martes, 3 de septiembre de 2013

SER FELIZ



¿POR QUÉ ES TAN FÁCIL HABLAR MAL?



Autor: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net
¿Por qué es tan fácil hablar mal?
También resulta muy fácil albergar rencores, promover sospechas, ahogarse en envidias, lanzar ataques llenos de rabia y de cobardía a los cercanos o a los lejanos




Hablar mal de otros es sumamente fácil. Basta con poner en la mira a un personaje de la vida política, económica, deportiva, cultural, religiosa, y lanzar palabras acusatorias, normalmente adecuadas a cada ámbito.

Imaginemos, por ejemplo, que se trata de hablar mal de un banquero. El detractor supondrá que tiene las cuentas sucias, que roba, que engaña. Como maneja dinero, las críticas irán a otros ámbitos: seguramente el banquero se permitirá una vida licenciosa, será infiel a su esposa, engañará a sus amigos, sobornará a los políticos. Además, el mundo de las financias está lleno de personas que pertenecen a sociedades secretas. ¿Será un masón o miembro de otra organización más o menos secreta?

Las sospechas se suceden con facilidad. Si, además, ya ha habido alguna noticia o insinuación en la prensa sobre la persona en cuestión, todo está claro y “probado”: las acusaciones tienen un soporte seguro, el amigo de las críticas crece en su aplomo a la hora de atacar una y otra vez al banquero declarado ladrón.

El mecanismo que lleva a hablar mal parece, por lo tanto, muy sencillo, fácil, asequible a la gran mayoría de la gente. Pueden hablar mal casi todos: un joven de sus profesores universitarios; un trabajador de sus jefes o de sus compañeros; un político de los políticos del otro partido o de algún colaborador al que hay que tumbar para “ascender”; un periodista de sus directores o de otras personas; un futbolista de su entrenador (o del entrenador del equipo contrincante); una persona cualquiera de las personas de otras razas, o de otras nacionalidades, o de otras culturas, o de otras religiones.

Detrás de todos los ataques verbales se esconde un mecanismo psicológico que muestra cómo la violencia de las palabras tiene una base muy frágil. Porque una antipatía, o una actitud hostil, o el miedo a la competencia, o la sospecha patológica, son suficientes para lanzar críticas envenenadas, pero no para mejorar como personas, para respetar la justicia, para conocer los hechos tal como ocurrieron, para defender a los inocentes y acusar a los verdaderos culpables.

La fragilidad de la base no destruye lo fácil que resulta hablar mal de otros. La sociedad permite muchos modos y situaciones que llevan a formular juicios, ofrecer opiniones, redactar textos de ataque. El mundo de internet facilita aún más las críticas gracias al anonimato (no siempre bien garantizado) en el que se amparan muchos para lanzar críticas despiadadas o incluso calumnias sumamente injustas.

Es, por lo tanto, fácil, muy fácil, hablar mal. Más fácil que robar, precisamente porque existen pocos mecanismos para perseguir las mentiras, y porque en algunos ambientes se ha exaltado hasta el absurdo la “libertad de expresión”, como una especie de patente para decir todo tipo de falsedades, difamaciones y calumnias.

Lo que no resulta tan fácil es sanar las raíces que llevan a críticas mordaces, a despellejar al prójimo con palabras despiadadas. Si al menos abriésemos los ojos al daño que puede provocar en los criticados las palabras que formulamos contra ellos; si pudiéramos sospechar que hay críticas capaces de destruir vidas frágiles, de desintegrar matrimonios, de provocar depresiones... quizá pensaríamos dos veces las cosas antes de lanzar acusaciones gratuitas o calumnias despiadadas.

Desde un grito del alma, santa Faustina Kowalska explicaba cómo “en la lengua está la vida, pero también la muerte. Y a veces con la lengua asesinamos, cometemos auténticos homicidios” (Diario n. 119).

Por eso Santiago, en su carta, advertía a los primeros cristianos sobre los peligros de la lengua: “en cambio ningún hombre ha podido domar la lengua; es un mal turbulento; está llena de veneno mortífero. Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios; de una misma boca proceden la bendición y la maldición. Esto, hermanos míos, no debe ser así” (St 3,8-10).

Hay que reconocerlo: resulta muy fácil hablar mal, porque también resulta muy fácil albergar rencores, promover sospechas, ahogarse en envidias, lanzar ataques llenos de rabia y de cobardía a los cercanos o a los lejanos.

Ante el grave riesgo de pecar gravemente con la lengua hasta el punto de destruir la fama de inocentes, podemos dirigir una oración humilde a Dios para que limpie nuestro corazón de toda envidia y malquerencia, para que nos haga justos, para que nos acerque al amor que se construye sobre la verdad y el respeto.

Así será posible reconocer, con humildad y con justicia, que sólo Dios sabe lo que hay en el interior de cada hombre, y que los demás deben ser tratados con el amor y el respeto que merecen en cuanto creaturas y compañeros de camino en el viaje común que nos lleva, si somos buenos, al encuentro eterno con un Dios que ama a todos.

lunes, 2 de septiembre de 2013

IMÁGENES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS








ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN


ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN

Señor Jesús, que me conozca a mi 
y que te conozca a Ti,
Que no desee otra cosa sino a Ti.
Que me odie a mí y te ame a Ti.
Y que todo lo haga siempre por Ti.
Que me humille y que te exalte a Ti.
Que no piense nada más que en Ti.
Que me mortifique, para vivir en Ti.
Y que acepte todo como venido de Ti.
Que renuncie a lo mío y te siga sólo a Ti.
Que siempre escoja seguirte a Ti.
Que huya de mí y me refugie en Ti.
Y que merezca ser protegido por Ti.
Que me tema a mí y tema ofenderte a Ti.
Que sea contado entre los elegidos por Ti.
Que desconfíe de mí
y ponga toda mi confianza en Ti.
Y que obedezca a otros por amor a Ti.
Que a nada dé importancia sino tan sólo a Ti.
Que quiera ser pobre por amor a Ti.
Mírame, para que sólo te ame a Ti.
Llámame, para que sólo te busque a Ti.
Y concédeme la gracia
de gozar para siempre de Ti. Amén.

