viernes, 9 de agosto de 2013

MARÍA, MADRE NUESTRA


María, Madre nuestra
Padre Eusebio Gómez Navarro OCD 


Muchas son las advocaciones con las que invocamos a María. La Virgen del Carmen ha sido una de las devociones más populares durante setecientos años. Muchos cristianos se han sentido protegidos por María con el Escapulario. El escapulario es un signo especial de la protección de María, madre y hermana nuestra. El Escapulario del Carmen nos compromete a vivir como María, a ser personas orantes, a estar abiertos a Dios y a las necesidades de los hermanos. 

María fue la favorecida de Dios, la “llena de gracia”. Sabía que el Señor estaba con ella, sentía su presencia. Dios se había fijado en su humildad y cuidaba de ella. Estaba arropada por la fuerza de Dios. No podía temer a nada ni a nadie. María conocía el corazón de Dios, sabía de su infinita misericordia. Por eso, lo alababa y adoraba. Vivía de Dios, con Dios y para Dios. Concibió y dio a luz a su hijo, “el Hijo del Altísimo” a quien puso por nombre Jesús, Salvador de cada pueblo y de todos aquellos que creen en él. En su vientre había llevado a Jesús y facilitó que estuviera en su corazón durante toda su vida. 

María fue una mujer sencilla. Se ubicó entre los socialmente considerados inferiores, entre los que no tienen ni voz ni voto. Todos los necesitados tenían cabida en su corazón. Sin demora ni tardanza se puso en camino para atender a su pariente Isabel, para llevarle al Dios de la vida, para asistirla y ayudarla. 

María tiene muchos títulos. Entre todos ellos, todos hermosos y grandes, sobresale el de ser Madre de Cristo y Madre nuestra. María es Madre de la Iglesia. Como dice Pablo, sufre por ella dolores de parto hasta ver a Cristo formado en cada uno de los creyentes. Ella cuida de sus hijos, como buena madre, durante la vida y en la hora de la muerte. Ella ayuda a caminar con Jesús y a esperar hasta el final. 

María estuvo junto a su hijo en todos los momentos de su vida. En las alegrías y, sobre todo, en el momento de la cruz. Lo acompañó hasta la tragedia final del Calvario. Ella, la Dolorosa, también está cercana a nuestras penas y sufrimientos cotidianos. Los pobres, los enfermos, los que sufren, alcanzan de María la fuerza y ayuda para sobrellevar con fe una vida plagada de dificultades. 

La historia y la leyenda nos han mostrado a la Virgen del Escapulario siempre cercana a todos aquellos que, viviendo momentos difíciles y amargos, han acudido a ella pidiendo su protección. 

Llevar el Escapulario de la Virgen del Carmen es ponerse, como ella, un vestido nuevo, el ropaje de la fe, de la alegría... 
Sí, hemos sido revestidos de Cristo y, como María, debemos permanecer fieles a Dios hasta el final.

MÁS CERCA DEL CIELO


Más cerca del cielo

Un día el P. Damián metió el pie en una vasija que tenía agua supremamente caliente, y él no sintió nada. Entonces se dio cuenta de que estaba leproso. Enseguida se arrodilló ante un crucifijo y exclamó: 

“Señor, por amor a Ti y por la salvación de estos hijos tuyos, acepto esta terrible realidad. La enfermedad me irá carcomiendo el cuerpo, pero me alegra el pensar que cada día en que me encuentre más enfermo en la tierra, estaré más cerca de ti para el cielo”.

EL EVANGELIO DE HOY: 09.08.2013

Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
Seguir a Cristo
Mateo 16, 24-28. Tiempo Ordinario. Cargar la cruz que tenemos con alegría, Cristo va por delante.
 
Seguir a Cristo
Del santo Evangelio según san Mateo 16, 24-28


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del Hombre con majestad.

Oración introductoria

Padre santo, ayúdame a buscar lo que me haga crecer en el amor, para darte gloria y servir mejor a los demás: bienes que duren y valgan para la eternidad. Y, aunque no me guste ni me atreva a buscarla, que sepa renunciar a mí mismo para tomar mi cruz y seguirte.

Petición

Señor, dame la fortaleza para tomar mi cruz y seguir los pasos de tu Hijo.

Meditación del Papa

En los tres Evangelios, este seguirle en el signo de la cruz... como el camino del "perderse a sí mismo", que es necesario para el hombre y sin el cual le resulta imposible encontrarse a sí mismo. Como a los discípulos, también a nosotros Jesús nos dirige la invitación: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame". El cristiano sigue al Señor cuando acepta con amor la propia cruz, a pesar de que a los ojos del mundo aparece como un fracaso y una “pérdida de la vida”, sabiendo que no la lleva solo, sino con Jesús, compartiendo su mismo camino de donación. Escribe el Siervo de Dios Pablo VI: "Misteriosamente, el mismo Cristo, para erradicar del corazón del hombre el pecado de la presunción y manifestar al Padre una obediencia íntegra y filial, acepta… morir en una cruz". Aceptando voluntariamente la muerte, Jesús lleva la cruz de todos los hombres y se convierte en fuente de salvación para toda la humanidad. San Cirilo de Jerusalén comenta: "La cruz victoriosa ha iluminado a quien estaba ciego por la ignorancia, ha liberado a quien era prisionero del pecado, ha llevado la redención a toda la humanidad" (Benedicto XVI, 28 de agosto de 2011).

Reflexión

Un sacerdote tuvo que realizar un viaje a Estados Unidos y en el avión coincidió con un empresario muy importante. Después de un rato de diálogo, el millonario le contó esta confidencia: Daría con gusto gran parte de mi dinero con tal de volver a tener la experiencia de Dios que viví hace muchos años.

La amistad con Cristo no se paga con dinero, es gratis. Por eso es tan difícil lograrla, porque no se vende en ningún establecimiento. No es una mercancía, pero es el bien más cotizado del mundo. Y por desgracia, también el más desconocido.

