martes, 19 de mayo de 2015

EL SACERDOTE ES...



El sacerdote es...
El Sacerdote es el hombre de las paradojas y el más desconcertante de los hombres
Por: P. Aureliano Tapia Méndez




El Sacerdote es un hombre polifacético en su bien definida personalidad. Su larga carrera de diez, de trece o más años, le da muchos títulos.

Es Médico: cura heridas cancerosas sin sajar con el bisturí, salvando muchas vidas del fracaso. Y a veces -esto no lo puede hacer ningún otro médico- resucita muchos muertos trazando la cruz de la absolución sobre el alma penitente...

Es abogado: defiende las causas humanas ente un tribunal inapelable. Alcanza muchas absoluciones de condenados a pena eterna, y puede conmutar la pena de cadena hasta de siglos, por una oración...

Es Ingeniero: ayuda a orientar muchos caminos; a construir o reconstruir vidas deshechas o incipientes...

Es Maestro: enseña, ese es su papel principal. Enseña cuando se lo permiten las leyes, en las escuelas primarias, en las escuelas superiores, en las universidades. Y enseña siempre, aunque lo martiricen con tormentos de luz o con drogas que despersonalizan; enseña siempre, la única ciencia necesaria según aquella sentencia: “Aquel que se salva sabe y el que no, no sabe nada”.

Es Pescador: Pescador de río por la paciencia en esperar la vuelta del cristiano infiel; pescador de mar por su vida de sacrificio en bien de los demás...

Es Doctor, y pastor, y embajador y guía, y conquistador, capitán... y especialista universal de todos los problemas de los hombres...

El Sacerdote es el hombre de las paradojas y el más desconcertante de los hombres, se le llama “presbítero” -anciano- aunque apenas haya pasado los veinticuatro años que pide el derecho de la Iglesia para hacerlo su ministro. Y aunque esté encorvado por el peso de los años y tenga la cabeza nevada por el invierno de la vida, seguirá diciendo al comenzar su Misa: “Me acercare al altar del Señor que alegra mi juventud”.

Aunque no se haya doctorado en las universidades famosas, es consejero de sabios y de reyes; tiene la potestad de enseñar a todas las gentes, aunque sus homilías son sean una obra de ingenio retórico. Está en el mundo, y vive para el mundo pero no es del mundo...

Es siempre rico, millonario... aunque lleve una sotana raída y verdosa; tiene en sus manos el tesoro de los sacramentos...

Lleva la carga de nuestra humanidad insignificante, y puede con su voz hacer bajar a Yahvé-Hombre a un pequeño trozo de pan, y sus manos creadas pueden sostener al Creador. Su vida humana terminará -siguiendo la condición de criatura-. Pero seguirá siendo SACERDOTE para siempre; por toda la eternidad. Único tratamiento que se puede llevar más allá de la tumba.

Por eso, por su desconcertante personalidad, el Sacerdote es el ser más incomprendido, y por eso el más vituperado.

No se le puede tolerar que este de mal genio, aunque haya gastado todo el día y hasta la noche en servir a los siervos de Dios.

Se le llama rancio cuando sigue derroteros antiguos; novedoso y atrevido si quiere usar en su apostolado los medios modernos.

Se olvida que es sacerdote para todos, y el rico ve mal que trate bien al pobre, y el pobre le llama cochino burgués si atiende a los ricos.

Si su labor brilla se le llama ostentoso; si todos sus trabajos pasan el la oscuridad del anonimato es un holgazán, vividor y algo más.

Por eso deberíamos de admirar al Sacerdote y tratar de comprender las paradojas de su ministerio y todas la modalidades de su personalidad. Por eso deberíamos de rogar siempre por el sacerdote que nos bautizó, por el sacerdote que nos dio la primera comunión, por el que nos asistirá en la última hora. Por todos los sacerdotes: que el Señor guarde el tesoro divino que llevan en pobre vaso de arcilla humana.. Que el Señor los guarde del mundo. Que el Señor los santifique.

Este artículo del padre Aureliano Tapia Méndez (cuando era seminarista) se publicó en la revista del Seminario de Zamora en agosto de 1954

AMA A DIOS Y SERÁS FELIZ


Ama a Dios y serás feliz
Cristo fue el hombre más feliz porque no le negó nada a Dios olvidándose de sí mismo preocupándose por los demás.
Por: Padre Sergio P. Larumbe, I.V.E. | Fuente: Caholic.net




Quien no antepone nada al amor de Dios será la persona más dichosa, ya que en Dios está nuestra felicidad. La demostración de este principio está en que las cosas creadas no tienen la capacidad de colmar todas nuestras ansias y nuestras apetencias de infinito, que sólo Dios puede colmar, ya que solo Él es infinitamente perfecto, poderoso, bondadoso y lleno de atributos que serían innumerables y de nunca acabar.

Los santos fueron hombres alegres, y no se conocen santos que hayan sido frustrados, amargados o tristes, y el motivo es porque supieron no anteponer nada al amor de Dios.

Dice el salmista "¿Quién nos mostrará la felicidad, si la luz de tu rostro, Señor, se ha alejado de nosotros? tú has dado a mi corazón más alegría que cuando abundan ellos de trigo y vino nuevo".(Salmo 4,7-8) Por lo tanto, debemos afirmar que se aleja la felicidad del alma cuando se aleja el rostro de Dios de nosotros. Y ¿Cómo se aleja su rostro de nosotros? Cuando anteponemos otros amores al amor de Dios.

Por eso que la felicidad debe ser conquistada. La felicidad consiste en el Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien. Como dice la carta a los Gálatas, la alegría, es decir la felicidad, es fruto del Espíritu (Gal. 5,22) , y como tal debe ser conquistado con el amor a Dios sobre toda las cosas. Si miramos siempre a Dios en todo y en Él ponemos nuestro corazón, la luz de su rostro no se apartará de nosotros y su felicidad invadirá todo nuestro corazón.

