martes, 11 de marzo de 2014

AMAR LA VIDA


AMAR LA VIDA

Un profesor fue invitado a dar una conferencia en una base militar, y en el aeropuerto lo recibió un soldado llamado Ralph.

Mientras se encaminaban a recoger el equipaje, Ralph se separó del visitante en tres ocasiones: primero para ayudar a una anciana con su maleta; luego para cargar a dos pequeños a fin de que pudieran ver a Santa Claus, y después para orientar a una persona. Cada vez regresaba con una sonrisa en el rostro.

"¿Dónde aprendió a comportarse así?", le preguntó el profesor. "En la guerra", - contestó Ralph. entonces le contó su experiencia en Vietnam. Allá su misión había sido limpiar campos minados. Durante ese tiempo había visto cómo varios amigos suyos, uno tras otro, encontraban una muerte prematura. 

"Me acostumbré a vivir paso a paso" - explicó. "Nunca sabía si el siguiente iba a ser el último; por eso tenía que sacar el mayor provecho posible del momento que transcurría entre alzar un pie y volver a apoyarlo en el suelo. Me parecía que cada paso era toda una vida".
Autor desconocido

"Nadie puede saber lo que sucederá mañana. Qué triste sería el mundo si lo supiéramos. Toda la emoción de vivir se perdería, nuestra vida  sería como una película que ya vimos. Ninguna sorpresa, ninguna emoción. Siento que lo que se requiere es ver la vida como lo que es: una gran aventura."

LA VERDADERA FUERZA ...


¿QUIÉN ES SAN JOSÉ?



¿QUIÉN ES SAN JOSÉ?


Marzo 19 : Esposo de la Virgen María
Mayo 1 : San José obrero  Oficio de lectura
Domingo después de Navidad : La Sagrada Familia

San José es cabeza de la Sagrada Familia. El hombre en quien Dios confió sus mas valiosos tesoros. Esposo de María Santísima, padre virginal de Jesús. No hay en el cielo santo mas grande después de su esposa, María. 

El Papa Pío IX nombró a San José, en 1847, Patrono de la Iglesia universal. Si la fiesta, 19 de marzo, cae en Semana Santa, se anticipa al primer sábado anterior a ella. Esta festividad, que ya existía en numerosos lugares, se fijó en esta fecha durante el siglo XV y luego se extendió a toda la Iglesia como fiesta de precepto en 1621.

La paternidad de San José alcanza no sólo a Jesús sino a la misma Iglesia, que continúa en la tierra la misión salvadora de Cristo. El Papa Juan XXIII incorporó su nombre al Canon Romano, para que todos los cristianos -en el momento en que Cristo se hace presente en el altar- veneremos su memoria.

lunes, 10 de marzo de 2014

CONSAGRACIÓN AL ESPÍRITU SANTO


Consagración al Espíritu Santo

Recibid ¡oh Espíritu Santo!, la consagracion perfecta y absoluta de todo mi ser, que os hago en este día para que os dignéis ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza, y todo el amor de mi corazón.
Yo me abandono sin reservas a vuestras divinas operaciones, y quiero ser siempre dócil a vuestras santas inspiraciones. 
¡Oh Santo Espíritu! Dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén

UNA CUARESMA DESDE DIOS



Autor: P. Fernando Pascual L.C. | Fuente: Catholic.net
Una Cuaresma desde Dios
Si vivimos la Cuaresma desde Dios, se convertirá en la mejor preparación para la gran fiesta de la Pascua.


Podemos recorrer los 40 días de la Cuaresma desde una perspectiva errónea, sin darles su auténtico sentido. 

¿Cuándo ocurre eso? Cuando vemos la Cuaresma como una tradición de la Iglesia más o menos comprensible pero sin mucho sentido en el ajetreado tiempo que nos ha tocado vivir; cuando buscamos maneras de hacer (nosotros, según los propios deseos) algunos sacrificios para tranquilizar la conciencia y "cumplir"; cuando soportamos con paciencia 40 días en los que nos esforzamos por ser más austeros para llegar luego a momentos de mayor fiesta y alegría... Entonces es que no hemos comprendido el verdadero sentido de la Cuaresma. 

Pero también podemos recorrer los 40 días que nos preparan a la Pascua desde una perspectiva justa. Si los pensamos como un momento para orar, ayunar, servir, dar; si los vivimos como una invitación de Dios a la conversión, al arrepentimiento, al cambio de conducta; si los aprovechamos para dedicar más tiempo a la lectura de la Biblia... Entonces habremos hecho un buen uso de esos días tan particulares en el calendario cristiano. 

La Cuaresma es un tiempo en el que Dios nos invita, nos llama, nos ofrece ocasiones maravillosas para redescubrir nuestra identidad cristiana. Es verdad que Dios actúa siempre, que no hay tiempos sin que nos busque y nos ofrezca su gracia. Pero también es verdad que, como seres humanos, necesitamos estímulos y ayudas concretas para afrontar con más intensidad y esfuerzo lo que deberían ser compromisos constantes de quienes hemos sido tocados por Cristo en el Bautismo. 

Ya estamos en Cuaresma. Si la vivimos desde Dios, si la sentimos como un momento de gracia, de mayor compromiso, de lucha contra el mundo, el demonio y la carne, se convertirá en la mejor preparación para la gran fiesta de la Pascua. Entonces la noticia de la Muerte y de la Resurrección de Cristo llegará más dentro y más fuerte a nuestras vidas: nos permitirá vivir los días de Pascua y todo el resto del año como hombres y mujeres redimidos por la Sangre de Cristo, el Cordero inmolado porque amaba al Padre y a los hombres. 

BENDITOS SEAN


Benditos sean


Benditos sean los que tienden la mano para ayudar, los que intentan comprender, los que anhelan compartir.

Benditos sean lo que para dar su opinión no necesitan subirse a ningún podio, los que se hacen tiempo para escuchar y los que saben que siempre hay algo por aprender.

Benditos sean aquellos que tratan de pulir y de borrar sus mezquindades y no simplemente de ocultarlas.

Benditos sean los buenos amigos y el culto a la amistad.

Benditos sean los que llenan las noches de filosofía, los que riegan los caminos hacia la utopía con batallas épicas y los que a cada historia de amor la cargan de locuras.

Benditos sean los que disfrutan del sol y de la luna, del cielo abierto y de la noche cerrada, de escalar la montaña y de zambullirse en el mar.

Benditos sean los que pueden eludir la costra y ver la esencia, los que pueden gozar de la poesía que tiene este mundo maravilloso.

Benditos sean los que no abandonan sus principios ni sus raíces, pero que no se cierran a los cambios ni renuncian a intentar volar.

Benditos sean los que sueñan despiertos, sobre todo si sueñan mejorar el mundo que los rodea, y benditos los que del sueño saltan a la acción.

