jueves, 18 de julio de 2013

RUEGA POR NOSOTROS, PECADORES


Autor: Remedios Falaguera | Fuente: Catholic.net 
Ruega por nosotros, pecadores
Ella, como la mejor de las madres, nos colma de besos y abrazos, nos alberga en su regazo como hijos pequeños, y nos brinda, sin ostentaciones y sin esperar nada a cambio, su ayuda y su cuidado.


“Acuérdate, Virgen Madre de Dios, cuando estés delante del Señor, de decirle cosas buenas de mí”. (Oración de la Santa Misa de la festividad de María Mediadora de todas de todas las gracias) 

¡María, la Madre de Dios, es mi Madre! Ella, la Madre por excelencia, me quiere , se preocupa de mis cosas, me disculpa, me regala su sonrisa y sus cuidados, y lo que es más maravilloso, “La maternidad de María con respecto a nosotros no consiste sólo en un vínculo afectivo: por sus méritos y su intercesión, ella contribuye de forma eficaz a nuestro nacimiento espiritual y al desarrollo de la vida de la gracia en nosotros(…)María es nuestra Madre: esta consoladora verdad, que el amor y la fe de la Iglesia nos ofrecen de forma cada vez más clara y profunda, ha sostenido y sostiene la vida espiritual de todos nosotros y nos impulsa , incluso en los momentos de sufrimiento, a la confianza y a la esperanza” (1) 

Ella, como la mejor de las madres, nos colma de besos y abrazos, nos alberga en su regazo como hijos pequeños, y nos brinda, sin ostentaciones y sin esperar nada a cambio, su ayuda y su cuidado. En su corazón de Madre cabemos todos, pues “con su amor materno se cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada. Por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora (2) 

Nadie como Ella conoce mejor nuestros corazones y sabe comprender nuestras palabras y gestos para presentárselas al Señor con una sonrisa cómplice de la que se sabe Mediadora de todas las gracias. Y ante nuestras vacilaciones, penas e imperfecciones nos susurra al oído: “No pasa nada, ven conmigo. Yo te acompáñame y te enseñaré el camino”. 

Y, en los “momentos de cansancio, de desilusión, de amargura por las dificultades de la vida, por las derrotas sufridas, por la falta de ayudas y de modelos, por la soledad que lleva a la desconfianza y a la depresión, por la incertidumbre del futuro”, llena de amor por nosotros nos coge de la mano y “nos ayuda, nos exhorta, nos indica con su espiritualidad dónde están la luz y la fuerza para proseguir el camino de la vida. Siendo todavía joven, el padre Maximiliano Kolbe escribía desde Roma a su madre: «¡Cuántas veces en la vida, pero especialmente en los momentos más importantes, he experimentado la protección especial de la Inmaculada…!” (3)

De hecho, ¿a quién se dirige un niño pequeño cuando quiere que se le perdone por alguna “trastada” que acaba de cometer? No hay ninguna duda. Primero, a su madre, ¡claro! El sabe que ella le quiere con locura. Que a pesar de la regañina justa y necesaria para hacerle mejor persona, mejor hijo de Dios, ella le perdonará, y le ofrecerá su ayuda para corregirse y luchar contra las malas inclinaciones. De hecho, como dice la canción, una madre no se cansa de esperar: “Aunque el hijo se alejara del hogar/una madre siempre espera su regreso/ que el regalo más hermoso que a los hijos da el Señor/ es su Madre y el milagro de su amor...”. 

“Por tu inmensa bondad, no abandonas a los que andan extraviados, sino que los llamas para que puedan volver a tu amor: tú diste a la Virgen María, que no conoció el pecado, un corazón misericordioso con los pecadores. Éstos, percibiendo su amor de madre, se refugian en ella implorando tu perdón; al contemplar su espiritual belleza, se esfuerzan por librarse de la fealdad del pecado, y, al meditar sus palabras y ejemplos, se sienten llamados a cumplir los mandatos de tu Hijo”. (4) 



Así pues, con la alegría y orgullo de ser hija de Santa María, entono esta entrañable oración:

¡María es mi Madre!
Bajo su manto me amparo, con sus frutos me alimento, con el Pan Eucarístico que me proporciona.
¡Ella es mi Madre!
Me arrojo en sus brazos y Ella me estrecha contra su corazón.
La escucho y su palabra me instruye.
La miro y su belleza me alumbra.
¡Ella es mi Madre!
Si estoy débil me sostiene, la invoco y su bondad me atiende.
Si enfermo me sana, si muerto por el pecado me da la vida de la gracia.
¡Ella es mi Madre!
En la lucha me socorre, en la tentación me auxilia, en la angustia me consuela, en el trabajo me sostiene, en la agonía me acompaña.
¡Ella es mi Madre!
Cuando voy a Jesús, me conduce, cuando llego a sus pies, me presenta.
Cuando le pido favores, me protege.
¡Ella es mi Madre!
Si soy constante en mi súplica, me escucha. Si la visito me atiende.
En la vida me guía al cielo y en la muerte recibiré de sus manos la eterna corona.
¡Ella es mi Madre!
Que buena es María, que dulce y hermosa es!
¡Ella es mi Madre!



Todo eso es María, nuestra Madre. Más aún, María, nos concede más de lo que pedimos, consiguiendo de Su Hijo no solo el perdón y el consuelo que necesitamos, sino la gracia, la reconciliación y la paz. Dice Juan Pablo II en "Redemptoris Mater":"...Sólo en el cielo seremos capaces de abarcar y medir el radio de acción de María en la Historia de la Iglesia, de la Humanidad y de cada uno de nosotros". 

Cada vez que rezamos el Avemaría acudimos a Nuestra Señora, Madre de Dios y Madre nuestra, como almas sedientas de ayuda y esperanza, diciendo: “Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”. Por lo tanto, llenos de confianza y cariño filial llámala fuerte, fuerte. Refúgiate en su regazo y pídele su mediación para obtener de Su Hijo el perdón. “Ella es, como la ha llamado la Iglesia, la Omnipotentia supplex, la omnipotencia suplicante. Pues bien, si un buen hijo no se atreve a negar nada de lo que su madre le pide, ¿cómo habría de hacerlo Jesús, que ama con amor infinito a María y siendo Dios lo puede todo? (5)

No estamos solos, María nunca falla porque es madre. Y recuerda: “Antes, solo, no podías... —Ahora, has acudido a la Señora, y, con Ella, ¡qué fácil!”(6) 

(1) Juan Pablo II, Audiencia general, 25-X-1995
(2) Lumen Gentium, n. 62).
(3) Juan Pablo II. Pensamientos extractados del Libro "Orar".
(4) Prefacio de la Sta. Misa de la Bienaventurada Virgen, Refugio de los pecadores y Madre de la reconciliación 
(5) Antonio Fuertes Mendiola, La aventura divina de Maria, pag.227
(6) S. Josemaría Escrivá de Balaguer, Camino, n. 513.

LOS CATÓLICOS DIVORCIADOS Y LA EUCARISTÍA


Autor: Jorge Peñacoba | Fuente: sontushijos.org 
Los católicos divorciados y la Eucaristía
Orientaciones del Papa en la reciente Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis (22 de enero 2007)

Entre los temas abordados por el Santo Padre en este importante documento, que recoge las conclusiones del Sínodo de los Obispos del 2005, publicamos las reflexiones e indicaciones pastorales sobre este doloroso asunto, acerca del cual se preguntan muy a menudo los católicos cómo se debe actuar

Eucaristía e indisolubilidad del matrimonio

Puesto que la Eucaristía expresa el amor irreversible de Dios en Cristo por su Iglesia, se entiende por qué ella requiere, en relación con el sacramento del Matrimonio, esa indisolubilidad a la que aspira todo verdadero amor.(91) Por tanto, es más que justificada la atención pastoral que el Sínodo ha dedicado a las situaciones dolorosas en que se encuentran bastantes fieles que, después de haber celebrado el sacramento del Matrimonio, se han divorciado y contraído nuevas nupcias. Se trata de un problema pastoral difícil y complejo, una verdadera plaga en el contexto social actual, que afecta de manera creciente incluso a los ambientes católicos. Los Pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las diversas situaciones, para ayudar espiritualmente de modo adecuado a los fieles implicados.(92) El Sínodo de los Obispos ha confirmado la praxis de la Iglesia, fundada en la Sagrada Escritura (cf. Mc 10,2-12), de no admitir a los sacramentos a los divorciados casados de nuevo, porque su estado y su condición de vida contradicen objetivamente esa unión de amor entre Cristo y la Iglesia que se significa y se actualiza en la Eucaristía. Sin embargo, los divorciados vueltos a casar, a pesar de su situación, siguen perteneciendo a la Iglesia, que los sigue con especial atención, con el deseo de que, dentro de lo posible, cultiven un estilo de vida cristiano mediante la participación en la santa Misa, aunque sin comulgar, la escucha de la Palabra de Dios, la Adoración eucarística, la oración, la participación en la vida comunitaria, el diálogo con un sacerdote de confianza o un director espiritual, la entrega a obras de caridad, de penitencia, y la tarea educativa de los hijos.