NO PIDAMOS COSAS MÁGICAS A JESÚS



No pidamos cosas mágicas a Jesús
El éxito de la vida es tenerlo a Él mismo como Amigo, y con Él tenemos todo lo demás; para verlo así necesitamos conversión


Dios no se asusta de mí. Quizá hayas visto la película "Tarzán en Nueva York". Describe las divertidas aventuras de Tarzán y Chita cuando son trasladados en avión desde la selva a la ciudad de los rascacielos, donde todo les llena de asombro y les ocurren mil peripecias. Chita protagoniza una de las sorpresas: al llegar a la habitación del hotel ve reflejada su fea cara sobre el gran espejo del armario. El susto fue tan descomunal que, lanzando un terrible bramido presa de pavor, salió corriendo: no se imaginaba que aquel feísimo "monstruo" que había visto en la habitación era su propia imagen reflejada en el espejo. La escena acaba bien: Chita se refugió en los brazos de Tarzán, que la acogió con afecto, calmándola con sus caricias. Y es que Tarzán quería a Chita como era: con sus pelos negros y largos, su rostro de irracional y su mirada extraviada. 

Dios nos quiere a cada uno de nosotros infinitamente más: sabe mejor que nadie cómo somos; conoce nuestros fallos; no ignora que somos miserables y que tenemos muchos defectos. Nos conoce mucho mejor que podemos conocernos a nosotros mismos, y tiene en cuenta nuestras cosas buenas y nuestros deseos de mejorar. Dios no se asusta de nuestras tonterías. Gracias, Dios mío, porque me quieres a mí y a cada uno más que todas las madres del mundo puedan querer a sus hijos; no te asustas ante nuestras torpezas, ni ante nuestras miserias, y nos acoges con un cariño infinitamente mayor que el que tenía Tarzán a Chita. El problema es que cuando yo voy descubriendo mis limitaciones, fallos, miserias, etc., me puedo "medio asustar" y pensar que no me es posible ser santo, que no puedo estar cerca de ti, entonces puedo desanimarme, olvidarme de que Tú me quieres como soy, y alejarme de Ti. Que no me pase esto, Señor. Si alguna vez me alejo de Ti, volveré corriendo a tu lado contándote lo que me pasa. Y también a las personas de quienes me fío: padres, hermanos, abuelos, parientes, en el cole el preceptor o tutor, amigos y sacerdote, etc., porque cuando se me mete una idea de que soy súper-raro y el único al que le pasa algo, como que tengo una cara fea porque me sale un grano, en cuanto lo cuento y me dicen que es normal… me quedo ya tranquilo. Y esto en todo…

Jonás fue a Nínive, la gran ciudad, y predicó durante un día entero: "Dentro de cuarenta días Nínive será destruida". Los ninivitas creyeron en Dios: promulgaron un ayuno y todos, grandes y pequeños, se vistieron de sayal. También el rey de Nínive, al enterarse, se levantó de su trono, se quitó el manto, se vistió de sayal y se sentó en el suelo. Luego mandó pregonar en Nínive este bando: "Por orden del rey y sus ministros, que hombres y bestias, ganado mayor y menor, no prueben bocado, ni pasten ni beban agua. Que se vistan de sayal, clamen a Dios con fuerza y que todos se conviertan de su mala conducta y de sus violentas acciones". Y Dios protegió la ciudad. 

Jesús dice hoy que la Reina de Saba “vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay Alguien que es más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio contra esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay Alguien que es más que Jonás”. Le pedimos que no tengamos el corazón duro, y hagamos caso de esta llamada a mejorar. 

¡Qué pena, cuando Jesús «vino a los suyos y los suyos no le reconocieron»! Hoy hace una semana que iniciamos la Cuaresma con el rito de la ceniza. 
¿Hemos entrado en serio en este camino de los 40 días?, 

¿en casa notan ya que estoy mejorando?: si controlo un poco más el potro salvaje que llevo dentro, que hay que domar (ayuno, sacrificio). Si conecto con Jesús como hijo de Dios que es algo mucho más mágico que los de Avatar conectando con la madre tierra o con su cabalgadura pues así “cargamos las pilas” y nos encendemos de energía de amor de Dios, nos revestimos de la coraza de la fortaleza para arrancar las malas hierbas del egoísmo en nuestra vida (oración). 

Si una vez hemos preparado nuestra alma sembramos la buena semilla del amor y la llevamos a todos con el servicio y la sonrisa (caridad): «Señor, mira complacido a tu pueblo, que desea entregarse a Ti con una vida santa; y a los que moderan su cuerpo con la penitencia, transfórmales interiormente mediante el fruto de las buenas obras». Hay quien piensa que ser feliz es tener una consola o el último juego de la Wii, o tener suerte con los exámenes o con los amigos o con la lotería, tener éxito. Pero el éxito es tener a Jesús, ahí está todo.

Él dice: «El que me ha visto a mí ha visto al Padre», el “todo será mejor” del cielo. Queremos ver a Jesús, que se haga realidad todo lo que soñamos, ese mundo mejor, y, de este modo, estar seguros. Jesús responde: «Sí, podéis ver». Ese mundo mágico del Padre se ha hecho visible en el Hijo. Ver a Jesús; ésta es la respuesta. 

Rezar nos cansa a veces, no sabemos. Hemos de purificarnos, nuestra alma está “miope”, por eso ahora que dentro de cuarenta días será Pascua, la gran fiesta de nuestra salvación, vamos a prepararnos… con el salmo de hoy: «oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme». Nos invita la Iglesia a pedir perdón y a perdonarnos unos a otros. Y por mucho que nos cueste algo, más grande es la misericordia de Dios. Vamos aprendiendo a hacer la confesión con sinceridad, como dice el salmo: 

“¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! / ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! / Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu. / No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu”. 

Jonás lo pasó mal, cuentan que no se portaba muy bien y se lo tragó un monstruo marino y los tres días y las tres noches que pasó en el corazón de la tierra, en «lo profundo de los infiernos» quedó marcado, las huellas de la experiencia de la muerte le hicieron madurar, dejó de ser un joven frívolo y salió hecho un profeta de pies a cabeza. Señor, si a veces lo paso mal, y Tú lo permites, que aproveche aquel “castigo” no para encerrarme en mis tonterías, sino para madurar. 

