jueves, 26 de febrero de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 26 DE FEBRERO DEL 2015


Todo el que pide, recibe

Cuaresma y Semana Santa


Mateo 7, 7-12. Cuaresma. Tú sabes mejor que nadie lo que necesito. Conoces lo que me llevará a ser feliz y lo que me acercará a Ti. 



Por: César Fernández | Fuente: Catholic.net




Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 7-12
En aquel tiempo dijo Jesús: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan! «Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos esta es la Ley y los Profetas».

Oración introductoria
Dios mío, hazme comprender que Tú me escuchas siempre, que vas a mi lado y estás dispuesto a ayudarme en cualquier momento. Que nunca olvide cuanto me amas. Gracias por escucharme en cada momento, hazme consciente de la eficacia de la oración en mi vida, y que no olvide que siempre me escuchas.

Petición
Señor, enséñame a pedir lo que necesito para acercarme más a Ti.

Meditación del Papa Francisco
Jesús da un paso adelante y habla del Padre: '¿Qué padre entre vosotros, si un hijo le pide un pez, la dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?... 'Si vosotros que sois malos sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo!'. Por tanto no sólo el amigo que nos acompaña en el camino de la vida nos ayuda y nos da lo que nosotros pedimos: también el Padre del cielo que nos ama tanto y del cual Jesús ha dicho que se preocupa por dar de comer a los pájaros del campo. Jesús quiere despertar la confianza en la oración y dice:Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá. Porque quien pide recibe, quien busca encuentra, y a quien llama se le abre. Esta es la oración: pedir, buscar cómo llamar al corazón de Dios. Y el Padre dará el Espíritu Santo al que se lo pide.
Este es el don, este es el 'extra' de Dios. Dios nunca te da un regalo, una cosa que le pides así, sin envolverlo bien, sin algo más que lo haga más bonito. Y lo que el Señor, el Padre nos da 'aún más' es el Espíritu: el verdadero don del Padre es aquel que la oración no osa esperar. Yo pido esta gracia; pido esto, llama y rezo mucho... Solamente espero que me dé esto. Y Él que es Padre, me da eso y más: el don, el Espíritu Santo. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 9 de octubre de 2014, en Santa Marta).
Reflexión 
La eficacia de la oración no radica en la cantidad de peticiones que hacemos, sino que se concentra en la confianza en Dios. Podemos pedir mucho, pero no pedir lo que verdaderamente necesitamos. Dios nos concede aquellas gracias que necesitamos y que nos llevarán a ser felices, pero depende de nosotros el aceptarlas confiados en la gracia divina. Dios como Padre amoroso nunca nos dará algo que nos hará daño, buscará los medios para acercarnos a Él, para hacernos felices.

Propósito
Hoy elevaré una oración a Dios, encomendando la intención de aquella persona con la que trabajo o convivo la mayor parte del día.

Diálogo con Cristo
Jesús, muchas gracias por escucharme. Porque no me impides llamarte en cualquier momento y siempre estás atento a mis necesidades. Tú sabes mejor que nadie lo que necesito en este día. Conoces lo que me llevará a ser feliz y lo que me acercará a Ti. Concédeme que en este día pueda pedir no lo que me conviene, sino lo que más necesito y dame la gracia de hacerlo con una confianza total en ti.

“Cuando un hombre ora, se coloca ante Dios, ante un Tú, un Tú divino, y comprende al mismo tiempo la íntima verdad de su propio yo: Tú divino, yo humano, ser personal creado a imagen de Dios". Juan Pablo II


Preguntas o comentarios al autor  César Fernández

CUANDO DIOS LLAMÓ A MI PUERTA



CUANDO DIOS LLAMÓ A MI PUERTA



Cuando yo era niño, llamó Dios a la puerta de mi corazón. En aquella temprana etapa vivía tan absorto en los juegos de la infancia que no presté atención a sus palabras lejanas. 

Años después volvió Dios a visitarme. Esta vez golpeó con la fuerza de sus nudillos la puerta de mi corazón. Aún recuerdo su voz, pero me asediaban los problemas de la juventud: mi primer amor, los estudios y el ejercicio de diversas cualidades destacables. También en la madurez vino Dios, pero me resultaba imposible escuchar; no encontraba el momento oportuno para responder a su llamada. 

Poco antes de morir, estando sumido en las preocupaciones sobre la inminencia del más allá, abrí la rendija de mi puerta para buscar respuestas ante tanta incertidumbre. Me quedé estupefacto: un hombre de cabellos blancos como la nieve y ojos refulgentes permanecía sentado junto a mi endeble corazón. Me acerqué a él y le pregunté qué deseaba. "Yo soy Dios", me dijo. "Llevo aquí sentado durante toda tu vida para traerte un mensaje de felicidad". Entonces, mis manos acogieron una misión maravillosa que pude disfrutar sólo unos momentos antes de morir.

