viernes, 10 de enero de 2014

EL PAÑUELO DE LA VIRGEN MARÍA


EL PAÑUELO DE LA VIRGEN MARÍA


Arrodillada frente a la cruz esta mujer a quien llamaban María, una y mil veces me pasaba por su rostro helado, pálido, casi blanco. Yo absorbía sus lágrimas que, primero lentamente y luego como una cascada, vertían sus ojos. No pude con mi genio. Con sutileza, aproveché el viento que comenzaba a correr suavemente y me solté de la mano de esta mujer tan angustiada. Caí al suelo para ver si lograba entender lo que ocurría y vi el rostro del que llamaba Hijo... sí el de la cruz... ¡no, no! Esto no es para mí ¿qué cosas habrá hecho este reo para merecer tanto castigo? Mucho he visto en mi vida, pero jamás un rostro que no parecía rostro. No comprendo cómo esta mujer decía que era su Hijo. ¿Cómo lo reconoció? ¿Estaría segura que era éste? Porque se podría decir que el madero que lo sostenía y Él eran uno solo. ¿Cómo puede una madre soportar tanta crueldad?

No me importó que me estrujara entre sus manos, que me mordiera hasta sacarme un trozo de tela. Más que pena y rabia, ella sentía un profundo dolor. 

Sus amigos sostenían su cuerpo frágil,  la consolaban, la miraban, pero no había palabras que pudieran calmarla.

Jamás olvidaré sus ojos que, a pesar del llanto, destilaban tanto amor.

Sólo soy un pañuelo, un retazo de tela que ella misma bordó, lavado muchas veces y secado a la sombra o a pleno sol. Quisiera ayudar a esta madre tierna que tiene en sus brazos a su Hijo, que dicen es Dios.

Aún estoy en sus manos, pero no me estruja mientras llora en silencio. Ya no siento su dolor, estoy más tranquilo, diría que me siento en paz. Es que ahora sus manos me deslizan suavemente sobre el rostro inerte del que llaman... el Señor.

¿Qué pasa? Estoy suavemente perfumado, siento calma apoyado sobre este rostro y en cada caricia que doy, descubro que el que acaricia no soy yo...

Soy un pañuelo bendito por las manos de una madre y de su Hijo el Señor... ¡No! No me laven por favor. Llevo el perfume de Cristo y el llanto de María, quiero quedarme en sus manos para poder llorar yo... 

PRIORIDADES


PRIORIDADES


Si supieras que hoy es el último día de tu vida, ¿cuánto tiempo dedicarías a cosas que no significan nada en el contexto de la eternidad? 

Los minutos se tornarían sumamente valiosos, por lo que optarías por emplearlos en lo que es más importante para ti. Las cosas del mundo te parecerían vanas, te resultarían casi ofensivas. 

Desearías manifestar amor a quienes quieres más entrañablemente y te asegurarías de que supieran cuánto significan para ti. 

Te dedicarías a subsanar todo lo que hiciste mal y a reconciliarte con quienes has tenido alguna diferencia. 

Si alguna vez has visto la muerte cara a cara o has convivido con un ser querido que padecía una enfermedad letal y te diste cuenta de cómo cambió por completo su orden de prioridades, ya me entiendes. En esos momentos, todo se vuelve sumamente claro. Lo único que reviste importancia es el amor. 

La felicidad y la alegría que Jesús puede darnos no tienen punto de comparación con lo que el mundo nos ofrece. 

Él nos da alegría, paz, amor, satisfacción, conocimiento, verdad... El mundo no tiene forma de competir con Él en esos aspectos. Se requiere cierta disciplina mental y física para aprender a valorar esas cosas más que las imágenes, los sonidos, los sabores y los placeres del mundo. Se trata de satisfacer el corazón y la mente más que los cinco sentidos. En última instancia, eso es lo único que el mundo puede darnos: una satisfacción temporal por medio de la vista, el oído, el olfato, el paladar y el tacto. Más allá de eso, no hay nada en el mundo que pueda satisfacer las ansias del alma. Solo Jesús puede. Él es la solución. Pero mientras sigamos procurando que las cosas de este mundo nos satisfagan y nos hagan felices, no encontraremos la verdad (1 Juan 2:15-17). 

Nuestra alma recibe de Dios su personalidad. Fue concebida para que Él la llenara. El peligro al que nos enfrentamos todos es el de llenar nuestra alma de mezquinas ambiciones y de nuestra miope concepción de lo que es sentirnos realizados, sin dejar espacio para la obra que debe realizarse en nosotros. 

ORACIÓN PARA SER MISERICORDIOSO


ORACIÓN PARA SER MISERICORDIOSO  
Escrita por santa María Faustina 


“Oh Señor, deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti. Que este supremo atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.
Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. (...)
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo (...)
Que Tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí” (Diario, 163).

DE LA VERGUENZA AL PERDÓN


Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
De la vergüenza al perdón
Sólo el enfermo que descubre su mal acude al médico. Sólo quien reconoce sus miserias invoca a Dios para pedir misericordia.

De la vergüenza al perdón

Hay momentos en los que miramos, en serio, el fondo de nuestras almas. Descubrimos, entonces, luces y sombras, generosidad y egoísmo, justicia y traiciones. Las zonas claras no eliminan el peso y la pena que nos produce descubrir zonas oscuras. 

Al ver zonas negativas, al reconocer nuestro pecado, sentimos una pena intensa. Surge un sincero sentimiento de vergüenza. Hacemos propias palabras como las escritas por un Papa, Pablo VI, desde lo más íntimo de su corazón, al reconocer que su vida estaba "cruzada por una trama de míseras acciones, que sería preferible no recordar, son tan defectuosas, imperfectas, equivocadas, tontas, ridículas (...). Pobre vida débil, enclenque, mezquina, tan necesitada de paciencia, de reparación, de infinita misericordia" (Pablo VI, "Meditación ante la muerte"). 

Sí: hay hechos que quisiéramos no recordar. Hay cobardías que nos apartaron del hermano. Hay avaricias que impidieron a nuestras manos compartir el pan y el dinero con quien lo necesitaba verdaderamente. 

Cuando el dolor es sincero y sano, cuando llega a ser un arrepentimiento auténtico y humilde, somos capaces de abrir el alma y presentarla a un Dios que desea simplemente una cosa: derramar en nosotros el bálsamo de su misericordia.

Entonces caminamos desde la vergüenza hacia el perdón. Sólo el enfermo que descubre su mal acude al médico. Sólo quien reconoce sus miserias invoca a Dios para pedir, de rodillas, misericordia. 

