lunes, 14 de mayo de 2018

IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA PARA COLOREAR


































































































AL MOMENTO DE BAJAR LA IMAGEN DE LA VIRGEN MARÍA EN TU PC., ORDENADOR O CELULAR, TE DIRÁ EL NOMBRE DE LA ADVOCACIÓN O NOMBRE DE LA IMAGEN

SOLO NO PUEDO, TE NECESITO, SEÑOR


Solo no puedo, te necesito, Señor




Es muy oportuno para crecer en la fe practicar la oración de petición. Por ella permites a Dios entrar en la trama concreta de tu vida. Sientes así la presencia y cercanía del Señor en tus problemas cotidianos. A él no le molesta estar presente en los mínimos detalles de tu existencia, porque te ama. Es también un camino de sólida y auténtica humildad y sencillez.

Señor, sabes que a veces me dejo llevar por mi vanidad, por mi impaciencia, por mis ambiciones egoístas. Cuando estoy solo recapacito y me lamento por lo que hice o lo que dije, pero luego vuelvo a caer. Hago propósitos, pero duran poco tiempo. Necesito tu gracia, y los toques de tu Espíritu para reaccionar a tiempo, necesito tu luz que me ilumine para darme cuenta y tomar decisiones correctas. Quiero crecer, Señor, porque todavía tengo vida y esperanza; no quiero detenerme en el camino ni desaprovechar tus dones. Pero te necesito a ti, invoco tu Espíritu, clamo por tu poder. Ayúdame, Señor. Amén.

La oración humilde y confiada es el poder que Dios pone en tus manos para que, como un niño sencillo, le pidas todo lo que necesitas. Pero no debes desesperar ni suplicarle con una oración agitada, como si quisieras exigirle que cumpla tus deseos. A Dios hay que dejarlo ser Dios y actuar con libertad. Él te ama, y sabe lo que más te conviene.



* Enviado por el P. Natalio

5 HERMOSAS RAZONES POR LAS CUALES LA ENFERMEDAD ES UN MEDIO DE SANTIFICACIÓN


5 hermosas razones por las cuales la enfermedad es un medio de santificación


Desde las distintas enfermedades, nos hacemos uno con un Cristo doliente, compartimos los distintos dolores que Él cargó, y sentimos cómo Él los vuelve a cargar con nosotros


Por: María Belén Andrade | Fuente: Catholic-link.com 




Cuando una enfermedad toca la puerta, la mayoría de las veces uno se cuestiona el por qué. Con salud uno podría ofrecer muchísimo más a Dios, pensamos, ¿por qué permitir esto que no entendemos y que, según la gravedad que vivimos, nos supera? 

El sufrimiento de Cristo no fue exclusivo de la Cruz. Durante su paso por la tierra, Jesús debió experimentar distintos dolores, para cargarlos por nosotros y, hoy día, poder decirnos con entera realidad: “De verdad, sé por lo que estás pasando”. ¿Cuánto le habrá dolido, más que los clavos, la traición del amigo? ¿Cuánto la muerte de su padre nutricio San José? ¿No lloró amargamente por la muerte de Lázaro? ¿No se conmovía al ver los dolores, al ver la muerte? Tuvo hambre, sintió cansancio, encarnó un dolor cruel e inimaginable. “Claro, pero ¡Él es Dios!”, decimos, olvidándonos de que Cristo fue perfecto hombre, por tanto, experimentó perfectamente el dolor, tanto el físico como el moral. Y, además de cargar Su dolor, cargó el de toda la humanidad.

Desde las distintas enfermedades, nos hacemos uno con un Cristo doliente, compartimos los distintos dolores que Él cargó, y sentimos cómo Él los vuelve a cargar con nosotros. De esta manera, también descubrimos que podemos, desde lo que nos toque, ser corredentores con Él. Por eso los enfermos son los tesoros de la Iglesia.

