miércoles, 29 de abril de 2015

¿CUÁNDO DEBO DECIDIR MI VOCACIÓN?



¿Cuándo debo decidir mi vocación?
Hay que prepararse buscando ser mejores en todos los campos de la vida
Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net




¿Cuándo debo comenzar a decidir lo que debo ser?

Hay que estar atentos en todo momento. Y más que eso, hay que prepararnos en todo momento, ya que ni un buen esposo llega a serlo preparándose dos días antes, ni tampoco un sacerdote: hay que buscar ser mejores en todos los campos de la vida, en mi formación, en mi alegría, en mi caridad, en mi fidelidad, etc., para que cuando me llame Dios a escena, ya tenga el curso de actuación completo. Y sólo me falte repetir las líneas de mi libreto.

En todo momento, debo preguntarme qué es lo que Dios quiere de mí, pedirle su ayuda para encontrar mi camino. Y, en el momento en que sintamos el llamado, comenzar la búsqueda concreta y no dejar las cosas a la deriva, que si para eso fuimos hechos, ahí encontraremos la fuerza para ser plenamente felices.

¿Qué tan feliz quiero ser?

Esa es la trascendencia que tiene esta decisión. Por esto, después de la grandeza de tener la fe, tomar la decisión de seguir nuestra vocación se convierte en la segunda tarea más importante del hombre y de la mujer.

Últimamente, hemos visto que la gente no se decide a comprometerse en nada, ni a casarse ni a consagrarse. Y muchas veces, cuando lo hace, lo hace a medias, "por si no funciona":

• "Si no funciona el matrimonio, me divorcio"
• "Voy a probar para consagrarme, pero no me entrego todo".

Nadie puede saber qué se siente nadar por completo, si no deja de usar en algún momento flotadores; ningún paracaidista va a un salto con la idea de que "si no funciona, cambio de marca de paracaídas".

Estamos hechos para tomar decisiones como hombres y mujeres. Y saber afrontar las consecuencias de nuestros actos: esto es lo que realmente nos hace felices.

Qué el mundo con sus mediocridades y tibiezas nunca nos convenza de lo contrario.

CÓMO AYUDAR A LOS HIJOS DEL DIVORCIO


Cómo ayudar a los hijos del divorcio
Los hijos son las primeras víctimas de una separación


Por: Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo | Fuente: alfa y omega



