domingo, 27 de octubre de 2013

EL EVANGELIO DE HOY: 28.10.2013

Autor: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
Salía de Él una fuerza que sanaba
Lucas 6, 12-19. Fiesta Simón y Judas, apóstoles. Nuestras grandes decisiones deben surgir tras un encuentro con Dios en la oración.
 
Salía de Él una fuerza que sanaba
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 12-19

Por aquellos días subió Jesús al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor. Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos. 

Oración introductoria

Señor, yo también me acerco a Ti para ser curado de todo lo que me puede apartar del cumplimiento de tu voluntad. A mí también me llamas por mi nombre y me escoges para llevar tu Amor a todos los que me rodean.

Petición

Jesús, ayudame a entender mi presente a partir del futuro del cielo que me espera e iluminarlo con espíritu de esperanza.


Meditación del Papa Francisco

También nosotros hemos de saber que entrar en la gloria de Dios exige la fidelidad cotidiana a su voluntad, aun a costa de sacrificios y del cambio de nuestros programas. El íntimo coloquio de Jesús con el Padre antes de la Pasión nos enseña, además, cómo la oración nos da fuerza de ser fieles al proyecto de Dios. Después, Jesús asciende a los cielos bendiciendo, un gesto sacerdotal para mostrar que, desde el seno del Padre, intercede siempre por nosotros. Él nos ha abierto el paso para llegar a Dios, y nos atrae hacia él, nos protege, nos guía e intercede por nosotros. Mirar a Jesucristo, que asciende a los cielos, es una invitación a testimoniar su Evangelio en la vida cotidiana, con la vista puesta en su venida gloriosa definitiva. Contemplemos a Cristo, sentado a la derecha de Dios Padre, para que nuestra fe se fortalezca y recorramos alegres y confiados los caminos de la santidad. (S.S. Francisco, 17 de abril de 2013).

Reflexión

La oración fue una compañera inseparable de Jesús. En todo el Evangelio le vemos orando, sobre todo en los momentos más decisivos de su vida: antes del Bautismo, al realizar varios milagros, en la Última Cena, en el Huerto de los Olivos, en la Cruz, etc.

Aquí se nos narra la elección de los Doce apóstoles. Eran los hombres con los que iba a comenzar la Iglesia y debían ser aptos para llevarla a buen término con paso firme.

Por tanto, era una decisión importante, que no podía hacerse con prisas y a la ligera. Necesitaba dedicar una noche entera para consultarla con su Padre.

De la misma manera, todas nuestras grandes decisiones deberían surgir tras un encuentro con Dios en la oración. Por ejemplo, al elegir una carrera, al optar por la vida matrimonial o seguir una vocación religiosa, etc. También debemos rezar cuando llegan situaciones difíciles en el trabajo o en la familia, ya que Dios nos puede ayudar a encontrar la solución más adecuada.

¿Y cómo sabemos si la respuesta viene realmente de Dios? Cuando Dios “ilumina” un alma por la acción del Espíritu Santo le envía algunas señales, por ejemplo, una profunda paz interior, alegría, amor, etc.

Es lo que llamamos “frutos del Espíritu”. Y por si hubiera dudas, nos damos cuenta de que esa solución está completamente de acuerdo con lo revelado en las Sagradas Escrituras. También es provechoso contar con la ayuda de un buen sacerdote que nos pueda orientar a encontrar la voluntad de Dios para nosotros, ya que ellos reciben unas gracias especiales para ejercer su ministerio.

Propósito

Que todas nuestras grandes decisiones surjan tras un encuentro con Dios en la oración. 

ORACIONES A SAN MARTÍN DE PORRES - 03 DE NOVIEMBRE




ORACIÓN A SAN CARLOS BORROMEO - 04 DE NOVIEMBRE


BIOGRAFÍA DE SAN MARTÍN DE PORRES - 03 DE NOVIEMBRE


BIOGRAFÍA DE SAN MARTÍN DE PORRES

Nació: 9 de diciembre de 1579 en Lima, Perú
Falleció: 3 de noviembre de 1639 en Lima, Perú
Canonizado el 1962 por  Juan XXIII
Celebración :3 de noviembre
Religioso de la Orden de Predicadores


Nació Martín el 8 de diciembre de 1579, hijo de un importante hidalgo y de una mulata, en Lima (Perú). Martín comenzó a familiarizarse con el bien retribuido oficio de barbero, que en aquella época era bastante más que sacar dientes, extraer muelas o hacer sangrías. Martín supo hacerse un experto por pasar como ayudante de un excelente médico español. De ello comenzó a vivir y su trabajo le permitió ayudar de modo eficaz a los pobres que no podían pagarle. Por su barbería pasarán igual labriegos que soldados, irán a buscar alivio tanto caballeros como corregidores. Pero lo que hace ejemplar a su vida no es sólo la repercusión social de un trabajo humanitario bien hecho. Más es el ejercicio heroico y continuado de la caridad que dimana del amor a Jesucristo, a Santa María. Por el ejercicio de su trabajo y por su sensibilidad hacia la religión tuvo contacto con los monjes del convento dominico del Rosario donde pidió la admisión como donado para pasar luego a hermano. De todas la virtudes que poseía Martín de Porres sobresalía la humildad, siempre puso a los demás por delante de sus propias necesidades. En una ocasión el convento tuvo serios apuros económicos y el Prior se vio en la necesidad de vender algunos objetos, ante esto, Martín de Porres se ofreció a ser vendido como esclavo para remediar la crisis. Murió tal día como hoy en 1639.
Santo peruano dominico. Fue el primer Santo mulato de América y es el Patrón Universal de la Paz. San Martín de Porres, religioso de la Orden de Predicadores, hijo de un español y de una mujer de color, que, ya desde niño, a pesar de las limitaciones provenientes de su condición de hijo ilegítimo y mulato, aprendió la medicina, que después, ya religioso, ejerció generosamente en Lima, ciudad del Perú, a favor de los pobres, y entregado al ayuno, a la penitencia y a la oración, vivió una existencia áspera y humilde, pero irradiante de caridad.



