miércoles, 8 de abril de 2015

3 CAUSAS MÁS FRECUENTES DE NULIDAD MATRIMONIAL, SEGÚN LOS EXPERTOS

Conozca las 3 causas más frecuentes de nulidad matrimonial, según los expertos






Por: Isis Barajas | Fuente: Misión





“Hace unos días una mujer vino a hablar conmigo y me comentó que su párroco le había dicho que si le daban la nulidad ya estaría todo solucionado… ¿Sabes cómo lloraba ante esta respuesta? Lejos de consolarse, la mujer no solo sentía que le habían arrancado carne de su carne, sino que percibía que personas de la Iglesia no entendían ese desgarro, como si el hecho de que se rompiera un matrimonio no fuera algo grave”.
La que así habla es María Álvarez de las Asturias, defensora del vínculo en el Tribunal de Madrid y directora del Instituto Coincidir. Ella y las personas que trabajan en los tribunales eclesiásticos saben muy bien que detrás de un proceso de nulidad se encierra mucho sufrimiento, que necesita ser sanado y acompañado.
Es cierto que el proceso en sí es duro porque supone una exhaustiva revisión de vida, pero lo realmente difícil es aceptar el rompimiento de un proyecto de vida que normalmente comenzó con ilusión y sin perspectivas de fracaso.
En la nulidad se constata que el vínculo no existió
El proceso por el que se declara que un matrimonio es o no es nulo no tiene nada que ver con un divorcio. La nulidad no es una ruptura de un vínculo, sino la constatación de que ese vínculo, en realidad, nunca existió. Y esta inexistencia del vínculo conyugal no se declara en función de una vida matrimonial fracasada, sino en función de si en el momento de la celebración de las nupcias (y no después) se dieron los requisitos necesarios para un matrimonio válido.
El decano del Tribunal de la Rota de Madrid, Carlos Morán, explica que “estos no son procesos de buenos y malos, no es un análisis moral de lo que ha vivido una persona,sino un análisis de la verdad del vínculo conyugal”.
Las causas frecuentes
Según explica el decano de la Rota, las causas más frecuentes de nulidad son aquellas referidas a la incapacidad, sobre todo, el grave defecto de discreción de juicio y la incapacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por causa de naturaleza psíquica.
Además de esto, también son significativas determinadas exclusiones en el momento de celebrar el matrimonio, como la de la indisolubilidad y la prole.
De las causas de nulidad que llegan a los tribunales eclesiásticos se puede comprender de forma directa cuáles son las deficiencias con las que las personas acuden hoy a casarse. Y una de las conclusiones que sacan tanto María Álvarez de las Asturias como el propio Carlos Morán es que un problema importante que arrastran muchas personas es la inmadurez personal y afectiva, que provoca incluso que personas que no se conocen en absoluto se casen.

Ese fue el caso de Ricardo –nombre falso para preservar su intimidad–. Tras la luna de miel, su mujer buscó a su antiguo novio, con el que había estado saliendo más de diez años y al que había seguido viendo a espaldas de Ricardo, y rompió con el recién estrenado matrimonio.
“Me puse a investigar y encontré un artículo que explicaba los tres tipos de causas que hacen un matrimonio nulo. Cuando lo leí, entendí que a lo mejor mi matrimonio no era válido. La ironía del tema es que fue solo en ese momento cuando me enteré de lo que hacía válido un matrimonio; tenía 37 años y había sido bautizado como católico cuando era pequeño…”.

Muchas personas se acercan hoy al matrimonio sin saber realmente qué significa el sacramento e incluso cuando dan su consentimiento en realidad lo hacen excluyendo la indisolubilidad del vínculo o la apertura a la vida.
“Se está dando un rechazo a las propiedades esenciales del matrimonio, no se quiere una unión de uno con una abierta a la vida, en fidelidad y para siempre”, explica María Álvarez de las Asturias.
Además, “en vez de considerar las propiedades esenciales del matrimonio como un regalo y un don, se considera que la  exclusividad, la fidelidad, la indisolubilidad, los hijos o incluso la sacramentalidad son una carga”, añade.

Tanto en los casos en que la nulidad se produce por alguna incapacidad como cuando se excluyen propiedades del matrimonio, Álvarez de las Asturias subraya que “la culpa es en gran parte nuestra, de la Iglesia, porque nosotros conocemos la verdad del amor, tenemos los medios para explicarlo y no lo estamos haciendo; no estamos tomando medidas suficientes para que los matrimonios que se están contrayendo no lleguen a romperse”.
En esta línea, María Álvarez de las Asturias propone un plan pastoral integral: “Existe el amor definitivo, la Iglesia lo sabe y debemos explicarlo, por eso debemos proponer una educación para el amor desde la infancia, preparar para el matrimonio, acompañar la vida diaria de las familias fortaleciendo no solo al que se encuentra mal, sino a todos, sostener en las dificultades cuando son más serias y sanar las heridas, sobre todo, cuando se produce una ruptura”.

Saber la verdad sana
Según Carlos Morán, “en muchos casos los propios procesos de nulidad son también muy sanadores, puesto que conocer la verdad sobre lo que ha pasado en uno mismo es sanador y ayuda a encauzar situaciones que sin haber pasado por aquí a lo mejor no se hubieran conocido”.
Así fue, por ejemplo, en el caso de Ricardo: “Para mí el proceso fue terapéutico, pues tuve que resolver un largo cuestionario para presentar el caso y eso me ayudó a admitir que yo también había jugado un papel en el problema. Hasta ese momento la había culpabilizado a ella de todo; reflexioné sobre mis actos y me di cuenta, por ejemplo, de que la preparación al matrimonio no había sido buena”.

Pero, aunque el mismo proceso de nulidad permita conocer la verdad de la situación que viven las personas y pueda ayudar a la sanación de las heridas, normalmente, no basta solo con esto. María Álvarez de las Asturias sostiene que, “aunque un matrimonio sea nulo, existe una ruptura, porque esa persona ha entregado su vida al otro y el darse cuenta de que no ha sido recibida como un don es un dolor inmenso”.
Por esta razón, Álvarez de las Asturias recalca que “hay que acompañar a esas personas que se han roto, y no solo a ellos como esposos, sino sobre todo como padres, para que la familia se rompa lo menos dolorosamente posible para los hijos”.