QUINCE MINUTOS CON JESÚS EUCARISTÍA


QUINCE MINUTOS EN COMPAÑÍA DE JESÚS SACRAMENTADO




No es preciso, hijo mío, saber mucho para agradarme mucho; basta que me ames con fervor. Háblame, pues, aquí sencillamente, como hablarías a tu madre, a tu hermano. ¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súplica cualquiera? Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien el de tus hermanos y amigos; dime en seguida qué quisieras que hiciese actualmente por ellos. Pide mucho, mucho, no vaciles en pedir; me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos, para atender a las necesidades ajenas. Háblame así, con sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado.

Dime por todos una palabra de amigo, palabra entrañable y fervorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón ; y ¿no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón especialmente ama?

Y para ti, ¿no necesitas alguna gracia? Hazme, si quieres, una lista de tus necesidades, y ven, léela en mi presencia. Dime francamente que sientes -soberbia, amor a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez egoísta, inconstante, negligente... ; y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos, que haces para quitar de ti tales miserias.

No te avergüences, ¡pobre alma! ¡Hay en el cielo tantos justos, tantos Santos de primer orden, que tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad... ; y poco a poco se vieron libres de ellos.

Ni menos vaciles en pedirme bienes espirituales y corporales: salud, memoria, éxito feliz en tus trabajos, negocios o estudios; todo eso puedo darte, y lo doy, y deseo que me lo pidas en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación. Hoy por hoy, ¿qué necesitas? ¿qué puedo hacer por tu bien? ¡Si supieras los deseos que tengo de favorecerte !

¿Traes ahora mismo entre manos algún Proyecto? Cuéntamelo todo minuciosamente. ¿Qué te preocupa? ¿qué piensas? ¿qué deseas? ¿qué quieres que haga por tu hermano, por tu amigo, por tu superior? ¿qué desearías hacer por ellos?

¿Y por Mí? ¿No sientes deseos de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho, y que viven quizás olvidados de Mí?

Dime qué cosa llama hoy particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente, y con qué medios cuentas para conseguirlo. Dime si te sale mal tu empresa, y yo te diré las causas del mal éxito. ¿No quisieras que me interesase algo en tu favor? Hijo mío, soy dueño de los corazones, y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su libertad, adonde me place.

¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame, alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te hirió? ¿quién lastimó tu amor propio ? ¿quién te ha despreciado? Acércate a mi Corazón, que tiene bálsamo eficaz para curar todas esas heridas del tuyo. Dame cuenta de todo, y acabarás en breve por decirme que, a semejanza de Mí todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago recibirás mi consoladora bendición.

¿Temes por ventura? ¿Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías, que no por ser infundadas dejan de ser desgarradoras? Échate en brazos de mi providencia. Contigo estoy; aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento te desamparo.

¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora olvidadas se alejan de ti, sin que les hayas dado el menor motivo? Ruega por ellas, y yo las volveré a tu lado, si no han de ser obstáculo a tu santificación.

¿Y no tienes tal vez alegría alguna que comunicarme? ¿Por qué no me haces partícipe de ella a fuer de buen amigo ?

Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreir tu corazón. Quizá has tenido agradables sorpresas, quizá has visto disipados negros recelos, quizá has recibido faustas noticias, alguna carta o muestra de cariño; has vencido alguna dificultad, o salido de algún lance apurado. Obra mía es todo esto, y yo te lo he proporcionado: ¿por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud, y decirme sencillamente, como un hijo a su padre: « ¡Gracias, Padre mío, gracias!»? El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le gusta verse correspondido.

¿Tampoco tienes Promesa alguna para hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón. A los hombres se les engaña fácilmente; a Dios, no. Háblame, pues, con toda sinceridad. ¿Tienes firme resolución de no exponerte ya más a aquella ocasión de pecado? ¿de privarte de aquel objeto que te dañó? ¿de no leer más aquel libro que exaltó tu imaginación? ¿de no tratar más aquella persona que turbó la paz de tu alma ?

¿Volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra a quien, por haberte faltado, has mirado hasta hoy como enemiga?

Ahora bien, hijo mío; vuelve a tus ocupaciones habituales, al taller, a la familia, al estudio... ; pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la soledad del santuario. Guarda, en cuanto puedas, silencio, modestia, recogimiento, resignación, caridad con el prójimo. Ama a mi Madre, que lo es también tuya, la Virgen Santísima, y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso, más entregado a mi servicio. En mi Corazón encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos.

Recomendación: Lea todos los días los 15 minutos en compañía de Jesús Sacramentado

IMÁGENES DE JESÚS EUCARISTÍA










CATEQUESIS ESCOLAR O ENSEÑANZA RELIGIOSA

Catequesis Escolar o enseñanza religiosa
La catequesis: Es importante saber para qué se la quiere. Es necesario que sea parte de un proyecto más grande que la contenga. Y no un fin en sí misma.


Por: Mariano Donadío | Fuente: isca.org




Una anécdota: en una reunión escolar de padres, uno de ellos se presenta diciendo: "cuando era chico, me anotaron en un colegio muy religioso; por eso hoy no tengo mucho contacto con la Iglesia”. Lo dijo con naturalidad, como si la formación religiosa necesariamente llevará a la increencia. Traemos este sucedido en tiempos en los cuales se discute el estatuto de la catequesis en la escuela.



