "¿No saben ustedes que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?"(1 Cor 3, 16).

Conscientes de que el Espíritu Santo esta siempre con nosotros, mientras vivamos en estado de gracia santificante, debemos pedirle con frecuencia la luz y fortaleza necesarias para llevar una vida santa y salvar nuestra alma.

jueves, 18 de junio de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 18 DE JUNIO DEL 2015


Dios sabe lo que necesitamos
Tiempo Ordinario
Mateo 6, 7-15. Tiempo Ordinario. La oración que elevemos a Dios tiene que ser sencilla,hecha con el corazón. 


Por: Carlos Llaca | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo. Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal. Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas. 

Oración introductoria
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, ven a esta oración para que sea el medio para crecer en el amor que perdona, libra del mal y de la tentación.

Petición
Ayúdame a hacer verdadera oración, Señor.

Meditación del Papa Francisco
Si por tanto hay alguno que puede explicar hasta el fondo la oración de “Padre nuestro”, enseñada por Jesús, estos son precisamente quienes viven en primera persona la paternidad. Sin la gracia que viene del Padre que está en los cielos, los padres pierden valentía y abandonan el campo. Pero los hijos necesitan encontrar un padre que les espera cuando vuelven de sus fracasos. Harán de todo para no admitirlo, para no mostrarlo, pero lo necesitan: y el no encontrarlo abre en ellos heridas difíciles de sanar.
La Iglesia, nuestra madre, está comprometida con apoyar con todas sus fuerzas la presencia buena y generosa de los padres en las familias, porque ellos son para las nuevas generaciones cuidadores y mediadores insustituibles de la fe en la bondad, en la fe y en la justicia y en la protección de Dios, como san José. (S.S. Francisco, audiencia del 4 de febrero de 2015,).
Reflexión
Jesús, cuando enseña el Padre Nuestro a sus discípulos, y a nosotros a través de ellos, nos da la pauta y el camino para que nuestra oración sea escuchada por Dios: "No charléis mucho con los gentiles que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados..."

Quiere decir que la oración que elevemos a Dios tiene que ser sencilla, hecha con el corazón, pensando en Dios y sus intereses, no en nosotros mismos.

Por ejemplo, Es diferente orar pidiendo que me vaya bien en los negocios, aunque haya que pasar por encima de mi prójimo, a decirle a Dios en la oración que me dé la fuerza para superar esa actitud de odio o disgusto contra el tipo que ayer me gritó en la tienda cuando fui a comprar algo de despensa.

En el primer ejemplo la petición está hecha en base a mis propios intereses y nada más. En el segundo, en cambio, la petición es justa porque se quiere superar un defecto propio por amor a Dios y el prójimo y no por amor a mí mismo ni mis cosas.

Ahora, Dios es infinitamente misericordioso. Pero también infinitamente justo. Por eso Jesús nos advierte que cuando queramos ser perdonados tenemos que perdonar a los que nos ofenden, si es que queremos ser perdonados por Dios. Cada vez que vamos al confesionario le pedimos perdón a Dios por haberle ofendido en la persona de nuestro hermano. Y nos lo da. ¿Es que acaso no vamos a perdonar las ofensas que recibimos siendo nosotros perdonados por lo que hacemos contra Dios, que siempre es más grave? ¿Es justo que seamos siempre perdonados sin nosotros perdonar ni una vez?

Por tanto, vivamos hoy y siempre coherentemente con Dios y nuestros hermanos en Cristo.

Propósito
Cuando se me presente una tentación para hacer o consentir el mal, rezaré de inmediato un padrenuestro.

Diálogo con Cristo
Jesucristo, ¡Venga tu Reino! Ésta es la aspiración de mi vida, que tu Reino se establezca y se realice en este mundo, iniciando en mi propia persona. Por eso te doy gracias por esta oración, permite que sepa escucharte, sentirte y seguirte.

¿CÓMO HACER UNA ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE COMULGAR?


¿Cómo hacer una acción de gracias después de comulgar?
La Eucaristía es un tesoro inestimable; no sólo su celebración, sino también estar ante ella fuera de la Misa, nos da la posibilidad de llegar al manantial mismo de la gracia
Fuente: http://www.buenanueva.net


Cada cual ora después de recibir a Cristo en la Eucaristía de la manera como le inspira el Espíritu Santo. Sea cual fuere la forma de oración, es conveniente el recogimiento al regresar de comulgar, para atender debidamente a Aquél que nos habita, Dios mismo, Rey y Señor de Cielo y Tierra.

