viernes, 8 de junio de 2012

LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ

LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ

En las lejanas tierras del norte, hace mucho tiempo, vivió un zar que enfermó gravemente. Reunió a los mejores médicos de todo el imperio, que le aplicaron todos los remedios que conocían y otros nuevos que inventaron sobre la marcha, pero lejos de mejorar, el estado del zar parecía cada vez peor.

Le hicieron tomar baños calientes y fríos, ingirió jarabes de eucalipto, menta y plantas exóticas traídas en caravanas de lejanos países. Le aplicaron ungüentos y bálsamos con los ingredientes más insólitos, pero la salud del zar no mejoraba. Tan desesperado estaba el hombre que prometió la mitad de lo que poseía a quien fuera capaz de curarle.

El anuncio se propagó rápidamente, pues las pertenencias del gobernante eran cuantiosas, y llegaron médicos, magos y curanderos de todas partes del globo para intentar devolver la salud al zar. Sin embargo fue un trovador quien pronunció:

—Yo sé el remedio: la única medicina para vuestros males, Señor. Sólo hay que buscar a un hombre feliz: vestir su camisa es la cura a vuestra enfermedad.

Partieron emisarios del zar hacia todos los confines de la Tierra, pero encontrar a un hombre feliz no era tarea fácil: aquel que tenía salud echaba en falta el dinero, quien lo poseía, carecía de amor. Y quien lo tenía se quejaba de los hijos.

Pero una tarde, los soldados del zar pasaron junto a una pequeña choza en la que un hombre descansaba sentado junto a la lumbre de la chimenea:

—¡Qué bella es la vida!, Con el trabajo realizado, una salud de hierro y afectuosos amigos y familiares, ¿qué más podría pedir?

Al enterarse en palacio de que por fin habían encontrado un hombre feliz, se extendió la alegría. El hijo mayor del zar ordenó inmediatamente:

—Traed prestamente la camisa de ese hombre. ¡Ofrecedle a cambio lo que pida!

En medio de una gran algarabía, comenzaron los preparativos para celebrar la inminente recuperación del gobernante.

Grande era la impaciencia de la gente por ver volver a los emisarios con la camisa que curaría a su gobernante, pero cuando por fin llegaron, traían las manos vacías:

—¿Dónde está la camisa del hombre feliz? ¡Es necesario que la vista mi padre!

—Señor —contestaron apenados los mensajeros—, el hombre feliz no tiene camisa.

VEREMOS A DIOS...

Autor: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net
Veremos a Dios
Pero, al asegurar esto, ¿sabemos lo que decimos? ¿sabemos lo que significa ver a Dios?...
 
Veremos a Dios

¿Qué es lo que esperamos en la otra vida? Nosotros no tenemos la menor duda: ¡Veremos a Dios! Pero, al asegurar esto, ¿sabemos lo que nos decimos? ¿sabemos lo que significa ver a Dios?...

Llama mucho la atención en la Biblia el miedo que los judíos tenían de ver a Dios. Al sentir su presencia, se cubrían el rostro, porque podían morir con la vista del Señor. Así lo hace Moisés ante la zarza ardiendo:

- Se cubrió el rostro, porque tenía miedo de mirar a Dios.

Y el mismo Dios le dijo:

- No podrás ver mi rostro, porque nadie puede verme y seguir viviendo...

Y recordemos a Jacob, a quien se aparece Dios, y exclama después:

- ¡He visto a Dios, y sin embargo no he muerto!...

Por eso venía a veces la nube, que manifestaba que Dios estaba allí, pero al mismo tiempo ocultaba su presencia, como ocurrió en la inauguración del Templo de Salomón.

Y este miedo lo tuvieron incluso los apóstoles, en el mismo Evangelio. En el Tabor, apenas oyen la voz de Dios, escondido en la nube que aparece sobre el monte, caen aterrados y apegan el rostro al suelo, hasta que se acerca Jesús y les anima:

- ¡No temáis!...

Así era la fe de Israel. Pero viene Jesús, y en su sermón programático de las bienaventuranzas proclama y promete:

- ¡Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios!

La gente que oía a Jesús decir esto por primera vez, debió quedarse loca de alegría. -¿Cómo es posible eso de que vamos a ver a Dios, si a Dios no lo ha visto ni lo puede ver nadie? ¿Cómo es que ahora Jesús, el Maestro de Nazaret, que hace estos prodigios y que enseña con esta autoridad, nos dice que vamos a ver al mismo Dios?...

Los humildes, los sencillos, los de conciencia recta, ven a Dios con una fe sin trabas ya en este mundo, y después contemplarán a Dios cara a cara, sin velos.

Como nos dice Pablo:
- Ahora vemos como en espejo, después cara a cara.

Y completa Juan:
- Aún no se ha manifestado lo que seremos, porque, cuando llegue, veremos a Dios tal como es él..

¿Medimos lo que esto significa?...

Sin darnos cuenta, estamos contando un imposible. ¿Cómo una criatura puede ver al Dios invisible, al que es santísimo, al que supera todas las fuerzas humanas y las de los mismos ángeles? Sin embargo, lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Y esto es lo que Dios nos promete: que lo veremos tal como es: lo contemplaremos sin velos, cara a cara, en una dicha y en un gozo inenarrables, metidos en Él de tal manera que miraremos a Dios con los ojos del mismo Dios...

Esta es la gracia de las gracias. Todas las gracias que Dios nos hace van dirigidas a esta final: a verle a Él en la Gloria. Y, cuando lo veamos y poseamos, ya no desearemos nada más, porque se habrán colmado para siempre todos los anhelos del corazón.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos resume todo con estas palabras famosas de San Agustín:

- Allí descansaremos y veremos; veremos y amaremos; amaremos y alabaremos. He aquí lo que acontecerá en el fin sin fin. ¿Y qué otro fin tenemos, sino llegar al Reino que no tendrá fin?...

Todo esto es un sueño, el feliz sueño de los creyentes. Un sueño bendito, no producido por una droga alucinante, sino por la Palabra de Dios, que nos lo promete con toda su seriedad divina:

- ¡Verán a Dios!... ¡Lo veremos cara a cara!... ¡Lo veremos tal como es Él!...

