jueves, 26 de diciembre de 2013

ORACIÓN A SAN JOSÉ


SABIDURÍA DE VIDA



Sabiduría de vida


No te detengas en lo malo que has hecho; camina en lo bueno que puedes hacer. No te culpes por lo que hiciste, más bien decídete a cambiar. No te mires con tus ojos, contémplate con la mirada de
Dios.

No pienses en lo largo que es el camino de tu transformación, sino en cada paso que puedes dar para ser lo que Dios quiere que seas. No confíes en tus propias fuerzas; pon tu vida en manos de Dios.

No trates que otros cambien; sé tú el responsable de tu propia vida y trata de cambiar tú. Deja que el amor te toque y no te defiendas de él. Sólo contempla la meta y no veas que tan difícil es alcanzarla. 

Vive cada día, aprovecha el pasado para bien y deja que el futuro llegue a su tiempo. No sufras por lo que viene, recuerda que "cada día tiene su propio afán" (Mt. 6,34)

Busca a alguien con quien compartir tus luchas hacia la libertad; una persona que te entienda, te apoye y te acompañe en ella. No te des por vencido, piensa que si Dios te ha dado la vida, es porque sabe que tú puedes con ella. Si algún día te sientes cansado, busca el descanso en Dios que renovará tus fuerzas. Si algún día te sientes demasiado responsable de otros, recuerda que sólo Jesús es el Mesías. Si te sientes atado a alguien, pídele a Jesús que rompa las ataduras y que su amor vuelva a crear lazos nuevos de amor según su Espíritu.

Si reaccionas ante toda provocación, ruega a Dios para que te enseñe a responder en lugar de reaccionar. Si tu felicidad y tu vida dependen de otra persona, despréndete de ella y ámala, sin pedirle nada a cambio. Si necesitas tener todo bajo control, entrega el control de tu vida a Dios y confía en su poder y en su amor por tí.

Aprende a mirarte con amor y respeto, piensa en tí como en algo precioso; eres un hijo de Dios! Piensa que Él está más interesado que tú en que te conviertas en esa creación que Él pensó desde toda la eternidad."

REPRESENTACIÓN NAVIDEÑA


Representación Navideña


Era Navidad y en el pueblo iban a hacer la representación del nacimiento de Jesús. Todos estaban muy entusiasmados, querían que la obra fuera un éxito.
Los niños la iban a representar, pero entre ellos había un niño con problemas; quién sabe por qué causa, era más lento en aprender que los demás. El quería estar en la obra, y a la maestra le dio ternura verlo con tanta emoción que le dio un papel pequeño: el del posadero que rechazaba a la Virgen y a José porque la posada estaba llena. 
El día de la obra, el teatro estaba a reventar; hasta había gente de pie. Y cuando llegaron a la parte en la que llegan José y María a la posada, donde este niño con problemas tenía que hablar, paso algo inesperado.
José toco la puerta y salió el posadero, y cuando ya los iba a rechazar, al ver a la joven pareja y sobre todo a la mujer, embarazada de quien iba a ser nuestro salvador, al niño se le llenaron los ojos de lágrimas y les dijo: 
"Pasen, pasen, la señora puede dormir en mi cama, que yo dormiré en el suelo." 
Hubo un silencio intenso en la sala y a muchas personas les salieron lágrimas. La obra fue un éxito, a pesar de que no fue fiel representación de lo que realmente paso en esa noche de Navidad, pero sentimos que algo había cambiado en nuestras vidas, pues ese niño nos enseñó una lección de amor; en su inocencia nos enseñó que debemos amar y ayudar a otros, no importa quienes sean, porque somos hijos de Dios y estamos aquí para hacer el bien, sin pedir nada a cambio.

RIESGOS


Riesgos


Reír es correr el riesgo de parecer tonto.

Llorar es arriesgarse a parecer sentimental.

Acercarse a otro ser es arriesgarse a comprometerse.

Mostrar emoción es arriesgar que se te conozca.

Someter a la gente tus ideas y sueños, es ponerlos en riesgo.

Amar es correr el riesgo de no ser correspondido.

Vivir es arriesgarse a morir.

En toda esperanza hay el riesgo del desespero.

En todo intento, el riesgo de fracasar.

Pero los riesgos se han de tomar, porque el mayor peligro en esta vida, es no arriesgar nada.
Porque el que nada arriesga, nada hace...nada tiene...nada es.

Tal vez pueda ahorrar el sufrimiento y dolor, pero a fin de cuentas, no puede aprender, ni sentir, ni cambiar, ni crecer, ni amar, ni vivir.

Encadenado por las certidumbres será un esclavo, sacrificará el ser libre.

Sólo arriesgando se consagra la libertad.

CAMINAR Y VER


Autor: Papa Francisco | Fuente: es.radiovaticana.va 
Caminar y ver
Homilía del Papa en la Misa de Nochebuena. 24 diciembre 2013


«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1). 

Esta profecía de Isaías no deja de conmovernos, especialmente cuando la escuchamos en la Liturgia de la Noche de Navidad. No se trata sólo de algo emotivo, sentimental; nos conmueve porque dice la realidad de lo que somos: somos un pueblo en camino, y a nuestro alrededor –y también dentro de nosotros– hay tinieblas y luces. Y en esta noche, cuando el espíritu de las tinieblas cubre el mundo, se renueva el acontecimiento que siempre nos asombra y sorprende: el pueblo en camino ve una gran luz. Una luz que nos invita a reflexionar en este misterio: misterio de caminar y de ver. 


1. Caminar. Este verbo nos hace pensar en el curso de la historia, en el largo camino de la historia de la salvación, comenzando por Abrahán, nuestro padre en la fe, a quien el Señor llamó un día a salir de su pueblo para ir a la tierra que Él le indicaría. Desde entonces, nuestra identidad como creyentes es la de peregrinos hacia la tierra prometida. El Señor acompaña siempre esta historia. Él permanece siempre fiel a su alianza y a sus promesas. «Dios es luz sin tiniebla alguna» (1 Jn 1,5). Por parte del pueblo, en cambio, se alternan momentos de luz y de tiniebla, de fidelidad y de infidelidad, de obediencia y de rebelión, momentos de pueblo peregrino y de pueblo errante. 

