jueves, 26 de enero de 2012

IMAGEN DE JESÚS EUCARISTÍA


HUYE DEL DESIERTO...

Huye del desierto


Hablemos de los desiertos para valorar los oasis. Según los entendidos estos son los más extensos del planeta:

1. El Sahara, en Africa, con una extensión de 9.000.000 de Km cuadrados.

2. El de Arabia, en Asia, con 2.590.000 Km cuadrados.

3. El de Gobi, en China y Mongolia, con un millón de Km cuadrados. Pero hay desiertos más secos e invivibles que los anteriores y son los que creamos con el desamor.

Parece absurdo, pero hay quienes soportan relaciones muertas debido al orgullo y al egoísmo. Relaciones áridas y sin vida sostenidas por la inercia, mantenidas por la costumbre y apoyadas en las apariencias.

Relaciones enfermizas que deben tener dos salidas: Acabarlas o renovarlas buscando ayuda. Dios quiera que centrados en Ser más que en tener, elijamos amarnos y amar para hacer de la vida un oasis de paz.

Es de locos crear infiernos de egoísmo en lugar de crear el cielo con el amor. ¡Animo! elige vivir y huye del desierto del egoísmo.

SE DIGNO DE CONFIANZA...

Se digno de confianza
Autor: L.Ronald Hubbard



A menos que uno pueda tener confianza en la integridad de aquellos que le rodean, uno mismo corre un riesgo. Cuando aquellos con los que uno cuenta le decepcionan, su propia vida puede volverse desordenada e incluso su propia supervivencia puede ser puesta en peligro.

La confianza mutua es el pilar fundamental más firme de las relaciones humanas. Sin ésta, toda la estructura se viene abajo.

El ser digno de confianza es un bien altamente estimado. Cuando lo tiene, uno es considerado valioso. Cuando lo ha perdido, a uno se le puede considerar inservible.

Uno debería lograr que otros a su alrededor lo demuestren y lo merezcan. Como consecuencia se volverán mucho más valiosos para ellos mismos o para otros.

Cumple con tu palabra una vez dada. Como uno acepta un compromiso o hace una promesa o un juramento, uno debe hacer que se vuelva realidad. Si uno dice que va a hacer algo , debe hacerlo. Si uno dice que no va a hacerlo , no lo debe hacer.

El respeto de uno hacia otro está basado , en una pequeña medida, en si la persona mantiene o no su palabra. Hasta los padres , por ejemplo, se sorprenderían de la medida en que desmerecen ante la opinión de sus hijos, cuando una promesa no se cumple.

A la gente que cumple con su palabra se le tiene confianza y se le admira. A la gente que no lo hace, se le considera irresponsable y hay hasta quienes les llame basura. Aquellos que rompen su palabra frecuentemente, nunca obtienen otra oportunidad.

Una persona que no cumple con su palabra puede encontrarse pronto enredada y atrapada en toda clase de «garantías» y «restricciones», y hasta puede encontrarse a sí misma aislada de las relaciones normales con otros. No hay auto-exilio más completo de los compañeros de uno que el dejar de cumplir las promesas una vez hechas.

Uno nunca debería permitir que otro dé su palabra a la ligera. Y uno debería insistir en que, cuando se hace una promesa, ésta se debe cumplir. La vida de uno mismo puede volverse muy desordenada al tratar de asociarse con gente que no cumple con sus promesas. No es cosa del azar.

El camino a la felicidad es mucho más fácil de recorrer con gente en la que uno puede confiar.

SEÑOR DESEO AMARTE TODAVÍA MÁS EN LA EUCARISTÍA...


Autor: P. Cristóforo Fernández | Fuente: Catholic.net
Señor deseo amarte todavía más en la Eucaristía
Cuando Cristo en la Eucaristía es amado, se convierte en la gran fuerza del alma, consuelo en el dolor, compañía en la soledad.



Señor deseo amarte todavía más en la Eucaristía

Algunos cristianos, que alguna vez han llegado a sufrir en carne propia dolores escruciantes, -por ejemplo, el de una gran soledad-, han percibido el consuelo que dimana de los Sagrarios donde está presente el Señor, en medio del olvido de los hombres, incluidos los más cercanos y amados, se sintieron confortados íntimamente por la compañía del amigo, del que permanece fiel en el tiempo y en la eternidad.

En los campos de concentración, durante la segunda guerra mundial, algunos de los prisioneros celebraban a escondidas la Santa Misa; a los moribundos se les iluminaba el rostro. Cuando Pío IX, acosado por as tropas de Napoleón, tuvo que huir por la puerta trasera del Palacio de Letrán, bajo su disfraz de párroco, llevaba a Jesús Sacramentado, oculto y colgado de un hostiario sobre el pecho, como único compañero de su destierro.

Percibir, pues, con tan viva emoción la presencia de Dios es el resultado de esa experiencia de fe intensa, y también, de un amor muy personal y cercano a ese Cristo del Tabernáculo. Exactamente lo contrario a la lejana, nebulosa, fría idea de Dios y de su presencia, que se percibe en los que visitan las grandes catedrales y se impresionan por su belleza, pero no reparan en el insondable amor de Dios que está encerrado en el Sagrario; igual a como lo está en otros miles de ellos, quizás pobres y sencillos, alrededor del ancho del mundo.

