domingo, 21 de agosto de 2011

GRACIAS A DIOS

GRACIAS A DIOS...

Gracias a Dios, hay personas que se preocupan del cuidado y el bienestar ajenos. Tal vez conozco a personas abnegadas, que brindan un muy necesario servicio y atenciones, a mí o a mis seres amados; quizás estoy rezando con ellas. En todo el mundo, profesionales, familiares y amigos son manos que brindan ayuda.

Cuidar de otros día tras día requiere ser responsable, compasivo y, sobre todo, afectuoso. Dios obra por intermedio de los curadores y les proporciona fe, seguridad y sabiduría para enfrentar todo tipo de situaciones.

Extiendo mi amor y mis bendiciones a los curadores que conozco y a los del mundo entero, afirmando esta plegaria: Dios bendice a todos los curadores con la fortaleza y el valor necesarios para cuidar a los demás.
Dios bendice los curadores de nuestro mundo con fortaleza, coraje y amor.

RAÍCES PROFUNDAS

Autor: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
Raíces profundas
Siempre habrá una tempestad en algún momento de nuestras vidas, porque, queramos o no, la vida no es muy fácil.
 
Raíces profundas

Tiempo atrás, yo era vecino de un médico, cuyo "hobby" era plantar árboles en el enorme patio de su casa. A veces observaba, desde mi ventana, su esfuerzo por plantar árboles y más árboles, todos los días.

Lo que más llamaba mi atención, entretanto, era el hecho de que él jamás regaba los brotes que plantaba. Noté después de algún tiempo, que sus árboles estaban demorando mucho en crecer.

Cierto día, resolví entonces aproximarme al médico y le pregunté si él no tenía recelo de que las plantas no creciesen, pues percibía que él nunca las regaba. Fue cuando, con un aire orgulloso, él me describió su fantástica teoría.

Me dijo que, si regase sus plantas, las raíces se acomodarían en la superficie y quedarían siempre esperando por el agua fácil, que venía de encima. Como él no las regaba, los árboles demorarían más para crecer, pero sus raíces tenderían a migrar para lo más profundo, en busca del agua y de las varias nutrientes encontradas en las capas más inferiores del suelo.

Así, los árboles tendrían raíces profundas y serían más resistentes a las intemperies. Y agregó que él frecuentemente daba unas palmadas en sus árboles, con un diario doblado, y que hacía eso para que se mantuviesen siempre despiertas y atentas. Esa fue la única conversación que tuvimos con mi vecino.

Tiempo después fui a vivir a otro país, y nunca más volví a verlo.

Varios años después, al retornar del exterior, fui a dar una mirada a mi antigua residencia. Al aproximarme, noté un bosque que no había antes.
¡¡Mi antiguo vecino, había realizado su sueño!!.

Lo curioso es que aquel era un día de un viento muy fuerte y helado, en que los árboles de la calle estaban arqueados, como si no estuviesen resistiendo al rigor del invierno. Entretanto, al aproximarme al patio del médico, noté cómo estaban sólidos sus árboles: prácticamente no se movían, resistiendo estoicamente aquel fuerte viento.

Qué efecto curioso, pensé...
Las adversidades por las cuales aquellos árboles habían pasado, llevando palmaditas y habiendo sido privados de agua, parecía que los había beneficiado de un modo que el confort y el tratamiento más fácil jamás lo habrían conseguido.

Todas las noches, antes de ir a acostarme, doy siempre una mirada a mis hijos. Observo atentamente sus camas y veo cómo ellos han crecido.

Frecuentemente rezo por ellos. En la mayoría de las veces, pido para que sus vidas sean fáciles, para que no sufran las dificultades y agresiones de éste mundo... He pensado, entretanto, que es hora de cambiar mis ruegos.

Ese cambio tiene que ver con el hecho de que es inevitable que los vientos helados y fuertes nos alcancen. Sé que ellos encontrarán innumerables dificultades y que, por tanto, mis deseos de que las dificultades no ocurran, han sido muy ingenuos. Siempre habrá una tempestad en algún momento de nuestras vidas, porque, queramos o no, la vida no es muy fácil.