Donde existan dudas legítimas sobre la validez del Matrimonio sacramental contraído, se debe hacer lo que sea necesario para averiguar su fundamento. Es preciso también asegurar, con pleno respeto del derecho canónico,(93) que haya tribunales eclesiásticos en el territorio, su carácter pastoral, así como su correcta y pronta actuación.(94) En cada diócesis ha de haber un número suficiente de personas preparadas para el adecuado funcionamiento de los tribunales eclesiásticos. Recuerdo que « es una obligación grave hacer que la actividad institucional de la Iglesia en los tribunales sea cada vez más cercana a los fieles ».(95) Sin embargo, se ha de evitar que la preocupación pastoral sea interpretada como una contraposición con el derecho. Más bien se debe partir del presupuesto de que el amor por la verdad es el punto de encuentro fundamental entre el derecho y la pastoral: en efecto, la verdad nunca es abstracta, sino que « se integra en el itinerario humano y cristiano de cada fiel ».(96) Por esto, cuando no se reconoce la nulidad del vínculo matrimonial y se dan las condiciones objetivas que hacen la convivencia irreversible de hecho, la Iglesia anima a estos fieles a esforzarse en vivir su relación según las exigencias de la ley de Dios, como amigos, como hermano y hermana; así podrán acercarse a la mesa eucarística, según las disposiciones previstas por la praxis eclesial. Para que semejante camino sea posible y produzca frutos, debe contar con la ayuda de los pastores y con iniciativas eclesiales apropiadas, evitando en todo caso la bendición de estas relaciones, para que no surjan confusiones entre los fieles sobre del valor del matrimonio.(97)

(número 29 del Documento)
Debido a la complejidad del contexto cultural en que vive la Iglesia en muchos países, el Sínodo recomienda tener el máximo cuidado pastoral en la formación de los novios y en la verificación previa de sus convicciones sobre los compromisos irrenunciables para la validez del sacramento del Matrimonio. Un discernimiento serio sobre este punto podrá evitar que los dos jóvenes, movidos por impulsos emotivos o razones superficiales, asuman responsabilidades que luego no sabrían respetar.(98) El bien que la Iglesia y toda la sociedad esperan del Matrimonio, y de la familia fundada sobre él, es demasiado grande como para no ocuparse a fondo de este ámbito pastoral específico. Matrimonio y familia son instituciones que deben ser promovidas y protegidas de cualquier equívoco posible sobre su auténtica verdad, porque el daño que se les hace provoca de hecho una herida a la convivencia humana como tal.

EL SANTÍSIMO SACRAMENTO, LA LUZ DEL MUNDO


Autor: Rev. Martín Lucía | Fuente: Catholic.net 
El Santísimo Sacramento, la Luz del mundo
Como el sol es la fuente natural de toda energía, el Santísimo Sacramento es la fuente sobrenatural de toda gracia y amor.


Unos meses antes de su muerte el Obispo Fulton J. Sheen fue entrevistado por la televisión nacional: "Obispo Sheen, usted inspiró a millones de personas en todo el mundo. ¿Quien lo inspiró a usted? ¿Fue acaso un Papa?".

El Obispo Sheen respondió que su mayor inspiración no fue un Papa, ni un Cardenal, u otro Obispo, y ni siquiera fue un sacerdote o monja. Fue una niña china de once años de edad.

Explicó que cuando los comunistas se apoderaron de China, encarcelaron a un sacerdote en su propia rectoría cerca de la Iglesia. El sacerdote observó aterrado desde su ventana como los guardias penetraron en la iglesia y se dirigieron al santuario. Llenos de odio profanaron el tabernáculo, tomaron el copón y lo tiraron al suelo, esparciendo las Hostias Consagradas. Eran tiempos de persecución y el sacerdote sabía exactamente cuantas Hostias contenía el copón: Treinta y dos.

Cuando los guardias se retiraron, tal vez no se dieron cuenta, o no prestaron atención a una niñita que rezaba en la parte de atrás de la iglesia, la cual vió todo lo sucedido. Esa noche la pequeña regresó y, evadiendo la guardia apostada en la rectoría, entró en la iglesia. Allí hizo una Hora Santa de oración, un acto de amor para reparar el acto de odio.

Después de su hora santa, se adentró al santuario, se arrodilló, e inclinándose hacia delante, con su lengua recibió a Jesús en la Sagrada Comunión. (en aquel tiempo no se permitía a los laicos tocar la Eucaristía con sus manos). 

La pequeña continuó regresando cada noche, haciendo su Hora Santa y recibiendo a Jesús Eucarístico en su lengua. En la trigésima segunda noche, después de haber consumido la última Hostia, accidentalmente hizo un ruido que despertó al guardia. Este corrió detrás de ella, la agarró, y la golpeó hasta matarla con la culata de su rifle.

Este acto de martirio heróico fue presenciado por el sacerdote mientras, sumamente abatido, miraba desde la ventana de su cuarto convertido en celda.

Cuando el Obispo Sheen escuchó el relato, se inspiró en tal grado que prometió a Dios que haría una Hora Santa de oración frente a Jesús
Sacramentado todos los días, por el resto de su vida. Si aquella pequeñita pudo dar testimonio con su vida de la Real y hermosa Presencia de su Salvador en el Santísimo Sacramento, entonces el obispo se veía obligado a lo mismo. Su único deseo desde entonces sería, atraer el mundo al Corazón Ardiente de Jesús en el Santísimo Sacramento.

La pequeña le enseñó al Obispo el verdadero valor y celo que se debe tener por la Eucaristía; como la fe puede sobreponerse a todo miedo y como el verdadero amor a Jesús en la Eucaristía debe trascender a la vida misma.

Lo que se esconde en la Hostia Sagrada es la gloria de Su Amor. Todo lo creado es un reflejo de la realidad suprema que es Jesucristo. El sol en el cielo es tan solo un símbolo del hijo de Dios en el Santísimo Sacramento.

Por eso es que muchas custodias imitan los rayos de sol. Como el sol es la fuente natural de toda energía, el Santísimo Sacramento es la fuente sobrenatural de toda gracia y amor.

JESÚS es el Santísimo Sacramento, la Luz del mundo.

EL EVANGELIO DE HOY: 18.07.2013

Autor: P. Francisco Javier Arriola, LC | Fuente: Catholic.net
Mi yugo es suave y mi carga ligera
Mateo 11, 28–30. Tiempo Ordinario. Si buscas un lugar a donde ir, sigue a Cristo, porque él es la verdad. Si buscas un lugar donde descansar, está con Cristo, porque él es la vida.
 
Mi yugo es suave y mi carga ligera
Del Evangelio según san Mateo 11, 28-30

Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana. 


Oración Introductoria

Señor, Dios de Misericordia, vengo a Ti para encontrar el descanso de mi alma. Recíbeme en tu Corazón divino que has abierto para que descansemos en Él. Vengo a presentarte mis deficiencias y errores, pero aun siendo mis miserias las que te traigo, transfórmalas tú en signo de humildad y en un deseo ardiente de ti que nunca se apague.

Petición

Jesús mío, concédeme reconocer mi miseria y mi cansancio, para que recurra sólo a Ti, que eres fuente de Gracia y de perdón. Haz que te busque a Ti y que seas sólo Tú mi quieto Rincón de descanso y consuelo durante mi jornada.