Cuando Cristo en la Eucaristía es amado, se convierte en la gran fuerza del alma. En la historia de los mártires del coliseo romano se puede leer cómo ellos se robustecían con el Pan de la Vida antes de salir a la arena al encuentro de las fieras y cómo dejaban admirado al pueblo vociferante, por la alegría y la luz que irradiaban sus rostros y que manifestaban también sus jubilosos cantos y sus vestidos festivos.: ¿qué tiene está religión que hace a los cristianos enfrentarse así a la muerte? se preguntaban todos. Nosotros sabemos que Cristo, al que previamente habían recibido en la comunión, les daba esa alegría. Y ese mismo Cristo es el que aún está con nosotros, para dar a todos cuantos le siguen hoy también la capacidad, incluso heroica, de las virtudes cristianas, de la virginidad y del martirio cuando son necesarios. Cristo está allí, en el tabernáculo, a nuestra disposición, para cuando lo queramos.

La Eucaristía, don de amor

Juan introduce los relatos de la Última Cena y de la Pasión con un pensamiento sobre el amor de Jesucristo a los hombres: Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo (Jn 13, 1): ¡fue su manifestación superior!.

La institución sacramental de esa divina presencia en el pan y el vino la describen los Evangelistas y contemplando la de Lucas 22, 14-20, el corazón no puede menos que temblar
- de amor: amor es la respuesta al amor;
- de gratitud: sintiendo, sobre todo, la falta de cualquier merecimiento y comprendiendo que todo es dignación divina;
- de respeto: pues nos llena de silencio, admiración, adoración.

Él había dicho: Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos (Jn 15, 13). Jesús en la Cena del jueves llevó a cabo, de manera real aunque misteriosa pero real, la entrega que, luego el Viernes, fue todo dolor y muerte. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: Bebed de ella todos, porque esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados...... (Mt 26, 27-28): ese “derramada” está indicando la identidad entre el Jueves y el Viernes Santo.

Pablo exclamaba emocionado: Me amó y se entregó por mí. (Gal 2, 20). Amó a su Iglesia, y se entregó por ella (Ef 5, 25).

La Eucaristía, don de presencia y compañía.

Haced esto en recuerdo mío (Lc 22, 19). Estas palabras siguieron a las anteriores y conforme a ellas las primeras comunidades cristianas se reunían asiduamente para la "fracción del pan", la celebración más expresiva de su fe en Jesucristo y de su comunión con Él y entre sí . desde el inicio hasta hoy así ha sido entre nosotros los cristianos.

La Eucaristía es, pues, también ese don de la presencia de Cristo viviente en medio de nosotros: Cristo resucitado y vivo, palpitante como entonces en Palestina, sólo que en forma diversa, pero igualmente verdadera. En aquel Jueves Santo, Él sabía que tenía que partir, pero supo maravillosamente inventar el modo de irse y de quedarse a la vez. Por eso parece hermosa la manera de cerrar la narración de la vida de Jesús que usa San Mateo en su Evangelio: "Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del mundo" (Mt 28, 20). Lo comprendemos muy bien al lado de Jesús Eucaristía, aunque es verdad que ésta no es la única forma de su presencia entre nosotros, pero sí ciertamente la más viva, la más intensa, la más activa, la más salvífica.

La Eucaristía, don de fortaleza y fecundidad.

El dolor de la soledad. Es claro que no se trata de soledad por ausencias físicas, sino por incorrespondencias de amor: no se visita a Jesús en el Sagrario, pero es por inderefencia en el amor, o por tibieza en él.

Aún así, el amor de Jesús es inmutable: porque los montes cambiarán de lugar y las colinas se desplazarán, pero mi amor no se apartará de tu lado, y mi alianza de paz no se moverá: así dice el Señor, que tiene compasión de tí (Is 54, 10). ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella pudiera olvidarse, yo no te olvido, pues te llevo tatuado en las palmas de mis manos (Is 46, 15-16)

¡Qué verdad es todo esto en la Eucaristía!: yo me olvido de ese amor palpitante, pero ¡Él no se da por vencido, y su amor terminará por vencer! ¡por vencerme! Allí es Él el gran adorador; allí es el gran santificador. Puede ser verdad que muchos no lo visiten y que otros lo ignoren, pero igualmente lo es que cuantos se acercan a ÉL para verle saben por experiencia el gran consuelo que Él derrama, que de verdad se muestra como "el compañero" que hace "más breve su dolor" desde ese puesto vigilante, amoroso. Como un dulce amigo, o como una buena madre.

Sabía de antemano que se le iba a necesitar porque el camino de la felicidad es duro: es a ratos la experiencia de estar solos, de ser las excepciones en el ambiente general, y lo sufrimos por Él, solamente por Él y Él lo sabe y por eso está ahí para sostenernos. La verdad es que se necesita ese pan de los fuertes.

miércoles, 25 de enero de 2012

ORACIÓN PARA UNA VISITA A JESÚS EUCARISTÍA

ORACIÓN PARA UNA VISITA A JESÚS EUCARISTIA

¡Oh Jesús de mi alma, encanto único de mi corazón!, heme aquí postrado a tus plantas, arrepentido y confuso, como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo, sólo a Ti quiero, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que fuiste en busca de la Samaritana; Tú, que me llamaste cuando huía de Ti, no me arrojarás de tu presencia ahora que te busco.