Los hijos «son las primeras víctimas» de una separación, ha dicho el Papa Francisco, pero pueden alcanzar la sanación de sus heridas gracias a la sanación de las heridas de sus padres. Poco a poco, la Iglesia está empezando a prestar atención pastoral a estas personas –padres e hijos– que sufren muchas veces una etiqueta injusta
«Ser hijo de padres separados condicionó mi manera de relacionarme con el mundo, la forma en el que se evalúan las relaciones y la manera en cómo se proyecta todo con fecha de vencimiento. Se vislumbra todo a corto plazo y desde la desconfianza. El matrimonio carece de sentido, y el compromiso afectivo es algo que no se está dispuesto a entregar fácilmente a cambio de nada… Mi visión del mundo es así, y difiere notablemente de mi grupo de amigos que no pasaron por esa experiencia»: éste no es el relato de un adolescente, sino el de un hombre ya adulto, entrado en años. Como aquel superviviente del avión uruguayo estrellado en Los Andes –la anécdota la refiere el psicoterapeuta familiar José María Contreras–, que después de pasar varios problemas personales, admitió: «Todavía no he superado todas mis cordilleras; me falta por superar la separación de mis padres».
Las consecuencias en los niños de la separación de sus padres han sido estudiadas por la psicóloga californiana Judith Wallerstein, que ha hecho el seguimiento de una veintena de niños cuyos padres se divorciaron en los años 70. Entre sus conclusiones, identifica «el miedo a que las relaciones amorosas de estas personas fracasen, tal como pasó con sus padres. Al carecer de un patrón sobre cómo son las relaciones estables, inventan sus propios códigos de conducta en una cultura que les ofrece muchos modelos de relación, pero pocas directrices. Muchos han vencido su miedo a ser traicionados y han encontrado una pareja estable, mientras que otros todavía no saben por qué se sienten tan asustados».
¿Ya no es un problema?
Fernando Alberca, experto en educación y asesor en rendimiento escolar y relaciones familiares, observa que, «hace diez años, un niño que vivía la separación de sus padres percibía que era un gran problema; hoy, no es así. Culturalmente, los niños ya no ven la separación como algo anormal en sus vidas, porque la mayoría de sus amigos también tiene padres con problemas o separados. La sociedad ya ha admitido que una pareja se separe si las cosas no van bien. Es muy frecuente y el niño lo ve como algo inevitable».
Sin embargo, el problema queda en estado latente en el niño y se enmascara. «Hay una depresión infantil creciente, vinculada en muchos casos con la inseguridad, desarraigo de la separación y sentido de culpa, especialmente preocupante en niños muy pequeños; hay sufrimientos, fracaso escolar, rebeldías adolescentes cada vez más tempranas, de 7 a 12 años, agotamiento emocional, endurecimiento de corazón, que hunden sus raíces en una separación conflictiva…», señala Alberca.
Además, «la separación como solución se transmite con facilidad a los hijos –continúa–. La mayoría de las separaciones tiene su causa en que, hoy, las cosas se tiran y se sustituyen…, pero no se arreglan. Nadie quiere solucionar problemas; si nos falla algo, lo sustituimos. Los niños están aprendiendo a evadirse de los problemas, como hacen los adultos, en lugar de solucionarlos. Los matrimonios se empiezan a romper con cada vez menos motivos, y los padres parecen menos fiables, porque lo que hoy dicen y sienten mañana puede ser distinto; y hay estudios que señalan que el 91% de los niños no entienden nunca por qué se separaron sus padres».
Una etiqueta injusta
Hace apenas una semana, el Papa Francisco ha denunciado que «muchos niños pagan el precio de uniones inmaduras y de separaciones irresponsables, son las primeras víctimas». Junto a ello, «resulta indispensable hacerse cargo de las consecuencias de la separación o del divorcio para los hijos; y buscar el modo de que puedan superar el trauma de la escisión familiar y crecer de la manera más serena posible», ha pedido la Asamblea que prepara el Sínodo de la Familia 2015.
En España, poco a poco, empiezan a surgir iniciativas de acompañamiento para separados y divorciados. La parroquia Nuestra Señora de la Visitación, en Las Rozas (Madrid) –uno de los municipios españoles con mayor índice de separaciones–, acoge al grupo Emaús, en el que varias mujeres se reúnen cada sábado para actividades de formación y momentos de oración, «o simplemente para pasar un rato juntas», señala su responsable, Mamen Carro, «porque lo que buscamos es que estas personas que comparten su fe se ayuden unas a otras. Igual que hay grupos de jóvenes, de matrimonios, etc., queremos reunir a personas que viven esta situación concreta».
Mamen lamenta que «esta sociedad frivoliza mucho la separación: Si te llevas bien con tu ex, entonces los niños lo llevarán bien; y esto no es verdad. Hollywood ha hecho mucho daño con lo de rehacer mi vida. Tenemos que reconocer que hay un problema social». Además, «en la Iglesia hemos llegado tarde ante este problema; muchas personas cargan por desconocimiento con una etiqueta injusta: Es que estoy separada… Estas personas están muy heridas y tienen mucha necesidad de acogida».
Tú naciste porque Dios quiso
Para ayudar a los niños, Mamen recomienda, sobre todo, empezar con los padres. «Los padres son los primeros educadores de sus hijos. Hay que formar grupos de padres y grupos de madres, que tengan formación, oración y apoyo mutuo, y que se sientan queridos». Y a los niños, «les diría siempre la verdad, les hablaría con esperanza. Hay que decirles que ellos son un fruto del amor, ser muy generosos siempre con ellos. Decirles: Tú naciste porque Dios quiso, tu madre y tu padre te quieren; intentar que se sientan muy queridos, y recordarles que Dios les quiere mucho».
Don Manuel Martín, párroco de Nuestra Señora de la Visitación, concluye que «los separados y divorciados son los pobres del siglo XXI; han hecho un proyecto y han fracasado. Eso destroza mucho psicológicamente, y también económicamente. Como los discípulos de Emaús, sólo en el encuentro con Cristo se reponen de este fracaso. Por eso, necesitan de la ayuda de la Iglesia, que tiene la obligación de dar consuelo a los más necesitados, de devolver la esperanza a quien la ha perdido. Si no lo hace, la Iglesia no cumple su misión».

5 claves para la ayuda
¿Cómo podemos ayudar a los niños de nuestro entorno, familia, colegio…, que han sufrido la separación de sus padres? Fernando Alberca da cinco claves:
- Ser siempre muy amables con las dos partes, muy acogedores y comprensivos; y no hablar nunca mal de los padres: el niño es muy sensible a esto.
– Ofrecer nuestra ayuda para solucionar los problemas que posibiliten una reconciliación, aunque no siempre es posible.
– Ayudar al niño en lo que necesite, quererle incondicionalmente, no sacar conclusiones rápidas, no juzgar nunca y ayudarlos a ser felices.
– Darles la estabilidad que han perdido, ser muy amables, perdonarles mucho. Un niño se puede creer culpable y llamar la atención, bajar las notas, desobedecer… Tenemos que quererlos mucho, tratarlos con cariño, sonreírles y no olvidarnos de sus padres aunque ya no los veamos.
– Ayudarlos con nuestro ejemplo para su futuro matrimonio: estos niños pueden ser muy felices en sus relaciones, y eso hemos de mostrárselo con nuestro propio ejemplo. Mostrarles que uno puede ser muy feliz casado, con nuestro propio matrimonio.

