domingo, 15 de diciembre de 2013

FELIZ DOMINGO


CAMINO


Camino


Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida.

La ciudad era muy oscura en las noches sin luna .

En determinado momento, se encuentra con un amigo. 
El amigo lo mira y de pronto lo reconoce.

Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces, le dice:

- ¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? 
Si tú no ves...

Entonces, el ciego le responde:

- Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mi...

- No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.

Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.

Alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil...Muchas veces en vez de alumbrar oscurecemos mucho más el camino de los demás...¿Cómo? A través del desaliento, la crítica, el egoísmo, el desamor, el odio, el resentimiento...


¡Qué hermoso sería sí todos ilumináramos los caminos de los demás.¡

RECUERDOS


Recuerdos


Vivamos com plenitud y alegría el hoy,
de tal forma que cada nuevo día, 
con la luz de su aurora, 
borre la mala sombra del pasado.

Vivamos con desbordante 
entusiasmo y optimismo el presente 
y no nos detengamos a recordar
inútilmente lo malo que nos pasó:
Reflexionemos en lo bueno 
que nos pasa cada nuevo día, 
en la magnitud y la dimensión 
de un solo minuto de nuestra existencia.

Despertemos a este amanecer
llenos de LUZ,
colmados de ESPERANZA 
y rebosantes de FE.

ESTAR PREPARADOS EN ADVIENTO


Estar preparados...

«En el capitulo 13 que Pablo escribió a los cristianos en Roma, dice el Apóstol lo siguiente: “La noche va muy avanzada y se acerca ya el día. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y vistamos las armas de la luz. Andemos decentemente y como de día, no viviendo en comilonas y borracheras, ni en amancebamientos y libertinajes, ni en querellas y envidias, antes vestíos del Señor Jesucristo...” Según eso, Adviento significa ponerse en pie, despertar, sacudirse del sueño. ¿Qué quiere decir Pablo? Con términos como “comilonas, borracheras, amancebamientos y querellas” ha expresado claramente lo que entiende por «noche». Las comilonas nocturnas, con todos sus acompañamientos, son para él la expresión de lo que significa la noche y el sueño del hombre. 

Esos banquetes se convierten para San Pablo en imagen del mundo pagano en general que, viviendo de espaldas a la verdadera vocación humana, se hunde en lo material, permanece en la oscuridad sin verdad, duerme a pesar del ruido y del ajetreo. La comilona nocturna aparece como imagen de un mundo malogrado. 

¿No debemos reconocer con espanto cuan frecuentemente describe Pablo de ese modo nuestro paganizado presente? Despertarse del sueño significa sublevarse contra el conformismo del mundo y de nuestra época, sacudirnos, con valor para la virtud v la fe, sueño que nos invita a desentendernos a nuestra vocación y nuestras mejor posibilidades. Tal vez las canciones del Adviento, que oímos de nuevo esta semana se tornen señales luminosas para nosotros que nos muestra el camino y nos permiten reconocer que hay una promesa más grande que la el dinero, el poder y el placer. Estar despiertos para Dios y para los demás hombres: he ahí el tipo de vigilancia a la que se refiere el Adviento, la vigilancia que descubre la luz y proporciona más claridad al mundo».

Juan el Bautista y María

«Juan el Bautista y María son los dos grandes prototipos de la existencia propia del Adviento. Por eso, dominan la liturgia de ese período. ¡Fijémonos primero en Juan el Bautista! Está ante nosotros exigiendo y actuando, ejerciendo, pues, ejemplarmente la tarea masculina. Él es el que llama con todo rigor a la metanoia, a transformar nuestro modo de pensar. Quien quiera ser cristiano debe “cambiar” continuamente sus pensamientos. Nuestro punto de vista natural es, desde luego, querer afirmarnos siempre a nosotros mismos, pagar con la misma moneda, ponernos siempre en el centro. Quien quiera encontrar a Dios tiene que convertirse interiormente una y otra vez, caminar en la dirección opuesta. Todo ello se ha de extender también a nuestro modo de comprender la vida en su conjunto. Día tras día nos topamos con el mundo de lo visible. Tan violentamente penetra en nosotros a través de carteles, la radio, el tráfico y demás fenómenos de la vida diaria, que somos inducidos a pensar que sólo existe él. Sin embargo, lo invisible es, en verdad, más excelso y posee más valor que todo lo visible. Una sola alma es, según la soberbia expresión de Pascal, más valiosa que el universo visible. Mas para percibirlo de forma vida es preciso convertirse, transformarse interiormente, vencer la ilusión de lo visible y hacerse sensible, afinar el oído y el espíritu para percibir lo invisible. Aceptar esta realidad es más importante que todo lo que, día tras día, se abalanza violentamente sobre nosotros. Metanoeite: dad una nueva dirección a vuestra mente, disponedla para percibir la presencia de Dios en el mundo, cambiad vuestro modo de pensar, considerar que Dios se hará presente en el mundo en vosotros y por vosotros. Ni siquiera Juan el Bautista se eximió del difícil acontecimiento de transformar su pensamiento, del deber de convertirse. ¡Cuán cierto es que éste es también el destino del sacerdote y de cada cristiano que anuncia a Cristo, al que conocemos y no conocemos!».

TRES ÁRBOLES SUEÑAN


Tres árboles sueñan

Érase una vez, en la cumbre de una montaña, tres pequeños árboles amigos que soñaban en grande sobre lo que el futuro deparaba para ellos.

El primer arbolito miró hacia las estrellas y dijo: "Yo quiero guardar tesoros. Quiero estar repleto de oro y ser llenado de piedras preciosas. Yo seré el baúl de tesoros mas hermoso del mundo".

El segundo arbolito observó un pequeño arroyo en sus camino hacia el mar y dijo: "Yo quiero viajar a través de mares inmensos y llevar a reyes poderosos sobre mi. Yo seré el barco mas importante del mundo". El tercer arbolito miró hacia el valle y vio a hombres agobiados de tantos infortunios, fruto de sus pecados y dijo: "Yo no quiero jamas dejar la cima de la montaña. Quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo se detenga a mirarme, levantarán su mirada al cielo y pensaran en Dios. Yo seré el árbol mas alto del mundo".Los años pasaron. Llovió, brilló el sol y los pequeños árboles se convirtieron en majestuosos cedros. Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña. El primer leñador miró al primer árbol y dijo: "¡Qué árbol tan hermoso!", y con la arremetida de su brillante hacha el primer árbol cayó. "Ahora me deberán convertir en un baúl hermoso, voy a contener tesoros maravillosos", dijo el primer árbol.

