viernes, 3 de febrero de 2012

LEVANTAR EL CORAZÓN...

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Levantar el corazón
Al llegar a una situación de fracaso, el corazón corre el riesgo de hundirse. Duele no conseguir un deseo fuertemente anhelado.
 
Levantar el corazón


No podemos realizar tantas cosas que desearíamos... A veces, por factores que escapan a nuestro control. Otras veces, por culpa nuestra. Fallamos en la organización, o quisimos ir más allá de nuestras posibilidades, o prometimos lo que no podíamos dar, o dejamos de lado el propio deber para encontrarnos, al final, sin recursos y sin tiempo.

Al llegar a una situación de fracaso, el corazón corre el riesgo de hundirse. Duele no conseguir un deseo fuertemente anhelado. Duele ver fracasar una obra que prometía tantos resultados. Duele descubrir que las manos están vacías y que no se ha conseguido prácticamente nada.

Son momentos en los que quisiéramos llorar. Será, tal vez, con lágrimas de pena, sobre todo si le hemos fallado a otros. Será, puede ocurrirnos, con lágrimas de amargura, que nos atan todavía más a la desesperanza. Será, ojalá, con lágrimas de quien mira al cielo y pide ayuda.

Porque en lo más hondo de la fosa cualquier cristiano puede levantar el corazón y recordar que Dios vino para todos. También para quien fracasa y siente en su alma pena por sí mismo y pena por otros.

Miramos, entonces, hacia el cielo. Descubrimos que allí se encuentra un Sumo Sacerdote que fue en todo, menos en el pecado, semejante a nosotros. Sentimos la seguridad de que podemos encontrar un ancla que nos acerque a la morada eterna y segura, la que nos ha preparado para siempre Cristo (cf. Heb 6,18-20; Jn 14,1-3).

Entonces llega el momento de tomar, nuevamente, el arado. No mirar hacia atrás, pues queda mucho camino por recorrer. No llorar con amargura, porque las lágrimas sólo sirven si nos acercan al consuelo divino y nos permiten volver a empezar. No sentirnos nunca solos, porque tenemos siempre a nuestro lado, también después de un fracaso, a un Amigo bueno, fiel, dispuesto a consolarnos.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Fernando Pascual LC

    jueves, 2 de febrero de 2012

    OH MARÍA¡

    Oh María...

    ¡Oh María! Quien te mira se queda reconfortado en todos sus dolores, tribulaciones y penas y vence todas las tentaciones. Quien no sepa lo que Dios es, que recurra a ti, ¡oh María! Quien no encuentre misericordia en Dios, que recurra a ti, ¡oh María! Quien no se conforme con la voluntad de Dios, que recurra a ti, ¡oh María! Quien sienta desfallecer, que recurra a ti que eres fortaleza y poder.
    Quien se encuentra en una lucha continua, que recurra a ti que eres un mar pacífico . Quien se encuentre en tentación, que recurra a ti que eres madre de humildad y no hay nada que ahuyente tan fácilmente al demonio como la humildad. Que acuda a ti, que acuda a ti, ¡oh María!

    Santa María Magdalena de Pazzi

    SEÑOR VEN A MI PUERTA...

    Señor, ven a mi puerta

    Ven a tocar mi puerta Jesús Divino,
    antes que el sueño de la muerte venga,
    y me cubra de frío y de silencio...

    Cierto es, que a veces, en forma de un anciano
    solo y triste llegaste hasta mi puerta,
    y al verte ahí,
    Apoyando la mano en tu cayado;
    con polvo del camino y tan cansado

    ¡No te abrí!
    A veces eras niño con hambre y mucho frío
    y ni un trocito de pan, menos de cariño
    ¡No tuve para ti!

    Y aquella otra ocasión, un pobre enfermo
    reflejaba el dolor en su semblante;
    y tocando con mano vacilante,
    una limosna por amor rogaba.

    Esta vez al abrir, sentí de pronto,
    el horror que aquel hombre me causaba,
    las llagas de su cuerpo supuraban;
    y al pesar que su mal me contagiara;
    ¡Cerré la puerta, de golpe y en su cara!