La respuesta del Padre, lo sabemos, es una: su Hijo en una Cruz que perdona los pecados, que destruye egoísmos, que supera injusticias, que devuelve paz a los corazones, que abre las puertas de los cielos en el sacramento de la confesión. 

Con su Sangre derramada quedan borrados los pecados del mundo. Basta simplemente con ponerse, como mendigos de misericordia, a sus pies, para decirle: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!" (Lc 18,13). 

EL EVANGELIO DE HOY: 10.01.2014

Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
Curación de un leproso
Lucas 5, 12-16. Navidad. Lo único que necesitas es acercarte humildemente a Cristo y pedírle lo que necesitas.
 
Curación de un leproso
Del santo Evangelio según san Lucas 5, 12-16


Y sucedió que, estando en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra que, al ver a Jesús, se echó rostro en tierra, y le rogó diciendo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme». El extendió la mano, le tocó, y dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante le desapareció la lepra. Y él le ordenó que no se lo dijera a nadie. Y añadió: «Vete, muéstrate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación como prescribió Moisés para que les sirva de testimonio». Su fama se extendía cada vez más y una numerosa multitud afluía para oírle y ser curados de sus enfermedades. Pero él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba.

Oración introductoria

Señor, vengo ante Ti como el leproso del Evangelio. Estoy necesitado de tu gracia. Tócame y sáname de todas mis lepras, de mi egoísmo, de mi soberbia, de mi vanidad. Conviérteme en un verdadero cristiano.

Petición

Señor, que pueda corresponder a tu gracia amando a los demás.

Meditación del Papa Francisco

Abraham, tiene 99 años cuando el Señor le promete un hijo. En cambio, entra inmediatamente en la vida del leproso: Jesús escucha su oración, lo toca y aquí está el milagro.
El Señor decide involucrarse en nuestras vidas, en la vida de su pueblo. Abraham y el leproso. Cuando venga el Señor –dijo, no siempre lo hace de la misma manera. No existe un protocolo de la actuación de Dios en nuestra vida, no existe.
Una vez lo hace de una manera, otra vez lo hace de otra, pero siempre lo hace, siempre se da este encuentro entre nosotros y el Señor: El Señor siempre escoge el modo de entrar en nuestra vida. Muchas veces lo hace tan lentamente, que estamos en peligro de perder un poco de paciencia: "Pero, Señor, ¿cuándo?" Y oramos, oramos... Y no llega su intervención en nuestras vidas.
Otras veces, cuando pensamos en lo que el Señor nos ha prometido, es tan grande que somos un poco incrédulos, un poco escépticos. (S.S. Francisco, 28 de junio de 2013, Misa matutina en la capilla de Santa Marta).

Reflexión

Nadie hubiera pensado que curarse de la lepra fuera tan fácil. Lo único que precisó este enfermo, fue acercarse humildemente a Cristo y pedírselo. Él sabía que Cristo bien podía hacerlo. Además, cree con todo su corazón en la bondad del Maestro. Quizá por esto, es que se presenta tan tímido y sencillo a la vez: "Maestro, si quieres, puedes curarme". La actitud denota no sólo humildad y respeto, revela además, confianza...

La vida de muchas personas, y a veces la nuestra, se ve llena de enfermedades y males, sucesos indeseados y problemas de todos los tipos, que nos podrían orillar a perder la confianza en el Maestro, Buen Pastor. Quizá alguna vez, hemos pensado que Él nos ha dejado, que ya no está con nosotros; pues sentimos que nuestra pequeña barca ha comenzado a naufragar en el mar de la vida... Pero de esta forma, olvidamos que el primero en probar el sufrimiento y la soledad fue Él mismo, mientras padecía su muerte en la cruz. Y así, nos quiso enseñar que Dios siempre sabe sacar bienes de males, pues por esa muerte ignominiosa, nos vino la Redención.

La lección de confiar en Cristo y en su infinita bondad, no es esperar que nos quitará todos los sufrimientos de nuestras vidas. Sino que nos ayudará a saber llevarlos, para la purificación de nuestra alma, en beneficio de toda la Iglesia.

Propósito

Confiar siempre en la oración, no desesperarme, esperar los tiempos de Dios.

Diálogo con Cristo

Señor, cuántas veces me creo sano y no me doy cuenta de que estoy enfermo espiritualmente. ¡Cúrame Jesús! Que a semejanza del leproso del Evangelio, la experiencia de tu amor, me dé toda la luz para hacer un buen examen de conciencia y un firme propósito de enmienda al acercarme al sacramento de la reconciliación.

jueves, 9 de enero de 2014

PADRE PIO DE PIETRELCINA - En Español (audio) Pelicula Completa

EL TÍTULO DE "MONSEÑOR"

Autor: J. Beltrán-Madrid | Fuente: larazon.es
El título de «monseñor»
A partir de ahora, los sacerdotes diocesanos no se podrán llamar monseñor hasta que no cumplan 65 años, la Secretaría de Estado del Vaticano hizo este anuncio a los nuncios apostólicos de todo el mundo
 
El título de «monseñor»
El título de «monseñor»
El Santo Padre Francisco ha decidido frenar por el momento la concesión del título vaticano de «monseñor» a todos aquellos sacerdotes menores de 65 años.

Esta distinción se considera un honor papal que se otorga a los sacerdotes seculares, esto es, a aquellos que no pertenecen a una congregación religiosa como los claretianos o los franciscanos de manera honorífica, en tanto que en la mayoría de los casos son concedidos por el Santo Padre a partir de la propuesta de un obispo diocesano que busca agradecer a través de esta denominación una entrega del sacerdote en cuestión. O por el propio Papa, que busca así poner en valor a sus más estrechos colaboradores. Y es que, la figura del «monseñor» o «mi señor» se comenzó a dar a partir del siglo XIV para aquellos presbíteros que servían de manera ejemplar al papado.

Con este cambio institucional, Francisco continúa con la estela de reformas puestas en marcha por Pablo VI con dos motu proprio (Pontificalis Domus del 28 de marzo 1968 y Pontificalia Insignia del 21 de junio, 1968), que tiene como base el Concilio Vaticano II. Hasta entonces, la Iglesia católica contaba con un total de 14 grados diferentes, incluyendo prelados domésticos, cuatro tipos de protonotarios apostólicos, cuatro tipos de eunucos papales, y al menos cinco tipos de capellanes papales.