Vida de San Martín de Porres:

Fue hijo bastardo del ilustre hidalgo -hábito de Alcántara- don Juan de Porres, que estuvo breve tiempo en la ciudad de Lima. Bien se aprecia que los españoles allá no hicieron muchos feos a la población autóctona y confiemos que el Buen Dios haga rebaja al juzgar algunos aspectos morales cuando llegue el día del juicio, aunque en este caso sólo sea por haber sacado del mal mucho bien. Tuvo don Juan dos hijos, Martín y Juana, con la mulata Ana Vázquez. Martín nació mulato y con cuerpo de atleta el 9 de diciembre de 1579 y lo bautizaron, en la parroquia de San Sebastián, en la misma pila que Rosa de Lima.

La madre lo educó como pudo, más bien con estrecheces, porque los importantes trabajos de su padre le impedían atenderlo como debía. De hecho, reconoció a sus hijos sólo tardíamente; los llevó a Guayaquil, dejando a su madre acomodada en Lima, con buena familia, y les puso maestro particular.

Martín regresó a Lima, cuando a su padre lo nombraron gobernador de Panamá. Comenzó a familiarizarse con el bien retribuido oficio de barbero, que en aquella época era bastante más que sacar dientes, extraer muelas o hacer sangrías; también comprendía el oficio disponer de yerbas para hacer emplastos y poder curar dolores y neuralgias; además, era preciso un determinado uso del bisturí para abrir hinchazones y tumores. Martín supo hacerse un experto por pasar como ayudante de un excelente médico español. De ello comenzó a vivir y su trabajo le permitió ayudar de modo eficaz a los pobres que no podían pagarle. Por su barbería pasarán igual labriegos que soldados, irán a buscar alivio tanto caballeros como corregidores.

Pero lo que hace ejemplar a su vida no es sólo la repercusión social de un trabajo humanitario bien hecho. Más es el ejercicio heroico y continuado de la caridad que dimana del amor a Jesucristo, a Santa María. Como su persona y nombre imponía respeto, tuvo que intervenir en arreglos de matrimonios irregulares, en dirimir contiendas, fallar en pleitos y reconciliar familias. Con clarísimo criterio aconsejó en más de una ocasión al Virrey y al arzobispo en cuestiones delicadas.

Alguna vez, quienes espiaban sus costumbres por considerarlas extrañas, lo pudieron ver en éxtasis, elevado sobre el suelo, durante sus largas oraciones nocturnas ante el santo Cristo, despreciando la natural necesidad del sueño. Llamaba profundamente la atención su devoción permanente por la Eucaristía, donde está el verdadero Cristo, sin perdonarse la asistencia diaria a la Misa al rayar el alba.

Por el ejercicio de su trabajo y por su sensibilidad hacia la religión tuvo contacto con los monjes del convento dominico del Rosario donde pidió la admisión como donado, ocupando la ínfima escala entre los frailes. Allí vivían en extrema pobreza hasta el punto de tener que vender cuadros de algún valor artístico para sobrevivir. Pero a él no le asusta la pobreza, la ama. A pesar de tener en su celda un armario bien dotado de yerbas, vendas y el instrumental de su trabajo, sólo dispone de tablas y jergón como cama.

Llenó de pobres el convento, la casa de su hermana y el hospital. Todos le buscan porque les cura aplicando los remedios conocidos por su trabajo profesional; en otras ocasiones, se corren las voces de que la oración logró lo improbable y hay enfermos que consiguieron recuperar la salud sólo con el toque de su mano y de un modo instantáneo.

Revolvió la tranquila y ordenada vida de los buenos frailes, porque en alguna ocasión resolvió la necesidad de un pobre enfermo entrándolo en su misma celda y, al corregirlo alguno de los conventuales por motivos de clausura, se le ocurrió exponer en voz alta su pensamiento anteponiendo a la disciplina los motivos dimanantes de la caridad, porque "la caridad tiene siempre las puertas abiertas, y los enfermos no tienen clausura".

Pero entendió que no era prudente dejar las cosas a la improvisación de momento. La vista de golfos y desatendidos le come el alma por ver la figura del Maestro en cada uno de ellos. ¡Hay que hacer algo! Con la ayuda del arzobispo y del Virrey funda un Asilo donde poder atenderles, curarles y enseñarles la doctrina cristiana, como hizo con los indios dedicados a cultivar la tierra en Limatombo. También los dineros de don Mateo Pastor y Francisca Vélez sirvieron para abrir las Escuelas de Huérfanos de Santa Cruz, donde los niños recibían atención y conocían a Jesucristo.

No se sabe cómo, pero varias veces estuvo curando en distintos sitios y a diversos enfermos al mismo tiempo, con una bilocación sobrenatural.

El contemplativo Porres recibía disciplinas hasta derramar sangre haciéndose azotar por el indio inca por sus muchos pecados. Como otro pobre de Asís, se mostró también amigo de perros cojos abandonados que curaba, de mulos dispuestos para el matadero y hasta lo vieron reñir a los ratones que se comían los lienzos de la sacristía. Se ve que no puso límite en la creación al ejercicio de la caridad y la transportó al orden cósmico.

Murió el día previsto para su muerte que había conocido con anticipación. Fue el 3 de noviembre de 1639 y causada por una simple fiebre; pidiendo perdón a los religiosos reunidos por sus malos ejemplos, se marchó. El Virrey, Conde de Chinchón, Feliciano de la Vega -arzobispo- y más personajes limeños se mezclaron con los incontables mulatos y con los indios pobres que recortaban tantos trozos de su hábito que hubo de cambiarse varias veces.

El santo de la escoba fue canonizado por el Papa Juan XXIII el 6 de Mayo de 1962 con las siguientes palabras del Santo Padre:

"Martín excusaba las faltas de otro. Perdonó las más amargas injurias, convencido de que el merecía mayores castigos por sus pecados. Procuró de todo corazón animar a los acomplejados por las propias culpas, confortó a los enfermos, proveía de ropas, alimentos y medicinas a los pobres, ayudo a campesinos, a negros y mulatos tenidos entonces como esclavos. La gente le llama ‘Martín, el bueno’."



