jueves, 6 de noviembre de 2014

13 VERDADES QUE NADIE TE DIJO ACERCA DEL MATRIMONIO

13 Verdades que nadie te dijo acerca del matrimonio
Tendemos a idealizar la relación de pareja, pero nadie se libra de las verdades que vamos a mencionar



Por: Carmen Serrat Valera | Fuente: http://lafamilia.info




Nuestra sociedad nos prepara para el oficio más sencillo, pero, para el trabajo más complicado de la tierra, que es la convivencia en pareja y la educación de los hijos, la mayoría de nosotros acudimos sin ningún tipo de preparación.
Es más, la mayoría de nosotros emprende esta aventura con una mochila repleta de expectativas falsas, creencias irracionales y mitos y falacias que no se corresponden con la realidad.
Si se ofreciera a las parejas un manual de instrucciones y un curso prematrimonial apropiado, la tasa de divorcios, y consecuentemente el sufrimiento humano que acarrea para la pareja y los hijos, se verían considerablemente reducidos.
Tendemos a idealizar la relación de pareja, pero nadie se libra de las verdades que vamos a mencionar y cuando se presentan, es frecuente creer que algo marcha mal entre nosotros, nuestra pareja, o nuestra relación y si no estamos preparados puede dar al traste con nuestra relación. Es importante conocer de antemano todo aquello que puede ocurrir y que es perfectamente “normal”. De no hacerlo podemos magnificar, pensar que sólo nos pasa a nosotros y terminar convirtiendo en grandes problemas lo que son realidades a aceptar, sin renunciar a actuar para resolver aquello que esté en nuestra mano. En caso contrario se puede desencadenar una espiral de distanciamiento y ruptura que acabe en divorcio.
Aquí hay algunas verdades que nadie te dice sobre la vida en pareja, un mini-manual que te puede ayudar a entender lo que es normal y, ¡hasta necesario!, para que una relación prospere.
1. A amar y a convivir se aprende
Nadie nace sabiendo. Necesitamos aprender a pensar en hacer feliz al otro en vez de medir lo que el otro hace por ti, a renovar la ilusión, a comunicarnos sin herir sus sentimientos, a dialogar, a negociar, a gestionar de forma constructiva nuestras emociones. Pero tampoco nos lo enseñan, a pesar de ser más importante para nuestra felicidad que las matemáticas o la asignatura que creas más relevante. Debería ser una asignatura obligada en el currículum académico.
En lugar de incluirlo en el aprendizaje da habilidades para la vida, la única información que recibimos es la que nos proporcionan la televisión y medios de comunicación, con su dosis de sexo deshumanizado, infidelidades y todo tipo de mitos y falacias acerca de lo que es el auténtico y generoso amor.
2. No confundas el verdadero amor con la pasión y la locura transitoria inicial. “Estar enamorado es una etapa de la relación que no dura para siempre”.
Estos fuegos duran entre dos y cuatro años. Las personas que sólo desean vivir este tipo de relación, se ven obligados a estar cambiando constantemente de pareja, experimentando con cada ruptura el dolor que conlleva y los periodos de soledad no deseada hasta que vuelve a aparecer una nueva pareja en el horizonte.
3. El amor crece con el tiempo y con esfuerzo
Aprende a construir y mantener un amor. Compartimos la falsa creencia que si las cosas marchan bien es que estamos enamorados y si tenemos dificultades significa que no lo estamos; Otro error es creer que el amor es cuantificable y que siempre hay que tener el máximo y que toda la vida va a durar el amor o la pasión inicial.
La realidad es que el verdadero amor crece con el tiempo y con esfuerzo. Sí,¡con esfuerzo!, aunque suene poco espontaneo y natural, ¡es así!. Tu relación de pareja es como un jardín que requiere atención y cuidado, y si lo abonas, lo riegas y arrancas las malas hierbas, florecerá durante toda la vida. En cuanto dejas de hacerlo tu relación puede empezar a agostarse.
4. No esperes que tu pareja satisfaga todas tus necesidades
La única persona capaz de hacerte feliz y llenar tu vida eres tú mismo. No pretendas que el otro lo haga por ti. Y sólo si eres capaz, de satisfacer tus necesidades y vivir una vida plena, serás capaz de hacerle feliz al otro. Tu pareja también es el único responsable en lo que a su felicidad y a su vida concierne.
5. No siempre y en todo momento te vas a sentir atraído por tu pareja
Aunque sabemos esto intelectualmente, cuando la falta de atracción aparece en el matrimonio, y va a aparecer seguro en un momento u otro, la gente piensa que ya se ha acabado. Los medios de comunicación nos bombardean constantemente con mitos y falacias acerca de lo que es el amor y la mayoría de la gente no tiene otra fuente de información. Una de las falacias más frecuentes que nos transmiten es que si no te siente tremendamente atraído por tu pareja, significa que estás con la persona equivocada.
La convivencia hace que veamos a nuestra pareja en situaciones muy diferentes – desde atractivamente vestida para un evento especial hasta desaliñada y con mala cara cuando se encuentra enferma. Incluso en el transcurso de un día o una hora, la atracción puede fluctuar, y eso es completamente normal. Saber esto puede ahorrarte mucha ansiedad innecesaria y ayudarte a normalizar y no alarmarte cuando no experimentas el momento más álgido de la atracción.Tu pareja no te va a gustar en todo momento y en toda situación y tú no le vas a gustar siempre.
Incluso habrá momentos en que tu pareja te ponga nervioso/a. No soportes sus bromas, su forma de reír. Esto es completamente normal entre los seres humanos cuando pasamos mucho tiempo con la misma persona. Aceptamos que esto sea así con nuestros amigos y nuestra familia, pero pretendemos que nuestra pareja nos debe de encantar en todo momento.
6. Los periodos de desamor forman parte del verdadero amor
Una falacia muy frecuente es pensar: “Nos conocemos, nos enamoramos, y así viviremos felices para siempre.” Este modelo nos oculta una parte esencial: el desamor. Como uno de mis clientes me decía “Tuve que experimentar el desamor para aprender qué el auténtico amor abarca ambas cosas.” Esto es algo que nadie nos lo cuenta.
Y si no experimentas en estos momentos una etapa de enamoramiento, no significa que todo se ha terminado. Significa que puedes dedicar tiempo y energía a mejorar vuestra relación: compartir intereses, hacer cosas que os gustan juntos, viajar, hablar entre vosotros (siempre que sepáis hablar entre vosotros sin heriros, para lo cual es necesario ser hábil en habilidades de comunicación) para hacerle florecer de nuevo vuestra relación.
Incluso, si no experimentas una gran pasión, no significa que tu relación esté agotada o condenada al fracaso. Algunas personas lo experimentan con más frecuencia que otras, y no hay absolutamente ninguna correlación entre experimentar una etapa de enamoramiento y el éxito de una relación.