-Niño. -Enfermo. -Al escribir estas palabras, ¿no sientes la tentación de ponerlas con mayúscula? Es que, para un alma enamorada, los niños y los enfermos son Él, escribió San Josemaría Escrivá.

Pero la aceptación de la Cruz no es un analgésico. Es darle un sentido. Un sentido divino, una mirada sobrenatural, que es lo único que trae paz a quien se encuentra inquieto y sufriendo.



1. Santificarse desde la enfermedad
Cuando uno experimenta sus propios límites, también se suma un nuevo sufrimiento: ¿cómo puedo hacerme santo en estas circunstancias, cuando es tan poco lo que puedo hacer? El apostolado está aparentemente ausente, el trabajo es práctica o enteramente nulo, en muchas oportunidades hasta la oración, que debería ser un sostén en el momento difícil, se torna árida. Surge una dolorosa pregunta: ¿Qué puede querer el Señor, entonces, si es tan poco lo que tengo? Y la respuesta es exigente: todo. El Señor sabe que es poco lo que podemos darle, pero ese “poco” hay que entregarle por entero. Y confiar en que, siendo dóciles a Su Voluntad, le agradamos, haciendo eso que podemos hacer y que a nosotros nos resulta insípido.

La Madre Teresa – cuyos escritos me fueron de mucha ayuda, tantas veces –, bajo un semblante de paz y alegría, abrigó durante casi toda su vida y hasta el momento de su muerte un profundo dolor. En un momento de gran sufrimiento, escribió a su director espiritual: «Mi corazón, mi alma y mi cuerpo solo pertenecen a Dios – Él ha tirado, como despreciada, a la hija de Su Amor. – Y para esto, Padre, he hecho este propósito en este retiro: Estar a Su disposición. Dejar que haga conmigo todo lo que Él quiera, como quiera, tanto tiempo como quiera». En los momentos críticos, podemos repetir con ella: «Señor, te doy todo, mi corazón (desgarrado), mi alma (atormentada) y cuerpo (roto), todos envueltos en este dolor, que no pueden hacer gran cosa, humanamente hablando, limitados como ya ves, pero, aun así, tuyos». Y nos haremos santos desde ese abandono.

Sabemos que la santidad es el crecimiento en virtudes por amor a Dios. ¡Y cuántas virtudes se pueden practicar! El abandono, la confianza ciega, la paciencia… y, por sobre todo, una grandísima humildad.

Humildad para reconocer que no podemos hacer nada, que necesitamos pedir ayuda, que dependemos de otros, que no podemos hacer las cosas como nos gustaría hacerlas, entre otras situaciones similares. ¿Parece poco esto? Recordemos que son las virtudes que adornaron a la Santísima Virgen.


2. El trabajo de los enfermos
Ante el molesto e insensato sentimiento de inutilidad, hay que aprender que lo que esté en nuestras posibilidades, poco o mucho, se hace todo. Quizás algunos, al atravesar cierta enfermedad, no pueda continuar con el trabajo que realizaba anteriormente. Eso no significa que no pueda convertir esta nueva circunstancia en un “trabajo”. Por ejemplo, manteniendo acomodada la pieza en la que se encuentra, o realizando trabajos manuales, o intelectuales, todo según las limitaciones y las capacidades.

Quizás para alguno todo lo anterior sea imposible. En ese caso, el “trabajo” es, simplemente, ser un buen enfermo. Realizar apostolado. Santificar a los demás.


3. ¿Cómo santificar a los demás?
La propia Cruz es una oportunidad para que también los demás crezcan en virtudes, para que aprendan el verdadero significado de la caridad, en toda su amplitud.

Quienes se dedican al cuidado de un enfermo descubren que compasión no es “tener pena de”, sino ponerse en su lugar, entender qué necesitan –cuidados físicos, o compañía, o un momento de soledad –, viviendo una obra de misericordia y creciendo en santidad.