    En forma de un mendigo o de un lisiado
    ¡Cuantas veces SEÑOR habrás tocado!
    y yo me he hecho sordo a tu llamado.

    Buscaste caridad donde no había,
    un poco de calor y no lo hallabas;
    solo hubo mezquindad y en mi osadía,
    negaba todo a aquel que me lo daba.

    Si al corazón contrito y humillado,
    por tu inmensa bondad has perdonado,
    ¡Perdóname SEÑOR, ven a mi puerta!
    Hay tanta soledad y esta desierta

    Presentación de Jesús en el Templo


    Presentación de Jesús en el Templo

    Según la Ley de Moisés, el primer hijo en nacer, el primogénito, le pertenecía a Dios.  El niño debía ser "rescatado" llevándolo al Templo a los 40 días de nacido y pagando por él al Templo con un cordero o, si fuesen pobres, con un par de  palomas.  La liturgia celebra la presentación de Jesús el 2 de febrero por ser esta fecha 40 días después del 25 de diciembre.

    José y María cumplieron la ley:

    (Lc 2, 22-25, 34-35)
    “Llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor. (...) Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón que esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. (...)Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción- ¡y a ti misma una espada te traspasará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.”

    ¿Por que el "rescate" con un cordero o paloma?
    En algunas de las religiones paganas de aquel tiempo, los padres mataban a sus hijos primogénitos para ofrecerlos a los dioses. Dios enseñó a los judíos que esa práctica es una abominación.  En vez de matar al niño debían ofrecer un cordero por su rescate.

    Un sacerdote recibía a los padres a la puerta del Templo y hacía la oración de presentación.

    El dueño de todo se hizo por amor tan pobre que sus padres no tenían cordero con que rescatarlo. Sin embargo el mismo es el Cordero de Dios que se ofreció para rescatar a toda la humanidad.

    Según una costumbre católica los niños se presentan este día en la iglesia al Señor y a la Virgen.

    MARÍA PRESENTA A SU HIJO

    Autor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
    María presenta a su Hijo
    La fiesta de hoy debe recordarnos la decisión de cumplir la voluntad de Dios con Espíritu de humildad.
     
    María presenta a su Hijo
    Hoy celebramos una fiesta muy hermosa: la purificación de María y la presentación del Niño en el templo. En esta fiesta se dan la mano la humildad de María y el amor a la misión de Cristo. Ni María necesitaba ofrecerse al Padre, pues toda su vida no tenía otro sentido, otra finalidad distinta de la de hacer la voluntad de Dios. Ojalá aprendamos en este día estos dos aspectos tan bellos: la humildad y el sentido de la consagración, como ofrecimiento permanente a Dios ... Humildad que es actitud filial en manos de Dios, reconocimiento de nuestra pequeñez y miseria. Humildad que es mansedumbre en nuestras relaciones con el prójimo, que es servicialidad, que es desprendimiento propio.

    María, como Cristo, quiso cumplir hasta la última tilde de la ley; por eso se acerca al templo para cumplir con todos las obligaciones que exigía la ley a la mujer que había dado a luz su primogénito.

    Este misterio, como los demás de la vida de Cristo, entraña un significado salvífico y espiritual.

    Desde los primeros siglos, la Iglesia ha enseñado que en el ofrecimiento de Cristo en el templo también estaba incluido el ofrecimiento de María. En esta fiesta de la purificación de María se confirma de nuevo su sí incondicional dado en la Anunciación: “fiat” y la aceptación del querer de Dios, así como la participación a la obra redentora de su hijo. Se puede, pues, afirmar que María ofreciendo al Hijo, se ofrece también a sí misma.

    María hace este ofrecimiento con el mismo Espíritu de humildad con el que había prometido a Dios, desde el primer momento, cumplir su voluntad: “he aquí la esclava el Señor”.

    Aunque la Iglesia, al recoger este ejemplo de María, lo refiere fundamentalmente a la donación de las almas consagradas, sin embargo, tiene también su aplicación para todo cristiano. El cristiano es, por el bautismo, un consagrado, un ofrecido a Dios. “Sois linaje escogido, sacerdocio regio y nación santa” (1Pe 2, 9). Más aún, la presencia de Dios por la gracia nos convierte en templos de la Trinidad: pertenecemos a Dios.