7. Ten presente que vas a atravesar alguna crisis, pero que nos pueden ayudar a crecer y fortaleceros como pareja
Saberlo es la mejor forma de prepararse para ello, de que no te tome desprevenido. Forma parte de la vida. No pienses que todo se ha terminado, es el momento de poner a prueba nuestro amor y nuestras fortalezas.
8. No esperes a sentir para hacer. Primero viene el comportamiento y luego la emoción
Lo que se no se utiliza se pierde pero no esperes a sentir deseo o afecto para implicarte en relaciones íntimas con tu pareja o para expresarle tu amor. Empieza a practicar ambas cosas y tu amor y tu anhelo por el otro crecerán como la espuma.
Hay momentos en que el estrés del trabajo y de la vida cotidiana, el cuidado de los niños pequeños o el cansancio emocional derivado de la educación de los hijos adolescentes ahogan ambos sentimientos. Pero no los dejes morir, busca espacios de encuentros, escapadas juntos y formas de reavivar ambas cosas.
9. El sexo es un acto sagrado de dar y recibir
La falta de una adecuada educación emocional y sexual es otra carencia de nuestro currículum. Aprendemos de los medios de comunicación, los compañeros, y ahora, cada vez más, de la pornografía, que el sexo es algo que se utiliza para obtener la propia satisfacción, la aprobación o la seguridad. La sexualidad sana no es ninguna de esas cosas. El sexo es una expresión de amor, un acto de conexión donde se practica el arte y habilidad de dar y recibir.
10. El matrimonio es un crisol diseñado para ayudarte a crecer
El matrimonio no es “felices para siempre”, no es el final del camino, el lugar de descanso de la felicidad eterna. El matrimonio es uno de los caminos más desafiantes y gratificantes que podemos acometer los seres como humanos.
Es la oportunidad diaria de desarrollar la mejor versión de nosotros mismos, el amor, la generosidad, el sentido del humor, la inteligencia emocional, la compasión, el perdón… y muchas otras virtudes con las que no nacemos.
Tristemente tampoco nos lo enseñan, pero la gran noticia es ¡que las podemos aprender! y convertir así nuestra vida en una aventura apasionante. No renuncies a ello. Es la mejor forma de VIVIR. No te conformes con pasar por esta vida sobreviviendo dentro de la mediocridad.
11. Los modelos que has tenido para la convivencia en pareja influyen en tu forma de relacionarte en la misma
Si tuviste la fortuna de crecer en un matrimonio saludable, es mucho más probable que hayas aprendido de forma natural los principios y acciones necesarias para el éxito del matrimonio.
Pero si fuiste testigo de un matrimonio caracterizado por las críticas, disputas, enfados, resentimiento, o mal trato físico y verbal tendrás que luchar para dejar atrás esos malos aprendizajes y hacerte con otros que te ayuden hacer de tu relación un éxito.No te desanimes. Todo es posible. No eres el único. Mucha gente como tú se enriquece cada día aprendiendo y mejorando.
No es un trabajo fácil, pero sólo porque exige esfuerzo no significa que estás con la persona equivocada.
12. La vida con los niños pequeños es muy agotadora y con los adolescentes muy estresante
Tener hijos es una de las cosas más maravillosas que puedes hacer. Es una inversión para el futuro. Pero, ¡hay que saberlo! es una fuente de estrés y desavenencias incluso en el mejor de los matrimonios.
Resulta un pequeño milagro que las parejas jóvenes sobrevivan, hoy día, a la crianza, debido a las exigencias de tiempo y esfuerzo, al cansancio físico y emocional que genera, y las piruetas que hay que hacer para satisfacer las necesidades de la pareja.
Saber esto puede ayudarte a resistir estos años difíciles, mientras no te olvides que todo acaba pasando, y de lo importante que es encontrar el tiempo para cuidar la relación de pareja.
Pertenecer a un grupo de matrimonios de apoyo y autoayuda o asistir a una Escuela de Padres puede ser un recurso maravilloso para aprender cómo otros afrontan los mismos problemas, para normalizar lo que nos ocurre y ver que no están solos.
13. En algún momento de tu vida matrimonial va a aparecer otra persona por la que te sientas atraído/a
A la mayoría de la gente le ocurre. ¡Deberían advertírnoslo! Y cuando ocurra no pienses que es que tu matrimonio falla o te has equivocado de persona. Simplemente te has sentido atraído por otra persona, lo que demuestra que estás vivo y eres un ser humano.
Existe un peligro de que esto suceda con personas que tratamos habitualmente (compañeros de trabajo o de alguna otra actividad). Cuando notes que esto acontece, no te dejes arrastras por esa nueva persona, no abras una ventana y dejes que se cuele (no le cuentes tus problemas, limítate a las relaciones profesionales y si es necesario frecuéntala menos, dedica tiempo a tu pareja y renueva la relación), levanta un muro, si no cuando menos te lo esperes te sentirás atrapado/a. No te engañes pensando que tú lo controlas, no pienses que como tienes una buena relación, no va a pasar. Ocurre a pesar de tener un buen matrimonio.
Pero si sigues cultivando una relación con esa persona, sin darte cuenta pasará a ser el foco prioritario de tu interés y tu pareja de siempre perderá puntos.
Después de leer todo esto pensarás que ¡a ver quién es el guapo que se casa!. Si las mariposas en el estómago no duran para siempre, si además tener una buena relación exige esfuerzo y trabajo, si los hijos te cansan física y emocionalmente, entonces… ¿qué gano?
Puedes ganar muchas cosas. ¿Sabías que la gente casada es más feliz, vive más tiempo, tiene menos enfermedades y envejece mejor que la gente soltera, viuda o separada? Además, según las investigaciones, estas ventajas son propias del matrimonio. Cohabitar, parece ser que no produce los mismos resultados. En algunos casos la convivencia no va unida a un compromiso, lo que puede significar “nadar y guardar la ropa”.
El compromiso parece importante. Cuando aparecen las crisis, es más probable que se traten de solucionar. Y no descartar la convivencia con esa pareja por la mera aparición de problemas. En la simple cohabitación, es frecuente que ante la aparición de problemas “normales” en cualquier relación, se interprete como que la relación no funciona y se rescinda la convivencia.
Todas estas cosas de las que hemos hablado, seguramente te van a ocurrir en algún momento. Y no son indicativas de que te has equivocado de pareja o que tú matrimonio no funciona. Son experiencias normales. Aprovéchalas para invertir en mejorar, regar, abonar tu relación, aprender de las dificultades y crecer con las crisis como persona y cómo pareja. Pero si ves que solo no puedes, acude y pide ayuda a un buen sacerdote o consejero matrimonial.