¿Cómo se logra esa amistad? En primer lugar, haciéndose como Cristo. Para eso hay que empezar a conocerlo; leer el Evangelio, acudir a los sacramentos, dedicar momentos diarios a la oración, etc. Es necesario "empaparse" de sus enseñanzas, que son divinas. Es entonces cuando damos un fundamento sólido a nuestra vida cristiana.

Jesús nos avisa que esa transformación en Él es costosa, como cargar con una cruz sobre los hombros. No hay que engañarse. Pero también es la manera más plena de vivir, despreocupándose de los propios intereses y tratando a los demás como Cristo lo haría. Es así como podremos experimentar su amistad y cercanía. Así "recobramos" nuestra alma para el Señor y ayudamos, con nuestro testimonio, a los otros.

Diálogo con Cristo 

Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a Corazón
Señor, no es fácil ser tu amigo en la cruz. La tentación a escapar o renegar de la realidad, cuando se presentan los problemas, fácilmente me domina. Gracias por esta meditación que me confirma que puedo confiar en que, con tu gracia, puedo perseverar hasta el final. No puedo esperar gozar de una eternidad gloriosa, llena de fiesta y de alegría, si no derramo, por amor a Ti y a mis hermanos, un poco de sangre, sudor y lágrimas en la tierra.

Propósito

Adoptar una actitud positiva, y no quejarme, ante las dificultades de este día para seguir a Cristo en el camino de la cruz. 

jueves, 8 de agosto de 2013

LAS ESCONDIDAS


LAS ESCONDIDAS

Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres.

Cuando el ABURRIMIENTO había bostezado por tercera vez, la LOCURA, como siempre tan loca, les propuso: "Vamos a jugar a las escondidas"... 


La INTRIGA, levanto la ceja intrigada y la CURIOSIDAD sin poder contenerse pregunto: ..."¿las escondidas?"... ¿y eso cómo es?. ; es el juego, explicó la LOCURA, en que yo me tapo los ojos y comienzo a contar de uno hasta un millón mientras ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar al primero de ustedes que encuentre ocupara mi lugar para continuar el juego.


El ENTUSIASMO bailo entusiasmado, secundado por la EUFORIA; la ALEGRIA dio tantos saltos que terminó por convencer a la DUDA, e incluso a la APATÍA, a la que nunca le interesaba nada.

Pero no todos quisieron participar. La VERDAD prefirió no esconderse; ¿para qué? si al final siempre la hallaban.
La SOBERBIA opinó que era un juego tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiera sido de ella)
La COBARDÍA prefirió no arriesgarse.

1, 2, 3......... Comenzó a contar la LOCURA. 

La primera en esconderse fue la PEREZA que como siempre tan perezosa se dejo caer tras la primera piedra del camino. 
La FE subió al cielo, la ENVIDIA se escondió tras la sombra del TRIUNFO, que con su esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol mas alto.


La GENEROSIDAD casi no alcanza a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos, que si un lago cristalino (el lago del espejo), ideal para la BELLEZA, que si una rendija hecha en un árbol, perfecto para la TIMIDEZ, que si el vuelo de una mariposa, lo mejor para la VOLUPTUOSIDAD, que si una ráfaga de viento, magnifico para la LIBERTAD. Así termino por acurrucarse en un rayito de sol.

El EGOISMO en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio aireado, cómodo, pero solo para él.
La MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris).
Y la PASIÓN y el DESEO, en el centro de los volcanes.
El OLVIDO... se me olvidó donde se escondió el OLVIDO... pero eso no importa.

Cuando la LOCURA contaba 999.999 el AMOR aún no había encontrado sitio para esconderse pues todo lo encontraba ocupado. Hasta que divisó un rosal, y enternecido, decidió esconderse entre sus flores.

La primera en aparecer fue la PEREZA, a solo tres pasos detrás de una piedra. Después se escuchó a la FE discutiendo con Dios pues no todas sus aspiraciones habían sido satisfechas; la PASION y el DESEO descubiertas fueron pues salieron despavoridas entre el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró a la ENVIDIA y, claro, pudo deducir donde estaba el TRIUNFO.

Al EGOISMO no tuvo ni que buscarlo, el solito salió disparado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas. 


De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la BELLEZA. Con la DUDA fue más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún en qué lado esconderse.


Así fue encontrando a todos al TALENTO entre la hierba fresca a la ANGUSTIA en una oscura cueva, a la MENTIRA detrás de un arco iris (mentira!, si estaba en el fondo del océano) y hasta el OLVIDO...que ya se había olvidado que estaba jugando a las escondidas.

Pero sólo el AMOR no aparecía por ningún lado. La LOCURA busco en cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas y, cuando estaba por darse por vencida, divisó un rosal y pensó: ..." El AMOR, siempre tan cursi, seguro se escondió entre las rosas "...
Tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas cuando de pronto un doloroso grito se escuchó ... las espinas habían herido en los ojos al AMOR.

La LOCURA no sabía qué hacer para disculparse: imploró, lloró, pidió perdón y hasta prometio ser su lazarillo.......
Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a las escondidas, en la tierra "...¡ EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA SIEMPRE LO ACOMPAÑA ! ..."

EL RACIMO DE UVAS



EL RACIMO DE UVAS

Un día llamaron a la puerta de un convento, y abrió el
hermano portero llamado Barragán, este vio con asombro
que un hortelano de las tierras de al lado le
entregaba un hermoso racimo de uvas tan grande que le
causó admiración, diciéndole: hermano te regalo este
racimo de uvas en agradecimiento por la buena atención
que me prestas cada vez que vengo al convento, sin
pensarlo dos veces el hermano portero le dio las
gracias por tan precioso regalo y le dijo que no
tardarían mucho en dar cuenta de él.

Apenas salió el hortelano del convento ya se relamía
pensando en que se lo comería el solo y no decir nada
a los demás, al fin y al cabo se lo habían regalado
para él.

Lo lavó y dejó escurrir en un clavo que había colgado
en la pared, mirándolo con alegría por el gran festín
que le esperaba.

