lunes, 26 de agosto de 2013

EL BRILLO DE UNA ESTRELLA


El brillo de una estrella
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD


  La leyenda dorada de los padres del desierto cuenta la historia de aquel viejo monje que todos los días debía cruzar un largo arenal para ir a recoger la leña que necesitaba para el fuego. En medio del arenal surgía un pequeño oasis en cuyo centro saltaba una fuente de agua cristalina que mitigaba los sudores y la sed del eremita. Hasta que un día el monje pensó que debía ofrecer a Dios ese sacrificio: regalaría a Dios el sufrimiento de su sed. Y al llegar la primera noche, tras su sacrificio, el monje descubrió con gozo que en el cielo había aparecido una nueva estrella. Desde aquel día el camino se le hizo más corto al monje.

Hasta que un día tocó al monje hacer su camino junto a un joven novicio. El muchacho, cargado con los pesados haces de leña, sudaba y sudaba. Y cuando vio la fuente no pudo reprimir un grito de alegría; “Mire, padre, una fuente”. Cruzaron mil imágenes por la mente del monje: si bebía, aquella noche la estrella no se encendería en su cielo: pero si no bebía, tampoco el muchacho se atrevería a hacerlo. Y, sin dudarlo un segundo, el eremita se inclinó hacia la fuente y bebió. Tras él, el novicio, gozoso, bebía y bebía también. Aquella noche Dios no estaría contento con él y no se encendería su estrella.

Y al llegar la noche el monje apenas se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo hizo, al fin, con la tristeza en el alma. Y sólo entonces vio que aquella noche en el cielo se habían encendido no una, sino dos estrellas.


José L. Martín Descalzo.


Dios ama más la misericordia que los sacrificios. Es más importante vibrar con el hermano y hacerle feliz, que todas las estrellas que puedan aparecer en el cielo.

Cuando James Calvert y sus compañeros se dirigían a las islas Fiji para llevar el evangelio a sus moradores, el capitán del barco se oponía diciéndoles: exponen su vida y las de sus compañeros yendo a vivir entre esos antropófagos. Calvert respondió: “moriremos antes de venir aquí”. Siempre que uno ama, no mira los riesgos ni mide la vida.

Vivir es compartir en un amor oblativo todo lo que se tiene: tiempo, mesa, techo, bienes. Ayudar a los otros a llevar las cargas con toda humildad, dulzura y paciencia, soportándoles y aceptándoles como son (Ef. 4.2), pues, de una vez por todas, se ha dado este precepto:

“Ama y haz lo que quieras.
Si te callas, cállate por amor.
Si hablas, habla por amor.
Si corriges, corrige por amor.
Si perdonas, perdona por amor.
Mantén en el fondo de tu corazón la raíz del amor.
De esta raiz, no puede nacer más que el bien” (San Agustín).

EL EVANGELIO DE HOY:26.08.2013

Autor: Santiago Garza | Fuente: Catholic.net
Maldiciones contra escribas y fariseos
Mateo 23, 13-22. Tiempo Ordinario. Jesús supo reprenderlos con palabras llenas de fuerza y verdad.
 
Maldiciones contra escribas y fariseos
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 23, 13-22


En aquellos días, dijo Jesús: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar. «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros! «¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: "Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado!" ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: "Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado." ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él. 

Oración introductoria 

Qué triste pero real es constatar que hoy se sigue repitiendo la misma escena. Cuántas personas se alejan de la Iglesia por el pobre testimonio que damos. Ayúdame, Señor Jesús, a hacer esta oración para que mi corazón escuche y mi generosidad crezca a fin de poder responder a todas las luces de tu Espíritu Santo.

Petición 

Padre mío, aumenta mi fe para que pueda crecer mi amor al prójimo.

Reflexión

Nosotros sabemos que la autenticidad de nuestra fidelidad al Evangelio se verifica también en base a la atención y a la solicitud concreta que nos esforzamos en manifestar hacia el prójimo, especialmente hacia los más débiles y marginados. Así, el servicio caritativo, que puede desarrollarse en una multiplicidad de formas, se convierte en una forma privilegiada de evangelización, a la luz de la enseñanza de Jesús, que considerará como hecho a si mismo cuando hayamos hecho a nuestros hermanos, especialmente al más "pequeño" y desatendido. Para que nuestro servicio no sea sólo acción filantrópica, aunque útil y con mérito, es necesario alimentarlo con la oración constante y la confianza en Dios. Es necesario armonizar nuestra mirada con la mirada de Cristo, nuestro corazón con su corazón. De esta manera, el apoyo amoroso, ofrecido a los demás se traduce en participación y en un compartir consciente de sus esperanzas y sus sufrimientos, haciendo visible, y diría que casi tangible, por una parte la misericordia infinita de Dios hacia cada ser humano, y por otra, nuestra fe en Él. Benedicto XVI, 3 de abril de 2009.

Reflexión apostólica

Una de las virtudes humanas más apreciadas por la mayoría de las personas es, sin duda, la coherencia de vida. En la misma vida de Jesús podemos ver un gran ejemplo de coherencia humana, pues Él actúa lo que predica.

Siendo Jesús una persona humanamente bien formada, con principios y valores rectos, la actitud de los escribas y fariseos le parece de lo más reprochable. Es por eso que Jesús les reprime y recrimina. Jesús es consciente que ellos influyen mucho en los demás, ya que son los jefes de las sinagogas, y viendo que sus actitudes no son las más adecuadas, se decide a actuar para poner solución a la situación. Jesús es el buen pastor que cuida de sus ovejas y no las deja solas. Pueden parecer duras las palabras que les dirige, pero lo hace con dos intenciones: la primera es llegar a las conciencias de los escribas y fariseos para que recapaciten su forma de proceder; la segunda, para que las personas que lo escuchan sepan que él ha venido a traer la verdad.

Diálogo con Cristo

Señor Jesús, tú que supiste reprender a los escribas y fariseos con palabras llenas de fuerza y de verdad, danos la gracia de poder escucharte, pues quizá nos estás hablando y no lo hacemos.

Propósito

Rezar un misterio del rosario para pedir de manera especial por todos aquellos que de algún modo son jefes y guías de los demás para que sean realmente personas coherentes y prudentes en sus comportamientos. 