Meditación del Papa

El saludo tradicional, con la que se desea el shalom, la paz, se convierte aquí en algo nuevo: se convierte en el don de aquella paz que sólo Jesús puede dar, porque es el fruto de su victoria radical sobre el mal. La "paz" que Jesús ofrece a sus amigos es el fruto del amor de Dios que lo llevó a morir en la cruz, para derramar toda su sangre, como cordero manso y humilde, "lleno de gracia y verdad". Por eso el beato Juan Pablo II quiso denominar este domingo después de Pascua, como de la Divina Misericordia, con una imagen bien precisa: aquella del costado traspasado de Cristo, del que salió sangre y agua, según el testimonio presencial del apóstol Juan. Mas ahora Cristo ha resucitado, y de Él vivo, brotarán los sacramentos pascuales del Bautismo y de la Eucaristía: los que se les acercan con fe a ellos, reciben el don de la vida eterna.
Queridos hermanos y hermanas, acojamos el don de la paz que Jesús resucitado nos ofrece, ¡dejémonos llenar el corazón de su misericordia! De esta manera, con el poder del Espíritu Santo, el Espíritu que resucitó a Cristo de entre los muertos, también nosotros podemos llevar a los otros estos dones pascuales. Que nos lo obtenga María Santísima, Madre de Misericordia. (Benedicto XVI, 15 de abril de 2012).


Reflexión 

El ser humano busca siempre la felicidad, y todos lo experimentamos cada día porque verdaderamente deseamos ser felices. Pero en esta búsqueda nos cansamos fácilmente, sobre todo cuando no vemos ningún resultado satisfactorio y convincente. En este mundo difícilmente encontraremos algo que llene plena y definitivamente nuestras ansias de felicidad, porque el corazón Dios nos lo ha hecho a la medida de Él, y sólo Él lo podrá satisfacer perpetuamente.

Él nos conoce muy bien y sabe lo que llevamos en nuestro interior (cfr 1Jn 3, 20), sabe de sobra nuestras limitaciones y cansancios, nuestras flaquezas y debilidades. Por eso nos ofrece un lugar para descansar y recobrar fuerzas para seguir luchando mientras dure esta vida. Ese lugar, el mejor del mundo es Él mismo, Dios, el Omnipotente y Creador, que se hace refrigerio y alivio para sus creaturas. Muchas veces nos hemos sentido cansados, agobiados, saturados y a punto de explotar, pero ¿cuántas veces hemos ido a descansar en los brazos de Dios? ¿Cuántas veces hemos ido a encontrar refugio, consuelo y fuerzas en el Corazón de Cristo? Pero no sólo espiritualmente, sino también físicamente, porque Él nos ha dado su palabra, y Él nunca ha defraudado a nadie que se haya acercado buscando la paz que nos ha prometido.

Pero al mismo tiempo que nos restaura las fuerzas, nos deja la enseñanza que a veces más nos cuesta recordar: imitarlo a Él que es manso y humilde de corazón. ¿Por qué el Señor nos dice que encontraremos descanso cargando su yugo? Porque Él no piensa ni actúa como nosotros queremos, sino como nosotros necesitamos, porque el yugo suave es el perdón y es nuestro deber de imitar su humildad y su bondad. Si supiéramos que es Él quien lleva nuestras cargas, nuestras penas, nos quejaríamos menos y agradeceríamos más, pues si por nosotros fuera ¿qué merecemos realmente?

¿Por qué estamos cansados? ¿Qué nos agobia? Lo que más nos puede cansar en nuestra vida son nuestras mismas limitaciones, pero lo que nos esclaviza es el pecado. El ser humano lleva siempre su cruz a cuestas, pero nosotros mismos la hacemos más pesada cuando le añadimos el fardo del pecado, nuestro propio pecado. San Agustín dice al respecto que el trabajar por Cristo no es cansarse, sino encontrar reposo, porque el mejor trabajo que alivia al hombre es el del amor, el de la caridad.

San Gregorio Magno una vez escribió que lo que más puede hacer infeliz nuestra vida es el querer someternos a la corruptibilidad de las cosas materiales, de las cosas y seres que perecen y no a Dios. Nos atormenta la necesidad de tener cosas y luego el temor de perderlas. Con el Señor no es así, pues el acudir a Él significa librarnos de yugo de la muerte para tomar el yugo de la vida de Jesús, del ejemplo de humildad y mansedumbre que debe adornar a todo cristiano.

El encontrar descanso en Cristo implica también ayudar a otros a encontrarlo. Cristo no invita a algunos a acercarse a Él, sino que dice “venid todos los que estáis fatigados”, y todos nos encontramos así, por eso hay que invitar a otros a acercarse al Corazón dulcísimo de Jesús, donde encontrarán la paz.

Propósito

Buscaré unos minutos de oración al final del día para poner en manos de Cristo mis trabajos y preocupaciones y para pedirle la paz del corazón y el descanso para mí y para todas las personas que me rodean.

Diálogo con Cristo

Gracias, Señor, por querer darme consuelo. No te basta quererme dar el perdón a mis muchas ofensas, sino que también me ofreces alivio, paz, serenidad, descanso y consuelo. No hay nadie tan afortunado que no necesite estas gracias de Ti, por eso no rechazo tu oferta, sino que la acepto con corazón agradecido. No te canses, Señor, de buscarnos ni de darnos el consuelo que buscamos, porque solos no podríamos ni sobrevivir un instante ante las vicisitudes de esta vida. Concédenos poder llegar un día a disfrutar del consuelo eterno contigo en el cielo.


«Si buscas un lugar a donde ir, sigue a Cristo, porque él es la verdad (...). Si buscas un lugar donde descansar, está con Cristo, porque él es la vida. (...) Así pues, sigue a Cristo si quieres estar seguro. No te podrás extraviar, porque él es el camino».
(Discurso del Santo Padre Juan Pablo II durante la visita a la universidad romana
«Tor Vergata» en el XV aniversario de su fundación)


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  • P. Francisco Javier Arriola, LC 

    miércoles, 17 de julio de 2013

    ORACIÓN A LA VIRGEN MARÍA


    PENSAMIENTOS DE SAN PIO DE PIETRELCINA



    PENSAMIENTOS DE SAN PIO DE PIETRELCINA
    La presencia de Jesús en el corazón:

    Confieso que para mí es una gran desgracia no saber expresar y explicar este volcán eternamente encendido que me quema y que Jesús hizo nacer en este corazón tan pequeño”.

    ¡Bendigo a Dios, que por su gracia, otorga santos sentimientos!

    Todo lo podría resumir así: me siento devorado por el amor a Dios y el amor por el prójimo. Dios está siempre presente en mi mente, y lo llevo impreso en mi corazón. Nunca lo pierdo de vista: me toca admirar su belleza, sus sonrisas y sus emociones, su misericordia, su venganza o mas bien el rigor de su justicia

    ...¿Cómo es posible ver a Dios entristecerse por el mal y no entristecerse también uno?

    Si Jesús se manifiesta a vosotros, dadle gracias; si se os oculta, dadle gracias. Todo esto es un juego de amor para traernos dulcemente hacia el Padre. Perseverad hasta la muerte, hasta la muerte con Cristo en la Cruz.

    INSPIRACIÓN...


    Inspiración

    No conocía mi futuro, ni siquiera a donde iba
    pero un día en mi camino se atravesó la tristeza y el dolor;
    se unieron a ella la angustia y la infidelidad
    la incomprensión y el desmayo
    y no podía más con todo aquello.....

    Quería que mi piel se desprendiera de mi cuerpo
    y que mi corazón dejara de palpitar
    no sabia ver la luz en el camino
    ni acariciaba sobre mi el viento del amanecer

    Hasta que un día!! con lazos de amor llego a mi
    la necesidad inmensa en mi corazón de sentirme amada
    de sentir que alguien pensaba en mi...
    de sentir que mi alma tenia protección

    Y fue El con su sombra me ha guardado
    ha llenado mi corazón paz y amor
    ha dado luz a mi vida y con ella he caminado
    Soy fiel testimonio de su sangra y de su amor

    Y es por El Señor que hoy vive mi alma
    y que puedo decir Soy Feliz
    con su rostro de santificación ha llenado
    mi alma de salvación y eterno amor

    No desmayes El espera por ti... Recuerda después de la tormenta viene la calma
    y el dará calma con su presencia en tu vida...