Desde la Pontificalis Domus, el título de monseñor se limita a tres órdenes de prioridad descendente: protonotario apostólico (del que se conservan dos tipos: de número o supernumerario), prelado de Honor de Su Santidad y capellán de Su Santidad. El título de Prelado de Honor y de Capellán de Su Santidad significa que, a partir de su concesión a través de la Secretaría de Estado, los nombres de los designados aparecerán en el Anuario Pontificio y se les permitirá utilizar el título de «monseñor», así como un atuendo específico: la sotana ribeteada en morado y el fajín, también morado.

La decisión del Santo Padre no se ha materializado a través de un nuevo motu proprio, sino que directamente ha dado orden a la Secretaría de Estado para congelar los nombramientos de protonotarios y prelados de honor en el día a día, como recoge el británico «The Telegraph». De esta manera, tan sólo se expedirá el título de «monseñor» en calidad de Capellán de Su Santidad, que se concederá con un mínimo de edad: a partir de los 65 años.

La «Instrucción sobre la atribución de distinciones honoríficas pontificias», proclamada por la Secretaría de Estado el 13 de mayo de 2001 dispone que el título podía ser concedido a sacerdotes del clero secular que hayan cumplido al menos 35 años de edad y 5 de sacerdocio (10 para los Eclesiásticos en el servicio diplomático de la Santa Sede y para los Oficiales de la Curia Romana). Para cada diócesis, el número total de monseñores no debía superar el 10% del clero.

El secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, comunicó la decisión del Santo Padre a los nuncios que a su vez informarán a los obispos del país donde están destinados para que éstos cesen las peticiones. La decisión tomada por el Obispo de Roma no tiene carácter retroactivo y aquellos sacerdotes que ya poseen el título de monseñor no lo perderán. Según recoge «La Stampa», el pasado 2 de enero, el Nuncio Apostólico en Gran Bretaña, Antonio Mennini, habría escrito a todos los obispos católicos británicos para informarles de esta novedad, confirmándoles que «los privilegios en este sentido» que ya han sido otorgado por el Pontífice a las «personas físicas o jurídicas» siguen en vigor.

Una vez más, Francisco aplica a la Iglesia universal una «receta» que ya utilizaba al frente de la diócesis de Buenos Aires. Y es que, durante los quince años que estuvo Jorge Mario Bergoglio al frente de la archidiócesis argentina, nunca solicitó a la Santa Sede distinción alguna para los sacerdotes de su área.

Con esto, el de «monseñor» no es el único título que Francisco ha retirado de la circulación. En junio se daba a conocer que el Papa no tenía la intención de nombrar a ningún «gentilhombre» más, el máximo título que podía recibir un laico católico desde la Santa Sede. Sustituían a los antiguos «camareros» papales y, aunque no forman parte del cortejo papal, ocupan un lugar importante en la asistencia en los ritos sacros.


Otros usos, sin título, del término «monseñor»

En el antiguo Reino de Aragón, el término"mosén" -del catalán "mossén"-, se aplica a los clérigos en general y se daba a los nobles de segunda clase. En Ibiza es Monseny.

No todos los miembros de la Curia Romana reciben el título de monseñor y no todos aquellos que son monseñores pertenecen a la Curia pontificia. En algunos casos, a los vicarios episcopales se les llama monseñores, aunque algunos de ellos, no tengan el título papal.

Tradicionalimente en España y la América española los Obispos y arzobispos no se les intitula así. Aunque por contaminación de influencias exteriores se está extendiendo el llamar a un obispo o arzobispo con el apelativo de "monseñor", por influencia francesa e italiana. Aunque la fórmula de tratamiento apropiada es Excelencia o Excelentísimo y Reverendísimo Señor para arzobispos e Ilustrísima o Ilustrísimo y Reverendísimo Señor para obispos.

En Francia, Monseñor (francés monseigneur) fue un título que se daba en propiedad al delfín, y, por extensión o cortesía, a otros sujetos de alta dignidad, como príncipes, duques, pares o presidentes de consejos.

A partir de ahora, los sacerdotes diocesanos no se podrán llamar "monseñor" hasta que no cumplan 65 años. Por indicación del Papa Francisco, la Secretaría de Estado del Vaticano hizo este anuncio a los nuncios apostólicos de todo el mundo

CUANDO SE PIENSA


CUANDO SE PIENSA
por Hugo Wast 



Cuando se piensa que ni la Santísima Virgen puede hacer lo que un sacerdote.

Cuando se piensa que ni los ángeles ni los arcángeles, ni Miguel ni Gabriel ni Rafael, ni príncipe alguno de aquellos que vencieron a Lucifer pueden hacer lo que un sacerdote.

Cuando se piensa que Nuestro Señor Jesucristo en la última Cena realizó un milagro más grande que la creación del Universo con todos sus esplendores y fue el convertir el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre para alimentar al mundo, y que este portento, ante el cual se arrodillan los ángeles y los hombres, puede repetirlo cada día un sacerdote.

Cuando se piensa en el otro milagro que solamente un sacerdote puede realizar: perdonar los pecados y que lo que él ata en el fondo de su humilde confesionario, Dios obligado por su propia palabra, lo ata en el cielo, y lo que él desata, en el mismo instante lo desata Dios.

Cuando se piensa que la humanidad se ha redimido y que el mundo subsiste porque hay hombres y mujeres que se alimentan cada día de ese Cuerpo y de esa Sangre redentora que sólo un sacerdote puede realizar.

Cuando se piensa que el mundo moriría de la peor hambre si llegara a faltarle ese poquito de pan y ese poquito de vino.

Cuando se piensa que eso puede ocurrir, porque están faltando las vocaciones sacerdotales; y que cuando eso ocurra se conmoverán los cielos y estallará la Tierra, como si la mano de Dios hubiera dejado de sostenerla; y las gentes gritarán de hambre y de angustia, y pedirán ese pan, y no habrá quien se los dé; y pedirán la absolución de sus culpas, y no habrá quien las absuelva, y morirán con los ojos abiertos por el mayor de los espantos.

Cuando se piensa que un sacerdote hace más falta que un rey, más que un militar, más que un banquero, más que un médico, más que un maestro, porque él puede reemplazar a todos y ninguno puede reemplazarlo a él.

Cuando se piensa que un sacerdote cuando celebra en el altar tiene una dignidad infinitamente mayor que un rey; y que no es ni un símbolo, ni siquiera un embajador de Cristo, sino que es Cristo mismo que está allí repitiendo el mayor milagro de Dios.

Cuando se piensa todo esto, uno comprende la inmensa necesidad de fomentar las vocaciones sacerdotales.

