lunes, 23 de septiembre de 2013

PENSAMIENTO DE SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS


ORACIÓN A SAN PÍO DE PIETRELCINA


ORACIÓN A SAN PÍO DE PIETRELCINA

Bienaventurado P. Pio, testigo de fe y de amor. Admiramos tu vida como fraile Capuchino, como sacerdote y como testigo fiel de Cristo. El dolor marcó tu vida y te llamamos "Un crucificado sin Cruz".

El amor te llevó a preocuparte por los enfermos, a atraer a los pecadores, a vivir profundamente el misterio de la Eucaristía y del perdón.

Fuiste un poderoso intercesor ante Dios en tu vida, y sigues ahora en el cielo haciendo bien e intercediendo por nosotros.

Queremos contar con tu ayuda. Ruega por nosotros.
Lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

ORACIÓN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO


ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisisteis nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anas, Caifás, Pilato y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dandoos a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza. 
Librad, Señor, por tantos y tan acerbísimos dolores como habéis padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llevadlas a descansar a vuestra santísima Gloria, y salvadnos, por los meritos de vuestra sagrada Pasión y por vuestra muerte de cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel Reino, adonde llevasteis al buen ladrón, que fue crucificado con Vos, que vivís y reináis con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. 
Amen.

ARREPENTIMIENTO


ARREPENTIMIENTO

.¿Por qué, Señor, me siento tan amado/a
si de tu amor yo nunca he merecido?
pues rendido/a una y mil veces he caído
en los impuros brazos del pecado.

.No me dejes, mi Dios, abandonado,
en medio de este mar embravecido;
menosprecia lo mucho que te he herido
y ofréceme cobijo en tu costado.
.
Si muchas veces mucho te he dañado
y la paz de tu amor no he comprendido,
me humillo y cabizbajo/a yo te pido 
.
que no tengas en cuenta mi pasado;
hoy, del todo me siento arrepentido/a
y ante tu Cruz me postro, arrodillado/a

EL EVANGELIO DE HOY: 23.09.2013

Autor: Comunidad de Carmelitas Descalzas de Toro | Fuente: Catholic.net
No hay nada oculto
Lucas 8,16-18. Tiempo Ordinario. Todo lo que tengo es don y gracia recibida, destinada a iluminar mi camino y el de los demás.
 
No hay nada oculto
Del santo Evangelio según san Lucas 8, 16-18

En aquel tiempo Jesús dijo a la muchedumbre: «Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto. Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará». 

Oración 

Señor, ayúdame a hacer esta meditación con un corazón desprendido, consciente que todo lo que tengo es don y gracia recibida, destinada a iluminar mi camino y el de los demás. Me pongo ante tu presencia, ¡ven Espíritu Santo!

Petición

Señor Dios, que sepa superar toda dificultad, temor o tribulación que me aparte de cumplir mi misión de ser luz para los demás.

Meditación del Papa Francisco

Esto tiene una consecuencia en nuestra vida: despojarnos de tantos ídolos, pequeños o grandes, que tenemos, y en los cuales nos refugiamos, en los cuales buscamos y tantas veces ponemos nuestra seguridad. Son ídolos que a menudo mantenemos bien escondidos; pueden ser la ambición, el carrerismo, el gusto del éxito, el poner en el centro a uno mismo, la tendencia a estar por encima de los otros, la pretensión de ser los únicos amos de nuestra vida, algún pecado al que estamos apegados, y muchos otros. Esta tarde quisiera que resonase una pregunta en el corazón de cada uno, y que respondiéramos a ella con sinceridad: ¿He pensado en qué ídolo oculto tengo en mi vida que me impide adorar al Señor? Adorar es despojarse de nuestros ídolos, también de esos más recónditos, y escoger al Señor como centro, como vía maestra de nuestra vida. (S.S. Francisco, 14 de abril de 2013).

Reflexión:

¿Qué es esto de que al que tiene se le dará? Si ya tiene para qué darle mas. ¿ y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener? Es una injusticia quitarle lo poco que tiene. ¿Cómo entender esta enseñanza evangélica?

Quién vive seguro en sus cosas pensando que con comer y vestir tiene resuelta su vida, ahí mismo se queda atrapado y poco a poco se va ahogando en su propio egoísmo. Es como el que teniendo dinero en el banco se fía de los intereses y se dedica a gastar; si no hace ingresos , poco a poco el dinero se agota y pierde lo que tenía.
Por el contrario una persona que vive de los valores del espíritu, que goza compartiendo su tiempo y su dinero con los hombres, su vida se carga de densidad, sus fuerzas se renuevan y todo parece renacer cada día.

Es cuestión de jugar a la banca rota del AMOR: dando te enriqueces; cuanto más te entregas más te posees. Es la paradoja del evangelio: morir para nacer; servir para reinar; dar para recibir...

Propósito

Vivir los valores del espíritu, gozar compartiendo mi tiempo y dinero con los demás.

Diálogo con Cristo

Señor Jesús, que viniste a luminar el mundo, te pedimos quieras acogernos en el esplendor de tu verdad para que guiados por tu luz caminemos siempre en la paz y podamos servir a nuestros hermanos con amor 

PENSAMIENTO DE PADRE PÍO


domingo, 22 de septiembre de 2013

BIOGRAFÍA DE SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS (LISEUX)


BIOGRAFÍA 
DE SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS (LISIEUX)


TERESA MARTIN nació en Alençon, Francia, el 2 de enero de 1873. Dos días más tarde fue bautizada. en la Iglesia de Nôtre-Dame, recibiendo los nombres de María Francisca Teresa. Sus padres fueron Luis Martin y Celia Guérin, ambos venerables en la actualidad. Tras la muerte de su madre, el 28 de agosto de 1877, Teresa se trasladó con toda la familia a Lisieux.

A finales de 1879 recibió por vez primera el sacramento de la Penitencia. El día de Pentecostés de 1883, recibió la gracia especial de ser curada de una grave enfermedad por la intercesión de Nuestra Señora de las Victorias (la Virgen de la Sonrisa). Educada por las Benedictinas de Lisieux, recibió la primera comunión el 8 de mayo de 1884, después de una intensa preparación, culminada con una fuerte experiencia de la gracia de la íntima comunión con Cristo. Algunas semanas más tarde, el 14 de junio del mismo año, recibió la Confirmación, con plena conciencia de acoger el don del Espíritu Santo mediante una participación personal en la gracia de Pentecostés.

Su deseo era abrazar la vida contemplativa, al igual que sus hermanas Paulina y María, en el Carmelo de Lisieux, pero su temprana edad se lo impedía. Durante un viaje a Italia, después de haber visitado la Santa Casa de Loreto y los lugares de la Ciudad Eterna, el 20 de noviembre de 1887, en la audiencia concedida por el Papa León XIII a los peregrinos de la diócesis de Lisieux, pidió al Papa con filial audacia autorización para poder entrar en el Carmelo con 15 años.

El 9 de abril de 1888 ingresó en el Carmelo de Lisieux. Tomó el hábito el 10 de enero del año siguiente e hizo su profesión religiosa el 8 de septiembre de 1890, fiesta de la Natividad de la Virgen María.

