miércoles, 8 de enero de 2014

EL AMOR ES CIEGO


El amor es ciego...


Cuentan que una vez se reunieron, en un lugar de la tierra, todos los sentimientos y las cualidades de los hombres.  Cuando el aburrimiento había bostezado por tercera vez, la locura – como siempre tan loca - les propuso: “¡Vamos a jugar a las escondidas!”.   

La intriga levantó la ceja, intrigada, y la curiosidad, sin poder contenerse, preguntó “¿A las escondidas? ¿Y cómo es eso?”.  “Es un juego”, explicó la locura, “en que yo me tapo los ojos y comienzo a contar desde uno hasta un millón, mientras ustedes se esconden.  Cuando haya terminado de contar, el primero de ustedes al que encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego”. 

El entusiasmo bailó, secundado por la euforia;  la alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la duda, e incluso a la apatía, a la que nunca le interesaba nada.  Pero no todos quisieron participar.  La verdad prefirió no esconderse.  ¿Para qué?, si al final siempre la hallaban.  Y la soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo, lo que la molestaba era que la idea no hubiese salido de ella). 

Y la cobardía prefirió no arriesgarse. 

“Uno, dos, tres...”, comenzó a contar la locura.  La primera en esconderse fue la pereza, que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino.  La fe subió al cielo, y la envidia se escondió tras la sombra del triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir hasta la copa del árbol más alto. 

La generosidad casi no alcanzaba a esconderse.  Cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos.  ¿Que si un lago cristalino?  Ideal para la belleza.  ¿Que si la hendidura de un árbol?  Perfecta para la timidez.  ¿Que si el vuelo de la mariposa?  Lo mejor para la voluptuosidad.  ¿Que si la ráfaga del viento? Magnífica para la  libertad.  Así terminó ocultándose tras un rayito de sol.  El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio.  Ventilado, cómodo... pero sólo para él. 

La mentira se escondió en el fondo de los océanos (¡mentira! en realidad se ocultó detrás del arcoiris); y la pasión y el deseo, en el centro de los volcanes.  El olvido... se me olvidó dónde se escondió... pero eso no es lo más importante. 

Cuando la locura contaba 999,999, el amor aún no había encontrado un sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado... hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores. 

“¡Un millón!” – gritó la locura, y comenzó a buscar. Primero encontró a la pereza, a sólo tres pasos de una piedra.  Después escuchó a la fe, discutiendo con Dios en el cielo sobre zoología; a la pasión y el deseo los sintió en el vibrar de los volcanes.  En un descuido, encontró a la envidia y, claro, pudo deducir dónde estaba el triunfo...  Al egoísmo no tuvo ni que buscarlo: él solito salió disparado de su escondite ¡que había resultado ser un nido de avispas!.  De tanto caminar, sintió a la sed y, ya cerca del lago, descubrió a la belleza.  Y con la duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca, sin decidir todavía en qué lado esconderse. 

Así fue encontrando a todos.  Al talento, entre la hierba fresca; a la angustia, en una oscura cueva;  a la mentira, detrás del arcoiris... (¡mentira!, si ella estaba en el fondo del océano).  Y hasta al olvido... que ya se había olvidado que estaba jugando  a las escondidas, pero sólo el amor no aparecía por ningún sitio. 

La locura buscó detrás de cada árbol, en cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas y, cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal.  Tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando, de pronto, un doloroso grito se escuchó. 

Las espinas habían herido los ojos del amor.  La locura no sabía qué hacer para disculparse:  lloró, rogó, imploró, pidió perdón, y hasta prometió ser su lazarillo. 

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a las  escondidas en la tierra... 

...El amor es ciego y la locura siempre lo acompaña...

CONECTAR CON DIOS


Autor: P. Evaristo Sada LC | Fuente: la-oracion.com
Conectar con Dios
Don de Dios que sale a buscarnos y se desborda con aquellos que se detienen y se sientan a escucharle.

Conectar con Dios

Fui a un mercado de frutas y verduras: gente por todas partes, como en los aeropuertos. Un buen anciano salió de su puesto y vino a saludarme. Me dio a probar una de sus mandarinas. Me senté a conversar con él, de su vida, su familia, su salud, sus creencias, sus temores e ilusiones. Se interesó por las mías. Eligió con cuidado y cariño una buena variedad de frutas, las puso en una bolsa y me las dio para el camino. Nos abrazamos y nos despedimos. El anciano y yo conectamos, nuestro encuentro fue encuentro humano que no tuve con los cientos de personas con quienes me crucé por los pasillos del mercado. 

A Jesucristo le gusta salir al paso de las personas y detenerse con ellas. Se detiene con la mujer samaritana, con el joven rico, con Zaqueo, con Nicodemo, con el ciego de nacimiento, con la hemorroísa, con los dos de Emaús. No se hace de rogar, sino más bien mendiga nuestra atención: "Si alguno oye mi voz y me abre, cenaremos juntos." (Apoc 3,20) y si le damos tiempo, le damos acogida y le ofrecemos nuestro amor, nos conduce a la soledad y nos habla al corazón (cfr. Os 2,16) y se nos revela: "Si alguno me ama, yo le amaré, y me manifestaré a él." (Jn 14,21) 

La experiencia de Dios en esos encuentros va más allá del conocimiento intelectual, es un conocimiento de primera mano de orden sobrenatural. Cuando Dios nos concede la gracia de hacer la experiencia de su amor, es su presencia personal la que nos interpela. En palabras del Card. Ratzinger: "somos alcanzados por el dardo de la Belleza". Esto nos permite alcanzar un conocimiento más real y profundo de Él. Experimentamos confianza, seguridad, plenitud, misericordia, que no son simples sentimientos, sino certezas profundas, certezas de fe, experiencia del amor de una Persona; don de Dios que sale a buscarnos y se desborda con aquellos que se detienen y se sientan a escucharle. Pero andamos siempre de prisa... Las prisas, de cuánto nos perdemos por las prisas, especialmente en la oración. 

ORACIÓN

Cuando oramos, de eso se trata: de conectar con Dios. Orar es tomar conciencia de la presencia de Dios, detenernos con él, someternos a su atracción, dejarnos iluminar por él. Cuando oramos percibimos con la fe algo invisible que nos mueve, una fuerza espiritual dentro de nosotros. Es el Espíritu Santo. 