Al contrario de lo que siempre he hecho, rezaré para que mis hijos crezcan con raíces profundas, de tal forma que puedan retirar energía de las mejores fuentes, de las más divinas, que se encuentran siempre en los lugares más difíciles.

Pedimos siempre tener facilidades, pero en verdad lo que necesitamos hacer es pedir para desenvolver raíces fuertes y profundas, de tal modo que cuando las tempestades lleguen y los vientos helados soplen, resistamos bravamente, en vez de que seamos subyugados y barridos por el viento.

SI DESEO VIVIR EN UN MUNDO DE PAZ

SI DESEO VIVIR EN UN MUNDO DE PAZ...

Si deseo vivir en un mundo de paz, entonces debo asegurarme de ser una persona pacífica.
Sea cual sea el comportamiento de los demás, yo estoy en paz en mi corazón.
Declaro la paz en medio del caos y la locura.
Rodeo de paz y amor todas las situaciones difíciles.
Envío pensamientos de paz a todas partes del mundo donde hay problemas.
Si deseo que el mundo mejore, es necesario que cambie mi forma de verlo.
Me dispongo a ver la vida de una manera muy positiva.
Sé que la paz comienza con mis propios pensamientos.
Cuando tengo pensamientos pacíficos, me conecto con personas de mentalidad pacífica, y juntos contribuimos a traer paz y abundancia a nuestro mundo.

(Louise L. Hay)

sábado, 20 de agosto de 2011

RESPUESTA A LA MARCA LAICA ATEISTA EN MADRID

EN EL CIELO TENEMOS UNA MADRE, EL CIELO TIENE UN CORAZÓN

Autor: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net
En el cielo tenemos una madre, el cielo tiene un corazón
En el cielo está María y es la Madre de Dios, la Madre del Hijo de Dios, es nuestra madre.
 
En el cielo tenemos una madre, el cielo tiene un corazón


Fragmento de la homilía que Benedicto XVI pronunció al presidir la misa de la solemnidad de la Asunción de la Virgen María en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva en Castel Gandolfo. Agosto 2005.

La fiesta de la Asunción es un día de alegría. Dios ha vencido. El amor ha vencido. Ha vencido la vida. Se ha puesto de manifiesto que el amor es más fuerte que la muerte, que Dios tiene la verdadera fuerza, y su fuerza es bondad y amor.

María fue elevada al cielo en cuerpo y alma: en Dios también hay lugar para el cuerpo. El cielo ya no es para nosotros una esfera muy lejana y desconocida. En el cielo tenemos una madre. Y la Madre de Dios, la Madre del Hijo de Dios, es nuestra madre. Él mismo lo dijo. La hizo madre nuestra cuando dijo al discípulo y a todos nosotros: "He aquí a tu madre". En el cielo tenemos una madre. El cielo está abierto; el cielo tiene un corazón.

En el «Magníficat», esta gran poesía que brotó de los labios, o mejor, del corazón de María, inspirada por el Espíritu Santo. En este canto maravilloso se refleja toda el alma, toda la personalidad de María. Podemos decir que este canto es un retrato, un verdadero icono de María, en el que podemos verla tal cual es.

Quisiera destacar sólo dos puntos de este gran canto. Comienza con la palabra «Magníficat»: mi alma "engrandece" al Señor, es decir, proclama que el Señor es grande. María desea que Dios sea grande en el mundo, que sea grande en su vida, que esté presente en todos nosotros. No tiene miedo de que Dios sea un "competidor" en nuestra vida, de que con su grandeza pueda quitarnos algo de nuestra libertad, de nuestro espacio vital. Ella sabe que, si Dios es grande, también nosotros somos grandes. No oprime nuestra vida, sino que la eleva y la hace grande: precisamente entonces se hace grande con el esplendor de Dios.