También en nuestra historia personal se alternan momentos luminosos y oscuros, luces y sombras. Si amamos a Dios y a los hermanos, caminamos en la luz, pero si nuestro corazón se cierra, si prevalecen el orgullo, la mentira, la búsqueda del propio interés, entonces las tinieblas nos rodean por dentro y por fuera. «Quien aborrece a su hermano –escribe el apóstol San Juan– está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos» (1 Jn 2,11). 


2. En esta noche, como un haz de luz clarísima, resuena el anuncio del Apóstol: «Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres» (Tt 2,11). 

La gracia que ha aparecido en el mundo es Jesús, nacido de María Virgen, Dios y hombre verdadero. Ha venido a nuestra historia, ha compartido nuestro camino. Ha venido para librarnos de las tinieblas y darnos la luz. En Él ha aparecido la gracia, la misericordia, la ternura del Padre: Jesús es el Amor hecho carne. No es solamente un maestro de sabiduría, no es un ideal al que tendemos y del que nos sabemos por fuerza distantes, es el sentido de la vida y de la historia que ha puesto su tienda entre nosotros. 


3. Los pastores fueron los primeros que vieron esta “tienda”, que recibieron el anuncio del nacimiento de Jesús. Fueron los primeros porque eran de los últimos, de los marginados. Y fueron los primeros porque estaban en vela aquella noche, guardando su rebaño. Con ellos nos quedamos ante el Niño, nos quedamos en silencio. Con ellos damos gracias al Señor por habernos dado a Jesús, y con ellos, desde dentro de nuestro corazón, alabamos su fidelidad: Te bendecimos, Señor, Dios Altísimo, que te has despojado de tu rango por nosotros. Tú eres inmenso, y te has hecho pequeño; eres rico, y te has hecho pobre; eres omnipotente, y te has hecho débil. 

Que en esta Noche compartamos la alegría del Evangelio: Dios nos ama, nos ama tanto que nos ha dado a su Hijo como nuestro hermano, como luz para nuestras tinieblas. El Señor nos dice una vez más: “No teman” (Lc 2,10). Y también yo les repito: No teman. Nuestro Padre tiene paciencia con nosotros, nos ama, nos da a Jesús como guía en el camino a la tierra prometida. Él es la luz que disipa las tinieblas. Él es nuestra paz. Amén. 

TODAVIA ES TIEMPO DE ACERCARSE AL PORTAL DE BELÉN


Autor: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net
Todavía es tiempo de acercarse al portal...

Sólo los humildes pueden ir a Belén y arrodillarse ante la 

maravilla infinita de un Dios hecho Niño y acostado en un 

pesebre.

Todavía es tiempo de acercarse al portal...
Ya, felizmente, festejamos ayer esta fecha venturosa de Navidad. Todavía es tiempo de acercarse al portal, a visitar al Niño.


Todos guardamos en nuestra alma recuerdos entrañables de las fiestas navideñas: bellos recuerdos de nuestra infancia, y también de nuestra edad juvenil y adulta. Y es que, en este día todos nos hacemos un poco como niños. Y está muy bien que sea así, porque nuestro Señor prometió el Reino de los cielos a los que son como niños. Más aún, desde que Dios se hizo niño, ya nadie puede avergonzarse de ser uno de ellos.

¡Tantas cosas podrían decirse en un día como éstos! Pero no voy a escribir un tratado de teología. Me voy a limitar, amigo lector, a contarte una sencilla y bella historia. Espero que te guste.

Se cuenta que el año 1994 dos americanos fueron invitados por el Departamento de Educación de Rusia –curiosamente—, para enseñar moral en algunas escuelas públicas, basada en principios bíblicos. Debían enseñar en prisiones, negocios, en el departamento de bomberos y en un gran orfanato. En el orfanato vivían casi 100 niños y niñas que habían sido abandonados por sus padres y dejados en manos del Estado. Y fue en este lugar en donde sucedió este hecho.

Era 25 de diciembre. Los educadores comenzaron a contarles a los niños la historia de la primera Navidad. Les hablaron acerca de María y de José llegando a Belén, de cómo no encontraron lugar en las posadas y, obligados por las circunstancias, tuvieron que irse a un establo a las afueras de Belén. Y fue allí, en una cueva pobre, maloliente y sucia, en donde nació Dios, el Niño Jesús. Y allí fue recostado en un pesebre.

Mientras los chicos del orfanato escuchaban aquella historia, contenían el aliento, y no salían de su asombro. Era la primera vez que oían algo semejante en su vida. Al concluir la narración, los educadores les dieron a los chicos tres pequeños trozos de cartón para que hicieran un tosco pesebre. A cada niño se le dio un cuadrito de papel amarillo, cortado de unas servilletas, para que asemejaran a unas pajas. Luego, unos trocitos de franela para hacerle la manta al bebé. Y, finalmente, de un fieltro marrón, cortaron la figura de un bebé.

De pronto, uno de ellos fijó la vista en un niño que, al parecer, ya había terminado su trabajo. Se llamaba Mishna. Tenía unos ojos muy vivos y estaría alrededor de los seis años de edad. Cuando el educador miró el pesebre, quedó sorprendido al ver no un niño dentro de él, sino dos. Maravillado, llamó enseguida al traductor para que le preguntara por qué había dos bebés en el pesebre. Mishna cruzó sus brazos y, observando la escena del pesebre, comenzó a repetir la historia muy seriamente. Por ser el relato de un niño que había escuchado la historia de Navidad una sola vez, estaba muy bien, hasta que llegó al punto culminante. Allí Mishna empezó a inventar su propio relato, y dijo: –"Y cuando María puso al bebé en el pesebre, Jesús me miró y me preguntó si yo tenía un lugar para estar. Yo le dije que no tenía mamá ni papá, y que no tenía ningún lugar adonde ir. Entonces Jesús me dijo que yo podía estar allí con Él. Le dije que no podía, porque no tenía ningún regalo para darle. Pero yo quería quedarme con Jesús. Y por eso pensé qué podía regalarle yo al Niño. Se me ocurrió que tal vez como regalo yo podría darle un poco de calor. Por eso le pregunté a Jesús: Si te doy calor, ¿ése sería un buen regalo para ti? Y Jesús me dijo que sí, que ése sería el mejor regalo que jamás haya recibido. Por eso me metí dentro del pesebre. Y Jesús me miró y me dijo que podía quedarme allí para siempre".