Algunas sugerencias de cómo puedes iniciar la Acción de gracias después de comulgar


1. Adoración a la Santísima Trinidad:

       Jesús es el Hijo de Dios hecho Hombre. Tan unidos estamos a Cristo después de comulgar, que podemos hacer nuestros los actos que su santísima humanidad tributa al Padre, en unión del Espíritu Santo.

       Así, Cristo se convierte en nuestra acción de gracias (nuestra Eucaristía). El es Quien suple todas nuestras deficiencias, sana todas nuestras enfermedades, remedia todas nuestras flaquezas.

       Aprovechar este momento de presencia de Jesús en nuestro corazón para adorar al Padre, por medio de su Hijo en unión con el Espíritu Santo es una manera de dar gracias a Dios.

2. Guardar silencio y escuchar la voz del Señor:

       Algunos preferirán hacer como María, la hermana de Marta y Lázaro: escuchar atentamente lo que El quiera decirnos. Son momentos en que suele el Señor iluminar nuestro entendimiento para decirle lo que desea de nosotros y avivar nuestra voluntad para que lo realicemos.

       Es un buen momento para que oigamos a Dios y le dejemos moldear nuestra alma de acuerdo a su Voluntad.

3. Meditar la Palabra de Dios:

       Puede decirse algún Salmo favorito:

El Señor es mi Pastor, nada me falta,
en verdes praderas me hace reposar,
me conduce hasta fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.

Aunque pase por valles oscuros, nada temo,
tu vara y tu cayado me dan seguridad.
(Salmo 23)

       O leerse pausadamente o repasar de memoria, meditando, por ejemplo, algunas de las palabras de Jesús en la Ultima Cena:

LA ULTIMA CENA
(Resumen de las palabras de Jesús en la Ultima Cena)
(Jn. 13-17)

No me habéis vosotros elegido,
fui Yo mismo Quien os elegí.
Ya no os llamo siervos, sino amigos,
permaneceréis, para siempre, junto a Mí.
(Jn. 15, 15-16)

Recordad mi nuevo mandamiento,
por el cual os reconocerán,
que os améis los unos a los otros,
como Yo os amé, hasta mi vida entregar.
(Jn. 13, 34; 15, 12-13 y 17)

Todo aquél que dice que me ama,
mi Palabra debe de guardar,
y será amado por mi Padre-y
vendremos a él y haremos morada en él.
(Jn. 14, 21-23; 15, 9-10)

Yo soy la Verdad, soy el Camino,
soy la Vida y la Resurrección,
quien me sigue no andará perdido,
pues Yo soy la Luz, Yo soy vuestra salvación.
(Jn. 14, 1-8)

Así como el Padre me ha enviado,
así también os envío Yo;
os envío a estar en el mundo,
mas no ser de él, pues sólo de Dios seréis.
(Jn. 17, 6 y 9-10, 14--18)

Yo soy la vid, vosotros las ramas,
y Mi Padre es el Viñador;
si permanecéis a Mí unidos,
buen fruto daréis y Me glorificaréis.
(Jn. 15, 1-5; y 8)

Que todos vosotros seáis uno,
como los somos Mi Padre y Yo:
como el Padre en Mí y Yo en El,
vosotros también, uno en Nosotros seréis.
(Jn. 14, 20; 17, 21)

Tomad y comed este es Mi Cuerpo,
que se entrega por vuestra salud.
Tomad y bebed esta es Mi Sangre,
que Yo derramé por vosotros en la cruz.
(Lc. 22, 7-20; Mt. 26, 17-29; Mc. 14, 12-25;
1 Cor. 11, 23-36)


4. Pedir “cosas buenas”:

       La oración no debiera ser nunca preferencialmente de petición, pero mucho menos después de la Comunión, cuando el Dueño del mundo nos habita.

En estos momentos es preferible una oración de adoración, de acción de gracias, de confianza y abandono, de alabanza, etc.

       Sin embargo, si deseamos usar momentos tan especiales en peticiones, aprovechemos de pedir esas “cosas buenas” que Dios quiere darnos (cf. Lc. 11, 13).

       Por ejemplo: “Cosas buenas” son virtudes (Señor: aumenta mi Fe. Señor: quiero ser más humilde. Señor: ayúdame a ser dócil a tus designios). “Cosas buenas” son bienaventuranzas (Señor: quiero ser pobre en el espíritu, sabiendo que nada soy, nada puedo sin Ti. Señor: dame aceptación de este sufrimiento). “Cosas buenas” son frutos del Espíritu (Señor: enséñame a ser magnánimo con los demás, enséñame a comprender y a perdonar. Señor: dame templanza y control de mí mismo).




