jueves, 9 de agosto de 2012

BROTARÁ LA ESPERANZA


Brotará la esperanza
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD



Durante la Segunda Guerra Mundial, Victor Frank llegó al campo de concentración. La secreta razón por la que él no quería suicidarse era que tenía dos metas específicas: encontrarse con su familia y escribir un libro.

            “El error de la gente, dice Frank, es preguntarse: ¿Qué puedo esperar de la vida? Cuando el acierto está en preguntarse: ¿Qué está esperando la vida de mí?”.

            Vivimos de rentas. A veces almacenamos esperanza, pero poco a poco vamos agotándola y no la reponemos en nuestro caminar. Es preciso, pues, soñar; pero es, sobre todo, necesario renovar nuestra esperanza en Dios y seguir trabajando.

            Isaías fue un profeta soñador. Soñó que todas las naciones se dejarían instruir por Dios y desde ahí podrían caminar por las sendas de la paz y del amor. Soñó que todas las personas se podrían dar la mano, podrían hacer de las lanzas podaderas, que a los niños se les enseñaría a cuidar y defender la paz y no a adiestrarse para la guerra.

            La historia ha tenido grandes soñadores. También cuentan los pequeños, los que con su vida purifican el aire de odio, rencor, violencia... Estos soñadores esperan un presente y un futuro mejor. Así, hay madres que esperan ver al niño que llevan en las entrañas, jóvenes enamorados que se desean y se buscan, enfermos que anhelan una buena noticia del médico...

Si hay gente y lugares de esperanza, también hay rostros que de alguna forma proclaman con sus vidas que no es posible la esperanza. Son personas abatidas, destrozadas, sin ganas de respirar ni de vivir. Se han cansado de caminar, de luchar y, por supuesto, de soñar. Hay infinidad de rostros como el del ludópata que se ha arruinado, el del padre de familia que perdió el trabajo, el del hincha que contempla la derrota de su equipo, el del enfermo que no tiene cura, el del drogadicto que, a pesar de las promesas, no logra salir de la adicción. Toda esta gente manifiesta una angustiosa búsqueda de sentido, necesidad de interioridad, deseo de aprender nuevas formas y de encontrar esperanza.

La esperanza es gozosa, paciente y confiada. Gozosa por el bien que se espera y por la ilusión con que se espera. La alegría y la paciencia son dos alas que nos permiten volar por encima de todas las dificultades.

La esperanza cristiana tiene un fundamento último en Dios que no nos puede fallar, porque “es imposible que Dios mienta” (Hb 6,18), porque “Él permanece fiel” (2 Tm 2,13).

Debemos esperar con paciencia y confianza un mundo mejor, y debemos hacerlo con una espera activa y colectiva. Debemos esperar como la madre, el enfermo, el preso... como tanta gente que vive de esperanza. Es necesario que brote la esperanza en nuestras vidas. “Dios, difiriendo su promesa, ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma, y, ensanchándola, la hace capaz de sus dones. Deseemos, pues, hermanos, ya que hemos de ser colmados” (San Agustín).

            Y junto a esos deseos hay que pedir, también, al Señor, que fortifique los corazones, que haga fuertes las rodillas de los débiles, que cure las heridas de los enfermos, que devuelva la alegría y la esperanza a los tristes y deprimidos.

            Si abrimos la puerta a la esperanza, todo recobra luz y color; todo se llena de sentido y la vida brota en pleno invierno. Cada día se nos repite: Brotará un renuevo del tronco de Jesé. Sobre él se posará el Espíritu del Señor. Y Él podrá llenarlo todo de espíritu nuevo, de ideales nuevos, de valores nuevos, de gracia. Esperamos un cielo nuevo y una nueva tierra que, entre todos, podemos hacer realidad.

LA CALUMNIA



La calumnia

        Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo, y todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que había alcanzado.

        Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo: "Quiero arreglar todo lo que hice, ¿como puedo hacerlo?", a lo que el hombre sabio respondió: "Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suelta una donde quiera que vallas".

        El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco lleno de plumas y en el cabo de un día las había soltado todas. Volvió donde el sabio y le dijo: "Ya he terminado", a lo que el hombre sabio contestó: "Esa era la parte fácil...ahora debes volver a llenar el saco con esas mismas plumas que soltaste, sal a la calle y búscalas".

        El hombre se sintió muy triste pues sabía lo que eso significaba, y no pudo juntar casi ninguna.

        Al volver el hombre sabio le dijo: "Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho.

        Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de reversar lo que hiciste".

UNA LUZ EN LA NOCHE

Autor: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
Una luz en la noche
Hoy es jueves, Señor, y vengo con el alma en sombras, sombras que se llegan a convertir en oscuridad si nos falta la virtud de la esperanza.
 
Una luz en la noche

Hoy es jueves, Señor, y vengo con el alma en sombras, sombras que se llegan a convertir en oscuridad si nos falta la virtud de la Esperanza....

Cuando eso sucede hay noches en las que parece que el tiempo se ha detenido y jamás veremos el amanecer... en ellas oímos el palpitar de nuestro corazón y cada latido nos duele....

Noches de negrura espiritual en las que todo parece agrandarse, nuestra pena, nuestra angustia y nuestro malestar. Nos pesa la vida y en el silencio de esa noches nos parece que no hay pena como nuestra pena.

Pero...si hay un poco de esperanza en nuestro corazón, estamos salvados.

