miércoles, 26 de junio de 2013

LA AMISTAD


La amistad

Es el más noble de los sentimientos
y es siempre el más humilde.
Crece al amparo del desinterés, se nutre brindándose y
florece cada día con la comprensión.
Su sitio está junto al amor, y
únicamente los honrados pueden
tener amigos, porque la amistad
el más ligero de los cálculos la lesiona.
Como es un bien reservado a los elegidos
resulta el sentimiento más
incomprendido y el peor interpretado
No admite sombras ni dobleces,
rusticidades ni renunciamientos.
Exige en cambio, sacrificio y valor,
comprensión y verdad
¡Verdad! sobre todas las cosas

EL EVANGELIO DE HOY: 26.06.2013

Autor: Gustavo Velázquez | Fuente: Catholic.net
Por sus frutos los conoceréis
Mateo 7, 15-20. Tiempo Ordinario. Estar cerca de la Eucaristía, apacigua nuestros miedos, transforma la tristeza en alegría, y convierte el odio en Amor.
 
Por sus frutos los conoceréis
Del santo Evangelio según san Mateo 7, 15-20

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los reconoceréis.

Oración introductoria

Jesús, Tú nos hablas hoy de los malos profetas, pero al mismo tiempo nos hablas de nosotros. Dices que al árbol se le conoce por sus frutos, por sus obras. Que no es suficiente con ver su tronco o su follaje para conocerlo, sino que necesitamos recurrir a sus frutos: como cuando buscaste higos en la higuera. Por eso, deseo unirme a ti, para que Tú produzcas en mí frutos de amor y de entrega.

Petición

Jesús, concédeme unirme a tu Eucaristía, para que circule tu savia por mis venas, y así pueda dar frutos que salten hasta la vida eterna.

Meditación del Papa

Nosotros celebramos la Eucaristía sabiendo que su precio fue la muerte del Hijo – el sacrificio de su vida, que en ella está presente. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, nosotros anunciamos la muerte del Señor hasta que Él vuelva, dice san Pablo (cfr Co 11,26). Pero también sabemos que de esta muerte brota la vida, porque Jesús la ha transformado en un gesto de entrega, en un acto de amor, dándole de esta forma su sentido más profundo: el amor ha vencido a la muerte. En la santa Eucaristía Él, desde la cruz, nos atrae a todos hacia Sí (Jn 12,32) y hace que nos convirtamos en los sarmientos de la vid que es Él mismo. Si permanecemos unidos a Él, entonces también nosotros produciremos frutos, y entonces ya no saldrá de nosotros el vinagre de la autosuficiencia, del descontento de Dios y de su creación, sino el vino bueno de la alegría en Dios y del amor al prójimo. Benedicto XVI, 23 de octubre 2005.

Reflexión 

La unión frecuente con Cristo Eucarístico cambia forzosamente nuestra forma de pensar y de actuar. Porque, o comulgando su Cuerpo, nos convertimos, o permaneciendo en nuestras malas costumbres, dejamos de comulgarlo.
Cuando recibimos la Eucaristía, Dios nos asimila en sí mismo, nos transforma en sus sarmientos, en extensiones de su amor a los hombres. Los frutos producidos de esta ventajosa unión, son increíbles. Porque apacigua nuestros miedos, transforma nuestras tristezas en alegría, y convierte nuestros odios en Amor.

Propósito

Buscaré comulgar con mayor frecuencia, y, en la comunión del próximo domingo, le diré: "Concédeme nunca más apartarme de ti".

Diálogo con Cristo

Jesús, Tú eres la Vid en la que quiero insertarme para dar buenos frutos. Sé que por mis propias fuerzas, puedo poco; pero que unido a ti, lo puedo todo. No me deseches nunca de tu Corazón, antes bien, concédeme ser fiel a tu presencia en mi vida. "Concédeme vivir siempre tus mandamientos y no permitas que me separe de ti".


El efecto propio de este sacramento es la conversión del hombre en Cristo, para que diga con el Apóstol: Vivo, no yo, sino que Cristo vive en mí
(Santo Tomás, Coment. IV al Libro de las Sentencias, d. 12, q. 2, a. 1)



  • Preguntas o comentarios al autor
  • Gustavo Velázquez 

    martes, 25 de junio de 2013

    ¿A que llamamos error?


    ¿A que llamamos error?
    Libro: "El Camino hacia Tu Ángel Solar"


    Decimos que "Errar es humano" y somos humanos.

    ¿Porqué acusarnos entonces de aquello que consideramos que hemos hecho de manera equivocada.?  

    Justamente es allí donde está la enseñanza...

    Si podemos ver nuestro error, es que hemos podido tomar en cuenta el hecho de las consecuencias que emanan de él.

    Entonces, lo lógico es quitarnos el complejo de culpa y ver con alegría el aprendizaje que nos dejó.

    Si lo vemos desde otro punto de vista, el no equivocarnos hubiera sido acertar con la decisión justa, en el momento preciso.  

    El pasado es pasado y no vuelve, no hay corrección al respecto.  

    Entonces vivamos el presente con la alegría correspondiente a hoy, porque sabemos que si en algún momento se nos presenta algo similar, ya no va a ser acertar a tientas ni a ciegas, sino dar con lo justo por experiencia propia.  

    Si sabemos recoger las enseñanzas no hay motivos de sentirnos culpables

    .De eso se trata la vida... es una ilación continua de enseñanzas y aprendizajes.

    Entonces desterramos la palabra error y con ella el complejo de culpa y tomamos a aquello que tanto nos marcó como la enseñanza maestra oportuna.

    Esto nos lleva derechito al perdón.

    Perdónate a ti mismo, por haberte culpado !!!

    No juzgar y perdonar... empiezan por no juzgarte y perdonarte.

    EL ARTE DE AMAR A LOS ENEMIGOS

    Autor: SS Francisco | Fuente: Catholic.net
    El arte de amar a los enemigos
    ¿Cómo es posible perdonar?: También nosotros, todos nosotros, tenemos enemigos, todos. Algunos enemigos débiles, algunos fuertes.
     
    El arte de amar a los enemigos
    (Fragmento Homilía Papa Francisco de la misa celebrada el martes 18 de junio, por la mañana, en la capilla de la Domus Sanctae Marthae.)


    Amar a nuestros enemigos, a quienes nos persiguen y nos hacen sufrir es difícil; ni siquiera es un "buen negocio", porque nos empobrece. Sin embargo este es el camino indicado y recorrido por Jesús para nuestra salvación.

