viernes, 11 de abril de 2014

NOVENA A LA DIVINA MISERICORDIA EN IMÁGENES










LLEVAR LA CRUZ



LLEVAR LA CRUZ

No existe únicamente la cruz de Cristo, existe también nuestra cruz. 

Y, entonces, ¿cuál es esta cruz? Amigo, quiero decirte dos palabras, a este propósito, con mucha claridad, como se hace entre verdaderos amigos. 

Tenlo presente. La cruz que no te va bien es precisamente la tuya. 

La cruz no es un vestido, ni un par de zapatos que te deben venir a la medida. La cruz jamás va a la medida de tu gusto y de tus exigencias particulares. Desgarra, magulla, araña, arranca la piel, aplasta, doblega... 

Y, sin embargo, no hay duda. Para que sea de verdad tuya, la cruz no debe irte bien. Por cualquier lado que la mires, la cruz nunca va bien. 

Tampoco a Cristo le iba bien su cruz. No le fue bien la traición de Judas, el sueño de los apóstoles, la conjura de sus enemigos, la fuga de sus amigos, las negociaciones de Pedro, las burlas de los soldados, el grito feroz del pueblo. 

La cruz, para que lo sea, no debe irte bien. 

Esa cruz que te viene encima en el momento menos oportuno -una enfermedad que te pilla mientras tienes muchas cosas que hacer y que te echa por tierra un montón de proyectos -es la "tuya". 

Esa cruz que nunca hubieras esperado -aquel golpe cobarde que te ha venido de un amigo, aquella frase que tenía el chasquido de un latigazo, aquella calumnia que te ha dejado sin respiración- es "tu" cruz. 

Esa cruz que tú no habrías elegido nunca entre otras mil -"una cosa así no debía sucederme a mí"- no hay duda: es "tu" cruz. 

Esa cruz que te parece excesiva, disparatada, desproporcionada a tus débiles fuerzas -"es demasiado, no puedo más"- no pertenece a los otros: es la "tuya". 

No te hagas ilusiones. No existe una cruz a la medida. 

Para ser cruz tiene que estar fuera de medidas. 

Intenta buscar. Registra por todas partes. Examina todo bien. 

Valóralo con atención. Y, si encuentras al final la cruz que te va bien, tírala. Esa, ciertamente, no es la tuya. 

Las señales para reconocer si una cruz es tuya son desconcertantes: imprevisión, repugnancia, malestar, imposibilidad, inoportunidad, sentido de debilidad. 

Si una cruz se te presenta como antipática, desagradable, excesiva, demasiado ruda, insoportable, no dudes en cargar con ella. Te pertenece. 

Por otra parte, no importa que no sea "tuya" en el momento de partir. Llegará a serlo durante el camino, a través de una cierta familiaridad que se establecerá entre tú y ella. 

Al principio se te presentará como si te fuera extraña. 

Después descubrirás que es verdaderamente tuya. 

Sólo llevándola te darás cuenta de que esa cruz es "tuya". 

Esto no quiere decir, entiéndase bien, que las relaciones entre tú y la cruz se hagan idílicas, que todo marche bien. Con la cruz no hay nada que marche bien. La cruz marca surcos profundos en las espaldas y en el corazón. 

Pero, a pesar de todo, se establecerá una familiaridad. Una familiaridad sufrida, pero justificada por el sentido que se descubre poco a poco, caminando. Y aun cuando el significado no aparezca claro, siempre está la fe que te invita a dejarte conducir de la mano de alguien que sabe. 

No eres tú quien tiene que saber. 

¿Qué es la fe?: Fe, quiere decir simplemente, saber que él sabe, aun cuando tú estés a oscuras. 

Adelante, pues, con esa cruz que no te va bien. Con la cruz que no está hecha a medida. 

Lo que cuenta no es que la cruz esté hecha a tu medida. 

Lo esencial es que tú seas a la medida de Cristo.

SEMANA SANTA, UNA MÁS EN NUESTRAS VIDAS

Semana Santa... una más en nuestras vidas
Autor: María Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net



Con la oportunidad de vivirla de una manera diferente, abriéndonos sin miedo a buscar ese manantial de amor y gratitud que guarda nuestro corazón

 

Semana Santa... una más en nuestras vidas

Tenemos un Domingo de Ramos donde todo parece alborozo a la entrada de Jesús en Jerusalén, palmas y loas, alegría y vítores que luego nos harán comprender lo fugaz y voluble que son los sentimientos humamos...

Un Jueves Santo en cuya noche, antes de ser entregado al sufrimiento de su Pasión, Cristo va a dejarnos la mejor prenda de amor, una misteriosa y sorprendente donación que solo a un Dios en una locura de enamorado se le puede ocurrir... convertirse en Pan para poderse dar en alimento y así darnos la vida eterna.

Después, un Viernes Santo con una madrugada atado a una columna mientras el látigo cae una y otra vez sobre su espalda, una corona de espinas, que desgarra la piel de su cabeza y su frente como corona de Rey, un manto de color púrpura sobre sus hombros llagados y sobre el rostro golpes y salivazos. Y unos ojos tristes que miran sin rencor a los que a si lo tratan y torturan. Ya entrada la mañana, una cruz, pesado madero que hay que llevar camino del monte Calvario: insultos, voces y gritos, empujones y caídas, pero nada, ningún dolor se puede comparar como saber que su Madre lo acompaña y está entre esa gente que lo conduce a la muerte y cuando se encuentran...¡no cabe más dolor en el mundo que esa mirada de la Madre con la del Hijo!.

Luego los clavos en pies y manos y unos brazos que se abren como queriendo abrazar a todo el género humano cuando la cruz es levantada: Cuando yo sea levantado de la tierra ,atraeré a todos hacia mi (Juan 12,34). Y una petición al Padre antes de morir:¡ Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen (Lucas 23, 34).

Si profundizamos, si nos detenemos, si meditamos un poco en esta forma de amar, en esta entrega total del Hijo de Dios hacia los hombres es imposible no caer de rodillas para adorar esa imagen de un Dios clavado en una cruz, deseando corresponder con una muestra, aunque sea tan limitada, como es la nuestra, a ese amor.

Y después de su muerte... ¡ese glorioso y radiante amanecer del Domingo de Resurrección!.


CRISTO RESUCITA, HA VENCIDO A LA MUERTE.

Y esa Resurrección de Cristo nos hace responsables de una vida diferente, de un hecho que nos empuja a dar testimonio de una fe fundada en la grandeza que nos corresponde como hijos de Dios, porque esa resurrección se hace plenamente, cuando después de afirmarla, modificamos nuestra vida personal.

Estamos pues, a punto de entrar a esta Semana Santa. Una más en nuestras vidas pero con la oportunidad de vivirla de una manera diferente, abriéndonos sin miedo a buscar ese manantial de amor y gratitud que guarda nuestro corazón y que a veces no lo dejamos brotar como decía el Papa Juan Pablo II: Como creyentes hemos de abrirnos a una existencia que se distinga por la gratuidad, entregándonos a nosotros mismos ,sin reserva a Dios y al prójimo.



FELICES PASCUAS PARA TODOS Y QUE ESTA RESURRECCIÓN DE CRISTO SEA UNA RESURRECCIÓN PERSONAL EN CADA UNO.

ORACIONES A SANTA GEMA GALGANI



SANTA GEMA GALGANI, VIRGEN, 11 DE ABRIL


Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net 
Gema Galgani, Santa
Virgen, 11 de abril


Martirologio Romano: En Lucca, en Italia, santa Gema Galgani, virgen, quien, insigne por la contemplación de la Pasión y por los dolores soportados con paciencia, a la edad de veinticinco años consumó su angélica vida el día de Sábado Santo.

Fecha de canonización: 2 mayo de 1940 por el Papa Pío XII.


La historia de esta santa, tan cercana a nosotros por el tiempo (1878-1903) y por las costumbres de la vida cotidiana, tiene cosas increíbles por los fenómenos místicos de que fue protagonista. 

En ciertos períodos de su atormentada vida soportó vejámenes de toda clase. El demonio se le aparecía hasta bajo la figura del confesor para sugerirle obscenidades. Otras veces se le aparecía como un ángel luminoso; cuando se veía desenmascarado, desaparecía en una gran llama roja dejando en el suelo una estela de ceniza. A veces la golpeaba y la dejaba exánime en el suelo, en donde la encontraban con el rostro tumefacto y con los huesos dislocados. 

Pero la animaba a menudo la compañía de Cristo, de la Virgen y de su ángel custodio. Así narró ella misma, por obediencia, los acontecimientos que precedieron el misterioso fenómeno de los estigmas: “Era la noche del 8 de junio de 1899, cuando de repente siento un dolor interno de mis pecados... Apareció Jesús, con todas las heridas abiertas; pero de esas heridas ya no salía sangre, sino que salían unas como llamas de fuego, que vinieron a tocar mis manos, mis pies y mi corazón. Creí morir...”.