Benditos los que leen lo que otros escriben, los que escuchan atentamente a quienes tienen necesidad de hablar y los que pierden, a conciencia, para que gane un ser querido.

Benditos sean los que odian el egoísmo, el dolor, y la apatía ante la injusticia.
Benditos sean los que creen que nunca se llega al ideal pero luchan con pasión infatigable por sus ideales.

Benditos sean los que entienden que el amanecer en la playa, el pan recién horneado, la música y las caricias son partes de una fiesta que merecemos todos.

Benditos sean los que piden perdón, los que dicen gracias y los que no se olvidan de decir por favor.

Benditos sean los que aspiran que el mundo tenga lugar suficiente tanto para la hormiga laboriosa como para la cigarra, con su tan necesario arte.

Benditos sean los que quieren abolir las quejas, los que quieren que asciendan mucho los de abajo y desciendan un poco los de arriba, benditos los que quieren que la muerte muera.

Benditos sean los que no subsisten sollozando, mientras esperan el milagro, sino que se proponen forjar algo milagroso.

Benditos sean los que se arriesgan por las causas perdidas, por conquistar corazones y por el bien de los amigos.

Benditos sean los que se arriesgan a mostrar sus sentimientos.

Benditos sean los que se arriesgan.

Benditos sean los que aman la vida.

Benditos sean todos los lugares donde hemos estado, los lugares donde quiero llevarte, los lugares donde estaremos juntos.

Bendito sea el camino que me llevó a conocer tu sonrisa, puerta de tu alma.

Benditos sean tus ojos, porque es bueno que lo sepas, aun en la soledad más profunda me acompaña tu mirada.

EL INCIENSO DEL FARISEO

Autor: Antonio Gil-Terrón | Fuente: www.antoniogilterron.com
El incienso del fariseo
La fe si no produce obras es que está muerta
 
El incienso del fariseo
El incienso del fariseo
El creer que Dios existe no hace que seamos mejores personas que aquellos que no creen. Ni tan siquiera el tener la certeza de su omnipresencia; no ya el creer, sino el saber que Él es, ha sido y será, no nos hace dignos de su amor y merecedores de su ayuda... de su fuerza frente a la adversidad.

De hecho, tener el discernimiento de su realidad, a través de la observación y el reconocimiento de su intervención puntual en acontecimientos de nuestra propia vida, no nos hace mejores que aquellos que niegan su existencia. De hecho, nos puede llegar a hacer ser peores.

El creer que algo o alguien existe, es un subjetivismo objetivamente neutro, que no aporta valor añadido. Yo puedo saber que hay hambre en el Mundo y sin embargo no hacer nada por remediarlo, o – peor aún – alegrarme y darme un festín para celebrarlo.

El creer en la existencia de Dios, repito, no nos reporta valor añadido, pero sí que nos puede hacer más culpables cuando nuestros actos son contrarios a sus mandatos: no matarás, no robarás, no mentirás, etc... «Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho» Lucas, 12:48.

En esta vida he conocido a fariseos de misa diaria, rosario y golpes en el pecho, que en su vida cotidiana eran auténticos depredadores de los más débiles y que, encima, se permitían el lujo de despreciar, juzgar y etiquetar de pecadores, a todos aquellos que no salían – cirio en mano – a su lado en la foto.

Como sé que en estos momentos, alguno se puede estar rasgando las vestiduras por mis palabras, pondré un ejemplo:

Satanás no solo cree, sino que sabe que Dios existe. ¿Es mejor por ello?

"La fe si no produce obras es que está muerta". "Tú tienes fe, pero yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe a través de las obras". Nuevo Testamento, Carta de Santiago, 2:17-18.

EL PENSAMIENTO DEL DÍA




BAILA LENTO



Baila lento


Alguna vez has visto a los niños jugando?

¿O escuchado el chisporroteo de la lluvia en el suelo?

¿Alguna vez seguido a una mariposa en su errático vuelo?

¿U observado al sol desvaneciéndose en la noche?

 Mejor detente.

No bailes tan de prisa.

El tiempo es corto.

La música no durará.

 ¿Pasas cada día en el vuelo?

Cuando te preguntas "¿Quién eres?"

¿Escuchas la respuesta?

Cuando el día acaba,

¿te recuestas en tu cama con los siguientes cien coros corriendo por tu cabeza?

 Mejor detente.

No bailes tan de prisa.

El tiempo es corto.

La música no durará.

 ¿Alguna vez le has dicho a tu niño: "lo haremos mañana", y en tu apatía, no vez su tristeza?                                         

¿Alguna vez has perdido el tacto, dejado a algún buen amigo morir porque jamás tuviste tiempo para llamar y decir "Hola"?

 Mejor detente.

No bailes tan de prisa.

El tiempo es corto.

La música no durará.

 Cuando corres demasiado rápido para llegar a alguna parte,

te pierdes la mitad de la diversión de llegar ahí.

Cuando te preocupas y te apuras durante el día,

es como un   regalo sin abrir.... tirado a la basura....

 La vida no es una carrera,

se toma un poco más lentamente,

escucha la música, detente

antes de que la canción termine.

INVOCACIÓN A LA CONFIANZA


Invocación a la confianza
Autor: A. Pangrazzi 


Ayúdame Señor, a creer que detrás de las nubes está el Sol; que los desnudos árboles de otoño volverán a vestirse de hojas, si tengo la paciencia de esperar. 

Ayúdame Señor, a comprender que para alcanzar la cima de la montaña hay que atravesar el largo valle. Que la vela difunde su luz a base de consumirse poco a poco. 

Ayúdame Amado Señor, a desprenderme de las pretendidas seguridades que no puedo tener y que me hacen tan inseguro; ayúdame a comprender que mis temores aumentan mi inquietud y mi impaciencia. 

Ayúdame Señor, a aceptar mis limitaciones. 

Confío en tí como un niño que se siente seguro en brazos de su madre. 

Ayúdame a caminar por donde no puedo ver sabiendo que tú estás ahí conmigo. 

EL EVANGELIO DE HOY: 10.03.2014

Autor: Arturo Escalona | Fuente: Catholic.net
Se sentará en su trono de gloria
Mateo 25, 31-46. Cuaresma. Si amo a Dios no puedo dejar de amar a mi hermano. Y por ello todo lo que haga a mi prójimo se lo hago a Dios Nuestro Señor.
 
Se sentará en su trono de gloria
Del santo evangelio según san Mateo 25; 31-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Cuando el Hijo del hombre venga, en su gloria, acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme". Entonces los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?". Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis". Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis". Entonces dirán también éstos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?". Y Él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo". E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna. 

Oración introductoria

Jesús mío, al contemplar este evangelio me pueden llegar diferentes sentimientos, de miedo, de confianza, de dolor, de amor; pero lo importante, mi Jesús, es que tengo la seguridad que Tú vas a ser mi juez. Gracias porque tú sólo quieres mi salvación. Ayúdame a vivir la virtud de la caridad con los demás, Tú sabes que es muy costosa pero no me dejes abandonado sino que sienta tu apoyo que me sostiene para no desfallecer.