¿Catequesis escolar o enseñanza religiosa? Es una pregunta que tenemos que hacernos. El Pbro. Alejandro Puiggari en su libro “¿CATEQUESIS ESCOLAR O ENSEÑANZA RELIGIOSA?: DE LA ESCUELA-INSTITUCIÓN A LA ESCUELA-COMUNIDAD. UNA PROPUESTA PARA EDUCAR EN LA FE" nos interroga sobre este asunto. La opción por el término catequesis escolar “no implicó en los hechos una definición del tema. Ni siquiera un análisis serio de los elementos en juego. Fue más que todo un propósito, un deseo, un anhelo: que en los colegios haya catequesis". El término es tan amplio, que casi se transforma en un concepto vacío en el que se entienden realidades opuestas como la formación teórica sin referencia a la vida cotidiana, o la mera vivencia, sin conocimientos que la iluminen y la encuadren.



Que continúe la discusión acerca del lugar de la catequesis en la escuela de hoy. Nosotros queremos hacer este simple aporte: no basta con desear y exigir que exista. Es importante saber para qué se la quiere. Es necesario que sea parte de un proyecto más grande que la contenga. Y no un fin en sí misma.

Cuestionario para reflexionar:

¿Cuál es el lugar de la catequesis en el proyecto del cual forma parte?
¿Cuánto es el arraigo y la pertenencia del equipo de catequesis en su comunidad?
¿Cuáles son los testimonios de la gente que pasó por la enseñanza catequística en aquel lugar?
¿Cómo pudimos resolver la falsa dicotomía entre una catequesis de fórmulas y una catequesis “de charlar de nuestras cosas", sin sustancia?

¿CÓMO CONOCER MI CAMINO?


¿Cómo conocer mi camino?
Tú tienes vocación para algo, ¿para qué? ¿Cuál va a ser el fin de tu vida?


Por: P. Alberto Hurtado | Fuente: Pontificia Universidad Católica de Chile




Ya conoces el plan de Dios sobre la creación: todos los seres, cada ser en particular tiene su misión propia. La misión del hombre no les es impuesta por fuerza, sino que ha sido entregada a su libertad. ¡Privilegio sublime que constituye la grandeza inconmensurable del hombre!

A tu elección se ofrecen varios caminos. Terminas tus estudios: ante ti se abre la universidad con sus múltiples carreras; el ejército y la marina; el campo, la industria, el comercio, un empleo, un sitio de obrero; la literatura y el arte. Se abren ante ti igualmente perspectivas más amplias que las carreras mismas, lo que podríamos llamar estados de vida: la vida religiosa, el sacerdocio, el matrimonio. Dentro de estas maneras de vida hay enfoques especiales que te atraerán particularmente: la política, la acción social, la contemplación artística, la vida de oración, el estudio de las Sagradas Escrituras, la Acción Católica. Sentirás quizás una fuerte atracción por la vida social; las fiestas, bailes, diversiones te seducen fuertemente... Los deportes, quizás un deporte especial, el football te atrae irresistiblemente. Todas estas solicitaciones estarán frente a tí y otras mil más, al iniciar tu vida en forma más personal e independiente.

¿A cuál de estos caminos te ha llamado Dios? No ha dejado a tu capricho que seas lo que quieras. Tú tienes vocación para algo, ¿para qué? ¿Cuál va a ser el fin de tu vida? Para el sacerdocio, como para la marina, para el deporte, para la música, para la sociología, para la política, para la Acción Católica hay una verdadera vocación, ¿Cómo conocer la tuya?

¿Qué criterio me permitirá discernir el llamamiento divino? ¿El atractivo que en mí ejercen, el agrado, quizás la felicidad que me ofrecen? Esos criterios tan incompletos no pueden ser la norma para un ser racional y menos para un cristiano.

Nuestro criterio ha de ser de orden sobrenatural y debe ser aplicado con la ayuda de una luz sobrenatural, pero esta luz sobrenatural no se nos da ordinariamente en forma milagros, sino que viene a iluminar nuestra razón que discurre apoyándose en los principios de la fe.

El milagro es milagro porque acontece muy raras veces en la vida; no hay, pues, que esperarlo en un problema cotidiano que han de resolver todos los hombres, tanto más cuanto que el mismo Creador nos ha dejado herramientas plenamente eficaces para descubrir por vías ordinarias nuestro camino en la vida.

Con cuánta eficacia nuestro Santo Padre Pío XII al inaugurar este año la Academia Pontificia de Ciencias defendía los fueros de la inteligencia humana para alcanzar la verdad. Nuestra razón participación de la mente divina, nos da a conocer las realidades más fundamentales en que el hombre necesita apoyarse; y todavía cuando se afirma en la revelación de Jesucristo, sus conclusiones pueden llegar a un campo inmensamente más vasto e iluminado por el sol de la verdad divina.

Todo hombre de buena voluntad que aplica con sinceridad su alma a la búsqueda de la verdad, puede estar cierto que se cumplirá en él la conocida proposición: "Al que hace lo que está de su parte, Dios no le niega su gracia”.