Cuando el pequeño Misha terminó su relato, sus ojitos brillaban llenos de lágrimas y empapaban sus mejillas; se tapó la cara, agachó la cabeza sobre la mesa y sus hombros comenzaron a sacudirse en un llanto profundo. El pequeño huérfano había encontrado a alguien que jamás lo abandonaría ni abusaría de él. ¡Alguien que estaría con él para siempre!

Esta conmovedora historia, ¡tiene tanto que enseñarnos! Este niño había comprendido que lo esencial de la Navidad no son los regalos materiales, ni el pavo, ni la champagne, ni las luces y tantas otras cosas buenas y legítimas. Lo verdaderamente importante es nuestro corazón. Y querer estar para siempre al lado de Jesús a través de nuestro amor, de nuestra fe, del regalo de nuestro ser entero a Él.

Dios nace en un establo, no en un palacio. Nace en la pobreza y en la humildad, no en medio de lujos, de poderes y de riquezas. Sólo así podía estar a nuestro nivel: al nivel de los pobres, de los débiles y de los desheredados.

Sólo si nosotros somos pequeños y pobres de espíritu podremos acercarnos a Él, como lo hicieron los pastores en aquella bendita noche de su nacimiento. Los soberbios, los prepotentes y los ricos de este mundo, los que creen que todo lo pueden y que no necesitan de nada ni de nadie –como el rey Herodes, los sabios doctores de Israel y también los poderosos de nuestro tiempo— tal vez nunca llegarán a postrarse ante el Niño en el pobre portal de Belén.

Ojalá nosotros también nos hagamos hoy como niños, como Mishna, como los pobres pastores del Evangelio, para poder estar siempre con Jesús.

Sólo los humildes pueden ir a Belén y arrodillarse ante la maravilla infinita y el misterio insondable de un Dios hecho Niño y acostado en un pesebre. Sólo la contemplación extasiada y llena de fe y de amor es capaz de penetrar –o, mejor dicho, de vislumbrar un poquito al menos— la grandeza inefable de la Navidad. ¡El Dios eterno, infinito, omnipotente e inmortal, convertido en un Niño recién nacido, pequeñito, impotente, humilde, incapaz de valerse por sí mismo! ¿Por qué? Por amor a ti y a mí.

Para redimirnos del pecado, para salvarnos de la muerte, para liberarnos de todas las esclavitudes que nos oprimen y afligen.

Si Dios ha hecho tanto por ti, ¿qué serás capaz tú de regalarle al Niño Dios?


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 

    PLEGARIA PARA OBTENER SERENIDAD AL NIÑO JESÚS



    Plegaria para obtener serenidad al Niño Jesús

    Niño Jesús: Tú eres el Rey de la Paz, ayúdame a aceptar sin amarguras las cosas que no puedo cambiar.

    Tú eres la fortaleza del cristiano; dame valor para transformar aquello que en mí debe mejorar.

    Tú eres la sabiduría eterna; enséñame en cada instante cómo debo obrar para agradar más a Dios y hacer mayor bien a las demás personas. Te lo suplico, por los méritos de tu infancia a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

    EL EVANGELIO DE HOY: 26.12.2013

    Autor: Libardo Herrera, L.C. | Fuente: Catholic.net
    El Espíritu del Padre hablará por ustedes
    Mateo 10, 17-22. Navidad. Hoy que celebramos la fiesta de San Esteban, nos ayude a ser testigos de Su Amor.
     
    El Espíritu del Padre  hablará por ustedes
    Del santo Evangelio según san Mateo 10, 17-22

    En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los enjuicien, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque, en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes. El hermano entregará al hermano a la muerte, y el padre a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin se salvará".

    Oración introductoria

    Gracias, Jesús, porque en tu gran misericordia, has querido abajarte a una condición tan pobre como la mía, y por ser el sostén de mis afanes cotidianos. Sé que sin Ti nada puedo, y por esta razón, me acerco a Ti, con un corazón lleno de confianza, a pedirte la fuerza para que pueda llevar con amor y paciencia las contrariedades que me permitas en este día. Jesús, confío en Ti. Sé que desde tu cruz, me ayudarás a ser feliz.

    Petición

    Señor, que al haberte recibido en esta Navidad, pueda tener un corazón dispuesto a ser testimonio de tu presencia ante las demás personas con las que me encuentre en este día. Concédeme sentirte vivo en mi vida, y que los demás te encuentren a Ti en mí.

    Meditación del Papa Francisco

    Pensar en que Dios es amor nos hace mucho bien, porque nos enseña a amar, a darnos a los demás como Jesús se dio a nosotros, y camina con nosotros. Jesús camina con nosotros en el camino de la vida.
    La Santísima Trinidad no es el producto de razonamientos humanos; es el rostro con el que Dios mismo se ha revelado, no desde lo alto de una cátedra, sino caminando con la humanidad. Es justamente Jesús quien nos ha revelado al Padre y quien nos ha prometido el Espíritu Santo.
    Dios ha caminado con su pueblo en la historia del pueblo de Israel y Jesús ha caminado siempre con nosotros y nos ha prometido el Espíritu Santo que es fuego, que nos enseña todo lo que no sabemos, que dentro de nosotros nos guía, nos da buenas ideas y buenas inspiraciones. Hoy alabamos a Dios no por un particular misterio, sino por Él mismo, "por su inmensa gloria", como dice el himno litúrgico. Le alabamos y le damos gracias porque es Amor, y porque nos llama a entrar en el abrazo de su comunión, que es la vida eterna. (S.S. Francisco, 26 de mayo de 2013).