Petición

Señor, que en esta primera semana de Cuaresma me esfuerce por vivir la caridad, que es el mejor camino para acompañarte en tu dolor. Ayúdame a amar más a los demás.

Meditación del Papa Francisco

Nuestro corazón desea "algo más", que no es simplemente un conocer más o tener más, sino que es sobre todo un ser más. No se puede reducir el desarrollo al mero crecimiento económico, obtenido con frecuencia sin tener en cuenta a las personas más débiles e indefensas. El mundo sólo puede mejorar si la atención primaria está dirigida a la persona, si la promoción de la persona es integral, en todas sus dimensiones, incluida la espiritual; si no se abandona a nadie, comprendidos los pobres, los enfermos, los presos, los necesitados, los forasteros (cf. Mt 25,31-46); si somos capaces de pasar de una cultura del rechazo a una cultura del encuentro y de la acogida.[...] Al mismo tiempo que animamos el progreso hacia un mundo mejor, no podemos dejar de denunciar por desgracia el escándalo de la pobreza en sus diversas dimensiones. Violencia, explotación, discriminación, marginación, planteamientos restrictivos de las libertades fundamentales, tanto de los individuos como de los colectivos, son algunos de los principales elementos de pobreza que se deben superar.(S.S. Francisco, Mensaje del santo padre por la Jornada Mundial del emigrante y del refugiado 2014). 

Reflexión 

Cristo, el día de hoy, nos viene a recordar lo propio de su mensaje: la caridad.
La caridad no como mera filantropía, sino como verdadero amor a Dios que vive realmente en mi prójimo. Esta caridad brota naturalmente del amor a Dios. Si amo a Dios no puedo dejar de amar a mi hermano. Y por ello todo lo que haga a mi prójimo se lo hago a Dios Nuestro Señor porque él habita en mi persona y en los demás.
No basta conformarnos con no criticar a los demás, hace falta hablar bien de mi prójimo, promover lo bueno y silenciar lo malo, hablar bien de los demás.
No hace falta inventarse virtudes o cualidades donde no las hay, hay que reconocer y hablar de las que tienen los demás. Se dice fácil, pero cuesta. Haz la prueba de hablar bien de los que están a tu alrededor y verás que es fácil. Más, Dios lo quiere, y sobre todo, recuerda que Dios vive en tu prójimo.

Propósito

Hoy, por amor a Cristo, hablaré bien de la persona que no me cae muy bien. Consciente de que Jesús está presente en esa persona.

Diálogo con Cristo

Dios mío, en estos momentos que me estoy preparando para la Semana Santa, te pido que me perdones todas las veces que he ofendido a los demás y he herido tu corazón. Te pido que ahora me des las fuerzas necesarias para afrontar cualquier enemigo que me encuentre para faltar a la caridad, que aprenda a descubrirte en el pobre, en el rico, en los enfermos, en mis familiares, para que con el auxilio de tu gracia, me entregue a los demás y yo también reciba tus palabras consoladoras:"Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo...".


"Hay que hacer las cosas ordinarias, con un amor extraordinario"(Beata Madre Teresa de Calcuta)


  • Preguntas o comentarios al autor
  • Arturo Escalona 

    PENSAMIENTO SOBRE LA CUARESMA DEL PAPA FRANCISCO

    domingo, 9 de marzo de 2014

    IMÁGENES DE CUARESMA





    PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA CUARESMA 2014



    ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL


    SANTA MARÍA MADRE DE DIOS


    LA TENTACIÓN DE LOS PANES


    Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
    La tentación de los panes
    Primer Domingo de Cuaresma. La tentación de querer hacer las cosas sin preocuparme si le interesan o no a Dios.
     
    La tentación de los panes

    La primera tentación de Cristo, tal cómo nos la narra el Evangelio es la tentación de los panes. Cristo ha ido a hacer ayuno, un ayuno que realmente le prepare para su misión. Cristo ha ido a ejercitarse, por así decir, al desierto, y el demonio le llega con la tentación de los panes, que no era otra cosa sino decirle: déjate de cosas raras, se más realista, baja un poquito a la vida cotidiana. Es decir, materialízate, no seas tan espiritual. Es una tentación, que nosotros podemos tener en nuestra vida cuando llegamos a perder toda dimensión sobrenatural de nuestro ser cristianos. Es la tentación del querer hacer las cosas sin preocuparme si le interesan o no a Dios. Tengo un problema, y me digo: lo arreglo porque lo arreglo, y a veces olvidamos de la dimensión sobrenatural que tienen las dificultades.

    Cristo ayuna y siente hambre como nos dice el Evangelio, y Cristo tiene que transformar el hambre en una palanca espiritual, en un momento de crecimiento interior. Ahí Cristo es tentado para decirle: No busques eso, no hace falta ese tipo de cosas, mejor dedícate a comer, mejor dedícate a trabajar. Es la tentación de querer arreglar yo todos los problemas.

    Hay situaciones en las que no queda otro remedio sino ofrecer al Señor la propia impotencia por el sacrificio personal; hay situaciones en las que no hay otra salida más que la de decir: aquí está la impotencia, podríamos decir la impotencia santificadora. Cuando en nuestro trabajo personal sentimos una lucha tremenda en el alma, un desgarrón interior por tratar de vivir con autenticidad la vida cristiana, en esos momentos en los que a veces el alma no puede hacer otra cosa sino simplemente sufrir y yo me quiero sacudir eso, y no acepto esa impotencia y no la quiero ver, y no quiero tener ese "sintió hambre" en la propia vida, es donde aparece la necesidad de acordarse de que Cristo dijo: No sólo de pan, no sólo de los éxitos, no sólo de los triunfos, no sólo de consuelos, no sólo de ayudas vive el hombre, sobre todo vive de la Palabra que sale de la boca de Dios.

    Tenemos que aprender como lección básica de la vida a iluminar todas nuestras dificultades con la Palabra de Dios, sobre todo aquellas que no podemos resolver, porque a veces podríamos olvidar que Dios Nuestro Señor va a permitir muchas dificultades, muchas piedras en la vida precisamente para que recordemos que la Palabra de Dios es la fuente de nuestra vida espiritual. No los consuelos humanos, no los éxitos de los hombres. A veces Dios nos habla en la oscuridad, a veces en la luz, pero lo importante es la vida del Espíritu Santo en mi alma. En ocasiones puede venir la tentación de querer suplir con mi actividad la eficacia de la fe en Dios, y podríamos pensar que lo que hacemos es lo que Dios quiere, cuando en realidad lo que Dios quiere es que en esos momentos esta situación no vaya por donde tu estás pensando que debe de ir, Yo me pregunto: una dificultad, un problema ¿lo transformamos a base de fe en un reto que verdaderamente se convierta en eficacia para el reino de Cristo? No pretendamos arreglar los problemas por nosotros mismos, preguntemos a Dios. ¿Sé yo vencer con la Palabra de Dios? ¿O caigo en la tentación?