SAN LEONARDO DE NOBLAC O DE LIMOGES, ABAD, 6 DE NOVIEMBRE


Leonardo de Noblac (o de Limoges), Santo
Abad, 6 de noviembre


Por: ACI Prensa | Fuente: ACI Prensa


Es uno de los santos más populares de Europa central. En efecto; dice un estudioso que en su honor se erigieron no menos de seiscientas iglesias y capillas, y su nombre aparece frecuentemente en la toponomástica y en el folclor. El mismo estudioso añade que él «despertó una devoción particular en tiempos de las cruzadas, y entre los devotos se cuenta el príncipe Boemundo de Antioquía que, hecho prisionero por los infieles en 1100, atribuyó su liberación en 1103 al santo, y, de regreso a Europa, donó al santuario de Saint-Léonard-de-Noblac, como ex voto, unas cadenas de plata parecidas a las que él había llevado durante su cautiverio». San Leonardo de Noblac (o de Limoges) es un santo «descubierto» a principios del siglo XI, y a ese período remontan las primeras biografías, que después inspiraron el culto hacia él.

Leonardo nació en Galia en tiempos del emperador Anastasio, es decir, entre el 491 y el 518. Como sus padres, a más de nobles, eran amigos de Clodoveo, el gran jefe de los Francos, éste quiso servir de padrino en el bautismo del niño. Cuando ya era joven, Leonardo no quiso seguir la carrera de las armas y prefirió ponerse al servicio de San Remigio, que era obispo de Reims.

Como San Remigio, sirviéndose de la amistad con el rey, había obtenido el privilegio de poder conceder la libertad a todos los prisioneros que encontrara, también Leonardo pidió y obtuvo un poder semejante, que ejerció muchas veces. El rey quiso concederle algo más: la dignidad episcopal. Pero Leonardo, que no aspiraba a glorias humanas, prefirió retirarse primero a San Maximino en Micy, y después a un lugar cercano a Limoges, en el centro de un bosque llamado Pavum.

Un día su soledad se vio interrumpida por la llegada de Clodoveo que iba a cacería junto con todo su séquito. Con el rey iba también la reina, a quien precisamente en ese momento le vinieron los dolores del parto. Las oraciones y los cuidados de San Leonardo hicieron que el parto saliera muy bien, y entonces el rey hizo con el santo un pacto muy particular: le obsequiaría, para construir un monasterio, todo el territorio que pudiera recorrer a lomo de un burro. Alrededor del oratorio en honor de María Santísima habría surgido una nueva ciudad.

PENSAMIENTO DE MADRE TERESA DE CALCUTA


miércoles, 5 de noviembre de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 5 DE NOVIEMBRE DEL 2014



Renuncia a todo lo que se ama
Tiempo Ordinario

Lucas 14, 25-33. Tiempo Ordinario. Veamos cómo podemos transformar y dar sentido a nuestros pequeños dolores cotidianos. 


Por: P. Juan Gralla | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Lucas 14, 25-33
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; Él se volvió y les dijo: Si alguno viene donde mí y no pospone a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío. Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: "Este comenzó a edificar y no pudo terminar." O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con 10 mil puede salir al paso del que viene contra él con 20 mil? Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Pes, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío. 

Oración introductoria

Ven, Espíritu Santo, dame tu gracia para saber renunciar a todo lo que pueda distraer mi oración, porque quiero seguirte y vivir centrado en Ti, trabajar por Ti, sufrir por Ti, gozar por Ti, amar por Ti y buscarte en todo y siempre.

Petición
Jesús, dame un amor ardiente y personal a tu Divino Corazón para que nada, ni nadie, sea más importante en mi vida.

Meditación del Papa Francisco
Jesús dice a sus discípulos: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y venga conmigo". Este es el estilo cristiano porque Jesús ha recorrido antes este camino. Nosotros no podemos pensar la vida cristiana fuera de este camino. Siempre está este camino que Él ha hecho antes: el camino de la humildad, el camino también de la humillación, de negarse a uno mismo y después resurgir de nuevo. Este es el camino. El estilo cristiano, sin cruz no es cristiano, y si la cruz es una cruz sin Jesús, no es cristiana. El estilo cristiano toma la cruz con Jesús y va adelante. No sin cruz, no sin Jesús.
Jesús ha dado el ejemplo y aún siendo igual a Dios, se humilló a sí mismo, y se ha hecho siervo por nosotros. Este estilo nos salvará, nos dará alegría y nos hará fecundos, porque este camino de renegarse a sí mismo es para dar vida, es contra el camino del egoísmo, de estar apegado a todos los bienes solo para mí... Este camino está abierto a los otros, porque ese camino que ha hecho Jesús, de anulamiento, ese camino ha sido para dar vida. (Cf. S.S. Francisco, 6 de marzo de 2014, homilía en Santa Marta).
Reflexión
"El que no toma su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo". La liturgia de hoy, nos ofrece un pasaje evangélico que constituye una de las columnas del cristianismo. La cruz. Aunque hoy en día se tiende a hablar cada vez menos del dolor y del sufrimiento, no por ello deja de estar presente en nuestras vidas. El dolor en sí mismo es un misterio. Es duro y, humanamente, repugnante. Sin embargo, es transformable.

Alfred de Musset afirma que: «Nada nos hace tan grandes como un gran dolor». O, como escribió Luis Rosales: «Los hombres que no conocen el dolor son como iglesias sin bendecir». No se trata de endulzar la cruz o de convertirla en una carga "light". Se trata de descubrir su valor cristiano y de darle un sentido. Sí, el auténtico cristianismo es exigente.