Uno comprende el afán con que en tiempos antiguos, cada familia ansiaba que de su seno brotase, como una vara de nardo, una vocación sacerdotal.

Uno comprende el inmenso respeto que los pueblos tenían por los sacerdotes, lo que se refleja en las leyes.

Uno comprende que el peor crimen que puede cometer alguien es impedir o desalentar una vocación.

Uno comprende que provocar una apostasía es ser como Judas y vender a Cristo de nuevo.

Uno comprende que si un padre o una madre obstruyen la vocación sacerdotal de un hijo, es como si renunciaran a un título de nobleza incomparable.

Uno comprende que más que una Iglesia, y más que una escuela, y más que un hospital, es un seminario o un noviciado.

Uno comprende que dar para construir o mantener un seminario o un noviciado es multiplicar los nacimientos del Redentor.

Uno comprende que dar para costear los estudios de un joven seminarista o de un novicio, es allanar el camino por donde ha de llegar al altar un hombre que durante media hora, cada día, será mucho más que todas las dignidades de la tierra y que todos los santos del cielo, pues será Cristo mismo, sacrificando su Cuerpo y su Sangre, para alimentar al mundo.

LA EDAD MADURA


La edad madura


La edad madura no solo trae arrugas ,también trae experiencia por eso para uno, es más fácil hacer amigos verdaderos, sinceros y genuinos. 

Para un adulto que se relaciona , cuentan mucho los gestos, las palabras, los silencios. 

Para nosotros, por ejemplo, las lágrimas significan dolor, frustración, impotencia, etc., y nada más. Jamás serán cadenas que sujeten nuestra amistad. 

Las confidencias, las agradecemos como signo de confianza pero no permitimos que nos conviertan en cómplices. 

La amistad, mis queridos amigos, es una comunión de almas y espíritus , en la que se comparten confidencias ,puntos de vista, autobiografías , y sentires, por el puro placer de compartir. 

La amistad tiene otra perspectiva 

para nosotros, amamos lo que hacemos y es muy raro que nos engañemos, por esa razón somos mas selectivos a la hora de hacer amigos. Y no porque queramos, sino que, por la misma experiencia, encontramos a nuestros iguales, somos transparentes para los que son como nosotros.

Por eso el ciberespacio no nos limita, ya que sin querer damos con ellos. La amistad es el primer paso de la convivencia, hacemos amigos desde nuestra niñez , y con el transcurso de los años, estos han compartido una parte de nuestra vida, y así junto con los nuevos años, viene nuevos amigos. 

La amistad es el mejor remedio para la soledad, para la incomprensión, cuando éstas aparecen en nuestra vida, por alguna razón. 

Ya para finalizar, déjenme concluir con esta verdad, cuando se tienen amigos , jamás llegaremos a morir solos, porque muchos nos despedirán, y otros tantos nos estarán esperando.

LA DULCE PAZ


La dulce paz


En este mundo hay tantas personas llenas de amarguras y frustaciones que hacen sentir mal a todo el que tenga el infortunio de pasar por su lado.

No permitas que a ti te roben la paz, esa dulce quietud que concede Dios a los suyos y que tanto envidia el enemigo de las almas. Ninguna tormenta de ira satánica puede perturbar la calma del que está a cuentas con Dios.

Los impíos no pueden tener paz, las pasiones del corazón del hombre sin Dios son como furiosas tormentas, pero no importa cuán feroz sea la  tempestad, quien se vuelve a Jesús clamando: "¡Señor, sálvame!" encuentra quietud, una gracia maravillosa que aquieta las contiendas de la pasión humana y amor abundante en el que el corazón encuentra descanso.

¡Cuántas veces hemos acudido a nuestro Salvador en medio de una
tempestad abrumadora, y hemos sentido que nos ha tomado en sus brazos inundándonos de Su bendita paz! Una experiencia gloriosa que da testimonio de la verdad de Sus promesas: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en tí persevera". Isa. 26:3. Tomás de Kempis decía: "El que sabe mejor padecer tendrá mayor paz. Este es el vencedor de sí mismo y señor del mundo, amigo de Cristo y heredero del cielo".

"Reemplazaremos la violencia y la guerra con las armas más poderosas: El Amor y la Paz"

ORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO


ORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Te doy gracias Señor
Padre Santo, 
Dios Todopoderoso y eterno
porque aunque soy un siervo pecador
y sin mérito alguno,
has querido alimentarme 
misericordiosamente 
con el cuerpo y la sangre 
de tu hijo Nuestro Señor 
Jesucristo.

Que esta sagrada comunión
no vaya a ser para mi 
ocasión de castigo 
sino causa de 
perdón y salvación.

Que sea para mi armadura 
de fe, escudo de buena voluntad;
que me libre de todos mis vicios
y me ayude a superar 
mis pasionres desordenadas; 
que aumente mi caridad 
y mi paciencia 
mi obediencia y humildad,
y mi capacidad para hacer el bien.

Que sea defensa inexpungable
contra todos mis enemigos,
visibles e invisibles;
y guía de todos 
mis impulsos y deseos

Que me una más intimamente a ti,
único y verdadero Dios
y me conduzca con seguridad 
al banquete del cielo,
donde tu, con tu hijo
y el Espíritu Santo, 
eres luz verdadera,
satisfacción cumplida
gozo perdurable
y felicidad perfecta.

Por Cristo, Nuestro Señor

Amén


EMPIEZA EL AÑO NUEVO, SEÑOR, Y VUELVO A BUSCAR TU COMPAÑÍA



Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
Empieza el nuevo año, Señor, y vuelvo a buscar tu compañía
Tenemos las alforjas vacías y las vamos a ir llenando de cosas buenas, de cosas santas, de perdones y mucho amor.


Ya estamos en el mes de enero. 

Empieza el nuevo año, Señor, y vuelvo a buscar tu compañía. Hoy es jueves y de nuevo ante Ti, todavía un poco agitada de tanto correr, de tanto ajetreo, de tantos abrazos y felicitaciones,... unos alegres, otros... con las mismas penas y preocupaciones. Ya pasó todo y ahora vamos a empezar la "cuesta de enero". 

Ya se fueron las fiestas. Ya se fueron los abrazos, los bailes, el chocar de las copas, los convivios y el jolgorio. Supimos tener la excelancia en esos momentos de gozo. Ahora la excelancia nos tiene que acompañar en el trabajo y en el esfuerzo. 

