lunes, 16 de septiembre de 2013

LA PROTECCIÓN DE DIOS


LA PROTECCIÓN DE DIOS 

Un misionero estaba colaborando como médico de un pequeño hospital en África. Muchas veces, él tenía que trasladarse en su bicicleta a través de la jungla hacia el poblado mas cercano, para conseguir material de su trabajo, medicamentos y dinero que le era enviado desde los Estados Unidos.

El viaje duraba dos días, así que tenía que acampar una noche. Él ya había hecho este recorrido varias veces sin ningún contratiempo. 
En uno de sus viajes, antes del anochecer del primer día encontró a dos hombres que peleaban fuertemente. Uno de ellos estaba seriamente herido y el otro huyó, por lo que acudió a atenderle y acompañarle a donde este vivía y dejar algunas indicaciones a su familia. Semanas después en su siguiente viaje y al llegar a la ciudad, se le acercó aquel hombre que había atendido, y este le dijo: "Yo sé que usted cuando regresa, lleva consigo medicinas que necesita y dinero. El día que usted me atendió de mis heridas, algunos amigos y yo le seguimos hacia la jungla por la noche, asi cuando usted acampara y estuviera dormido, teníamos planeado matarle y tomar el dinero las medicinas. Cuando íbamos a atacarle, vimos que la tienda de campaña estaba rodeada por 16 guardias armados. 

Nosotros éramos 4 y vimos que era imposible llevar a cabo nuestro plan asi que decidimos retirarnos". Escuchando el misionero le dijo al hombre riendo: "Eso es imposible. Yo puedo asegurarle que siempre viajo solo y nadie me acompaña en mis viajes". El hombre le corrigió e insistió en lo que vió. "No Señor, yo no fui el único hombre que vió a los guardias. Mis amigos también los vieron y todos contamos el mismo número de guardias. Estábamos asustados. Fué por eso que le dejamos y desistimos en atacarle. Cuando regresábamos yo me separé de ellos y fue entonces que después uno de ellos me siguió y me atacó como castigo por haberlos hecho perder su tiempo y no haber conseguido nada, ya que yo había planeado todo. Fue entonces que después usted me encontró y vió huir al que me golpeó y vino en mi ayuda. Espero que usted me pueda perdonar." 

Varios meses después, el misionero asistió a una celebración dominical en una iglesia en Michigan donde él les contó acerca de sus experiencias en el África, incluyendo la historia de los 16 guardias que estuvieron con el mientras acampaba y les dijo: Recuerdo bien ese día por que era el cuarto aniversario de haber llegado al África . 

Uno de los asistentes de la comunidad, se paró e interrumpió al misionero y le dijo algo que dejó a todos los asistentes atónitos. "Nosotros estuvimos ahí con usted en espíritu para ayudarle. En esa noche en África, era de día aquí. Yo llegué a la iglesia para recoger algunos materiales que necesitábamos para un viaje que teníamos que hacer, al poner las cosas en mi camioneta, yo sentí que la presencia de Dios estaba a mi lado diciéndome que orara por usted. La urgencia fue tan grande que llame a algunos hombres de la iglesia para que oráramos por usted por protección. Esto lo hicimos en el salón donde tenemos las fotografías de todos nuestros misioneros, no sabía cual era el peligro que usted pasaba, pero en la fotografía venia impreso el día que usted fue enviado al África años atrás, un día antes de su aniversario. Nosotros estuvimos ahí con usted en oración protegiéndolo y ellos están aquí para atestiguarlo.
Inmediatamente después, este hombre le pidió a todos los que habían orando por él ese día, que se pusieran de pie. Uno a uno lo hizo, lo que llamó la atención del misionero. Este empezó a contarlos y el número exacto fue de 16 hombres. 
Toda la comunidad quedó enmudecida por un largo rato. 

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN


LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

En una prestigiosa universidad de Sudamérica, el primer día de clase, se encontraba en la biblioteca un hombre vestido de overol, de esos monos de trabajo que usan los empleados de las fábricas, y calzaba sandalias en un día muy frío. En sus manos llevaba varios libros.

- ¿Quién es ese hombre?, era la pregunta general.
- Es un profesor de Física, y viene de Norteamérica -fue la respuesta, con la siguiente historia:

Un día este hombre llegó hasta la facultad de Física vestido del modo tan particular en que le gusta vestir. Pidió, en un español poco fluido, una entrevista con el decano. Le indicaron que estaba en una reunión con un grupo de docentes. El hombre insistió en verlo. La secretaria lo buscó, y al rato salió el decano a verlo. Luego de saludarlo, el hombre le dijo:

- Vengo a pedir trabajo como docente de Física.

El decano miró su apariencia de arriba abajo; su aspecto era la antítesis de un profesor universitario. De pronto, el decano dibujó una leve sonrisa en su rostro y lo invitó a que lo acompañara. Entraron en una sala donde había una media docena de docentes universitarios. El decano le dijo:

- Hace poco recibimos este libro como texto guía. Estamos aquí intentando solucionar unos problemas de Física. Si usted es capaz de resolverlos, lo contrato como docente.

El hombre tomó el texto, se dirigió a una pizarra y tranquilamente comenzó a resolver uno a uno los problemas que le habían indicado. Los docentes cambiaron poco a poco la sonrisa de burla que tenían en sus rostros por una cara de asombro. Cuando terminó, el decano, atónito, le dijo casi tartamudeando:

- ¿Cómo pudo hacerlo? ¡Hemos estado aquí varios días sin poder resolver estos teoremas!
El hombre, con sencillez, simplemente respondió:

- Yo soy el autor del libro.

La mejor forma de equivocarnos con las personas es juzgarlas por aspectos externos. Ninguna persona encaja fácilmente en los estereotipos que nos formulamos de ellas. Es por eso que las palabras de Dios tienen tanto valor: "No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Dios no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Dios mira el corazón". Ora a Dios para que te dé la sabiduría de no juzgar a las personas por aspectos externos sino por los principios que tienen.

A continuación, podrás leer una serie de errores humanos reales que se cometieron por juzgar inadecuadamente a la gente:

- Ronald Reagan , el ex-presidente de los Estados Unidos y ex-actor de cine, fue rechazado para el papel principal en una película de 1964 llamada “The Best Man” porque “no tenía apariencia de presidente”.

- El ballet “La consagración de la primavera“ de Igor Stravinsky, que hoy es considerado una de las obras cumbres de la música contemporánea, fue estrenado en 1913 en el teatro de los Campos Eiseos de París y el público lo atacó a naranjazos en el medio del teatro. 

- Giuseppe Verdi (el de la Traviata, el de Va pensiero, el de la Donna è mobile) fue desaprobado en el examen de ingreso al conservatorio por tener una mala posición de manos al tocar el piano.