PARA UNA ACCIÓN DE GRACIAS A LARGO PLAZO

       Si bien el acto mismo de la Comunión es transitorio y pasajero, el efecto que el Sacramento produce en el alma –la unión con Dios- es permanente. Es decir, se prolonga mientras nosotros así lo queramos.

       De allí que nuestra acción de gracias a largo plazo debe contemplar el hecho de que siendo la Eucaristía el Sacramento de la unión con Dios, debemos permanecer en Cristo para que El permanezca en nosotros.

       En el tiempo posterior a la recepción de la Eucaristía no podemos dejar, entonces, que las tendencias que se oponen a nuestra unión con Dios puedan disminuir o interrumpir esta comunión: actitudes en contra de la Voluntad Divina, faltas de Fe y confianza en Dios, pecados mortales o veniales, etc.

       Por el contrario, debemos acrecentar la vida de Dios en nosotros y aumentar esta comunión e identificación con Cristo, mediante la oración, las buenas obras, la penitencia, aceptación de la Voluntad de Dios y colaboración activa en sus designios, el ejercicio de las virtudes, etc.

       San Pablo nos recuerda que debemos vivir “amando como Cristo que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y víctima” (Ef. 5,2). En efecto, Cristo se entregó por nosotros en la cruz … y se entrega a nosotros en cada Eucaristía.

       Si El nos ama así ¡cómo no retribuir en “algo” ese amor! amándolo a El, primero que todo y amándonos entre nosotros como El nos enseña a amarnos. Y amarnos, no sólo evitando hacer daño a los demás, o haciendo una que otra “obra de caridad”, sino también dando la vida.

       Y dar la vida no significa necesariamente llegar a morir por los demás, como Cristo, aunque se han dado y se siguen dando casos de martirios genuinos. Dar la vida significa, también, pensar primero en procurar el bien de los demás y luego en el propio ... Y puede ser que hasta se llegue a olvidar el bien propio. ¿Imposible? Muchos lo han hecho. Algunos aún lo hacen. No es imposible.

       Recordemos, pues, que la fuente de donde recibimos las gracias para poder actuar como Cristo, en entrega de amor a Dios y a los demás, está en la Eucaristía, que –además- es el alimento para nuestro viaje a la eternidad.




ADORACION DEL SANTISIMO SACRAMENTO

       Nos dice el Papa Juan Pablo II en su Encíclica sobre la Eucaristía que en el culto eucarístico fuera de la Santa Misa “se prolongan y multiplican los frutos de la comunión del cuerpo y sangre del Señor”.

       Y continúa: “El culto que se da a la Eucaristía fuera de la Misa es de un valor inestimable en la vida de la Iglesia. Dicho culto está estrechamente unido a la celebración del Sacrificio eucarístico.

       “La presencia de Cristo bajo las sagradas especies que se conservan después de la Misa –presencia que dura mientras subsistan las especies del pan y del vino– deriva de la celebración del Sacrificio y tiende a la comunión sacramental y espiritual”.

       “Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto(cf. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su corazón. Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro tiempo sobre todo por el «arte de la oración», ¿cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento? ¡Cuántas veces, mis queridos hermanos y hermanas, he hecho esta experiencia y en ella he encontrado fuerza, consuelo y apoyo!”

       “Numerosos Santos nos han dado ejemplo de esta práctica, alabada y recomendada repetidamente por el Magisterio. De manera particular se distinguió por ella San Alfonso María de Ligorio, que escribió: «Entre todas las devociones, ésta de adorar a Jesús sacramentado es la primera, después de los sacramentos, la más apreciada por Dios y la más útil para nosotros». La Eucaristía es un tesoro inestimable; no sólo su celebración, sino también estar ante ella fuera de la Misa, nos da la posibilidad de llegar al manantial mismo de la gracia”.

       Concluimos con una cita del Papa en su Encíclica que denota la importancia que hemos de darle a la Eucaristía, “Pan de Vida”:

       “Al dar a la Eucaristía todo el relieve que merece, y poniendo todo esmero en no infravalorar ninguna de sus dimensiones o exigencias, somos realmente conscientes de la magnitud de este don … No hay peligro de exagerar en la consideración de este Misterio, porque «en este Sacramento se resume todo el misterio de nuestra salvación» (Santo Tomás de Aquino)”.



NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: 18 DE JUNIO


Nardo del 18 de Junio
!Oh Sagrado Corazón, sediento de amor!