Un alma triste es un alma que algo le esta negando a Dios, como el joven rico del evangelio, que tras al haber sido invitado a seguir a Cristo dejándolo todo no quiso porque tenia muchas riquezas y dice el evangelio que al oír esto, "se puso muy triste, porque era muy rico". (Lc. 18,23)


Cristo el hombre más feliz

Siguiendo este principio, de que la felicidad depende de no negar nada a Dios, y no anteponer nada a su amor, debemos afirmar que Cristo fue el hombre más feliz de todos.

Cristo fue el hombre más feliz de todos porque su voluntad humana estaba en perfecta armonía con el plan divino. 

Nada interpuso al Plan de Dios, al Plan de “Su Padre Celestial” y por eso que no sólo en cuanto Dios, sino que también en cuanto hombre fue el más feliz de todos.

Él mismo enseñaba a rezar a que se haga la voluntad de Dios por encima de todo: "Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo" (Mt. 6,9-10). Enseñaba que lo primero era hacer la voluntad de Dios: "No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial" (Mt. 7,21). Y si enseñaba a cumplir la voluntad de Dios era porque él mismo la ponía por obra porque no enseñaba nada que antes no practicará él primero. De hecho se decía de Cristo que "les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas" (Mt. 7,29).

Por eso que no sólo enseña a que se haga la voluntad de Dios sino que él mismo busca cumplir esa voluntad y ese plan con su misma vida. Abundan las citas Bíblicas en donde se ve el deseo de Cristo de Cumplir con la Voluntad del Padre celestial: Estando en el huerto de los olivos, momentos previos a su prendimiento rezaba de esta manera: "Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lc 22,42). Se pueden ver también los paralelos a este evangelio. Cristo no antepone nada al plan de Dios, su voluntad humana está en perfecta armonía con el plan de salvación del Padre y por eso a pesar de sus sufrimientos, Cristo es el hombre más feliz. En el fondo de su corazón esconde su alegría.

Cristo vino para hacer la voluntad del Padre: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra."(Jn 4,34)) No vino para sí mismo sino para el Padre y por nosotros y toda su vida la gasta en esta misión sin mirarse a sí mismo. Y en otro pasaje dice "no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado" (Jn 5,30) . Siempre busca no anteponer nada al amor de Dios. También leemos en el mismo evangelio de Juan "porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día" (Jn 6,38-40) . La Obra de Cristo está centrada en Dios y en el prójimo, y Cristo la cumplió a la perfección, por lo que no podemos dudar de que en él hubo una gran alegría a pesar de sus sufrimientos.

Cristo fue el hombre más feliz porque no le negó nada a Dios olvidándose de sí mismo preocupándose por los demás.

Cuando Cristo se retiró a un lugar solitario y lo siguieron dice la escritura que "Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos. Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida» Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer»"(Mt 14,14-16) . Cristo venía ya haciendo muchas curaciones, y siempre se preocupaba de los demás, ahora podía preocuparse de si mismo, pero como se ve en el evangelio citado, Cristo se preocupa de la muchedumbre. En el mismo evangelio, un poco mas adelante Jesús dice a sus discípulos "Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino" (Mt 15,32). Hace tres días que están con Cristo. Él esta predicando, curando, haciendo el bien, y sigue preocupándose por los demás sin tenerse en cuenta a si mismo. Nada antepone al amor de Dios y al amor del prójimo.

Cristo es el hombre más feliz porque nada antepuso al amor de Dios haciéndose servidor de todos. 

Como él mismo lo dijo: "El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos".(Mt 20,28) Y en el evangelio de Lucas nos dice: "Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar Bienhechores; pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve. Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve" (Lc 22,25-27).

Cristo es el hombre más feliz porque no le negó nada a su Padre dando su vida en rescate por el género humano cumpliendo con el plan de salvación. 

Así, él entrega su cuerpo y su sangre: "Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío. De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: « Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros". (Lc 22,19)

Él mismo entrega su vida: "Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre."(Jn 10,17-18) Y al final de su vida dice: "Padre, en tus manos pongo mi espíritu." (Lc 23,46)

Por estos motivos debemos decir, que aunque Cristo haya sufrido y Dios haya permitido que por momentos sintiese tristeza de muerte, debemos afirmar que Cristo fue el hombre más feliz de todos.

lunes, 18 de mayo de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 18 DE MAYO DEL 2015


Yo he vencido al mundo
Pascua


Juan 16, 29-33. Pascua. Nos toca ahora dar la cara por Cristo, como Él dio la vida por nosotros. 


Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Juan 16, 29-33
En aquel tiempo dijeron los discípulos a Jesús: Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios. Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo! yo he vencido al mundo.

Oración introductoria
Señor, mi naturaleza ansía la paz, como la felicidad perfecta, pero frecuentemente equivoca los medios para lograrla. Hoy, tu Evangelio me llena de confianza porque me invitas a encontrarla en Ti. Dame la gracia de orar para experimentar tu cercanía y tu paz.

Petición
Jesús, dame la docilidad para no buscar la paz en mis fuerzas o habilidades, sino en tu poder divino.

Meditación del Papa Francisco
No se puede ser cristiano, sin trabajar continuamente para ser justos. Una cosa que nos ayudaría mucho sería preguntarnos si ¿creo o no creo? Si creo un poco y un poco no. ¿Soy un poco mundano y un poco creyente?
Sin fe no se puede seguir adelante, no se puede defender la salvación de Jesús. Necesitamos el escudo de la fe, porque el diablo no nos lanza flores sino flechas en llamas para matarnos. Hay que tomar el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios. Los invito a rezar constantemente, a velar con oraciones y súplicas.
La vida es una milicia. La vida cristiana es una lucha, una lucha bellísima, porque cuando el Señor vence en cada paso de nuestra vida, nos da una alegría, una felicidad grande: esa alegría porque el Señor ha vencido en nosotros, con la gratuidad de su salvación. Pero sí, todos somos un poco vagos en la lucha y nos dejamos llevar adelante por las pasiones, por algunas tentaciones. Es porque somos pecadores, ¡todos! Pero no se desanimen. Valentía y fuerza, porque el Señor está con nosotros. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 30 de octubre de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
Es curioso. Cuando el Maestro ve en los discípulos un poco de lucidez para entender su mensaje, cuando parece que su fe es fuerte y su amor al Maestro ha crecido, les anuncia que le dejarán solo y que le abandonarán yéndose cada uno por su camino.