Otro leñador miró al segundo árbol y dijo: "¡Este árbol es muy fuerte, es perfecto para mi!". Y con la arremetida de su brillante hacha, el segundo árbol cayó. "Ahora deberé navegar mares inmensos", pensó el segundo árbol, "Deberé ser el barco mas importante para los reyes mas poderosos de la tierra".

El tercer árbol sintió su corazón hundirse de pena cuando el último leñador se fijó en el. El árbol se paró derecho y alto, apuntando al cielo. Pero el leñador ni siquiera miró hacia arriba, y dijo: "¡Cualquier árbol me servirá para lo que busco!". Y con la arremetida de su brillante hacha, el tercer árbol cayó.

El primer árbol se emocionó cuando el leñador lo llevó al taller, pero pronto vino la tristeza. El carpintero lo convirtió en una mero pesebre para alimentar las bestias. Aquel árbol hermoso no fue cubierto con oro, ni contuvo piedras preciosas. Fue solo usado para poner el pasto.

El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero. Pero no estaba junto al mar sino a un lago. No habían por allí reyes sino pobres pescadores. En lugar de convertirse en el gran barco de sus sueños, hicieron de el una simple barcaza de pesca, demasiado chica y débil para navegar en el océano. Allí quedó en el lago con los pobres pescadores que nada de importancia tienen para la historia..

Pasó el tiempo. Una noche, brilló sobre el primer árbol la luz de una estrella dorada. Una joven puso a su hijo recién nacido en aquel humilde pesebre. "Yo quisiera haberle construido una hermosa cuna", le dijo su esposo... La madre le apretó la mano y sonrió mientras la luz de la estrella alumbraba al niño que apaciblemente dormía sobre la paja y la tosca madera del pesebre. "El pesebre es hermoso" dijo ella y, de repente, el primer árbol comprendió que contenía el tesoro mas grande del universo.

Pasaron los años y una tarde, un gentil maestro de un pueblo vecino subió con unos pocos seguidores a bordo de la vieja barca de pesca. El maestro, agotado, se quedó dormido mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente sobre el lago. De repente, una impresionante y aterradora tormenta se abatió sobre ellos. El segundo árbol se llenó de temor pues las olas eran demasiado fuertes para la pobre barca en que se había convertido. A pesar de sus mejores esfuerzos, le faltaban las fuerzas para llevar a sus tripulantes seguros a la orilla. ¡Naufragaba!. ¡que gran pena, pues no servía ni para un lago!. Se sentía un verdadero fracaso. Así pensaba cuando el maestro, sereno, se levanta y, alzando su mano dio una orden: "calma". Al instante, la tormenta le obedece y da lugar a un remanso de paz. De repente el segundo árbol, convertido en la barca de Pedro, supo que llevaba a bordo al rey del cielo, tierra y mares.

El tercer árbol fue convertido en sendos leños y por muchos años fueron olvidados como escombros en un oscuro almacén militar. ¡Qué triste yacía en aquella penuria inutil, qué lejos le parecia su sueño de juventud! De repente un viernes en la mañana, unos hombres violentos tomaron bruscamente esos maderos. El tercer árbol se horrorizó al ser forzado sobre las espaldas de un inocente que había sido golpeado sin misericordia.

Aquel pobre reo lo cargó, doloroso, por las calles ante la mirada de todos. Al fin llegaron a una loma fuera de la ciudad y allí le clavaron manos y pies. Quedo colgado sobre los maderos del tercer árbol y, sin quejarse, solo rezaba a su Padre mientras su sangre se derramaba sobre los maderos. el tercer árbol se sintió avergonzado, pues no solo se sentía un fracasado, se sentía además cómplice de aquél crimen ignominioso. Se sentía tan vil como aquellos blasfemos ante la víctima levantada. Pero el domingo en la mañana, cuando al brillar el sol, la tierra se estremeció bajo sus maderas, el tercer árbol comprendió que algo muy grande había ocurrido. De repente todo había cambiado.

Sus leños bañados en sangre ahora refulgían como el sol. ¡Se llenó de felicidad y supo que era el árbol mas valioso que había existido o existirá jamás pues aquel hombre era el rey de reyes y se valió de el para salvar al mundo! La cruz era trono de gloria para el rey victorioso. Cada vez que la gente piense en él recordarán que la vida tiene sentido, que son amados, que el amor triunfa sobre el mal. Por todo el mundo y por todos los tiempos millares de árboles lo imitarán, convirtiéndose en cruces que colgarán en el lugar mas digno de iglesias y hogares. Así todos pensarán en el amor de Dios y, de una manera misteriosa, llegó a hacerse su sueño realidad. El tercer árbol se convirtió en el mas alto del mundo, y al mirarlo todos pensarán Dios.

TERCER COMINGO DE ADVIENTO


EL EVANGELIO DE HOY: 14-12-2013

Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net
He aquí que yo envío a mi mensajero
Mateo 11, 2 -11. Adviento. A cada uno de nosotros el Señor nos manda ser precursores y, nos toca hablar, con nuestro testimonio lo que es Dios.
 
He aquí que yo envío a mi mensajero
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 2-11

En aquel tiempo, Juan se encontraba en la cárcel, y habiendo oído hablar de las obras de Cristo, le mandó preguntar por medio de dos discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» Jesús les respondió: «Vayan a contar a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de la lepra, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso aquel que no se sienta defraudado por mí».Cuando se fueron los discípulos, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan: «¿Qué fueron ustedes a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? No. Pues entonces, ¿qué fueron a ver? ¿A un hombre lujosamente vestido? No, ya que los que visten con lujo habitan en los palacios. ¿A qué fueron, pues? ¿A ver a un profeta? Sí, yo se lo aseguro; y a uno que es todavía más que profeta. Porque de él está escrito: He aquí que yo envío a mi mensajero para que vaya delante de ti y te prepare el camino. Yo les aseguro que no ha surgido entre los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos, es todavía más grande que él». 