- Hablando de la Donna è mobile.... Verdi necesitaba un aria para terminar su opera Rigoletto, y la tarde anterior al estreno aun no la había compuesto. de mal humor, compuso algo con una armonía bien básica, a las apuradas, que él mismo consideró bastante de cuarta. Esa aria de descarte es la Donna è mobile, una de las más populares de la música clásica italiana.

- A Johann S. Bach, los críticos de su época le aconsejaron que no intentara innovar en sus composiciones, porque para ese momento, musicalmente ya estaba todo inventado. Bach vivió entre 1685 y 1750 (antes que Mozart, Beethoven, Chopin, Tchaikowsky, Ravel, Debussy, el jazz, el rock 'n' roll, el hip hop y la música contemporánea)

FRASES CÉLEBRES DEL PADRE PÍO DE PIETRELCINA


FRASES CÉLEBRES DEL PADRE PÍO DE PIETRELCINA

Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración... 

La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón... 

Solo quiero ser un fraile que reza... 

El tiempo transcurrido en glorificar a Dios y en cuidar la salud del alma, no será nunca tiempo perdido. 

No hay tiempo mejor empleado que el que se invierte en santificar el alma del prójimo. 
Una sola cosa es necesaria: consolar tu espíritu y amar a Dios.

Dulce es el yugo de Jesús, liviano su peso, por lo tanto, no demos lugar al enemigo para insinuarse en nuestro corazón y robarnos la paz. 

La clave de la perfección es el amor. Quien vive de amor, vive en Dios, pues Dios es amor, como dice el Apóstol. 

No amar es como herir a Dios en la pupila de Su ojo. ¿Hay algo mas delicado que la pupila? 

Haré más desde el Cielo, de lo que puedo hacer aquí en la Tierra. 

Cuando se pasa ante una imagen de la Virgen hay que decir: Te saludo, María. Saluda a Jesús de mi parte.

El demonio es como un perro rabioso atado a la cadena; no puede herir a nadie más allá de lo que le permite la cadena. Mantente, pues, lejos. Si te acercas demasiado, te atrapará.

El sufrimiento de los males físicos y morales es la ofrenda más digna que puedes hacer a aquel que nos ha salvado sufriendo.

Los ángeles sólo nos tienen envidia por una cosa: ellos no pueden sufrir por Dios. Sólo el sufrimiento nos permite decir con toda seguridad: Dios mío, mirad cómo os amo.

Salvar las almas orando siempre.

Con el estudio de los libros se busca a Dios; con la meditación se le encuentra.

¡Piensa siempre que Dios lo ve todo!

Es terrible la justicia de Dios. Pero no olvidemos que también su misericordia es infinita.

El ser tentado es signo de que el alma es muy grata al Señor.

Cuando el alma sufre y teme ofender a Dios, no le ofende y está muy lejos de pecar.

SEÑOR....JESÚS


EL EVANGELIO DE HOY: 16.09.2013

Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
El centurión de Cafarnaúm
Lucas 7, 1-10. Tiempo Ordinario. Si rezamos con fe y humildad, seguro que nos concederá lo que pidamos.
 
El centurión de Cafarnaúm
Del santo Evangelio según san Lucas 7, 1-10 


En aquel tiempo, cuando hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo. Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga. Iba Jesús con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: Vete, y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace. Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande.Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano. 

Oración Introductoria 

Dios mío, te pido me concedas la gracia de iniciar esta oración con la fe del oficial romano. Deseo profundamente mejorar mi estilo de vida porque he tomado la decisión y tengo la confianza de que, con tu ayuda, puede llegar a ser un auténtico testigo de tu amor.

Petición

Señor, no soy digno, pero humildemente te pido que aumentes mi fe para poder unirme a Ti.

Meditación del Papa Francisco

Salir de nosotros mismos para ir al encuentro de los demás, a la periferia de la existencia, a los más alejados, a los olvidados, a quienes necesitan comprensión, consuelo y ayuda. Vivir este tiempo significa también entrar cada vez más en la lógica de Dios, de la Cruz y del Evangelio. Es seguir y acompañar a Cristo, lo cual exige “salir”: Él ha salido de sí mismo para venir a nuestro encuentro, ha colocado su tienda entre nosotros para traer la misericordia que salva y da esperanza. Es un tiempo de gracia que el Señor nos ofrece para abrir las puertas del corazón, de la vida, de las parroquias y movimientos, saliendo al encuentro de los demás y brindando la luz y el gozo de nuestra fe. Salir siempre con el amor y la ternura de Dios, en el respeto y la paciencia, sabiendo que nosotros ponemos las manos, los pies, el corazón, pero es Dios quien guía y hace fecundas nuestras acciones. (S.S. Francisco, 27 de marzo de 2013).

Reflexión

Así como un foco necesita de la electricidad para encender y un motor de combustión necesita de la gasolina para funcionar, así la gracia de Dios necesita ser alimentada por nuestra fe para poder obrar milagros y maravillas. Esta es la lección de este Evangelio. Jesús, por compasión y buena voluntad, se levanta y va a curar al siervo del centurión, pero cuando llega a casa de éste, salen los amigos con su recado: "No soy digno..." y "...con una palabra tuya..."

Fe y humildad. La combinación perfecta para que Dios otorgue sus más hermosas gracias a la gente que se las pide. Fe, porque el centurión creyó con todo su corazón que Jesús podía curar a su siervo. No dudó del poder de Jesús en su corazón. Porque de otra manera no hubiera podido arrancar de su Divina misericordia esta gracia.

Humildad, porque siendo centurión y romano, que tenían en ese tiempo al pueblo judío dominado, no le ordenó a Jesús como si fuera un igual o una persona de menor rango. Todo lo contrario. Se humilló delante de Él y despojándose de su condición de dominador de las gentes, reconoció su condición de hombre necesitado de Él.

Propósito

Al acercarme a recibir la Eucaristía, rezar con atención el «Yo no soy digno…». Imitemos la actitud del centurión cada vez que acudamos a Dios. Si rezamos con fe y humildad, seguro que nos concederá lo que pidamos.

Diálogo con Cristo

Jesús, enséñame a orar. A saber pedir lo que realmente conviene a mi salvación y a la de mis hermanos. Que sea dócil a tus tiempos y disposiciones y que no me agite queriéndote imponer lo que YO considero el mejor bien. Que sepa suplicar con aquella confianza de tu madre santísima en las bodas de Caná, no dudar nunca de tu cercanía, de tu interés, de tu gran amor por mí, aunque yo no sea digno ni pueda corresponder, sin tu ayuda, a este gran amor. 

domingo, 15 de septiembre de 2013

LOS JÓVENES E INTERNET

Autor: Santiago Casanova Miralles | Fuente: imision
Los jóvenes e internet
La Iglesia llama a los jóvenes a usar internet adecuadamente, a enriquecerse con él y enriquecer la vida de otros, a prepararse con responsabilidad para su futuro, a usarlo como un medio privilegiado para hacer el bien
 
Los jóvenes e internet
Los jóvenes e internet
No hace mucho que me encontré con el documento
“La Iglesia e Internet”, publicado por el Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales nada menos que en ¡2002! Me parece un documento imprescindible para entender la postura de la Iglesia ante la realidad de la red y de las redes sociales. Luego, es verdad, el mismo Papa Benedicto XVI, y ahora Francisco, le han dado una continuidad arrolladora a este asunto.