En el Carmelo comenzó el camino de perfección trazado por la Madre Fundadora, Teresa de Jesús, con auténtico fervor y fidelidad, y cumpliendo los diferentes oficios que le fueron confiados (fue también maestra de novicias). Iluminada por la Palabra de Dios, y probada especialmente por la enfermedad de su queridísimo padre, Luis Martin, que falleció el 29 de julio de 1894, emprendió el camino hacia la santidad, inspirada en la lectura del Evangelio y poniendo el amor al centro de todo. Teresa nos ha dejado en sus manuscritos autobiográficos no sólo los recuerdos de la infancia y de la adolescencia, sino también el retrato de su alma y la descripción de sus experiencias más íntimas. Descubre y comunica a las novicias confiadas a sus cuidados; el camino de la infancia espiritual; recibe como don especial el encargo do acompañar con la oración y el sacrificio a dos hermanos misioneros (el Padre Roulland, misionero en China y el Padre Belliére). Penetra cada vez más en el misterio de la Iglesia y siente crecer su vocación apostólica y misionera para arrastrar consigo a los demás, movida por el amor de Cristo, su Único Esposo.

El 9 de junio de 1895, en la fiesta de la Santísima Trinidad, se ofreció como victima inmolada al Amor misericordioso de Dios. Por entonces escribe el primer manuscrito autobiográfico, que entregó a la Madre Inés el día de su onomástica, el 21 de enero de 1896.

Algunos meses más tarde, el 3 de abril, durante la noche del jueves al viernes santo, sufrió una hemotisis, primera manifestación de la enfermedad que la llevaría a la muerte, y que ella acogió como una misteriosa visita del Esposo divino. Entró entonces en una prueba de fe que duraría hasta el final de su vida, y de la que ofrece un emotivo testimonio en sus escritos. Durante el mes de septiembre concluye el manuscrito B, que ilustra de manera impresionante el grado de santidad al que había llegado, especialmente por el descubrimiento de su vocación en el corazón de la Iglesia.

Mientras empeora su salud y continúa el tiempo de prueba, en el mes de junio comienza el manuscrito C, dedicado a la Madre María de Gonzaga; entretanto, nuevas gracias la llevan a madurar plenamente en la perfección y descubre nuevas luces para la difusión de su mensaje en la Iglesia, en bien de las almas que seguirán su camino. El 8 de julio es llevada a la enfermería, donde otras religiosas recogen sus palabras, a la vez que se le tornan más intensos los dolores y las pruebas, que soporta con paciencia hasta su muerte, acaecida en la tarde del 30 de septiembre de 1897, a las 19:20 h. "Yo no muero, entro en la vida"   había escrito a su hermano espiritual misionero, P. Mauricio Belliére. Sus últimas palabras, "Dios mío, te amo", sellan una vida que se extinguió en la tierra a los 24 años, para entrar, según su deseo, en una nueva fase de presencia apostólica en favor de las almas, en la comunión de los Santos, para derramar una "lluvia de rosas" sobre el mundo (lluvia de favores y beneficios, especialmente para amar más a Dios).

Lluvia de RosasFue canonizada por Pío XI el 17 de mayo de 1925, y el mismo Papa, el 14 de diciembre de 1927, la proclamó Patrona Universal de las Misiones, junto con San Francisco Javier.

Su doctrina y su ejemplo de santidad han sido recibidos con gran entusiasmo por todas las categorías de fieles de este siglo, y también más allá de la Iglesia Católica y del Cristianismo.

Con ocasión del Centenario de su muerte, el Papa Juan Pablo II la declaró Doctora de la Iglesia por la solidez de su sabiduría espiritual, inspirada en el Evangelio, por la originalidad de sus intuiciones teológicas, en las cuales resplandece su eminente doctrina, y por la acogida en todo el mundo de su mensaje espiritual, difundido a través de la traducción de sus obras en una cincuentena de lenguas diversas. La ceremonia del nombramiento tuvo lugar el 19 de octubre de 1.997, precisamente en el domingo en el que se celebra la Jornada Mundial de las Misiones

ORACIONES A SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS (LISIEUX)


ORACIÓNES 
A SANTA TERESITA PARA OBTENER UNA GRACIA







¡Oh Santa Teresita del Niño Jesús, modelo de humildad, de confianza y de amor! Desde lo alto de los cielos deshoja sobre nosotros esas rosas que llevas en tus brazos: la rosa de humildad, para que rindamos nuestro orgullo y aceptemos el yugo del Evangelio; la rosa de la confianza, para que nos abandonemos a la Voluntad de Dios y descansemos en su Misericordia; la rosa del amor, para que abriendo nuestras almas sin medida a la gracia, realicemos el único fin para el que Dios nos ha creado a su Imagen: Amarle y hacerle amar Tú que pasas tu Cielo haciendo bien en la tierra, ayúdame en esta necesidad y concédeme del Señor lo que Te pido si ha de ser para gloria de Dios y bien de mi alma. Así sea.

Rezar un Padre Nuestro.

NOVENA A SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS ( LISIEUX) DEL 22 AL 30 DE SETIEMBRE


NOVENA EN HONOR A
 SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS ( LISIEUX )
1873-1897

Del 22 de Setiembre al 30 de Setiembre

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

¡Santa Teresita! Vengo a tus plantas lleno de confianza a pedirte favores. La cruz de la vida me pesa mucho, y no encuentro más que espinas entre sus brazos. ¡Florecita de Jesús! envía sobre mi alma una lluvia de flores de gracia y de virtud para que pueda subir el Calvario de la vida embriagado en sus perfumes. Mándame una sonrisa de tus labios de cielo y una mirada de tus hermosos ojos... Que valen más tus caricias que todas las alegrías que el mundo encierra. ¡Dios mío! Por intercesión de Santa Teresita dadme fuerza para cumplir exactamente con mi deber, y concededme la gracia que en esta novena le pido. Amén.


Rezar a continuación la oración del día que corresponda:

DÍA 1

Oración. ¡Florecita de Jesús! Por aquel volcán de amores que inflamó tu corazón, cuyos divinos ardimientos fueron el dulce martirio que consumió tu vida "con ansias de amores inflamada", haz que también yo, ¡oh santa Teresita! a solo Dios entregue totalmente mi corazón con todas sus esperanzas y con todos sus ensueños, para que le transforme y le resucite y le salve. Amén.

Petición. Tres Avemarías, jaculatoria y oración final de todos los días.


DÍA 2

Oración  ¡Florecita de Jesús! Por los perfumes de santidad que exhalaste durante tu vida, escondida cual humilde violeta en el jardín del Carmelo, haz que pueda también mi alma, libre de los malos olores del pecado, agradar a Dios con el suave olor de las virtudes cristianas. Amén.

Petición. Tres Avemarías, jaculatoria y oración final de todos los días.


DÍA 3

Oración. ¡Florecita de Jesús! Por los pasos de inocencia y de candor que diste en la florida senda de tu caminito, que fue camino de infancia espiritual, haz que los pasos de mi vida no corran por los derroteros de la perdición; sino que, pasito a paso, suba la senda -cuesta arriba- que conduce a la gloria. Amén.

Petición. Tres Avemarías, jaculatoria y oración final de todos los días.


DÍA 4

Oración. ¡Florecita de Jesús! Por la celestial pureza que adornó tu corazón cual los lirios a los valles y la "nieve" a las alturas alcánzame, azucena del Carmelo, la pureza en pensamientos, palabras y obras. Defiéndeme en la tentación, y cubre con las azucenas de tu pureza la fealdad de éste pobre corazón mío inquieto y apasionado. Amén.