IMÁGENES DE SANTA CATALINA DE SIENA, 29 DE ABRIL













EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 29 DE ABRIL DEL 2015


Yo hablo como el Padre me lo ha dicho 
Pascua

Juan 12, 44-50. Pascua. Ver a Jesús, es tener la luz que ilumina el camino en nuestro peregrinar al cielo. 


Por: Jesús Valencia | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Juan 12, 44-50
En aquel tiempo Jesús exclamó: El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le juzgue: la Palabra que yo he hablado, ésa le juzgará el último día; porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí.

Oración introductoria
Jesús quiero creer Señor, pero ayuda mi incredulidad. Quiero ver con ojos de fe. Tú, ayuda mi vista. Haz Señor que, puesto a tu escucha, más te sienta, más te guste, más te experimente en la oración. Tu rostro busco, Señor. ¡Enséñame a buscarte…Muéstrame tu Rostro! Porque, si Tú no me lo muestras, no puedo buscarte. No puedo encontrarte si Tú no te haces presente. Te buscaré deseándote, Te desearé buscándote. Amándote Te encontraré, encontrándote Te amaré. (Cf. San Anselmo)

Petición
Jesús, muéstrate a mí en la sabia elocuencia de las cosas. Que sepa ver la huella de tus pasos en mi vida.

Meditación del Papa Francisco
Este es el camino de la historia del hombre: un camino para encontrar a Jesucristo, el Redentor, que da la vida por amor. En efecto, Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de Él. Este árbol de la Cruz nos salva, a todos nosotros, de las consecuencias de ese otro árbol, donde comenzó la autosuficiencia, el orgullo, la soberbia de querer conocer –nosotros-, todo, según nuestra mentalidad, de acuerdo con nuestros criterios, incluso de acuerdo a la presunción de ser y de llegar a ser los únicos jueces del mundo. Esta es la historia del hombre: desde un árbol a otro.
En la cruz está también la historia de Dios, para que podamos decir que Dios tiene una historia. Es un hecho que Dios ha querido asumir nuestra historia y caminar con nosotros: se ha abajado haciéndose hombre, mientras nosotros queremos alzarnos, y tomó la condición de siervo, haciéndose obediente hasta la muerte en la Cruz, para levantarnos: ¡Dios hace este camino por amor! No hay otra explicación: solo el amor hace estas cosas. Hoy miramos la Cruz, historia del hombre e historia de Dios. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 14 de septiembre de 2013, en Santa Marta).
Reflexión 
La oración es el reconocimiento explícito de nuestra dependencia de Dios. Acudimos a Él porque lo necesitamos, porque nos es indispensable confíale a alguien, que además es omnipotente, nuestras alegrías, tristezas y proyectos. Ver a Jesús, es tener la luz que ilumina el camino en nuestro peregrinar al cielo. Oramos porque creemos. Y creer así, ya es confiar. Como sucede en las relaciones humanas, confiamos en aquellos que queremos y sabemos que nos quieren. Con Dios, que nos ama con locura, hasta entregar a su propio Hijo, ¿tendría que ser diverso?

Propósito
Hacer un acto de confianza en Dios, poniendo en la oración las intenciones más profundas del corazón.

Diálogo con Cristo
Enséñame, buen Jesús, a pedir lo que conviene. A no pedir para mí, sino para los hombres, mis hermanos. Enséñame a confiar en ti. Convénceme de que nada me puede pasar sin tu disposición. Y cuando el dolor toque a la puerta de mi vida, que me acuerde de ti, Señor, para obtener la fuerza en el camino que sólo tu puedas dar. Cuando los hombres me olviden, sepa, Señor, que siempre puedo acudir porque Tu eres mi Padre, mi hermano. Fiel compañero en el duro, pero hermoso camino al cielo.


No nos cansemos de orar. La confianza hace milagros. Santa Teresita del Niño Jesús

PARA PENSAR


Para pensar



Hoy tenemos edificios más altos y autopistas más anchas, pero temperamentos más cortos y puntos de vista más estrechos.

 Gastamos más, pero disfrutamos menos.

Tenemos casas más grandes, pero familias más chicas.
 Tenemos más compromisos, pero menos tiempo
 Tenemos más conocimientos, pero menos criterio.
Tenemos más medicinas, pero menos salud.
Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero hemos reducido nuestros valores.
Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado.
 Hemos llegado a la Luna y regresamos, pero tenemos problemas para cruzar la calle y conocer a nuestro vecino.
 Hemos conquistado el espacio exterior pero no el interior.
Tenemos mayores ingresos, pero menos moral....
Estos son tiempos con más libertad, pero menos alegría....
Con más comida, pero menos nutrición....
Son días que llegan dos sueldos a casa, pero aumentan los divorcios.
Son tiempo de casas más lindas, pero más hogares rotos.