No lo hace con la intención de desalentarnos. Lo hace queriendo que veamos que nuestros buenos propósitos y proyectos están sostenidos de su mano amorosa. Aquí está la clave del gozo completo de los cristianos: sabemos que Dios está con nosotros.

Jesús no les oculta que el mundo se opondrá al mensaje del Evangelio. No les oculta la persecución. No les intenta convencer con demagogia para que le sigan. No. Jesús les anima con su ejemplo: "¡ánimo!: yo he vencido al mundo" Es de este modo como hay que entender la Muerte y la Resurrección del Señor, como el triunfo que sobrepasa totalmente los éxitos humanos: el triunfo que nos ganó la vida eterna.

Si tenemos un hermano mayor que nos saca de apuros en las peleas del colegio, no tememos las amenazas de quienes puedan comportarse poco amigables con nosotros. Así, si Jesús se ha batido dando su vida por destronar de una vez para siempre al príncipe de este mundo y ha vencido, no podemos tener miedo al qué dirán, ni sentirnos débiles frente a las insidias y las altanerías de los hombres. Nos toca ahora dar la cara por Cristo, como Él dio la vida por nosotros.

Propósito
Revisar mis actitudes y comportamientos para cambiar lo que me aleje de la luz de la verdad.

Diálogo con Cristo
Señor, gracias por darme fe, esperanza y caridad, el día de mi bautismo, para hacerme capaz de obrar el bien, por amor a Ti y a los demás. Qué serenidad y confianza me da saber que Tú has vencido al mundo y estás conmigo, dándome esa paz, que con tu gracia, podré irradiar a los demás, especialmente a mi familia.

EL AGUA BENDITA


El agua bendita
Autor:  Padre Guillermo Ortiz SJ.
 

 
Cuanta sed. Sed de la tierra reseca que para brotar
y dar flores y frutos necesita del agua simple y esencial...


Viene el agua copiosa y el campo reverdece y rebosa de abundante cosecha. ¿Cómo pueden salir tantos colores y sabores de la tierra simplemente fecundada por el agua incolora, insabora? 

Y los hombres y también los animales se abrevan en las fuentes, los ríos, las vertientes, los manantiales del campo y la montaña.

Del costado abierto de Cristo mano sangre y agua. Y el agua del costado de Cristo purifica y fecunda el corazón del hombre reseco y árido de amor. El Agua de Dios ablanda el corazón del hombre y lo fecunda, lo esponja, la hace capaz del amor y la vida que sólo puede dar el Agua de Dios. Puede brotar entonces la flor de la sonrisa, la calidez de la caricia y el abrazo, los frutos de caridad... Por esto muchos hombres y mujeres se abrevan en el Agua de Dios, que después de la resurrección de Jesús brota fecunda en la pila bautismal de nuestros templos, como un manantial, como una fuente inagotable y desbordada. 

En esta Fuente la familia puede hacer a sus niños hijos de Dios por el bautismo. Y muchos, bautizan también sus casas, sus cosas, sus trabajos y sus días, con el sacramental del agua bendita.

Bendita sea el agua pura de la lluvia, pero más bendita sea el Agua de Dios, el agua del Bautismo y el agua bendita, que fecunda por dentro el corazón del hombre. Bendita sea el agua que brota del Corazón abierto de Jesús.

Permitinos, Jesús, beber con abundancia de la fuente de tu Corazón.

FLORECILLAS A MARÍA: 18 DE MAYO

Flor del 18 de mayo: María, para Dios toda la gloria

Meditación: Cuando Jesús comenzó su predicación la gente lo aclamó Profeta, Varón de Dios y aún lo quisieron hacer rey. María se conservaba oculta, en su soledad Ella no atraía sobre sí la fama ni la gloria como Madre de tal Hijo. Así debemos ser nosotros, sólo dispuestos a procurarle Gloria a Dios, porque todo lo bueno, aunque provenga a través nuestro, viene de Dios. Por ello no son nuestras victorias, sino sólo victorias del Señor. Demos Gloria a Dios con nuestros trabajos y obras, permanezcamos ignorados frente a los hombres. Recordemos “…vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastés 1,2-3). Estemos presentes como María en el Calvario, donde no hay palmas ni laureles, sino injurias y vilipendios para compartirlos con Jesús.


Oración: ¡Oh María Madre de la modestia!. Haz que nuestra alma no permanezca ciega por nuestras vanidades y miserias, que rinda sólo alabanza al Buen Dios que todo lo alcanza y que seamos a Su semejanza. Amén.


Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).


Florecilla para este día: Meditar sobre nuestra tendencia a hacer obras buenas buscando el reconocimiento y halago de los demás, en lugar de sólo pretender ser contemplados por los Ojos de Dios.

¿ME PERDONA?


¿Me perdona?




En la noche de Navidad del año 1929, la señora Asunta, mamá de Santa María de Goretti, que estaba de  sirvienta en una casa cural, sintió que tocaban a la puerta. Salió a abrir, y era Alejandro, quien 
había asesinado a su hija.

–– “Señora, ¿me conoce?” –y bajó los ojos.
–– “Sí, Alejandro, lo recuerdo muy bien”.

–– “¿Me perdona?” –suplicó el pobre hombre, que llevaba en su rostro las huellas de 27 años  sufriendo en la cárcel.

–– “Sí, Alejandro. Dios lo ha perdonado. Mi hija también lo perdonó. ¿Cómo no lo voy a perdonar  yo?”.