A la oración hay que ir abiertos, deseosos de encontrar a Dios, suplicándole con fuerza: "Entra a tu jardín" Señor (Cant 1,5), quiero estar contigo y escucharte: "Habla, Señor, que tu siervo escucha" (1 Sam 3,9), "Muéstrame tu rostro" (Cant 2,14). 

Todos los días, de una u otra forma, Dios sale a nuestro encuentro, como el anciano de la frutería. Podemos detenernos con Él y vivir la experiencia de un encuentro de fe y amor. Siempre saldremos de allí reconfortados y con una bolsa llena de provisiones, como Elías a quien Dios le mandó su ángel y le dijo: "Levántate y come porque el camino es demasiado largo para ti" (1 Re, 19,7) y con la fuerza de la gracia de Dios podremos reemprender el camino con ganas de volver a encontrarlo. 

"INSTRUCCIONES DIVINAS"


"INSTRUCCIONES DIVINAS"

Recuerdo que antes que yo naciera, estaba preocupado porque no conocía el mundo al que llegaría.

Entonces le pedí a Dios instrucciones para vivir en esta tierra.
Dios acercó su voz a mi oído y me dijo:

Sé como el sol. Levántate temprano y no te acuestes tarde.
Sé como la luna. Brilla en la oscuridad, pero sométete a la luz mayor.
Sé como los pájaros. Come, canta, bebe y vuela.
Sé como las flores. Enamoradas del sol, pero fieles a sus raíces.
Sé como el buen perro. Obediente, pero nada más a su Señor.
Sé como la fruta. Bella por fuera, saludable por dentro.
Sé como el día. Que llega y se retira sin alardes.
Sé como el oasis. Da tu agua al sediento.
Sé como el río. Siempre hacia adelante.
Sé como la luciérnaga. Aunque pequeña, emite su propia luz.
Sé como el agua. Buena y transparente.
Sé como José. Cree en tus sueños.
Sé como Lázaro. Levántate y anda.
Y sobre todas las cosas, Sé como el cielo: la morada de Dios.
Señor, no permitas que me quede donde estoy.
Ayúdame a llegar donde Tú quieres que yo esté.

DEJAR LIBRE


DEJAR LIBRE

Dejar libre no significa que deje de ocuparme. 
Quiere decir que no puedo hacerlo por otro. 
Dejar libre no es desentenderme, sino darme cuenta que yo no controlo a otro. 
Dejar libre no es capacitar, sino permitir que otro aprenda con las consecuencias naturales.
Dejar libre es admitir la importancia que significa que el resultado no esté en mis manos.
Dejar libre es no tratar de cambiar o culpar a otro, pues sólo puedo cambiarme a mí mismo. Dejar libre es no juzgar, sino permitir que otro sea un ser humano. 
Dejar libre es no estar en el medio arreglando todos los resultados, sino permitir que otros influyan en sus propios resultados. 
Dejar libre es no ser protector, es permitir que otro enfrente la realidad. 
Dejar libre no es negar, sino aceptar. 
Dejar libre es no sermonear, reprender o discutir, sino buscar mis propias faltas y corregirlas. Dejar libre es no ajustar todo a mis deseos, sino tomar cada día como viene y atesorar el momento. 
Dejar libre es no criticar y regular a cualquiera, sino tratar de convertirme en lo que sueño que puedo ser. 
Dejar libre es no lamentar el pasado, sino crecer y vivir por el futuro.
Dejar libre es temer menos y amar más. 
Dejar libre es permitir que el otro viva su libertad a través de la tuya para juntas convivir en perfecta armonía.

EL EVANGELIO DE HOY: 08.01.2014

Autor: Clemente González | Fuente: Catholic.net
Primera multiplicación de los panes
Marcos 6, 34-44. Navidad. Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo recibido en la misa sea nuestra fuerza para vivir una caridad y amor auténticos.
 
Primera multiplicación de los panes
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 34-44

Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. Era ya una hora muy avanzada cuando se le acercaron sus discípulos y le dijeron: «El lugar está deshabitado y ya es hora avanzada. Despídelos para que vayan a las aldeas y pueblos del contorno a comprarse de comer». El les contestó: «Dadles vosotros de comer». Ellos le dicen: «¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?» El les dice: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver». Después de haberse cerciorado, le dicen: «Cinco, y dos peces». Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos sobre la verde hierba. Y se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron. Y recogieron las sobras, doce canastos llenos y también lo de los peces. Los que comieron los panes fueron cinco mil hombres.

Oración introductoria

Señor, ten compasión de mí. Ayúdame a aprovechar bien este rato de oración, incrementa mi fe para que pueda descubrir el redil sobre el cual debo caminar. Multiplica mis dones para que, esperando y confiando en tu misericordia, crezca en mi amor a Ti y a los demás.

Petición

Señor, que sepa descubrir las necesidades espirituales de quien está más cerca de mí y busque resolverlas.

Meditación del Papa Francisco

La actitud de Jesús es totalmente distinta, y es consecuencia de su unión con el Padre y de la compasión por la gente, esa piedad de Jesús hacia todos nosotros: Jesús percibe nuestros problemas, nuestras debilidades, nuestras necesidades.
Ante esos cinco panes, Jesús piensa: ¡he aquí la providencia! De este poco, Dios puede sacar lo necesario para todos. Jesús se fía totalmente del Padre celestial, sabe que para Él todo es posible. Por ello dice a los discípulos que hagan sentar a la gente en grupos de cincuenta -esto no es casual, porque significa que ya no son una multitud, sino que se convierten en comunidad, nutrida por el pan de Dios.
Luego toma los panes y los peces, eleva los ojos al cielo, pronuncia la bendición -es clara la referencia a la Eucaristía-, los parte y comienza a pasar a los discípulos, y los discípulos los distribuyen... los panes y los peces no se acaban, ¡no se acaban!
He aquí el milagro: más que una multiplicación es un compartir, animado por la fe y la oración. Comieron todos y sobró: es el signo de Jesús, pan de Dios para la humanidad. (S.S. Francisco, 2 de junio de 2013)..

Reflexión

Una de las manifestaciones más amables y expresivas de la misión mesiánica de Jesús fue la multiplicación de los panes. Se compadece de la gente pues andan como ovejas sin pastor. Jesús está cerca de los que sufren, de los que lo buscan. No está alejado del pueblo, sino en medio de él. Como nuevo Moisés, da de comer a los suyos en el desierto. Su amor es concreto, va a las necesidades particulares de cada persona, porque a cada uno nos ama como a su único hijo.