Las llagas que se habían abierto aparecían cada semana de las ocho de la noche del jueves hasta las tres de la tarde del viernes, acompañadas con el éxtasis. Ante estos fenómenos misteriosos, que fueron pronto motivo de curiosidad de los vecinos de Lucca en donde vivía Gema, la gente comenzó a llamarla: “la niña de la gracia”. Era una jovencita crecida rápidamente y madurada por la experiencia del dolor. 

Era hija de un farmacéutico de la provincia de Lucca, y cuando tenía ocho años perdió a la madre. Cuidaron de ella los siete hermanos. Pocos años después murió también el padre y ella, curada prodigiosamente de una grave enfermedad que la atormentaba, pidió entrar al convento, pero su petición fue rechazada. Fue recibida en casa del caballero Mateo Giannini, y allí llevó una vida muy retirada, serena y obediente a las directivas del padre espiritual y de las Hermanas pasionistas que se preocuparon de ella. Debajo de los guantes y del modestísimo vestido ocultaba los signos de su participación en la pasión de Cristo. 

Mientras tanto las manifestaciones de su santidad habían superado los límites del barrio y de la ciudad. Muchos, que habían ido a su casa movidos por la curiosidad, salían transformados en su espíritu. La enfermedad ósea que la había atacado desde muy joven volvió a aparecer y la hacía sufrir atrozmente. Comprendió que su calvario estaba por terminar. Pero en su humildad no creía haber pagado suficientemente con la moneda del sufrimiento el privilegio de haber sido asociada a la pasión de Cristo. 

Murió a los 25 años, el 11 de abril de 1903. era la mañana del sábado santo.

Due canonizada por S.S. Pío XII el 2 de Mayo de 1940, su canonización afrontó la firme oposición de aquellos que deseaban evitar se diara atención a sus visiones y estigmas.

EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 11 DE ABRIL DEL 2014

Autor: Carlos Andrés Gómez | Fuente: Catholic.net
¡La humildad en las obras!
Juan 10, 31-42. Cuaresma. Ánimo y fuerza para continuar acompañando a Cristo hasta el pie del Calvario.
 
¡La humildad en las obras!
Del santo Evangelio según san Juan 10, 31-42

En aquel tiempo los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle. Jesús les dijo: «Muchas obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?» Le respondieron los judíos: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios». Jesús les respondió: «¿No está escrito en vuestra Ley: Yo he dicho: dioses sois? Si la escritura llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios - y no puede fallar la Escritura -a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: "Yo soy Hijo de Dios"? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre». Querían de nuevo prenderle, pero se les escapó de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado antes bautizando, y se quedó allí. Muchos acudieron a Él y decían: «Juan no realizó ninguna señal, pero todo lo que dijo Juan de éste, era verdad». Y muchos allí creyeron en Él.

Oración introductoria

Señor, ayúdame a limpiar mi corazón para conocerte en todo lo que realizo;que pueda ver tu mano y amor en todo lo que me rodea. Ayúdame a estar contigo en esta meditación y haz que mi corazón sea más semejante al tuyo, sobre todo en la virtud de la humildad.Tú conoces mis intenciones más íntimas y quiero ponerlas en tus manos. En el corazón de María, pongo a todos mis seres queridos, y también todo aquello que perturba mi corazón.

Petición

Señor, que me dé cuenta del gran amor que me tienes, y concédeme la gracia de ser humilde en mi deber como cristiano.

Meditación del Papa Francisco

La Iglesia no es una organización de cultura, de religión, tampoco social; no es eso. La Iglesia es la familia de Jesús. La Iglesia confiesa que Jesús es el Hijo de Dios que se hizo carne. Este es el escándalo, y por esto perseguían a Jesús. Sin la Encarnación del Verbo falta el fundamento de nuestra fe.
¿Por qué Jesús constituía un problema? No es porque hiciera milagros. Ni porque predicara y hablara de la libertad del pueblo. El problema que escandalizaba era aquello que los demonios gritaban a Jesús: "Tú eres el Hijo de Dios, tú eres el santo". Esto, esto es el centro. Lo que escandaliza de Jesús es su naturaleza de Dios encarnado. Y como a Él, también a nosotros nos tienden trampas en la vida; lo que escandaliza de la Iglesia es el misterio de la encarnación del Verbo. También ahora oímos decir a menudo: "Pero vosotros cristianos, sed un poco más normales, como las otras personas, sensatas, no seáis tan rígidos". Detrás, en realidad, está la petición de no anunciar que Dios se hizo hombre, porque la encarnación del Verbo es el escándalo... (Cf. S.S. Francisco, 7 de junio de 2013, homilía en la capilla de Santa Marta). 

Reflexión apostólica

De Dios provienen todas las cosas, nosotros somos una simple herramienta en sus manos. La humildad nos ayuda a no llenarnos de soberbia, que es creer que todo lo que hacemos lo hacemos con nuestras propias fuerzas. Con la humildad,dejamos que Dios actúe en nosotros y que Él haga el bien al hombre por nuestro medio.

Esta misión Dios ya la puesto en mis manos antes de que yo naciera, y además, no me deja solo, sino que me da su fuerza para que la lleve a cabo (cf. Jeremías 1, 1-10). Por eso, debo de ser muy humilde, o al menos tender a la humildad todos los días para poder escuchar mejor la Santísima voluntad de Dios, que me la expresa todos los días por medio de la oración y de los sacramentos.

Faltan pocos días para terminar de acompañar a Cristo en su travesía a Jerusalén. Durante la cuaresma hemos caminado junto Él y llega el momento en que se demostrará cómo ha sido nuestra cercanía a lo largo de estos días. Una vez más Cristo prepara no sólo a sus apóstoles, sino sobre todo pretende enseñar los preceptos de su Padre a los escribas y fariseos. Enseñanzas muy difíciles de aceptar por los eruditos en la ley, por no decir imposible. Sin embargo, Cristo debe actuar guste o no los "expertos" en la ley.

Convendría examinar cuál es la única confianza humana de Jesús en sus predicaciones. Y no es otra que la certeza de predicar y vivir lo que su Padre le enseña. El amor a Dios y al prójimo. Por este motivo buscan apedrear a Jesús y como no apagarán su odio sólo con unas piedras buscarán llevarlo a la cruz.

No nos debería parecer extraña la actitud de los fariseos, porque que un hombre como ellos se declare el Hijo de Dios sí que debió ser costoso aceptarlo. Lo que nos debería asombrar de los fariseos es la forma cómo estaban viviendo pues, ya era tanto su orgullo que ya no defendían la doctrina que enseñaban sino la fama y el honor que habían logrado hasta entonces. Por eso, ni siquiera eran capaces de aceptar el testimonio de un ciego recién curado, o la resurrección de Lázaro o los pasos de un paralítico curado en sábado. ¿Le condenarían también por predicar el mandamiento del amor, por enseñar doctrinas como "ama a tus enemigos" o "perdona quien te ha ofendido"? ¿Por cuál de todas ellas le van a apedrear?

Cobremos ánimo y fuerza para continuar acompañando a Cristo hasta el pie del calvario. Hemos seguido sus huellas durante estos 40 días y no vamos a abandonarle en el momento más difícil. Es necesario seguir acompañándole con nuestra oración diaria, con nuestra responsabilidad en nuestros compromisos y con todo aquello que nos mantenga unido a Él.

Propósito

Buscaré ver a Dios en todo lo que hago, dándole gracias por lo bueno y lo malo.

Diálogo con Cristo

Señor,Tú sabes mejor que nadie cuán frágil soy y cuánta ayuda necesito para obrar como Túdeseas.Por eso, vengo ante ti este día, para pedirte perdón por no escucharte ni ver el gran amor que me tienes. Este día quiero ser un reflejo de tu amor; que los demás vean en mí el gran amor por el cual Cristo se hizo el más humilde de todos para salvarnos.

Una vez estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud de la humildad, y se me puso delante, a mi parecer, sin considerarlo, esto: que es porque Dios es suma Verdad y la humildad es andar en verdad. (Sta. Teresa Las Moradas, VI, 10)


  • Preguntas o comentarios al autor
  • Carlos Andrés Gómez, L.C. 

    NO TENGAS MIEDO


    jueves, 10 de abril de 2014

    DOMINGO DE RAMOS - DOMINGO 13 DE ABRIL DEL 2014




    Autor: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net 
    Domingo de Ramos
    Recibieron a Cristo mientras entraba a la ciudad con palmas y ramos en muestra de que era el Mesias


    Cuando llegaba a Jerusalén para celebrar la pascua, Jesús les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó. Antes de entrar en Jerusalén, la gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso, tal como acostumbraban saludar a los reyes. 

    Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban:
    "¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!" 

    Entró a la ciudad de Jerusalén, que era la ciudad más importante y la capital de su nación, y mucha gente, niños y adultos, lo acompañaron y recibieron como a un rey con palmas y ramos gritándole “hosanna” que significa “Viva”. La gente de la ciudad preguntaba ¿quién es éste? y les respondían: “Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”. Esta fue su entrada triunfal.