Pero la viva conciencia del hermano portero le hizo
pensar que en el convento había un hermano enfermo que
no gustaba de comer nada, debido a su enfermedad.
Este pensó para sí que sería una buena obra alegrarle
el día a este enfermo y de paso llenarle el estómago,
tan necesitado de alimento.

Sin pensarlo mucho descolgó el racimo de uvas y se fue
a la enfermería a regalárselo a tan delicado enfermo.
El enfermo al ver el racimo abrió los ojos
sobresaltado al ver su gran tamaño, y el portero le
dijo: Hermano Matías me han regalado este racimo para
mí, pero pensando en tu enfermedad y sabiendo que no
te apetece comer nada, quizás estas uvas te abran el
apetito, el hermano Matías se lo agradeció de corazón
que se hubiese acordado de él, diciéndole que si se
moría le tendría muy presente cuando estuviera en el
Cielo con Nuestro Señor. El portero le buscó una
fuente donde le colocó el racimo para que fuera
picando cuando gustara. Dejándolo solo, se fue para la
portería pensando en la gran obra que había hecho por
su hermano Matías.

El enfermo cogió el racimo como pudo e iba a dar buena
cuenta del, pero pensó que si lo dejaba haría un buen
sacrificio para remisión de sus pecados y bien
de su alma y decidió no comerlo y dárselo al hermano
enfermero que le atendía con tanta caridad y se
desvivía por él por las noches. 

Gritó al hermano enfermero pensando este que le
sucedía algo por la insistencia en que le llamaba.
Hermano Esteban me ha traído el hermano portero este
racimo para que lo degustara pensando en mi
enfermedad, pero pensé que, ya que no me
entra nada en el estómago y pudiérase que me hiciera
daño he pensado que te lo comas tú, que te portas tan
bien conmigo. El Hermano Esteban insistía en que
lo intentara comérselo pero cuanto más insistía el
enfermero mas lo rechazaba el enfermo. Este decidió
comérselo en su celda dándole las gracias por tan
precioso regalo.

Y mientras caminaba hacia su celda, pensó que mejor
que comérselo él, se lo daría al Hermano cocinero que
bien se esmeraba para que todos lo frailes comieran lo
poco que les llegaba de la huerta y de donativos. Bajó
a la cocina y encontrándose con Buenaventura el
hermano cocinero y topándose de bruces con él y el
racimo le dijo: mira, lo que me han regalado, pero te
lo regalo a ti para que saborees estas uvas tan
hermosas, como hermoso es tu corazón, el hermano
Buenaventura quitándole importancia a lo que decía, le
insistió que se lo diera mejor al prior ya que era tan
responsable con la comunidad.

Y así fue pasando el racimo de hermano en hermano por
todo el convento, hasta que llegó de nuevo a la
portería donde el hermano portero, extrañado y
perplejo por el suceso decidió que no diera más
vueltas el racimo de uvas, y ni corto ni perezoso se
lo comió con tal gusto que le pareció las uvas más
sabrosas que jamás hubiera comido.

Cuando das todo lo mejor de ti para con tus hermanos,
El Señor no te recompensa el treinta, ni el cincuenta
sino el ciento por uno...

DIOS TE NECESITA



DIOS TE NECESITA

Aquella tarde, la comunidad monástica hacía, en su oratorio, una plegaria de intercesión.

Una tras otra, se escuchaban las oraciones de los monjes: "Señor, te pido", "Señor, te pido", "Señor, te pido". También el Abad hacía su plegaria: "Señor, te pido...".

Por fín, todos callaron largamente. Hasta que de nuevo se dejó oír la voz del Abad: "Ahora, Señor, dinos en qué podemos ayudarte; te escuchamos en silencio".

Al cabo de un rato concluyó: "Gracias, Padre, porque quieres contar con nosotros". Y todos los monjes respondieron al unísono: "Amén".

(Porque habían comprendido que la oración, como el amor, tiene dos tiempos: dar y recibir, y que si falta uno de ellos, se muere.)

NUESTRA OFRENDA A DIOS EN LA MISA


Autor: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net
Nuestra ofrenda a Dios en la Misa

Cuando vamos a la Misa, nosotros llevamos al altar nuestra 

vida entera, para ofrecerla con el vino y el pan.
Nuestra ofrenda  a Dios en la Misa


¿Es cierto que el trabajo puede ser llevado al Altar como hostia personal nuestra?...

Todas las religiones han tenido siempre su centro en el altar. Todas han expresado el culto a Dios con el sacrificio. Las víctimas inmoladas --normalmente animales de uso doméstico--, eran la expresión del dominio de Dios sobre todas las criaturas.

El Cristianismo no es una excepción, y todo él converge en Jesucristo que se inmola en el altar de la Cruz.

Después, resucitado, el mismo Jesucristo --que en el Cielo está como víctima glorificada-- se hace presente en nuestros altares.

La Iglesia, entonces, no ofrece ni ofrecerá jamás otro sacrificio que el de Cristo, el que murió en el Calvario y el que ahora está a la derecha de Dios. Esto es el sacrificio de la Misa.

Pero, dirán algunos:

- Muy bien, ése es el sacrificio de Cristo. ¿Y el sacrificio personal mío, el que pueda ofrecer yo a Dios, dónde está?... Si Dios no acepta otro sacrificio que el de Jesús, ¿yo, qué puedo hacer?...

La pregunta es muy legítima. Y quién sabe si la respuesta a esta pregunta inquietante nos la dio, y muy acertada, aquel muchacho que trabajaba duro en el taller. El hierro era resistente, pero salía de la fragua, y del torno después, convertido en una pieza maestra, que, levantada a lo alto, le hacía exclamar al simpático obrero:
- ¡Qué hermoso es un eje bien hecho! Me parece que hay en él algo de Dios. Es un poco mi propia hostia.

¡Bien dicho! Cuando vamos a la Misa, no podemos ir con las manos vacías. Si no llevamos algo de la propia vida, algo que nos cueste, algo que signifique sacrificio, dolor, esfuerzo, lucha, deber..., asistiríamos --sólo asistiríamos-- al sacrificio de Cristo, pero no participaríamos en él.