EL DON DE LA FORTALEZA



El don de la Fortaleza
Reflexiones Pascua y Pentecostés

Los dones del Espíritu Santo y la oración. El Espíritu Santo da fuerza y energía.


Por: P. Donal Clancy, L.C. | Fuente: la-oracion.com



Frutos del don de la fortaleza
Antes de la Ascensión, Jesús dice a los apóstoles: «Permanezcan en la ciudad hasta que sean revestidos de poder desde lo alto. Recibirán la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre ustedes» (Lc 24, 49; Hech 1, 3-4). El día de Pentecostes, impulsados por "las ráfagas" del Espíritu y el "fuego" que hacía arder sus palabras, los apóstoles se llenaron de valentía para predicar a Cristo (Hech 2, 2-4. 14-40). A través de su audacia, se cumplió la promesa de Cristo: "Cuando venga el Espíritu de la verdad, dará testimonio de mí. Y también ustedes darán testimonio de mí" (Jn 15, 26-27). Un testimonio que los apóstoles consumirán con el martirio cruento.
 
Esta es la fortaleza, don del Espírtu Santo. Hay una fortaleza humana, propia de los hombres valerosos. Corona las demás virtudes – a la caridad, celo, humildad, etc. – dándoles consistencia y fuerza. Sin embargo, tiene un límite inevitable: la debilidad humana. El don del Espíritu Santo perfecciona esta virtud dando fuerza y energía para hacer o padecer intrépidamente cosas grandes, a pesar de todas las dificultades. Nos es necesaria para resistir las tentaciones fuertes o persistentes, para emprender grandes obras, para superar la persecución, para practicar con perfección y perseverancia las virtudes.
La fortaleza y la oración
El don de la fortaleza también contribuye a nuestra oración. Conocemos bien su dificultad múltiple, la lucha contra el cansancio, el sueño, las distracciones, la aridez. Quien se propone llevar con seriedad una vida de oración, a dedicar un espacio diario a la oración mental, descubre que ni siquiera el paso de los años le permite afrontar sin dificultad la consigna del Señor a "orar sin desfallecer" (Lc 18, 1). Allí está Getsemaní. Cristo ha dicho a los apóstoles: "Velad y orad", pero no resisten. No es sólo cansancio físico, es también pesadumbre anímica. San Lucas nos dice que el Señor les encontró"dormidos por la tristeza" (Lc 22, 45) y Él mismo los excusa: "El espíritu está pronto, pero la carne es débil" (Mc 14, 38). El espíritu humano no es suficiente, necesitarán el "poder que viene de lo alto". Jesús, al contrario, quien bajo el impulso del Espíritu ya había afrontado los 40 días del desierto (Lc 4, 1-2), ahora "sumido en agonía, insistía más en su oración" (Lc 22, 44).
Pidamos la fuerza del Espíritu Santo para perseverar en la oración como más tarde los apóstoles supieron hacerlo, junto con María (Hech 1, 14; 2, 42. 46). El Señor quizás sólo quiere ver la sinceridad de nuestro empeño y la humildad de nuestra súplica para darnos este don.
El don de la fortaleza en los momentos difíciles
El don también es necesario para la oración bajo otra luz. Dentro de la dinámica propia de la oración no es raro que la voluntad se retrae frente a alguna moción del mismo Espíritu. Cuando nos pide el Señor un sacrificio especial, acoger su voluntad en una enfermedad, en alguna noticia familiar triste, en una situación personal dolorosa. O quizás lo que nos pide el Señor no parece tan dramático, pero no encontramos en nosotros la fuerza para aceptarlo, para decidirnos a cambiar o a trabajar. Pidamos al Espíritu Santo que venga con su fortaleza en ayuda de nuestra debilidad.
Finalmente, está la oración, que bajo el impulso del Espíritu se abre no sólo a acoger la voluntad de Dios sino a pedir una mayor identidad con Cristo, víctima por nuestros pecados. Jesucristo después "de ofrecer ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte", acogió con obediencia voluntaria el designio de su Padre y "por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios" (Heb 5, 7-8; 9, 14).
No nos es fácil rezar así con sinceridad. Sin embargo, el Espíritu Santo nos puede llevar a penetrar el Corazón de Cristo, a ver todo como él lo ve, a tener "el pensamiento de Cristo" según una frase de San Pablo (1Co 2, 16). Entonces con el don de su fortaleza hace posible que pidamos de verdad sufrir con Cristo por la expiación de los pecados y la redención de los hombres.

REGLAS BÁSICAS EN INTERNET




Reglas básicas en Internet

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es la seguridad para evitar recibir infección por virus o para que no nos roben nuestros datos personales. Para ello, observemos al menos las siguientes normas:

1. No deben abrirse los mensajes electrónicos de origen desconocidos.

2. No deben facilitarse datos personales ni códigos PIN de acceso.

3. No deben abrirse archivos de remitentes desconocidos.

4. No deben apuntarse las claves de acceso PIN en ningún documento. Hay que guardar en un lugar seguro la tarjeta de coordenadas.

5. No deben utilizarse PIN triviales o fáciles de deducir.

6. No hay que confiar nunca en los regalos y las promociones fáciles de obtener, ni responder a mensajes que soliciten información de forma urgente.

7. Debemos disponer de un sistema antivirus, utilizarlo y, periódicamente, actualizarlo. También es conveniente instalar un sistema anti espía para evitar los programas espía y de publicidad no deseada.

