viernes, 25 de abril de 2014

JUAN PABLO II, EL HOMBRE DE TODA LA VIDA


Autor: María Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
Juan Pablo II, el hombre de toda la vida
Celebraremos gozosos su santidad y estará en los altares para ser proclamado santo entre los santos.



En su momento, el Papa Juan Pablo II, fue denominado por la revista Times, "EL HOMBRE DEL AÑO" 

Entró en la Historia "Como el más grande Papa de nuestros tiempos modernos" decía Billy Graham y añadía : -"Ha sido una patente conciencia en todo el mundo cristiano". 

Su voz nos sacudió, no solo a los católicos, sino a cualquier persona de diferente religión, raza o credo. Su carisma era tan fuera de lo común, tan subyugante, que quién lo llegó a ver o a oír, nunca lo pudo olvidar. Y ese magnetismo provenía de su fuerza espiritual, que emanaba de toda su persona, de sus actitudes, de su mirada, de su voz. 

Era un ser lleno de Dios y, por lo tanto, transmitió esa energía a pesar de que su figura se veía a veces un tanto cansada y doliente. Doliente si, porque le salía afuera lo mucho que sufría su corazón al poder comprobar que sus amados hijos seguíamos sumidos en el pecado de la ambición, del egoísmo y del odio. 

Tristemente cansado, pero no doblegado, alzaba su voz al mundo entero como lo hizo en la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo en el Cairo, como lo hizo con su "best seller" Cruzando el umbral de la Esperanza y tantos escritos más y como en su Rosario con el fondo musical de Bach y Haendel y como le pudimos escuchar en sus innumerables viajes. 

Su voz aún resuena sobre la faz de la Tierra y en lo individual de cada conciencia de todos nosotros. 

Fue el hombre vertical de la Iglesia Católica. Su vida fue firme como la roca al embate de un mar embravecido que sacudía al mundo con oleajes de lujuria, odios, muerte y desorientación. 

Una bala mortal, un 13 de mayo día de la Virgen de Fátima, entró en su cuerpo y la mano de una madre, la Madre de Dios, la desvió para que no muriera hasta que acabara su Camino. 

Fue el hombre de sacrificios, oración, de contacto vital con Dios y el Espíritu de ese Dios hizo nido en su corazón y lo hizo arder como tea encendida y proclamar la única verdad absoluta para el hombre: "Venimos de Dios y al Él volvemos". 

Siguió los pasos de Cristo y nos fue mostrando el Camino. 

Fue un ejemplo viviente para nuestra existencia. Fue nuestro guía. Y no solo fue "el hombre del año", allá por 1995, sino de todos los años, el de "toda la vida". 

Su muerte nos llenó de pesar. 

Hoy celebraremos gozosos su SANTIDAD y estará en los altares para ser proclamado SANTO entre los santos, pero muy especialmente en nuestros corazones. 

SAN JUAN PABLO II, DESDE LOS BRAZOS DEL PADRE, RUEGA POR NOSOTROS 

LA FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA: INDULGENCIA PLENARIA




Autor: www.beatojuanpabloii.org | Fuente: www.beatojuanpabloii.org 
La Fiesta de la Divina Misericordia: indulgencia plenaria
La elección del II Domingo de Pascua indica la estrecha relación que existe entre el misterio pascual de la Salvación y la fiesta de la Misericordia


La fiesta es, de entre todas las formas de la devoción a la Divina Misericordia, la que tiene mayor rango. Jesús habló por primera vez a Santa Faustina de instituir esta fiesta el 22 de febrero de 1931 en Plock el mismo día en que le pidió que pintara su imagen y le dijo: "Yo deseo que haya una Fiesta de la Divina Misericordia. Quiero que esta imagen que pintarás con el pincel, sea bendecida con solemnidad el primer Domingo después de la Pascua de Resurrección; ese Domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia" Durante los años posteriores, Jesús le repitió a Santa Faustina este deseo en catorce ocasiones, definiendo precisamente la ubicación de esta fiesta en el calendario litúrgico de la Iglesia, el motivo y el objetivo de instituirla, el modo de prepararla y celebrarla, así como las gracias a ella vinculada.