Es decir, no tendríamos ninguna parte nuestra, porque no habríamos llevado nada nuestro para ofrecerlo a Dios. Para que sea sacrificio de Cristo y nuestro, hemos de aportar algo de la propia vida.

Cuando vamos a la Misa, nosotros llevamos al altar nuestra vida entera, para ofrecerla con el vino y el pan, que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, en un solo sacrificio para gloria de Dios.

Allí está nuestra oración, hostia de alabanza, salida de labios limpios, nos dice la misma Biblia. ¡Qué sacrificio tan inocente y tan bello!...

Allí está nuestra pureza de vida, nuestros cuerpos que se ofrecen como sacrificio vivo, consagrado, agradable a Dios, como nos enseña San Pablo. ¡Bendita castidad la de los cristianos!...

Pero llevamos al altar, de modo especial, nuestro trabajo de cada día. En la Misa dominical, llevamos el de la semana entera. El trabajo que nos cansa, que nos rinde, que nos hace sudar, que nos aburre muchas veces. Ese trabajo es nuestra cruz, y es por eso también la gran aportación nuestra al sacrificio de Cristo.

Ese problema tan grave de nuestros días, la llamada cuestión social, se ha centrado siempre en la relación trabajo-capital. El capital mandaba, pues tenía todos los resortes en sus manos. Pero los obreros supieron salir por sus derechos, conculcados por los más fuertes. Se creó así una insostenible situación de injusticia y de violenta reacción. Al mantenerse firme el uno, y al verse desatendidas las legítimas reclamaciones de otros, ha venido tanta revolución, tanta guerra, tanta sangre.

Lo lamentable ha sido que en toda la cuestión social se ha tenido marginado a Dios. Los del capital, en la práctica de su religión, no ofrecían a Dios la hostia de su justicia, de su amor, de su caridad. Y los trabajadores, desdeñados, dejaron de mirarse en el Obrero de Nazaret, que nos descubrió a todos desde su taller dónde están los verdaderos valores de la vida.

El trabajo bien hecho --no el flojo y desganado del perezoso--, es una obra de Dios, al que prestamos nuestras manos para que Él siga realizando su tarea creadora.

El trabajo bien realizado por nosotros no se diferencia del de Jesús, el Carpintero de Nazaret, que decía de sí mismo:
- Yo trabajo, como trabaja siempre mi Padre.

Si nuestro trabajo es como el de Cristo, y el de Cristo como el del Padre, estemos seguros de que no podemos escoger para el altar una hostia propia nuestra, ni más agradable a Dios, como ese trabajo de cada día, hecho con la misma perfección del mismo Cristo y del mismo Dios....
Hebr. 13, 15. Rom. 12, 1. Jn. 5,17. 

ORACIÓN PERSONAL PARA LA COMUNIÓN ESPIRITUAL


ORACIÓN PERSONAL PARA LA COMUNIÓN ESPIRITUAL:

Yo quisiera, Señor, recibirte con aquella pureza, humildad y devoción con que te recibió tu santísima Madre; con el espíritu y fervor de los santos.

Creo, Jesús mío, que estáis realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. 
Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma.
Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado,
ven a lo menos espiritualmente a mi corazón. 

(Pausa en silencio para adoración)

Como si ya te hubiese recibido, os abrazo y me uno todo a Ti.
No permitas, Señor, que jamás me separe de Ti. Amén.

ALMA DE CRISTO



ALMA DE CRISTO

Alma de Cristo santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.

LA ADORACIÓN EUCARÍSTICA


LA ADORACIÓN EUCARÍSTICA


Si bien al hablar del sacrificio de la Misa el Catecismo dice que "la Eucaristía es un sacrificio porque representa (=hace presente) el sacrificio de la cruz, porque es su memorial y aplica su fruto" (C.E.C. 1366), algo semejante puede decirse de la Eucaristía como sacramento, pues Cristo que está en Ella resucitado, está en actitud oferente, en permanente ofrenda al Padre por nosotros.

La cumbre del culto a Dios es el Sacrificio de la Cruz que se renueva cada día en nuestros altares, pero como la permanencia de Cristo en las especies sacramentales hace referencia directa al Sacrificio eucarístico, bien puede decirse que los fines de la Misa se prolongan en el Sacramento: la adoración, impetración de perdón, la petición y la acción de gracias. Cristo Sacerdote permanece en la Eucaristía como mediador para que nuestro culto sea agradable al Padre.

La adoración eucarística es adoración a Cristo, verdadero Dios. Pero también es adoración al Padre a través de nuestro mediador que es Él: "La Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, participa en la ofrenda de su Cabeza. Con él, ella se ofrece totalmente. Se une a su intercesión ante el Padre por todos los hombres. En la Eucaristía, el sacrificio de Cristo es también el sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren así un valor nuevo. El sacrificio de Cristo presente sobre el altar da a todas a las generaciones de cristianos la posibilidad de unirse a su ofrenda" (C.E.C. 1368).

He aquí el sacerdocio común de todos los fieles, que por estar bautizados pueden dar culto agradable a Dios, y unidos a Cristo oferente en la Eucaristía (en el sacrificio de la Misa primordialmente) pueden participar del sacerdocio de Cristo, ofreciéndose ellos mismos y todas sus actividades en una total disponibilidad al Padre. El Sacramento de la Eucaristía, como prolongación del Sacrificio del Altar, es donde el cristiano puede -por Cristo, con Él y en Él- rendir el culto más excelso: adorar, dar gracias, pedir bienes y pedir perdón. "La Iglesia y el mundo tienen una gran necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en este sacramento del amor. No escatimemos tiempo para ir a encontrarlo en la adoración, en la contemplación llena de fe y abierta a reparar las faltas graves y delitos del mundo. No cese nunca nuestra adoración" (Juan Pablo II, Carta Dominicae Cenae, 3).