Esta llamada de Dios a su visión y a su gloria tiene su precio. No es una imposición, es una oferta. Es un regalo, pero condicionado. Dios nos crea y nos pone en este mundo con una dirección precisa. Nos coloca en el principio de la carretera, y nos dice:

- ¡Adelante, y hasta el fin! No te desvíes. No te salgas de la autopista. En un cruce que se atraviese, no te vayas ni a derecha ni a izquierda...

El gran Catecismo de la Iglesia Católica nos repite lo que aprendimos de niños en el pequeño catecismo de nuestra parroquia: Que Dios nos ha puesto en el mundo para conocerle, servirle y amarle, y así ir al cielo. Esta es la carretera, la autopista real que conduce a Dios.

Lo conocemos y lo aceptamos con la fe.
Le servimos con nuestra adoración, nuestro culto y nuestra entrega a los hermanos que nos necesitan. Así le amamos con todo el corazón.

El ver a Dios será regalo y será premio. Dios se nos ofrece, pero nos exige esfuerzo. Requiere perseverancia hasta el fin. Por eso nos repite la Carta a los Hebreos:

- La perseverancia os es necesaria para alcanzar la promesa, todo eso que Dios nos ha ofrecido por nuestra fidelidad a su Palabra.

- ¡Oh Dios, Tú eres mi Dios! ―repetimos con el salmo―, mi alma está sedienta de ti... ¡Y cuándo llegaré, para ver el rostro de mi Dios!... Lo veremos sin morir, sino viviendo siempre, siempre....



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Pedro García Cmf

    ORACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

    ORACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARIA

    Oh, Corazón Inmaculado de María,
    ardiente de bondad,
    muéstranos tu amor.
    Que la llama de tu Corazón, Oh María,
    descienda sobre todas las personas.

    Te amamos inmensamente.
    Imprime un amor verdadero en nuestro corazón.
    Que nuestro corazón por ti suspire.
    Oh, María, dulce y humilde de corazón,
    acuérdate de nosotros cuando pecamos.
    Tú sabes que nosotros, los hombres, somos pecadores.
    Mediante tu sacratísimo y maternal corazón,
    cúranos de toda enfermedad espiritual.

    Haz que seamos capaces de ver la belleza de tu corazón maternal,
    y así poder ser convertidos por la llama de tu corazón. Amén.

    ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


    ORACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

    Oh, Jesús, sabemos que eres manso (Mt 11,29),
    que has dado tu corazón por nosotros,
    que fuiste coronado de espinas por nuestros pecados.
    Sabemos que aún hoy ruegas por nosotros,
    para que no nos perdamos.
    Jesús, acuérdate de nosotros si caemos en el pecado.

    Con tu corazón santísimo
    haz que nos amemos entre todos nosotros.
    Haz que desaparezca el odio entre los hombres.
    Muéstranos tu amor.

    Todos nosotros te amamos
    y deseamos que nos protejas,
    con tu Corazón de Buen Pastor.

    ¡Entra, Jesús, en cada corazón!
    Golpea a la puerta de nuestros corazones,
    sé paciente y tenaz con nosotros.

    Estamos aún encerrados en nosotros mismos
    porque no hemos comprendido tu voluntad.
    Golpea sin cansarte, Oh Jesús,

    haz que nuestros corazones se abran a Ti,
    al menos acordándonos de la Pasión
    que sufriste por nosotros.

    Amén.

    Nardo del 8 de Junio ¡Oh Sagrado Corazón, que enviaste al Espíritu Santo!


    Nardo del 8 de Junio
    ¡Oh Sagrado Corazón, que enviaste al Espíritu Santo!

    Meditación: Jesús que nos enviaste tu Santo Espíritu, que nos permitiste por Tu inmenso Amor ser templos del mismo Dios, para así vivir en Ti y recibir a la Divinidad en nuestra pobre casa, llenándola de gracias. Que seamos vasijas de barro, purificadas por el Fuego ardiente de Dios, para que Sus dones se derramen en nuestras almas. ¡Oh que sublime posesión sería ésta, ser poseídos por el Espíritu Divino que nos guía y renueva como verdadera Iglesia!.

    Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
    ¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

    Florecilla:Pidamos la efusión del Espíritu Santo sobre cada uno de nosotros y sobre toda la Iglesia.
    "Ven, Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, Tu Amadísima Esposa, ven¨" (se repite tres veces).

    Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

    jueves, 7 de junio de 2012

    PENSAMIENTO EUCARISTICO


    La Eucaristía, que es el sacramento por excelencia del misterio pascual, está en el centro de la vida eclesial.  

    Juan Pablo II, Encíclica  Ecclesia de Eucharistia

    SEMILLAS SOMOS...



            Semillas somos
            Autor: Jorge Bucay

    En el silencio de mi reflexión percibo todo mi mundo internocomo si fuera una semilla, de alguna manera pequeña e insignificante pero también pletórica de potencialidades.
     
    ...Y veo en sus entrañas el germen de un árbol magnífico, el árbol de mi propia vida en proceso de desarrollo. En su pequeñez, cada semilla contiene el espíritu del árbol que será después. Cada semilla sabe cómo transformarse en árbol,
     
    Cayendo en tierra fértil, absorbiendo los jugos que la alimentan, expandiendo las ramas y el follaje, llenándose de flores y de frutos, para poder dar lo que tienen que dar.  Cada semilla sabe  cómo llegar a ser árbol. Y tantas son las semillas como son los sueños secretos.
     
    Dentro de nosotros, innumerables sueños esperan el tiempo de germinar, echar raíces y darse a luz, morir como semillas... para convertirse en árboles.  Árboles magníficos y orgullosos que a su vez nos digan, en su solidez, que oigamos nuestra voz interior,
            que escuchemos la sabiduría de nuestros sueños semilla.
     
    Ellos, los sueños, indican el camino con símbolos y señales de toda clase, en cada hecho, en cada momento, entre las cosas y entre las personas, en los dolores y en los placeres, en los triunfos y en los fracasos.
     