Sabemos de casos que esa gran "desesperanza" ha llegado a tal límite, a tal profundidad que no se ha encontrado otra solución que el buscar la "puerta falsa". Es el escape, el terminar con algo que pesa demasiado y el sentirse sumergido en las tinieblas de una noche "sin mañana"... sin esperanza. ¡Eso fue lo que les faltó a esas vidas: LA ESPERANZA.

La Esperanza es un mañana mejor, la Esperanza es la luz que puede romper las negras sombras cuando parece que todo está perdido.

Sin Esperanza no se puede vivir.

Cuando hay Esperanza a pesar de la desilusión y del dolor, siempre habrá otro camino que no sea el de la desesperación y el total aniquilamiento del verdadero yo.

Es cierto que hay situaciones en la vida que son como la más oscura de las noches, noches en que las horas parecen no pasar... pero cuando hay fe, cuando sabemos que tenemos un Dios que sabe de nuestro sufrimiento, cuando nos sabemos amados por El, a pesar de que nuestro sentimiento de soledad sea inmenso, si nos dejamos arropar y abandonar en sus brazos y en los de nuestra Madre María Santísima, la Esperanza, de saber que Dios nos ama, llegará con su luz que sabe consolar.

Quien se siente amado no puede caer en la desesperación y Dios nos ama.

La ESPERANZA, es una virtud que tenemos que cultivar como la flor más delicada y valiosa. Tres son las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad, cuyo objeto directo es Dios Sin ellas es muy difícil caminar por la vida y no podemos olvidar que la Esperanza siempre será la luz en nuestras noches cuando las penas y las dificultades las hagan muy oscuras.



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  • Ma. Esther de Ariño

    miércoles, 8 de agosto de 2012

    SALMO 39: EL JUSTO ESPERA EN EL SEÑOR


    MENTALIDAD TRIUNFADORA


    Mentalidad triunfadora
    Autor: Carlos Cuauhtémoc Sánchez


    Las personas somos lo que creemos ser y nuestras “etiquetas” se forman con el recuerdo de nuestras “últimas experiencias”.

    Cuando el conductor de un automóvil sufre un accidente grave, su primera reacción es no volver a conducir. Quien se cae de la bicicleta no querrá volver a pedalear. Si persiste en la deserción, quedará marcado para siempre.

    Todos los “no puedo” tienen el mismo origen: un fracaso no superado, una caída tras la que no se realizó otro intento, un error que se fijó como la “última experiencia”.

    Nuestras expectativas en deporte, estudios, oratoria y hasta en relaciones humanas o amorosas, están determinadas por nuestras “últimas experiencias”.

    Toda información nueva, al penetrar en la mente, tiende a sustituir la información antigua relacionada con el mismo tema. El que sufrió un revés, no quiere intentarlo de nuevo. El que tuvo éxito está dispuesto a volver a tenerlo.

    La clave para ser hábil en una disciplina no es practicarla cuando sale bien, sino volver a intentarlo cuando sale mal.

    Hay un dicho deportivo que versa: “Si no duele, no hace bien”. Sólo pueden ganar competencias importantes los atletas, estudiantes, profesionistas, empresarios y jefes de familia que lo entienden. En la pugna, todos los contendientes comienzan a sufrir al alcanzar el borde de la fatiga. Es una frontera clara en la que muchos abandonan la carrera, convencidos de que han llegado a su límite. Pero quienes no desfallecen, quienes hacen un esfuerzo consciente por aceptar el dolor que otros evaden, de pronto rompen el velo y entran en un terreno nuevo que se llama “segundo aire”. En el segundo aire, la energía regresa en mayores cantidades, los pulmones respiran mejor, el sistema cardiovascular trabaja con más eficiencia y el cerebro agudiza sus sentidos. Sólo en el segundo aire se triunfa; sólo en este terreno se hacen los grandes inventos; sólo aquí se realizan las obras que trascienden y las empresas que dejan huella. Debemos llegar siempre a nuestro segundo aire. Debemos insistir y resistir. Sabemos que dando más de lo que debemos dar recibiremos más de lo que esperamos recibir. Sabemos que nuestros resultados son superiores porque están dados después de la fatiga, porque no fueron fáciles ni gratuitos, porque ocupamos este sitio tras haber hecho un esfuerzo extra en la vereda. Nuestro amor por lo bien hecho nos une, nuestra complicidad por haber llegado juntos a la línea de sufrimiento y haberla traspasado para permanecer juntos en el segundo aire, donde ya no se sufre, donde todo son resultados.

    Somos lo que creemos. Valemos lo que tenemos en la mente y en el alma. Alcanzamos lo que soñamos con toda intensidad

    Nadie triunfa por casualidad. Cada hombre exitoso posee una filosofía de vida que lo lleva a tomar decisiones correctas en los momentos precisos.

    Mañana sólo vas a cosechar aquello por lo que te partiste el alma hoy.

    Sólo los de mente arcaica piden limosna; son inútiles, aunque tengan veinte años de edad... Pero tú eres joven mentalmente. Tú puedes lograr tus sueños.

    Comienza a hacer lo que te corresponde, hoy mismo. Haz que tu mejor esfuerzo se convierta en tu mejor plegaria.

    Ora así: “Señor, lo que tengo que hacer, lo haré lo mejor que pueda, pondré mi mayor cuidado y entusiasmo. Obsérvame en la entrevista o en el examen. Te brindo mi mejor esfuerzo este día y dejo en tus manos el resultado”.

    Tienes inteligencia, voluntad, conciencia; todos los elementos para triunfar. Si no logras tus anhelos es que no pagaste el precio.