Petición. Tres Avemarías, jaculatoria y oración final de todos los días.


DÍA 5

Oración. ¡Florecita de Jesús! Por el empeño grande que pusiste en "pasar por la Tierra haciendo bien", y en esparcir en los corazones el amor y la esperanza, haz que también yo pase mi vida sembrando bondades para recibir allá arriba el galardón seguro del ciento por uno con la vida perdurable y feliz. Amén.

Petición. Tres Avemarías, jaculatoria y oración final de todos los días.


DÍA 6

Oración. ¡Florecita de Jesús! Por aquella continua tendencia de "empequeñecerse" que fue el tema de tu santa vida, haz sepa también yo ser un "alma tan pequeñita" que encuentre la verdadera grandeza en los brazos del sacrificio y de la Cruz; y aprenda a ser grande en lo pequeño y amar la humildad... la "pequeñez", para entrar más fácilmente por las puertas de la gloria al gozo eterno. Amén.

Petición. Tres Avemarías, jaculatoria y oración final de todos los días.


DÍA 7

Oración. ¡Florecita de Jesús! Por aquel martirio tan continuado que sufrió tu espíritu en la incesante negación de la naturaleza, haz que aprenda a negar mis caprichos y veleidades y a pagar, cual tú, los desprecios del prójimo con una sonrisa heroica y celestial. Amén.

Petición. Tres Avemarías, jaculatoria y oración final de todos los días.


DÍA 8

Oración. ¡Florecita de Jesús! Por la paciencia admirable con que supiste disimular y sufrir las enfermedades que en la Cruz te pusieron, ¡oh! que pueda yo también, santita mía, llevar si no con alegría, a lo menos en conformidad con la voluntad de Dios los achaques y miserias de este cuerpo de barro para que un día resulte embellecido en la gloria. Amén.

Petición. Tres Avemarías, jaculatoria y oración final de todos los días.


DÍA 9

Oración. ¡Florecita de Jesús! Por el heroico valor con que apuraste el cáliz hasta las "heces" en el trance amargo de tu agonía; y por la dulce calma con que esperaste la fría llamada de la muerte, pueda yo también cerrar los ojos a esta vida mortal repitiendo las hermosas palabras que al morir pronunciaste: "Oh... ¡Le amo!.. . ¡Dios mío... os...amo!". Amén.

Petición. Tres Avemarías, jaculatoria y oración final de todos los días.



ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS:

Jaculatoria. ¡Oh santita sin igual! Enséñanos el "caminito" de tu infancia espiritual.

Oración. ¡Gloriosa santita mía! Espero confiadamente me alcanzarás de Dios la gracia especial que en esta novena te pido. Yo en cambio, prometo imitar, con todas mis fuerzas, tus heroicos ejemplos, y apropiarme de las páginas de tu vida encantadora para que tenga la dicha de gozar de Dios en tu compañía en la patria de los santos. En tanto, quiero, cual tu, oh Florecita de Jesús, "deshojar" en la tierra las flores de mis caricias a los pies del Amor de los Amores y cantar a lo divino tus encantadoras armonías:

"Por solo tus amores,
Jesús mi bien amado,
En ti mi vida puse,
mi gloria y porvenir;
Y ya que para el mundo
soy una flor marchita,
No tengo más anhelo
que amándote, morir…"






LA ORACIÓN DEL EMPRESARIO


Autor: Manuel Loza Macías | Fuente: USEM 
La Oración del Empresario


Empezaré con una pequeña historia. Una niña, a la que llamaremos Rosita, es la principal protagonista. Rosita era pobre, hija de una madre viuda. El barrio en que vivían tenía muchas carencias. La niña asistía a una escuela parroquial atendida por religiosas. Y en medio de sus carencias lo que más deseaba era comer pan con mantequilla. Un lujo que era inaccesible con los reducidos ingresos de su madre. Pero Rosita oyó de labios de la religiosa que les daba su clase de religión, que la oración era la fuerza del ser humano y la debilidad de Dios, o en otras palabras, que todo lo que se pidiera con fe, infaliblemente Dios lo concedería. 

Animada por esta afirmación, se le ocurrió, al rezar con las demás niñas el Padre Nuestro, decir: “ danos hoy el pan nuestro con mantequilla “. Lo que provocó una risa general en la clase. Pues bien, otra niña, le contó a su propia madre que habían reído mucho al rezar en clase, porque una niña rezaba el Padre Nuestro muy chistoso. Y le contó lo que acabo de narrar. Esta madre tenía mejor posición y se decidió a ser la mano invisible de la Divina Providencia. 

Dio orden al lechero de que todos los días dejara junto con la leche una barra de mantequilla en la morada de Rosita. Desde entonces nunca le faltó mantequilla para su pan. Por lo que Rosita llamaba a esta mantequilla, “ la mantequilla del Niño Dios ”. ¿ Y esta historia qué tiene que ver con el empresario ? Mucho. En el relato me llaman la atención cuatro personajes: la madre de Rosita, ésta misma, el lechero y la dama bondadosa. 

En ellos yo veo cuatro maneras de orar aplicables a la oración del empresario. La madre de Rosita trabajaba y con lo que ganaba no podía satisfacer el deseo de su hija. El empresario, por mucho que se fatigue, piense, cree, invente, diversifique su mercado y asuma su responsabilidad de crear riqueza para sí, para su familia, para sus colaboradores y para la población en general, no puede satisfacer todas sus necesidades y deseos. En tal caso su oración ha de ser, como la del Evangelio: “ Señor, he hecho todo lo que puedo, soy un siervo inútil. Lo demás lo tienes que hacer tú solo”. En Rosita veo al empresario que está pasando por dificultades, humanamente insuperables. 

Por eso siente que le fallaron sus planes y aun llega a dudar de su vocación de empresario. Los amigos, su inteligencia y su audacia, aun su fortuna ahorrada en los tiempos buenos, parecen que todo y todos lo han dejado solo. Cierto es que es el momento de ingeniárselas para no hundirse y arrastra a cuantos dependen de él al fracaso. También es el tiempo de orar con humildad, doblar su cabeza y como un niño arrodillarse y pedir confiadamente a su Padre Dios. Es la hora de orar con plena confianza en el apoyo que Dios no niega a los humildes. El lechero es como cualquier empresario, un medio, un instrumento inteligente y libre para que Dios por él dé casa, comida, vestido y sustento a otras personas, colaboradores, accionistas, proveedores, clientes y otros como son los gobernantes y los indigentes. 

Una vez los discípulos de Jesús, encargados por él de alimentar a una multitud – “ Dadles de comer “-, haciendo sus cálculos vieron que no tenían consigo lo suficientes para cumplir con esa misión y así se lo hicieron ver al Maestro. Y él lo resolvió, pero no directamente por él sino confirmándolos en su vocación de servicio. El empresario es un hombre eminentemente práctico, un hombre influyente en la sociedad..... un hombre de poder. Que no vaya a caer en el absurdo de creerse que sus éxitos solo son suyos y que no necesita de Dios. Y que por eso no ora. 