    Después, dice el Evangelio, lo llevó a un monte alto donde se veía todos los reinos de la tierra. Cristo es tentado por segunda vez para que su misión se vea reconocida por los hombres para que obtenga un éxito humano y todos vean su poder. Sin embargo el poder que les es ofrecido no es el que tiene Dios sobre la Creación, sino es el poder que viene de haber vendido la propia conciencia y la propia vida al enemigo de Dios. "Todo esto lo tendrás si postrándote me adoras", no es el poder que nace de haber conquistado el reino de Cristo, es el poder que nace de haberse vendido. A veces este poder se puede meter sutilmente en el alma cuando pierdes tu conciencia en aras de un supuesto éxito. Es el poder que viene de haber puesto la propia vida en adoración a los que desvían de Dios el final total de las cosas, el uso de las criaturas para la propia gloria y no para la gloria de Dios. La tentación de querer usar las cosas para nuestra propia gloria y no para la gloria de Dios es sumamente peligrosa, porque además de que nuestro comportamiento puede ser incoherente son lo que Dios quiere para nosotros, lo primero que te desaparece es el sentido crítico ante las situaciones. ¿Por qué? Porque estas vendido a los criterios de la sensualidad, y quien está vendido no critica.

    Cuando nuestra conciencia se vende, cuando nuestra inteligencia y nuestra voluntad se vende dejan de criticar y todo lo que les den les parece bueno. ¿A quién me estoy vendiendo? Cada uno recibe su vida, sus amistades, sus personas, su corazón, su conciencia. ¿Dónde me encuentro sin el suficiente sentido crítico, para salir de una situación cuando contradices mi identidad cristiana?, porque ahí me estoy vendiendo, ahí estoy postrándome a Satanás aunque sean cosas pequeñas. ¿Dónde me he encadenado? ¿Hay en mi vida alguna tentación que no sólo me despoja del necesario sentido crítico ante las situaciones para juzgarlas sólo y nada más según Dios, sino que acaban sometiendo mis criterios a los criterios del mundo y por lo tanto, acaba cuestionando los rasgos de mi identidad cristiana?

    Cuántas veces cuando vienen las crisis a la fe son por esta tentación; cuando nos vienen los problemas de que si estaré bien donde estoy o estaría mejor en otra parte, es por venderse a una situación más cómoda, aun lugar que no te exija tanto, un lugar donde puedas adorarte a ti mismo. Es triste cuando uno lo descubre en su propia alma y es triste cuando uno lo descubre en el alma de los demás.

    Muchas veces es imposible penetrar en el alma porque ha perdido toda brújula, ha perdido todo el sentido crítico, ha perdido la capacidad de romper con el dinamismo del egoísmo, de la soberbia, de la sensualidad. Cuántos cambios podríamos tener de los que pensamos que ya no tenemos vuelta.

    Por último, el demonio lleva a Cristo. La tentación del templo es en la que Cristo desenmascara con la autenticidad de su vida, con la rectitud de intención, con la claridad de su conciencia la argucia del tentador. Esta tentación tiene un particular peligro. Los comentaristas que han siempre enfrentado esta tentación piensan: qué gracia tendría el de tirarse del pináculo del templo y que los ángeles te agarrasen. La idea central de esto es una exhibición milagrosa. Un señor se sube a la punta del templo y lo están viendo abajo, se tira y de pronto unos ángeles le cogen y lo depositaren el suelo. Todo mundo daría gloria a Dios, todos se convertirían inmediatamente. Es la tentación que tiene un particular delito porque ofrece la conciliación entre las pasiones humanas de mi yo con el servicio a Dios, con la gloria que se debe al Creador.

    Esta tentación que podríamos llamar de orgullo militantes es quizá la más sutil de todas. Es también la tentación que Cristo desenmascara en los fariseos cuando les dice: "les gusta ser vistos y admirados de la gente y que la gente les llame maestros... cuando oren no lo hagan como los hipócritas que oran en medio de las plazas para ser vistos por la gente, cuando oren enciérrate que tu Padre que ve en lo secreto te recompensará". Con qué perspicacia Nuestro Señor conocía el corazón humano que se puede enredar perfectamente, incluso en medio de la vida de oración, con el propio orgullo y egoísmo. Revisemos bien nuestra conciencia para ver si esta tentación no se ha metido en nuestras vidas.

    Recordemos que nuestra vida sólo tendrá un auténtico sentido cristiano en la medida en que aceptemos a Cristo vencedor de la tentación del pan, de los reinos y del templo.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • . Cipriano Sánchez LC 

    EL AYUNO Y ABSTINENCIA EN LA CUARESMA



    AYUNO Y ABSTINENCIA EN LA CUARESMA

    ¿Qué es la Cuaresma?

    La Cuaresma es un período de cuarenta días reservado a la preparación de la muerte y resurrección de Jesús durante la Semana Santa. 

    Desde el siglo IV se manifiesta la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia.

    La ley del ayuno obliga a hacer una sola comida durante el día, pero no prohíbe tomar un poco de alimento por la mañana y por la noche. La ley del ayuno obliga a todos los mayores de edad hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve años. Son días de ayuno y abstinencia el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.

    La ley de la abstinencia prohíbe el uso de carnes, pero no el uso de huevos, lacticinios y cualquier condimento a base de grasa de animales. La ley de la abstinencia obliga a los mayores de  catorce años. Son días de abstinencia los viernes de Cuaresma.

    Estas mortificaciones mínimas de ayuno y abstinencia deben ser completadas por cada uno según las personales necesidades y exigencias espirituales.

    La Cuaresma no es sólo tiempo de mortificación. Es, además, tiempo de retiro espiritual en el que la meditación y la oración personal deben ser intensificadas para lograr la renovación espiritual que se anhela conseguir durante este tiempo.


    EL AYUNO que Dios quiere

    Que no hagas gastos superfluos.
    Que tus inversiones las pongas en el banco del tercer mundo y en la cuenta corriente de los pobres.
    Que prefieras pasar tú necesidad antes que la padezca el hermano.
    Que ofrezcas tu tiempo al que lo pida.
    Que prefieras servir a ser servido.
    Que tengas hambre y sed de justicia.
    Que te comprometas en la lucha contra toda marginación.
    Que veas en todo hombre a un hermano.
    Que veas en el pobre y en el que sufre un sacramento de Cristo.
    Que esperes cada día una nueva humanidad.