    ¡Actúa! ¡Deja de suspirar y hacerte el mártir! ¡Si no triunfas, es porque no quieres! No inventes excusas. Sal al campo de batalla. Hazte oír, hazte valer.

    Si no crees en ti, nadie lo hará; si no levantas la mano por temor a la crítica, podrías morirte y nadie te echaría de menos.

    ¡Lucha! ¡Incluso un poeta luchador es mejor que un poeta aislado! El hombre que se dice intelectual y se retira permanentemente, en realidad es un perezoso.

    Los seres ordinarios tienen pereza de pagar el precio. Quieren llegar a la cima sin prepararse ni moverse.

    Los mediocres ven al triunfador y lo minimizan, pero no se dan cuenta de que el triunfador ha dado la vida por sus anhelos.

    Las ideas te hacen libre o esclavo. De ideas positivas te sostienes para salir del fango, como si fueran ramas de un árbol que se inclinan hacia ti.

    La medicina para superar tropiezos es esforzarse, cambiar de actitud, lograr una nueva mentalidad y un incremento en tu autoestima.

    ¿Estás abatido? El árbol podrido en que te refugiabas fue tragado por el pantano; caíste al fango y has permanecido en él. Sacúdete el lodo, ten el coraje, la fuerza y la fe para mover tus alas anquilosadas hasta que logres elevar el vuelo rumbo al bosque fértil que te está esperando.
    No importa lo que se haya vivido, no importan los errores que se hayan cometido, no importan las oportunidades que se hayan dejado pasar, no importa la edad; siempre estamos a tiempo para decir “basta”, para oír el llamado que tenemos de buscar la perfección, para sacudirnos el cieno y volar muy alto y muy lejos del pantano.

    SE AMANTE DEL SILENCIO


    Sé amante del silencio
    Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD  


    La palabra que no va precedida de una preparación, de una reflexión en silencio, corre el riesgo de ser vana.

    El silencio no está de moda, dicen algunos. Nunca lo ha estado, afirman otros.

    La verdad es que vivimos en un mundo de ruidos; estamos tan acostumbrados a ellos que no sabemos vivir sin ruidos. El silencio nos aterra, nos espanta y lo consideramos propio de monjes y ermitaños. Sin embargo, aunque vivimos inmersos en una cultura del ruido, el silencio es importante. El ser humano contemporáneo, aún inconscientemente, está gritando con Verlaine: “Dadme silencio y el amor del misterio”.

    El silencio no es contrario a la palabra. Ésta tiene que reposar en aquél, porque “el resonar de la palabra auténtica puede brotar sólo desde el silencio” (Heidegger).

    ¿Qué es el silencio?

    “Existe la ausencia de ruido, escribe Le Chevalier, y existe el silencio. El silencio es la paz; la ausencia de ruido, a veces, es la nada angustiosa”.

    “El silencio, ha escrito Picard, pertenece a la estructura fundamental del hombre”. En él, afirma Guardini, se realiza el conocimiento auténtico”. Para Gandhi, “el silencio dilata el espacio de tiempo de nuestra vida”; para Psichari, es “un gran maestro de verdad”; para Lavelle, “es la forma más perfecta del pudor”; para san Pablo de la Cruz, “la llave de oro que conserva el tesoro de las virtudes”; para Bossuet, “el guardián del alma”. El silencio es algo más que callar la palabra, es el fruto de un convencimiento de concentración, meditación, reflexión y oración.

                El silencio puede asumir múltiples significados. Hay silencios positivos de aceptación, de promesa, creativos... Pero no todo en el silencio es positivo. Así como existe la palabra vana e hiriente, se da el silencio negativo y destructivo. Existe el silencio falso, como existe la palabra falsa. Existe el silencio de amenaza, de cólera, de odio, rencor... “Algunos, ha escrito Canetti, consiguen la cima de su maldad en el silencio”. Otros, con el silencio, callan la injusticia, el robo, la mentira...

                Para progresar en el silencio hay que dominar la lengua, los impulsos, los deseos... ya que el lenguaje que escucha es el del amor.

                El silencio prepara el camino para el encuentro con Dios, para escuchar a los otros y para escucharse uno mismo. Quien desee progresar en los caminos del Espíritu deberá hablar poco a las criaturas y mucho a Dios. Tendrá que guardar silencio al trabajar, al andar; silencio de los ojos, de los oídos, de la voz; silencio de la imaginación, de la memoria... Es necesario guardar el silencio de la mente, callar los pensamientos inútiles...

    “Por el silencio se reconoce a los que llevan a Dios en el corazón” (G. Tersteegen).

    EL ANGELUS...


    CUANDO TIENES QUE LANZAR EL ANCLA


    Cuando tienes que lanzar el ancla
    Autor: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net
    Cuando tu fe, esperanza y caridad son reales y prácticas, estás preparado para enfrentar la tempestad que sea...




    Cuando tienes que  lanzar el ancla

    La vida nos deparará muchas sorpresas, muchas de ellas llegarán de forma intempestiva e inesperada, es como una tormenta que llega de repente sin avisar; en ese instante, utilizamos todos los recursos a nuestro alcance y dependiendo de la agilidad y astucia con que nos movamos, saldremos airosos y vencedores de estos momentos de angustia.

    Todo sería tan fácil como seguir los consejos de este buen escritor inglés: lanza tu ancla y asegura tu barco, así la tempestad pasará sin dañarte.