Jesús, no fue hacia el dolor como quien va hacia un paraíso. Se dedicó a aliviar el dolor en los demás; y el dolor de la pasión lo hizo temblar de miedo, cuando pidió al Padre que le librara de él; pero lo asumió, porque era necesario, porque era la voluntad de su Padre. Así, convirtió el dolor en redención, en fecundidad y en alegría interior. Quien de verdad quiera ser discípulo de Cristo (eso significa ser cristiano), ha de despojarse de todos sus bienes. Sólo así, seremos dignos de Él y encontraremos la paz y la felicidad que sólo Él puede darnos. Y nadie nos la podrá arrancar.

Revisemos nuestras vidas y veamos cómo podemos transformar y dar sentido a nuestros pequeños dolores cotidianos. Veamos qué nos queda por entregar de todos nuestros bienes y sigamos el ejemplo de Jesús, que desde el Huerto de Getsemaní, se convirtió en el gran profesional de la cruz, fuente de salvación y de realización para todos los hombres. Cristo murió, es cierto. Pero, lo hizo para resucitar, para devolvernos la vida. Nuestra fe, nuestra religión es la de una Persona viva que, paso a paso, camina a nuestro lado, enseñándonos el mejor modo de vivir.

Propósito
Dejar «eso» que me está apartando de ser un auténtico discípulo y misionero de Cristo.

Diálogo con Cristo 
Jesús, gracias por este momento de oración. Aumenta mi fe para poder seguir el camino que me propones. Quiero ser tu discípulo, abrazar, por amor a Ti, los problemas y el sufrimiento que pueda encontrar el día de hoy, sabiendo que Tú estás conmigo y que todo tiene valor y recompensa, si es hecho por amor a Dios y a los demás.

NO LE TENGAS MIEDO A DIOS


No le tengas miedo a Dios
Nos asegura que nuestra vida es preciosa y que ni un pelo de nuestra cabeza se nos caerá sin su permiso. ¿De qué tener miedo?


Por: P. José Luis Richard | Fuente: Catholic.net



Cristo aparece en el Evangelio como el gran exorcista del miedo. Se hace hombre para librarnos de él. Nos enseña con el ejemplo de su vida, luminosa y sin angustias. Nos asegura que nuestra vida es preciosa a los ojos del Padre y que ni un pelo de nuestra cabeza se nos caerá sin su permiso. ¿De qué tener miedo, entonces? ¿Del mundo? El lo ha vencido (Jn 16, 23). ¿A quiénes temer? ¿A los que matan, hieren, injurian o roban? Tranquilos: no tienen poder para más; al alma ningún daño le hacen (Mt 10, 28). ¿Al demonio? Cristo nos ha hecho fuertes para resistirle (1 Pe 5, 8) ¿Quizás al lujurioso o al déspota latente en cada uno de nosotros? Contamos con la fuerza de la gracia de Cristo, directamente proporcional a nuestra miseria (2 Cor 12, 10).

En el pasaje en el que camina sobre agua, Cristo avanza un paso más: tampoco debemos tenerle miedo a Dios.

Jesús se acercó caminando sobre las aguas a la barca de los discípulos. ¿Para darles un susto o con la intención de asombrarles? No. Se proponía solamente manifestarles su poder, la fuerza sobrenatural del Maestro al que estaban siguiendo.

Pero su milagro, en vez de suscitar una confianza ciega en el poderoso amigo, provoca los gritos de los aterrados apóstoles. Es un fantasma -decían temblando y corriendo seguramente al extremo de la barca-.

San Pedro es el único que domina su papel. Escucha la voz de Cristo: Soy yo, no temáis, comprende y aprovecha para proponerle un reto inaudito: caminar él también sobre las aguas. Y de lejos, traída por el fuerte viento, le llega claramente la inesperada respuesta: Ven.

Muy similar a aquella que todos los cristianos escuchamos en algunos momentos de nuestra vida. Después de haber conocido un poco a Cristo -aun entre brumas-, comenzamos a seguirle y, de repente, recibimos boquiabiertos la invitación de Cristo: Ven.

Ven: sé consecuente, sé fiel a esa fe que profesas.
Ven: el mundo está esperando tu testimonio de profesional cristiano.
Ven: tu hermano necesita tu ayuda, tu tiempo... tu dinero.
Ven: tus conocidos desean, aunque no te lo pidan, que les des razón de tu fe, de tu alegría.

Y la petición de Cristo sobrepasa, como en el caso de Pedro, nuestra capacidad. No vemos claramente la figura de Cristo. O dirigimos la mirada hacia otro sitio. El viento sopla. Las dificultades se agigantan... y estamos a punto de hundirnos o de regresar a la barca. Sentimos miedo de Cristo.

¡Miedo de Cristo! Sin atrevernos a confesarlo abiertamente, ¿cuántas veces no lo hemos sentido?

¡Miedo de Cristo! Esa sensación de quererse entregar pero sin abandonarse por temor al futuro...
¡Miedo de Cristo! Ese temor a afrontar con generosidad mi pequeña cruz de cada día.
¡Miedo de Cristo! Esa fuente de desazón y de intranquilidad porque, claro, el tiempo pasa, y ni realizo los planes de Dios ni llevo a cabo los míos.

¿Cómo se explica ese miedo de Dios? ¿Dónde puede estar nuestra vida y nuestro futuro más seguros que en sus manos? ¿Es que la Bondad anda maquinándonos el mal cuando nos pide algo? ¿Es que Él no es un Padre? ¿Por qué, entonces, le tememos? ¿De dónde proviene ese miedo?

Sólo hay una respuesta: de nosotros mismos. El miedo no es a Dios. Es a perdernos, a morir en el surco. Amamos mucho la piel como para desgarrarla toda en el seguimiento completo de Cristo.

Y Cristo no es fácil. Duro para los amigos de la vida cómoda y para quienes no entienden las duras paradojas del Evangelio: morir para vivir, perder la vida para ganarla, salir de sí mismo para encontrarse.

No todos lo entienden. Se requiere sencillez, apertura de espíritu y, como Pedro, pedir ayuda a Cristo.