Oración preparatoria

Dios mío, a medida que se acerca la Navidad los pendientes se multiplican y parece que no queda tiempo para la oración. Te ofrezco hoy esta meditación confiando en que sabrás guiarme para darte el tiempo de calidad que mereces. Abre mi corazón, y el de mi familia, para que sepamos recibir a Jesús en la alegría y hacer siempre lo que Él nos pide: descubrirle en el prójimo.

Petición

Señor, que el espejismo del consumismo no me distraiga de lo verdaderamente importante: reconocerte y alabarte, hoy y siempre.

Meditación del Papa Francisco

En la cárcel Juan tiene dudas, tenía una angustia y había llamado a sus discípulos para que vayan donde Jesús a preguntarle: "¿Eres Tú, o debemos esperar a otro?". Este fue justamente la oscuridad, el dolor de su vida. Ni siquiera de esto se salvó Juan. La figura de Juan me hace pensar mucho en la Iglesia. La Iglesia existe para anunciar, para ser la voz de la Palabra, de su esposo, que es la Palabra. Y la Iglesia existe para anunciar esta Palabra hasta el martirio. Martirio precisamente en las manos de los soberbios, de los más soberbios de la Tierra. Juan podía volverse importante, podía decir algo acerca de sí mismo. "Pero yo nunca cuento" sino solamente esto: se sentía la voz, no la Palabra. Es el secreto de Juan. ¿Por qué Juan es santo y sin pecado? Porque nunca tomó una verdad como propia. No ha querido volverse un ideólogo. Es el hombre que se negó a sí mismo, para que la Palabra crezca. Y nosotros, como Iglesia, podemos pedir hoy la gracia de no convertirnos en una Iglesia ideologizada... (cf S.S. Francisco, 24 de junio de 2013).

Reflexión

La tarea de hacer presente a Cristo, de anunciar la venida del Señor, no es una tarea que se realiza de una forma misteriosa, extraña, sino que es una tarea que se lleva a cabo de una manera particular a través de las mediaciones humanas. Es decir, por medio de diversos precursores que Dios nos va mandando. Sin embargo, cuántas veces el precursor puede no ser recibido, como lo vemos en el Evangelio, cuando Cristo dice: "Vino Juan, que no comía ni bebía y dijeron: -Tiene un demonio. Viene el Hijo del hombre, y dicen: -Ese es un glotón y un borracho; amigo de publicanos y gente de mal vivir".

El precursor no debe su eficacia ni su fecundidad a si es o no es acogido, a si es o no es recibido, a si es o no es comprendido, sino que el precursor debe su fecundidad al hecho mismo de ejercer su tarea de precursor, al hecho mismo de predicar. O sea, que nosotros en la medida que somos precursores, somos fecundos, somos eficaces. La verdadera fecundidad de todo hombre y de toda mujer en esta vida no está sólo en la medida en que consigue que la gente lo escuche, sino en la medida en que es fiel a su misión. Podrá darse, además, que los otros escuchen y que reciban su palabra, pero la tarea fundamental de todo ser humano es, como dice un salmo: "gozarme en la ley del Señor, cumplir sus mandamientos".

A cada uno de nosotros el Señor nos manda ser precursores. Y como precursores, nos toca hablar, nos toca manifestar y nos toca proclamar con nuestro testimonio lo que es Dios en la vida del hombre. Podemos ser acogidos y comprendidos y tener grandes éxitos; o por el contrario, podemos no ser recibidos y encontrar, aparentemente, esterilidad. Sin embargo, como dice Jesús en la última frase de este Evangelio: "La sabiduría de Dios se justifica a sí misma por sus obras".

Es decir, yo no necesito que otro me diga que estoy actuando bien, que está de acuerdo conmigo, o que el camino que llevo es el correcto; el precursor es fecundo por el simple hecho de proclamar el mensaje de aquel de quien es precursor. Cometeríamos un error si pensáramos que porque no vemos los frutos, estamos siendo infructuosos. Cometeríamos un error si nosotros pensamos que por el simple hecho de que la gente no nos reciba, no estamos siendo fecundos.

Propósito

No busquemos que la sabiduría de Dios se justifique por nuestras obras. Permitamos que sea el Señor, que viene en esta Navidad, el que justifique las obras. Hagamos de este Adviento, días de una especial e intensa purificación interior. Y para lograrlo, hagamos un serio examen para revisar dónde nuestra vida no está sabiendo ser precursora, y roguemos al Señor para que nunca seamos una puerta que cierra el paso a los frutos que Él quiere obtener de los demás, por nuestra mediación. 

sábado, 14 de diciembre de 2013

ORACIÓN PARA IRRADIAR A CRISTO


ORACIÓN PARA IRRADIAR A CRISTO


Jesús mío,
ayúdame a esparcir tu fragancia dondequiera que yo vaya,
inunda mi alma con tu Espíritu y tu Vida;
penetra en todo mi ser y toma posesión de tal manera,
que mi vida no sea en adelante sino una irradiación de la tuya.
Quédate en mi corazón con una unión tan íntima,
que las almas que tengan contacto con la mía,
puedan sentir en mí tu presencia y que, al mirarme,
olviden que yo existo y no piensen sino en Ti.
Quédate conmigo. Así podré convertirme en luz para los otros.
Esa luz, oh Jesús, vendrá de Ti;
ni uno solo de sus rayos será mío:
yo te serviré apenas de instrumento
para que Tú ilumines a las almas a través de mí.
Déjame alabarte en la forma que es más agradable,
llevando mi lámpara encendida
para disipar las sombras en el camino de otras almas.
Déjame predicar tu Nombre con palabras o sin ellas...
con mi ejemplo, con la fuerza de tu atracción,
con la sobrenatural influencia evidentemente del amor
que mi corazón siente por Ti.

Card. John Henry Newman

ESPERAR CON ALEGRÍA EN EL ADVIENTO


Esperar con alegría en el ADVIENTO


 Todos nos sentimos un poco motivados a ella, porque está ya cerca la Navidad. Pero muchas veces nos basamos en la alegría barata y hueca que nos quieren dar los anuncios de compras y de fiestas mundanas. La liturgia nos invita a una alegría sincera y profunda, que es un don del Espíritu, que no tiene directa relación con el placer o la comodidad o la fortuna, ni es cuestión de temperamento, sino de la gracia y del saber que “el Señor está cerca”.