A veces uno puede sentir vergüenza por pedir ayuda, o culpa al pensar en el tiempo que se le dedica. Entonces es momento de pensar: “Este o esta me ayuda, pero yo también le estoy ayudando”. La Cruz compartida es más ligera. Cristo también tuvo un Sireneo, y no espera que carguemos solos el peso de las crucecitas que nos manda. No, para eso, Él nos ayuda, y también nos envía la ayuda de aquellos que nos quieren.


4. Apostolado de los enfermos
Cuando se quiebra la salud, muchas veces uno se da cuenta de que no puede, aunque quiera, realizar los mismos apostolados que anteriormente vivía. ¿Es que acaso estos están reservados para unos pocos, escogidos por sus “mejores” cualidades físicas o psíquicas?

Respondo con una historia breve. Durante el crecimiento de su labor apostólica, la Madre Teresa se encontró con Jacqueline de Decker, enfermera y trabajadora social belga que deseaba entrar a las Misioneras de la Caridad, pero que no podía hacerlo a causa de su precaria salud. La Madre Teresa dio con una solución: Jacqueline no podría trabajar con los pobres en Calcuta, pero compartiría este apostolado convirtiéndose en “el otro yo” de la santa. ¿Qué implicaría esto? Ofrecer todos sus dolores, sufrimientos y oraciones para sostener el apostolado de la Madre. Más adelante vendrían muchos otros miembros sufrientes Misioneros de la Caridad que conformarían esta parte tan importante de su Obra.

«En realidad, pueden hacer mucho más en su lecho de dolor que yo corriendo con mis pies, pero usted y yo juntas podemos hacer todo en Él que nos fortalece (…) quiero que se unan especialmente los paralíticos, los lisiados, los incurables, porque sé que ellos llevan muchas almas a los pies de Jesús», le escribió la Madre Teresa a Jacqueline. Todo esto, y una sonrisa. Porque, junto a los ya valiosos ofrecimientos de diversas penas, la sonrisa del que sufre puede llegar a ser un apostolado de valor incalculable. ¿Cuántas almas podrían salvarse gracias a una sonrisa, que se ofrece en medio de las dificultades?


5. Acudir a la Virgen
Independientemente al grado de la enfermedad, una mamá siempre está pendiente de su hijo. Así hace la Virgen, quien también tuvo, desde la Anunciación, una espada clavada en su corazón. No podemos imaginarnos cuánto le habrá dolido saber que el Hijo que engendraba nacía para ser “varón de dolores”, cuántas lágrimas habrá derramado por Él. Sí, Ella conoce el dolor. Y es Madre. Seríamos muy tontos si no acudiésemos a Ella para enseñarle lo que nos duele, pedir que acaricie nuestras heridas y que nos dé un beso que sane el alma.

UNA ORACIÓN PARA LAS MAMÁS QUE PARTIERON AL CIELO


Día de la madre: una oración para las mamás que partieron al cielo
Redacción ACI Prensa




Para ellas, las mamás que se encuentran en el cielo gozando de la Gloria de Dios, les compartimos la siguiente oración:


Continuamente te rezamos, Señor, por nuestra madre.
La recordamos con paz y con amor ante Ti,
seguros de que ella vive,
como estamos seguros de que vives Tú
y de que tu amor dura para siempre.
La recordamos cuando estaba entre nosotros...
A veces, nos parece sentir el calor y el sosiego
de su presencia protectora
como cuando vivía aquí,
mucho más para nosotros que para sí misma.
Dale, Señor, tu amor, dale tu vida. Dale tu paz.
Tenla muy cerca de Ti.
Sea feliz y ruegue ante Ti por nosotros.
Ayúdanos a vivir lo que ella nos enseño,
más con amor que con palabras.
A rezarte como ella, a quererte como ella,
a hacer de Ti y de los demás, igual que ella,
el sentido de nuestra vida.
Y si por descuido o por debilidad en algo te faltó,
perdónala, Tú que sabes lo que es ser Padre y Madre
y conoces como nadie el amor y el perdón
sin medida ni límites...
Perdónale sus faltas por lo mucho que amó a todos.
Gracias, Señor, por esta oración que nos llena de paz
en el recuerdo de nuestra madre.
Amén.