    La muchedumbre que lo seguía estaba formada por hombres, mujeres y niños, cada uno con su nombre, su ocupación, sus cosas buenas y malas, y con el mismo interés de seguir a Jesús. Algunas de estas personas habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas. Esto los llevó a alabarlo con palmas en las manos cuando entró en Jerusalén.

    Fueron muchos los que siguieron a Cristo en este momento de triunfo, pero fueron pocos los que lo acompañaron en su pasión y muerte. 

    Mientras esto sucedía, los sacerdotes judíos buscaban pretextos para meterlo en la cárcel, pues les dio miedo al ver cómo la gente lo amaba cada vez más y como lo habían aclamado al entrar a Jerusalén.

    ¿Qué significado tiene esto en nuestras vidas? 

    Es una oportunidad para proclamar a Jesús como el rey y centro de nuestras vidas. Debemos parecernos a esa gente de Jerusalén que se entusiasmó por seguir a Cristo. Decir “que viva mi Cristo, que viva mi rey...” Es un día en el que le podemos decir a Cristo que nosotros también queremos seguirlo, aunque tengamos que sufrir o morir por Él. Que queremos que sea el rey de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra patria y del mundo entero. Queremos que sea nuestro amigo en todos los momentos de nuestra vida.

    Explicación de la Misa del Domingo de Ramos

    La Misa se inicia con la procesión de las palmas. Nosotros recibimos las palmas y decimos o cantamos “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. El sacerdote bendice las palmas y dirige la procesión. Luego se comienza la Misa. Se lee el Evangelio de la Pasión de Cristo.

    Al terminar la Misa, nos llevamos las palmas benditas a nuestro hogar. Se acostumbra colocarlas detrás de las puertas en forma de cruz. Esto nos debe recordar que Jesús es nuestro rey y que debemos siempre darle la bienvenida en nuestro hogar. Es importante no hacer de esta costumbre una superstición pensando que por tener nuestra palma, no van a entrar ladrones a nuestros hogares y que nos vamos a librar de la mala suerte.



    Oración para poner las palmas benditas en el hogar:

    Bendice Señor nuestro hogar.
    Que tu Hijo Jesús y la Virgen María reinen en él.
    Por tu intercesión danos paz, amor y respeto,
    para que respetándonos y amándonos
    los sepamos honrar en nuestra vida familiar,
    Sé tú, el Rey en nuestro hogar. 
    Amén.








    LO QUE DIOS QUIERA


    HOY


    HOY...

    No existe un día mas hermoso que el día de hoy.
    La suma de muchísimos ayeres, forma mi pasado. Mi pasado se compone de recuerdos alegres, tristes...
    Algunos están fotografiados y ahora son cartulinas donde me veo pequeño, donde mis padres siguen siendo recién casados, donde mi ciudad parece otra.
    El día de ayer pudo haber sido un hermoso día... pero no puedo avanzar mirando constantemente hacia atrás, corro el riesgo de no ver los rostros de los que marchan a mi lado.

    Puede ser que el día de mañana amanezca aún más hermoso... pero no puedo avanzar mirando solo el horizonte, corro el riesgo de no ver el paisaje que se abre a mi alrededor.

    Por eso, yo prefiero el día de hoy. Me gusta pisarlo con fuerza, gozar su sol o estremecerme con su frío, sentir como cada instante dice: presente!!

    Sé que es muy breve, que pronto pasará, que no voy a poder modificarlo luego, ni pasarlo en limpio.
    Como tampoco puedo planificar demasiado el día de mañana: es un lugar que todavía no existe.
    Ayer fui.
    Mañana, seré.
    Hoy, SOY.

    Por eso:
    HOY, te digo que te quiero.
    HOY, te escucho.
    HOY, te pido disculpas por mis errores.
    HOY, te ayudo.
    HOY, comparto lo que tengo contigo.
    HOY, me separo de ti sin guardarme ninguna palabra para mañana.

    Porque HOY respiro, veo, pienso, oigo, sufro, huelo, lloro, trabajo, toco, río, amo...

    HOY.. HOY estoy vivo. Como Tú.

    EL SENDERO DE LA AMISTAD


    EL SENDERO DE LA AMISTAD

    La amistad es un sendero del que puedes disfrutar paseos largos y bellos llenos de felicidad. Es un camino tan lindo y adornado sin igual con las flores más bonitas que puedes imaginar.
    La amistad es un sendero al que debes implantar el cariño, la alegría sinceridad y bondad.

    Y por cosas de la vida aunque sea bueno y demás, tiene sus piedras pequeñas que te hacen tropezar.

    La amistad es un sendero por el que hay que caminar con el corazón abierto y sabiendo perdonar.

    Siembra tu mejor semilla y así podrás cultivar de las flores, las más bellas y crecerán muchas más. 

    La amistad es un sendero que al andarle sin cesar con los años se convierte en una eterna... hermandad.

    IMÁGENES DE DOMINGO DE RAMOS







    JUAN PABLO II Y AMÉRICA LATINA




    Autor: Dr. Guzmán M. Carriquiry Lecour | Fuente: Comisión Pontificia para América Latina 
    Juan Pablo II y América Latina
    La profunda huella de Juan Pablo II en América Latina



    El acontecimiento de la muy próxima canonización del Beato Juan Pablo II es óptima ocasión para una memoria grata por todo lo que este pontífice ha realizado para bien de la Iglesia y los pueblos en América Latina.

    De los 104 viajes apostólicos realizados fuera de Italia, 18 fueron a América Latina, visitando 26 países latinoamericanos, incluso 5 veces a México, 4 al Brasil y 2 veces a muchos otros países. A ello cabe agregar las sucesivas visitas quinquenales ad limina apostolurum de los episcopados de todos sus países, muchos otros contactos con Obispos y muy numerosas cartas y alocuciones dirigidas a variadas realidades y situaciones latinoamericanas. Puede afirmarse, pues, que América Latina estuvo muy presente en sus largos 27 años de pontificado, suscitándole una fuerte atracción dentro del cuadro de la "geografía espiritual" que lo guiaba. Por eso se convirtió en destinataria privilegiada de su solicitud apostólica.

    Quiso la Providencia de Dios que su pontificado prácticamente se inaugurara con su primer viaje apostólico fuera de Italia, a México y especialmente a Puebla de los Ángeles para inaugurar la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano que se realizó del 27 de enero al 13 de febrero del año 1978. Antes de dicho viaje, el Papa Juan Pablo II pidió a Nuestra Señora de Guadalupe que le abriera el corazón de sus hijos. ¡Y vaya si lo hizo la "Morenita"! La acogida del pueblo mexicano fue una expresión de devoción, llena de afecto y entusiasmo, movida por un profundo sensum fidei, que tuvo hondas consecuencias. Fue experiencia paradigmática para que el pontificado volcara ingentes energías en viajes apostólicos hacia todos los países y continentes. Fue también como sello de un especial amor entre el pueblo mexicano y el Papa, que lo visitaría después otras cuatro veces. Fue fundamental para ayudar al Papa a comprender el vigor del sustrato católico de los pueblos latinoamericanos, sus formas de inculturación de la fe en la religiosidad popular, su arraigada devoción eucarística y mariana, la importancia de los santuarios marianos, capitales espirituales de las naciones, metas privilegiadas en todos sus viajes. A la vez, su mirada fue impactada por las situaciones sufridas por multitudes de pobres, que reconocen en la misma Iglesia la fuente de su dignidad y esperanza. 

    Sabios dicen que los comienzos son siempre decisivos...

    Juan Pablo II tuvo el coraje evangélico de hacerse presente e inaugurar la Conferencia de Puebla, aunque hubiera habido no pocas personas que se lo desaconsejaron. Quienes participaron en Puebla tomaron inmediata conciencia, desde el primer día, que el discurso inaugural de S.S. Juan Pablo II había afrontado abierta y claramente las cuestiones debatidas y asegurado un camino seguro y fecundo de desarrollo de la Conferencia y de elaboración de su documento final. El "trípode" de verdades que planteó netamente - verdad sobre Jesucristo, verdad sobre la Iglesia y verdad sobre el hombre – expuso los contenidos esenciales e íntegros de la evangelización y no dejó lugar a equívocos o confusiones. El Papa pidió en esa ocasión una seria vigilancia doctrinal para evitar contaminaciones ideológicas y clamó por la custodia y promoción de los derechos humanos en América Latina contra toda situación de opresión. 