Es la época en que más necesita orar, con una oración de gratitud y de alabanza al Señor. En la dama bondadosa veo al empresario que da lo suyo – talento, riqueza, educación, audacia, voluntad férrea y perseverante, cualidades de liderazgo, y otras - para el bienestar y el bienser de otras personas-. Viene a ser el brazo potente de la Providencia Divina a su servicio y al servicio de los demás. Estos son sus colaboradores que obtienen de la empresa un medio digno de vivir como personas humanas y una seguridad económica para sus familias. ¡Cuántos empleos se necesitan hoy! También la empresa sirve a la sociedad, que por eso ha de progresar económica y moralmente. Y también, de una manera invisible en sí, pero muy notable en sus frutos están las obras culturales y de misericordia que viven de la empresa y, principalmente de la iniciativa del empresario. 

Su oración por eso, debe ser : “ ¡ Dame más, Señor, para que pueda dar más a tus hijos y no vayan a perecer de hambre de justicia, de solidaridad y de amor ¡” Finalmente, quiero terminar, recordando que todavía en tiempos no muy remotos, los labradores iban al campo cantando “el alabado”, que era una mirada a lo alto, a Dios, para darle las gracias y para pedirle su protección con buena salud, con buenos temporales y con abundantes cosechas. ¿No sería factible que el empresario USEM, que además de hombre de empresa es cristiano, empezara cada día, con una oración de alabanza por lo que ha recibido en su vocación tan especial, incomprendida para muchos, pero tan noble y tan necesaria?. La sociedad en que nos ha tocado vivir, tiene muchos problemas pero también tiene muchas esperanzas que en gran parte descansan en los hombres de empresa. ¿Sería demasiado exigente sugerir al empresario de aquí y de ahora que pidiera la protección del Señor para cumplir cabalmente con su cometido? En este sentido de su oración podría ser como la que antaño pronunciaban nuestros padres: “ Señor Dios, no nos dejes de tu mano.” 

EL LAICO COMPROMETIDO


Autor: Gustavo Daniel D´Apice | Fuente: Gustavo Daniel D´Apice 
El laico comprometido.
El laico comprometido es aquel que sigue a Jesús incondicionalmente en medio de los avatares del mundo.


El cristiano y el pecado mortal.

Ser cristiano es seguir incondicionalmente a Jesús, amarlo, imitarlo, configurarse con Él, ser su amigo entrañable.

El pecado mortal es cuando, en un acto deliberado y libre, me aparto concientemente de Jesús, y así deseo hacerlo, es voluntario.

Por lo tanto, pierdo la comunión con Él. La unión que hasta entonces tenía la rompo para seguir un camino distinto al de la configuración con Jesús.

Cuando esto sucede y me arrepiento, es decir, quiero seguir unido a Jesús, no tengo que dudar en levantarme rápidamente, pedirle perdón con mucho amor y restablecer la comunión perdida.
Para el católico practicante, esto incluye el deseo y propósito de confesar luego este alejamiento de Jesús con el sacerdote autorizado.

De todas maneras, Jesús perdona cuando uno se arrepiente, cuando tiene contrito el corazón, cuando le pesa amorosamente el haberlo ofendido.
Y ya está levantado y en gracia y, más aún, con una gracia y una unión con el Señor más profunda y más duradera que la que antes de caer había tenido.

Porque “volvió a la Casa de su Padre”, como el hijo pródigo, y el Padre misericordioso lo viste con mejores ropas que las que se había ido, y le sirve un banquete que no lo había hecho antes de su despedida.

El perdón visible y externo, desde afuera, en nombre del mismo Jesús, del sacramento de la reconciliación, no hace más que afianzar y manifestar públicamente lo que ya ha ocurrido en el corazón agraciado del penitente.

¿Se deja de ser cristiano cuando uno comete un pecado mortal?

Ahora bien, uno podría preguntarse si deja de ser cristiano al separarse así del Señor Jesús, del cual era su amigo y su hermano.

En el momento mismo del pecado grave, se pierde al amor puro por Jesús, que era lo que lo mantenía unido a Él, por la elección de algo (persona o cosa) que lo separa del Señor conciente y libremente.

Pero Jesús en el Evangelio (frase luego repetida muy a menudo y con mucho ánimo por el Papa Juan Pablo II), muchas veces, más que pedir, ordena levantarse: “-¡Levántate!”, enseguida, pronto, no te quedes más postrado ni lamentándote. No te desesperes.

Si te levantas con un corazón amorosamente entristecido, compungido, arrepentido, de tu pecado, ya estás con Él.

De todos modos, como antes decía, en el momento mismo haz perdido la comunión amorosa con Jesús. Pero puedes mantener tu fe, el creer en Él de todos modos, y la esperanza, principalmente de la Vida que Él ha venido a traerte.

Por lo tanto no dejas de ser estrictamente “cristiano”, pues no lo desconoces ni dejas de esperar en Él tal vez.

Pero has roto la comunión. Es como que a esa fe y a esa esperanza les falta vida, están como aletargadas, moribundas, han sufrido un shock que les impedirá crecer y desarrollarse.

Si vuelves a Jesús con amor, allí sí Él te levantará. Tu amor para con Él se hará más fuerte aún, tu unión con Él más potente y deleitosa, tu comunión impedirá que de Él te separes.

Y la fe volverá a ser viva, vital, aquella que por los frutos de da a conocer, y los frutos serán mayores y mejores aún.

Y la esperanza se tornará un torrente de agua viva que fluye de todo tu ser comunicando la Vida en Abundancia que Jesús te vino a traer, y que es vida eterna, que viene del Padre del Futuro siempre Nuevo, y que es Vida que cura, sana, reconcilia y libera.

Ahora sí, tu cristianismo que era casi de “nombre” por el pecado, vuelve a ponerse vigoroso, vital, lleno de impulso y entusiasmo.

Haz vuelto a ser plenamente “cristiano”, es decir, seguidor de Jesús, unido a Él en las buenas y en las malas. Hijo del Padre Dios y tu corazón está abierto a lo que el Espíritu Santo te inspire realizar.

¿Qué es un laico comprometido?

Un laico comprometido, se entiende que es un laico comprometido con Jesús.
Por lo tanto lo sigue, está a su lado, unido a Él, y, como Jesús, trata de hacer la Voluntad del Padre en el servicio de los hermanos.

Todo laico, por su bautismo, renovado siempre concientemente, debería estar comprometido con Jesús. 

Es como si me dijeran que un sacerdote o una religiosa no están comprometidos con Jesús.

El bautismo es la consagración cristiana, y de no renunciar al seguimiento de Jesús, se supone que lo hace comprometido por el mismo hecho de ser cristiano.

Y como consecuencia de este seguimiento de Jesús unido a Él es feliz.

Ahora bien, alguien me pregunta: “-¿Es pecado mortal no ser laico comprometido?”.

Y la respuesta es: Si eres laico cristiano, estás comprometido con tu Señor.
Sino, ni eres laico y por lo tanto tampoco comprometido.

Alguien que se estime cristiano en el mundo y con los quehaceres del mundo (familia, estudio, trabajo, deporte, etc.), no puede dejar de estar comprometido con el Reino de Jesús si se dice tal.

Por lo tanto, considerarse laico cristiano en el mundo y no comprometerse con Jesús ni con los hermanos en la edificación de la humanidad nueva, es llevar una vida pobre, frágil, débil, mediocre en su fe, esperanza y caridad.

No sé si será pecado mortal, depende de las acciones desordenadas que haga en su vida, pero sí que esta vida es chata y, posiblemente, poco feliz.