Señor, estoy triste, bien lo sabes, y nada me alegra; el mundo me parece un desierto. Me hallo en oscuridad, turbado y lleno de temor e inquietudes...; te busco y no te encuentro, te llamo y no respondes, te adoro, clamo a Ti y se acrecienta mi dolor. ¿Dónde estás, Señor, dónde, pues no gusto las dulzuras de tu presencia, de tu amor?

Pero no me cansaré, ni el desaliento cambiará el afecto que me impulsa hacia Ti. ¡Oh buen Jesús! Ahora que te busco y no te encuentro recordaré el tiempo en que Tú me llamabas y yo huía... Y firme y sereno, a despecho de las tentaciones y del pesar, te amaré y esperaré en Ti.

Jesús bueno, dulce y regalado padre y amigo incomparable, cuando el dolor ofusque mi corazón, cuando los hombres me abandonen, cuando el tedio me persiga y la desesperación clave su garra en mí, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene prisionero, aquí y sólo aquí buscaré fuerza para luchar y vencer.

No temas que te abandone, cuando más me huyas, más te llamaré y verteré tantas lágrimas que, al fin, vendrás... Sí..., vendrás, y al posarte, disfrutaré en la tierra las delicias del cielo.

Dame tu ayuda para cumplir lo que te ofrezco; sin Ti nada soy, nada puedo, nada valgo... Fortaléceme, y desafiaré las tempestades.

Jesús, mío, dame humildad, paciencia y gratitud, amor..., amor, porque si te amo de veras, todas las virtudes vendrán en pos del amor.

Te ruego por los que amo... Tú los conoces, Tú sabes las necesidades que tienen; socórrelos con generosidad. Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los que padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores para que no te ofendan y lloren sus extravíos.

Ampara a todos tus hijos, Señor, más tierno que una madre.

Y a mí, que te acompaño cuando te abandonan otros, porque he oído la voz de la gracia; a mí, que no te amo por el cielo, ni por el infierno te temo; a mí, que sólo busco tu gloria y estoy recompensado con la dicha de amarte, auméntame este amor y dadme fortaleza para luchar y obtener el apetecido triunfo.

Adiós, Jesús de mi alma salgo de tu presencia, pero te dejo mi corazón; en medio del bullicio del mundo estaré pensando en Ti, y a cada respiración, entiende. oh Jesús, que deseo ser tuyo. Amén.

viernes, 20 de enero de 2012

RISOTERAPIA

Risoterapia
Autor:  Juan Jesús Priego


Reír es una actividad de lo más saludable. Según el psicólogo estadounidense William Fry, «cinco minutos de risa equivalen a 45 minutos de ejercicio físico. Reír aumenta la capacidad pulmonar, ayuda a la circulación de la sangre, da un masaje vibratorio a todo el cuerpo, aleja temores, elimina toxinas y potencia el sistema inmunológico». Una buena carcajada hace tanto bien como ir a dar una vuelta a trote ligero al parque Tangamanga.

La risa alivia el ansia, saca de la depresión (de la prisión), reduce el estrés, aminora el cansancio, vuelve menos espesa la bruma que nos hace verlo todo negro y aumenta el gozo de vivir.

El llanto, como se sabe, es hijo de la impotencia; cuando sentimos que el mundo nos viene demasiado grande, tan grande que nos aplasta, lloramos: llorar es confesar que no podemos. En cambio, la risa es un grito de victoria; sólo los liberados ríen, es decir, aquellos que reconocen haber podido. John Moned, filósofo de la Universidad de South Florida, dice que «la primera vez que el hombre rió debió ser como un gesto de alivio después de haber pasado por algún peligro». Sí, seguramente así debió haber sido. Como en los buenos chistes, que antes hay que oírlos para reírlos, la risa viene siempre después. Es un gesto de liberación, una especie de «¡uf!» que suele exhalar el cuerpo cuando el peligro se ha ido.

Para Peter L. Berger, el famoso sociólogo de la religión, la risa es un anticipo de la vida redimida. Reímos porque de alguna manera nos consideramos salvados, porque la amenaza de la muerte ha sido abolida, porque el peligro ha quedado atrás. La risa es una garantía de la salvación, una especie de sacramento de la hilaridad que reinará en el cielo.

Tan saludable es la risa que William Fry ha decidido crear con ella un método de curación llamado risoterapia. Esto significa que muy pronto empezarán a multiplicarse los maestros y los libros que nos invitarán a reír a carcajada abierta como una manera de conservarnos sanos. Cosa que, siendo sincero, ya no me gusta tanto, porque me parece que si le quitamos a la risa su gratuidad, eso que los filósofos llamarían su incondicionalidad, de la risa no queda nada. La verdad es que no me imagino a alguien riéndose solo, o desternillándose a carcajadas frente a otro únicamente para relajar sus maltrechos pulmones.