Aunque la oración ante la Eucaristía no se sitúa en el ámbito de la liturgia sacramental, sino en el de la oración cristiana, sin embargo está en íntima relación con ella, ya que la presencia de Cristo en el pan consagrado es consecuencia del Memorial celebrado (de la Misa). Porque el Cuerpo y la Sangre de Cristo se hacen presentes en la celebración eucarística, puede ser adorada la eucaristía al permanecer las especies sacramentales.

Por eso no sólo en la celebración litúrgica, sino también fuera de la misa la eucaristía conserva su profundo sentido sacrificial, pascual y de comunión: "La exposición de la santísima Eucaristía, sea en el copón, sea en la custodia, lleva a los fieles a reconocer en ella la maravillosa presencia de Cristo y les invita a la comunión de corazón con él. Así fomenta muy bien el culto en espíritu y en verdad que le es debido" (Eucharisticum mysterium, 60).

Esa comunicación con Cristo presente y cercano hace que se vayan imprimiendo en nosotros sus mismos sentimientos. La oración ante la Eucaristía se alimentará con las palabras del mismo Jesús en su evangelio, pero la sola meditación de su presencia eucarística mueve al orante en su actitud de acogida y escucha a advertir lo que Él quiere decirnos en su presencia silenciosa: la humildad, la generosidad, la pureza, la caridad..., y que el pan está allí para ser comido, y que ese pan que se entrega por muchos es signo de la comunión entre los cristianos.

EL EVANGELIO DE HOY: 08.08.2013

Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
La confesión de Pedro
Mateo 16, 13-23. Tiempo Ordinario. Cristo ha querido establecer una alianza conmigo porque me ama.
 
La confesión de Pedro
Del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-23


Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Él les dijo: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Cristo. Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que Él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!» Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!

Oración introductoria

Jesús, al igual que Pedro no me gusta, en muchas ocasiones, el camino que debo recorrer para aspirar a la santidad. Por eso hoy, con mucha fe y esperanza, te busco en la oración para suplicarte me concedas llegar a percibir tus sentimientos y conocer a fondo tu corazón. Que el centro de mi oración seas Tú, y no tanto mis problemas o dificultades personales.

Petición

Señor, que sepa reconocerte siempre como tu instrumento, porque Tú eres la única fuente que emana el bien que puedo hacer.

Meditación del Papa

Es un don de Dios: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos". Tiene su origen en la iniciativa de Dios, que nos desvela su intimidad y nos invita a participar de su misma vida divina. La fe no proporciona solo alguna información sobre la identidad de Cristo, sino que supone una relación personal con Él, la adhesión de toda la persona, con su inteligencia, voluntad y sentimientos, a la manifestación que Dios hace de sí mismo. Así, la pregunta de Jesús: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?", en el fondo está impulsando a los discípulos a tomar una decisión personal en relación a Él. Fe y seguimiento de Cristo están estrechamente relacionados. Y, puesto que supone seguir al Maestro, la fe tiene que consolidarse y crecer, hacerse más profunda y madura, a medida que se intensifica y fortalece la relación con Jesús, la intimidad con Él. También Pedro y los demás apóstoles tuvieron que avanzar por este camino, hasta que el encuentro con el Señor resucitado les abrió los ojos a una fe plena. Benedicto XVI, 21 de agosto de 2011.

Reflexión

La fidelidad de Dios es eterna y ha mantenido su promesa y su alianza de generación en generación, independientemente de las infidelidades, rebeldías, traiciones e idolatrías de su pueblo.

La historia del pueblo de Israel es este concatenarse de la fidelidad de Dios y de la infidelidad de su pueblo. La alianza encuentra su pleno cumplimiento en Cristo y en la fundación de su Iglesia. Cristo sella el inicio de la nueva alianza al fundar su Iglesia sobre los Apóstoles, con Pedro como fundamento visible en la tierra: el Papa. Y ratifica esta "alianza nueva y eterna" en el momento de la institución de la Eucaristía, memorial de su pasión redentora, pacto sellado en su Sangre preciosa para la remisión de todos los pecados.

La respuesta inspirada de Pedro –"esto no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en los cielos"– es el conocimiento interior prometido por Dios para aquellos con quienes establece la nueva alianza: "todos me conocerán". Su Iglesia es el nuevo pueblo, con un mandamiento nuevo, con una doctrina nueva, llamada a crear hombres nuevos bajo la guía del Vicario de Cristo, el sucesor de Pedro.

Señor, crea un mí un corazón nuevo para poder conocerte, amarte y vivir en tu Iglesia el mandamiento nuevo del amor, en respuesta a tu elección y a la nueva alianza que has querido establecer libremente conmigo porque me amas.

Propósito

Renunciar a algo que me cuesta mucho (como oir música un día), y ofrecerlo a Dios por aquellas personas que han perdido su fe.

Diálogo con Cristo

Gracias, Señor, porque siendo Hijo de Dios, has dado tu vida por mí, porque me amas. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu Palabra. Tú me conoces, sabes de mi debilidad, de mi temor al sacrificio, al dolor, por eso confío en Ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone. 

miércoles, 7 de agosto de 2013

DISFRUTAR DE LA VIDA


DISFRUTAR DE LA VIDA

Un hombre rico y emprendedor se horrorizó cuando vio a un pescador tranquilamente recostado junto a sus barca contemplando el mar y fumando apaciblemente su pipa después de haber vendido el pescado.
-¿Por qué no has salido a pescar? –le preguntó el hombre emprendedor.

-Porque ya he pescado bastante por hoy? –respondió el apacible pescador.

-¿Por qué no pescas más de lo que necesitas?

-insistió el industrial.

-¿Y qué iba a hacer con ello? –preguntó a su vez el pescador.

-Ganarías más dinero –fue la respuesta –y podrías poner un motor nuevo y más potente a tu barca.

Y podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que sacarías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas… Y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico y poderoso como yo.

-¿Y que haría entonces? –preguntó de nuevo el pescador.

-Podrías sentarte y disfrutar dela vida –respondió el hombre emprendedor.

-¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento? –respondió sonriendo el apacible pescador.