8. Hay que tener actualizado el navegador, y también instalar los parches del sistema operativo.

9. Es importante tener en cuenta unas normas de protección del PC.

10. Es necesario mantenerse informado sobre la seguridad general en el uso de internet.

Además, en nuestras relaciones cotidianas con los demás, hay normas de cortesía y de saber estar que es conveniente respetar para llevarse bien con todo el mundo. Lo mismo sucede en internet. Acá hay algunas cosas básicas:

a) Compórtate con el resto de los internautas de la misma manera que te gustaría que ellos se comportaran contigo. Dicho de otra forma, no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti.

b) Internet puede parecer impersonal, especialmente porque estás tú solo detrás de una pantalla. Sin embargo, no olvides nunca que, al otro lado de la pantalla, puede haber cientos de personas.

c) No utilices LETRAS MAYÚSCULAS para insistir sobre cualquier cosa. El uso de letras mayúsculas puede ser entendido por el que lee como un grito o una orden.

d) No hagas comentarios ofensivos o fuera de lugar. Y no te dejes arrastrar por el enervamiento o las groserías de otros. En internet, se conoce como "flaming": la inserción en foros de discusión de mensajes con la intención de ser agresivo u ofensivo. Estos mensajes son llamados "flames" (llamas). Las "flames" intentan contrariar u ofender a los internatuas que participan en los foros de discusión o en los "chats". Intentan imponerse por la fuerza más que por la discusión. Una secuencia de intercambio de "flames" se llama "flamewar" (guerra de llamas). Otros tienen por único objetivo lanzar temas polémicos sólo por el placer de enfadarse con los otros internautas. Esto se llama "trolling" y a los que lo hacen se les llama "trolls".

d) Participa en las discusiones, da tu opinión, pero no te mezcles en disputas con los demás.

e) Relee siempre tus mensajes antes de enviarlos por la red. Debes respetar las reglas ortográficas igual que si se tratara de correo ordinario.

f) Procura que tus mensajes sean lo más cortos posibles.

g) Respeta los temas de los foros, las sesiones de conversación, etc. Si quieres hablar de otra cosa, lanza un nuevo tema en el foro o una nueva discusión.

h) En los foros, firma tus mensajes con tu seudónimo o tu nombre de usuario, jamás con tu propio nombre.

i) Respeta la vida privada de los otros.

j) No tengas en cuenta los fallos de otros internautas, muchas veces son usuarios que están dando sus primeros pasos en la red.

k) Ten la amabilidad de contestar los mensajes que te envían.

l) Cuando envíes a otras personas escritos que no son de tu autoría, menciona siempre el autor o la fuente.



domingo, 17 de mayo de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 17 DE MAYO DEL 2015 - LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


El Señor ¿Se va o se queda con nosotros?

El Señor ¿Se va o se queda con nosotros?

Marcos 16, 15-20. Solemnidad de la Ascensión Ciclo B. La Ascensión del Señor es nuestro triunfo y nuestra victoria definitiva, nuestra alegría, nuestro consuelo y esperanza. 



Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net





Del santo Evangelio según san Marcos 16,15-20
Y les dijo: "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien." Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.

Oración introductoria
Señor, permite que esta oración me lleve a ascender, a crecer en la fe, la esperanza y la caridad, para que con gran alegría cumpla todo lo que me has mandado, sabiendo que Tú estarás conmigo todos los días.

Petición
Que el gozo de tu ascensión, Señor, me lleve a centrar mi vida en el amor.

Meditación del Papa Francisco
Jesús parte, asciende al cielo, o sea vuelve hacia el Padre, quien le había enviado al mundo. Hizo su trabajo y retornó al Padre. Pero no se trata de una separación, porque él se queda siempre con nosotros, de una nueva manera. Con su ascensión el Señor resucitado atrae la mirada de los apóstoles -y también nuestra mirada- a las alturas del cielo para mostrarnos que la meta de nuestro camino es el Padre. Él mismo dijo que se habría ido para prepararnos un lugar en el cielo.
Entretanto, Jesús se queda presente y operante en las situaciones de la historia humana con la potencia y los dones de su Espíritu; está al lado de cada uno de nosotros: mismo si no lo vemos con los ojos, él está, nos acompaña y guía, nos toma de la mano y nos levanta cuando caemos.
Jesús resucitado está cerca de los cristianos perseguidos y discriminados, cercano a cada hombre y mujer que sufre, está cercano de todos nosotros.(Homilía de S.S. Francisco, 1 de junio de 2014).

Reflexión
¿Y dejas, Pastor santo,/ tu grey en este valle hondo, oscuro,/ con soledad y llanto?/ Y Tú, rompiendo el puro/ aire, ¿te vas al inmortal seguro?... Así comienza el poeta castellano, el gran Fray Luis de León, su oda a la Ascensión del Señor. Con encanto lírico y aire nostálgico se dirige a Cristo, a quien ve subir al cielo, como queriendo aferrarse a sus vestidos para que no se vaya y permanezca por más tiempo entre los suyos. Ésa tuvo que ser también la experiencia de los apóstoles y de los discípulos de Cristo cuando lo vieron ascender a los cielos...

Los antes bienhadados/ y los ahora tristes y afligidos/ –continúa nuestro poeta su mística contemplación– a tus pechos criados, / de ti desposeídos,/ ¿a do convertirán ya sus sentidos?/ ¿Qué mirarán los ojos/ que vieron de tu rostro la hermosura,/ que no les sea enojos?/ Quién oyó tu dulzura,/ ¿qué no tendrá por sordo y desventura?”.

Estos versos rebosan de inspiración, sin duda alguna. Pero yo creo que también debemos albergar otros sentimientos en nuestro corazón: la alegría, el gozo profundo y el regocijo porque nuestro Señor ha triunfado definitivamente. Con su gloriosa resurrección ha vencido a nuestros enemigos: al demonio, al pecado y a la muerte. Pero su ascensión a los cielos confirma su victoria y culmina su glorificación como Mesías, Redentor e Hijo de Dios.