Quiero confiar en Ti, Señor, para estar seguro de que en Ti encontraré la plenitud y felicidad que tanto anhelo. Deseo esperar en Ti, estar cierto de que en Ti hallaré la fuerza para llegar hasta el final del camino, a pesar de todas las dificultades. Aumenta mi confianza para que esté convencido de que Tú nunca me dejarás si yo no me aparto de Ti.

MANTÉN LA VELA ENCENDIDA




Mantén la vela encendida



Pedí a Dios agua... Él me dio un océano. 

Pedí a Dios una flor, y me dio un jardín.

Pedí a Dios un árbol, y Él me dio un bosque.

Pedí a Dios un Amigo, y Él me dejó conocerte.

'No existe oscuridad en el Planeta Tierra 

que pueda apagar la luz de una vela.' 

La Vela del Amor, La Esperanza, La Amistad. 

Esta vela fue encendida. 

Alguien que te ama la ha mantenido viva. 

enviándola a sus amigos... a Ti. 

¡No dejes que la Vela del Amor, 

La Esperanza, la Amistad se apague ! 

'Una Vela no pierde nada encendiendo otra.

Por favor... envíala a tus amigos... 

Que mi Dios te siga protegiendo y bendiga cada uno de tus días,

y permita que la felicidad inunde tu alma siempre. 

Que Dios te ilumine; 

y el amor incondicional sea tu característica más evidente.

Que tu esencia, esa verdad absoluta, desborde de ti.

Que  Dios me permita seguir manteniendo el regalo de tu amistad.

No olvides... la más tenue luz puede con la más tremenda oscuridad. 

Mantén encendida la vela de la Esperanza, 

del Amor, de la Amistad !!!

Regresará a ti multiplicada en miles de bendiciones.....

HAMBRE DE DIOS


Hambre de Dios
Autora: Madre Teresa de Calcuta


Tiempo atrás las Hermanas tropezaron con una persona en circunstancias penosas. Era una de esas personas encerradas en sí mismas, sin contacto con la sociedad que las rodea. Ocurrió en Roma, donde las Hermanas están trabajando. Creo que las Hermanas no habían descubierto nada parecido. Le lavaron las ropas, limpiaron su habitación, le prpararon un poco de agua caliente, lo dejaron todo ordenado y limpio. Hasta le dejaron preparada un poco de comida. A todo esto, él parecía mudo.

No fue capaz de pronunciar palabra alguna. Las Hermanas tomaron la decisión de acudir a su casa dos veces al día. A los pocos días, aquel hombre rompió su silencio pare decir: "Hermanas, vosotras habéis traído a Dios a mi vida. Traedme también a un padre.

 Las hermanas acudieron a un sacerdote. Aquel hombre se confesó, después de 60 años al día siguiente murió. Esto es algo hermoso. La ternura de las jóvenes Hermanas llevó a Dios a la vida de aquel hombre que a lo largo de tantos años había permanecido olvidado de lo que es el amor de Dios, el amor de uno hacia otro, de lo que significa sentirse amados. Lo había olvidado, porque su corazón se había cerrado todo. El trabajo humilde, sencillo, lleno de ternura de as jóvenes Hermanas fue el vehículo de que se sirvió Dios para penetrar en la vida de aquel pobre hombre. Pero lo que más me impresionó fue la grandeza y dignidad de la vocaci{on sacerdotal: aquel pobre hombre tuvo necesidad del sacerdote para entrar en contacto con Dios.

Creo que es esto lo que podemos aprender de nuestra Señora: su ternura. Todos, vosotros y yo, tenemos que hacer uso de lo que Dios nos ha dado, de aquello para lo cual nos ha creado Dios. Porque Dios nos ha creado para cosas más grandes: para amar y para ofrecer amor, para que experimentemos una profunda ternura hacia los demás, como la tuvo él. Y para que sepamos ofrecer a Jesús a los demás.

La gente no tiene hambre de nosotros. La gente tiene hambre de Dios. Tiene hambre de Jesús, de la eucaristía.

EL PAPA FRANCISCO HABLA SOBRE LOS OBISPOS HOY MIÉRCOLES 5 DE NOVIEMBRE DEL 2014


EL PAPA FRANCISCO: SER OBISPO ES UN SERVICIO, NO UNA HONORIFICENCIA CON LA QUE VANAGLORIARSE


El Papa Francisco, en su catequesis sobre la dimensión jerárquica de la Iglesia, afirmó que el Señor se hace presente en la Iglesia, la guía y la cuida mediante el servicio del ministerio episcopal: “En la persona y el ministerio del Obispo se expresa la maternidad de la Iglesia, que nos engendra, alimenta y conforta con los sacramentos”.

El Sucesor en la Cátedra de Pedro dijo que “como sucesores de los Apóstoles, también los obispos son enviados a anunciar el Evangelio y apacentar el rebaño de Cristo. No se trata, por tanto, de un cargo honorífico, sino de un servicio que se ha de realizar siguiendo el ejemplo de Jesús, el Buen Pastor.” 

Texto completo de la catequesis del Santo Padre: La Iglesia, Santa Madre Iglesia Jerárquica

"Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hemos escuchado las cosas que el Apóstol Pablo dice al Obispo Tito. ¡Cuántas virtudes debemos tener los obispos! ¿Hemos oído todos, no? No es fácil. No es fácil porque nosotros somos pecadores. Pero nos confiamos a sus oraciones para que al menos nos acerquemos a esas cosas que el apóstol Pablo aconseja a todos los obispos. ¿De acuerdo? ¿Rezarán por nosotros?

Ya hemos tenido ocasión de señalar, en las catequesis precedentes, cómo el Espíritu Santo colma siempre la Iglesia de sus dones, con abundancia. Ahora, en el poder y en la gracia de su Espíritu, Cristo no deja de suscitar ministerios, con el fin de construir las comunidades cristianas como su cuerpo. Entre estos ministerios, se distingue el episcopal. En el Obispo, coadyuvado por los presbíteros y diáconos, es Cristo mismo quien se hace presente y continúa cuidando a su Iglesia, asegurando su protección y guía.

En la presencia y en el ministerio de los Obispos, Sacerdotes y Diáconos, podemos reconocer el verdadero rostro de la Iglesia: es la Santa Madre Iglesia Jerárquica. 