Por todo esto, propongo que de hoy en adelante;

No guardes nada “Para una ocasión especial”, porque cada día que vivas es una ocasión especial.

Busca a Dios, aprende a conocerle, lee más, siéntate en la terraza y admira la vista sin fijarte en las malas hierbas.

Pasa más tiempo con tu familia y con tus amigos, come tu comida preferida, visita los sitios que ames.

La vida es una sucesión de momentos para disfrutar, no es solo para sobrevivir.

Usa tus copas de cristal, no guardes tu mejor perfume, úsalo cada vez que te den ganas de hacerlo.

Las frases “Uno de estos días”, “Algún día”, quitalas de tu vocabulario.

Escribamos aquella carta que pensábamos escribir, “Uno de estos días”.

Digamos hoy a nuestros familiares y amigos, cuánto los queremos.
Por eso, no retardes nada que agregaría risa y alegría a tu vida.
Cada día, hora, y minuto son especiales....

y no sabes si pudiera ser el último...

UN CORAZÓN A LA ALTURA DE TU INOCENCIA



Un corazón a la altura de tu inocencia

Todavía hay hombres que tienen la ilusión de estar al lado de una mujer que se caracterice por la pureza 


Por: Juan Salamanca | Fuente: Catholic.net



Desde que estaba pequeño, mi mamá siempre nos recordaba, a mis hermanos y a mi, lo importante que es saber esperar a la persona que Dios tiene preparada para cada uno de nosotros. Nos hablaba de una espera que se hace posible por la confianza depositada en Dios, y que se apoya en la certeza de que Él mismo se está encargando de aquél o aquella que nos hará realmente felices.
Lo anterior es más que una teoría con toque poético, es una realidad. Pero qué triste que, en algunos casos, el desespero y la soledad dañen los planes que Dios ha venido acomodando. Es muy importante esperar, pero no es una espera sin sentido: es una espera que nos ayudará a estar preparados para esa persona. Como dijo el Papa Benedicto XVI en un discurso a los novios:
“La mesa está repleta de muchas cosas deliciosas, pero, como en el episodio evangélico de las bodas de Caná, parece que haya faltado el vino de la fiesta”.
Y falta el vino en una sociedad que busca saltarse muchos principios y valores.
Qué fácil es perder entonces la esperanza de encontrar un hombre a la altura, a la altura de tu corazón. Pero les tengo una buena noticia: ¡Todavía hay muchos! Hay muchos hombres que desde hace un tiempo se han ido preparando para estar a la altura de la inocencia de muchas mujeres. Hay muchos hombres que en este momento están arrodillados ante el Sagrario, pidiendo por una mujer que sepa permanecer, esperar, y que cuando llegue el momento todavía tenga esa ilusión de dejarse tratar como San José nos ha enseñado.
Aunque les hayan hecho creer lo contrario, hoy les aseguro que hay hombres que están esperando mujeres que todavía se sorprendan con un detalle… Todavía hay hombres que buscan damas para las que unas flores no sean anticuadas y aburridas… Hombres que anhelan a una mujer que se deje abrir la puerta y que disfrute cuando la tratas como la más importante en ese momento…Hombres que rezan por encontrar mujeres que sepan valorar pequeñas cosas, como que caminemos del lado de la calle para protegerlas, o simplemente el permitirles pedir primero en el restaurante.  Todavía hay hombres que tienen la ilusión de estar al lado de una mujer que se caracterice por la pureza que le saca una sonrisa cada vez que le llaman a desearle un feliz día. Hombres que darían lo que sea por una mujer que además admire lo que hacen para tener una buena relación con los suegros, porque su familia es también la de ellos.
Por supuesto que existimos hombres que intentamos ir mas allá, que no solo se conforman con hacerlas felices a ustedes sino también a los que ustedes aman. Existimos hombres que con pequeños actos intentamos hacer lo posible por demostrarles cuánto nos interesan y cuánto queremos hacer parte de su familia. Aunque no lo crean, existimos hombres que tenemos presente que hay horas en las cuales ya no es prudente estar sus casas y es mejor marcharse. Hombres que reconocen aquellas cosas que les desagradan a sus padres y preferimos evitarlas.
Pero sobre todo… Sobre todo..  hombres que esperan a un mujer que sepa dejarse enamorar…a una mujer que esté dispuesta a enfrentar un desafío basado en el amor y la confianza.  A una mujer que busque una relación que tenga a Jesucristo en el centro, como única fuente del amor. Una mujer que espere con emoción el domingo para ir juntos a misa y en el Sacramento de la Eucaristía vivir el amor de Cristo, reflejado en la plenitud del amor humano.
Mujeres: no dejen de esperar. No se rindan. Hay hombres que ya entendieron que una esposa es solo un préstamo de Dios, un regalo que nos da por un tiempo para que juntos crezcamos y nos acerquemos a Él.  No se rindan. Hay hombres que esperan para poder cumplir el plan de Dios y así ser semilla de familias santas.
Y así como nos preparamos y sabemos esperar, también pedimos para que ustedes no pierdan su inocencia. Pedimos para que esa inocencia sea un motivo que las lleve a buscar en Cristo la razón. Y así, que se enamoren primero profundamente de Él, y de esta manera nosotros tengamos que buscarlo a Él para encontrarlas a ustedes.
“Una mujer de Dios no cuesta trabajo, cuesta una vida”