El tema de la Divina Misericordia está presente durante todo el año litúrgico. La elección del II Domingo de Pascua, que concluye la octava de la Resurrección del Señor, indica la estrecha relación que existe entre el misterio pascual de la Salvación y la fiesta de la Misericordia. La Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo son, en efecto, la más grande manifestación de la Divina Misericordia de Dios Padre hacia los hombres, especialmente hacia los pecadores. Esta relación está subrayada por la novena que precede a la fiesta, que se inicia el Viernes Santo y se prolonga hasta el II Domingo de Pascua.

Jesús mismo le explicó a Santa Faustina el motivo por el cual establece esta fiesta: "Las almas mueren a pesar de mi Dolorosa Pasión... Si no adoran Mi Misericordia, morirán para siempre" (Diario, 65) y también : "Las almas mueren a pesar de Mi amarga Pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la fiesta de la Misericordia".(Diario, 965)

La fiesta de la Misericordia ha de ser no sólo un día de particular veneración de Dios en este misterio, sino sobre todo un día de gracia para todos los hombres, un día de reconciliación con Dios y con los hermanos por medio del sacramento de la penitencia: "En aquel día quien se acerque a la Fuente de la Vida (Sacramentos de la Reconcilación y de la Eucaristía), conseguirá la remisión total de las culpas y de las penas" (Diario, 300).

La Comunión ha de ser recibida el mismo día de la fiesta de la Misericordia, mientras que la confesión puede hacerse durante los siete días previos a la comunión o los siete posteriores a ella.

Además de esta gracia extraordinaria, el Señor promete: "Derramaré todo un mar de gracias sobre las almas que se acerquen al manantial de Misericordia. En ese día están abiertas todas las compuertas Divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata serán perdonados". (Diario, 699) 

Queda claro entonces que Nuestro Señor vinculó esta abundancia de gracias y beneficios sólo a ésta y no a las otras formas de devoción a la Divina Misericordia.

Por fin, el 30 de abril del año 2000, coincidiendo con la canonización de Santa Faustina, "Apóstol de la Divina Misericordia", Juan Pablo II instituyó oficialmente la Fiesta de la Divina Misericordia a celebrarse todos los años en esa misma fecha: Domingo siguiente a la Pascua de Resurrección. 

Luego de su Homilía, el Papa anunció una sorpresa: «En todo el mundo, el segundo Domingo de Pascua recibirá el nombre de Domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al genero humano en los años venideros».

Con la institución de esta Fiesta, el Papa concluyó la tarea asignada por Nuestro Señor Jesús a Santa Faustina en Polonia, 69 años atrás, cuando en febrero de 1931 le dijo: "Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia". Dicha Fiesta constituye uno de los elementos centrales del Mensaje de la Divina Misericordia según le fuera revelado por Nuestro Señor a la Santa en los años 30. 

BENDITO SEA DIOS


jueves, 24 de abril de 2014

ORACIÓN A CRISTO RESUCITADO



Oración a Cristo Resucitado
Autor: Fray Miguel de Guevara.


No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tu me mueves, Señor,
muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor,
y en tal manera, que,
aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y, que aunque no hubiera infierno,
te temiera.

No me tienes que dar por que te quiera;
pues, aunque cuanto espero no esperara;
lo mismo que quiero te quisiera.

Amen.

COMIENZA LA CUENTA ATRÁS PARA LA CANONIZACIÓN DE JUAN PABLO II Y JUAN XXIII




Comienza la cuenta atrás para la canonización 
de Juan Pablo II y Juan XXIII

Roma vivirá este sábado una Noche Blanca de oración como preparación a la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II de este domingo 27 de abril. De esta forma los fieles llegados de todas partes del mundo se prepararán espiritualmente para vivir este evento histórico.


Durante la noche del sábado, 11 iglesias del centro de Roma estarán abiertas para una vigilia de oración y para confesiones. 
En las once iglesias habrá encuentros en 7 lenguas diferentes. Para los peregrinos de lengua española está prevista la iglesia Santissimo Nome di Gesù all’Argentina en la Plaza del Gesù. La noche blanca comenzará el 26 de abril a las 19.00, en la iglesia Santa Maria Monte Santo, donde Juan XXIII fue ordenado sacerdote.