Fernando –nombre ficticio– es hijo de un matrimonio nulo. Tenía 11 años cuando se inició el proceso y para él fue muy doloroso saber que el matrimonio de sus padres nunca había existido. Su padre padece una enfermedad mental que le incapacita para asumir las obligaciones del matrimonio y tiene una personalidad manipuladora que arrastró a su madre al matrimonio sin un auténtico ejercicio de su libertad.
Durante tres años, Fernando dejó de hablar con él, le culpaba de la situación y, al ver que su madre le odiaba, él llegó a tener esos mismos sentimientos. “El tiempo que estuve sin hablarle estaba muy mal, yo tenía amigos, pero me acostaba llorando porque sentía que no me querían, mi infelicidad venía de la situación de mis padres”, asegura.
Fernando reconoce que, gracias a la Iglesia y a su hermano mayor, consiguió retomar la relación con su padre: “Los hijos tienen que estar bien con sus padres aunque sean asesinos en serie, tenemos que saber que son limitados. Él no hacía el mal que quería, es pecador como yo”.

Lo primero es sanar, no romper
Lo primero ante una grave crisis conyugal nunca debería ser la ruptura o iniciar un proceso de nulidad. María Álvarez de las Asturias subraya que siempre, siempre, hay que intentar restaurarlo.
“Pero, si ante las dificultades, hemos ido a un proceso de ayuda y, a pesar de la buena voluntad de las partes, el proceso no ha funcionado y existe algún indicio de que ese matrimonio es nulo, entonces sí conviene acudir a los tribunales”.
La defensora del vínculo explica que “cada vez hay más personas que de verdad en conciencia quieren saber cuál es su situación matrimonial, porque según la situación en la que están así desean enfocar el resto de su vida en fidelidad al Magisterio. Las personas que vienen así son de admirar y ellas también necesitan ser sostenidas y acompañadas en la sentencia, porque no olvidemos que una sentencia afirmativa o negativa de nulidad puede ser un alivio para una de las partes, pero también un dolor muy grande para la otra”.

Carlos Morán añade que “hay muchísimas cosas que podemos hacer y para las que debemos, como Iglesia, estar disponibles. La experiencia del perdón y la misericordia de Dios, el acompañamiento espiritual y la atención a todos, también a los divorciados. A los que están en una posición difícil desde el punto de vista de la Iglesia hay que acompañarlos y aconsejarlos, estar cerca de ellos. El Papa ha dicho que la Iglesia no está para juzgar, está para consolar, para ser ese hospital de campaña que cura, acompaña y ayuda, sin juzgar”.

¿Qué es el matrimonio?
Según el Código de Derecho Canónico, “la alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y a la educación de la prole, fue elevada por Cristo Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados”, tanto es así que entre bautizados no puede haber matrimonio válido que no sea sacramental.
El matrimonio tiene unos fines (el bien de los cónyuges y el bien de la prole –su generación y educación–) y unas propiedades esenciales (la unidad, que incluye la exclusividad y fidelidad, y la indisolubilidad). Estos fines y propiedades del matrimonio no dependen tanto de los contrayentes, sino que es Dios mismo el que regala a los esposos estos dones ante su consentimiento personal e irrevocable. Todos los bautizados tienen derecho a contraer matrimonio (es el llamado ius connubii), pero este derecho, tal y como expresó el Papa Benedicto xvi en un discurso al tribunal de la Rota, no es a una “celebración nupcial”, sino a un “auténtico matrimonio”.

Las tres causas de nulidad:
1. Impedimentos matrimoniales: 
es cuando los contrayentes no son hábiles para el matrimonio porque hay alguna circunstancia que les impide vivir en plenitud el matrimonio. Hay impedimentos en razón de la edad, la impotencia perpetua para realizar el acto conyugal, la existencia de un vínculo matrimonial previo, votos religiosos, consanguinidad, etc.

2 Vicios o defectos del consentimiento: Esto sucede cuando:
A. Hay una incapacidad que afecta al consentimiento. Bien, por discreción de juicio (grado de madurez personal que permite al contrayente discernir para comprometerse acerca de los derechos y deberes esenciales del matrimonio), o bien por incapacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio.
B. Hay ignorancia sobre lo que es el matrimonio, exclusión del matrimonio o de alguna de sus propiedades o elementos esenciales. También cuando se da error o engaño, condición y miedo.
3. Defectos de forma: se refiere a la manifestación externa del consentimiento y requisitos de forma.
Se parte de la presunción de que todo matrimonio celebrado es válido, por lo que no es la validez lo que hay que demostrar, sino la invalidez. La Iglesia quiere que el sacramento del matrimonio sea celebrado y vivido no solo válida, sino también fructuosamente, es decir, que dé lugar a una vida plena y abundante.

Agilizar procesos
Para que un matrimonio sea declarado nulo se necesitan actualmente dos sentencias afirmativas de dos tribunales distintos. Este procedimiento busca garantizar la veracidad de los procesos y solventar un eventual error en la primera instancia.
Una de las propuestas para agilizar los procesos que se ha discutido a raíz del Sínodo de los Obispos es eliminar la segunda sentencia conforme; sin embargo, los miembros de los tribunales consideran que hay otras vías más adecuadas para reducir los plazos sin dejar de garantizar la veracidad de los procesos. La principal es dedicar más medios económicos y personales a los tribunales, de modo que haya más jueces que resuelvan sentencias.
Otra de las ideas generalizadas es que iniciar un proceso de nulidad es caro, pero lo cierto es que las tasas de los tribunales son asequibles y se pueden pagar a plazos.
Lo que suele ser elevado son los honorarios de los abogados privados. Además, existe el patrocinio gratuito para aquellas personas que no puedan costearlos. “Nadie se queda sin ser atendido por motivos económicos”, asegura Álvarez de las Asturias.

LA PASCUA ES LO MÁS GRANDE DE NUESTRA FE


La Pascua es lo más grande de nuestra fe
Jesús realiza la Pascua. Jesús pasa al Padre. ¿Es solo El quien pasa de este mundo al Padre? ¿Y nosotros ?...


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net




Estamos en la Pascua, la Pascua Florida. Llegó con el Domingo de Resurrección.

Los vacacionistas regresaron..... otros lamentablemente no volverán. Salieron felices y animosos pero ya no hubo regreso. Los recordamos y pedimos por ellos.