    LA ABSTINENCIA que Dios quiere

    Que no seas esclavo del consumo, los juegos, las modas.
    Que te abstengas de tanta televisión y de tanto DVD..
    Que frecuentes menos bares, discotecas y lugares parecidos.
    Que no seas esclavo del sexo ni de nada.
    Que te abstengas de toda violencia.
    Que respetes todo ser vivo.
    Que te abstengas de palabras ociosas y necias.
    Que te alimentes de la palabra de Dios.
    Que comas la carne de Dios.
    Que ofrezcas al Señor estar menos tiempo conectado a Internet durante Cuaresma (navegación, redes sociales, etc)
    Que ofrezcas al Señor utilizar sólo lo imprescindible el teléfono móvil o enviar menos SMSs.

    Recomendación: Preséntale al Señor una lista de propósitos para esta Cuaresma con el fin de esforzarte por quitarte defectos y ser mejor persona y estar más cerca del Señor.

    EL EVANGELIO DE HOY: 09.03.2014 - PRIMER DOMINGO DE CUARESMA

    utor: P. Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net
    ¿Cómo nos tienta el demonio?
    Mateo 4, 1-11. 1er. Domingo de Cuaresma. ¿Te fijas en que Cristo fue tentado, y no te fijas en que Cristo venció la tentación?
     
    ¿Cómo nos tienta el demonio?
    Del santo Evangelio según san Mateo 4, 1-11

    Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes». Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna». Jesús le dijo: «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios». Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras». Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto». Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.

    Oración introductoria

    Señor, quiero ser tu discípulo misionero, por eso te pido tu gracia para no caer en la tentación. Necesito de un cambio interior, quiero vivir para Ti y entregarme a trabajar por tu Reino. ¡Abre en esta oración las puertas de mi corazón! ¡Ayúdame a escucharte!

    Petición 

    Señor, concédeme saber escuchar tu Palabra y hacerla vida en mi vida.

    Meditación del Papa

    Se puede conocer todo, se puede tener ciencia de todo y de esta luz sobre las cosas. Pero la luz de Jesús es otra cosa. No es una luz de la ignorancia, ¡no!, es una luz de conocimiento y sabiduría, pero es diferente de la luz del mundo. La luz que nos ofrece el mundo es una luz artificial, fuerte -quizás más fuerte es la de Jesús ¡eh!- fuerte como los fuegos artificiales, como el flash de las fotografías. Sin embargo la luz de Jesús es una luz suave, es una luz tranquila, es una luz de paz. La luz de Jesús no hace espectáculo, es una luz que viene al corazón. El diablo muchas veces viene disfrazado de ángel de la luz: a él le gusta imitar a Jesús y se simula bueno, nos habla tranquilamente, como ha hablado a Jesús después del ayuno en el desierto. Por esto hay que pedir la sabiduría del discernimiento para conocer cuándo es Jesús que nos da la luz y cuándo es el demonio disfrazado de ángel de la luz. (S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2013, homilía en misa matutina en la capilla de Santa Marta). 

    Reflexión

    Dos amores quisieron construir dos ciudades -escribe san Agustín en su famosa obra teológica "De Civitate Dei"-: el amor de Dios hasta el desprecio del mundo y de sí mismo, y el amor del mundo y de sí mismo hasta llegar al desprecio de Dios”. Ésta es la historia de cada ser humano, de cada uno de nosotros: o escogemos a Dios y renunciamos a todo lo demás –al pecado, al egoísmo, a los vicios del mundo-, o nos preferimos a nosotros mismos hasta negar y rechazar a Dios. Como aquellos hombres que quisieron construir la torre de Babel para escalar al cielo y destronar a Dios.

    Esto es lo que nos enseña el Evangelio de hoy, con el que iniciamos este período litúrgico de la Cuaresma: las tentaciones de Jesús en el desierto.
    En los ejercicios espirituales se presenta esta meditación como "las dos banderas": la bandera de Cristo está representada en las bienaventuranzas y en el Sermón de la montaña, que acabamos de meditar hace apenas dos domingos; y la bandera de Satanás, cuyo programa de vida se resume en las tentaciones.

    Jesucristo nuestro Señor, a pesar de ser Dios, no quiso verse libre de las tentaciones porque quiso experimentar en su ser todas las debilidades de nuestra naturaleza humana y poder, así, redimirnos: "Se hizo semejante a nosotros en todo, excepto en el pecado –nos dice la carta a los hebreos (Hb 4, 15)- para poder expiar los pecados del mundo". Pero no sólo. Además, padeciendo la tentación, quiso darnos ejemplo de cómo afrontarlas y vencerlas. Nos consiguió la gracia que necesitábamos y nos marcó las huellas que nosotros debemos seguir para derrotar a Satanás, como Él, cuando se presente en nuestra vida.

    San Agustín, en efecto, nos dice: "El Señor Jesucristo fue tentado por el diablo en el desierto y en Él eras tú también tentado. Cristo tenía de ti la condición humana para sí, y de sí la salvación para ti; tenía de ti la muerte para sí y de sí la vida para ti; tenía de ti ultrajes para sí, y de sí honores para ti. Y también tenía de ti la tentación para sí, y de sí la victoria para ti. Si en Él fuimos tentados, en Él venceremos al diablo. ¿Te fijas en que Cristo fue tentado, y no te fijas en que Cristo venció la tentación? Reconócete, pues, a ti mismo tentado en Él, y reconócete también a ti mismo victorioso en Él. Hubiera podido impedir la acción tentadora del diablo; pero entonces tú, que estás sujeto a la tentación, no hubieras aprendido de Él a vencerla".

    ¿Y cuál ese ejemplo que Cristo nos dejó para que nosotros aprendamos de Él? El Evangelio de hoy es sumamente elocuente y pedagógico en este sentido. Veámoslo.

    Ante todo, el demonio es un hábil oportunista que sabe sacar el mejor partido de las ocasiones peligrosas y de nuestras debilidades. Después de que nuestro Señor había ayunado cuarenta días y cuarenta noches –en la Biblia el número cuarenta es simbólico, y quiere decir "bastante tiempo", un tiempo de plenitud y perfección- el demonio lo tienta por el lado débil: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan".

    Siempre juega con premeditación, alevosía y ventaja. Y, además, quiere que Jesús use sus poderes divinos para satisfacer sus propias necesidades personales; o sea, quiere que cambie e invierta el plan de Dios para poner a Dios a su servicio y comodidad.

    Pero nuestro Señor no se deja vencer. Él no dialoga ni un instante con el tentador ni se pone a considerar si esa propuesta es buena o interesante... No. Jesús rompe enseguida, y usa como único argumento la Palabra de Dios: "Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".

    El segundo asalto de Satanás: la vanagloria, la ostentación, la búsqueda de triunfos fáciles y rápidos. El demonio quiere que Jesús use ahora su poder para impresionar y "apantallar" a toda la gente. Si se tira del pináculo del templo y los ángeles de Dios lo recogen en sus manos, todo el mundo sabrá que de verdad Él es el Hijo de Dios y quedará conquistado en un instante.