El Espíritu Santo que mora en nosotros, desde el bautismo que nos asiste con sus dones de entendimiento, ciencia, prudencia, es la mejor garantía de éxito en una elección hecha con sinceridad ante la mirada de Dios, aunque no intervenga iluminación milagrosa alguna durante toda nuestra deliberación.

Del libro "Elección de carrera", escrito por el Padre Hurtado en el año 1943

ENCONTRARNOS CON EL SEÑOR


Encontrarnos con el Señor
Meditaciones para toda la Cuaresma
Jueves primera semana Cuaresma. Forjemos nuestra alma a través de la oración, sacrificio y purificación interior. 


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net




La insistencia con la que Nuestro Señor pide que nos acerquemos a la oración para que se nos dé; que nosotros lleguemos a Él para encontrarlo, es una insistencia que requiere del corazón humano, una grandísima fortaleza interior, una gran tenacidad. Esa tenacidad para que pidamos y se nos dé, se ve muchas veces probada por las circunstancias, por las situaciones en las que nos encontramos.

Jesús habla de que pidan y se les dará, pero no nos dice si será pronto o tarde, cuando se nos dará. No nos dice si vamos a encontrar al primer momento en que empezamos a buscar o va a ser una búsqueda larga. No nos dice si la espera va a ser corta o se va a dilatar mucho. Simplemente nos dice que toquemos, que pidamos, que busquemos con la certeza de que vamos a recibir, vamos a encontrar y de que se nos va a abrir. Tener esta certeza, requiere en el alma una gran fortaleza interior, una gran firmeza interior. Una firmeza que Dios N. S. va probando, que poco a poco Él va viendo si es auténtica, si es verdadera.

Sin embargo, esto no es solamente una obra de Dios. Es importante el hecho de que Dios quiera que nosotros construyamos esta firmeza interior, pero también a nosotros nos toca actuar. Es obrar de Dios y obra nuestra. La Cuaresma es un período especialmente señalado para indicar esta obra nuestra en la obra de Dios. La obra nuestra en la tenacidad, en la constancia hasta conseguir que Dios N. S. nos abra, nos dé y nos encuentre.

¿Qué hay que hacer para esto? La Cuaresma nos habla de una penitencia que hay que realizar, de una oración en la que tenemos que insistir y de una generosidad particular, en la que tenemos nosotros, poco a poco que ir trabajando.

Para ello es necesaria una muy seria penitencia interior. Una penitencia que no se quede simplemente en el hecho de que no comamos carne o que ayunemos algunos días. Es una penitencia que va mucho más allá de los detalles, de los sacrificios concretos exteriores. Es una penitencia que tiene que abarcar toda nuestra vida, toda nuestra personalidad, porque precisamente es la penitencia la que forja el alma, la que construye el alma. No son las concesiones las que van a hacer de nuestra alma un alma aceptable a Dios, va a ser la penitencia la que va a hacer de nuestra alma, un alma entregada a Dios.

Hemos escuchado en el Libro de Esther, una oración que hace esta mujer a Dios, en la más total de las obscuridades, sabiendo que lo que va a hacer, es jugarse el todo por el todo, porque Esther, va a presentarse ante el rey sin su permiso, y esto estaba penado con la muerte en la corte de los persas. En el fondo, Ester lo que lleva a cabo es una auténtica penitencia del alma, una purificación de su espíritu, de su corazón para ser capaz de enfrentarse a una prueba en la que sabe que está jugándose todo.

¿Cómo es esta penitencia interior? Es una penitencia que tiene que acabar todas nuestras dimensiones, toda nuestra persona, nuestros pensamientos, nuestra inteligencia, nuestros afectos, nuestra voluntad, nuestra libertad. ¿Hasta qué punto nos hemos planteado alguna vez la autentica penitencia del alma, la auténtica exigencia interior de ir probando nuestra alma, para ver si está lista a resistir las pruebas para se fieles a Dios? Cuando llamemos y nadie nos abra; cuando pidamos y nadie nos dé; cuando busquemos y nadie nos permita encontrarlo.

Es un tema que en la Cuaresma se hace particularmente presente, pero que no solamente tendría que ser un tema cuaresmal; tendría que ser un tema de toda nuestra vida. La penitencia del alma, la purificación interior de nuestros sentimientos, de nuestra voluntad de nuestra inteligencia, de nuestros afectos, de nuestra libertad para ponerla totalmente de cara a Dios N. S. La base de la penitencia del alma, es la confianza absoluta en Dios N. S. No se basa simplemente en los actos que nosotros realizamos, de sacrificio o de renuncia interior, se realiza sobre todo, apoyada en la confianza en Dios N. S.

"Si ustedes a pesar de ser malos saben dar cosas buenas a sus hijos, con cuánta mayor razón, el Padre que está en los cielos dará cosas buenas a quiénes se las pidan". La pregunta que tenemos que hacer es si estamos reconociendo las cosas que Dios nos da como cosas buenas; si tenemos nuestra alma dispuesta a aceptar todo lo que Dios pone en nuestra vida como buenas o por el contrario, somos nosotros los que discernimos si esto es bueno o esto es malo, no dependiendo de Dios, sino dependiendo de nosotros mismos: de cómo nosotros lo recibimos; de cómo a nosotros nos afecta.