    ¿Cómo es posible perdonar?: También nosotros, todos nosotros, tenemos enemigos, todos. Algunos enemigos débiles, algunos fuertes. También nosotros muchas veces nos convertimos en enemigos de otros; no les queremos. Jesús nos dice que debemos amar a los enemigos.

    No se trata de una tarea fácil y generalmente, pensamos que Jesús nos pide demasiado. Pensamos: "Dejemos estas cosas a las monjas de clausura que son santas o a alguna otra alma santa". No es la actitud justa. «Jesús dice que se debe hacer esto porque sino sois como los publicanos, como los paganos, y no sois cristianos».

    ¿Cómo se puede amar «a quienes toman la decisión de bombardear o matar a tantas personas? ¿Cómo se puede amar a aquellos que por amor al dinero no permiten que las medicinas lleguen a quien la necesita, a los ancianos, y les dejan morir?». Aún más: «¿Cómo se puede amar a las personas que buscan sólo su interés, su poder y hacen tanto mal?».

    No sé «cómo se puede hacer. Pero Jesús nos dice dos cosas: primero, mirar al Padre. Nuestro Padre es Dios: hace salir el sol sobre malos y buenos; hace llover sobre justos e injustos. Nuestro Padre, por la mañana, no dice al sol: "Hoy ilumina a estos y a estos; a estos no, déjales en sombra". Dice: "Ilumina a todos". Su amor es para todos, su amor es un don para todos, buenos y malos. Y Jesús concluye con este consejo: "Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial".

    Por lo tanto, la indicación de Jesús consiste en imitar al Padre en la perfección del amor. Él perdona a sus enemigos. Hace todo por perdonarles. Pensemos en la ternura con la que Jesús recibe a Judas en el huerto de los Olivos, cuando entre los discípulos se pensaba en la venganza.

    La venganza, es ese plato tan rico cuando se come frío; y por ello esperamos el momento preciso para realizarla. «Pero esto no es cristiano. Jesús nos pide amar a los enemigos. ¿Cómo se puede hacer? Jesús nos dice: rezad, rezad por vuestros enemigos. La oración hace milagros; y esto vale no sólo cuando tenemos enemigos; sino también cuando percibimos alguna antipatía, «alguna pequeña enemistad». Entonces es necesario rezar, porque «es como si el Señor viniera con el óleo y preparara nuestro corazón para la paz».

    Pero «ahora desearía dejaros una pregunta, a la cual cada uno puede responder en su corazón: ¿rezo por mis enemigos? ¿Rezo por quienes no me quieren? Si decimos que sí, yo os digo: ¡adelante!, reza más, porque éste es un buen camino. Si la respuesta es no, el Señor dice: ¡pobrecillo! También tú eres enemigo de los demás. Entonces es necesario rezar para que el Señor cambie su corazón».

    Debemos mirar más el ejemplo de Jesús: «Conocéis, en efecto, la gracia de la que habla hoy el apóstol Pablo: de rico que era, se hizo pobre por vosotros, para que vosotros llegarais a ser ricos por medio de su pobreza. Es verdad: el amor a los enemigos nos empobrece, nos hace pobres, como Jesús, quien, cuando vino, se abajó hasta hacerse pobre. Tal vez no es un "buen negocio" o al menos no lo es según la lógica del mundo. Sin embargo «es el camino que recorrió Dios, el camino que recorrió Jesús» hasta conquistarnos la gracia que nos ha hecho ricos.

    Este es el misterio de la salvación: con el perdón, con el amor hacia el enemigo nos hacemos más pobres. Pero esa pobreza es semilla fecunda para los demás, como la pobreza de Jesús llegó a ser gracia y salvación para todos nosotros.

    Pensemos en nuestros enemigos, en quien no nos quiere. Sería hermoso si ofreciéramos la misa por ellos, si ofreciéramos el sacrificio de Jesús por quienes no nos aman. Y también por nosotros, para que el Señor nos enseñe esta sabiduría: tan difícil pero también tan bella, y que nos hace semejantes a su Hijo, quien al abajarse se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. 

    DIOS ESTÁ CONTIGO...


    OBSTÁCULOS


    Obstáculos


    Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino. Luego se escondió para ver si alguien quitaba la tremenda roca. 

    Algunos de los comerciantes más adinerados del reino y varios cortesanos pasaron por el camino y simplemente le dieron una vuelta;  muchos culparon al rey ruidosamente de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo algo para sacar la  piedra grande del camino.  

    Entonces llegó un campesino que llevaba una carga de verduras. Al aproximarse a la roca, puso su carga en el piso y trató de mover la roca a un lado del camino. Después de empujar y  fatigarse mucho, pudo lograrlo.  

    Mientras recogía su carga de vegetales, notó una cartera en el piso, justo donde había estado la roca. La cartera contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey indicando que el oro era para la persona que removiera la piedra del  camino.  

    El campesino sabía lo que los otros nunca  entendieron: “Cada obstáculo presenta una oportunidad para mejorar tu condición”.  

    ÓMNIBUS AL PARAISO


      Ómnibus al paraíso
      Autor: Leo Buscaglia
      Libro: Ómnibus al paraíso


    Uno de los personajes más memorables de mi niñez fue un caballero bastante excéntrico al que todos conocían simplemente como Carlos. Cuando recuerdo mi antiguo barrio, vienen a mi mente un sin fin de personajes, pero los recuerdos de Carlo son siempre felices. Yo era muy joven cuando vi por primera vez a Carlo. Estaba haciendo lo que más le gustaba: caminando al fresco, aparentemente sin destino, cantando una ópera.

    ¡Qué bien cantaba ese hombre! Arias de Puccini, Verdi y Donizetti. Algunas veces se detenía por un instante, alcanzaba una nota alta y gesticulaba dramáticamente ignorando a los que lo rodeaban. Mamá decía que debía de estar un poco loco pero que cantaba bien y eso era muy hermoso. Todos estábamos de acuerdo. Puesto que sólo actuaba algunas veces, nunca dejó de resultarme novedoso escucharlo cantar de ese modo. Nunca nadie se sintió molesto u ofendido. Las personas lo miraban y sonreían. A Carlo no le importaba su opinión. Simplemente caminaba haciendo lo que le gustaba.

    Nunca supe qué fue lo que le sucedió a Carlos. Sólo sé que dejó de venir. Quizás esté dando serenatas, en otros barrios. Siempre he sospechado que muchos de los que consideraban que era un poco raro, también lo admiraban secretamente. Él se atrevía a compartir con los demás lo que la mayoría de nosotros, por temor al qué dirán, nos guardamos en nuestro interior. Después de todo, las personas ‘‘normales’’ cantamos debajo de la ducha. Pero este individuo se dejaba llevar por su propio impulso gozoso, sin preocuparse por la reacción de los demás. La historia conlleva una sabia moraleja: Tienes derecho a ser tú mismo.