Durante un briefing informativo que ha tenido lugar esta mañana en la Sala de Prensa del Vaticano, el padre Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, ha especificado algunos detalles de la celebración litúrgica de este domingo.

En la Plaza de San Pedro, el domingo se iniciará a las 9.00 con la oración de la Coronilla de la Divina Misericordia. A las 9.30 se continuará con cantos en espera de que comience la eucaristía. Todo ello animado de los coros de la diócesis de Roma, Cravocia y Bérgamo, además del habitual coro en las celebraciones vaticanas, el Coro de la Capilla Sixtina.

La misa iniciará con el canto de las letanías de los santos, habitual en las canonizaciones como un signo de "ponernos en las manos de los santos". La celebración eucarística será presidida por el Santo Padre y concelebrada por unos 130-150 cardenales y unos 1000 obispos, todos ellos a la izquierda del altar. También en ese área pero más abajo en el Sagrado, estarán unos 6.000 sacerdotes.

Asimismo, está previsto que 600 sacerdotes distribuyan la comunión a los fieles que se encuentren en la Plaza de San Pedro y en la Plaza Pío XII, 70 diáconos para dar la comunión a los concelebrantes y finalmente 200 diáconos para los fieles que estén en Vía de la Conciliación.

El padre Lombardi ha especificado que serán 5 los que concelebren junto al Papa en el altar. Está confirmado que tres de ellos serán el cardenal Vallini -vicario de Roma- el cardenal Stanisław Dziwisz -arzobispo de Cracovia y secretario personal de Juan Pablo II- y monseñor Francesco Beschi, obispo de Bergamo. Los otros dos están aún sin determinar.

A la derecha del altar, estarán ubicadas las delegaciones oficiales. Tal y como ha confirmado el padre Lombardi, en el día de ayer eran 93 las delegaciones confirmadas, entre países y delegaciones internacionales. Entre ellos habrá 24 jefes de Estado y 35 primeros ministros.

De Latinoamérica estarán representados 17 países a través de sus delegaciones. Desde España vendrán los reyes -don Juan Carlos y doña Sofía- José Manuel García Margallo, ministro de Asuntos Exteriores; Alberto Ruiz Gallardón, ministro de Justicia, Pedro de Morenés, ministro de Defensa y Jorge Fernández Díaz, Ministro del Interior, acompañados por Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga, embajador de España ante la Santa Sede.

Al respecto de las delegaciones, el portavoz vaticano ha recordado que la Santa Sede informa que hay una celebración pero no hace "invitaciones específicas", los que vienen lo hacen porque quieren participar. Por otro lado, de otras confesiones religiosas, también se ha confirmado la asistencia de fieles ortodoxos, anglicanos y judíos, pero no se puede hablar de "delegaciones oficiales" como tal.

Volviendo al rito de la canonización, el padre Lombardi ha explicado que el cardenal Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, preguntará tres veces al Papa si procede a la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, y lo hace tres veces para destacar la importancia del hecho en sí. A continuación, el papa Francisco pronunciará la fórmula de canonización.

Los relicarios de los nuevos santos estarán colocados una mesa a la izquierda del altar. Para llevar la reliquia de Juan XXIII estarán su sobrino y el presidente de la Asociación Juan XXIII, para la de Juan Pablo II aún no se sabe. Ambas reliquias son de primer grado. La reliquia del "Papa Bueno" es un trozo de piel, que se extrajo en el año 2000 en la exhumación para la beatificación y de papa Wojtyla serán unas gotas de su sangre.

Al finalizar el rito de canonización, habrá una acción de gracias del cardenal Amato y se retomará la misa en el Gloria. El Evangelio del día, será cantado en latín y griego. Un momento significativo de celebración eucarística, será en la oración del canon de los santos, donde se mencionará por primera vez a san Juan XXIII y san Juan Pablo II.

Sobre la duración de la ceremonia, el padre Lombardi ha indicado que es difícil prever con exactitud, pero posiblemente durará en torno a dos horas, de este modo se terminaría aproximadamente a las 12.00 con la oración del Regina Coeli.

