lunes, 11 de mayo de 2015

HAZNOS DIGNOS, SEÑOR


Haznos dignos, Señor


Señor…

♥ Cuando tenga hambre, dame alguien que tenga necesidad de alimento.

♥ Cuando tenga sed, mándame a alguien que necesite de bebida.

♥ Cuando tenga frío, mándame a alguien para que lo abrigue.

♥ Cuando tenga un disgusto, ofréceme alguien para que lo consuele.

♥ Cuando mi cruz se vuelva pesada, hazme compartir la cruz de otro.

♥ Cuando me sienta pobre, condúceme hasta alguien que esté necesitado.

♥ Cuando tenga tiempo, dame alguien a quien pueda ayudar unos momentos.

♥ Cuando me sienta humillado, haz que tenga a alguien a quien alabar.

♥ Cuando esté desanimado, mándame a alguien a quien dar ánimos.

♥ Cuando sienta necesidad de comprensión de otros, mándame a alguien que necesite de la mía.

♥ Cuando necesite que se ocupen de mí, mándame a alguien de quien tenga que ocuparme.

♥ Cuando pienso sólo en mí mismo, atrae mi atención sobre otra persona.


Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos que, en todo el mundo, viven y mueren pobres y hambrientos.

ALELUYA SIGNIFICA ALEGRÍA


Aleluya significa alegría




Aleluya es una de las palabras que más se repiten en tiempo de Pascua. No es ni siquiera una palabra castellana. ¿Qué significa? Significa alegría, y encierra todo lo que deben de vivir los cristianos en ese período después de la Semana Santa.


Todo debe ser alegría, debe ser un aleluya permanente. Ahora, conviene preguntarnos: ¿Cuántos de esos cristianos que dicen aleluya, viven interiormente una vida verdaderamente alegre y feliz? ¿Cuántos de veras han resucitado? Porque resucitar significa tener certezas. Haber arrancado las dudas de la vida. Haber convertido los problemas en soluciones. Significa resucitar también, el tener una honda, profunda felicidad.

¿Cuántos de veras son felices? ¿Cuántos tienen rostro y alma y vida de felicidad, de resucitados?

Resucitar significa salir del sepulcro de la tristeza, del pecado, del pesimismo, del desaliento.

Muchos aleluyas por el aire. Muchos aleluyas en las iglesias. ¿Cuánto aleluya, cuánta felicidad, cuánta resurrección hay de verdad en los corazones de los hombres?

La religión católica produce cientos de aburridos que no la toman en serio, y miles de felices que la viven en plenitud.


© Mariano de Blas
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