    Muchos pasamos la vida complaciendo a los demás y adaptándonos a la imagen que tienen de nosotros. Dentro nuestro siempre hay una voz insistente que nos recuerda, si la escuchamos, quiénes somos y qué es lo correcto para nosotros.

    Es reconfortante saber que las personas que nos son importantes seguirán amándonos, aun cuando algunas veces “nuestra forma de ser resulte un poco alocada. Estas personas son tan especiales porque nos aceptan tanto en la locura como en la cordura. Reconocemos y valoramos esto cuando decimos cosas tales como: ‘‘Puedo ser yo mismo cuando estoy con él”, o “Le gusto a ella tal cual soy”. Tarde o temprano descubrimos siempre que no podemos personificar a otro a la perfección. Las personas siempre me dicen: ‘‘Gracias por ser usted’’. Y siempre respondo: “Durante años traté de ser otro y no funcionó”.

    EL EVANGELIO DE HOY: 25.06.2013

    Autor: H. Rafael Torres | Fuente: Catholic.net
    La senda estrecha
    Mateo 7, 6.12-14. Tiempo Ordinario. Jesús nos invita a entrar por la puesta estrecha. Nos podemos preguntar: Señor, en mi vida diaria, ¿cuál es la puerta estrecha?
     
    La senda estrecha
    Del santo Evangelio según san Mateo 7, 6.12-14


    No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. Entrad por la puerta estrecha; porque es ancho y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la puerta y qué angosto el camino que lleva a la Vida! ¡Qué pocos son los que lo encuentran!

    Oración introductoria

    Señor, dame las fuerzas para estar convencido de mi misión como verdadero cristiano. Creo en ti, pero aumenta mi fe, hazla firme. Haz grande mi fe para poder amar a mis hermanos desinteresadamente. Tú eres mi fuerza, y contigo todo lo puedo. Ayúdame, pues sin ti no puedo nada.

    Petición

    Dios mío, concédeme ser un apóstol entregado, que salga de mi mundo y piense en los demás. Alcánzame la gracia de poder negarme a mí mismo; así estaré atento a las necesidades de mis hermanos, antes que a las mías.

    Meditación del Papa

    El pueblo cristiano, nacido de las aguas del Bautismo, está llamado a dar testimonio en todo el mundo de esta salvación, a llevar a todos el fruto de la Pascua, que consiste en una vida nueva, liberada del pecado y restaurada en su belleza originaria, en su bondad y verdad. A lo largo de dos mil años, los cristianos, especialmente los santos, han fecundado continuamente la historia con la experiencia viva de la Pascua. La Iglesia es el pueblo del éxodo, porque constantemente vive el misterio pascual difundiendo su fuerza renovadora siempre y en todas partes. También hoy la humanidad necesita un “éxodo”, que consista no sólo en retoques superficiales, sino en una conversión espiritual y moral. Necesita la salvación del Evangelio para salir de una crisis profunda y que, por consiguiente, pide cambios profundos, comenzando por las conciencias.Mensaje urbi et orbi de su Santidad Benedicto XVI

    Reflexión 

    En este evangelio Jesús nos invita a entrar por la puesta estrecha. Nos podemos preguntar: "Señor, en mi vida diaria, ¿cuál es la puerta estrecha?" Y nos puede resultar algo confuso esta idea, y quizá no la entendamos. Pero lo que Cristo realmente nos está pidiendo es que seamos que vivamos las enseñanzas que nos ha dejado mediante el camino de la abnegación. ¿Y para qué todas estas negaciones? Para poder lograr entrar por la puerta estrecha que conduce a la vida eterna. Nosotros, los cristianos, tenemos una misión muy clara y precisa, predicar el Evangelio a todo el mundo, y no podemos estar satisfechos hasta no ver terminada nuestra tarea. Nuestras perlas preciosas están en nuestro corazón cada vez que le recibimos en el sacramento de la Eucaristía. De ahí nace la necesidad de pedirle a Dios nuestro Señor que nunca nos deje solos y que nos conceda la gracia de llegar a su presencia para gozar el fruto de nuestra abnegación.

    Propósito

    Voy a rezar un misterio del rosario para que siga caminando con esperanza por la senda estrecha que conduce a la Vida.

    Diálogo con Cristo

    Señor, ayúdame a dar más ejemplo de mi vocación como un cristiano auténtico. Señor y Dios mío, soy todo tuyo. Tú eres mi pastor. Señor, dame valor para seguir el camino del sacrificio, que es el que conduce al cielo. Quiero ser feliz en tu presencia. Concédeme ser un trasmisor incansable de la Verdad.

    Aprende ahora a despreciar todo, para que entonces puedas dirigirte libremente a Cristo Kempis, Imit. Chr. 1, 33, 6



  • Preguntas o comentarios al autor
  • H. Rafael Torres 

    lunes, 24 de junio de 2013

    NO TENGO GANAS DE ORAR


    NO TENGO GANAS DE ORAR


    Frecuentemente, querido amigo, no tengo ganas de orar. Si he de ser sincero, debo confesar que estas veces son más numerosas que las otras. Me ha ocurrido también el sentirme extraño, nervioso, disipado, fastidiado hasta de encontrarme con las personas, en cumplir un favor prometido, y por si fuera poco, encontrar un amigo que me va y me cuenta las consecuencias de su úlcera... ¿Orar? No quiero ni pensarlo. ¿Quién tiene ganas de orar? 

    Después de vagabundear un poco, he entrado en una iglesia sin demasiada convicción, con el propósito de salir cuanto antes de allí; no tenía ganas de orar.

    He realizado un esfuerzo inmenso para permanecer arrodillado en el banco durante cinco minutos; experimentaba un malestar indecible.

    Al fin, para despedirme, en un clima de sinceridad, dije con toda franqueza: "Señor, no tengo ganas de orar, es inútil insistir, excúsame, me voy... dejémoslo para una ocasión más propicia..."

    Lo repetí una vez más y luego otra y otra, al final perdí la cuenta... pues bien, salí de la iglesia al cabo de una hora. Estaba distensionado, sereno, contento como en raras ocasiones. Reconciliado conmigo mismo y con todos los inoportunos de este mundo.