    Pero Jesús vuelve a ser tajante con el tentador y de nuevo usa como arma la Palabra de Dios: "También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios". Está claro que Dios puede hacer lo que quiera, porque es Omnipotente, pero Cristo sabe que no debe "obligarle" a actuar de determinada manera haciéndole peticiones inoportunas que no están dentro de su plan de salvación.

    Tercer asalto: la ambición del poder, la apostasía, el tratar que Jesús renuncie a la total dependencia de Dios. El demonio lo lleva ahora a una montaña altísima y le muestra todos los reinos del mundo y su esplendor, y le dice: "Todo esto te daré si te postras y me adoras". ¡Esta tentación era mucho más terrible, insolente y descarada que las dos anteriores!
    Así es siempre Satanás. Primero se insinúa y provoca con una hábil y sutil estratagema; luego es un poco más atrevido; y después, cuando ve que Jesús ha resistido los primeros intentos, se vuelve tremendamente avasallador y descarado.

    Diríamos que esta vez "va por todas" con tal de vencer. Es su última oportunidad y va a poner todas sus baterías para hacer caer a Jesús. Ahora pretende que Jesús se postre a sus pies y lo adore. Tal cual. ¡Tamaña desfachatez! Si algo no podía hacer Jesucristo era precisamente eso: ir en contra de Dios, sucumbir al pecado de idolatría. Eso fue lo que hizo Luzbell cuando cedió a la tentación de rebeldía contra Yahvé: "¡No lo serviré!". Y ahora quiere que Jesús haga otro tanto...

    Pero nuestro Señor tampoco va a ceder esta vez. Si ahora es más descarado y frontal el ataque del enemigo, Jesús también se vuelve ahora mucho más enérgico y radical con el tentador: "¡Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo darás culto!". Nuestro Señor pone por tercera vez el argumento de la Palabra de Dios y no se hace sofismas ni fáciles razonamientos para engañar su conciencia. Dios no se equivoca.

    Fijémonos en un detalle más: el demonio siempre usa la mentira y el engaño para tratar de seducirnos, y desafía nuestro orgullo y amor propio para que nos rebelemos. Las tres veces comienza la tentación con esta provocación: "Si eres Hijo de Dios..." y promete unos reinos que no son suyos ni le pertenecen.

    Ésta es siempre la táctica de Satanás. Fue lo que hizo con nuestros primeros padres en el paraíso. Y ésta es la "psicología" de la tentación y de la caída. Aprendamos muy bien la lección y no permitamos jamás que el demonio nos aparte de Dios. Vigilemos y oremos para no caer en la tentación. No juguemos con el tentador. Seamos tajantes. Y con el arma segura de la Palabra de Dios –o sea, con la Sagrada Escritura, el Evangelio, la enseñanza autorizada de la Iglesia y la voz de nuestros pastores y de nuestro director espiritual- no nos engañaremos y venceremos al enemigo. Permanezcamos al lado de Cristo y aprendamos de Él para ser buenos discípulos suyos.

  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 

    SANTO DOMINGO DE SAVIO, 6 DE MAYO



    Autor: P. Alejandro Pujalski S.D.B. 
    Domingo Savio, Santo
    Adolescente Santo, 6 de Mayo


    Martirologio Romano: En Mondonio, en el Piamonte, santo Domingo Savio, que, dulce y jovial desde la infancia, todavía adolescente consumó con paso ligero el camino de la perfección cristiana.

    Etimología: Domingo = Aquel que es consagrado al señor, es de origen latino.

    Fecha de canonización: 12 de junio de 1954 bajo el pontificado de Pío XII

    PATRONO de:
    . Niños y Adolescentes
    . Niños Cantores 
    . Estudiantes 
    . Monaguillos 
    . Mamás Embarazadas

    Nace en Riva de Chieri, Italia, en la humilde casita de los esposos Carlos y Brígida, el 2 de abril de 1842. Al año siguiente toda su familia se traslada a las colinas de Murialdo. Es un niño del pueblo, nacido en una familia profundamente cristiana y joven, pobre y repetidamente probada. 

    El 8 de abril de 1849 hace su Primera Comunión. Muy temprano, vestido de fiesta, Domingo se dirige a la Iglesia parroquial de Castelnuovo. Es el primero en entrar al templo y el último en salir. Aquel día fue siempre memorable para él. Arrodillado al pie del altar, con las manos juntas y con la mente y el corazón transportados al cielo, pronuncia los propósitos que venía preparando desde hacía tiempo: "Propósitos que yo, Domingo Savio, hice el año de 1849, a los siete años de edad, el día de mi Primera Comunión:

    1. Me confesaré muy a menudo y recibiré la Sagrada Comunión siempre que el confesor me lo permita. 
    2. Quiero santificar los días de fiesta. 
    3. Mis amigos serán Jesús y María. 
    4. Antes morir que pecar”. 
    Estos recuerdos fueron la norma de todos sus actos hasta el fin de su vida. 

    El 2 de octubre de 1854 conoce a Don Bosco. Este santo sacerdote lo guiará por el camino de la santidad juvenil, convirtiéndose en su padre, maestro y amigo. Lo lleva a estudiar a Turín. Tiene en ese momento12 años y medio. Allí pasa su adolescencia, viviendo como pupilo con los muchachos pobres que el mismo Don Bosco recoge en su Oratorio. 

    El 1 de marzo de 1857 su delicada salud se agrava. El médico aconseja que vaya a su casa y allí se reponga. Al despedirse de Don Bosco y de sus compañeros les dice: “Nos veremos en el paraíso”. Intuía que muy pronto iba a morir.

    Efectivamente, el 9 de marzo, postrado en la cama, en un momento se incorpora y le dice a su papá que lo asiste: “Papá, ya es hora”, y va repitiendo las oraciones de los moribundos que entre sollozos lee el papá. Luego parece adormecerse. Pasados algunos minutos entreabre los ojos y con voz clara y sonriente exclama: “Adiós, querido papá, adiós. ¡Oh, qué hermosas cosas veo!”, y expira con las manos juntas sobre el pecho, tan dulcemente que su padre cree que se adormece de nuevo. Tenía 14 años y 11 meses.

    A los dos años de su muerte Don Bosco escribe un librito narrando la vida de este su querido alumno. De los hechos allí narrados son testigos todos sus compañeros; pero lo que no todos ellos conocen bien son las grandes motivaciones de la fe que orientaron la vida de Domingo Savio, cosa que sí conoce Don Bosco, ya que lo atendía en el sacramento de la Confesión y en la dirección espiritual. 