La Pascua es el Misterio más grande de nuestra fe. Cristo ha resucitado y la Muerte quedó vencida porque su Resurrección la mató. San Agustín nos dice: - "Mediante su Pasión, Cristo pasó de la muerte a la vida. La Pascua es el paso del Señor"

Ya dejamos atrás los días de Pasión y muerte. Seguiremos venerando la cruz que fue el medio que nos hizo cruzar a la otra orilla de luz y de vida eterna. Sin cruz.... no se llega. No se alcanza la resurrección. ¡Cristo resucitó y su tumba quedó vacía!

Volvemos a los días de trabajo, a la rutina... ¿qué ha dejado este paso de Dios en nuestras almas? ¿Podemos decir que nuestra Pascua ha sido "hacia adentro", que hemos sentido que el Señor ha pasado y ha dejado alguna huella de su resurrección en nuestra vida?

Jesús realiza la Pascua. Jesús pasa al Padre. ¿Es solo El quien pasa de este mundo al Padre? ¿Y nosotros ?...

Dios es Omnipotente y puede hacerlo Todo, pero... "no puede" obligarnos a tener un corazón arrepentido. Nos deja en libertad para amarlo o para ofenderlo, para querer estar unidos a El o para olvidarlo y esa libertad es tan traicionera que nos puede DAR o QUITAR el derecho a nuestra propia y gloriosa resurrección. Porque resucitar eso si, lo haremos todos. Ya que así lo decimos y creemos en nuestro Credo - creo en la resurrección de los muertos.

Lo que hemos vivido estos días no puede pasar sin dejarnos algo, sin dejarnos una huella en el alma, ahora que proseguimos el camino de nuestro quehacer de siempre.

Cristo resucitó y los apóstoles, uno a uno, dieron su vida por esta VERDAD que deslumbra.

Pedro comió y bebió con Jesús después de su Resurrección, Tomás metió sus dedos en las llagas del Cristo resucitado y Pablo nos recuerda que si hemos resucitado con Cristo por el Bautismo, debemos de vivir la nueva vida en espera de su regreso y tenemos el compromiso de llevar por el mundo la palabra de Dios.

martes, 7 de abril de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 7 DE ABRIL DEL 2015


La aparición a María Magdalena
Pascua

Juan 20, 11-18. Martes de Pascua. Vayamos y contemos a nuestros hermanos, como ella, lo que hemos visto y oído. 


Por: Xavier Caballero | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Juan 20, 11-18
Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto». Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré». Jesús le dice: «María». Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» - que quiere decir: «Maestro» -. Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios». Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.

Oración introductoria
Señor, cuánta ofuscación, cuántos miedos, cuántas tentaciones me alejan fácilmente de mi camino a la santidad. Me cuesta rezar, me cuesta guardar silencio, me cuesta no percibir, no sentir que me estés escuchando… Pero creo y confío en que, a pesar de mi debilidad, Tú siempre estés a mi lado. ¡Ven e ilumina mi oración!

Petición
Señor, permite reconocerte en tu Palabra y en esta meditación, así como le sucedió a María Magdalena.

Meditación del Papa Francisco
María Magdalena llora, lo ve pero no lo reconoce, se da cuenta de que es Jesús sólo cuando Él la llama por su nombre; los discípulos de Emaús, deprimidos y con sentimientos de derrota, llegan al encuentro con Jesús dejándose acompañar por el misterioso viandante. ¡Cada uno por caminos diferentes! Buscaban entre los muertos al que está vivo, y fue el mismo Señor el que corrigió el rumbo. Y yo, ¿qué hago? ¿Qué camino sigo para encontrar al Cristo vivo? Él estará siempre cerca de nosotros para corregir el rumbo si nosotros nos hemos equivocado.
"¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?" Esta pregunta nos hace superar la tentación de mirar hacia atrás, a lo que fue ayer, y nos empuja a avanzar hacia el futuro. Jesús no está en la tumba, él es el Resucitado, el Viviente, el que siempre renueva su cuerpo que es la Iglesia y lo hace andar atrayéndolo hacia Él. "Ayer" es la tumba de Jesús y la tumba de la Iglesia, el sepulcro de la verdad y la justicia; "hoy" es la resurrección perenne a la que nos impulsa el Espíritu Santo, que nos da plena libertad.» (S.S. Francisco, catequesis del 23 de abril de 2014).
Reflexión
El amor auténtico pide eternidad. Amar a otra persona es decirle «tú no morirás nunca» – como decía Gabriel Marcel. De ahí el temor a perder el ser amado. María Magdalena no podía creer en la muerte del Maestro. Invadida por una profunda pena se acerca al sepulcro. Ante la pregunta de los dos ángeles, no es capaz de admirarse. Sí, la muerte es dramática. Nos toca fuertemente. Sin Jesús Resucitado, carecería de sentido. «Mujer: ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?» Cuántas veces, Cristo se nos pone delante y nos repite las mismas preguntas. María no entendió. No era capaz de reconocerlo.

Así son nuestros momentos de lucha, de oscuridad y de dificultad. «¡María!» Es entonces cuando, al oír su nombre, se le abren los ojos y descubre al maestro: «Rabboni».. Nos hemos acostumbrado a pensar que la resurrección es sólo una cosa que nos espera al otro lado de la muerte. Y nadie piensa que la resurrección es también, entrar «más» en la vida. Que la resurrección es algo que Dios da a todo el que la pide, siempre que, después de pedirla, sigan luchando por resucitar cada día. «La Iglesia ofrece a los hombres el Evangelio, documento profético, que responde a las exigencias y aspiraciones del corazón humano y que es siempre “Buena Nueva”.

La Iglesia no puede dejar de proclamar que Jesús vino a revelar el rostro de Dios y alcanzar, mediante la cruz y la resurrección, la salvación para todos los hombres». (Redemptoris Missio, n. 11) En las situaciones límites se aprende a estimar las realidades sencillas que hacen posible la vida. Todo adquiere entonces sumo valor y adquiere sentimientos de gratitud. «He visto al Señor» - exclamó María. Esta debe ser nuestra actitud. Gratitud por haber visto al Señor, porque nos ha manifestado su amor y, como a María, nos ha llamado por nuestro nombre para anunciar la alegría de su Resurrección a todos los hombres. Que la gracia de estos días sacros que hemos vivido sea tal, que no podamos contener esa necesidad imperiosa de proclamarla, de compartirla con los demás. Vayamos y contemos a nuestros hermanos, como María Magdalena, lo que hemos visto y oído. Esto es lo que significa ser cristianos, ser enviados, ser apóstoles de verdad.