    Por eso te digo, querido amigo: si esperas para orar hasta que tengas ganas, estás perdido. Debes tener el coraje para orar incluso cuando no tengas ganas. Sobre todo en ese momento, "todo es gracia"... introdúcete por el corredor oscuro de la desgana, sigue adelante aunque tengas la impresión de que no llegarás nunca a la luz. Sigue adelante aunque te sientas frío, árido, seco y vacío. A fuerza de insistir, el túnel oscuro desembocará en un espectáculo de luz resplandeciente.

    Di al Señor, cuando te encuentres delante de Él, todo lo que sientas, todo lo que lleves dentro, lo que te preocupa y lo que te alegra. Y si estás fastidiado, díselo también, que Él comprende todo, entiende mejor que tú el estado de ánimo que llevas. Más todavía, Él te dará lo que necesitas para comunicarte mejor, Él te enviara su Espíritu sin el cual no podemos decir "¡Padre!". Déjate amar por Él. Quédate un momento en silencio. No te desconcierte ni desaliente que a veces el Señor parece también guardar silencio.

    Es preciso creer que Dios está presente en las largas noches, en los días negros, para tomarte de la mano y guiar tus pasos por sus sendas. Cuando digas "no tengo ganas de orar" es precisamente el momento oportuno... es cuando Dios actúa, por lo que es preciso, es urgente, que no esperes más; es el "tiempo favorable" para iniciar un encuentro con quien siempre te espera, con el Padre que continuamente piensa en ti y se hace el encontradizo para demostrarte su amor.

    ¿No has visto nunca en la montaña ciertas flores que nacen en las oscuras hendiduras de las rocas? 
    La oración más espontánea puede despuntar después de una larga preparación de aridez, después de momentos de desolación.

    En cada uno de nosotros hay un niño que lloriquea: "no tengo ganas..." Pero hay, asímismo, un adulto que suplica: "No te preocupes. Ora como si las tuvieras". 

    ¡Cuando las ganas decrecen, es el momento en el que debes tener el coraje de orar! 

    TODOS SOMOS IGUALES ANTE DIOS

    TODOS SOMOS IGUALES ANTE DIOS


    En un avión que cubría un vuelo entre Johannesburgo y Londres, a una señora blanca, de unos cincuenta años, le tocó sentarse al lado de un hombre de color. Llamó a la azafata para quejarse: 

    -¿Cuál es el problema señora? -pregunta la azafata. 

    -Pero, ¿no lo ve? -responde la señora. -Me ha colocado al lado de un negro. No puedo quedarme al lado de estos "inmundos". Déme otro asiento. 

    -Por favor, cálmese -dice la azafata. -Casi todos los asientos de este vuelo están ocupados. Voy a ver si hay alguna plaza en clase ejecutiva o en primera. 

    La azafata se marchó y volvió pasados unos minutos. 

    -Señora -explica la azafata -como yo sospechaba, no hay ninguna plaza disponible en clase económica. He hablado con el capitán y me ha confirmado que tampoco hay plazas en clase ejecutiva. Pero sí tenemos un lugar en primera clase. 

    Antes de que la señora pudiese responder algo, la azafata continuó: 

    -Es totalmente inusitado que la compañía conceda un asiento de primera clase a alguien que está en económica, pero dadas las circunstancias, el capitán ha considerado que sería escandaloso que alguien sea obligado a sentarse al lado de una persona que nos haga sentir mal... 

    La señora, con cara de satisfacción, se preparó para abandonar su asiento e ir a ocupar el asiento en la clase ejecutiva... En eso, la azafata mira a la persona de color y le dice: 

    -Si el señor me hiciera el favor de tomar sus pertenencias, el asiento de primera clase ya está preparado. 

    Y todos los pasajeros alrededor, que acompañaron la escena, se levantaron y aplaudieron   la actitud de la compañía. 

    "Todos somos iguales a los ojos de Dios"

    VITAMINAS PARA EL ALMA


    VITAMINAS PARA EL ALMA

    Cuando las horas de desaliento te invadan el alma, y las lágrimas afloren en tus ojos, búscame: YO SOY AQUÉL que sabe consolarte y pronto detiene tus lágrimas.

    Cuando desaparezca tu ánimo para luchar en las dificultades de la vida, o sientas que estas pronto a desfallecer, llámame: YO SOY LA FUERZA capaz de remover las piedras de tu camino y sobreponerte a las adversidades del mundo.

    Cuando, sin clemencia, te encontraras sin donde reclinar tu cabeza, corre junto a mi: YO SOY EL REFUGIO, en cuyo seno encontrarás guarida para tu cuerpo y tranquilidad para tu espíritu.

    Cuando te falte la calma, en momentos de gran aflicción, y te consideres incapaz de conservar la serenidad de espíritu, invócame: YO SOY LA PACIENCIA que te ayudará a vencer las dificultades más dolorosas y triunfar en las situaciones más difíciles.

    Cuando te debatas en los misterios de la vida y tengas el alma golpeada por los obstáculos del camino, grita por mí: YO SOY EL BÁLSAMO que cicatrizará tus heridas y aliviará tus padecimientos.

    Cuando el mundo sólo te haga falsas promesas y creas que ya nadie puede inspirarte confianza, ven a mí: YO SOY LA SINCERIDAD, que sabe corresponder a la franqueza de tus actitudes y a la nobleza de tus ideas.

    Cuando la tristeza o la melancolía intenten albergarse en tu corazón, clama por mí: YO SOY LA ALEGRÍA que te infunde un aliento nuevo y te hará conocer los encantos de tu mundo interior.

    Cuando, uno a uno, se destruyan tus ideales más bellos y te sientas desesperado, apela a mí: YO SOY LA ESPERANZA que te robustece la Fe.

    Cuando la impiedad te revele las faltas y la dureza del corazón humano, aclámame: YO SOY EL PERDÓN, que te levanta el ánimo y promueve la rehabilitación de tu alma.

    Cuando dudes de todo, hasta de tus propias convicciones, y el escepticismo te aborde el alma, recurre a mí: YO SOY LA FE que te inunda de luz y de entendimiento para que alcances la FELICIDAD.

    Cuando ya nadie te tienda una mano tierna y sincera y te desilusiones de los sentimientos de tus semejantes, aproxímate a mí: YO SOY LA RENUNCIA que te enseñará a entender la ingratitud de los hombres y la incomprensión del mundo.

    Y cuando al fin, quieras saber quién soy, pregúntale al río que murmura, al pájaro que canta, a las estrellas que titilan. YO SOY LA DINÁMICA DE LA VIDA, Y LA ARMONÍA DE LA NATURALEZA.