Imagine que vamos usted y yo por una calle de la ciudad y que de repente empiezo a ejecutar la terapia que me haya impuesto el risoterapeuta o como se llame el especialista de esta nueva «ciencia». Usted podría pensar, por ejemplo: «Vaya, después de todo no soy tan desagradable como había pensado que era (en el fondo, todos, en algún momento, hemos pensado que acaso éramos desagradables); miren cómo se ríe este señor por lo que acabo de decirle. En mi próxima reunión de trabajo volveré a contar esta anécdota aprovechando que no es tan mala, a juzgar por ver la gracia que ha ocasionado». En el fondo usted se alegraría por haberme hecho pasar un buen rato. Pues bien, ¿qué sentiría si le confesara que no es ni su persona ni sus historias lo que me han hecho doblar de risa sino la necesidad de poner en práctica el ejercicio número 14, según el cual entre las 10:29 y las 11:45 debo reírme por lo menos 2 minutos?

La risa debe ser, ante todo, la celebración del otro. La celebración de su palabra y de su presencia. Pero si la celebración se convierte en un pretexto para la disminución de mi estrés o para el fortalecimiento de mi sistema inmunológico, entonces la risa queda transformada en uno de los recursos de mi egoísmo, es decir, en una burla.

A mi entender, la verdadera risoterapia, o curación a través de la risa, tendría que ser aquella que nos invite a alegrarnos de vivir, de estar contentos por habitar un mundo que es gobernado por Dios con amor y cuidado, por ser eternos, por haber sido redimidos y estar rodeados de seres a los que podríamos encontrar y querer.

La risa, para que sea de veras curativa, tiene que ser una risa profunda, nacida –como dijo Berger- de la convicción de que el mundo está en orden y de que somos amados en él. Y si de la meditación de lo que todo esto significa brota una sonora carcajada, mejor que mejor.


Fuente: elobservadorenlinea.com

EDUCAR LA CONFIANZA...

Educar en la confianza


1) Para saber

Este comienzo de un Año nuevo es don de Dios a la humanidad, ha dicho el Papa Benedicto XVI, y es una invitación para desear a todos, con mucha confianza y afecto, que este tiempo que tenemos por delante esté marcado por la justicia y la paz.

¿Con qué actitud debemos mirar el nuevo año? El Papa nos recuerda que la Sagrada Escritura, en el salmo 130, nos invita a mirar el futuro con una sólida esperanza, sabiendo que vendrá la luz, la misericordia y la salvación. Esta espera nacía se saberse un pueblo elegido al cual Dios lo había educado para mirar el mundo en su verdad y a no dejarse abatir por las tribulaciones.

El Papa nos invita a vivir este año 2012 con la misma actitud de confianza. Ahora el Pueblo de Dios se ha abierto para todos y es la Iglesia. Contamos con la seguridad de tener esa luz y misericordia en la Persona de Jesucristo.

Dios también nos ha ido educando en esa confianza para que no perdamos la paz.

2) Para pensar

Una historia verídica nos da una lección sobre la confianza.

En agosto de 1918, un velero estaba siendo remolcado por un barco en el Río Niágara, cuando el mecate que lo jalaba se reventó y, para angustia de todos, el velero, con sus dos tripulantes, quedó a la deriva. Lo peor era que ya estaban cerca de las famosas cataratas.

Las fuertes corrientes condujeron directamente al barco hacia las cataratas. Nadie podía hacer nada ante la impetuosa agua del río. Espantados esperaban un final desastroso.

Los dos hombres, ya desesperanzados y desesperados, creían que caerían de un momento a otro. Sin embargo, cuando estaban a punto de caer, el velero encalló en algunas rocas prácticamente en la misma orilla de la catarata.

Pasaron una noche ahí encallados, casi muertos de miedo, de que en cualquier momento se desatoraran y fueran a caer al abismo. Pero no sucedió nada. Los dos hombres que estaban a bordo fueron rescatados el día siguiente.

Ellos pasaron una noche de terror esperando caer en cualquier momento. Podemos pensar que rezarían como nunca. Eso aconteció hace casi cien años y el viejo velero continúa ahí, atascado en el mismo lugar. Hay fotos actuales que lo atestiguan. Jamás sucedió lo que se temía tanto.

Podríamos pensar que realmente, de saber el resultado final y que el barco pasaría ahí cien años, no había motivo para preocuparse, aunque es comprensible su miedo.

De la misma forma, muchas de las cosas que nos preocupan no suceden realmente, solo pasan en nuestra imaginación que nos hace agrandar la mayoría de los problemas. Y, lo que es peor, nos hace perder la paz y alegría. Tal vez si quitáramos esas fantasías podríamos afrontar con confianza y paz los verdaderos problemas.

3) Para vivir

El Papa no es indiferente a los muchos problemas que aquejan hoy en día a la humanidad y a tantos hogares. De hecho los menciona en su mensaje de inicio de año. No obstante, también es consciente de que no estamos solos. A diferencia del salmista que esperaba al Mesías, nosotros contamos con la seguridad de que ya llegó y trajo el gozoso anuncio de paz, salvación y de la misericordia infinita de nuestro Padre Dios.

El Papa quiere que seamos capaces de saber educar a los demás en esta confianza llena de paz y justicia.

Pbro. José Martínez Colín

TENDER LA MANO...


Tender la mano
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net


Muchos hombres y mujeres sabrán tender la mano a sus semejantes, a los más necesitados de misericordia, de consuelo, de pan y de justicia.