L Tolstoi

ORACIÓN A SAN CAYETANO - 7 DE AGOSTO


ORACIÓN A SAN CAYETANO

¡Oh glorioso San Cayetano Padre de la Providencia!, no permitas que en mi casa me falte la subsistencia y de tu liberal mano una limosna te pido en lo temporal y humano.

¡Oh glorioso San Cayetano!, Providencia, Providencia, Providencia.

(Aquí se pide la gracia que se desea conseguir)
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Jaculatoria. Glorioso San Cayetano, interceded por nosotros ante la Divina Providencia.


EL ECO


EL ECO

Un hijo y su padre estaban caminando en las montañas. De repente, el hijo se cayó, se lastimó y gritó:

"AAAhhhhhhhhhhhhhhh ! ! !".

Para su sorpresa, oyó una voz repitiendo, en algún lugar en la montaña: 
"AAAhhhhhhhhhhhhhhh ! ! !"

Con curiosidad, el niño grito: "Quién eres tú?"

Recibió de respuesta: "Quién eres tú?"

Enojado con la respuesta, grito: "Cobarde!"

Recibió de respuesta:"Cobarde!"

Miró a su padre y le preguntó: "Que sucede?"

El padre sonrió y dijo: "Hijo mío, presta atención."

Y entonces el padre gritó a la montaña: "Te admiro!"

La voz respondió: "Te admiro!"

De nuevo el hombre gritó: "Eres un campeón!"

La voz respondió: "Eres un campeón!"

El niño estaba asombrado, pero no entendía.

Luego el padre explicó: "La gente lo llama ECO, pero en realidad es la VIDA...Te devuelve todo lo que dices o haces... Nuestra vida es simplemente reflejo de nuestras acciones. Si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor... Si deseas mas competitividad en tu grupo, ejercita tu competencia... Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida... La vida te dará de regreso exactamente aquello que tú le has dado."

Tu vida no es una coincidencia... Es un reflejo de ti. Alguien dijo: "Si no te gusta lo que recibes de vuelta, revisa lo que emites

EL EVANGELIO DE HOY: 07.08.2013

Autor: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
Mujer, qué grande es tu fe
Mateo 15, 21-28. Tiempo ordinario. Espera un poco. Insiste. Dios permite esa angustia para purificar tu intención.
 
Mujer, qué grande es tu fe
Del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28 


En aquel tiempo saliendo de Genesaret, Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón. En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada». Pero Él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: «Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros». Respondió Él: «No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel». Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!» Él respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos». «Sí, Señor - repuso ella -, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos». Entonces Jesús le respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas». Y desde aquel momento quedó curada su hija. 

Oración introductoria

Mi fe, frente a las dificultades, se debilita, cuando debería crecer. Humildemente recurro a ti, Señor y Padre mío, suplicando la intercesión de san José, para que esta oración me ayude a aumentar mi fe, acrecentar mi esperanza y, sobre todo, sea el medio para crecer en mi caridad, en mi amor a Ti y a los demás.

Petición

¡Señor, hazme un testigo fiel de mi fe!

Meditación del Papa

La lectura del Evangelio comienza con los detalles sobre la región que Jesús iba a visitar: Tiro y Sidón, el noroeste de Galilea, tierra pagana. Y es aquí donde se encuentra con una mujer cananea, que se dirige a Él para pedirle que cure a su hija atormentada por un demonio. Ya en esta petición, se puede observar un inicio del camino de la fe, que en el diálogo con el divino Maestro crece y se refuerza. La mujer no tiene miedo de gritarle a Jesús "Piedad de mí", una expresión que aparece en los Salmos, lo llama "Señor" e "Hijo de David", manifestando así una firme esperanza de ser escuchada. ¿Cuál es la actitud del Señor frente al grito de dolor de una mujer pagana? Puede parecer desconcertante el silencio de Jesús, tanto que suscita la intervención de los discípulos, pero no se trata de poca sensibilidad al dolor de aquella mujer. San Agustín comenta sobre esto: "Cristo se mostraba indiferente hacia ella, no para negarle la misericordia sino para hacer crecer el deseo". Benedicto XVI, 16 de agosto de 2011.

Reflexión

Cuántas angustias y necesidades experimentamos en la vida. El dolor nos visita, los problemas abundan, las tristezas nos sofocan. ¡Ten compasión de mí, Señor! Es el grito del alma a un Dios que siente lejano.

Sin duda, buscamos una respuesta inmediata. Y nos desalentamos si no llega. ¡Cuántas veces pedimos y, quizás, sin resultado! ¿Por qué Dios no nos escucha?

Nos desconcertamos, llegamos a dudar de Dios y hasta nos desesperamos. ¿No será que Dios nos pone a prueba? ¿Hasta cuánto resiste nuestra fe?

Espera un poco. Insiste. Dios permite esa angustia para purificar tu intención, para que sigas creyendo en Él aunque no te atienda a la primera. La mujer cananea del evangelio seguía a Jesús gritando. Los discípulos perdieron la paciencia y obligaron a Jesús a detenerse para atenderla. Nos sorprende la primera reacción de Cristo.

¿Acaso no se conmovió su Corazón, lleno de misericordia? Desde luego que sí. Pero prefirió esperar y ver hasta qué punto la mujer confiaba en Él. Como su fe era grande, Jesús le dijo finalmente: "que se cumpla lo que deseas".

Propósito

En las dificultades de este día, hacer un acto de fe y pedir con confianza la ayuda de Dios.

Diálogo con Cristo 

Señor, sólo con la fe, la humildad, la confianza y la perseverancia en nuestra oración, a pesar de todas las dificultades –como la mujer cananea– es como penetramos hasta el corazón de Dios y sólo así es como escuchas nuestras plegarias. 

martes, 6 de agosto de 2013

NO TE DES POR VENCIDO


NO TE DES POR VENCIDO 

Cuenta una antigua leyenda, que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino, y por eso, desde el primer momento se procuró un "chivo expiatorio", para encubrir al culpable. 