    ME LLAMO AMOR. SOY EL REMEDIO PARA TODOS LOS MALES QUE ATORMENTEN TU ESPÍRITU.

    Ven a mí... que yo te llevaré a las serenas mansiones del infinito... bajo las luces brillantes de la eternidad...

    Jesucristo

    ORACIÓN A SAN JUAN BAUTISTA



    ORACIÓN A SAN JUAN BAUTISTA

    Sagrado precursor de Cristo, que santificado en el vientre de vuestra madre, fuiste la admiración del mundo en el ejercicio de las virtudes y en los privilegios con que te enriqueció Dios. Ángel en la castidad, apóstol en el celo y predicación, y mártir en la constancia con que por reprender al incestuoso Herodes ofrecisteis la cabeza al cuchillo, y en las luces sobrenaturales de que te dotó el cielo, profeta del que llegó a decir el mismo Cristo: "Entre los nacidos de las mujeres ninguno mayor que Juan Bautista"; suplica al Señor que:

    por tu penitencia me haga mortificado, 
    por tu soledad, recogido, 
    por tu silencio, callado, 
    casto por tu virginidad, 
    espiritual por tu contemplación, 
    e invencible a mis pasiones por la victoria que tu alcanzaste de tus enemigos, para que logre verte en la patria eterna. Amén.


    NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA - 24 DE JUNIO


    24 de Junio
    Nacimiento de San Juan Bautista


     Este es el único santo al cual se le celebra la fiesta el día de su nacimiento.
    San Juan Bautista nació seis meses antes de Jesucristo (de hoy en seis meses - el 24 de diciembre - estaremos celebrando el nacimiento de nuestro Redentor, Jesús).

    El capítulo primero del evangelio de San Lucas nos cuenta de la siguiente manera el nacimiento de Juan: Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con Santa Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril. Siendo ya viejos, un día cuando estaba él en el Templo, se le apareció un ángel de pie a la derecha del altar.

    Al verlo se asustó, mas el ángel le dijo: "No tengas miedo, Zacarías; pues vengo a decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va a tener un hijo, que será su precursor, a quien pondrás por nombre Juan. No beberá vino ni cosa que pueda embriagar y ya desde el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios".

    Pero Zacarías respondió al ángel: "¿Cómo podré asegurarme que eso es verdad, pues mi mujer ya es vieja y yo también?".

    El ángel le dijo: "Yo soy Gabriel, que asisto al trono de Dios, de quien he sido enviado a traerte esta nueva. Mas por cuanto tú no has dado crédito a mis palabras, quedarás mudo y no volverás a hablar hasta que todo esto se cumpla".

    Seis meses después, el mismo ángel se apareció a la Santísima Virgen comunicándole que iba a ser Madre del Hijo de Dios, y también le dio la noticia del embarazo de su prima Isabel.

    Llena de gozo corrió a ponerse a disposición de su prima para ayudarle en aquellos momentos. Y habiendo entrado en su casa la saludó. En aquel momento, el niño Juan saltó de alegría en el vientre de su madre, porque acababa de recibir la gracia del Espíritu Santo al contacto del Hijo de Dios que estaba en el vientre de la Virgen.

    También Santa Isabel se sintió llena del Espíritu Santo y, con espíritu profético, exclamó: "Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde me viene a mí tanta dicha de que la Madre de mi Señor venga a verme? Pues en ese instante que la voz de tu salutación llegó a mis oídos, la criatura que hay en mi vientre se puso a dar saltos de júbilo. ¡Oh, bienaventurada eres Tú que has creído! Porque sin falta se cumplirán todas las cosas que se te han dicho de parte del Señor". Y permaneció la Virgen en casa de su prima aproximadamente tres meses; hasta que nació San Juan.

    De la infancia de San Juan nada sabemos. Tal vez, siendo aún un muchacho y huérfano de padres, huyó al desierto lleno del Espíritu de Dios porque el contacto con la naturaleza le acercaba más a Dios. Vivió toda su juventud dedicado nada más a la penitencia y a la oración.

    Como vestido sólo llevaba una piel de camello, y como alimento, aquello que la Providencia pusiera a su alcance: frutas silvestres, raíces, y principalmente langostas y miel silvestre. Solamente le preocupaba el Reino de Dios.

    Cuando Juan tenía más o menos treinta años, se fue a la ribera del Jordán, conducido por el Espíritu Santo, para predicar un bautismo de penitencia.

    Juan no conocía a Jesús; pero el Espíritu Santo le dijo que le vería en el Jordán, y le dio esta señal para que lo reconociera: "Aquel sobre quien vieres que me poso en forma de paloma, Ese es".

    Habiendo llegado al Jordán, se puso a predicar a las gentes diciéndoles: Haced frutos dignos de penitencia y no estéis confiados diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque yo os aseguro que Dios es capaz de hacer nacer de estas piedras hijos de Abraham. Mirad que ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto, será cortado y arrojado al fuego".

    Y las gentes le preguntaron: "¿Qué es lo que debemos hacer?". Y contestaba: "El que tenga dos túnicas que reparta con quien no tenga ninguna; y el que tenga alimentos que haga lo mismo"…

    "Yo a la verdad os bautizo con agua para moveros a la penitencia; pero el que ha de venir después de mí es más poderoso que yo, y yo no soy digno ni siquiera de soltar la correa de sus sandalias. El es el que ha de bautizaros en el Espíritu Santo…"

    Los judíos empezaron a sospechar si el era el Cristo que tenía que venir y enviaron a unos sacerdotes a preguntarle "¿Tu quién eres?" El confesó claramente: "Yo no soy el Cristo" Insistieron: "¿Pues cómo bautizas?" Respondió Juan, diciendo: "Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está Uno a quien vosotros no conocéis. El es el que ha de venir después de mí…"

    Por este tiempo vino Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan para ser bautizado. Juan se resistía a ello diciendo: "¡Yo debo ser bautizado por Ti y Tú vienes a mí! A lo cual respondió Jesús, diciendo: "Déjame hacer esto ahora, así es como conviene que nosotros cumplamos toda justicia". Entonces Juan condescendió con El.

    Habiendo sido bautizado Jesús, al momento de salir del agua, y mientras hacía oración, se abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y permaneció sobre El. Y en aquel momento se oyó una voz del cielo que decía: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias".

    Al día siguiente vio Juan a Jesús que venía a su encuentro, y al verlo dijo a los que estaban con él: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo os dije: Detrás de mí vendrá un varón, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo".