Pero ahora las caras son serias, el entrecejo fruncido, los labios apretados y el andar cansino para subir "la cuesta de enero". 
El dinero se gastó y el bolsillo está vacío. Los buenos propósitos...¡cómo cuesta poderlos cumplir! levantarse temprano, no fumar, no comer golosinas, no extralimitarse en la bebida, ser amable, no irritarse por cualquier cosa, estar en paz, no criticar, hacer ejercicio, saludar con una sonrisa al vecino, ser generosos, trabajar con honestidad y buen ánimo, pagar deudas, etcétera, etcétera, y así este mes de enero, serio y formal, se nos antoja un Everest cuya cima es casi inalcanzable. Visto así es normal que esto nos desanime y nos desaliente pero hay que buscarle un truco, algo que nos de ánimo en el desaliento, algo que nos de fuerza para poder alcanzar la meta que nos propusimos. 

Al mirar el horizonte y juntar estos doce meses que nos esperan, si Tu nos das vida, nos sentimos abrumados, es demasiado. 

Es muy dificil, es verdad. Pero si pensamos: Solo por hoy...va a ser más fácil. El hoy, el ahora que es el presente nos da la fuerza que necesitamos. El plazo breve para vencer las tentaciones es más efectivo que la cadena de días en el mismo esfuerzo. Solo por hoy. Solo por este momento, solo en este momento si puedo hacerlo y lo voy a hacer. Así momento tras momento, día tras día. 

Y al llegar la noche, en la hora íntima de estar a solas con uno mismo, cuando realmente somos auténticos, repasar nuestro día que termina y hacer un buen balance. 

Si en el día caímos, si no tuvimos voluntad suficiente, pedirte Señor perdón y fuerzas para el nuevo día. Y así con el -SOLO POR HOY, el camino se allana, el sendero se endulza y pierde su aridez, nuestros pasos son más seguros y firmes en ese Hoy que será el mañana de días y meses que nos darán la victoria al cabo del año andado. 

Empezamos el año con las alforjas vacías y las vamos a ir llenando de cosas buenas, de cosas santas, de perdones, de sonrisas, de ternura, de generosidad, de alegría, de buenos modos, de fe, de ilusiones, de esperanza, de trabajo y de mucho amor. 

Con todo esto iremos caminando por el nuevo año y seguro que siempre, en los días de sol y en los días grises, tal vez de llanto, buscaremos en nuestra alforja y vamos a encontrar todo aquello que será vital para esos momentos y que nos darán la fuerza para ser felices con Tu bendición. 

Invítanos todos los dias a visitarte en la Eucaristía, frente a Ti, de rodillas ante en el Santísimo Sacramento, nuestro camino este año será lleno de alegría y paz. 

EL EVANGELIO DE HOY: 09.01.2014

Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
Jesús en la sinagoga de Nazaret
Lucas 4, 14-22, Navidad. Cristo usa todos los momentos para poder dar a conocer el mensaje de la salvación.
Jesús en la sinagoga de Nazaret
Del santo Evangelio según san Lucas 4, 14-22


En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos. Vino a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy». Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?» 

Oración introductoria

Padre bueno, yo también digo que «el Espíritu del Señor está sobre mí» porque desde mi bautismo me has regalado la gracia de ser morada del Espíritu Santo. Abre mi mente y mi corazón para que esta oración me dé la sabiduría para comprender, vivir y trasmitir tu verdad.

Petición

Espíritu Santo, hazme dócil a todas tus inspiraciones.

Meditación del Papa Francisco

En Nazaret todos esperaban a Jesús. Querían encontrarlo porque habían escuchado lo que Jesús había hecho en Cafarnaún y los milagros. Y cuando inicia la ceremonia le piden al huésped que lea el libro. Jesús lo hace y lee el libro del profeta Isaías que era un poco la profecía sobre Él y por ello concluye la lectura diciendo: Hoy se cumple esta escritura que ustedes han escuchado.
Después de una primera reacción positiva alguno movido por la polilla de la envidia comenzó a decir: "¿Dónde estudió éste? ¿No es el hijo de José? Y nosotros conocemos a toda su familia, ¿y en qué universidad estudió?".
Entonces pretendían que le hiciera un milagro: solamente después habrían creído. Ellos querían el espectáculo, pero Jesús no era un artista. Jesús no hizo milagros en Nazaret y subrayó la poca fe de quien pedía el "espectáculo" (S.S. Francisco, 2 de septiembre de 2013, Misa matutina en la capilla de Santa Marta)..

Reflexión

"Un profeta nunca es bien recibido en su propia casa" Estas palabras, Jesús las dice por la falta de fe de sus compatriotas. En esta ocasión se encuentra en casa. Según su costumbre, dice el pasaje, se levantó para leer en la sinagoga. Usa todos los momentos para poder dar a conocer el mensaje de la salvación que está por llegar. No quiere perder ninguna oportunidad para enseñarles a los hombres un poco más acerca de su Padre.

El Espíritu del Señor está sobre mí. Qué realidad de la vida de Cristo. Siempre ha sido movido por el Espíritu, es más, antes cualquier empresa importante en su vida precede un tiempo magnifico, y bien aprovechado, de oración. Momentos muy preciados en su vida. La oración en Jesús siempre toma un lugar predilecto. Él así lo vive y así nos lo enseña.

Propósito

No ser indiferente a la inspiración del Espíritu Santo que me impulsa a encontrarme con los demás.

Diálogo con Cristo 

Señor, te pido me des la gracia para guiarme en todo por el Espíritu Santo, que Él me inspire lo que debo pensar, lo que debo decir, lo que debo callar, lo que debo hacer, cómo debo obrar para procurar el bien de los hombres y el cumplimiento de mi misión. No puedo hacer nada sin la inspiración del Espíritu Santo, pongo en manos de María mi esfuerzo consciente y firme por trabajar y cooperar con Él sin límite ni reserva alguna. 

miércoles, 8 de enero de 2014

JESÚS SANA LAS HERIDAS


VISITA A SAN JOSÉ


VISITA A SAN JOSÉ

¡Oh castísimo esposo de la Virgen María, mi amantísimo protector San José! Todo el que implora vuestra protección experimenta vuestro consuelo. Sed, pues, Vos mi amparo y mi guía. Pedid al Señor por mí; libradme del pecado, socorredme en las tentaciones y apartadme del mal y del pecado. Consoladme en las enfermedades y aflicciones. Sean mis pensamientos, palabras y obras fiel trasunto de cuanto os pueda ser acepto y agradable para merecer dignamente vuestro amparo en la vida y en la hora de la muerte. Amén.