El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas esperanzas de escapar al terrible veredicto: ¡La horca! El juez, también comprado, cuidó no obstante, de dar todo el aspecto de un juicio justo, por ello dijo al acusado: "Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, vamos a dejar en manos de él tu destino: Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras 'culpable' e 'inocente'. Tú escogerás y será la mano de Dios la que decida tu destino". Por supuesto, el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda: 'CULPABLE'. Y la pobre víctima, aún sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria.

El juez ordenó al hombre tomar uno de los papeles doblados. Este respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca, lo engulló rápidamente.

Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon... "pero, ¿qué hizo...?, ¿y ahora...?, ¿cómo vamos a saber el veredicto...?" "Es muy sencillo, respondió el hombre... es cuestión de leer el papel que queda, y sabremos lo que decía el que me tragué". Con un gran coraje disimulado, tuvieron que liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo...

Por más difícil que se nos presente una situación, nunca dejemos de buscar la salida, ni de luchar hasta el último momento. Muchas veces creemos que los problemas no tienen solución y nos resignamos a perder y no luchar, olvidando aquellas palabras de: "Lo que es imposible para el ser humano, es posible para Dios".

UN AMIGO... UN TESORO


Un amigo... un tesoro 

Una pequeña historia. Un día, cuando ingresé a la preparatoria, vi a un chico de mi clase caminando hacia su casa desde la escuela. Su nombre era Kyle y estaba cargando todos sus libros. Pensé: ¿por qué alguien trae todos sus libros a casa en viernes? Debe ser un matado.
Tenía planeado un gran fin de semana (fiestas y un juego de futbol en la tarde), así que sólo me encogí de hombros y seguí mi camino. Mientras caminaba, vi a un grupo de chicos corriendo hacia Kyle. Le tiraron los libros que traía cargando y lo empujaron para que cayera al suelo. Sus anteojos salieron volando y vi como cayeron en el pasto a unos tres metros de él. Miró hacia arriba y observe una terrible tristeza en sus ojos. Mi corazón se volcó hace él. Corri ha él y mientras se arrastraba hacia sus anteojos, vi lágrimas en sus ojos.

Mientras le entregaba sus anteojos, le dije: Esos tipos son unos idiotas. Deberían ocuparse en algo. Me miró y dijo: Oye, ¡gracias!. Había una enorme sonrisa en su cara. Era una de esas sonrisas que mostraba auténtica gratitud. Le ayudé a recoger sus libros y le pregunté dónde vivía. Resultó que vivía cerca de mi casa, así que le pregunté por qué nunca lo había visto en el vecindario. Dijo que había ido a una escuela privada anteriormente (yo nunca me había juntado con un chico de una escuela privada). Hablamos en el camino a casa. Resultó ser un chicho muy agradable. Lo invité a jugar futbol conmigo y mis amigos el sábado en la mañana y aceptó.

Pasamos juntos el fin de semana y mientras más lo conocía, más me agradaba. Mis amigos pensaban igual. Llegó la mañana del lunes y allí estaba Kyle de nuevo con su enorme montón de libros. Lo detuve y le dije que si continuaba así, iba a conseguir muy buenos músculos. El simplemente se rio y me pasó la mitad de los libros. Durante los siguentes cuatro años, Kyle y yo nos convertimos en los mejores amigos.

Cuando estábamos por salir de la preparatoria, empezamos a pensar en la Universidad. Kyle escogió Georgetown, mientras que yo escogi Duke. Yo sabía que siempre seríamos amigos y que la distancia nunca sería un problema. El decidió convertirse en doctor y yo conseguí una beca en futbol para estudiar en la escuela de negocios. Lo molestaba todo el tiempo de que era un matado. Incluso fue de los primeros seleccionados por Universidades y se estaba preparando para el discurso del día de graduación.Me alegre de no tener que ser yo el que tuviera que pasar al frente y hablar.

El día de la graduación, Kyle lucía fantástico. Se adaptaba e incluso se veía bien con anteojos. Tenía más citas que yo y todas las chicas lo amaban. Bueno, algunas veces estaba realmente celoso de él. Hor era uno de esos días en que él estaba nervioso. Así que le di una palmada en la espalda y le dije: Oye, amigo, estarás genial. Me miró con una de esas miradas (de agradecimiento), sonrió y dijo: Graicas.

Mientras empezaba su discurso, aclaró su garganta y empezó. El tiempo de graduación es el de agradecer a aquellos que nos ayudaron a lograrlo a través de esos años difíciles; nuestros padres, nuestros maestros, nuestros hermanos, tal vez un entrenador... pero más que nada a los amigos. Estoy aquí para decirles que ser un amigo es el mejor regalo que le puedes dar a alguna persona. Les voy a contar una historia -prosiguió (yo miraba incredulamente a mi amigos mientras contaba la historia del primer día en que nos conocimos)-. Había planeado suicidarme ese fin de semana -dijo. Nos contó acerca de cómo había vaciado su casillero para que su mamá no tuviera que hacerlo después y estaba llevando sus cosas a la casa.

Me miró profundamente y me regalo una sonrisa. Gracias a Dios, fui salvado. Mi amigo me salvó de hacer lo indecible. Oi una exclamación de la multitud, mientras este guapo y popular muchacho nos comentó acerca de su momento de debilidad. Yo vi a sus padres mirándome y sonriendo agradecidamente.

Hasta es momento no me di cuenta de la profundidad de esto.

EL ATARDECER DE LA VIDA


El atardecer de la vida


El sol se despedía del Imperio Tré. El vasallo caminaba junto a 
la anciana del molino amarillo. Iban conversando sobre la vida.
- ¿Qué cosa es lo que más te gusta de la vida, anciana?

La viejecilla del molino amarillo se entretenía en lanzar los ojos 
hacia el ocaso.
- Los atardeceres –respondió.

El vasallo preguntó, confundido:
- ¿No te gustan más los amaneceres? Mira que no he visto cosa más hermosa que el nacimiento del sol allá, detrás de las verdes colinas de Tré. 
Y reafirmándose, exclamó:
- ¿Sabes? Yo prefiero los amaneceres.