    Reflexión

    La humanidad entera reclama hombres y mujeres dispuestos a dar su vida, día a día, en el trabajo, en el hogar, en la universidad, en cada espacio cultural; en fin, en donde puedan ser faros luminosos que den luz a las almas perdidas en la vida cotidiana. El mundo está necesitado.
    Por eso, debemos confiar y lanzarnos a ser ese faro de Dios para los demás, no teniendo miedo y abriendo nuestro corazón para Él, que es nuestra luz, nuestra fuerza y nuestra salvación. Hoy tenemos que confiar una vez más y mirar el mundo con ojos llenos de fe. Necesitamos ser testigos de Aquél que nos ha amado y que nos ha llamado por nuestro nombre con una sonrisa en el rostro. Y cuando experimentemos nuestra debilidad, nuestra miseria, acudamos a Cristo y a su Madre Santísima. Junto a ellos, nuestra confianza crecerá y se fortalecerá en ese darnos con amor a la Voluntad de Dios y en el constante ser testigos de la fe, aunque las persecuciones morales parezcan ahogarnos.

    Propósito

    Visitaré a Jesús en la Eucaristía y le pediré la gracia de ser su luz en esta semana para las personas que me necesiten.

    Diálogo con Cristo

    Jesús, gracias por haberme escuchado y por ser mi mejor amigo, en quien puedo confiar hasta la muerte. Tú sabes que hay momentos en los que me encuentro muchas veces solo, sin saber a quién acudir. Por lo mismo, me acerco lleno de fe a Ti que eres la fuerza en el camino, luz para mis pasos dudosos, y voz en medio del silencio. Jesús, manso y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al tuyo.



    "Nosotros tenemos las antorchas encendidas en nuestras manos cuando, con buenas obras, damos a nuestros prójimos buenos ejemplos" (S. Gregorio Magno, en Catena Aurea, vol. VI, p. 101)


  • Preguntas o comentarios al autor
  • Libardo Herrera, L.C.b> 
    Autor: Libardo Herrera, L.C. | Fuente: Catholic.net
    El Espíritu del Padre hablará por ustedes
    Mateo 10, 17-22. Navidad. Hoy que celebramos la fiesta de San Esteban, nos ayude a ser testigos de Su Amor.
     
    El Espíritu del Padre  hablará por ustedes
    Del santo Evangelio según san Mateo 10, 17-22

    En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los enjuicien, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque, en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes. El hermano entregará al hermano a la muerte, y el padre a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin se salvará".

    Oración introductoria

    Gracias, Jesús, porque en tu gran misericordia, has querido abajarte a una condición tan pobre como la mía, y por ser el sostén de mis afanes cotidianos. Sé que sin Ti nada puedo, y por esta razón, me acerco a Ti, con un corazón lleno de confianza, a pedirte la fuerza para que pueda llevar con amor y paciencia las contrariedades que me permitas en este día. Jesús, confío en Ti. Sé que desde tu cruz, me ayudarás a ser feliz.

    Petición

    Señor, que al haberte recibido en esta Navidad, pueda tener un corazón dispuesto a ser testimonio de tu presencia ante las demás personas con las que me encuentre en este día. Concédeme sentirte vivo en mi vida, y que los demás te encuentren a Ti en mí.

    Meditación del Papa Francisco

    Pensar en que Dios es amor nos hace mucho bien, porque nos enseña a amar, a darnos a los demás como Jesús se dio a nosotros, y camina con nosotros. Jesús camina con nosotros en el camino de la vida.
    La Santísima Trinidad no es el producto de razonamientos humanos; es el rostro con el que Dios mismo se ha revelado, no desde lo alto de una cátedra, sino caminando con la humanidad. Es justamente Jesús quien nos ha revelado al Padre y quien nos ha prometido el Espíritu Santo.
    Dios ha caminado con su pueblo en la historia del pueblo de Israel y Jesús ha caminado siempre con nosotros y nos ha prometido el Espíritu Santo que es fuego, que nos enseña todo lo que no sabemos, que dentro de nosotros nos guía, nos da buenas ideas y buenas inspiraciones. Hoy alabamos a Dios no por un particular misterio, sino por Él mismo, "por su inmensa gloria", como dice el himno litúrgico. Le alabamos y le damos gracias porque es Amor, y porque nos llama a entrar en el abrazo de su comunión, que es la vida eterna. (S.S. Francisco, 26 de mayo de 2013).

    Reflexión

    La humanidad entera reclama hombres y mujeres dispuestos a dar su vida, día a día, en el trabajo, en el hogar, en la universidad, en cada espacio cultural; en fin, en donde puedan ser faros luminosos que den luz a las almas perdidas en la vida cotidiana. El mundo está necesitado.
    Por eso, debemos confiar y lanzarnos a ser ese faro de Dios para los demás, no teniendo miedo y abriendo nuestro corazón para Él, que es nuestra luz, nuestra fuerza y nuestra salvación. Hoy tenemos que confiar una vez más y mirar el mundo con ojos llenos de fe. Necesitamos ser testigos de Aquél que nos ha amado y que nos ha llamado por nuestro nombre con una sonrisa en el rostro. Y cuando experimentemos nuestra debilidad, nuestra miseria, acudamos a Cristo y a su Madre Santísima. Junto a ellos, nuestra confianza crecerá y se fortalecerá en ese darnos con amor a la Voluntad de Dios y en el constante ser testigos de la fe, aunque las persecuciones morales parezcan ahogarnos.

    Propósito

    Visitaré a Jesús en la Eucaristía y le pediré la gracia de ser su luz en esta semana para las personas que me necesiten.

    Diálogo con Cristo

    Jesús, gracias por haberme escuchado y por ser mi mejor amigo, en quien puedo confiar hasta la muerte. Tú sabes que hay momentos en los que me encuentro muchas veces solo, sin saber a quién acudir. Por lo mismo, me acerco lleno de fe a Ti que eres la fuerza en el camino, luz para mis pasos dudosos, y voz en medio del silencio. Jesús, manso y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al tuyo.