Y realmente a través de estos hermanos elegidos por el Señor y consagrados con el sacramento del Orden, la Iglesia ejerce su maternidad: nos engendra en el Bautismo como cristianos, haciéndonos nacer de nuevo en Cristo; vigila nuestro crecimiento en la fe; nos acompaña entre los brazos del Padre para recibir su perdón; prepara para nosotros la mesa Eucarística, donde nos alimenta con la palabra de Dios y el Cuerpo y la Sangre de Jesús; invoca sobre nosotros la bendición de Dios y la fuerza de su Espíritu, sosteniéndonos en todo el transcurso de nuestra vida y envolviéndonos con su ternura y su calor, sobre todo en los momentos más delicados de prueba, de sufrimiento y de muerte.

Esta maternidad de la Iglesia se expresa en particular en la persona del Obispo y en su ministerio. De hecho, como Jesús eligió a los apóstoles y los envió a predicar el Evangelio y apacentar su rebaño, así los obispos, sus sucesores, están colocados a la cabeza de las comunidades cristianas, como garantes de su fe y como un signo vivo de la presencia del Señor en medio de ellos. Comprendemos, por lo tanto, que no se trata de una posición de prestigio, de un cargo honorífico. 

El episcopado no es una condecoración, es un servicio. Jesús lo ha querido así. No debe haber lugar en la Iglesia para la mentalidad mundana. La mentalidad mundana dice: “Este hombre ha hecho la carrera eclesiástica, se ha convertido en Obispo…” No. En la Iglesia no debe haber lugar para esta mentalidad. El episcopado es un servicio, no es una condecoración con la que jactarse. Ser Obispos quiere decir tener siempre ante los ojos el ejemplo de Jesús, que como Buen Pastor no vino a ser servido, sino a servir (cf. Mt 20, 28; Mc 10,45), y para dar su vida por las ovejas (cf. Jn 10,11). 

Los santos Obispos - y hay muchos en la historia de la Iglesia, muchos obispos santos - nos muestran que este ministerio no se busca, no se pide, no se compra, sino que se recibe en obediencia, no para elevarse, sino para abajarse, al igual que Jesús que “se humilló, se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte en cruz “ (Flp 2,8). Es triste cuando se ve un hombre que busca este oficio y que hace tantas cosas para llegar hasta allí, y cuando llega allí, no sirve, se pavonea, vive solamente para su vanidad.

Hay otro elemento precioso que merece ser resaltado. Cuando Jesús escogió y llamó a los apóstoles, los pensó no separados el uno del otro, cada uno por su cuenta, sino juntos, para que estuvieran con Él, unidos como una sola familia. También los Obispos constituyen un único colegio, reunidos en torno al Papa, que es el custodio y garante de esta profunda comunión, tan querida por Jesús y por sus mismos apóstoles. ¡Qué bello es, entonces, cuando los obispos junto con el Papa expresan esta colegialidad y buscan ser más servidores de los fieles, más servidores de la Iglesia! Lo hemos experimentado recientemente en la Asamblea del Sínodo sobre la familia.

Pero pensemos en todos los Obispos desparramados en el mundo que, aun viviendo en localidades, culturas, sensibilidades y tradiciones diferentes y distantes entre sí, de una parte a la otra, - el otro día un obispo me decía que para llegar a Roma se necesitaban, desde donde él está, más de 30 horas de avión…- tan lejos unos de otros y se convierten en expresión de la unión íntima, en Cristo, y entre sus comunidades . Y en la oración común eclesial, todos los Obispos se colocan juntos en escucha del Señor y del Espíritu, pudiendo de este modo poner atención en profundidad al hombre y a los signos de los tiempos (cf. Conc. Concilio Ecuménico. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 4 ).

Queridos amigos, todo esto nos hace comprender por qué las comunidades cristianas reconocen en el Obispo un gran don, y están llamadas a alimentar una comunión sincera y profunda con él, empezando por los presbíteros y diáconos. La Iglesia no está sana allí donde los fieles, los diáconos y los presbíteros no están unidos al obispo. Esta Iglesia no unida al obispo es una Iglesia enferma. 

Jesús ha querido la unión de todos los fieles con el obispo, también de los diáconos y de los presbíteros. Y esto lo hacen conscientes de que es justamente en el Obispo en quien se hace visible la relación de cada Iglesia con los Apóstoles y con todas las otras comunidades, unidas con sus Obispos y con el Papa en la única Iglesia del Señor Jesús, que es nuestra Santa Madre Iglesia jerárquica. Gracias".

(Traducción del italiano: Griselda Mutual, Radio Vaticana)

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Autor: Madre Teresa de Calcuta


Siempre ten presente que la piel se arruga, el pelo se vuelve blanco,
los días se convierten en años...

Pero lo importante no cambia; tu fuerza y tu convicción no tienen edad.

Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.

Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida.

Detrás de cada logro, hay otro desafío.

Mientras estés vivo, siéntete vivo.

Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo.

No vivas de fotos amarillas...

Sigue aunque todos esperen que abandones.

No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.

Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.

Cuando por los años no puedas correr, trota.

Cuando no puedas trotar, camina.

Cuando no puedas caminar, usa el bastón.

 ¡Pero nunca te detengas!