Muchos hombres y mujeres necesitan ayuda. En sus cuerpos, porque están enfermos o sufren hambre. En sus corazones, porque necesitan el bálsamo de la misericordia.

Cristo vino al mundo precisamente para anunciar un mensaje de salvación y de consuelo. Dio de comer a las multitudes, curó a enfermos, consoló a los tristes, resucitó muertos, perdonó pecados.

Luego, encomendó una tarea inmensa a quienes escogió para servir y dar la vida por sus hermanos: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará” (Mc 16,15-16).

La tarea es inmensa, las necesidades incontables, los trabajadores pocos. Además, entre quienes reciben la vocación al sacerdocio o a la vida religiosa, algunos ceden al pesimismo, al desaliento, a la tibieza, a la desesperanza. Otros se apartan de la misión: no llevan el Evangelio, sino que ofrecen ideas más o menos interesantes, pero diferentes del mensaje de Cristo.

El panorama puede parecer desolador. El mundo es demasiado grande, los problemas innumerables, el hambre de Dios agobia a una multitud inmensa de personas.

Sin embargo, Dios no puede dejar a su pueblo. Hoy, como ayer y como mañana, infunde su Espíritu, da fuerzas a los débiles, susurra que ama a cada uno de sus hijos, sostiene a sus enviados para que no sucumban ante la fuerza agobiante del mal.

Desde la experiencia de Dios, muchos hombres y mujeres sabrán tender la mano a sus semejantes, a los más necesitados de misericordia, de consuelo, de pan y de justicia. El milagro de Pentecostés se repetirá, nuevamente, en miles de corazones.

El perdón, entonces, triunfará sobre el pecado. La Eucaristía se convertirá en el alimento de los débiles. La Iglesia, desde su sencillez y su unión profunda con el Maestro, acogerá en sus brazos a millones de almas abiertas a la gracia que viene del Calvario, a la Sangre que nos lava y nos salva.

jueves, 19 de enero de 2012

NO IMPORTA...


No importa...

La gente por lo general, sólo se preocupa por sí mismo.
No importa, quiérela y ten fe en ella.

Si obras bien, dirán que es por motivos ulteriores egoístas.
No importa, obra bien.

Si prosperas, ganas falsos amigos y enemigos verdaderos.
No importa, prospera.

El bien que hagas hoy, se olvidará mañana.
No importa, haz el bien.

Hay gente que necesita ayuda, mas puede atacarte si lo ayudas.
No importa, ayúdala.

En construir, puede ser destruido mañana.
No importa, construye.

Lo que tardas en construir, puede ser destruido mañana.
No importa, construye

ORACIÓN A JESÚS SOLITARIO EN EL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Oración a Jesús solitario en el Santísimo Sacramento

¡Oh Divino Jesús! que durante la noche estáis solitario en tanto tabernáculos del mundo, sin que ninguna de vuestras criaturas vaya a visitaros y adoraros. Yo os ofrezco mi pobre corazón, deseando que todos sus latidos sean otros tantos de amor y adoración. Vos, Señor, estáis siempre en vela bajo las especies Sacramentales, vuestro amor misericordioso nunca duerme ni se cansa de velar por los pecadores.

¡Oh Jesús amantísimo!, ¡Oh Jesús solitario!, haced mi corazón cual lámpara encendida; en caridad se inflame y arda siempre en vuestro amor. Vela ¡oh centinela Divino!, vela por el mísero mundo, por los sacerdotes, por las almas consagradas, las extraviadas, por los pobres enfermos cuyas noches interminables necesitan tu fortaleza y tu consuelo, por los moribundos y por ésta tu humilde sierva que, para mejor servirte, descansa pero sin alejarse de Ti, de tu Sagrario... donde vives en la soledad y el silencio de la noche.

Sea siempre bendito, alabado, adorado, amado y reverenciado el Corazón Sagrado de Jesús en todos los Sagrarios del mundo.

Amén.

REZANDO EL PADRE NUESTRO FRENTE A LA EUCARISTÍA


Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
Rezando el Padre Nuestro frente a la Eucaristía
Te pido mi Jesús, que cada vez que rece la oración que tú me enseñaste, lo haga despacio, con calma, con amor.



Rezando el Padre Nuestro frente a la Eucaristía
Estoy frente a ti, Señor, en esta mañana de cielo azul y sol resplandeciente. Me dispongo a rezar, después de saludarte y empiezo:


"Padre Nuestro... me detengo y llega hasta mi como un relámpago la escena en que tú, Jesús, les decías a aquel grupo de hombres que habías escogido, que te seguían y que te veían orar.

Te preguntaron cómo debían orar y tú dijiste:

Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. (Mt 6, 9-13)

Y añadiste: Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes. (Mt 6, 9-15)

Me detengo unos momentos para pensar lo que estoy diciendo, ya que generalmente esa oración es una rutina en mi vida.

Su comienzo es toda una maravilla de grandeza, de fuerza, de ternura... y revelada por ti, Señor, porque sino ¿quién se atrevería a llamar PADRE, al Omnipotente, al Creador del cielo y de la tierra, a la Divinidad, al Todopoderoso, al que dijo: "Yo Soy El que Soy"? Pues bien, Jesús, tú que eres su Hijo, dijiste que es así como le podemos llamar, con plena confianza, con respeto pero con mucho amor: Padre

También nos dices que hay que santificar ese NOMBRE, que debemos darle todo el respeto y la gloria de que es merecedor y después añades una petición: Que venga tu Reino, ese Reino por el que Tú te hiciste hombre y es el que viniste a anunciar y que fue el causante de tu muerte y nos sigues pidiendo que recordemos que es también nuestra misión el anunciarlo.