Propósito
Ante las dificultades y frustraciones de este día, ejercitar mi fe y mi confianza en Cristo.

Diálogo con Cristo
Jesús, el conocer el amor que María Magdalena experimentó, me llena de consuelo. Ella te amó y fue fiel en el Calvario. Se mantuvo firme en su misión de propagar con energía y convicción el anuncio de tu resurrección. Y fue capaz de amar así porque se sintió amada, acogida, protegida por Ti, que ves más allá de la debilidad. Gracias, Señor, por tu amor, sé que me amas de la misma forma y espero corresponder a tan inmenso amor, ¡ayúdame a crecer en el amor!

LA PASCUA: CINCUENTA DÍAS PARA CANTAR ALELUYA


Pascua: 50 días para cantar ¡Aleluya!
El grito que invita una y otra vez a alabar y dar gracias al Señor, porque es eterna su misericordia. 


Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net




En la noche, una llama vacilante. El sacerdote y la gente enciendieron sus velas. La luz se expandió. Las tinieblas retroceden. La procesión avanzó hacia el altar. La iglesia se llenó de resplandor. La Iglesia celebra la Pascua.

La Vigilia Pascual tiene un encanto mágico. Nos presenta el evento más importante de la historia humana: Cristo ha resucitado y vive para siempre.

El mundo, aparentemente, sigue su marcha, monótona o entusiasta, entre alegrías y penas. Pero quien se deja tocar por la gran Noticia sabe que la muerte ha sido vencida, que el pecado no es la última palabra de la historia, que el perdón ha cancelado la condena.

Sabemos, por los Evangelios, que Cristo se apareció a sus seguidores durante 40 días y luego ascendió a los cielos. Pasados 10 días, los primeros discípulos recibieron el Espíritu Santo.

La Iglesia celebra este acontecimiento con 50 días de fiesta, de canto, de esperanza. Es el tiempo del "aleluya", del grito que invita una y otra vez a alabar y dar gracias al Señor, "porque es eterna su misericordia".

El Papa Benedicto XVI lo explicaba con estas palabras: "El tercer gran símbolo de la Vigilia Pascual es de naturaleza singular, y concierne al hombre mismo. Es el cantar el canto nuevo, el aleluya. Cuando un hombre experimenta una gran alegría, no puede guardársela para sí mismo. Tiene que expresarla, transmitirla. Pero, ¿qué sucede cuando el hombre se ve alcanzado por la luz de la resurrección y, de este modo, entra en contacto con la Vida misma, con la Verdad y con el Amor? Simplemente, que no basta hablar de ello. Hablar no es suficiente. Tiene que cantar" (Vigilia Pascual, 11 de abril de 2009).


Tenemos ante nosotros 50 días de aleluya. Es la Pascua, el paso, la victoria del Señor. De corazón, desde la esperanza que ilumina toda la vida humana, ¡felices pascuas!

COMO EL LÁPIZ


COMO EL LÁPIZ



El niñito miraba al abuelo escribir una carta. En un momento dado le preguntó:

- ¿Abuelo, estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos?
¿Es, por casualidad, una historia sobre mí?

El abuelo dejó de escribir, sonrió y le dijo al nieto:
- Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras, es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.

El nieto miró el lápiz intrigado, y no vio nada de especial en él, y preguntó:
- ¿Qué tiene de particular ese lápiz?

El abuelo le respondió:
- Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán siempre de ti una persona en paz con el mundo.

Primera cualidad: Puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. Esta mano la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.

Segunda cualidad: De vez en cuando necesitas dejar lo que estás escribiendo y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, estará más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.

Tercera cualidad: El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.

Cuarta cualidad: Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.

Quinta cualidad: Siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida, dejará trazos. Por eso intenta ser consciente de cada acción.

¿CÓMO APRENDER A ESCUCHAR LAS INSPIRACIONES DEL ESPÍRITU SANTO?



¿Cómo aprender a escuchar las inspiraciones del Espíritu Santo?

El dulce Huésped del alma nunca está inactivo. San Pablo nos recuerda que actúa en nuestros corazones derramando el amor de Dios. El modo más común de su actuación son sus inspiraciones


Por: P. Jacques Philippe | Fuente: Catholic.net





Es un aprendizaje progresivo: se trata deconvertirse en aquellas ovejas que reconocen la voz de su pastor en medio de las otras voces que las rodean (Jn 10, 3-5). Para lograr esto, es necesario crear poco a poco un cierto“clima de vida” que comprende los siguientes elementos:

- Estemos firmemente decididos a hacer en todo la voluntad de Dios. Dios habla a aquellos que desean obedecerle.

- Llevemos una vida de oración regular, en la que intentemos principalmente tener una actitud de confianza, de disponibilidad interior a la acción de Dios. La fidelidad a la oración favorece y hace más profunda la disposición de apertura y de escucha.

- Meditemos regularmente las Santas Escrituras: su manera de tocar y hablar a nuestro corazón despierta en nosotros una sensibilidad espiritual y nos acostumbra poco a poco a reconocer la voz de Dios.

- Evitemos lo más posible las actitudes que pueden cerrarnos a la acción del Espíritu: la agitación, las inquietudes, los miedos, los apegos excesivos a nuestra propia manera de hacer o de pensar. La escucha al Espíritu Santo requiere flexibilidad y desprendimiento interiores.

Aceptemos con confianza los acontecimientos de nuestra vida, aun cuando a veces nos contraríen o no correspondan a lo que nosotros esperábamos. Si somos dóciles a la manera en la que Dios conduce los acontecimientos de nuestra vida, si nos abandonamos entre sus manos de Padre, Él sabrá hablar a nuestro corazón. Mantengámonos – dentro de lo posible – en paz y en confianza, pase lo que pase.Cuanto más nos esforcemos por mantener la paz, más escucharemos la voz del Espíritu.

- Sepamos acoger los consejos de las personas que nos rodean. Seamos humildes de cara a nuestros hermanos y hermanas, no busquemos siempre tener la razón o la última palabra en las conversaciones. Reconozcamos nuestros errores y dejémonos corregir. Quien sabe escuchar a su hermano sabrá escuchar a Dios.