EL AMOR HACIA LOS ENEMIGOS


El amor hacia los enemigos
Autor: María Cruz
En nuestra sociedad, amamos a los que nos aman; hacemos el bien a quienes nos lo hacen y prestamos a quienes sabemos nos lo van a devolver. Una conducta muy razonada, que no compromete en nada. Pero obrando así, ¿qué es lo que nos distingue de los que no tienen fe?. Al cristiano se le pide un "plus" en su vida: amar al prójimo, hacer el bien y prestar sin esperar recompensa, pues eso es lo que hace Dios con nosotros, que nos ama primero para que nosotros le amemos.

Tenemos que adelantarnos a hacer el bien, para despertar en el corazón de los otros sentimientos de perdón, de entrega, de generosidad, paz y gozo; así nos vamos pareciendo al Padre del cielo y vamos formando en la tierra la familia de los hijos.

Señor, Dios Todopoderoso, rico en misericordia y perdón, mira nuestra torpeza para amar, nuestra poca generosidad en la entrega y nuestra dificultad a la hora de perdonar. Te pedimos nos concedas un corazón misericordioso que se compadezca de las necesidades de nuestros hermanos.

domingo, 25 de agosto de 2013

SEGUIRÉ CREYENDO...



Seguiré creyendo


Voy a seguir creyendo, aun cuando la gente pierda la esperanza.

Voy a seguir dando amor, aunque otros siembren odio.

Voy a seguir construyendo, aun cuando otros destruyan.

Voy a seguir hablando de paz, aun en medio de la guerra.

Voy a seguir iluminando, aun en medio de la oscuridad.

Y seguiré sembrando, aunque otros pisen la cosecha.

Y seguiré gritando, aun cuando otros callen.

Y dibujaré sonrisas, en rostros con lágrimas

Y transmitiré alivio cuando vea dolor.

y regalaré motivos de alegría donde solo haya tristezas.

invitaré a caminar al que decidió quedarse.

Y levantaré los brazos a los que se han rendido.

Porque en medio de la desolación siempre habrá un niño que nos mirará esperanzado, esperando algo de nosotros
Y aun en medio de una tormenta, por algún lado saldrá el sol y en medio del desierto crecerá una planta.
Siempre habrá un pájaro que nos cante, un niño que nos sonría y mariposas que brinden su belleza.
Pero si algún día ves que ya no sigo, no sonrío, o callo, acércate y dame un beso, un abrazo o regálame una sonrisa; con eso será suficiente.
Seguramente, me habrá pasado que la vida me abofeteo y me sorprendió por un segundo.
Ese gesto hará que vuelva a mi camino

Nunca lo olvides.


EL EVANGELIO DE HOY: 25.08.2013

Autor: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net
¡Entrad por la puerta estrecha!
Lucas 13, 22-30. Tiempo Ordinario. A nosotros nos gustaría recibir algún "adelanto" de los que se van a salvar y de los que se van a perder.
 
¡Entrad por la puerta estrecha!
Del santo Evangelio según san Lucas 13, 22-30


Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. «Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Y os responderá: "No sé de dónde sois." Entonces empezaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas"; y os volverá a decir: "No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!" «Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. «Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».

Oración introductoria

Gracias, Jesús, por regalarme este momento de oración. Dame la gracia de dejar todo lo demás a un lado, mis preocupaciones, mis pendientes… porque en este momento de oración Tú eres lo más importante. Quiero escucharte profundamente para vivir conforme a tu Evangelio, esa puerta estrecha que me puede llevar a la felicidad por toda la eternidad.

Petición

Jesús, concédeme no buscar la ley del menor esfuerzo. Quiero entrar siempre por la puerta estrecha de la abnegación y del sacrificio.

Meditación del Papa

Durante su última subida a Jerusalén, uno le pregunta: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?". Y Jesús le responde: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán". ¿Qué significa esta "puerta estrecha"? ¿Por qué muchos no logran entrar por ella? ¿Acaso se trata de un paso reservado sólo a algunos elegidos? [...] El mensaje de Cristo va precisamente en la dirección opuesta: todos pueden entrar en la vida, pero para todos la puerta es "estrecha". No hay privilegiados. El paso a la vida eterna está abierto para todos, pero es "estrecho" porque es exigente, requiere esfuerzo, abnegación, mortificación del propio egoísmo. [...] Queridos hermanos y hermanas, si también nosotros queremos pasar por la puerta estrecha, debemos esforzarnos por ser pequeños, es decir, humildes de corazón como Jesús, como María, Madre suya y nuestra. Ella fue la primera que, siguiendo a su Hijo, recorrió el camino de la cruz y fue elevada a la gloria del cielo, como recordamos hace algunos días. El pueblo cristiano la invoca como Ianua caeli, Puerta del cielo. Pidámosle que, en nuestras opciones diarias, nos guíe por el camino que conduce a la "puerta del cielo" (Benedicto XVI, 26 de agosto de 2007).

Reflexión

El hombre es un ser curioso por naturaleza. Todos queremos saber más y más, y el horizonte de nuestros conocimientos es ilimitado. Recuerdo que, cuando iniciaba mis estudios de filosofía, hace ya muchos años, la primera cosa que me sorprendió fue escuchar que el origen de la filosofía era, precisamente, la curiosidad del hombre, su capacidad de admirarse y de preguntarse sobre el porqué de las cosas. El mismo vocablo "curiosidad" viene del latín, cur, y significa por qué.

Pero yo creo que nuestra curiosidad se agudiza aún más cuando se trata de algo que nos atañe en primera persona o que se refiere a la vida y a la gente que nos rodea. Nos encantaría saber, si nos fuera posible, qué nos deparará el futuro o cuál será el destino de nuestra existencia.

Seguramente por esta misma tendencia de nuestra naturaleza, siempre ha estado tentado el hombre de recurrir a la astrología, a la magia y a las diversas artes adivinatorias, así como también al espiritismo y al contacto con el mundo de los muertos –supuesto o real— para tratar de conocer el propio futuro o la suerte ajena.

Sin embargo, este conocimiento es un misterio velado y vedado para el hombre. El poeta latino Horacio, aun siendo pagano, se atrevió a condenar esta pretensión en una de sus famosas odas: "Tu ne quaesieris, scire nefas, quem mihi quem tibi, finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios temptaris números" escribía a una de sus amigas en el libro primero de sus "Carmina". Traducido al castellano, sería mas o menos así: No pretendas tú, ¡oh Leucónoe!, conocer qué fin (destino) nos darán los dioses a ti y a mí, pues nos está vedado; ni lo intentes recurriendo a los cálculos de los astrólogos. Como sea, lo mejor es padecerlo, ya sea que Júpiter te conceda muchos inviernos o que éste sea el último... Mira, mientras hablamos, se nos escapa el ambicionado tiempo. Mejor, aprovecha bien el día presente y no seas demasiado crédula del mañana. Por supuesto que nuestro poeta hacía esta recomendación a su amiga Leucónoe desde su filosofía epicúrea: "Carpe diem!", le decía. "¡Aprovecha el presente día!". Bien entendido, es un sabio consejo, con tal que se eviten los abusos en los que con frecuencia caían los seguidores de la doctrina de Epicuro.