JESÚS, EL MEJOR AMIGO


Autor: P. Eusebio Gómez Navarro | Fuente: Catholic.net 
Jesús, el mejor amigo
No nos llamó ya siervos porque un siervo no conoce lo que hace su señor, nos llamó amigos, y nos dió a conocer lo que ha oído del Padre.


Hay una leyenda en la que se cuenta que un hombre cayó en un pozo. Pasó Buda y le dijo: “Si hubieras cumplido lo que yo enseño, no te habría sucedido eso”. Pasó Confucio, y le dijo: “Cuando salgas, vente conmigo y te enseñaré a no caer más en el pozo”. Pasó Jesús, vio a aquel hombre desesperado, y bajó al pozo para ayudarlo a salir.

Jesús es el amigo que ha dado la vida por los amigos y enemigos.

Jesús, se hizo uno de nosotros por amor y toda su vida fue una total entrega de amor. Veamos algunos rasgos: Así trata Jesús al joven desconocido que se acerca a él buscando orientación: “Fijando en él su mirada, le amó” (Mc 20,21); a la mujer pecadora que llora a sus pies: Tus pecados te son perdonados… Tu fe te ha salvado. Vete en paz (Lc 7,48-50); a su discípulo Pedro: Fijando su mirada en él, le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas” (Jn 1,42). Encontramos también en Jesús el afecto, incluso emocionado, hacia las personas, que no es signo de debilidad sino revelación de un sentimiento hondo de amor y de amistad. Así reacciona ante unos ciegos que le piden su curación: “Jesús se conmovió, tocó sus ojos, y al momento recobraron la vista y le siguieron” (Mt 20,34). 

Es conocida la escena de Betania; al acercarse a María, desconsolada por la muerte de su hermano Lázaro, Jesús, “viéndola llorar… se conmovió profundamente y se echó a llorar. Los judíos comentaban: ¡Miren cuánto lo quería!” (Jn 11,33-35). El mismo afecto emocionado manifiesta Jesús ante la ciudad de Jerusalén: “Al acercarse y ver la ciudad, se le saltaron las lágrimas por ella y dijo: ¡Si también tú comprendieras lo que conduce a la paz! Pero no, no tienes ojos para verlo” (Lc 19,41). Así es Jesús. Basta una palabra, una situación humana, un sufrimiento, para que brote su afecto lleno de ternura.

Amistad significa también benevolencia, es decir, un afecto que quiere y busca el bien de las personas; así lo hace Jesús. Al desembarcar, vio una gran multitud; se conmovió porque estaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas (Mc 6,33). Esta amistad se manifiesta de forma más entrañable con las personas por las que siente predilección especial; así sucede con la familia de Marta. El evangelista señala que “Jesús quería a Marta, a su hermana y a Lázaro” (Jn 11,5). Pero también con el discípulo que lo ha negado: “El Señor se volvió y miró a Pedro, y recordó Pedro las palabras que le había dicho el Señor” (Lc 22,61).

La amistad se convierte en compasión cuando las personas queridas sufren o se encuentran mal; el amigo se acerca al sufrimiento del otro, lo acoge, se identifica con su dolor y sus problemas, sufre, acompaña, ayuda. En cierta ocasión se le acercó un leproso y le suplicó de rodillas: “Si quieres, puedes limpiarme”. Conmovido, Jesús extendió la mano, lo tocó y dijo: “Quiero, queda limpio” (Mc 1,40-41). En Naím, al ver a una viuda llorando la muerte de su hijo único, Jesús se acerca. “Al verla el Señor se conmovió y le dijo: No llores” (Lc 7,13).

Amistad significa entrega, donación al otro. El amigo sabe dar gratuitamente, regalar su tiempo, su compañía, sus fuerzas, su vida entera. Los evangelistas describen a Jesús “desviviéndose” por los demás, entregando lo mejor de sí mismo a todos. No busca su éxito, su prestigio o bienestar; es el amor lo que anima su vida entera. “El Hijo del Hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por todos” (Mc 10,45). Su crucifixión no es sino la culminación de esa entrega. “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13,1).

Jesús ofrece su amistad a todos, incluso a aquellos que son excluidos de la convivencia social (leprosos) o separados de una relaciones amistosas (publicanos, prostitutas); se acerca a ellos, se sienta a su mesa, los acoge y la gente lo llama amigo de publicanos y pecadores. Los evangelistas destacan la amistad particularmente honda y entrañable que Jesús vive y cultiva con sus discípulos; Jesús les va revelando sus secretos más íntimos en una atmósfera de comunicación amistosa. No los llama ya siervos porque un siervo no conoce lo que hace su señor, a ellos los llama amigos, y les da a conocer lo que ha oído del Padre (Jn 15,15).

De esta forma se establece entre Jesús y sus discípulos una comunión de afecto y amistad. Jesús llegará a decir que quien escucha a los otros, a él le escucha (Lc 10,16). Incluso, el discípulo traidor viene llamado “amigo” hasta el final (Mt 26,50). Jesús les muestra hasta qué extremo llega su amistad. “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” (Jn 15,13). Su muerte será un don: “Nadie me quita la vida".

Si quieres curar tus heridas, él es médico.
Si estás ardiendo de fiebre, él es manantial.
Si estás oprimido por la iniquidad, él es justicia.
Si tienes necesidad de ayuda, él es fuerza.
Si temes la muerte, él es vida.
Si deseas el cielo, él es el camino.
Si refugio de las tinieblas, él es luz
Si buscas manjar, él es alimento”.

EL EVANGELIO DE HOY: 22.09.2013

Autor: Padre Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net
"Habiendo prisa, primero el dinero y después misa"
Lucas 16, 1-13. Tiempo Ordinario. Dos viejos rivales son Dios y el dinero. Cristo ha advertido que no se puede servir a dos amos.
 
Del santo Evangelio según san Lucas 16, 1-13


Decía también a sus discípulos: Era un hombre rico que tenía un administrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: ¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu ministración, porque ya no podrás seguir administrando." Se dijo a sí mismo el administrador: ¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas. Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? Respondió: Cien medidas de aceite." El le dijo: Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta. Después dijo a otro: Tú, ¿cuánto debes?" Contestó: "Cien cargas de trigo. Dícele: Toma tu recibo y escribe ochenta. El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz. Yo os digo: Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas. El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. Si, pues, no fuisteis fieles en el Dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.

Oración introductoria 

Señor, comienzo esta oración haciendo un acto de desprendimiento de todo lo que soy y de lo que tengo. Todo lo bueno es tuyo y quiero ponerlo ahora a tus pies y ofrecértelo. Todo lo he recibido de Ti y todo quiero usarlo para tu gloria, para tu servicio y para hacer el bien a los demás. Ayúdame a hacer esta oración con un corazón desprendido y generoso para poner un sincero empeño en crecer en el amor a Ti y a los demás.

Petición

Jesús, ayúdame hoy a hacer el esfuerzo de vivir con autenticidad mi fe católica.

Meditación del Papa Francisco

Deseo dirigir a todos la invitación a la solidaridad, y a los responsables de la cuestión pública el aliento a esforzarse por dar nuevo empuje a la ocupación; esto significa preocuparse por la dignidad de la persona; pero sobre todo quiero decir que no se pierda la esperanza. También san José tuvo momentos difíciles, pero nunca perdió la confianza y supo superarlos, en la certeza de que Dios no nos abandona. Y luego quisiera dirigirme en especial a vosotros muchachos y muchachas, a vosotros jóvenes: comprometeos en vuestro deber cotidiano, en el estudio, en el trabajo, en la relaciones de amistad, en la ayuda hacia los demás. Vuestro futuro depende también del modo en el que sepáis vivir estos preciosos años de la vida. No tengáis miedo al compromiso, al sacrificio, y no miréis con miedo el futuro; mantened viva la esperanza: siempre hay una luz en el horizonte. (S.S. Francisco, 1 de mayo de 2013).