El hecho de que nuestros primeros padres pensaran lo contrario fue el núcleo del pecado original. Temían que, si Dios era demasiado grande, quitara algo a su vida. Pensaban que debían apartar a Dios a fin de tener espacio para ellos mismos. Esta ha sido también la gran tentación de la época moderna, de los últimos tres o cuatro siglos. Cada vez más se ha pensado y dicho: "Este Dios no nos deja libertad, nos limita el espacio de nuestra vida con todos sus mandamientos. Por tanto, Dios debe desaparecer; queremos ser autónomos, independientes. Sin este Dios nosotros seremos dioses, y haremos lo que nos plazca".

Este era también el pensamiento del hijo pródigo, el cual no entendió que, precisamente por el hecho de estar en la casa del padre, era "libre". Se marchó a un país lejano, donde malgastó su vida. Al final comprendió que, en vez de ser libre, se había hecho esclavo, precisamente por haberse alejado de su padre; comprendió que sólo volviendo a la casa de su padre podría ser libre de verdad, con toda la belleza de la vida.

Lo mismo sucede en la época moderna. Antes se pensaba y se creía que, apartando a Dios y siendo nosotros autónomos, siguiendo nuestras ideas, nuestra voluntad, llegaríamos a ser realmente libres, para poder hacer lo que nos apetezca sin tener que obedecer a nadie. Pero cuando Dios desaparece, el hombre no llega a ser más grande; al contrario, pierde la dignidad divina, pierde el esplendor de Dios en su rostro. Al final se convierte sólo en el producto de una evolución ciega, del que se puede usar y abusar. Eso es precisamente lo que ha confirmado la experiencia de nuestra época.

El hombre es grande, sólo si Dios es grande. Con María debemos comenzar a comprender que es así. No debemos alejarnos de Dios, sino hacer que Dios esté presente, hacer que Dios sea grande en nuestra vida; así también nosotros seremos divinos: tendremos todo el esplendor de la dignidad divina.

Apliquemos esto a nuestra vida. Es importante que Dios sea grande entre nosotros, en la vida pública y en la vida privada. En la vida pública, es importante que Dios esté presente, por ejemplo, mediante la cruz en los edificios públicos; que Dios esté presente en nuestra vida común, porque sólo si Dios está presente tenemos una orientación, un camino común; de lo contrario, los contrastes se hacen inconciliables, pues ya no se reconoce la dignidad común. Engrandezcamos a Dios en la vida pública y en la vida privada. Eso significa hacer espacio a Dios cada día en nuestra vida, comenzando desde la mañana con la oración y luego dando tiempo a Dios, dando el domingo a Dios. No perdemos nuestro tiempo libre si se lo ofrecemos a Dios. Si Dios entra en nuestro tiempo, todo el tiempo se hace más grande, más amplio, más rico.

viernes, 19 de agosto de 2011

JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD














¿¿Quién te podrá separar de mi???... Con Dios todo sin Él nada...
JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD - MADRID

RECUERDA DAR GRACIAS


   Recuerda dar Gracias



        Una alma recién llegada al cielo se encontró con San Pedro.  El santo llevó al alma a un recorrido por el cielo.  Ambos caminaron paso a paso por unos grandes talleres  llenos con ángeles.  San Pedro se detuvo frente a la primera sección y dijo: "Esta es la sección de recibo. Aquí, todas las peticiones hechas a Dios mediante la oración son recibidas."  El ángel miró a la sección y estaba terriblemente ocupada con muchos ángeles clasificando  peticiones escritas en voluminosas hojas de papel de personas de todo el mundo.

        Ellos siguieron caminando hasta que llegaron a la siguiente sección y San Pedro le dijo:  "Esta es la sección de empaque y entrega.  Aquí, las gracias y bendiciones que la gente pide, son empacadas y enviadas a las personas que las solicitaron."  El ángel vio cuan ocupada estaba.  Habían tantos ángeles trabajando en ella como tantas bendiciones estaban siendo empacadas y enviadas a la tierra.

        Finalmente, en la esquina más lejana del cuarto, el ángel se detuvo en la última sección.  Para su sorpresa, sólo un ángel permanecía en ella ocioso haciendo muy poca cosa.  "Esta es la sección del agradecimiento" dijo San Pedro al alma.  "¿Cómo es que hay tan poco trabajo aquí?" - preguntó el alma.  "Esto es lo peor"- contestó San Pedro.   "Después que las personas reciben las bendiciones que pidieron,  muy pocas envían su agradecimiento."