Y por lo tanto no se puede seguir a Cristo estando tristes. Santa Teresa decía: “Un santo triste es un triste santo”. Quería decir que era un santo falso o que no lo era.

No es fácil el estar alegres en medio de tantas contrariedades como vemos en la vida. Un autor dice: “Esto de la alegría es cosa seria”. Por lo tanto no es lo mismo seriedad y alegría, aunque muchas veces la alegría debe notarse externamente. Hoy mismo lo dice san Pablo: “Que vuestra amabilidad (fruto de la alegría interna) sea conocida por todos”. Y sigue diciendo que nada nos debe preocupar, de modo que caigamos en la tristeza, en la depresión. Y esto porque “el Señor está cerca”.

Esa cercanía la vivimos ahora en la Navidad. En esos días recordamos y revivimos la presencia de Dios hecho hombre entre nosotros. Pero es que está cerca, porque en realidad vive entre nosotros. Vive en la Eucaristía y debe vivir en nuestro corazón por el amor. Esto es lo que nos debe llenar de alegría profunda: Dios nos ama y no nos abandona. Nunca estamos solos, sino que estamos con Dios y esperamos que esta unión sea total y eterna después de la muerte. Esperamos que un día Cristo Jesús pueda decirnos, en su última venida: “Entra en el gozo de tu Señor”.

Pero la alegría interior del corazón debe manifestarse en obras de correspondencia al amor de Dios. Hoy es día también para que nos preguntemos: ¿Qué debo hacer? Esto le preguntaban a san Juan Bautista las personas que habían sentido sus palabras entrar en su corazón y estaban en proceso de conversión. Todos los años en este tercer domingo de Adviento, igual que en el segundo, nos presenta la Iglesia en el evangelio la figura de san Juan Bautista, el Precursor, el que nos debe ayudar para prepararnos mejor a la venida del Señor. Hoy nos presenta ese diálogo de la gente que le pregunta al Bautista y las respuestas del santo, que son también para nosotros.

Lo primero que pide es el desprendimiento de bienes para compartir con quien no tiene. Entra plenamente en el espíritu de la Navidad. Y es algo que Jesús pedirá a los que quieran ser sus discípulos: estar dispuestos a renunciar a todo para estar disponibles para el bien de los demás. Una clase de personas que le preguntaba eran cobradores de impuestos, que solían aprovecharse de la gente. A éstos les dice que no exijan más de lo debido. En nuestra vida no se trata sólo de dinero; pero la verdad es que a veces por seguir nuestro egoísmo exigimos a otros lo que no debemos. De una manera concreta suele suceder en los que tienen alguna autoridad. En aquel tiempo los soldados eran autoridad. A ellos les dicen que no extorsionen a nadie y se contenten con lo que es justo. Suele haber mucho abuso de la autoridad, también en una familia, cuando en realidad debe ser un servicio hecho con amor.

Prepararnos para la venida de Jesús, la de Navidad, la de todos los días y la definitiva, debe ser sobre todo crecer en el amor. Si el amor es profundo hacia Dios y hacia los demás, quizá tendremos que sufrir; pero en lo más hondo del alma brotará la alegría sincera, que nos proporcionará la paz por la presencia de Dios.

P. Silverio Velasco (España)

AFÉRRATE A LA FE EN EL ADVIENTO


AFÉRRATE A LA FE

Aférrate a la fe porque es la fuente de la creencia de que todo es posible.  Es la fibra y la fortaleza de un alma confiada.

Aférrate a la esperanza porque destierra la duda y da lugar a actitudes positivas y alegres.

Aférrate a la confianza porque se encuentra en el corazón de las relaciones fructíferas que son seguras y satisfechas.

Aférrate a la familia y a los amigos porque son las personas más importantes en tu vida y porque hacen del mundo un lugar mejor. 

 Ellos son la vida que ha crecido con el tiempo para alimentarte, ayudarte a seguir tu camino y permanecer siempre cerca de ti.

Aférrate a todo lo que eres y a todo lo que has aprendido, porque esto es lo que te conviene en un ser singular.

No menosprecies lo que sientes y lo que crees que es bueno e importante; tu corazón te habla con más fuerza que tu mente.

Aférrate a tus sueños, alcánzalos de manera diligente y honrada. 

 No tomes nunca el camino más fácil ni te rindas ante el engaño. 

Recuerda a otros en tu camino y dedica tiempo para atender sus necesidades.

Disfruta de la belleza que te rodea. Ten valor para ver las cosas de manera diferente y más clara.  Haz del mundo un lugar mejor día a día y no te olvides de las cosas importantes que dan significado a tu vida.

ORACIONES A SAN JUAN DE LA CRUZ




EL EVANGELIO DE HOY: 14-12-2013

Autor: Gilberto Martínez Morales, L.C. | Fuente: Catholic.net
Así también harán padecer al Hijo del hombre
Mateo 17, 10-13. Adviento. Digámosle a Jesucristo que entre en nuestras almas y que renueve toda nuestra vida.
 
Así también harán padecer al Hijo del hombre
Del Santo Evangelio según san Mateo 17, 10-13

Los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero debe venir Elías?». Él respondió: «Sí, Elías debe venir a poner en orden todas las cosas; pero les aseguro que Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que quisieron. Así también harán padecer al Hijo del hombre». Los discípulos comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista.

Oración Introductoria

Jesucristo, creo verdaderamente que has venido a este mundo a salvarme. Quiero estar contigo ahora en actitud de escucha; háblame y dime lo que tú quieras. Quiero pedirte perdón por todas las veces que no he sabido escucharte ni a Ti ni a mi prójimo, y concédeme la gracia de ser fiel a tus consejos. Habla Señor, que tu siervo escucha.

Petición

Señor Jesucristo, dame el regalo de ser dócil a tus consejos y de saber escucharte. Concédeme ver tu mano amorosa y tu gran cuidado en todos los acontecimientos de mi vida. Ayúdame también a acrecentar mi esfuerzo por ayudarte a Ti y a tu Iglesia.