Reflexión

Dos viejos rivales son Dios y el dinero. Cristo ha advertido que no se puede servir a dos amos, que no se puede servir a Dios y al dinero, pero parece que el hombre se empeña en hacer todo lo contrario; pretende servir al dinero e incluso servirse de Dios. Hoy el hombre está más pendiente de la bolsa de valores o de la equivalencia del dólar, que de socorrer a los pobres, “la caja de caudales celestial” como decía San Francisco. Hoy el hombre no puede guardar, ya no se puede guardar, pero pretende disfrutar y tener la mejor posición aunque para eso tenga que pasar por sobre sus propios hermanos.

La historia se repite, pues Amòs, un profeta muy simpático pero muy claridoso, que habló al pueblo hebreo unos ocho siglos antes de Cristo, ya señalaba cómo el hombre no descansa el día domingo, e incluso le molesta la presencia del domingo, pues eso le obliga a no trabajar a no ganar, a no disfrutar. Me permito hacer una traducción libre de Amós: "Escuchen esto los que buscan al pobre sólo para arruinarlo, y andan diciendo: "¿Cuándo pasará el descanso del domingo para vender nuestro trigo, y la última versión de las computadoras, o la televisión con tecnología más avanzada, o el refri que hace hielitos y conserva espléndidamente los alimentos, o el nuevo celular o el radio más potente, o los nuevos cosméticos que te harán ver más joven, o la operación quirúrgica que te quitará unos cuántos kilos para que puedas disfrutar de nuevas comilonas?" Disminuyen las medidas, aumentan los precios, alteran las balanzas, obligan a los pobres a venderse, a las secretarias a entregarse, obligan a los pobres a venderse, a la mujer con muchos hijos a proporcionar un lascivo placer por unos cuántos pesos, y por unos cuántos pesos corrompen a los niños y a los adolescentes, poniendo droga en sus manos o abusando de sus frágiles cuerpecitos, y hasta venden el salvado como trigo, el garbanzo como café, los compuestos químicos como productos naturales y la fayuca (productos de contrabando y adulterados en México) como ropa, zapatos y perfumes de marca". Todo esto lo dice Amòs, para llegar a afirmar con todo el peso de las palabras: "El Señor lo ha jurado: No olvidaré ninguna de sus acciones".

Podremos pasarnos de listos, pero el Señor está pendiente de todo, y llegará el día, en que él "Levantará del polvo al desvalido y sacará al indigente del estiércol, para hacerlo sentar entre los grandes, entre los jefes de su pueblo".

Creo que Amós fue claro con su pueblo, pero Cristo se percató de que los hombres no se había dado por aludidos, por eso nos contó una historia que transmito también en versión libre: El gerente de una empresa fue pescado en una "tranza" y fue despedido de su trabajo, pero como éste era muy hábil y muy ingenioso, se puso a pensar en su futuro, cuando ya fuera echado del trabajo, y dicho y hecho, se dio a la tarea de llamar a los clientes morosos de la empresa y a uno que debía cien barriles de aceite le pidió que declara sólo cincuenta, y a otro que debía cien sacos de trigo, le ofreció rebajárselos a ochenta. De esta manera ingeniosa, el dueño reconoció la astucia y el ingenio del antiguo gerente.

Sin duda alguna que alguno de los lectores se sorprenderá que Cristo haya escogido a un ladrón y a un defraudador como ejemplo, pero Cristo quiere dejar en claro que no alaba la sinverguenzada, ni la falta de escrúpulos ni muchos menos la estafa, sino que lo puso como ejemplo por la astucia con la que había procedido. Todo esto para llegar a otra afirmación muy fuerte: "Ciertamente los hijos de este mundo son mas hábiles en sus negocios que los hijos de la luz" y para prevenir de la necesidad de valerse del dinero, tan lleno de injusticias, para ganarse amigos, para socorrer a los que no pueden recompensarnos en este mundo, pero que nos recibirán, ellos mismos en el cielo.

Cristo vuelve a poner sobre el tapete, la gran dificultad de tener dinero en la mano sin corromperse y sin encandilarse. El dinero que es causa de la proliferación de la droga, la venta de armamento a países, de la guerra étnica en algunas naciones, y de la corrupción de no pocos gobernantes en cualquier latitud del planeta que levantan un altar a este dios insaciable. El que tiene dinero, impone su fuerza y señala las reglas del juego. El que lo tiene, dicta las condiciones y los demás no tienen más remedio que aceptar, aunque en sus corazones anide el deseo de venganza y de violencia. Hemos llegado a envidiar al que lo tiene y admiramos al que ha sabido amasarlo. Pero San Juan Crisóstomo sostiene que detrás de toda fortuna, se esconde una injusticia: "forzosamente el principio y la raíz de tus riquezas proceden de la injusticia. Porque Dios al principio no hizo a uno rico y al otro pobre, sino que dejó a todos la misa tierra. ¿De dónde, pues, siendo la tierra común, tienes tú tantas y tantas hectáreas de terreno y tu vecino ni unos cuántos metros dónde construir su casita?"

Sin pretender decir la última palabra sobre el dinero, me ha parecido ingenioso lo que dice Andrés Pardo. Sobre el dinero, hay que saber GANARLO, para eso nos dio el Señor la capacidad, el ingenio y dos fuertes brazos, GASTARLO, dejarlo que corra, no detenerlo, no atajarlo, no atesorarlo, COMPARTIRLO, eso es lo que puede ser nuestra gran riqueza, nuestro gran tesoro, lo que ponemos en manos de los demás, y finalmente, DESPRECIARLO, no convertirlo en nuestro dios, no dejarlo que nos esclavice, pues Papini decía que la moneda "es la hostia infame del dinero, y quien lo ama y lo recibe con júbilo, se comunica visiblemente con el demonio. Quién toca el dinero con voluptuosidad, toca, sin saberlo, el excremento del demonio. Entre todas las cosas inmundas que el hombre ha manufacturado para ensuciar la tierra y ensuciarse él mismo, quizás sea la moneda la más inmunda de todas ellas".

Propósito

Que la oración en la fe nos haga considerar que Dios tiene que ocupar el primer lugar en el corazón y las riquezas y el afán y el poder de dinero lo último. 

sábado, 21 de septiembre de 2013

ANÉCDOTAS DEL PADRE PÍO DE PIETRELCINA

ANÉCDOTAS DEL PADRE PÍO DE PIETRELCINA


¡Cuida por dónde caminas!

Un hombre fue a San Giovanni Rotondo para conocer al Padre Pío pero era tal la cantidad de gente que había que tuvo que volverse sin ni siquiera poder verlo. Mientras se alejaba del convento sintió el maravilloso perfume que emanaba de los estigmas del padre y se sintió reconfortado. 
Unos meses después, mientras caminaba por una zona montañosa, sintió nuevamente el mismo perfume. Se paró y quedó extasiado por unos momentos inhalando el exquisito olor. Cuando volvió en sí, se dio cuenta que estaba al borde de un precipicio y que si no hubiera sido por el perfume del padre hubiera seguido caminando... Decidió ir inmediatamente a San Giovanni Rotondo a agradecer al Padre Pío. Cuando llegó al convento, el Padre Pío, el cual jamás lo había visto, le gritó sonriendo:- “¡Hijo mío! ¡Cuida por dónde caminas!”.