Sus restos descansan en la Capilla de Santa Rosa de Lima, en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Lima.

EL EVANGELIO DE HOY: 27.10.2013

Autor: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net
¿Fariseo o publicano?
Lucas 18, 9-14. Tiempo Ordinario. Sólo si oramos con el corazón humillado, obtendremos la misericordia del Señor porque la humildad conquista el corazón de Dios.
 
¿Fariseo o publicano?
Del santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14

Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: "Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias." En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!" Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado."

Oración introductoria

Te pido perdón por ser como ese fariseo engreído que tiende a pensar sólo en sí mismo, juzgando con dureza a los demás. Ilumina mi oración para que sepa darte el lugar que te corresponde en mi vida.

Petición

Cristo, dame tu luz para saber reconocer, y buscar cómo superar, mis debilidades.

Meditación del Papa Francisco

Qué quiere decir caminar en la oscuridad? Porque todos tenemos oscuridad en nuestras vidas, incluso momentos en los que todo, incluso en la propia conciencia, es oscuro, ¿no? Caminar en la oscuridad significa estar satisfecho consigo mismo. Estar convencidos de no necesitar salvación. ¡Esas son las tinieblas! Cuando uno avanza en este camino de la oscuridad, no es fácil volver atrás. Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Miren sus pecados, nuestros pecados: todos somos pecadores, todos. Este es el punto de partida. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel, es justo tanto para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Y se presenta a nosotros, ¿no es así?, este Señor tan bueno, tan fiel, tan justo que nos perdona. Cuando el Señor nos perdona hace justicia. Sí, hace justicia primero a sí mismo, porque Él ha venido a salvar, y cuando nos perdona hace justicia a sí mismo. "Soy tu salvador" y nos acoge. (S.S. Francisco, 29 de abril de 2013).

Reflexión

Continuamos con el tema de la oración. Pero esta vez nuestro Señor nos enseña otra actitud que debemos tener cuando oramos. En el evangelio del domingo pasado nos exhortaba a orar con perseverancia y sin desfallecer. Hoy nos dice que nuestra oración debe estar permeada de una profunda humildad y sencillez de corazón. Y, para ello, nos presenta la parábola del fariseo y el publicano.

También en esta ocasión, como en otras anteriores, san Lucas nos explica el porqué de esta historia: Jesús quiere hacer escarmentar a "algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás". Ésta es la postura típica del hombre altanero y orgulloso, autosuficiente y pagado de sí mismo, que se considera superior a los demás y con derechos adquiridos. En los tiempos de Jesús éste era, por desgracia, el comportamiento de muchos de los fariseos.

Fijémonos ahora en uno de los personajes centrales de la parábola de hoy: el fariseo subió al templo a orar y, “erguido, oraba para sí en su interior”. Es un monumento al orgullo. Ni siquiera se digna ponerse de rodillas para orar. No. Se queda en pie, “erguido”, encopetado en su soberbia, mirando por encima de los hombros a los demás con una autocomplacencia que indigna. Es un tipo antipático y chocante no sólo por el hecho de alabarse a sí mismo con tanta desfachatez, sino, sobre todo, por compararse con sus semejantes y despreciarlos en el fondo de su corazón. Al igual que otros fariseos, se sentía santo y “perfecto” porque observaba escrupulosamente las prescripciones externas de la Ley. Sin embargo, aparece como un ser egoísta, soberbio e injusto con sus semejantes.

Este hombre no habla con Dios, sino que se habla a sí mismo, se alaba y se autojustifica de un modo ridículo y pedante, presentando ante Dios sus “condecoraciones”, sus muchos “méritos” y títulos de gloria: “¡Oh Dios! –le dice— te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. Ésta era su “oración”: una autoexaltación y un total desprecio de los demás. Y lo más triste del caso es que este pobre hombre creía que así agradaba al Señor.

Como contrapunto, nos presenta Jesús al publicano: “se quedó atrás –en la última banca del templo— y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: ¡oh Dios!, ten compasión de este pecador”. ¡Qué tremendo contraste! Este hombre sabía delante de quién estaba y reconocía todas sus limitaciones personales. Experimentaba ese religioso y santo temor de presentarse ante Dios porque sentía todo el peso de sus muchos pecados; era profundamente consciente de su indignidad y sólo se humillaba, pidiendo perdón por sus maldades. Y en su humildad, ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo y se golpeaba el pecho pidiendo perdón y compasión al Señor que todo lo puede.

¡Qué diferencia de actitudes! Si nosotros tuviéramos que juzgar en el lugar de Dios, seguro que escogeríamos a este segundo hombre. Su humildad tan sincera nos conmueve y nos conquista el corazón. Enseguida sentimos simpatía por este último personaje. Los publicanos no gozaban precisamente de buena fama en Israel. Eran considerados pecadores públicos, enemigos del pueblo escogido, amigos del dinero y de la buena mesa. Y, a pesar de todo, creo que con mucho gusto perdonaríamos al publicano sus muchos errores y pecados. Nos sentimos movidos a piedad ante un comportamiento tan sincero y tan hermoso.

¿Y acaso Dios iba a obrar de un modo diferente? “Yo os digo –concluye nuestro Señor— que el publicano bajó a su casa justificado –o sea, perdonado y salvado— y aquél no. Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”.

La postura del fariseo nos produce rechazo y una cierta repugnancia interior. Nos molesta su petulancia y orgullo; y, con tristeza, condenamos en el fondo su actitud. Con estas comparaciones nuestro Señor nos exhorta vivamente a adoptar siempre una postura de humildad profunda en nuestras relaciones con Dios y con los demás. Así comprendemos más fácilmente, por experiencia personal, las hermosas palabras de la Santísima Virgen María en su Magníficat: “Dios derribó a los soberbios de sus tronos y enalteció a los humildes” (Lc 1, 52).