¡CRISTO ESTÁ VIVO! NO LO DEJES EN EL SEPULCRO


¡Cristo está vivo! No lo dejes en el sepulcro 
Para muchos Cristo ha perdido su actualidad, no tiene nada que enseñar a los hombres tan avanzados de hoy.


Por: P. José Luis Richard | Fuente: Catholic.net




La memoria del hombre no es infalible. Existe la famosa curva del olvido: después de aprender algo, poco a poco el tiempo lo oscurece y confunde y quizá hasta lo borra.

Algo así parece que ha pasado con la imagen de Cristo. Ha sufrido esa misma curva del olvido. Muchos hombres aún distinguen una imagen más o menos clara de Cristo aunque algo desfigurada. Otros la ven ya un poco borrosa. Algunos la han perdido. Hoy Cristo nos pregunta la opinión que de Él tiene el mundo como aquel día preguntó a sus discípulos en Cesarea de Filipo: ¿Quién dice la muchedumbre que soy yo?

También nosotros tendríamos que responderle: "los hombres dicen que eres Elías o uno de los antiguos profetas". Hablan de Cristo como si se tratara de un monumento histórico o de un personaje legendario. Para muchos hombres Cristo ha perdido su actualidad. No ejerce atractivo en el mundo. Su doctrina ha pasado de moda. No tiene nada que enseñar a los hombres tan avanzados de hoy.

Otros comparan a Cristo con Juan el Bautista. Lo creen demasiado sobrio y difícil, demasiado austero. Les parece demasiado exigente y su doctrina muy pesada para los hombres de hoy. O quizá ellos son demasiado cómodos y buscan llegar a la cima sin moverse ni sudar. Ciertamente reconocen la validez de su doctrina pero no se animan a hacerla propia.

Preferirían alcanzar a Cristo más fácilmente. Ser virtuosos, pero sin esfuerzo. Desearían que Cristo no hubiera hablado de cruz, que se hubiera limitado a contarles esas cosas tan bonitas del cielo, del banquete, de los lirios del campo...

En cambio, Pedro exclama, jubiloso, su experiencia de Cristo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.

No sabe bien todavía cómo ha llegado a esa conclusión pero su corazón asiente a lo que acaba de decir. Al inicio él había seguido a Cristo atraído por su liderazgo, su personalidad. El rostro de Cristo irradiaba alegría y atractivo. Nadie como Él de íntegro: buscaban prenderlo pero no encontraban falta alguna en él. Ninguno tan recio y varonil y, al mismo tiempo, tan cariñoso con los niños y bondadoso con los enfermos y pecadores. Sabía apreciar mejor que nadie la belleza de una flor, del lago, del cielo...

Después Jesús había confirmado su fe incipiente con imponentes milagros, le había enseñado, orientado... incluso le había corregido varias veces. También le había puesto a prueba alguna vez, pero su amistad se había mantenido firme: "Señor, ¿a quién iremos? Sólo Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn 6, 68).

Y ahora que Jesús se enfrenta con la hostilidad y el rechazo y ha tenido que abandonar Jerusalén, él le vuelve a reiterar su fe y su adhesión. Pero en esta ocasión, sus palabras denotan ya mayor profundidad y emoción: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.

Tres experiencias de Cristo. Tres fotos. Pero válida sólo la que sacó Pedro. Los otros se la sacaron a un fantasma, no al Cristo auténtico.

Cristo está vivo. No luchamos por una figura histórica solamente. Como hace veinte siglos, Él es motivo de amor y de odio. Contra Él chocan las olas de la humanidad y en Él se dividen las vidas de los hombres.