Pero ese triunfo no es sólo de Él. ¡También es nuestro! Porque Cristo nos ha abierto las puertas del Reino de los cielos y ahora se va –como dijo a sus apóstoles en la Última Cena– "para prepararnos un lugar". Y luego, cuando nos lo haya preparado, de nuevo volverá y nos tomará para llevarnos a donde está Él, para que estemos con Él para siempre. (Jn 14, 2-3). ¡Ése es el motivo profundo de nuestra esperanza! Cuando escucho que alguien se muere –sobre todo si se trata de un amigo o de un ser querido– yo personalmente experimento un gran regocijo y también una santa envidia: ¡Qué dicha tan grande para él –pienso para mis adentros– que ya goza para siempre de Dios y ya no habrá más tristezas, ni más lágrimas! ¡Y ojalá también me tocara a mí muy pronto tan grande e incontenible felicidad!...

Yo no entiendo por qué algunas gentes se ponen tristes, abatidas o incluso se desesperan o se rebelan a veces contra Dios por la muerte de ser querido, si ya está gozando de Dios por toda la eternidad. ¡Dichoso él!... Obviamente, a todos nos duele su separación –como a los apóstoles les dolía que su Señor se fuera al cielo–. Pero, ¡qué inmensa dicha para Jesús! Y, por tanto, también para nosotros. A esta luz, se entienden perfectamente aquellas otras palabras de nuestro Señor, pronunciadas en el Cenáculo la noche de la despedida: "Si me amarais, os alegraríais de que me fuera, pues me voy al Padre" (Jn 14,28). Ahora sí se está yendo definitivamente al cielo... ¿Y no debemos también alegrarnos con Él?

Pero como Cristo es Dios, es omnipotente. Y para Él no hay imposibles. Se va, pero se queda al mismo tiempo, como lo hizo la noche bendita del Jueves Santo al instaurar la Eucaristía. Sólo su amor podía tener esas ocurrencias. Pero el suyo es un amor todopoderoso y eficaz. Nuestro amor humano también sueña y experimenta deseos semejantes, pero somos radicalmente impotentes para cumplir los sueños y los anhelos de nuestro amor. Pues Cristo sí puede realizarlos: se va. Pero se queda con nosotros. ¡Qué maravilla! ¡Qué enorme consuelo para nuestra soledad y para nuestras horas de tristeza, de oscuridad, de abatimiento, de derrota y de desesperanza!

Sí. Cristo se queda: "No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros" –nos prometió también en la Última Cena– (Jn 14, 18). Y lo que Cristo promete, lo cumple, porque Él es fiel a sus promesas. Recordemos lo que nos dijo antes de su ascensión: "Yo estaré con vosotros para siempre hasta la consumación del mundo" (Mt 28, 20). Él nunca está ausente. Es el gran Presente. Por tanto, alegría, consuelo, esperanza. "En las duras y en las maduras", como reza el decir popular. También cuando a veces "ya no sintamos lo duro, sino lo tupido" de la batalla. Todos tenemos nuestros ratos duros y amargos, de desconcierto y de decaimiento. Todos. Porque todos vamos como peregrinos "gimiendo y llorando en este valle de lágrimas". Pero con Cristo a nuestro lado y dentro de nosotros, ¡todo lo podemos!

Y a propósito de que estamos aquí de paso, la fiesta de la Ascensión del Señor nos lo confirma. Cristo, subiendo al cielo, nos invita a elevar también nosotros el corazón a las alturas: "Si habéis resucitado con Cristo -nos exhorta san Pablo- buscad las cosas de allá arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios; pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque estáis muertos y vuesta vida está escondida con Cristo en Dios" (Col 3, 1-3).

Si Cristo está en el cielo, también nosotros debemos tener el corazón en el cielo. Pero los pies bien puestos sobre la tierra. ¡Levantemos el corazón! -nos invita en cada Misa el sacerdote-. Y nosotros siempre respondemos: ¡Lo tenemos levantado hacia el Señor! Pues ojalá que no sean sólo palabras, sino que nuestra vida entera lo confirme.

Y finalmente, la Ascensión es una llamada a la misión y al apostolado, a compartir con los demás nuestra fe y nuestras certezas: "¿Qué hacéis allí mirando al cielo?"–nos dice el ángel–. Hay que ir a proclamar el mensaje de Cristo: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura (Mc 16,15), bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo -fue el mandato del Señor antes de marcharse-, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado" (Mt 28, 19).

Propósito
Renovar mi compromiso de anunciar a Cristo, con la palabra y mi testimonio de vida.

Diálogo con Cristo
Tu Ascensión es nuestro triunfo y nuestra victoria definitiva, nuestra alegría, nuestro consuelo y esperanza; una llamada a vivir con el corazón en el cielo y una invitación a compartir con los demás la felicidad de nuestra fe. ¡Aleluya, aleluya!

FLORECILLAS A MARÍA: 17 DE MAYO

Flor del 17 de mayo: Modelo de entrega a Dios

Meditación: “He aquí la Esclava del Señor” (Lucas 1,38). “Después de esto salió y vio un publicano…y le dijo: sígueme, él, dejándolo todo se levantó y lo siguió” (Lucas 5,27). Todos somos sus discípulos, ¿pero realmente lo somos?. ¿Dejamos todo y lo seguimos?. ¿O hipócritamente queremos llamarnos cristianos de acuerdo a nuestras comodidades y conveniencias, siguiendo con las pompas y obras de este mundo, y no con un corazón verdadero y único?. No se puede servir a dos señores, somos legítimos apóstoles y no falsos profetas que repetimos con la boca la Santa Palabra y hacemos con las obras lo que a nosotros nos apetece y no el Querer de Dios.

Oración: ¡Oh María la elegida, la prometida de Dios!. Pon en nuestro corazón el ser servidores de Dios como lo fuiste Vos, con humildad y dejando todo acá para caminar hacia la Verdad. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Ayuno de algo que sea muy personal y apetecible, ofreciendo a Dios esta pequeña mortificación.

OPORTUNIDADES


Oportunidades


Un hombre recibió una noche la visita de un ángel, quien le comunicó que le esperaba un futuro fabuloso: se le daría la oportunidad de hacerse rico, de lograr una posición importante y respetada dentro de la comunidad y de casarse
con una mujer muy hermosa.