    Un escritor inglés, del siglo pasado, cuenta en una de sus obras que en la playa cerca de su casa, una cosa muy interesante podía ser vista con frecuencia:


    Un navío lanzando su ancla en el mar enfurecido.
    Difícilmente existe una cosa más interesante o sugestiva que esa. El navío danza sobre las olas, parece estar bajo el poder y a la merced de ellas.

    El viento y el agua se combinan para hacer del navío su juguete. Parece que va a haber destrucción; pues si el casco del navío fuera lanzado sobre lasrocas, sería despedazado.

    Pero observamos que el navío mantiene su posición. Aunque a primera vista parece un juguetito desamparado a merced de los elementos, el navío no es vencido.

    ¿Cuál es el secreto de la seguridad de este navío?, ¿cómo puede resistir las fuerzas de la naturaleza con tanta tranquilidad?

    ¡Existe seguridad para el navío en medio de la tempestad, porque él está anclado! La cuerda a la cual él está amarrado no depende de las aguas, ni de cualquier otra cosa que fluctúe dentro de ellas, ella las atraviesa y está fijada al fondo sólido del mar.

    No importa cuán fuerte el viento sople o cuán altas sean las olas del mar... su seguridad depende del ancla que está inmóvil en el fondo del océano.

    Muchas veces nos sentimos en medio de una tormenta, siendo tirados por las olas de la vida para arriba y para abajo y azotados por el viento de la adversidad.

    Nos parece, algunas veces, que no conseguiremos sobrevivir a determinados períodos de nuestras vidas.

    Sin una vida espiritual, sin una fe sólida, sin una esperanza gozosa y un amor desinteresado, nuestra vida es como un navío sacudido por el mar enfurecido por las circunstancias incontrolables de la vida; mas, confiando en Dios, experimentamos su presencia y amor como el ancla de nuestra vida, nos sentimos fortalecidos y esperanzados.

    Esa esperanza mantiene segura y firme nuestra vida, así como el ancla mantiene seguro el barco.

    Cuando tu fe, esperanza y caridad son reales y prácticas, estás preparado para enfrentar la tempestad que sea... Pide al Señor que te las dé, fortalécelas mediante actos concretos, pero sobre todo, lanza tu ancla y clávala en DIOS...

    PENSAMIENTO DEL DÍA

    Siempre estarás gozoso y contento, si en todos los momentos diriges a Dios tu vida, y si la esperanza del premio suaviza y alivia las penalidades de este mundo. 

    San Basilio

    martes, 7 de agosto de 2012

    3 PASOS PARA ORAR CON LA SENCILLEZ DE UN NIÑO

    Autor: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C. | Fuente: www.la-oracion.com
    Tres pasos para orar con la sencillez de un niño
    Enséñame cómo buscarte...porque yo no sé buscarte a no ser que tú me enseñes, ni hallarte si tú mismo no te presentas a mí.
     
    Tres pasos para orar con la sencillez de un  niño


    Señor Dios, enséñame dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte... Tú eres mi Dios, tú eres mi Señor, y yo nunca te he visto. Tú me has modelado y me has remodelado, y me has dado todas las cosas buenas que poseo, y aún no te conozco… Enséñame cómo buscarte... porque yo no sé buscarte a no ser que tú me enseñes, ni hallarte si tú mismo no te presentas a mí. Que te busque en mi deseo, que te desee en mi búsqueda. Que te busque amándote y que te ame cuando te encuentre (San Anselmo de Canterbury)

    ***

    En días pasados estuve en un campamento de verano con 64 niños de diez y once años. ¡Toda una experiencia! Intenté, junto con otros varios sacerdotes y monitores laicos, que disfrutasen y, en mi caso algo importante, que se acercasen más a Dios. Personalmente, creo que ambas cosas se dieron...

    Uno de esos días, un niño llamado Miguel se me acercó y me dijo que tenía que decirme algo muy importante y que no podía ser más tarde. Estaba nervioso y, por un momento, me imaginé lo peor: un niño se cayó, alguien se hizo daño, etc. Pero la noticia que Miguel me iba a contar era mucho más seria; algo que, según sus propias palabras, «me ha dejado alucinado, padre».

    ¿Qué pasó? Le doy la palabra a Miguel:

    «Esta mañana, padre, después de ducharme, me fui a la capillita que tenemos en el campamento. Ahí coincidí con Álvaro, que está aquí conmigo. No nos pusimos de acuerdo para nada, ¿eh? Lo que fui a pedirle a Jesús, padre, es que hoy me llamaran mis papás por teléfono, pues los echaba de menos. Álvaro ha hecho lo mismo. Pues, ¿sabe qué, padre? ¡Han llamado! Mis padres y sus padres. Jesús escucha realmente y responde. ¡Estoy que no me lo creo!».

    No sé a ustedes, pero a mí la experiencia de Miguel y Álvaro me ha emocionado. Por dos motivos: porque una vez más he aprendido de la candidez que siempre emana de los niños, esa sencillez que nos hace ver el mundo bajo otra perspectiva. No por nada Cristo mismo nos invitaba a hacernos como niños para entrar en el reino de los cielos.

    Y segundo, porque he podido tocar de una manera muy sensible la cercanía de un Dios que nos ama profundamente, que quiere comunicarse con nosotros, que espera que le hablemos y confiemos en Él.

    Y ¿qué hacer para llegar a esta sencillez? El camino nos lo traza San Anselmo en la bellísima oración que les he puesto al inicio de este artículo:

    1. Reconocerse débil y necesitado: « enséñame dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte... Tú eres mi Dios, tú eres mi Señor, y yo nunca te he visto».