Jaculatoria.-¡Oh glorioso San José! Haced que sea constante en el bien; corregid mis faltas y alcanzadme el perdón de mis pecados.

EL AMOR ES CIEGO


El amor es ciego...


Cuentan que una vez se reunieron, en un lugar de la tierra, todos los sentimientos y las cualidades de los hombres.  Cuando el aburrimiento había bostezado por tercera vez, la locura – como siempre tan loca - les propuso: “¡Vamos a jugar a las escondidas!”.   

La intriga levantó la ceja, intrigada, y la curiosidad, sin poder contenerse, preguntó “¿A las escondidas? ¿Y cómo es eso?”.  “Es un juego”, explicó la locura, “en que yo me tapo los ojos y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden.  Cuando haya terminado de contar, el primero de ustedes al que encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego”. 

El entusiasmo bailó, secundado por la euforia;  la alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la duda, e incluso a la apatía, a la que nunca le interesaba nada.  Pero no todos quisieron participar.  La verdad prefirió no esconderse.  ¿Para qué?, si al final siempre la hallaban.  Y la soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo, lo que la molestaba era que la idea no hubiese salido de ella). 

Y la cobardía prefirió no arriesgarse. 

“Uno, dos, tres...”, comenzó a contar la locura.  La primera en esconderse fue la pereza, que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino.  La fe subió al cielo, y la envidia se escondió tras la sombra del triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir hasta la copa del árbol más alto. 

La generosidad casi no alcanzaba a esconderse.  Cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos.  ¿Que si un lago cristalino?  Ideal para la belleza.  ¿Que si la hendidura de un árbol?  Perfecta para la timidez.  ¿Que si el vuelo de la mariposa?  Lo mejor para la voluptuosidad.  ¿Que si la ráfaga del viento? Magnífica para la  libertad.  Así terminó ocultándose tras un rayito de sol.  El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio.  Ventilado, cómodo... pero sólo para él. 

La mentira se escondió en el fondo de los océanos (¡mentira! en realidad se ocultó detrás del arcoiris); y la pasión y el deseo, en el centro de los volcanes.  El olvido... se me olvidó dónde se escondió... pero eso no es lo más importante. 

Cuando la locura contaba 999,999, el amor aún no había encontrado un sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado... hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores. 

“¡Un millón!” – gritó la locura, y comenzó a buscar. Primero encontró a la pereza, a sólo tres pasos de una piedra.  Después escuchó a la fe, discutiendo con Dios en el cielo sobre zoología; a la pasión y el deseo los sintió en el vibrar de los volcanes.  En un descuido, encontró a la envidia y, claro, pudo deducir dónde estaba el triunfo...  Al egoísmo no tuvo ni que buscarlo: él solito salió disparado de su escondite ¡que había resultado ser un nido de avispas!.  De tanto caminar, sintió a la sed y, ya cerca del lago, descubrió a la belleza.  Y con la duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca, sin decidir todavía en qué lado esconderse. 

Así fue encontrando a todos.  Al talento, entre la hierba fresca; a la angustia, en una oscura cueva;  a la mentira, detrás del arcoiris... (¡mentira!, si ella estaba en el fondo del océano).  Y hasta al olvido... que ya se había olvidado que estaba jugando  a las escondidas, pero sólo el amor no aparecía por ningún sitio. 

La locura buscó detrás de cada árbol, en cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas y, cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal.  Tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando, de pronto, un doloroso grito se escuchó. 

Las espinas habían herido los ojos del amor.  La locura no sabía qué hacer para disculparse:  lloró, rogó, imploró, pidió perdón, y hasta prometió ser su lazarillo. 

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a las  escondidas en la tierra... 

...El amor es ciego y la locura siempre lo acompaña...

CONECTAR CON DIOS


Autor: P. Evaristo Sada LC | Fuente: la-oracion.com
Conectar con Dios
Don de Dios que sale a buscarnos y se desborda con aquellos que se detienen y se sientan a escucharle.

Conectar con Dios

Fui a un mercado de frutas y verduras: gente por todas partes, como en los aeropuertos. Un buen anciano salió de su puesto y vino a saludarme. Me dio a probar una de sus mandarinas. Me senté a conversar con él, de su vida, su familia, su salud, sus creencias, sus temores e ilusiones. Se interesó por las mías. Eligió con cuidado y cariño una buena variedad de frutas, las puso en una bolsa y me las dio para el camino. Nos abrazamos y nos despedimos. El anciano y yo conectamos, nuestro encuentro fue encuentro humano que no tuve con los cientos de personas con quienes me crucé por los pasillos del mercado. 

A Jesucristo le gusta salir al paso de las personas y detenerse con ellas. Se detiene con la mujer samaritana, con el joven rico, con Zaqueo, con Nicodemo, con el ciego de nacimiento, con la hemorroísa, con los dos de Emaús. No se hace de rogar, sino más bien mendiga nuestra atención: "Si alguno oye mi voz y me abre, cenaremos juntos." (Apoc 3,20) y si le damos tiempo, le damos acogida y le ofrecemos nuestro amor, nos conduce a la soledad y nos habla al corazón (cfr. Os 2,16) y se nos revela: "Si alguno me ama, yo le amaré, y me manifestaré a él." (Jn 14,21) 

La experiencia de Dios en esos encuentros va más allá del conocimiento intelectual, es un conocimiento de primera mano de orden sobrenatural. Cuando Dios nos concede la gracia de hacer la experiencia de su amor, es su presencia personal la que nos interpela. En palabras del Card. Ratzinger: "somos alcanzados por el dardo de la Belleza". Esto nos permite alcanzar un conocimiento más real y profundo de Él. Experimentamos confianza, seguridad, plenitud, misericordia, que no son simples sentimientos, sino certezas profundas, certezas de fe, experiencia del amor de una Persona; don de Dios que sale a buscarnos y se desborda con aquellos que se detienen y se sientan a escucharle. Pero andamos siempre de prisa... Las prisas, de cuánto nos perdemos por las prisas, especialmente en la oración. 

ORACIÓN

Cuando oramos, de eso se trata: de conectar con Dios. Orar es tomar conciencia de la presencia de Dios, detenernos con él, someternos a su atracción, dejarnos iluminar por él. Cuando oramos percibimos con la fe algo invisible que nos mueve, una fuerza espiritual dentro de nosotros. Es el Espíritu Santo. 

A la oración hay que ir abiertos, deseosos de encontrar a Dios, suplicándole con fuerza: "Entra a tu jardín" Señor (Cant 1,5), quiero estar contigo y escucharte: "Habla, Señor, que tu siervo escucha" (1 Sam 3,9), "Muéstrame tu rostro" (Cant 2,14). 