Al finalizar la eucaristía, está previsto que el Santo Padre salude a las delegaciones en el mismo Sagrado y no como en otras ocasiones, en las que las delegaciones entraban a la Basílica y se saludaban allí. Finalmente, Francisco pasará por la Plaza con el jeep para saludar a los fieles.

El padre Lombardi ha insistido nuevamente, ante la pregunta de una periodista, que no hay ninguna confirmación de que Benedicto XVI vaya a estar presente en la ceremonia del domingo. Invitado está, pero hasta el día no sabremos lo que él decida hacer. Y en caso de que asista, ha preguntado otra periodista, decidirá el mismo papa emérito donde se ubicará, tal y como hizo en el Consistorio para la creación de cardenales el pasado mes febrero. Aun sí, es necesario tener en cuenta que esto será una eucaristía y el consistorio era otro tipo de liturgia.

Asimismo, se ha recordado que los cuadros que serán descubiertos en la Plaza en el momento serán los mismos que se usaron en las beatificaciones. Así como las fechas de festividad de los santos, que seguirán siendo las establecidas en la beatificación.


LA MÁS BELLA ORACIÓN FRENTE A JESÚS EUCARISTÍA


LA MÁS BELLA ORACIÓN FRENTE
 A JESÚS EUCARISTÍA


- Dios, dame el día de hoy fe para seguir adelante.
- Dame grandeza de espíritu para perdonar.
- Dame paciencia para comprender y esperar.
- Dame voluntad para no caer.
- Dame fuerza para levantarme si caído estoy.
- Dame amor para dar.
- Dame lo que necesito y no lo que quiero.
- Dame elocuencia para decir lo que debo decir.
- Haz que yo sea el mejor ejemplo para mis hijos.
- Haz que yo sea el mejor amigo de mis amigos.
- Haz de mi un instrumento de tu voluntad.
- Hazme fuerte para recibir los golpes que me da la vida.
- Déjame saber que es lo que tu quieres de mí.
- Déjame tu paz para que la comparta con quien no la tenga.
- Por último, anda conmigo y déjame saber que así es.

Amén.

DIOS ESTÁ HABLANDO CONTIGO...


DIOS ESTÁ HABLANDO CONTIGO!!!
(canto Indígena - Traducida y adaptada del Libro By San Etioy)



Un hombre susurró: Dios habla conmigo.
Y un ruiseñor comenzó a cantar
Pero el hombre no oyó.
¡Entonces el hombre repitió
Dios, habla conmigo 
Y el eco de un trueno, se oyó
Más el hombre fue incapaz de oír.
El hombre miró enrededor y dijo:
Dios, déjame verte
Y una estrella brillo en el cielo
Pero el hombre no la vio.
El hombre comenzó a gritar:
Dios, muéstrame un milagro
Y un niño nació
Mas el hombre no sintió el latir de la vida.
Entonces el hombre comenzó a llorar y a desesperarse:
Dios, tócame y déjame saber que estás aquí conmigo...
Y una mariposa se posó
Suavemente en su hombro
El hombre espanto la mariposa con la mano y desilusionado
Continuó su camino, triste, solo y con miedo.
Hasta cuándo tenemos que sufrir para comprender que Dios está siempre donde está la vida?

Hasta cuándo mantendremos nuestros ojos y nuestros corazones cerrados para los milagros de la vida que se presentan diariamente en todo momento?

IMÁGENES DE JESÚS EUCARISTÍA


















































¡VERDADERAMENTE HA RESUCITADO! - PALABRAS DE PAPA FRANCISCO

Autor: SS Benedicto XVI | Fuente: vativan.va
¡Verdaderamente ha resucitado!
Dejemos que el estupor gozoso de la Resurrección,se irradie en los pensamientos, las miradas, las actitudes, los gestos y en las palabras.
 
¡Verdaderamente ha resucitado!

Palabras previas del Papa Francisco al rezo del Regina Coeli en el Lunes del Ángel, 21 de Abril 2014

Queridos hermanos y hermanas,

¡Felices Pascuas! Cristòs anèsti! – Alethòs anèsti!, ¡Cristo ha resucitado! –

¡Verdaderamente ha resucitado!

¡Está entre nosotros aquí!

En esta semana podemos seguir intercambiándonos la felicitación pascual, como si fuera un único día. Es el gran día que hizo el Señor.