    Lo soñado nos enseña, dormidos o despiertos, a vernos, a escucharnos, a darnos cuenta. Nos muestra el rumbo en presentimientos huidizos o en relámpagos de lucidez enceguecedora.

    Y así crecemos, nos desarrollamos, evolucionamos...
    Y un día, mientras transitamos este eterno presente que llamamos vida, las semillas de nuestros sueños se transformarán en árboles, y desplegarán sus ramas que, como alas gigantescas, cruzarán el cielo, uniendo en un solo trazo nuestro pasado y nuestro futuro.
    Nada hay que temer, ...una sabiduría interior las acompaña...porque cada semilla sabe.... cómo llegar a ser árbol...

    CONOCEMOS A SAN PIO DE PIETRELCINA

    Autor: P. Jesús Martí Ballester | Fuente: Catholic.net
    San Pío de Pietrelcina
    Vida y obra de San Pío de Pietrelcina.
    San Pío de Pietrelcina
    San Pío de Pietrelcina
    Ignoro si han sido proyectados en la pantalla grande, pero hay en el mercado videos de dos vidas de Santos, uno del Beato Juan XXIII y otro de San Pío de Pietrelcina. La entrada de uno y de otro video, nos prepara para dos vidas santas, pero cada una bien diferente.

    El niño que es Juan XXIII, todo serenidad; en la vida del niño que es Pío de Pietrelcina, se anuncia la tragedia; un niño deliciosamente candoroso, espantado huyendo de un perro que le persigue furibundo, presagiando acontecimientos extraordinariamente dolorosos y, a la vez, dotado de unos carismas impresionantes.

    El Rottweiler, estará presente durante toda la película, denotando la presencia feroz del maligno en la vida entera de aquel hombre elegido, calumniado en su comunidad, en su Curia Capuchina y en la cúpula más alta de la Iglesia. Todo nos lleva a deducir que Dios es un Artista formidable que no repite los clichés en sus criaturas y que, a la vez que nos destina a nuestras misiones respectivas, va preparando nuestra psicología y nuestros ambientes de manera admirable y que, después de acontecidos, nos inducen a admirar la sabiduría con que obra sus maravillas

    LA PROPEDEÚTICA

    Dios fue preparando a Pío de Pietrelcina. Los acontecimientos vitales extraordinarios de tan gran alcance que él tuvo que protagonizar, siempre llegan acompañados de una propedéutica anterior, como ocurrió con los niños de Fátima con la visión primera del ángel, con Santa Teresa de Jesús con su oración de unión, de quietud y éxtasis iniciales en privado, hasta llegar a sus levitaciones y transverberación; con San Francisco de Asís, quien antes de la impresión de las Llagas vivió dramas y Noches oscuras preparatorias del enorme acontecimiento, el más parecido al reservado para San Pío de Pietrelcina, que les hace más semejantes a Cristo crucificado. En 1910, Pío de Pietrelcina tuvo un éxtasis en el que sintió un dolor agudísimo en las manos y en los pies. En 1912, después de la misa sintió que le herían el corazón con un dardo de fuego, tan vivo y ardiente, que, según escribió a su director espiritual, pensó que se moría. Estos trances eran seguidos de noches oscuras del espíritu, profundas y negras, dolorosísimas. Corresponden al estadio de las Sextas Moradas de Santa Teresa.

    El 30 de mayo de 1918, el Padre Pío recibe la herida de amor, que le hace exclamar: "¡Dios mío! ¡Bien mío!, ¿dónde estás? No te encuentro, no te conozco; pero no puedo dejar de buscarte, vida de mi alma, que se está muriendo! ¡Mi Dios y mi Todo! No puedo decirte otra cosa que ésta: ¿Por qué me has abandonado? Fuera de esto, yo ignoro todas las cosas. Hasta ignoro el vivir ya mi propia vida".

    UN PERSONAJE CELESTE

    El 5 de agosto de 1918, confesando a sus muchachos, de repente, se sintió dominado por el terror a la vista de un personaje celeste, que se le imprimió en la inteligencia. Tenía en su mano un instrumento como una larga lámina de hierro, con una punta muy afilada rematada en fuego. El personaje lanzó el arnés con gran violencia sobre el alma de Pío, que gritó con un desgarrado lamento, pues se sintió morir. Le dijo al niño que estaba confesando que se retirase porque se encontraba mal. Su relato reproduce al pie de la letra, la transverberación de Santa Teresa de Jesús, como la describe ella en el libro de la Vida: "Me veo sumergido en un mar de fuego; la herida, que sigue abierta, continúa [WINDOWS-1252?]siempre sangrando; ella sola me mataría”. Este martirio duró, sin interrupción, hasta la mañana del día 7. Le resulta imposible decir todo lo que sufrió en este tiempo. Sentía que le arrancaban las vísceras y que eran quemadas a fuego y hierro. Desde aquel día se sintió herido de muerte experimentando en lo profundo de su alma una herida que está siempre abierta y que le hace padecer continuos espasmos.

    PIES Y MANOS TRASPASADOS Y MANANDO SANGRE

    El 20 de septiembre de 1918, estando en el coro después de misa, entró en un sosiego como de un dulce sueño, envuelto en un silencio total; se apoderó de él una gran paz y abandono en un despojo total. Se vio ante un misterioso personaje de cuyos pies y manos manaba abundante sangre. Su vista le llenó de terror. Se sintió morir y parecía que el corazón se le salía del pecho. Desapareció el personaje y entonces se percató de que sus manos, pies y costado estaban traspasados y manaban sangre a borbotones. El dolor, los espasmos y la confusión que le acompañan, junto al derroche de sangre que mana de sus heridas, le hacen temer morir desangrado.