    2. Agradecer los beneficios recibidos por Dios: «Tú me has modelado y me has remodelado, y me has dado todas las cosas buenas que poseo, y aún no te conozco...».

    3. Buscar y no cansarse en la oración, aunque cueste: «Enséñame cómo buscarte... porque yo no sé buscarte a no ser que tú me enseñes, ni hallarte si tú mismo no te presentas a mí» o aquella otra, más bella aún: «Que te busque en mi deseo, que te desee en mi búsqueda. Que te busque amándote y que te ame cuando te encuentre».

    Sí, el resultado último es el enamoramiento. Porque el amor es esa fuerza que nos hace capaces de cosas grandes. Y grande es la oración. Además, cuando alguien ama, vuelve a repetir los mismos pasos: se sabe débil ante los peligros que pueden apartarle de su amor; agradece siempre lo que la persona amada le da; y busca seguir amándola con locura. Es un círculo virtuoso que nos eleva cada vez que lo empezamos.

    Y voy más allá. Estos pasos reflejan, de manera muy nítida, la actitud de cualquier niño. Se sabe débil y por eso acude a los "brazos todopoderosos" de su madre. Agradece lo que recibe con los detalles típicos de un niño: un beso, una flor cortada en un campo, etc. Y, por último, está siempre buscando a sus padres, no puede estar solo, pues intuye que sería su perdición.

    Pregunta: ¿qué tan niños somos en nuestra oración? Si aún te falta algo por llegar, aquí están tres pasos sencillos; pasos que han sido vividos ya por otros, como San Anselmo... y como mis queridos maestros de 10 años llamados Miguel y Álvaro.

    JESÚS... EL PAN DE VIDA


    Jesús... El Pan de Vida

    Jesús eres el Pan de Vida,
    Pan del Cielo, Pan de los hombres.

    Sé nuestro alimento en tu Palabra,
    Nútrenos con la Eucaristía.

    Ilumina el camino de nuestras vidas,
    Fortalécenos en nuestro caminar.

    Jesús Pan de Vida, estamos cansados del pan que no alimenta,
    De las palabras vanas que nos desalientan.

    En tu Corazón podemos encontrar el remanso de tu Amor,
    En tu costado abierto, podemos escuchar el susurro de Dios-Amor.

    Queremos escucharte… Queremos que nos llenes de tu presencia,
    Danos de tu misericordia, háblanos al corazón. Amén.

    lunes, 6 de agosto de 2012

    GRACIAS POR TU VISITA


    RECONCILIACIÓN....


    Reconciliación


            No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes cayeron en un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continua. Esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente. Comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo hasta llegar a ser una diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio.

            Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero. "Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el extraño, "quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser de ayuda en eso". "Sí", dijo el mayor de los hermanos, "Tengo un trabajo para usted. Mire al otro lado del arroyo aquella granja, ahí vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor. La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros y él tomó su bulldozer y desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros.
            Bueno, él pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor. ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero? Quiero que  construya una cerca, una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más."El carpintero le dijo: "Comprendo la situación.
            Muéstreme donde están los clavos y la pala para hacer los hoyos de los
            postes y le entregaré un trabajo que lo dejará satisfecho."

            El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo. El carpintero trabajó duro todo el día midiendo, cortando, clavando.
            Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero justo había terminado su trabajo.  El granjero quedó con los ojos completamente abiertos, su quijada cayó. ¡No había ninguna cerca de dos metros! En su lugar había un puente  -¡un puente que unía las dos granjas a través del arroyo!- Era una  fina pieza de arte, con todo y pasamanos.  En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja  y abrazando a su hermano le dijo: "¡Eres un gran tipo, mira que construir este hermoso puente después de lo que he hecho y dicho!".

            Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus  herramientas. "¡No, espera!", le dijo el hermano mayor. "Quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti”, le dijo el hermano mayor al carpintero. "Me gustaría quedarme", dijo el carpintero, "pero tengo muchos puentes por construir".

    LA BLANCA TRANSFIGURACIÓN


    LA BLANCA TRANSFIGURACIÓN

    Aunque en Cuaresma se utiliza el color morado en las vestiduras litúrgicas, sin embargo, apoyados en el relato evangélico que se lee hoy, se puede decir que es un domingo de color blanco. Lo blanco evoca la inocencia, la alegría, la admiración. Es color de vida y de luz, opuesto al negro, color de tinieblas y de luto. Es significativo que el color blanco, con referencia a Cristo, no aparece durante su vida terrena, excepto en el momento privilegiado de la transfiguración; "sus vestidos se volvieron blancos como la luz", cuando en la cumbre del Tabor desveló su gloria. En esta teofanía, similar a la del Sinaí, Cristo brilló con luminosidad nueva. Los que serían testigos de la agonía en la noche negra de Getsemaní son los que ahora ven su gloria resplandeciente y blanca.

    Al monte Tabor se le compara normalmente con el Sinaí, donde la irradiación fulgurante de Yahvé coronaba la montaña y volvió radiante el rostro de Moisés. Pero el monte de la Transfiguración hace referencia también al Calvario. Son dos cimas de glorificación, a las que hay que ascender. Quien quiera contemplar, como Pedro, Santiago y Juan, la gloria de Dios, tiene que subir como Cristo al Calvario de la fidelidad y de la entrega. La cruz es la gloria del cristiano.