- Purifiquemos constantemente nuestro corazón en el sacramento de la penitencia. El corazón purificado por el perdón de Jesús percibirá su voz con más claridad.

- Estemos atentos a lo que pasa en el fondo de nuestro corazón. El Espíritu Santo no se deja escuchar en el ruido ni en la agitación exterior, sino en la intimidad de nuestro corazón, por medio de mociones suaves y constantes.

- Aprendamos poco a poco a reconocer lo que viene de Dios a través de los frutos que produce en nuestra vida. Lo que viene del Espíritu trae consigo paz, nos hace humildes, confiados, generosos en el don de nosotros mismos. Lo que viene de nuestra sicología herida o del demonio produce dureza, inquietud, orgullo, ensimismamiento…

Vivamos en un clima de gratitud: si agradecemos a Dios por un beneficio, él nos dará nuevas gracias, en especial las inspiraciones interiores que necesitamos para servirle y amarle.

lunes, 6 de abril de 2015

EL DERECHO A SER FELIZ


Derecho a ser feliz
Creer que los seres humanos alcanzamos la felicidad acumulando dinero o coleccionando mujeres (u hombres) como si fueran trofeos de caza es un grave error antropológico
Por: Jaime Nubiola 




"Yo tengo derecho a ser feliz" me decía ayer un amigo al anunciarme su propósito de abandonar a su mujer y a sus hijas para formar una nueva familia con otra mujer. Me impresionaba que una persona adulta e inteligente estuviera decidida a echar por la borda quince años de vida familiar arguyendo que la felicidad es un derecho como los de la Declaración universal de derechos humanos.

No es fácil aclararse sobre a qué llamamos felicidad. Algunos creen que es un estado de ánimo, y pretenden encontrarla en la euforia de la borrachera o de la droga o en los libros de autoayuda. Para otros, es la satisfacción de todos los deseos y, como están insatisfechos, se sienten casi siempre tristes. De hecho, lo que está más en boga es la identificación de la felicidad con el sentirse querido, con el estar enamorado. Quizá por ese motivo vuelan por los aires tantos vínculos matrimoniales, esclerotizados por la erosión del tiempo, el aburrimiento mutuo o el desamor infiel.

Ya Aristóteles, hace más de dos mil trescientos años, advirtió que la felicidad no era algo que pudiera buscarse directamente, esto es, algo que se lograra simplemente porque uno se lo propusiera como objetivo. Como todos hemos podido comprobar en alguna ocasión, quienes ponen como primer objetivo de su vida la consecución de la felicidad son de ordinario unos desgraciados. La felicidad es más bien como un regalo colateral del que sólo disfrutan quienes ponen el centro de su vida fuera de sí. En contraste, los egoístas, los que sólo piensan en sí mismos y en su satisfacción personal, son siempre unos infelices, pues hasta los placeres más sencillos se les escapan como el humo.

Me gusta pensar que, en vez de un derecho, la felicidad es un deber. Los seres humanos hemos de poner todos los medios a nuestro alcance para hacer felices a los demás; al empeñar nuestra vida en esa tarea seremos nosotros también felices, aunque quizá sólo nos demos cuenta de ello muy de tarde en tarde. Viene a mi memoria un programa religioso para jóvenes en la televisión española de los sesenta que tenía como lema: "Siempre alegres para hacer felices a los demás". ¡Cuánta sabiduría antropológica encerrada en una fórmula tan sencilla!

Creer que los seres humanos alcanzamos la felicidad acumulando dinero o coleccionando mujeres (u hombres) como si fueran trofeos de caza es un grave error antropológico. El secreto más oculto de la cultura contemporánea es que los seres humanos sólo somos verdaderamente felices dándonos a los demás. Sabemos mucho de tecnología, de economía, del calentamiento global, pero la imagen que sistemáticamente se refleja en los medios de comunicación muestra que sabemos bien poco de lo que realmente hace feliz al ser humano.

La felicidad no está en la huida con la persona amada a una paradisíaca playa de una maravillosa isla del Caribe, abandonando las obligaciones cotidianas que, por supuesto, en ocasiones pueden hacerse muy pesadas. La felicidad no puede basarse en la injusticia, en el olvido de los compromisos personales, familiares y laborales, tal como hacen algunos de los personajes de Paul Auster que cada diez años huyen para comenzar una nueva vida desde cero. La felicidad —respondí a mi amigo con afecto— no es un derecho, sino que es más bien resultado del cumplimiento —gustoso o dificultoso— del deber y aparece siempre en nuestras vidas como un regalo del todo inmerecido, como un premio a la entrega personal a los demás, en primer lugar, al cónyuge y a los hijos.

EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 6 DE ABRIL DEL 2015


La alegría de la Resurrección
Pascua

Mateo 28, 8-15. Lunes de Pascua. El cristiano tiene a Dios y con Él es feliz y todo lo puede. 


Por: H Juan Pablo Cortés | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Mateo 28, 8-15
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: «No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán». Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido. Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna: «Digan así: «Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos». Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo». Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.

Oración Introductoria
Padre, pongo en tus manos mi oración y mis súplicas, pues tengo la seguridad de que me escuchas. Sabes que soy frágil, pero me acojo a tu infinita misericordia. Dios mío, yo creo, te adoro, espero y te amo.

Petición
María, alcánzame de Jesús el don de la oración y de la alegría de ser cristiano.

Meditación del Papa Francisco
«‘No tengan miedo’, ‘no teman’: es una voz que anima a abrir el corazón para recibir este mensaje. Después de la muerte del Maestro, los discípulos se habían dispersado; su fe se deshizo, todo parecía que había terminado, derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas. Pero entonces, aquel anuncio de las mujeres, aunque increíble, se presentó como un rayo de luz en la oscuridad. La noticia se difundió: Jesús ha resucitado, como había dicho… Y también el mandato de ir a Galilea; las mujeres lo habían oído por dos veces, primero del ángel, después de Jesús mismo: ‘Que vayan a Galilea; allí me verán’. ‘No teman’ y ‘vayan a Galilea’.
Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo empezó. Volver allí, volver al lugar de la primera llamada. Jesús pasó por la orilla del lago, mientras los pescadores estaban arreglando las redes. Los llamó, y ellos lo dejaron todo y lo siguieron.
Volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria; sin miedo, ‘no teman’. Releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición;  releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor.
También para cada uno de nosotros hay una ‘Galilea’ en el comienzo del camino con Jesús. ‘Ir a Galilea’ tiene un significado bonito, significa para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana. Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino. Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas.» (Homilía de S.S. Francisco, 19 de abril de 2014).
Reflexión 
Todos los cristianos somos portadores del amor de Cristo. Tenemos a Dios y debemos llevarlo a los demás con nuestro ejemplo, con el cumplimiento de nuestras obligaciones, con nuestra alegría, con nuestra caridad y entrega al prójimo. Jesús nos invita a ser apóstoles alegres y sin temor alguno, pues le tenemos a Él como nuestro amigo y nuestra fuerza. «Todo lo puedo en aquel que me conforta». El cristiano tiene a Dios y con Él es feliz y todo lo puede.