    El Padre Pío dice: "Oraba y el gozo y el contento crecían en mí. Un gran resplandor golpeó mis ojos y se me apareció Cristo llagado. No me dijo nada y desapareció. Cuando volví en mí, me encontré caído en tierra, llagado, sangrando las manos y los pies y el corazón y no tenía fuerzas para levantarme. Arrastrándome como pude logré llegar a mi celda, atravesando el largo corredor. Todos los padres estaban fuera del convento; me acosté y pedí ver de nuevo a Jesús. Cuando entré dentro de mí y me di cuenta, miré despacio mis llagas y prorrumpí en himnos de adoración y acción de gracias".

    LA ESTIGMATIZACIÓN COMO LA DE CRISTO

    Su estigmatización tiene el mismo origen y el mismo fin que la de Cristo. El Amor. La salvación del mundo. Que los hombres lleguen al Reino de Dios. El amor al Reino: Esta es una frase fácil de pronunciar, pero difícil de entender tal cual la vive el corazón de un santo. Hoy decimos que todo puede ser amor del Reino y que todo es trabajar por el Reino y movilizamos organismos complicados, material de todas clases en favor de una idea más o menos digna. Pero a estos movimientos casi siempre les sobra nerviosismo y confusión interior. Rara vez hay en el fondo la firmeza sencilla y jugosa de la vivencia del amor. Por eso abortan o se quedan a mitad de camino tantas iniciativas emprendidas por amor del Reino, que hacen mucho ruido pero pocas transformaciones. Todo se queda en efectos humanos, resultados averiados, por la razón de que el fondo de las almas sólo lo toca Dios.

    A IMAGEN DE SAN FRANCISCO DE ASÍS

    En agosto de 1224, Francisco se retiró con tres compañeros para ayunar cuarenta días. Durante el retiro los sufrimientos de Cristo se convirtieron en el tema de sus meditaciones. Mientras oraba tuvo la visión del serafín, y aparecieron en su cuerpo las señales visibles de las cinco llagas del Crucificado. Un día se le apareció un ángel y le dijo: "Vengo a confortarte y avisarte para que te prepares con humildad y paciencia a recibir lo que Dios quiere hacer de ti". "Estoy preparado para lo que él quiera", respondió. Por la mañana del 14 de septiembre, fiesta de la Santa Cruz, antes de amanecer, estaba orando de cara a Oriente, y pedía al Señor "experimentar el dolor que sentiste a la hora de tu Pasión y, en la medida de lo posible, aquel amor sin medida que ardía en tu pecho, cuando te ofreciste para sufrir tanto por nosotros, pecadores"; y también, "que la fuerza dulce y ardiente de tu amor arranque de mi mente todas las cosas, para yo muera por amor a ti, ya que tú te has dignado morir por amor a mi". De repente, vio bajar del cielo un Serafín con seis alas. Tenía figura de hombre crucificado.

    Francisco quedó absorto, sin entender nada, envuelto en la mirada bondadosa de aquel ser, que le hacía sentirse alegre y triste a la vez. Y mientras se preguntaba la razón de aquel misterio, se le fueron formando en las manos y pies los signos de los clavos, tal como los había visto en el crucificado. No eran llagas o estigmas, sino clavos, formados por la carne hinchada por ambos lados y ennegrecida. En el costado se abrió una llaga sangrante, que le manchaba la túnica y los calzones. Explicaba fray León que el fenómeno fue más palpable y real de lo que muchos creen, y que estuvo acompañado de otros signos extraordinarios corroborados por testigos, que creyeron ver el monte en llamas, iluminando el contorno como si ya hubiese salido el sol. Algunos pastores de la comarca se asustaron, y unos arrieros que dormían se levantaron y aparejaron sus mulas para proseguir su viaje, creyendo que era de día.

    El Hermano León nos ha dejado con la bendición autógrafa del santo, que se conserva en Asís, una narración simple y clara del milagro. Describe el costado derecho del santo como mostrando una herida abierta por una lanza, mientras que sus manos y pies estaban atravesados por clavos negros de carne, cuyas puntas estaban dobladas hacia atrás. Después de recibir los estigmas Francisco sufrió dolores cada vez mayores en todo su cuerpo frágil, ya de por sí debilitado por la continua mortificación. La diferencia de época, inicios del siglo XIII, creyente, religioso y sacralizado, le ahorrará a Francisco lo que el positivismo racionalista del siglo XX atormentó a Pío de Pietrelcina.

    EL AMOR AL REINO COMO FIN

    Cuando un Santo realiza una obra grande, siempre le mueve el amor al Reino. Unas veces por su elección y características de su personalidad, otras veces por pura y extraordinaria disposición divina. En uno y en otro caso el santo se sitúa allí donde sabe que pasan las almas de los hombres. Las almas y el ambiente van metidos en su carne y son los que desencadenan la acción. Cuando se trae en la carne propia un destino salvador de si mismo y de los que le rodean, la acción no puede estar pendiente de un suceso extraño que surja de improviso, pero el gran apostolado, la acción poderosa sobre las almas, sólo se ejerce desde el amor, amor que es olvido de sí, amor que es caridad de filigrana, amor que es valoración de los demás, amor que es gratitud, generosidad, donación y no búsqueda de medros ni sociales ni populares ni eclesiales, amor que no es trepa, que no es buscador de sus alabanzas y negación de las estimulaciones a los hermanos.

    Dicen que para que no sucumban a las tentaciones de vanidad y es mentira, porque si hay caridad de verdad hay que saber que son más numerosas las tentaciones de desaliento que necesitan estímulo y reconocimiento, que las de vanidad. Y se sumergen en el silencio. Silencio porque la palabra que alaba nos parece que si la damos a los demás, nos la restamos a nosotros. Llega el ostracismo. Lo que no se alaba no existe, y la indiferencia, si no la malquerencia y la rivalidad, intentan eso infantilmente, que el mérito no exista. Y el apostolado, en este caso, es sólo apariencia, no realidad. Y por ese camino se acaba en el desierto.