    "Nosotros tenemos las antorchas encendidas en nuestras manos cuando, con buenas obras, damos a nuestros prójimos buenos ejemplos" (S. Gregorio Magno, en Catena Aurea, vol. VI, p. 101)


  • Preguntas o comentarios al autor
  • Libardo Herrera, L.C.b> 

    miércoles, 25 de diciembre de 2013

    QUE SIEMPRE SEA... NAVIDAD


    Autor: María Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
    Que siempre sea...Navidad

    Navidad tiene que ser en nuestro corazón todos los días del 

    año.¡Qué raquítica y pobre será, si nuestra Navidad es tan 

    solo por este día!
    Que siempre sea...Navidad

    Oía yo con gusto y un poco de emoción, hace unos días, la letra de un villancico:

    Tanto invento, tanto invento, ya no saben que inventar.
    Jesús, diles Tu que inventen, una máquina de amar...


    Así decía la canción: una máquina de amar... y me quedé pensando, "tal vez esa máquina, Jesús, ya la inventaste Tú hace muchos años, desde siempre, porque esa máquina es el corazón del hombre."

    Lo que pasa es que esa "máquina" no está produciendo amor, sino egoísmo, orgullo, vanidad, ambición, rencor ,indiferencia y tantas y tantas cosas totalmente diferentes al amor.
    Tenemos que volver a recuperar el verdadero sentido para el cual fue creado el corazón del hombre.
    Y Tu, Jesús, vuelves a pasar por la Tierra y la voz de los ángeles se pierde en la noche de los tiempos diciendo:
    ¡Gloria a Dios en las alturas y en la Tierra , paz a los hombres de buena voluntad!
    Jesús , hoy en los más apartados rincones de la Tierra, en todos los lugares de este bello planeta azul, hay hombres y mujeres y niños que piensan en ti y te adoran con el brillo de una lágrima en los ojos pidiendo esa PAZ que los ángeles anunciaron en día como este, hace ya muchos años.

    Pero algo falla...algo nos está fallando y tal vez sea porque esta Paz solo la pedimos hoy.
    Porque solo hoy celebramos la Navidad.
    Solo hoy.
    Solo hoy nos abrazamos.
    Solo hoy tratamos de olvidar un poco los rencores.
    Solo hoy nos toleramos.
    Solo hoy nos sonreímos.
    Solo hoy hablamos de amor y de paz.
    Solo hoy es Navidad...
    Mañana...

    Navidad tiene que ser en nuestro corazón todos los días del año.

    ¡Qué raquítica y pobre será, si nuestra Navidad es tan solo por este día!

    ¡Qué pequeño nuestro agradecimiento a esa total donación de un Dios que llega a nosotros haciéndose Niño, haciéndose hombre!.

    ¡ Qué pena, Señor, tener una máquina en vez de un corazón!.

    Qué pena que mañana... volvamos a lo mismo, al desacuerdo, a la intolerancia, a no poder perdonar, a no tener la humildad para pedir perdón, en una palabra, a no amar.

    Todos los días tiene que haber la alegría de la Navidad en nuestro corazón.

    Cuando Tu, Jesús, entras en él por medio del Milagro de la Eucaristía, estás naciendo en nuestra vida... ¡es Navidad!.

    ¡Una Navidad perpetua y constante! y así, ya está en marcha esa Máquina de Amar ...




  • Preguntas o comentarios al autor
  • Ma. Esther de Ariño 

    NAVIDAD, FIESTA DE LA SORPRESA


    Navidad, fiesta de la sorpresa
    Autor: Padre Javier Gafo, S.J.


    Hay un bello villancico belga en el que se narra la historia del  pastor "sorprendido". Los pastores se acercan a la gruta de Belén llevando sus dones: su manteca, su miel, sus ovejas... Sólo hay uno que se acerca con las manos vacías y abiertas. El villancico le pregunta "¿Cómo vienes sin nada a adorar al Niño?" Y el pastor le responde: "Yo sólo le traigo mi sorpresa".

    Navidad es la fiesta de la sorpresa. Veinte siglos de tradición cristiana no pueden impedir que surja hoy en los creyentes la admiración y la sorpresa ante lo que celebramos en estos días. Haber celebrado ya muchos años la Navidad, experimentar todos esos bellos sentimientos humanos asociados a estas fiestas, no debería bloquear nuestra capacidad de admiración y sorpresa ante el Misterio de fe.

    San Ignacio de Loyola se convertía en un pobrecito esclavo indigno para estar presente en el misterio de la Navidad. De alguna manera, San Ignacio era también ese pastor sorprendido, con las manos vacías pero el corazón muy abierto, que se acercaba al misterio de Belén "como si presente se hallase, con todo acotamiento y reverencia posibles, mirándolos, contemplándolos, sirviéndolos en sus necesidades..."

    NAVIDAD EN BELÉN


    Navidad en Belén


    Acercarse a Belén , 
    es acercarse al mundo de los sueños más hermosos.
    Porque Belén no es una ciudad de nuestro mundo, 
    sino un rincón del corazón humano.

    En Belén hemos nacido todos, 
    en Belén se apacienta nuestra infancia.
    Aquí giró la historia.
    Aquí nació la vida.
    Hasta Belén, ser hombre
    era nacer para vivir rodando
    por la cuesta del tiempo.
    Desde Belén , ser hombre 
    es aprender la enorme
    aventura de escalar las alturas.
    Aquí, ser hombre se convirtió en ser Hijo de Dios.
    Aquí, el Dios de los cielos 
    inició la locura de volverse pequeño.
    Por eso las campanas de Belén están locas,
    replican y replican para explicarle al mundo
    la alegría del cielo,
    para que todos sepan que el hombre está a salvado
    ahora que Dios se ha hecho hombre como nosotros.
    Mirar, mirar las casas de Belén, apiñadas,
    apretadas las unas a las otras, 
    lo mismo que un rebaño aterido,
    como un coro de monjas asustadas.
    Mirar su letanía de agudos campanarios
    que señalan al cielo con sus dedos alzados
    para decir a todos: Por aquí vino Dios.
    Contemplar el mercado, sus hombres y mujeres,
    sus pobres baratijas, sus comidas caseras.
    El Dios de las alturas nunca fue un exquisito,
    ni una ciudad fría de gélidos burócratas,
    sino en pobreza de los pobres más pobres ,
    en calles malolientes donde el hombre agita,
    en un triste pueblo despreciado de todos.
    No busquemos en Belén hermosas catedrales,
    iglesias esplendentes, basílicas radiantes,
    la flecha luminosa de las agujas góticas,
    las vidrieras de fuego donde ardió el Medioevo.
    Todo en Belén es pobre
    como el Dios que lo habita.
    Y ahora...,pasar conmigo por la pequeña puerta
    que conduce a la gruta.
    Una puerta que tiene la estatura de un niño
    y en la que hay que agacharse para poder entrar.
    Porque para llegar hasta el Dios de los cielos
    sólo hay dos caminos:
    la puerta de la infancia
    y la humildad.
    Para ver a Jesús, es necesario
    doblar el espinazo del orgullo,
    agachar la cabeza de nuestras importancias, 
    hacerse niños como El se hizo.