No sólo da de comer sino además predica el Reino, alivia los sufrimientos anímicos y los corporales. Y a la vez evangeliza. Tenemos un modelo bien cercano: el de Cristo Jesús, tal como aparece ya en sus primeras intervenciones como misionero del Reino, y como seguirá a lo largo de todas las páginas del evangelio. Siempre atiende a los que sufren. Siempre tiene tiempo para los demás. Nunca pasa al lado de uno que sufre sin dedicarle su presencia y su ayuda. Hasta que al final entregue su vida por todos.

El amor es entrega. Dios entrega a su Hijo, Cristo Jesús que se entrega a sí mismo en la cruz. ¿Cómo es nuestro amor a los hermanos? ¿Somos capaces de entregarnos a los demás? O ¿una vez que se nos acaba el fervor sensible decrece el interés por los demás? Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo recibido en la misa sea nuestra fuerza y sostén para vivir una caridad y amor auténticos a nuestros hermanos.

Propósito

Hacer una visita a Cristo Eucaristía para contemplar y agradecer su amor y cercanía.

Diálogo con Cristo

Señor, gracias por enseñarme el camino que debo seguir: vivir la caridad en todo momento. Ayúdame a abrir mi corazón para deducir lo que puedo hacer por los demás, no con mis propios talentos, sino poniendo éstos en tus manos, para que los multipliques y pueda, así, convertirme en un auténtico discípulo y misionero de tu amor. 

CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA A LA DIVINA MISERICORDIA


CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA A LA DIVINA MISERICORDIA

Oh Dios Uno y Trino, fuente inextinguible de Vida que es la Luz de los hombres, Padre Creador, Hijo Redentor, Espíritu Santo Santificador!

Nuestra familia se postra ante ti en esta hora de dificultades para implorar tu Gran Misericordia, que brota del profundo piélago de tu Amor divino, surge en el Corazón Sacratísimo de Jesús y nos llega por la mediación universal del Inmaculado Corazón de María, tu Madre. A tu Misericordia divina deseamos consagrar hoy nuestras personas, nuestra familia y nuestra vida para que nunca dejes de mirarnos con benevolencia.
Mira, en primer lugar, el fondo de nuestro corazón contrito y humillado que reconoce sus errores e ingratitudes. Muéstrate indulgente ante la multitud de nuestras deudas y pecados personales y perdona la culpa y la pena que por ellos justamente hemos merecido. Acoge compasivo, los dolores y peticiones de nuestra familia para que, unidos firmemente en un mismo corazón, seamos fieles a tus mandatos de Amor y nuestro hogar sea un remanso de paz y virtud, que refleje constantemente el modelo de tu Sagrada Familia de Nazaret. Atiende benigno las peticiones que hacemos diariamente por nuestras necesidades materiales y espirituales. Envíanos tu Espíritu de Luz y Sabiduría infinitas para que viendo los pequeños sucesos de cada día con ojos de eternidad, seamos siempre fieles a la vocación que asignaste a cada uno de nosotros en tus designios misericordiosos, de modo que se haga realidad el deseo de tu Sagrado Corazón de reinar en y a través de nuestra familia. Jesús, confiamos en ti. Te encomendamos también mediante esta consagración a todas las autoridades de nuestro país y a los pastores de tu Iglesia para que por tu Misericordia tengan la luz y fortaleza necesarias que lleve a nuestra nación según los deseos de tu Sagrado Corazón, que son de paz y no de aflicción. Asimismo, queremos unir en este acto, nuestra
voluntad e intenciones a las que tuvo el Santo Padre el día 17 de agosto del 2002 en Polonia, al consagrar entonces el mundo a tu Divina Misericordia Todo esto te lo pedimos por medio del Corazón Inmaculado de María, para que haga llegar nuestra oración al Corazón Misericordioso de Jesús, en el seno
de tu Trinidad Beatísima.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal.
Tened Misericordia de nosotros, de nuestra nación y del mundo entero

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal.
Tened Misericordia de nosotros, de nuestra nación y del mundo entero

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal.
Tened Misericordia de nosotros, de nuestra nación y del mundo entero

martes, 7 de enero de 2014

MANTÉN LA BOCA CERRADA


MANTÉN LA BOCA CERRADA


Una rana se preguntaba como podía alejarse del clima del frío del invierno. Unos gansos le sugirieron que emigrara con ellos. Pero el problema era que la rana no sabia volar.

Dejádmelo a mi - dijo la rana -. Tengo un cerebro espléndido. Lo pensó y luego pidió a dos gansos que la ayudaran a recoger una caña fuerte, cada uno sosteniéndola por un extremo. La rana pensaba agarrarse a la caña por la boca.

A su debido tiempo, los gansos y la rana comenzaron su travesía. Al poco rato, pasaron por una pequeña ciudad y los habitantes de allí salieron para ver el inusitado espectáculo. Alguien preguntó: ¿A quien se le ocurrió tan brillante idea?

Esto hizo que la rana se sintiera tan orgullosa y con tal sentido de importancia que exclamó: ¡A MÍ!

Su orgullo fue su ruina, porque al momento en que abrió la boca, se soltó, cayó al vació y murió. 

Hay ocasiones en que la falta de humildad o el exceso de orgullo, pueden echar abajo planes excelentes.

LA DULZURA DE DIOS


LA DULZURA DE DIOS


Un cierto día, la profesora, queriendo saber si todos habían estudiado la lección solicitada, preguntó a los niños quién sabría explicar quién es Dios.

Uno de los niños levantó el brazo y dijo: Dios es nuestro Padre, Él hizo la tierra, el mar y todo lo que está en ella; nos hizo como hijos de Él. La profesora queriendo buscar más respuestas fue más lejos. ¿Cómo saben que Dios existe si nunca lo han visto?

La sala quedó toda en silencio. Pedro, un niño muy tímido, alzó la mano y dijo: Mi madre me dijo que Dios es como el azúcar en mi leche que ella hace todas las mañanas. Yo no veo el azúcar que está dentro de la taza de leche, pero si ella no pone el azúcar, la leche queda sin sabor. Dios existe y está siempre en medio de nosotros, sólo que no lo vemos. Pero si Él no está, nuestra vida queda sin sabor. La profesora sonrió y dijo: Muy bien Pedro, yo os he enseñado muchas cosas, pero tú, Pedro, me has enseñado algo más profundo 
que todo lo que yo ya sabía. Ahora sé que Dios es nuestra azúcar y que está todos los días endulzando nuestras vidas. 