    SALVAR ALMAS

    Salvar almas por el amor y con el sacrificio es muy lento costoso, angustioso y doloroso. Hay que preparar el instrumento, pulirlo, purificarlo, sanarlo, santificarlo. Sólo el instrumento identificado con el Agente de la salvación por la gracia que es Dios, puede hacer las grandes obras de Dios. De no ser así, sólo se consiguen chapuzas. Hacer milagros para atraer a la gente, u organizar actos folklóricos para que nos sigan, sería tentar a Dios. Jesús, frente a esta seducción, que tanto atraía a sus contemporáneos e incluso a sus discípulos, acepta el plan del Padre: el mesianismo doliente, profetizado por Isaías, con los medios humildes y pobres propios del Reino de Dios. Es la tentación del exhibicionismo, tan frecuente en los que están empeñados en algún apostolado. Manifestarse. Dispuestos a gestos brillantes y espectaculares, a dejarse llevar en olor de popularidad; rehuirán todo lo que sea trabajo oscuro, anónimo, abnegado, silencioso. Dispuestos a llevar la bandera, pero remisos a cargar con la cruz.

    NO A LOS ÉXITOS FÁCILES

    El evangelio no es la promesa de éxitos fáciles. ¿Sal o azúcar? ¿Hay que eliminar la cruz para hacer un cristianismo más fácil? "Cuando la verdadera doctrina es impopular, no es lícito buscar una fácil popularidad" (Juan Pablo II. Cruzando el umbral de la esperanza). Es la tentación que sufrirá ya en la cruz: "Baja para que creamos en ti". "Todo esto te daré"... Si te ven sentado en un trono de oro, te seguirán los hombres mejor que si te ven en la cruz... Es la tentación de la idolatría; y la del mesianismo triunfalista, humano y terreno. Si en las otras tentaciones no ha conseguido Satanás que Cristo rebaje su mesianismo al simple materialismo de un reformador social, o al brillo de un milagrero, intenta ahora que se limite al puro poder humano. Que se contente con el mundo y se olvide de las almas: Da mihi coetera, animas tolle". Los reinos de la tierra están fundados en la fuerza y se mantienen con la mentira. ¿Cuántas veces se ha creído que el poder, el dinero, el dinero, eran caminos apostólicos?

    PAGAR EL PRECIO

    Pero no vamos a ser tan ingenuos de pensar que las multitudes que llenaban la plaza de San Pedro hasta el Tíber eran movidas por la veneración de las llagas del Padre Pío. Son los innumerables milagros suyos, los favores que las almas han recibido y reciben. Después de multiplicar los panes el pueblo de Israel quiso aclamar Rey a Jesús. Pero son menos lo que le siguen desinteresadamente y se detienen a pensar que tantos milagros y misericordia y frutos de su apostolado han sido comprados con sangre humana, lágrimas de un hombre, sufrimientos indecibles de una persona doliente durante su larga vida Me parece que son pocos los cristianos dispuestos a pagar el precio de la extensión del reino de Dios, aunque no sea tan alto como el que pagó San Pío de Pietrelcina y, más aún, el Maestro, el Crucificado del Calvario.

    Quizá se busca el Reino, pero también el éxito y el triunfo. ¿Somos capaces de posponer nuestro medro personal al éxito del Reino? Nos hemos creado un cristianismo fácil y acomodaticio, y esto ya viene de lejos. Cuando Lutero comienza en el siglo XVI la Reforma, lo primero que suprime es el sacrificio de la Misa. Cristo nos ha redimido y ha pagado por todos en la Cruz. La Redención ha sido hecha para siempre, pero eso ya ha pasado. A continuación abolirá el celibato sacerdotal, comenzando él a dar ejemplo sacando a Catalina Bora del Convento para casarse con ella. Sembrada la semilla las cosechas se multiplicarán, sobre todo las más halagadoras del hombre terreno. Pagar el precio del pecado cuando hay un eclipse de pecado resulta una acción innecesaria y escasamente rentable en los enteros de la vida actual.

    SUPLO EN MI CARNE

    Nunca debemos olvidar que San Pablo nos enseña cómo supera él con alegría sus [WINDOWS-1252?]tribulaciones: “Suplo en mi carne lo que le falta a la pasión de Cristo”. ¿Es [WINDOWS-1252?]que no fue completa? –Superabundante. – Pero en la cabeza, y ahora es a nosotros, los miembros de esa cabeza a quienes nos corresponde ayudarle a corredimir las almas del pecado con nuestros propios padecimientos por su amor y el de los hombres, que nos vendrán dados o que con generosidad habremos de proporcionarnos nosotros de acuerdo con nuestro diligencia amorosa.

    Los dolores del Padre Pío, no son sólo fisiológicos e incómodos. Sus llagas no estaban allí de adorno. Su sufrimiento misterioso, es una participación del de Cristo agonizante. Es un miembro eminente de la Iglesia que compadece con el Redentor y que con El redime. Su eficacia en el Cuerpo Místico de Jesús es enorme. Visiblemente contemplamos el día de su canonización la extensión, si no la intensidad de su dimensión. Ejemplar lección para este mundo nuestro de eficacia y de ejecución, que sólo cuenta lo que aparece y lo que se ve y lo que se cuenta. El Padre Pío de Pietrelcina, "el pobre fraile que reza", completa en su cuerpo lo que le falta a la Pasión de Cristo, porque lleva en su carne las llagas de su Señor Jesús, que se actualiza cada día en la celebración de la Eucaristía.

    EL CALVARIO Y LA MISA

    Por eso, Benedicto XVI, en el Año dedicado a la Eucaristía, nos invita a meditar en el profundo e indisoluble lazo que une la celebración eucarística con el misterio de la Cruz. Cada misa actualiza el sacrificio redentor de Cristo. Al Gólgota y a la hora de la muerte en la cruz, según la encíclica «Ecclesia de Eucharistia» «vuelve espiritualmente todo presbítero que celebra la Santa Misa, junto con la comunidad cristiana que participa en ella» (4). La Eucaristía es el memorial de todo el misterio pascual: pasión, muerte, descenso a los infiernos, resurrección y ascensión al cielo, y la Cruz es la manifestación impactante del acto de amor infinito con el que el Hijo de Dios ha salvado al hombre y al mundo del pecado y de la muerte. Después de la consagración, la asamblea de los fieles, consciente de estar ante la presencia real de Cristo crucificado y resucitado, aclama: «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡ven Señor Jesús!».