    ¡Adolescente santo, de sólo 15 años de edad! El primero que a tan corta edad, sin ser mártir, fue declarado santo por el Papa Pío XII el 12 de junio de 1954. En esa ocasión el mismo Papa dijo: “Con admiración se descubren en él los maravillosos caminos de la gracia, y una adhesión permanente y sin reservas a las cosas del cielo que su fe percibía con rara intensidad”. Su antecesor el Papa Pío XI dijo de él: “Pequeño, mejor aún, gran gigante del espíritu”.

    ¿Qué hizo de extraordinario este niño y adolescente para que la Iglesia lo eleve al honor de los altares y lo proponga como modelo de vida cristiana? 



    Veamos los rasgos de su santidad
    Perfil de su niñez: 

    Una vida en la presencia de Dios, a quien sentía vivo y presente en todo momento. Algunos ejemplos: Se levanta de la mesa y no quiere comer porque un invitado se sienta y empieza a comer sin rezar antes. Los domingos es el primero en llegar a la iglesia, y si la encuentra cerrada se arrodilla junto a la puerta para rezar, haya buen tiempo o esté nevando; y luego su mayor alegría es poder hacer de monaguillo en la santa misa; y su compostura durante la oración es objeto de admiración de los que lo ven: manos juntas, ojos fijos en el sagrario, absorto en la presencia de Jesús. Al recorrer solo y a pie, entre matorrales, los 18 kilómetros para ir diariamente a la escuela, un tío le pregunta: ¿No tienes miedo de ir solo? La respuesta de Domingo, de 10 años, no se hace esperar: “Yo no estoy solo; me acompaña el Ángel de la Guarda”.

    El amor personal a Cristo y a su Madre: Esta vida en la presencia de Dios es puesta en evidencia desde su temprana Primera Comunión, con aquel propósito que es la clave de otros tres: “Mis amigos serán Jesús y María”. Los otros tres los hizo como medios para mantener y acrecentar dicha amistad, y son el leit-motiv en sus momentos más importantes. Las lágrimas que vierte tienen su fuente en este precoz concepto del pecado: así por ejemplo pide perdón a su mamá en vísperas de su Primera Comunión; pide perdón cuando cree haber herido su amistad con Cristo por haber cedido ante la invitación de algunos compañeros a darse un baño en un arroyo, motivo por el que lloró repetidamente, y no cedió nunca más a otras invitaciones, como cuando lo invitaban a “hacerse la rabona” y no concurrir a la escuela. Por eso decide elegir a amigos que no le impidan mantener su amistad con Jesús y con la Virgen María.

    El cumplimiento heroico del humilde deber cotidiano: A sus padres no les daba sino “satisfacciones”. Para ir a la escuela recorría, con sus 10 años de edad, 18 kilómetros diarios, con cualquier tiempo. Domingo era un chico de recia voluntad, sostenida por la gracia de la amistad con Jesús y María. Don Bosco escribe: “Domingo no se ha hecho notorio en los primeros tiempos del Oratorio por cosa alguna, fuera de su perfecta docilidad y de una exacta observancia de las reglas de la casa…y una exactitud en el cumplimiento de sus deberes más allá de la cual no sería fácil llegar”. A este respecto, cierta vez sus compañeros pupilos notaron que Domingo faltaba en el almuerzo; lo buscaron en vano; le dijeron a Don Bosco, y él fue a la iglesia donde por la mañana había participado en la Misa y había comulgado, y allí lo encontró junto al altar, inmóvil, con los ojos fijos en el Sagrario desde hacía 7 horas; lo llamó por su nombre y nada, tuvo que tocarlo en el hombro para que se diera cuenta; y al enterarse de que ya estaban almorzando pidió humildemente perdón a Don Bosco por la trasgresión a las reglas de la casa.

    Con sus compañeros sobresale en dos actitudes: rechaza aprobarlos y seguirlos en sus comportamientos reprensibles; pero por otro lado irradia simpatía y “es la delicia de ellos”, a tal punto que acepta en lugar de quienes lo han acusado falsamente, un humillante castigo. Es decir: tiene firmeza unida a dulzura.



    Perfil de su adolescencia:
    La edad de la adolescencia: se caracteriza por la inestabilidad, que Domingo supo domarla a fuerza de dominio de sí mismo y de docilidad a las directivas de Don Bosco, y más que nada con su habitual recogimiento en Dios. Y las otras características propias de esta edad también las puso al servicio de su santidad de adolescente: afirmación de sí mismo, llamado a grandes horizontes, fervor de sentimiento. Esto se hace evidente en el exaltante descubrimiento y en el apasionado deseo de la santidad (“¡Yo quiero hacerme santo!”), en su viva ternura demostrada para con la Virgen María, como también con sus amigos más íntimos, en su voluntad de acción, de dominio, de construcción de alguna “obra” (funda la Compañía de La Inmaculada: grupo de compañeros buenos que se comprometen a ayudarse mutuamente y a ayudar a Don Bosco en la educación de los chicos del Oratorio, que los había artesanos rústicos y jóvenes burgueses y aristocráticos, chicos que se peleaban a pedradas, que faltaban a clase, que tenían costumbres de blasfemar, que con placer se entretenían con revistas pornográficas, que no se hacían problemas de tomar a golpes de puño y puntapiés a los otros, que se enfurecían por nada). En medio de éstos es como Domingo ha vivido y ha construido su santidad: con cuatro viajes diarios por las calles de Turín para ir a la escuela; con un Reglamento y un horario de Internado cristiano. En resumen, se halla inmerso en nuestro mundo moderno (aunque no hay todavía bicicletas y televisores), metido en todo aquello que aún hoy es la sustancia de la vida de un estudiante de 15 años. 

    Aparecen turbaciones y arranques bruscos, como el endurecimiento para consigo que sigue al descubrimiento de que la santidad es posible, las dudas de conciencia que lo llevan a querer confesarse cada tres o cuatro días, el ansia de penitencias extraordinarias (“¡para unirme –dice- a los sufrimientos de Jesús en la cruz!”). También aparece lo trágico de algunas circunstancias: el desgarrón hiriente de sus truncadas amistades, la alarma por su endeble salud, la dolorosa partida del Oratorio… Todo esto hace de Domingo un verdadero y simpático adolescente. Un santo “joven estudiante”.

    La presencia de un guía: La adolescencia es una etapa de conquista de la personalidad, a la vez que de gran necesidad de guía y formación individual. Domingo tuvo la suerte de encontrar un guía espiritual en Don Bosco y de saber aprovecharlo. Y así se encuentran la generosidad de un adolescente con la luz de un verdadero sacerdote amigo del alma. Cuando llegó al Oratorio leyó el cartel puesto sobre la puerta del cuarto de Don Bosco: “¡Denme almas, y llévense lo demás!”; y con espontaneidad le dijo: “Don Bosco, aquí se trata de un negocio, la salvación de las almas. Pues bien, yo seré la tela y usted será el sastre. Haga de mí un hermoso traje para el Señor”. A esta docilidad en dejarse guiar, atribuye Don Bosco la orientación de Domingo hacia su santidad de estudiante. En este contexto aparece la función decisiva de la Confesión frecuente. Así va descubriendo el misterio de la redención: Jesús es comprendido como el Salvador; María como La Inmaculada y La Dolorosa. Su alma y la de sus compañeros deben ser salvadas…a través del misterio de la cruz. 