Meditación del Papa Francisco

Con inteligencia humilde y abierta "buscad y encontrad a Dios en todas las cosas", como escribía san Ignacio. Dios actúa en la vida de cada hombre y en la cultura: el Espíritu sopla donde quiere. Buscad descubrir lo que Dios ha obrado y cómo proseguirá su obra. [...]
Y para buscar a Dios en todas las cosas, en todos los campos del saber, del arte, de la ciencia, de la vida política, social y económica se necesita estudio, sensibilidad, experiencia. Algunas de las materias que tratáis pueden incluso no tener relación explícita con una perspectiva cristiana, pero son importantes para captar el modo en el que las personas se comprenden a sí mismas y el mundo que las rodea.
Que vuestra observación informativa sea amplia, objetiva y oportuna. Es necesario también tener una atención particular respecto a la verdad, la bondad y la belleza de Dios, que deben considerarse siempre juntas, y son preciosos aliados en el compromiso en defensa de la dignidad del hombre, en la construcción de una convivencia pacífica y en custodiar con premura la creación. (S.S. Francisco, 14 de junio de 2013).

Reflexión 

El tiempo de adviento es el periodo propicio para cultivar en nuestros corazones la capacidad de acoger a Jesucristo en nuestras vidas. Cristo está esperando que le abramos las puertas de nuestro corazón y que confiemos totalmente en Él para que podamos ser plenamente felices. Ahora es el tiempo de que escuchemos totalmente a Jesucristo que nos quiere decir: "Te amo y quiero hacerte feliz". ¡Cuántas veces hemos sido indiferentes ante la voz de Dios que toca a las puertas de nuestro corazón! Cristo nos ofrece la felicidad, pero no es obligatoria. Nosotros tenemos la libertad de decirle sí o no. Digámosle a Jesucristo que entre en nuestras almas y que renueve toda nuestra vida.

Propósito

Haré una visita al Santísimo Sacramento y pondré en sus manos las preocupaciones que tengo.

Diálogo con Cristo

Jesucristo, ahora tengo la firme determinación de escucharte y de ver tu amorosa mano en mi vida. Te quiero pedir perdón por todas las veces que no he querido escuchar tu voz ni aceptar la felicidad que me ofreces. Quiero aprovechar este momento para cambiar de opinión y decirte que quiero ser feliz a tu lado. Sé que sólo Tú eres la fuente de toda alegría y de la plena felicidad, y ya no quiero desaprovechar más esta oportunidad de recibirte, acogerte y permanecer a tu lado. No quiero ser como los que hicieron con Juan el Bautista lo que quisieron. No quiero tratarte mal. Al contrario, quiero amarte y nunca separarme de ti.

Un auténtico cristiano no puede oír el nombre de Cristo sin emoción (Card. Newman, Sermón del Dom. II de Cuaresma: mundo y pecado)






  • Preguntas o comentarios al autor
  • Gilberto Martínez Morales, L.C. 

    viernes, 13 de diciembre de 2013

    ACTITUDES DEL ADVIENTO


    Actitudes del Adviento


    1. Actitud de espera
    El mundo necesita de Dios. La humanidad está desencantada y desamparada. Las aspiraciones modernas de paz y de dicha, de unidad, de comunidad, son terreno preparado para la buena nueva. El Adviento nos ayuda a comprender mejor el corazón del hombre y su tendencia insaciable de felicidad.

    2. El retorno a Dios
    La experiencia de frustración, de contingencia, de ambigüedad, de cautividad, de pérdida de la libertad exterior e interior de los hombres de hoy, puede suscitar la sed de Dios, y la necesidad de «subir a Jerusalén» como lugar de la morada de Dios, según los salmos de este tiempo. La infidelidad a Dios destruye al pueblo. Su fidelidad hace su verdadera historia e identidad. El Adviento nos ayuda a conocer mejor a Dios y su amor al mundo. Nos da conocimiento interno de Cristo, que siendo rico por nosotros se hace pobre.

    3. La conversión
    Con Cristo, el reino está cerca dentro de nosotros. La voz del Bautista es el clamor del adviento: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios...» (Is 40,3-5). El Adviento nos enseña a hacernos presentes en la historia de la salvación de los ambientes, a entender el amor como salida de nosotros mismos y la solidaridad plena con los que sufren.

    4. Jesús es el Mesías
    Será el liberador del hombre entero. Luchará contra todo el mal y lo vencerá no por la violencia, sino por el camino de una victimización de amor. La salvación pasa por el encuentro personal con Cristo.

    5. Gozo y alegría
    El reino de Cristo no es sólo algo social y externo, sino interior y profundo. La venida del Mesías constituye el anuncio del gran gozo para el pueblo, de una alegría que conmueve hasta los mismos cielos cuando el pecador se arrepiente. El Adviento nos enseña a conocer que Cristo, y su pascua, es la fiesta segura y definitiva de la nueva humanidad.

    Meditación

    Alzad la vista, restregaos los ojos, otead el horizonte. Daos cuenta del momento. Aguzad el oído. Captad los gritos y susurros, el viento, la vida... Empezamos el Adviento, y una vez más renace la esperanza en el horizonte.
    Al fondo, clareando ya,  la Navidad. Una Navidad sosegada, íntima, pacífica, fraternal, solidaria, encarnada, también superficial, desgarrada, violenta...; más siempre esposada con la esperanza.
    Es Adviento esa niña esperanza que todos llevamos, sin saber cómo, en las entrañas; una llama temblorosa, imposible de apagar, que atraviesa el espesor de los tiempos; un camino de solidaridad bien recorrido; la alegría contenida en cada trayecto; unas huellas que no engañan; una gestación llena de vida; anuncio contenido de buena nueva; una ternura que se desborda... Estad alerta y escuchad.
    Lleno de esperanza grita Isaías: "Caminemos a la luz del Señor".
    Con esperanza pregona Juan Bautista: "Convertíos, porque ya llega el reino de Dios".
    Con la esperanza de todos los pobres de Israel, de todos los pobres del mundo, susurra María su palabra de acogida: "Hágase en mí según tu palabra".
    Alegraos, saltad de júbilo. Poneos vuestro mejor traje. Perfumaos con perfumes caros. ¡Que se note!
    Viene Dios. Avivad alegría, paz y esperanza. Preparad el camino. Ya llega nuestro Salvador. Viene Dios... y está a la puerta. ¡Despertad a la vida!