    Con los ojos de la fe la comunidad reconoce a Jesús vivo con los signos de su pasión y, junto a Tomás, llena de maravilla, puede repetir: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20, 28). La Eucaristía es misterio de muerte y de gloria como la Cruz, que no es un incidente en el camino, sino el pasaje por el que Cristo entró en su gloria y reconcilió a la humanidad entera, derrotando toda enemistad. Por este motivo, la liturgia nos invita a implorar con esperanza confiada: ¡Quédate [WINDOWS-1252?]con nosotros, Señor, que por tu santa cruz has redimido al mundo! “La mayor [WINDOWS-1252?]caridad es arrancar almas atraídas por Satanás y ganarlas para Cristo”...

    LAS MISAS MISTERIOSAS DEL PADRE PÍO

    Nadie mejor que María nos puede enseñar a comprender y a vivir con fe y amor la santa Misa, uniéndonos al sacrificio redentor de Cristo. Cuando recibimos la comunión, como María y unidos a ella, nos abrazamos al madero que Jesús con su amor ha transformado en instrumento de salvación y pronunciamos nuestro «amén», nuestro «sí» al Amor crucificado y resucitado. Siempre eran impresionantes las misas del Padre Pío. Duraban hasta tres o cuatro horas y la Jerarquía hubo de intervenir para ponerle tasa que él con gracejo respondió que en el Calvario no había relojes. Sus lágrimas y sollozos eran constantes, como lo fueron los del cura de Ars y antes los de San Ignacio de Loyola. Hoy cualquier neurólogo o psiquiatra diagnosticaría depresión, neurastenia o psicopatía. Pero como María estuvo en el Calvario ante su Hijo crucificado y agonizante, está también llorosa con la Iglesia y como Madre de la Iglesia, en nuestras celebraciones eucarísticas («Ecclesia de Eucharistia», 57).

    CALVARIO EXTERNO

    A pesar de que el doctor Fiesta publica el libro: "Entre los misterios de la ciencia y las luces de la fe", el carácter sobrenatural de los estigmas de Padre Pío"... El Papa Benedicto XV y el Santo Oficio envían a San Giovanni Rotondo, observadores de confianza. El 20 de marzo de 1920, llega por orden de Papa, el arzobispo de Simla, Anselmo Eduardo Kenealy, desconfiado de las [WINDOWS-1252?]manifestaciones místicas. Al término de la visita, escribe: “He venido, he [WINDOWS-1252?]visto y he sido vencido”. En San Giovanni Rotondo tenemos un verdadero santo, privilegiado por Dios con las cinco llagas de la pasión y con otros regalos que leemos en la vida de los grandes santos. No hay la mínima afectación en el comportamiento o en la conversación del Padre Pío. Es observante y laborioso, recibe grandes regalos del Dios. Sabe sufrir, y también sabe sonreír.

    LA GRAN PRUEBA

    Sobre el estigmatizado se acumulan las nubes de la gran "Prueba". Satanás se prepara a desencadenar un violento ataque sobre el débil, enfermo, doliente Padre Pío. El 18 de abril de 1920 llega a San Giovanni Rotondo el padre Agustín Gemelli, fraile franciscano, médico, psicólogo, científico de fama mundial, que ha fundado en Milán, la universidad del Sagrado Corazón. Se encuentra con el padre Pío y recibe una favorable impresión y escribe: "Cada día constatamos que el árbol franciscano da nuevos frutos y esto es el consuelo más grande para quien se alimenta y vive de este maravilloso árbol". Pero su actitud cambia cuando no le dejan ver y examinar como médico, los estigmas del padre Pío sin un permiso del Papa. Decepcionado e irritado, vierte afirmaciones imprudentes en una publicación sobre los estigmas de San Francisco, sobre el fraile estigmatizado de Pietrelcina y manifiesta juicios discutibles sobre él, azuzando, durante años disputas, polémicas, juicios superficiales, incredulidad y escepticismo sobre sus estigmas, sus fenómenos de bilocación, el perfume de violeta, de rosas y otras flores que le acompaña. Con las intervenciones del padre Gemelli, la actitud de las autoridades eclesiásticas empieza a cambiar hacia el padre Pío. En enero 1922, muere el Papa y le sucede Achille Ratti, Pío XI, milanés, amigo del Padre Gemelli. Fue tal la prueba que el padre Pío [WINDOWS-1252?]confiesa: “Estoy extremadamente amargado y si Jesús no viene pronto en mi ayuda veo que tendré que sucumbir bajo la prueba"

    SUSPENDIDO A DIVINIS

    Desde el 31 de mayo de 1923 hasta el 16 de julio de 1933 el Padre Pío permanece, con intermitencias, suspendido a divinis por el "Santo Oficio", a pesar de que Pío XI, ante la extrañeza de su bilocación ante él, pues mientras hablaba con algunos cardenales y prelados sobre la decisión de "suspenderle a divinis", entró de repente, en el estudio del Papa, un fraile capuchino. Todos se miran y el mismo Papa se pregunta quien le ha dejado entrar. El fraile se acerca al Pontífice, se arrodilla, le besa el pie y le dice: "Santidad, por el bien de la Iglesia, no permita esto". Se levanta, va hacia la puerta y sale. El Papa ordena a su secretario preguntar a todas las personas para descubrir porque aquel fraile ha entrado sin haber sido detenido. Pero ni los conserjes, ni los guardias, ni los secretarios han visto ningún fraile.