En el Evangelio de hoy encontramos el mismo tema. Pero con una visión totalmente cristiana. "Señor, ¿serán muchos los que se salven?" –preguntan los discípulos a nuestro Señor-. Aquí está la eterna curiosidad del hombre por la suerte propia y la ajena. Se trata, nada menos, del destino final y eterno que tocará a cada uno de nosotros. Es una pregunta ligada íntimamente al misterio de la predestinación, que siempre y en todas las épocas de la historia, tanto ha inquietado a filósofos, teólogos, pensadores, e incluso a la gente común y corriente.

"¿Serán pocos los que se salven?". A nosotros nos gustaría recibir algún "adelanto" de los que se van a salvar y de los que se van a perder.

Incluso muchas veces nos hemos preguntado, no con poca curiosidad, si algunos personajes de la historia que, a nuestro juicio, han sido pérfidos, se habrán salvado...

Pero Jesús no satisface la curiosidad de sus oyentes. A nadie le es permitido conocer el propio futuro ni el de los demás. Aparte de innecesario, resulta totalmente inútil preguntarlo. ¿Qué nos ganamos con ello? Lo mejor es conducir nuestra vida coherentemente, como Dios se espera de nosotros. Y la respuesta del Señor va, precisamente, en esta otra dirección: "Esforzaos, más bien –les dice— en entrar por la puerta estrecha". En vez de indagar, en vano, el propio destino, es mucho más sano y prudente tratar de vivir de una manera digna para hacernos merecedores, al final de nuestra existencia, de ese grandísimo bien que todos anhelamos alcanzar: la vida eterna y bienaventurada.

Pero nuestro Señor nos alerta y nos pone en guardia. Ciertamente, no todos se salvarán, por desgracia. "Muchos intentarán entrar –en el cielo, por supuesto— y no podrán". Entonces, los que se queden fuera, comenzarán a llamar a la puerta y a gritar: "¡Señor, ábrenos!". Es muy dramática la escena que Jesús pinta en este cuadro. Aquellos que supuestamente habían sido sus compañeros de viaje y sus amigos, le dirán: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas". Era de esperarse que, como antiguos comensales de Jesús, Él los conocería y los recibiría con los brazos abiertos en la gloria. Pero no siempre sucede así. ¡Qué tragedia cuando, llenos de confusión, escuchen la sentencia de Cristo: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados"!

Para entrar en el cielo no basta haber comido y bebido a la mesa de Cristo, sino haber cumplido sus mandamientos. "No todo el que me dice Señor, Señor entrará en el Reino de los cielos –nos recuerda Jesús por boca de san Mateo- sino el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos”. Cuánta sabiduría contiene el refrán popular, que reza: “obras son amores, que no buenas razones”. Por eso, el consejo de Cristo: “¡Entrad por la puerta estrecha!".

La basílica de la Natividad, en Belén, tiene una puerta lateral, muy baja y pequeña. Las puertas principales se cerraron a cal y canto en los tiempos de las Cruzadas para evitar las profanaciones de los musulmanes, que irrumpían en la basílica armados y a caballo. Y así se dejó la puerta de ingreso, que quedó como un verdadero símbolo: el que quiera entrar a adorar al Niño Dios, tiene que agachar la cabeza e inclinarse, en señal de humildad y de abajamiento.


Propósito

Entrar por la puerta estrecha significa, pues, que hemos de acercarnos a Dios por la senda del sacrificio, de la renuncia, la austeridad, la fe, la humildad, la sencillez y el desprendimiento. Si entramos por esta puerta, nuestro Señor nos acogerá con los brazos abiertos en las moradas eternas. Hagamos méritos, ya desde ahora, con nuestras buenas obras.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 

    SEMBREMOS SÓLO AMOR


    Sembremos sólo amor...


    Una persona, un gesto, puede cambiarnos la vida. Pero así como pueden cambiárnosla a nosotros, también pueden cambiársela a los demás. Por eso es importante que siempre recordemos que somos personas, y que somos dueños de nuestros gestos. Y que al vivir en un mundo de relación, en contacto con otras personas, nuestra propia persona y nuestros gestos pueden cambiar la vida de los demás.

    ¿Nos pusimos a pensar simplemente en el valor de una sonrisa? Cuán diferente nos sentimos cuando se nos recibe con una sonrisa en lugar de una mueca o sólo con indiferencia. Qué distinto nos predispone la amabilidad, una palabra cálida, un gesto de cariño, una caricia, un beso, una manifestación de ternura... En cambio la groseria, el desprecio, la indiferencia, el maltrato, pueden destruirnos.

    Tratamos de ir por la vida sembrando amor y respeto; y no siempre recibimos lo mismo. Pero eso no debe hacer que nosotros cambiemos, porque, entonces, estaríamos imitando modelos que repudiamos. 

    Si algo nos lastima tratemos de cambiarlo; y si no podemos, apartémonos de ello. Pero no emulemos su accionar. Recordemos que esas, nuestras acciones, pueden cambiar la vida de los demás. Y lo lindo es cambiar la vida de los demás para bien, para mejor. Lo bueno es cambiar lágrimas por sonrisas, tristeza por alegría, desprecio por consideración, odio por amor, maldad por bondad...

    Siempre, lo bueno, es cambiar malo por bueno. Obremos de modo tal que, en nuestro paso por la vida de los demás, sembremos sólo amor. Seguramente cosecharemos más de lo que nos podemos imaginar...

    sábado, 24 de agosto de 2013

    UNA SONRISA

    Una sonrisa
    Autor: Madre Teresa de Calcuta


    Una sonrisa en los labios alegra nuestro corazón,
    conserva nuestro buen humor,
    guarda nuestra alma en paz,
    vigoriza la salud,
    embellece nuestro rostro
    e inspira buenas obras.

    Sonriamos a los rostros tristes,
    tímidos, enfermos, conocidos,
    familiares y amigos.