Propósito
Viviré mi jornada con un especial espíritu de agradecimiento a Dios por sus innumerables benenficios.

Diálogo con Cristo
Gracias Señor por estar conmigo el día de hoy y darme lo que más necesito. Te pido perdón por las veces que te he fallado. Concédeme ser cada día mejor cristiano, que realmente te conozca y te transmita a los demás. Quiero pedirte por mis hermanos en la fe que son perseguidos por creer en Ti y amarte, para que Tú les fortalezcas, perdones a sus perseguidores y seas más conocido y amado en todo el mundo.


La oración para mí, es un impulso del corazón, es una simple mirada lanzada al cielo, es un grito de agradecimiento y de amor, en medio de la prueba, como en medio de la alegría. Santa Teresa de Lissieux.

LA PASCUA, UN TIEMPO DE ALEGRÍA


La Pascua, un tiempo de alegría
Cristo vive, no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue.


Por: Pablo Cardona | Fuente: Encuentra.com




Jesús, ¡has resucitado! Ya lo habías dicho.

Pero la Resurrección superaba totalmente a los apóstoles. Tras la Transfiguración les dices que "a nadie contasen lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. Ellos retuvieron estas palabras, discutiendo entre sí qué era lo de resucitar de entre los muertos." (Marcos 9,9-10). "Tan imposible les parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los discípulos dudan todavía: creen ver un espíritu. «No acababan de creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados" (Lucas 24, 41).

Tomás conocerá la misma prueba de la duda y, en su última aparición en Galilea referida por Mateo, "algunos sin embargo dudaron" (Mateo 28, 17). Por esto, la hipótesis según la cual la resurrección habría sido un "producto" de la fe (o de la credulidad) de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrección nació -bajo la acción de la gracia divina- de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado (C. I. C.- 644).

¡Has resucitado! Luego eres realmente Dios. Se ha cumplido lo que habías dicho. Tu madre no ha ido al sepulcro. Ella sí creía en tus palabras. Sabía que era necesario que murieras primero para poder resucitar y enviarnos al Espíritu Santo. Ella, la Esposa de Dios Espíritu Santo, fue la primera en creer. Y es bienaventurada porque creyó "sin haber visto"(Juan 20, 29).


Cristo vive

Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia.

"No temáis", con esta invocación saludó un ángel a las mujeres que iban al sepulcro; "no temáis; vosotras venís a buscar a Jesús Nazareno, que fue crucificado: ya resucitó, no está aquí".

El tiempo pascual es tiempo de alegría, de una alegría que no se limita a esa época del año litúrgico, sino que se asienta en todo momento en el corazón del cristiano. Porque Cristo vive: Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos. No: Cristo vive. Jesús es el Emmanuel: Dios con nosotros. Su Resurrección nos revela que Dios no abandona a los suyos. (Es Cristo que pasa.-102).

Jesús, estás vivo. "Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe". La vida cristiana no consiste en seguir unas palabras más o menos profundas, en tener unos sentimientos más o menos solidarios con los demás hombres, o en realizar una serie de actos externos más o menos distraídos o emocionantes. "No,: Cristo vive". Y ser cristiano es, precisamente, vivir tu vida: una vida de hijos de Dios por la gracia, que nace con el Bautismo y se refuerza con los demás sacramentos, con la oración y las buenas obras. El tiempo pascual es un tiempo de alegría: Alegraos, pues la alegría es propia de los hijos de Dios.

EL PODER DE UN ABRAZO


EL PODER DE UN ABRAZO



El poder de un abrazo hace que uno se sienta bien.

Investigaciones científicas apoyan el hecho de que los abrazos son absolutamente necesarios y muy recomendables para el bienestar físico y emocional, veamos:

Un abrazo, es agradable y ahuyenta la soledad,
Aquieta los nervios,
Fortalece la autoestima,
Demora el envejecimiento,
Ayuda a dominar el apetito,
Alivia las tensiones,
Combate el insomnio,
Es democrático.
Para darse no necesita de un lugar especial,
Hace más felices los días difíciles.
Más soportables de los insoportables.
Llena los vacíos de la vida.
Al dar un abrazo se expresa y se hace sentir:

Amor, cariño, seguridad, protección, confianza,
Fortaleza, apoyo, aprecio, amistad, alegría, felicidad.
¿Abrazos? ¿dónde?, ¿cuándo?:

Cualquier lugar es bueno para un abrazo.
A cualquier hora, en la mañana, tarde o noche.
Acompañados siempre de una sonrisa.
Se debe recordar:

4 abrazos para sobrevivir
8 para mantenerse en pie
12 para crecer.
Pero lo más importante son los espontáneos, los que damos o nos dan a la hora inesperada.

HOY



HOY...



No existe un día mas hermoso que el día de hoy.
La suma de muchísimos ayeres, forma mi pasado. Mi pasado se compone de recuerdos alegres, tristes...

Algunos están fotografiados y ahora son cartulinas donde me veo pequeño, donde mis padres siguen siendo recién casados, donde mi ciudad parece otra.

El día de ayer pudo haber sido un hermoso día... pero no puedo avanzar mirando constantemente hacia atrás, corro el riesgo de no ver los rostros de los que marchan a mi lado.

Puede ser que el día de mañana amanezca aún más hermoso... pero no puedo avanzar mirando solo el horizonte, corro el riesgo de no ver el paisaje que se abre a mi alrededor.

Por eso, yo prefiero el día de hoy. Me gusta pisarlo con fuerza, gozar su sol o estremecerme con su frío, sentir como cada instante dice: presente!!