    Para que el hombre pueda transfigurarse y resplandecer tiene que escuchar al Hijo predilecto de Dios. Toda la Cuaresma es una escucha intensa de la Palabra que salva; imitando a San Pedro, el cristiano debería exclamar: ¡qué hermoso es vivir este tiempo de gracia y renovación, para bajar al valle de lo cotidiano pertrechados de una gracia y fuerza nueva! Así un día podrá subir al definitivo Tabor de los cielos después de haber caminado por la vida manifestando en todo la gloria de Dios.

    Andrés Pardo

    TABOR


    TABOR

    El monte Tabor. La transfiguración.
    La nube envolvente de la dicha.
    La palabra de Dios afirmativa:
    Sí, hijo mío.
    La muerte y la pasión ya no importan.
    Si hay Tabor ¿qué importa todo?
    Un segundo de Tabor es suficiente
    para llenar la vida,
    para explicar la vida,
    para explicar la muerte.
    Una ráfaga de su blanca luz
    ilumina todas las noches,
    aun las más tristes.
    Un poco de Tabor es lo que pido,
    sólo un pequeño chispazo
    sobre la tristeza
    y el cansancio de mi corazón,
    un poco más de Tabor
    sobre la noche del mundo.

    LA TRANSFIGURACIÓN CAMBIA LA VIDA

    Autor: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net
    La Transfiguración cambia la vida
    Los padecimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria que un día se nos revelará.
     
    La Transfiguración cambia la vida
    El hecho de la Transfiguración de Jesús en el monte Tabor tiene en los Evangelios una importancia muy grande. Como la tiene después para la vida de la Iglesia, que le consagra hoy una fiesta especial, la cual reafirma nuestra esperanza en el Señor Resucitado, pues sabemos que, cuando se nos manifieste, transformará nuestros cuerpos mortales, eliminando de ellos todas las miserias, y configurándolos con su cuerpo glorioso e inmortal...

    Lo que pasó en el Tabor lo sabemos muy de memoria.
    Jesús, al atardecer de aquel día, deja a los apóstoles en la explanada galilea y, tomando a los tres más íntimos --Pedro, Santiago y Juan--, se sube a la cima de la hermosa montaña.
    Pasa el Señor la noche en oración altísima, dialogando efusivamente con Dios su Padre, mientras que los tres discípulos se la pasan felices rendidos al profundo sueño...

    Al amanecer y espabilar sus ojos los discípulos, quedan pasmados ante el Maestro, que aparece mucho más resplandeciente que el sol...

    Se le han presentado Moisés y Elías, que le hablan de su próxima pasión y muerte...

    Se oyen los disparates simpáticos de Pedro, que quiere construir tres tiendas de campaña y quedarse allí para siempre...

    El Padre deja oír su voz, que resuena por la montaña y se esparce por todos los cielos: -¡Éste es mi Hijo queridísimo!...

    Y la palabra tranquilizante de Jesús, cuando ha desaparecido todo: -¡Animo! ¡No tengáis miedo! Y no digáis nada de esto hasta que yo haya resucitado de entre los muertos...

    Pedro recordará muchos años después en su segunda carta a las Iglesias:
    - Si os hemos dado a conocer la venida poderosa de nuestro Señor Jesucristo, no ha sido siguiendo cuentos fantasiosos, sino porque fuimos testigos de vista de su majestad. Cuando recibió de Dios Padre honor y gloria, y de aquella magnifica gloria salió la poderosa voz: ¡Éste es mi Hijo amadísimo en quien tengo todas mis delicias! Y fuimos nosotros quienes oímos esta voz cuando estábamos con él en la montaña santa.

    Este hecho del Tabor tuvo muchas repercusiones en la vida de Jesús y de los apóstoles.

    Sí, en la de Jesús ante todo. Porque Jesús no era insensible al dolor que se le echaba encima con la pasión y la cruz. La vista de la gloria que le reservaba el Padre por su obediencia filial fue para Jesús un estímulo muy grande al tener que enfrentarse con la tragedia del Calvario.

    Para los apóstoles, ya lo sabemos también. Acabamos de escuchar a Pedro. Y sabemos cómo la visión del Resucitado ante las puertas de Damasco fue para Pablo una experiencia extraordinaria, que supo transmitir después en sus cartas a las Iglesias: -¡Nuestro cuerpo, ahora sujeto a tantas miserias, será transformado conforme al cuerpo glorioso del Señor!...

    Así lo es también para nosotros. Porque la vida no se nos ofrece siempre risueña, sino que muchas veces nos presenta unas uñas bien aceradas.

    En esos momentos de angustia, recordamos con la visión del Tabor la palabra del apóstol San Pablo:
    - Comprendo que los padecimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria que un día se nos revelará.

    Cuando todo nos va bien en la vida, solemos decir con Pedro --del que dice el Evangelio que no sabía lo que se decía--: ¡Qué bien se está aquí!...

    Pero es cuestión de dejar el Tabor para después. Ahora hay que subir a Jerusalén con Jesús. Es decir, hay que cargar con la cruz de cada día, porque en el Calvario nos hemos de encontrar con el Señor, para encontrarnos seguidamente con Él en el sepulcro vacío...

    La Transfiguración fue un paréntesis muy breve, aunque muy intenso, en la vida de Jesús. Detrás quedaban casi tres años de apostolado muy activo, en los que había predicado y hecho muchos milagros. Ahora había que enfrentarse con Getsemaní, la prisión, los tribunales, los azotes y el Gólgota. Pero la experiencia del Tabor le anima a seguir adelante sin decaer un momento.