Le dio un beso y salió sorprendida con la respuesta de aquel niño.

La sabiduría no está en el conocimiento, pues teorías existen muchas, pero dulzura como la de Dios no existe todavía ni en los mejores azúcares.

SI DIOS ES AMOR, ME TOCA AMAR


Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Si Dios es Amor, me toca amar
Nacidos por amor y para amar: así es el sentido de la vida de cada ser humano. Pero, con frecuencia, nos perdemos...



Si Dios es Amor, ¿puede pedir algo diferente del amor? Todo su actuar nace del amor y lleva al amor. Entonces si algo desea de nosotros es, simplemente, amor. 

Por eso nuestra vida es un milagro de amor. No sólo por las aventuras que llevaron un día a nuestros padres a amarse y a cuidarnos, sino por cada uno de los momentos, grandes o pequeños, que construyen el camino apasionante que recorremos poco a poco. 

Si todo nace del amor, si el amor explica lo grande y lo pequeño, el fin de la vida no puede ser otro que el amor. 

Nacidos por amor y para amar: así podemos resumir el sentido de la vida de cada ser humano. Pero, con frecuencia, nos perdemos. Dejamos que el alma quede aprisionada en ambiciones pequeñas, en miedos confusos, en prisas, en proyectos, en diversiones, en trabajos... y el amor queda a un lado, entre los objetos pendientes u olvidados. 

Cada mañana necesito recordarlo: si Dios es Amor, me toca amar. Sólo así tendrá sentido mi esfuerzo cotidiano. Sólo así sembraré algo de dulzura en un mundo hambriento de cariño. Sólo así serviré a Cristo en el pobre, en el enfermo, en el anciano, en el triste. 

Sólo así mi vida será plenamente vida porque se habrá convertido, en los límites de mi pequeñez humana, en un reflejo del fuego de Amor que explica el universo y que espera abrazarme un día, para siempre, en el cielo. 

CONSIGNAS PARA EL APÓSTOL DE CRISTO


Consignas para el apóstol de Cristo


• Debe buscar la justicia y la fe, procurando vivir en amor y paz (2 Tim 2, 22).

• Debe evitar los deseos desordenados, propios de la juventud (2 Tim 2,22).

• Debe ser comprensivo con todos, dispuesto a enseñar y paciente frente a las incomprensiones (2 Tim 2, 24).

• Debe responder a los rebeldes con dulzura; quizás Dios les conceda convertirse (2 Tim 2, 25).

• Estar siempre a disposición de Dios como servidor, irreprensible como un obrero que no tiene de qué avergonzarse, buen distribuidor de la palabra de la verdad (2 Tim 2, 15).

• Predicar la palabra, insistir a tiempo y a destiempo (2 Tim 4, 2).

• Permanecer firme en lo que ha aprendido y creído (2 Tim 3, 14).

• Pelear el buen combate con la fuerza que da la fe y la buena conciencia (1 Tim 1, 18-19).

• Orar a Dios por toda la humanidad por medio de Cristo, único mediador (1 Tim, 2,1).

• Ser modelo por su manera de hablar, por la conducta, la caridad, la fe, la pureza de vida (1 Tim 4, 12).

• Dedicarse a la lectura, a la predicación y a la enseñanza, no descuidando el don espiritual recibido por el Sacramento (1 Tim 4, 13).

• Cuidar y apacentar el rebaño de Dios, no a la fuerza, sino más bien con agrado, a la manera de Dios, no pensando en ganancias, sino con entrega generosa, no como si fuéramos dueños de los que están a nuestro cargo, sino tratando de ser modelos para el rebaño (1 Pe 5, 2-3)

“Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos” (1 Ts 3, 12)

LA PAZ DE DIOS


HAMBRE DE ESPIRITUALIDAD


Hambre de espiritualidad


Las primeras generaciones cristianas sabían muy bien que "bautizarse" significa literalmente sumergirse en el agua, bañarse o limpiarse. Por eso, diferenciaban muy bien el "bautismo de agua" que impartía el Bautista en las aguas del Jordán y el "bautismo de Espíritu Santo" que reciben de Jesús.

El bautismo de Jesús no es un baño corporal que se recibe sumergiéndose en el agua, sino un baño interior en el que nos dejamos empapar y penetrar por su Espíritu, que se convierte dentro de nosotros en un manantial de vida nueva e inconfundible.

Por eso, los primeros cristianos bautizaban invocando el nombre de Jesús sobre cada bautizado. Pablo de Tarso dice que los cristianos están bautizados en "Cristo" y, por eso, han de sentirse llamados a "vivir en Cristo", animados por su Espíritu, interiorizando su experiencia de Dios y sus actitudes más profundas.

No es difícil observar en la sociedad moderna signos que manifiestan un hambre profunda de espiritualidad. Está creciendo el número de personas que buscan algo que les dé fuerza interior para afrontar la vida de manera diferente. Es difícil vivir una vida que no apunta hacia meta alguna. No basta tampoco pasarlo bien. La existencia termina haciéndose insoportable cuando todo se reduce a pragmatismo y frivolidad.

Otros sienten necesidad de paz interior y de seguridad para hacer frente a sentimientos de miedo y de incertidumbre que nacen en su interior. Hay quienes se sienten mal por dentro: heridos, maltratados por la vida, desvalidos, necesitados de sanación interior.

Son cada vez más los que buscan algo que no es técnica, ni ciencia, ni ideología religiosa. Quieren sentirse de manera diferente en la vida. Necesitan experimentar una especie de "salvación"; entrar en contacto con el Misterio que intuyen en su interior.

Nos inquieta mucho que bastantes padres no bauticen ya a sus hijos. Lo que nos ha de preocupar es que muchos y muchas se marchan de nuestra Iglesia sin haber oído hablar del "bautismo del Espíritu" y sin haber podido experimentar a Jesús como fuente interior de vida.