    Ulibarri, Fl

    VIVE EL ADVIENTO CON JESÚS


    Vive el Adviento con Jesús


    Se acaba el año… Esta es una de las frases que escuchamos constantemente a lo largo de estos días. Y nos toca correr al ritmo que lo hace mucha gente en la calle. Diciembre es un mes de fiestas. El día 8, les rendimos honor a la Inmaculada Concepción. El día 25, celebramos el nacimiento del Niño Jesús, y el día 31, le damos un adiós definitivo a este año y celebramos por el que ha de venir. Pero este tiempo es un momento oportuno para reflexionar sobre lo que hemos hecho y lo que no, sobre el sentido de nuestro ser y quehacer. Puede ser oportuno hacerlo desde lo que empezamos a celebrar este domingo 2 de diciembre, cuando iniciamos el Adviento…

    Llegó el tiempo de la espera y la esperanza. El tiempo de preparar caminos… ¿En qué consiste esa esperanza, que unos años nos encuentra felices, y otros con ánimo bajo? ¿De qué está hecha esa confianza en que Dios sigue viniendo? ¿Cómo se enciende esa luz que rompe tinieblas, noches, sombras y que ilumina los rincones más oscuros? Y es tan humano el esperar y ponerse en camino, el desear y luchar por algo, el creer cuando todo parece invitar al descreimiento… ¿Qué ingredientes tiene esa esperanza poderosa que provoca escalofríos a los infames y hace sonreír a los heridos?

    Esperamos porque sabemos de quién nos hemos fiado. Porque preparamos los caminos para una venida que ya comenzó hace mucho. Porque en la vida es fundamental mantener una memoria agradecida por todo lo recibido. Aprender de una historia muchas veces trenzada en golpe y dicha... En los momentos de dicha recordamos que todo es don. Y en las noches oscuras, en los momentos en que parece que algo falta, en las épocas de dolor o sufrimiento, recordamos las bendiciones que en otros momentos han llenado nuestras vidas de pasión. Y la entrega de un Dios cuya salvación ya comenzó de manera inexorable. La sorpresa del Dios del pesebre y la historia de una salvación extraña. Recordamos con gratitud, y nos vivimos como partes de una historia.

    Esperamos porque sabemos lo que puede llegar. A veces lo intuimos. Otras lo soñamos. En ocasiones sencillamente queremos que las cosas sean diferentes. Imaginamos futuros mejores, para nosotros, pero sobre todo para aquellos cuyos presentes son sombríos; hasta ahí, nada distinto de los "buenos deseos" con los que se reciben estas fechas en las teles y los mercados, en las promociones navideñas y las declaraciones institucionales. Pero entonces se enciende una luz en nuestra entraña, se escucha una voz que, muy hondo, muy dentro, muy suave, susurra: "¿Por qué no? Y el deseo se convierte en urgencia, en anhelo, y quema y aquieta a un tiempo. El deseo es también llamada, y algo me dice: "lucha por lo que deseas", y eso es Adviento…

    Adviento, Navidad, fin de año. Seguirá siendo un momento oportuno para reflexionar si de verdad hemos vivido todo profundamente y si ello nos ha llevado a Dios. Porque todo en la vida, vivido hondamente, nos puede llevar a Dios.

    Padre José Domingo Cuesta S.J.

    PREPAREN EL CAMINO DEL SEÑOR EN ADVIENTO


    PREPAREN EL CAMINO DEL SEÑOR EN ADVIENTO

    Quitad toda piedra, donde el Señor, a su paso pueda tropezar.

    Quitad todo resentimiento, donde el Señor, cuando venga, pueda caer.

    Quitad todo rencor, donde el Señor, cuando pise, pueda herirse.

    Quitad toda mentira, donde el Señor, cuando nazca, pueda confundirse.

    Quitad toda tristeza, con la que el Señor, cuando se presente, 
    pueda llorar.

    Quitad toda barrera, donde el Señor, cuando llame, no pueda entrar.
    Quitad toda frialdad, donde el Señor, cuando baje, no pueda cobijarse.

    Y, si quitáis todo eso, el Señor –de verdad- nacerá.


    J.Leoz

    EL LISTADO DE PROFESIONES



    EL LISTADO DE PROFESIONES 

    Padre e hijo leían juntos y con emoción el periódico. El niño se encontraba sentado en las piernas del papá que, feliz, le comentaba una a una las noticias. 

    De pronto, apareció un anuncio en letras mayúsculas: «HE AQUÍ LA LISTA COMPLETA DE PROFESIONES SEGÚN LAS ENCUESTAS MÁS RECIENTES». El niño, con rostro brillante e ilusionado, empezó a leer una a una: ingeniero, bombero, dentista, político, futbolista, … su dedo acariciaba la superficie del papel mientras repasaba los nombres. Terminó. Dirigió sus grandes ojos hacia su padre y, con un gesto de angustia pintado en la cara, volvió a repasar cada una de las profesiones citadas: arquitecto, campesino, policía, abogado, tenista, … yendo cada vez más rápido. 

    Una vez que hubo repasado dos o tres veces la lista, su padre le paró comentando: «No sigas buscando más en la lista, hijo; el sacerdote no aparece». 

    No cabe duda: el sacerdocio parece estar fuera de moda. Lo demuestra esta pequeña anécdota que escuché hace algunos años. Nos puede extrañar que «el sacerdote no aparezca en la lista», pero muchas veces somos nosotros mismos los que no queremos que salga. Y sin embargo, ¡cuánto necesitamos del sacerdote en nuestro mundo! Ellos hacen presente a Dios en nuestro mundo de forma palpable en la Santa Misa y a través de ellos podemos ser perdonados por el sacramento de la confesión. Además, ¡cuántas obras llevan a cabo con increíbles sacrificios por todo el mundo!: misiones, cuidado de hospitales, servicios caritativos entre los más necesitados, por sólo mencionar algunas. 

    Por ello, cuán oportuno es el mensaje que nuestro querido Juan Pablo II dejó para la XLII Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que tradicionalmente se celebra el IV domingo de Pascua. 

    En sus líneas, invitaba a remar mar adentro -según la invitación de Cristo a San Pedro- y a no tener miedo. Además, mueve el tapete de nuestro ego para que sepamos «abrir el corazón a la acción de la gracia y dejar que la palabra del Redentor actúe con toda su fuerza». 

    A los jóvenes, como siempre, dedica un especial cariño y sus palabras resuenan paternales: «Queridos muchachos y muchachas, confiad en él, escuchad sus enseñanzas, mirad su rostro, perseverad en la escucha de su palabra. Dejad que sea él quien oriente vuestra búsqueda y vuestras aspiraciones, vuestros ideales y los anhelos de vuestro corazón». 

