lunes, 19 de agosto de 2013

AMOR FRATERNAL


Amor fraternal


La historia cuenta que había dos hermanos que se querían con toda el alma.Ambos eran agricultores. Uno se casó y el otro permaneció soltero.

Decidieron seguir repartiendo toda su cosecha a medias.

Una noche el soltero soñó: ¡No es justo! Mi hermano tiene mujer e hijos y recibe la misma proporción de cosecha que yo que estoy solo. Iré por las noches a su montón de trigo y le añadiré varios sacos sin que él sé de cuenta.

A su vez el hermano casado soñó también una noche: ¡No es justo! Yo tengo mujer e hijos y mi futuro estará con ellos asegurado. A mi hermano, que está solo, ¿quién lo ayudará? Iré por las noches a su montón de trigo y le añadiré varios sacos sin que sé de cuenta.

Así lo hicieron ambos hermanos. Y ¡oh, sorpresa!, Ambos se encontraron en el camino, una misma noche, portando sacos una para el otro.

Se miraron, comprendieron lo que pasaba y se abrazaron con un abrazo de hermano, aún más fuerte, y para siempre.

A veces, es necesario hacer un alto en nuestra vida y revalorizar las bendiciones que tenemos al contar con un hermano, es esencial, como cristianos, amarnos y procurarnos como tales.

No podemos dar testimonio de Vida, si no amamos a los que están más cerca de nosotros. El Señor nos pide caridad y entrega.

Hoy es un buen día para empezar.

EL EVANGELIO DE HOY: 19.08.2013

Autor: P.Clemente González | Fuente: Catholic. net
El joven rico
Mateo 19, 16-22. Tiempo Ordinario. Seguir a Jesús exige esfuerzo, pero también alegría y realización humana.
 
El joven rico
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22


En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Él le preguntó: ¿Cuáles? Jesús le contestó: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama al prójimo como a ti mismo". El muchacho le dijo: Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta? Jesús le contestó: Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres -así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo. Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.

Oración introductoria

Señor, me acercó a Ti como el ese joven que se creía muy bueno. Quiero confirmar qué he de hacer para ganar la vida eterna, qué tengo que cambiar, qué tengo que hacer… Dame la gracia de saber escucharte y tener el valor de ser desprendido de los bienes materiales, pero sobre todo, de mí mismo, para poder entregarme a tu amor y vivir la caridad.

Petición

Jesús, no permitas nunca que me convierta en otro triste «joven rico».

Meditación del Papa

El joven rico del Evangelio, después de que Jesús le propuso dejar todo y seguirle – como sabemos – se fue de allí triste, porque estaba demasiado apegado a sus bienes. ¡Yo en cambio leo en vosotros la alegría! Y también este es un signo de que sois cristianos: que para vosotros Jesucristo vale mucho, aunque sea comprometido seguirle, vale más que cualquier cosa. Habéis creído que Dios es la perla preciosa que da valor a todo lo demás: en la familia, en el estudio, en el trabajo, en el amor humano... en la vida misma. Habéis comprendido que Dios no os quita nada, sino que os da el ciento por uno y hace eterna vuestra vida, porque Dios es Amor infinito: el único que sacia nuestro corazón. Me gustaría recordar la experiencia de san Agustín, un joven que buscó con gran dificultad, durante mucho tiempo, fuera de Dios, algo que saciase su sed de verdad y de felicidad. Pero al final de este camino de búsqueda ha comprendido que nuestro corazón está sin paz mientras que no encuentre a Dios, mientras no repose en Él. ¡Queridos jóvenes! ¡Conservad vuestro entusiasmo, vuestra alegría, la que nace de haber encontrado al Señor, y sabed comunicarla también a vuestros amigos. Benedicto XVI, 5 de julio de 2010.

Reflexión

¿Qué debo hacer con mi vida? ¿Huir de ella o aprovecharla? El joven del evangelio sentía una inquietud en el fondo de su alma. Había decidido romper con el pecado. Seguramente tendría amigos refugiados en el egoísmo, los placeres, la violencia, la indiferencia ante el sufrimiento de los demás. Pero él no era así. Quería llegar a la vida eterna, y por eso se acercó a Jesús para preguntarle qué debía hacer.

¿Alguna vez te has hecho esa pregunta? ¿Y cuál ha sido la respuesta? ¿Ha sido una respuesta de amor? Porque este joven, aunque estaba bien dispuesto, no supo estar a la altura y se fue triste. ¡Qué contradicción! Poseía muchos bienes, y en lugar de estar alegre, se marchó con un rostro marcado por la tristeza y el desengaño. En el fondo, no estaba dispuesto a decir sí a Jesús y optó por seguirse a sí mismo.

Seguir a Jesús exige esfuerzo, desprenderse de lo que uno más ama. Significa sacrificio, pero también alegría y realización humana. No hay que tener miedo a lo que nos exija la vivencia auténtica de nuestro cristianismo, porque no estamos solos. ¿Acaso Cristo nos va a abandonar? ¿No nos acompaña con sus sacramentos? ¿No nos va a consolar cada vez que le hablemos en la oración? Seguir a Cristo es el camino para aprovechar bien la vida.

Propósito

Para estar hoy presente con las personas que me rodean, renunciar a tener mi teléfono celular conmigo todo el día. Y cuando vaya a hacer oración, siempre dejarlo donde no me interrumpa.

Diálogo con Cristo

Señor, ¿realmente quiero saber qué más puedo hacer? Tú me conoces, sabes que soy débil y que rehúyo o me excuso con facilidad del sacrificio, de la renuncia. Por eso te suplico, dame tu gracia para corresponderte, ayúdame a amarte sobre todas las cosas. Sé que estoy apegando a tantas cosas que fácilmente te olvido. Ayúdame a descubrir que de nada sirve tener o hacer muchas cosas, si no estás Tú, si no es tu voluntad. 

domingo, 18 de agosto de 2013

OLVIDA EL PASADO


Olvida el pasado
Autor: Torres Pastorino

                                     
      
Desenterrar los muertos del pasado no aporta ningún beneficio al presente.

¿Por qué mirar hacia atrás si estamos caminando hacia adelante?

El pasado es el cimiento del presente, así como los muros del primer piso construido hoy, son la sustentación de la azotea del mañana.

Quien está en el primer piso busca subir a la azotea, y no escarbar los cimientos.

Sube a contemplar las estrellas que te llaman desde tu futuro camino.

No escarbes en el pasado que ya se fue y no volverá jamás.

Lo que pasó, acabó. La vida pasada trae experiencia y aprendizaje, aprovechémosla.

ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL


CALOR DEL CORAZÓN


Calor en el corazón
Autor: Scott Gross

Era una mañana de intenso frío en Denver. El tiempo, imprevisible. 

Primero, una ola más cálida dio a la nieve oportunidad de fundirse y correr, para desaparecer en las bocas de tormenta o escurrirse en silencio junto a las aceras, a través de los patios y bajo los cercos, hasta completar su desaparición en las zonas bajas. Después volvió el frío, multiplicado, trayendo una nueva capa de blanca precipitación que congeló cuanto  restaba del previo ataque invernal, y lo escondió hasta convertirlo en una trampa helada para los transeúntes.

Era un día ideal para quedarse en casa, estar resfriado y esperar que mamá nos trajera un tazón de sopa. Para escuchar las noticias en la radio e imaginarse bloqueado por la nieve sin demasiados inconvenientes. Así habría debido ser.

Yo tenia que hablar en el Centro de Congresos de Denver, ante unas doscientas personas que, como yo, habrían querido estar en casa. En cambio estábamos allí, reunidos en el Centro de Congresos, sin poder hacer nada por el clima salvo hablar de él.

Necesitaba una pila para mi micrófono portátil. Mal momento para caer en la pereza: no había traído repuesto. Como no tenia alternativa, decidí afrontar al viento, con la cabeza baja, levantando el cuello y chapaleando con mis zapatos de vestir, demasiado delgados.

A la vuelta de la esquina descubrí un anuncio indicando que a corta distancia había un quiosco. Si apuraba el paso a trancos más largos, tal vez habría podido llegar hasta la puerta y refugiarme del viento sin inhalar mucho ese aire que quemaba los pulmones. A los habitantes de Denver les gusta bromear con los de afuera diciéndoles que, en su ciudad, el frió del invierno es agradable.

En el interior del almacén había solo dos personas; una detrás del mostrador, con un distintivo que decía Roberta. A juzgar por su aspecto, ésta habría preferido estar en su casa, llevando a su hijito sopa caliente y palabras reconfortantes, en vez de malgastar el día atendiendo una avanzada comercial en el centro de Denver, casi desierto.

Debía ser una especie de faro, un refugio para los pocos necios que se arriesgaban a salir con ese frío.

El otro refugiado era un caballero alto, ya entrado en años, que parecía cómodo en ese ambiente. No aparentaba tener prisa por volver a cruzar el umbral y encontrarse de nuevo a merced del viento en esas aceras cubiertas de hielo. No pude menos que preguntarme si el anciano habría perdido el camino o el seso.

Había que estar chiflado para salir a revolver la mercadería de un supermercado un día como ese. 

Pero no tenia tiempo para ocuparme de un viejo que había perdido el juicio.

Necesitaba una batería: dos centenares de personas importantes, que tenían otras cosas que hacer en la vida, esperaban mi regreso al Centro de Convenciones. Nosotros teníamos un propósito.

De alguna manera el viejo se las arregló para llegar al mostrador antes que yo. Roberta sonrió. Él no dijo una palabra. Ella tomó los escasos artículos de la compra e ingresó los importes en la registradora. El viejo se había arrastrado por las calles de Denver por un miserable panecillo y una banana
¡Craso error!

Un hombre en sus cabales habría postergado el panecillo y la banana hasta la primavera, para disfrutar la ocasión de vagar por las calles vueltas a la normalidad. Pero ese tipo no. Él había lanzado su viejo esqueleto al frío como si no hubiera un mañana.

Y tal vez no había un mañana. Después de todo era bastante anciano.

Cuando Roberta hubo calculado el total, una vieja mano cansada se hundió en el bolsillo del gabán.
- Vamos- pensé- ¡Tú tendrás todo el día, pero yo tengo que hacer!.
Como un garfio, la mano rescató un monedero tan vetusto como su dueño. 
Unas pocas monedas y un billete arrugado cayeron sobre el mostrador. Roberta  lo manejó como si se tratara de un tesoro.

Ya depositada la escasa compra en una bolsa de plástico, sucedió algo extraordinario. Aunque su dueño no había dicho palabra, una vieja mano cansada se alargó lentamente sobre el mostrador, tembló por un momento antes
de aquietarse.

Roberta abrió las asas de plástico de la bolsa y las deslizó suavemente por las muñecas del hombre. Los dedos pendían en el aire, torcidos y moteados con manchas de la vejez.

Roberta ensanchó su sonrisa. Recogió la otra mano fatigada y las sostuvo a ambas junto a su cara morena. Las calentó. Por encima y por debajo. Luego, por ambos lados.

Después alargó la mano para tironear de la bufanda, que se estaba descolgando de los hombros anchos, aunque encorvados, y la ciñó al cuello.

Él seguía sin pronunciar palabra. Parecía querer grabar ese momento en su memoria. Tenia que durarle hasta la mañana siguiente, en que volvería arrastrar los pies por la calle helada.

Roberta abrochó un botón que había eludido las maniobras de esa manos viejas. Luego lo miró a los ojos, y sacudiendo un delgado índice, fingió un regaño:
- Bueno, señor Johnson, quiero que tenga mucho cuidado. Hizo una breve pausa para mayor énfasis y añadió con sinceridad: - Necesito verlo mañana aquí.

Las últimas palabras resonaron como una orden en los oídos del anciano.

Después de una breve duda, giró sobre sus talones y, arrastrando a duras penas un pie delante del otro, salió lentamente a la helada mañana de Denver.

Entonces me di cuenta de que no había venido en busca de una banana y un panecillo, sino de calor. Para el corazón.
- Vaya Roberta- dije-. Eso sí que es atender bien al cliente. ¿Era tu tío, tu vecino, alguien especial?
Casi la ofendió que yo pensara que ella sólo era capaz de brindar tan maravilloso servicio a personas especiales. Por lo visto, para Roberta todo el mundo es especial.

EL EVANGELIO DE HOY: 18.08.2013

Autor: P. Martín Irure | Fuente: Catholic.net
He venido a traer fuego sobre la tierra
Lucas 12, 49-53. Tiempo Ordinario. Anunciar y vivir el estilo de vida de Jesús provoca rechazo, descrédito, conflicto y división.
 
He venido a traer  fuego sobre la tierra
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 49-53

He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla! ¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división. Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.

Oración introductoria

Señor, Tú viniste a traer fuego a la tierra, ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo en mi corazón! Que esta oración me dé el fuego de tu amor, de la fe y de la esperanza, pues sólo con estas tres virtudes teologales podré vivir mi vocación a la santidad.

Petición

Señor, aumenta mi fe para poder amarte sobre todas las cosas y a mi prójimo como a mí mismo.