ADICTOS A LA TECNOLOGÍA


Adictos a la tecnología
Uso excesivo de Internet y redes sociales

La persona humana es un ser para el encuentro y la comunicación personal


Por: Carlota Sedeño Martínez | Fuente: Catholic.net



“Sufrir ansiedad por olvidar el móvil en casa y no estar conectado, pasar varias horas conectados a WhatsApp, evitar el contacto personal y referir siempre a WhatsApp sea cual sea el contenido de la conversación, y escuchar alertas de WhatsApp sin que se haya recibido ningún mensaje, son claros signos de lo que recientemente se acuña con el término WhatsAppitis”. Son palabras de la psicóloga Amaya Terrón.  Quizá ésta no sea una situación general entre adultos pero es bastante frecuente ver a personas que caminan por la calle mirando su móvil, olvidando lo que ocurre a su lado. Se trata de un uso excesivo de Internet y redes sociales.
Es verdaderamente llamativo que una tecnología que es tan útil pueda llegar a convertirse en algo nocivo y que produzca incomunicación en muchos casos. Pero, por otra parte, se comprende ya que, por su abuso, como en tantas otras cosas, puede apartar de la vida. En ocasiones, las horas en Internet se restan al contacto personal con familia y amigos.
Aldous Huxley, el autor de “Un mundo feliz”, ya habló en su época de “condicionamiento infantil” y de “narco-hipnosis”. La pequeña pantalla táctil puede llegar a producir la ilusión de estar eligiendo libremente cuando, en muchos casos, lo que produce es individuos pasivos que no saben realmente elegir sino que son conducidos a elecciones y situaciones borreguiles.  Las encuestas ya van haciendo ver que el uso de las aplicaciones de mensajería móvil y de las redes sociales son causa de peleas para un tanto por ciento alto de parejas que continúan usando sus correspondientes artilugios mientras cenan o toman algo en un bar. Seis de cada diez usuarios manifiestan estar enganchados a la red. Se produce un cierto desinterés por la vida real. En la vida diaria se da frecuentemente el corte de una conversación entre dos personas que es interesante para las dos o, al menos, para una de ellas, debido a que ha sonado una musiquilla o un Beep, y el diálogo se corta bruscamente. La usuaria del móvil inicia una nueva conversación al margen de la persona que tiene a su lado. El asunto no podía esperar. Y sí, podía esperar ya que ni era urgente ni importante. Al hilo de estas consideraciones, me viene a la cabeza algo que me llama mucho la atención: los cientos de fotos que cada poseedor de un móvil realiza durante un viaje, fotos que no serán vistas en su mayoría pero que están acumuladas en el móvil o en el ordenador personal.
La persona humana es un ser para el encuentro y la comunicación personal. Hoy, se da la paradoja de que muchas personas dicen encontrarse muy solas en medio de este mundo intercomunicado a través de móviles, redes sociales, correos electrónicos, etc. ¿Por qué se vive en una actitud individualista y egoísta? ¿Por qué es tan difícil prestar atención, hacer silencio y escuchar, saber escuchar de verdad? Creo que es algo absurdo mantener una tertulia continua “on line” que obliga a fingir, en algunos casos, que se está atento y a poner, de vez en cuando, un “jajajaja” para hacer notar que se está participando. Lo cierto es que el silencio es uno de los grandes “pecados” en este tipo de tertulias que no cesan. Con mucha razón oí, hace pocos días, a una profesional de la enseñanza una exclamación que manifestaba el hartazgo de estas tertulias continuas y su decisión de apagar el móvil una vez llegada a su casa para prestar atención a su familia. Había llegado a la saturación por atender a estos círculos de “amigos” que no cesan de hablar y enviar curiosidades, chistes y críticas malévolas sobre otras personas.
Las cifras de la amistad en las redes sociales chocan con el llamado “número Dunbar” establecido por el antropólogo inglés Robin Dunbar quien afirma la imposibilidad de mantener más de 150 relaciones sociales estables.  Y en Estados Unidos, donde nació el fenómeno Facebook, miles de usuarios están ya en la siguiente fase ya que se jactan de haber abandonado Facebook.  Surgen iniciativas para contactar con posibles amigos para luego tratarles personalmente, o sea, para tener unas relaciones verdaderamente personales. La creciente adicción tecnológica ha llevado a muchos norteamericanos a optar por la “desintoxicación” de pantallas, alarmas y vibraciones durante unos días. En Nueva York ha tenido lugar el llamado “Retiro de Desintoxicación Digital” para que los “desenchufados” exploren modos de vida más consciente, con más significado y más equilibrada.
Es interesante saber que algunos de los “padres” de las empresas que dominan nuestra vida digital alejan a sus hijos de las pantallas. Por ejemplo, Steve Jobs, fundador de Apple, no dejaba a sus hijos jugar con el iPad. Y muchos de ellos limitan su tiempo en Internet. El tema es grave con los adolescentes si sus padres no ponen límites desde que son niños. Como es bien sabido ya, se producen intercambios de archivos comprometidos, propagación de bulos y cotilleos dañinos, acosos, etc. El origen está en la gran inmadurez de chicos y chicas y en la ausencia de límites por parte de los padres. A veces, se contempla toda la problemática a distancia sin ser conscientes de la adicción de sus hijos que, a veces, copian la conducta de sus mayores, esa es la realidad.

ZACARÍAS E ISABEL, SANTOS, PADRES DE JUAN EL BAUTISTA, 5 DE NOVIEMBRE


Zacarías e Isabel, Santos
Padres de Juan el Bautista, 5 de noviembre y 23 de septiembre


Por: | Fuente: Arquidiócesis de Madrid



Padres de Juan el Bautista

Martirologio Romano: Conmemoración de los santos Zacarías e Isabel, padres de san Juan Bautista, Precursor del Señor. Isabel, al recibir a su pariente María en su casa, llena de Espíritu Santo saludó a la Madre del Señor como bendita entre todas las mujeres, y Zacarías, sacerdote lleno de espíritu profético, ante el hijo nacido alabó a Dios redentor y predicó la próxima aparición de Cristo, Sol de Oriente, que procede de lo Alto.

La alabanza más sintética, autorizada y profunda que se ha dicho de este matrimonio es que "ambos eran justos ante Dios". Fue nada menos que el evangelista san Lucas quien la hizo.

Se sabe que él era sacerdote del templo de Jerusalén y que su esposa Isabel era pariente —puede ser que prima— de la Virgen María. Se sabe, también por el testimonio evangélico y por sus propias palabras, que eran ya mayores y que no habían logrado tener descendencia por más deseada que fuera.

Un día, cumple Zacarías el oficio sacerdotal y, mientras ofrece el incienso, ve un ángel —se llama Gabriel— que le dice: "Tu oración ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo al que pondrás por nombre Juan".

Aunque Zacarías es un hombre piadoso y de fe, no da crédito a lo que está pasando. Cierto que los milagros son posibles y que Dios es el Todopoderoso, cierto que se cuenta en la historia un repertorio extenso de intervenciones divinas, cierto que conoce obras portentosas del Dios de Israel, pero que "esto" de tener el hijo tan deseado le pueda pasar a él y que su buena esposa "ahora" que es anciana pueda concebir un hijo... en estas circunstancias... vamos que no se lo cree del todo por más que a un ángel no se le vea todos los días.

El castigo por la debilidad de su fe será la mudez hasta que lo prometido de parte de Dios se cumpla. Cuando nace Juan —el futuro Bautista— Zacarías recupera el habla, bendice a Dios y entona un canto de júbilo, profetizando. También Isabel prorrumpió en una exclamación sublime —que repetimos al rezar cada Avemaría— cuando estaba encinta y fue visitada por la Virgen: "Bendita tú entre todas las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre". Añadiendo: "¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte de Dios!".