PAPA FRANCISCO EN LA ASCENSIÓN: LLEVEMOS EL EVANGELIO A CADA RINCÓN DEL PLANETA


Papa Francisco en la Ascensión: Llevemos el Evangelio a cada rincón del planeta
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa





En el rezo del Regina Coeli del domingo, el Papa Francisco destacó la celebración de la Ascensión y lanzó una enérgica invitación a anunciar el Evangelio por todo el mundo.

“Por un lado, la Ascensión orienta nuestra mirada al cielo, donde Jesús glorificado se sienta a la derecha de Dios. Por otro, nos recuerda el inicio de la misión de la Iglesia: Jesús resucitado ha subido al cielo y manda a sus discípulos a difundir el Evangelio en todo el mundo”.

“La Ascensión nos exhorta a levantar la mirada al cielo, para después dirigirlo rápidamente a la tierra, llevando adelante las tareas que el Señor resucitado nos confía”, dijo.


Francisco remarcó que se trata de “una misión sin confines que supera las fuerzas humanas”.

“Parece de verdad demasiado audaz el encargo que Jesús confía a un pequeño grupo de hombres sencillos y sin grandes capacidades intelectuales. Sin embargo, esta escasa compañía, irrelevante frente a las grandes potencias del mundo, es invitada a llevar el mensaje de amor y de misericordia de Jesús a cada rincón de la tierra”.

El Papa añadió: “La misión confiada a los apóstoles es proseguida a través de los siglos, y prosigue todavía hoy. Requiere la colaboración de todos nosotros. Cada uno, en efecto, por el Bautismo que ha recibido está habilitado por su parte para anunciar el Evangelio”.

Pero el Pontífice también aseguró que la Ascensión “nos pide tener ojos y corazón para encontrarlo, para servirlo y para testimoniarlo a los demás”.

“Se trata de ser hombres y mujeres de la Ascensión, es decir, buscadores de Cristo a los largo de los caminos de nuestro tiempo, llevando su palabra de salvación hasta los confines de la tierra”.

MAYO, MES DE MARÍA, DÍA 14


Décimo cuarto día: Explicación de las letanías



Virgo prudentissima

Virgen prudentísima. ¿Quién podrá concebir la sabia prudencia que María conservó en el momento en que el enviado del Padre eterno se presentó delante de ella? Cuando la llamó llena de gracia y bendita entre las mujeres, ella se turbó, y no comprendió como semejante elogio podía serle dirigido: a la vista del grado de elevación al que se le destinaba, se humilló delante de Dios y se creyó dichosa de merecer la calidad de esclava. Luego, recibiendo la confirmación del ángel, no dudó que todo lo que se le acababa de anunciar ocurriría; y lo creyó sin buscar comprenderlo. Ella no pidió un signo, no dudó como Zacarías. Ninguna objeción al Ángel, ninguna pregunta y ninguna curiosidad propia del alma débil. María no dijo más que las palabras absolutamente necesarias, unas para destacar el voto de virginidad que había hecho, las otras para destacar su obediencia a la voluntad del Señor. Tal fue la prudencia sublime de María que debemos admirar siempre, ya que es imposible alabarla tan dignamente como merece.