No para quedarme en mi habitación llorando sin abrir a nadie diciendo “no quiero cenar ni hablar con nadie”, “quiero morirme”, “no quiero respirar”, sino diciéndome: “si Tú quieres esto, Señor, será como tus tres días de estar en la Cruz y en el sepulcro, será para resucitar como el gusano que se transforma en mariposa, para vivir a una vida mejor, para transformarme en una persona mucho más fuerte y aprovechar de esta “crisis” y con ayuda de la Virgen, que me trae toda Gracia, que sea una “oportunidad” de victoria.

POR QUÉ CREO EN LA IGLESIA CATÓLICA

Autor: P. Jordi Rivero | Fuente: Corazones.org
Por qué creo en la Iglesia católica
La Iglesia es institución divina y no capricho humano
Por qué creo en la Iglesia católica
Por qué creo en la Iglesia católica
Creo en la Iglesia por gracia de Dios

La fe es un regalo inmerecido que libremente recibimos.


Creo en la Iglesia porque creo en Jesucristo

Quien cree que Jesús es Dios debe creer también en todo lo que El ha hecho y dispuesto para nuestra salvación. La Iglesia nace de su costado traspasado de donde vertió agua y sangre. La Iglesia sigue viviendo del agua (Bautismo) y de la Sangre (Eucaristía) derramada en la Cruz.


Creo en la Iglesia por la Eucaristía

Dios hace muchísimos milagros para recordarnos las verdades de la fe. Muchos de estos son verificados por rigurosos estudios científicos: Lanciano, Lourdes, Guadalupe y muchos otros. El milagro más grande es la Eucaristía. El dijo: "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día" Juan 6,54. Es El mismo Cristo en la Eucaristía quien se hace realmente presente cada día en más de 500.000 iglesias católicas en todos los continentes.

Algunos dicen: "Jesús está en todas partes. Para que ir a la Iglesia". Hay que enseñarles: Sí, Jesús está en todas partes, pero sólo en la Eucaristía está presente en forma substancial para que lo comamos y tengamos vida nueva. Para sanarnos, liberarnos del mal, unirnos en la Iglesia y darnos fuerza para vivir la santidad. Sólo en la Iglesia se encuentra a Cristo Eucaristía.

Cristo ha venido para reunirnos, como un pastor recoge a sus ovejas. Quiere así que seamos su Cuerpo Místico para que en EL seamos todos hijos del Padre. Quiso hacernos familia suya. Por eso funda una sola Iglesia, con una sola fe, un solo bautismo.


Creo en la Iglesia porque es obra de Dios y no de hombres

No escojo a la Iglesia como podría escoger mi plato favorito. La Iglesia es institución divina y no capricho humano. Los hombres pueden fundar otras muchas iglesias y religiones para reunirse y hacer cosas buenas. A estas guardo respeto y a quienes buscan la verdad con sinceridad les tengo admiración. Pero no por eso olvido que Jesús, Dios y hombre verdadero, quiso reunirnos en UNA IGLESIA, la que El fundó.


Creo en la Iglesia "Católica" que significa "Universal"

La Iglesia católica no es sólo para un grupo o región. Es para todo pueblo, raza y nación. Está en todas partes, es la más grande y bien organizada del mundo. No porque sus miembros sean más inteligentes sino porque es obra de Dios.

¿Sabía usted que cada día hay en el mundo 50.000 nuevos católicos? Cada mes hay un millón y medio de católicos más que el mes anterior. Cada año hay 18 millones de católicos más que el año anterior. Durante el gobierno del Papa Pablo VI, la Iglesia Católica pasó de 600 millones a 750 millones. Durante el gobierno del Papa Juan Pablo II el número de católicos pasó de 750 millones a 1,086 millones en 2003. Esto a pesar de un esfuerzo intenso de parte del mundo para desprestigiarla y destruirla.


Creo en la Iglesia porque sólo ella enseña con autoridad divina toda la verdad

Jesús confió a los Apóstoles la revelación divina contenida en su Palabra. Les prometió el Espíritu Santo y les comunicó la facultad de enseñar en Su nombre. «Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.» -Lucas 10,16. Sólo la Iglesia Católica es gobernada por el Papa y los obispos, sucesores de los Apóstoles, herederos de esta promesa. Ellos poseen por lo tanto la autoridad del magisterio para enseñar toda la Palabra revelada y profundizar su contenido sin error, con la protección y guía del Espíritu Santo.

Mientras que en otras Iglesias hay diversidad de interpretaciones Bíblicas, sólo la Iglesia Católica ha enseñado la verdad plena con total consistencia en todas partes desde el principio. Sólo ella posee el Depósito de Fe que contiene todo lo que Jesús nos reveló: La Biblia y la Tradición Apostólica.


Creo en la Iglesia porque veo la obra de Dios en María nuestra madre

Los católicos hacemos lo que Jesús pidió al discípulo amado en la Cruz: Llevamos a María a nuestra casa. Cf. Jn 19,27.


Creo en la Iglesia por el testimonio de los Apóstoles y los Padres


Creo en la Iglesia por el testimonio de los santos, nuestros hermanos mayores

Ellos son Evangelios vivos, ejemplos de lo que Dios hace en los que viven plenamente en la Iglesia y son alimentados con Cristo vivo a través de ella.


Creo en la Iglesia porque no me dejo llevar por los escándalos sino por la Palabra de Dios

Es cierto que hay escándalos en la Iglesia. Ya Jesús lo advirtió. Pero también hay cientos de miles de mártires que han derramado su sangre por Cristo en cada siglo incluso el nuestro. Millones y millones viven su fe inspirados por el Evangelio.

Sé bien que la Iglesia está formada de seres humanos pecadores. Pero Jesús quiso reunir en ella a los pecadores para hacerlos hijos de su Padre, Dios. No todos se convierten. Desde el principio algunos desde adentro le traicionan. Pero Jesús no revoca su alianza sellada con Su Sangre. Sigue siempre fiel a sus promesas. Jesús dijo: "Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella." Mateo 16,18

Cada uno pone sus ojos en lo que le interesa: unos miran a los santos y ven Evangelios vivos dignos de ser imitados. Otros en cambio sólo miran los malos ejemplos para justificar el rechazo a la Iglesia.