    El inmediato posconcilio había desencadenado una detonante carga de novedad, criticidad y entusiasmo en la Iglesia de América Latina. De muy vasta materia, el Vaticano II suscitaba una profunda y global "revisión de vida", de mentalidades e instituciones. La Iglesia se encontró envuelta en la vivacidad de ser noticia, cuando antes corría el riesgo de pasar como una presencia tan masiva como poco significativa. Se ponían en movimiento fuerzas vivas de la Iglesia, emergía por doquier una sed de "aggiornamento", se ensayaban las primeras reformas litúrgicas y catequéticas, la promoción del laicado, nuevas pastorales de conjunto, a la luz de una renovada autoconciencia eclesial. Era como un viento intenso y refrescante de reformas a todos los niveles de la vida eclesial para ir superando formas institucionales y esquemas mentales y pastorales que tendían a fosilizarse por inercia. Y que no lograban responder adecuadamente a los nuevos problemas y desafíos que se planteaban en una realidad latinoamericana en proceso de profundas y aceleradas transformaciones. Al mismo tiempo, abrir las ventanas al propio mundo de encarnación significaba para la Iglesia en América Latina la irrupción de la crisis latinoamericana de los "años calientes" del final de la década del ´60, desatada por la revolución cubana y polarizada en todas sus contradicciones y conflictos. En medio de esa situación álgida de tensiones, había tenido lugar, del 26 de agosto al 7 de septiembre de 1968, la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín, que fue inaugurada por el Papa Pablo VI, en la primera visita de un pontífice a América Latina. Su tema fue precisamente: "La Iglesia en las actuales transformaciones de América Latina a la luz del Concilio". Diez años después de este acontecimiento, el Papa Juan Pablo II recapitulaba tres aspectos fundamentales en el legado de dicho evento: "la opción por el hombre latinoamericano en su totalidad (...), su amor preferencia y no exclusivo por los pobres (...), su anhelo por una liberación integral de los hombres y los pueblos". 

    Del 1968 al 1974 se vivieron los años más dramáticos en la historia contemporánea de la Iglesia en América Latina. Hubo, sí, una notable fecundidad teológica y pastoral, pero, a la vez, muy numerosas crisis de identidad cristiana, sacerdotal y religiosa, polarizaciones políticas al interior de las comunidades cristianas, contaminaciones y confusiones ideológicas, incluso tragedias de sangre. La muerte del "Che" Guevara en Bolivia fue el signo del fracaso del "foquismo" originario, implantado en la montaña, y abrió la fase de las guerrillas urbanas, sobre todo en el Cono Sur, y de las insurrecciones contra las satrapías oligárquicas en América Central. En un clima de violencias, se consolidó un ciclo muy duro, represivo, de regímenes militares de seguridad nacional. Prevalecían políticas de muerte, que son la muerte de toda política. Además, desde comienzos de los aňos setenta irrumpía la difusiόn latinoamericana de la "teología de la liberaciόn", si bien con una diversidad de autores, corrientes y acentos, haciendo referencia a la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968). El triunfo de la Unidad Popular en Chile y el posterior derrocamiento de Salvador Allende daban alas a las corrientes de "cristianos para el socialismo". Por una parte, la Iglesia se erguía como defensora de la libertad y dignidad de la persona y los pueblos, condenaba toda violencia y clamaba por la paz, daba voz a los que no la tenían o quedaban silenciados, y actuaba como mediadora en tremendas situaciones conflictivas. Por otra, sufría el embate de los opuestos extremismos: de quienes pretendían que legitimase una presunta defensa de la "civilización occidental y cristiana", o al menos que callase ante los costos de la "guerra sucia" (asesinatos, torturas sistemáticas, "desapariciones"...), y de quienes intentaban presionar la reformulación de su doctrina y acción, reduciéndola a sujeto político de apoyo a estrategias revolucionarias, bajo hegemonía marxista. 

    La Iglesia en América Latina pagaba entonces muchos costos de su camino hacia la madurez. Sin embargo, ya en camino hacia Puebla se advertían los albores de una segunda fase del post-concilio. A diez años de la clausura del Concilio – observaba un miembro del equipo teológico-pastoral del CELAM – se presentan todos los sigilos de una segunda etapa pos-conciliar. El nuevo pasaje se sitúa convencionalmente en torno a 1975. El núcleo central de las reformas conciliares se hace normalidad eclesial; es un momento de asentamiento. La Iglesia abandona su estado febril y su camino recupera nueva coherencia. Lo cual no quiere decir que no se planteen enormes e ingentes problemas. Se trataba entonces de incorporar en el cuerpo de la Iglesia las mejores reformas ensayadas en la vida de la Iglesia y en su misión al servicio de los pueblos y especialmente de los pobres en América Latina, discerniéndolas de los experimentos fallidos, los desmantelamientos apresurado y las contaminaciones ideológicas. 



    Un recentramiento clave había sido dado por la Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (1975) de S.S. Pablo II, fruto de una Asamblea sinodal de fuerte impronta latinoamericana, que fue el telón de fondo para las orientaciones de la Conferencia de Puebla. La preocupación por dar una visión unificada, integradora, dinámica de la evangelización, sin contraposiciones reductoras, puso en relieve las íntimas relaciones entre testimonio y anuncio, evangelización y sacramentos, fe y piedad popular, evangelización y liberación. La referencia central de la Evangelii nuntiandi sobre la "evangelización de la cultura y de las culturas" abrió perspectivas fundamentales, íntimamente vinculadas a valorización de la "religión del pueblo", especialmente de "los pobres y sencillos" y de su potencial evangelizador. 

    Gracias en gran medida al telón de fondo de la "Evangelii Nuntiandi" y a la presencia y al discurso inaugural de S.S. Juan Pablo II, Puebla concluyó con una serena y profunda afirmación de identidad cristiana, eclesial y latinoamericana, íntimamente entrelazadas. Fue un punto muy alto de la autoconciencia eclesial y latinoamericana. Su preciosa eclesiología, arraigada en la Lumen Gentium y desarrollada en relación a la vida misma del pueblo de Dios en América Latina, fue ya signo elocuente de que iban quedando atrás cuestionamientos tumultuosos y crisis de identidad y se procedía a incorporar lo mejor de la reflexión teológica latinoamericana. Llamaba a todos los bautizados a la "comunión y participación", que fue uno de sus ejes de desarrollo. La perspectiva latinoamericana se afirmó en una recuperación de conciencia histórica, en la exigencia de la evangelización de la cultura y de la piedad popular, en el amor preferencial por los pobres y los jóvenes, en el compromiso y esperanza por la dignificación humana y la liberación integral. Cuando se iban agotando y resquebrajando los sucesivos esquemas de interpretación de la realidad latinoamericana elaborados por sectores intelectuales secularizados – primero los modelos funcionalistas y desarrollistas de "modernización", y después las teorías de la dependencia vinculadas a estrategias revolucionarias -, la Iglesia se mostraba capaz de recoger muchos aportes e integrarlos en una totalizante autoconciencia histórica de su misión, desde su propia lectura, católica, en el contexto de esa "originalidad histórico-cultural que llamamos América Latina", de la realidad de vida, sufrimientos y esperanzas de sus pueblos.

    "Puebla" fue cuerpo orgánico de esa segunda fase de actuación del Concilio en América Latina, mientras maduraban las condiciones espirituales de la Iglesia entera para que el Beato Juan Pablo II se propusiera, desde el inicio de su pontificado, "la plena e íntegra actuación del Concilio Vaticano II". 

    Fue la Conferencia de Puebla que dio al Papa Juan Pablo II los esquemas fundamentales de aproximación a la realidad latinoamericana, verificados y relanzados en los eventos de sus tan numerosos viajes apostólicos al "continente de la esperanza". Con Juan Pablo II son también los pueblos que ocupan la escena de las naciones, manifestando su arraigo cristiano, su confianza en la Iglesia, su amor al Papa, sus sentimientos y exigencias de dignidad y libertad. En su primer viaje al Brasil, en junio de 1980, S.S. Juan Pablo II queda profundamente impresionado por las multitudes de pobres que encuentra y que lo acompañan en todas sus visitas por los países latinoamericanos, como en el Congreso Eucarístico y Mariano en Lima, en mayo de 1988, donde celebra el pan eucarístico compartido y clama para que no falte "el pan, fruto de la tierra y del trabajo" en ninguno de los hogares. En Haití (marzo de 1983) como en Chile abril de 1987), así como en Polonia y Filipinas, el paso del Papa desata una conciencia de identidad, libertad y dignidad, que erosiona modalidades diversas y ya anacrónicas de regímenes liberticidas. Abre cauces a la democratización, pacificación y reconciliación en una América Central volcánica. Su viaje cuaresmal al istmo (marzo de 1983) queda marcado por su oración ante la tumba de Mons. Oscar Romero, brutalmente asesinado mientras celebraba la Misa, por los fusilamientos con los que el régimen guatemalteco "prepara" la visita del Papa, por la orquestada manipulación de su visita en Nicaragua donde los sandinistas prohijan una "iglesia popular" funcional al poder. Juan Pablo II acepta, desde 1979, la mediación de la Santa Sede para evitar la guerra en los hielos del Sur americano entre pueblos hermanos, así como viaja inmediatamente a la Argentina – "¡Levántate y anda!" – después de la derrota del aventurerismo militar en las Malvinas y los sentimientos de postración nacional (junio de 1982). Preside la segunda Jornada Mundial de la Juventud en Buenos Aires, en marzo de 1987, destacando su amor preferencial por los jóvenes. En esa ocasión resuena su voz profética: "¡no más desapariciones!" Es excepcional su viaje a Cuba alentando ráfagas de libertad y esperanza (enero de 1998), tan necesarias para alentar un pueblo cansado y sufrido, así como para custodiar y apoyar la misión de la Iglesia cubana. El Papa no deja de denunciar las estridentes injusticias, condenar las violencias, defender los derechos de la persona, los trabajadores y los pueblos, destacar la necesidad de salvaguardar la naturaleza y misión de la familia, promover una cultura de la vida ante muchas agresiones presentes y reafirmar la solidaridad preferencial con los pobres. Desarrolla y propone también la doctrina social de la Iglesia. Da fundamentos e ímpetus a la transición hacia la democracia, compartiendo el juicio neto y valiente de "Puebla" acerca de los regímenes de seguridad nacional, mientras la Iglesia latinoamericana pagaba fuerte tributo de sangre por su libertad profética. 