Sé que es muy breve, que pronto pasará, que no voy a poder modificarlo luego, ni pasarlo en limpio.
Como tampoco puedo planificar demasiado el día de mañana: es un lugar que todavía no existe.
Ayer fui.
Mañana, seré.
Hoy, SOY.

Por eso:
HOY, te digo que te quiero.
HOY, te escucho.
HOY, te pido disculpas por mis errores.
HOY, te ayudo.
HOY, comparto lo que tengo contigo.
HOY, me separo de ti sin guardarme ninguna palabra para mañana.

Porque HOY respiro, veo, pienso, oigo, sufro, huelo, lloro, trabajo, toco, río, amo...

HOY.. HOY estoy vivo. Como Tú.

EL LUNES DEL ÁNGEL


El lunes del Ángel
Esta fiesta civil, con un trasfondo religioso, fue instaurada en Italia después de la Gran guerra 

Por: Cándido Casal | Fuente: origenescristianos.es




El lunes de la octava de Pascua es fiesta en la mayoría de países europeos y en algunas comunidades españolas. Esta costumbre tiene sus orígenes en el hecho de que entre los siglos IX al XIII en la mayor parte de los lugares se oía Misa y se abstenían de trabajos serviles durante toda la semana de Pascua; más tarde esta norma se limitó a dos días (lunes y martes) y desde finales del siglo XVIII, quedo reducida al lunes solamente. En algunos países como los Estados Unidos y actualmente en España en algunas comunidades, incluso el lunes no es fiesta de precepto.

También ocurre esto último en Italia, donde no es un día de precepto pero si un día festivo que tiene una denominación especial, se le llama el “lunedì dell’Angelo” (el lunes del Ángel) y que recibe el nombre popular de Pasquetta en casi toda Italia, con pequeñas excepciones, como los genoveses entre otros, que le dan este nombre al seis de enero.

En el evangelio de Marcos se cuenta cómo pasado el sábado Maria Magdalena, María la de Santiago y Salome compraron aromas para ungir el cuerpo de Jesús. Iban preocupadas porque no sabían quién les removería la piedra de la puerta del monumento. Cuando llegaron vieron que la piedra estaba removida. Entrando en el monumento vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de una túnica blanca y quedaron sobrecogidas de espanto. El Ángel les dijo “No os asustéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado; no está aquí; mirad el sitio donde lo pusieron. (Cfr Mc 16, 1-8).

A pesar de que estos hechos que relatamos ocurrieron el día después de la Pascua (hebrea), que cayó en sábado en aquella ocasión, la tradición los ha trasladado al día después de nuestra Pascua.
Esta fiesta civil, con un trasfondo religioso, fue instaurada en Italia después de la Gran guerra, con el fin de prolongar la fiesta de la Pascua y los italianos, aprovechando la recién llegada primavera, suelen ocupar saliendo al campo con la familia y los amigos.

Pero volvamos al sentido religioso de la celebración, en 1994 el recordado Beato Juan Pablo II, en sus palabras después del rezo de Regina Coeli el día del Ángel se preguntaba “¿Por qué se le llama así? Me parece que es acertado ese nombre: lunes del ángel. Conviene dejar un poco de espacio a este ángel, que dijo desde lo más profundo del sepulcro: Ha resucitado.”

Estas palabras eran muy difíciles de pronunciar, de expresar, para una persona humana. También las mujeres que fueron al sepulcro lo encontraron vacío, pero no pudieron decir: Ha resucitado, sólo afirmaron que el sepulcro estaba vacío. El ángel dice más: no está aquí, ha resucitado.

Esto lo podía decir sólo un ángel, como fue también un ángel quien dijo a María: Concebirás un hijo, que será Hijo de Dios. Ninguna persona humana podía pensar en un Dios-hombre, un Dios que se hace hombre. Debía ser un ángel, enviado por el Padre, el que dijera esto a María.

A mediodía, este Lunes de la Octava de Pascua, o Lunes “del Ángel” el Santo Padre Francisco ha rezado el Regina Coeli, es decir la oración que sustituye el ángelus en este tiempo pascual, con los miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro. Es costumbre que este día los Papas recen públicamente el Regina Coeli.


¡Feliz Pascua de Resurrección a todos!

PAPA FRANCISCO: NO NOS CANSEMOS DE REPETIR QUE CRISTO HA RESUCITADO


"No nos cansemos de repetir que Cristo ha resucitado",
 el Papa Francisco el Lunes del Ángel



(RV).- Este Lunes del Ángel, desde la ventana del Palacio Pontificio, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Regina Coeli, que como él mismo explicó sustituye al Ángelus en el Tiempo Pascual. Ante una plaza llena de fieles a quienes el Papa les deseó unas felices Pascuas, Francisco hizo repetir en diferentes ocasiones la frase ¡Cristo ha resucitado!



Basándose en el Evangelio de Mateo, el Santo Padre recuerda cuando el Ángel anuncia a las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús, que Él había resucitado, y como les pidió que fueran a Galilea a contarlo, y en este contexto, puntualiza Francisco que “Galilea es la ‘periferia’ donde Jesús había iniciado su predicación; y de allí reiniciará en Evangelio de la Resurrección”.

Así, nos explica que ésta es la buena noticia que estamos llamados a anunciar a los demás y en todo ambiente, “animados por el Espíritu Santo”, y exhortó que no nos cansemos de repetirlo: ¡Cristo ha resucitado! y pidió que dejemos que nuestra existencia sea conquistada y transformada por la Resurrección.

Después de la oración a la Madre de Dios, saludó detalladamente a diferentes grupos de peregrinos e hizo una mención especial al Movimiento Shalom y su misión ante la persecución de los cristianos en el mundo. E hizo un llamamiento a la comunidad internacional para no mirar hacia otro lado ante estos conflictos. Finalmente, Francisco dijo que para vivir más intensamente este periodo, “nos hará bien leer cada día un pasaje del Evangelio en el cual se habla del evento de la Resurrección”.

(MZ-RV)

TEXTO COMPLETO DE LAS PALABRAS DEL PAPA

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y todavía ¡Felices Pascuas!