        "¿Cómo uno agradece a  las bendiciones de Dios ?" "Simple" - contestó San Pedro,  "Solo tienes que decir, gracias Señor"

BUEN SAMARITANO

Buen Samaritano...

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Si tienes un regalo, no lo ocultes.
Si tienes una canción, cántala.
Si tienes talento, ejercítalo.
Si tienes amor, bríndalo.
Si tienes tristeza, sopórtala.
Si tienes felicidad, compártela.
Si tienes una religión, vive y obra según ella.
Si tienes una oración, dila a los cielos.
Si tienes una palabra dulce, no la retengas.

Porque...

Todos tenemos regalos que podemos dar.
Todos tenemos canciones que podemos cantar
Todos tenemos palabras melodiosas que podemos decir.
Todos tenemos plegarias que podemos orar.
Todos tenemos amor y alegría que podemos dar.
Todos tenemos una vida feliz para vivir.

FELIZ CON LA FELICIDAD DE LOS DEMÁS

Feliz con la felicidad de los demás
Autor:  Padre Justo López Melús

Se trata de un hombre que estaba harto de llorar. Abrió los ojos y vio que tenía delante la felicidad. Estiró la mano y quiso cogerla. La felicidad era un flor; la cogió, pero, al cogerla, ya se había deshojado. La felicidad era un rayo de sol; miró hacia él para calentar su rostro, pero una nube se lo tapó. La felicidad era una guitarra; la acarició con sus dedos, y las cuerdas se desafinaron. Al volver a casa por la noche el hombre seguía llorando.

Al día siguiente siguió buscando la felicidad. Vio a un niño que lloraba; cogió una flor y se la dio: la fragancia de la flor perfumó a los dos. Una mujer temblaba de frío; la llevó hasta el sol y se calentaron los dos. Unos niños cantaban; les acompañó con su guitarra y también él se deleitó. Por la noche, al volver a casa, el buen hombre sonreía de verdad. Había encontrado la felicidad.

LETANIAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS POR SAN JUAN EUDES


LETANIAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS POR SAN JUAN EUDES

-Corazón divino de Jesús...Ten piedad de nosotros
-Corazón amante y manso
...Ten piedad de nosotros
-Corazón humilde y misericordioso...Ten piedad de nosotros
-Corazón del eterno Padre...Ten piedad de nosotros
-Principio del Espíritu Santo...Ten piedad de nosotros
-Corazón fiel a la divina Voluntad...Ten piedad de nosotros
-Corazón de Jesús, Corazón de la Virgen Madre...Ten piedad de nosotros.
-Corazón herido por la lanza...Ten piedad de nosotros
-Corazón sacerdotal...Ten piedad de nosotros
-Fortaleza de los débiles...Ten piedad de nosotros
-Refugio de los pecadores...Ten piedad de nosotros
-Cordero encendido en el amor por el hombre...Ten piedad de nosotros
-Alegría y esperanza de nuestro corazón...Ten piedad de nosotros
-Corazón amado de nuestro corazón...Ten piedad de nosotros

-Vida y norma de nuestro corazón...Ten piedad de nosotros    



-De todo pecado Líbranos...Señor, líbranos, Señor.

-De la soberbia de la vida...Señor, líbranos, Señor.
-De la ceguera del corazón...Señor, líbranos, Señor.
-De la resistencia a la Gracia...Señor, líbranos, Señor.
-Por tu amor infinito al Padre celestial...Señor, líbranos, Señor.
-Por tu amor a María Virgen y Madre...Señor, líbranos, Señor.
-Por tu amor a todos los hombres...Señor, líbranos, Señor.

-Por tus eternos goces...Señor, líbranos, Señor.     


Oración
¡Oh Dios, que por obra de tu amor nos hiciste miembros de tu único Hijo y nos diste tener con El un mismo Corazón!; concédenos cumplir con amor tu voluntad, para que, deseando lo que te agrada, podamos ver cumplidos nuestros justos deseos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

¿Y SI FUERA HOY EL ÚLTIMO DÍA DE MI VIDA?

Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
¿Y si hoy fuera el último día de mi vida?
La muerte maestra de vida I. A la luz de este último día, debemos analizar las decisiones grandes y pequeñas de la vida.
 
¿Y si hoy fuera el último día de mi vida?

No pretendemos asustar a nadie, al hablar de la muerte. Vamos a considerarla como maestra de vida, vamos a decirle que nos enseñe a vivir. Será una maestra severa, pero nos dice la verdad. Aunque sólo fuera para que no nos ocurra aquello de: ¨cuando pude cambiar todo, arreglar todo, no quise hacerlo; y, ahora que quiero, ya no puedo”.

Vivir como si fuera hoy el último día de mi vida, es una fantástica forma de vivir. A la luz de este último día debiéramos analizar todas las decisiones grandes y pequeñas de la vida. Ahora nos engañamos, hacemos cosas que no nos perdonaremos a la hora de la muerte. Simplemente analiza esto: Si hoy fuera el último día; ¿qué pensarías de muchas cosas que has hecho hasta el día de hoy? En ese último día pensarás de una forma tan radicalmente distinta del mundo, de Dios, de la eternidad, de los valores de esta vida.

Si nosotros no pensamos en la muerte, ella sí piensa en nosotros. Dios nos ha dado a cada uno un cierto número de años, y, desde el día que nacemos, comienza a caminar el reloj de nuestra vida, el que va a contar uno tras otro todos los días, el que se parará el último día, el de nuestra muerte. Este reloj está caminando en este momento. ¿Me encuentro en el comienzo, a la mitad, cerca del final? ¿Quizá he recorrido ya la mitad del camino?

Si alguna vez he visto morir a una persona, debo pensar que por ese trance tengo que pasar yo también. La muerte no respeta categorías de personas: mueren los reyes, los jefes de estado, los jóvenes, los ricos y los pobres. Como decía hermosamente el poeta latino Horacio: “La muerte golpea con el mismo pie las chozas de los pobres y los palacios de los ricos”.

Hay una fecha en el calendario, que sólo Dios conoce, no la conocemos nosotros. La muerte no avisa, simplemente llega. Podemos morir en la cama, en la carretera, de una enfermedad..., algunos hemos tenido accidentes serios; pudimos habernos quedado ahí.

La muerte sorprende como ladrón, según la comparación puesta por el mismo Cristo hablando de la muerte. No es que nos pongamos pesimistas. Él quería que estuviéramos siempre preparados. Sus palabras exactas son: “Vigilad, porque no sabéis el día ni la hora; a la hora que menos penséis, vendrá el Hijo del Hombre”. El ladrón no pasa normalmente tarjeta de visita; llega cuando menos se piensa. Nadie de nosotros tenemos escrito en nuestra agenda: “Tal día es la fecha de mi muerte y la semana anterior debo arreglar todos mis asuntos, despedirme de mis familiares, para morir cristianamente”.

Si somos jóvenes, estamos convencidos de que no moriremos en la juventud; nos sentimos con un gran optimismo vital: “No niego que voy a morir algún día, pero ese día está muy lejano”. Si es uno mayor, suele contestar: “Me siento muy bien”.

La experiencia nos demuestra que cada día mueren en el mundo alrededor de 200 mil personas. Entre ellos hay hombres y mujeres, jóvenes y viejos, y muchos niños. Ningún momento más inoportuno para la cita con la muerte que un viaje de bodas; y, sin embargo, varios han muerto así. Con 20 años en el corazón parece imposible morir, y sin embargo, se muere también a los 20 años. Recuerdo una persona que sacó su boleto de México a Monterrey y sólo caminó 15 kms.

Puesto que hemos de morir sin remedio, no luchemos contra la muerte sino a favor de la vida. Si hemos de morir, que sea de amor y no de hastío.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Mariano de Blas LC

    jueves, 18 de agosto de 2011

    LA LUZ VS LAS TINIEBLAS - MADRID 2011






















    RECHAZAMOS TODO ACTO DE ATAQUE CONTRA NUESTRA IGLESIA CATÓLICA Y APOSTÓLICA.