    Sonriámosle a Dios con la aceptación
    de todo lo que El nos envié y
    tendremos el merito de poseer
    la mirada radiante de su rostro
    con su amor por toda la eternidad.

    Las palabras de Cristo son muy claras,
    pero debemos entenderlas como una
    realidad viviente, tal como El las propuso.
    Cuando El habla de hambre,
    no habla solamente del hambre de pan,
    sino hambre de amor, hambre de ser
    comprendido, de ser querido.

    El experimentó lo que es ser rechazado porque
    vino entre los suyos y los suyos no lo quisieron.
    Y El conoció lo que es estar solo,
    abandonado, y no tener a nadie suyo.

    Esta hambre de hoy, que esta rompiendo vidas
    en todo el mundo destruyendo
    hogares y naciones, habla de no tener hogar,
    no solamente un cuarto con
    techo, pero el anhelo de ser aceptado,
    de ser tratado con compasión, y que
    alguien abra nuestro corazón para recibir
    al que se sienta abandonado.

    EL EVANGELIO DE HOY: 24.08.2013

    Autor: P Clemente González | Fuente: Catholic.net
    El encuentro con Natanael
    Juan 1, 45-51. Fiesta Bartolomé apóstol. Bartolomé permaneció vacilante hasta que escuchó las palabras de Jesús... ¡alabándole!
     
    El encuentro con Natanael
    Del santo Evangelio según san Juan 1, 45-51


    En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: Aquel de quien escribieron Moisés y la Ley y los Profetas lo hemos encontrado: a Jesús, hijo de José, de Nazaret. Natanael le replicó: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Felipe le contestó: Ven y verás. Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño. Natanael le contesta: ¿De qué me conoces?Jesús le responde: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Natanael respondió: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Jesús le contestó: ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores. Y le añadió: Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre.

    Oración introductoria

    Jesús, eres el hijo de Dios, el rey de mi vida y mi mejor amigo, maestro y pastor. Me tomas de la mano y me conduces al Padre. Me insistes en la conversión, pues sólo un corazón decidido puede a orar en la fe. Ayúdame a orar disponiendo mi corazón para hacer la voluntad del Padre.

    Petición

    Señor, concédeme buscar la santidad en la coherencia y en el cumplimiento de tu voluntad.

    Meditación del Papa

    Volviendo a la escena de la vocación, el evangelista nos dice que, cuando Jesús ve que Natanael se acerca, exclama: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño". Se trata de un elogio que recuerda al texto de un Salmo: "Dichoso el hombre [...] en cuyo espíritu no hay fraude", pero que suscita la curiosidad de Natanael, quien replica sorprendido: "¿De qué me conoces?". La respuesta de Jesús no se entiende en un primer momento. Le dice: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi". Hoy es difícil darse cuenta con precisión del sentido de estas últimas palabras. Según dicen los especialistas, es posible que, dado que a veces se menciona a la higuera como el árbol bajo el que se sentaban los doctores de la ley para leer la Biblia y enseñarla, está aludiendo a este tipo de ocupación desempeñada por Natanael en el momento de su llamada. [...] Concluyendo, podemos decir que la figura de san Bartolomé (Natanael), a pesar de la falta de noticias, nos dice que la adhesión a Jesús puede ser vivida y testimoniada incluso sin realizar obras sensacionales. El extraordinario es Jesús, a quien cada uno de nosotros estamos llamados a consagrar nuestra vida y nuestra muerte. Benedicto XVI, 4 de octubre de 2006.

    Reflexión

    ¿De este pueblo tan pequeño puede salir algo bueno? Estas fueron las palabras que San Bartolomé, también llamado Natanael, dijo a Felipe, sorprendido ante la noticia de que había un gran hombre venido desde Nazaret.

    Natanael permaneció vacilante hasta que escuchó las palabras de Jesús, alabándole. Cristo demuestra que conoce perfectamente el interior del hombre, y por eso se permite elogiarle en público. ¿Y qué diría Jesús de nosotros? ¿Podría repetir las palabras que dirigió al santo que hoy contemplamos? Y tú, ¿qué opinión tienes de ti mismo?

    Lo que en realidad somos está recogido en nuestra conciencia. Ella nos avisa ante la bondad o maldad de nuestros actos, antes y después de hacerlos. Por eso, el que actúa guiado por una conciencia recta, tiene la seguridad de llevar una vida honrada, ante sí mismo, ante los hombres y ante Dios.

    Formar una buena conciencia es gran parte del secreto de nuestro obrar. ¿Y cómo se forma? Con criterios objetivos, válidos para todos y siempre. Por ejemplo, los diez mandamientos son la ayuda básica para saber qué debemos hacer y qué hay que evitar. Y una vez que hemos establecido fuertemente los principios, es necesario mantenerse firme en ellos.

    Propósito

    Restar importancia a mis puntos de vista, para estar más abierto a la opinión de los demás.

    Diálogo con Cristo 

    Jesús, frecuentemente soy escéptico y desconfío en que puedo alcanzar la santidad, porque no me dejo transformar por tu gracia y no cumplo la voluntad de Dios. Por eso te pido, hoy, que abras mi espíritu, mi corazón, mi entendimiento, para que sepa reconocerte siempre y darte el lugar que te corresponde en mi vida.

    viernes, 23 de agosto de 2013

    NUNCA TE QUEJES


    Nunca te quejes
    Autor: Pablo Neruda


    Nunca te quejes de nadie, ni de nada, porque fundamentalmente tu has hecho lo que querías en tu vida. 

    Acepta la dificultad de edificarte a ti mismo y el valor de empezar 
    corrigiéndote. El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de su error. 

    Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte, enfréntala con valor y 
    acéptala. De una manera u otra es el resultado de tus actos y prueba que tu siempre has de ganar. 

    No te amargues de tu propio fracaso ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño. Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar. 

    No olvides que la causa de tu presente es tu pasado así como la causa de tu futuro será tu presente. 

    Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta situaciones, de quien vivirá a pesar de todo, piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin eliminarlos morirán. 

    Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande que el más grande de los obstáculos, mírate en el espejo de ti mismo y serás libre y fuerte y dejarás de ser un títere de las circunstancias porque tu mismo eres tu destino. 

    Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la luz del amanecer. Tú eres parte de la fuerza de tu vida, ahora despiértate, lucha, camina, decídete y triunfarás en la vida; nunca pienses en la suerte, porque la suerte es: el pretexto de los fracasados.