Ese hombre se pasó la vida esperando que los milagros prometidos llegasen, pero nunca lo hicieron, así que al final murió solo y pobre. Cuando llegó a las puertas del cielo vio al ángel que le había visitado tiempo atrás y protestó:

"Me prometiste riqueza una buena posición social y una bella esposa. ¡Me he pasado la vida esperando en vano!".

- "Yo no te hice esa promesa"- replicó el ángel- "Te prometí la oportunidad de riqueza, una buena posición social y una esposa hermosa".

El hombre estaba realmente intrigado. "No entiendo lo que quieres decir", confesó.

- "¿Recuerdas que una vez tuviste la idea de montar un negocio, pero el miedo al fracaso te detuvo y nunca lo pusiste en práctica?". El hombre asintió con un gesto.

- "Al no decidirte unos años más tarde se le dio la idea a otro hombre que no permitió que el miedo al fracaso le impidiera ponerla en práctica. Recordarás que se convirtió en uno de los hombres más ricos del reino".

- "También recordarás", prosiguió el ángel, "aquella ocasión en que un terremoto asoló la ciudad, derrumbó muchos edificios y miles de personas quedaron atrapadas en ellos. En aquella ocasión tuviste la oportunidad de ayudar a encontrar y rescatar a los sobrevivientes, pero no quisiste dejar tu hogar sólo por miedo a que los muchos saqueadores que habían te robasen tus pertenencias. Así que ignoraste la petición de ayuda y te quedaste en casa".

El hombre asintió con vergüenza.

- "Esa fue tu gran oportunidad de salvarle la vida a cientos de personas, con lo que hubieras ganado el respeto de todos ellos", continuó el ángel.

- "Por último, recuerdas aquella hermosa mujer pelirroja, que te había atraído tanto? La creías incomparable a cualquier otra y nunca conociste a nadie igual.

Sin embargo, pensaste que tal mujer no se casaría con alguien como tú y para evitar el rechazo, nunca llegaste a proponérselo".
El hombre volvió a asentir, pero ahora las lágrimas rodaban por sus mejillas.

- "Sí, amigo mío, ella podría haber sido tu esposa", dijo el ángel. "Y con ella se te hubiera otorgado la bendición de tener sanos y hermosos hijos y multiplicar la felicidad en tu vida".

A todos se nos ofrecen a diario muchas oportunidades, pero muy a menudo, como el hombre de la historia, las dejamos pasar por nuestros temores e inseguridades. Pero tenemos una ventaja sobre el hombre del cuento.  Aún estamos vivos.

LA FIESTA DE LA ASCENSIÓN, VERDADERA ESPERANZA


Fiesta de la Ascensión, verdadera esperanza
Cristo no sube solo, somos parte suya, y por lo tanto, algo nuestro ya está en la casa el Padre.
Por: Alberto Ramirez Mozqueda | Fuente: Catholic.net




Los niños de hoy están acostumbrados a oír de los viajes espaciales, a naves que viajan a velocidades que escapan a la imaginación y que tocan países insospechados con otras costumbres y otras formas de vida. Por eso podrían quedarse con la impresión de que Cristo en su Ascensión a los cielos, se hubiera adelantado al tiempo, subiendo en su propia nave hasta desplazarse hasta el mismísimo cielo.

Tenemos que decir entonces de entrada que el cielo y el espacio de las estrellas, los astros, los asteroides y los cometas, un mundo vastísimo, es otro totalmente distinto del que nos presentan los evangelistas que afirman que Cristo subió al cielo, donde “Dios habita en una luz inaccesible” (1 Tim 6.16), lo cual quiere decir que nosotros mismos estaremos invitados a subir con Cristo pero no precisamente a un espacio o a un lugar sino a una situación nueva si vivimos en el amor y en la gracia de Dios.

La fiesta de la Ascensión del Señor es entonces la fiesta de la Verdadera esperanza para los cristianos y en general para todos los hombres, pues cuando Cristo envía a sus apóstoles al mundo, quiere hacer que su mensaje llegue precisamente a todos los hombres, rotas ya las barreras y todas las fronteras, hasta hacer de la humanidad una sola familia salvada por la Sangre de Cristo. Cristo no sube solo, somos parte suya, y por lo tanto, algo nuestro ya está en la casa el Padre, esperando la vuelta de todos para sentarnos con Cristo a ese banquete que se ofrece a todos los que fueron dignos de entrar al Reino de los cielos.

La fiesta en cuestión comenzó a celebrarse hasta el siglo VI pues los siglos anteriores se consideraba como una sola festividad tanto la Resurrección de Cristo como su misma Ascensión, pero se pensó en celebrar ésta última como la plena glorificación de Cristo, su exaltación a los cielos, el sentarse a la diestra de Dios Padre, su constitución como Juez y Señor de vivos y muertos y por lo tanto con poder para enviar a su Iglesia al mundo a hacerlo presente en sus sacramentos, en su Eucaristía, descubriéndole en los pobres y los marginados del mundo, comprometiéndose seriamente con ellos como él lo hizo con cada uno de los actos de su vida, pero sobre todo con su muerte en lo alto de la cruz.

La Ascensión tiene lugar en Galilea, donde Jesús comenzó su ministerio público pero no fue tanto un dato meramente geográfico, sino para hacerles entender a sus apóstoles que Jerusalén ya no era el centro de religiosidad y de culto, sino que desde ahora él se constituía en Aquél por el que se podía tener libre acceso al Padre. Galilea sería como un símbolo de una humanidad que vive una nueva esperanza y una nueva acogida por el Buen Padre Dios, invitándonos a romper toda esclavitud, pues él ya no quiere más sirvientes sino hijos.