Debajo del colchón

Una señora sufría de tan terribles jaquecas que decidió poner una foto del Padre Pío debajo de su almohada con la esperanza de que el dolor desaparecería. Después de varias semanas el dolor de cabeza persistía y entonces su temperamento italiano la hizo exclamar fuera de sí: -“Pues mira Padre Pío, como no has querido quitarme la jaqueca te pondré debajo del colchón como castigo”. Dicho y hecho. Enfadada puso la fotografía del padre debajo de su colchón. 
A los pocos meses fue a San Giovanni Rotondo a confesarse con el padre. Apenas se arrodilló frente al confesionario, el padre la miró fijamente y cerró la puertecilla del confesionario con un soberano golpe. La señora quedó petrificada pues no esperaba semejante reacción y no pudo articular palabra. A los pocos minutos se abrió nuevamente la puertecilla del confesionario y el padre le dijo sonriente: “No te gustó ¿verdad? ¡Pues a mí tampoco me gustó que me pusieras debajo del colchón!”.

Los consejos del Padre Pío

Un sacerdote argentino había oído hablar tanto sobre los consejos del Padre Pío que decidió viajar desde su país a Italia con el único objeto de que el padre le diera alguna recomendación útil para su vida espiritual. Llegó a Italia, se confesó con el padre y se tuvo que volver sin que el padre le diera ningún consejo. El padre le dio la absolución, lo bendijo y eso fue todo. Llegó a la Argentina tan desilusionado que se desahogaba contando el episodio a todo el mundo. “No entiendo por qué el padre no me dijo nada”, decía, “¡y yo que viajé desde la Argentina sólo para eso!” “-El Padre Pío lee las consciencias y sabía que yo había ido con la esperanza de que me diera alguna recomendación”, etc, etc. Así se quejaba una y otra vez hasta que sus fieles le empezaron a preguntar: “Padre, ¿está seguro que el padre Pío no le dijo nada?¿no habrá hecho algún gesto, algo fuera de lo común??”. Entonces el sacerdote se puso a pensar y finalmente se acordó que el Padre Pío sí había hecho algo un poco extraño. “-Me dio la bendición final haciendo la señal de la cruz sumamente despacio, tan despacio que yo pensé: ¿es que no va a acabar nunca?”, contó a sus fieles. “¡He ahí el consejo!”, le dijeron, “usted la hace tan rápido cuando nos bendice que más que una cruz parece un garabato”. El sacerdote quedó contentísimo con esta forma tan original de aconsejar que tenía el Padre Pío.

El vigilante y los ladrones

“Unos ladrones merodeaban en mi barrio, en Roma, y esto me impedía ir a visitar al Padre Pío. Al final me decidí después de haber hecho un pacto mental con él: “Padre, yo iré a visitarte si tú me cuidas la casa...”. 
Una vez en San Giovanni Rotondo, me confesé con el Padre y al día siguiente, cuando fui a saludarle, me reprendió: “¿Aún estás aquí? ¡Y yo que estoy sudando para sostenerte la puerta!”.
Me puse de viaje inmediatamente, sin haber comprendido qué había querido decirme. Habían forzado la cerradura, pero en casa no faltaba nada.”

Niños y caramelos

“Hacía tanto tiempo que no iba a visitar al Padre Pío que me sentía obsesionada por la idea de que se hubiera olvidado de mí.
Una mañana, después de haberle confiado, como de costumbre, mi hija bajo su protección, fui a Misa. De regreso, encontré a la pequeña saboreando un caramelo. Sorprendida le pregunté quién le había dado el “melito”, como ella llamaba a los caramelitos, y muy contenta me señaló el retrato del Padre Pío que dominaba sobre el corralito donde dejaba a la pequeña durante mis breves ausencias.
No di ninguna importancia al episodio y no pensé más en él. 
Después de algún tiempo, no logrando sacarme de la cabeza la idea de que el Padre Pío se hubiera olvidado de mí, pude finalmente ir a visitarlo. Inmediatamente después de la confesión, cuando fui a besarle la mano, me dijo riendo: “...¿también tú querías un “melito”?”.

Un calvo

“No había remedios para mi cabello que iba desapareciendo de mi cabeza, y sinceramente me disgustaba quedar calvo. Me dirigí al Padre Pío y le dije: “Padre, ruegue para que no se me caiga el cabello”. 
El Padre en ese momento bajaba por la escalera del coro. Yo lo miraba ansioso esperando una contestación. Cuando estuvo cerca de mí cambió el semblante y con una mirada expresiva señaló a alguien que estaba detrás y me dijo: “Encomiéndate a él”. Me di vuelta. Detrás había un sacerdote completamente calvo, con una cabeza tan brillante que parecía un espejo. Todos nos echamos a reír.

El zapatazo

Una vez un paisano del Padre Pío tenía un fuertísimo dolor de muelas. Como el dolor no lo dejaba tranquilo su esposa le dijo: “¿Por qué no rezas al Padre Pío para que te quite el dolor de muelas?? Mira aquí está su foto, rézale”. El hombre se enojó y gritó furibundo: “¿Con el dolor que tengo quieres que me ponga a rezar???”. Inmediatamente cogió un zapato y lo lanzó con todas sus fuerzas contra la foto del Padre Pío. 
Algunos meses más tarde su esposa lo convenció de irse a confesar con el Padre Pío a San Giovanni Rotondo. Se arrodilló en el confesionario del Padre y, luego de decir todos los pecados que se acordaba, el Padre le dijo: “¿Qué más recuerdas?” “Nada más”, contestó el hombre. “¿¿Nada más?? ¡¿Y qué hay del zapatazo que me diste en plena cara?!.”

El saludo “grande, grande”

Una hija espiritual del Padre Pío se había quedado en San Giovanni Rotondo tres semanas con el único propósito de poder confesarse con él. Al no lograrlo, ya se marchaba para Suiza profundamente triste, cuando se acordó que el Padre Pío daba todos los días la bendición desde la ventana de su celda. Se animó con la idea de que por lo menos recibiría su bendición antes de partir y salió corriendo hacia el convento. Por el camino iba diciendo para sus adentros: “quiero un saludo grande, grande, sólo para mí”. Cuando llegó se encontró con que la gente se había marchado pues el Padre había dado ya su bendición, los había saludado a todos agitando su pañuelo desde su ventana y se había retirado a descansar. Un grupo de mujeres que rezaban el Rosario se lo confirmaron. Era inútil esperar. La señora no se desanimó por eso y se arrodilló con las demás mujeres diciendo para sí: “no importa, yo quiero un saludo grande, grande, sólo para mí”. A los pocos minutos se abrió la ventana de la celda del Padre y éste, luego de dar nuevamente su bendición, se puso a agitar una sábana a modo de saludo en vez de usar su pañuelo. Todos se echaron a reír y una mujer comentó: “-¡Miren, el padre se ha vuelto loco!”. La hija espiritual del padre comenzó a llorar emocionada. Sabía que era el saludo “grande, grande” que había pedido para sí.