Y lo que sigue, ¡qué bien lo sabes tú, Jesús! Cada día, en todos los rincones de la Tierra hay alguien que te dice, aún con lágrimas en los ojos y el corazón roto de dolor, ¡hágase tu Voluntad! ¡Qué difícil, cómo cuesta dejar todo en tus manos y aceptar tu Voluntad!

Y sigue otra petición: Nuestro pan Señor que no nos falte. ¡Que todos tus hijos, sin distinción de razas y credos, tengan el alimento de cada día, ya que a ti te preocupaba y apenaban aquellos hombres que te seguían y no tenían que comer y que tenían hambre... y lleno de piedad hiciste uno de los milagros más hermosos. Ahora nos toca a nosotros luchar porque llegue el día en que no exista el hambre en esta Tierra.
Y lo más importante, que nunca nos falte TU Pan, la Eucaristía, que siempre podamos recibirla, que aumentes nuestra fe para amar cada día más Tu presencia en ese pequeño pedacito de Pan donde quieres quedarte con nosotros para siempre.

Y luego, la petición de la humildad pidiendo perdón de nuestras ofensas, pero ese perdón, lleva una condición. ¡Ay, Jesús, esa condición, tú lo sabes porque conoces nuestro corazón, cómo nos cuesta! Mira que le ponemos al Padre, el ejemplo de que nos perdone "cómo nosotros perdonamos" y nosotros somos los que siempre decimos: "¡yo eso no lo voy a perdonar, no puedo, me han hecho demasiado daño o es una persona que no la soporto, me cae muy mal y no la voy a perdonar!" o "yo perdono pero... no olvido". ¡Ay, Jesús!, tú que sabes y recuerdas que diste hasta la última gota de tu preciosa sangre para que fuésemos perdonados y sabes también que esa es la condición del amor por nuestros semejantes. Perdonar y olvidar, porque así es el perdón que Dios, nuestro Padre, nos da. Y nosotros sabemos muy bien cómo es nuestro perdón...

Ya voy a terminar la oración más hermosa que nos pudiste enseñar, pidiendo: Que no nos dejes caer en la tentación, qué seamos fuertes para no rendirnos a los mil sortilegios y engaños del enemigo de ese Dios que tanto nos ama y ¡líbranos del mal! Si, líbranos de ese mal y de tantos males para que no echen raíces en nuestro corazón, y nos puedan alejar de nuestro Padre Dios.

Bendita, como ninguna, la oración del Padre Nuestro, que siendo tan hermosa la decimos todos los días pero tan rutinariamente que no le podemos dar todo el maravilloso sentido y poder que ella encierra.

Te pido mi Jesús, que cada vez que rece la oración que tú me enseñaste, lo haga despacio, con calma, con amor, sabiendo que la dirijo a mi Padre Bueno que me escucha y me ama.

Gracias por estar presente en la Eucaristía... gracias por Tu Pan de cada día.




  • Preguntas o comentarios al autor
  • Ma. Esther de Ariño

    JESÚS EUCARISTÍA...

    Jesús Eucaristía

    ¡ Jesús Eucaristía!
    ¡ Tú eres mi Dios y mi todo!
    Y por eso en estos momentos quiero
    profundizar en esta trascendental
    verdad.

    ¡ Jesús Eucaristía!
    ¡ Tú eres mi Dios y mi todo!
    Sé que muchas cosas me sobran
    y quiero prescindir libremente de ellas
    pero de tí, es absolutamente imposible
    que yo pueda abstenerme... porque
    Tu eres el Señor de mi vida, el dueño
    absoluto de mis aspiraciones y demás
    sentimientos, el ideal y la razón cabal
    de toda mi existencia.

    ¡ Jesús Eucaristía!
    ¡ Tú eres mi Dios y mi todo!
    Háblame en lo más profundo de mi ser.
    Revélame tu amor y tu misterio.
    Comunícame tu luz y tu verdad suprema
    hazme experimentar viva y poderosamente
    que Tú solamente tú.
    eres lo único  necesario en mi vida.

    ¡ Jesús Eucaristía!
    ¡ Tú eres mi Dios y mi todo!
    Tú eres el motivo de mi contemplación,
    el anhelo constante de todos mis
    pensamientos, la meta de todas mis
    acciones, el objetivo de todas mis
    aspiraciones.

    ¡ Jesús Eucaristía!
    ¡ Tú eres mi Dios y mi todo!
    Que la creación te glorifique,
    los volcanes proclamen tu poder,
    la tempestad tu omnipotencia,
    los ríos y las praderas tu suavidad
    y armonía, los cielos y los espacios
    canten tu excelsa gloria.

    ¡ Jesús Eucaristía!
    ¡ Tú eres mi Dios y mi todo!

            Amén.

    miércoles, 18 de enero de 2012

    SABÍAS QUE...