    ORACIÓN A SANTA ROSA DE LIMA


    ORACIÓN A SANTA ROSA DE LIMA

    Gloriosa Santa Rosa de Lima, tú que supiste lo que es amar a Jesús con un corazón tan fino y generoso. Tú que despreciaste las vanidades del mundo para abrazarte a su cruz desde tu más tierna infancia. Tú que profesaste una gran ternura y dedicación a los más desvalidos sirviéndolos como al mismo Jesús. Tú que amaste con filial devoción a la Virgen María.  Enséñanos tus grandes virtudes para, siguiendo tu ejemplo, podamos gozar de tu protección en la tierra y de tu compañía en el Cielo. Por Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.



    Señor, Dios nuestro, Tú haz querido que Santa Rosa se consagre totalmente a ti,
    por su amor virginal, y por su penitencia de amor.

    Haz que guiados por el ejemplo de su caridad, seamos fecundos en el servicio de amor al prójimo, como buenos testigos del amor de Cristo.

    Guiados por el ejemplo de Santa Rosa,
    fortalece Padre, nuestro amor a ti
    y a nuestros hermanos, junto a quienes queremos alabarte y bendecirte,
    por los siglos de los siglos. Amén.

    NO TE RINDAS


    No te rindas

    Aunque te sientas triste,
    piensa en un mañana pleno de alegría ,de 
    satisfacciones, y de sueños realizados, y 
    entonces  comprenderás que también los errores son 
    indispensables para aprender.

    No te rindas!
    Aunque te sientas solo,
    piensa en todas las personas que te
    brindaron afecto durante tu vida, y sabrás
    que en el tiempo venidero, también
    amaras y serás amado. 

    No te rindas!
    Aunque te sientas derrotado,
    piensa siempre en la victoria luminosa

    que te espera al final del camino, y descubrirás

    que las caídas te muestran el poder

    de tu fe y de tu fuerza.

    No te rindas!
    Aunque te sientas perdido,
    piensa en la esperanza que anida en lo
    profundo de tu corazón, rescátala y sal a
    recorrer el sendero señalado, con la
    mirada puesta en el cielo

    No te rindas! Dios camina contigo!

    ORACIÓN PARA IRRADIAR A CRISTO


    ORACIÓN PARA IRRADIAR A CRISTO
    (JOHN HENRY NEWMAN)

    Amado Señor,

    Ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya.

    Inunda mi alma de espíritu y vida.

    Penetra y posee todo mi ser hasta tal punto que toda mi vida solo sea una emanación de la tuya.

    Brilla a través de mí, y mora en mi de tal manera que todas las almas que entren en contacto conmigo puedan sentir tu presencia en mi alma.

    Haz que me miren y ya no me vean a mí sino solamente a ti, oh Señor.

    Quédate conmigo y entonces comenzaré a brillar como brillas Tú; a brillar para servir de luz a los demás a través de mí.

    La luz, oh Señor, irradiará toda de Ti; no de mí; serás Tu, quien ilumine a los demás a través de mí.

    Permíteme pues alabarte de la manera que más te gusta, brillando para quienes me rodean.

    Haz que predique sin predicar, no con palabras sino con mi ejemplo, por la fuerza contagiosa, por la influencia de lo que hago, por la evidente plenitud del amor que te tiene mi corazón. Amén.

    JESÚS, MÉDICO DE MÉDICOS


    EL EVANGELIO DE HOY: 23.08.2013

    Autor: P Clemente González | Fuente: Catholic.net
    Amarás a Dios con todo tu corazón
    Mateo 22, 34-40. Tiempo Ordinario. Este amor a Dios debe salir de nuestro corazón y convertirse en amor a los hombres.
     
    Amarás a Dios con todo tu corazón
    Del santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40

    En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le dijo: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.

    Oración introductoria

    Jesús, gracias por recordarme que lo más importante es amarte en los demás. El mantener una relación personal contigo en la oración debe ser la prioridad en mi vida. Creo, espero y te quiero, ilumina mi oración para que el amor me transforme.

    Petición

    Señor, enséñame a ser fiel y amar a los demás con tu caridad divina.

    Meditación del Papa

    En la Sagrada Escritura, la llamada al amor del prójimo está unida al mandamiento de amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas. Por consiguiente, el amor al prójimo responde al mandato y al ejemplo de Cristo si se funda en un verdadero amor a Dios. Así es posible para el cristiano hacer experimentar a los demás a través de su entrega la ternura providente del Padre celestial, gracias a una configuración cada vez más profunda con Cristo. Para dar amor a los hermanos, es necesario tomarlo del fuego de la caridad divina, mediante la oración, la escucha asidua de la Palabra de Dios y una vida centrada en la Eucaristía. Vuestra vida cotidiana ha de estar impregnada de la presencia de Jesús, ante cuya mirada estáis llamados a poner también el sufrimiento de los enfermos, la soledad de los ancianos o las dificultades de las personas con discapacidad. Saliendo al encuentro de estas personas, servís a Cristo: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis" dice el Señor. (Benedicto XVI, 9 de febrero de 2013).

    Reflexión:

    La religión consiste en amar a Dios. El versículo que cita Jesús (Dt 6, 5) es parte del Shema: el “credo” básico y esencial del judaísmo. Esta frase, con la cual también hoy se da inicio a cada servicio litúrgico hebraico, es el primer texto que todo joven hebreo aprende de memoria. Significa que debemos dar a Dios un amor total, un amor que controla nuestras emociones, que dirige nuestros pensamientos y que mueve cada una de las acciones.

    La verdadera religión comienza con el amor y la entrega total de la vida a Dios. Este amor a Dios debe salir de nuestro corazón y convertirse en amor a los hombres. Observemos el orden de los mandamientos: primero debe venir el amor a Dios y después el amor al prójimo. Sólo podemos querer verdaderamente a los hombres si amamos a Dios. Esto sucede porque hemos sido creados a su imagen y semejanza.

    También en la sociedad actual el amor a Dios es un factor insustituible. Si eliminamos el amor a Él, con más facilidad se abre el camino a la impaciencia, a la rabia y al odio entre lo hombres. Así, la paz y la convivencia fraternal desaparecen.

    Diálogo con Cristo 

    Jesús, dame la gracia de amar a los demás con todo mi esfuerzo y buena voluntad. Que mi amor no sea sólo un buen, pero vago, deseo sino que se concretice en buenas obras. Quiero contemplarte, experimentar tu cercanía para que pueda aprender a querer a los demás, especialmente a los más cercanos, como Tú me quieres.