Es un error que en el interior mismo de la Iglesia se esté fomentando, con frecuencia, una espiritualidad que tiende a marginar a Jesús como algo irrelevante y de poca importancia. Los seguidores de Jesús no podemos vivir una espiritualidad seria, lúcida y responsable si no está inspirada por su Espíritu. Nada más importante podemos hoy ofrecer a las personas que una ayuda a encontrarse interiormente con Jesús, nuestro Maestro y Señor.

José Antonio Pagola

EL EVANGELIO DE HOY: 07.01.2013

Autor: Clemente González | Fuente: Catholic.net
Primera multiplicación de los panes
Marcos 6, 34-44. Navidad. Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo recibido en la misa sea nuestra fuerza para vivir una caridad y amor auténticos.
 
Primera multiplicación de los panes
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 34-44

Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. Era ya una hora muy avanzada cuando se le acercaron sus discípulos y le dijeron: «El lugar está deshabitado y ya es hora avanzada. Despídelos para que vayan a las aldeas y pueblos del contorno a comprarse de comer». El les contestó: «Dadles vosotros de comer». Ellos le dicen: «¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?» El les dice: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver». Después de haberse cerciorado, le dicen: «Cinco, y dos peces». Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos sobre la verde hierba. Y se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron. Y recogieron las sobras, doce canastos llenos y también lo de los peces. Los que comieron los panes fueron cinco mil hombres.

Oración introductoria

Señor, ten compasión de mí. Ayúdame a aprovechar bien este rato de oración, incrementa mi fe para que pueda descubrir el redil sobre el cual debo caminar. Multiplica mis dones para que, esperando y confiando en tu misericordia, crezca en mi amor a Ti y a los demás.

Petición

Señor, que sepa descubrir las necesidades espirituales de quien está más cerca de mí y busque resolverlas.

Meditación del Papa Francisco

La actitud de Jesús es totalmente distinta, y es consecuencia de su unión con el Padre y de la compasión por la gente, esa piedad de Jesús hacia todos nosotros: Jesús percibe nuestros problemas, nuestras debilidades, nuestras necesidades.
Ante esos cinco panes, Jesús piensa: ¡he aquí la providencia! De este poco, Dios puede sacar lo necesario para todos. Jesús se fía totalmente del Padre celestial, sabe que para Él todo es posible. Por ello dice a los discípulos que hagan sentar a la gente en grupos de cincuenta -esto no es casual, porque significa que ya no son una multitud, sino que se convierten en comunidad, nutrida por el pan de Dios.
Luego toma los panes y los peces, eleva los ojos al cielo, pronuncia la bendición -es clara la referencia a la Eucaristía-, los parte y comienza a pasar a los discípulos, y los discípulos los distribuyen... los panes y los peces no se acaban, ¡no se acaban!
He aquí el milagro: más que una multiplicación es un compartir, animado por la fe y la oración. Comieron todos y sobró: es el signo de Jesús, pan de Dios para la humanidad. (S.S. Francisco, 2 de junio de 2013)..

Reflexión

Una de las manifestaciones más amables y expresivas de la misión mesiánica de Jesús fue la multiplicación de los panes. Se compadece de la gente pues andan como ovejas sin pastor. Jesús está cerca de los que sufren, de los que lo buscan. No está alejado del pueblo, sino en medio de él. Como nuevo Moisés, da de comer a los suyos en el desierto. Su amor es concreto, va a las necesidades particulares de cada persona, porque a cada uno nos ama como a su único hijo.

No sólo da de comer sino además predica el Reino, alivia los sufrimientos anímicos y los corporales. Y a la vez evangeliza. Tenemos un modelo bien cercano: el de Cristo Jesús, tal como aparece ya en sus primeras intervenciones como misionero del Reino, y como seguirá a lo largo de todas las páginas del evangelio. Siempre atiende a los que sufren. Siempre tiene tiempo para los demás. Nunca pasa al lado de uno que sufre sin dedicarle su presencia y su ayuda. Hasta que al final entregue su vida por todos.

El amor es entrega. Dios entrega a su Hijo, Cristo Jesús que se entrega a sí mismo en la cruz. ¿Cómo es nuestro amor a los hermanos? ¿Somos capaces de entregarnos a los demás? O ¿una vez que se nos acaba el fervor sensible decrece el interés por los demás? Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo recibido en la misa sea nuestra fuerza y sostén para vivir una caridad y amor auténticos a nuestros hermanos.

Propósito

Hacer una visita a Cristo Eucaristía para contemplar y agradecer su amor y cercanía.

Diálogo con Cristo

Señor, gracias por enseñarme el camino que debo seguir: vivir la caridad en todo momento. Ayúdame a abrir mi corazón para deducir lo que puedo hacer por los demás, no con mis propios talentos, sino poniendo éstos en tus manos, para que los multipliques y pueda, así, convertirme en un auténtico discípulo y misionero de tu amor. 

lunes, 6 de enero de 2014

FIESTA DE LA EPIFANÍA O DÍA DE REYES

Autor: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net
Fiesta de la Epifanía o Día de Reyes
Los pastores y reyes del Oriente visitan a Jesús el Mesias, le llevan regalos y lo adoran con oro, incienso y mirra.
 
 Fiesta de la Epifanía o Día de Reyes
Fiesta de la Epifanía o Día de Reyes
Origen de la fiesta:

El 6 de enero se celebraba desde tiempos inmemoriales en Oriente, pero con un sentido pagano: En Egipto y Arabia, durante la noche del 5 al 6 de enero se recordaba el nacimiento del dios Aion. Creían que él se manifestaba especialmente al renacer el sol, en el solsticio de invierno que coincidía hacia el 6 de Enero. En esta misma fecha, se celebraban los prodigios del dios Dionisio en favor de sus devotos.
La fiesta de la Epifanía sustituyó a los cultos paganos de Oriente relacionados con el solsticio de invierno, celebrando ese día la manifestación de Jesús como Hijo de Dios a los sabios que vinieron de Oriente a adorarlo. La tradición pasó a Occidente a mediados del siglo IV, a través de lo que hoy es Francia.

La historia de los Reyes Magos se puede encontrar en San Mateo 2, 1-11.