ORACIÓN A SANTA CATALINA DE SIENA


ORACIÓN A SANTA CATALINA DE SIENA



¡Oh gloriosa virgen Catalina!, a medida que os consideramos reconocemos en vos a la Mujer Fuerte de los Libros Santos, el prodigio de vuestro siglo, la antorcha luminosa de la Iglesia, la criatura dotada de incomparables dones y que supo reunir las dulces y modestas virtudes de las vírgenes prudentes a la intrepidez y al valor de los héroes. Volved, os rogamos, desde el cielo, vuestros ojos sobre la barca de Pedro, agitada por la tempestad, y sobre su augusto jefe, que ora, vela, gime, exhorta, combate y espera. Mostrad hasta donde llega vuestro poder cerca de Dios, obteniéndonos a todos el celo para adelantar en las virtudes evangélicas, especialmente en la humildad, la prudencia, la paciencia, la bondad y la diligencia en la práctica de los deberes de nuestro estado.

Mantened la concordia de nuestra gran familia y convertid a la Fe a los incrédulos del mundo entero; obtened para nuestra patria la paz verdadera, es decir cristiana, para nuestra Santa Madre la Iglesia el triunfo completo sobre el mal, por la Verdad, el sacrificio y la caridad. Amén.

SANTA CATALINA DE SIENA, DOCTORA DE LA IGLESIA, 29 DE ABRIL


Catalina de Siena, Santa
    Doctora de la Iglesia, Abril 29
Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net




Virgen y Doctora de la Iglesia
Patrona de Italia y de Europa

Martirologio Romano: Memoria de santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia, que habiendo entrado en las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, deseosa de conocer a Dios en sí misma y a sí misma en Dios, se esforzó en asemejarse a Cristo crucificado y trabajó también enérgica e incansablemente por la paz, para que el Romano Pontífice regresara a la Urbe y por la unidad de la Iglesia, dejando espléndidos documentos llenos de doctrina espiritual (1380).

Etimológicamente: Aquella que es pura y casta, es de origen griego.

Lo que más maravilla en la vida de Santa Catalina de Siena no es tanto el papel insólito que desempeñó en la historia de su tiempo, sino el modo exquisitamente femenino con que lo desempeñó. Al Papa, a quien ella llamaba con el nombre de “dulce Cristo en la tierra”, le reprochaba la poca valentía y lo invitaba a dejar Aviñón y regresar a Roma, con palabras humanísimas como éstas: “¡Animo, virilmente, Padre! Que yo le digo que no hay que temblar”. A un joven condenado a muerte y a quien ella había acompañado hasta el patíbulo, le dijo en el último instante: “¡a las bodas, dulce hermano mío! que pronto estarás en la vida duradera”. 

Pero la voz sumisa de la mujer cambiaba de tono y se traducía frecuentemente en ese “yo quiero” que no admitía tergiversaciones cuando entraba en juego el bien de la Iglesia y la concordia de los ciudadanos. 

Catalina nació en Siena (Italia) el 25 de marzo de 1347 y era la vigésimo cuarta hija de Santiago y Lapa Benincasa. A los quince años entró a la Tercera Orden de Santo Domingo, comenzando una vida de penitencia muy rigurosa. Para vencer la repugnancia hacia un leproso maloliente, se inclinó y le besó las llagas. A los diecinueve años (1366) celebró su místico matrimonio con Cristo. Esto no se debió a fantasías juveniles, sino que era el comienzo de una extraordinaria experiencia mística, como se pudo comprobar después.

Como no sabía leer ni escribir, comenzó a decir a varios amanuenses sus cartas, afligidas y sabias, dirigidas a Papas, reyes, jefes y a humilde gente del pueblo. Su valiente compromiso social y político suscitó no pocas perplejidades entre sus mismos superiores y tuvo que presentarse ante el capítulo general de los dominicos, que se celebró en Florencia en mayo de 1377, para explicar su conducta. 

En Siena, en el recogimiento de su celda, dictó el “Diálogo sobre la Divina Providencia” para tributar a Dios su último canto de amor. En los comienzos del gran cisma aceptó el llamamiento de Urbano VI para que fuera a Roma. Aquí se enfermó y murió rodeada de sus muchos discípulos a quienes recomendó que se amaran unos a otros. Era el 29 de abril de 1380: hacía un mes que había cumplido 33 años. 

Fue canonizada el 29 de abril de 1461. En 1939 fue declarada patrona de Italia junto con San Francisco de Asís, y el 4 de octubre de 1970 Pablo VI la proclamó doctora de la Iglesia, y el 1 de Octubre de 1999 S.S. Juan Pablo II la declaró Patrona de Europa.

Además Santa Catalina tiene los siguientes patronatos:
° contra los incendios;
° contra los males corporales;
° contra la enfermedad;
° contra los abortos involuntarios;
° contra las tentaciones;
° Allentown, Pennsylvania;
° para la prevención de incendios;
° de los bomberos;
° de las enfermeras;
° de las personas ridiculizadas por su piedad;
° de los enfermos.

martes, 28 de abril de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 28 DE ABRIL DEL 2015


Las obras en nombre de mi Padre dan testimonio de mí
Pascua

Juan 10, 22-30. Pascua. ¿Quién es Cristo para nosotros? Es el Pastor que está esperando a sus ovejas... a nosotros. 