No voy a pararme en muchos de los puntos del documento. ¡Hay tanto que vale la pena! Pero sí quiero dedicar hoy unas líneas a su parte final, a las recomendaciones que se hacen a los dirigentes eclesiales, agentes pastorales, catequistas y educadores, padres y, finalmente, niños y jóvenes. Y en estos últimos quiero centrar mi atención.

La Iglesia es muy clara con los jóvenes y con sus formadores en cuanto a internet y a las redes sociales:“Internet pone al alcance de los jóvenes en una edad inusualmente temprana una inmensa capacidad de hacer el bien o el mal, a sí mismos y a los demás.”

La Iglesia llama a los jóvenes a usar Internet adecuadamente, a enriquecerse con él y enriquecer la vida de otros, a prepararse con responsabilidad para su futuro, a usarlo como un medio privilegiado para hacer el bien. No sólo eso: la Iglesia llama los jóvenes a ir contracorriente, ejercer la contracultura y prepararse para ser perseguidos por defender lo verdadero y lo bueno también en este medio. Muy fuerte.

Esto que la Iglesia pide no es automático. Requiere de discernimiento, educación, formación y, también, de la fuerza del Espíritu. Lo último sólo se puede pedir incesantemente en la oración y llevando un vida cristiana plena, en comunidad y participando de los sacramentos. Lo primero sólo requiere determinación y manos a la obra.

Discernimiento: Nuestros chicos y chicas deben saber discernir. Discernir lo que es bueno y lo que es malo, lo que les conviene y lo que no. Discernir qué fotos compartir, qué mensajes publicar. Discernir qué retuitear y a quién seguir. Discernir qué webs visitar. Discernir cuándo hablar y cuándo callar. Discernir su tarea concreta como cristiano en la red, su llamada particular, su misión. Discernir qué haría Jesucristo en cada situación que se les presente. Esta tarea requiere aprendizaje, escucha y silencio. Discernir requiere haber aprendido a hacerlo. Por eso necesitan nuestra ayuda. Sus educadores, padres y catequistas debemos acompañarlos, vivir cerca de ellos en su “estar” en internet y en las redes sociales. Debemos acostumbrarles y ayudarles a hacer lo mismo fuera de internet y hacer del discernimiento una constante en su vida.

Educación: Antes nuestros padres nos enseñaban a manejarnos y actuar en la calle, en el colegio, en casa… No ir con extraños, con quién no hablar, qué situaciones evitar, cómo actuar con nuestros mayores, el respeto a la autoridad… Ahora se sigue haciendo todo esto (cuando se hace) pero nadie ha afrontado la parte de la red. ¿Quién educa para estar en la red? ¿Quién enseña a niños y jóvenes cómo estar, con quién relacionarse? ¿Quién habla de la amistad en las redes y conoce a los amigos de nuestros chicos en las redes? ¿Quién enseña cómo actuar ante un ataque, cómo defender al débil, cómo levantar la mano cuando se necesita? Hay una laguna que debe ser cubierta de forma urgente. Para ello es imprescindible que padres, educadores y catequistas nos movamos en la red con soltura y entendamos sus resortes.

Formación: Internet es un lugar con una potencialidad enorme. Hay que conocerlo. No basta con estar. Hay que conocer su funcionamiento, sus reglas, las leyes que lo regulan, las implicaciones que tiene un desliz, los detalles de la privacidad, las huellas que uno deja cuando se mueve en sus rincones… Nuestros jóvenes sólo serán buenos testigos del Evangelio si son prudentes como serpientes y sencillos como palomas. No sirve la buena voluntad, la ingenuidad… Cuando un joven quiere conducir, va al autoescuela. Cuando queremos trabajar, antes pasamos por la universidad o por los planes de formación profesional. No puede ser distinto aquí. Y ya que esta formación, por ahora, no se aborda en planes de estudios en la escuela habrá que ser audaces y hacer propuestas creativas para formar a los nuestros.

Internet es tarea y misión para todos. La Iglesia nos pide que estemos y que lo hagamos como creyentes. No llega con compartir una bonita frase en Facebook o tuitear un versículo del salmo del día. No llega con querer estar. Si no sabes discernir y no estás educado o formado, no eres un cristiano útil. La red te devorará.

No podemos abandonar a los jóvenes en este duro camino. Abandonarlos sería claudicar y no seguir las directrices de la Iglesia. Como un día dijo Pablo VI, cada uno deberá responder ante Dios por sus acciones también en este medio. Tomemos nota y seamos valientes. No hay excusas.

* Santiago Casanova Miralles es miembro del staff de iMisión

JESÚS, ES SALVACIÓN


EL EVANGELIO DE HOY: 15.09.2013

Autor: P. Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net
La debilidad de Dios
Lucas 15, 1-32. Tiempo Ordinario. Él siempre nos ama y nos acoge, aunque nosotros nos hayamos comportado como aquel hijo pródigo.
 
La debilidad de Dios
Del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-32


Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a él para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este acoge a los pecadores y come con ellos. Entonces les dijo esta parábola. ¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión. O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta. Dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros. Y, levantándose, partió hacia su padre. Estando él todavía lejos, le vió su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus siervos: Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado. Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. El le dijo: Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano. El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado! Pero él le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado.

Oración introductoria 

Dios mío, te busco como te buscó el hijo pródigo. Te pido me concedas la gracia de iniciar mi oración con un gran espíritu de conversión, con un deseo profundo y ardiente de mejorar mi conducta, con la decisión de aprovechar esta meditación como una oportunidad para levantarme y recomenzar, para abandonar el pecado y elegirte en todo a Ti. En una palabra, Señor, ayúdame a amarte más.

Petición

Señor, hazme comprender que tus mandamientos no son preceptos negativos, sino indicaciones concretas para salir de mi egoísmo y así poder entrar en diálogo contigo y los demás.