    El Papa encarga al cardenal Silj, amigo y admirador de padre Pío, que pregunte al superior del convento de San Giovanni Rotondo, si tal día y la misma y a tal hora el padre Pío ha salido del convento. El Padre Pío no ha dejado el convento ni un instante. Al oírlo el Papa dice: "Aquí está el dedo de Dios". A pesar de ello, el 23 mayo de 1931 el Santo Oficio dicta: "Al Padre Pío de Pietrelcina le son retiradas todas las facultades ministeriales menos la de celebrar la Misa, pero sólo dentro del convento, sin participación de fieles". Dócil, acepta con paciencia y resignación, consciente que en los Superiores se manifiesta la voluntad de Dios. Satanás se ha aprovechado de las estructuras eclesiásticas para tratar de derribar a este sacerdote. Era demasiado peligroso para el demonio el ministerio sacerdotal de este gigante de la historia de la Iglesia, en quien se repite el caso del Cura de Ars. Hay un duelo feroz entre Satanás y este humilde ministro de Dios, que ha reconciliado, durante más de sesenta años, a millares de pecadores con Dios Misericordioso. El Padre Pío se dedica a la oración y el estudio. Celebra la Misa que duras dos [WINDOWS-1252?]horas…y hasta cuatro. En el Calvario, dice, no había relojes. Se dedica al estudio. Lee la Divina Comedia, la Historia de la Iglesia de Rohrbracher, otros textos clásicos de espiritualidad y los Padres de la Iglesia.

    Se manifiesta: sereno y tranquilo. Come poco y no cena nunca, por la mañana no desayuna ni toma el café. Los estigmas le causan pérdida continua de sangre, un vaso pierde cada día. Le resulta doloroso caminar por los estigmas de los pies. Le ven en el coro rezar, y que a menudo se seca las lágrimas. La figura dulce y tierna de su hija espiritual predilecta, Cleonice Morcaldi, que renunció al matrimonio dirigida por el Padre Pío a la santidad, es su consuelo Durante el período del castigo del Padre Pío, una de las pocas personas que pudo verlo cada día era Pedro el ciego, a quien Cleonice le entregó una carta para el Padre, confirmándole que ella y sus otras hijas espirituales están serenas y llevan con paz la cruz de su separación. Cleonice Morcaldi describe la desolación en que viven por la separación del Padre Pío: Le destituyeron del cargo de Director de la Tercera Orden franciscana. Trasladaron el colegio de los frailes a otro convento. Allí sólo quedó el Padre Superior y otro fraile. Las hijas espirituales de San Giovanni Rotondo ya no subieron al convento. Y la dulce víctima quedó sola, como Jesús en el desierto, en el huerto, en el Calvario.

    MEDIO MILLÓN ASISTEN A LA CANONIZACIÓN

    Para Juan Pablo II canonizar al padre Pío fue una satisfacción personal, pues siendo joven sacerdote en 1947, visitó al capuchino y se confesó con él; le visitó otras dos veces en San Giovanni Rotondo, siendo cardenal de Cracovia en 1974 y siendo Papa, el 23 de mayo de 1987. Desde Cracovia le había escrito dos cartas, pidiéndole oraciones para que Wanda Poltawska, conocida suya y madre de familia, fuera curada de cáncer; y agradeciéndole la "gracia recibida". El domingo 16 de junio de 2002, el Sumo Pontífice pronunció, con emoción y dificultad, la fórmula de la canonización: «Declaramos y definimos que el Beato Pío de Pietrelcina es Santo y le inscribimos en el catálogo de los santos». Su fiesta será celebrada en toda la Iglesia universal el 23 de septiembre, fecha de su fallecimiento o "nacimiento para el cielo.

    Pero no vamos a ser tan ingenuos de pensar que las multitudes que llenaban la plaza de San Pedro hasta el Tíber lo hacían movidas por la veneración de las llagas del Padre Pío. Eran los innumerables milagros suyos, los favores que las almas habían recibido y reciben. Insisto; ¿cala el pensamiento de que tantos milagros y misericordia y frutos de su apostolado han sido comprados con sangre humana, lágrimas de un hombre, sufrimientos indecibles de una persona doliente durante su larga vida? ¿Estamos los cristianos dispuestos a pagar el precio de la extensión del reino de Dios, aunque no sea tan alto como el que pagó San Pío de Pietrelcina y, más aún, el Maestro, el Crucificado del Calvario? ¿O, por el contrario, buscamos el Reino, pero también nuestro éxito y nuestro triunfo? ¿Somos capaces de posponer nuestro medro personal al éxito del Reino? De todas formas, su apoteosis fue un plebiscito de cariño al que tanto debían y de cuyo dolor sigue viviendo la Iglesia que tiene una Cabeza coronada de espinas y el Corazón roto y sus miembros dolientes tratando de hacerse cada vez más conscientes por el estudio y la formación de su deber de suplir en su carne lo que le falta a la Pasión de Cristo.

    GRACIAS SEÑOR POR LA EUCARISTIA!!


    CUERPO Y SANGRE DE JESÚS EN LA EUCARISTÍA


    Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
    ¡Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre!
    Señor... ¡haznos dóciles siempre a tu amor pero especialmente en este hermosísimo día de Corpus Christi!
    ¡Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre!
     

    Una vez más ante ti, Señor.

    Hoy es un día grande para ti, para nosotros, para tu Iglesia. Es la solemnidad donde se exalta y glorifica la presencia de tu Cuerpo, tu Sangre y tu Divinidad en el Sacramento de la Eucaristía.

    ¡HOY ES CORPUS CHRISTI !

    Tu Cuerpo, tu Sangre.... y tu Divinidad. ¿Qué te podemos decir, Señor? Tan solo caer de rodillas y decirte: - ¡Creo en ti, Señor, pero aumenta mi fe!

    Tu lo sabes todo, mi Dios, mi Jesús, y sabías cuando te quedaste en el pan y vino, - aparentemente tan solo de pan y vino -, con el único deseo de ser nuestro alimento, que aunque no te corresponderíamos como tu Corazón desea, no te importó y ahí te quedaste para ser nuestro refugio, nuestra fuerza para nuestras penas y dolores, para ser consuelo, para ser el cirineo que nos ayuda a cargar con la cruz de nuestro diario vivir, a veces demasiado pesada y dolorosa, que nos puede hacer desfallecer sin tu no estás.... y también para bendecirte en los momentos de alegría, para buscar que participes en los momentos en que nuestro corazón está feliz.... ¡ahí estás Tu!...¡ Bendito y alabado seas!