El lunes después de la Pascua, el Evangelio (Cfr. Mt 28,8-15) nos presenta la narración de las mujeres que, fueron al sepulcro de Jesús, lo encuentran vacío y ven un Ángel que les anuncia que Él ha resucitado. Y mientras ellas corren para transmitir la noticia a los discípulos, encuentran a Jesús mismo que les dice: «Vayan a anunciar a mis hermanos que suban a Galilea: allí me verán» (v. 10). Galilea es la “periferia” donde Jesús había iniciado su predicación; y de allí reiniciará en Evangelio de la Resurrección, para que sea anunciado a todos, y para que cada uno pueda encontrar a Él, al Resucitado, presente y operante en la historia. También hoy Él está con nosotros aquí en la plaza.

Por lo tanto, éste es el anuncio que la Iglesia repite desde el primer día: “¡Cristo ha resucitado!”. Y, en Él, por el Bautismo, también nosotros hemos resucitado, hemos pasado de la muerte a la vida, de la esclavitud del pecado a la libertad del amor. Ésta es la buena noticia que estamos llamados a anunciar a los demás y en todo ambiente, animados por el Espíritu Santo. La fe en la resurrección de Jesús y la esperanza que Él nos ha traído es el don más bello que el cristiano puede y debe ofrecer a sus hermanos. A todos y cada uno, entonces, no nos cansemos de repetir: ¡Cristo ha resucitado! Repitámoslo todos juntos hoy aquí en la plaza: ¡Cristo ha resucitado! ¡Todos! ¡Cristo ha resucitado! Una vez más: ¡Cristo ha resucitado! Repitámoslo con las palabras, pero sobre todo con el testimonio de nuestra vida. La alegre noticia de la Resurrección debería manifestarse en nuestro rostro, en nuestros sentimientos y actitudes, en el modo con el cual tratamos a los demás.

Nosotros anunciamos la resurrección de Cristo cuando su luz ilumina los momentos oscuros de nuestra existencia y podemos compartirla con los demás; cuando sabemos sonreír con quien sonríe y llorar con quien llora; cuando caminamos junto a quien está triste y corre el riesgo de perder la esperanza; cuando transmitimos nuestra experiencia de fe a quien está en búsqueda de sentido y de felicidad. Y ahí con nuestra actitud, con nuestro testimonio, con nuestra vida decimos “Jesús ha resucitado”, con todo el alma.

Estamos en los días de la Octava de Pascua – ocho días –, durante los cuales nos acompaña el clima gozoso de la Resurrección. Es curioso, la Liturgia considera la entera Octava como un único día, para ayudarnos a entrar en el misterio, para que su gracia penetre en nuestro corazón y en nuestra vida. La Pascua es el evento que ha traído la novedad radical para todo ser humano, para la historia y para el mundo: es el triunfo de la vida sobre la muerte; es la fiesta del renacer y de la regeneración. ¡Dejemos que nuestra existencia sea conquistada y transformada por la Resurrección!

Pidamos a la Virgen Madre, testigo silenciosa de la muerte y de la resurrección de su Hijo, incrementar en nosotros el gozo pascual. Lo haremos ahora con la oración del Regina Coeli, que durante el tiempo pascual sustituye la oración del Ángelus. En esta oración, marcada por el Aleluya, nos dirigimos a María invitándola a alegrarse, porque a quien llevó en su vientre ha resucitado como había prometido, y nos encomendamos a su intercesión. En realidad, nuestra alegría es un reflejo de la alegría de María, porque es Ella que ha cuidado y conserva con fe los eventos de Jesús. Recitamos pues esta oración con los sentimientos de hijos que son felices porque su Madre es feliz.

(Traducción del italiano, Renato Martinez - Radio Vaticano)

EL TIEMPO PASCUAL


Tiempo Pascual
Los cincuenta días que van desde el domingo de resurrección hasta el domingo de Pentecostés


Por: Teresa Vallés | Fuente: Catholic.net




El Domingo de Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda nuestra religión.

Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la Misa dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.

La Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles.

Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.

En la resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar?

Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.

San Pablo nos dice: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14)

Si Jesús no hubiera resucitado, sus palabras hubieran quedado en el aire, sus promesas hubieran quedado sin cumplirse y dudaríamos que fuera realmente Dios.

Pero, como Jesús sí resucitó, entonces sabemos que venció a la muerte y al pecado; sabemos que Jesús es Dios, sabemos que nosotros resucitaremos también, sabemos que ganó para nosotros la vida eterna y de esta manera, toda nuestra vida adquiere sentido.

La Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no podemos vivir más con caras tristes. Debemos tener cara de resucitados, demostrar al mundo nuestra alegría porque Jesús ha vencido a la muerte.

La Resurrección es una luz para los hombres y cada cristiano debe irradiar esa misma luz a todos los hombres haciéndolos partícipes de la alegría de la Resurrección por medio de sus palabras, su testimonio y su trabajo apostólico.

Debemos estar verdaderamente alegres por la Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor. En este tiempo de Pascua que comienza, debemos aprovechar todas las gracias que Dios nos da para crecer en nuestra fe y ser mejores cristianos. Vivamos con profundidad este tiempo.

Con el Domingo de Resurrección comienza un Tiempo pascual, en el que recordamos el tiempo que Jesús permaneció con los apóstoles antes de subir a los cielos, durante la fiesta de la Ascensión.

La fiesta de la Pascua es tan importante, que un solo día no nos alcanza para festejarla. Por eso la Iglesia ha fijado una octava de Pascua (ocho días) para contemplar la Resurrección y un Tiempo Pascual (cincuenta días) para seguir festejando la Resurrección del Señor.

¿Cómo se celebra el Domingo de Pascua? 

Se celebra con una Misa solemne en la cual se enciende el cirio pascual, que simboliza a Cristo resucitado, luz de todas las gentes.
En algunos lugares, muy de mañana, se lleva a cabo una procesión que se llama “del encuentro”. En ésta, un grupo de personas llevan la imagen de la Virgen y se encuentran con otro grupo de personas que llevan la imagen de Jesús resucitado, como símbolo de la alegría de ver vivo al Señor.

En algunos países se acostumbra celebrar la alegría de la Resurrección escondiendo dulces en los jardines para que los niños pequeños los encuentren, con base en la leyenda del “conejo de pascua”.

La costumbre más extendida alrededor del mundo, para celebrar la Pascua, es la regalar huevos de dulce o chocolate a los niños y a los amigos.

A veces, ambas tradiciones se combinan y así, el buscar los huevitos escondidos simboliza la búsqueda de todo cristiano de Cristo resucitado.
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