Meditación del Papa Francisco

Pensad en aquel hijo menor que estaba en la casa del Padre, era amado; y aun así quiere su parte de la herencia; y se va, lo gasta todo, llega al nivel más bajo, muy lejos del Padre; y cuando ha tocado fondo, siente la nostalgia del calor de la casa paterna y vuelve. ¿Y el Padre? ¿Había olvidado al Hijo? No, nunca. Está allí, lo ve desde lejos, lo estaba esperando cada día, cada momento: ha estado siempre en su corazón como hijo, incluso cuando lo había abandonado, incluso cuando había dilapidado todo el patrimonio, es decir su libertad; el Padre con paciencia y amor, con esperanza y misericordia no había dejado ni un momento de pensar en él, y en cuanto lo ve, todavía lejano, corre a su encuentro y lo abraza con ternura, la ternura de Dios, sin una palabra de reproche: Ha vuelto. Y esta es la alegría del padre. En ese abrazo al hijo está toda esta alegría: ¡Ha vuelto!. Dios siempre nos espera, no se cansa. Jesús nos muestra esta paciencia misericordiosa de Dios para que recobremos la confianza, la esperanza, siempre. (S.S. Francisco, 7 de abril de 2013).

Reflexión

Cuenta la famosa leyenda de la guerra de Troya que el héroe de los griegos, Aquiles, era hijo de una diosa y, por tanto, era inmortal. Pero sólo tenía un punto débil, que era el talón. Y fue precisamente allí donde fue herido, por una flecha, y murió. Perdóneseme la analogía, pero yo creo que podríamos aplicar un poco este símil a Dios nuestro Señor. Sabemos que Él es Todopoderoso, pero también tiene Él –si podemos hablar de un modo humano— su punto débil.

El ya fallecido cardenal vietnamita Francois Nguyen van Thuan solía decir que, aunque pareciera herejía, él amaba a Jesús por sus defectos. Y el primer defecto –decía- es que Nuestro Señor no tiene buena memoria. ¿Cómo era posible, si no, que sobre la cruz, perdonara todos los crímenes a aquel ladrón que estaba crucificado con él a su derecha, y de un plumazo le cancelara toda su deuda? "En verdad te digo –le dijo al ladrón— hoy estarás conmigo en el Paraíso". Y lo mismo hizo el Señor con la pecadora pública, con Zaqueo, con la adúltera, con la samaritana y con tanta gente pecadora que se encontró a lo largo de la vida. Si Jesús fuera como nosotros, les hubiéramos dicho: "Sí, te perdono, pero antes tienes que expiar todas tus culpas con 20 años de purgatorio"...

Efectivamente, Dios nuestro Señor también tiene su punto débil. Y es su infinito amor y su misericordia. Nadie que haya acudido a Él con sinceridad y con el corazón arrepentido, y le haya pedido perdón, ha quedado jamás defraudado. Todo el Antiguo Testamento está lleno de gestos de misericordia de parte de Dios. Accede a las súplicas de Abraham y de Moisés, cuando interceden por su pueblo y le piden perdón por sus pecados; los profetas –sobre todo Isaías, Jeremías y Oseas- fueron fieles transmisores de la bondad y de la ternura de Dios hacia el pueblo de Israel. Pero es sobre todo con Jesús en donde aparece mucho más patente el corazón infinitamente amoroso y misericordioso de nuestro Padre celestial.

Todo el Evangelio es una prueba constante del perdón generoso que Jesús nos alcanza de parte de Dios. Toda su vida pública fue un acto ininterrumpido de misericordia: la predicación del amor del Padre, los milagros y curaciones sin número que obraba por doquier, movido sólo por su gran bondad y compasión hacia toda clase de gente; y, al final de su vida, la entrega más total y desinteresada en su pasión y en su cruz para salvarnos, para redimirnos del pecado y alcanzarnos el premio del paraíso por medio de su muerte y su resurrección.

En el pasaje evangélico de hoy, Jesús nos narra tres hermosas parábolas de la misericordia: la oveja perdida, la dracma perdida y el hijo pródigo, también perdido y luego encontrado.
Nosotros, los seres humanos, nos perdemos muchas veces a lo largo de nuestra vida: perdemos el camino, la ruta, nos escondemos de Dios y lo ofrendemos, tal vez gravemente. Y quizá en ocasiones no hemos querido saber nada de Él, a pesar de haber sido Él nuestro gran bienhechor.

Él nos ha dado todo: la vida, el ser, la fe, la familia, la educación, los sacramentos, la felicidad… TODO, absolutamente todo. Y nosotros, como hijos malcriados y caprichosos, le hemos echado en cara, con gran despecho e ingratitud, nuestros mismos errores y maldades, culpándolo a Él de nuestra desgracia y ceguera voluntaria.

Ese hijo ingrato de la parábola somos, definitivamente, cada uno de nosotros. También tú y yo, como aquel hijo, hemos pedido al padre la herencia y nos hemos “largado” de casa para vivir a nuestras anchas, libres de la “esclavitud” del padre, para derrochar sus bienes con malas compañías llevando una vida libertina y disoluta. Pero todo lo material es caduco y se acaba. Y, en poco tiempo, el hijo aquel se encontró en la miseria, sin dinero y, obviamente, sin amigos.

Llegó tan bajo en su prostración que se puso, en un país extraño, a cuidar cerdos, en una pocilga; hubiese querido llenar su vientre con las algarrobas que comían las bestias, pero nadie se las daba. ¡Hasta dónde había llegado la miseria de aquel que era un hijo de rey! Es eso lo que nosotros, hijos amados de Dios, hemos hecho con nuestra dignidad a causa de nuestro pecado.

El hijo, entonces, comienza a pensar con inmensa nostalgia en la casa de su padre. Y, para poder llenar su vientre –motivos no del todo nobles, pero Dios se vale también de eso para hacernos volver a Él—, se decide regresar a la casa paterna. Seguramente sentiría una profunda vergüenza y confusión. ¿Con qué cara se presentaría ahora a su padre, después de todo lo que había hecho? Pero su hambre y su necesidad fue más fuerte que su vergüenza. Y se puso en camino.

Pero lo mejor de todo viene a continuación. Todos los días –continúa la narración— el padre aquel se subía a la terraza del palacio para ver si volvía su hijo. ¿Qué padre, aquí en la tierra, sigue esperando el regreso de un hijo que se ha comportado como un sinvergüenza y como un ingrato, y que ha derrochado toda la herencia? Y, si acaso volviera, con rostro adusto, seguro que le daría una buena reprimenda y un castigo severo para que aprendiera a comportarse como se debe y que todo hay que pagarlo a su debido precio.