    Para nosotros, es cuestión de mirar a nuestro Jefe y Capitán, Cristo Jesús.

    Hay que tener fe en Dios, cuando nos brinda la misma gloria que a Jesucristo.

    Porque si Dios nos ofrece el mismo cáliz que a su Hijo, es decir, la misma suerte en sus sufrimientos, es porque nos tiene destinados también a la misma gloria y felicidad que las de Jesucristo.

    Jesús se manifiesta en el Tabor, más que en ninguna otra ocasión, como el esplendor de la gloria del Padre. Nadie ha visto la gloria interna de Dios. Pero mirando a Jesús envuelto en una luz que opaca y anula del todo la luz del sol, nosotros llegamos a barruntar lo que es ese Dios que un día veremos cara a cara y que nos envolverá con sus esplendores. Esplendores que son ya ahora una realidad que llevamos dentro, aunque no los vemos. La Gracia del Bautismo nos ha transformado en esa luz que nos hace gratos, ¡y tan gratos!, a los ojos divinos...

    ¡Señor Jesucristo! ¡Qué grande, qué amoroso, y qué humilde, te muestras en el Tabor! ¿Cuándo, pero cuándo nos será dado gozar de aquel espectáculo que enloqueció a los discípulos?...

    Ya vemos que nos preparas cosa buena de verdad. El caso es que sepamos merecerla....

  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Pedro García Cmf

    domingo, 5 de agosto de 2012

    NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES - 5 DE AGOSTO

    Autor: . | Fuente: Corazones.org
    Nuestra Señora de las Nieves
    Advocación Mariana, 5 de agosto
     
    Nuestra Señora de las Nieves

    Nuestra Señora, Protectora de Roma o Auxilio del Pueblo Romano

    En el siglo IV d.C. vivía en Roma una piadosa pareja. Él se llamaba Juan Patricio mientras que el nombre de su esposa se desconoce. Habían sido bendecidos con abundancia de bienes y también de fe. Sin embargo, su gran dolor era no tener hijos con los que pudieran compartir sus dones. Durante años habían rezado por un hijo y heredero. En esta situación pasaron muchos años sin ningún resultado. Por fin decidieron nombrar como heredera a la Santísima Virgen y le rezaron con devoción para que los guiara en la asignación de la herencia.

    Nuestra Señora les agradeció sobremanera y la noche del 4 de agosto, se le apareció a Juan Patricio y a su esposa, diciéndoles que deseaba que construyeran una basílica en el Monte Esquilino (una de las siete colinas de Roma), en el punto preciso que ella señalaría con una nevada. También se le apareció al Papa Liberio con el mismo mensaje. En la mañana siguiente, el 5 de agosto, mientras brillaba el sol en pleno verano, la ciudad quedó sorprendida al ver un terreno nevado en el Monte Esquilino. La pareja, feliz, se apresuró al lugar y el Papa Liberio marchó hacia el mismo en solemne procesión. La nieve cubrió exactamente el espacio que debía ser utilizado para la basílica y desapareció una vez señalado el lugar. Pronto se construyó la Basílica de Santa María la Mayor.

    Grandes devotos de la Santísima Virgen

    El Papa Liberio buscaba una imagen de la Santísima Virgen que fuera digna de esta espléndida Basílica de Sta. María la Mayor. El mismo donó la famosísima Madonna, Nuestra Señora y el Niño, la cual, según una tradición había sido pintada por San Lucas sobre una gruesa tabla de cedro de casi cinco pies de alta y tres y un cuarto de ancha, y llevada a Roma por Santa Helena. Esta obra es venerada en el oratorio pontificio.

    A lo largo de los años, el pueblo de Roma ha sido muy devoto de la Madonna. Cada vez que Roma se encontraba en peligro de calamidades o de pestilencia, corría en bandadas al santuario de Nuestra Señora para pedirle auxilio. La imagen era llevada en procesión solemne, con gran devoción. La Virgen Santísima les demostró ser una poderosa protectora con grandes milagros.

    Durante el pontificado de San Gregorio el Grande, una peste terrible arrasó con la ciudad de Roma. El Pontífice ordenó que se hiciera una procesión penitencial desde Santa María la Magiore, en la cual el mismo llevaba una estatua de la Virgen. Durante la procesión 80 personas murieron, pero el pontífice continuaba sus oraciones. Cuando llegaron al puente que cruza el río Tiber, oyeron cantos de ángeles en el cielo. De pronto sobre el castillo (que hoy se llama "de San Angelo"), se apareció el arcángel San Miguel. En su mano derecha llevaba una espada que metió en su vaina. En ese mismo momento ceso la peste.

    En la actualidad, esta advocación se le llama Nuestra Señora, Protectora de Roma o Auxilio del Pueblo Romano. El Señor también ha obrado milagros --por medio de la Stma. Virgen-- a través de numerosas réplicas, particularmente sobre una que pertenecía a los Padres Jesuitas.

    Los Papas siempre han sentido una tierna devoción por esta imagen de la Virgen María. Algunos han pasado incluso noches enteras en oración ante él. Benedicto XIV hizo el compromiso de hacerse presente para el canto de las letanías de Sta. María la Mayor todos los sábados. El Papa Pablo V, la noche en que iba a morir, manifestó el deseo de que lo llevaran a la capilla de Nuestra Señora para así poder morir a sus pies.