“Después de haber nacido Jesús en Belén de Judea, en el tiempo del Rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén diciendo: ¿dónde está el que ha nacido, el Rey de los Judíos? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.
Al oír esto, el Rey Herodes se puso muy preocupado; entonces llamó a unos señores que se llamaban Pontífices y Escribas (que eran los que conocían las escrituras) y les preguntó el lugar del nacimiento del Mesías, del Salvador que el pueblo judío esperaba hacia mucho tiempo.
Ellos contestaron: En Belén de Judá, pues así está escrito por el Profeta:

Y tú, Belén tierra de Judá
de ningún modo eres la menor
entre las principales ciudades de Judá
porque de ti saldrá un jefe
que será el pastor de mi pueblo Israel

Entonces Herodes, llamando aparte a los magos, los envió a la ciudad de Belén y les dijo: Vayan e infórmense muy bien sobre ese niño; y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo.
Los Reyes Magos se marcharon y la estrella que habían visto en el Oriente, iba delante de ellos hasta que fue a pararse sobre el lugar donde estaba el Niño. Al ver la estrella, sintieron una gran alegría.
Entraron en la casa y vieron al niño con María su madre. Se hincaron y lo adoraron. Abrieron sus tesoros y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Luego, habiendo sido avisados en sueños que no volvieran a Herodes, (pues él quería buscar al Niño para matarlo), regresaron a su país por otro camino.”

Podemos aprovechar esta fiesta de la Iglesia para reflexionar en las enseñanzas que nos da este pasaje evangélico:

*Los magos representan a todos aquellos que buscan, sin cansarse, la luz de Dios, siguen sus señales y, cuando encuentran a Jesucristo, luz de los hombres, le ofrecen con alegría todo lo que tienen.

* La estrella anunció la venida de Jesús a todos los pueblos. Hoy en día, el Evangelio es lo que anuncia a todos los pueblos el mensaje de Jesús.

* Los Reyes Magos no eran judíos como José y María. Venían de otras tierras lejanas (de Oriente: Persia y Babilonia), siguiendo a la estrella que les llevaría a encontrar al Salvador del Mundo. Representan a todos los pueblos de la tierra que desde el paganismo han llegado al conocimiento del Evangelio.

* Los Reyes Magos dejaron su patria, casa, comodidades, familia, para adorar al Niño Dios. Perseveraron a pesar de las dificultades que se les presentaron. Era un camino largo, difícil, incómodo, cansado. El seguir a Dios implica sacrificio, pero cuando se trata de Dios cualquier esfuerzo y trabajo vale la pena.

* Los Reyes Magos tuvieron fe en Dios. Creyeron aunque no veían, aunque no entendían. Quizá ellos pensaban encontrar a Dios en un palacio, lleno de riquezas y no fue así, sino que lo encontraron en un pesebre y así lo adoraron y le entregaron sus regalos. Nos enseñan la importancia de estar siempre pendientes de los signos de Dios para reconocerlos.

Los Reyes Magos fueron generosos al ir a ver a Jesús, no llegaron con las manos vacías. Le llevaron:
  • oro: que se les da a los reyes, ya que Jesús ha venido de parte de Dios, como rey del mundo, para traer la justicia y la paz a todos los pueblos;

  • incienso: que se le da a Dios, ya que Jesús es el hijo de Dios hecho hombre;

  • mirra: que se untaba a los hombres escogidos, ya que adoraron a Jesús como Hombre entre los hombres.


  • Esto nos ayuda a reflexionar en la clase de regalos que nosotros le ofrecemos a Dios y a reconocer que lo importante no es el regalo en sí, sino el saber darse a los demás. En la vida debemos buscar a Dios sin cansarnos y ofrecerle con alegría todo lo que tenemos.

    * Los Reyes Magos sintieron una gran alegría al ver al niño Jesús. Supieron valorar el gran amor de Dios por el hombre.

    * Debemos ser estrella que conduzca a los demás hacia Dios.

    Significado de la fiesta:

    Antes de la llegada del Señor, los hombres vivían en tinieblas, sin esperanza. Pero el Señor ha venido, y es como si una gran luz hubiera amanecido sobre todos y la alegría y la paz, la felicidad y el amor hubieran iluminado todos los corazones. Jesús es la luz que ha venido a iluminar y transformar a todos los hombres.

    Con la venida de Cristo se cumplieron las promesas hechas a Israel. En la Epifanía celebramos que Jesús vino a salvar no sólo a Israel sino a todos los pueblos.
    Epifanía quiere decir "manifestación", iluminación. Celebramos la manifestación de Dios a todos los hombres del mundo, a todas las regiones de la tierra. Jesús ha venido para revelar el amor de Dios a todos los pueblos y ser luz de todas las naciones.

    En la Epifanía celebramos el amor de Dios que se revela a todos los hombres. Dios quiere la felicidad del mundo entero. Él ama a cada uno de los hombres, y ha venido a salvar a todos los hombres, sin importar su nacionalidad, su color o su raza.
    Es un día de alegría y agradecimiento porque al ver la luz del Evangelio, salimos al encuentro de Jesús, lo encontramos y le rendimos nuestra adoración como los magos.

    Origen de la Rosca de Reyes


    Después de que los Reyes adoraron a Jesús, un ángel les avisó que no regresaran donde Herodes y ellos regresaron por otro camino. Herodes al enterarse que había nacido el Rey que todos esperaban, tuvo miedo de perder su puesto y ordenó matar a todos los niños menores de dos años entre los cuales se encontraría dicho Rey.

    La Sagrada Familia huyó a Egipto y el niño Dios se salvó, otras familias escondieron a los bebés en tinajas de harina y así no fueron vistos y salvaron sus vidas. Desde entonces, los judíos comían pan ázimo el 6 de enero en el que escondían un muñeco de barro recordando este acontecimiento.

    Los primeros cristianos tomaron un poco de esta tradición y la mezclaron con la historia de la visita de los Reyes Magos para la celebración de la Epifanía: cambiaron el pan ázimo por pan de harina blanca y levadura, cocida en forma de Rosca, endulzándolo con miel y adornándolo con frutos del desierto, como higos, dátiles y algunas nueces.

    Para los cristianos, la forma circular de la rosca simboliza el amor eterno de Dios, que no tiene principio ni fin. Los confites son las distracciones del mundo que nos impiden encontrar a Jesús.

    El muñequito escondido dentro de la rosca, simboliza al Niño Jesús que los reyes no encontraban porque la estrella desaparecía.

    Esta costumbre de los cristianos de Palestina llegó a Europa y posteriormente a América.

    En México, el que encuentra el muñequito de la rosca se convierte en el centro de la fiesta: se le pone una corona hecha de cartón y cubierta de papel dorado y se le da el nombramiento de “padrino del Niño Jesús”.