    La festividad debe recordarnos la decisión de cumplir la voluntad de Dios con Espíritu de humildad: somos creaturas de Dios y nuestra santificación depende de la perfección con que cumplamos su santa voluntad. (Cfr 1Ts 4, 3).

    Conforme al mandato de la ley y a la narración del evangelio, pasados cuarenta días del nacimiento de Jesús, el Señor es presentado en el templo por sus padres. Están presentes en el templo una virgen y una madre, pero no de cualquier criatura, sino de Dios. Se presenta a un niño, lo establecido por la ley, pero no para purificarlo de una culpa, sino para anunciar abiertamente el misterio.

    Todos los fieles saben que la madre del Redentor desde su nacimiento no había contraído mancha alguna por la que debiera de purificarse. No había concebido de modo carnal, sino de forma virginal....

    El evangelista, al narrarnos el hecho, presenta a la Virgen como Madre obediente a la ley. Era comprensible y no nos debe de maravillar que la madre observara la ley, porque su hijo había venido no para abolir la ley, sino darle cumplimiento. Ella sabía muy bien cómo lo había engendrado y cómo lo había dado a luz y quien era el que lo había engendrado. Pero, observando la ley común, esperó el día de la purificación y así ocultó la dignidad del hijo.


    ¿Quién crees, oh Madre, que pueda describir tu particular sujeción? ¿Quién podrá describir tus sentimientos? Por una parte, contemplas a un niño pequeño que tu has engendrado y por otra descubres la inmensidad de Dios. Por una parte, contemplamos una criatura, por otra al Creador. (Ambrosio Autperto, siglo VIII, homilía en la purificación de Santa María).


    ¡Oh tú, Virgen María, que has subido al cielo y has entrado en lo más profundo del templo divino! Dígnate bendecir, oh Madre de Dios, toda la tierra. Concédenos, por tu intercesión un tiempo que sea saludable y pacífico y tranquilidad a tu Iglesia; concédenos pureza y firmeza en la fe; aparta a nuestros enemigos y protege a todo el pueblo cristiano. Amén. (Teodoro Estudita, siglo VIII)



    Meditación del Papa Juan Pablo II Presentación de Jesús en el Templo Audiencia General del miércoles 20 de junio de de 1990

    miércoles, 1 de febrero de 2012

    PENSAMIENTO MARIANO 13



    Pensamiento Mariano

    "Oh excelente belleza, oh mujer que eres la imagen de la salvación, potente por causa del fruto de tu parto y que gustas por tu virginidad, por tu medio la salvación del mundo se ha dignodo nacer y restaurar el género humano que la soberbia Eva ha traído al mundo". 


    San Venancio Fortunato

    ESCOGER UNO DE LOS DOS RÍOS

    Escoger uno de los dos ríos


    1) Para saber

    Con fecha del 29 de Junio, el Papa Benedicto XVI nos proporciona su tercera encíclica: “El amor en la verdad”, o dicho en latín, que es el lenguaje oficial con que se escribe, “Caritas in veritate”.

    Es una encíclica que ayuda a comprender la doctrina social de la Iglesia. Hoy reflexionaremos sobre el primer punto.

    El Papa nos indica que la caridad, el amor, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. El amor “es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz… Cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente: en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad y, aceptando esta verdad, se hace libre (cf. Jn 8,22)”.

    2) Para pensar

    En un relato adaptado por el p. Mariano de Blas describe las consecuencias de vivir o no la caridad.
    Hay en Tierra Santa dos lagos alimentados por el mismo río: el río Jordán. Están situados a pocos kilómetros de distancia el uno del otro. Pero, ambos poseen características asombrosamente distintas. Uno es el Lago de Genesaret, conocido también como Mar de Galilea. El otro es el llamado "Mar Muerto". El primero es azul, lleno de vida y de contrastes, de calma y de borrasca. En sus orillas se reflejan delicadamente las flores amarillas de sus bellísimas praderas. El Mar Muerto es una laguna salitrosa y densa, donde no hay vida y queda estancada el agua que viene del río.