Meditación del Papa

Hay una pasión nuestra que debe crecer desde la fe, que debe transformarse en el fuego de la caridad. Jesús nos ha dicho: He venido para echar fuego a la tierra y como querría que ya estuviese encendido. Orígenes nos ha transmitido una palabra del Señor: "Quien está cerca de mí está cerca del fuego". El cristiano no debe ser tibio. El Apocalipsis nos dice que este es el mayor peligro del cristiano: que no diga no, sino un sí muy tibio. Esta tibieza desacredita al cristianismo. La fe tiene que ser en nosotros llama del amor, una llama que realmente encienda mi ser, que sea una gran pasión de mi ser, y así encienda al próximo. Este es el modo de la evangelización: "Accéndat ardor próximos", que la verdad se vuelva en mí caridad y la caridad encienda como fuego también al otro. Sólo con este encender al otro por medio de la llama de nuestra caridad crece realmente la evangelización, la presencia del Evangelio, que ya no es sólo palabra, sino también realidad vivida. (Benedicto XVI, 9 de octubre de 2012).

Reflexión

En el camino que Jesús recorre con sus discípulos hacia Jerusalén, nos va exponiendo diversas actitudes sobre su misión y el seguimiento de los discípulos.

Jesús exige al discípulo una determinación sincera, tajante y total. Jesús no quiere medianías. Ante Él hay que decidirse. El Reino de Dios, el proyecto de Dios es lo más importante para el discípulo del Evangelio. ¡O se lo toma o se lo deja!

Jesús anuncia con pasión el Reino de Dios. Es el ardor con que propone a sus seguidores asumir su vocación de entrega, de "quemar las naves", de aceptar como lo más importante, con santa obsesión y entrega, el proyecto de Dios, asumido totalmente por Jesús.

El mensaje de Jesús causa, a veces, conflicto: con uno mismo (sus tendencias, ilusiones, planes) y con la familia.

No es que Jesús pretenda sembrar la división en los vínculos familiares. Sino, quiere resaltar que lo primero es el Reino de Dios, el proyecto de salvación, su propuesta y entrega total. Jesús busca la radicalidad. El único Absoluto es Dios.

La imagen bíblica del fuego no habla de destrucción. Sino que es la fuerza de vida. La que viene a traer el Mesías. Lo dice Juan el Bautista. Yo les bautizo con agua, pero viene el que es más fuerte que yo, a quien yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego (Lc 3, 16).

Lucas en el libro de los Hechos describe la venida del Espíritu Santo como fuego. Aparecieron lenguas como de fuego (Hch 2, 3). Éste es el fuego que quiere Jesús prender en el corazón de sus seguidores. Es el ardor, el ímpetu de la entrega decidida a la causa de Evangelio.

El mismo Jesús ha de pasar por esa prueba terrible. Y sufre la angustia hasta que llegue el momento de la destrucción en su cuerpo, para que la vida florezca.

He venido a traer… división 

Esta afirmación de Jesús no contradice en nada el mandamiento del amor, que Él mismo lo propone como el único. En nada se contrapone con la paz a los hombres, que prometen los ángeles en el nacimiento de Jesús (Lc 2, 14).

Jesús viene a establecer entre sus seguidores y entre los hombres la verdadera paz, a pesar de las envidias, codicias, guerras que se dan entre unos y otros. Su enseñanza y su testimonio son la prueba más evidente de que Él es el signo de contradicción (Lc 2, 34), que Simeón avisó a María, la Madre, en el momento de la presentación del Niño en el templo. Él fue el mártir que se entregó voluntariamente a la muerte para ser el "pacificador" de los hombres entre sí y con el Padre.

La división que indica Jesús es consecuencia de la opción radical por seguirle a Él. A pesar de que muchas veces la vocación de ser cristiano no es comprendida ni siquiera por los propios familiares, sin embargo, Jesús sigue llamando a la entrega total, hasta el martirio cruento muchas veces, de sus verdaderos discípulos.

En una sociedad que favorece la muerte de los no-nacidos y de los ancianos, que aplaude lel crecimiento injusto de las riquezas en manos de pocos, frente a la miseria que sufren la mayoría de los ciudadanos, el cristiano está llamado a ser "signo de contradicción" como Jesús. El discípulo de Jesús, fiel y coherente, tiene que estar dispuesto a sufrir la contradicción constante de una vida entregada a la causa de los más desfavorecidos.

Anunciar y vivir el estilo de vida de Jesús provoca en esta sociedad consumista rechazo, descrédito, conflicto y división. Es una constante en la historia de la Iglesia. Es el cumplimiento de la bienaventuranza proclamada por el mismo Jesús: Dichosos serán ustedes cuando los injurien y los persigan, y digan contra ustedes toda clase de calumnias por causa mía (Mt 5, 11).

La Palabra de Jesús provoca división. Y esto sucede en el interior de la Iglesia, entre aquellos que se afirman como cristianos comprometidos. El modo de interpretar y llevar a la práctica la Palabra de Dios origina en la Iglesia diversas tendencias, movimientos y comunidades. De tal modo que se dan dentro de la Iglesia grupos extremistas, unos más cercanos a vivir la fe desde una seudomística que les evade del esfuerzo social a favor de los marginados y otros que entienden la práctica del Evangelio como una lucha permanente por el cambio social.

Es difícil optar y mantenerse en un equilibrio nacido de una fe profunda y una praxis pastoral que vaya creando la coherencia entre fe y vida, oración y acción, compromiso por el Reino y compromiso social.

Diálogo con Cristo

Jesús, te pido que me des la madurez, la coherencia y el coraje para nunca tener miedo a la vida. Sé que nunca te alejas y lo que permites, aunque a veces no me guste o no lo entienda, tiene una buena razón de ser. Con tu gracia podré seguirte en todas las circunstancias de la vida, pero humildemente te suplico me des la fuerza de voluntad que necesito para serte siempre fiel.

Propósito

Vivir el Evangelio, transformarse cada uno para transformar la sociedad. 

sábado, 17 de agosto de 2013

ORACIÓN POR LOS SACERDOTES


ORACIÓN POR LOS SACERDOTES

"Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño,
te rogamos que por el inmenso amor y misericordia
de Tu Sagrado Corazón,
atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes.
Te pedimos que retomes en Tu Corazón
todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino,
que enciendas de nuevo el deseo de santidad
en los corazones de aquellos sacerdotes
que han caído en la tibieza,
y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes
el deseo de una mayor santidad.
Unidos a tu Corazón y el Corazón de María,
te pedimos que envíes esta petición a Tu Padre celestial
en la unidad del Espíritu Santo. Amén."