    ORAMOS POR QUIENES NOS INSULTAN Y PERSIGUEN, EL SEÑOR VINO POR LOS ENFERMOS Y PECADORES.

    ELEVEMOS NUESTRAS ORACIONES POR NUESTRO SANTO PADRE BENEDICTO XVI, PARA QUE SEA UN INSTRUMENTO DE PAZ Y AMOR DE DIOS ENTRE TANTOS PEREGRINOS QUE TIENEN HAMBRE DE DIOS..

    ROGUEMOS AL SEÑOR!

    OCTUBRE: MES DEL ROSARIO

     
    Autor: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net
    Octubre: Mes del Rosario
    La Iglesia ha dedicado un mes, el de Octubre, para honrar a María con el rezo del Santo Rosario

    Octubre: Mes del Rosario
    Octubre: Mes del Rosario

    Origen e historia de esta devoción:

    En la antigüedad, los romanos y los griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses, como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra “rosario” significa "corona de rosas".

    Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que eran llevadas al martirio por los romanos, marchaban por el Coliseo vestidas con sus ropas más vistosas y con sus cabezas adornadas de coronas de rosas, como símbolo de alegría y de la entrega de sus corazones al ir al encuentro de Dios. Por la noche, los cristianos recogían sus coronas y por cada rosa, recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso del alma de las mártires.

    La Iglesia recomendó entonces rezar el rosario, el cual consistía en recitar los 150 salmos de David, pues era considerada una oración sumamente agradable a Dios y fuente de innumerables gracias para aquellos que la rezaran. Sin embargo, esta recomendación sólo la seguían las personas cultas y letradas pero no la mayoría de los cristianos. Por esto, la Iglesia sugirió que aquellos que no supieran leer, suplantaran los 150 salmos por 150 Avemarías, divididas en quince decenas. A este “rosario corto” se le llamó “el salterio de la Virgen”.

    Cuenta la Historia que un día, a finales del siglo XII,
    Santo Domingo de Guzmán quien sufría mucho al ver que la gravedad de los pecados de la gente estaba impidiendo la conversión de los albigenses, decidió ir al bosque a rezar. Estuvo en oración tres días y tres noches haciendo penitencia y flagelándose hasta perder el sentido. En este momento, se le apareció la Virgen con tres ángeles y le dijo que la mejor arma para convertir a las almas duras no era la flagelación, sino el rezo de su salterio.
    Santo Domingo se dirigió en ese mismo momento a la catedral de Toulouse, sonaron las campanas y la gente se reunió para escucharlo. Cuando iba a empezar a hablar, se soltó una tormenta con rayos y viento muy fuerte que hizo que la gente se asustara. Todos los presentes pudieron ver que la imagen de la Virgen que estaba en la catedral alzaba tres veces los brazos hacia el Cielo. Santo Domingo empezó a rezar el salterio de la Virgen y la tormenta se terminó.

    En otra ocasión, Santo Domingo tenía que dar un sermón en la Iglesia de Notre Dame en París con motivo de la fiesta de San Juan y, antes de hacerlo, rezó el Rosario. La Virgen se le apareció y le dijo que su sermón estaba bien, pero que mejor lo cambiara y le entregó un libro con imágenes, en el cual le explicaba lo mucho que gustaba a Dios el rosario de Avemarías porque le recordaba ciento cincuenta veces el momento en que la humanidad, representada por María, había aceptado a su Hijo como Salvador.
    Santo Domingo cambió su homilía y habló de la devoción del Rosario y la gente comenzó a rezarlo con devoción, a vivir cristianamente y a dejar atrás sus malos hábitos.
    Santo Domingo murió en 1221, después de una vida en la que se dedicó a predicar y hacer popular la devoción del Rosario entre las gentes de todas las clases sociales para el sufragio de las almas del Purgatorio, para el triunfo sobre el mal y prosperidad de la Santa Madre de la Iglesia.

    El rezo del Rosario mantuvo su fervor por cien años después de la muerte de Santo Domingo y empezó a ser olvidado.