    ¿Qué es lo que hace tan diferentes a los dos lagos alimentados por el mismo río? Es sencillamente esto: El Lago de Genesaret trasmite generosamente lo que recibe. Su agua parte para remediar la sequía de los campos. Sacia la sed de los hombres y de los animales. Podríamos decir que es un “agua altruista”. En cambio, el agua del Mar Muerto se estanca. Es salitrosa. Mata. Podríamos decir que es un “agua egoísta”, inútil.

    Algo semejante pasa con las personas. Hay las que viven dando y dándose a los demás, generosamente, sin esperar recompensa... Viven y hacen vivir, siendo y haciendo feliz a los demás. Por otro lado están las que, egoístamente, reciben y guardan ni dan ni se dan, como esa agua estancada, que muere y causa la muerte a su alrededor, fabricándose una vida amarga e infeliz.

    Cuánto más damos, más recibimos. Cuanto menos repartimos, más pobres nos volvemos. El que acumula para sí solo, llama a la infelicidad. El que reparte, la felicidad toca a su puerta y entra dichosa.

    3) Para vivir

    El Papa nos propone que, si queremos vivir la caridad, es preciso permanecer en la verdad, defenderla, proponerla con humildad y dar ejemplo de ella. Es más, la vocación de cada persona es vivir en el amor y en la verdad. Nuestro Señor Jesucristo es quien nos hará encontrar precisamente la Verdad Plena mostrándonos el Amor de Dios.

    Señala el Papa que en “Cristo, la caridad en la verdad se convierte en el Rostro de su Persona, en una vocación a amar a nuestros hermanos en la verdad de su proyecto. En efecto, Él mismo es la Verdad”. Busquemos, pues, esa unidad con Cristo, en especial en la Eucaristía, para vivir ese Amor.

    Pbro. José Martínez Colín

    MEDITACIÓN BREVE...

    MEDITACIÓN BREVE...

    Si cuidas una abeja, habrá más miel en el panal.
    Si evitas una injusticia, habrá más justicia en el mundo.
    Si cultivas un rosal, habrá más rosas en el jardín.
    Si amas, Dios estará más presente en el mundo.
    Si siembras un grano de trigo, habrá más pan sobre la tierra.
    Si creces tú como persona, habrá más humanidad en el mundo.
    Si enciendes una vela, habrá más luz en la noche.
    Si vives en la verdad, habrá menos mentira en el mundo.
    Si cuidas un nido de golondrinas, habrá, más golondrinas en Primavera.
    Si vives en libertad, habrá más libertad en el mundo.
    Si enciendes un fuego, habrá menos frío en el invierno.
    Si irradias tu alegría, habrá menos tristeza en el mundo.
    Si esperas cambiar tú cuando haya cambiado el mundo, morirás sin haber vivido.
    Si comienzas cambiando tú, ya estás cambiando el mundo.

    NOS PONEMOS EN TU PRESENCIA...

    NOS PONEMOS EN TU PRESENCIA..

    Nos ponemos en tu presencia, Dios bondadoso y Padre nuestro.
    Te agradecemos que nos hayas dejado empezar el presente día pues despertamos, una vez más, al conocimiento de nuestra propia existencia... que tu amor nos concede y sostiene.
    El saber que existimos es el don más grande de tu bondad.
    ¿De que nos serviría existir, ante tu presencia, si no estuviéramos conscientes de ello?
    Además, nuestra vida está profundamente unida a la tuya, por el gran amor del cual nos has hecho participar... De tu amor no podemos dudar.
    Es el nuestro hacia ti...el que falla con mucha frecuencia.
    Nos disponemos, ante la grandeza de tu majestad, a los Cinco Minutos de Oración.
    Te pedimos que des fuerza a la debilidad de nuestra mente y enciendas el fuego de tu amor en nuestros corazones.
    Padre nuestro...

     
     

    Descálzate por un momento, verás la diferencia...