El sentimiento dominante que transluce de los relatos evangélicos de la Resurrección es la alegría llena de estupor; pero un estupor grande, pero la alegría que viene desde adentro; y en la Liturgia nosotros revivimos el estado de ánimo de los discípulos por la noticia que las mujeres habían dado: ¡Jesús ha resucitado! Nosotros lo hemos visto.

Dejemos que esta experiencia, impresa en el Evangelio, se imprima también en nuestros corazones y se vea en nuestra vida. Dejemos que el estupor gozoso del Domingo de Pascua se irradie en los pensamientos, en las miradas, en las actitudes, en los gestos y en las palabras... ojalá seamos así luminosos.

¡Pero esto no es un maquillaje! Viene desde dentro, de un corazón inmerso en la fuente de esta alegría, como el de María Magdalena, que lloró por la pérdida de su Señor y no creía a sus ojos viéndolo resucitado.

Quien hace esta experiencia se convierte en testigo de la Resurrección, porque en cierto sentido ha resucitado él mismo, ha resucitado ella misma. Entonces es capaz de llevar un "rayo" de la luz del Resucitado en las diversas situaciones: en las felices, haciéndolas más bellas y preservándolas del egoísmo; y en las dolorosas, llevando serenidad y esperanza.

En esta semana, nos hará bien tomar el libro del Evangelio y leer aquellos capítulos que hablan de la resurrección de Jesús; nos hará tanto bien tomar el libro y buscar los capítulos y leer aquello.

También nos hará bien, esta semana, pensar en la alegría de María, la Madre de Jesús. Así como su dolor fue tan íntimo, tanto que le traspasó su alma, del mismo modo su alegría fue íntima y profunda, y de ella los discípulos podían tomar. Habiendo pasado, a través de la experiencia de la muerte y de la resurrección de su Hijo, viste, en la fe, como la expresión suprema del amor de Dios, y el corazón de María se ha convertido en una fuente de paz, de consuelo, de esperanza y de misericordia.

Todas las prerrogativas de nuestra Madre derivan de aquí, de su participación en la Pascua de Jesús. Desde la mañana del viernes hasta la mañana del domingo, Ella no perdió la esperanza: la hemos contemplado como Madre de los dolores, pero, al mismo tiempo, como Madre llena de esperanza. Ella, la Madre de todos los discípulos, la Madre de la Iglesia y Madre de esperanza.

A Ella, testigo silencioso de la muerte y de la resurrección de Jesús, le pedimos que nos introduzca en la alegría pascual. Lo haremos con el rezo del Regina Coeli, que en el tiempo pascual sustituye la oración del Ángelus. 

1 DE MAYO - SAN JOSÉ OBRERO


Día 1 de Mayo
 San José Obrero
Reflexión sobre el valor del trabajo


Evangelio: Mt 13, 54-58 Y al llegar a su ciudad se puso a enseñarles en su sinagoga, de manera que se quedaban admirados y decían:

—¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos poderes? ¿No es éste el hijo del artesano? ¿No se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas ¿no viven todas entre nosotros? ¿Pues de dónde le viene todo esto?
Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo:
—No hay profeta que no sea menospreciado en su tierra y en su casa.
Y no hizo allí muchos milagros por su incredulidad.



El valor del trabajo

Celebramos con toda la Iglesia a San José, esposo de la Santísima Virgen y, según la ley judía, padre de Jesús, aunque no lo fuera por la generación habitual de la carne. No era, sin embargo, Jesús menos hijo de su corazón que los hijos comunes lo son de sus padres. Sin temor a exagerar, podemos afirmar que José es padre de Jesús, el hijo de María siempre Virgen, con una paternidad excelsa y muy superior a la de los padres que engendran según la carne. Como afirma san Agustín, a José no sólo se le debe el nombre de padre, sino que se le debe más que a otro alguno (...), ¿cómo era padre? Tanto más profundamente padre, cuanto más casta fue su paternidad. Algunos pensaban que era padre de Nuestro Señor Jesucristo, de la misma forma que son padres los demás, que engendran según la carne, y no sólo reciben a sus hijos como fruto de su afecto espiritual. Por eso dice San Lucas: se pensaba que era padre de Jesús. ¿Por qué dice sólo se pensaba? Porque el pensamiento y el juicio humanos se refieren a lo que suele suceder entre los hombres. Y el Señor no nació del germen de José. Sin embargo, a la piedad y a la caridad de José, le nació un hijo de la Virgen María, que era Hijo de Dios.