Sin embargo, cuando, después de meses y de años de espera, por fin ve venir a lo lejos a su hijo, a aquel bondadoso anciano se le conmueven las entrañas y le da mil vuelcos el corazón; los ojos se le convierten en un mar de lágrimas por la alegría y el alma se le derrite en infinita ternura. Y enseguida, como puede, aquel padre sale corriendo al encuentro de su hijo y se le echa al cuello, lo abraza, lo acaricia y lo cubre de besos. Y enseguida manda que lo laven y le perfumen, le pongan el vestido más rico y espléndido, calcen sus pies con sandalias y le pongan un anillo en su mano, signos todos de su dignidad y nobleza recuperada…

El hijo no se esperaba nada de esto, ni soñó jamás con aquel recibimiento. Él sólo quería un poco de pan y un techo donde cobijarse del invierno, aunque el resto de sus días fuera como el “último de los jornaleros”. Al fin y al cabo, él se lo había buscado y se lo había merecido. Y bien sabía que no era digno de nada más que eso. ¡Y cuál no fue su sorpresa al encontrarse con el corazón inmensamente tierno y cariñoso de su padre, que lo perdonaba y lo seguía amando como siempre lo había amado, a pesar de todo!

Así de maravilloso es nuestro Padre Dios con nosotros. Él siempre nos ama y nos acoge, aunque nosotros nos hayamos comportado como aquel hijo pródigo. Él nos perdona todo, absolutamente todo, con infinita ternura, incondicionalmente, e incluso nos ahorra la vergüenza de tener que humillarnos. Su comprensión es tan gigantesca y tan misericordiosa que nos hace más fácil el camino del retorno; y cuando, al fin, nos postramos para reconciliarnos, Él nos levanta, nos recibe con un fuerte y tierno abrazo, y nos cubre de besos y de caricias.

Propósito

Ojalá que nunca le tengamos miedo a Dios y nos acerquemos con inmensa confianza al sacramento de la reconciliación. Él siempre nos acogerá, infinitamente mejor que el padre de la parábola. Sólo así descubriremos el corazón dulce y bondadoso de Dios, nos daremos cuenta de que es incapaz de resistirse a la misericordia y conoceremos, por propia experiencia, ¡¡que Dios es Amor!!



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 

    sábado, 14 de septiembre de 2013

    TE NECESITO A TÍ, SEÑOR!!


    TE NECESITO A TÍ, SEÑOR!!

    Envíame a alguien, Señor,
    que tenga tiempo para estar conmigo
    que venga a verme
    y rompa el pesado silencio de mis días,
    que me sonría y piense conmigo,
    que se sienta libre
    para poner su mano en mi corazón
    y sacar a la luz
    mis más íntimos pensamientos.

    ¿No serás Tú a quien yo espero?
    Tú no tienes reparo en regalarme tu tiempo,
    con tal de que yo sea capaz
    de advertir tu presencia.

    Tú sabes escucharme,
    con tal de que yo también te escuche
    y sepa estar en silencio delante de Ti.
    Toma mi mano, Señor,
    y quédate junto a mí
    te necesito..

    PERSONALIDAD


    PERSONALIDAD


    Castillo Feudal Un  rey le contaba a un sabio lo extraordinariamente buenos y generosos que eran sus súbditos. 

     -Estás muy equivocado –le dijo el sabio-. La gente de tu reino actúa de acuerdo a las apariencias.  Le dan muy poca importancia a los hechos, que son los que demuestran espíritus grandiosos. 

    Al oir esto, los cortesanos se pusieron bravos y le rogaron al rey que no hiciera caso a ese falso sabio. 

    -Majestad, ellos dirán lo que quieran, pero en este mundo vil, todo funciona al revés:  la persona más preciosa no vale nada, y la persona que no vale nada es la más preciosa.  

    -Demuéstramelo –dijo el rey-. Si no lo haces, mandaré que te corten la cabeza por decir cosas falsas y  descabelladas. 


     El sabio invitó al rey a que se disfrazara como una persona común y así dieran una vuelta por la ciudad. Llegaron al mercado y el sabio le insinuó al rey que pidiera un kilo de cerezas que habrían de servir para salvarle la vida a un enfermo muy grave. 

    Fueron inútiles las súplicas del rey. El comerciante, cansado de argüir con él, lo expulsó del lugar y le dijo que si no se iba pronto, lo sacaría a palos. 

    - Las cosas que tiene que oir uno en la vida –mascullaba el comerciante-. ¿Acaso tengo cara de idiota? Estos mendigos miserables ya no saben qué inventar para engañar a uno.  

    El rey estaba a punto de revelar su identidad, cuando el sabio se lo llevó de allí. Caminaron un buen rato y llegaron a orillas de un río que corría crecido con las aguas del deshielo. En un descuido, el sabio le dio un empujón al rey que cayó al agua. Empezó a gritar pidiendo ayuda, pero aunque se acercaron muchos curiosos atraídos por sus gritos, nadie hizo nada. Ya estaba a punto de ahogarse, cuando un mendigo, el más harapiento de la ciudad, se lanzó al agua y salvó al rey. 

     Entonces el sabio se acercó al rey, que temblaba de frío y de indignación, y le dijo: 

     -¿Viste cómo era cierto lo que yo te dije? Cuando tú, que eres la persona más valiosa del reino pediste un kilo de cerezas para salvar la vida de un enfermo, no obtuviste nada y hasta estuviste a punto de que te partieran la cabeza a golpes. En cambio este mendigo, que supuestamente es la persona que menos vale en tu reino, ha expuesto su vida por ti y te ha salvado. No son las apariencias lo que cuentan, sino los hechos.       


     Moraleja:    
    Vivimos la vida como actuación. Cada día se nos impone con mayor fuerza la cultura de la apariencia, del  qué dirán. Regalamos por cumplir, por no quedar mal,  porque todos lo hacen..., no por agradar. Manejados por la publicidad y las propagandas, compramos no lo que necesitamos, sino lo que el mercado necesita que compremos. El mercado crea incesantemente nuevos productos y la televisión se encarga de convertirlos en necesidades. Hablamos sin pensar lo que decimos, vivimos rutinas, compramos propagandas.   Decimos que nos divertimos mucho en la fiesta porque se espera que digamos eso, que nos gustó mucho la película publicitada que todo el mundo dice que es muy buena, aunque nos hayamos aburrido soberanamente al verla. Aplaudimos porque todos lo hacen; sonreimos, sin saber por qué, cuando todos lo hacen. En breve, cada día son menos las personas que se atreven a vivir, a ser dueños de su propia vida: la mayoría son vividos por los demás: el televisor, las costumbres, las modas, el qué dirán...    

     Tratamos a los demás de acuerdo a su aspecto. Nos  sentimos crecidos cuando podemos ver o dar la mano a un ídolo de la canción, a un personaje famoso, sin importar si es un soberano egoísta,  o un cretino, esclavo de su imagen y su fama. Por otra parte, despreciamos  y nos alejamos de los pobres, los humildes,  a quienes vemos con frecuencia como amenazas. 

     Necesitamos una educación que enseñe a ver la realidad, más allá de las apariencias. 