    En 1349, hubo en Europa una terrible epidemia de peste a la que se le llamó ¨la muerte negra” en la que murieron muchísimas personas.
    Fue entonces cuando el fraile Alan de la Roche, superior de los dominicos en la misma provincia de Francia donde había comenzado la devoción al Rosario, tuvo una aparición, en la cual Jesús, la Virgen y Santo Domingo le pidieron que reviviera la antigua costumbre del rezo del Santo Rosario. El Padre Alan comenzó esta labor de propagación junto con todos los frailes dominicos en 1460. Ellos le dieron la forma que tiene actualmente, con la aprobación eclesiástica. A partir de entonces, esta devoción se extendió en toda la Iglesia.

    ¿Cuándo se instituyó formalmente esta fiesta?

    El 7 de octubre de 1571 se llevó a cabo la batalla naval de Lepanto en la cual los cristianos vencieron a los turcos. Los cristianos sabían que si perdían esta batalla su religión podía peligrar y por esta razón confiaron en la ayuda de Dios, a través de la intercesión de la Santísima Virgen. El Papa San Pío V pidió a los cristianos rezar el rosario por la flota. En Roma estaba el Papa despachando asuntos cuando de pronto se levantó y anunció que sabía que la flota cristiana había sido victoriosa. Ordenó el toque de campanas y una procesión. Días más tarde llegaron los mensajeros con la noticia oficial del triunfo cristiano. Posteriormente, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre.

    Un año más tarde, Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario y determinó que se celebrase el primer domingo de Octubre (día en que se había ganado la batalla). Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7 de Octubre y algunos dominicos siguen celebrándola el primer domingo del mes.

    La fuerza del Rosario
    A lo largo de la historia se ha visto como el rezo del Santo Rosario pone al demonio fuera de la ruta del hombre y de la Iglesia. Llena de bendiciones a quienes lo rezan con devoción. Nuestra Madre del Cielo ha seguido promoviéndolo, principalmente en sus apariciones a los pastorcillos de Fátima.

    El Rosario es una verdadera fuente de gracias. María es medianera de las gracias de Dios. Dios ha querido que muchas gracias nos lleguen por su conducto, ya que fue por ella que nos llegó la salvación.

    Todo cristiano puede rezar el Rosario. Es una oración muy completa, ya que requiere del empleo simultáneo de tres potencias de la persona: física, vocal y espiritual. Las cuentas favorecen la concentración de la mente.

    Rezar el Rosario es como llevar diez flores a María en cada misterio. Es una manera de repetirle muchas veces lo mucho que la queremos. El amor y la piedad no se cansan nunca de repetir con frecuencia las mismas palabras, porque siempre contienen algo nuevo. Si lo rezamos todos los días, la Virgen nos llenará de gracias y nos ayudará a llegar al Cielo. María intercede por nosotros sus hijos y no nos deja de premiar con su ayuda. Al rezarlo, recordamos con la mente y el corazón los misterios de la vida de Jesús y los misterios de la conducta admirable de María: los gozosos, los dolorosos, los luminosos y los gloriosos. Nos metemos en las escenas evangélicas: Belén, Nazaret, Jerusalén, el huerto de los Olivos, el Calvario, María al pie de la cruz, Cristo resucitado, el Cielo, todo esto pasa por nuestra mente mientras nuestros labios oran.

    Las Letanías
    El Rosario no es una oración litúrgica, sino sólo un ejercicio piadoso. Las Letanías forman una parte oficial de la liturgia en cuanto que las invocaciones reciben permiso de la Santa Sede. Se cree que su origen fue, probablemente, antes del siglo XII.

    La forma actual en la que las rezamos se adoptó en el santuario mariano de Loreto, en Italia y por eso se llama Letanía lauretana. En 1587, el Papa Sixto V la aprobó para que la rezaran todos los cristianos. Todos los cristianos hemos recurrido a la Virgen en momentos de alegría llamándola “Causa de nuestra alegría”, en momentos de dolor diciéndole “Consoladora de los afligidos”, etc.
    Podemos rezar las Letanías con devoción, con amor filial, con gozo de tener una Madre con tantos títulos y perfecciones, recibidos de Dios por su Maternidad divina y por su absoluta fidelidad. Al rezarlas, tendremos la dicha de alabar a María, de invocar su protección y de ser ayudados siempre ya que la Virgen no nos deja desamparados.