Propósito

Cuando oremos, pues, hagámoslo con una grandísima humildad, sabiendo que no tenemos ningún motivo de gloria, ningún mérito personal, ninguna razón para “exhibirnos” y presumir ante Él, como hizo el fariseo. Al contrario. Estamos llenos de miserias, y sin Él nada somos ni nada podemos en el orden de la gracia. Al margen de Dios o prescindiendo de Él, somos unos pobres desgraciados, condenados a la ruina temporal y eterna.

Acordémonos de las palabras del Eclesiástico: “los gritos del pobre atraviesan las nubes y sus penas consiguen su favor”. Sólo si oramos con el corazón contrito y humillado, obtendremos la misericordia del Señor porque la humildad conquista el corazón de Dios. María Santísima, la creatura más amada y predilecta a los ojos de Dios, vivió siempre como la “humilde esclava del Señor”. Pidámosle que nos enseñe a ser como ella para que también nosotros seamos objeto de las complacencias de Dios nuestro Señor.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 

    sábado, 26 de octubre de 2013

    CERCA DE TI JESÚS EUCARISTÍA


    AVE MARÍA DE LAS MUJERES


    Ave María de las mujeres
    Autor: Silvana Duboc


    MADRE, 
    Aquí, ahora y a solas 
    Quiero pedirle por todas nosotros 
    Por aquellas que fueron escogidas 
    Para dar la vida 
    Mujeres de todas las especies 
    De todos los credos, razas y nacionalidades ; 

    Todas aquellas en las cuáles la vida 
    Está envuelta en sonrisas, lágrimas, 
    tristezas y felicidades 
    Aquellas que sufren por hijos 
    que generaron y perdieron 
    Las que trabajan el día entero 
    En casa o en cualquier empleo; 

    Quiero pedir por las madres 
    Que sufren por sus hijos enfermos 
    Quiero pedir por las niñas carentes 
    Y por las qué aún están dentro de un vientre; 

    Por las adolescentes inexpertas 
    Por las viejitas olvidadas en asilos 
    Sin refugio, sin familia, cariño y amigos 
    Pido también por las mujeres enfermas 
    Que en algún hospital 
    aguardan por su hora fatal; 

    Quiero pedir por las mujeres ricas 
    Aquellas que a pesar de la fortuna 
    Viven afligidas y en la amargura 
    Pido por almas femeninas mezquinas, 
    pequeñas y solas 
    Por mujeres guerreras de la vida entera 
    Por las qué no tienen como dar a sus hijos 
    el pan y la educación; 

    Pido por las mujeres deficientes 
    Por las inconsecuentes 
    Ruego por las condenadas, 
    aquellas que viven recluidas 
    Por todas las que fueron obligadas 
    a crecer antes del tiempo 
    Que fueron juzgadas,
    O en alguna cama devastadas; 

    Ruego por las qué mendigando en las calles 
    Sobreviven a pesar de esa tortura 
    Por las , las excluidas 
    y las sexualmente reprimidas; 

    Pido por la mujer dominadora y por la traidora 
    Pido por aquella que sucumbió sueños dentro de s¦í 
    Por todas las que yo ya conocí 
    Pido por mujeres solitarias y por las ordinarias 
    Las mujeres de vida difícil 
    y que hacen de eso un oficio 
    Y por las qué se tornaron voluntarias 
    por ser solidarias; 

    Ruego por aquellas que viven acompañadas 
    Aunque tristes y amargadas 
    Y por todas que fueron abandonadas 
    Las que tuvieron que continuar solas 
    Sin un amigo, un hombro querido; 

    Pido por las amigas 
    Por las compañeras 
    Por las enemigas 
    Por las hermanas y por las parientas, 
    Suplico por aquellas que perdieron la fe, 
    Que se distanciaron de la esperanza, 
    Quiero pedir por todas que claman por venganza 
    Y con eso se pierden en su inútil andanza; 

    Ruego por las que corren atrás de justicia 
    Que la buena gana de los hombres las asista 
    Pido por las que luchan por causas perdidas 
    Por las escritoras y las doctoras 
    Por las artistas y profesoras 
    Por las gobernantes y por las menos importantes 
    Suplico por las hembras 
    que son obligadas a esconder sus rostros 
    Y amputadas del placer viven en el disgusto; 

    Quiero pedir también por las ignorantes 
    Y por todas que en el momento est¦án gestantes 
    Por aquella mujer triste dentro del corazón 
    Que vive con el alma buceada en la soledad 
    Por aquella que busca un amor verdadero 
    Para entregarse de cuerpo entero 
    Y pido por la que perdió la emoción 
    Aquella que no tiene más paz dentro del corazón 
    Y ruego, imploro, por aquella que ama 
    Y que no correspondida, vive una vida sufrida 
    Aquella que perdió su amor 
    Y por eso, su alma se cerró 
    Por todas que la droga destruyó 
    Por tantas que el vicio denigró 
    Suplico por aquella que fue traicionada 
    Por varias que son humilladas 
    Y por las qué fueron contaminadas; 

    Madre, 
    quiero pedir por todas nosotros 
    Que somos la sonrisa y la voz 
    Que tenemos el sentimiento más profundo 
    Porque fuimos escogidas 
    Para generar y, a pesar de cualquier cosa, 
    Amar... 
    Independiente de quién sean nuestros hijos 
    Feos o bonitos 
    Amables o rebeldes 
    Perfectos o deficientes 
    Tristes o contentos 

    Madre, 
    ayudanos a continuar en esa batalla 
    En esa guerra diaria 
    En esa lucha sin fin 
    Ayudanos a ser felices como la gente siempre quiere 
    Danos coraje para continuar, 
    Danos salud para al menos intentar, 
    Resignación para todo aceptar, 
    Danos fuerza para soportar nuestras amarguras 
    Y a pesar de todo 
    continuemos a ser sinónimo de ternura; 

    Perdonanos por nuestros errores 
    Y por nuestros insistentes llamamientos, 
    Perdonanos también por nuestras revueltas, 
    Nuestras lágrimas y nuestras derrotas, 
    Y no nos dejes nunca madre, que perdamos la fé 
    Y siempre que pueda 
    Pide por nosotros al Padre 
    Y acuérdale que cuando él creó a EVA 
    No dejó con ella ningún mapa de orientación 
    Ningún manual con indicación 
    Ninguna seta indicando el camino correcto 
    Ninguna instrucción de cómo vivir 
    De como, de todo vencer 
    Y aún así.....conseguimos aprender. 
    Amén! 