    EL EVANGELIO DE HOY: 14.09.2013


    Autor: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
    Edificar sobre roca
    Lucas 6, 43-49. Tiempo Ordinario. Comienza a edificar sobre Su roca y deja que El arregle las cosas que a ti no te salen.
     
    Edificar sobre roca
    Del santo Evangelio según san Lucas 6, 43-49

    En aquel tiempo decía Jesús a sus discípulos: No hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca. ¿Por qué me llamáis: Señor, Señor, y no hacéis lo que digo? Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada. Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella casa.

    Oración Introducción

    Señor, Señor, soy de esos que te llaman y no hacen lo que dices. Dame una fe fuerte, segura, que pueda dar frutos de bondad, así estaré construyendo mi vida sobre la roca firme de Tu Amor.

    Petición

    Dios mío, ayúdame a producir frutos buenos y abundantes.

    Meditación del Papa Francisco

    Apoyado en la esperanza, contra toda esperanza. También hoy, ante tantos cúmulos de cielo gris, hemos de ver la luz de la esperanza y dar nosotros mismos esperanza. Custodiar la creación, cada hombre y cada mujer, con una mirada de ternura y de amor; es abrir un resquicio de luz en medio de tantas nubes; es llevar el calor de la esperanza. Y, para el creyente, para nosotros los cristianos, como Abraham, como san José, la esperanza que llevamos tiene el horizonte de Dios, que se nos ha abierto en Cristo, está fundada sobre la roca que es Dios.
    Custodiar a Jesús con María, custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio que el Obispo de Roma está llamado a desempeñar, pero al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado. (S.S. Francisco, 19 de marzo de 2013).

    Reflexión

    Cristo nos enseña que la Misericordia de Dios es más fuerte que la dureza del pecado. Podríamos pensar, leyendo superficialmente este pasaje, que tendrían razón los que piensan en la "predestinación eterna", que si hemos nacido zarza no hay nada que hacer; por más que nos matemos trabajando por ser buenos, ¿para qué, si al fin y al cabo me condenaré? Soy árbol malo y no bueno. Estoy condenado a chamuscarme eternamente en el infierno.

    Pero esto sería tan absurdo como haber venido el mismo Verbo de Dios al mundo y haber sufrido tremendamente por unos pocos afortunados. A Dios no le importa dejar 99 ovejas por una que se le escapa del redil; a Dios no le importa esperar toda una vida por el hijo que se le ha ido de su casa; a Dios no le importa llenar de besos y celebrar con fiesta grande al que parecía muerto por el pecado.

    Nuestro Dios es un Dios de tremenda misericordia. Ya lo dice el mismo Cristo en el pasaje antes leído: ¿por qué me llamáis: "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El vino para que el hombre tenga vida eterna en El. El nos enseña el camino. De nuestra parte está el hacerle caso o no.
    Si eres un árbol malo, - pocos podemos gloriarnos de dar buenos frutos -, mira a Cristo, comienza a edificar sobre su roca, deja que El arregle las cosas, colabora activamente con la gracia. El lo hará todo, si le dejas. Y de zarza llegarás a ser deliciosa higuera. Darás frutos de salvación. Si Dios ya hubiera dispuesto quién se salva y quién no, habría mandado a sus ángeles a sacar la cizaña del trigo y a quemarla. Pero ha dejado el campo sin tocar porque espera tu respuesta a su amor. Está esperando que le des permiso para que edifique un grandioso palacio inamovible en la roca de su Corazón, y llegues a ser un delicioso árbol para los demás.

    ¿Podríamos ser tan obstinados en cerrar las puertas a un Dios que no se cansa de buscar a su oveja perdida?

    Propósito

    Empezaré a leer diariamente un pasaje del Evangelio para construir mi vida sobre la Palabra de Dios.

    Diálogo con Cristo

    Jesucristo, quiero iluminar mi vida con la luz de tu Palabra y conducirme en todo siguiendo tus criterios. Quiero construir mi vida con el cimiento fuerte de la oración, sólo así será una construcción que va prevalecer a pesar de las tempestades y dificultades que puedan surgir. 

    viernes, 13 de septiembre de 2013

    LA ORACIÓN


    LA CIUDAD BENDITA


    La ciudad bendita 

    Era yo muy joven cuando me dijeron que en cierta ciudad todos sus habitantes vivían con apego a las Escrituras.
    Y me dije: "Buscaré esa ciudad y la santidad que en ella se encuentra".

    Y aquella ciudad quedaba muy lejos de mi patria. 

    Reuní gran cantidad de provisiones para el viaje, y emprendí el camino. Tras cuarenta días de andar divisé a lo lejos la ciudad, y al día siguiente entré en ella. Pero, ¡oh sorpresa! vi que todos los habitantes de esa ciudad sólo tenían un ojo y una mano.

    Me asombró mucho aquello, y me dije:

    "¿Por qué tendrán los habitantes de esta santa ciudad sólo un ojo, y sólo una mano?"

    Luego, vi que también ellos se asombraban, pues les maravillaba que yo tuviera dos manos y dos ojos.

    Y como hablaban entre sí y comentaban mi aspecto, les pregunté:

    -¿Es esta la Ciudad Bendita, en la que todos viven con apego a las Escrituras?

    -Sí, esta es la Ciudad, Bendita -me contestaron.

    Y añadí-; ¿Qué desgracia os ha ocurrido, y qué sucedió a vuestros ojos derechos y a vuestras manos derechas?

    Toda la gente parecía conmovida.

    -Ven; y observa por ti mismo -me dijeron.

    Me llevaron al templo, que estaba en el corazón de la ciudad. Y en el templo vi una gran cantidad de manos y ojos, todos secos.

    -¡Dios mío! -pregunté-, ¿qué inhumano conquistador ha cometido esta crueldad con vosotros?

    Y hubo un murmullo entre los habitantes. Uno de los más ancianos dio un paso al frente, y me dijo:

    -Esto lo hicimos nosotros mismos: 

    Dios nos ha convertido en conquistadores del mal que había en nosotros. Y me condujo hasta un altar enorme; todos nos siguieron. Y aquel anciano me mostró una inscripción grabada encima del altar.
    Leí: "Si tu ojo derecho peca, arráncalo y apártalo de ti; porque es preferible que uno de tus miembros perezca, a que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha peca, córtatela y apártala de ti, porque es preferible que uno de tus miembros perezca, a que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno".

    Entonces comprendí:

    Y me volví hacia el pueblo congregado, y grité:

    "¿No hay entre vosotros ningún hombre, ninguna mujer con dos ojos y dos manos?"

    Me contestaron:

    "No; nadie; sólo quienes son aún demasiado jóvenes para leer las Escrituras y comprender su mandamiento".