REFLEJO



Reflejo
Autor: Dr. Rafael E. Vicens


Mira a tu alrededor. ¿Qué ves? Mucho es un reflejo de tus propias creencias y expectativas. Todo lo que experimentas pasa primero por el filtro de tu actitud ante la vida. Es por eso que una persona puede ver belleza y oportunidades en la misma situación en la que otra sólo ve desesperación y falta de posibilidades.

Los defectos que ves en los demás son, de alguna manera, también tuyos. Si así no fuera, no podríasreconocerlos o comprenderlos. La belleza que ves en los demás también está dentro de ti. Porque la belleza no está únicamente en la persona u objeto que se percibe, sino también en quien la percibe.

El mundo que te rodea es un espejo y, cuando pones tu mejor cara frente a un espejo, lo que ves te agrada. Ten la firme expectativa de vivir en un mundo de belleza, bienestar y oportunidades y allí es exactamente donde estarás.

NADA NI NADIE


Nada ni nadie
Autor: Padre José Luis Martín Descalzo


Nadie estuvo más solo que tus manos
perdidas entre el hierro y la madera;
mas cuando el Pan se convirtió en hoguera
nadie estuvo más lleno que tus manos.

Nadie estuvo más muerto que tus manos
cuando, llorando, las besó María;
mas cuando el Vino ensangrentado ardía
nada estuvo más vivo que tus manos.

Nada estuvo más ciego que mis ojos
cuando creí mi corazón perdido
en un ancho desierto sin hermanos.

Nadie estaba más ciego que mis ojos.
Grité, Señor, porque te habías ido.
Y Tú estabas latiendo entre mis manos.

CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


Consagración al  Corazón de María


"¡Oh Madre! Quiero Consagrarme a Ti
Virgen María hoy Consagro mi vida a Ti.
Siento necesidad constante
de tu presencia en mi vida.
para que me protejas, me guíes y me consueles.
Se que en Ti mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará,
mi derrota se convertirá en victoria,
Mi fatiga en Ti fortaleza es".

Amén.


EL EVANGELIO DE HOY: 17.08.2013

Autor: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
Jesús bendice a los niños
Mateo 19, 13-15. Tiempo Ordinario. Somos felices cuando ponemos en Dios nuestra confianza como niños.
 
Jesús bendice a los niños
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 13-15


En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y rezara por ellos, pero los discípulos les regañaban. Jesús dijo: Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los Cielos. Les impuso las manos y se marchó de allí.

Oración introductoria

Señor, inicio esta oración con la humildad y docilidad de un niño que busca el abrazo de su padre amoroso. Ayúdame a saber escucharte y a recibir tu Reino con la sencillez de un niño.

Petición

Jesús, concédeme el don de buscar la humildad voluntaria, motivado por tu ejemplo.

Meditación del Papa

Jesús había dicho a sus discípulos que, para entrar en el reino de Dios, deberían hacerse como niños. Él mismo, que abraza al mundo entero, se hizo niño para salir a nuestro encuentro, para llevarnos hacia Dios. Para reconocer a Dios debemos abandonar la soberbia que nos ciega, que quiere impulsarnos lejos de Dios, como si Dios fuera nuestro competidor. Para encontrar a Dios es necesario ser capaces de ver con el corazón. Debemos aprender a ver con un corazón de niño, con un corazón joven, al que los prejuicios no obstaculizan y los intereses no deslumbran. Así, en los niños que con ese corazón libre y abierto lo reconocen a él la Iglesia ha visto la imagen de los creyentes de todos los tiempos, su propia imagen.
Queridos amigos, ahora nos asociamos a la procesión de los jóvenes de entonces, una procesión que atraviesa toda la historia. Juntamente con los jóvenes de todo el mundo, vamos al encuentro de Jesús. Dejémonos guiar por él hacia Dios, para aprender de Dios mismo el modo correcto de ser hombres. Benedicto XVI, 16 de marzo de 2008.

Reflexión:

"Dejad que los niños se acerquen a mí... y no se lo impidáis". Las palabras de Jesús suenan como un ligero reclamo. Para los adultos las "cosas de niños" representan un segundo plano, no son importantes. Avanzando en años, y con la experiencia de la vida, comienzan a ver las "cosas de niños" como comportamientos superados. Por nuestra ansia de dejar atrás todo infantilismo nos olvidamos de todo lo bueno que tiene la niñez: como la pureza, la simplicidad, la sinceridad de sentimientos, que son justamente las virtudes que Jesús valora más. Si somos complicados, ambiguos o poco coherentes, ¿no será porque no hemos sabido conservar el tesoro de nuestra infancia?

El Señor ve en los niños el reflejo del Reino de los Cielos, porque su conocimiento es todavía puro. Es un tabernáculo interior donde el mal y el pecado no pueden penetrar. La felicidad de los niños, su desenvoltura y su espontaneidad no son sólo manifestación de inconsciencia, ingenuidad o infantilismo, como diríamos nosotros.

Muchas personas viven siempre amargadas, demasiado angustiadas por los problemas económicos, por la situación en el trabajo o en la familia, incluso objetivamente difíciles. Creen tener el deber de resolver todo solos, olvidando que Dios está siempre presente y nos ayuda. Sin embargo, toma otra dimensión cuando miramos a Dios. Somos más felices cuando ponemos en Él nuestra confianza y nuestra seguridad. Si tuviésemos más fe, y dejásemos a Él el timón de nuestra vida, encontraríamos de nuevo la serenidad de nuestra infancia.

Propósito

Hacer una visita al Santísimo, o una oración especial, para decirle a Dios que quiero obedecerle siempre y en todo, renunciando, con plena confianza, a mi propia voluntad.

Diálogo con Cristo 

Jesucristo, dame la fe y la confianza para creer con todo mi corazón que tu gracia me basta. Enséñame a tener la docilidad de los niños para no dudar ni darle vueltas a las cosas que dispongas en mi camino. No permitas que me dé miedo ser santo, que tema lanzarme y convertirme en un auténtico discípulo y misionero de tu amor. 

viernes, 16 de agosto de 2013

CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


Consagración de la Familia al Sagrado Corazón de Jesús

Santísimo Amor de Jesús, te consagramos nuestros corazones, nuestras vidas, y nuestras familias.

Conocemos que el ejemplo bello de Tu hogar en Nazaret, fue un modelo para cada una de nuestras familias.

Esperamos obtener con Tu ayuda, la unión y el amor fuerte y perdurable que recibiste. 