    Cómo rezar el Rosario
    Como se trata de una oración, lo primero que hay que hacer es saludar, persignarnos y ponernos en presencia de Dios y de la Santísima Virgen.
    Luego, se enuncian los misterios del día que se van a rezar y comenzamos a meditar en el primero de estos cinco misterios. Durante la oración de cada misterio, trataremos de acompañar a Jesús y a María en aquellos momentos importantes de sus vidas. Aprovechamos de pedirles ayuda para imitar las virtudes y cualidades que ellos tuvieron en esos momentos. Al meditarlos frecuentemente, estas guías pasan a formar parte de nuestra conciencia, de nuestra vida. Podemos ofrecer cada misterio del rosario por una intención en particular y se puede leer una parte del Evangelio que nos hable acerca del misterio que estamos rezando.
    Cada misterio consta de un Padrenuestro seguido de diez Avemarías y un Gloria. Usamos nuestro rosario pasando una cuenta en cada Avemaría. Así seguimos hasta terminar con los cinco misterios.
    Al terminar de rezar los cinco misterios, se reza la Salve y se termina con las Letanías.

    Los Misterios
    Los veinte misterios que se rezan nos recuerdan la vida de Jesús y, dependiendo del día, se rezan de la siguiente forma:
    LUNES Y SÁBADO
    MISTERIOS GOZOSOS
    VIRTUD (sugerida)
    1. La Anunciación del ángel a la Virgen. La obediencia.
    2. La Visita de la Virgen a su prima Isabel. Amor al prójimo.
    3. El Nacimiento del Hijo de Dios. Desprendimiento
    4. La Presentación del niño Jesús en el templo. Pureza de intención.
    5. El Niño Jesús perdido y hallado en el templo Sabiduría en cosas de Dios.
    MARTES Y VIERNES
    MISTERIOS DOLOROSOS
    VIRTUD (sugerida)
    1. La Oración de Jesús en el huerto. Verdadero arrepentimiento de los pecados.
    2. La flagelación de nuestro Señor Jesucristo. Espíritu de sacrificio
    3. La coronación de espinas. Desapego a lo material
    4. Jesucristo es cargado con la Cruz. Paciencia por mi cruz.
    5. La crucifixión de nuestro Señor Jesucristo. Generosidad
    MIERCOLES Y DOMINGOS.
    MISTERIOS GLORIOSOS
    VIRTUD (sugerida)
    1. La Resurrección de Jesucristo. Fe, Esperanza y Caridad
    2. La Ascensión del Señor a los Cielos. Deseo de ir al Cielo
    3. La venida del Espíritu Santo. Deseo de vivir en Gracia
    4. La Asunción de la Virgen a los Cielos. Amor a María
    5. La Coronación de la Virgen en los Cielos. Perseverancia
    JUEVES.
    MISTERIOS LUMINOSOS

    1. El Bautismo de Jesús en el Jordán 2 Co 5, 21; . Mt 3, 17.
    2. Las bodas de Caná; Jn 2, 1-12.
    3. El anuncio del Reino de Dios Mc 1, 15; Mc 2. 3-13; Lc 47-48.
    4. La Transfiguración; Lc 9, 35.
    5. La Institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual. Jn13, 1.



    MI CUERPO ES COMIDA

    MI CUERPO ES COMIDA

    Mis manos, esas manos y Tus manos
    hacemos este Gesto, compartida
    la mesa y el destino, como hermanos.
    Las vidas en Tu muerte y en Tu vida.

    Unidos en el pan los muchos granos,
    iremos aprendiendo a ser la unida
    Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos.
    Comiéndote sabremos ser comida,

    EI vino de sus venas nos provoca.
    El pan que ellos no tienen nos convoca
    a ser Contigo el pan de cada día.

    Llamados por la luz de Tu memoria,
    marchamos hacia el Reino haciendo Historia,
    fraterna y subversiva Eucaristía.



    Pedro Casaldáliga
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