    Te amo Señor...!!!!!!! Gracias por se fiel a mi...

    DE LA LIBERTADA AL AMOR


    De la libertad al Amor
    Autor:  Padre Ignacio Larrañaga


    ¿En qué sentido nos libra Dios de las egolatrías ¿De qué manera la oración puede tornarse en liberación?
    El Padre, al inundar el alma de su presencia amorosa, despierta al hombre de su ficción y lo instala en el suelo de la objetividad. ¿Cómo es eso? ¿Qué sucede ahí?

    El Padre comienza por saciar al hijo con una inmensa carga de ternura. Con esta experiencia el hijo toma conciencia de que todo lo que había «adorado» hasta ahora era y es pura hojarasca. A consecuencia de ello, entra el hijo en un lento proceso de purificación: se despoja de aquellas vestiduras artificiales; sus castillos en el aire se vienen al suelo; sus muñecos de paja son reducidos a ceniza y como resultado, emerge la verdadera realidad en su pureza. Ya estamos pisando el suelo de la objetividad y entrando en el reino de la sabiduría.

    Ante el resplandor de su Rostro, la figura del «yo» se desvanece y desaparece igual que las estrellas se eclipsan ante el resplandor del sol. Una viva experiencia de Dios resquebraja por medio el núcleo central del «yo» que se desmorona y los círculos egocéntricos pierden su órbita y su centro; con lo que las máscaras y ropajes artificiales se las lleva el viento y el hijo, adquirida la libertad y la sabiduría, emprende el glorioso camino del Amor.

    Todas las energías emocionales que estaban adheridas al «yo» son cautivadas por el Otro y arrastradas al torrente del Amor.

    Dicho de otra manera: el alma, tomada por el torbellino del suspenso y de la admiración, es arrancada de la órbita egocéntrica, y como efecto de esta extrapolación, todas sus energías atencionales y emocionales son irresistiblemente arrastradas a un nuevo Centro de Gravedad. Queda anulada la ley de la oposición entre el «yo» y los otros, y así Dios acaba siendo el Gran Indiferenciado porque volatiliza todas las diferencias y hace que el otro sea para mí tan importante como yo. Nació el amor.

    El dinamismo de Dios-Amor nos liberó de todos los delirios y locuras y nos introdujo en la era gloriosa de la libertad de los hijos de Dios para avanzar hacia un mundo sin fronteras de desinterés, humildad, grandeza y amor.

    En resumen, no podemos amar a los demás si somos el centro exclusivo de nosotros mismos. No podemos preocuparnos de los demás si sólo nos preocupamos de nosotros mismos. 

    DAVID Y GOLIAT


    David y Goliat


    Cuando el pequeño David se enfrentó al gigante Goliat todos presagiaban una derrota cantada.

    Pero David, además de su ánimo y su entusiasmo, contaba con un poder especial: El poder de Dios.

    Y David ganó el combate porque las victorias dependen de la estatura del alma y no de la estatura del cuerpo. Lee el capítulo 17 del primer libro de Samuel.

    Las victorias sobre el mal, las crisis y los problemas dependen del estado de nuestro espíritu.

    La gran urgencia para todos es hacer a diario "aeróbicos espirituales" en el gimnasio del alma.

    Todo mejora cuando asumimos el compromiso diario de orar, meditar y cuidar el alma.

    Así, unidos a Dios, vencemos el mal como David y no sufrimos por andar en un serio eclipse espiritual. 

    EL EVANGELIO DE HOY: 17.07.2013

    Autor: Pablo Lorenzo-Penalva | Fuente: Catholic.net
    Nadie conoce al Padre sino el Hijo
    Mateo 11, 25-27. Tiempo Ordinario. Cristo va sólo a los humildes, porque sólo estos se pueden llenar de Él, están vacíos de sí y llenos de Dios.
     
    Nadie conoce al Padre sino el Hijo
    Del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-27

    En esa oportunidad, Jesús dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

    Oración introductoria

    Gracias, Señor, Padre bueno. Que aprenda a agradecer mis malestares, mis dificultades económicas, físicas, familiares, etc. Ppara así poder cargar con la cruz, hecha a mi medida, que Dios me ha regalado.

    Petición

    Humildad, Señor, humildad, para así poderte ver mejor.

    Meditación del Papa

    La relación con el Señor es la que dona luz al resto de todas nuestras relaciones. Esta comunión de vida con Dios, uno y trino, es posible porque por medio del Bautismo hemos sido injertados en Cristo, hemos comenzado a ser una sola cosa con él. Sólo en Cristo, en efecto, podemos dialogar con Dios Padre como hijos, de lo contrario no es posible, pero en comunión con el Hijo podemos incluso decir nosotros como dijo él: "Abbá". En comunión con Cristo podemos conocer a Dios como verdadero Padre. Por esto, la oración cristiana consiste en mirar constantemente y de manera siempre nueva a Cristo, hablar con él, estar en silencio con él, escucharlo, obrar y sufrir con él. El cristiano redescubre su verdadera identidad en Cristo, "primogénito de toda criatura", en quien residen todas las cosas. Al identificarme con él, al ser una cosa sola con él, redescubro mi identidad personal, la de hijo auténtico que mira a Dios como a un Padre lleno de amor. No olvidemos que a Cristo lo descubrimos, lo conocemos como Persona viva, en la Iglesia. La Iglesia es "su Cuerpo". (Benedicto XVI, 3 de octubre de 2012).

    Reflexión 

    En el Evangelio de ayer, veíamos a un Cristo que reprende, no por el simple hecho de disfrutar corrigiendo; sino por amor. Me gustaría traer a colación, un dicho castellano: "quien bien te quiere te hará llorar". Así es Cristo, este gran personaje histórico que, a pesar de ya haber pasado lustros, sigue vivo en nuestro corazón.

    Pero bien, ¿qué nos dice el Evangelio de hoy? Vemos que lo primero que hace Cristo, es agradecer al Padre. ¿Por qué tengo que estar cargando siempre una cruz, a la que a veces le da por jugar al escondite? ¡Ojala fuese más a menudo! Él nos la da, porque sabe que nuestra salvación radica en la imitación de su Hijo, que muere por la remisión de nuestros pecados, en cada elevación de la Sagrada Forma y de Su Santa Sangre. ¡Estamos llamados a ser como Cristo! Esta oportunidad se me presenta cada dos por tres.

    No me gustaría acabar, sin antes mencionar a nuestra Madre, María. Lo más seguro, es que Ella oía en su morada de oración, las andanzas apostólicas de Su Hijo, que luego pasaron a ser muy cercanas en el camino hacia la cruz. Cristo va sólo a los humildes, porque sólo estos; -y de ello, son un gran ejemplo los santos y santas de Dios;- se pueden llenar de Él. ¿Por qué? Pues, porque están vacíos de sí y llenos de Dios.

    Estamos llamados a ser como Cristo. Ésta oportunidad se me presenta cada dos por tres a cada momento. Si no cargamos y consolamos a la Iglesia doliente, ¿Quién lo hará por nosotros? Más aún, no sólo hay que consolar, sino construir día a día un ambiente de paz, de amor, de comprensión y de perdón en una sociedad sedienta de sentido, sedienta de Dios. Para que el Señor pueda revelarse al mundo, necesita que nosotros seamos sencillos y humildes para cumplir su Voluntad. Humildad que no es servilismo, pues la humildad viene siempre acompañada de justicia, paz y verdad. A nosotros nos toca ser las manos y el rostro de Cristo. ¡Qué responsabilidad tan grande! Ser miembros de Cristo es aprender a vivir como él, dar testimonio de una vida recta como la de Él, y ¿por qué no? llegar a dar la vida por Él, como Jesús la dio por cada uno de nosotros.

    Propósito

    Que aproveche toda ocasión para hablar de Ti, Señor, y así compartir lo que Tú me has dado.

    Diálogo con Cristo

    Tú sabes, Señor, que muchas veces no te agradezco lo que Tú me das. Tengo que aprender a agradecer la mano providente que me sostiene día y noche y me lo da todo. ¡Sin Ti no soy nada! Que me acostumbre a ver todo como gracia tuya.

    ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo» "Abran sus puertas a Cristo." (Benedicto XVI, al inicio de su Pontificado).



  • Preguntas o comentarios al autor
  • Pablo Lorenzo-Penalva 

    martes, 16 de julio de 2013

    EL EVANGELIO DE HOY: 16.07.2013

    Autor: P. Francisco Javier Arriola | Fuente: Catholic.net
    Jesús recrimina a las ciudades incrédulas
    Mateo 11, 20–24. Tiempo Ordinario. ¡Cuánto amor encierra tu divino Corazón, Señor, y al mismo tiempo cuánto dolor porque no eres correspondido!
     
    Jesús recrimina a las ciudades incrédulas
    Del Evangelio según san Mateo 11, 20 - 24

    Entonces Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido. «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza. Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Porque si los milagros realizados en ti se hubieran hecho en Sodoma, esa ciudad aún existiría. Yo les aseguro que, en el día del Juicio, la tierra de Sodoma será tratada menos rigurosamente que tú». 

    Oración Introductoria

    Señor, Dios mío, me pongo en tu presencia para escuchar tus palabras. Haz que mi corazón sea la tierra fértil donde caiga la semilla de tu Palabra para que pueda dar frutos abundantes, para alabarte y para descubrir tu santísima voluntad en mi vida.

    Petición

    Jesús, Rey de Misericordia, te pido que abras mis oídos para escuchar tu voz, mi voluntad para seguirla y mi corazón para aprender a amarte en mi vida diaria.

    Meditación

    Este pasaje comienza con una de las palabras más duras de Jesús sobre dos ciudades que no quisieron convertirse. Al mismo tiempo el Señor mismo abre su corazón y nos no muestra ardiendo en amor por cada ser humano en el mundo. ¡Cuánto amor encierra tu divino Corazón, Señor, y al mismo tiempo cuánto dolor porque no eres correspondido!

    Jesucristo no se cansa de llamar a sus hijos, pero le duele que no reconozcamos su amor. Es Él quien nos pide las migajas de nuestro amor porque sabe que no podemos dar más. Y en el fondo, tampoco nos pide mucho, sólo quiere que nos dejemos amar por Él. Precisamente porque obró muchos milagros en Corozaím y Betsaida, por eso les echa en cara su falta de fe. No correspondieron a todo lo que Jesús les dio. Hizo milagros, predicó, sanó enfermos, pero no supieron que era el Mesías quien los visitaba. Lo tuvieron como un gran hombre, pero no le permitieron cambiar sus corazones.

    Y cuántas veces Dios tendría que llorar a las puertas de nuestro corazón para reprocharnos las tantas veces que se acerca a nuestra vida y nosotros no le reconocemos ni vemos todo lo que nos da. Tal vez porque aún nos falta mucha fe, porque no nos arrepentimos de las veces que le ofendemos y porque no sentimos su dolor ni hacemos caso a sus ruegos. ¿No podemos conmovernos ante tanto amor? Correspondamos con el sincero arrepentimiento, con el sacrificio, con la reparación que puede apartar de nosotros el castigo que nos merecemos, y mover las entrañas de misericordia de un Dios que está loco de amor por los hombres y no desea sino que le amemos.

    Reflexión 

    "En eso consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero y envió a su Hijo, víctima expiatoria de nuestros pecados" (cfr 1 Jn 4, 10). San Juan nos explica con claridad en qué consiste el amor, porque él no experimentó cuando puso su cabeza en el Corazón de Jesús: escuchó esos latidos de amor que palpitan eternamente por ti. Pero hay que cuidar que se alce su mano justa contra nosotros por haber recibido mucho en nuestra vida y no haber correspondido a sus gracias.

    Esto deja de tener una visión tremendista o fatalista si en vez de mirar a Dios como capataz o vengador, lo vemos como un Amigo, Hermano, Padre, Dios… En este caso, no podemos temer a un Juez que ha sido nuestro redentor, que ha dado la vida por mí y me sigue buscando como a oveja perdida para que vuelva a su redil. La alegría de Dios es vernos gozar eternamente de Él en el cielo. Sólo hay que darnos cuenta de cada momento que viene a nuestra vida para descubrirlo y abrirle e invitarle a quedarse en nuestro corazón, pero no dejar que se vaya. O como dice san Agustín: "Teme a la gracia de Dios que pasa y no vuelve". Cada visita de Dios es única e irrepetible, así como nuestra vida misma.

    Propósito

    Pondré mucha atención para dar gracias a Dios por cada detalle que pueda percibir en mi día: una nueva jornada, mi familia, mis amigos, pero sobre todo, por su presencia en la Eucaristía.

    Diálogo con Cristo

    Jesús, Señor de bondad, tú sabes lo mucho que te necesito para poder retomar el buen camino cada día. Dame la fuerza para poder seguirte hasta el final sin desfallecer. Concédeme la gracia de saber descubrir tu mano amorosa en mi alma para no desaprovechar tu compañía ni un instante. Pero soy débil y necesito tu mano fuerte, soy inconstante y necesito tu brazo poderoso, soy pecador y necesito tu perdón. Señor, que nunca tengas que sentir el dolor de lamentarte por mi falta de generosidad y correspondencia, sino que me lleves de la mano para que nunca permitas que me separe de Ti.


    Señor, cuando las nubes se hacen densas en el horizonte y todo parece perdido, cuando no encontramos amigos que estén a nuestro lado y la esperanza se nos escapa de las manos, enséñanos a confiar en ti, pues tenemos la certeza de que vendrás en nuestra ayuda (cf. Sal 25, 15). Que la experiencia del dolor y de la oscuridad interior nos enseñe la gran verdad de que contigo nada queda perdido, de que incluso nuestros pecados —una vez reconocidos en el arrepentimiento— sirven para una finalidad, como leña seca en el frío del invierno (cf. Hermano Roger de Taizé). Viacrucis Roma 2009.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Francisco Javier Arriola 

    LA ESTRELLA DEL MAR Y LOS CARMELITAS


    VIRGEN DEL CARMEN - 16 DE JULIO
    La estrella del Mar y los Carmelitas 

    Los marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo. 

    Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar. 

    Los Carmelitas y la devoción a la Virgen del Carmen se difunden por el mundo 

    La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir a la que desde tiempos remotos se venera en el Carmelo. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Incluso se le llamó: "Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella, a Cristo. 

    La devoción a la Virgen del Carmen se propagó particularmente en los lugares donde los carmelitas se establecieron. 

    España 
    Entre los lugares en que se venera en España la Virgen de España como patrona está Beniaján, Murcia. Vea ahí mas imágenes. 

    América 
    Es patrona de Chile; en el Ecuador es reina de la región de Cuenca y del Azuay, recibiendo la coronación pontificia el 16 de Julio del 2002. En la iglesia del monasterio de la Asunción en Cuenca se venera hace más de 300 años. Es además venerada por muchos en todo el continente. 

    NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN - 16 DE JULIO


    Autor: . | Fuente: Corazones.org
    Nuestra Señora del Carmen
    Advocación Mariana, 16 de julio

    Nuestra Señora del Carmen
    Patrona de los marineros

    Memoria de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, monte en el que Elías consiguió que el pueblo de Israel volviese a dar culto al Dios vivo y en el que, más tarde, algunos, buscando la soledad, se retiraron para hacer vida eremítica, dando origen con el correr del tiempo a una orden religiosa de vida contemplativa, que tiene como patrona y protectora a la Madre de Dios. 

    Desde los antiguos ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción. 

    En las palabras de Benedicto XVI, 15,VII,06: 
    "El Carmelo, alto promontorio que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus faldas numerosas grutas naturales, predilectas de los eremitas. El más célebre de estos hombres de Dios fue el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes de Cristo defendió valientemente de la contaminación de los cultos idolátricos la pureza de la fe en el Dios único y verdadero. Inspirándose en la figura de Elías, surgió al Orden contemplativa de los «Carmelitas», familia religiosa que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en el siglo, Edith Stein). Los Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima Virgen del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de contemplación y de dedicación a Dios. María, en efecto, antes y de modo insuperable, creyó y experimentó que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con Dios. Acogiendo plenamente la Palabra, «llegó felizmente a la santa montaña» (Oración de la colecta de la Memoria), y vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor. A la Reina del Monte Carmelo deseo hoy confiar todas las comunidades de vida contemplativa esparcidas por el mundo, de manera especial las de la Orden Carmelitana, entre las que recuerdo el monasterio de Quart, no muy lejano de aquí [Valle de Aosta]. Que María ayude a cada cristiano a encontrar a Dios en el silencio de la oración. 

    ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN


    ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN

    Soberana Virgen del Carmen, Madre común de todos los fieles, pero muy en especial de los que visten vuestro Santo Escapulario: alcanzadme a mi, que soy uno de vuestros privilegiados hijos, que viva castamente todos los días de mi peregrinación por este mundo, que muera bajo vuestro manto maternal, y, si Dios me destinase a expiar mis pecados en el Purgatorio, sacadme de allí cuanto antes con vuestra poderosa intercesión, cómo lo habéis prometido a todos aquellos que se adornan con el escudo e insignia de los predilectos hijos del Carmelo. 

    ¡Oh dulcísima María! Defensa en los peligros, prenda de vuestro amor singular, y pacto de eterna alianza con vuestros hijos, llamasteis a vuestro Santo Escapulario. Que nunca, pues, se rompa este pacto por el pecado, ¡oh Madre mía querida!; y en prueba de mi fidelidad perpetua, yo me ofrezco todo a Vos, y consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y todo mi ser; y pues soy todo vuestro, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra. Amén. 


     
     




    lunes, 15 de julio de 2013

    LA VACUNA CONTRA EL CÁNCER


    LA VACUNA CONTRA EL CÁNCER


    Es increíble la cantidad de gente que pide oración por tumores malignos que sufren niños y adultos, hombres y mujeres. Es como si la enfermedad se extendiera cada vez más, como siguiendo un invisible hilo conductor que va anudando a toda la humanidad. Sin embargo, pocos piden oración por tumores del alma, tumores espirituales, que también se derraman sobre el mundo como una catarata de lodo que enturbia y oscurece, ahoga y mata. 

    Alguien me dijo una vez que es preferible tener un cáncer en el cuerpo, y no en el alma. Para mucha gente ésta frase sonará extraña, porque se conoce muy bien el cáncer de la carne, sin embargo es bastante desconocido el cáncer espiritual, en sus alcances y consecuencias. Nuestra pobre alma, a pesar de que nuestro cuerpo goce de vida plena, puede estar muerta, muerta a la Gracia. Por eso es que una conversión es siempre el milagro más grande, porque es simplemente una resurrección de nuestra alma, una vuelta a la vida de Gracia. Como nuestro cuerpo tiene vida, también nuestra alma la tiene, cuerpo y alma no pueden ser vistos por separado. Así se ve a muchas gentes que caminan y viven, pero sin embargo tienen el alma vacía, mortecina. Los cánceres espirituales han ido ahogando a esas almas, hasta quitarles toda vida, toda luz y mirada espiritual. Gente que vive una vida vacía, sin Dios, sin un pensamiento o movimiento hacia el deseo de amarlo, de reconocerlo, de agradarle, de conocer y hacer Su Voluntad.

    El alma, igual que el cuerpo, debe ser alimentada con cuidado, y cuidada en forma diaria. Si al cuerpo se le da comida basura durante  bastante tiempo, se enferma. Igual con el alma, sólo que la comida basura en este caso es lo que se ve en televisión, lo que se lee, lo que se aprende teniendo malas amistades. Si el cuerpo respira humo de cigarrillo, enferma en sus pulmones. Si el alma respira el humo de Satanás, pierde la capacidad de respirar el aire puro que trae el soplo del Espíritu Santo. Tumores que responden al propio descuido del hombre, a su falta de amor por su cuerpo, y su alma. 

    Cuando el cáncer ataca el cuerpo, y el alma está viva y saludable en la Gracia del Señor, se produce una unión con Dios en la seguridad del destino de gozo que esa alma tiene. La persona sufre miedos, dolores y tristezas humanas, pero una alegría espiritual envuelve su alma, en la visión anticipada del desposorio espiritual que se avecina. Cuando el cáncer ataca el alma, y el cuerpo está vivo y saludable, es poco lo que se nota a nivel humano. Sin embargo, esa persona está en peligro mortal, sujeta al riesgo supremo de que su cuerpo muera con su alma en ese estado, sin haber resucitado antes del tránsito ¡Difícil imaginar una situación más desesperante! Si, desesperante, porque esta alma no tiene esperanza, no se ha abierto a la Gracia que garantiza la promesa del Reino, más allá de las desventuras humanas que le toquen vivir. 

    Y finalmente, cuando el cáncer ataca cuerpo y alma a la vez, la persona se enoja con la vida, con Dios, con quienes la rodean. Por supuesto, si no hay esperanza, sólo queda la desesperación. Hay que dar ayuda a estas almas, para sanar el cáncer del cuerpo, pero fundamentalmente el del alma. Que en el dolor y la enfermedad la persona reconozca y recupere a Dios. Si el alma resucita, y la persona vuelve a sonreírle, a llorar, a pedirle, podrá pasar cualquier cosa al cuerpo, pero el alma estará salvada para toda la eternidad. 

    Hay muchas personas que sólo piensan en fiestas en las que todos beben, todos fuman, todos se adormecen con música que atonta. La  publicidad nos vende un mundo de almas muertas. Veo la imagen de cuerpos vacíos, que se mueven y hablan, pero están vacíos espiritualmente. Estos cánceres espirituales son invisibles a los ojos humanos, como muchos tumores malignos del cuerpo también lo son. Hace falta buen diagnóstico para reconocerlos, a tiempo, y proceder a la terapia que intente una cura. Pero, irremediablemente, sin una cura efectiva ambos conducen a la muerte. 

    Mientras tanto, los cristianos tenemos la vacuna contra el cáncer espiritual guardada en nuestra casa, y no la damos a los enfermos ¡Tenemos la cura y no la compartimos con los demás! Para hacer las cosas más ridículas aún, ni siquiera usamos la vacuna en nosotros mismos. Nos estamos muriendo y la tenemos guardada allí, sin que nadie la utilice. Muchas veces tenemos ante nuestros ojos a nuestros propios hijos muriéndose de cáncer del alma, y ni siquiera movemos un dedo para darles la medicina. Somos tan necios, que pese a haber sido educados como médicos del alma, discípulos del Medico Salvador, no ejercemos la profesión de la que fuimos investidos en el Bautismo. 

    Está claro que es preferible un cáncer del cuerpo, que no mata el alma, y no un cáncer espiritual, que trae acarreada la muerte eterna. Un cáncer del cuerpo puede ser, en cambio, la puerta a la resurrección del alma. La medicina está a nuestro alcance: es la Palabra de Dios, Palabra de Amor que envuelve a todo el universo, que resucita y da vida, vida eterna. 

    TOMAR DECISIONES


    TOMAR DECISIONES

    Recuerdo que un invierno mi padre necesitaba leña, así que buscó un árbol muerto y lo cortó. Pero luego, en la primavera, vio desolado que al tronco marchito de ese árbol le salieron brotes nuevos. 

    Mi padre dijo: "Estaba yo seguro de que ese árbol estaba muerto. Había perdido todas las hojas en el invierno. Hacía tanto frío, que las ramas se quebraban y caían como si no le quedara al viejo tronco ni una pizca de vida. Pero ahora advierto que aún alentaba la vida en aquel tronco". 

    Y volviéndose hacia mí, me aconsejó: "Nunca olvides esta importante lección. Jamás cortes un árbol en invierno."

    Moraleja: Jamás tomes una decisión negativa en tiempo adverso. Nunca tomes las más importantes decisiones cuando estés en tu peor estado de ánimo. Espera. Sé paciente. La tormenta pasará. Recuerda que la primavera volverá".

    Y recuerda siempre pedirle al Espíritu Santo que te ilumine no sólo a la hora de tomar decisiones, sino en todas las acciones que realices cada día.

    LA CONFESIÓN COMO TERAPIA


    LA CONFESIÓN COMO TERAPIA


    Conocí a un personaje con un cargo importante. Un poco cegato de ojos y de mente. Se levantaba por las mañanas, entraba en la empresa y empezaba a dar cornadas – disposiciones y órdenes- a diestro y siniestro. De pronto, veía a uno con las tripas fuera: Juan, ¿qué te pasa?.