    Y al salir del templo inmediatamente abandoné aquella Ciudad Bendita, pues no era yo demasiado joven, y sí sabía leer las Escrituras.

    UN CIEGO CON LUZ


    Un ciego con luz 

    Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella. En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce.

    Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo.

    Entonces, le dice: -¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano?
    ¡Si tú no ves!
    Entonces, el ciego le responde: - Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria.

    Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mi... No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.

    Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno mismo y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.

    EL EVANGELIO DE HOY: 13.09.2013

    Autor: Clemente González | Fuente: Catholic.net
    Espíritu de benevolencia
    Lucas 6, 39-42. Tiempo Ordinairo. Busca hacer felices a los que viven a tu lado sin pensar en ti mismo.
     
    Espíritu de benevolencia
    Del santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42 


    En aquel tiempo ponía Jesús a sus discípulos esta parábola: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo el que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo", no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano. 

    Oración Introductoria

    Padre mío, gracias por tu paciencia y por tu misericordia. Te pido perdón por las veces en que he ignorado tu presencia. Ayúdame a descubrir en esta oración los medios que tengo que concretar para ya no defraudarte y corresponder siempre a tu amor.

    Petición

    Dios mío, ayúdame a ser misericordioso y que no me atreva nunca a juzgar a los demás.

    Meditación del Papa Francisco

    ¡Qué bello es escuchar esto! Cuando uno ha sido convocado por el juez o tiene un juicio, lo primero que hace es buscar a un abogado para que lo defienda. Nosotros tenemos uno que nos defiende siempre, nos defiende de las insidias del diablo, nos defiende de nosotros mismos, de nuestros pecados.
    Queridos hermanos y hermanas, tenemos este abogado: ¡no tengamos miedo de acudir a él a pedir perdón, a pedir la bendición, a pedir misericordia! Él nos perdona siempre, es nuestro abogado: nos defiende siempre ¡No olviden esto! La Ascensión de Jesús al Cielo nos permite conocer esta realidad tan consoladora para nuestro camino: en Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, nuestra humanidad ha sido llevada ante Dios; Él nos ha abierto el camino; Él es como un guía cuando se sube a una montaña, que llegado a la cima, nos tira hacia él llevándonos a Dios. Si confiamos a Él nuestra vida, si nos dejamos guiar por Él estamos seguros de estar en buenas manos, en las manos de nuestro Salvador, de nuestro abogado» (S.S. Francisco, 17 de abril de 2013)..

    Reflexión

    Hoy vemos que la perseverancia en esa lucha por lograr unirse cada vez más a la voluntad santísima de Dios, pues en ello estriba la verdadera perfección, tiene su premio.

    Aunque la vida esté llena de dificultades, desalientos y trabajos, también es verdad que es muy corta y que es pasajero el sufrir. Pronto llegará el fin de la jornada y ahí encontraremos el descanso y el premio si hemos sabido luchar por Jesucristo.

    Qué hermoso programa el seguir a Cristo buscando hacer felices a los que viven a nuestro lado sin pensar en nosotros mismos y a la vez cuánta fuerza de voluntad y cuánta abnegación nos exige y qué premio tan grande nos conquista para el cielo. Ser viriles en la caridad, ser generosos y magnánimos, sin entregarnos a la estrechez tacaña de lo que es obligación estricta. Más allá comienza el amplio campo de la delicadeza y de las atenciones, del sacrificio y de la afabilidad ingeniosa para dar gusto a los demás en todo. Hay que llegar al detalle y no despreciar las pequeñas ocasiones de sacrificarse dando a nuestro hermano una muestra de atención, un rostro alegre, una palabra de aliento, una condescendencia en la conversación.

    Hay que aprovechar esa vida tan pequeña, que es un punto en medio de la eternidad, pues al final nos espera el premio, la corona; nos espera la inefable dicha de poseer a Dios, a Jesús, con plenitud y sin temor de perderle más.

    Propósito

    Hacer el ejercicio constante de no juzgar la actuación de las personas con las que convivo.

    Diálogo con Cristo

    Señor, Tú me enseñas que nunca debo juzgar ni criticar a los demás. Haz que logre tratar a los demás como Tú me tratas Señor: comprendiendo sus limitaciones, disculpando sus faltas, poniendo atención a sus necesidades, sin guardar ningún rencor, ningún resentimiento, con la capacidad de ser misericordioso y bondadoso, siempre y con todos. 

    jueves, 12 de septiembre de 2013

    EL PESO DE LA ORACIÓN


    EL PESO DE LA ORACIÓN 

    Una mujer pobremente vestida, con un rostro que reflejaba derrota, entró a una tienda. La mujer se acercó al dueño de la tienda y, en la manera más humilde, le preguntó si podía llevarse algunas cosas a crédito (fiado). Con voz suave, le explicó que su esposo estaba muy enfermo y que no podía trabajar; tenían siete niños y necesitaban comida. El dueño le gritó y le pidió que abandonara su tienda.


    Viendo la necesidad que estaba pasando su familia la mujer continuó: 
    "¡Por favor señor! Se lo pagaré tan pronto como pueda". El dueño le dijo que no podía darle crédito ya que no tenía una cuenta en su tienda.
    De pie, cerca del mostrador, se encontraba un cliente que escuchó la conversación entre el dueño de la tienda y la mujer. El cliente se acercó y le dijo al dueño de la tienda que él se haría cargo de lo que la mujer necesitara para su familia.
    El dueño, de una manera muy tosca, preguntó a la mujer: "¿Tiene usted una lista de la compra?". La mujer dijo: "Sí señor".
    "Está bien," dijo el dueño, "ponga su lista en la balanza y lo que pese su lista, le daré yo en comestibles". La mujer titubeó por un momento y cabizbaja, buscó en su cartera un pedazo de papel y escribió algo en él. Puso el pedazo de papel, cabizbaja aún, en la balanza.


    Los ojos del dueño y el cliente se llenaron de asombro cuando la balanza se fue hasta lo mas bajó y se quedó así. El dueño entonces, sin dejar de mirar la balanza y de mala gana, dijo: "¡No lo puedo creer!".
    El cliente sonrió y el dueño comenzó a poner comestibles al otro lado de la balanza. La balanza no se movió por lo que continuó poniendo más y más comestibles hasta que no aguantó más. 
    El dueño se quedó allí parado con gran disgusto. Finalmente, agarró el pedazo de papel y lo miró con mucho más asombro.... No era una lista de compra, era una oración que decía:
    "Querido Señor, tú conoces mis necesidades y yo voy a dejar esto en tus manos".
    El dueño de la tienda le dio los comestibles que había reunido y quedó allí en silencio. La mujer le agradeció y abandonó su tienda. El cliente le entregó un billete de cincuenta dólares al dueño y le dijo: "Valió cada centavo de este billete, ahora sabemos cuanto pesa una oración".