    EL TAMAÑO DE LAS PERSONAS

    EL TAMAÑO DE LAS PERSONAS


    Robert Pershing Wadlow, la persona más alta del mundo hasta ahoraUna persona es enorme para uno cuando habla de frente y vive de acuerdo a lo que habla, cuando trata con cariño y respeto, cuando mira a los ojos y sonríe inocente.

    Es pequeña cuando solo piensa en sí misma, y le hace creer a los otros que piensa en ellos cuando se comporta de una manera poco gentil, cuando no apoya, cuando abandona a alguien justamente en el momento en que tendría que demostrar lo que es mas importante entre dos personas: La Amistad,el compañerismo, el cariño, el respeto, el celo y asimismo el amor

    Una persona es gigante cuando se interesa por tu vida, cuando busca alternativas para tu crecimiento, cuando sueña junto contigo…
    Cuando trata de entenderte aunque no piense igual

    Una persona es grande cuando perdona, cuando comprende, cuando se coloca en el lugar del otro, cuando obra, no de acuerdo con lo que esperan de ella, pero de acuerdo con lo que espera de si misma.

    Una persona es pequeña cuando se deja regir por comportamientos estereotipados. Cuando quiere quedar bien con todos, cuando maneja a la gente como un titiritero y lamentablemente siempre hay gente que no tiene convicciones y se deja manejar….

    Una misma persona puede aparentar grandeza o pequeñez dentro de una relación, puede crecer o disminuir en un corto espacio de tiempo.

    Una decepción puede disminuir el tamaño de un amor que parecía ser grande. Una ausencia puede aumentar el tamaño de un amor que parecía ser ínfimo. Una decepción puede terminar con el respeto por alguien…de muchos… Una acción correcta puede enaltecer a otros

    Es difícil convivir con esta elasticidad: las personas se agigantan y se encogen a nuestros ojos, ya que nosotros juzgamos a través de centímetros y metros, acciones y reacciones, de verdades o falsedades, de expectativas y frustraciones.

    Una persona es única al extender la mano, y al recogerla inesperadamente, se torna otra. El egoísmo unifica a los insignificantes,a los perdedores, a los falsamente llamados diplomáticos No es la altura, ni el peso,ni la belleza ni un titulo o mucho dinero lo que convierte a una persona en grande… es ,su honestidad, su decencia…su amabilidad y respeto por los sentimientos e intereses de los demás. Por su sensibilidad sin tamaño…

    LA PAZ


    LA BUSQUEDA DE LA FELICIDAD

    La búsqueda de la felicidad


    El actor John Barrymoore solía decir: "la felicidad a menudo se cuela por una puerta que inadvertidamente hemos dejado abierta".

    Ello implica que, en muchas ocasiones, la gente no conoce, no ve, o no deja entrar a la felicidad en su vida. Y lo triste es que la vida pasa rápidamente, y cuando menos se lo imagina, han trascurrido muchos años desperdiciados por la amargura y la falta de cariño.

    La felicidad no es el resultado de fórmulas o de recetas, aunque podemos seguir el buen ejemplo de ciertos individuos cuyos testimonios revelan que fueron felices.

    Dentro de las características que tienen aquellos que alcanzaron la felicidad se encuentra la capacidad de servir al prójimo.

    Es decir son más felices aquellos que deciden obrar en bien de sus semejantes que aquellos que lo exigen todo para sí mismos.

    Y es que el egoísmo es una de las principales causas de insatisfacción e infelicidad.

    Un hermoso ejemplo de servicio lo tenemos en la naturaleza. Dentro de ella todo, con excepción del ser humano, vive para servir a otros.

    El agua, el aire, la luz del sol, las plantas etc., tienen una intrínseca ley de servicio al prójimo. No obstante, el aprecio no debe ser exclusivo de los demás.

    Usted tiene el mismo valor que su prójimo.

    ¡Entonces haga algo en favor de usted mismo! ¡Sí! Mejore su salud, desarrolle sus capacidades intelectuales, aprenda un nuevo oficio, etc.

    En verdad, al mejorar en los distintos aspectos de su vida se sentirá mucho mejor. Recuerde que nadie es feliz solo.

    Luche por hacer feliz a otra persona y logrará grandes avances en “la búsqueda de la felicidad”.  

    COMPARTIENDO LA LUZ...

    Autor: P. Dennis Doren L.C. | Fuente: Catholic.net
    Compartiendo la Luz
    Que Dios nos dé siempre la luz para iluminar a todos los que pasen por nuestro lado.
     
    Compartiendo la Luz

    ¡Qué paz trae a nuestro corazón la seguridad de caminar por la vida en el camino correcto!

    ¡Cómo en este caminar de nuestra vida, el ejemplo de las personas deja una marca imborrable!

    Tantas y tantas experiencias en donde hemos visto y tocado con nuestras manos y corazón la bondad, la servicialidad, una muestra de cariño, un consejo, o la ayuda en un momento difícil de nuestra vida; estoy seguro que ese gesto no ha caído al vacío, no se ha perdido. Todos tenemos un importante papel que desempeñar, todos estamos llamados a ser luz, apoyo, guía de los demás; en definitiva, todos necesitamos de todos para llenar nuestra vida de la verdadera luz, la luz de Dios, que es la luz del amor y de la felicidad.