Todos los días, de una u otra forma, Dios sale a nuestro encuentro, como el anciano de la frutería. Podemos detenernos con Él y vivir la experiencia de un encuentro de fe y amor. Siempre saldremos de allí reconfortados y con una bolsa llena de provisiones, como Elías a quien Dios le mandó su ángel y le dijo: "Levántate y come porque el camino es demasiado largo para ti" (1 Re, 19,7) y con la fuerza de la gracia de Dios podremos reemprender el camino con ganas de volver a encontrarlo. 

"INSTRUCCIONES DIVINAS"


"INSTRUCCIONES DIVINAS"

Recuerdo que antes que yo naciera, estaba preocupado porque no conocía el mundo al que llegaría.

Entonces le pedí a Dios instrucciones para vivir en esta tierra.
Dios acercó su voz a mi oído y me dijo:

Sé como el sol. Levántate temprano y no te acuestes tarde.
Sé como la luna. Brilla en la oscuridad, pero sométete a la luz mayor.
Sé como los pájaros. Come, canta, bebe y vuela.
Sé como las flores. Enamoradas del sol, pero fieles a sus raíces.
Sé como el buen perro. Obediente, pero nada más a su Señor.
Sé como la fruta. Bella por fuera, saludable por dentro.
Sé como el día. Que llega y se retira sin alardes.
Sé como el oasis. Da tu agua al sediento.
Sé como el río. Siempre hacia adelante.
Sé como la luciérnaga. Aunque pequeña, emite su propia luz.
Sé como el agua. Buena y transparente.
Sé como José. Cree en tus sueños.
Sé como Lázaro. Levántate y anda.
Y sobre todas las cosas, Sé como el cielo: la morada de Dios.
Señor, no permitas que me quede donde estoy.
Ayúdame a llegar donde Tú quieres que yo esté.

DEJAR LIBRE


DEJAR LIBRE

Dejar libre no significa que deje de ocuparme. 
Quiere decir que no puedo hacerlo por otro. 
Dejar libre no es desentenderme, sino darme cuenta que yo no controlo a otro. 
Dejar libre no es capacitar, sino permitir que otro aprenda con las consecuencias naturales.
Dejar libre es admitir la importancia que significa que el resultado no esté en mis manos.
Dejar libre es no tratar de cambiar o culpar a otro, pues sólo puedo cambiarme a mí mismo. Dejar libre es no juzgar, sino permitir que otro sea un ser humano. 
Dejar libre es no estar en el medio arreglando todos los resultados, sino permitir que otros influyan en sus propios resultados. 
Dejar libre es no ser protector, es permitir que otro enfrente la realidad. 
Dejar libre no es negar, sino aceptar. 
Dejar libre es no sermonear, reprender o discutir, sino buscar mis propias faltas y corregirlas. Dejar libre es no ajustar todo a mis deseos, sino tomar cada día como viene y atesorar el momento. 
Dejar libre es no criticar y regular a cualquiera, sino tratar de convertirme en lo que sueño que puedo ser. 
Dejar libre es no lamentar el pasado, sino crecer y vivir por el futuro.
Dejar libre es temer menos y amar más. 
Dejar libre es permitir que el otro viva su libertad a través de la tuya para juntas convivir en perfecta armonía.

EL EVANGELIO DE HOY: 08.01.2014

Autor: Clemente González | Fuente: Catholic.net
Primera multiplicación de los panes
Marcos 6, 34-44. Navidad. Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo recibido en la misa sea nuestra fuerza para vivir una caridad y amor auténticos.
 
Primera multiplicación de los panes
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 34-44

Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. Era ya una hora muy avanzada cuando se le acercaron sus discípulos y le dijeron: «El lugar está deshabitado y ya es hora avanzada. Despídelos para que vayan a las aldeas y pueblos del contorno a comprarse de comer». El les contestó: «Dadles vosotros de comer». Ellos le dicen: «¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?» El les dice: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver». Después de haberse cerciorado, le dicen: «Cinco, y dos peces». Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos sobre la verde hierba. Y se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron. Y recogieron las sobras, doce canastos llenos y también lo de los peces. Los que comieron los panes fueron cinco mil hombres.

Oración introductoria

Señor, ten compasión de mí. Ayúdame a aprovechar bien este rato de oración, incrementa mi fe para que pueda descubrir el redil sobre el cual debo caminar. Multiplica mis dones para que, esperando y confiando en tu misericordia, crezca en mi amor a Ti y a los demás.

Petición

Señor, que sepa descubrir las necesidades espirituales de quien está más cerca de mí y busque resolverlas.

Meditación del Papa Francisco

La actitud de Jesús es totalmente distinta, y es consecuencia de su unión con el Padre y de la compasión por la gente, esa piedad de Jesús hacia todos nosotros: Jesús percibe nuestros problemas, nuestras debilidades, nuestras necesidades.
Ante esos cinco panes, Jesús piensa: ¡he aquí la providencia! De este poco, Dios puede sacar lo necesario para todos. Jesús se fía totalmente del Padre celestial, sabe que para Él todo es posible. Por ello dice a los discípulos que hagan sentar a la gente en grupos de cincuenta -esto no es casual, porque significa que ya no son una multitud, sino que se convierten en comunidad, nutrida por el pan de Dios.
Luego toma los panes y los peces, eleva los ojos al cielo, pronuncia la bendición -es clara la referencia a la Eucaristía-, los parte y comienza a pasar a los discípulos, y los discípulos los distribuyen... los panes y los peces no se acaban, ¡no se acaban!
He aquí el milagro: más que una multiplicación es un compartir, animado por la fe y la oración. Comieron todos y sobró: es el signo de Jesús, pan de Dios para la humanidad. (S.S. Francisco, 2 de junio de 2013)..

Reflexión

Una de las manifestaciones más amables y expresivas de la misión mesiánica de Jesús fue la multiplicación de los panes. Se compadece de la gente pues andan como ovejas sin pastor. Jesús está cerca de los que sufren, de los que lo buscan. No está alejado del pueblo, sino en medio de él. Como nuevo Moisés, da de comer a los suyos en el desierto. Su amor es concreto, va a las necesidades particulares de cada persona, porque a cada uno nos ama como a su único hijo.