¿Dónde pones tus ojos en los santos o en los escándalos? Jesús nos advierte: "el que no tiene pecado, que tire la primera piedra". Por mi parte prefiero mirar a los santos, nuestros hermanos mayores pues tengo mucho que aprender de ellos y aprecio sus ayudas. No desisto en la esperanza de llegar a ser uno de ellos por la misericordia de Dios que perdona y da la gracia.

En cada siglo los enemigos de la Iglesia anuncian su inminente desaparición. Sin embargo ella los entierra a todos. Han pasado 2000 años. Todo imperio se ha derrumbado pero la Iglesia sigue siendo la misma madre con más de mil millones de hijos e hijas, más de 405.450 sacerdotes y más de 3.000 obispos. El número de seminaristas está aumentando y también las ordenaciones sacerdotales. Todavía hay muchachas que optan por la vida religiosa y aun surgen nuevas comunidades religiosas.

Hoy la Iglesia es perseguida, despreciada y difamada por todas partes. Pero su autoridad moral sigue siendo un faro de luz inextinguible que puede ser odiado pero no ignorado. La sucesión de Pedro jamás se ha roto. El Papa sigue gobernando a la Iglesia y los católicos por todo el mundo siguen unidos en comunión con él. A pesar de su ancianidad, el Papa es capaz de reunir a cientos de miles de jóvenes para escucharle enseñar la Palabra de Dios. La Santa Sede mantiene relaciones con 178 países (2011).

Todo esto sólo puede ser obra de Dios. Por eso creo y por eso no puedo dejar de anunciar la verdad a mis hermanos.

Y usted: ¿Conoce la Iglesia católica o la caricatura que hacen de ella sus enemigos? ¿Está usted sobre la roca firme establecida por Cristo o en las arenas movedizas de interpretaciones humanas? Jesús te llama. No lo hagas esperar.

DECÁLOGO CONTRA LA DEPRESIÓN


Decálogo contra la depresión

Hay momentos en nuestra vida que parece que todo lo que hacemos no sólo va mal, sino que, incluso, puede ir peor


Hay momentos en nuestra vida que parece que todo lo que hacemos no sólo va mal, sino que, incluso, puede ir peor. «¿Qué inútil soy!», decimos en voz alta. No damos una de derechas y lo negro se apodera de nuestra mente. Estamos en la antesala de la depresión. Un estado de ánimo que se ha generalizado tanto en los últimos años que habita en cualquier casa de nuestra ciudad. Está claro que no hemos aprendido a vivir. Sí, sí, mucha coña marinera con los masters, la informática, el inglés del niño o la play-station, pero saber vivir con la sabiduría de ese abuelo que todos hemos conocido, cuidador de cabras, sin un duro, ceporro él hasta la boina en eso de los «avances del mundo», pero sobresaliente, cum laude, en saber de que va la vida, y el secreto para ser el más feliz del mundo. En fin, aquí va un decálogo contra la depresión escrito por el gran Paco Cerro, director de la revista «Agua viva». Creo que le ayudará a combatir las causas que nos llevan a la depresión: 

1.- Aceptaré lo que no puedo cambiar, y cambiaré lo que no debo aceptar.

2.- Cada día me levantaré con la alegría de que todo puede ir bien.

3.- Pensaré en lo positivo de todas las cosas, y hasta encontrarlo no pararé.

4.- Sonreiré siempre, aunque a veces no tenga ganas, porque la sonrisa puede cambiar muchas cosas.

5.- Sólo por hoy y en estos momentos intentaré ser lo más feliz posible.

6.- Dejaré el pasado a la Misericordia de Dios, pues no puedo cambiarlo pero sí aceptarlo.

7.- Abandonaré el futuro en manos de Dios, pues no debe ser fuente de preocupación cuando Dios es Padre y yo soy su hijo querido.

8.- Descansaré y me tomaré la vida con más calma, pues yo no soy la Divina Providencia.

9.- Tendré sentido del humor y me reiré mucho, pues es bastante sano.

10.- Cuando no pueda más, pensaré que todavía Tú... ¿menos mal que estás siempre ahí, Señor!

EL EVANGELIO DE HOY: 02.09.2013

Autor: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
Jesús en Nazaret
Lucas 4, 16-30. Tiempo Ordinario. En nuestra vida como cristianos todos tenemos una misión muy concreta que realizar.
 
Jesús en Nazaret
Del santo Evangelio según san Lucas 4, 16-30

En aquel tiempo fue Jesús a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy. Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: ¿No es éste el hijo de José? Él les dijo: Seguramente me vais a decir el refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria. Y añadió: En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio. Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero Él, pasando por medio de ellos, se marchó. 

Oración introductoria

Jesús, concédeme iniciar esta meditación con una actitud abierta y dócil para poder escuchar y percibir tu presencia. No quiero ser un pasivo espectador, con un corazón duro y ciego, insensible y mediocre… porque estoy hecho para ser el reflejo de tu amor. Quiero reconocerte en todas las personas que hoy podría, por amor a Ti, servir.

Petición

Dios mío, dame la gracia de reconocerte y amarte más el día de hoy.

Meditación del Papa

En el evangelio de san Mateo, en uno de los momentos que Jesús regresa a su pueblo, a Nazaret, y habla en la sinagoga, se pone de relieve el estupor de sus conciudadanos por su sabiduría, y la pregunta que se plantean: "¿No es el hijo del carpintero?". Jesús entra en nuestra historia, viene en medio de nosotros, naciendo de María por obra de Dios, pero con la presencia de san José, el padre legal que lo protege y le enseña también su trabajo. Jesús nace y vive en una familia, en la Sagrada Familia, aprendiendo de san José el oficio de carpintero, en el taller de Nazaret, compartiendo con él el trabajo, la fatiga, la satisfacción y también las dificultades de cada día.
Esto nos remite a la dignidad y a la importancia del trabajo. El libro del Génesis narra que Dios creó al hombre y a la mujer confiándoles la tarea de llenar la tierra y dominarla, lo que no significa explotarla, sino cultivarla y protegerla, cuidar de ella con el propio trabajo. El trabajo forma parte del plan de amor de Dios; nosotros estamos llamados a cultivar y custodiar todos los bienes de la creación, y de este modo participamos en la obra de la creación. El trabajo es un elemento fundamental para la dignidad de una persona» (S.S. Francisco, 1 de mayo de 2013).