    ¿Que qué me pasa? Respondía Juan, que me acabas de dar una "corná".

    ¿Quéee, cómooo, yooo? El tal personaje no sabía lo que hacía, pero tenía una rara virtud: Ante Dios y ante los hombres sabía pedir perdón y reparar los desperfectos. Igualmente, los cristianos, el pueblo de Dios hace tiempo que tienen ojos y no ven, oidos y no oyen; y les cuesta mucho, muchísimo pedir perdón y reparar. Jesús sabía de que barro estamos hechos cuando suplicó: “ Padre perdónalos porque no saben lo que hacen” 

    Una de las funciones esenciales del sacerdote es perdonar ¡siempre! los pecados, y perdonarlos a través de la confesión. En el Catecismo de la Iglesia Católica se sigue recomendando vivamente el sacramento de la penitencia. Un verdadero milagro de amor. ¿Por qué nos confesamos tan poco hoy? Sin embargo, no suele oirse advertir a las muchedumbres que se acercan a comulgar sobre el grave pecado de hacerlo en pecado mortal. 

    Hace poco, tras una reunión de niños con el Papa una niña le preguntó: ¿ Por qué hay que confesarse frecuentemente? El Papa le respondió: Y ¿por qué barre y limpia la casa tu mamá todos los días? Aunque tenga poco polvo y suciedad, la limpia, sin esperar a que la casa llegue a oler mal o esté tan desordenada que se convierta en una pocilga. Como el polvo, las pequeñas ofensas ensucian el alma y las relaciones con Dios, y poco a poco esta suciedad, si no la eliminamos, nos acarreará serios disgustos.

    Muchos religiosos y laicos tienen la norma de confesarse todas las semanas, pero ¿de qué pecados? de los que nunca nos confesamos, del primero y principal de todos los mandamientos : De amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Así:

    El buen hijo nunca miente, roba, maltrata u ofende de cualquier otra forma a su Padre, pero el Padre no se conforma con eso, quiere ser amado, que se le trate con cariño, que le obedezcamos, que nos acordemos de su cumpleaños o determinadas fechas importantes, le ayudemos o aliviemos en su trabajo, tengamos un detalle de vez en cuando, mantengamos conversaciones con él… Además, Cristo dijo: “El que me ama es el que cumple mis mandamientos” 

    Hay otras muchas cosas de las que tampoco se nos ocurre confesarnos ni pedir perdón:
    a) De no hacer nuestros trabajos con la mayor perfección posible, de las chapuzas…...
    b) De conducir peligrosamente o con dos copas de más, siendo un grave peligro para los demás prójimos además de para sí mismo).
    c) De perder nuestro tiempo y hacérselo perder a los demás, una forma de robo como otra cualquiera.
    d) De no hacer la vida amable a los que nos rodean gruñendo, criticando, murmurando siempre, sin decir una palabra de estímulo o amable a nadie; cosas que no matan pero hacen la vida triste.
    e) De no agradecer nunca la comida con una palabra cariñosa a nuestra madre o esposa. 
    f) De no ayudar en las tareas de la casa , de maltratar a los inferiores, de no apagar la TV ante un programa peligroso para el alma, de no ayudar a los necesitados (a veces cercanos a nosotros); ni dar un euro para los afectados por terremotos, incendios, inundaciones…… 
    g) Pedir perdón en cuanto “metemos la patita” que es una forma inteligente de terminar rápidamente con discusiones y malentendidos. 

    Muy duro es pedir perdón a los hombres y muy grave para los cristianos no hacerlo ante Dios. Y sin pedir perdón y perdonar, no hay, ni habrá nunca paz. Especialmente, hemos olvidado los pecados de omisión: “Todo lo bueno que pudimos hacer y no hicimos”. Los gobernantes, no solo los políticos, nos dicen siempre lo que han hecho bien, los gobernados o la oposición lo que hicieron mal; pero ninguno nos dicen nunca lo que tenían que haber hecho y no hicieron. En la mayoría de estos casos, los temas más importantes. 

    Por otra parte, en estos días en que tantas personas andan agobiadas por depresiones, y/o ansiosas de paz y equilibrio espiritual, pocas terapias encontrarán tan gratificantes como una confesión bien hecha. Solo tiene un defecto: ¡ES GRATIS!

    EL EVANGELIO DE HOY: 15..07.2013

    Autor: Jaime Rodríguez | Fuente: Catholic.net
    No he venido a traer paz, sino espada.
    Mateo 10,34 11,1. Tiempo Ordinario. Sólo Cristo es el que puede darnos la verdadera felicidad y la paz.
     
    No he venido a traer paz, sino espada.
    Del santo Evangelio según san Mateo 10, 34. 11,1 


    «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él. El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa. Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades. 

    Oración introductoria

    Señor, gracias por este momento de oración. Concédeme la luz para salir de esa falsa paz en la que acomodo mi vida, evitando el compromiso auténtico de mi fe. Espíritu Santo, lléname de tu gracia para poder profundizar en lo que me quieres decir hoy por medio del Evangelio.

    Petición

    Señor, concédeme que mi entrega en el Regnum Christi esté marcada siempre por el sello de la generosidad y de la alegría.

    Meditación del Papa

    ¿En qué se funda el martirio? La respuesta es sencilla: en la muerte de Jesús, en su sacrificio supremo de amor, consumado en la cruz a fin de que pudiéramos tener la vida. Cristo es el siervo que sufre, de quien habla el profeta Isaías, que se entregó a sí mismo como rescate por muchos. Él exhorta a sus discípulos, a cada uno de nosotros, a tomar cada día nuestra cruz y a seguirlo por el camino del amor total a Dios Padre y a la humanidad: "El que no toma su cruz y me sigue -nos dice- no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará". Es la lógica del grano de trigo que muere para germinar y dar vida. Jesús mismo "es el grano de trigo venido de Dios, el grano de trigo divino, que se deja caer en tierra, que se deja partir, romper en la muerte y, precisamente de esta forma, se abre y puede dar fruto en todo el mundo". Benedicto XVI, 11 de agosto de 2010.

    Reflexión

    Hoy como ayer, Jesús tiene pocos amigos. Y humanamente hablando ser profeta de "desdichas" no es el mejor modo para atraer a las personas. Por lo general tomamos estas amonestaciones como un tipo de "mal agüero", y terminamos por culpar del mal que nos sucede, justo Aquel que buscaba advertirnos de las posibles desgracias en nuestra vida. Son profecías desagradables, porque nos anuncian cosas incómodas, que no corresponden a lo que deseábamos para nosotros mismos. Pero no escuchar estos consejos, es una actitud ridícula, porque es como esforzarse por no ver la señal que nos indica el camino que buscábamos desde hace tanto tiempo y con tanta ansiedad.

    A lo mejor también nosotros escapamos de las advertencias de Dios. O como niños caprichosos después del regaño del papá, decimos: "está bien, discúlpame, haré lo que me has dicho", y luego nos comportamos a nuestro modo. Pero cuando repetimos por enésima vez el mismo error, somos nosotros los que sufrimos las consecuencias de nuestra tozudez. El mensaje de Jesús, cuando es aceptado en su totalidad cambia la mentalidad del mundo. Porque sólo Cristo es el que puede donarnos la verdadera felicidad sobre esta tierra.

    Propósito

    Renunciar a algo que me guste mucho, para ofrecerlo por alguien que necesite encontrase con Dios.

    Diálogo con Cristo

    Señor, bien sabes que quiero ser santo pero que fácilmente olvido que la santidad se fragua en la renuncia, la abnegación, la generosidad, el desinterés, el olvido personal, para favorecer el bien de los demás. Permite comprobar que hay mayor felicidad en el dar que en el recibir y ayúdame a edificar mi santidad en la vivencia cotidiana de las virtudes que engrandecen mi amor a Ti y a mi prójimo, a ése más próximo, que luego olvido. 

    COMIENZA EL DÍA CON LA SEÑAL DE LA CRUZ


    domingo, 14 de julio de 2013

    EL TREN DE LA VIDA

    Autor: Cortesía Tereza Leticia | Fuente: Catholic.net - Foros
    El tren de la vida
    Nuestra vida es como un viaje en tren, llena de embarques y desembarques, de accidentes en el camino, de sorpresas, con subidas y bajadas.
     