- Que nuestro hogar se llene de gozo. 
- Que el afecto sincero, la paciencia, la tolerancia y el respeto mutuo, estén siempre presentes. 
- Que nuestras oraciones incluyan las necesidades de los otros, no sólo las nuestras.
- Que siempre estemos cerca de los Sacramentos.
- Que la paz esté con nosotros, y cuando vengan las dificultades danos consuelo y esperanza.
Bendice a todos los que aquí habitamos y también a los difuntos
Mantén nuestras familias cerca de tu Amor y que Tu protección esté siempre con nosotros.

Amén.

EL SACRAMENTO DEL PERDÓN ES GRATIS.

Es gratis y...¡nadie lo pide!

Autor: P Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
Es gratis y...¡nadie lo pide!
El perdón es la medicina adecuada, la solución, el sentido de la vida, lo que andaba buscando, lo que más necesitaba.



Pues bien, hay por ahí arrumbado en las sacristías un Sacramento que se llama el "Sacramento del Perdón". Y se da gratis, no cuesta nada, pero la gente ya casi no lo pide.

Yo quisiera decir que la confesión es un encuentro con Dios. Un encuentro auténtico con Él, no deja igual, ¡transforma!.


Así como los encuentros de la Samaritana, de Zaqueo, de Pablo, etc., en esos encuentros hay un algo que hacer saltar la chispa de sentir a Dios como la medicina adecuada, la solución, el sentido de la vida, el que andaba buscando, lo que más necesitaba. La medicina toca en la llaga abierta, pero no para abrirla más, sino para curarla.



El pecador ante Dios no se siente descubierto, sino perdonado. Ante Cristo Crucificado el pecador no debe sentir vergüenza sino amor. La confesión es un encuentro peculiar: la miseria choca con la misericordia, el pecador y el redentor se abrazan, el hijo pródigo y el padre se vuelven a encontrar. Pero; ¡qué manía de confesarse con el hombre y no con Dios!



Porque las sogas que me atan son de esta estopa: ¿Qué va a pensar el Padre?, el hombre? El Padre no piensa nada, no debe de pensar nada. ¿Cómo le digo esto sin descomponerme? No me atrevo, mañana me confieso, para lo mismo responder mañana.



Y, ¡qué manía de confesarse consigo mismo!: "He fallado, he caído muy bajo, muy hondo, ¡qué vergüenza!", ¿Para qué me confieso otra vez si voy a volver a fallar?



Te confiesas tu mismo ante tu orgullo herido, que supura rabia, desesperanza, porque no acepta ser un pecador más, de los que tienen que llorar y arrepentirse como todos.



Confesarse con Dios es mejor que confesarse con el hombre o consigo mismo. Duele, ¡sí!, pero ese dolor es de otra clase, duele haber herido un amor, haber ofendido a un Padre, haber roto una amistad. Dolor redentor y humilde que cura, que trae la paz de Dios.



¡Confiésate con Él!, dile tus pecados. Llórale a Dios tu arrepentimiento. Prométele que vas a cambiar, que vas a levantarte de nuevo.



Cuando te confiesas sube la cuesta del Calvario y plántate delante de ese gran Cristo Crucificado, sangrante, que está muriendo por ti. Ahí, ante ese Cristo ¡confiésate!. Cuéntale, llórale tus pecados y a Él pídele perdón.



El encuentro con el hombre provoca vergüenza, el encuentro con uno mismo provoca orgullo herido y la desesperación, el encuentro con Cristo Crucificado produce la paz del perdón.



Hoy haz una cita con el Redentor. Soy el hijo pródigo, me siento pecador, no necesito inventar pecados, ahí están, son muchos, llevan mi nombre, pero el perdón de Dios es infinitamente mayor.



Cristo perdona siempre y con mucho gusto. Ahí encontrarás siempre al mismo Dios con el perdón en la mano y en el corazón, un perdón siempre del tamaño del pecado.



A Cristo le gusta, le fascina perdonar. Con terminología humana podríamos decir, que se siente realizado perdonando, perdonándote a ti y a mi. Se trata de un encuentro con Dios muy especial.



El médico que va con el enfermo sabe muy bien qué medicina recetarle, tiene medicina para todos los males; las hay dulces, las hay pequeñas, las hay grandes, hay medicinas para todos los males.

La verdad es que cuando uno se confiesa bien, se siente curado. Es el encuentro del hombre cansado y triste con Dios Omnipotente que restaura sus fuerzas. Hay en la penitencia vitaminas para la tristeza y el cansancio, males de quien diariamente debe recorrer un largo camino.


La verdad es que la confesión restaura esas fuerzas y nos brinda paz, es el encuentro del amigo que ha fallado a la amistad con el Amigo, con Cristo, con Dios, con ese Padre misericordioso que siempre trae en las manos algo para ti.



La confesión frecuente reafirma mi amistad con Dios, con el Cristo de mis días felices y mis grandes momentos. Por eso, si al confesarme me asiste un poco de fe como un grano de mostaza, debería ser un encuentro regocijante y un gran acontecimiento cada vez.



La forma mejor de confesarse es hacerlo a la puerta del infierno para llenarnos de susto o frente a un crucifijo para llenarnos de amor.





  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Mariano de Blas LC 

    EL AMOR


    El amor
    Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD


    Dios es amor, Dios es perdón. Él nos mandó amar y perdonar: “Amarás a tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10, 27).
    San Juan recoge muy bien el mandato del amor y este mandato lo repetía machaconamente una y mil veces, como lo único importante en la vida. Ese mandato es único. Es un gran tronco con tres ramas: amor a Dios, al otro y a uno mismo, o mejor, al otro como a uno mismo. Nosotros los humanos estamos muy acostumbrados a dividir, a separar. Y nos cuesta comprender que no puede existir el amor a Dios sin el del prójimo, y que éste es la concretización del otro. Es necesario amar a Dios, amar al otro y amarse a sí mismo. El amor es vida, es fuerza. Al amar nos asemejamos a Dios, recogemos toda su fuerza y poder, y todo lo que tocamos, aunque sea de barro, le damos vida con nuestra presencia y nuestro aliento. Quien ama tiene vida, engendra vida y deja vivir. Quien odia, está dominado por la muerte. 

    Necesitamos el amor y el cariño para poder desarrollarnos y crecer como seres humanos. Sin amor se marchita la flor, se muere el animal y desaparece todo el género humano. Cuando amamos –decía Chesterton– no sólo ofrecemos flores a la persona amada, sino que las flores de todos los parques y jardines nos lo recuerdan.
    Jesús fue maestro en el amor. Y amó a todos y hasta el final, pero especialmente a los más pobres e indefensos. Jesús amó y perdonó. Amó a los enemigos y perdonó a aquellos mismos que acabaron con su vida, porque no sabían lo que hacían. Quien no ama y no perdona es porque no ha conocido a Dios (1 Jn 4, 9).