    Propósito

    Examinar mi conciencia y, honestamente, evaluar la espontaneidad, la profundidad y la extensión de mi caridad hacia los demás, especialmente con aquellos que supuestamente amo más. 

    jueves, 22 de agosto de 2013

    AYÚDAME, SEÑOR...


    AYÚDAME, SEÑOR...

    Ayúdame Señor, que mis fuerzas flaquean,
    Ayúdame, Tu que tanto conoces mi pesar,
    Ayúdame a no perder nunca la sonrisa
    Y a regalar siempre alegría a los demás.

    Ayúdame Señor, a perdonar a quien me hiere,
    Y a olvidar las injusticias que hacen mal,
    Ayúdame a mitigar el dolor del que sufre
    Y a extender mi mano con dulzura y mucha paz.

    Ayúdame Señor, a no pecar preparando el camino
    Que a Ti me lleve en poco tiempo mas,
    Y a sembrar el sendero que hacia Ti hoy transito
    Con semillas de amor, de fe y de humildad. Amén


    EUCARISTÍA: MISTERIO DE FE



    Eucaristía: el Misterio de Fe
    Es un Pan que se ofrece, una Sangre que se derrama y limpia, una Presencia que conforta y consuela.


    ¿Por qué llamamos a la Eucaristía Misterio de Fe? 
    Porque la Eucaristía requiere y presupone la fe. 

    Se nos dice que es Cristo quien celebra la Eucaristía, y vemos a un hombre subir las gradas del altar, y oímos una voz humana, y vemos un rostro humano y unas facciones humanas. ¡Qué fe! 

    Se nos dice que asistimos al Calvario, al Viernes Santo, y vemos unas paredes frías, unos bancos o sillas. ¡Qué fe! 

    Se nos dice que Dios nos habla en las lecturas, y escuchamos una voz humana, a veces femenina, a veces masculina. ¡Qué fe! 

    Se nos dice que todos los ángeles asisten absortos y comparten nuestra misa, alrededor del altar, y nosotros sólo vemos unas velas, un mantel y unos monaguillos, y gente de carne y hueso. ¿Dónde se han escondido los ángeles? ¡Qué fe! 

    Se nos dice que Dios está real y sacramentalmente ahí presente, bajo las especies del pan y vino, y nuestros ojos no ven nada, sólo oímos una voz humana, a veces entrecortada por sollozos o por algún ruido de niños. ¡Qué fe! 

    Se nos dice que, después de la consagración, ese trozo de pan que vemos es el Cuerpo de Cristo, y nos sabe a pan, y sólo a pan, y vemos pan, sólo pan. Y sin embargo, ¡es verdaderamente el cuerpo de Cristo! ¡Qué fe! 

    Se nos dice que somos una comunidad de hermanos, y vemos a veces a gente extraña, que ni siquiera conocemos y con la que no siempre estamos en plena comunión. ¡Qué fe! 

    Se nos dice que la Misa termina en misión, y resulta que yo termino igual, vuelvo a casa a hacer lo mismo de siempre, a la rutina de siempre, a las penas de siempre, a los sufrimientos de siempre. 


    Sí, la eucaristía es un misterio de fe. Y sólo quien tiene fe, podrá entrar en esa tercera dimensión que se requiere para vivirla y disfrutarla. 

    ¿Cómo preparó Cristo a sus discípulos para la eucaristía, misterio de fe? 

    Primero en Cafarnaúm les hizo la promesa. Después en Jerusalén, en el Cenáculo, la institución. Allí hizo realidad la gran promesa. 

    Lo veían día a día entregado a los demás. Se hacía pan tierno para los niños, consuelo para los tristes, consejo para los suyos, médico para los enfermos. Jesús vivía a diario las exigencias de la eucaristía. Donación y banquete que alimenta, sacrificio que se ofrece, presencia que consuela. 

    La Eucaristía no son ideas bonitas, no son discursos demostrativos. Es un Pan que se ofrece, una Sangre que se derrama y limpia, una Presencia que conforta y consuela. Y esto fue Cristo durante su vida aquí, en la tierra, y hoy, en la eucaristía, en cada Sagrario. Y, mañana, en el cielo. 

    Llegó el día de la gran promesa que narra San Juan en el capítulo 6 de su evangelio: Yo soy el Pan vivo; quien me come, vivirá. El pan que les daré es mi carne, para la vida del mundo. Sonaba duro: comer su carne, beber su sangre, no estaban acostumbrados a ese lenguaje. 

    ¿Cuál fue la repuesta de los oyentes? 

    La incredulidad. Muchos le abandonaron, les parecía un escándalo, les parecía una irracionalidad, les parecía un canibalismo. ¡Esto es insoportable! Este rechazo fue ciertamente una profunda desilusión para Jesús. 

    Miró a sus Apóstoles, esperando encontrar en ellos la fe, la adhesión, el afecto: ¿También vosotros queréis marcharos?. Jesús estaba dispuesto a dejarlos irse si no creían en la eucaristía, que acababa de anunciarles. Es que no es posible seguir a Cristo sin creer en la eucaristía. 

    Afortunadamente, la confesión de Pedro, en nombre de todos, permitió a los apóstoles continuar en el seguimiento del Maestro. Jesús siempre exigió la fe en la eucaristía. Sólo con la fe y desde la fe, comulgando obtendremos los frutos que Él nos quiere dar. Si no, sólo recibimos un trozo de pan, pero sin ningún fruto. 

    La Eucaristía requiere un impulso de fe siempre renovado. Hay que dar un gran salto, de lo visible a lo invisible. Esto se da en cada Sacramento. Ese salto es la fe. 

    Jesús pidió fe a sus primeros seguidores. ¿Acaso queréis iros? Renovemos nuestra fe cada vez que vivamos la eucaristía. Señor, creemos, pero aumenta nuestra credulidad. Creemos, pero queremos crecer en nuestra fe. 


    Preguntas o comentarios al autor
    P. Antonio Rivero LC: 

    EL EVANGELIO DE HOY: 22 DE AGOSTO DEL 2013

    Autor: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net
    Parábola del banquete nupcial
    Mateo 22, 1-14. Tiempo Ordinario. Todos estamos invitados a participar del gran banquete que celebrará en el cielo.
     
    Parábola del banquete nupcial
    Del santo Evangelio según san Mateo 22, 1-14

    Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: "Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda." Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad. Entonces dice a sus siervos: "La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda." Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales. «Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?" El se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: "Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos».