    Solo a un Dios locamente enamorado de sus criaturas se le podía ocurrir semejante ofrenda... por que no sabemos corresponder a ese amor, no, Jesús, no te acompañamos en la soledad de tus Sagrarios, no pensamos en tu gran amor .... somos indiferentes, egoístas, muchas veces solo nos acordamos de ti cuando te necesitamos porque las cosas no van, ni están, como nosotros queremos...

    Señor... ¡haznos dóciles siempre a tu amor pero especialmente en este hermosísimo día de Corpus Christi!



    ¡Señor Jesucristo!

    ¡Gracias porque te nos diste de modo tan admirable, y porque te quedaste entre nosotros de manera tan amorosa!

    Danos a todos una fe viva en el Sacramento del amor. Que la Misa dominical sea el centro de nuestra semana cristiana, la Comunión nos sacie el hambre que tenemos de ti, y el Sagrario se convierta en el remanso tranquilo donde nuestras almas encuentren la paz...
    (P. García)







  • Preguntas o comentarios al autor
  • Ma. Esther de Ariño

    Nardo del 7 de Junio: ¡Oh Sagrado Corazón, qué sensible y sencillo eres!



    Nardo del 7 de Junio:
    ¡Oh Sagrado Corazón, qué sensible y sencillo eres!

    Meditación: Me parece entrever por una ranura de la casa de Nazaret a un Joven trabajador que con habilidad modelaba un rústico trozo de madera; en el aire se percibe un rico olor a viruta fresca…parece absorto. De repente y ante una suave voz levanta Su cabeza…es el Rostro de Mi Señor, que diligente y obediente responde al llamado de Su Madre. En la otra habitación, en su lecho un anciano agonizante respira agitadamente…es el pobre papá José. En la Mirada Amorosa de aquel Joven Niño se reflejan tanto amor, tanto dolor, tanta paz. Entre tiernos cuidados y santas lágrimas José inicia su marcha, hasta que se abra la Puerta de la Morada Santa.
    ¿Somos capaces de imitar la sencillez y el amor que el Señor prodigó a todos los que tocó en Su vida terrena?. ¿O escapamos en el mundo de hoy del cuidado de los ancianos y necesitados?. Justificándonos en que tenemos nuestro trabajo y en que no podemos angustiarnos tanto, ni siquiera podemos dar una sonrisa para aquel que agoniza. ¡Tenemos que vivir…vivir para morir!. Amar de verdad es dar todo hasta desgarrar nuestro mísero corazón en ofrenda al Señor, como lo hizo el Redentor.

    Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!
    ¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

    Florecilla:Demos cuidado y amor a un anciano necesitado, como lo hizo y lo hace el Señor.

    Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

    miércoles, 6 de junio de 2012

    ORACIÓN PARA SONREIR...


          ORACION PARA SONREIR

    Señor, renueva mi espíritu y dibuja en mi rostro
    sonrisas de gozo por la riqueza de tu bendición.

    Que mis ojos sonrían diariamente
    por el cuidado y compañerismo
    de mi familia y de mi comunidad.

    Que mi corazón sonría diariamente
    por las alegrías y dolores que compartimos.

    Que mi boca sonría diariamente
    con la alegría y regocijo de tus trabajos.

    Que mi rostro dé testimonio diariamente
    de la alegría que tú me brindas.

    Gracias por este regalo de mi sonrisa, Señor.

    Amén.

    -Madre Teresa de Calcuta
    -

    SAN ANTONIO Y LA MULA

      San Antonio y la mula

    Predicaba San Antonio de Padua en Rímini (Italia). Allí los herejes patarinos habían desfigurado el dogma de la presencia real, reduciendo la Eucaristía a una simple cena conmemorativa.
    Antonio, en su predicación, ilustró plenamente la realidad de la presencia de Jesús en la Hostia Santa. Mas los jefes de la herejía no aceptaban las razones del Santo e intentaban rebatir sus argumentos. Entre ellos, Bonvillo, que era el principal y se hacía el sabiondo, le dijo:

    -Menos palabras; si quieres que yo crea en ese misterio, has de hacer el siguiente milagro: Yo tengo una mula; la tendré sin comer por tres días continuos, pasados los cuales nos presentaremos juntos ante ella: yo con el pienso, y tú con tu sacramento. Si la mula, sin cuidarse del pienso, se arrodilla y adora ese tu Pan, entonces también lo adoraré yo.
    Aceptó el Santo la prueba y se retiró a implorar el auxilio de Dios con oraciones, ayunos y penitencias.
    Durante tres días privó el hereje a su mula de todo pienso y luego la sacó a la plaza pública. Al mismo tiempo, por el lado opuesto de la plaza, entraba en ella San Antonio, llevando en sus manos una Custodia con el Cuerpo de Cristo; todo ello ante una multitud de personas ansiosas de conocer el resultado de aquel extraordinario compromiso contraído por el santo franciscano.
    Encaróse entonces el Santo con el hambriento animal, y, hablando con él, le dijo:

    -En nombre de aquel Señor a quien yo, aunque indigno, tengo en mis manos, te mando que vengas luego a hacer reverencia a tu Creador, para que la malicia de los herejes se confunda y todos entiendan la verdad de este altísimo sacramento, que los sacerdotes tratamos en el altar, y que todas las criaturas están sujetas a su Creador.

    Mientras decía el Santo estas palabras, el hereje echaba cebada a la mula para que comiese; pero la mula, sin hacer caso de la comida avanzó pausadamente, como si hubiese tenido uso de razón, y, doblando respetuosamente las rodillas ante el Santo que mantenía levantada la Sagrada Hostia, permaneció en esta postura hasta que San Antonio le concedió licencia para que se levantara. Bonvillo cumplió su promesa y se convirtió de todo corazón a la fe católica; los herejes se retractaron de sus errores, y San Antonio, después de dar la bendición con el Santísimo en medio de una tempestad de vítores y aplausos, condujo la Hostia procesionalmente y en triunfo a la iglesia, donde se dieron gracias a Dios por el estupendo portento y conversión de tantos herejes.
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