    ¿Qué lugar en mi lista ocupa la vida consagrada? ¿Sé valorarla? Ojalá que nosotros, como el niño de la historia, sepamos escuchar las palabras de este Padre que intentó ayudarnos y aún lo hace desde el Cielo. Sobre todo, hagamos que el sacerdocio y la vida consagrada encuentren eco en nuestro entorno, valorándolos siempre y alentando a que crezcan. Al mundo le urge que tú lo tengas en cuenta. 

    ORACIONES A SANTA LUCÍA, 13 DE DICIEMBRE








    EL EVANGELIO DE HOY: 13.12.2013

    Autor: Carlos Henrique Farias, L.C. | Fuente: Catholic.net
    Indiferencia de los judíos
    Mateo 11, 16-19. Adviento. Quien lucha desde la fe, triunfa, porque no lucha sólo, sino hombro a hombro con Dios.
     
    Indiferencia de los judíos
    Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 16-19

    ¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: "Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado cantos fúnebres, y no os habéis lamentado." Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Demonio tiene." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores." Y la Sabiduría se ha hecho prestigiosa por sus obras.

    Oración Introductoria

    Señor, quiero amarte y ser generoso en mi entrega diaria, pero muchas veces el miedo, las dudas, las inseguridades e incertidumbres, aprietan mi vida. Por eso, actúo como un niño que no se satisface con nada. Jesús, ¡cuántas veces Tú, en persona, has venido en mis prójimos y yo te he rechazado, por no reconocerte! Ayúdame a madurar mi fe, mi amor y mi entrega, para lanzarme con entusiasmo en tus manos, para cantar cuando Tú me tocas flauta, y también llorar, cuando me entonas los cantos fúnebres.

    Petición

    Jesús, quiero asemejarme a ti, unir mi voluntad a la tuya. Quiero seguir amándote en el estado de vida que he elegido. Quiero caminar desde tus manos, mirar desde tus ojos, ser feliz desde tu corazón. Por eso, mi dulce Jesús, pido que vivas en mí para que tu fe sea la mía; tus amores, los míos; tus alegrías, las mías. En fin, que sea uno contigo.

    Meditación del Papa Francisco

    El resultado es que el Dios vivo es sustituido por ídolos humanos y pasajeros, que ofrecen un embriagador momento de libertad, pero que al final son portadores de nuevas formas de esclavitud y de muerte. La sabiduría del salmista dice: "Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos".
    Recordémoslo siempre: El Señor es el Viviente, es misericordioso. El Señor es el Viviente, es misericordioso. Queridos hermanos y hermanas, miremos a Dios como al Dios de la vida, miremos su ley, el mensaje del Evangelio, como una senda de libertad y de vida. El Dios vivo nos hace libres. Digamos sí al amor y no al egoísmo, digamos sí a la vida y no a la muerte, digamos sí a la libertad y no a la esclavitud de tantos ídolos de nuestro tiempo; en una palabra, digamos sí a Dios, que es amor, vida y libertad, y nunca defrauda, a Dios que es el Viviente y el Misericordioso. Sólo la fe en el Dios vivo nos salva; en el Dios que en Jesucristo nos ha dado su vida con el don del Espíritu Santo y nos hace vivir como verdaderos hijos de Dios por su misericordia. Esta fe nos hace libres y felices. (S.S. Francisco, 16 de junio de 2013).

    Reflexión 

    La vida desde la fe es sencilla. Implica confiar y aceptar, pero, sobre todo, buscar hacer la voluntad de Dios. Quien lucha desde la fe, sabe que su lucha es victoriosa, porque no lucha sólo, sino hombro a hombro con Dios. Acepta con gusto lo venido de Dios, porque sabe que Él es su Padre y quiere lo mejor para él. Sabe ver la mano amorosa de su Providencia en cada una de las diversas circunstancias de la vida, porque se siente amado y cuidado por Dios. No se queja, sino que vive el momento presente confiando siempre en quien es Todopoderoso.

    Jesús no nos pide mucho. Sólo nos enseña e invita a tener los pies en la tierra y el corazón en el cielo.

    Propósito

    En el día de hoy, voy a buscar vivir los contratiempos con visión sobrenatural y amor, aceptando con agrado los planes de Dios sobre los míos.

    Diálogo con Cristo

    Señor, quiero agradecerte por todos los beneficios que tu inefable bondad me hace alcanzar cada día y en cada momento. Te pido fortaleza y constancia para seguir tus inspiraciones, pues sabes que soy muy débil. Sabes que muchas veces no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Tú conoces lo que llevo en mi corazón, Jesús. Por eso, concédeme la gracia de potenciar lo que es bueno y rectificar lo malo. Jesús, confío en ti. Ayúdame a asemejarme en criterios, acciones y deseos contigo.

    "Si no le dejas, Él no te dejará" 
    (San Josemaría Escrivá, Camino, n. 730)




  • Preguntas o comentarios al autor
  • Carlos Henrique Farias, LC 

    jueves, 12 de diciembre de 2013

    MIRAR A BELÉN PARA APRENDER A MIRAR



    Mirar a Belén para aprender a mirar


    1. Desde la mirada de Dios

    Dios mira, con su mirada cargada, y al fijar su mirada, fija su amor y se estremecen sus entrañas. De ahí que su mirada es mirada de Misericordia y de vida acunada. Es mirada que toca nuestra verdad y la levanta; que toma nuestra dureza y la hace blanda; y en vez de desnudar nos da su gracia, para poder arropar lo que en nosotros falta. Una mirada que tan sólo busca lo que es pequeño y nada. Una mirada fija, que como faro marca una promesa firme para el que va a buscarla, y en el continuo pausar de su mensaje clama: ¡Navega Amor adentro, con las velas de tu vida, desplegadas!


    2. Desde la mirada de María

    La Madre mira, del Padre, su mirada, que todo lo puede sin serle imposible nada; pero he aquí que descubre una inquietud algo rara: querer mirar al hombre desde una mirada humana. Y al oírle preguntarle: “¿Puedo?”, pudo entonces responderle: “¡Haga!” Así, la Palabra hecha carne, crecía como un “¡gracias!” y la madre del Hijo se hacía de todos Morada, para que toda vida fuera en su amor cobijada.