    El ser humano vive en la medida que ama. La vida nos ofrece la oportunidad de hacerlo a plenitud o a medias, de vivir en libertad o dentro de los muros de la prisión. Toda la vida debiera ser una historia de amor. 
    El amor es una respuesta aprendida en la infancia y a lo largo de la vida. Para que el niño pueda amar y perdonar necesita crecer en un ambiente de amor y respeto, pues nadie puede dar lo que no ha recibido. Quizá, por eso, es importante caer en la cuenta de la fuerza transformadora del amor, abrirse a él, optar por él y tenerlo como lo único importante de nuestra vida, ya que en eso seremos juzgados (Mt 25,31-46). 

    Amor que sonríe, sirve, cura y engendra fuerzas. Amor que es bondad, perdón, compasión y ternura. Amor que se expresa en un saludo, en una sonrisa, en una comida. Amor que libera del odio, que acaba con la envidia, que siempre siembra vida por donde pasa y anida.

    EL EVANGELIO DE HOY: 16.08.2013

    Autor: P Clemente González | Fuente: Catholic.net
    Lo que Dios unió no lo separe el hombre
    Mateo 19, 3-12. Tiempo Ordinario. Dios siempre está presente para dar su ayuda y fortalecer el amor.
     
    Lo que Dios unió no lo separe el hombre
    Del santo Evangelio según san Mateo 19, 3-12 

    En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron para ponerlo a prueba: ¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo? Él les respondió: ¿No habéis leído que el Creador en el principio los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. Ellos insistieron: ¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse? Él le contestó: Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero al principio no era así. Ahora os digo yo que si uno se divorcia de su mujer –no hablo de prostitución- y se casa con otra, comete adulterio. Los discípulos le replicaron: Si ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse. Pero Él les dijo: No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el Reino de los Cielos. El que pueda con esto, que lo haga.

    Oración introductoria

    Señor, quiero encontrarme contigo en este momento de oración, esperando tener la docilidad de corazón para no convertir esta meditación en un interrogatorio, en exigencias, en quejas o para pedirte lo que creo necesitar. ¡Ven Espíritu Santo!

    Petición

    Jesús, ayúdame a nunca ser duro de corazón.

    Meditación del Papa

    Sin la confianza en Dios, sin la confianza en Cristo, que nos da también la capacidad de la fe y de la vida, la familia no puede sobrevivir. Lo vemos hoy. Sólo la fe en Cristo, sólo la participación en la fe de la Iglesia salva a la familia; y, por otra parte, la Iglesia sólo puede vivir si se salva la familia. Yo ahora no tengo la receta de cómo se puede hacer esto. Pero creo que debemos tenerlo siempre presente. Por eso, tenemos que hacer todo lo que favorezca a la familia: círculos familiares, catequesis familiares, enseñar la oración en familia. Esto me parece muy importante: donde se hace oración juntos, está presente el Señor, está presente la fuerza que puede romper incluso la "esclerocardía", la dureza de corazón que, según el Señor, es el verdadero motivo del divorcio. Sólo la presencia del Señor, y nada más, nos ayuda a vivir realmente lo que desde el inicio el Creador quiso y el Redentor renovó. Enseñar la oración en familia y así invitar a la oración con la Iglesia. Y encontrar luego todos los demás modos. Benedicto XVI, 2 de marzo de 2006.

    Reflexión

    ¿Qué pensaría Jesús de todos los que hoy aprueban el divorcio? Como en aquella ocasión, les ayudaría a entender qué es realmente el matrimonio y luego les enseñaría a defenderlo contra todos los ataques.

    El matrimonio cristiano no es sólo una convivencia entre un hombre y una mujer que se quieren. Es mucho más. Es un sacramento, es decir, algo sagrado y querido por Dios. Luego es compartir un proyecto de vida para alcanzar la felicidad en esta vida. Pero si no hay proyecto, si no hay amor verdadero, si los hijos son un estorbo y no una alegría... ¿qué tipo de matrimonio es ese? Seguramente conocerás alguna pareja que haya dejado morir el amor, por pura rutina, por no saber que el matrimonio es una experiencia cargada de pequeños detalles, de gestos: un regalo, una sonrisa, una comida inesperada, una oración en familia... ¡Hay tantos medios para caldear el amor en el matrimonio!

    Lo que Dios ha unido no debe separarse, porque un divorcio, en lugar de traer paz, trae mayor amargura y dolor, destrozando también la felicidad que merecen los hijos. Es siempre mejor intentar sacar adelante los problemas familiares que sucumbir ante ellos. Además contamos con la ayuda de Dios y de los consejeros que ha puesto a nuestra disposición (un sacerdote, una religiosa, un catequista, etc.)

    Propósito

    Concretar algunos medios para propiciar la oración familiar: bendecir los alimentos, reflexionar el Evangelio del domingo, rezar el rosario, ir a misa juntos, peregrinación a un santuario mariano, etc.

    Diálogo con Cristo 

    Jesús, concédeme vivir la auténtica caridad fraterna, especialmente con mi familia y amigos. Que nos ayudemos unos a otros a vivir santamente y a perseverar en nuestra vocación cristiana. 

    jueves, 15 de agosto de 2013

    ¿QUÉ ES LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA?


    ¿QUÉ ES LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA?
    LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
    Se celebra el 15 de Agosto


    El Papa Pío XII definió solemnemente el dogma de la Asunción de María el 1 de noviembre de 1950. Este dogma fue promulgado en la Constitución "Munificentissimus Deus": 

    Las razones fundamentales para la definición del dogma presentadas por Pío XII fueron: 

    1-La inmunidad de María de todo pecado: La descomposición del cuerpo es consecuencia del pecado, y como María, careció de todo pecado, entonces Ella estaba libre de la ley universal de la corrupción, pudiendo entonces, entrar prontamente, en cuerpo y alma, en la gloria del cielo.

    2-Su Maternidad Divina: Como el cuerpo de Cristo se había formado del cuerpo de María, era conveniente que el cuerpo de María participara de la suerte del cuerpo de Cristo. Ella concibió a Jesús, le dio a luz, le nutrió, le cuidó, le estrechó contra su pecho. No podemos imaginar que Jesús permitiría que el cuerpo, que le dio vida, llegase a la corrupción. 

    3-Su Virginidad Perpetua: como su cuerpo fue preservado en integridad virginal, (toda para Jesús y siendo un tabernáculo viviente) era conveniente que después de la muerte no sufriera la corrupción.