    El padrino deberá vestir con ropas nuevas a la imagen del niño Jesús del nacimiento y presentarlo en la Iglesia el día 2 de Febrero, día de la Candelaria. Después hará una fiesta con tamales y atole.

    Sugerencias para vivir esta fiesta

  • Reflexionar y contestar las siguientes preguntas: ¿qué regalo le voy a dar a Jesús este año que comienza?; ¿qué puedo cambiar para ser mejor?; ,qué regalos le voy a ofrecer a Jesús?; ¿me encuentro alegre porque Dios me ama?; ¿tengo fe en Dios?; ¿sé vivir en la pobreza?; ¿soy generoso (con mi tiempo, con mi persona, con los demás)?; ¿suelo perseverar en mi vida espiritual a pesar de las dificultades que se me presentan?; ¿obedezco a Dios con prontitud?
  • QUERIDOS REYES MAGOS


    Querido Reyes Magos

    Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta, en voz algo baja, como con miedo, le dijo:
    - ¿Papá? Oye, quiero... que me digas la verdad
    - Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido
    - Es que... -titubeó Blanca - Papá, ¿existen los Reyes Magos?
    El padre de Blanca se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
    - Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
    La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia la niña y, tragando saliva, le dijo:
    - ¿Y tú qué crees, hija?
    - Yo no se, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen, porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
    - Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...
    - ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos- ¡Me habéis engañado!
    - No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen -respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Blanca .
    - Entonces no lo entiendo, papá.
    - Siéntate, Blanquita, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
    Blanca se sentó entre sus padres, ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
    - Cuando el Niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente, guiados por una gran estrella, se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
    - ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían”.
    - ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
    Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
    - Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero ¡sería tan bonito!
    Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
    - Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
    - ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones y millones de pajes o sea jóvenes que estén a nuestro servicio, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos pero, no podemos tener tantos pajes. No existen tantos.
    - No os preocupéis por eso -dijo Dios- Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
    - ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.
    - Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? -preguntó Dios.
    - Sí, claro, eso es fundamental - asistieron los tres Reyes.
    - Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
    - Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
    - Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
    Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:
    - Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices. Cuando el padre de Blanca hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:
    - Ahora sí que lo entiendo todo papá.. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.
    Y, corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su alcancía en la mano mientras decía: - No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero. Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.

    Patricia Doménech.

    NOCHE DE REYES - CUENTO


    NOCHE DE REYES
    (Cuento)


    Me desperté asustada y oí como si un gato estuviera arañando las maderas del balcón. ¡Los Reyes Magos! Entraba la luna por las rendijas, y entraba el frío también…

    De buena gana me hubiera levantado a ver lo que ocurría, pero ¡me daba un miedo!… Me tapé la cabeza y empecé a rezar. Jesusito de mi vida, tú eres niño como yo…

    De repente, ¡pum!, ¡pum!, ¡pum!, un ruido terrible de cosas que caen sobre el balcón…, y me encuentro en camisa, delante de un señor con corona, que está sentado en la barandilla.

    — ¡Dios te salve, Celia! —me dice.

    —Que Dios te salve a ti, Rey Mago, porque, si no, te caerás a la calle.

    —Yo no me puedo caer, porque no peso.

    — ¡Qué bien! Entonces podrás volar.

    — ¡Ya lo creo! Mira. Y cogiendo las puntas de la capa blanca que llevaba, se marchó volando por la calle arriba.

    — ¡Eh! ¡Eh! ¡Rey Mago! ¡No te vayas!

    —Ya estoy aquí. ¿Qué quieres, Celia?

    —Que no te marches sin dejarme los juguetes que te he pedido en mi carta.

    — ¿No los ves?

    ¡Qué tonta! Estaba el balcón lleno de cajas, y yo no había visto nada entonces.

    — ¿Me has traído la cocina?

    —Sí, dos cocinas.

    — ¿Y el borrego?

    —Un borrego y una cabra.

    — ¿Y el Teddy Bear?

    —También.

    — ¿Y la vajilla?

    —La vajilla, y un reloj, y cazolitas, y libros, y rompecabezas, y una raqueta…

    — ¡Huy, qué bueno eres! Y ahora que me fijo en ti… ¡cuánto te pareces al lacayo de la tita Julia!

    — ¡Como que es mi hermano!

    —Anda, si lo sé antes le doy a él la carta para que te la llevase, y así me hubieras traído más cosas aún…

    — ¿Te parecen pocas?

    —No, no; no son pocas. Pero te hubiera dicho que no te olvidaras de Solita, la niña del portero.

    —No me olvido nunca.

    —Pues, hijo, el año pasado no le trajiste nada.

    —Sí, le traje; pero te quedaste tú con ellos…

    — ¡Jesús, qué mentiroso!

    — ¡Niña! ¿Cómo hablas así a un santo?

    — ¡Ay, Rey ! Perdóname; pero no sé cómo decirte que no dices la verdad…

    —Sí, digo la verdad. ¿No crees que es demasiado para ti todo lo que te he traído por orden de Dios?

    —No sé…

    —Sólo dejo juguetes en los balcones de los niños ricos; pero es para que ellos los repartan con los niños pobres. Si tuviera que ir a casa de todos los niños no acabaría en toda la noche…

    —Sí, sí, ya comprendo. ¿Entonces debo repartir con Solita lo que me has dejado?

    —Eso es. Yo no puedo detenerme más. Está amaneciendo y aún me queda mucho por hacer.

    No sé por dónde se fue ni cuándo me metí en la cama, porque me quedé dormida y no desperté hasta que entró la luz del día en mi cuarto. Me volví a levantar (entonces sí que hacía frío), me abrigué con la colcha y salí al balcón.

    — ¡Solita, Solita! —Grité, porque ya estaba Solita barriendo la puerta—. ¡Mira lo que nos han traído los Reyes!

    Desaté todos los paquetes, y con las cuerdas hice una muy larga que llegaba a la calle.

    —Espera, que te voy a echar una cabrita —y se la mandé bien atada en la punta de la cuerda…

    —Y ahora unos libros… —y se cayeron; pero todos llegaron al suelo.

    —Y una caja con una cocina. ¡Cómo bailaba Solita!

    Detrás de mí dijo papá:

    — ¡Pero qué estás haciendo, niña!

    —Repartiendo los juguetes.