    AL SERVICIO DE DIOS


    AL SERVICIO DE DIOS

    Un sirviente del Emperador Carlos V se moría, después de muchos años de servir fielmente a su amo.

    –– “Querido amigo –dijo el Emperador, junto a la cama del moribundo–: me has servido con tanta devoción que sólo deseo poder darte algo en cambio. ¿Quieres alguna cosa? Dime lo que deseas y yo veré que se te conceda”.

    –– “Sí –respondió el moribundo–. Quisiera recibir un favor de vuestras manos”.

    –– “¿Qué deseas?” –preguntó ansiosamente el Emperador.

    –– “Dadme un día más de vida, tan sólo un día más”.

    –– “¡Ay! –exclamó. Se me considera uno de los monarcas más poderosos sobre la tierra, pero lo que me pides es más de lo que mi poder puede darte. Sólo Dios puede conceder y prolongar el don de la vida”.

    Suspirando profundamente, dijo el moribundo:

    –– “Entonces ahora veo claramente que fui un tonto al no dedicar al servicio de Dios más tiempo que al servicio de un rey terreno”.

    ALEGRÍA EN TU CORAZÓN


    Alegría en tu corazón
    Autor: Eileen Caddy, Libro: Dios me hablo
    Enviado por: Mayda Sanchez


    Comienza el día con alegría en tu corazón y pala­bras de agradecimiento en tus labios.

    Hay tanto por lo cual estar agradecido.
    Eleva tu con­ciencia de inmediato.

    Comenzar el día embotado y confuso no es prove­choso para ti, ni para tu familia, ni para nadie.

    Si te sientes con espíritu crítico hacia alguien, encuentra algo en esa persona que sea positivo y bueno.

    Con­céntrate en esto hasta que sientas que el amor fluye a través de ti hacia esa persona.

    Sé paciente y afectuoso y nunca, en ningún mo­mento, te desesperes por el alma de nadie.

    En algún lugar, de algún modo, podrás estar en contacto con eso que traerá nueva vida, alegría y esperanza.

    La clave está allí, oculta quizás. Deja que esto sea como la búsqueda del tesoro, una pista que conduce a la próxima, hasta que llega al alma.

    La perseverancia es fundamental.

    Llegar a algunas almas es más difícil que llegar a otras, pero aquellas son frecuentemente las que nece­sitan ser alcanzadas.

    Elige las más difíciles; haz esto con Mi ayuda y Mi guía constante y no podrás fallar.

    Bendice todo, da gracias continuamente, llena tu co­razón con amor e irradia esto a todos los que están en contacto contigo.

    NO TE DEJES VENCER


    No te dejes vencer

    No te dejes vencer por ninguna circunstancia.

    La derrota depende de nosotros, al par que el triunfo.

    Sin embargo, la peor derrota es la de quien se desanima.

    Perder, no siempre es derrota.

    Pero el desaliento arruina completamente la vida.

    No te desanimes nunca.

    Sigue adelante con valentía, porque el triunfo les sonríe únicamente a los que no se paran a mitad del camino.

    EL EVANGELIO DE HOY: 26.10.2013

    Autor: Misael Cisneros Garnica | Fuente: Catholic.net
    La higuera estéril
    Lucas 13, 1-9. Tiempo Ordinario. Dirijamos hacia Dios nuestra vida y preocupémonos por nuestra propia conversión.
     
    La higuera estéril
    Del santo Evangelio según san Lucas 13, 1-9

    En aquel tiempo llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?" Pero él le respondió: "Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, las cortas."

    Oración introductoria

    Padre, nuestra esperanza es siempre y esencialmente también esperanza para los otros; sólo así es realmente esperanza también para nosotros.

    Petición

    Jesús, gracias por darme la oportunidad de mejorar, de servirte, de amarte. Dame tu gracia para luchar cada día por dar fruto.

    Meditación del Papa Francisco

    Precisamente sintiendo mi pecado, mirando mi pecado, yo puedo ver y encontrar la misericordia de Dios, su amor, e ir hacia Él para recibir su perdón. En mi vida personal, he visto muchas veces el rostro misericordioso de Dios, su paciencia; he visto también en muchas personas la determinación de entrar en las llagas de Jesús, diciéndole: Señor estoy aquí, acepta mi pobreza, esconde en tus llagas mi pecado, lávalo con tu sangre. Y he visto siempre que Dios lo ha hecho, ha acogido, consolado, lavado, amado.
    Queridos hermanos y hermanas, dejémonos envolver por la misericordia de Dios; confiemos en su paciencia que siempre nos concede tiempo; tengamos el valor de volver a su casa, de habitar en las heridas de su amor dejando que Él nos ame, de encontrar su misericordia en los sacramentos. Sentiremos su ternura, tan hermosa, sentiremos su abrazo y seremos también nosotros más capaces de misericordia, de paciencia, de perdón y de amor. (S.S. Francisco, 7 de abril de 2013).

    Reflexión

    Hoy Cristo desenmascara una preocupación presente en muchos hombres de nuestro tiempo. Y es la preocupación de pensar que los sufrimientos de la vida tienen que ver con la amistad o enemistad con Dios. Cuando todo va bien y no hay grandes angustias o desconsuelos creemos que estamos en paz y amistad con Dios. Y puede ser que realmente no suframos grandes ahogos y a la vez estemos con Dios pero Cristo nos muestra que no es así la forma de verlo.