    4-Su participación en la obra redentora de Cristo: María, la Madre del Redentor, por su íntima participación en la obra redentora de su Hijo, después de consumado el curso de su vida sobre la tierra, recibió el fruto pleno de la redención, que es la glorificación del cuerpo y del alma.

    La Asunción es la victoria de Dios confirmada en María y asegurada para nosotros. La Asunción es una señal y promesa de la gloria que nos espera cuando en el fin del mundo nuestros cuerpos resuciten y sean reunidos con nuestras almas.

    La Asunción es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a la que nosotros caminamos. 

    Este día, recordamos que María es una obra maravillosa de Dios. Concebida sin pecado original, el cuerpo de María estuvo siempre libre de pecado. Era totalmente pura. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado. 

    También, tenemos presente a Cristo por todas las gracias que derramó sobre su Madre María y cómo ella supo responder a éstas. Ella alcanzó la Gloria de Dios por la vivencia de las virtudes. Se coronó con estas virtudes.

    La maternidad divina de María fue el mayor milagro y la fuente de su grandeza, pero Dios no coronó a María por su maternidad, sino por sus virtudes: su caridad, su humildad, su pureza, su paciencia, su mansedumbre, su perfecto homenaje de adoración, amor, alabanza y agradecimiento. 

    María cumplió perfectamente con la voluntad de Dios en su vida y eso es lo que la llevó a llegar a la gloria de Dios. 

    En la Tierra todos queremos llegar a Dios y en esto trabajamos todos los días. Esta es nuestra esperanza. María ya ha alcanzado esto. Lo que ella ha alcanzado nos anima a nosotros. Lo que ella posee nos sirve de esperanza. 
    María tuvo una enorme confianza en Dios, su corazón lo tenía lleno de Dios. Vivió con una inmensa paz porque vivía en Dios, porque cumplió a la perfección con la voluntad de Dios durante toda su vida. Y esto es lo que la llevó a gozar en la gloria de Dios. Desde su Asunción al Cielo, Ella es nuestra Madre del Cielo. 

    La fiesta de la Asunción es “la fiesta de María”, la más solemne de las fiestas que la Iglesia celebra en su honor. Este día festejamos todos los misterios de su vida.

    Es la celebración de su grandeza, de todos sus privilegios y virtudes, que también se celebran por separado en otras fechas.

    María es una obra maravillosa de Dios: mujer sencilla y humilde, concebida sin pecado original y, por tanto, creatura purísima. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado de Dios.

    En la Tierra todos queremos llegar a Dios y por este fin trabajamos todos los días, ya que ésa es nuestra esperanza. María ya lo ha alcanzado. Lo que ella ya posee nos anima a nosotros a alcanzarlo también. 

    ¿QUÉ ES EL DOGMA DE ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA A LOS CIELOS?


    ¿QUÉ ES EL DOGMA DE ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA A LOS CIELOS?

    Se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial. 

    Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus, con las siguientes palabras:

    "Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".

    Ahora bien, ¿por qué es importante que los católicos recordemos y profundicemos en el Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica responde a este interrogante: 

    "La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos" (#966). 

    La importancia de la Asunción para nosotros, hombres y mujeres de comienzos del Tercer Milenio de la Era Cristiana, radica en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y la nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano como nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso: una anticipación de nuestra propia resurrección. 

    Más aún, la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo es un Dogma de nuestra fe católica, expresamente definido por el Papa Pío XII hablando "ex-cathedra". Y ... ¿qué es un Dogma? Puesto en los términos más sencillos, Dogma es una verdad de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la Iglesia como realmente revelada por Dios. 

    En este caso se dice que el Papa habla "ex-cathedra", es decir, que habla y determina algo en virtud de la autoridad suprema que tiene como Vicario de Cristo y Cabeza Visible de la Iglesia, Maestro Supremo de la Fe, con intención de proponer un asunto como creencia obligatoria de los fieles Católicos. 

    El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (#966) nos lo explica así, citando a Lumen Gentium 59, que a la vez cita la Bula de la Proclamación del Dogma: "Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte".

    Y el Papa Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre la Asunción, explica esto mismo en los siguientes términos:

    "El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio" (JP II, 2-julio-97).

    "Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos" (JP II , Audiencia General del 9-julio-97).

    Continúa el Papa: "María Santísima nos muestra el destino final de quienes `oyen la Palabra de Dios y la cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las alturas, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde está también la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial" (JP II, 15-agosto-97) 

    Los hombres y mujeres de hoy vivimos pendientes del enigma de la muerte. Aunque lo enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las creencias que tengamos, aunque lo evadamos en nuestro pensamiento, aunque tratemos de prolongar por todos los medios a nuestro alcance nuestros días en la tierra, todos tenemos una necesidad grande de esa esperanza cierta de inmortalidad contenida en la promesa de Cristo sobre nuestra futura resurrección.

    Mucho bien haría a muchos cristianos oír y leer más sobre este misterio de la Asunción de María, el cual nos atañe tan directamente. ¿Por qué se ha logrado colar la creencia en el mito pagano de la re-encarnación entre nosotros? Si pensamos bien, estas ideas extrañas a nuestra fe cristiana se han ido metiendo en la medida que hemos dejado de pensar, de predicar y de recordar los misterios, que como el de la Asunción, tienen que ver con la otra vida, con la escatología, con las realidades últimas del ser humano.

    El misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo nos invita a hacer una pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la tierra, sobre nuestro fin último: la Vida Eterna, junto con la Santísima Trinidad, la Santísima Virgen María y los Angeles y Santos del Cielo. El saber que María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como se nos ha prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de Dios, nos renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para siempre.

    LAS CAJAS DE DIOS


    LAS CAJAS DE DIOS

    Tengo en mis manos dos cajas que Dios me dio a guardar.
    Me dijo: Pon tus tristezas en la negra, y todas tus alegrías en la dorada.
    Seguí estas palabras y en ambas cajas tristezas y alegrías guardé respectivamente.

    A pesar de que la dorada se hacía más pesada día con día, la negra era tan ligera como antes...

    Lleno de curiosidad, abrí la caja negra para ver lo que ocurría, y vi en el fondo de la caja un agujero por donde mis tristezas habían desaparecido.

    Se la mostré a Dios y le dije:
    Me pregunto ¿dónde están mis tristezas?
    Y con una tierna sonrisa me respondió:
    "Hijo mío, todas ellas están aquí conmigo".

    Le pregunté: Dios mío, ¿por qué me diste las cajas?
    ¿Por qué la dorada, y la negra con agujero?

    Y él me respondió: "Hijo mío, la dorada es para que tomes en cuenta todas tus bendiciones, la negra es para que puedas olvidar".