    Entonces Juan atestiguó, diciendo: "He visto al Espíritu en forma de paloma descender del cielo y posarse sobre El. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: Aquél sobre quien vieres que baja el Espíritu Santo y posa sobre El, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo. Yo lo he visto, y por eso doy testimonio de que El es el Hijo de Dios".

    Herodías era la mujer de Filipo, hermano de Herodes. Herodías se divorció de su esposo y se casó con Herodes, y entonces Juan fue con él y le recriminó diciendo: "No te es lícito tener por mujer a la que es de tu hermano"; y le echaba en cara las cosas malas que había hecho.

    Entonces Herodes, instigado por la adúltera, mandó gente hasta el Jordán para traerlo preso, queriendo matarle, mas no se atrevió sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía, pues estaba muy perplejo y preocupado por lo que le decía.

    Herodías le odiaba a muerte y sólo deseaba encontrar la ocasión de quitarlo de en medio, pues tal vez temía que a Herodes le remordiera la conciencia y la despidiera siguiendo el consejo de Juan.

    Sin comprenderlo, ella iba a ser la ocasión del primer mártir que murió en defensa de la indisolubilidad del matrimonio y en contra del divorcio.

    Estando Juan en la cárcel y viendo que algunos de sus discípulos tenían dudas respecto a Jesús, los mandó a El para que El mismo los fortaleciera en la fe.

    Llegando donde El estaba, le preguntaron diciendo: "Juan el Bautista nos ha enviado a Ti a preguntarte si eres Tú el que tenía que venir, o esperamos a otro".

    En aquel momento curó Jesús a muchos enfermos. Y, respondiendo, les dijo: "Id y contad a Juan las cosas que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio…"

    Así que fueron los discípulos de Juan, empezó Jesús a decir: "¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Alguna caña sacudida por el viento? o ¿Qué salisteis a ver? ¿Algún profeta? Si, ciertamente, Yo os lo aseguro; y más que un profeta. Pues de El es de quien está escrito: Mira que yo te envío mi mensajero delante de Ti para que te prepare el camino. Por tanto os digo: Entre los nacidos de mujer, nadie ha sido mayor que Juan el Bautista…"

    Llegó el cumpleaños de Herodes y celebró un gran banquete, invitando a muchos personajes importantes. Y al final del banquete entró la hija de Herodías y bailó en presencia de todos, de forma que agradó mucho a los invitados y principalmente al propio Herodes.

    Entonces el rey juró a la muchacha: "Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino".

    Ella salió fuera y preguntó a su madre: "¿Qué le pediré?" La adúltera, que vio la ocasión de conseguir al rey lo que tanto ansiaba, le contestó: "Pídele la cabeza de Juan el Bautista". La muchacha entró de nuevo y en seguida dijo al rey: "Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista".

    Entonces se dio cuenta el rey de su error, y se pudo muy triste porque temía matar al Bautista; pero a causa del juramento, no quiso desairarla, y, llamando a su guardia personal, ordenó que fuesen a la cárcel, lo decapitasen y le entregaran a la muchacha la cabeza de Juan en la forma que ella lo había solicitado.

    Juan Bautista: pídele a Jesús que nos envíe muchos profetas y santos como tú.

    EL EVANGELIO DE HOY:24.06.2013

    Autor: Irving Sánchez | Fuente: Catholic.net
    Juan es su nombre
    Lucas 1, 57-66.80. Solemnidad Natividad de Juan Bautista. Es preciso que él crezca y que yo disminuya. Estas palabras del Bautista constituyen un programa para todo cristiano.
     
    Juan es su nombre
    Del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66.80

    Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.

    Oración introductoria

    Jesús, quiero que ocupes mi persona en mis relaciones personales. A semejanza de san Juan Bautista, quiero disminuir a mis caprichos para que Tú crezcas en mí. Deseo ser tu testigo entre mis familiares, amigos y compañeros de trabajo. Aumenta cada día más en mí tu presencia.

    Petición

    Señor, mandaste a tu primo Juan como precursor de tu mensaje y luego lo señalaste como el más grande nacido de los de mujer. Espero que en este día yo sea un testigo tuyo y de tu mensaje. Estoy a tu disposición para lo que me pidas en este día.

    Meditación del Papa

    Su fiesta nos recuerda que toda nuestra vida está siempre "en relación con" Cristo y se realiza acogiéndolo a él, Palabra, Luz y Esposo, de quien somos voces, lámparas y amigos (cf. Jn 1, 1. 23; 1, 7-8; 3, 29). "Es preciso que él crezca y que yo disminuya" (Jn 3, 30): estas palabras del Bautista constituyen un programa para todo cristiano.

    Dejar que el "yo" de Cristo ocupe el lugar de nuestro "yo" fue de modo ejemplar el anhelo de los apóstoles san Pedro y san Pablo, a quienes la Iglesia venerará con solemnidad el próximo 29 de junio. San Pablo escribió de sí mismo: “Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí" (Ga 2, 20). Antes que ellos y que cualquier otro santo vivió esta realidad María santísima, que guardó en su corazón las palabras de su Hijo Jesús. Ayer contemplamos su Corazón inmaculado, Corazón de Madre, que sigue velando con tierna solicitud sobre todos nosotros. Que su intercesión nos obtenga ser siempre fieles a la vocación cristiana. Benedicto XVI, Ángelus del 25 de junio de 2006.

    Reflexión apostólica

    Juan pudo haber dicho que él era el mesías y sin embargo no lo hizo. Por qué muchas veces yo siento que soy más que mis hermanos si somos hijos del mismo padre. Debo encontrar la manera de hacer que los demás se sientan queridos por Dios y por mí.

    Propósito

    Hoy durante el día, para ser testigo de Cristo voy a mencionar a Dios al menos cinco veces en este día: «Bendito sea Dios», «Gracias a Dios», «Dios mediante», «Si Dios nosquiere», «Hasta mañana, si Dios quiere», etc…

    Diálogo con Cristo

    ¡Jesús, mándame como testigo tuyo! Estoy dispuesto a que tu mensaje sea transmitido por mi medio. En las redes sociales en los encuentros con los demás, en mis mensajes, en todas las cosas que haga hoy serán para tu mayor gloria. «Señor, hazme fiel a tu amistad y jamás permitas que me separe de ti».


    Nada tengas por más valioso ni más amable que la humildad (San Jerónimo, Epist. 148, 20)


  • Preguntas o comentarios al autor
  • Irving Sánchez 

    domingo, 23 de junio de 2013

    PERDONAR NO ES OLVIDAR, ES RECORDAR EN PAZ



    Perdonar no es olvidar,
    es recordar en paz

     Quizás hayan observado que, con inusitada frecuencia, a la hora de escribir estos artículos, el Señor me pide hacerlo sobre el tema del perdón y la reconciliación. Y yo feliz.
    Y es que el rencor mata, corroe, esclaviza, asfixia. No hay nada mejor en el mundo que perdonar. Lo repito, nada hay mejor que perdonar. Y si no, hagan la prueba. No se lleven que yo lo dije, no. Hagan la prueba.