Cristo tuvo mucho cuidado antes de su subida de darles poder a sus Apóstoles para hacerlo presente en el mundo, pero también afirmó, y con un verbo en presente que él estaría con ellos siempre, hasta el fin de los tiempos. Esa es la gran alegría de los cristianos, poder unirse desde ahora al Salvador sin tener que esperar hasta el momento final, y hacerlo como discípulos del único Maestro, que quiere a la humanidad unida en su Amor.

SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR - DOMINGO 17 DE MAYO DEL 2015


SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Domingo 17 de Mayo del 2015



Hoy la Iglesia Universal celebra la Solemnidad de la Ascensión del Señor al cielo, a los cuarenta días de su resurrección.

San Juan Pablo II al meditar esta Solemnidad, en su homilía del 24 de mayo de 2001, señaló que “la contemplación cristiana no nos aleja del compromiso histórico. El ‘cielo’ al que Jesús ascendió no es lejanía, sino ocultamiento y custodia de una presencia que no nos abandona jamás, hasta que él vuelva en la gloria”.

“Mientras tanto -continúa el Santo-  es la hora exigente del testimonio, para que en el nombre de Cristo ‘se predique la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos’”.

Uno de los pasajes bíblicos que narra este episodio de la vida del Señor está en el Evangelio de San Marcos 16,15-20:

“Conclusión del santo evangelio según san Marcos: En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: ‘Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos’. Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban”.

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR - 17 DE MAYO 2015


La Ascensión del Señor
Estamos en el penúltimo momento del misterio pascual, antes de la donación del Espíritu Santo


Por: . | Fuente: ACI Prensa




El acontecimiento

Esta solemnidad ha sido trasladada al domingo 7º de Pascua desde su día originario, el jueves de la 6º semana de Pascua, cuando se cumplen los cuarenta días después de la resurrección, conforme al relato de san Lucas en su Evangelio y en los Hechos de los Apóstoles; pero sigue conservando el simbolismo de la cuarentena: como el Pueblo de Dios anduvo cuarenta días en su Éxodo del desierto hasta llegar a la tierra prometida, así Jesús cumple su Exodo pascual en cuarenta días de apariciones y enseñanzas hasta ir al Padre. La Ascensión es un momento más del único misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesucristo, y expresa sobre todo la dimensión de exaltación y glorificación de la naturaleza humana de Jesús como contrapunto a la humillación padecida en la pasión, muerte y sepultura.

Al contemplar la ascensión de su Señor a la gloria del Padre, los discípulos quedaron asombrados, porque no entendían las Escrituras antes del don del Espíritu, y miraban hacia lo alto. Intervienen dos hombres vestidos de blanco, es una teofanía, la misma de los dos hombres que Lucas describe en el sepulcro (24,4). En ellos la Iglesia Madre judeo-cristiana veía acertadamente la forma simbólica de la divina presencia del Padre, que son Cristo y el Espíritu. Las palabras de los dos hombres son fundamentales: Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse (Hechos 1,11). En un exceso de amor semejante al que le llevó al sacrificio, el Señor volverá para tomar a los suyos y para estar con ellos para siempre; y se mostrará como imagen perfecta de Dios, como icono transformante por obra del Espíritu, para volvernos semejantes a él, para contemplarlo tal como él es (1 Juan 3,1-12). Contemplando en la liturgia el icono del Señor - sobre todo en la Eucaristía - intuimos el rostro de Dios tal como es y como lo veremos eternamente. Y lo invocamos para que venga ahora y siempre.

En el relato de este misterio según el Evangelio de san Mateo (28,19-20), el Señor envía a los discípulos a proclamar y a realizar la salvación, según el triple ministerio de la Iglesia: pastoral, litúrgico y magisterial: Id y haced discípulos de todos los pueblos (por el anuncio profético y el gobierno pastoral, formando y desarrollando la vida de la Iglesia), bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo (aplicándoles la salvación, introduciendo sacramentalmente en la Iglesia); y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado (mediante el magisterio apostólico y la vida en la caridad, el gran mandato). Se está cumpliendo el plan de Dios, y la salvación, anunciada primero a Israel, es proclamada a todos los pueblos. En esta obra de conversión universal, por larga y laboriosa que pueda ser, el Resucitado estará vivo y operante en medio de los suyos: Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.

El misterio

La lectura apostólica que propone la Iglesia interpreta perfectamente el acontecimiento de la Ascensión del Señor, adentrándonos en el misterio del ingreso del resucitado en el santuario celeste. Ahora podemos decir con el canto del Santo que los cielos y la tierra están llenos de la gloria de Dios (En Isaías 6,3 sólo se nombraba a la tierra). Ahora, con la ascensión de la humanidad del Hijo de Dios, conmemorada en el misterio litúrgico, sobre la que reposa la gloria del Padre, adorada por los ángeles, también nosotros somos unidos por la gracia a esta alabanza eterna, en el cielo y en la tierra. Estamos en el penúltimo momento del misterio pascual, antes de la donación del Espíritu Santo al cumplirse los días de la cincuentena, el Pentecostés.

La vida cristiana

Las oraciones de esta solemnidad piden que permanezcamos fieles a la doble condición de la vida cristiana, orientada simultáneamente a las realidades temporales y a las eternas. Esta es la vida en la Iglesia , comprometida en la acción y constante en la contemplación. Porque Cristo, levantado en alto sobre la tierra, atrajo hacia sí a todos los hombres; resucitando de entre los muertos envió a su Espíritu vivificador sobre sus discípulos y por él constituyó a su Cuerpo que es la Iglesia, como sacramento universal de salvación; estando sentado a la derecha del Padre, sin cesar actúa en el mundo para conducir a los hombres a su Iglesia y por Ella unirlos a sí más estrechamente y, alimentándolos con su propio Cuerpo y Sangre, hacerlos partícipes de su vida gloriosa. Instruidos por la fe acerca del sentido de nuestra vida temporal, al mismo tiempo, con la esperanza de los bienes futuros, llevamos a cabo la obra que el Padre nos ha confiado en el mundo y labramos nuestra salvación (Vaticano II, Lumen gentium 48)
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