    El Papa y el episcopado latinoamericano prosiguen también el discernimiento crítico de desviaciones y confusiones ideológicas de ciertas corrientes de la teología de la liberación; muchas de sus expresiones serán retomadas en el juicio orgánico que planteará la Congregación para la Doctrina de la Fe en las Instrucciones Libertatis nuntius, del 6 de agosto de 1984, (en la que rechaza radicalmente la posibilidad de componer y reformular la fe cristiana y la teología con el marxismo) y en Libertatis Conscientia, del 22 de marzo de 1986 (en la que sienta los fundamentos y desarrollos de una teología de la libertad y la liberación, en un nuevo cuadro cultural e íntimamente ligada a las renovadas enseñanzas sociales de la Iglesia). Concluía el ciclo hegemónico del marxismo y se derrumbaban los regímenes del socialismo real, lo que dejará a algunas expresiones de la teología de la liberación en condición desconcertada y anémica. Mientras tanto el Magisterio de la Iglesia había sabido asimilar sus mejores intuiciones proféticas, resurgidas de la tradición católica ante nuevos retos históricos, lo que permitirá a Juan Pablo II escribir, ya dejado atrás todo lo que tenía de conmixtión ideológica, sobre "la positividad de una auténtica teología de la liberación humana integral". 

    Lo fundamental es que toda la pasión demostrada por Juan Pablo II ante las vicisitudes de nuestros pueblos fue consecuencia de la custodia y aprecio, aliento y alimento de su tradición católica. No en vano el Papa percibía toda la importancia de contar con un "continente de la esperanza", fundada en sus grandes mayorías de bautizados, en el que vivían casi el 40% de los católicos de todo el mundo. Nada hay más esencial en todo su mensaje que el arraigo cada más profundo del acontecimiento de Cristo en la vida de las personas, las familias y los pueblos. Resuena desde comienzos de su pontificado y en todos sus viajes latinoamericanos el llamamiento a abrir las puertas a Cristo, ante todo del "corazón" de las personas y también de todas las estructuras y dimensiones de la vida social. De allí que surja en América Latina, en su discurso a la Asamblea general del CELAM reunida en Port-au-Prince (Haití), el 9 de marzo de 1983, su propuesta y aliento de una "nueva evangelización", "nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión", que se convertirá en motivo central de su pontificado. De allí también su peregrinación a los santuarios marianos de todos los países latinoamericanos, llevado por su devoción de Totus tuus, bien consciente de que la Virgen María es la gran "pedagoga del Evangelio" para los pueblos latinoamericanos. De allí su continuo replantear la vocación a la santidad, destacada por las numerosas beatificaciones y canonizaciones de latinoamericanos (para algunos países, las primeras de su historia, y para todos tan significativas como la de Juan Diego en México, en el año 2002).

    En octubre de 1984 Juan Pablo inaugura en Santo Domingo el "novenario" de preparación del quinto centenario de la evangelización de América Latina, cuya conmemoración precede inmediatamente la realización de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericana, reunida en esa misma ciudad, del 12 al 28 de octubre de 1992. El discurso inaugural del papa recorre y guía el tema fundamental de la IV Conferencia: "Nueva evangelización, promoción humana y cultura cristiana". El Papa afirma también en esa ocasión: "Es grave responsabilidad de los gobernantes el favorecer el ya iniciado proceso de integración de unos pueblos a quienes la misma geografía, la fe cristiana, la lengua y la cultura han unido definitivamente en el camino de la historia". Resuena en sus palabras el eco del ideal de la "Patria Grande" o de la "Nación latinoamericana", como conciencia histórica y como destino, presente desde Medellín hasta Aparecida. Sin embargo, el papa Juan Pablo II alarga aún los horizontes y, en ese mismo discurso, propone la realización de una Asamblea sinodal para los episcopados de todo el continente americano. 

    El Sínodo para las Américas fue un acontecimiento de colegialidad, comunión y colaboración de todos los Episcopados del continente, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego, presidido por Juan Pablo II. Tuvo lugar en el Vaticano, del 16 de noviembre al 12 de diciembre de 1997, bajo el tema: "Encuentro con Cristo, camino de conversión, comunión y solidaridad". En el discurso inaugural de Santo Domingo, el Papa Juan Pablo II ya había destacado la perspectiva que lo llevó a convocar este iniciativa inédita y profética: "La Iglesia, ya a las puertas del tercer milenio y en unos tiempos en que han caído muchas barreras y fronteras ideológicas, siente como deber ineludible unir espiritualmente aún más a los pueblos que forman parte de ese gran continente y, a la vez, desde la misión religiosa que le es propia, impulsar un espíritu solidario entre todos ellos". El documento post-sinodal "Ecclesia in America" fue una guía recapituladota de los trabajos sinodales, orientadora e incitadora para que las Iglesias en el continente americano asumieran toda la responsabilidad que les compete en esa senda abierta. En efecto, temas fundamentales serán cada vez más cruciales: la realización de una efectiva misión continental, las negociaciones y oposiciones entre diversos proyectos de integración, la solidaridad y justicia en las relaciones entre países de muy desigual desarrollo, el fenómeno de las migraciones desde el Sur hacia el Norte, la expansión de las comunidades evangélicas y neopentecostales desde el Norte hacia el Sur, la presencia cada vez más numerosa y significativa del catolicismo hispano en Estados Unidos y Canadá, la colaboración entre Iglesias de muy diversas dimensiones y recursos, etc. No había otro lugar más significativo en todo el continente americano que el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en México D.F. para depositar la Exhortación "Ecclesia in America" a los pies de la Madre celeste de los pueblos de toda América.

    Los pueblos latinoamericanos y, en especial, las comunidades cristianas siguieron con atención y admiración el temple humano y cristiano del Papa Juan Pablo II en el decurso cada vez más gravoso de su enfermedad. No obstante ello, continuó visitando a las naciones de su "continente de la esperanza". ¡Cómo no recordar su presencia, ya menguadas sus fuerzas pero dispuesto a todo sacrificio, en los viajes a Guatemala, Nicaragua, El Salvador y Venezuela en 1996, a Cuba en 1997, a México en 1999, a México nuevamente en 2002! 

    El recorrido de reliquias del Beato Juan Pablo II por diversos países latinoamericanos han mostrado todo el afecto, gratitud y devoción que sus pueblos siguen tributando a este campeón de la fe, peregrino misionero, incansable evangelizador, confiados ahora en su intercesión ante el Señor y su Santísima Madre.


    Dr. Guzmán M. Carriquiry Lecour
    Secretario
    Comisión Pontificia para América Latina

    EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 10 DE ABRIL DEL 2014

    Autor: Estanislao García | Fuente: Catholic.net
    Es mi Padre quien me glorifica
    Juan 8, 51-59. Cuaresma. Buscar la paz y el arrepentimiento cerca de Cristo.
     
    Es mi Padre quien me glorifica
    Del santo Evangelio según san Juan 8, 51-59

    En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos: Os aseguro que guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás. Le dijeron los judíos: «Ahora estamos seguros de que tienes un demonio. Abraham murió, y también los profetas; y tú dices: "Si alguno guarda mi Palabra, no probará la muerte jamás." ¿Eres tú acaso más grande que nuestro padre Abraham, que murió? También los profetas murieron. ¿Por quién te tienes a ti mismo?» Jesús respondió: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada; es mi Padre quien me glorifica, de quien vosotros decís: "Él es nuestro Dios", y sin embargo no le conocéis, yo sí que le conozco, y si dijera que no le conozco, sería un mentiroso como vosotros. Pero yo le conozco, y guardo su Palabra. Vuestro padre Abraham se regocijó pensando en ver mi Día; lo vio y se alegró». Entonces los judíos le dijeron: «¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham?» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy». Entonces tomaron piedras para tirárselas; pero Jesús se ocultó y salió del Templo.