    ¿Acaso los miles de personas que mueren en los atentados padecieron de esa forma porque eran más pecadores que nosotros? Por supuesto que no, pues Dios no es un legislador injusto que castiga a quienes pecan. Mejor es preocuparnos por nuestra propia conversión y dejar de juzgar a los demás por lo que les pasa en la vida. Que si este vecino se fue a la banca rota su negocio porque no daba limosna o el otro se le dividió la familia porque no iba a misa o el de más allá se le murió un hijo porque decía blasfemias.

    Dejemos de calcular cómo están los demás ante Dios e interesémonos más por nuestra propia conversión. Los acontecimientos dolorosos de la vida no son la clave para ver la relación de Dios con nuestro prójimo. Dios puede permitir una gran cantidad de sufrimientos en una familia para hacerles crecer en la fe y confianza con Él, pero no por eso quiere decir que Dios está contra ellos.

    Propósito

    Dirijamos hacia Dios nuestra vida y preocupémonos más por nuestra propia conversión.

    Diálogo con Cristo

    No hay excusas, la lección de la parábola es clara. Cuando el Creador viene a buscar frutos, es porque es tiempo de que haya frutos. No se trata de aparentar o verse bien, sino haber producido los frutos de acuerdo al plan de Dios. Gracias, Jesús, por interceder por mí y darme otra oportunidad para que, con la gracia de la Eucaristía, pueda rectificar lo que deba cambiar en mi vida y aspirar a la eficacia apostólica, donde es necesario morir a mi propia comodidad para dar fruto. 

    viernes, 25 de octubre de 2013

    ACTO DE CONFIANZA EN EL CORAZÓN DE JESÚS


    ACTO DE CONFIANZA EN EL CORAZÓN DE JESÚS 

    Oh, Corazón de Jesús, Dios y Hombre verdadero, delicia de los Santos, refugio de los pecadores y esperanza de los que en Ti confían; Tú nos dices amablemente: Vengan a Mí; y nos repites las palabras que dijiste al paralítico: Confía, hijo mío, tus pecados te son perdonados, y a la mujer enferma: Confía, hija, tu fe te ha salvado, y a los Apóstoles: Confíen, Yo Soy, no teman.

    Animado con estas palabras acudo a Ti con el corazón lleno de confianza, para decirte sinceramente y desde lo más íntimo de mi alma: Corazón de Jesús en Ti confío.

    Sí, Corazón de mi amable Jesús, confío y confiaré siempre en tu bondad; y, por el Corazón de tu Madre, te pido que no desfallezca nunca esta confianza en Ti, a pesar de todas las contrariedades y de todas las pruebas que Tú quisieras enviarme, para que habiendo sido mi consuelo en vida, seas mi refugio en la hora de la muerte y mi gloria por toda la eternidad. Amén.

    VENCIDO POR EL MIEDO


    Vencido por el miedo 

    En una tierra en guerra, había un rey que causaba espanto. Siempre que hacía prisioneros, no los mataba, los llevaba a una sala donde había un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre. En esta sala el rey les hacía formar un círculo y les decía entonces... "Ustedes pueden elegir entre morir atravesados por las flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa". 

    Todos elegían ser muertos por los arqueros. Al terminar la guerra, un soldado que por mucho tiempo sirvió al rey se dirigió al soberano y le dijo:

    —"Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?"

    Y le responde el rey:

    —"Dime soldado". 

    —"¿Qué había detrás de la horrorosa puerta?". 

    —"Ve y mira tú mismo", respondió el rey. 

    El soldado entonces, abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo hacía, rayos de sol entraron y aclararon el ambiente... y, finalmente, descubrió sorprendido que la puerta se abrió sobre un camino que conducía a la libertad.

    El soldado admirado sólo miro a su rey que le decía: 

    —"Yo daba a ellos la elección, pero preferían morir que ariesgasrse a abrir esta puerta". 

    ¿Cuántas puertas dejamos de abrir por el miedo de arriesgarnos?. 
    ¿Cuántas veces perdemos la libertad y morimos por dentro, solamente por sentir miedo de abrir la puerta de nuestros sueños?

    AMAR LA VIDA


    AMAR LA VIDA


    Un profesor fue invitado a dar una conferencia en una base militar, y en el aeropuerto lo recibió un soldado llamado Ralph. 
    Mientras se encaminaban a recoger el equipaje, Ralph se separó del visitante en tres ocasiones: primero para ayudar a una anciana con su maleta; luego para cargar a dos pequeños a fin de que pudieran ver a Santa Claus, y después para orientar a una persona. Cada vez regresaba con una sonrisa en el rostro.
    "¿Dónde aprendió a comportarse así?", le preguntó el profesor. "En la guerra", contestó Ralph.

    Entonces le contó su experiencia en Vietnam. Allá su misión había sido limpiar campos minados. Durante ese tiempo había visto cómo varios amigos suyos, uno tras otro, encontraban una muerte prematura.

    "Me acostumbré a vivir paso a paso" -explicó. "Nunca sabía si el siguiente iba a ser el último; por eso tenía que sacar el mayor provecho posible del momento que transcurría entre alzar un pie y volver a apoyarlo en el suelo.
    Me parecía que cada paso era toda una vida".

    Nadie puede saber lo que habrá de suceder mañana. Qué triste sería el mundo si lo supiéramos. Toda la emoción de vivir se perdería, nuestra vida sería como una película que ya vimos.

    Ninguna sorpresa, ninguna emoción. Pienso que lo que se requiere es ver la vida como lo que es: una gran aventura.

    Al final, no importará quién ha acumulado más riqueza ni quién ha llegado más lejos. Lo único que importará es quién lo disfrutó más.

    Ama más quien más ha servido, porque aprecia su vida y la de los demás.

    ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO


    ORACIÓN  AL ESPÍRITU SANTO 

    Sopla sobre mí, Espíritu Santo, 
    para que todos mis pensamientos sean santos.

    Actúa en mi, Espíritu Santo, 
    para que también mi trabajo sea santo.

    Induce mi corazón, Espíritu Santo, 
    para que ame solamente a aquello que es santo.