    Oración introductoria

    Dios mío, me invitas, me llamas incansablemente a tener un encuentro misterioso en el amor. Tu iniciativa me conmueve. Ayúdame a elevar mi corazón hacia Ti para saber corresponder a tanto amor, participando dignamente en este banquete de la oración.

    Petición

    Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío.

    Meditación del Papa

    Cómo es posible que este comensal haya aceptado la invitación del rey y, al entrar en la sala del banquete, se le ha abierto la puerta, pero no se ha puesto el vestido de bodas? ¿Qué es este vestido de bodas? En la Misa in Coena Domini de este año, hice referencia a un bello comentario de san Gregorio Magno a esta parábola. Él explica que ese comensal ha respondido a la invitación de Dios a participar en su banquete, tiene, en cierto modo, la fe que le ha abierto la puerta de la sala, pero le falta algo esencial: el vestido de bodas, que es la caridad, el amor. Y san Gregorio añade: "Cada uno de vosotros, por tanto, que en la Iglesia tiene fe en Dios ya ha tomado parte en el banquete de bodas, pero no puede decir que lleva vestido de bodas si no custodia la gracia de la Caridad". Y este vestido está tejido simbólicamente por dos leños, uno arriba y el otro abajo: el amor de Dios y el amor del prójimo. Todos nosotros somos invitados a ser comensales del Señor, a entrar con la fe en su banquete, pero debemos llevar y custodiar el vestido de bodas, la caridad, vivir un profundo amor a Dios y al prójimo. Benedicto XVI, 9 de octubre de 2011.

    Reflexión

    Podría sonar demasiado extraño este evangelio porque, ¿cómo es posible que alguien rechace la invitación a una boda donde habrá vino, música y buen ambiente? Al menos hoy día son pocos los que rechazarían esta oferta tan especial. Pero es claro que esta parábola Cristo nos la dibujó así para que comprendiésemos que todos estamos invitados a participar del gran banquete que celebrará en el cielo.

    Sólo nos hace falta cumplir un requisito que el evangelio lo pone como algo externo pero que en realidad en las bodas se le da demasiada importancia y es el vestido. Es necesario e indispensable entrar con el ajuar apropiado al gran banquete que Cristo nos invitará, este ajuar es la vida de gracia. Por eso expulsaron de la boda al hombre que no llevaba el traje apropiado, porque no estaba en vida de gracia. Y la gracia, como la llama santo Tomás de Aquino, es "nitior animae" es decir, esplendor del alma, presencia de Dios en nuestra alma.

    Es claro que Jesús no puede habitar en un lugar en donde no tiene amigos, y tampoco nosotros nos deberíamos atrever a presentarnos a la boda que Él organiza cuando no le tenemos por amigo. Esto es la vida de gracia, conservar su amistad y por tanto rechazar enérgicamente todo lo que pudiese ofenderle: revistas indecentes, películas deshonestas, compañías perjudiciales, ofensas a nuestros padres o hermanos, críticas etc.

    Es difícil conservar esta amistad con Cristo, pero si realmente lo tenemos por amigo no nos atreveremos a ofenderle, sino que al contrario nos esforzaremos por ser cada día mejores amigos de Él.

    Propósito

    Ser sincero con todos y en todo, fortaleciendo esta actitud en el sacramento de la reconciliación.

    Diálogo con Cristo 

    Jesús, el vestido de bodas que necesito es el del amor. Cuántas veces doy más importancia a mi propia satisfacción en vez de centrar mi atención y esfuerzo en alcanzar la verdadera comunión contigo. Con la intercesión de María, ayúdame a valorar tu invitación a la santidad, optando siempre por la virtud en vez del pecado, amando desinteresadamente en vez de buscar mi propia conveniencia, siendo humilde en vez de orgulloso 

    ORACIÓN A LA REINA DEL CIELO: VIRGEN MARÍA


    ORACIÓN A LA REINA DEL CIELO: VIRGEN MARÍA
    (Imprimatur concedido por el Papa San Pío X el 8 de junio de 1908)

    Augusta Reina de los Cielos y Señora de los Angeles, a Ti que has recibido de Dios el poder y la mision de aplastar la cabeza de Satanas, pedimos humildemente que envies legiones celestiales para que, bajo Tus ordenes, persigan a los demonios, los combatan por todas partes, repriman su audacia y los precipiten en los abismos. 
    Quien como Dios? 
    !Oh buena y tierna Madre, siempre seras nuestro amor y nuestra esperanza!
    !Oh Divina Madre, envia a los Santos Angeles para defenderme, y aleja de mi al cruel enemigo!
    Santos Angeles y Arcangeles defendednos y guardadnos.
    Amen.

    miércoles, 21 de agosto de 2013

    DÍA DEL CATEQUISTA - 21 AGOSTO - ORACIÓN


    ORACIÓN DEL CATEQUISTA

    Me has llamado, Señor,
    a continuar tu obra de anuncio del Reino
    que inaguró entre nosotros
    Jesús, tu Hijo y nuestro hermano.

    Con los profetas te quiero gritar:
    Mira, Señor, que no soy más que un joven
    que no sabe hablar.
    Pero, a pesar de todo, 
    aquí estoy para hacer tu voluntad
    y proclamar a todos
    que Tú eres el Dios de la Vida
    el Dios de la Misericordia.

    Tú, Señor, conoces muy bien
    toda mi vida y mis dudas;
    mis fragilidades y debilidades.

    Solo quiero que mi vida esté a tu disposición
    como lo estuvo la de María,
    creyente sencilla y Madre buena.

    Señor, que sepa hacer resonar
    tu mensaje en mi comunidad,
    en el lugar donde vivo
    para que la buena noticia llegue a todos
    y el mundo crea en el Evangelio.

    Amén

    ACEPTACIÓN


    Aceptación
    Autor: Regina Hill 
    Aceptación significa que puedes encontrar en tu corazón la serenidad que te libere del pasado con sus errores y pesares, te transporte hacia el futuro con una perspectiva nueva, y te haga apreciar la oportunidad de una nueva vida.

    Aceptación significa que cuando haya momentos difíciles en tu vida, sabrás hallar el amparo y el consuelo para aliviar tus pesares. Hallarás nuevas aspiraciones y esperanzas, e indulgencia en tu corazón.

    Aceptación no significa perfección para siempre. Solo significa que te sobrepondrás a la imperfección.

    Aceptación es la senda hacia la paz, para liberarte de lo peor. Conservar lo mejor, y hallar en tu alma la esperanza que te acompañe toda la vida.