    Su devoción a la Virgen María: La estadía con Don Bosco coincide con el acontecimiento mundial de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. Como santo “adolescente”, Domingo es el fruto de aquel 8 de diciembre de 1854. En ese día hace una confesión general, y delante del altar de la Inmaculada se consagra personalmente a Ella. De aquí en adelante ve a María con su rostro de “Inmaculada”, y su propósito de la Primera Comunión adquiere una nueva dimensión: “el pecado al que preferirá la muerte es ahora, de manera más precisa, la impureza”. Los esfuerzos heroicos de adolescente para conservar intacta su pureza, especialmente con el control de los ojos, se deben a su gran devoción hacia La Inmaculada vivida con espíritu caballeresco y con ardiente ternura. Había días que terminaba con dolor de cabeza, por el esfuerzo de controlar la curiosidad y no mirar cosas que perturbaban su alma limpia y ponían en peligro su amistad con Jesús y María, exponiéndolo a dejarse llevar por pensamientos y deseos impuros (tan comunes en esa edad). 

    También contempla a la Virgen con su rostro de “Dolorosa”: todos los miércoles hace la comunión en su honor y por la conversión de los pecadores; cada viernes se hace acompañar por algunos compañeros para rezar en la capilla la Corona de los Siete Dolores; más de una vez es visto en extática oración ante el altarcito del dormitorio, donde campea una imagen de la Dolorosa; cada sábado hubiera querido ayunar a pan y agua por Ella (Don Bosco no le permite esto último).

    Esta doble devoción es la inspiradora de su apostolado, especialmente en la Compañía de la Inmaculada, que exige de sus miembros una verdadera consagración de sí mismos a María.

    Algunos años después de su muerte se aparece a Don Bosco en uno de sus famosos sueños. Éste le pregunta: “Domingo, ¿qué es lo que más te consoló en el momento de tu muerte?”. Y la respuesta de Domingo: “La asistencia de la poderosa y amable Madre del Salvador”.

    Su amor a Jesús. La misa y la comunión cotidiana (cuyos efectos se prolongan a través de frecuentes visitas a la capilla que está junto al patio de juegos), enseñan a Domingo a considerarlo como Salvador de su alma y de la de sus compañeros. Su odio por el pecado crece a medida que comprende el precio que por él ha pagado Cristo y su Madre. Su espíritu de penitencia lo lleva a sufrir para asemejarse a Jesús, por ejemplo cuando es calumniado, cuando se cubre con una sola frazada en pleno invierno o pone piedritas entre las sábanas (al enterarse Don Bosco le prohíbe esta penitencia), cuando transforma sus sabañones en llagas, cuando se le suministran medicinas amargas… Su celo apostólico se ve alimentado en la misma fuente: quiere impedir o reparar el pecado porque arruina el fruto de la sangre de Cristo, y quiere hacer el bien a sus compañeros para asegurar el fruto de esta sangre divina. Este es el sentido de varias de sus intervenciones, como la de impedir el desafío a pedradas de dos compañeros, interponiéndose entre ellos con un crucifijo en la mano y pidiendo que arrojen la primera piedra contra él; el de narrar cosas edificantes o bien enseñar a hacer bien la señal de la cruz durante los tiempos de recreo... (su preocupación era atender de modo particular a los compañeros díscolos, a los recién llegados al Oratorio y a los solitarios, a los compañeros de clase con dificultades y a los enfermos).

    Obsesión por la santidad en la alegría: A partir de una predicación de Don Bosco sobre la santidad se desata en su alma una verdadera efervescencia. Realiza un gran descubrimiento: ¡Dios le quiere santo! Y da su explicación: “Yo quiero entregarme todo al Señor. Yo debo y quiero pertenecer todo al Señor”. Por un momento Domingo piensa imitar a los santos en sus prácticas de penitencia y en unas prolongadas y extraordinarias prácticas de piedad. Pero aquí interviene su guía espiritual Don Bosco: “Domingo, lo que Dios quiere de ti, como adolescente, es que cumplas siempre bien tus deberes de estudiante, trates de hacer el bien a tus compañeros y estés siempre alegre”. Y cosa maravillosa: este nuevo impulso de querer ser santo y de que es posible lograrlo, le proporciona una profunda alegría, y de tal modo la suscita que la alegría viene a definir esta santidad tan salesiana y juvenil: “Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres, haciendo bien las cosas que tenemos que hacer, porque Jesús lo quiere”.

    ¿Por qué este adolescente es Patrono de las mamás embarazadas?
    Estando Domingo en el Oratorio en Turín, un día le pide a Don Bosco que le deje ir a ver a su mamá porque está enferma. Don Bosco no sabe explicarse, pues nadie se lo había dicho, ni él mismo lo sabía; pero ante la insistencia de Domingo se lo permite. Al llegar cerca de la casa los familiares le quieren impedir que entre a ver a su mamá, pues está luchando por dar a luz a un nuevo hijo y corre grave peligro de morir en el intento. Domingo no hace caso y entra, se arroja sobre la mamá, la abraza, la besa y disimuladamente deja sobre el pecho de ella un escapulario de la Virgen María. Regresa después al oratorio y se presenta a Don Bosco para agradecerle el permiso y para decirle que su madre está perfectamente bien. Efectivamente la mamá pudo dar a luz sin ningún problema a su hijito. Todos vieron que esto fue un milagro. La mamá conservó este escapulario. Y lo prestaba a las vecinas y a las mismas hermanas de Domingo cuando tenían dificultades en el embarazo. Los médicos, enterados, lo recomendaban a sus pacientes. Fueron muchas las gracias conseguidas con aquel milagroso escapulario.

    Se lo puede adquirir en las librerías y/o santerías salesianas, con la imagen del Patrono Domingo Savio, junto con la oración y la historia detallada de este milagro.

    El 9 de marzo se recuerda el nacimiento al cielo de Santo Domingo Savio, siendo el 6 de mayo la fecha fijada para la celebración litúrgica de su fiesta.

    Además de la Vida de Domingo Savio escrita por Don Bosco, hay abundante bibliografía y estudios sobre este adolescente santo. Hay libritos escritos para niños, para adolescentes, para educadores, para todos. Los que no lo conocen se van a sorprender de su santidad extraordinaria viviendo lo ordinario de su vida de estudiante cristiano.

    ORACIÓN A SANTO DOMINGO DE SAVIO POR LA ESPERA DE UN HIJO


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