    3. Desde la mirada de José

    A San José le toca, en silencio, leer con la mirada, lo que la mano providente del Padre le mandaba. Mas no es fácil callar cuando las apariencias hablan.
    Sólo quien sabe en silencio mirar, puede escuchar la verdad que al corazón se le dice, mientras los ojos se engañan. Por eso San José, no habla. Tan sólo trabaja. Trabaja con un Dios, que cuanto deba decir, dirá en voz baja, y cuando llegue al final, dirá que ha terminado el trabajo que lo clava a un madero hecho cuna, en el que todo se entrega a las manos del Abba.


    4. Desde la mirada de Isabel

    La mirada de Isabel dice que ser madre puede, aunque todos lo nieguen, a pesar de su vejez, pues es Dios quien lo promete, y aunque la llamen estéril, está esperando un bebé. Así, no hay cosa que ya no espere el corazón que tiene fe.


    5. Desde la mirada del posadero

    La posada mira satisfecha e indiferente, y poco le importa lo que ocurra tras la puerta con la gente. No sale a recibir, sólo sale a ver al que en sus reglas entre, y ahí mismo lo deje, si desea más amor  del que su amor se atreve. Así tiene segura su vida tras la puerta, cual prisión que le retiene, repleta de cerrojos, como ojos que no ven, de indiferentes. De ojos que se cierran a ver lo que hay enfrente. No hay lugar, repite, y sobre todo, si el otro es diferente; mas no es tanto su pobreza en los recursos, cuanto es la estrechez que hay en su mente.


    6. Desde la mirada de Herodes

    Todo es amenaza para el que todo quiere y retener no puede. A él deben darle, y darle como quiere, mas no le pidan que dé, que de eso, saber no quiere. No conoce la alegría; reír, reír, tan sólo puede, pues reír podemos solos; mas la alegría solo con otros nos viene. Tampoco sabe de paz, pues la paz encuentra sede, cuando un ‘gracias a Dios’, abiertas las manos nos tiene.


    7. Desde la mirada del pastor

    Por saber de cuidados, con su mirada atenta se detiene, a mirar por todos lados, por dónde la gracia llegue a sanarlo y cargarlo, mientras se ponga fuerte. No mira solo por sí, mira por lo que a otros conviene. Contempla la vida y sabe, que nada ocurre de repente. Los fríos de la noche pasa, recordando del día, lo caliente, y cobijo ha encontrado, aún en la intemperie, donde Dios se ha mostrado y le espera sonriente.


    8. Desde la mirada del rey venido de Oriente

    Sabio es el que encuentra lo que está, aunque a los ojos se oculte y no se muestre. Lo encuentra por buscar, a donde ya otros miraron prefiriendo lo aparente.
    Sabio es el que en un inmenso espacio sabe marcar un punto trascendente que a todo da sentido y un mirar diferente. Sabio es el que ensancha el corazón para mirar aún mejor, cuando la luz desaparece. Sabio es el que sabe preguntar por lo que aún no entiende; se prepara a lo que ya presiente, y cuando lo ve llegar, se regala él mismo con su mejor presente. Sabio es el que descubre la grandeza, que esconderse puede, y adora al Dios nacido, entre su misma gente.


    9. Desde la mirada del Dios-con-nosotros

    Mira que te mira Dios; mira que te está mirando.
    Mira que por ti ya es niño; mira que te quiere y tanto.
    Mira cual te mira a vos; míralo en su amor llorando.
    Mira que por ti es que vino; míralo, a morir va andando.

    Javier Albisu sj

    DIOS NO TOMA VACACIONES...


    Dios no toma vacaciones


    Te acompaña
    Con su Palabra siempre eficaz y certera. Si la lees aprenderás que, una buena reflexión sobre tu vida, es el mejor oxígeno que puedes ofrecer a tu existencia.

    Te habla
    En el silencio. No lo busques en lo extraordinario. No lo reduzcas a la belleza que te seduce. Dios habla cuando se le busca en una atmósfera de paz y de sosiego.

    Te protege
    En las dificultades. El verano, por estar la familia más reunida, es proclive a los conflictos. No estamos acostumbrados a estar “demasiado juntos”. Dios es familia y nos ayuda a hacer más sólidos nuestros principios cristianos.

    Te conduce
    En los caminos que avanzas. Para descansar no es necesario ir muy lejos pero, allá donde estés, la mano de Dios te alcanza, su soplo te empuja, sus ojos te miran.

    Desea tu recuperación
    El Señor constantemente se retiraba para orar. Sus vacaciones preferidas eran esas: estar con Aquel que tanto le amaba. No olvides que, además de tu expansión física, tu alma necesita un alimento espiritual.

    Disfruta estando contigo
    Junto a Ti, en llano o en la montaña, Dios permanece alerta. Eres insustituible para Él. Te quiere y, por lo tanto, su mayor obligación mientras tú descansas… es que Él quiere estar contigo.

    Te alimenta
    En el desierto. Las vacaciones pueden ser un bien o un mal. Nos puede tentar el maligno o, por el contrario, bendecir Dios que habita en el cielo. No olvides la Eucaristía, una visita a la iglesia, una pequeña obra de caridad. El verano no puede ser cincelador de becerros de oro.

    Te ofrece el cultivo de la fe
    El verano, cuando no se vive como Dios manda, puede ser un “invierno para la fe”. Un descansar sin ser cristiano. No olvides lo que las agencias de viaje no te ofrecen: emplea algo de tiempo en amar a Dios y a los demás. Descansa no de Dios…sino con Dios.

    Quiere tu crecimiento
    En las vacaciones hay tiempo para lo más esencial: el testimonio (que a veces las prisas nos lo impiden), la conversación profunda y serena (que nuestras obligaciones nos evitan) o la preocupación por el estado de los otros que viven al lado. Dios nos ayuda cuando, también nosotros, lo hacemos con los que nos rodean.

    Dios no guarda vacaciones
    ¡Y más vale! Lo necesitamos por cuanto que, en el descanso o en el trabajo, en el ocio o en deporte, en el mar o en el monte, en el conflicto o en la paz, en la alegría o en la tristeza, en verano o en invierno…necesitamos de una mano que nos indique nuestro camino a seguir.

    P. Javier Leoz
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