Reflexión

Es muy común preguntar a los niños pequeños: ¿qué quieres ser cuando seas grandes? Y para orgullo de los padres los niños responden: "quiero ser como mi papá". Si esta misma pregunta se la hiciéramos a Cristo durante su vida oculta en Nazaret, no cabe duda que respondería que Él sería lo que su Padre ha pensado para Él desde siempre. Prueba de ello es la respuesta que dio a su madre angustiada cuando se perdió en el templo: "pero no sabíais que debo ocuparme en las cosas de mi Padre", no debería haber motivo de preocupación por mi ausencia.

En nuestra vida como cristianos todos tenemos una misión muy concreta que realizar. Cristo desenrolló las escrituras (porque estaban en forma de pergaminos) y encontró justamente aquello que Dios Padre deseaba de Él. "Anunciar la Buena Nueva, proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor". Todo esto lo cumplió Jesús a lo largo de su vida terrena y aunque algunos se empeñaban en no abrir su corazón a las enseñanzas de Cristo, como es le caso de los escribas y fariseos. A pesar de su obstinada actitud Cristo no desmayó en su esfuerzo por predicarles la ley del amor.

Propósito

De la misma forma que Cristo predicaba las enseñanzas de su Padre nosotros también atrevámonos a predicar el evangelio sin temor ni vergüenza. Antes bien pidámosle confianza y valor para que nos haga auténticos defensores de nuestra fe.

Diálogo con Cristo

Padre Santo, ¿por qué tanta cerrazón y dureza de corazón? Tú siempre dispuesto a darme todo lo que me puede llevar a la santidad y yo pretendiendo ser el protagonista principal en vez de darte el lugar que te corresponde en mi vida. Gracias, Señor, por el don de mi fe que me lleva a reconocerte en el amor, en el ejercicio continuo de la caridad. Ayúdame a ser santo desde ahora para aprovechar, así, la fe que me has dado. 

domingo, 1 de septiembre de 2013

¿CÓMO ES TU CORAZÓN?



¿Como es tu corazón?


Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamo que él poseía el corazón mas hermoso de toda la comarca.

Una gran multitud se congrego a su alrededor y todos admiraron y
confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en el ni máculas ni rasguños.

Si, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto.
Al verse admirado el joven sé sintió más orgulloso aun, y con mayor fervor aseguro poseer el corazón mas hermoso de todo el vasto lugar.

De pronto un anciano se acerco y dijo: ¿Porqué dices eso, si tu corazón no es tan hermoso como el mío?

Sorprendidos, la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, este estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y estos habían sido reemplazados por otros que no correspondían, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor.

Es mas, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos. La mirada de la gente se sobrecogió - ¿como puede el decir que su corazón es mas hermoso?, pensaron...

El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír.

"Debes estar bromeando", dijo. "Comparar tu corazón con el mío... El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor."

"Es cierto," dijo el anciano, "tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo...

Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor.
Arranqué trozos de mí corazón para entregárselos a cada uno de aquellos quehe amado. Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido."

"Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos - dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día tal vez regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón."

"Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?".

El joven permaneció en silencio, lagrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció.

El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con el tapó la herida abierta del joven.

La pieza se amoldo, pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes.

El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho mas hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.

Y tu corazón... ¿cómo es?

OFENSAS ENTERRADAS


OFENSAS ENTERRADAS 

Un buen día yo enterré una ofensa que dolía. Creí que podría olvidarla si la dejaba escondida. El agravio iba creciendo. Cada día lo tapaba. No logré dejarlo atrás. Mucho, mucho me costaba.
La alegría me abandonó, no conocí sino penas. Incapaz era de amar, tenía el alma en cadenas.

A la vera de aquel hoyo clamé con el alma a Dios: «Sana esta herida profunda, Tú que eres el Dios de amor».

Sentí entonces Su presencia; en Sus brazos me sentí. Enjugó mis lágrimas, hizo azul el cielo gris. Sincerándome con Él, le expliqué mi gran afrenta. Me prestó Su atento oído mientras yo le daba cuenta. Cavé, ahondé y arranqué la afrenta que me oprimía, 
y entregándola el Maestro libre al fin quedé aquel día.

Así fue como Él quitó la negrura de mi alma y algo hermoso fue a nacer; donde había estado la llaga.

Cuando vi en qué convirtió mi tormento y mi pesar, aprendí a dárselo a Él y no enterrarlo jamás.

EL EVANGELIO DE HOY: 01.09.2013

Autor: P. Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net
¿Máscara o pavorreal?
Lucas 14,1. 7-14. Tiempo Ordinario. Nos encantan las apariencias, la fachada, que los demás hablen bien de nosotros y nos alaben.
 
¿Máscara o pavorreal?
Del santo Evangelio según san Lucas 14,1. 7-14


En aquel tiempo, entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: "Deja el sitio a éste", y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado. Dijo también al que le había invitado: Cuando hagas una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a los parientes , ni a los vecinos ricos, no sea que ellos, a su vez, te inviten y tengas ya tu recompensa. Cuando hagas una comida llama a los pobres, a los tullidos, a los cojos y a los ciegos, y tendrás la dicha de que no puedan pagarte, porque recibirás la recompensa en la resurreción de los justos. 

Oración introductoria

Dios mío, reconozco mi pobreza y mi nada, mi deseo de aparecer como un triunfalista ante los demás. Tú eres mi Padre y me conoces. Gracias por mostrarme en tu Evangelio la actitud que debo tener con los demás. Sin la ayuda del Espíritu Santo no puedo avanzar en mi peregrinaje espiritual. Concédeme hacer esta oración con un gran espíritu de sencillez, apoyándome sólo en tu gracia.

Petición

Jesús, haz mi corazón humilde, como el tuyo.