    EL EVANGELIO DE HOY: 15.08.2013

    Autor: P. Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net
    El triunfo definitivo de María
    Lucas 1, 39-56. Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María. Que asunta hoy al cielo, sea siempre nuestra Madre, guía y compañera de camino hasta la eternidad.
     
    El triunfo definitivo de María
    Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56

    En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!Y dijo María: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia- como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos. María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa. 

    Oración introductoria

    María, madre de Jesús y madre mía, tú escuchaste siempre a tu Hijo. Tú supiste glorificarlo y te llenaste de júbilo al saber reconocer a Dios. Estrella de la mañana, refugio de los pecadores, háblame de Él y muéstrame el camino para seguir a Cristo por el camino de la fe.

    Petición

    María, ayúdanos a imitar tu docilidad, tu silencio y escucha. María, háblanos de Jesús.

    Meditación del Papa

    Me parece importante destacar la expresión "con prontitud": las cosas de Dios merecen esta urgencia, incluso podemos decir que las únicas cosas que merecen urgencia son las de Dios, la verdadera urgencia de nuestra vida. [...]¡Queridos hermanos! Estamos hablando de María, pero, de alguna manera, estamos hablando también de nosotros, de cada uno de nosotros: también nosotros somos destinatarios de este amor inmenso que Dios ha reservado -de una manera única e irrepetible- para María. En esta Solemnidad de la Asunción miramos a María: Ella, nos conduce a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con Él, sino dejarnos iluminar y guiar por su palabra; seguirlo cada día, incluso en los momentos en los que sentimos que nuestras cruces se hacen pesadas. María, el arca de la alianza que está en el Santuario del Cielo, nos indica con luminosa claridad que estamos en el camino hacia nuestra verdadera Casa, comunión de alegría y de paz con Dios. ¡Amén!.Benedicto XVI, 16 de agosto de 2011.

    Reflexión

    Hay, en Jerusalén, dos basílicas cristianas dedicadas a la Asunción de la Santísima Virgen. Una, más pequeña y modesta en su fachada, pero muy hermosa por dentro, se encuentra al lado del huerto de Getsemaní. Está en el fondo del torrente Cedrón y muy cerquita de la basílica de la "Agonía" o de "Todas las naciones". La fachada es cruzada, pero el interior es la cripta de la primitiva iglesia bizantina construida a finales del siglo IV, durante el reinado de Teodosio el Grande (379-395). Y se cree que en este santo lugar yació el cuerpo de la Virgen María antes de ser asunta a los cielos.

    La otra iglesia, ubicada en el Monte Sión, es una de las iglesias católicas más grandes y más magníficas de Jerusalén, y se le conoce con el nombre de "iglesia de la Dormición", pues en ella se pretende recordar y celebrar el "tránsito" de la Virgen de este mundo al otro. Está ubicada a unos cuantos pasos del Cenáculo, en donde nuestro Señor celebró la Última Cena con sus discípulos y en donde instituyó la Eucaristía.

    Otra tradición dice que María murió en Éfeso, bajo el cuidado del apóstol san Juan. Pero no consta, ni parece verosímil que la Virgen se fuera a una ciudad tan lejana, ya anciana, siendo que en Jerusalén tendría a muchos de sus familiares. Además, la antiquísima veneración del sepulcro de la Virgen en Getsemaní y la celebración de la fiesta de la Dormición de María en Jerusalén inclinan la balanza hacia esta afirmación.

    Sea como sea, el hecho es que, desde los primerísimos años de la Iglesia, ya se hablaba del "tránsito" de la Santísima Virgen, de su "dormición" temporal y de su "asunción" a los cielos. Y, sin embargo, aunque era una creencia general del pueblo cristiano, la Iglesia no proclamó este dogma sino hasta el año santo de 1950. Ha sido, hasta el presente, el último dogma mariano. La bula declaratoria de Pío XII reza así: "Proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial".

    La Asunción de María no se contiene de modo explícito en la Sagrada Escritura, pero sí implicítamente. El texto del Apocalipsis que escuchamos en la primera lectura de la Misa de hoy puede ser un atisbo, aunque no tiene allí su fundamento bíblico. Más bien, los Santos Padres y los teólogos católicos han visto vislumbrada esta verdad en tres elementos incontestables de nuestra fe: la unión estrecha entre el Hijo y la Madre, atestiguada en los Evangelios de la Infancia; la teología de la nueva Eva, imagen de la mujer nueva y madre nuestra en el orden de la gracia; y la maternidad divina y la perfecta redención de María por parte de Cristo. Todo esto "exigía" la proclamación de la Asunción de nuestra santísima Madre al cielo.

    En efecto, la persuasión de todo el orbe católico acerca de la excelsa santidad de María, toda pura e inmaculada desde el primer instante de su concepción; el privilegio singularísimo de su divina maternidad y de su virginidad intacta; y su unión íntima e inseparable con Jesucristo, desde el momento de la Encarnación hasta el pie de la cruz y el día de la Ascensión de su Hijo al cielo, han sido siempre, desde los inicios, los argumentos más contundentes para creer que Dios no permitiría que su Madre se corrompiera en la oscuridad del sepulcro. Ella no podía sufrir las consecuencias de un pecado que no había conocido jamás.

    "Con razón no quisiste, Señor -rezamos en el prefacio de la Misa de hoy- que conociera la corrupción del sepulcro la mujer que, por obra del Espíritu, concibió en su seno al autor de la vida, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro".

    La Asunción de nuestra Madre santísima constituye, además, una participación muy singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección y del triunfo definitivo de los demás cristianos, hijos suyos.

    Ella, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y primicia de la Iglesia que llegará a su plenitud en el siglo futuro. Y ya desde ahora, María brilla ante el pueblo de Dios, aún peregrino en este mundo, como faro luminoso, como estrella de la mañana, como señal de esperanza cierta, como causa de nuestra alegría, como auxilio de los cristianos, refugio de los pecadores y consuelo de los afligidos. ¡El triunfo de María es ya nuestro triunfo!

    Propósito

    ¡Acójamos hoy a su regazo maternal y que María santísima, asunta hoy al cielo, sea siempre nuestra Madre, nuestra guía, nuestra protectora y abogada, nuestra reina y nuestra compañera de camino hasta la eternidad!

    Diálogo con Cristo 

    "No se aparte María de tus labios ni de tu corazón; y para conseguir su ayuda intercesora, no te apartes tú de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si la contemplas. Si ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; si ella es tu guía, no te fatigarás; y si ella te ampara, llegarás felizmente al puerto". Texto de san Bernardo





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