Con Zacarías e Isabel la fe es aclamada con exultación y reconocida en su inseparable oscuridad.

En algunos santorales su celebración está marcada para el 23 de septiembre, en otros el 5 de noviembre.

ORACIÓN POR LOS ENFERMOS


Oración por los enfermos 

Señor Jesús Tú tienes un cariño muy especial por los enfermos. 
En tu evangelio apareces sanando consolando, fortaleciendo y perdonando a muchos enfermos graves. 

Ten compasión de estas familias tan preocupada por su salud 
Haz sentir en esta casa el amor que Tú le tienes.

Dale paciencia en su enfermedad y si es para mayor bien de esta familia y mayor gloria tuya, alíviale de sus dolores y molestias y sánala lo más pronto posible. 

Te lo pedimos a ti por la intercesión de María la Madre de Jesús. Amén .

martes, 4 de noviembre de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 4 DE NOVIEMBRE DEL 2014




La parábola de los invitados que se excusan
Parábolas
Lucas 14, 15-24, Tiempo Ordinario. Dichosos somos, pues Nuestro Señor, nos invita a su banquete cada día.


Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Lucas 14, 15-24
Habiendo oído esto, uno de los comensales le dijo: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!» Él le respondió: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: "Venid, que ya está todo preparado." Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses." Y otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses." Otro dijo: "Me he casado, y por eso no puedo ir." «Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: "Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos." Dijo el siervo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio." Dijo el señor al siervo: "Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa." Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena».

Oración introductoria
Señor, creo en Ti, espero y te amo. No soy digno de acercarme a Ti porque te he fallado, pero confío en tu misericordia. Quiero responder con prontitud a tu invitación, participando con toda mi mente y mi corazón en el banquete de la oración.

Petición
Jesús, que en mi vida seas Tú lo primero y lo más importante.

Meditación del Papa Francisco
Es la Iglesia de los invitados, estamos invitados a participar en una comunidad con todos. Pero en la parábola narrada por Jesús leemos que los invitados, uno tras otro, empiezan a encontrar excusas para no ir a la fiesta.
¡No aceptan la invitación! Dicen que sí, pero no lo hacen. Ellos son los cristianos que se conforman sólo con estar en la lista de los invitados: cristianos enumerados. Pero esto no es suficiente, porque si no se entra en la fiesta no se es cristiano. ¡Tú estarás en la lista, pero esto no sirve para tu salvación! Entrar en la Iglesia es una gracia; entrar en la Iglesia es una invitación. Y este derecho, no se puede comprar. Entrar en la Iglesia es hacer comunidad, comunidad de la Iglesia; entrar en la Iglesia es participar de todo aquello que tenemos, de las virtudes, de las cualidades que el Señor nos ha dado, en el servicio del uno para el otro. Además entrar en la Iglesia significa estar disponible para aquello que el Señor Jesús nos pide. En definitiva entrar en la Iglesia es entrar en este Pueblo de Dios, que camina hacia la eternidad. Ninguno es protagonista en la Iglesia: pero tenemos Uno que ha hecho todo. ¡Dios es el protagonista! Todos nosotros vamos detrás de Él y quien no va detrás de Él, es uno que se excusa y no va a la fiesta. (Cf. S.S. Francisco, 5 de noviembre de 2013, homilía en Santa Marta).
Reflexión
En múltiples ocasiones Jesús utiliza la imagen del banquete para hablarnos de la Patria celestial. Nuestro Padre no se cansa de invitarnos a su casa. No le basta con invitarnos una vez, cuando todo está ya listo, vuelve a enviar a un criado para recordárnoslo. Impresionan estas palabras, "sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa", pues denotan el auténtico interés de Dios que nos busca desesperadamente.

Tiene sitio en su casa y no quiere que se queden plazas vacías. Realmente Jesús nos trae una imagen del Padre totalmente novedosa. Atrás se queda el Dios justiciero, celoso e incluso vengativo, un Dios que nunca fue así, un Dios de corte demasiado humano. A través de Jesús conocemos al Padre hasta el punto de convertirse en un amoroso "Papá" (Abba) que perdona, que sale a nuestro encuentro, un Padre que se regocija enormemente ante cualquier pequeño paso que damos hacia Él.

"¡Dichoso el que coma en el banquete del Reino de Dios!" ¿Qué esperamos para hacer nuestras estas palabras? ¡Dichosos somos, pues Nuestro Señor, nos invita a su banquete cada día, Él viene a nuestro encuentro, se nos ofrece en la Eucaristía, Él es Pan de Vida, Pan que sacia el hambre, primicia del banquete definitivo en el Reino de Dios! Así es, somos privilegiados frente al comensal que le dijo a Jesús las expresivas palabras con las que hemos iniciado este párrafo. Nosotros, a diferencia de Él, ya hemos compartido, en cierta manera, la mesa con el Señor.

¡Cuántas veces se queda también Él esperándonos en el altar! ¡Cuántas veces nos excusamos en nuestras múltiples ocupaciones! El Señor hace todo lo posible por acercarnos a Él, se vuelca hacia nosotros, Él siempre es fiel, sólo espera que le correspondamos. ¿Dónde se ha visto que un anfitrión invite al mismo banquete dos veces? Si nosotros ya hemos avisado a nuestros invitados una vez, no salimos a buscarlos cuando todo está preparado, contamos con que vengan y, si no, ¡ellos se lo pierden! Demos gracias a Dios, que no conoce la soberbia ni el respeto humano, y en su generosa providencia nos espera y nos insiste. Que nuestras pequeñeces materiales, nuestros asuntos, nuestras comodidades, nuestros apegos, no nos impidan acudir a su llamada.

Propósito
Como muestra de agradecimiento por el don de la Eucaristía, llegar siempre puntual y correctamente vestido a la celebración de la Eucaristía.

Diálogo con Cristo 
Señor, ¿quién soy yo para que Tú, Dios omnipotente y dueño del universo, me busque y me invite a participar en la oración, en la Eucaristía? Respetas mi libertad cuando me hago sordo e indiferente. Me acoges cuando me acerco, porque nunca me dejas solo en la lucha por mi santificación. Gracias, Señor, por tanto amor y por estar siempre a mi lado. Contigo lo tengo todo y por Ti quiero darlo todo.
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