Meditación del Papa Francisco

Dar tiempo al tiempo es un consejo sabio también para nuestra vida, porque el tiempo es el mensajero de Dios. Dios nos salva en el tiempo y no en el momento. El Señor nos salva en la historia, en la historia personal de cada uno de nosotros. No hace como un hada con la varita mágica. El triunfalismo es una gran tentación de la vida cristiana, de la cual no se salvaron ni siquiera los apóstoles. El triunfalismo no es del Señor, que vivió humildemente. El Señor nos enseña que en la vida no es todo mágico, que el triunfalismo no es cristiano. En cambio hay una gracia que es necesario pedir, la perseverancia, perseverar en el camino del Señor, hasta el final, todos los días, porque en el camino se procede con dificultad, con trabajo, con tantas alegrías. Que el señor nos salve de las fantasías triunfalistas. Los invito a recorrer el camino de todos los días en la presencia de Dios. (S.S. Francisco, 13 de abril de 2013).

Reflexión

Sentado en su nueva oficina, un abogado recién graduado esperaba su primer cliente. Al escuchar que la puerta se abría, rápidamente levantó el teléfono para hacer creer que estaba muy ocupado. El visitante pudo escuchar al joven abogado decir:

-"Manuel, volaré a Nueva York para ver si resuelvo el caso del cliente aquel. Parece que esto va a ser algo grande y más difícil de lo que pensábamos. También necesitamos traer al experto americano, Mr. Craig, para que nos dé su opinión sobre este asunto tan importante". Y, de pronto, interrumpió su presunta conversación con estas palabras:

-"Manuel, perdona, espera un momentito porque alguien acaba de llegar". Y cortó.
Dirigiéndose entonces al hombre que acababa de entrar, preguntó el abogado: -"Bien, ¿en qué puedo ayudarle?". Con una gran sonrisa, entre pícara y maliciosa, el hombre contestó: -"Yo sólo he venido a instalar el servicio a su teléfono, señor".

¡Vaya chasco, amigo! Quiso ser como el pavorreal y se quedó "haciendo el oso". ¡Qué estúpida es la vanagloria y cuán necio el deseo de impresionar a los demás! Muchas gentes del mundo tratan de "apantallar" a sus semejantes con supuestas obras grandiosas y fingen ser lo que no son; se cubren el rostro con una máscara de catrín y pretenden pasar por gente "importante". Pero, en realidad, sólo se engañan a sí mismos y terminan haciendo el ridículo, como los comediantes o los actores de una pantomima.

Es esto precisamente lo que Jesús nos pone hoy de manifiesto en el Evangelio. Nuestro Señor era un observador atento y perspicaz de las conductas de los hombres. Pero no sólo miraba las apariencias, sino que penetraba hasta los secretos más recónditos del corazón. Una vez fue invitado a comer en casa de uno de los principales fariseos. Y viendo cómo los invitados perdían los estribos y corrían hacia los primeros puestos, pisoteando no sólo las reglas de cortesía y los buenos modales, sino –más vulgarmente— también los pies ajenos, el Señor no deja pasar la oportunidad para instruir a sus discípulos y amonestar mansamente a los fariseos.

"Cuando te conviden a una boda –les dice Jesús— no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y luego venga el que te convidó a ti y al otro, y te diga: "Cédele el puesto a éste". Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto". Nuestro Señor sabía que los fariseos eran amantes de las reverencias y de las caravanas y que cuidaban su propia fama e imagen casi más que su vida misma. Eran hombres de apariencias. "Hipócritas –es decir, máscaras-, sepulcros blanqueados" les llamó en otra ocasión. Y es que Dios aborrece la mentira y el engaño.

Jesús mismo llamó al diablo "padre de la mentira". Y la vanagloria es ya, en sí misma, una forma de mentira sutil y perniciosa. Es tratar de aparentar lo que no se es y ser alabado por la belleza de la propia máscara que se lleva encima.

Esopo, el gran fabulista griego, cuenta que en una ocasión una zorra –animal sumamente curioso y astuto por naturaleza– entró al taller de un orfebre y comenzó a observar, con gran maravilla, todas las obras de arte de su autor. De pronto, reparó en una máscara de teatro bellamente pintada, y la estuvo examinando cuidadosamente. Y, después de unos minutos, decepcionada, exclamó: "¡Oh, qué cabeza tan hermosa, pero no tiene cerebro!". Así son muchos hombres de nuestro tiempo que aparentan ser grandes e "importantes" a los ojos de los demás, pero que están vacíos por dentro. Como los fariseos.

Y es que el corazón del ser humano tiene una profunda enfermedad existencial. Nos encantan las apariencias, la fachada, el "pose" –como se dice—: que los demás hablen bien de nosotros, nos alaben y nos consideren grandes señores. También a nosotros nos acecha la eterna tentación, como a los fariseos del tiempo de Jesús, de ser tenidos en cuenta y apreciados por los demás para sentirnos realizados. Nos gusta impresionar para que la gente nos tenga sobre un pedestal. Y muchas veces nos contentamos con eso para creernos dichosos.

En el año 1807 ó 1808, Beethoven y Goethe se encontraron en Karlsbad, e hicieron un paseo en carroza juntos. Toda la gente, al verlos pasar por la calle, se inclinaban haciendo profundas reverencias. –"Es aburrido –dijo entonces Goethe— ser tan famoso. ¡Todos me saludan!". A lo cual, Beethoven respondió, no sin cierta picardía: -"No les haga caso, Excelencia. ¡A lo mejor me están saludando a mí!".

La vanagloria es, en efecto, una gloria "vana", falsa, postiza, caduca. Y, además, tremendamente subjetiva. Por eso es tan engañosa. Es obrar delante de los hombres, buscando el aplauso y el aprecio ajeno, y no a los ojos de Dios. Es rechazar la única gloria verdadera, que procede de Dios, y cambiarla por las plumas de un pavorreal. ¡Al menos Esaú cambió su primogenitura por un plato de lentejas, y le aprovecharon! Pero con la vanagloria, lo perdemos todo. No somos más porque los otros nos alaben, ni somos menos porque nos vituperen. Y, en última instancia, quien nos va a juzgar –y aprobar o condenar- al fin de nuestra vida es Dios y no los hombres.