    Oración introductoria

    Señor, quiero ser fiel a tu Palabra y tener un momento de intimidad contigo en la oración. Creo, espero y te amo. Dame tu luz para que sepa guardar el silencio necesario para escuchar lo que hoy me quieres decir.

    Petición

    Señor, ayúdame a incrementar mi vida de gracia y a vivir siempre de acuerdo a ella.

    Meditación del Papa Francisco

    Si miramos solamente con mirada humana somos llevados a decir: el camino del hombre va de la vida hacia la muerte, eso se ve; pero eso es solamente si lo miramos con ojos humanos.
    Jesús invierte esta perspectiva y afirma que nuestra peregrinación va de la muerte hacia la vida: la vida plena; nosotros estamos en camino, en peregrinación hacia la vida plena y esa vida plena nos ilumina en nuestro camino. Por lo tanto la muerte se queda detrás de nuestras espaldas, no delante de nosotros. Delante de nosotros está el Dios de los vivos, el Dios de la Alianza, el Dios que lleva mi nombre, nuestro nombre, como Él dijo, yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y también el Dios con mi nombre, con tu nombre, con tu nombre con nuestro nombre. El Dios de los vivos. (S.S. Francisco, 10 de noviembre de 2013). 

    Reflexión

    Claro que nos escandalizamos de Jesús muchas veces, y es, sobre todo, porque él es más generoso que nosotros. Él está por delante de nosotros para enseñarnos el camino y a nosotros nos pasa algo muy curioso. Decimos que Jesús es Dios y que por eso no podemos hacer lo que Él hizo. Pero en el fondo es porque somos unos cobardes, que no nos atrevemos a dar el sentido que Cristo le dio a sus actos. Nosotros no podremos caminar sobre las aguas ni multiplicar panes. Pero lo que debemos aprender de Cristo no es tanto lo que hizo sino cómo lo hizo.

    Y es que detrás de nuestra actitud de temor existen estos sofismas. "Todos los demás lo dicen, la televisión lo ha dicho, se lo he escuchado a mis amigos, así lo hace todo el mundo, si no lo hago así se ve raro".. Y mientras tanto, cojo una piedra del suelo y se la lanzo a Jesús, pues prefiero darle una pedrada a Jesús que quedar mal delante de los hombres.

    Sin embargo, Jesús prefirió quedar mal delante de los demás por salvar la vida de una persona. Tomó el riesgo de ser apedreado por salvar a una pecadora. Aquí está la actitud que podemos aprender de Cristo. Exponer nuestra misma vida con tal de traer la paz a una persona, aunque creamos que es un pecador. Esto significa solapar los errores del otro, sino perdonarlo, a pesar de que muchos lo condenen, nosotros preferir, como Cristo, buscar su salvación. Buscar traerle la paz y el arrepentimiento por sus pecados para que en adelante no peque más.

    Propósito

    Revisar mis actividades para saber qué lugar ocupa Dios en mi vida.

    Diálogo con Cristo

    Señor Jesús, qué fácilmente puedo negarte el lugar que te corresponde en mi vida. No quiero dejarme envolver por lo transitorio y fugaz para saber dedicar el mayor y el mejor tiempo de mi vida al servicio de los demás, por amor a Ti. Por eso te doy gracias por este momento de oración que me hace reconocer, agradecer y evaluar el uso que estoy dando a todos los talentos con los que has enriquecido mi vida, especialmente el uso de mi tiempo. 

    miércoles, 9 de abril de 2014

    JESÚS TE ESPERA


    EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 9 DE ABRIL DEL 2014

    utor: Saúl Alejandro Gutiérrez | Fuente: Catholic.net
    ¡Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían!
    Juan 8, 31 - 42. Cuaresma. Cristo nos habla de lo que ha visto junto a su Padre, nos enseña y da testimonio de de su amor.
     
    ¡Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían!
    Del santo Evangelio según san Juan 8, 31-42

    Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en él: «Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres». Ellos le respondieron: «Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces: "Ustedes serán libres"?». Jesús les respondió: «Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado. El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres. Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero tratan de matarme porque mi palabra no penetra en ustedes. Yo digo lo que he visto junto a mi Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de su padre». Ellos le replicaron: «Nuestro padre es Abraham». Y Jesús les dijo: «Si ustedes fueran hijos de Abraham obrarían como él. Pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios. Abraham no hizo eso. Pero ustedes obran como su padre». Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios». Jesús prosiguió: «Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo he salido de Dios y vengo de él. No he venido por mí mismo, sino que él me envió. 

    Oración introductoria

    Señor, gracias por este nuevo día. Ayúdame a aprovechar al máximo este tiempo de oración que me concedes para encontrarme contigo. Que tu Palabra me ayude a conocerte mejor y llegue así a alcanzar la libertad que me tienes prometida. Dame la libertad que sólo Tú puedes dar. Ayúdame a aborrecer el pecado que me esclaviza. Señor, que te reconozca en mi vida como al Único que puede liberarme del pecado. Haz que todas mis obras vayan siempre conforme a la voluntad del Padre.

    Petición

    Señor, líbrame de todo lo que me ata al pecado y hazme un fiel hijo Tuyo.

    Meditación del Papa Francisco

    Y esta es nuestra vida: caminar bajo la gracia, porque el Señor nos ha amado, nos ha salvado, nos ha perdonado. Todo lo ha hecho el Señor, y esta es la gracia, la gracia de Dios. Nosotros estamos en camino bajo la gracia de Dios, que ha venido entre nosotros, en Jesucristo que nos ha salvado. Pero esto nos abre a un horizonte grande y es para nosotros alegría. Vosotros ya no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
    Y ¿qué significa este "vivir bajo la gracia"? Procuraremos explicar algo de qué significa vivir bajo la gracia. Es nuestra alegría, es nuestra libertad. Nosotros somos libres. ¿Por qué? Porque vivimos bajo la gracia. Nosotros ya no somos esclavos de la ley: somos libres porque Jesucristo nos ha liberado, nos ha dado la libertad, esa libertad plena de hijos de Dios, que vivimos bajo la gracia. Esto es un tesoro.(S.S. Francisco, 17 de junio de 2013). 

    Reflexión 

    Cristo nos habla de lo que ha visto junto a su Padre, nos enseña y da testimonio de de su amor, de su bondad y justicia, de su humildad y su omnipotencia, de su sencillez y su sabiduría, en resumen, de su perfección. Su misión fue difícil: hacer comprender a los hombres su divinidad y sus nuevas enseñanzas que dan la plenitud a la ley. En definitiva, nos ha enseñado la verdad que nos hace libres.

    Tenemos la misión de enseñar a los hombres todo lo que aprendemos en nuestro con el Señor. Dar a conocer sus Palabras que dan la vida al alma, que hacen los verdaderos discípulos de Cristo. A nosotros se nos ha confiado el ser testigos de la Verdad, la Única que hace libres a los hombres. No cabe duda de que esta tarea también nos será difícil, pero no olvidemos la asistencia del Espíritu Santo y de la Virgen. Sólo basta guardar la Palabra de Jesús, esto es, ser fiel a su voluntad.

    Propósito

    Pedir en un misterio del rosario por aquellas almas que están más alejadas de Dios para que puedan conocer, en esta Cuaresma, el amor de Dios que da su vida por ellas.

    Diálogo con Cristo

    Jesús mío la misión que me has confiado es difícil como lo fue también para ti. Dame las fuerzas necesarias para ser testigo en este mundo que busca la libertad, pero que lo hace a veces por caminos equivocados. Dame el celo y el amor que te llevó a dar testimonio del amor de Dios a los hombres. Señor, que te reconozca como mi Padre para que te ame como un hijo fiel.


    “Todos deseamos libertad; pero la Virgen nos dice que la libertad que nos hace libres la hallamos en el encuentro con Cristo, que es quien nos da la vida”
    (Benedicto XVI, Domingo 24 de febrero de 2008).


  • Preguntas o comentarios al autor
  • Saúl Alejandro Gutiérrez 

    CUANDO TE SIENTAS


    martes, 8 de abril de 2014

    SEMANA SANTA PARA NIÑOS PARA COLOREAR Y EXPLICAR





    DOMINGO DE RAMOS

    Cuando un rey, o el presidente de un país visita otro país, las autoridades y miles de personas salen a las calles y lo saludan con pancartas, papel picado, banderitas y hasta flores. Y a veces se sube a un auto descapotado muy elegante para que todos puedan verlo desde lejos ¿verdad que sí?

    Bueno, algo parecido le sucedió a Jesús. El domingo antes de morir se dirigió con sus amigos a la ciudad de Jerusalén. Le pidió a uno de sus discípulos que consiguiera prestado un burrito para entrar a la ciudad. Montó sobre él y seguido de sus amigos entró a la ciudad. Una gran multitud de gente salió de sus casas al encuentro de Jesús. Habían oído muchas cosas hermosas de Él, de su amor por los niños, por los pobres, de la sabiduría de sus palabras, de que sanaba a los enfermos.