    La oración es uno de los mejores regalos gratuitos que recibimos. No tiene costo pero sí muchas recompensas.

    ESTOY CONTIGO


    Estoy contigo

    A veces es difícil encontrar la respuesta a esa sencilla pregunta.

    ¿Para qué buscarte?  Me preguntaba...

    ¿Qué gano con seguirte?  Me cuestionaba...

    ¿Porqué he de hacer tu voluntad?  Me replicaba...

    Y hoy, estando solo y con miles de problemas encima, hoy cuando los que creí mis amigos me han abandonado, hoy cuando más solo me siento, y atareado me encuentro, vienen a mi mente las respuestas a estas preguntas, pues en medio de
    los problemas, sin importar cuanto le he fallado, Tu sigues firme a mi lado.

    Y en medio del cansancio siento tus brazos sostenerme.  Y entre el bullicio de cada día y los problemas que me agobian, escucho tu dulce voz susurrarme al oído:  "Calma, estoy contigo".

    Y ahora me doy cuenta que todo vale la pena, y que aquellas dudas no eran mas que trampas de mi enemigo para evitar tu consuelo, tu paz, tu compañía.

    Gracias Señor, porque a pesar de todas mis dudas me recibiste en tu seno, y siempre que te cuestionaba sonriendo me decías:  "Tranquilo, que ya llegarán unos de esos días".

    INTELIGENCIA EMOCIONAL


    Inteligencia emocional

    Uno de los libros de más venta en E.U., Canadá y otros países, invita a un gran cambio en la valoración propia y ajena.

    Se titula "Inteligencia emocional" y supone una recuperación de nuestra dimensión afectiva.

    Nos ahogamos en una sociedad en la que pensamos poco y sentimos menos.

    Una cultura que ha supervalorado la razón en detrimento de lo espiritual y lo emocional.

    Pero el mundo avanza y, aunque los pesimistas no lo crean, se está acabando el reinado de la diosa razón.

    Ya haya empresas que realizan test emocional a sus a sus empleados y cada día le dan más importancia a este campo.

    Saben que sin equilibrio emocional de poco sirven los títulos y los muchos conocimientos. No quieren más doctores y peritos esclavos de la ira, el egoísmo, el sexo, el alcohol o la droga.

    Sí, más que datos necesitamos amor, más que saber mucho, nos hace falta sentir mucho. Lo que necesitamos es inteligencia emocional.

    LA CRUZ EN MI BOLSILLO


    LA CRUZ EN MI BOLSILLO

    Llevo una cruz en mi bolsillo
    un recordatorio de que soy cristiano.
    No importa donde me encuentre.

    Esta pequeña cruz no es mágica
    ni es un talismán de buena suerte.
    No esta hecha para protegerme de todo daño.

    No es para identificación
    para que todo el mundo la vea.
    Es simplemente un acuerdo entre mi Salvador y yo.

    Cuando meto la mano en mi bolsillo
    para sacar una moneda o una llave,
    la cruz esta ahí para recordarme que 
    El se sacrificó por mí.

    Me recuerda también dar las gracias 
    por mis bendiciones diarias
    y esforzarme por servir a Dios mejor en todo
    lo que digo y hago.

    También es un recordatorio diario por la paz
    y el bienestar que comparto con quienes
    conocen al Señor y se entregan a su cuidado.

    Por lo tanto, llevo una cruz en mi bolsillo.
    Recordándome a mi solo
    que Jesucristo será Señor de mi vida
    únicamente con permitirle que lo sea.

    EL EVANGELIO DE HOY: 12.09.2013

    Autor: María Cruz | Fuente: Catholic.net
    El amor hacia los enemigos
    Lucas 6, 27-38. Tiempo Ordinario. Te pedimos nos concedas un corazón misericordioso que se compadezca de las necesidades de nuestros hermanos.
     
    El amor hacia los enemigos
    Del santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38


    En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: «Pero yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos. «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá». 

    Oración introductoria

    Gracias, Señor, porque conoces mi debilidad y aún así me llamas a la santidad. Te suplico que mi oración me llene de confianza, no en mi esfuerzo o virtud, sino en tu inmensa misericordia, en tu compasión para conmigo y en tu gracia que hace que todo sea posible.

    Petición

    Señor, ayúdame a no defraudarte y a corresponderte buscando la perfección en mi amor, hoy más que ayer.

    Meditación del Papa Francisco

    Y, hermanos y hermanas, el rostro de Dios es el de un padre misericordioso, que siempre tiene paciencia. ¿Habéis pensado en la paciencia de Dios, la paciencia que tiene con cada uno de nosotros? Ésa es su misericordia. Siempre tiene paciencia, paciencia con nosotros, nos comprende, nos espera, no se cansa de perdonarnos si sabemos volver a Él con el corazón contrito. «Grande es la misericordia del Señor», dice el Salmo. [...] El problema es que nosotros nos cansamos, no queremos, nos cansamos de pedir perdón. Él jamás se cansa de perdonar, pero nosotros, a veces, nos cansamos de pedir perdón. No nos cansemos nunca, no nos cansemos nunca. Él es Padre amoroso que siempre perdona, que tiene ese corazón misericordioso con todos nosotros. Y aprendamos también nosotros a ser misericordiosos con todos. Invoquemos la intercesión de la Virgen, que tuvo en sus brazos la Misericordia de Dios hecha hombre. (S.S. Francisco, 17 de marzo de 2013)..

    Reflexión

    En nuestra sociedad, amamos a los que nos aman; hacemos el bien a quienes nos lo hacen y prestamos a quienes sabemos nos lo van a devolver. Una conducta muy razonada, que no compromete en nada. Pero obrando así, ¿qué es lo que nos distingue de los que no tienen fe?. Al cristiano se le pide un "plus" en su vida: amar al prójimo, hacer el bien y prestar sin esperar recompensa, pues eso es lo que hace Dios con nosotros, que nos ama primero para que nosotros le amemos.

    Tenemos que adelantarnos a hacer el bien, para despertar en el corazón de los otros sentimientos de perdón, de entrega, de generosidad, paz y gozo; así nos vamos pareciendo al Padre del cielo y vamos formando en la tierra la familia de los hijos.

    Propósito

    Transformar los problemas y conflictos del día de hoy en oportunidades para crecer en la confianza en la providencia de Dios.

    Diálogo con Cristo 

    Señor, Dios Todopoderoso, rico en misericordia y perdón, mira nuestra torpeza para amar, nuestra poca generosidad en la entrega y nuestra dificultad a la hora de perdonar. Te pedimos nos concedas un corazón misericordioso que se compadezca de las necesidades de nuestros hermanos. 
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