    Aceptación es la mejor defensa del corazón, el mayor bien del amor, y la manera más fácil de seguir creyendo en tí y en los demás.

    ABRA LA PUERTA


    Abra la puerta
    Autora: Ana Lucía Santana


    Si abres una puerta, puedes o no entrar a una sala.
    Puedes o no, entrar y quedarte observando la vida .
    Pero si vences la duda, el miedo, y entrás, das un gran paso:
    En esta sala se vive.
    También hay un precio... son innumerables puertas las que descubres.
    El gran secreto es saber cuándo y cuál puerta debemos abrir.
    La vida no es rigurosa, ella propicia errores y aciertos.
    Los errores pueden ser transformados en aciertos cuando con ellos se aprende.
    No hay seguridad en el error eterno.
    La vida es generosa. En cada sala que uno entra, descubre tantas otras
    puertas.
    La vida enriquece y ennoblece a la persona que se arriesga a abrir nuevas puertas, a mirar nuevos horizontes.
    La vida privilegia a quien descubre sus secretos.
    Pero la vida también puede ser dura y severa.
    Si no traspasas la puerta, tendrás siempre la misma puerta delante.
    Es la repetición ante la creación, es la monotonía monocromática ante la
    multiplicidad de los colores, el estancamiento de la vida ...
    Para la vida, las puertas no son obstáculos sino , diferentes pasajes.
    Es importante el poder atreverse a pasar por la puerta de lo desconocido, no
    sabremos que nos traerá, pero seguro será bueno y mejor...

    EL EVANGELIO DE HOY: 21.08.2013

    Autor: P. Clementre González | Fuente: Catholic.net
    Parábola de los trabajadores de la viña
    Mateo 20, 1-16. Tiempo Ordinario. Cristo necesita tus manos, tu inteligencia, tu servicio, para hacer algo por los demás.
     
    Parábola de los trabajadores de la viña
    Del santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16

    En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido. Ellos fueron. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar? Le respondieron: Nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a mi viña. Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.

    Oración introductoria

    Señor Jesús, Tú sabes que es lo que más me conviene. Cuenta conmigo, llámame, a la hora que quieras, para trabajar en tu viña. Tú eres fiel a tu Palabra y estás más interesado que yo en mi bien espiritual, por eso confío plenamente en Ti. Quiero escuchar tu voz. Habla, Señor, estoy a la escucha.

    Petición

    Señor, quiero trabajar por Ti, quiero desgastarme por Ti, quiero poner todo lo que soy a tu servicio. Ilumíname para saber cómo y dónde servirte.

    Meditación del Papa

    La parábola del Evangelio de Mateo sobre los trabajadores llamados a jornada en la viña nos hace comprender en qué consiste esta diferencia entre la justicia humana y la divina, porque hace explícita la delicada relación entre justicia y misericordia. La parábola describe a un agricultor que asume trabajadores en su viña. Lo hace sin embargo en diversas horas del día, de manera que alguno trabaja todo el día y algún otro sólo una hora. En el momento de la entrega del salario, el amo suscita estupor y provoca una discusión entre los jornaleros. La cuestión tiene que ver con la generosidad -considerada por los presentes como injusticia- del amo de la viña, el cual decide dar la misma paga tanto a los trabajadores de la mañana como a los últimos en la tarde. En la óptica humana, esta decisión es una auténtica injusticia, en la óptima de Dios un acto de bondad, porque la justicia divina da cada uno lo suyo y, además, incluye la misericordia y el perdón. Benedicto XVI, 18 de diciembre de 2011.

    Reflexión

    ¿Quién dice que ya no hay trabajo? Jesucristo, en esta parábola, viene a ofrecernos uno: el trabajo por su viña, por su Iglesia. ¿Y con qué moneda nos pagará? Con la vida eterna.

    Es necesario ver cuánta necesidad hay en el mundo. No sólo en las misiones; también en nuestra ciudad, en nuestra parroquia, quizás también en nuestra propia familia. Porque a unos les falta el pan y a otros el alimento espiritual, que es la palabra de Dios. ¡Qué importa la edad o los medios que tengamos! Cada uno tiene una vocación muy concreta que Dios le ha regalado, una misión insustituible. ¿Cuál es la mía? Mi primera misión es la de ser cristiano, por algo estoy bautizado. Y un cristiano lo es en la medida que da testimonio con su vida.

    ¿Hay otras maneras de trabajar en la viña del Señor? Desde luego: la oración, el consejo acertado, la ayuda económica, etc. Hay que echarle un poco de imaginación, y seguro que encontraremos un apostolado que nos venga a la medida. Y si no, pregúntale a tu párroco.

    Cristo te necesita. Necesita tus manos, tu inteligencia, tu servicio para hacer algo por los demás. Decídete a ser un apóstol y prepárate para el premio de la vida eterna.

    Oración introductoria

    Señor Jesús, Tú sabes que es lo que más me conviene. Cuenta conmigo, llámame, a la hora que quieras, para trabajar en tu viña. Tú eres fiel a tu Palabra y estás más interesado que yo en mi bien espiritual, por eso confío plenamente en Ti. Quiero escuchar tu voz. Habla, Señor, estoy a la escucha.

    Propósito

    Renunciar a los sentimientos de descontento y saber agradecer diariamente a Dios, los talentos que me ha dado.

    Diálogo con Cristo 

    Señor, que diferente es tu justicia a la del mundo. Mezquinamente busco la recompensa de lo que hago por el bien de los demás, olvidando que eso que creo que es extraordinario, es simplemente mi obligación. Tú eres infinitamente misericordioso y me colmas con la gratuidad de tus dones. Dame lo único que necesito, la gracia de salir de esta oración decidido a darlo todo por tu causa; a vencer el miedo, la rutina y los cálculos egoístas.

    ORACIÓN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO Y POR NUESTROS SERES QUERIDOS FALLECIDOS


    ORACIÓN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO Y POR NUESTROS SERES QUERIDOS FALLECIDOS

    Oh buen Jesús, que durante toda tu vida te compadeciste de los dolores ajenos, mira con misericordia las almas de nuestros seres queridos que están en el Purgatorio. Oh Jesús, que amaste a los tuyos con gran predilección, escucha la súplica que te hacemos, y por tu misericordia concede a aquellos que Tú te has llevado de nuestro hogar el gozar del eterno descanso en el seno de tu infinito amor. Amén.

    Concédeles, Señor, el descanso eterno y que les ilumine tu luz perpetua.

    Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.
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