    Y ahora...,arrodillémonos: Aquí ocurrió el prodigio,
    aquí una virgen-Madre iluminó la tierra,
    aquí por primera vez se oyó el llanto de Dios,
    aquí la sangre humana se vio multiplicada,
    aquí un diminuto corazón de chiquillo
    fue, por primera vez, el corazón de Dios.
    Aquí, entre estas paredes de humedad y de piedra,
    entre dos animales asustados y atónitos,
    nació aquel cuerpo y sangre
    que el hombre comería por los siglos de los siglos.

    Alejar nuestros ojos de los falsos adornos
    que camuflan la gruta,
    no contemplemos ;
    las lámparas ni las raídas de sedas
    que quieren ocultar
    el oro santo de la sencillez.
    Cerrar más bien los ojos y asombrémonos.
    Dejar que sea el corazón quien mire.

    Y , después , alegrémonos igual que los pastores
    que en esta misma gruta escucharon su anuncio:
    gloria a Dios en el cielo.
    paz a los hombres de buena voluntad.

    Levantar nuestras manos para dar también gloria 
    y dejad que la paz penetre en nuestra alma
    como la gran nevada de la misericordia.
    Dejar que, dos mil años depuse, 
    el Niño vuelva a nacer en nosotros,
    convertir nuestras almas en el portal viviente.
    Y sea nuestra casa como un nuevo Belén.

    EL EVANGELIO DE HOY: 25-12-2013

    Autor: Víctor Hugo Gamboa, L.C. | Fuente: Catholic.net
    ¡Jesús ha nacido!
    Juan 1, 1-18. Navidad. Hoy es un día de gozo, en que Dios se ha manifestado al mundo como un Niño necesitado de todo, para que nosotros le acojamos.
     
    ¡Jesús ha nacido!
    Del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18

    Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: «Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo». De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.

    Oración introductoria

    Señor, sabes que no soy el mejor, conoces toda mi miseria, pero por esto mismo vengo ante ti con la confianza de que me escucharás y me enseñarás el camino. Señor, ayúdame a creer. Quiero confiar plenamente en ti. Dame la gracia de esperarlo todo de ti y en ti. Enséñame a amar a los demás, para mostrarte el amor que te tengo.

    Petición

    Señor, que me dé cuenta del amor que me tienes y que me has mostrado al hacerte como uno de nosotros.

    Meditación del Papa Francisco

    La Navidad es el encuentro de Dios con su pueblo. Y también es una consolación, un misterio de consolación. Muchas veces, después de la misa de Nochebuena, pasé algunas horas solo, en la capilla, antes de celebrar la misa de la aurora, con un sentimiento de profunda consolación y paz. (Entrevista con papa Francisco sobre la Navidad, martes, 10 de diciembre)

    Reflexión

    ¡Dios me ama! Cada uno de nosotros, podemos partir de esta breve frase para comenzar a hablar con Dios. Cuántas veces hemos escuchado tantos reclamos hacia Dios de por qué en el mundo hay tanto mal, por qué Dios permite esto o aquello y por qué no hace nada. Y Dios, en su silencio taladrador, nos dice: "Te he hecho a ti". Dios ha querido que estemos aquí porque nos ama, porque es el Amor con mayúsculas. Y sabiendo que somos débiles, que a veces no respondemos con el mismo amor, Dios nos recuerda, a través de la liturgia y de manera cíclica, que se ha hecho carne, se ha hecho hombre.

    Este Hombre-Dios, que nos enseña el camino que debemos seguir, que nos invita a participar de su vida divina, que no muestra que el camino de cruz, es quien más nos hace felices: no por el dolor, sino por lo que hay detrás de la cruz.

    Hoy es un día de gozo, en que Dios mismo se ha manifestado al mundo como un Niño necesitado de todo, para que nosotros le acojamos de verdad en nuestro corazón. Viene indefenso, para que podamos defenderle y ayudarle a mitigar el frio de la indiferencia. Y nos muestra que Él, siendo Dios, ha querido estar con la humanidad herida por el pecado, para levantarnos como a la mujer pecadora; para invitarnos a cambiar de vida y vivir de manera plena como lo hizo Él con los primeros cristianos. Por esto, en este día de navidad, podemos sentirnos amados por Él, porque no se ha olvidado de nosotros. No te olvides de Él. Gracias Señor por tanto amor.

    Propósito

    Este día de Navidad ayudaré a mi prójimo en la necesidad que le surja. Mostraré la alegría que el Señor me dado y la compartiré con los demás, para comunicarles ese amor de Dios.

    Diálogo con Cristo

    Señor, te doy gracias por el don de la vida y de la fe. También te agradezco por el amor que nos tienes, por la inmensa e inmerecida gracia de ser tu apóstol en la tierra. Muéstrame el camino para agradarte. Ayúdame a compartir tu amor con los demás, amor verdadero y profundo como el tuyo. Dame la fuerza para luchar cada día contra la inconciencia de vivir apartado de ti. Gracias, Señor, por todo lo que me has dado.