¿Qué sucede cuando Dios nos da un pan, un pescado? La parábola de Cristo habla de un padre bueno, dice: "Ningún padre, cuando su hijo le pide un pescado, le da una serpiente y ningún padre cuando su hijo le pide pan le da una piedra". ¿No sentiríamos alguna vez nosotros que Dios nos da piedras antes que pan? ¿O serpientes en vez de pescado? ¿No podríamos dudar nosotros a veces, de lo que Dios nos da o de lo que Dios no nos está dando? Y aquí esta de nuevo la exigencia ineludible de la penitencia interior: "Crea en mi, Señor un corazón puro". Es decir, crea en mi, Señor, un corazón que me permita captar que Tú no me estas dando ni piedras, ni serpientes, sino pan y pescado, que lo que Tú me das es siempre bueno; que lo que Tu me ofreces, es siempre algo para realizarme en mi existencia. Esto tengo que aprenderlo a ver y únicamente se logra a base de la penitencia interior. No hay otro camino.

Que esta Cuaresma nos permita introducirnos un poco en este camino, en búsqueda interior del encuentro con Cristo; en esfuerzo interior por encontrarnos con el Señor, conscientes de que no hay otro camino sino es el de aprender a hacer de nuestra alma, un alma que busca, sabiendo que va a encontrar. Un alma que toca, sabiendo que le van a abrir.

Forjemos nuestra alma a través de la oración, del sacrificio y de la purificación interior, para encontrar siempre, en todo lo que Dios nos da, al Padre Bueno que da cosas buenas a quienes se las piden.

miércoles, 25 de febrero de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 25 DE FEBRERO DEL 2015


No se le dará otra señal que la de Jonás

Cuaresma y Semana Santa


Lucas 11,29-32. Cuaresma. Cada generación está llamada a llevar lo que tenemos dentro, lo que el Señor nos ha dado.



Por: Gustavo Velazquez | Fuente: Catholic.net




Del santo Evangelio según san Lucas 11,29-32
En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y éste comenzó a decirles: «La gente de este tiempo es una gente malvada. Pide una señal, pero no se le dará otra señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo.
Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».


Oración introductoria
Jesús, Tú nos has dado bastantes señales con tu vida y palabras como para que te pidamos más. No obstante, ¡compréndenos! Nuestra fe es muy débil y necesitamos que Tú la robustezcas. Te ofrezco esta meditación por todas aquellas personas que no te han conocido y por todos los misioneros del mundo. Aumenta nuestra fe de tal manera, que no podamos menos que darte a los demás: primero con nuestro ejemplo, y después con las palabras.

Petición
Señor, aumenta nuestra fe, concédenos una visión sobrenatural de los acontecimientos para apreciar tu mano paternal durante este día.

Meditación del Papa Francisco
El programa de vuestro congreso se inspira en lo que el Señor le dijo al profeta Jonás: “Vete a Nínive, la gran ciudad”. Pero, al principio, Jonás huye. Se dirige, al contrario, a occidente. Tiene miedo de ir a esa gran ciudad, preocupado más por juzgar que por la misión que se le confía. Sin embargo, después va, y todo cambia en Nínive: Dios muestra su misericordia, y la ciudad se convierte. La misericordia cambia la historia de las personas e, incluso, de los pueblos. Como dice el apóstol Santiago: “La misericordia triunfa sobre el juicio”. La invitación que se le hizo a Jonás, hoy se os dirige a vosotros. Y esto es importante. Cada generación está llamada a ser misionera. Llevar lo que tenemos dentro, lo que el Señor nos ha dado. ¡Esto desde el comienzo! […]
Que el Señor aumente en vosotros la pasión por la misión y os convierta en testigos de su amor y de su misericordia en todas partes. Y que la Virgen santa, Estrella de la nueva evangelización, os proteja y os fortalezca en la tarea que se os ha confiado » (Discurso de S.S. Francisco, 22 de noviembre de 2014).
Reflexión 
La fe -hoy más que en tiempos de Cristo- es un gran don: un don que recibimos gratis. "Gratis lo recibisteis; dadlo gratis" (Mt. 10, 8), nos dirá Nuestro Señor Jesucristo. Tal vez no lleguemos a tener tiempo para dar catequesis, pero sí lo tenemos para vivir el Evangelio. Jesús no ha dejado de mandar señales a los hombres. Inclusive, me pide que yo sea su señal para esta generación: quiere que le preste mi vida para actuar en mí.
Propósito
Jesús es la respuesta que todo hombre y mujer busca en su vida, así que hoy seré un reflejo de Cristo en mis relaciones con mis hermanos, asemejando mis pensamientos palabras y obras a las de Él.

Diálogo con Cristo
¡Jesús, heme aquí! Dispón como quieras de mi, para manifestarte a los hombres. Quiero serte útil. Ayúdame a ser especialmente dócil a tus deseos y a vivir mi fe con coherencia. Concédeme vivir este día íntimamente unido a ti, para transmitirte a mi familia, a mis amigos y a mis compañeros de trabajo. Y así ser una señal tuya para ellos.