Propósito

Por eso, lo único que debe importarnos siempre es el juicio verdadero de Dios y de nuestra conciencia, y no la opinión ajena. ¡Hagamos siempre el bien sólo por Dios y por los demás, sin buscar la alabanza ni temer el vituperio! La gloria de Dios es nuestra mayor gloria.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 

    sábado, 31 de agosto de 2013

    TUS SUEÑOS...



    ORACIÓN A SAN RAMÓN NONATO PARA UN BUEN PARTO


    EL COMPUTADOR NO TIENE EN CUENTA AL CORAZÓN


    El computador no tiene en cuenta al corazón
    Autor: Phil Bosmans


    Ser hombre, ser un hombre de corazón, es la sola cosa que importa en el mundo. Pero, ¿a quién importa? El corazón presupone la sencillez, el espíritu de servicio y una cierta dosis de olvido de sí.. ¿Quién busca esto?

    No son cosas de moda. Aqui y allá se oye hablar de una sociedad nueva, de un mundo nuevo, pero raramente se nombran estos elementos físicos, que son indispensables. Es normal que las charlas sobre la renovación de la sociedad y la reforma de las estructuras se queden en las nubes; y la gente se vuelva escéptica porque no ve nada nuevo en su vida cotidiana. El mundo sólo tiene ojos para las cosas que se notan, aquellas que pesan en la nueva balanza de valores: carrera, reputación, fortuna. Nadie se preocupa de tu bondad, de tu sencillez, de tu espíritu de servicio, sino de tu título universitario, de tu diploma, de tu capacidad profesional y técnica. Todos buscan al hombre profesional y técnico que encaje con los "directivos". Inmunizado, lo más posible, contra los sentimientos humanos, como la piedad, la comprensión, la atención hacia los necesitados, la solicitud por el prójimo. Es el peligro que amenaza a esta sociedad superorganizada y superadministrada. ¡El computador no tiene en cuenta el corazón!

    Los hombres de corazón no tienen poder. El poder y la decisión, en este mundo dependen de ilustres anónimos que se comportan como si los bienes de la tierra fueran su exclusiva propiedad. ¡Vuélvete un hombre de corazón, de gran corazón: entonces el trozo de tierra en que vives y trabajas será ya un pedacito de tierra prometida!

    EL CONCEPTO DE LA FELICIDAD


    El concepto de la felicidad


    El concepto de felicidad es muy diferente de unas personas a otras y aunque hay cosas y sensaciones que pueden ser comunes, los gozos de unos pueden ser la pesadilla de otros; así, el escalador es feliz arriesgando su vida para vencer a la montaña mientras que una persona normal sentiría pánico por verse expuesta a esos riesgos.

    Algunas personas son felices llevando una vida tranquila y segura mientras otras se mueren de aburrimiento si no hay en su vida cambios, novedades y fuertes excitaciones.

    La felicidad depende más de lo que ocurre dentro que de lo que nos sucede fuera; de las ideas que tenemos sobre nosotros mismos y sobre la vida.

    Depende de todos los misterios que viven en el Bosque Mágico de tu Mente.
    Dentro de tu mente lo tienes todo. El sol y la luna, las montañas y los valles. Los colores del amanecer y las sombras de la noche. La alegría de las cascadas y la niebla espesa que empapa el alma de nostalgias infinitas.

    Dentro de tu mente está la mano que te acaricia y la piel que tanto añoras.

    Si buscas dentro de tu mente, siempre encontrarás razones para ser feliz y también para permanecer en la tristeza. Porque tu felicidad no depende de lo que haces ni tampoco de lo que tienes.

    No depende de cómo sea tu cuerpo ni de que tengas más o menos dones. Sólo depende de lo a gusto que estés con lo que haces, con lo que tienes, con tu cuerpo y con tus dones. 

    Básicamente, la Felicidad depende de que realmente quieras ser feliz y estés tan a gusto contigo mismo como para poder sentir todo el Amor de la Vida que te ha permitido existir.

    "La felicidad es una mariposa que sale volando cuando la persigues pero que puede posarse a tu lado, si te sientas tranquilamente a mirar".

    EL COLOR DEL AMOR


    EL COLOR DEL AMOR 

    De qué color es Dios ? Preguntó el niño de piel clara.
    Es blanco como yo ? Son sus cabellos dorados como el sol ?

    Es Dios moreno como yo ? Preguntó el niño de piel con matiz bronceado. Tiene el cabello oscuro y rizado ?Son sus ojos negros o azulados ?

    Creo que Dios es piel roja, como yo. Se escucha decir al niño Indio.
    Lleva una corona de plumas y transforma en días las noches umbrías. 

    Todos sabemos que allí está Dios, en todos los colores mencionados. Pero ten esto por seguro..."El único color de nuestro Creador... Es el hermoso color del amor.

    Así, que cuando tu alma vaya al cielo; cuando tu vida llegue a su final...ÉL estará esperando y hacia ti... Su mano extenderá.

    No habrá colores en el cielo, todos seremos iguales. Sólo serás juzgado por tus actos terrenales, y allí ni tu raza ni tu nombre serán importantes.

    Así...que cuando llegue tu hora y admires a Dios arriba en su Reino...verás el único color que en realidad tiene valor...
    Y es el hermoso color del Amor !!!! 

    EL EVANGELIO DE HOY: 31.08.2013

    Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
    Parábola de los talentos
    Mateo 25, 14-30. Tiempo Ordinario. ¿Qué has hecho hoy? ¿Cuántas veces has dejado sin hacer lo que debías?
    Parábola de los talentos
    Del santo Evangelio según san Mateo 25, 14-30


    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegándose también el de los dos talentos dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegándose también el que había recibido un talento dijo: Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo. Mas su señor le respondió: Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. 

    Oración introductoria

    Señor, gracias por los talentos que me has dado. No permitas que la apatía o el desánimo me lleven a enterrarlos o a utilizarlos para mi beneficio personal. Ilumina mi oración, permite que me acerque a Ti con confianza y con un corazón sincero, para desprenderme de mi voluntad y unirme más a la tuya.