    Autor: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net
    Descálzate por un momento, verás la diferencia...
    Descalzo puedo sentir el terreno que piso y estar atento al interior de las personas que se me pasan por alto cuando entro calzado.
     
    Descálzate por un momento, verás la diferencia...

    ¡Qué diferente serían las relaciones entre los hombres si tuviésemos la prudencia, el equilibrio, el tino para ver, sentir e intuir cómo está la persona con la cual voy a tener una comunicación!.

    Muchas veces no vemos más que nuestras pequeñas y miopes percepciones personales de los acontecimientos, de las situaciones, y tal vez, por lo general, no vemos lo que está pasando en el corazón, en los sentimientos de la otra persona. Si, y entramos con todo, devastando, dañando, hiriendo, y para eso somos muy agudos y sutiles, incluso expertos; pero una vez que lo hicimos no hay vuelta de hoja, tarde para arrepentirse, y claro, luego nos entran los remordimientos.

    Nos decimos: ahora sí se va a enterar fulanito de tal. Pisamos fuerte y no nos damos cuenta que tal vez la táctica, el modo para solucionar, curar, pegar lo roto es la suavidad, es tener que descalzarme un momento, para pisar con cuidado; y si entro en el interior de alguien, lo hago a tientas.

    ¡Cuántos de nosotros no sabemos esperar el momento, no pensamos que lo que voy a decir va a traer más perjuicio que beneficio, que voy a destruir más que construir!

    Dame Señor la prudencia, el cariño, la paz interior, para que esa paz la pueda llevar en cualquier situación y circunstancia, y que siempre sepa decir en el momento oportuno y con las mejores palabras la verdad, para no herir ni lastimar.

    Habitualmente entramos en el interior de los demás sin fijarnos en el modo en que lo hacemos, pisando fuerte o con gran descuido; pero comprendí que descalzo puedo sentir el terreno que piso y estar atento al interior de las personas que se me pasan por alto cuando entro calzado.

    Al descalzarme, camino más lentamente, tratando de pisar suavemente para no dejar marcas que lastimen.

    Descalzarse es entrar sin prejuicios, es estar atento a la necesidad del otro, sin esperar una respuesta determinada, es entrar sin intereses y con mucho respeto. Cuanto más difícil sea el terreno interior de los demás, más suavidad y más cuidado debo tener para entrar. Y esto lo debo conocer antes de entrar.

    Que estas sencillas reflexiones, nos ayuden a pensar en la posibilidad de hacer de nuestra sociedad un lugar más humano, con una convivencia con más tolerancia y paciencia, con una mayor capacidad de pensar más en los otros que en uno mismo.

    Cultivemos actitudes sencillas, como ceder el paso, ceder la conversación, el esperar que el otro termine para yo hacer mi intervención, esperar y retirarme si mis palabras van a herir o dañar una relación.

    ¡Cuánto control de uno mismo! y al mismo tiempo ¡cuánta capacidad de amar! pues en mi corazón siempre busco el mayor bien. Yo sé que podemos cambiar y mejorar nuestra sociedad, nuestra familia, nuestro entorno ¿por qué esperar para mañana si puedo comenzar el cambio hoy?

    Porque creo, Señor, que estás vivo y presente en el corazón de mis hermanos, me comprometo a detenerme, a descalzarme y entrar en cada uno como en un lugar sagrado.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Dennis Doren LC

    martes, 31 de enero de 2012

    ORACIÓN PARA OBTENER ALGUNA GRACIA ESPECIAL A SAN JUAN BOSCO

    ORACIÓN PARA OBTENER ALGUNA
    GRACIA ESPECIAL A SAN JUAN BOSCO


    Oh Don Bosco Santo, cuando estabais en esta tierra no había nadie que acudiendo a Vos, no fuera, por Vos mismo, benignamente recibido, consolado y ayudado. Ahora en el cielo, donde la caridad se perfecciona ¡cuánto debe arder vuestro gran corazón en amor hacia los necesitados! Ved, pues, mis presentes necesidades y ayudadme obteniéndome del Señor (pídase la gracia).