    ¡Haz la prueba! Decídete y perdona al que te ofendió o te causó algún daño. Si crees que el otro piensa que fuiste tú quien tuvo la culpa, pues igual, simple y llanamente pídele perdón, y asunto arreglado. Total, lo importante es lograr la paz, la convivencia, el poder saludar y sonreír y conversar con quien hasta hace poco le volteabas la cara, o le gruñías, o le deseabas el mal, o lo ignorabas, y arriba de eso afirmabas que no, que tú no habías dejado de quererlo, pero que no querías tener nada que ver con esa persona.

    El problema es ese. Que lo que dice el Señor es muy distinto. "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Difícilmente tu propia persona te sea indiferente.
    A los que tengan algún tipo de rencilla, les ruego encarecidamente dediquen unos minutos y presten atención a lo que les voy a contar. Léanlo también los que como yo estamos en paz con el mundo, para la gloria de Dios, que les será útil para llevar este mensaje a los peleones.

    Jesús relata la historia de aquel rey que perdona una gran deuda a uno de sus servidores, y al salir del palacio, éste se encuentra a un compañero que le debía unos centavos, y lo hace meter preso hasta que le pague. Al enterarse el rey, le recriminó su injusticia enviándolo a la cárcel. Concluye Jesús diciendo que “lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos”.

    Entonces, te pregunto: De todas esas barbaridades que has cometido en tu vida, ¿recuerdas tan sólo una que Dios no te haya perdonado? ¿No? Y entonces, ¿quién eres tú para negarle tu perdón a alguien que mucho o poco te haya molestado, ofendido, irritado, perjudicado o llámese como sea lo que te haya hecho esa otra persona, y mucho peor si es un hermano?

    No, mi querido amigo, no vale la pena vivir así. No hay tranquilidad. A mi me pasaba igual. Recuerdo una situación por la que viví, y a sabiendas de que a esa persona me la encontraba los domingos en misa, tenía la respuesta lista por si acaso se atrevía a saludarme: “¡Vade retro Satanás! ¡Retírate Satanás!” ¡Y eso se lo pensaba decir en plena iglesia!
    Hoy, sin embargo, vivo tranquilo. A esa persona -¡y a tantas otras!- no tan sólo la perdoné, sino que le pedí perdón, porque estando ya en los caminos del Señor, me cuestioné seriamente si no habría sido yo quien la había ofendido. ¡Qué bien se siente uno! Quise visitarla, y darle un abrazo, pero no quiso. Qué pena. Siempre está presente en mis oraciones.

    El perdón no borra lo sucedido. Lo hecho, hecho queda, y a menos que caigamos en Alzheimer, difícil es olvidar nuestra historia de vida. Pero qué distinto es recordar esos incidentes en paz. Ahí radica la gran diferencia. Perdonar no es olvidar, es recordar en paz.
    Bendiciones y paz.


    Juan Rafael Pacheco
    Fuente: Catholic.net


     






    MIEDOS

    https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggsgvCSgkeefOCijAg9mg6aoOFWB8i2p9hpP9qzkYDpenWb-PUg5vFE9CAJ6vwkhuU3By1SDVft6G-CTOjKJFKiFY52jgAJWAnlIyr2KKo7KRWM0dWK6319LGplWtmDuJSExBvXGqpm9E/s1600/baby.gif
    MIEDOS...

    Hay dolores que aprietan y atenazan como garfios, que asfixizian, aprisionan y retuercen el corazón hasta verlo verter la ultima gota de su sangre, hasta dejarlo seco, vacío...vacío de vida...vacío de calor , vacío de amor, completa mente muerto, sin la mínima fuerza de un latido mas.

    El mal no descansa y vive en muchos seres que a diario lo alimentan, que llenos de veneno, lo esparcen y lo inyectan en quien menos debieran, en almas que a sus horas dieron color y vida, que de bellos momentos les llenaron sus días, dando si...dando siempre cariño...compañia.

    Tristemente esos seres, de humanidad no saben, ni sentir, ni de dar, en el fondo de ellos solo albergan maldad, que riegan a su paso con la conciencia muerta y el pecho hecho una piedra, duro, seco insensible, recibir solo saben y algo bueno de ellos nunca jamas saldrá pues en su triste infancia...no aprendieron a amar.
    Pero después de todo, merecen compasión, pues forrados de hierro...cual ridículo escudo las lanzas del dolor, de desamor, de golpes y de heridas no los traspazaran...pero en su loco invento de evitar el dolor se niegan la gran dicha de vivir plenamente,
    de sin miedos sentir...lo que es un gran amor!!!


    EL AVE MARÍA EN IMÁGENES


    Ave María
    Ave María
    el Señor es contigo


    bendito es el fruto de tu vientre Jesús




    Ruega por nosotros ahora
    llena eres de gracia
    bendita tú eres entre todas las mujeres


    Santa María Madre de Dios




    y en la hora de nuestra 




    muerte







    Amén

    SOLO DIOS...


    EL EVANGELIO DE HOY:22.06.2013

    Autor: P . Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net
    Una encuesta, un compromiso, un mistero
    Lucas 9, 18-24. Domingo XII Tiempo Ordinario C. Jesús te pregunta hoy: Y tú, ¿quién dices que soy yo?.
    Una encuesta, un compromiso, un mistero
    Del santo Evangelio según san Lucas 9, 18-24

    Y sucedió que mientras él estaba orando a solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos respondieron: "Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado." Les dijo: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Pedro le contestó: "El Cristo de Dios." Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie. Dijo: "El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día." Decía a todos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará.

    Oración introductoria

    Señor, quiero acompañarte siempre porque sólo así mi vida tendrá sentido. Sé que eres fiel y que mi compromiso bautismal es, como dijo el Papa Francisco: «ser de Cristo, pensar, actuar, amar como Él, dejando que tome posesión de nuestra existencia para que la cambie, la trasforme, la libere de las tinieblas del mal y del pecado» (10/4/2013). ¡Gracias Señor, por todo tu amor!

    Petición

    Dame la gracia de experimentar tu amor en esta oración y en la Eucaristía de este día.