    Entonces, cuando lo vieron montado en un asno se acercaron lo más que pudieron agitando entusiasmados ramos de palma y olivo. Y gritaban llenos de alegría: ¡“Viva, viva. Aquí llega el Rey, el Mesías. Bendito sea el que viene en el nombre del Señor”!

    Jesús recibía estos saludos con una sonrisa humilde y mucha paz.

    El burrito se portó muy bien, no protestó, al contrario caminaba contento de llevar sobre su lomo al Hijo de Dios.






    UN SEÑOR QUE LAVA LOS PIES A SUS AMIGOS

    El jueves siguiente, a la entrada en Jerusalén, era día de Fiesta en el país. Jesús quiso tener una cena con sus discípulos, pero como no tenía casa en esa ciudad, de nuevo tuvo que pedir prestada una sala grande y alfombrada para poder reunirse con ellos.

    Antes de cenar, Jesús tomó un lavatorio con agua y una toalla. El era el Señor, pero igual se arrodilló y les fue lavando los pies a sus doce amigos, pies que estaban muy sucios de tanto caminar por las calles polvorientas.

    ¿Por qué crees tú que Jesús les lavó los pies a sus amigos como si hubiera sido un criado de ese tiempo? Porque nos quería enseñar a todos que debemos servir a cualquier persona en cosas que a veces no nos gustan. Tú, ¿le lavarías la ropa a un viejito de la calle, lo peinarías? Ciertamente que Jesús, si hoy viviera en Chile, bañaría, abrigaría, peinaría a las personas que duermen en las calles.




    UNA CENA DE DESPEDIDA MUY ESPECIAL

    Cuando llegó la hora de cenar, Jesús y sus amigos se sentaron a la mesa. En un momento de la cena, Jesús tomó un pan, dio gracias a Dios y lo partió para compartirlo con todos. Lo mismo hizo con una copa de vino; dio las gracias a su Padre por ella y compartió con sus discípulos. Todos comieron y bebieron del mismo pan y del mismo vino.

    Al repartir el pan Jesús dijo:”Este es mi cuerpo, que será entregado por ustedes” Y cuando compartió la copa de vino dijo :”Esta es mi sangre, que será derramada para salvarlos”.

    ¿Te das cuenta que a Jesús, para poder quedarse para siempre con nosotros, se le ocurrió la idea de permanecer en el pan y en el vino que representan su cuerpo y su sangre? Es lo que hacen los sacerdotes, en recuerdo suyo, cuando celebran la Santa Misa. ¿Te has fijado que en un momento de la Misa levantan un pancito blanco y redondo y también una copa para que todos lo adoremos? Después de ese gesto del sacerdote, es Jesús mismo el que está sobre el altar representado en el pan y en el vino.





    UN PASEO TRISTE POR EL HUERTO

    Después de cenar, Jesús invitó a Pedro, Santiago y  Juan a dar un paseo por el Huerto de los Olivos. Era una noche oscura y triste. Jesús se sentía angustiado ante la cercanía de su muerte. Los amigos tenían mucho sueño y pronto se quedaron dormidos bajo los árboles mientras Jesús arrodillado unos metros más allá, oraba a su Padre de los cielos diciéndole: “No me abandones Padre en estas horas terribles”.

    Su angustia y su pena aumentaron cuando se dio cuenta que sus amigos no habían sido capaces de acompañarlo en esas horas de  tanto sufrimiento. Se sintió muy solo y abandonado. ¿No crees tú que los buenos amigos acompañan y están cerca cuando uno sufre?





    JESÚS ES ARRESTADO POR ORDEN 
    DE LAS AUTORIDADES JUDÍAS

    Al ver a sus amigos dormidos, Jesús los despertó diciéndoles con voz muy triste: “¿Cómo es posible que no hayan sido capaces de acompañarme ni siquiera una hora? Deberían haber rezado conmigo”.

    Aún estaba Jesús hablando cuando oyeron voces y gritos de hombres y unas antorchas brillaron entre la arboleda. Venían a apresar a Jesús con palos y espadas como si hubiese sido un delincuente. Cuando se acercaron al lugar donde estaban Jesús y sus discípulos, se abalanzaron sobre él con brusquedad  y sin ningún respeto lo agarraron y lo arrestaron.

    Pedro quiso defenderlo de los malhechores pero Jesús no se lo permitió, se dejó arrestar sin poner resistencia “como un corderito que es llevado al matadero”. Del Huerto se lo llevaron hasta el tribunal donde sería juzgado. Finalmente sus amigos llenos de espanto huyeron y lo abandonaron.

    Repite esta oración con mucho amor:

    “Amigo Jesús, yo te amo con todo mi corazón
    te prometo este día no abandonarte jamás
    y ser siempre un amigo tuyo fiel y valiente.”





    UN TRIBUNAL MUY INJUSTO

    Después de arrestar a Jesús, los soldados lo llevaron a empujones ante un tribunal judío llamado Sanedrín para ser juzgado como si se tratara de un ladrón o de un asesino.

    Durante toda la noche los ancianos jueces le hicieron preguntas y más preguntas pero Jesús guardaba silencio. Sólo cuando le preguntaron si Él era el Hijo de Dios, Jesús respondió afirmativamente. Cuando escucharon estas palabras, los ancianos se pusieron furiosos. No le perdonaban que dijera que era el Hijo de Dios.

    Al amanecer los jueces decidieron que tenía que ser condenado a muerte. Pero antes lo enviaron maniatado al gobernador romano llamado Poncio Pilato. También este gobernador lo interrogó durante mucho rato y se dio cuenta de que no merecía la muerte, pero eran tantos los gritos de la multitud  que pedían que lo mataran que finalmente lo entregó a los soldados para que lo crucificaran en lo alto de una colina.





    PEDRO NIEGA SER AMIGO DE JESÚS

    Cuando los soldados arrestaron a Jesús y lo llevaron al tribunal, Pedro lo siguió de lejos para ver qué hacían con Él. Lleno de miedo llegó hasta el patio del palacio donde estaban los jueces que lo interrogarían una y otra vez. Era una noche muy fría y los criados habían hecho un fuego para calentarse.

    Pedro se acercó disimuladamente al grupo para no llamar la atención y escuchar lo que ellos comentaban del prisionero. De repente, uno de los criados le preguntó a Pedro si conocía a Jesús y si era su amigo. Pedro le contestó que no lo conocía y que no entendía de quien estaba hablando. Por segunda y por tercera vez otras personas le preguntaron lo mismo y Pedro volvió a decir que jamás lo había conocido y que nunca había estado con Él.

    Es que el pobre Pedro se moría de miedo pensando que a él le podría pasar lo mismo que a Jesús: que lo arrestaran y lo mataran. Pero cuando se dio cuenta de lo cobarde que había sido al negar a su mejor amigo, le dio mucha vergüenza y pena y  se alejó del grupo llorando desconsoladamente.






    UNA CRUZ DEMASIADO PESADA
     SOBRE LOS HOMBROS

    Cuando Pilato entregó a Jesús para que lo llevasen lejos de su presencia, los soldados se hicieron  cargo de Él,  tejieron una corona con espino y se la colocaron sobre su cabeza, lo azotaron y luego le cargaron sobre su espalda una pesada y tosca cruz de madera. A gritos y empujones le ordenaron dirigirse a un cerro que estaba en las afueras de Jerusalén donde sería crucificado.



    Pero antes de llegar hasta la colina, Jesús tuvo que atravesar las calles de la ciudad entre gritos y burlas de los que se alegraban de su sufrimiento y el silencio de los que no se atrevían a decir nada por temor a ser castigados y callaban y lloraban.



    TRES CAÍDAS BAJO EL PESO DE UNA CRUZ

    Tan pesada resultó la cruz sobre su espalda que Jesús cayó tres veces bajo su peso. Sus fuerzas le fallaron en tres ocasiones porque estaba muy debilitado por el hambre, los azotes, la tristeza, el griterío de la gente al verlo pasar, la vergüenza. Él no estaba acostumbrado a tanta humillación.

    No fue sólo la cruz que lo aplastó y lo hizo caer por el suelo sino también todos los pecados de los hombres y mujeres de todos los tiempos y que Él, con su sufrimiento, salvó.



    SIMÓN, UN HOMBRE COMPASIVO, 
    UN HOMBRE BUENO

    Simón era un campesino que seguramente venía del campo y se encontró con este espectáculo: un pobre hombre encorvado bajo el peso de una cruz, rodeado de soldados y una ruidosa multitud que vocifera y se ríe al mismo tiempo, mujeres y niños que lloran y tratan de acercarse al condenado a muerte y otros curiosos que no saben si alejarse o seguir en la procesión.