Por: José Noé Patiño | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Juan 10, 22-30
Se celebraba por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno. Jesús se paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón. Le rodearon los judíos, y le decían: «¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente». Jesús les respondió: «Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.

Oración introductoria
Jesús, creo que eres el que dices ser: Hijo de Dios y Redentor de todos los hombres. Gracias por concederme el don de la fe. Viniste al mundo para que las ovejas perdidas, pudiéramos encontrarte. Gracias. Me diste el conocimiento de saber quién soy y lo que valgo... todo un Dios se hizo hombre para salvarme. Sal hoy a mi encuentro en esta oración para mostrarme el camino que debo seguir.

Petición
Ayúdame, Señor, a saber escucharte siempre que me llames.

Meditación del Papa Francisco

Los "intelectuales" se acercan a Jesús en el templo: son los doctores de la ley. Jesús siempre ha tenido problemas con ellos porque no acaban de entender, daban vueltas sobre las mismas cosas, porque creían que la religión era solo una cosa de cabeza, de leyes. Para ellos, era necesario cumplir los mandamientos y nada más. No se imaginaban que pudiera existir el Espíritu Santo". Interrogaban a Jesús, querían discutir. Todo era cuestión de cabeza, de intelecto. En estas personas, no hay corazón, no hay amor, ni belleza, no hay armonía, es gente que sólo quiere explicaciones.
Jesús les das explicaciones, y ellos, no convencidos vuelven con otra pregunta. Y así: dan vueltas y más vueltas... ¡como dieron vueltas entorno a Jesús toda la vida, hasta el momento que llegaron a prenderlo y a matarlo! Esta gente no abre el corazón al Espíritu Santo, creen que también las cosas de Dios se pueden entender sólo con la cabeza, con las ideas, con las propias ideas. Son gente orgullosa. Creen saberlo todo. Y aquello que para ellos no entra en su inteligencia no es verdad. ¡Y tú puedes resucitar un muerto delante de ellos, pero no te creen!"
Jesús "va más allá" y dice una cosa "muy fuerte": ¡ustedes no creen porque no son parte de mis ovejas! Ustedes no creen porque no forman parte del pueblo de Israel. Se han marchado del pueblo. Están en la aristocracia del intelecto. "Esta postura cierra el corazón. Ellos han renegado de su pueblo".
Esta gente se había apartado del pueblo de Dios y por esto no podía creer. ¡La fe es un don de Dios! Pero la fe viene si tú estás en su pueblo, si tú ahora estás en la Iglesia, si tú te dejas ayudar por los sacramentos, por los hermanos, por la asamblea, si tú crees que esta Iglesia es el Pueblo de Dios. Aquella gente se había apartado, no creía en el pueblo de Dios, creía sólo en sus cosas y así habían construido todo un sistema de mandamientos que echaban fuera a la gente: echaban a la gente y no la dejaban entrar en la Iglesia, en el pueblo. ¡No podían creer! Este es el pecado cuando se resiste al Espíritu Santo.
Pidamos al Señor la gracia de la docilidad al Espíritu Santo para ir hacia delante en la vida, ser creativos, estar alegres, porque la otra gente no es alegre. Y cuando existe tanta seriedad, no está el Espíritu de Dios. Pidamos pues la gracia de la docilidad y que el Espíritu Santo nos ayude a defendernos de este otro espíritu malo del orgullo, de la soberbia y de la cerrazón del corazón al Espíritu Santo.
Reflexión
Ahora nos llega el momento de la pregunta decisiva: Jesús, ¿es simplemente un hombre o como el centurión que presenció su muerte nos vemos obligados a responder: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios"?

¿Quién es Jesús? Si Jesús es simplemente un hombre extraordinario, un genio excepcional, un líder fuera de serie que enseñaba los más altos ideales éticos, nunca antes predicados, nos basta con seguir su ejemplo, tratar de imitarle y de cumplir sus enseñanzas. Pero si Jesús es realmente el Hijo de Dios, hecho hombre por amor a nosotros, todo cambia. Y si examinamos su vida y obras con profundidad, humanamente, quitando todo racionalismo, no cabe duda de que Jesús es el Hijo de Dios.

Ante esta pregunta, que ya los judíos se formularon hace dos mil y recibieron la respuesta del mismo Jesús y que hoy dos mil años después, los hombres se siguen preguntando, las posturas se dividen. O se acepta a Jesús o se lucha contra Él, pero no existen posturas fútiles o triviales..