"De esta caridad nace también la esperanza, la certeza de que Cristo nos ama y de que el amor de Cristo nos espera y así nos hace capaces de imitar a Cristo y de ver a Cristo en los demás"(Benedicto XVI, 20 de octubre de 2010)
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LA PROTECCIÓN DE DIOS


LA PROTECCIÓN DE DIOS




Un misionero estaba colaborando como médico de un pequeño hospital en África. Muchas veces, él tenía que trasladarse en su bicicleta a través de la jungla hacia el poblado mas cercano, para conseguir material de su trabajo, medicamentos y dinero que le era enviado desde los Estados Unidos.

El viaje duraba dos días, así que tenía que acampar una noche. Él ya había hecho este recorrido varias veces sin ningún contratiempo. En uno de sus viajes, antes del anochecer del primer día encontró a dos hombres que peleaban fuertemente. 

Uno de ellos estaba seriamente herido y el otro huyó, por lo que acudió a atenderle y acompañarle a donde este vivía y dejar algunas indicaciones a su familia. Semanas después en su siguiente viaje y al llegar a la ciudad, se le acercó aquel hombre que había atendido, y este le dijo: "Yo sé que usted cuando regresa, lleva consigo medicinas que necesita y dinero. El día que usted me atendió de mis heridas, algunos amigos y yo le seguimos hacia la jungla por la noche, asi cuando usted acampara y estuviera dormido, teníamos planeado matarle y tomar el dinero las medicinas. Cuando íbamos a atacarle, vimos que la tienda de campaña estaba rodeada por 16 guardias armados. Nosotros éramos 4 y vimos que era imposible llevar a cabo nuestro plan asi que decidimos retirarnos". 

Escuchando el misionero le dijo al hombre riendo: "Eso es imposible. Yo puedo asegurarle que siempre viajo solo y nadie me acompaña en mis viajes". El hombre le corrigió e insistió en lo que vió. "No Señor, yo no fui el único hombre que vió a los guardias. Mis amigos también los vieron y todos contamos el mismo número de guardias. Estábamos asustados.

 Fué por eso que le dejamos y desistimos en atacarle. Cuando regresábamos yo me separé de ellos y fue entonces que después uno de ellos me siguió y me atacó como castigo por haberlos hecho perder su tiempo y no haber conseguido nada, ya que yo había planeado todo. Fue entonces que después usted me encontró y vió huir al que me golpeó y vino en mi ayuda. Espero que usted me pueda perdonar." 

Varios meses después, el misionero asistió a una celebración dominical en una iglesia en Michigan donde él les contó acerca de sus experiencias en el África, incluyendo la historia de los 16 guardias que estuvieron con el mientras acampaba y les dijo: Recuerdo bien ese día por que era el cuarto aniversario de haber llegado al África . 

Uno de los asistentes de la comunidad, se paró e interrumpió al misionero y le dijo algo que dejó a todos los asistentes atónitos. "Nosotros estuvimos ahí con usted en espíritu para ayudarle. En esa noche en África, era de día aquí. Yo llegué a la iglesia para recoger algunos materiales que necesitábamos para un viaje que teníamos que hacer, al poner las cosas en mi camioneta, yo sentí que la presencia de Dios estaba a mi lado diciéndome que orara por usted. La urgencia fue tan grande que llame a algunos hombres de la iglesia para que oráramos por usted por protección. Esto lo hicimos en el salón donde tenemos las fotografías de todos nuestros misioneros, no sabía cual era el peligro que usted pasaba, pero en la fotografía venia impreso el día que usted fue enviado al África años atrás, un día antes de su aniversario. Nosotros estuvimos ahí con usted en oración protegiéndolo y ellos están aquí para atestiguarlo.

Inmediatamente después, este hombre le pidió a todos los que habían orando por él ese día, que se pusieran de pie. Uno a uno lo hizo, lo que llamó la atención del misionero. Este empezó a contarlos y el número exacto fue de 16 hombres. 
Toda la comunidad quedó enmudecida por un largo rato. 

TODO SOBRE EL VÍA CRUCIS - EXPLICACIÓN, ORACIONES Y ESTACIONES.


EL VIA CRUCIS
¿Qué es el viacrucis?

Es la meditación de los momentos y sufrimientos vividos por Jesús desde que fue hecho prisionero hasta su muerte en la cruz y posterior resurrección. Literalmente, vía crucis significa "camino de la cruz". Al rezarlo, recordamos con amor y agradecimiento lo mucho que Jesús sufrió por salvarnos del pecado durante su pasión y muerte. Dicho camino se representa mediante 15 imágenes de la Pasión que se llaman "estaciones". Te animarás a cargar con las cruces de cada día, si recuerdas con frecuencia las estaciones o pasos de Jesús hasta el Calvario.


¿Cuáles son las promesas de 
Jesucristo a los devotos del via crucis?

A la edad de 18 años, Estanislao, joven español, ingresó al noviciado de los “Hermanos de las escuelas cristianas" , en Bugedo (Burgos, España). En la vida religiosa, este joven tomó los votos de religión que son: el cumplimiento de los reglamentos, avanzar en la perfección cristiana; y alcanzar el amor puro. En el mes de octubre de 1926, este hermano se ofreció a Jesús por medio de María Santísima. Poco después de haber hecho esta donación heroica de sí mismo, el joven religioso enfermó y meses después, murió. Fue en marzo de 1927. 