    "Tú eres la última y la única razón de mi amor. No tengo otras. ¿Cómo tendría alguna esperanza sin ti? ¿En qué se apoyaría mi alegría si nos faltases tú? ¿En qué vino insípido se tornarían todos mis amores si no fueran reflejo de tu amor? Eres tú quien da fuerza y vigor a todo. Y yo sé sobradamente que toda mi tarea de hombre es repetir y repetir tu nombre. Y retirarme" (José Luis Martín Descalzo)




  • Preguntas o comentarios al autor
  • Víctor Hugo Gamboa, L.C. 

    martes, 24 de diciembre de 2013

    EN ESTA NAVIDAD


    LLEGA LA NAVIDAD


    Llega la Navidad

    Por cada lágrima que brota
    llega la Navidad.

    Por cada ser que se enamora
    llega la Navidad.

    Por todos los que van sin suerte
    llega la Navidad.

    Por los que sólo ven la muerte
    llega la Navidad.

    Es la noticia de vida,
    es la palabra de luz,
    es la esperanza atrevida
    que anuncia al Niño Jesús.
    Es la luz entre la sombras,
    es cosecha de verdor,
    imagen del pueblo nuevo,
    aliento liberador.

    Por los que caminan de prisa
    y no hay donde llegar...

    Por quienes van indiferentes
    sin reir o llorar...

    Por los que ocultos en sus bienes
    se olvidan de dar pan...

    Y por quienes se sienten solos
    llega la Navidad.

    EN NAVIDAD


    EN NAVIDAD...

    Si buscas a Dios
    Hoy lo encontrarás.

    Si tienes tinieblas... encuentra tu lámpara
    La Navidad es luz.

    En todos los momentos de tu vida
    Haz esto y serás feliz.

    Si tienes errores... reflexiona.
    La Navidad es Verdad.

    Si tienes enemigos... reconcíliate
    La Navidad es paz.

    Si tienes tristeza... alégrate
    La Navidad es goce.

    Si tienes pecados... conviértete.
    La Navidad es gracia.

    Si tienes odio... olvídalo.
    La Navidad es amar.

    Si tienes amigos... búscalos.
    La Navidad es encuentro.

    Si tienes felicidad... compártela.
    La Navidad es darse.

    Si tienes deudas... págalas.
    La Navidad es justicia.

    Si tienes soberbia... sepúltala.
    La Navidad es humildad.

    Si tienes pobres a tu lado... ayúdalos.
    La Navidad es paz.

    Si no tienes a Dios
    hoy lo encontrarás en cada persona...
    pues el Niño Jesús quiere nacer en ti hoy.

    BENDICIONES DE LA MESA DE NOCHEBUENA


    BENDICIONES DE LA MESA DE NOCHEBUENA

     Celebración familiar (con un cirio en la mesa)

    Padre/Madre (P):
     Hoy, Nochebuena, tenemos, de manera especial y como centro de nuestra familia a Jesucristo, nuestro Señor. Vamos a encender un cirio en medio de la mesa para que nos haga pensar en Jesús y vamos a darle gracias a Dios por habernos enviado a su Hijo. 
    Gracias Padre, que nos amaste tanto que nos diste a tu Hijo.
    Todos (T): Señor, te damos gracias.

    P: Gracias Jesús por haberte hecho niño para salvarnos.
    T: Señor, te damos gracias.

    P: Gracias Jesús, por haber traído al mundo el amor de Dios.
    T: Señor, te damos gracias.

    P: Señor Jesús, Tú viniste a decirnos que Dios nos ama y que nosotros debemos amar a los demás,
    T: Señor, te damos gracias. 

    P: Señor Jesús, Tú viniste a decirnos que da más alegría el dar que el recibir,
    T: Señor, te damos gracias.

    P: Señor Jesús, Tú viniste a decirnos que lo que hacemos a los demás te lo hacemos a Ti.
    T: Señor, te damos gracias.

    P: Gracias María, por haber aceptado ser la Madre de Jesús.
    T: María, te damos gracias.

    P: Gracias San José, por cuidar de Jesús y María.
    T: San José, te damos gracias.

    P: Gracias Padre por esta Noche de Paz, Noche de Amor, que Tú nos has dado al darnos a tu Hijo, te pedimos que nos bendigas, que bendigas estos alimentos que dados por tu bondad vamos a tomar, y bendigas las manos que los prepararon. 

    Niño Dios, tú que llegaste al mundo para salvar, te pedimos la paz. 
    Niño Dios, tú que naciste en un pesebre, te pedimos que no haya más miserias en el mundo.
    Niño Dios, tú que naciste de una madre Virgen, te pedimos belleza en este mundo.
    Niño Dios, tú que eres Salvador, cuídanos de los desastres que nos provoca la naturaleza.
    Niño Dios, tú que nos diste la vida para vivirla, que la vivamos de acuerdo a tu gloriosa Vida.

    T: ¡Amén!



    Otra bendición sencilla

    Bendice, Señor, nuestra mesa.
    Por una noche al menos,
    quisiéramos que el mundo fuera una gran familia:
    sin guerras, sin miseria, sin hambre, sin dolor...;
    y con algo más de música y de justicia.
    Que este hogar, Jesús,
    acoja tu palabra de amor y de perdón
    y siempre estés tú presente.
    Consérvanos unidos.
    Danos durante todo el año paz y trabajo.
    Danos fuerzas para ser personas justas,
    comprensivas, entrañables, comprometidas
    por un mundo mejor. 
    Así habrá muchas “noches-buenas”
    y “días-buenos”.
    Eres bienvenido, Señor, siempre a esta casa.
    Y confiamos que Tú nos reúnas también
    un día en tu Casa para celebrar la eterna Navidad.
    Amén.

    HISTORIA DEL PRIMER BELÉN



    Historia del primer Belén

    La tradición de poner el Pesebre en el mundo se remonta al año 1223, en una Navidad de la villa italiana de Greccio.

    En esta localidad, San Francisco de Asís que siempre había sentido un amor especial por la Navidad recibió esta inspiración del Señor.