    También Vos habéis experimentado durante la vida las privaciones, las enfermedades, las contradicciones, la incertidumbre del porvenir, las ingratitudes, las afrentas, las calumnias, las persecuciones y sabéis qué cosa es sufrir.

    Ea, pues, oh Don Bosco Santo, volved hacia mí vuestra bondadosa mirada y obtenedme del Señor cuánto pido, si es ventajoso para mí alma; o si no, obtenedme alguna otra gracia que me sea aún más útil, y una conformidad filial a la divina voluntad en todas las cosas, al mismo tiempo que una vida virtuosa y una santa muerte. Así sea.

    HABLEMOS DE LA PACIENCIA...

    Hablemos de la paciencia...
    Autor: Pbro. Dr. Francisco Fernández Carvajal


    La paciencia, según San Agustín, es «la virtud por la que soportamos con ánimo sereno los males». Y añadía: «no sea que por perder la serenidad del alma abandonemos bienes que nos han de llevar a conseguir otros mayores». Esta virtud lleva a soportar con buen ánimo, por amor a Dios, sin quejas, los sufrimientos físicos y morales de la vida. Frecuentemente tendremos que ejercerla sobre todo en lo ordinario, quizá en cosas que parecen triviales: un defecto que no se acaba de vencer, aceptar que las cosas no salgan como nosotros querríamos, los imprevistos que surgen, el carácter de una persona con la que hemos de convivir en el trabajo, gentes bien dispuestas pero que no entienden, aglomeraciones en el tráfico, retraso de los medios públicos de transporte, llamadas imprevistas que impiden terminar el trabajo a su hora, olvidos... Son ocasiones para afirmar la humildad, para hacer más fina la caridad.


    La paciencia es una virtud bien distinta de la mera pasividad ante el sufrimiento; no es un no reaccionar, ni un simple aguantarse: es parte de la virtud de la fortaleza, y lleva a aceptar con serenidad el dolor y las pruebas de la vida, grandes o pequeñas, como venidos del amor de Dios. Identificamos entonces nuestra voluntad con la del Señor, y eso nos permite mantener la fidelidad en medio de las persecuciones y pruebas, y es el fundamento de la grandeza de ánimo y de la alegría de quien está seguro de recibir unos bienes futuros mayores.
    III. Caritas patiens est., la caridad está llena de paciencia. Y al mismo tiempo esta virtud es el gran soporte de la caridad, sin el cual no podría subsistir. Para el apostolado, singular manifestación de la caridad, la paciencia es absolutamente imprescindible. El Señor quiere que tengamos la calma del sembrador que echa su semilla sobre el terreno que ha preparado previamente y sigue los ritmos de las estaciones, esperando el momento oportuno, sin desánimos, con la confianza puesta en que aquel pequeño tallo que acaba de aparecer será un día espiga granada.
    Si tenemos paciencia, seremos fieles, salvaremos nuestras almas y también las de muchos otros que la Virgen Nuestra Madre pone constantemente en nuestro camino.

    SIETE VENTAJAS PRECIOSAS PARA EL QUE PROPAGA LA DEVOCIÓN AL ESPÍRITU SANTO

    SIETE VENTAJAS PRECIOSAS PARA EL QUE PROPAGA LA DEVOCIÓN AL ESPÍRITU SANTO

    1ª   Se crea un lazo de amor entre nuestra alma y la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.

    2ª   Un aumento notable de todas nuestras devociones, especialmente a la Sagrada Eucaristía, al Corazón de Jesús y a la Santísima Virgen.

    3ª   Una seguridad de recibir en el alma más inspiraciones del Espíritu Santo y la fuerza para ponerlas en práctica.

    4ª   Procurar de una manera excelente la gloria de Dios, trabajando cada día en hacer conocer y amar al Santificador de las almas.

    5ª   Trabajar muy especialmente por el advenimiento del reinado de Dios en el mundo, por la acción del Espíritu vivificante.

    6ª   Ser verdadera y prácticamente apóstol del Espíritu Santo.

    7ª   Atraer sobre el alma auxilios espirituales del Espíritu Santo, más íntima unión con Dios por medio del Santificador, mayor progreso en la oración mental, más consuelo y hasta alegría en la hora de la muerte, después de tan sublime apostolado.