No sólo da de comer sino además predica el Reino, alivia los sufrimientos anímicos y los corporales. Y a la vez evangeliza. Tenemos un modelo bien cercano: el de Cristo Jesús, tal como aparece ya en sus primeras intervenciones como misionero del Reino, y como seguirá a lo largo de todas las páginas del evangelio. Siempre atiende a los que sufren. Siempre tiene tiempo para los demás. Nunca pasa al lado de uno que sufre sin dedicarle su presencia y su ayuda. Hasta que al final entregue su vida por todos.

El amor es entrega. Dios entrega a su Hijo, Cristo Jesús que se entrega a sí mismo en la cruz. ¿Cómo es nuestro amor a los hermanos? ¿Somos capaces de entregarnos a los demás? O ¿una vez que se nos acaba el fervor sensible decrece el interés por los demás? Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo recibido en la misa sea nuestra fuerza y sostén para vivir una caridad y amor auténticos a nuestros hermanos.

Propósito

Hacer una visita a Cristo Eucaristía para contemplar y agradecer su amor y cercanía.

Diálogo con Cristo

Señor, gracias por enseñarme el camino que debo seguir: vivir la caridad en todo momento. Ayúdame a abrir mi corazón para deducir lo que puedo hacer por los demás, no con mis propios talentos, sino poniendo éstos en tus manos, para que los multipliques y pueda, así, convertirme en un auténtico discípulo y misionero de tu amor. 

CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA A LA DIVINA MISERICORDIA


CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA A LA DIVINA MISERICORDIA

Oh Dios Uno y Trino, fuente inextinguible de Vida que es la Luz de los hombres, Padre Creador, Hijo Redentor, Espíritu Santo Santificador!

Nuestra familia se postra ante ti en esta hora de dificultades para implorar tu Gran Misericordia, que brota del profundo piélago de tu Amor divino, surge en el Corazón Sacratísimo de Jesús y nos llega por la mediación universal del Inmaculado Corazón de María, tu Madre. A tu Misericordia divina deseamos consagrar hoy nuestras personas, nuestra familia y nuestra vida para que nunca dejes de mirarnos con benevolencia.
Mira, en primer lugar, el fondo de nuestro corazón contrito y humillado que reconoce sus errores e ingratitudes. Muéstrate indulgente ante la multitud de nuestras deudas y pecados personales y perdona la culpa y la pena que por ellos justamente hemos merecido. Acoge compasivo, los dolores y peticiones de nuestra familia para que, unidos firmemente en un mismo corazón, seamos fieles a tus mandatos de Amor y nuestro hogar sea un remanso de paz y virtud, que refleje constantemente el modelo de tu Sagrada Familia de Nazaret. Atiende benigno las peticiones que hacemos diariamente por nuestras necesidades materiales y espirituales. Envíanos tu Espíritu de Luz y Sabiduría infinitas para que viendo los pequeños sucesos de cada día con ojos de eternidad, seamos siempre fieles a la vocación que asignaste a cada uno de nosotros en tus designios misericordiosos, de modo que se haga realidad el deseo de tu Sagrado Corazón de reinar en y a través de nuestra familia. Jesús, confiamos en ti. Te encomendamos también mediante esta consagración a todas las autoridades de nuestro país y a los pastores de tu Iglesia para que por tu Misericordia tengan la luz y fortaleza necesarias que lleve a nuestra nación según los deseos de tu Sagrado Corazón, que son de paz y no de aflicción. Asimismo, queremos unir en este acto, nuestra
voluntad e intenciones a las que tuvo el Santo Padre el día 17 de agosto del 2002 en Polonia, al consagrar entonces el mundo a tu Divina Misericordia Todo esto te lo pedimos por medio del Corazón Inmaculado de María, para que haga llegar nuestra oración al Corazón Misericordioso de Jesús, en el seno
de tu Trinidad Beatísima.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal.
Tened Misericordia de nosotros, de nuestra nación y del mundo entero

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal.
Tened Misericordia de nosotros, de nuestra nación y del mundo entero

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal.
Tened Misericordia de nosotros, de nuestra nación y del mundo entero

martes, 7 de enero de 2014

MANTÉN LA BOCA CERRADA


MANTÉN LA BOCA CERRADA


Una rana se preguntaba como podía alejarse del clima del frío del invierno. Unos gansos le sugirieron que emigrara con ellos. Pero el problema era que la rana no sabia volar.

Dejádmelo a mi - dijo la rana -. Tengo un cerebro espléndido. Lo pensó y luego pidió a dos gansos que la ayudaran a recoger una caña fuerte, cada uno sosteniéndola por un extremo. La rana pensaba agarrarse a la caña por la boca.

A su debido tiempo, los gansos y la rana comenzaron su travesía. Al poco rato, pasaron por una pequeña ciudad y los habitantes de allí salieron para ver el inusitado espectáculo. Alguien preguntó: ¿A quien se le ocurrió tan brillante idea?

Esto hizo que la rana se sintiera tan orgullosa y con tal sentido de importancia que exclamó: ¡A MÍ!

Su orgullo fue su ruina, porque al momento en que abrió la boca, se soltó, cayó al vació y murió. 

Hay ocasiones en que la falta de humildad o el exceso de orgullo, pueden echar abajo planes excelentes.

LA DULZURA DE DIOS


LA DULZURA DE DIOS


Un cierto día, la profesora, queriendo saber si todos habían estudiado la lección solicitada, preguntó a los niños quién sabría explicar quién es Dios.

Uno de los niños levantó el brazo y dijo: Dios es nuestro Padre, Él hizo la tierra, el mar y todo lo que está en ella; nos hizo como hijos de Él. La profesora queriendo buscar más respuestas fue más lejos. ¿Cómo saben que Dios existe si nunca lo han visto?

La sala quedó toda en silencio. Pedro, un niño muy tímido, alzó la mano y dijo: Mi madre me dijo que Dios es como el azúcar en mi leche que ella hace todas las mañanas. Yo no veo el azúcar que está dentro de la taza de leche, pero si ella no pone el azúcar, la leche queda sin sabor. Dios existe y está siempre en medio de nosotros, sólo que no lo vemos. Pero si Él no está, nuestra vida queda sin sabor. La profesora sonrió y dijo: Muy bien Pedro, yo os he enseñado muchas cosas, pero tú, Pedro, me has enseñado algo más profundo 
que todo lo que yo ya sabía. Ahora sé que Dios es nuestra azúcar y que está todos los días endulzando nuestras vidas. 

Le dio un beso y salió sorprendida con la respuesta de aquel niño.

La sabiduría no está en el conocimiento, pues teorías existen muchas, pero dulzura como la de Dios no existe todavía ni en los mejores azúcares.

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