Meditación: Jesús, Jesús...ya sobre la tierra te han elevado, no puedes sostener Tu Cabeza, de Ella Sangre gotea...de Tu Santa Boca salen hilos de Sangre. Señor, te escucho decir: "tengo sed...", pero me miras a mi, ¿Señor, tienes sed de mí?, ¿de esta pobre criatura?. Repites "tengo sed...", sí, Señor, sed de amor, sed de éste pobre amor que te niego yo...perdón Señor, ¡perdón Mi Dios!. Mi Cristo, mi amado, escúchame bien, ya que te lo digo de corazón: "Jesús en Ti confío, perdona todos mis olvidos, "Jesús en Ti confío", perdona porque te he hecho un "mendigo", un mendigo de amor, que espera a mi pobre corazón.
Padre, míralos. Mira a Tu Hijo aún mancillado, mira a Su Madre también Crucificada, cambia nuestro corazón para que siendo hijos Tuyos, te llenemos de orgullo.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Hagamos una Hora Santa de Adoración Eucarística.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

EL COFRE DE LOS VIDRIOS ROTOS


EL COFRE DE VIDRIOS ROTOS



Érase una vez un anciano que había perdido a su esposa y vivía solo. Había trabajado duramente como sastre toda su vida, pero los infortunios lo habían dejado en bancarrota, y ahora era tan viejo que ya no podía trabajar.  Las manos le temblaban tanto que no podía enhebrar una aguja, y la visión se le había enturbiado demasiado para hacer una costura recta.


Tenía tres hijos varones, pero los tres habían crecido y se habían casado, y estaban tan ocupados con su propia vida que sólo tenían tiempo para cenar con su padre una vez por semana. El anciano estaba cada vez más débil, y los hijos lo visitaban cada vez menos. 

-No quieren estar conmigo ahora -se decía- porque tienen miedo de que yo me convierta en una carga.

Se pasó una noche en vela pensando qué sería de él y al fin trazó un plan.

A la mañana siguiente fue a ver a su amigo el carpintero y le pidió que le fabricara un cofre grande. Luego fue a ver a su amigo el cerrajero y le pidió que le diera un cerrojo viejo. Por último fue a ver a su amigo el vidriero y le pidió todos los fragmentos de vidrio roto que tuviera.

El anciano se llevó el cofre a casa, lo llenó hasta el tope de vidrios rotos, le echó llave y lo puso bajo la mesa de la cocina. Cuando sus hijos fueron a cenar, lo tocaron con los pies.

-¿Qué hay en ese cofre? preguntaron, mirando bajo la mesa.
-Oh, nada -respondió el anciano-, sólo algunas cosillas que he ahorrado.

Sus hijos lo empujaron y vieron que era muy pesado. Lo patearon y oyeron un tintineo.

-Debe estar lleno con el oro que ahorró a lo largo de los años -susurraron.

Deliberaron y comprendieron que debían custodiar el tesoro. Decidieron turnarse para vivir con el viejo, y así podrían cuidar también de él. La primera semana el hijo menor se mudó a la casa del padre, y lo cuidó y le cocinó. A la semana siguiente lo reemplazó el segundo hijo, y la semana siguiente acudió el mayor. Así siguieron por un tiempo. Al fin, el anciano padre enfermó y falleció.

Los hijos le hicieron un bonito funeral, pues sabían que una fortuna los aguardaba bajo la mesa de la cocina, y podían costearse un gasto grande con el viejo. Cuando terminó la ceremonia, buscaron en toda la casa hasta encontrar la llave, y abrieron el cofre. Por supuesto, lo encontraron lleno de vidrios rotos.

-¡Qué triquiñuela infame! -exclamó el hijo mayor-. ¡Qué crueldad hacia sus hijos!

-Pero, ¿qué podía hacer? -preguntó tristemente el segundo hijo-. Seamos francos. De no haber sido por el cofre, lo habríamos descuidado hasta el final de sus días.

-Estoy avergonzado de mí mismo -sollozó el hijo menor-. Obligamos a nuestro padre a rebajarse al engaño, porque no observamos el mandamiento que él nos enseñó cuando éramos pequeños. Pero el hijo mayor volcó el cofre para asegurarse de que no hubiera ningún objeto valioso oculto entre los vidrios. Desparramó los vidrios en el suelo hasta vaciar el cofre. Los tres hermanos miraron silenciosamente dentro, donde leyeron una inscripción que el padre les había dejado en el fondo:

"Honrarás a tu padre y a tu madre."

ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


ORACIÓN A JESÚS EUCARISTÍA


ORACIÓN A JESÚS EUCARISTÍA 

Creo, Jesús mío, 
que estás real 
y verdaderamente en el cielo 
y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Os amo sobre todas las cosas 
y deseo vivamente recibirte 
dentro de mi alma, 
pero no pudiendo hacerlo 
ahora sacramentalmente, 
venid al menos 
espiritualmente a mi corazón. 
Y como si ya os hubiese recibido, 
os abrazo y me uno del todo a Ti.

Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

LA ORACIÓN MÁS DIFÍCIL, LA QUE MÁS NOS CUESTA


La oración más difícil, la que más nos cuesta...
Dejar nuestras cosas a un lado, dejarlas por un momento y ponernos solo ante tu presencia, Señor.


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net




A veces, Señor, cuando estoy ante ti, recorro mi alma en examen sincero preguntándome si solo vengo a ti buscando consuelo para mis penas y problemas...

¿Qué le falta a mi oración?

Señor, dame luz para comprender que la que tengo olvidada o que no me conviene es la "Oración de intercesión". Esa, que es el olvido de uno mismo, esa, que es "una petición en favor de otros". Es la que no tiene límites ni fronteras, ya que es la que puede alcanzar gracias hasta para los enemigos y es también la expresión de la Comunión de los Santos. Es la oración en que nos olvidamos de nosotros para pensar en los demás.

Es generosa, de una caridad sin límites cuando pedimos por alguien que no nos ama, por alguien que no nos hace caso o que tal vez nos hizo o hace mucho daño. Es acercarnos realmente a la forma de orar que tu oraste por nosotros a tu Padre, Señor.

Tu, Señor, siempre estuviste y estás presto a interceder por nosotros ante el Padre, en favor de todos los hombres, especialmente por los pecadores. En favor... de mi.
Y te quedaste con nosotros en este Sacramento, estás con nosotros cada momento del día en la Eucaristía para seguir intercediendo por nosotros, nos escuchas y te llevas nuestras peticiones al Padre.

Vale la pena hacer la prueba. Olvidarse de uno por un momento, desasirse de todos los problemas que nos agobian, de esa pena.... que llevamos colgada del corazón, de esa enfermedad, de ese malestar, de esa inquietud, temor o disgusto que no nos deja dormir...

Dejar "nuestras cosas" a un lado, dejarlas por un momento y poniéndonos ante tu presencia, Señor, pensar en los demás...y así, como una letanía de incienso, perfumada por el más grande amor, ese que nos cuesta tanto porque no es para nuestro beneficio personal, pedir, por todos los seres del mundo, por las autoridades que manejan el destino de los países, por los que sufren, enfermos o desamparados, por los que en este día morirán e irán a la presencia del Padre, por los sacerdotes, por los misioneros por los no nacidos y por los jóvenes, pero sobretodo por tal o cual persona, esa que nos hace sufrir, esa que no nos "cae bien", esa que no nos quiere...que siempre sabe cómo mortificarnos.... ¡esa es la oración que tu está esperando, Jesús mío, esa es la que más me cuesta pero... esa es la que tu quieres!.

Y cuando logramos hacerla, el alma y el pensamiento se van aligerando y un rocío de paz moja nuestro corazón, antes reseco por el rencor, tal vez por el egoísmo de vivir absortos en "nuestro pequeño mundo" tan solo con nuestras preocupaciones.

Si, Jesús Sacramentado, yo necesito que me escuches porque me agobian muchas cosas y tengo el alma triste pero con esta oración, he sentido el dulce consuelo de tu abrazo lleno de misericordia para mi y para todos aquellos por lo que te he pedido. ¡Gracias, Señor!.

miércoles, 17 de junio de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 17 DE JUNIO DEL 2015


La verdadera recompensa

Tiempo Ordinario


Mateo 6, 1-6. 16 - 18. Tiempo Ordinario. Cuando se hace algo bueno, instintivamente nace el deseo de ser estimados y admirados.



Por: Benjamín Meza Reyes | Fuente: Catholic.net




Del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6.  16 - 18
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. 

Oración introductoria
Señor Jesús, ¡qué valioso es un corazón sincero! A ti te gustan los corazones sinceros, desinteresados. La recompensa que Tú das a los que obran con recta intención es muy grande. Tú que puedes ver el fondo de mi corazón, purifícalo desde dentro.

Petición
Jesús, abre mi alma, hazla más grande. Que no se quede en cosas egoístas, raquíticas, mezquinas. Enséñame a practicar el bien por amor a ti, y no para que me vean.