    Un filósofo contó a sus discípulos la siguiente historia:

    "Varios hombres habían quedado encerrados por error en una oscura caverna donde no podían ver casi nada. Pasó algún tiempo y uno de ellos logró encender una pequeña tea; pero la luz que daba era tan escasa, que aun así no se podía ver nada. Al hombre, sin embargo, se le ocurrió que con su luz podía ayudar a que cada uno de los demás prendiera su propia tea, y así, compartiendo la llama con todos, la caverna se iluminó".

    Uno de sus discípulos preguntó: -¿qué nos enseña maestro este relato?

    Y él contestó: -Nos enseña que nuestra luz sigue siendo oscuridad si no la compartimos con el prójimo. Y también nos dice que el compartir nuestra luz no la desvanece, sino que por el contrario, la hace crecer. El compartir nos enriquece en lugar de hacernos más pobres. Los momentos más felices son aquellos que hemos podido compartir.

    Que Dios nos dé siempre la luz para iluminar a todos los que pasen por nuestro lado.

    La verdadera amistad es flor, que se siembra con honestidad, se riega con afecto y crece a la luz de la comprensión. Si una vela enciende a otra, así pueden llegar a brillar miles de ellas. De igual modo, si iluminas tu corazón con amor, puede que ilumines a otro corazón. Mi deseo en este día para tí es: que sonrías, que seas amable, que te muestres interesado por las personas, y así, tu luz brillará y ésta hará que otra luz se encienda cerca de tí. Hoy nos toca a nosotros.

    En los años que llevas de vida ¿a cuántos has iluminado?, ¿con quién has compartido tu luz? Espero que no te hayas cansado de seguir haciéndolo, porque lamentablemente los hombres somos así, nos cansamos.

    Recuerda: Que tu luz, si no la compartes, seguirá siendo oscuridad; tu luz, nos diría Jesús, no es para que la escondas debajo de la cama o en el armario de tus egoísmos, es para que ella, uniéndose a todos los que queremos iluminar a este mundo, se sume a la gran antorcha humana, que en definitiva es el reflejo de Dios en el mundo.

    Tú eres importante ¡y vaya que sí lo eres! y todos esperamos mucho de tí. Comparte hoy tu luz y verás ¡qué feliz serás!




  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Dennis Doren LC

    martes, 17 de enero de 2012

    MANTÉN EL BUEN HUMOR..


    Mantén el buen humor...
    Autor: César Borges


    Mantén el buen humor en cualquier circunstancia.
    Y trata de mantener vivo el buen humor de todas las personas
    que te encuentran en la vida.
    La alegría es medicina divina.
    La tristeza, en cambio, nos hunde en un mar de barro,
    que salpica y ensucia a los que se nos acercan.

    En los sufrimientos y penas también trata de ser alegre,
    porque la alegría es la mejor medicina para conseguir la felicidad.

    Convéncete de que la alegría de la vida no te puede
    llegar de afuera.
    Podrás hallar la felicidad cuando puedas hacerla brotar
    de tu corazón, cuando aprendas ayudar a todos,
    sin preferencias, con tus obras, palabras y pensamientos.

    VEN ESPÍRITU SANTO...

    Ven Espíritu Santo


    Ven, Espíritu Santo,
    Llena los corazones de tus fieles
    y enciende en ellos
    el fuego de tu amor.
    Envía, Señor, tu Espíritu.
    Que renueve la faz de la Tierra.


    Oración:

    Oh Dios,
    que llenaste los corazones de tus
    fieles con la luz del Espíritu
    Santo; concédenos que,
    guiados por el mismo Espíritu,
    sintamos con rectitud y
    gocemos siempre de tu consuelo.
    Por Jesucristo Nuestro Señor.
    Amén.

    IRÉ CONTIGO SEÑOR...

    Iré contigo, Señor.

    Para sabiendo y viendo dónde vives y cómo vives,vivir para Ti, contigo y para los demás.
    Porque, mis días, no siempre están colmados de vida,ni mis labios desgranan palabras de verdad.
    Porque, mis caminos, no siempre son los tuyos,ni mis verdades son la Verdad de tu Reino.

    Iré contigo, Señor.
    Para servirte anunciando tu Evangelio y, pregonándolo de balde,saber que es lo más grande que me puede ocurrir,lo más grandioso que, en tu nombre, yo puedo hacer.

    Iré contigo, Señor.
    Y, donde tú vayas, contigo y por Ti lo haré:
    Si hay sufrimiento, seré mano tendida.
    Si brota el llanto, desdoblaré el pañuelo de mi consuelo.
    Si no amanece, irradiaré la luz de tu presencia.

    Iré contigo, Señor.
    Porque, ir agarrado de tu mano,
    es sentir que el cielo me aguarda .
    Es creer en un mañana mejor.
    Es añorar esa Ciudad sin lágrimas ni dolor.

    Iré contigo, Señor.
    Y, cuando vea dónde y cómo vives,
    sabré que el AMOR lo puede todo,
    entenderé que el AMOR lo vale todo,
    comprenderé que el AMOR lo inunda todo.

    Iré contigo, Señor.
    Porque, vivir dónde Tú vives,
    es tal vez, y con mucho, el mejor lugar
    donde ser feliz y permanecer para siempre.
    Amén.


    P. Javier Leoz
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