José amaba a Jesús como no somos capaces de amar los demás hombres. Entregó al Hijo de Dios encarnado lo mejor de sí mismo, incluyendo el trabajo que llenaba su vida y sustentaba a la familia que quiso Dios para nacer, crecer y alcanzar su madurez entre los hombres. Por eso Nuestro Señor era conocido como artesano: el hijo del artesano. Y nos lo imaginamos durante muchos años –tenía Jesús al comenzar unos treinta años, cuando comenzó su vida pública, según nos cuenta san Lucas– en el taller de su padre, José, y más tarde posiblemente al frente del mismo. Jesús pasó la mayor parte de sus días sobre la tierra trabajando, como todos los hombres y mujeres de bien. Se ocupaba en una tarea corriente, sin más relieve la mayoría de las veces que el sobrenatural, por el amor a Dios y la perfección que ponía en cada detalle.

El trabajo ocupa la mayor parte de nuestro tiempo. Trabajo que no es exclusivamente la ocupación profesional en sentido estricto. Trabajo es asimismo cualquier otra actividad productiva en sentido amplio, que, por lo general, requiere un cierto esfuerzo por parte de quien la realiza: desde responder el correo a leer un artículo cultural que contribuye a la propia formación o charlar con un hijo o con un amigo, tratando de ayudarle.

El esfuerzo: he aquí la dificultad. Dificultad añadida al trabajo como consecuencia del pecado. Ganarás el pan con el sudor de tu frente, advirtió Dios a Adán en el Paraíso Terrenal, después de la desobediencia. Habiendo perdido, al desobedecer, la inocencia original, el trabajo, desde entonces, es en cierto sentido una pena, un castigo a la rebeldía humana. Ahora, trabajar cuesta. Cualquier actividad –hasta la más pequeña– que emprende el hombre en beneficio propio le supone esfuerzo: es trabajosa, decimos, para indicar que de algún modo nos pesa.

El trabajo no se realiza con gusto y constancia de modo espontáneo. Es preciso casi siempre un empeño por mantener la decisión –que cuesta– del orden, de la puntualidad, del cuidado del detalle... Sucede, por el contrario, que lo fácil es generalmente de poco valor y no cubre las expectativas y requerimientos personales. Todo lo que vale es trabajososo y ningún ideal se hace realidad sin sacrificio..., leemos en Camino. Se trata, en todo caso, de un esfuerzo, de un sacrificio, de una renuncia incluso –si queremos llamarlo así–, aunque sea llevadero. De ordinario, en efecto, lo que se espera de cada persona en el terreno profesional y en sus deberes familiares y sociales es algo posible, razonable.

Sin embargo, el hombre trabajaba antes de pecar. Como dice el libro del Génesis, tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y lo dejó en al jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase. Sólo después del pecado sintió el hombre la dificultad del esfuerzo. El trabajo de la tierra no sería en adelante una tarea confortable: espinas y abrojos te producirá, aseguró Dios a Adán. Lo cual, en modo alguno privó al trabajo de su grandeza original, por la que el hombre había sido constituido Señor de la naturaleza: llenad la tierra y sometedla, dijo Dios al hombre haciéndolo señor de toda la creación terrena. El trabajo aparece, pues, como un designio y don de Dios a los hombres, por el que los constituye en señores del mundo que había creado para ellos.

La actividad humana, por tanto, ya que puede ser trabajo casi siempre, es una permanente ocasión de configurar nuestra existencia según el querer divino, de amar a Dios agradecidamente y del más pleno desarrollo personal: aquel querido desde el principio por nuestro Creador.

Pedimos a Santa María que contemplemos en cada instante esa ocasión que se nos presenta, irrepetible, de vivir según Dios. Con su ayuda maternal no nos faltará la fuerza necesaria y sabremos superar la debilidad y falta de constancia que son consecuencia del pecado.
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