    Fortaléceme, Espíritu Santo, 
    para defender todo lo que es santo.

    Guárdame, Espíritu Santo, 
    para que yo siempre sea santo.

    Amén

    EL EVANGELIO DE HOY: 25.10.2013

    Autor: P. Luis Gralla | Fuente: Catholic.net
    Los signos de los tiempos
    Lucas 12, 54-59. Tiempo Ordinario. ¿Somos capaces de leerlos, de discernir lo esencial de lo accidental?
     
    Los signos de los tiempos
    Del santo Evangelio según san Lucas 12, 54-59

    En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: "Va a llover", y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: "Viene bochorno", y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.

    Oración introductoria

    Padre, te pedimos que al escuchar tus palabras, nos des la gracia que nos permite esperar y encaminarnos llenos de confianza a Tu encuentro, como Juez, como nuestro "abogado".

    Petición

    Jesús, te pedimos que nos des la gracia de ser capaces de leer los signos de los tiempos, de discernir lo esencial de lo accidental y de conocer la solidez de Tu doctrina y ponerla en práctica.

    Meditación del Papa Francisco

    Se recuerda que Dios ha concedido unos dones, que se han de emplear y multiplicar, pues a su regreso preguntará cómo se han utilizado. Queridos jóvenes, ¿han pensado en los talentos que Dios les ha dado? ¿Han pensado cómo ponerlos al servicio de los demás? ¡No entierren estos talentos! La vida no se tiene para guardarla para uno mismo, se tiene para entregarla. En la parábola del juicio final, se describe la segunda venida del Señor y se advierte que seremos juzgados en la caridad, según lo que hemos amado a los demás, especialmente a los más necesitados. No se conoce ni el día ni la hora del regreso de Cristo; lo que se pide es estar preparados para el encuentro, que significa saber ver los signos de su presencia, tener viva la fe con la oración y con los sacramentos; se trata de ser vigilantes para no dormirnos: no queremos cristianos dormidos; ser vigilantes, para no olvidarnos de Dios, (S.S. Francisco, 24 de abril de 2013)..

    Reflexión

    El Concilio Vaticano II supuso una lectura de los "signos de los tiempos". Cambiaron muchas cosas: liturgia, costumbres, lenguaje, etc. Eran necesario adaptarse a la realidad del siglo XX. La Iglesia supo discernir los acontecimientos y se adaptó. Suprimió lo innecesario, profundizó en lo esencial y estableció un diálogo más estrecho con las ciencias humanas y las otras realidades religiosas.

    Pero había cosas que no podían cambiar: el Papa sigue siendo el Vicario de Cristo en la tierra; en la Eucaristía está verdaderamente presente Cristo Jesús y la caridad sigue siendo el mandamiento nuevo. No hay lugar a dudas. Los tiempos cambian pero las palabras de Cristo y de su Iglesia permanecen y permanecerán eternamente.

    ¿Somos capaces de leer los signos de los tiempos, de discernir lo esencial de lo accidental? ¿Somos de los cristianos que conocen la solidez de la doctrina del Señor y la ponen en práctica? ¿O estamos cayendo en el error de los que dicen conocer los signos de los tiempos pero luego dan cabida en sus vidas a comportamientos que dicen mucho de una verdadera pertenencia a la Santa Madre Iglesia? De allí la sabia recomendación de Cristo: vivir con justicia, saber dar a Dios lo debido y a los hombres.

    Y en el corazón de tal justicia, que está lejos de ser una legalista y fría justicia humana, encontramos el perdón y la misericordia. Si falta el ingrediente del perdón, para obtener la conversión del corazón; si falta la virtud de la misericordia para saber perdonar a quien nos lo pide, no hay verdadera justicia y somos de los que aparentamos una vida incólume, adaptada a los tiempos, pero en realidad no somos más que una fotocopia de cristiano.

    Por tanto la justicia de nuestro corazón, la justicia divina, la justicia a modelo de Cristo nos permitirá saber leer los signos de los tiempos, saber discernir lo esencial de lo accidental, saber saborear las palabras de vida eterna del Señor y nos evitará aparentar una vida de justos y cumplidores, de dobles e hipócritas que nos reportaría el peso de una dura paga quizás ya en esta tierra, tal vez en aquella otra de purgación o, Dios nos libre, en donde no hay paga que valga. 

    Propòsito 

    Pidamos al que es Justísimo, el don de la verdadera justicia y Él que brilla en justicia y verdad no tardará en donárnosla con amor. 

    miércoles, 23 de octubre de 2013

    EL AMOR FRENTE AL ODIO


    El amor frente al odio


    El amor alienta, el odio abate;
    el amor sonríe, el odio gruñe;
    el amor atrae, el odio rechaza;
    el amor confía, el odio sospecha;
    el amor enternece, el odio enardece;
    el amor canta, el odio espanta;
    el amor tranquiliza, el odio altera;
    el amor guarda silencio, el odio vocifera;
    el amor edifica, el odio destruye;
    el amor siembra, el odio arranca;
    el amor espera, el odio desespera; 
    el amor consuela, el odio exaspera;
    el amor suaviza, el odio irrita;
    el amor aclara, el odio confunde;
    el amor perdona, el odio intriga;
    el amor vivifica, el odio mata;
    el amor es dulce; el odio es amargo;
    el amor es pacífico; el odio es explosivo;
    el amor es veraz, el odio es mentiroso;
    el amor es luminoso, el odio es tenebroso;
    el amor es humilde, el odio es altanero;
    el amor es sumiso, el odio es jactancioso;
    el amor es manso, el odio es belicoso;
    el amor es espiritual, el odio es carnal.

    El amor es sublime, el odio es triste.

    EL EVANGELIO DE HOY: 23.10.2013

    Autor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
    Fiel y prudente a la Voluntad de Dios
    Lucas 12, 39-48. Tiempo Ordinario. Cumple tu misión en la vida, ¿cómo? cada uno ha de descubrirlo con la oración y la lucha.
     