Meditación del Papa Francisco
En el pasaje de Mateo, Jesús relee las tres obras de piedad previstas en la ley mosaica: la limosna, la oración y el ayuno. Y distingue el hecho externo del hecho interno, de ese llanto del corazón. A lo largo del tiempo estas prescripciones habían sido corroídas por la herrumbre del formalismo exterior o, incluso, se habían transformado en un signo de superioridad social. Jesús pone de relieve una tentación común en estas tres obras, que se puede resumir precisamente en la hipocresía (la nombra tres veces): “Cuiden de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos… Cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante como hacen los hipócritas… Cuando recen, no sean como los hipócritas a quienes les gusta rezar de pie para que los vea la gente… Y cuando ayunen, no pongan cara triste, como los hipócritas”. Sepan, hermanos, que los hipócritas no saben llorar, se han olvidado de cómo se llora, no piden el don de lágrimas.
Cuando se hace algo bueno, casi instintivamente nace en nosotros el deseo de ser estimados y admirados por esta buena acción, para tener una satisfacción. Jesús nos invita a hacer estas obras sin ninguna ostentación, y a confiar únicamente en la recompensa del Padre “que ve en lo secreto”. (Homilía de S.S. Francisco, 23 de febrero de 2014).
Reflexión 
No puedo hacer el bien sólo para que me vean. Necesito buscar la gloria de Dios cuando haga las cosas, ésta es la verdadera recompensa. Jesucristo lo dice bien claro: "no practiquéis la justicia delante de los hombres". La sinceridad de vida exige la pureza de intención. Ésta se consigue en la «intimidad con el Padre», es decir en la oración. Cuando realice actos, sea cuales sean, no puedo quedarme tan sólo con el premio de un buen pensamiento de parte de los demás; eso es actuar por vanidad. Sin embargo, cuando mi objetivo es glorificar a Dios con mi vida, mis obras recibirán "un premio en el cielo". Porque Él sí ve lo que los demás no ven: los sacrificios ocultos, el sufrimiento secreto, los trabajos que nadie -ni mis padres, ni mis hermanos, ni mis hijos- ve. Estos son los actos que Dios premiará en la otra vida. De ahí brota la urgencia de vivir delante de Dios y no de los demás.

Propósito

En la siguiente actividad que haga, voy a decirle a Dios: “Señor, esto lo hago por amor a ti, no para que me vean”.

Diálogo con Cristo 
¡Qué fácil busco mi propia gloria, Señor! Me preocupo por si los demás han notado mi esfuerzo, por lo que piensan de mí cuando hago las cosas. Señor, no quiero perder la recompensa que Tú dices. Quiero que Tú, que ves el interior de mi corazón, seas el que me premie, y no la opinión de los demás.

Jamás será pobre una casa caritativa. (Santo Cura de Ars, Sermón sobre la limosna)

NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: DÍA 17 DE JUNIO


Nardo del 17 de Junio
!Oh Sagrado Corazón, taladrado por clavos!

Meditación: Llegaste Señor...es la cima del Gólgota, la montaña de nuestra maldad y miserias. La regaste con Tu Preciosísima Sangre, y ahora Señor, en la hora en que el infierno todo te destroza, es el momento de Tu Victoria, el supremo misterio que comenzaste en el Huerto. La mañana se pone oscura, parece que el cielo ha perdido toda hermosura. El Madero, Tu Madre, Juan, y algunas pocas mujeres y discípulos te acompañan en Tu momento final. Los soldados han comenzado su trabajo y taladran en Tu Santo Cuerpo los clavos, te han desnudado. Pobre mi Señor, pobre mi Amor, se desgarra aún más Tu Corazón, y el de Tu Santa Madre despedazándose está...quisiera gritar "¡basta ya!", pero al igual que hoy, ya nadie detendrá Tu Pasión. ¡No quieren parar, no quieren escuchar!.

¿Y saben, hermanos?, el Calvario de ayer y hoy es parte del plan más sublime de Amor que hizo nuestro Dios para nuestra salvación, es el Triunfo del Corazón. Si, del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María. Y así ayer como hoy, mi Señor, quiero bajarte de la Cruz, quiero sacarte los clavos que yo mismo te he clavado con mi pecado. Permíteme morir por Ti para resucitar en Ti.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Que podamos morir a nuestra voluntad, sacando afuera todo lo que no es de Dios, y viviendo cada instante como lo haría el Señor .

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

LA MISIÓN DE LAS MANOS


La misión de las manos



No tenemos en nuestras manos las soluciones para los problemas del mundo. Pero frente a los problemas del mundo, tenemos nuestras manos. Cuando el Dios de la historia venga, nos mirará las manos.

El hombre de la tierra no tiene el poder de suscitar la primavera. Pero tiene la oportunidad de comprometer sus manos con la primavera. Y así que la primavera lo encuentra sembrando. Pero no sembrando la primavera; sino sembrando la tierra para la primavera. Porque cada semilla, cada vida que en el tiempo de invierno se entrega a la tierra, es un regalo que se hace a la primavera. Es un comprometer las manos con la historia.