    El invocar a menudo al Espíritu Santo es prenda segura de acierto en las situaciones variadas de nuestra vida.

    ORACIÓN AL PADRE

    Oración al Padre


    Concédeme Padre que al orar:
    Cuando te diga PADRE, que realmente me porte como hija tuya.

    Cuando te diga NUESTRO, que salga yo
    de mí egoísmo.

    Cuando te diga CIELO, que no piense en cosas terrenas.

    Cuando de diga SANTIFICADO SEA TU NOMBRE, que verdaderamente te honre.

    Cuando te diga VENGA TU REINO, que no lo confunda con el éxito material.

    Cuando te diga HÁGASE TU VOLUNTAD, que la acepté aún cuando sea dolorosa.

    Cuando te diga DANOS HOY NUESTRO PAN, que me preocupe por la gente con hambre, sin medicinas, sin libros y sin vivienda.

    Cuando te diga PERDONA NUESTRAS OFENSAS, que no guarde rencor hacia ninguno de mis hermanos.

    Cuando te diga NONOS DEJES CAER EN TENTACIÓN, que no tenga intención de seguir pecando.

    Cuando te diga LÍBRANOS DEL MAL. que tome partido contra el mal.

    Y al final, cuando te diga AMEN, que haya tomado en serio las palabras del PADRE NUESTRO.

    lunes, 30 de enero de 2012

    GRACIAS MI SEÑOR..


    Gracias, Señor, por buscarme constantemente y mostrarme tu infinita misericordia, a pesar de mi debilidad, de mi infidelidad. Aumenta mi caridad para que viva atento a las múltiples oportunidades que me das para colaborar con tu gracia y crecer en el amor. Que sepa tomar cada encuentro con los otros como una oportunidad para dar testimonio de Jesucristo.

    FALTAS TÚ...

    Faltas Tú...


    Dios me pidió un poema sobre las bellezas de la creación, y yo me puse a hablar de las cosas que El creó.

    Hablé del sol, y sentí sus manos calentándome.

    Hablé de la luna, y sentí su brillo envolviéndome.

    Hablé de la noche, y sentí sobre mí su manto de estrellas.

    Hablé de todo lo verde del planeta, y sentí su soplo de esperanza.

    Hablé de las aguas, y sentí su inmersión en el misterio de mi espíritu.

    Hablé del cielo, y sentí que su azul me protegía.

    Hablé del fuego, y sentí sus llamas quemando mis penas.

    Hablé del aire, y sentí su soplo divino renovándome.

    Hablé de todos los seres, y sentí su presencia en cada forma viviente.

    Y a El le presente todo lo que escribí: " Aquí está el poema que pediste, espero que apruebes todo lo que escribí "

    Y oí su respuesta: " Prosigue, aún no has hablado de ti"

    BAJO TU AMPARO..


    EL PAN DE VIDA...

    El pan de vida
    Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD


    Había un capitán de un barco que todo lo que tenía de sabiduría le faltaba de dominio propio. A pesar de que comulgaba todos los días, no lograba dominar su genio. Cansados los marineros de soportarle, le dijo uno de ellos: “Más valdría que no comulgara, ya que nos trata así”. A lo que el capitán respondió: “Gracias a que comulgo cada día porque, si no, los hubiera tirado a todos al mar”.

                La Eucaristía es comida, fuerza para navegar por la vida. La forma que Cristo pensó para darse en la Eucaristía fue la comida. Comer y beber con otros, sobre todo para las culturas orientales, están cargados de un gran significado.

    El pueblo judío practicó el lenguaje simbólico de la comida. Cada año celebraban en la cena pascual la salvación del éxodo.

    Jesús se sirvió del lenguaje “comer con” en su anuncio del Reino. Él comparte la mesa con otros: Lázaro, Mateo, Simón, Zaqueo... Los discípulos tuvieron el privilegio de comer con el Resucitado (Hch 10,40-42).

    En nuestras comidas sellamos nuestra amistad, contratos, negocios... Invitamos a comer a un amigo, a alguien que queremos que nos conozca.