    Fiel y prudente a la Voluntad de Dios
    Del santo Evangeliio según san Lucas 12, 39-48

    Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre». Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?» Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: "Mi señor tarda en venir", y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles. «Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.

    Oración introductoria

    Padre ayúdanos a vivir nuestras vidas de modo que dejemos espacio al Espíritu en un mundo que quiere olvidar a Dios, rechazarlo incluso en nombre de un falso concepto de libertad.

    Petición

    Dios mío, ayúdame a usar los dones que se se me han dado.

    Meditación del Papa Francisco

    Nosotros estamos en el tiempo de la acción—, el tiempo de hacer rendir los dones de Dios no para nosotros mismos, sino para Él, para la Iglesia, para los demás; el tiempo en el cual buscar siempre hacer que crezca el bien en el mundo. Y en particular hoy, en este período de crisis, es importante no cerrarse en uno mismo, enterrando el propio talento, las propias riquezas espirituales, intelectuales, materiales, todo lo que el Señor nos ha dado, sino abrirse, ser solidarios, estar atentos al otro. En la plaza he visto que hay muchos jóvenes: ¿es verdad esto? ¿Hay muchos jóvenes? ¿Dónde están? A vosotros, que estáis en el comienzo del camino de la vida, os pregunto: ¿habéis pensado en los talentos que Dios os ha dado? ¿Habéis pensado en cómo podéis ponerlos al servicio de los demás? ¡No enterréis los talentos! Apostad por ideales grandes, esos ideales que ensanchan el corazón, los ideales de servicio que harán fecundos vuestros talentos. (S.S. Francisco, 24 de abril de 2013).

    Reflexión

    Uno de los aspectos más chocantes del cristianismo es su concepción de la vida como una misión. En el cristianismo no rige eso del «come y bebe que la vida es breve» ni el «vivir a tope» entendido como aprovechar cada instante para conseguir más placer y más bienestar.

    Cristo nos presenta la vida como una misión: «estar al frente de la servidumbre para darle a tiempo su ración» de la cual tendremos que dar cuenta. La vida es una misión. Venimos a la tierra para algo, y ese algo es tan importante que de él depende la felicidad eterna de otras personas. Ese «dar de comer a la servidumbre» es el testimonio que Cristo quiere que durante el tiempo que tiene dispuesto concederme en la tierra. El famoso psiquiatra vienés Víctor Frankl, cuando habla de los casos que se le presentan de enfermos con depresión que ya no encuentran ninguna razón para vivir, que no esperan nada de la vida ni del mundo, se percata de que quizás puede faltar una pregunta esencial y es preguntarse acerca de qué espera el mundo de mí.

    Porque, aunque tengamos razones para abandonar no tenemos razón, pues la vida espera algo de nosotros y tenemos una misión en este mundo. Una misión que lleva nuestro nombre y nadie más puede hacer. Si no la hacemos nosotros nadie lo va a hacer. Hemos de descubrir cuál es nuestro camino y cuál es nuestra misión. La salvación del mundo y de las almas tienen muchos matices, la gracia es única pero las formas de alcanzarla son múltiples, por eso nuestra existencia no es casual, ni insignificante.

    Propósito

    Tenemos que salvar el mundo, sí, pero ¿cómo?, cada uno de una forma diferente que ha de descubrir con la oración y la lucha.

    Diálogo con Cristo 

    Padre mío, ayúdame a ser un servidor fiel y prudente. Me has dado unos talentos que implican gran responsabilidad. Te pido perdón por todas las veces en que no he sabido corresponder a tu confianza. Te prometo que me esforzaré por ser un buen discípulo y misionero de tu amor; sé que con tu gracia puedo ser fiel y servir a todos aquellos que has puesto a mi cuidado. 

    JESÚS EN TU CASA


    JESÚS EN TU CASA

    Un día estaba un joven en su casa y alguien tocó la puerta.

    Al abrir la puerta como sorpresa encontró al diablo quien lo agarró del pelo, lo pateó, lo golpeó y se luego se fue.

    ¿Y dijo el muchacho que debo hacer?

    De pronto cuando el diablo se había marchado vio pasar a Jesús y pensó...

    ¡Si Él esta en mi casa el diablo no va a entrar!

    !Entonces lo invitó a pasar y le mostró la casa y le dijo, puedes venir mañana cuando el diablo pase por aquí...

    Y Jesús le dijo que sí.

    Al día siguiente el diablo volvió a tocar la puerta y ya Jesús estaba dentro de la casa.

    El muchacho muy tranquilo abrió la puerta y el diablo volvió a darle una golpiza.

    Entonces el muchacho muy molesto le reclamó a Jesús que porqué no hizo nada por defenderlo y dijo: No hice nada porque no estoy en mi casa, sólo estoy de visita.

    El muchacho pensó un poco y lo invitó a vivir en su casa, le mostró su cuarto y dijo:

    Vas a seguir viviendo aquí, éste será tu cuarto y Jesús aceptó.

    Como era ya costumbre al día siguiente tocaron nuevamente la puerta, y era otra vez el diablo, el joven muy confiado abrió la puerta pues ya Jesús vivía en su casa, y el diablo nuevamente le dio la golpiza.

    El joven, molesto fue donde Jesús y dijo: Ya vives en mi casa, ¿qué más deseas para defenderme?

    Y Jesús contestó: Yo sólo vivo en tu casa, en mi cuarto. Mientras no estés en mi cuarto no te puedo defender.

    Entonces el joven reflexionó un poco y dijo:

    De hoy en adelante ésta es tu casa, yo estaré aquí como un invitado si me lo permites.. Y así fue.

    Al otro día tocan nuevamente la puerta, pero esta vez no fue el joven quien abrió la puerta pues ya no era él dueño de la casa, al abrir Jesús la puerta el diablo se disculpó pues pensó que se había equivocado de casa.

    Queridos amigos, como consejo quiero decir que no es suficiente el decir dentro de nosotros que Jesús vive en nuestro corazón, tenemos que entregar de corazón nuestra vida para que Él pueda actuar por nosotros
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