    El tren de la vida



    Un día, lleno de luz y brillo, leía un libro que comparaba la vida con un viaje en tren. Era una metáfora extremadamente interesante ya que interpretaba correctamente lo que quería expresar. Ella decía algo así como las siguientes humildes palabras:

    Nuestra vida es como un viaje en tren, llena de embarques y desembarques, de pequeños accidentes en el camino, de sorpresas agradables, de alertas falsas y verdaderas, con algunas subidas y bajadas tristes, con subidas y bajadas de alegría. Cuando nacemos y subimos al tren, encontramos dos personas queridas, nuestros padres, que nos harán conocer el "Gran" viaje hasta alguna parte del camino. Lamentablemente, ellos en alguna estación se bajarán para no volver a subir más. Quedaremos huérfanos de su cariño, protección y afecto. Pero a pesar de esto, nuestro viaje continuará.

    Conoceremos a otras interesantes personas, durante la larga travesía. Subirán nuestros hermanos, amigos y amores. Muchos de ellos sólo realizarán un corto paseo, otros estarán siempre a nuestro lado compartiendo alegrías y tristezas.

    En el tren también viajarán personas que andarán de vagón en vagón para ayudar a quien lo necesite. Muchos se bajarán y dejarán recuerdos imborrables. Otros en cambio viajarán ocupando asientos, sin que nadie perciba que están allí sentados. Es curioso ver como algunos pasajeros a los que queremos, prefieren sentarse alejados de nosotros, en otros vagones. Eso nos obliga a realizar el viaje separados de ellos. Pero eso no nos impedirá, con alguna dificultad, acercarnos a ellos. Lo difícil es aceptar que a pesar de estar cerca, no podremos sentarnos juntos, pues muchas veces otras son las personas que los acompañan.

    Este viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, esperas, llegadas y partidas. Sabemos que este tren sólo realiza un viaje: el de ida. Tratemos, entonces de viajar lo mejor posible, intentando tener una buena relación con todos los pasajeros, procurando lo mejor de cada uno de ellos, recordando siempre que, en algún momento del viaje alguien puede perder sus fuerzas y deberemos entender eso. A nosotros también nos ocurrirá lo mismo seguramente. Alguien nos entenderá y ayudará.

    El gran misterio de este viaje es que no sabemos en cual estación nos tocará descender. Pero creo que será hermoso ver continuar el camino de mis hijos. Separarme del amor a la vida será algo doloroso, pero tengo la esperanza de que en algún momento nos volveremos a encontrar en la estación principal y tendré la emoción de verlos llegar con mucha más experiencia de la que tenían al iniciar el viaje. Seré feliz al pensar que en algo pude colaborar para que ellos hayan crecido como buenas personas.

    Ahora, en este momento, el tren disminuye la velocidad para que suban y bajen personas. Mi emoción aumenta a medida que el tren va parando. ¿Quién subirá?, ¿Quién será?. Me gustaría que USTED pensase que, desembarcar del tren, no es sólo una representación del término de una historia que dos personas construyeron. Estoy feliz de ver como ciertas personas, como nosotros, tienen la capacidad de reconstruir para volver a empezar; y eso es señal de lucha y garra. Saber vivir es poder obtener lo mejor de todos los pasajeros. Agradezco a DIOS porque estemos realizando este viaje juntos y a pesar de que nuestros asientos no estén juntos, con seguridad el vagón es el mismo.

    LAS MANOS DEL ABUELO


    LAS MANOS DEL ABUELO
    ¡Nunca volveré a ver mis manos de la misma manera!

    El abuelo, con noventa y tantos años, sentado débilmente en la banca del patio. No se movía, solo estaba sentado cabizbajo mirando sus manos. Cuando me senté a su lado no se dio por enterado y cuanto más tiempo pasaba, me pregunté si estaba bien. Finalmente, no queriendo realmente estorbarle sino verificar que estuviese bien, le pregunté cómo se sentía.

    Levantó su cabeza, me miró y sonrió. “Sí, estoy bien, gracias por preguntar”, dijo en una fuerte y clara voz.

    “No quise molestarte, abuelo, pero estabas sentado aquí simplemente mirando tus manos y quise estar seguro de que estuvieses bien”, le expliqué.

    “¿Te has mirado alguna vez tus manos?” preguntó. “Quiero decir, ¿realmente has mirado tus manos?”

    Lentamente abrí mis manos y me quedé contemplándolas. Las volteé, palmas hacia arriba y luego hacia abajo. No, creo que realmente nunca las había observado mientras intentaba averiguar qué quería decirme. El abuelo sonrió y me contó esta historia:

    “Detente y piensa por un momento en tus manos, cómo te han servido bien a través de los años. Estas manos, aunque arrugadas, secas y débiles han sido las herramientas que he usado toda mi vida para alcanzar, agarrar y abrazar la vida.

    Ellas pusieron comida en mi boca y ropa en mi cuerpo. Cuando niño, mi madre me enseñó a plegarlas en oración. Ellas ataron los cordones de mis zapatos y me ayudaron a ponerme mis botas. Han estado sucias, raspadas y ásperas, hinchadas y dobladas. Se mostraron torpes cuando intenté sostener a mi recién nacido hijo. Decoradas con mi anillo de bodas, le mostraron al mundo que estaba casado y que amaba a alguien especial.

    Ellas temblaron cuando enterré a mis padres y esposa y cuando caminé por el pasillo con mi hija en su boda. Han cubierto mi rostro, peinado mi cabello y lavado y limpiado el resto de mi cuerpo. Han estado pegajosas y húmedas, dobladas y quebradas, secas y cortadas. Y hasta el día de hoy, cuando casi nada más en mí sigue trabajando bien, estas manos me ayudan a levantarme y a sentarme, y se siguen plegando para orar.

    Estas manos son la marca de dónde he estado y la rudeza de mi vida. Pero más importante aún, es que son ellas las que Dios tomará en las Suyas cuando me lleve a casa. Y con mis manos, Él me levantará para estar a Su lado y allí utilizaré estas manos para tocar el rostro de Cristo”.

    Nunca volveré a mirar mis manos de la misma manera. Pero recuerdo que Dios estiró las Suyas y tomó las de mi abuelo y se lo llevó a casa.

    Cuando mis manos están heridas o dolidas, pienso en el abuelo. Sé que él ha recibido palmaditas y abrazos de las manos de Dios. Yo también quiero tocar el rostro de Dios y sentir Sus manos en el mío.

    Nuestras manos son una genuina bendición… de hecho, basta imaginarnos el vernos privados de ellas o su uso para darnos cuenta de cuán importantes son. Otra cosa que la historia de hoy me hizo pensar fue lo que hacemos con esas manos en cuanto a nuestras relaciones con los demás: ¿las usaremos para abrazar y expresar cariño y afecto o las esgrimiremos para exhibir ira y rechazo? Ojalá que el pensamiento de hoy nos ayude a escoger con sabiduría. 

    ORACIÓN A SAN CAMILO DE LELIS


    Oración a San Camilo de Lelis
    Patrón de los Enfermos 

    Señor Jesús, que haciéndote hombre,
    quisiste compartir el sufrimiento de nuestra naturaleza humana,
    te suplico por la intercesión de San Camilo,
    que amó y sirvió intensamente a los pobres y a los enfermos,
    que ayudes a los que viven el difícil momento del sufrimiento.

    Así como en tu vida mostraste una particular predilección por los enfermos, muestra ahora tu bondad paterna a quien está en el dolor.

    Sana al que está llagado en el cuerpo y en el espíritu,
    sostiene la fe de los que bajo la cruz vacilan por la fuerza del mal,
    abre horizontes de esperanza a los que están en la oscuridad.

    Haznos, como San Camilo,
    concientes de que en el rostro del enfermo, del que sufre,
    está tu mano golpeando a nuestro corazón.
    Reaviva mi fe de que estás presente en los hermanos
    y dame la ternura de tu amor para servirlos y amarlos con tu corazón.

    ¡San Camilo de Lelis,
    ruega por nosotros!
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