    Los soldados viendo que Jesús se les muere en el camino obligan con rudeza a Simón a que le ayude, por un rato, a llevar la cruz. Es tan lamentable la figura de Jesús, que Simón, compadecido, le quita la cruz y la pone sobre sus espaldas. El venía cansado de su trabajo pero él se dice a sí mismo que siempre es posible ayudar a quien sufre y está en dificultades.




    UN ENCUENTRO DOLOROSO CON SU MADRE

    El cortejo atravesaba las calles de Jerusalén y Jesús seguía con dificultad arrastrando su cruz a cuestas cayéndose y levantándose una y otra vez. Le dolía la cruz sobre sus espaldas pero más le dolía ser objeto de las burlas y de las risas burlonas del gentío que caminaba cerca suyo. De repente, levantó sus ojos y entre toda esa multitud hostil descubrió la mirada amorosa de su madre. Fueron sólo unos segundos en que sus miradas se cruzaron sin palabras, pero, al menos Jesús, sintió que no estaba tan solo: su madre lo seguía, valiente, de muy cerca.

    El corazón de la madre se encogió de dolor ante la vista de su hijo humillado por una multitud cruel y despiadada, pero al mismo tiempo le dio fuerzas para seguirlo de más cerca. Las mamás son así: sacan fuerzas y valentía si ven a un hijo enfermo, o en dificultades, con mayor razón María que llevaba al Espíritu Santo en su corazón.





    PALABRAS DE CONSUELO 
    PARA LAS MUJERES QUE LLORAN POR ÉL

    Cerca ya del monte Calvario Jesús vio a un grupo de mujeres que lloraban sin consuelo por él. Eran mujeres que lo conocían bien y sabían todo el bien que había hecho en esos años por los enfermos, las viudas, los amigos. No merecía que lo trataran como a un delincuente. ¡Qué castigo más injusto y más cruel para un hombre que había pasado por la vida haciendo sólo el bien!

    Jesús se dio el tiempo para detenerse unos segundos y consolarlas. “No lloren por mí” les dijo.

    Y ellas, animadas por estas palabras de consuelo continuaron detrás de sus pasos hasta llegar al lugar mismo de la crucifixión.





    LO DESPOJAN HASTA DE SUS VESTIDURAS

    Una vez que llegaron hasta la cima del Calvario, los soldados despojaron a Jesús de toda su ropa.

    Luego, se repartieron sus vestiduras y rifaron la capa que seguramente le había tejido su madre. Jesús no reclama, ni protesta, se deja despojar de todo cuanto tenía en ese momento.



    LOS CLAVOS TRASPASAN SUS MANOS Y SUS PIES

    Una vez que los soldados desnudaron a Jesús,  lo hicieron recostar sobre la cruz y sin piedad le clavaron manos y pies. Luego, alzaron la cruz en medio de otras dos cruces donde yacían dos ladrones que también habían sido condenados a muerte. Uno de ello al ver a Jesús se arrepintió de sus pecados y le pidió que se acordara de él cuando estuviera en  el cielo. Jesús le contestó: “Hoy día, estarás conmigo en el Paraíso”. Por lo menos este pobre ladrón murió con la esperanza de salvarse e irse al cielo.

    No hay gesto más bonito que arrepentirnos de nuestras faltas y pedir perdón ¿no te parece?





    JESÚS NOS REGALA A SU MADRE

    La madre de Jesús, María, estaba a los pies de la cruz muy cerca del apóstol Juan. “Aquí tienes a tu madre, Juan “ le dijo Jesús desde la cruz. Y luego mirando a María agregó “Aquí tienes a tu hijo, madre”. Desde ese momento María se convirtió en la madre no sólo de Juan sino de todos nosotros.

    El bueno de Juan se la llevó a vivir a su casa.

    Ella es nuestra madre y nosotros somos sus hijos. Nos ama y nos cuida como saben amar y cuidar las mamás. Es lindo sentir que tenemos dos mamás que se preocupan de nosotros.¿verdad?





    JESÚS PERDONA A SUS VERDUGOS

    Cuando le quedaban pocos minutos de vida, Jesús miró a los soldados que tanto lo habían golpeado y maltratado y lleno de amor por ellos exclamó a su Padre: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.” Jesús no supo de odios ni de venganzas, sólo de amor y de misericordia. Él perdonó a los soldados que lo habían azotado, empujado y clavado en la cruz. También perdonó a quienes se habían burlado de Él y lo habían hasta escupido. ¡Qué corazón más noble el de Jesús!

    El perdonar a un amigo o a un hermano es el gesto más lindo del amor. Si perdonas mucho es porque amas mucho pero, aunque perdones poco, Dios te perdonará siempre.

    Repite la siguiente oración:

    “Perdono de corazón a todos los que me ha causado pena
    perdono de verdad a todos lo que me han  ofendido,
    perdona Padre Bueno mis mentiras, mis flojeras,
    mis faltas de respeto, todo el mal que he hecho

    y todo el bien que he dejado de hacer. Amén.




    JESÚS MUERE EN LA CRUZ

    “Todo está consumado” exclama Jesús finalmente.  Son sus últimas palabras. Con estas palabras quiso decir que ya había cumplido con la voluntad de su Padre y que con su muerte pagaba la cuenta de todos nuestros pecados y nos conseguía el cielo. Entregaba su vida para que nosotros pudiéramos vivir en el paraíso con su Padre para siempre. Desde  ese momento las puertas del cielo se abrían para recibir a quienes murieran como Él.

    Después de estas palabras Jesús expira y muere. Era como el mediodía. El sol se ocultó y todo el país quedó en tinieblas y un gran temblor sacudió la ciudad.




    SEPULTADO EN UNA TUMBA PRESTADA

    Un hombre rico llamado José, que conocía a Jesús y era amigo suyo, le ofreció a María una tumba nueva para que lo sepultaran. Desclavaron el cuerpo muerto de Jesús y María lo recibió en su regazo. Lo besó con ternura de madre, lo envolvió en sábanas blancas ayudada por otras mujeres, le colocó perfumes y hierbas como se usaba en ese tiempo y luego lo pusieron en la sepultura.

    Los hombres cerraron la tumba con una gran piedra. Y todos se volvieron a sus casas con una pena muy grande. Era el viernes a eso de las tres de la tarde.



    PASCUA DE RESURRECCIÓN 

    LAS MUJERES VAN AL SEPULCRO AL AMANECER

    El domingo, muy de madrugada, antes que apareciera el sol, María Magdalena y otras mujeres se dirigieron al sepulcro donde había sido enterrado el cuerpo de Jesús. Grande fue su sorpresa cuando vieron que la piedra que cerraba el sepulcro no estaba en su lugar y éste estaba abierto. Temerosas entraron en la sepultura pero, estaba vacía. A punto de llorar salieron gritando: “No está aquí, alguien se robó el cuerpo de nuestro Señor.” En ese momento, se les apareció un ángel en medio de una gran luz y les dijo: “¿Por qué lo buscan entre los muertos? Jesús no está aquí: Dios le devolvió la vida, Jesús resucitó, tal como El lo había anunciado. Vayan ahora y díganlo a los discípulos”

    Ellas salieron corriendo, felices de llevar esta noticia. ¡Aquel era sin duda el día más feliz de sus vidas!. Corrieron y corrieron hasta llegar al lugar donde estaban los discípulos y les gritaron:”¡Vive, vive, Jesús vive. No está en la sepultura y un ángel nos confirmó la noticia! Pedro y Juan no lo podían creer, entones se vistieron con rapidez y salieron corriendo para comprobar si las mujeres decían la verdad. Al entrar al interior de la cueva, Jesús no estaba, sólo el lienzo blanco con que habían envuelto su cuerpo muerto estaba bien doblado sobre una piedra. Había resucitado tal como se los había dicho en una ocasión. Jesús había cumplido con su palabra y con su promesa.

    Escribe con la letra más linda que puedas la frase : ¡Aleluya, el Señor resucitó, el Señor está vivo, Aleluya!



    LA MÁS GRANDE Y LA MEJOR DE LAS NOTICIAS

    Tan conmovidas y alteradas se quedaron las mujeres con la noticia que Jesús ya no estaba muerto sino vivo, que en un primer momento, no se dieron cuenta que era Jesús quien se les apareció, cuando caminaban de vuelta del cementerio. Pensaron que era el cuidador del camposanto. Pero al oír su voz, no tuvieron duda que era Él mismo y se arrodillaron felices para adorarlo. “No tengan miedo”, les dijo Jesús, “díganles a mis amigos que vayan a Galilea, allá me reuniré yo con ellos”. Y de nuevo salieron corriendo para dar el recado de su Señor a cuantos lo habían conocido.

    Dar noticias buenas es muy agradable, pero dar noticias malas es incómodo y a veces triste. ¿No te parece que la Resurrección de Jesús es la mejor de todas las noticias que se han dado en el mundo entero?

    Si tú tuvieras que darle una buena noticia a Jesús cuando estás en cama rezando ¿cuál sería?


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