Un niño y los caramelos

Un niño, hijo de un guardia civil, deseaba tener un trencito eléctrico desde hacía mucho tiempo. Acercándose la fiesta de Reyes, se dirigió a un retrato del Padre Pío colgado en la pared, y le hizo esta promesa: “Oye, Padre Pío, si haces que me regalen un trencito eléctrico, yo te llevaré un paquete de caramelos”. 
El día de los Santos Reyes el niño recibió el trencito tan deseado. 
Pasado algún tiempo, el niño fue con su tía a San Giovanni Rotondo. El padre Pío, paternal y sonriente, le preguntó: “-Y los caramelos, ¿dónde están?”.

¡Por dos higos!

Una señora devota del Padre Pío comió un día un par de higos de más. Asaltada por los escrúpulos, pues le parecía que había cometido un pecado de gula, prometió que iría en cuánto pudiera a confesarse con el Padre Pío. Al tiempo se dirigió a San Giovanni Rotondo y al final de la confesión le dijo al padre muy preocupada: “Padre, tengo la sensación de que me estoy olvidando de algún pecado, quizá sea algo grave”. El Padre le dijo: “No se preocupe más. No vale la pena. ¡Por dos higos!”.

¿Esperas que me case yo con ella?

El Padre Pío estaba celebrando una boda. En el momento culminante del acto el novio, muy emocionado, no atinaba a pronunciar el “sí” del rito. 
El Padre esperó un poco, procurando ayudarlo con una sonrisa, pero viendo que era en vano todo intento, exclamó con fuerza: “¡¿En fin, quieres decir este “sí” o esperas que me case yo con ella?!”

¡Padre, ruegue por mis hijitos!

Una señora muy devota del Padre Pío nunca se iba a dormir sin haberle encomendado antes a sus hijos. Todos las noches se arrodillaba frente a la imagen del Padre y le decía: “Padre Pío, ruegue por mis hijitos”. Después de tres años de rezar todos los días la misma jaculatoria pudo ir a San Giovanni Rotondo. Cuando vio al Padre le dijo: “Padre, ruegue por mis hijitos”. “Lo sé, hija mía”, le dijo el Padre, “¡hace tres años que me vienes repitiendo lo mismo todos los días!”.

¡Y tú te burlas!

Una devota del Padre Pío se arrodillaba todos los días frente a la imagen del padre y le pedía su bendición. Su marido, a pesar de ser también devoto del padre, se moría de la risa y se burlaba de ella pues consideraba que aquello era una exageración. Todas las noches se repetía la misma escena entre los esposos. Una vez fueron los dos a visitar al Padre Pío y el señor le dijo: “Padre, mi esposa le pide su bendición todas las noches”. “Lo sé”, contestó el Padre, “¡y tú te burlas!”.

Bilocaciones

Padre Pío reza a San Pío X

Una vez el Cardenal Merry del Val contó al Papa Pío XII que había visto al Padre Pío rezando en San Pedro frente a la tumba de San Pío X, el día de la canonización de Santa Teresita. El Papa preguntó al Beato Don Orione qué pensaba del asunto. Don Orione respondió: “Yo también lo vi. Estaba arrodillado rezando a San Pío X. Me miró sonriente y luego desapareció”.

Padre Pío en Uruguay

Monseñor Damiani, obispo uruguayo, fue a San Giovanni Rotondo a confesarse con el padre Pío. Luego de confesarse se quedó unos días en el convento. Una noche se sintió enfermo y llamaron al Padre Pío para que le diera los últimos sacramentos. El padre Pío tardó mucho en llegar y cuando lo hizo le dijo: 
“Ya sabía yo que no te morirías. Volverás a tu diócesis y trabajarás algunos años más para gloria de Dios y bien de las almas”. “Bueno”, contestó Monseñor Damiani, “me iré pero si usted me promete que irá a asistirme a la hora de mi muerte”. El Padre Pío dudó unos instantes y luego le dijo “Te lo prometo”. 
Monseñor Damiani volvió al Uruguay y trabajó durante cuatro años en su diócesis. 
En el año 1941 Monseñor Alfredo Viola festejó sus bodas de plata sacerdotales. Para tal acontecimiento se reunieron todos los obispos uruguayos y algunos argentinos en la ciudad de Salto, Uruguay. Entre ellos estaba Monseñor Damiani, enfermo de angina pectoris. Hacia la medianoche el Arzobispo de Montevideo, luego Cardenal Antonio María Barbieri, se despertó al oír golpear a su puerta. Apareció un fraile capuchino en su habitación que le dijo: “Vaya inmediatamente a ver a Monseñor Damiani. Se está muriendo”. Monseñor Barbieri fue corriendo a la alcoba de Monseñor Damiani, justo a tiempo para que éste recibiera la extremaunción y escribiera en un papel: “Padre Pío..” y no pudo terminar la frase. Fueron muchos los testigos que vieron un capuchino por los corredores. Quedó en el palacio espiscopal de Salto un medio guante del padre Pío que curó a varias personas. 
En 1949 Monseñor Barbieri fue a San Giovanni Rotondo y reconoció en el padre al capuchino que había visto aquella noche, a más de diez mil kilómetros de distancia. El Padre no había salido en ningún momento de su convento. 
Hoy día hay en Salto una gruta que recuerda esta bilocación y desde allí el padre ha hecho varios milagros.

Nos hemos salvado por los pelos aquella tarde ¿eh General?

El General Cardona, después de la derrota de Caporetto, cayó en un estado de profunda depresión y decidió acabar con su vida. Una tarde se retiró a su habitación exigiéndo a su ordenanza que no dejara pasar a nadie. Se dirigió a un cajón, extrajo una pistola y mientras se apuntaba la sien oyó una voz que le decía: “Vamos, General, ¿realmente quiere hacer esta tontería?”. Aquella voz y la presencia de un fraile lo disuadieron de su propósito, dejándolo petrificado. Pero ¿cómo había podido entrar ese personaje en su habitación? Pidió explicaciones a su ordenanza y este le contestó que no había visto pasar a nadie. Años más tarde, el General supo por la prensa que un fraile que vivía en el Gargano hacía milagros. Se dirigió a San Giovanni Rotondo de incógnito y ¡cuál no fue su sorpresa cuando reconoció en el fraile al capuchino que había visto en su habitación! “Nos hemos salvado por los pelos aquella tarde ¿eh General?”, le susurró el Padre Pío.

Amor del Padre Pío por San Pío X y Pío XII

El Padre Pío solía decir que San Pío X era el papa más simpático desde San Pedro hasta nuestros días. “Un verdadero santo”, decía siempre, “la auténtica figura de Nuestro Señor”. Cuando murió San Pío X Padre Pío lloraba como un niño diciendo: “Esta guerra se ha llevado a la víctima más inocente, más pura y más santa: el Papa”, pues corrían rumores que el Santo Padre había ofrecido su vida para salvar a sus hijos del flagelo de la guerra.

Una vez Padre Pío dijo a un sacerdote que iba para Roma: “Dile a su Santidad (Pío XII) que con gusto ofrezco mi vida por él”. Cuando murió Pío XII el Padre Pío también lloraba desconsoladamente. Al día siguiente de la muerte no lloraba más y entonces le preguntaron: “Padre, ¿ya no llora por el Papa?” “No”, contestó el padre, “pues Cristo ya me lo ha mostrado en Su gloria”.


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