    — ¡Entra dentro, criatura, que hace un frío horroroso! ¡Milagro será que no hayas cogido una pulmonía! ¡A la cama! ¡Qué voces daba!

    — ¡Pero, papá, si me ha mandado el Rey Mago que le dé a Solita juguetes, porque son también para ella!

    —Veremos lo que dice tu madre de eso. ¡Abrígate bien!

    —Mira, papá, el Rey me lo ha explicado todo…

    — ¡No digas más tonterías! Todo eso lo has soñado o lo has leído en alguna parte.

    — ¡Que no, papá, que no! Mira, yo te diré…

    — ¡Nada, no me digas nada! ¿Qué es lo que le has dado a Solita?

    —Una cabra…

    — ¡Válgame Dios! ¡Un juguete carísimo!… ¿Entras en calor?

    —Sí, sí; ya no tengo frío… Verás, papá, yo te contaré…

    — ¿Te quieres callar? Las niñas no mienten ni creen que es verdad lo que sueñan…

    De pronto apareció Juana haciendo aspavientos.

    —Señor, aquí está Pedro, el portero, con unos juguetes que dice que…

    —Bueno, bueno —interrumpió papá—; dígale usted que son para su hija, que se los dé…

    — ¡Ay, papá, qué bueno eres! ¡Ya lo sabía yo!

    —Lo que no sabes es la que nos va a armar tu madre en cuanto aparezca.

    ¡Y ya se oían los pasos de mamá!…



    Ana Garralón

    HOY ME ENCONTRÉ SEÑOR...


    HOY ME ENCONTRÉ SEÑOR...

    Hoy me he encontrado en las manos con tus regalos, Señor: nueva vida, nuevo tiempo, nueva lluvia, nuevo sol... Por eso, para este tiempo que estreno con ilusión, quiero, Señor, y te pido también un nuevo reloj.

    Un reloj que mida el tiempo como lo mide tu amor; que se pare cuando lleguen las personas a mi rincón, para escuchar, compartiendo, alegrías y dolor.

    Una reloj que me sitúe la mente y el corazón en el momento presente, que es tu momento, Señor, en el quehacer cotidiano que es lugar de encarnación.

    Un reloj que mida el tiempo con tu paciencia, Señor: con el ritmo y la medida universal del amor; despertador de rutinas, vigilante, ayudador; que nunca mida la entrega del tiempo y del corazón.
    Con la vida, con el tiempo que hoy me regalas, Señor, para darme sin medida, espero un nuevo reloj.

    EPIFANÍA DEL SEÑOR - 6 DE ENERO


    Epifanía del Señor


    Epifanía significa manifestación de Dios. Dios se revela a todos: ricos y pobres, poderosos y humildes, judíos y no judíos. Después de nacer se manifestó a los pastores, pero luego se manifestó a los magos de oriente. Hoy también quiere manifestarse a todos. Veamos las enseñanzas que el suceso de los magos nos da para que Dios se manifieste en nosotros y a través de nosotros en otros muchos.

    1 - “Ven la estrella”: 
    En realidad hay muchas estrellas. Unos las ven y otros no. Estas estrellas pueden ser nuestros familiares y amigos. Especialmente es la Iglesia en general con los responsables y con todos los que quieren ser fieles al Señor. Nosotros podemos y debemos ser estrellas para otros muchos: con nuestras palabras y consejos; pero sobre todo con nuestro buen ejemplo de vida.

    2 - “Se ponen en camino”:
    No basta ver la estrella. Hay que actuar. No basta saber el camino. Hay que ponerse a caminar. Y esto aunque no sepamos el camino exacto, como les pasaba a los magos. Dejémonos conducir por las enseñanzas de la Iglesia.

    3 - “La estrella desapareció”:
    No todo es fácil en el camino hacia Dios. Hay momentos difíciles, que pueden llegar a ser como “noches oscuras”. Dios siempre está con nosotros, nunca nos abandona. Debemos seguir teniendo esperanza.

    4 - “Y preguntaron”:
    Para responder está la Iglesia y especialmente los sacerdotes. Hay que ser valientes y consultar. Puede ser una catequista que nos oriente en la fe. Lo importante es consultar, ya que Dios verá en ello un deseo del bien. Aunque se pregunte a una persona equivocada, como hicieron los magos que fueron a Herodes para consultar. Pero Dios se valió del malo para darles una buena respuesta.

    5 - “Apareció de nuevo la estrella”:
    Dios parece que se esconde. Si todo fuese muy fácil no tendríamos mérito. Pero Dios siempre termina por consolar a aquel que sinceramente le busca de corazón.

    6- “Y encontraron a Jesús”:
    Jesús debe ser el final de toda nuestra búsqueda espiritual. Nosotros no vamos tras de unas ideas o filosofías; vamos tras de una persona que es Dios que se hizo hombre por nuestro amor. Y nuestra tranquilidad es que le podemos encontrar. Está sobre todo en la Eucaristía. Está también en los sencillos, en los pobres, en su Palabra, en el amor fraternal.

    7 - “Y le ofrecieron sus dones”:
    ¿Qué le ofreceremos nosotros? Lo mejor que le podemos ofrecer es nuestro corazón; pero, juntamente con él, también le ofrezcamos nuestro trabajo apostólico, de modo que podamos hacer que al menos alguien se acerque un poco más al Señor. Si queremos simbolizar los dones de los magos, podemos ofrecerle el oro de nuestro amor como la mejor ofrenda a Dios, el incienso, que es nuestra constante oración que se eleva al cielo, y la mirra, que es la aceptación paciente de los trabajos, sufrimientos y dificultades de nuestra vida.

    8 - “Y se volvieron por otro camino”:
    Quien encuentra verdaderamente a Jesús no puede seguir el camino anterior. Debe comenzar a vivir por otro camino, el camino de la justicia, de la paz, del amor.

    Quizá la intención principal de san Mateo, cuando contaba el suceso de los magos, era exponer, como luego lo hizo a través de todo el evangelio, que el mensaje de Jesús es universal, que no es sólo para una raza o una nación, sino para todo el mundo. Por eso al recordar este suceso, la Iglesia nos estimula a trabajar por la evangelización de todas las gentes. Este es un día misionero por excelencia, porque Jesús no sólo se manifestaba a los judíos, sino desde el principio nos enseñó que había venido para salvar a todos los pueblos.
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