Ejemplo

El bienaventurado Simón Stock pedía a menudo a la Santísima Virgen que la enseñara una forma en que pudiera honrarla. Un día que estaba en oración delante de la imagen de la Santa Madre de Dios, se le apareció levando en sus manos un escapulario, que le dio, agregando que era el medio que ella deseaba que utilizara para servir a su gloria, y que lo mirara como un signo de salvación, de suerte que cualquiera que lo llevara santamente hasta la muerte, no caería en las penas del infierno. Los Soberanos Pontífices, que expidieron bulas y concedieron indulgencias a favor de esta devoción, incluso los reyes como San Luís, se apresuraron a entrar en la Asociación del Escapulario. Pero nada sirvió más para difundir esta santa devoción que los prodigios que el cielo operó a favor del Escapulario. Uno de los más señalados, fue el que ocurrió en el sitio de Montpellier. Un soldado que llevaba consigo esta prenda de devoción a María, recibió una herida de mosquete cuando se lanzaba al asalto; pero la bala, después de haber atravesado su uniforme, se detuvo frente al escapulario sin hacerle ningún mal. Luís XIII, que se encontraba en el sitio, fue testigo de este prodigio  de protección. En consecuencia, se apresuró a tomar este santo hábito cuyo efecto sorprendente acababa de ver.

Imitemos la prudencia de la Santísima Virgen, llevemos su escapulario, porque María nos protege contra e peligro, especialmente a la hora de la muerte.


Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa

MAYO, MES DE MARÍA: DÍA 13


Décimo tercer día: Explicación de las letanías


Mater creatoris

Madre del creador. Este augusto título de Madre del Creador conviene más a María que, no sólo su hijo en tanto que Dios creó todas las cosas que existen, sino que, además, nos concedió la gracia de encontrar en Él un nuevo ser, una vida divina, lo que es como una segunda creación. A decir verdad, el pecado mortal nos desnaturaliza, nos reduce como a la nada; así lo confesó David después de haber pecado: Me vi reducido a la nada. Pero el hijo de María nos retira de esa nada, renovándonos por su gracia, de tal manera que, según san Pablo, nos convertimos en una nueva criatura en Jesucristo.

Mater salvatoris

Madre del Salvador. Mucho tiempo antes del nacimiento de Jesucristo, el Profeta Isaías había predicho que una virgen concebiría, y que nacería de ella un niño, que sería llamado Emmanuel, que significa  Dios con nosotros. José, el Esposo de María, fue particularmente instruido por el Ángel que le dirigió estas palabras: Lo que ha nacido en ella ha sido formado por el Espíritu santo, dará a luz un niño, a quien le pondrás por nombre Jesús, es decir Salvador, porque salvará a su pueblo. Ahora bien, las predicciones que se verificaron prueban evidentemente que María es la Madre del salvador del Mundo

Ejemplo

Se ha relatado, en la historia de Santo Domingo, que ese gran hombre, predicando en el Languedoc a un pueblo obstinadísimo en la herejía, se quejaba humildemente a la Santísima Virgen del fruto de sus predicaciones. La Madre de Dios quiso responderle que tal como el Señor había hecho preparar, por el saludo del ángel, el misterio de la Encarnación que debía operar la salvación del mundo, se requería que imitase esta conducta, y que pusiese en valor la devoción al Ave María, persuadiendo al pueblo que usara el Rosario; ella le aseguró que si lo hacía, vería pronto los frutos de salvación que obtendría. Sucedió, en efecto, lo que la Virgen había prometido. Santo Domingo ganó más almas  a Dios por el mérito del Ave María que por ningún otro medio: fue esta oración, repetida con confianza, que dio virtud a sus predicaciones y que las hizo tan fructuosas, por la multitud de herejes que devolvió a la fe. La Iglesia está tan persuadida de la gracia que el cielo le ha concedido, para producir frutos de salvación en las almas, que alienta a todos lo predicadores a comenzar sus discursos con el Ave María, para preparar, mediante este divino rocío, a las almas de los auditores a recibir con fruto la sagrada palabra.
Cuando recitemos el Ave María, no olvidemos que nos dirigimos a la Madre de nuestro Salvador Todopoderoso, sobre el Corazón de su divino Hijo.


Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa
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