La anciana dejó sobre el piso la canastilla de espigas que sus 
arrugadas manos llevaban. Dirigiéndose hacia el vasallo, con tono de voz dulce y conciliador, dijo:
- Los amaneceres son bellos, sí. Pero las puestas de sol me dicen más. 
Son momentos en los que me gusta reflexionar y pensar mucho. Son  momentos que me dicen cosas de mí misma. 
- ¿Cosas? ¿De ti misma...? – inquirió el vasallo. No sabía a qué se 
refería la viejecilla con aquella frase.

Antes de cerrar la puerta del molino amarillo, la anciana añadió:
- Claro. La vida es como un amanecer para los jóvenes como tú. Para los  ancianos, como yo, es un bello atardecer. Lo que al inicio el precioso,  al final llega a ser plenamente hermoso. Por eso prefiero los  atardeceres... - ¡mira!

La anciana apuntó con su mano hacia el horizonte. El sol se ocultó y un  cálido color rosado se extendió por todo el cielo del Imperio Tré. El  vasallo guardó silencio. Quedó absorto ante tanta belleza. 

La vida es un instante que pasa y no vuelve. Comienza con un fresco  amanecer; y como un atardecer sereno se nos va. De nosotros depende que el  sol de nuestra vida, cuando se despida del cielo llamado “historia”,  coloreé con hermosos colores su despedida. Colores que sean los recuerdos  bonitos que guarden de nosotros las personas que vivieron a nuestro 
lado. 

ESPÍRITU JOVEN


ESPÍRITU JOVEN
(Reflexión)

No importa tu edad, lo que cuenta es tu espíritu joven.
La juventud no es cuestión de tener poca edad sino de posición mental y de vitalidad de espíritu.

No envejeces por vivir mucho tiempo sino por negarte a mirar la vida como una oportunidad de alcanzar un alto ideal.

Tu eres tan joven como tu FE, como tu esperanza y como tu alegría.

Llena de vida tu tiempo vivido. Y no te importe cuanto has vivido.

Lleva como un viático, por la vida tu decisión de contribuir a la humanización propia y ajena para rejuvenecer al mundo.

Y sobre todo, ábrele los brazos del amor de Dios a todo aquel que quiera acercarse a ti.

No lo menosprecies porque no este a tu altura no cierres tus oídos espirituales, porque nunca sabes en que pequeñez Dios quiera hablarte.

Se joven para Dios y para el mundo.

EL EVANGELIO DE HOY: 06.08.2013

Autor: Rafael Santos Varela | Fuente: Catholic.net
La Transfiguración
Lucas 9, 28-36. Fiesta La Transfiguración. La maravilla del amor de Dios lo vemos en su rostro transfigurado.
 
La Transfiguración
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 28-36


En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban cargados de sueño, pero permanecían despiertos, y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías, sin saber lo que decía. Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor. Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle. Y cuando la voz hubo sonado, se encontró Jesús solo. Ellos callaron y, por aquellos días, no dijeron a nadie nada de lo que habían visto. 

Oración introductoria

Jesucristo, ¡qué hermosa experiencia tuvieron Pedro, Santiago y Juan! Y hoy, de algún modo, me invitas a compartir esta experiencia en mi oración. Concédeme acallar mis preocupaciones para guardar ese silencio que me permita contemplarte y alabarte como mi Señor y mi Dios.

Petición

Señor, que mi corazón no se apegue al mundo, a lo pasajero, que sólo aspire a gozar de tu amor en la eternidad.

Meditación del Papa

El evangelista Lucas destaca de modo especial el hecho de que Jesús se transfigurara mientras oraba: la suya es una experiencia profunda de relación con el Padre durante una especie de retiro espiritual que Jesús vive sobre un alto monte en compañía de Pedro, Santiago y Juan, los tres discípulos siempre presentes en los momentos de la manifestación divina del Maestro [...] La intervención de Pedro: "Maestro, qué bien estamos aquí" representa el intento imposible de detener tal experiencia mística. Comenta san Agustín:"[Pedro]... sobre el monte... tenía a Cristo como alimento del alma. ¿Para qué descender para volver a las fatigas y a los dolores, mientras allí arriba estaba lleno de sentimientos de santo amor hacia Dios y que le inspiraban por ello una santa conducta?". Meditando este pasaje del Evangelio, podemos extraer una enseñanza muy importante. Sobre todo, el primado de la oración, sin la cual todo el empeño del apostolado y de la caridad se reduce a activismo. (Benedicto XVI, 24 de febrero de 2013).

Reflexión

No hay duda, todos somos capaces de distinguir la belleza de la creación, quedamos maravillados, deslumbrados ante un cielo estrellado, un atardecer.

De la misma manera nos impacta el testimonio de una buena obra, de un hombre santo, de un acto de heroísmo.

También es cierto que cuando algo sobrepasa nuestras capacidades quedamos atónitos, sin poder explicarlo o manifestarlo verbalmente, y, si lo hacemos, lo hacemos "más o menos".

Sin embargo, el mundo se ha malacostumbrado a pedir milagros que pasen – según él- las líneas de lo meramente natural; quiere lo espectacular, quiere actos de magia, un atardecer o una noche estrellada ya no le dice nada.

Cuándo seremos capaces de saber que la maravilla del amor de Dios, su rostro transfigurado, se muestra en esas personas que saben decir siempre sí ante los retos actuales del cristianismo.

Ahora mismo debo hacerme la pregunta de si realmente contemplando lo maravilloso del rostro de Cristo, me puedo quedar con una actitud sólo de contemplación o de mero espectador, queriendo hacer "mi tiendita" para sentirme solamente "bien" y no ver lo que significa el contemplar el rostro de Cristo y querer el compromiso de llevarle a los demás.

Diálogo con Cristo

Señor, concédeme adherirme a tu voluntad de tal manera, que sea yo una sola cosa contigo. Tu amor es lo más importante en mi vida porque me ha liberado de la esclavitud de mi egoísmo y soberbia. Que tu gracia me transfigure y me convierta en luz que ilumina el camino de los demás.

Propósito

Darme el tiempo para contemplar y alabar a Cristo en la Sagrada Eucaristía. 
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