Sólo el hombre en quien el invierno no ha asesinado la esperanza, es un hombre con capacidad de sembrar. El contacto con la tierra engendra en el hombre la esperanza. Porque la tierra es fundamentalmente el ser que espera. Es profundamente intuitiva en su espera de la primavera, porque en ella anida la experiencia de los ciclos de la historia que ha ido haciendo avanzar la vida en sucesivas primaveras parciales.

El sembrador sabe que ese puñado de trigo ha avanzado hasta sus manos de primavera en primavera, de generación en generación, superando los yuyales, dejándolos atrás. Una cadena ininterrumpida de manos comprometidas ha hecho llegar hasta sus manos comprometidas, esa vida que ha de ser pan.

En ese momento es fundamental el compromiso de siembra. Lo que ahora se siembra, se hunde, se entrega, eso será lo que verdeará en la primavera que viene. Si comprometemos nuestras manos con el odio, el miedo, la violencia vengadora, el incendio de los pajonales, el pueblo nuevo sólo tendrá cenizas para alimentarse. Será una primavera de tierras arrasadas donde sólo sobrevivirán los yuyos más fuertes o las semillas invasoras de afueras.

Tenemos que comprometer nuestras manos en la siembra. Que la madrugada nos encuentre sembrando. Crear pequeños tablones sembrados con cariño, con verdad, con desinterés, jugándonos limpiamente por la luz en la penumbra del amanecer. Trabajo simple que nadie verá y que no será noticia. Porque la única noticia auténtica de la siembra la da sólo la tierra y su historia, y se llama cosecha. En las mesas se llama pan.

Si en cada tablón de nuestro pueblo cuatro hombres o mujeres se comprometen en esa siembra humilde, para cuando amanezca tendremos pan para todos. Porque nuestra tierra es fértil. Tendremos pan y pan para regalar a todos los hombres del mundo que quieran habitar en nuestro suelo.

Si amamos nuestra tierra, que la mañana nos encuentre sembrando…


© Fray Mamerto Menapace

ZAPATOS SUCIOS


Zapatos sucios
El reto del amor de hoy es tener misericordia con quien menos muestra su debilidad
Por: Blog El reto del amor 



Es más que sabido que estamos de obras y eso supone que todo va a quedar precioso pero mientras llega ese gran día, estos días están puliendo la piedra y todo el suelo del claustro se ha cubierto de una capa blanca de polvo, ese polvo ha llegado a todos los sitios del monasterio. Y cuando llegamos al coro, todas tenemos los zapatos muy sucios y así durante una semana. Era absurdo limpiarse pues sabíamos que hasta que no acabasen de pulir y limpiásemos las dependencias del monasterio, al volverlo a pisar los zapatos pasaban de ser negros como son, a blancos como quedaban.

Así que si miraba cualquier monja del coro, todas sin excepción, llevaban sucios los zapatos; esto me hacía sonreír por dentro, pues me recordaba que todas sin excepción tenemos la misma condición de pecado, pobreza y debilidad. Y que todas necesitamos de la misericordia de Dios en nuestra vida. Pero sobre todo le daba gracias a Cristo en la oración porque Él nos amó primero, su amor no dependía de estar limpios y relucientes ante El,  sino que Cristo nos amó tal y como estamos, con nuestra vida sin orden moral o afectivo. Por nuestra parte hemos respondido con amor a su amor desbordante. Por eso al ver los zapatos sucios de todas me decía a mí misma: “lo ves, que todas somos iguales, tenemos las mismas pobrezas o parecidas.” Y a ti te pasará lo mismo, estarás rodeado de gente que es igual que tú, sólo que en unos están mas a la vista sus pobrezas y otros las ocultan más; unos se limpian sus zapatos cada poco para parecer más limpios, pero en realidad todos somos iguales ante Dios, por eso Cristo mira el corazón y no las apariencias.

 Hoy el reto del amor es tener misericordia con quien tienes a tu lado, que es como tú en su pobreza pero intenta ocultarla, por eso hoy no mires lo que aparenta sino vete más al fondo, a su corazón, y verás que allí todos tenemos la misma necesidad de cariño y perdón.

¿QUÉ GANO YO SIENDO CATÓLICO?