Pero si alguien nos pregunta: ¿Qué es lo único seguro? ¿Tan seguro que podamos entregarnos a ello a ciegas? La respuesta que saldría de nuestros labios sería: el amor de Jesús. Sólo su amor es seguro y total. Porque por el amor de Jesús sabemos que Dios nos ama, porque el Padre y Él son una sola cosa. Porque a fin de cuentas Él es el Hijo de Dios.

Diálogo con Cristo
Señor, me muestras el camino que debo seguir, si quiero ser feliz. Sin embargo, desconfío en que realmente Tú lleves mi carga. Necesito verte y escucharte, no con mis sentidos sino con mi espíritu, para que cuando vengan los problemas te busque inmediatamente en la oración, porque eres la roca sobre el cual puedo edificar mi vida.

Propósito
Al terminar el día, o cuando pueda disponer de un tiempo, hacer una reflexión sobre mis actividades y, sobre todo, de mis actitudes en el día: ¿seguí la voluntad de Dios?

¡ALELUYA! SIGNIFICA... ALEGRÍA


¡Aleluya! significa... alegría
¿Cuántos de esos cristianos que dicen aleluya, viven interiormente una vida verdaderamente alegre y feliz?
Por: P. Mariano de Blas | Fuente: Catholic.net




Aleluya es una de las palabras que más se repiten en tiempo de Pascua. No es ni siquiera una palabra castellana. ¿Qué significa? Significa alegría, y encierra todo lo que deben de vivir los cristianos en ese período después de la Semana Santa.

Todo debe ser alegría, debe ser un aleluya permanente. Ahora, conviene preguntarnos: ¿Cuántos de esos cristianos que dicen aleluya, viven interiormente una vida verdaderamente alegre y feliz? ¿Cuántos de veras han resucitado? Porque resucitar significa tener certezas. Haber arrancado las dudas de la vida. Haber convertido los problemas en soluciones. Significa resucitar también, el tener una honda, profunda felicidad.

¿Cuántos de veras son felices? ¿Cuántos tienen rostro y alma y vida de felicidad, de resucitados?

Resucitar significa salir del sepulcro de la tristeza, del pecado, del pesimismo, del desaliento.

Muchos aleluyas por el aire. Muchos aleluyas en las iglesias. ¿Cuánto aleluya, cuánta felicidad, cuánta resurrección hay de verdad en los corazones de los hombres?

La religión católica produce cientos de aburridos que no la toman en serio, y miles de felices que la viven en plenitud..

SEIS CLAVES DE LA SERENIDAD


Seis claves de la serenidad
Autor: Gonzalo Gallo González




Oprimido por múltiples presiones te preguntas: ¿Cómo hago para dejar la tensión y hallar la calma?

No pretendas encontrar una fórmula mágica, pero practica lo que hacen los seres serenos:

1- Vive en paz con tu conciencia y tus valores. Una vida inmoral te hunde y te destroza.

2- Pon tu vida en las manos de Dios. Camina en su presencia y su amor te llenará de luz y de paz.

3- Cuida tu vida de familia con afecto, detalles y tolerancia. Haz de tu familia un oasis con el amor.

4- Sé buen amigo de tus amigos ya que en la amistad hallas esa paz y ese apoyo que no compra el dinero.

5- No seas esclavo del dinero ni del poder. Sólo los seres desapegados son libres y viven en paz.

6- Asume compromisos de servicio social. Ayudando a otros que están peor sabrás valorar y agradecer lo que tienes.

¡Animo! Elige ser feliz hoy y aquí.

SEÑOR, VEN A MI PUERTA



Señor, ven a mi puerta


Ven a tocar mi puerta Jesús Divino,
antes que el sueño de la muerte venga,
y me cubra de frío y de silencio...

Cierto es, que a veces, en forma de un anciano
solo y triste llegaste hasta mi puerta,
y al verte ahí
Apoyando la mano en tu cayado;
con polvo del camino y tan cansado

¡No te abrí!
A veces eras niño con hambre y mucho frío
y ni un trocito de pan, menos de cariño
¡No tuve para ti!

Y aquella otra ocasión, un pobre enfermo
reflejaba el dolor en su semblante;
y tocando con mano vacilante,
una limosna por amor rogaba.

Esta vez al abrir, sentí de pronto,
el horror que aquel hombre me causaba,
las llagas de su cuerpo supuraban;
y al pesar que su mal me contagiara;
¡Cerré la puerta, de golpe y en su cara!

En forma de un mendigo o de un lisiado
¡Cuantas veces SEÑOR habrás tocado!
y yo me he hecho sordo a tu llamado.

Buscaste caridad donde no había,
un poco de calor y no lo hallabas;
solo hubo mezquindad y en mi osadía,
negaba todo a aquel que me lo daba.

Si al corazón contrito y humillado,
por tu inmensa bondad has perdonado,
¡Perdóname SEÑOR, ven a mi puerta!
Hay tanta soledad y esta desierta
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