Según el maestro de novicios, Estanislao era un alma escogida de Dios que recibía mensajes del cielo. Sus confesores y teólogos reconocieron estos hechos sobrenaturales como actos insignes. Su director espiritual le había ordenado escribir todas las promesas transmitidas por Nuestro Señor, entre otras las relacionadas con los devotos del via crucis.


Promesas para los devotos del Via Crucis 

1.- Yo concederé todo cuanto se me pidiere con fe, durante el rezo del Via Crucis.

2.- Yo prometo la vida eterna a los que, de vez en cuando, se aplican a rezar el Via Crucis.

3.- Durante la vida, yo les acompañaré en todo lugar y tendrán Mi ayuda especial en la hora de la muerte.

4.- Aunque tengan más pecados que las hojas de las hierbas que crece en los campos, y más que los granos de arena en el mar, todos serán borrados por medio de esta devoción al Via Crucis. (Nota: Esta devoción no elimina la obligación de confesar los pecados mortales. Se debe confesar antes de recibir la Santa Comunión.)

5.- Los que acostumbran rezar el via crucis frecuentemente, gozarán de una gloria extraordinaria en el cielo.

6.- Después de la muerte, si estos devotos llegasen al purgatorio, Yo los libraré de ese lugar de expiación, el primer martes o viernes después de morir. 

7.- Yo bendeciré a estas almas cada vez que rezan el Via Crucis; y mi bendición les acompañará en  todas partes de la tierra. Después de la muerte, gozarán de esta bendición en el Cielo, por toda la eternidad.

8.- A la hora de la muerte, no permitiré que sean sujetos a la tentación del demonio. Al espíritu maligno le despojaré de todo poder sobre estas almas. Así podrán reposar tranquilamente en mis brazos.

9.- Si rezan con verdadero amor, serán altamente premiados. Es decir, convertiré a cada una de estas almas en Copón viviente, donde me complaceré en derramar mi gracia.

10.- Fijaré la mirada de mis ojos sobre aquellas almas que rezan el via crucis con frecuencia y Mis Manos estarán siempre abiertas para protegerlas.

11.- Así como yo fui clavado en la cruz, igualmente estaré siempre muy unido a los que me honran, con el rezo frecuente del via crucis.

12.- Los devotos del via Crucis nunca se separarán de mí porque Yo les daré la gracia de jamás cometer un pecado mortal.

13.- En la hora de la muerte, Yo les consolaré con mi presencia, e iremos juntos al cielo. La muerte será dulce para todos los que Me han honrado durante la vida con el rezo del via Crucis.

14.- Para estos devotos del viacrucis, Mi alma será un escudo de protección que siempre les prestará auxilio cuando recurran a Mí..




¿Cómo se reza el Via Crucis?


ORACIONES INICIALES

Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. Oh buen Jesús, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a Ti, para que con tus santos te alabe, por los siglos de los siglos. Amén.

Por la señal, de la Santa Cruz de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


ACTO DE CONTRICCIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme, y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.



1ª ESTACIÓN: JESÚS SENTENCIADO A MUERTE 

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Sentenciado y no por un tribunal, sino por todos. Condenado por los mismos que le habían aclamado poco antes. Y El calla...

Nosotros huimos de ser reprochados. Y saltamos inmediatamente...
Dame, Señor, imitarte, uniéndome a Ti por el Silencio cuando alguien me haga sufrir. Yo lo merezco. ¡Ayúdame!

Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro




2ª ESTACIÓN: JESÚS CARGADO CON LA CRUZ

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Que yo comprenda, Señor, el valor de la cruz, de mis pequeñas cruces de cada día, de mis achaques, de mis dolencias, de mi soledad.
Dame convertir en ofrenda amorosa, en reparación por mi vida y en apostolado por mis hermanos, mi cruz de cada día.

Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro



3ª ESTACIÓN: JESÚS CAE, POR PRIMERA VEZ, BAJO EL PESO DE LA CRUZ

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Tú caes, Señor, para redimirme. Para ayudarme a levantarme en mis caídas diarias, cuando después de haberme propuesto ser fiel, vuelvo a reincidir en mis defectos cotidianos.
¡Ayúdame a levantarme siempre y a seguir mi camino hacia Ti!

Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro



4ª ESTACIÓN: ENCUENTRO CON LA VIRGEN

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Haz Señor, que me encuentre al lado de tu Madre en todos los momentos de mi vida. Con ella, apoyándome en su cariño maternal, tengo la seguridad de llegar a Ti en el último día de mi existencia.
¡Ayúdame Madre!

Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro



5ª ESTACIÓN: EL CIRINEO AYUDA AL SEÑOR A LLEVAR LA CRUZ

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Cada uno de nosotros tenemos nuestra vocación, hemos venido al mundo para algo concreto, para realizarnos de una manera particular. ¿Cuál es la mía y cómo la llevo a cabo?
Pero hay algo, Señor, que es misión mía y de todos: la de ser Cirineo de los demás, la de ayudar a todos.
¿Cómo llevo adelante la realización de mi misión de Cirineo?

Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro



6ª ESTACIÓN: LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Es la mujer valiente, decidida, que se acerca a Ti cuando todos te abandonan. Yo, Señor, te abandono cuando me dejo llevar por el "qué dirán", del respeto humano, cuando no me atrevo a defender al prójimo ausente, cuando no me atrevo a replicar una broma que ridiculiza a los que tratan de acercarse a Ti. Y en tantas otras ocasiones.

Ayúdame a no dejarme llevar por el respeto humano, por el "qué dirán".
Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro



7ª ESTACIÓN: SEGUNDA CAÍDA EN EL CAMINO DE LA CRUZ

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Caes, Señor, por segunda vez. El Via Crucis nos señala tres caídas en tu caminar hacia el Calvario. Tal vez fueran más.
Caes delante de todos... ¿Cuándo aprenderé yo a no temer el quedar mal ante los demás, por un error, por una equivocación?. ¿Cuándo aprenderé que también eso se puede convertir en ofrenda?

Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro



8ª ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS HIJAS DE JERUSALÉN

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Muchas veces, tendría yo que analizar la causa de mis lágrimas. Al menos, de mis pesares, de mis preocupaciones. Tal vez hay en ellos un fondo de orgullo, de amor propio mal entendido, de egoísmo, de envidia.
Debería llorar por mi falta de correspondencia a tus innumerables beneficios de cada día, que me manifiestan, Señor, cuánto me quieres.
Dame profunda gratitud y correspondencia a tu misericordia.

Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro



9ª ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Tercera caída. Más cerca de la Cruz. Más agotado, más falto de fuerzas. Caes desfallecido, Señor.
Yo digo que me pesan los años, que no soy el de antes, que me siento incapaz.
Dame, Señor, imitarte en esta tercera caída y haz que mi desfallecimiento sea beneficioso para otros, porque te lo doy a Ti para ellos. 

Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro



10ª ESTACIÓN: JESÚS DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Arrancan tus vestiduras, adheridas a Ti por la sangre de tus heridas.
A infinita distancia de tu dolor, yo he sentido, a veces, cómo algo se arrancaba dolorosamente de mí por la pérdida de mis seres queridos. Que yo sepa ofrecerte el recuerdo de las separaciones que me desgarraron, uniéndome a tu pasión y esforzándome en consolar a los que sufren, huyendo de mi propio egoísmo.

Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro



11ª ESTACIÓN: JESÚS CLAVADO EN LA CRUZ

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Señor, que yo disminuya mis limitaciones con mi esfuerzo y así pueda ayudar a mis hermanos. Y que cuando mi esfuerzo no consiga disminuirlas, me esfuerce en ofrecértelas también por ellos.

Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro.



12ª ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Te adoro, mi Señor, muerto en la Cruz por Salvarme. Te adoro y beso tus llagas, las heridas de los clavos, la lanzada del costado... ¡Gracias, Señor, gracias!
Has muerto por salvarme, por salvarnos. Dame responder a tu amor con amor, cumplir tu Voluntad, trabajar por mi salvación, ayudado de tu gracia. Y dame trabajar con ahínco por la salvación de mis hermanos.

Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro



13ª ESTACIÓN: JESÚS EN BRAZOS DE SU MADRE

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Déjame estar a tu lado, Madre, especialmente en estos momentos de tu dolor incomparable. Déjame estar a tu lado. Más te pido: que hoy y siempre me tengas cerca de Ti y te compadezcas de mí.
¡Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía!

Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro



14ª ESTACIÓN: EL CADÁVER DE JESÚS PUESTO EN EL SEPULCRO

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Todo ha terminado. Pero no: después de la muerte, la Resurrección. Enséñame a ver lo transitorio y pasajero, a la luz de lo que perdura. Y que esa luz ilumine todos mis actos. Así sea.

Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro

  

15ª ESTACIÓN: JESÚS RESUCITA

Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

«¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado» (Lc 24,5-6).

Unas piadosas mujeres fueron al sepulcro de Jesús muy temprano.  El anuncio de la resurrección convierte su tristeza en alegría. Jesús está vivo y nosotros vivimos en Él para siempre. La resurrección de Cristo inaugura para la humanidad una renovada primavera de esperanza.

Jesús, enséñame a mantener siempre la esperanza.

Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro



ORACIÓN FINAL

Te suplico, Señor, que me concedas, por intercesión de tu Madre la Virgen, que cada vez que medite tu Pasión, quede grabado en mí con marca de actualidad constante, lo que Tú has hecho por mí y tus constantes beneficios. Haz, Señor, que me acompañe, durante toda mi vida, un agradecimiento inmenso a tu Bondad. Amén.

Virgen Santísima de los Dolores, mírame cargando la cruz de mi sufrimiento; acompáñame como acompañaste a tu Hijo Jesús en el camino del Calvario; eres mi Madre y te necesito. Ayúdame a sufrir con amor y esperanza para que mi dolor sea dolor redentor que en las manos de Dios se convierta en un gran bien para la salvación de las almas. Amén.

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