    Meditación del Papa

    Se decía -pienso en Nietzsche, pero también en muchos otros- que el cristianismo es una opción contra la vida. Se decía que con la cruz, con todos los Mandamientos, con todos los "no" que nos propone, nos cierra la puerta de la vida; pero nosotros queremos tener la vida y escogemos, optamos, en último término, por la vida liberándonos de la cruz, liberándonos de todos estos Mandamientos y de todos estos "no". Queremos tener la vida en abundancia, nada más que la vida.
    Aquí de inmediato viene a la mente la palabra del evangelio de hoy: "El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará". Esta es la paradoja que debemos tener presente ante todo en la opción por la vida. No es arrogándonos la vida para nosotros como podemos encontrar la vida, sino dándola; no teniéndola o tomándola, sino dándola. Este es el sentido último de la cruz: no tomar para sí, sino dar la vida. (Benedicto XVI, 2 de marzo de 2006).

    Reflexión

    El Evangelio de este domingo me trae a la memoria una experiencia de mi niñez que se me quedó muy grabada. Recuerdo que, cuando yo estudiaba la primaria, nuestro profesor nos mandó un día hacer una encuesta. Era la tarea que debíamos llevar la siguiente vez a la clase de religión. Cada uno de nosotros teníamos que preguntar a treinta personas –familiares, vecinos y gente de la calle- quién era Jesús para ellos.

    Por la tarde de aquel mismo día, inicié mi recorrido "periodístico". Yo vivía en un pueblecito de unos 25.000 habitantes, muy católico. Todas las respuestas fueron, pues, doctrinalmente muy correctas.

    Pero yo creo que, si realizáramos hoy la misma encuesta en Norteamérica o en las grandes ciudades de cualquier país de la Europa "pluralista" y secularizada –por no decir de Asia-, escucharíamos respuestas bastante variopintas: desde el hombre excepcional, el maestro y modelo de buenas costumbres, el revolucionario y reformador de la sociedad; pasando por el Cristo poético y romántico al estilo "hippy" –el Jesus Christ Super Star de los años setentas- o el Jesús deformado por las diversas filosofías e ideologías; hasta llegar al Cristo visto por hombres y mujeres de fe, pero de distinto credo y religión. Un teólogo católico contemporáneo, el P. Javier García, presenta un abanico muy interesante de posibilidades en su libro: "Jesucristo, Hijo de Dios, nacido de mujer".

    Jesús fue el primero, en la historia del cristianismo, en llevar a cabo una encuesta o un "sondeo de opinión" acerca de su propia persona. Y sus discípulos se manejaron en aquella ocasión con bastante desenvoltura.

    Pero los resultados de la sociología y de las encuestas no le interesan a Jesús. Lo que a Él realmente le importa es la respuesta personal: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" -les pregunta a sus apóstoles-. Sin duda, esa pregunta les provocó un silencio embazoso. Hasta que Pedro, armándose de valor, se pronunció en nombre de los Doce: "Tú eres el Mesías de Dios".

    Pues también ahora Jesús nos plantea este mismo interrogante a cada uno de nosotros, a ti, que estás leyendo ahora este artículo: "Y tú, ¿quién dices que soy yo?". Aquí no se valen las respuestas evasivas, ambiguas o de mero "compromiso". Ni tampoco espera Cristo respuestas teóricas, académicas y doctrinalmente "correctas". Él no quiere ver qué es lo que "sabemos" sobre Él, sino lo que realmente creemos y testimoniamos -con nuestra fe, nuestras obras y nuestra vida entera- acerca de Él.

    De verdad, ¿quién es Jesucristo para nosotros? Es un interrogante existencial, que hay que responder desde el fondo de nuestra conciencia, a solas con Cristo, mirándole directamente a los ojos. Y hay que darla con el corazón. Es una pregunta que requiere un verdadero compromiso personal y vital con el Señor. Una respuesta que debe cambiar toda nuestra existencia, nuestros criterios y comportamientos "mundanos", para comenzar a asemejarnos un poco más a Él en nuestras palabras, gestos, pensamientos y acciones concretas de cada día.

    Pero a continuación viene la siguiente escena, que es desconcertante para nuestras categorías humanas: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar al tercer día". Pedro le acaba de proclamar el Mesías de Dios. La narración del evangelio de san Mateo es mucho más fuerte que la de Lucas.

    Después de la confesión de Pedro, en efecto, Jesús lo felicita, lo llama bienaventurado y le otorga los poderes del Primado sobre los demás apóstoles. Enseguida, Jesús les comunica el primer anuncio de la pasión. Y Pedro trata de disuadirlo y de apartarle de ese camino. Es entonces cuando Jesús reacciona de un modo enérgico llamándolo "Satanás" porque no entiende las cosas de Dios; es decir, el valor de la cruz.

    Seguir a Jesús no es -glosando las palabras de aquel famoso rey azteca- como "estar en un lecho de rosas". Ser discípulo de Cristo, ser auténtico cristiano, no siempre es cosa fácil. Porque muchas veces nos exige ir "contra corriente" y plantar cara a la mentalidad humana, a veces demasiado humana –o sea, "mundana", sensual y naturalista- propia del mundo y de la cultura de nuestro tiempo. Ser un cristiano de verdad es un compromiso exigente. Y en ocasiones también misterioso. Porque Dios nos desconcierta y sus modos de actuar no son como los de los hombres, ni siempre inteligibles para nuestra razón.
    Vivir el Evangelio exige mucha fe porque Dios es misterioso y casi siempre se nos presenta envuelto en el misterio. Y exige también mucha valentía, generosidad y amor porque, para hay que seguir a Jesús por la vía de la cruz: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo". Tenemos que pasar por el misterio de la cruz, del dolor y del sufrimiento para poder llegar hasta Él, para tener vida eterna, para ayudarle en la redención de la humanidad. Y sólo con mucha fe y con un amor muy grande y generoso, la cruz no será para nosotros un motivo de escándalo, sino un instrumento bendito de salvación y de santificación.

    Diálogo con Cristo

    Jesús, no te pido que quites las cruces de mi camino, pero dame la luz y la fuerza para avanzar hasta el final. Te pido la gracia de experimentar tu amor, especialmente en las dificultades. Sé que éste es un don que Tú estás dispuesto a dar a todos aquellos que te lo piden con humildad, fe y perseverancia.

    Propósito

    Éste es el reto que Cristo hoy nos presenta. Ojalá que nuestra respuesta sea valiente, generosa, decidida, consecuente. Entonces podremos llamarnos y ser en verdad auténticos "cristianos". O sea, seguidores de un Cristo crucificado y resucitado.




  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 
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