    Se acercaba Nochebuena y decidió representar la humildad del pesebre tal como sucedió en Belén, ¡hasta con un burrito y un buey en una pobre gruta en medio de un bosque!. Y así lo hizo, cuando de pronto, en la noche de Navidad, la gente del pueblo se acercó con antorchas encendidas a la gruta que Francisco y sus amigos habían preparado.

    Cuál no sería la maravilla de todos los presentes cuando, según dice la tradición, sucedió un milagro: el Niño Jesús quiso estar de cuerpo presente en medio de ellos. Todos los asistentes pudieron alabar al recién nacido en ese pobre pesebre, mientras los ángeles entonaban alabanzas y cantos: tal como sucedió en Belén. El milagro se había producido ante la vista de todos, y desde entonces la fama de los "Nacimientos" y su costumbre se extendió por todo el mundo.

    Desde aquel día, se celebra Nochebuena, imitando la inspiración de San Francisco de Asís, en torno a un humilde pesebre que recibe al Hijo de Dios. El Papa Juan Pablo II, en 1.986, a petición de las asociaciones belenistas de todo el mundo, proclamó a San Francisco de Asís Patrón Universal del Belenismo.

    EL NACIMIENTO DE CRISTO, ES MI NACIMIENTO




    Autor: Pedro García, misionero Claretiano |
     Fuente: Catholic.net
    Nacimiento de Cristo es mi nacimiento
    El nacimiento de Jesucristo en Belén, es nuestro propio 
    nacimiento a la vida celestial.


    Nacimiento de Cristo es mi nacimiento
    El chiquitín ha venido en medio de la noche callada. En un silencio total. En una soledad absoluta. Sólo su joven Madre y el bueno de José, a la luz de una lámpara de aceite, contemplan la carita celestial del recién nacido. En medio de tanta pobreza y humildad, están gozando como no ha disfrutado hasta ahora nadie en el mundo. -

    ¡Mi niño!, grita María mientras le estampa enajenada su primer beso... -¡Qué lindo, qué bello!, exclama extasiado José. Entre tanto --vamos a hablar así--, Dios no se aguanta más. Tiene prisa por anunciar a todos el nacimiento de su Hijo hecho hombre, y manda a sus ángeles que lo pregonen bien. Se avanza un ángel y desvela a los pastores, mientras les grita con alborozo:

    - ¡Os anuncio una gran alegría! ¡Os ha nacido en Belén un salvador!

    Se rasgan entonces los cielos, aparece todo un ejército de la milicia celestial, que van cantando por el firmamento estrellado:

    - ¡Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres amados de Dios!...

    A este Jesús, le felicitamos de corazón: -¡Cumpleaños feliz! ¡Por muchos años! ¡Por años y por siglos eternos!...

    Hasta aquí, todos de acuerdo, ¿no es así?
    Pero, ¿es verdad que nos podemos felicitar también nosotros, y que nos felicitamos de hecho nuestro propio cumpleaños?... Dos antiguos Doctores de la Iglesia, y de los más grandes, como son Ambrosio y León Magno, lo expresaron de la manera más elocuente y precisa.

    San Ambrosio exclama en su Liturgia de Navidad:
    -¡Hoy celebramos el nacimiento de nuestra salvación! ¡Hoy hemos nacido todos los salvados!... Tiende su mirada más allá de la Iglesia, y felicita al mundo entero: -Hoy en Cristo, oh Dios, haces renacer a todo el mundo.

    Y el Papa San León Magno, con su elegancia de siempre, dice también:
    - ¿Sólo el nacimiento del Redentor? ¡También nuestro propio nacimiento! El nacimiento de Cristo es el nacimiento de todo el pueblo cristiano. Cada uno de los cristianos nace en este nacimiento de hoy.

    Tiene razón la Iglesia al cantar en uno de los prefacios de Navidad: -De una humanidad vieja nace un pueblo nuevo y joven...
    Porque el Hijo de Dios, al hacerse hombre, nos hace a todos los hombres hijos de Dios. El nacimiento de Jesucristo en Belén, es nuestro propio nacimiento a la vida celestial. Es nuestro cumpleaños también. ¡La enhorabuena a todos!...

    Una felicitación de la que no es excluido nadie, desde el momento que todos somos llamados a la salvación. Ese mismo Papa de la antigüedad y Doctor de la Iglesia, San León Magno, felicita a todos con un párrafo que es célebre:
    - ¡Felicitaciones, carísimos, porque ha nacido el Salvador! No cabe la tristeza cuando nace la vida. Si eres santo, ¡alégrate!, porque tienes encima tu premio. Si eres pecador, ¡alégrate!, porque se te ofrece el perdón. Si eres un pagano todavía, ¡alégrate!, porque eres llamado a la vida de Dios.

    Una familia cristiana de Viena, a mitades del siglo dieciocho, celebró la Navidad de una manera singular. Aquel matrimonio tan bello recibía cada hijo como el mayor regalo de Dios. Apenas la esposa sentía los primeros síntomas, el esposo sacaba del armario los cirios de los niños anteriores y quedaban prendidos durante todo el rato que se prolongaba la función augusta del alumbramiento. Los cirios correspondían a los ángeles custodios de los hijos, que velaban este momento solemne. Cuando había llegado el bebé, se apagaban los cirios y se guardaban hasta que viniese otro vástago al hogar. En esta Navidad se prendieron nueve cirios. El primero se había hecho bastante corto, pues había alumbrado la estancia muchas veces anteriormente. El más alto, el prendido ahora por primera vez, correspondía a Clemente, el niño que venía entre las alegrías navideñas, bautizado a las pocas horas, y conocido hoy en la Iglesia como San Clemente María Hofbauer...

    Este niño, que iba a ser un gran santo, es el símbolo de una realidad que se repite tantas veces en las familias cristianas. Con nuestra venida al mundo en el seno de la Iglesia, al recibir el Bautismo, repetimos todos el hecho de Belén. Cristo nace en un nuevo cristiano. Jesús y nosotros celebramos nuestro cumpleaños en el mismo día...

    ¡Felicidades a todos! ¡Felicidades!
    Y que repitamos este cumpleaños, el de Jesús y nuestro, por muchas Navidades más.... 
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