                La Eucaristía es comida. Necesitamos comer y beber para alimentarnos, poder vivir y trabajar. Compartir la misma mesa conlleva amistad, familiaridad. Esto mismo Pablo lo aplicará en sentido espiritual: “Somos un pan y un cuerpo, porque todos participamos del mismo Pan” (1 Co 10,16).

                Cristo en la comida pascual escogió el pan y el vino. El pan es la comida común en muchas culturas. Es símbolo de hambre y de alimento, de alegría, de fuerza. Es fruto de la tierra y del trabajo del ser humano. Éste tendrá que “ganar el pan con el sudor de su frente”.

                Jesús es el pan de vida. Lo repite Juan varias veces en el capítulo sexto de su evangelio: “Si uno come de este pan vivirá para siempre” (Jn 6,51). El que come a Cristo tendrá la vida que brota de él, vida abundante, vida verdadera y vida eterna. El que no come su carne ni bebe su sangre no tiene vida. Sin él, sin estar unido a él, no se puede tener vida.

    Quien come a Cristo aumenta la fe; para comerlo se necesita fe. La Eucaristía no es el algo mágico; sólo tiene sentido desde la fe en el Hijo del Hombre y en la acción del Espíritu.

                “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él” (Jn 6,56). Somos lo que comemos; nos convertimos en lo que comemos. Quien come a Cristo permanece en él, en su amistad, en su amor. La Eucaristía nos cristifica, nos hace cristianos.
                La Eucaristía no sólo es comida y bebida, es también reunión de creyentes. Al comulgar con Cristo hemos de comprometernos a comulgar con los hermanos. Es fácil decir sí a Cristo, pero es más difícil decir sí al hermano. No puede haber Eucaristía sin fraternidad, sin una actitud de apertura, de entrega y de unión con los demás.

    LA SEGUNDA TENTACIÓN

    Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
    La segunda tentación
    Ésta paraliza el corazón, encadena la voluntad, hiere mortalmente la esperanza, nos aparta de Dios.
     
    La segunda tentación
    Llega una tentación. De avaricia o de lujuria, de envidia o de soberbia, de pereza o de egoísmo, de vanidad o de ira.

    Si no estuvimos atentos, si no recurrimos a la ayuda divina, la tentación penetra, poco a poco, en el alma. Luego crece desde las pasiones, entre dudas y ansiedades. Al final, sucumbimos. Hemos pecado.

    Entonces puede insinuarse la segunda tentación. Esa que nos hace pensar que no ha pasado nada. O esa que nos dice que es imposible volver a empezar. O esa que nos aparta de Dios: si hemos sido tan malos, ¿con qué cara podemos pedir misericordia?

    La segunda tentación es terrible: paraliza el corazón, encadena la voluntad, hiere mortalmente la esperanza, prepara el terreno a nuevos pecados, nos aparta de Dios.

    Si el pecado ha vencido en nuestras vidas, si nos ha robado la amistad con Dios y la unión con los hermanos, necesitamos más que nunca pedir la gracia del perdón. No podemos permitir que la segunda tentación nos hunda más y más en el mal cometido. No podemos dejar crecer el monstruo de la desconfianza que destruye tantas vidas. No podemos abrir las puertas al pecado diabólico por excelencia: pensar que ni siquiera Dios es capaz de perdonarnos.

    Resistir la primera tentación es posible sólo con Dios. Si el pecado se hizo presente por nuestra culpa, necesitamos más que nunca volver a Dios para resistir al más terrible de los males: la segunda tentación.

    Para ello, hemos de aprender a ver nuestro pecado como Dios lo ve: como la herida en un hijo. Porque para Dios el hijo no deja de serlo si está enfermo. Somos también suyos en medio del lodo del pecado.

    La mirada paterna del Dios de misericordia nos da fuerzas para reemprender la lucha, para acudir al sacramento de la confesión, para amar más porque hemos sido muy amados, para perdonar a mis hermanos porque también yo, mil y mil veces, he sido perdonado...



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Fernando Pascual LC
    Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...