    Petición

    Padre, ayudanos a comprender que lo que se nos ha dado se multiplica dándolo. Es un tesoro que hemos recibido para gastarlo, invertirlo y compartirlo con todos.

    Meditación del Papa

    Al volver a casa, el amo pide cuentas a los servidores de lo que les había confiado y, mientras se complace con los dos primeros, se queda desilusionado con el tercero. Aquél servidor, en efecto, que mantuvo escondido el talento sin revalorizarlo, hizo mal sus cálculos: se comportó como si su amo ya no fuera a regresar, como si no hubiera un día en el que le pediría cuentas de su actuación. Con esta parábola, Jesús quiere enseñar a los discípulos a usar bien sus dones: Dios llama a cada hombre a la vida y le entrega talentos, confiándole al mismo tiempo una misión que cumplir. Sería de tontos pensar que estos dones se nos deben, así como renunciar a emplearlos sería menoscabar el fin de la propia existencia. Comentando esta página evangélica, san Gregorio Magno nota que a nadie el Señor le hace falta el don de su caridad, del amor. Escribe: "Por esto es necesario, hermanos míos, que pongáis todo cuidado en la custodia de la caridad, en toda acción que tengáis que realizar". (Benedicto XVI, 13 de noviembre de 2011).

    Reflexión

    Los talentos no sólo representan las pertenencias materiales. Los talentos son también las cualidades que Dios nos ha dado a cada uno.

    Vamos a reflexionar sobre las dos enseñanzas del evangelio de hoy. La primera alude al que recibió cinco monedas y a su compañero, que negoció con dos. Cada uno debe producir al máximo según lo que ha recibido de su señor. Por eso, en la parábola se felicita al que ha ganado dos talentos, porque ha obtenido unos frutos en proporción a lo que tenía. Su señor no le exige como al primero, ya que esperaba de él otro rendimiento.

    Igualmente se aplica a nosotros, según las posibilidades reales de cada individuo. Hay personas que tienen gran influencia sobre los demás, otras son muy serviciales, otras, en cambio, son capaces de entregarse con heroísmo al cuidado de personas enfermas, los hay con una profesión, con un trabajo, con unos estudios, con una responsabilidad concreta en la sociedad...

    Pero puede darse el caso del tercer siervo del evangelio: no produjo nada con su talento. A Cristo le duele enormemente esa actitud. Se encuentra ante alguien llamado a hacer un bien, aunque fuera pequeño, y resulta que no ha hecho nada. Eso es un pecado de omisión, que tanto daña al corazón de Cristo, porque es una manifestación de pereza, dejadez, falta de interés y desprecio a quien le ha regalado el talento.

    Analiza tu jornada. ¿Qué has hecho hoy? ¿Qué cualidades han dado su fruto? ¿Cuántas veces has dejado sin hacer lo que debías?

    Propósito

    Señor, qué fácilmente olvido lo fugaz y lo temporal de esta vida. En vez de buscar multiplicar, en clave al amor a los demás, los numerosos talentos con los que has enriquecido mi vida, frecuentemente me dejo atrapar por el camino fácil de la comodidad o la ley del menor esfuerzo. Concédeme la gracia de saber reconocer y multiplicar los dones recibidos. 

    viernes, 30 de agosto de 2013

    AQUELLO QUE NO VEMOS


    Aquello que no vemos


    A veces comenzamos a tenerle miedo a la Vida, sin antes habernos trazado metas.

    A veces criticamos la vida de los demás, sin haber criticado la nuestra.

    A veces envidiamos los logros de los demás, en vez de aprender de ellos.

    A veces le pedimos Ayuda de alguien, a pesar que no sabemos agradecer.

    A veces creemos ser el mejor Amigo, sin saber realmente lo que es la Amistad.

    A veces creemos ayudar a los demás, a pesar que somos egoístas con nosotros mismos.

    A veces nos conformamos con lo que tenemos, pudiendo Ser mejores aún.

    A veces queremos tener más Poder, sin conocer el poder del Amor.

    A veces creemos saber Todo, sin haber leído algún libro.

    A veces creemos haber triunfado, sin saber lo que es haber perdido.

    A veces nos decepcionamos de las personas, sin antes haberlos conocidos Bien.

    Cada uno de nosotros es un Novato de todo lo que comenzamos a descubrir.

    Así como el Mundo se nos presenta como una Caja de Sorpresas, lo mismo sucede con las personas... Nosotros creemos conocer a una persona (por lo que hace, lo que parece, lo que quiere). Pero en realidad lo que debe interesarnos para conocer a esa persona es: AQUELLO QUE NO VEMOS.

    DESCUBRIR: Sus metas en la vida, sus miedos, sus sueños. DESCUBRIR: El Quien fue, él Quien es, el Quien será. DESCUBRIR: Lo que buscan, lo que aprende, lo que critican. DESCUBRIR: Lo que sienten de sí mismos, de los demás y de la vida.

    Aquello que no vemos, pero que es parte de la Esencia de cada uno.
    Comencemos por descubrir nuestra esencia.

    BIENAVENTURANZAS DE LA AMISTAD


    Bienaventuranzas de la amistad

    1.  Felices los amigos que son pobres de espíritu y siempre están abiertos a dar y recibir.

    2. Felices los amigos que aún en el dolor se dan con alegría.

    3. Felices los amigos que esperan con paciencia el crecimiento del amigo.

    4. Felices los amigos que juntos fomentan y viven la justicia y el amor.

    5. Felices los amigos que son compasivos y misericordiosos.

    6. Felices los amigos que promueven la paz y defienden la vida.

    7. Felices los amigos que temen la persecución por defender la verdad, la justicia y el amor.

    8. Felices los amigos que cantan su fe y la manifiestan con valor y esperanza.

    ORACIÓN A SANTA ROSA DE LIMA


    ORACIÓN A SANTA ROSA DE LIMA

    Gloriosa Santa Rosa de Lima, 
    tú que supiste lo que es amar 
    a Jesús con un corazón tan fino 
    y generoso enséñanos tus grandes 
    virtudes para que, siguiendo tu ejemplo, 
    podamos gozar de tu protección 
    en la tierra y de tu compañía en el cielo. 
    Amén

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