    Instauración de la fiesta de María, Reina

    El 1º de noviembre, de 1954, al final del Año Mariano, el Santo Padre Pío XII colocó una corona enjoyada sobre la pintura de Nuestra Señora, Protectora de Roma. En ese momento, se levantó un fuerte llanto de entre la gran multitud congregada en Sta. María la Mayor: "¡Viva la Reina!". El Papa nombró a la Virgen Reina de cielos y tierra y decretó que se celebrara una fiesta especial para honrarla bajo ese título.

    No era éste un nuevo privilegio para la Madre de Dios. Ella siempre ha sido considerada nuestra Reina, como lo testifica el arte Mariano desde los primeros siglos y las oraciones, especialmente la Letanía de Loreto. Sin embargo, no había hasta entonces fiesta en particular que lo conmemorara. En la actualidad esta fiesta se celebra el 22 de agosto.

    La fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, 5 de agosto, se celebraba, en principio, solamente en la basílica, se extendió en el siglo XIV a toda Roma y, finalmente, San Pío V la declaró fiesta de la Iglesia universal en el siglo XVII.

    sábado, 4 de agosto de 2012

    MANOS QUE ORAN


    Manos que oran

            Durante el siglo XV, en una pequeña aldea cercana a Nuremberg, vivía una familia con 18 niños. Para poder poner pan en la mesa para tal prole, el padre, y jefe de la familia, trabajaba casi 18 horas diarias en las minas de oro, y en cualquier otra cosa que se presentara. A pesar de las condiciones tan pobres en que vivían, dos de los hijos de Albrecht Durer tenían un sueño. Ambos querían desarrollar su talento para el arte, pero bien sabían que su padre jamás podría enviar a ninguno de ellos a estudiar a la Academia.

            Después de muchas noches de conversaciones calladas entre los dos, llegaron a un acuerdo. Lanzarían al aire una moneda. El perdedor trabajaría en las minas para pagar los estudios al que ganara. Al terminar sus estudios, el ganador pagaría entonces los estudios al que quedara en casa, con las ventas de sus obras, o como fuera necesario. Lanzaron al aire la moneda un domingo al salir de la Iglesia. Albretch Durer gano y se fue a estudiar a Nuremberg.

            Albert comenzó entonces el peligroso trabajo en las minas, donde permaneció por los próximos cuatro años para sufragar los estudios de su hermano, que desde el primer momento fue toda una sensación en la Academia.

            Los grabados de Albretch, sus tallados y sus óleos llegaron a ser mucho mejores que los de muchos de sus profesores, y para el momento de su graduación, ya había comenzado a ganar considerables sumas con las ventas de su arte.

            Cuando el joven artista regresó a su aldea, la familia Durer se reunió para una cena festiva en su honor. Al finalizar la memorable velada, Albretch se puso de pie en su lugar de honor en la mesa, y propuso un brindis por su hermano querido, que tanto se había sacrificado para hacer sus estudios una realidad.

            Sus palabras finales fueron: "Y ahora, Albert hermano mío, es tu turno.  Ahora puedes ir tú a Nuremberg a perseguir tus sueños, que yo me haré cargo de ti".

            Todos los ojos se volvieron llenos de expectativa hacia el rincón de la mesa que ocupaba Albert, quien tenía el rostro empapado en lágrimas, y movía de lado a lado la cabeza mientras murmuraba una y otra vez: "No... no...no...".

            Finalmente, Albert se puso de pie y secó sus lágrimas. Miró por un momento a cada uno de aquellos seres queridos y se dirigió luego a su hermano, y poniendo su mano en la mejilla de aquel le dijo suavemente: "No, hermano, no puedo ir a Nuremberg. Es muy tarde para mí. Mira lo que cuatro años de trabajo en las minas han hecho a mis manos. Cada hueso de mis manos se ha roto al menos una vez, y últimamente la artritis en mi mano derecha ha avanzado tanto que hasta me costó trabajo levantar la copa durante tu brindis... mucho menos podría trabajar con delicadas líneas el compás o el pergamino y no podría manejar la pluma ni el pincel. No, hermano... para mí ya es tarde".

            Mas de 450 años han pasado desde ese día. Hoy en día los grabados, óleos, acuarelas, tallas y demás obras de Albretch Durer pueden ser vistos en museos alrededor de todo el mundo. Pero seguramente usted, como la mayoría de las personas, sólo recuerde uno. Lo que es más, seguramente hasta tenga uno en su oficina o en su casa.

            Un día, para rendir homenaje al sacrificio de su hermano Albert, Albretch Durer dibujó las manos maltratadas de su hermano, con las palmas unidas y los dedos apuntando al cielo. Llamó a esta poderosa obra simplemente "Manos", pero el mundo entero abrió de inmediato su corazón a su obra de arte y se le cambió el nombre a la obra por el de "Manos que oran".

            La próxima vez que vea una copia de esa creación, mírela bien. Permita que sirva de recordatorio, si es que lo necesita, de que nadie, nunca, ¡triunfa solo!

    MANIFESTACIONES DE AFECTO


    Manifestaciones de afecto
    Autor: C. Torres Pastorino




    No interrumpas las manifestaciones de afecto
    de alguien que te quiere,
    por el hecho de que otros las vean inconvenientes.

    Haz caso a tu conciencia
    y no atiendas las voces de envidiosos y rivales.
    La ternura es aceite que suaviza
    todos los momentos de la vida,
    y vivir es de por si duro...
    La vida sin amor es un infierno,
    un desierto sin oasis.

    Permanece en el amor
    y entrégalo a todos los que amas.

    IMAGENES DE SAN JUAN MARIA VIANNEY










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