¿Qué gano yo siendo católico?
Fijar la atención en el aspecto de amor - sacrifico - resurrección - redención que es esencial en el Nuevo testamento


Por: Fray Nelson Medina, O.P. | Fuente: fraynelson.com



Querido Padre Nelson, le escribo porque hoy tuve una conversación con un compañero de trabajo acerca de divinidad de Jesús y otros temas religiosos y me surgieron varias dudas que quisiera compartir con usted. Para mi compañero, como para Gandhi, lo verdaderamente importante es el sermón de la montaña. Las palabras allí pronunciadas por Jesús deberían ser la base de actuación de todo ser humano, por sus obras los conoceréis. ¿No deberíamos basarnos más en los hechos de las personas y menos en el discurso teológico que cada uno puede esgrimir? ¿De qué sirve ser, católico, musulmán, budista, etc. si mis obras no son buenas independientemente del discurso teológico que cada uno maneje? ¿Qué gano yo siendo católico?
Quiero abordar dos puntos básicos.
1. ¿Con qué criterio escogemos "lo verdaderamente importante"? Hay quienes piensan que lo esencial de Jesús es el Sermón de la Montaña pero otras personas creen que lo fundamental de él fue su manera de incluir a los marginados de su tiempo (niños, pobres, leprosos, mujeres, extranjeros...). Otros piensan que la clave está en el ejemplo de donación (pro-existencia) que él muestra; otros lo ven como un revolucionario social, en el sentido más profundo del término. Además, cada uno de los que así piensa puede "reducir" las otras perspectivas a la suya. Por ejemplo, el que todo lo ve en términos de proexistencia dirá que el Sermón de la Montaña es "sólo" una de las expresiones de proexistencia. El que cree que todo va en la línea social dirá ese Sermón es pura dinamita en una sociedad llena de privilegios y castas, y que por tanto no es tan fundamental.
Ahora bien, si uno va a los Evangelios mismos, es claro que el centro de gravedad está en la Pasión-Resurrección. Sin la Cruz y la Resurrección Jesús es un profeta entre otros, un Daniel o un Ezequiel más. También ellos llevaron vidas ejemplares. De hecho, un profeta como Eliseo hizo milagros fantásticos; Isaías está colmado de poesía; Jeremías se ofreció de intercesor por los pecados de su pueblo. Es la Cruz la que hace que Jesús sea Jesús. Esto no lo percibe fácilmente un hindú porque para ellos lo que prima es la enseñanza, y no en cuanto doctrina, sino en cuanto relato, en cuanto palabra que evoca e inspira. Jesús nos inspira pero no es por eso por lo que creemos en él, sino por su Sangre derramada en sacrificio por nuestro pecados. Gandhi parece que nunca fijó realmente su atención en ese aspecto de amor - sacrifico - resurrección - redención que sin embargo es esencial al Nuevo testamento.
2. Tengamos cuidado con las falsas alternativas. Una alternativa es falsa, por ejemplo, si nos presenta dos opciones y en realidad hay más de dos. Un ejemplo ayuda a entender. Hay gente que dice: "Para rezar mal, mejor no rezar". Ahí se parte de la base de que hay dos posibilidades: (a) Rezar mal; (b) No rezar. Sin embargo, uno ve que hay otra posibilidad: Rezar BIEN. Y cuando a uno le preguntan: ¿Cuál de estas TRES posibilidades es mejor: Rezar mal, Rezar bien, No rezar?, la elección es obvia.
Algo semejante sucede en la serie de preguntas que planteas al final del texto tuyo que transcribí, por ejemplo esto: "¿De qué sirve ser, católico, musulmán, budista, etc. si mis obras no son buenas independientemente del discurso teológico que cada uno maneje?" Lo que planteas es algo como que uno puede ser: (a) Católico con malas obras; (b) Cualquier cosa, con buenas obras. En ese planteamiento es evidente que el ser católico no añade. Pero ahí hay dos malentendidos: primero, que nuestro ideal NO es tener bonita doctrina y malas obras, sino doctrina cierta con obras buenas, santas. El segundo malentendido es que los pensamientos y las obras van como ruedas independientes. La Biblia nos deja ver, por el contrario, que de lo que abunda el corazón habla la boca, y también que el que medita el crimen obra la maldad.
Evidentemente las ideas justas son el ambiente natural de las buenas obras. Además, buenas obras no son sólo las que el catecismo llama obras de misericordia "corporales". Si una persona, como han hecho muchos comunistas, da pan al precio de enseñar a la gente a burlarse de la Providencia de Dios y de educarlos en la idolatría del Partido, ¿es eso una "buena obra"? Ser genuinamente buenos implica mucho más que portarse bien, ser empático y repartir bienes visibles. Ser bueno, en el fondo, es transparentar la bondad de Dios, y eso es lo que nos ha mostrado y lo que nos capacita para hacer Jesucristo. Se ve entonces cuándo tiene el que tiene la fe cristiana en sentido pleno, y la vive.

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